jueves, 28 de marzo de 2019

Para ser un esposo ejemplar tú debes primero estar en una correcta relación con Dios

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





 
Pastoree y ame a su esposa 

La Voluntad de Dios para los Esposos Cristianos

La voluntad de Dios para cada esposo cristiano es que pastoree y ame a su esposa de la forma en que Cristo pastorea y ama a la Iglesia (Efesios 5:23–33). De hecho, los hombres cristianos están llamados a seguir a Cristo en todos sus caminos.

El que dice que permanece en él, debe andar como El anduvo.
1 Juan 2:6

Cristo es nuestro ejemplo perfecto en todas las cosas. Nos han sido dados muchos otros ejemplos en las Escrituras también. Algunos ejemplos son buenos y algunos malos. Se nos han dado buenos ejemplos para que pudiéramos ver claramente el patrón de Dios. Los malos ejemplos nos muestran los patrones equivocados. A través de estos ejemplos malos, Dios está buscando revelar lo que es a menudo difícil para nosotros de reconocer en medio de nuestras propias circunstancias. Dios usa ambos, buenos y malos ejemplos, para movernos hacia Su misma semejanza.

Dios no solo quiere que veamos los ejemplos correctos, sino que El también quiere que cada uno de nosotros seamos el tipo correcto de ejemplo para otros. Necesitamos recordar que ya somos algún tipo de ejemplo para otros. La pregunta es, ¿de qué tipo? Los siguientes son cuadros de la Escritura acerca de Cristo (nuestro ejemplo perfecto), y nuestra necesidad de ser ejemplares. Mientras los leas verás que Dios nos ha hablado claramente y poderosamente acerca de ejemplificar a Cristo.










 
Siguiendo el Patrón Perfecto

Te sorprenderías al aprender cuanto la Escritura tiene que decir acerca de ejemplos. También podrías sentir que un ejemplo bíblico es un calzado que nunca podrías llenar. En las Escrituras, el término griego por ejemplo (typos), patrón o modelo (hypodeigma), e imitador (mimetes) son palabras claves. Typos, en particular, puede arrojar mucha luz a nuestro esfuerzo de ser ejemplares. Esta palabra carga con ella la asunción de una guía de acompañamiento. Era usada para referirse al trazar y practicar las letras de uno. Un ejemplo claro de esta definición es visto en las escuelas primarias a través del país. Nuestros niños aprenden a escribir alfabeto al ver primero las letras (lo cual sirve de guía), luego al trazar las letras, y finalmente al intentar formar las letras a pulso.

El énfasis de esta palabra no está necesariamente en la perfección de la copia resultante, sino en la atención cuidadosa dada al ejemplo perfecto y al propósito determinado de seguirlo.
Asimismo, nosotros como esposos debemos estar enfocados en nuestro ejemplo perfecto, el Señor Jesucristo. Debemos cuidadosa y decididamente esforzarnos a copiarle, no importa cuan inadecuado nuestro intento sea al comienzo. A medida que continuemos en este esfuerzo seremos ejemplares. Habrá más y más de una semejanza con Cristo que otros puedan seguir. Como el Apóstol Pablo dijo,

Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
1 Corintios 11:1

Entonces, ¿Qué significa realmente ser ejemplar? De nuestro estudio hasta ahora, podemos recopilar una definición de trabajo. Ser “ejemplar” es:

  Servir como una copia en mejoría de nuestro patrón perfecto, Jesucristo, al deliberadamente enfocarnos en y practicar Su Semejanza.


El Fruto (Rasgos) del Esposo Ejemplar

Es Dios quien produce frutos verdaderos en el corazón (Mateo 7:17–18; Gálatas 5:22, 23). Solo el corazón que realmente conoce a Dios y anda con Dios puede comenzar a parecerse al corazón de Dios. Un esposo dará buenos frutos en carácter y obra solamente cuando los pensamientos e intenciones de su corazón busquen a Dios, amen a Dios, y deseen glorificar a Dios. Tal hombre dejará detrás un legado que continuará siendo un ejemplo aún mucho después de haber partido.


¿Quién Puede Ser el Esposo Ejemplar?

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:12–14

Cualquier condición en la que creas que esté tu corazón y vida de fruto, no necesitas ni debes permanecer en esta condición. Para ser un esposo ejemplar tú debes primero estar en una correcta relación con Dios; luego, debes reconocer que el crecimiento y el propósito son necesarios para comenzar a perseguir tu ejemplo perfecto. Luego debes darte cuenta que el pecado es lo único que se puede interponer en tu camino. Tú debes tener gran esperanza en esta verdad porque el pecado puede ser confesado y apartado con la ayuda de Dios. Ningún esposo cristiano esta destinado a ser un esclavo de su carne, desamparadamente limitado por su pasado o “tipo de personalidad,” o desamparadamente afectado por ejemplos pobres vividos delante de el. Una vez que este acepta responsabilidad por su propio pecado, puede cambiar a través de las provisiones de Dios (Romanos 12:2). (Ver la sección del capítulo 3 de la Provisión de Dios en la Santificación.”) Entonces, ¿quién puede ser el esposo ejemplar? Cualquier hombre cristiano puede.


¿Estás Listo?

Convertirse en el esposo ejemplar será un proceso de crecimiento. Al final queremos ser como Cristo. Cada esposo debe hacer su propio examen honesto de la condición de su corazón antes de poder comenzar a construir una vida ejemplar. Luego, él debe reconocer el estándar perfecto de Dios y determinar su compromiso a obtenerlo. Tú debes contar el costo de seguir a Cristo. Es muy seguro que te costará tu propia voluntad y el obtener las cosas a tu manera, porque no podremos tener ambos la manera de Dios y la nuestra. Este hecho debe ser reconocido al principio del compromiso de construir una vida y matrimonio ejemplares.

Existe solo una cosa que verdaderamente motivará a los hombres a seguir el ejemplo de Cristo. Esa cosa es conocer a Cristo Mismo. En otras palabras, es una relación correcta con Dios la que produce el deseo de la Semejanza con Cristo. Debes ser verdaderamente uno de sus discípulos, o no podrás ser un esposo ejemplar. Claro, una relación correcta con Dios está basada en un conocimiento exacto de El como El es revelado en la Biblia.
No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Romanos 12.2

miércoles, 27 de marzo de 2019

Dios inicia el amor, lo derrama sobre su pueblo y espera...

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Dios muestra lo que es por lo que hace.


Juan ya mencionó el tema del amor en pasajes anteriores (2:7–11; 3:11–18, 23). Ahora, en un cambio abrupto, presenta un análisis completo de este tema. En su consideración Juan continúa formulando contrastes y paralelismos. Los eruditos probablemente estén en lo correcto cuando consideran que los versículos 7–10 son una expresión poética (compárese con 2:12–14). A fines de una mayor claridad, escribo los cuatro versículos siguientes en forma poética.

    7. Queridos amigos, amémonos unos a otros,
         porque el amor viene de Dios.
      Todo el que ama ha nacido de Dios
         y conoce a Dios.
    8. El que no ama no conoce a Dios
         porque Dios es amor.

Estos dos versículos y los dos siguientes están entre los más atesorados de toda la epístola. Hablan del amor que se origina en Dios y describen al creyente como una persona que ama y conoce a Dios. En contraste con esto, el incrédulo no ama porque no conoce a Dios.

a. “Queridos amigos, amémonos unos a otros”. Juan se dirige a los lectores usando el término familiar queridos amigos (2:7; 3:2, 21; 4:1, 7, 11) que literalmente significa “amados”. Incluye en esta oración una exhortación al amor mutuo. Aquí él no está analizando el afecto que los miembros de una familia sienten unos por otros. En cambio, lo que hace es escribir el verbo amar, que significa “amor divino”. Juan indica que Dios inicia el amor, lo derrama sobre su pueblo y espera que a su vez los miembros de dicho pueblo manifiesten ese mismo amor unos por otros.

b. “Todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”. Esta es, pues, la señal distintiva del creyente. La persona que nace de Dios (2:29; 3:9; 5:1) es una ventana a la vida a través de la cual el amor de Dios brilla en el mundo. El creyente manifiesta su amor a su prójimo haciendo por el prójimo lo que él mismo desea que hagan por él. En definitiva, él muestra su amor obedeciendo la Regla de Oro (Lc. 6:31). Su amor es genuinamente abnegado.
El creyente ama a su prójimo como a sí mismo, porque, como escribe Juan, ese creyente conoce a Dios. Es decir, él tiene comunión con Dios el Padre y con su Hijo (1:3) y refleja por consiguiente la virtud del amor.
De paso, cuando Juan dice: “[El] conoce a Dios”, quizá haya tenido la intención de rebatir a los herejes gnósticos de su tiempo que alardeaban de su conocimiento de Dios.

c. “El que no ama no conoce a Dios”. Juan compara al creyente con el incrédulo y señala que cuando el amor está ausente el conocimiento de Dios no existe. La persona que no está en comunión con Dios por medio de la oración y que no lee la Biblia no puede ser un instrumento por medio del cual Dios demuestra su amor divino. El incrédulo ni siquiera ha comenzado a conocer a Dios. Sin conocimiento de Dios, no hay amor. El amor y el conocimiento de Dios son dos caras de la misma moneda.

d. “Dios es amor”. Los niños aprenden estas palabras en el hogar y en la iglesia. Los adultos atesoran estas tres palabras ya que en ellas Juan ha declarado una de las características de Dios: el amor. Esto significa no solamente que Dios ama a su creación y a su gente, o que Dios está lleno de amor. Quiere decir que en su mismo ser Dios es amor. Y este es el mensaje que Juan comunica en su epístola.

Agustín dice que: “Si no se dijese nada en alabanza del amor en las páginas de esta epístola, si nada se dijese en las páginas de toda la Escritura, y sólo esta frase fuera todo lo que nos dijera la voz del Espíritu de Dios: “Porque Dios es amor”; nada más haría falta.

Juan comienza el v. 7 con la palabra Amados (usada seis veces en 2:7; 3:2, 21; 4:1, 7, 11) que expresa su preocupación por el bienestar de los miembros de sus congregaciones.

Los gnósticos pretendían conocer a Dios y ser hijos de Dios pero no habían practicado el amor de Dios. Juan apela a sus lectores para que expresen y verifiquen su conocimiento de Dios por medio de la práctica del amor. Dios es amor y los creyentes han nacido de este amor, de modo que deben vivir en el amor y practicar el amor.

El v. 8 presenta esta verdad en forma negativa:
El que no ama no ha conocido a Dios. Sigue con una de las grandes afirmaciones de la Biblia: Dios es amor. Hay una descripción gráfica de Dios en esta expresión así como en las otras dos:
  • “Dios es espíritu” (Juan 4:24) y 
  • “Dios es luz” (1 Jn. 1:5).
  • Dios muestra lo que es por lo que hace. Mostró su amor para con nosotros en su obra redentora por medio de su Hijo quien es la expiación (sacrificio) por nuestros pecados. Al examinar las palabras envió y unigénito vemos otra vez la relación íntima entre el Hijo y el Padre. Jesús no llegó a ser Hijo unigénito después de nacer como hombre (encarnación) sino ya lo era antes de ser enviado. Jesús afirmó: “Yo y el padre uno somos” (Juan 10:30). Juan vuelve a insistir en que la teología está vacía si no resulta en acción ética: Si se ha recibido el amor de Dios no se puede menos que amar a otros. Porque Dios actuó en amor, nosotros debemos obrar en amor.
  • La frase Nadie ha visto a Dios jamás (v. 12) nos llama la atención. La ausencia del artículo enfatiza la naturaleza del Padre. Nadie ha visto al Padre en toda su gloria celestial, salvo por medio de su Hijo encarnado. Jesús dijo: “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan 14:9; ver Juan 6:46). Juan explica que los que conocen a Dios por medio de su amor tienen el privilegio de permanecer en Dios y Dios en ellos. El amor de Dios se ha perfeccionado en nosotros. La dádiva el Espíritu Santo confiere seguridad en cuanto a la permanencia de Dios en nosotros. 
  • Aunque Juan no usa el término “Trinidad”, el concepto se encuentra frecuentemente en sus escritos. El amarse los unos a los otros y la permanencia de Dios en nuestra vida son credenciales del creyente que forman una parte vital en la proclamación del evangelio. Juan y los otros discípulos dieron testimonio de que Dios envió a Jesús a ser el Salvador del mundo. Asimismo, cada creyente debe afirmar esta verdad con su propio testimonio.

ARMA TU PREDICA
Dios es amor
4:7–19
Introducción:
“Dios es amor”. Todo tiene su fuente en el Dios de amor. El amor proviene de Dios y nos llueva a Dios. En el amor de Dios vemos cosas como la creación, el libre albedrío, la providencia, la redención y el más allá.
        I.      El amor emana de Dios y es un atributo de Dios, vv. 8, 19.
    1.      El que no ama, no ha conocido a Dios.
    2.      Dios nos amó primero.
        II.      El amor a Dios resulta en amor a otros, vv. 7, 11.
    1.      El que ama es nacido de Dios.
    2.      El amor viene de Dios.
        III.      El amor provee la salvación, vv. 9, 10, 14.
    1.      Dios envió a su Hijo para mostrar su amor.
    2.      Jesús es la propiciación por nuestros pecados.
    3.      Dios envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo.
        IV.      El amor provee el Espíritu que mora en nosotros, vv. 12, 13, 15, 16.
    1.      Dios permanece en nosotros.
    2.      Dios ha perfeccionado su amor en nosotros.
    3.      El que permanece en amor permanece en Dios.
        V.      El amor da seguridad en el día de juicio, v. 17.
    1.      Tendremos confianza.
    2.      Seremos como él es.
        VI.      El amor borra el temor, v. 18.
    1.      El amor echa fuera el temor.
    2.      El temor no permite el perfeccionamiento del amor.
Conclusión: Amémonos unos a otros porque el amor es de Dios.
El amor es incompatible con el odio, 1 Juan 4:20–5:1.

martes, 26 de marzo de 2019

TU ENSEÑANZA, OH MAESTRO... ES PARA SIEMPRE

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
PREPARARSE PARA EL SALVADOR  


Juan el Bautista señala el camino
TEXTO: Marcos 1:1–15
Propósito: A los niños se les requerirá su propia respuesta a la venida del Señor después de describir estos acontecimientos tempranos que encontramos al inicio del Evangelio según Marcos.


Introducción para los maestros

Anhelamos que cada uno de los niños que tenemos a nuestro cuidado se convenza de que ha de buscar al Señor, y esperamos que Él les llame mientras estén en nuestras clases. ¿Cómo podemos prepararles para que oigan? Juan el Bautista preparó al pueblo de Judea para la llegada de su Mesías. Podemos aprender mucho de él.

Tres errores que debemos evitar. 

  1.  El primer error que hemos de evitar es el de dar la impresión de que el arrepentimiento es “una buena obra”, o una forma de ganarnos la salvación. Juan el Bautista llamaba a la gente al arrepentimiento porque sabía que era la preparación adecuada para la visita del Salvador, el único que podía reformar el corazón mediante la obra del Espíritu Santo.
  2. El segundo error es el de hacer que la lección se vuelva demasiado solemne. El arrepentimiento es, por supuesto, solemne, pero aquí lo estamos enseñando en el contexto de “ganancias” gloriosas. El motivo de la petición de arrepentimiento de Juan fue la gran venida del Señor, tan larga y ansiosamente esperada. Dejar nuestros caminos pecaminosos no se puede comparar en modo alguno con el privilegio de conocer al Salvador y sus bendiciones. El mismísimo Señor da un ejemplo de ello con la parábola de la Perla de gran precio.
  3. El tercer error que hemos de evitar es aquel que el mismo Juan trata con minucia: concluir la lección con Juan y su misión en lugar de con el Señor y su obra (cf. Marcos 1:7)
Bosquejo de la lección

Prepararse para recibir visitas. 
Atrae la atención de los niños mediante la descripción de la forma en que se hacen los preparativos para recibir a las visitas especiales. A las clases de los mayores quizá les guste pensar en la preparación y revisión de la contabilidad antes de la llegada del auditor. Las clases de los pequeños habrán vivido la tarea de poner orden y de colocar exposiciones especiales en la escuela cuando preparan una fiesta para los padres. Recuerda a la clase que, cuando los líderes mundiales visitan otro país, es necesario hacer frenéticos preparativos —desfiles militares y banquetes de Estado— para impresionar al invitado.

Prepararse para una visita real. 
Luego haz que los niños se remonten atrás en el tiempo a un viaje de un personaje real. Explica que, en aquellos días, los reyes orientales, acompañados de sus sirvientes, tenían que viajar por los desiertos con una caravana de camellos, y cargar a los animales con todas sus pertenencias y todos sus regalos. Podían surgir todo tipo de problemas, que retrasarían su llegada durante semanas y hasta meses. No había teléfonos para avisar a sus anfitriones de la hora a la que esperaban llegar. La costumbre era, por tanto, que el visitante real o especial enviase a un mensajero por delante para que anunciara que ya se encontraba cerca. Los ciudadanos recibirían el aviso con tiempo para poder llevar a cabo los planes necesarios ante la llegada de su visitante.

¡Viene un Salvador! 
Recuerda a la clase que ya en el principio del mundo, cuando Adán y Eva pecaron por primera vez y fueron expulsados del huerto de Edén, Dios había prometido enviar a un Salvador que llevaría el pecado y restituiría a Dios a aquellos que creyeran en Él. En todas las épocas del Antiguo Testamento, Él renovaba su promesa: a Abraham, a Moisés, al rey David y luego, con detalles aún más gráficos, a profetas como Isaías y Malaquías.

Se promete un mensajero. 
Tan grande e importante iba a ser la venida del Salvador que Dios prometió enviar a un mensajero para preparar su camino. Isaías predijo que este mensajero no aparecería en cortes reales, ni tampoco en el palacio de un rey judío, sino en el desierto. Profetizó que el mensajero sería una voz solitaria que llamaría al pueblo a prepararse para la venida del Señor y lo instaría a enderezar sus sendas (cf. Marcos 1:3). Luego indica a los niños que, aunque Isaías habló más de 700 años antes del nacimiento de Cristo, esto fue exactamente lo que ocurrió.

Aparece Juan el Bautista. 
Explica que su primo Juan apareció como un solitario mensajero en el territorio desértico situado a las afueras de Jerusalén, poco antes de que el Señor Jesús empezara su ministerio público. Había sido preparado solo por Dios para esta obra especial. No provenía de las filas de los líderes religiosos de aquellos días, tampoco se había educado en sus escuelas. En lugar de eso, un ángel había anunciado su nacimiento a su anciano padre Zacarías. El ángel había predicho que Juan conocería al Señor desde su nacimiento y que su vida se reservaría para la tarea especial que tenía por delante. Viviría una vida austera en el desierto, que haría recordar a los judíos al profeta Elías (cf. Lucas 1:13–17). Esta singular figura, que se vestía de pelo de camello, que ceñía en sus lomos con un cinto de cuero y que vivía de la comida del desierto —langostas y miel silvestre— (cf. Marcos 1:6), aparece súbitamente en escena predicando a las multitudes que acudían en masa procedentes de las ciudades, de los pueblos y de la capital, Jerusalén.

Prepararse para el Señor. 
Pregunta a los niños qué suponen ellos que decía Juan a estas multitudes. ¿Les pedía que cambiaran la decoración del palacio, o que colgaran vistosas guirnaldas para la venida del Mesías? Si el Señor Jesús hubiese sido un rey terrenal, una bienvenida semejante habría sido adecuada, pero era el Rey del Cielo. No le preocupaba la parafernalia externa. Había nacido, en efecto, en un pobre establo, y su cuna fue el pesebre. Su preocupación era la situación de los corazones de las personas. Recuerda a los niños que uno de los nombres de Cristo es “Sol de justicia” (Malaquías 4:2). Cuando sale el Sol, pone en evidencia la suciedad y la oscuridad de los meses de invierno, y nos indica que es tiempo de hacer la limpieza de primavera. Cuando el Señor Jesús aparece, brilla en los corazones, mostrando todo el egoísmo y el pecado, y haciendo que hombres y mujeres se avergüencen de sus caminos.

Se arrepintieron. 
Así fue como respondieron los oyentes de Juan cuando este anunció la llegada del Salvador. Se sintieron avergonzados y poco preparados para un invitado semejante. El pueblo de Judá y de Jerusalén sabía que su Dios era puro y santo y que la venida de su Mesías significaría que tenían que arrepentirse y rechazar sus pecados. Juan hizo algunas indicaciones muy prácticas al pueblo, mostrándoles que debían cambiar sus caminos, abandonar la falta de honradez, la opresión, el egoísmo y la hipocresía (cf. Lucas 3:11–14).

Fueron bautizados. 
Muchas personas se tomaron muy en serio las palabras de Juan y, como señal de sus intenciones, fueron bautizadas en el río Jordán. Explica que esto es un buen ejemplo para explicar el arrepentimiento, el cual tiene dos aspectos claros: (a) pesar por el pecado pasado, y (b) resolución de no continuar en él, confesar y renunciar. El bautismo representa la necesidad de ser lavado y de mantenerse limpio en el futuro.

Buscaron al Salvador. 
Explica que Juan les enseñaba que, aunque el arrepentimiento y el bautismo eran signos esenciales de una actitud correcta, sin embargo, no tenían poder alguno para traerles el perdón. El agua pura nunca podría lavar el pecado. Las buenas intenciones no podrían producir un cambio verdadero del corazón. Les instaba a que esperaran con interés la venida de la única persona que sería capaz de lavar su pecado y darles un corazón y una vida nuevos. Él, el Señor Jesús, los bautizaría con su Espíritu Santo, cuya obra especial era esa. Debían esperar ansiosamente su venida, ya que llegaría pronto.

El bautismo del Señor Jesús. 
Explica a los niños que, en esta atmósfera de arrepentimiento y expectación, llegó el Salvador, y Él mismo fue bautizado, un humilde acto que nos enseña cuán maravilloso es nuestro Redentor. Nos muestra 

  1. Su obediencia. Explica cómo el Señor Jesús llegó de Nazaret y se unió a la multitud que escuchaba a Juan. Él también pidió ser bautizado, una señal de su obediencia y humildad. ¡Qué diferente de los orgullosos fariseos! Estos utilizaban la religión para reafirmar su posición y su importancia, sin un verdadero deseo de agradar a Dios. Él, en cambio, deseaba obedecer humildemente todas las leyes y mandamientos de Dios.
  2. Su bondad. El Señor Jesús, que no tenía que lavar pecado propio, se sometió a este acto externo y humilde al lado de personas culpables y egoístas que necesitaban su perdón. Ayuda a los niños a apreciar la bondad del Salvador. Pocos amigos en la Tierra están dispuestos a identificarse con nosotros cuando tenemos problemas y cuando se nos castiga.
  3. Su divinidad. Tan modesto era que ni siquiera Juan el Bautista se dio cuenta de que este Jesús de Nazaret era el Mesías prometido hasta que salió del agua, los cielos se abrieron, el Espíritu de Dios descendió sobre Él, y vino una voz del Cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11) (El relato del Evangelio no menciona si la multitud fue testigo de este acontecimiento. Marcos solo dice que el Señor “vio abrirse los cielos” (Marcos 1:10), y Juan, en su Evangelio, dice que Juan el Bautista no reconoció a Cristo hasta que vio al Espíritu descender sobre Él (cf. Juan 1:32–34); entonces se lo dijo a los demás).
  4. Su buena disposición a morir en el Calvario. El mismo amor que llevó al Señor Jesús a identificarse con los pecadores arrepentidos cuando eran bautizados en el río Jordán le llevó también al Calvario. Allí se humilló a sí mismo aún más y se hizo obediente aun hasta la muerte (cf. Filipenses 2:8). Clavado en la Cruz entre dos ladrones, insultado por el populacho y cargado con la vergüenza de todos los pecados de su pueblo, el Rey de gloria sufrió en agonía; todo por su amor hacia nosotros.

Un mensaje para ti. 
Recuerda a los niños de tu clase que este mismísimo Señor Jesús va a regresar pronto. ¿Están preparados para ese gran día en que venga a juzgar al mundo? Indica que tú, como maestro de escuela dominical, tienes el mismo papel que Juan el Bautista. Como él, has de instar a los niños a enfrentarse con su insuficiencia, a colocarse frente a su Dios, a reconocer su pecaminosidad con vergüenza y pesar, y a mirar al Salvador, que se dio a sí mismo para que fueran limpios y perdonados.


Complementos visuales

Haz o muestra un mapa claro y a color de la Tierra Santa en los tiempos de Cristo . Señala en particular el río Jordán donde los discípulos oyeron a Juan el Bautista y se encontraron con “el Cordero de Dios” (Juan 1:29). 
Señala las ciudades de Jerusalén y Belén. Utiliza los bordes del mapa para pegar imágenes pertinentes que añadan interés.
2 Como está escrito en el profeta Isaías:
  He aquí envío mi mensajero delante de ti,
  quien preparará tu camino.
  3 Voz del que proclama en el desierto:
  "Preparad el camino del Señor;
  enderezad sus sendas." Marcos 1.2–3

Nuestra inclinación natural es hacer pagar con la misma moneda y devolverle “mal por mal” al agresor

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
El amor cristiano se pone en práctica

2 Tesalonicenses 5:14–15.
 El trabajo de un pastor tiene el propósito de fortalecer y amonestar. Sin embargo, los miembros de una congregación, también pueden hacer mucho para corregirse y ayudarse los unos a los otros.

Anteriormente en la carta, Pablo había exhortado a los tesalonicenses a no rechazar el trabajo manual como algunos de los griegos lo hacían, sino a trabajar “con vuestras manos” para no tener “necesidad de nada” (4:11, 12). Si alguno continuaba viviendo la vida “ociosa” de un haragán, los miembros de la congregación le debían advertir que estaba viviendo en pecado. La segunda carta de Pablo a los tesalonicenses indica que algunos no escuchaban aun después de haberlos amonestado. Lo que debía hacer la congregación en estos casos, se indica con detalle en 2 Tesalonicenses 3.

Algunos de los miembros eran “de poco ánimo”, es decir, los tímidos y deprimidos. Anteriormente en la carta se mencionan dos cosas que podrían haber sido la causa de esa acitud: la persecución y la aflicción. Sin embargo, no importa cuál sea la causa, Pablo insta a los miembros de la congregación a dirigir palabras de consuelo y de aliento a aquellos cuyo espíritu estaba casi quebrantado y que estaban listos a darse por vencidos.
Otra forma de practicar el amor cristiano era la de prestar ayuda a los que eran débiles por causa de alguna enfermedad corporal o de invalidez. Literalmente la palabra griega para “sostener” quiere decir “aferrarse a”. Las personas con enfermedades físicas de cualquier clase tienen una carga especial que sobrellevar, necesitan la ayuda de los hermanos en Cristo para sobrellevar esa carga, y toda la ayuda que podamos prestar no sólo es muy apreciada por el “débil”, sino que es observada por Cristo como si la hubiéramos hecho por él. En Mateo 25:40, él dice: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.

La paciencia con otros es un fruto de la fe. La inmensa paciencia del Señor para con nosotros con todos nuestros pecados y flaquezas es una experiencia diaria. Nuestros hermanos en la fe tienen debilidades y características que algunas veces nos pueden irritar. El amor de Dios en Cristo nos da la paciencia que necesitamos para vivir y trabajar con ellos en una congregación.
Además, Pablo hace ver que la paciencia no ha de ser sólo con los hermanos en la fe, sino con “todos”. Dios en su paciencia no derriba al incrédulo inmediatamente, sino que le da un tiempo más largo para que se arrepienta. Debido a que nosotros, gracias a la misericordia de Dios, ya vivimos en el arrepentimiento, debemos ser motivados a practicar esta misma paciencia.

La venganza es una fuerza poderosa que empuja el corazón de toda persona a causa del orgullo y del egoísmo de la naturaleza pecaminosa con la que nacimos. Por lo tanto, cuando alguien nos hace mal, nuestra inclinación natural es hacerle pagar con la misma moneda y devolverle “mal por mal”. Pero lo que es natural para nuestra naturaleza pecaminosa es contrario al nuevo espíritu que ha creado en nosotros el Espíritu Santo. En lugar de la venganza, este nuevo espíritu nos encamina a seguir las instrucciones de nuestro Salvador, de amar a nuestros enemigos y de hacerles el bien a todos los que pecan contra nosotros.

Sin embargo, este nuevo espíritu es a menudo débil y la naturaleza pecaminosa se impone con facilidad en los momentos de debilidad. Por lo tanto, Pablo quiere que nos preocupemos los unos de los otros en este asunto.

Si vemos a un hermano o hermana que busca la venganza, debemos asegurarnos de ayudarle a reprimir el viejo Adán y a dejar de tratar de devolver “mal por mal”.

En cambio, Dios quiere que sigamos “siempre lo bueno unos para con otros”. Solamente el amor de Cristo por nosotros nos puede motivar a llevar esa vida de bondad. Efesios 4:32 lo dice bien: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo”.
3 ¡Que nadie los desoriente en modo alguno! Es preciso que primero se produzca la gran rebelión contra Dios y que se dé a conocer el hombre lleno de impiedad, el destinado a la perdición, 4 el enemigo que se alza orgulloso contra todo lo que es divino o digno de adoración, hasta el punto de llegar a suplantar a Dios y hacerse pasar a sí mismo por Dios. 2 Tesalonicenses 2.3–4

Ocho imperativos que se suceden uno a otro.. el camino de la verdadera libertad y de la felicidad.

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Modelar la vida conforme a la voluntad de Dios En un instante tenemos ocho imperativos que se suceden uno a otro. Con ocho mandatos Pablo nos hace repasar lo que es “la voluntad de Dios” para nosotros “en Cristo Jesús”. Estas no son pautas hechas por el hombre, sino que son de Dios mismo.

El mundo se puede burlar de muchas de estas normas como si no tuvieran sentido, o como si fueran imposibles, o como algo que restringe demasiado la libertad de la persona, pero para los que están “en Cristo Jesús”, son normas vitales y son el camino de la verdadera libertad y de la felicidad.

Podría parecer imposible llevar una vida en la que uno esté “siempre gozoso”. Es fácil estar gozoso en los buenos tiempos, pero ¿cómo podría estarlo en todas las pruebas y tribulaciones que nos causan aflicción?

Para la persona que le pertenece a Cristo por la fe, hay gozo aun en la tristeza. ¿Por qué? Porque los creyentes saben que Cristo gobierna los cielos y la tierra, y así la tristeza que entra en nuestra vida no es un asunto del destino que sea difícil de entender.

Cualquier cosa que nos cause tristeza es algo que nuestro Salvador permitió que llegara sólo para servir a nuestro bien. Las aflicciones nos acercan más a él (Romanos 5:3–5); las aflicciones purifican nuestra fe así como el oro se refina con el fuego (1 Pedro 1:7); nos dan oportunidades de confesar ante otros la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:13–15). Sin embargo, hay algo que la aflicción no puede hacer; nunca, jamás nos podrá separar del amor de Dios (Romanos 8:39). El Espíritu de Dios nos ayuda y ora por nosotros en nuestras debilidades. Además, sabemos que Dios cumplirá sus promesas de velar por nosotros y de cuidarnos en las tristezas.


Así que podemos gozarnos “profundamente” cuando nos hallamos “en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Había muy poco en la antigua iglesia cristiana en que la mayoría de los cristianos modernos encontrarían mucho gozo. Los creyentes eran perseguidos y la mayoría de ellos eran pobres. Aun así aquellos antiguos cristianos tenían un gozo en Cristo que nada ni nadie les podía quitar.


También podría parecer imposible y hasta absurdo para la mayoría de la gente que uno deba orar “sin cesar”, es decir, continuamente. ¿Cómo puede una persona orar sin cesar, sin descansar, al menos para comer y dormir?


Cuando Pablo exhorta a la oración constante, no está sugiriendo que nos sentemos a toda hora con las manos juntas y con la cabeza inclinada en una oración consciente. Los cristianos ya sea consciente o inconscientemente encomiendan todas las cosas en todos los tiempos al Señor, que es quien cuida de nosotros. Cuando por la fe este es el espíritu interior de una persona, también lo expresará externamente en palabras de petición, alabanza y gratitud.


A menudo acudimos rápidamente a Dios para pedirle las cosas que necesitamos, pero después nos olvidamos de agradecerle cuando él responde a nuestra petición. Diez leprosos se acercaron a Jesús pidiéndole que los sanara. ¡Sólo uno regresó a darle gracias! Que la triste pregunta de Jesús: “Y los nueve, ¿dónde están?” (Lucas 17:17) nos recuerde cuánto le agrada a él recibir nuestra gratitrud. No nos olvidemos nunca de agradecerle por todas sus bendiciones.


Nuestra gratitud no debe estar limitada a las palabras; también la podemos expresar “en todo”, es decir, en todas las circunstancias con nuestros actos. “Todo lo que hacéis”, escribió Pablo en Colosenses 3:17, “sea de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. La madre cristiana que cuida de sus niños, limpia la casa, prepara la comida y remienda la ropa, está expresando su gratitud a Dios en todas estas acciones. Y como las hace en su condición de hija de Dios, que se regocija en su Salvador, su tarea más sencilla es un acto de fe que Dios mira como una expresión de verdadera gratitud. Así es como sucede con las acciones más sencillas de todo cristiano, ya sea de obrero, campesino, hombre de negocios, empleado, policía o secretario. Sea que comamos o bebamos, cualquier cosa que hagamos, Dios quiere que todo lo que hagamos sea para su gloria. Así es cómo le damos “gracias en todo”.
Pablo en seguida instruye: “No apaguéis el Espíritu”. El fuego que el Espíritu ha encendido en nosotros es el fuego de la fe. Nuestra llegada a la fe fue un milagro, en el que no tuvimos ninguna parte. Sin embargo, una vez que creemos, tenemos un hombre nuevo en nosotros que nos capacita para pelear “la buena batalla” de la fe (2 Timoteo 4:7) y para ocuparnos en nuestra “salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12) en cooperación con el Espíritu Santo de Dios.
Dios quiere que “crucifiquemos” nuestra naturaleza pecadora con sus pasiones y sus deseos y “andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25). Con este fin Dios nos da los medios de gracia: la Biblia y los sacramentos del bautismo y la Santa Cena. A través de estos medios, el Espíritu Santo fortalece nuestra fe y renueva nuestro celo para que vivamos según el nuevo hombre. Entonces, no usar la Palabra y los sacramentos sería rebeldía y le daría al viejo Adán la delantera y de este modo se apagaría el fuego del Espíritu.
Esto lo subraya Pablo con la siguiente advertencia. El término “profecías” se refiere a la palabra revelada de Dios. Un profeta es simplemente uno que le transmite un mensaje de Dios al hombre. La Biblia está compuesta de numerosas “profecías” que Dios dio “muchas veces y de muchas maneras” (Hebreos 1:1).
La palabra que se traduce como “menospreciar” también quiere decir “quitarle toda autoridad”. Cuando se usa con la palabra “profecías” pone de manifiesto la negativa a reconocer las palabras de las Escrituras como la palabra inspirada de Dios. Hoy en día, muchos consideran que la doctrina de la inspiración verbal es imposible y absurda, tratando gran parte de la Biblia con desprecio al colocarla a la par con la palabra del hombre. Desconocen según su gusto versículos, capítulos y libros enteros. Pablo nos exhorta a no hacer nunca lo que ellos hacen, para que el castigo de Dios, del que se habla en Apocalipsis 22:18 y 19, no caiga sobre nosotros: “Yo advierto a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.”
El apóstol añade que la vida cristiana es una vida de continuo examen de todas las cosas. La palabra “examinadlo” es la palabra griega que se usa para probar la pureza de objetos como el oro y la plata. Si se encuentra alguna impureza en estos metales preciosos, no pasan la prueba. La norma que Dios quiere que usemos es su palabra pura. El cristiano debe examinarlo “todo” de esta manera. “Todo” incluye todo lo que se enseñe como la voluntad de Dios (la ley) y todo lo que se proclame acerca de la bondad y de la misericordia (el evangelio) de Dios. Hemos de estar pendientes buscando constantemente cualquier impureza humana que pueda ser introducida a las preciosas verdades que Dios ha revelado. Todo lo que nos ocurra en la vida diaria, lo debemos examinar a la luz de la palabra de Dios.
Una vez que hayamos probado la autenticidad, debemos actuar con la base en lo que hemos encontrado. Si encontramos que lo que estamos examinando es “bueno” según la norma de la palabra de Dios, entonces nos debemos “aferrar” a esto. La decisión final que tomemos no se debe basar en si algo funciona o si puede efectuar algunos buenos resultados, sino solamente en si está de total acuerdo con las Escrituras o no. Nos debemos aferrar bien a las cosas buenas para que nadie que interfiera consiga que las soltemos.
Por otra parte, si encontramos que algo es “malo” por naturaleza, nos debemos “abstener” de eso, es decir, lo debemos evitar. La palabra “abstenerse” literalmente quiere decir “mantenerse uno mismo muy lejos”. Dios quiere que consciente y constantemente pongamos una gran distancia entre nosotros mismos y cualquier cosa que esté en conflicto aun de una manera pequeña, con su Palabra pura. ¿Por qué? Porque “un poco de levadura fermenta toda la masa” (Gálatas 5:9). Un poquito de impureza mezclada con la verdad de Dios destruirá al fin y al cabo la verdad e inducirá de un error a otro.
Notemos que Pablo insiste en que debemos evitar “toda especie” de mal. Debemos huir no solamente de una clase de mal sino de toda forma de impureza que Satanás pueda inventar.
Es una lista formidable de mandatos la que Pablo escribió aquí por inspiración del Espíritu. Un escritor las ha llamado las joyas que coronan la vida del cristiano. Son la pauta que Dios nos da a nosotros para nuestro bien ahora y eternamente. Léalas una vez más lentamente, y deje que se graben en su mente para que las recuerde. Después, con la ayuda del Señor, ¡salga y vívalas!
Hermanos, rueguen también por nosotros. Saluden con un beso fraterno a todos los hermanos. Y les suplico encarecidamente por el Señor que esta carta sea leída a todos ellos. 1 Tesalonicenses 5.25–27

viernes, 22 de marzo de 2019

Y HOY... QUÉ SE TE APETECE?...

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



TODO CON ACCION DE GRACIAS
Entendiendo que todo lo que somos y tenemos es por la gracia de Dios, orar por los alimentos debe ser un acto solemne de agradecimiento.
La Palabra de Dios nos manda a dar gracias a Dios por todo (Ef. 5:20) y a hacer todo para la gloria de Dios, incluyendo el comer (1 Corintios 10:31). Además, como cristianos hemos sido llamados a orar sin cesar y a dar gracias en todo ya que esta es la voluntad de Dios (1 Te. 5:16-18).
Jesús nos dio ejemplo. En los evangelios podemos encontrar a Jesús bendiciendo los alimentos, o dando gracias al Padre por ellos, en varias ocasiones. Veamos los relatos de la alimentación de los 4 mil y de los 5 mil que encontramos en el libro de Mateo (énfasis añadido):
“Y ordenando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron. Y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”, Mateo 14:19-21
“Jesús entonces les dijo*: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete, y unos pocos pececillos. Y Él mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomó los siete panes y los peces; y después de dar gracias, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes”, Mateo 15:34-36
Otro ejemplo lo encontramos cuando, luego de Su resurrección, Jesús se encuentra con dos de los discípulos que iban de camino a una aldea llamada Emaús. Luego de una larga conversación donde Jesús les revela todo lo que las Escrituras decían acerca de Él, leemos que ”…al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio” (Lc. 24:30).
¿Notas lo importante que es para Jesús el bendecir o dar gracias por los alimentos?
Pero no es solo a Jesús que encontramos dando gracias a Dios por los alimentos. En Hechos 27 vemos al apóstol Pablo dando gracias a Dios públicamente antes de comer: “Habiendo dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; y partiéndolo, comenzó a comer” (Hch. 27:35, énfasis añadido).

Tomando las cosas en serio

Como te dije anteriormente, si no entendemos bien el propósito por el cual oramos por los alimentos, y la importancia de este “simple” acto, pudiéramos estar ofendiendo a Dios al hacerlo.
Lamentablemente he notado que muchas veces tomamos el momento de la oración por los alimentos de manera trivial. Es como si fuese algo que debemos hacer para cumplir con un requisito religioso o porque es lo que se espera de nosotros. A veces hasta llegamos al punto de básicamente repetir la misma oración vez tras vez para salir del paso, para terminar rápido, para cumplir con “el requisito”.
Repetimos una simple oración que muchas veces reza de esta manera: “Padre celestial te damos gracias por estos alimentos que nos has dado. Dale a tantas personas que no tienen. En el nombre de Jesus… ¡amén!”. Jesús nos advierte en Mateo 6:7: “Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los Gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan”.
Cuando no le damos al orar por los alimentos la importancia que se merece, o cuando por vergüenza ni siquiera oramos antes de comer, no damos buen ejemplo a los que nos rodean –particularmente a nuestros hijos– y desperdiciamos una buena oportunidad para dar testimonio de nuestra fe a nuestros familiares y amigos que no conocen a Jesús, además de encontrarnos con el Señor en oración.
No hay nada que llame más la atención que ir a un restaurante o lugar donde haya comida y cerrar los ojos para orar por los alimentos. Es una manera bien efectiva de honrar a Dios en público y de demostrar que Él es importante para ti. Inténtalo y verás lo bien que se siente.
Si creemos que al orar en realidad Dios nos escucha y nos responde, entonces debemos tomar el momento de orar y agradecer por los alimentos con más seriedad, dándole la importancia que verdaderamente merece. Esta oración no tiene que ser extensa, pero sí debe reflejar la gratitud de un corazón agradecido. Demos gracias a Dios por la provisión, por Su misericordia, por las manos que prepararon los alimentos, por la salud, por la familia, por el evangelio. ¡Seamos agradecidos!

SER AUTENTICO, ES UNA BENDICIÓN?

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PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





La bendición de ser auténtico  ...

La bendición de ser auténtico
     
Saúl vistió a David con sus ropas, puso sobre su cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza. Ciñó David la espada sobre sus vestidos y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: No puedo andar con esto, pues nunca lo practiqué. Entonces David se quitó aquellas cosas. 1 Samuel 17.38–39

Un mal que frecuentemente vemos en nuestras iglesias es la tendencia a la imitación. Un evangelista conocido golpea su Biblia y camina por la plataforma durante sus predicaciones, y seguramente veremos la aparición de otros evangelistas que golpean sus Biblias y caminan de la misma forma.

Un músico de renombre usa ciertas frases para motivar al pueblo, y al poco tiempo encontramos que las mismas frases se repiten donde quiera que vayamos. Un famoso pastor viste un traje blanco con zapatos negros, y pronto nos vemos rodeados de predicadores con trajes blancos y zapatos negros.

Lo que revela este fenómeno es nuestra tendencia a creer que la bendición de Dios está en las formas, y no en la persona que está detrás del ministerio. Creemos que atrapar las manifestaciones externas asegura la bendición que ha acompañado el ministerio del otro.

Cuando David se ofreció para enfrentar a Goliat, Saúl se mostró escéptico: «tú eres un muchacho, mientras que él es un hombre de guerra desde su juventud». El hijo de Isaí, sin embargo, estaba decidido a proseguir con su cometido. Frente a su insistencia, el rey decidió prestarle su equipo de guerra. Quizás por respeto, el joven pastor de ovejas se colocó la pesada armadura y empuñó la espada, pero encontró que eran demasiado incómodas como para serle útiles. Optó entonces por las herramientas que utilizaba todos los días, el callado y la honda.

Existe un principio importante detrás de este incidente. 
Si el Señor va a usar a una persona, será con las habilidades que Dios le ha dado y no con las habilidades que le ha dado a otros. La iglesia no necesita de réplicas. Necesita de hombres y mujeres que sean fieles con lo que han recibido. Si usted se esfuerza por ser lo que no es, nadie podrá reemplazar el lugar que usted deja vacío. Dios lo capacitó a usted para ocupar ese lugar.

No se avergüence de ser lo que es, ni de las herramientas que tiene a mano. Quizás no sean tan impresionantes como las que otros tienen, pero son las herramientas que le han sido útiles en el pasado.

No pida disculpas por ser de la manera que es. La bendición del Señor descansa sobre su vida cuando usted es genuinamente lo que Dios le ha mandado a ser. Ninguna imitación podrá ser tan buena como el original. Levante la frente y avance confiado. ¡Dios está con usted!


REFLEXIONE:
  • ¿Conoce las herramientas que Dios le ha dado para que ejerza el ministerio encomendado? 
  • ¿Cómo puede desarrollar mejor los dones que ha recibido? 
  • ¿Cuáles cree que serían las consecuencias de desarrollar el ministerio con herramientas prestadas?
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jueves, 21 de marzo de 2019

¡VETE A TU CASA!, A LOS TUYOS

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






¡VETE A TU CASA!, A LOS TUYOS

Este siempre fue el principio enseñado por Jesús para dar testimonio de todo aquello que ha sido en y para nosotros una experiencia de bendición espiritual, intelectual, material, visual, o física.   Por ejemplo, cuando Jesús regresó al cielo, le dijo a sus discípulos “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).  Jerusalén, era la ciudad donde fue crucificado y resucitado Jesucristo, y donde se reunieron los discípulos después de la resurrección de Jesucristo, y donde nació la primera iglesia local de nuestro Señor Jesucristo.   Por eso, la instrucción fue que comenzaran testificando en “Jerusalén”, luego que siguieran testificando sobre Jesús resucitado en todo el estado que se llamaba “Judea”, y luego que extendieran su testimonio al siguiente estado vecino que se llamaba “Samaria”, y ya entonces que continúen el proyecto de testificar “hasta lo último de la tierra”.  Es evidente que Jesús quiso que comenzaran de adentro hacia afuera.
    En el caso de la historia que nos ocupa en esta ocasión, encontramos que un hombre transformado por el poder de Jesucristo “le rogaba (a Jesús) que le dejase estar con él” (v. 18), es decir, por gratitud quería andar con Jesús como discípulo a donde quiera que él fuese entre los pueblos y ciudades de las provincias de Palestina, San Marcos nos cuenta que “Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos” (v. 19ab).   Esta instrucción es una clara expresión de que no se debe comenzar primero desde afuera para regresar hacia adentro con la familia, sino que se debe comenzar desde la familia, desde adentro hacia afuera.

    Así que, en esta hermosa historia aprendemos que cuando una persona recibe una misericordia de Dios en su vida, debe dar testimonio de ello comenzando en su casa con la familia, es decir, desde adentro hacia afuera.  /  ¿Cuáles son las razones para comenzar a testificar primero “adentro” en casa con “los tuyos”, antes de estar listo para ir a otros lugares y personas “hacia afuera”?  /  En el desarrollo de este mensaje les voy a indicar algunas de las razones por las que se debe comenzar a testificar primeramente en casa, según lo sugiere la narración de San Marcos cuando describe lo acontecido al hombre gadareno, y según la instrucción que recibe de Jesús.
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    La primera razón por la que el testimonio de la misericordia de Jesús en nuestras vidas, debe comenzar primero en casa, es:
I.- PORQUE LA FAMILIA DEBE SER LA PRIMERA QUE OBSERVE QUE HAY UN CAMBIO EN NOSOTROS.
   La sanidad total de este hombre gadareno fue un evento que serviría para la gloria de Jesús, y que merece ser testificado y conocido por todo el mundo, pero Jesús no podía ni quiso alejarlo de todos aquellos que conocían a aquel hombre y que primeramente deberían conocer que algo providencial había y estaba ocurriendo en su vida.   Por eso, no hay nada mejor que: “Vete a tu casa, a los tuyos,…” (v. 19), indicando de esta manera que el testimonio de una persona que ha sido recipiente de la misericordia divina, debe comenzar primero en casa.   Aquel hombre que había sido víctima del control del maligno y que había tenido que vivir en los sepulcros, sin control de sus fuerzas, sin cuidado de su apariencia, sin buen uso de su razón, y de otras muchas cosas más, ahora ya lo pueden ver “sentado, vestido, y en su juicio cabal” (v. 15).   ¡Qué hermoso final feliz!, pero antes que sea conocido por todo el mundo, su familia debía conocer que este hombre ha sido cambiado totalmente.

    Amados hermanos, cada uno de nosotros como creyentes en Jesucristo, hemos sido transformados en algunas cosas, y seguimos siendo transformados en otras cosas que tienen que ver con nuestra espiritualidad, con nuestra conducta, con nuestra ética, etc…, y antes de decirle a otros que ya somos cambiados, y antes de decirle a otros que Dios está transformando nuestra vida, nuestra familia es la que primeramente debe dar fe de la obra de Dios en nosotros.   Es por eso que la gente adecuada para confirmar el bien divino que está sucediendo en nosotros, no son primeramente los que no nos conocen, ni los que solamente nos ven de vez en cuando, sino aquellos con quienes pasamos más tiempo de nuestra vida, que son los de casa, la familia.
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    La segunda razón por la que el testimonio de la misericordia de Jesús en nuestras vidas, debe comenzar primero en casa, es:
II.- PORQUE LA FAMILIA DEBE SER RESTAURADA EN TODO LO QUE HA SIDO DAÑADA.
   Es de esperarse que tras la condición espiritual de aquel gadareno, debió él haber sido causa de diversos problemas en su propia familia, al grado de ya no ser aceptado por su propia familia, o puede ser que de manera involuntaria, dominado por las fuerzas del mal, tuvo que abandonar su propia casa y familia para ir a vivir en los sepulcros de Gadara; pero de cualquier manera, el resultado fue que se generó una ruptura del vínculo familiar, desencadenando al mismo tiempo, sin duda, graves problemas socioeconómicos y espirituales para su propia familia.   Pero ahora que el hombre ha sido sanado por el poder de Jesucristo, lo mejor que primero tenía que hacer, no era ir con Jesús para acompañarlo a otras ciudades y aldeas como discípulo, sino mostrarse en casa, como una persona transformada, y nuevamente apta para dedicarse a restaurar la ruptura familiar que se había generado por la influencia de los demonios que alcanzaron controlar su conducta.  

 Por ejemplo, ahora en vez de hacerse discípulo para seguir a Jesús en su viaje misionero por todo el país, era mejor que este hombre se dedicara a trabajar para sacar a su familia de las crisis y adeudos en la que probable o seguramente habían caído.

    Amados hermanos, el bienestar espiritual de la familia de cada persona es la primera prioridad irrenunciable antes que ocuparnos de otras personas.  Si nuestra conducta ha sido causa de daños a la estabilidad familiar, ahora que estamos en la fe en Jesucristo, es nuestro deber ocupar nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestro salario, nuestro afecto, nuestra fe, todo lo que ha sido transformado en nosotros.  Al estar en Cristo, tenemos que usar la gracia de Dios que opera en nosotros, para restaurar la relación familiar que alguna vez quizá fuimos responsables de deteriorar, y así entonces, estaremos ya capacitados para ir hacia los demás; es decir, testificar de la obra de Dios en nuestra vida, es un deber que va primeramente DE ADENTRO y entonces HACIA AFUERA.
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    La tercera razón por la que el testimonio de la misericordia de Jesús en nuestras vidas, debe comenzar primero en casa, es:
III.- PORQUE LA FAMILIA DEBE EXPERIMENTAR URGENTEMENTE LA MISERICORDIA DE DIOS.
   El mandato que Jesús dio al gadareno acerca de ir a su casa y a los suyos, incluyó lo siguiente: “y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti” (v. 19cd).   El tema de las conversaciones que este hombre transformado tenía que compartir con los de su casa, no serían temas de otra índole que no sean las grandes cosas que el Señor había hecho con él, y cómo el Señor Jesús había tenido misericordia de él.   Era una total misericordia de Jesucristo hacia este hombre, pues no solamente quería bendecir su voluntad, su cuerpo, su apariencia, y su espiritualidad, sino que quería Jesús extender su misericordia a todos los miembros de su familia que aceptaran su poder transformador.   Pero no se necesita estar endemoniado para que una persona necesite de la misericordia de Jesucristo, pues basta con ser pecador y entonces se necesita de esa misericordia especial.  Es esa misericordia para el pecador que Jesús envió por medio de aquel hombre transformado para el bien de su propia familia.
    Amados hermanos, debemos hacer todo nuestro esfuerzo, con dependencia en el poder del Espíritu Santo de Dios, para testificar a los miembros de nuestra familia, diciéndoles que Jesucristo es la fuente de misericordia, especialmente para la salvación eterna de sus almas, pero también que él es la fuente de misericordia para la transformación de la vida familiar, de los problemas conyugales, de los problemas sociales, de las adicciones, de los pecados, de los pleitos, y de todas las perversiones y depravaciones que pudieran estar alcanzando a nuestros propios seres queridos que están en casa.
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   CONCLUSIÓN: Cada una de nuestras familias debe estar experimentando la misericordia transformadora de Jesucristo, todos los esposos y esposas, hijos e hijas, toda la familia debemos ser la auténtica muestra de la misericordia de Dios para nuestra familia y para las personas a quienes les estaremos compartiendo el evangelio.   Es así como se propaga el mensaje del evangelio: Con las palabras de Dios, y con el testimonio de sus hijos.
3Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, 4sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. 1 Tesalonicenses 2.3–4
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