miércoles, 1 de junio de 2016

En el principio era el Verbo,  y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Pastos frescos para el rebaño... agua fresca para la sed...
El Verbo se hizo carne
Juan 1:1-5
1 :1 En el principio era el Verbo,  y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.  4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Jesucristo... El Verbo de Vida
Jesucristo: el Verbo de Dios encarnado
Juan 1:1-2
A. Una persona eterna (1a)
1En el principio era el Verbo …
¿En qué principio? Está hablando a nuestra condición humana y a nuestra mente finita porque sólo alcanzamos a entender el tiempo pasado, presente y futuro, con principio y fin. 

Si hablara en otros términos, no alcanzaríamos a captar lo que significa Dios y eternidad. Aun el concepto de eternidad nos resulta nebuloso y confuso. 

Consideramos la eternidad como algo que nunca deja de ser, que no tuvo principio ni tendrá fin. Por eso dice la Biblia: “En el principio era el Verbo”, que es la expresión formal de que el Verbo no tuvo principio. 

El Verbo existe desde siempre; ya existía cuando comenzó la historia. El “principio” es mucho antes de lo que podamos imaginar.
B. Una persona junto a Dios (1b)
1… y el Verbo era con Dios …
Aquí comienzan las aclaraciones acerca del Verbo. Este siempre estuvo con el Padre en la eternidad pasada, pero además se hace una distinción entre el Verbo y Dios. El Verbo tiene personalidad propia; es un ser distinto a Dios Padre.
C. Una persona divina (1c)
1… y el Verbo era Dios.
Juan no dice que el Verbo sólo tenía algo de divino sino que declara que en verdad y en sí mismo el Verbo era Dios. Es una afirmación absoluta y terminante para refutar la especulación de los que niegan la deidad del Verbo.

Al describir la naturaleza del Verbo, Juan no sugiere inferioridad sino que señala su absoluta deidad. El Verbo era, en esencia, Dios, y participaba de la esencia de Dios.
D. Una persona sin igual (2)
2Este era en el principio con Dios.
Entre el Verbo y Dios Padre hay una innegable unidad que no tiene igual.
¿Quién es este Verbo? Es la Palabra de Dios encarnada, la revelación visual de Dios: JESUCRISTO. (Ver recuadro EL VERBO DE DIOS.) Más adelante se indica: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (1:14).
JESUCRISTO: EL VERBO DE DIOS ENCARNADO (1:1–2)
A.     Una persona eterna (1a)
B.     Una persona junto a Dios (1b)
C.     Una persona divina (1c)
D.     Una persona sin igual (2)
EL VERBO DE DIOS
La revelación de 1:1 es el fundamento de este Evangelio, y lo que leemos acerca del VERBO en el prólogo (1:1–18) apunta a la perspectiva desde la cual debe entenderse e interpretarse todo el libro.
No es difícil suponer que los escritores bíblicos se valieran (ya sea directa o indirectamente) de formas idiomáticas corrientes que adaptaban entonces al anuncio del Hijo de Dios encarnado. Tomando en cuenta que Juan hablaba del Verbo (LOGOS en el original) sin ninguna explicación a los lectores, puede afirmarse que el evangelista emplea un modo de expresión comprensible y hasta familiar en esa época—al menos en ciertos círculos intelectuales. Juan habla de un LOGOS a quien en cierta manera se conocía por título. El problema para nosotros radica en que ese concepto—LOGOS: Verbo (RV, BLA) / Palabra (VP, NVI)—proviene de una forma de pensar que nos resulta difícil de comprender.
Para intentar un comentario que eche luz sobre el uso de la palabra y la idea que presenta Juan, habremos de remitirnos al vocablo griego original, LOGOS. Este término expresa tanto la palabra hablada o escrita, como así también aquella que no se pronuncia sino que permanece en la mente—y puede equipararse a la idea de razón. LOGOS entonces es asimismo mensaje, comunicación, un tipo de revelación.
Tanto el evangelista como sus antecesores y contemporáneos no cristianos utilizaron el término LOGOS, pero con un significado que difería para unos y otros.
En la cultura griega clásica, especialmente bajo la influencia de los estoicos, LOGOS hacía referencia al principio de racionalidad en el universo, a la inteligencia detrás del orden y la uniformidad que se observaba en el cosmos, aunque para ellos este LOGOS carecía de personalidad.
El concepto Verbo/Palabra también está imbuido en la tradición hebrea del Antiguo Testamento. Su poder y dinamismo en la actividad divina—especialmente en la creación—se hacen evidentes en pasajes como Gn. 1 y Sal. 33:6. La sabiduría, según Pr. 8, se encontraba en el mismo terreno y poseía características similares. Por otro lado, y siguiendo con la idea de un Verbo en acción, la palabra del Señor “vino” a los profetas (Jer. 1:2–3; 34:1), e Isaías “vio” la palabra (2:1), que provenía de Dios con el propósito de cumplir su voluntad (Is. 55:11).
Tanto judíos como griegos coincidían en que LOGOS es el punto de partida de todas las cosas. Pero fue el filósofo Filón de Alejandría quien hizo un puente entre el pensamiento griego y el hebreo, uniendo el clásico concepto de LOGOS al de sabiduría (Antiguo Testamento). Según Filón, en cierto sentido LOGOS estaba relacionado con la Deidad.
Sin embargo, a pesar de que la descripción histórica facilita la comprensión de la idea Verbo/Palabra, Juan escribía como cristiano y su pensamiento era cristiano. Aunque utilizó terminología reconocida, no estaba simbolizando ni reproduciendo el uso observado hasta entonces, sino que fue más allá de eso—sobre todo en la manera en que ligó los antiguos conceptos griego y hebraico con la persona de Jesucristo. (Es interesante observar que en el Nuevo Testamento el concepto de LOGOS se limita a los escritos de Juan en Jn. 1:1, 14; 1 Jn. 1:1; Ap. 19:13).
Los lectores de este Evangelio probablemente percibirían que este LOGOS era un principio o un ser de importancia crucial. Juan, por su parte, eligió la idea de LOGOS como la más adecuada para transmitir qué es y quién es Jesucristo, que en su encarnación reveló el propósito de Dios hacia los hombres. Jesucristo como Verbo/Palabra era la perfecta expresión activa de Dios.
Las principales ideas asociadas con el LOGOS de Juan 1 son preexistencia, personalidad, deidad (v. 1), creación (v. 3) y el revolucionario concepto de encarnación (v. 14).
Jesucristo: vida y luz
Juan 
1:3-5
Isaac Newton era un reconocido y famoso científico, y al mismo tiempo un gran creyente en Dios. Por otra parte, tenia un amigo íntimo que era incrédulo y materialista. Un día, trabajando en la soledad de su estudio, Newton preparó un modelo en escala de todo el sistema solar. Cuando su amigo lo vio, asombrado ante esta creación, comentó: “¡Qué magnífico! ¿Quién creó este modelo del sistema solar?” Newton contestó con sarcasmo: “¿Crearlo? Nadie lo creó. Un día vine a mi estudio y ya estaba aquí; se hizo de la nada.” El amigo, captando la risa burlona del científico, replicó: “Vamos, Isaac, ¿cuánto tiempo te llevó crear este modelo del sistema solar?” Newton respondió: “Te digo que no es creación mía. Se hizo solo.” Este amigo comprendió la lección que Isaac Newton deseaba transmitirle.

Sería ridículo pensar que un reloj, por ejemplo, se hubiera creado por sí mismo. Si compráramos un reloj y lo enviáramos de regalo con una nota: “Este reloj se hizo solo; nadie lo creó ni lo inventó. De repente y por casualidad apareció en la experiencia humana”, seguramente la persona que lo reciba pensará que nos estamos volviendo locos. Por supuesto, alguien tuvo que inventar el reloj y luego otro tuvo que producirlo. Sin embargo, gran cantidad de incrédulos y millares de seudo científicos, quieren convencernos de que el mundo con toda su compleja maquinaria y meticulosa precisión, se creó por sí solo.

El mundo no pudo haber aparecido en la escena histórica sin un Creador. La Biblia confirma lo que la inteligencia humana atestigua al corazón: todas las cosas fueron creadas por Dios.

Cuando los astronautas de la Apolo XI viajaron a la luna, en el momento de alunizar oprimieron ciertos dispositivos para detener la marcha de la cápsula espacial. Si los cosmonautas hubieran encendido dichos dispositivos dos segundos más tarde, se habrían estrellado y despedazado en la superficie lunar. 

Sin embargo, todos los cálculos habían sido realizados con absoluta precisión, y ello resultó en un alunizaje perfecto. ¿Cómo pudieron estar seguros de que esos cálculos funcionarían? Sencillo. Los científicos sabían que todo el sistema solar, toda la creación de Dios, marcha a la perfección.

Tenemos que aceptar este hecho irrefutable. La Biblia entera enseña que el mundo y todos sus detalles fueron creados por Dios, quien en la persona de su Hijo Jesucristo, ha hecho todo lo que existe; cada molécula, cada átomo, cada célula. Los hombres simplemente descubren las leyes que Dios creó y luego hacen uso de ellas—ya sea para bien o para mal.

El descubrimiento del átomo no fue un acto de creación sino, precisamente, un descubrimiento. El viaje a la luna no fue producto de un invento sino resultado de las leyes de Dios, que luego de ser descubiertas por el hombre fueron puestas en práctica. Por cierto que nos asombramos ante los adelantos tecnológicos del hombre, maravillados por la ciencia, pero esto no nos hace doblar las rodillas ante el científico sino ante el Dios Creador.
A. La potencia creadora del Hijo de Dios (3)
3Todas las cosas por él fueron hechas y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Sólo recientemente los científicos están descubriendo parte de los secretos y misterios creados por Dios hace mucho tiempo. A la luz de la ciencia moderna, hay aún mucho que aclarar pero un hecho jamás ha de cambiar: Jesucristo es el Creador (Col. 1:16; He. 1:2).
B. El era la fuente de la vida (4a)
4En el estaba la vida …
El Verbo no sólo es el Creador del universo material, sino también la fuente de vida—con toda la profundidad y misterio que encierra esa declaración. La vida que disfrutamos la debemos a Jesucristo. (Ver Col. 1:17.)

A través de los siglos el hombre ha estado en busca de la fuente de la juventud. Cristo es esa fuente pues aquí en la tierra la persona puede volver a vivir, puede cambiar, “rejuvenecer” y encontrarle significado a la vida.
C. El era luz (4b)
4… y la vida era la luz de los hombres.
Esta luz tiene que ver con la vida que Cristo ofrece (Lc. 1:79; 1 Jn. 1:5–7). ¿Cómo busca la luz el hombre de hoy? En la filosofía, en los debates. El hombre escribe, discute, niega, se mofa, se burla, pero sigue buscando la luz, el conocimiento de Dios, de lo Supremo.
D. La victoria de la luz (5)
5La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
El hombre no quiere admitir que él forma parte de la oscuridad en que se halla el mundo (2 Co. 4:4). La humanidad moderna se encuentra en tinieblas morales y espirituales pues vive fuera de contacto con la luz.

La luz del mundo siempre vence a la oscuridad y las tinieblas. Aquí se perfilan los contrincantes: Jesucristo y Satanás. Se establece cuál es la batalla: la luz contra las tinieblas.

Juan declara que esa luz brilla en las tinieblas. ¿Cómo brilla la luz de Dios en nuestros días? ¿Cómo puede el hombre moderno ver la luz de Dios? A través de los hijos de Dios, que dejan que Jesucristo brille en su corazón y que todos a su alrededor vean la luz divina (Mt. 5:14–16).

En la batalla de los siglos la luz del mundo siempre vence. Primero, porque la luz brilla en las tinieblas; en segundo lugar, porque brilla a través de los hijos de Dios y tercero, porque las tinieblas no prevalecerán contra ella.

Es maravilloso enfrentar cada nuevo día como hijos de Dios, sabiendo que aunque las tinieblas del mundo nos rodeen y quieran apabullarnos, la luz de Dios siempre brillará en nuestros corazones porque las fuerzas de la oscuridad no podrán apagarla.
JESUCRISTO: VIDA Y LUZ (Juan 1:3–5)
A.     La potencia creadora del Hijo de Dios (3)
B.     El era la fuente de la vida (4a)
C.     El era luz (4b)
D.     La victoria de la luz (5)
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En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Evangelio satelital del Verbo
El Evangelio de Juan
“Tengo el hábito de declarar que este evangelio constituye la llave que abre la entrada a la comprensión de los otros tres.”
Juan Calvino
Como un satélite surcando el espacio, el Evangelio de San Juan nos lleva de eternidad a eternidad en veloz órbita. Podría compararse a un satélite espiritual que nos conduce desde aquel comienzo indefinible de “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1), hasta las moradas celestiales en la casa del Padre (14:1–3).

Este Evangelio muestra una marcada diferencia con los sinópticos (llamados así por tener el mismo punto de vista y un bosquejo en común del ministerio de Jesucristo). Esta diferencia nos recuerda las distintas facetas de la personalidad de un gran hombre según son percibidas por distintas personas, quienes luego las interpretan de modo distinto y seleccionan lo que creen más apropiado o útil.

  • Mateo escribió con el propósito de convencer a los judíos de que en Jesús se cumplen las profecías mesiánicas.
  • El objetivo de Marcos fue hacer un breve relato del ministerio de Jesús, especialmente dirigido a los romanos.
  • El propósito inmediato de Lucas fue presentar a Teófilo la cronología de la vida de Jesús a fin de asegurarle que la instrucción cristiana era verdadera.
El testimonio central del Evangelio de Juan es 3:16, mientras que todo el libro enfatiza que Jesús es el eterno Hijo de Dios enviado al mundo para salvación del hombre.

Los sinópticos presentan la enseñanza pública de Jesús. Juan muestra la enseñanza informal de Jesús con sus amigos, y narra los encuentros informales con sus enemigos.

Marcos comienza la historia de Jesús en el Jordán; Mateo y Lucas en Belén; Juan va al comienzo de la historia y aun antes, a la eternidad.

Los sinópticos describen un ministerio casi en su totalidad galileo. Juan sitúa la mayor parte del ministerio de Jesús en Judea y Galilea.

La intención de Juan no es ser didáctico. Combinando narrativa y discurso, hace una interpretación del evangelio presentando hechos históricos. Para Juan no tendría valor la mera presentación de los hechos sin el significado revelado por el Espíritu Santo.

El Evangelio de San Juan es como una irrupción divina al mundo. Apenas abrimos sus páginas hallamos una invasión personal, física, temporal y redentora de parte de Dios en la persona de su Hijo Jesucristo: 

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14)
.
El mensaje principal del Evangelio es la deidad de Cristo, pero no por ello deja de presentar su aspecto humano 
  • Jesús se cansa en el viaje por Samaria en Juan 4:6
  • llora ante la tumba de Lázaro en Juan 11:35
  • tiene sed en la cruz en Juan 19:28). 
El Verbo encarnado era Dios, pero también era un ser real de carne y hueso.

Juan realizó su elección de incidentes con un propósito práctico y específico brillantemente resumido en Juan 20:31. El deseaba:
  1. Crear en sus lectores la convicción de que Jesús es el Cristo, el Mesías prometido por Dios durante siglos.
  2. En virtud de esa convicción, llevarlos a la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo.
La fe de los lectores es el motivo principal de Juan. Fe en dos aspectos, ya sea para ser transmitida por vez primera o bien para ser confirmada.

El teólogo australiano León Morris declara: “El Evangelio de Juan es como una piscina donde una criatura puede chapotear y un elefante puede nadar.” Es tan sencillo como profundo, tanto para el nuevo en la fe como para el cristiano maduro.

Por la manera en que explica costumbres y términos judíos (Juan 2:6; Juan 4:9; Juan 19:17; Juan 20:16), se desprende que Juan no tenía en mente un público judío.

El evangelista escribe con simplicidad tanto en el vocabulario como también en la construcción, pero es una sencillez majestuosa en su manera directa y solemne. Martín Lutero señaló: “Nunca en mi vida he leído un libro con palabras más simples, y sin embargo las palabras son inenarrables.”

El Evangelio muy probablemente haya sido escrito en Efeso, en ese momento lugar de residencia de Juan, y publicado poco más de medio siglo después que los eventos tuvieron lugar, es decir entre los años 90 y 100 de la era cristiana.

No mucho tiempo después de su publicación, el Evangelio de Juan fue unido a los sinópticos para formar un solo volumen con ellos. Por lo general los evangelios circulaban en forma conjunta, no separada.

Cabe destacar que el texto del Evangelio no incluye la mención del nombre del autor, pero la evidencia apunta a que fue Juan, el discípulo amado de Jesús. En la narración descubrimos que el autor tuvo que haber sido testigo ocular de los acontecimientos (ver Juan 1:39 y sig.; Juan 4:6; Juan 13:21 y sig.; caps. 18–21), algo que se reafirma en Jn 19:35 y Jn 21:24.

Juan era hijo de Zebedeo y Salomé (Mt. 27:56; Mr. 15:40; 16:1) y hermano menor de Jacobo (quien siempre precede a Juan cuando se los nombra a ambos). Los dos hermanos son llamados Bonaerges (Mr. 3:17), que significa hijos del trueno, quizás por su naturaleza impetuosa (Lc. 9:54) o por su autoridad y poder espirituales. Es interesante notar que en hebreo “trueno” equivale también a “voz de Dios”.

Juan era un pescador de Galilea y junto con su hermano Jacobo y el apóstol Pedro formaba parte del círculo de amigos íntimos del Señor Jesús. Podemos identificar a Juan con el discípulo amado (Jn 13:23; Jn 19:26; Jn 21:20), quien recibió del Señor el encargo de velar por su madre María como si fuera su propia madre. El fue el discípulo que siguió a Cristo a su juicio y a la cruz (Jn 18:15; Jn 19:26).

Tal vez precisamente por ser el discípulo amado de Jesús haya querido escribir el evangelio. Tuvo una posición privilegiada en su proximidad espiritual al Maestro, pero a propósito evita usar su propio nombre en la narración.
Las cinco grandes divisiones del libro son:
I.
Prólogo (Jn 1:1–18)
II.
Ministerio público de Jesús hacia los judíos (Jn 1:19–12:50)
III.
Ministerio privado hacia los discípulos (Jn 13:1–17:26)
IV.
Clímax pascual (Jn 18:1–20:31)
V.
Epílogo (Jn 21:1–25)
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martes, 31 de mayo de 2016

Estén siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿Con qué criterio puedo juzgar a la Palabra de Dios?

APOLOGÉTICA: LA BATALLA POR LA FE
Me atreví a tomar “Introducción a la filosofía” en mi primer año en la universidad. En su primer día de clases el profesor comenzó con la siguiente pregunta: “¿Cuántos de ustedes creen en Dios?” De los casi 200, solamente la mitad de los alumnos levantamos la mano. 
Entonces declaró el propósito de su curso: “Espero que para el término del semestre, ¡hayan visto que no existe ninguna razón para creer en Dios!” 
Mientras estudiaba los argumentos tradicionales para la existencia de Dios, comencé a darme cuenta de que todos se podían cuestionar, y mi fe empezó a tambalear. Cuando conversaba con mi hermano mayor, quien estaba en la misma clase, ninguno de los dos decía lo que realmente estaba pensando, y nos despedíamos siempre con un débil intento por encubrir nuestras dudas, diciendo cosas como, “Bueno, supongo que tienes que aceptar a Dios por fe.” 
Salía a caminar para pensar en todo esto: ¿Existe Dios realmente, o llegó todo a existir por un proceso de evolución? Lo probé también al revés: Supongamos que Dios no existe. ¿Puedes probar que no existe? Y si no existe, ¿por qué debo ser bueno en vez de malo? ¿Por qué estoy aquí en realidad? Empecé a sentir que mi vida era como un cuaderno de apuntes desordenados y sin título.

Una noche me acosté en el césped de un cerro de la universidad y miré las estrellas. Había millones de ellas, todas resplandecientes como diamantes, y sentí tanto la grandeza del universo como mi propia pequeñez. De pronto supe que Dios estaba allí. Empecé a orar diciendo, “Señor, no lo puedo probar con argumentos, pero sé que estás allí. Haz lo que sea necesario para ponerme en el camino correcto.” Sentía que era como un tren descarrilado que necesitaba un empujón fuerte para volver a enrielarse. Esa noche me fui caminando a mi habitación con una sensación de gozo y paz que nunca antes había experimentado en toda mi vida. No solamente sabía que Dios existía; ¡conocía a Dios!

Estuve bastante bien durante los dos años siguientes, creciendo en mi fe. Mi pastor me enseñó a estudiar la Biblia, a orar, y a compartir mi fe. Luego, durante el tercer año fui a Alemania en un programa de intercambios, período en el que tuve poco compañerismo y en el que tuve conversaciones inquietantes con algunos Testigos de Jehová. Me hicieron dudar de la Trinidad y de la divinidad de Jesús. 

Lo peor era que mi hermano, quien todavía no se recuperaba de las dudas generadas por las clases de filosofía, me escribía cartas desafiando mi fe. Cuando volví a los Estados Unidos para mi último año de universidad, le dije a mi pastor que todavía era un cristiano, pero que no estaba seguro de la Biblia, ni de la divinidad de Jesús. Él me leía pasajes de la Biblia para mostrarme que era inspirada. Yo respondía que este era un argumento circular. ¿Cómo podía usar la Biblia para mostrar que la Biblia era verdad?

Sabía que estaba en un oscuro callejón sin salida, y me asustaba. Usaba el método de Descartes, aceptando solamente aquello de lo que no pudiera dudar. Todavía creía en Dios y me decía, “Bueno, Dios existe. Ahora, ¿qué otra verdad puedo construir sobre este fundamento?” ¡Pero aquello no me llevaba a nada! No podía agregar ladrillo alguno sobre el primero. En mi peregrinaje espiritual, empecé a leer los libros de C. S. Lewis y Francis Schaeffer. 

Me ayudaba el hecho de que al menos hubiera cristianos muy inteligentes tratando de contestar las mismas preguntas que yo tenía. Me gustaba lo que presentaba Schaeffer: un sistema completo de verdad en el que cada parte encajaba con la otra y en la que todo se basaba en la Biblia. Decidí que la verdad no era algo que se construyera por piezas, sino un paquete en que todo se sostiene o cae por completo. No estaba totalmente convencido, pero al menos quería creer en la Biblia.

Decidí ir al seminario. No podía seguir sin obtener algunas importantes respuestas. Había visto algunos libros escritos por Cornelius Van Til, y quería estudiar donde él enseñaba. Cuando visité el Seminario Westminster en Philadelphia, uno de los estudiantes me aseguró que sus estudios con Van Til le habían dado tanta seguridad en su fe que estaba dispuesto a conversar con cualquier persona acerca del evangelio, aun con la persona más inteligente del mundo. Dentro de mí pensé, “¡Hombre!, ¡Yo quisiera sentir eso!”

Tengo que confesar que mis primeras clases con Van Til me decepcionaron un poco. Se veía un poco viejo y repetía mucho las cosas. Todos los días dibujaba dos círculos en la pizarra, uno que representaba a Dios y otro que representaba a la creación. Finalmente supe por qué repetía tanto; no era que no se acordara de lo que ya había escrito, sino que ¡teníamos que escucharlo diez veces para entenderlo! 

Su explicación de Adán y Eva en el huerto de Edén penetró definitivamente en mi corazón. Dijo, “Allí estaban, estas dos pequeñas criaturas del Dios Todopoderoso, cavilando, ‘me pregunto…, me pregunto.…, me pregunto… ¿tendrá Dios razón?, ¿o la tiene la serpiente?” Ellos no tenían derecho a cuestionar a Dios, decía Van Til. ¿Con qué derecho? Esto fue el comienzo de la Caída. Fue su pretensión arrogante de que podían erigirse como jueces de la verdad, aun sobre Dios mismo, lo que destruyó todo. “Pero esto es exactamente lo que yo estoy haciendo”, pensé dentro de mí. “¿Quién soy yo para preguntarme si la Palabra de Dios es verdad? ¿Con qué criterio puedo juzgarlo?” 

Una vez más, en lugar de recibir un argumento profundo, ¡necesitaba un profundo avivamiento espiritual. ¡Necesitaba arrepentirme! Pedí perdón al Señor y le dije que aceptaría lo que Él me dijera. Recuerdo que pensé, “Si Dios me dice que la luna está hecha de queso verde, ¡entonces está hecha de queso verde! ¡Tendría que cambiar mi idea de lo que era la luna, el color verde y el queso!” Por supuesto, Dios no dirá algo que tan claramente contradice el uso normal de lenguaje, razón, y observación, pero esta idea expresaba mi nueva actitud de sumisión a Él.

Fue como una segunda conversión para mí. Ahora no solamente mi corazón pertenecía a Dios, sino también mi mente. No puedo explicar en palabras lo importante que fue este cambio en mi vida. Sentí que había sido rescatado de un pantano de arenas movedizas, y puesto sobre una roca.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Salmo 40:2
¿Qué es la apologética?
Cuento mi testimonio, en parte para hacer de la apologética algo más práctico, y en parte para mostrar que nuestra tarea no consiste sólo en presentar un buen argumento lógico. Las dudas tienen que ver con asuntos tanto espirituales como intelectuales. Entonces, ¿para qué escribir otro libro acerca de la apologética? Precisamente porque quiero aclarar la relación entre la lucha intelectual y la lucha espiritual. Quisiera proponer una apologética que integre las distintas formas de abordar el problema, en lugar de enfatizar una sola forma.

Lo primero que debemos entender respecto de la apologética es que no podemos convencer a nadie de ser cristiano de verdad. Si logramos que alguien acepte sólo intelectualmente los postulados de la fe cristiana, sigue sin ser salvo. Para ser salvo la persona tiene que creer personalmente en Jesucristo como su Señor y Salvador. Esto significa confiar personalmente en Él para la obtención de la vida eterna. Aunque, por cierto, esto incluye una aceptación intelectual de la verdad del evangelio, es más que aquello; es un compromiso personal.

 Después de todo, ¿no “sabe” Satanás, en un sentido estrictamente intelectual, que las doctrinas básicas del evangelio son la verdad? (Vea, por ejemplo, Santiago 2:19.) Pero no es salvo, porque le falta un compromiso personal con Cristo. Incluso, ¡él es enemigo de Jesús! Pablo les dice a los corintios que no fue a persuadirlos con palabras de sabiduría humana, sino que fue a predicar a Cristo crucificado. ¿Por qué? Para que la fe de ellos no descansara en sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:1–5
El mayor impedimento del hombre para ser cristiano es su ceguera espiritual, y no su falta de comprensión intelectual. Sin embargo, esto no significa que el razonamiento intelectual no tenga lugar en la apologética. El no creyente ha construido además una muralla de defensa que contiene una mezcla de argumentos y razonamientos. Parte de nuestra labor consiste en romper estas barreras. 
Mientras mantengamos nuestros pies firmemente plantados en las Escrituras, podemos y debemos estar dispuestos a dialogar con el no creyente acerca de cualquier cosa a fin de ayudarle a ver la verdad. Sin ceder en nuestra posición, podemos tratar de entender su manera de pensar, mostrarle sus errores, y demostrar la belleza y la solidez del cristianismo. Pablo usó las Escrituras para “discutir” con los judíos acerca de la resurrección.
Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Hechos 17:2–3
Pedro nos exhorta a estar preparados para ofrecer una “defensa” de la fe y “responder” (NVI) a los que preguntan. La palabra griega es apología (defensa), de donde proviene el término apologética.
… Estad siempre preparados para presentar defensa [apología] con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. 1 Pedro 3:15
Algunas personas necesitan una dosis fuerte de argumentos apologéticos para llegar a Cristo. Por ejemplo, la autora Nancy Pearcey cuenta que su conversión llegó solamente después de que “todas sus propias ideas hubieran sido desmentidas”. Dice que lo único que faltaba era “reconocer que había sido persuadida” y “entregar su vida al Señor de la Verdad”.

Podemos definir la apologética como “la defensa de la fe”, siempre que tomemos en cuenta el hecho de que una buena defensa incluye también una buena ofensiva. Es decir, no solamente debemos responder a las dudas, sino que debemos también descubrir los errores y las contradicciones del pensamiento del no creyente. La meta es “llevar cautivo todo pensamiento a Cristo”.
…Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, … 2 Co. 10:5
La conversión a Cristo es primordialmente un asunto de renovación espiritual- entregando nuestro corazón a Cristo, pero incluye también la sumisión de la mente al Señor. Es el Espíritu Santo que produce este cambio en las dos áreas. El cambio espiritual involucra cambio intelectual, y el cambio intelectural requiere un cambio espiritual. Los dos son inseparables.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2
No podemos separar la apologética de la evangelización. Más aun, la apologética constituye realmente un aspecto de la obra evangelística.

La tarea es gigantesca. Tenemos que entender la manera de pensar del no creyente, tenemos que descubrir los principios bíblicos de la apologética, tenemos que buscar las mejores maneras de defender el evangelio, y tenemos que discernir la forma especial de presentar el mensaje a cada individuo. En esto consiste la apologética.
La oportunidad actual
La época postmoderna en que vivimos nos plantea grandes desafíos, pero también nos presenta grandes oportunidades. Aunque muchas personas no quieren tomar ningún compromiso, sabemos que están profundamente agobiadas por la inseguridad. 
Tienen que enfrentar una vida angustiante, sin significado, sin verdad, sin normas éticas y sin Dios. Lo más probable es que estén ansiosos por escuchar un mensaje de esperanza, de amor, y de certeza. El cantante español, Manolo García, del grupo “El último de la fila”, canta:
No hay deberes que nos llamen
ni doctrinas que seguir.
Las canciones de un grupo popular llamado “System of a Down”, y los comentarios de sus admiradores, nos pueden ayudar a entender cómo piensan muchos jóvenes hoy. Algunas de sus canciones son gritos rabiosos en contra de problemas sociales, tales como la guerra y el genocidio. Tienen especial interés en recordar al mundo del genocidio armenio que ocurrió entre 1915 y 1923, ya que sus abuelos tuvieron que ser testigos de la muerte de muchos familiares.

Detectamos una desilusión con la ciencia que es típica del posmodernismo en canciones como “Science”.
La ciencia no reconoce
El elemento humano más potente
Soltando la riendas al desarrollo
Es la fe, fe, fe, fe
La ciencia ha fallado al mundo
La ciencia ha fallado nuestra madre tierra
El espíritu mueve en todas las cosas
El espíritu mueve en todas las cosas.
Según un observador, el título de la canción “Chop Suey” describe el estilo del grupo, porque tiene “muchas cosas mezcladas”. Es difícil decifrar el sentido de algunas canciones. Trate de darle algún sentido a las palabras de una de sus canciones más populares llamada “Toxicity” [Toxicidad].
Conversión, versión de software 7.0
mirando la vida a través de los ojos del centro de una rueda
comiendo semillas como pasatiempo
la toxicidad de nuestra ciudad, de nuestra ciudad
Tú, ¿qué eres dueño del mundo?
¿cómo eres dueño del desorden, desorden?
Ahora, en algún lugar entre el silencio sagrado
Silencio sagrado y el sueño
en algún lugar, entre el silencio sagrado y el sueño
desorden, desorden, desorden…
¿Qué significa esto? Aparentemente están protestando algún tipo de corrupción, pero en general la estructura de la canción parece fragmentada. Las frases individuales parecen tener sentido, pero al tratar de unirlas, resulta incomprensible. Según un admirador, uno de los miembros del grupo, Daron Malakian, dijo que esta canción se trataba del trastorno por déficit atencional. Es un riesgo tratar de interpretar una canción como esta, pero me pregunto si no están expresando su sentido de desorden (en el mundo cruel de las atrocidades que vivieron sus familares, en la corrupción del mundo de drogas, en la vida en general, o en la perspectiva de una persona con el trastorno por déficit atencional), a través de la estructura desordenada.

Según algunos comentarios que ellos supuestamente han hecho, el grupo System of a Down es bastante tolerante acerca de cómo se interpretan sus canciones. Se cita a uno de sus miembros Serj Tankian, “He escuchado las interpretaciones más extrañas del significado de nuestras canciones, y yo digo, ‘¿Por qué no? ¡Nunca había pensado en eso, pero eso sirve…!’ Creo que el arte verdadero es una reflexión universal, y los artistas son solamente mensajeros de esa reflexión - o en el mejor de los casos, son presentadores competentes.”

A veces no es fácil comunicar nuestro mensaje a la generación actual, porque muchas personas no están muy preocupadas por la coherencia, y realmente no creen en la verdad absoluta. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, deben sentir que debe haber algo de orden y significado en la vida. Además, a muchos de ellos realmente les inquieta lo que sucede en el mundo, y tienen un interés profundo en las cosas espirituales. Necesitamos escucharlos con respeto, desarrollar amistades con ellos, ayudarles a luchar en contra de los problemas sociales, y compartir nuestra esperanza con ellos.
Una de las pinturas más horrendas que he visto se llama “Cabeza VI”, de Francis Bacon (1949). Me refiero frecuentemente a ella porque creo que representa gráficamente la desesperación postmoderna. Muestra a un hombre vestido con atuendo religioso sentado dentro de un cubo. Su nariz está desapareciendo, y desde ahí hacia arriba ya no queda casi nada, excepto dos cavidades donde estaban los ojos y unas manchas negras. La única parte de su cabeza que se ve claramente es la boca, la cual abierta, grita de una manera escalofriante. Bacon mismo escribió, “El hombre ahora es consciente de que es un accidente, un ser completamente fútil que tiene que seguir adelante sin razón.” ¿No cree usted que alguien como Francis Bacon estaría dispuesto a escuchar nuestro mensaje, el cual explica que somos mucho más que un “accidente”?

¿PUEDES CONTESTAR SATISFACTORIAMENTE ESTAS PREGUNTAS?
He anotado algunas de las preguntas más comunes que hacen lo no creyentes. Cuando hago clases de apologética, pido a los alumnos que me cuenten cuáles son las inquietudes más complicadas que la gente les presenta. Normalmente mencionan las mismas. Recuerde las siguientes preguntas; al final del libro volveremos a ellas sugiriendo algunas formas de respuesta.
#1 ¿Cómo puedes probar que Dios existe?
#2 ¿Cómo puedes estar seguro de que la Biblia es la verdad?, ¿No tiene contradicciones y
 errores?
#3 ¿Qué pasa con las demás religiones? ¿Cómo puedes estar seguro de que no son también
 legítimas?
#4: ¿Qué pensar respecto de la teoría de la evolución? ¿No demuestra que la Biblia está equivocada?
#5: ¿Cómo puede un Dios bueno condenar a las personas?
#6: Si Dios es bondadoso y todopoderoso, ¿por qué permite el mal?

Personalmente creo que el desafío más grande para el apologista es el problema del mal. Aquí la batalla se pone sangrienta. Tenemos que estar preparados.

Hace poco vi un programa de televisión llamado “La interrogante acerca de Dios”. Un profesor de Harvard, el Dr. Armond Nicoli, reunió a un grupo de eruditos de distintas creencias religiosas para hablar de las vidas de Sigmund Freud y C. S. Lewis. El primero de estos dos no creía en Dios, pero el segundo sí creía. El grupo analizaba la forma en que la fe, o la falta de ella, afectaba a estas dos personas. 

Al mirar el programa, yo sentía que el panelista que representaba la posición cristiana había hecho un buen trabajo, hasta que empezaron a hablar del problema del sufrimiento. En ese momento, el cristiano se rindió totalmente, confesó que no tenía ninguna respuesta, y dijo que el dilema le inquietaba profundamente. El representante de la revista Skeptic Magazine [Revista de los escépticos] aprovechó el momento y lo dejó en ridículo diciéndole sarcásticamente que debería ser un ateo, puesto que éstos no tienen que luchar con este problema.

Hay un sitio de Internet llamado “Losing my religion” [Perdiendo mi religión] que es administrado por personas que dicen haber sido cristianos anteriormente (aunque yo creo que la fe verdadera no se pierde). Ahora se dedican a desafiar a los cristianos a discutir acerca de su fe. He sentido mucha desilusión al ver actitudes rígidas, insultos vergonzosos y argumentos débiles por parte de los cristianos. 

Por otra parte, desearía ver un mejor trabajo apologético. 

Si tiene estómago para soportar blasfemias, lea las siguientes líneas, las cuales contienen el diálogo entre Darcy West de “Losing my religion” y un cristiano llamado Roger. 

Darcy está luchando con el tema del infierno, comparando a Dios con un padre odioso y con un tirano como Hitler.
Darcy WestRoger, ¿qué opinión tendrías de un padre que le dice a su hijo, “ámame antes de que cumplas seis años, o voy a meterte en el horno para cocinarte”?
Roger: Darcy, Dios no dice eso…dice “Este es el camino para evitar el infierno.
¡POR FAVOR SIGUE ESTE CAMINO!”
Darcy West: ¿Sugieres que el infierno escapa al control de Dios?
Roger: ¿Qué crees tú?
Darcy West: Si el infierno es un peligro sobre el que Dios tiene control, entonces la analogía que utilizas no es válida. En tu ilustración, muestras a un Dios que está tratando de proteger a su hijo de un peligro sobre el cual no tiene control. Sin embargo, en el caso del Dios de la Biblia, el infierno es un peligro que él mismo creó. Sería como si un padre dijera, “No vayas a la calle o serás atropellado por un vehículo”. Luego, cuando el niño va a la calle, el padre mismo se sube a un bus y lo atropella. Si el padre dijera, “Bueno, el niño tomó su propia decisión”, ¿dirías tú que el padre ha hecho lo correcto?
Roger: Darcy, el infierno fue creado para Satanás y sus demonios, no para seres humanos.
Darcy West: Roger, el padre abusivo compró el horno para hacer galletas, pero si lo usa para hornear a sus hijos, ¿estará libre de culpa?
Al final del diálogo, Roger cae en la trampa de Darcy, admitiendo que sería mejor no adorar a tal tirano. Así Darcy cree que ha ganado el argumento.
Darcy West: ¿Quién merece más respeto?, un hombre que adora a Hitler para evitar que lo envíen a los hornos, o el hombre que se rehúsa a postrarse delante de él sin importar el precio.
Roger: Darcy, el hombre que se rehúsa a postrarse.
Darcy West: Roger, ¡muchas gracias!
¿Le gustaría desarrollar una apologética que le ayude a dialogar con los no creyentes en situaciones como esta? Si es así, espero que se prepare bien, le será de mucho beneficio.
¿PUEDES RESPONDER ... ENTENDISTE LO QUE LEÍSTE?
1. ¿Cuál es la ilustración que se usa en el prefacio para representar al no creyente?
2. ¿En qué sentido la apologética debe ser “integral”?
3. ¿Qué tipo de revelación debe tener la prioridad en la apologética?
4. ¿Cuál fue la “segunda conversión” del autor?
5. ¿Por qué una persona no es salva, si logramos que acepte sólo intelectualmente los
     postulados de la fe cristiana?
6. ¿Cuál es el mayor impedimento del hombre para ser cristiano?
7. ¿Por qué en la apologética el razonamiento intelectual tiene importancia?
8. ¿De dónde viene el término apologética?
9. Escriba 1 Pedro 3:15.
10. ¿Cómo podemos definir la “apologética”?
11. ¿Qué podemos aprender de la pintura “Cabeza VI” de Francis Bacon?
REFLEXIONANDO
1. ¿Por qué cree usted que es importante estudiar la apologética?
2. ¿Cuáles fueron los factores más importantes en su propia conversión?
3. ¿Cuál de las seis preguntas frecuentemente mencionadas por los no creyentes en este
    capítulo le parece a usted la más difícil de responder? ¿Por qué?
4. ¿Qué opina del diálogo entre Darcy West y Roger? ¿Tiene alguna sugerencia para
    Roger?

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lunes, 30 de mayo de 2016

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Los que influenciaron en la vida mundial

LOS LÍDERES SOLITARIOS DE LA HISTORIA

Solo la verdad es siempre ofensiva.
—NAPOLEÓN BONAPARTE

¿La Soledad es mala compañera?

Todos los líderes han experimentado que llevar una organización, empresa o congregación al máximo de su potencial conlleva sufrir un gran desgaste físico y emocional.

Cuando las fuerzas desaparecen de repente y el líder se siente desfallecer, el alejamiento por un tiempo del problema y la soledad puede ser un instrumento positivo para retomar su liderazgo.

Esta experiencia ha sido la escuela de muchos líderes. Hombres como Napoleón, Mandela o Churchill se encontraron solos, en muchos casos abandonados y traicionados, pero la soledad les sirvió para rehacer sus carreras, retomar las riendas de sus países y experimentar un profundo cambio interior. La única manera de edificar una empresa, iglesia o nación es construir dentro de nosotros unos sólidos cimientos interiores.

El proceso en todos ellos fue siempre el mismo, aunque cada uno sacó una lección distinta, ya que sus circunstancias eran radicalmente diferentes:

  • aceptación, 
  • reconstrucción, 
  • planificación y 
  • recuperación del liderazgo.

El efecto isla

Napoleón, el hombre más poderoso de Europa, encerrado en veinte kilómetros cuadrados.

Napoleón, el hombre más poderoso de Europa, estaba sentado aquel 4 de abril de 1814 frente a sus mariscales. Todos ellos le debían sus cargos y carreras, pero en ese momento estaban presionándole para que dejara su puesto.

La Coalición había penetrado en territorio francés con un ejército de medio millón de hombres y la situación era insostenible. Como el emperador de los franceses siempre había sido un tenaz negociador, logró abdicar en su hijo, imponiendo algunas condiciones, pero dos días más tarde, cuando uno de sus hombres de confianza, Marmot, le traicionó, tuvo que rendirse a la evidencia de su derrota.

El 11 de abril, en el Tratado de Fontainebleau, Napoleón renunciaba a la soberanía de Francia y aceptaba exiliarse junto a su familia a la isla de Elba, una minúscula ínsula italiana en medio de la nada. Su estado de ánimo era tan bajo que declaró: «Estoy molestando […] ¿Por qué no terminan con todo esto?».

Tuvo que exiliarse de Francia como un proscrito, disfrazado con uniforme austriaco y protegido por el ejército inglés, para que los monárquicos no le ahorcaran.

La llegada a la isla del hombre más poderoso de Europa debió de ser patética. Allí no había nada que hacer, su salud estaba seriamente quebrantada y todavía no era consciente de la profunda soledad que estaba a punto de apoderarse de su existencia. La isla no había sido elegida al azar, se parecía al sitio en el que se había criado de niño, Córcega, y a su querida ciudad de Ajaccio. Hermosas montañas, profundos acantilados y arenosas playas bañadas por el mar Mediterráneo. La tierra era muy fértil y ofrecía productos exquisitos, que una persona enferma, y sobre todo frustrada, hubiera disfrutado, renunciando a la acelerada y estresante vida de París.

El emperador tenía una máxima que no podía olvidar en medio de aquel paraíso obligado: «El pensamiento principal de un hombre bien situado es conservar su puesto».

Durante aquellos meses, aquel gran emperador se dedicó a gobernar aquella minúscula isla, construyendo carreteras, un hospicio y un teatro. Al final regresó a Francia, pensaba que su destino no había terminado. Aquella corta estancia en soledad le había ayudado a recuperar fuerzas, superar la traición de sus colaboradores y animarse a reconquistar el poder. Napoleón tenía tan solo cuarenta y cinco años. Pero ¿cómo sería recibido por el pueblo? Ya no contaba con su antiguo poder ni su ejército.

El plan de Napoleón era muy simple. Desembarcó en el golfo de Juan cerca de Cannes y se dirigió a una de las ciudades de los Alpes, Grenoble, que aún le guardaban lealtad. Cuando unos soldados estuvieron a punto de detenerle, él les dijo: «Si alguno de vosotros quiere matar a su emperador, aquí estoy…».

Unos días más tarde, sin haber disparado un tiro, Napoleón dormía en las Tullerías; en veinte días en Francia había recuperado el poder.

¿Por qué ayudó tanto a Napoleón ese tiempo de soledad? ¿Cómo fue su proceso de recuperación? ¿Qué aprendió de sus colaboradores? Lo primero que tuvo que aceptar Napoleón Bonaparte fue que tenía limitaciones. Luchó en todos los frentes y se rodeó de enemigos muy poderosos.

John C. Maxwell, en su libro Los 5 niveles de liderazgo, definió bien esta Ley del Tope:
Toda persona tiene un límite en su potencial de liderazgo. No todos estamos dotados por igual. El desafío que enfrentamos es crecer y desarrollar nuestro pleno potencial de liderazgo, aumentando así el límite de nuestra capacidad de liderazgo.

Napoleón había superado los límites de sus fuerzas físicas, de sus ejércitos y de la capacidad de sufrimiento de sus hombres por la causa del Imperio francés.

Dale Carnegie lo definía con la metáfora: «Si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena».

Cuando llegó a la isla de Elba comenzó su proceso de cambio el «efecto Isla»: aceptación, reconstrucción, planificación y recuperación del liderazgo.

Primero aceptó que era un hombre derrotado. Su famosa frase encierra una gran verdad: «La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana».

Después de unos primeros momentos difíciles en los que tuvo que recuperarse físicamente y asumir la traición de sus mariscales, enseguida se puso a buscar cómo reorganizar su mente y volver a implementar en pequeña escala su visión del gobierno. Construye carreteras (progreso), un teatro (cultura y educación) y un hospicio (derechos sociales).

Lo primero que hace Napoleón al enterarse de la situación en Francia, donde su sustituto Luis XVIII no termina de agradar ni a monárquicos ni a republicanos, es planificar su retorno. Su plan está trazado al detalle. Acude a una de sus ciudades afines, busca el apoyo de sus antiguos camaradas y después va a la conquista de París.

Una vez recuperado el poder corrige su primera idea, la que lo ha llevado a perderlo todo. Por ello dice a sus hombres en una verdadera declaración de intenciones:
Como en otro tiempo de Egipto, he regresado ahora porque la patria estaba en peligro […] No quiero hacer más la guerra. Es menester olvidar que hemos sido los amos del mundo […] Antaño, yo perseguí el fin de fundar Estados Unidos de Europa, y para esto era necesario permitir ciertas instituciones que debían garantizar la libertad de los ciudadanos. Ahora, mi única mira es el afianzamiento de Francia…

Steve Jobs hizo algo parecido al regresar a Apple, su empresa Next había sido comprada por su antigua compañía para utilizar su software. Jobs intentó volver a dominar su antigua compañía, pero sin utilizar su arrolladora personalidad. Se reunió con el gerente de aquel entonces, Gilberto Amelio, y simplemente ocupó su puesto:
Así pues, esa tarde y para su sorpresa, Amelio recibió una llamada de Jobs: Bueno, Gil, solo quería que supieras que he estado hablando hoy con Ed sobre todo este asunto y me siento muy mal por todo ello —afirmó—. Quiero que sepas que yo no he tenido nada que ver con este giro de acontecimientos. Es una decisión que ha tomado el consejo, pero me pidieron asesoramiento y consejo…

El «efecto isla» transformó la visión de Napoleón, le hizo superar sus debilidades físicas y emocionales, aceptar la traición de sus colaboradores, comenzar a aplicar sus habilidades, para después planificar su regreso y recuperar su puesto. Pero a veces la soledad escogida produce otros cambios fundamentales en la mentalidad del líder.

Veamos cómo la prisión transformó la vida de Nelson Mandela.

El efecto piedra

Nelson Mandela pasó diecisiete años en la prisión de la isla de Robben y descubrió cómo se partían las rocas del rencor.

La vida de un líder verdadero nunca es fácil. No importa que lo sea en el terreno de las finanzas, la política o la religión. Los líderes abren la marcha y enseñan el camino, por eso son los primeros en encontrar los obstáculos y luchar contra los antagonistas.

Siempre que te salgas del camino trillado por el resto de personas, te llamarán loco, temerario, raro, irresponsable o engreído. En el mejor de los casos te cubrirán de críticas, se mofarán de ti o puede que tu atrevimiento sirva para que alguien te reemplace, pero si el camino emprendido es el verdadero, al final terminarán todos por reconocer que fuiste el primero en llegar.

Muchos son los que pueden acercarse a nosotros para halagarnos cuando hemos tenido cierto éxito o servimos en algún cargo de relevancia, pero siempre serán muchos menos los que nos apoyen, cuando nadie crea en nosotros.

Nelson Rolihlahla Mandela fue uno de esos hombres que no cedió hasta ver sus sueños hechos realidad. Mandela era un joven perteneciente a la casa real de uno de los clanes que componían el complejo mosaico de tribus en Sudáfrica. Su padre, Gadla Henry Mphakanyiswa, era uno de los principales consejeros del rey Thembu.

Mandela fue el primer miembro de su familia en acceder a una educación occidental, de hecho fue su profesora la que le puso el nombre británico de Nelson, aunque sus padres le habían llamado Rolihlahla, que significa textualmente «alborotador». Sus padres eran cristianos y por eso le enviaron a una escuela metodista.

Mandela quedó huérfano de padre a los nueve años, pero la influencia de este le acompañaría toda su vida, ya que de él heredó el carácter rebelde y su deseo de justicia.

Mandela no se perdía ningún servicio religioso durante su infancia y adolescencia.

Estudió con ahínco, ya que sabía que de mayor se convertiría en uno de los consejeros del rey, como lo había sido su padre años antes. Tras su paso por la educación secundaria, estudió en la Universidad de Fort Hare, dedicada a la élite de los negros del país.

Durante esta etapa se mantuvo en una línea conservadora, alejada de las reivindicaciones del Congreso Nacional Africano, que se había creado en 1911 para defender los derechos de los negros en Sudáfrica.

Tras su llegada a Johannesburgo, la capital, para huir de un matrimonio arreglado por su familia, consiguió algún trabajo precario hasta lograr entrar en un bufete de abogados. Siguió formándose en el curso por correspondencia de la Universidad de Sudáfrica. Más tarde estudió en la Universidad de Witwatersrand, convirtiéndose en el primer estudiante negro del campus.

  • ¿Qué sucedió en la vida de este joven estudiante negro para que terminara en una de las peores cárceles de Sudáfrica? 
  • ¿Por qué abandonó su prometedora carrera de abogado y su futura acomodada vida por los más desfavorecidos? 
  • ¿Cómo superó la tentación del odio cuando llegó al poder?

Sudáfrica era un país basado en el odio y la desconfianza. Una desconfianza nacida entre las clases sociales, las razas, los grupos étnicos y nacionales.

  • El inglés desconfiaba del holandés, 
  • este del africano negro y 
  • este a su vez de la comunidad hindú que habían instalado los británicos por ser una fuerza de trabajo más dócil. 
Todo ese odio y desconfianza podía convertir al país en una verdadera bomba de relojería, por eso Mandela descubría la poderosa fuerza del amor. Sus palabras parecen cargadas de la autoridad que da la razón y la sabiduría del hombre que sabe perdonar: «El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que el odio».

¿Dónde aprendió Nelson Mandela a amar?
La cárcel parece un lugar extraño para aprender a amar. Sobre todo cuando uno atraviesa las gruesas puertas de una prisión y nota la maldad que se respira dentro.

Durante unas semanas he estado visitando una cárcel en mí país para impartir un taller gratuito. Después de atravesar cuatro gruesas puertas y llegar hasta el pabellón de los reclusos te sorprenden dos cosas.

  • La primera es la angustia que produce el saberse encerrado y 
  • la segunda es el poco afecto o amor que hay dentro. 
Los hombres que acudieron al curso eran personas encantadoras, agradecidas y con ganas de aprender, pero, sin duda, en el día a día debe de ser duro para ellos estar encerrados. Sin nadie en quien confiar, intentaban pasar desapercibidos, pero al mismo tiempo haciéndose respetar por el resto.

Nelson Mandela estuvo acusado en varias ocasiones, pero logró evitar la cárcel o salir de ella tras un breve periodo. En el año 1962, las cosas iban a cambiar radicalmente.

¿Qué había sucedido? Tras su gira africana, su notoriedad había crecido y la presión que algunos países del entorno comenzaban a hacer contra el apartheid, hizo que su gobierno le viera como un peligro.

El arresto se produjo el día 5 de agosto, durante un viaje en coche con Cecil Williams. Mandela fue arrestado cerca de la ciudad de Howick y encarcelado en la prisión de Johannesburgo de Marshall Square. La acusación era incitación a la huelga y la salida del país sin permiso. Mandela ejerció como su propio abogado. El joven letrado quería convertir el proceso en un juicio contra el estado, pero el gobierno no cedió y fue sentenciado a cinco años de cárcel.

El paso del sacrificio, del líder que ocupa en sus propias carnes el lugar de su pueblo, convirtió a Mandela en un mito. Muchos hombres de Dios son admirados, pero muy pocos se convierten en un mito. Al fin y al cabo, el mito es siempre la creación de un sistema que otros pueden imitar y que funciona igual. El gobierno sudafricano estaba creando en su injusto sistema penitenciario a uno de los hombres más influyentes del siglo XX.

Un año más tarde de su encarcelamiento, el descubrimiento de unos papeles inculpatorios del partido fue la excusa perfecta para que la fiscalía aumentara su pena en un nuevo juicio. Ahora los cargos eran mucho más graves, ya que se le acusaba de sabotaje y conspiración para derrocar violentamente al gobierno.

Mandela llegó a pronunciar una famosa frase, tomada de otra persona, intentando demostrar su inocencia en el caso: «La historia me absolverá».

Mandela sufrió una derrota procesal, pero una amplia victoria moral. Tanto las Naciones Unidas como el Consejo Mundial de la Paz pidieron la anulación del juicio. Se produjeron protestas por todo el mundo. La situación de Sudáfrica saltaba al conocimiento de la opinión pública internacional.

La isla de Robben fue el terrible hogar de Nelson Mandela durante veinte años, pero también una terrible escuela de humildad y perdón.

La actitud de Nelson Mandela me recuerda las palabras del jefe de una gran multinacional que decía a sus empleados: «Caballeros, este año la estrategia será la honestidad»

Lecciones aprendidas
La honestidad de Nelson Mandela le llevó a una terrible cárcel de Sudáfrica, pero allí aprendió cuatro lecciones:

  1. lo que no te destruye te hace más fuerte, 
  2. el desarrollo de nuestro mundo interior es imprescindible para liderar, 
  3. el odio destruye y 
  4. el amor es la fuerza más poderosa del mundo.

La celda de Mandela era poco más que un cuchitril, con una cama en el suelo, una mínima mesita, una manta y un cubo para depositar sus necesidades. La mayor parte del tiempo el preso estaba aislado, ya que eran celdas individuales. De esta manera se buscaba minar la moral del condenado. Muchos hombres se vuelven locos al sentirse aislados; de hecho, el aislamiento es un castigo adicional a la prisión.

En la propia cárcel había discriminación racial. Los negros no se mezclaban con los blancos y recibían menos comida. Los presos políticos eran peor tratados que los comunes. En su biografía se describe el mal trato recibido durante su estancia en prisión.

A pesar de todo, descubrió que la prisión le hacía más fuerte. Cada día les obligaban a picar piedras; él se dio cuenta de que la piedra más dura es el corazón humano. Si era capaz de doblegar el suyo, no sucumbiría al odio ni al rencor.

Moisés fue uno de los ejemplos más claros de líder que ha de pasar por la soledad para recibir las instrucciones y leyes para dirigir al pueblo de Israel. El proceso de maduración del líder implica una soledad escogida, en la que poder meditar y poner en marcha nuestro proyecto.

La segunda cosa que aprendió Nelson Mandela fue el desarrollo de su mundo interior: la soledad, en este caso obligada, le ayudó a conocerse mejor a sí mismo, a controlar su ira, su frustración y hacer cambios en su hombre interior. El autocontrol, la disciplina, la paciencia son habilidades que ayudan a los líderes a llegar a sus metas.

La tercera lección de Nelson Mandela fue la superación del odio que destruye. Los negros odiaban a los blancos por todos aquellos siglos de esclavitud y opresión. Los blancos odiaban y temían a los negros, pensando que si los liberaban o les daban más libertad, tomarían venganza. Cuanto más se odiaban, más daño se hacían mutuamente. Por eso Nelson Mandela fomentó una gran campaña de reconciliación cuando llegó al poder. Él mismo había experimentado esa regeneración en la prisión.

Durante el periodo que pasó en la prisión de Pollmoor buscó tener una mejor relación con los guardas y el alcaide. Los miembros del gobierno comenzaron a reunirse con él secretamente, para llegar a pactos, pero él quería romper con el estado racista y que se avanzara en las reformas de integración de la población negra y no cedió. Cuando llegó al poder impidió cualquier clase de linchamiento hacia los blancos. La cadena del odio y de la venganza debía romperse definitivamente.

La cuarta cosa que intentó poner en práctica fue la fuerza del amor. No es suficiente con no odiar. Necesitamos amar, para poder relacionarnos con nuestro prójimo. No nos preocupará el bienestar o la mejora de la vida de las personas que nos rodean si no sentimos nada hacia ellas.

Jesús anunció esta verdad del amor incluso a los enemigos, para terminar con la desconfianza innata del hombre. Él declaró esta máxima: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas» (Mt 7.12).

Nuestro liderazgo debe aprender el «efecto piedra». La única manera de no sucumbir ante la envidia, el odio, el rencor y la ira es destruyendo para siempre esa piedra del orgullo que nos separa de los demás.
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