biblias y miles de comentarios
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: English | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
Este es un libro que toca profundamente, y además tiene las respuestas que los hombres están buscando, las que realmente dan resultados.
Miestras que otros libros tratan el tema superficialmente, En el Altar de la Idolatría Sexual va directo al corazón. Pone fin al misterio de la lujuria y engrandece el poder de Dios en tu vida, con las respuestras que han ayudado a cientos de hombres.
Una querida amiga tiene un matrimonio difícil, realmente durísimo. En vez de enfrentar el dolor, a diario se escapa por horas a un mundo de fantasía cuyo protagonista es otro hombre de su iglesia, quien no conoce los sentimientos de la mujer hacia él. Por lo tanto ella siente que está segura. Sin embargo, es asombrosa la cantidad de tiempo que mi amiga gasta en soñar y pensar en este hombre.
La idolatría sexual podría convertirse ya no en fantasía, sino en algo así como pornografía, y apoderarse de usted de tal modo que sabe muy bien que se trata de un ídolo. Además, usted no sabe cómo sacar de su vida este asunto que compite contra Dios y que oculta quién es él.
Ponga atención a los que C.S Lewis escribió al respecto:
Usted puede reunir una gran audiencia para un acto de strip-tease, es decir, para ver a una muchacha desvestirse en el escenario. Suponga ahora que usted va a una nación donde logra llenar un teatro simplemente subiendo al escenario una bandeja cubierta, para luego levantar lentamente la tapa, de tal modo que, antes de que se apaguen las luces, todos puedan ver que la bandeja contiene una chuleta de cordero o un trozo de tocino. ¿No pensaría usted que hay algo distorsionado en esa nación y en el ansia de comida de sus habitantes?
En la sociedad de hoy tan sexualizada, es más importante que nunca que los
pastores estén preparados para ayudar a los que están atados por los hábitos del
pecado sexual. Profundamente dentro del ser de todo hombre hay dos pasiones
intensas, mutuamente relacionadas que exigen satisfacción: la sexualidad y la
espiritualidad. Dios creó el sexo para ser no sólo una fuente de placer, sino
también una expresión profundamente espiritual de amor entre el hombre y su
esposa. Por lo tanto, la relación del creyente con Dios con frecuencia se
asemeja a la relación entre el esposo y la esposa (1 Corintios 6:15-20).
Desafortunadamente, algunos hombres cristianos se descuidan y permiten que
sus deseos carnales se desenfrenen salvajemente. En vez de buscar ser uno con
Dios por medio de la adoración y uno con su esposa por medio de la intimidad
sexual, se pasan de la línea de la perversión sexual. Es en este punto que la
adoración abandona el camino recto. Contrario al diseño original de Dios, de
alguna manera su sexualidad y su espiritualidad se fundieron en un corrupto e
irresistible impulso de adorar en el altar de la idolatría sexual.
Para los hombres que se abandonan en eso, volver a reclamar la inocencia que
de su propia voluntad entregaron no es algo fácil. Lo que es más difícil de
recobrar es su fracturada relación con Dios, con su esposa, y con los demás. No
obstante, hay una manera de escapar. Es vitalmente importante que los pastores
ayuden a los hombres a ver que la restauración sólo se puede encontrar por medio
del profundo arrepentimiento, una renovada y santa perspectiva sobre la
sexualidad, y un entendimiento de lo que es la verdadera adoración.
Comprender el alcance total de la adoración
En hebreo y en griego, la palabra
adoración comunica la idea de
postrarse físicamente ante otro. La palabra griega da el sentido de una persona
que hace reverencia con suma humildad para besar la mano de alguien que es
superior.
La gente continuamente se postra ante algo o alguien en su corazón. ¿Cómo es
esto? Dentro del alma del hombre hay un altar espiritual, y sentado en ese altar
está el objeto más importante de su vida. Pueda que cante himnos y coros los
domingos por la mañana, pero se dé cuenta de ello o no, el concepto de adorar
tiene que ver con mucho más que simplemente una media hora de cantar. La
adoración no es sólo un acto; es un estilo de vida en el que uno rinde honor al
objeto de su deseo —que puede o no puede ser Dios.
La verdadera adoración
está fuera de balance cuando la persona permite que algo que no sea Dios tome la
preeminencia en su vida. El objeto de adoración se convierte en un ídolo porque
quita a Dios el lugar en el corazón que por derecho le toca a Él. Para la
mayoría de las personas, las cosas o experiencias que se convierten en ídolos
son las que el espíritu de este mundo ofrece y que satisfacen la concupiscencia
de la carne, la concupiscencia de los ojos, y el orgullo de la vida, y por lo
tanto dictan el curso que ha de tomar su vida. Sin embargo, el pastor debe ser
pronto a indicar que el segundo mandamiento dice claramente que Dios no tolerará
esto: “No te inclinarás a ellas [cosas, ídolos], ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso” (Éxodo 20:5).
Jesús lo dijo de esta manera: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Reemplazar a Dios con un ídolo en el
corazón de uno es algo muy perverso porque tiene que ver con la decisión
voluntariosa de apartarse del Señor a favor de otra cosa. Es muy peligroso
adorar a alguien o algo que no sea Dios porque la naturaleza de la adoración es
terriblemente poderosa.
La idolatría no sólo seduce a la persona para alejarla del Señor, sino que
también transforma al idólatra a la imagen del ídolo (Salmo 115:8). Dicho
simplemente, la persona se hace como aquello que más atesora. En vez de ser
“hechos conforme a la imagen de su Hijo”, se conforman “a este siglo” (Romanos
8:29; 12:2). El hombre que adora en el altar de la idolatría sexual exhibirá más
y más las características del endemoniado ídolo del que se ha enamorado.
El amor del placer
Dios creó un mundo lleno de placeres sencillos, no adulterados para el gozo
de sus criaturas. Sin embargo, indecibles multitudes —incluso los que asisten a
las iglesias— rechazan el diseño original de Dios y hacen del placer el dios de
su vida. Se conocen como hedonistas. Cuando el placer de cualquier índole —aún
el placer sexual— se convierte en el punto principal de la existencia diaria de
la persona, no sólo corroe la vida espiritual de esa persona, sino que llega a
contaminar todo lo que es sano.
Jesús dijo que el amor del placer ahoga la Palabra de Dios (Lucas 8:14).
Santiago dijo a sus constituyentes que su amor del placer empequeñecía sus
oraciones y los mantenía en un espíritu de concupiscencia (Santiago 4:1-3).
Moisés es un ejemplo de la santidad porque él escogió “antes ser maltratado
con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos
11:25). Y el apóstol Pablo habló de los que eran “esclavos de concupiscencias y
deleites diversos” (Tito 3:3).
Aunque cada uno de estos pasajes es singularmente profundo, las proféticas
palabras de Pablo en 2 Timoteo 3:4,5 son muy alarmantes. Hay algunos que viven
en los últimos días que son “amadores de los deleites más que de Dios, que
tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”. Sin duda
alguna, esta Escritura se refiere a los que hacen del placer su razón de existir
– su propósito supremo en la vida. Aunque exhiben cierta forma de santidad, en
realidad, el objeto de sus afectos más fieles no es Dios sino el placer.
El verdadero arrepentimiento: precursor del cambio verdadero
No será necesario convencer a ningún ministro de que el comportamiento sexual
ilícito es pecaminoso. Sin embargo, durante los últimos 20 a 30 años, una
tranformación en el modo de pensar ha hecho perder la cabeza a la iglesia. Bajo
la apariencia de progeso, el clamor por santidad, inspirado por el Espíritu
Santo, que una vez resonara desde los púlpitos ha sido en gran parte suplantado
por las racionalizaciones científicas sobre el comportamiento del hombre. En vez
de ser alentado a buscar el santo arrepentimiento con lágrimas de contrición, se
da al enloquecido hombre lleno de concupiscencia una plétora de
racionalizaciones. Esto excusa su pecaminoso comportamiento, y le evita asumir
la debida responsabilidad por su comportamiento. Este acto de silenciar la
convicción del Espíritu Santo es indeciblemente trágico porque el
arrepentimiento es la única solución que Dios ofrece para el pecado habitual. Es
imperativo que nosotros, como ministros, prediquemos sin temor contra el
pecado.
La triste realidad es esta: la mayoría de los hombres cristianos que
participan del pecado sexual habitual han pasado años montados en el tiovivo de
pecado y falso arrepentimiento, y jamás encuentran la libertad que parecen
buscar con tanta desesperación. En
At the Altar of Sexual Idolatry [En el
altar de la idolatría sexual], yo lo explico de esta manera:
A media que el adicto (sexual) entra en la primera etapa de remordimiento,
con frecuencia hará ciertas promesas a Dios jurando jamás volver a cometer el
mismo pecado: “¡Señor, te juro que no volveré a hacer esto jamás!” A medida que
sus ojos se abren a la realidad del horrible vacío y naturaleza de su pecado,
pronto hace esa promesa; puesto que es en este momento que en realidad ve el
pecado por lo que verdaderamente es.
Sin embargo, el problema con hacer una resolución así es que emana de la
propia fuerza y determinación del hombre para resitir y vencer el mal. Esta
clase de “cumplimiento de promesa” jamás soportará las futuras tentaciones de la
misma índole. Es por esta exacta razón que el adicto sexual antes ha tratado
incontables veces de romper el hábito, pero ha sido en vano. El hombre
desesperadamente necesita arrepentirse. El verdadero arrepentimiento llega
cuando el corazón del hombre ha cambiado de parecer en cuanto al pecado. El
hombre dejará su comportamiento pecaminoso, destructivo sólo cuando se haya
arrepentido de verdad en su corazón.
Para entender lo que es el verdadero arrepentimiento, se debe comprender la
naturaleza del pecado. La persona peca cuando por voluntad propia actúa
impulsada por la carne para hacer algo que está prohibido por Dios. En otras
palabras, rechaza la voluntad de Dios a favor de la suya propia. Todos los que
tratan de encontrar libertad del pecado habitual pero que permanecen dentro de
su propia voluntad están tratando de lograr lo imposible. El acto de
arrepentimiento tiene que ver con una confesión de que el comportamiento de uno
es malo, un compromiso de dejar ese comportamiento, y una sumisión a la voluntad
de Dios. “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación,
de que no hay que arrepentirse” (2 Corintios 7:10). Esto ocurre cuando la
persona se da cuenta cuán malo ha sido su pensamiento y su comportamiento y está
de acuerdo en cambiar ambos.
El lugar de la adoración
Tan bello como es ver a una persona verdaderamente apartarse de su pecado,
los ministros comprenden totalmente que esto es sólo la mitad del proceso de
arrepentimiento. La otra mitad es cuando se vuelve hacia Dios y deja que Él tome
su debido lugar en el trono de su corazón. En otras palabras, debe renunciar a
su adoración del sexo y comenzar a adorar de verdad a Dios.
Que el pastor diga al adicto sexual cristiano que es necesario que aprenda
cómo adorar a Dios con frecuencia es algo que confunde a éste. Después de todo,
él ha venido cantando alabanzas de adoración en la iglesia por años.
Desafortunadamente, en su condición totalmente deludida, él no se da cuenta de
que su adoración ha carecido de toda realidad espiritual. En esencia, ha estado
viviendo en abierta y porfiada resistencia de Dios. Pero a medida que pasa al
proceso de arrepentimiento —por el que toma en serio dejar su dominante pecado—
puede ahora comenzar a adorar al Señor “en espíritu y en verdad.”
Esto es extremadamente importante en la guerra para determinar quién o qué va
a ocupar el trono de su corazón. Su carne ama el pecado sexual, y no hay nada
que pueda hacer para evitar que su carne lo ame. Pero lo que puede hacer —y debe
hacer— es reemplazar el amor del pecado con un consumidor amor de Dios.
La respuesta no es simplemente odiar el pecado, sino también aprender a amar
y temer al Señor.
Esto nos hace volver a examinar lo que es la verdadera adoración. El hombre
que está enredado en hábitos de inmoralidad ha permitido que el placer sexual
reine supremo en su corazón. Como lo es con toda idolatría, cuando la persona
adora algo que no es Dios, su yo se engrandece en su corazón y el Señor se
empequeñece. De la misma manera, a medida que aprende a reverenciar al Señor,
Dios se hace grande en su ser interior, y su yo se hace pequeño.
La verdadera
adoración sólo sucede cuando la persona ve quién es en relación a Dios y quién
Dios es en relación a él. Tiene lugar un gran acto de humillarse que
debilita el poder de la carne.
Debemos ayudar al hombre a ver que el verdadero arrepentimiento tiene lugar
cuando se contrita por su pecaminosa y despreciable condición ante un Dios santo
y cae deshecho a sus pies. Ahí, al pie del Calvario, es liberado de la
esclavitud del pecado y ahora está en la postura correcta ante Dios. Ahora puede
poner tras sí años de derrota espiritual y comenzar a poner su sexualidad en su
debido lugar. Lo más importante, ahora puede amar a Dios con todo su corazón,
alma y mente.
Hace veintiún años, yo era teniente alguacil de policía en Los Angeles y
trabajaba en una cárcel de máxima seguridad. Estaba lleno de orgullo, ira, y
perversión sexual. En pocas palabras, era egoísta en extremo y no me importaba
nadie más que yo mismo.
Dios ha hecho en mí una obra maravillosa al liberarme de la adicción sexual.
Sin embargo, limitar su obra en mí a ser liberado del pecado sexual habitual
sería una terrible injusticia a la misericordia que Él me ha mostrado. Hay tres
áreas de mi vida en las que Dios ha tratado conmigo.
Primero, repetidamente me ha librado de mi obstinación. Si se me dejara a mí
mismo, mi naturaleza egoísta simplemente buscaría otro medio para satisfacer sus
propios deseos. Cuando entré por primera vez al ministerio, esto se manifestó en
mí por medio de una agresiva ambición propia. Me tomó años de puertas cerradas,
de estorbar mis planes, y crontradecir mi propia voluntad para lograr cierto
grado de control sobre mi vida.
Segundo, Dios ha sido diligente para crucificar la egoísta naturaleza de la
carne dentro de mí que permitía que el pecado sexual dominara mi vida en cierto
tiempo. ¿Cuán libre sería si todavía estuviera lleno de odio hacia los demás?
¿Cuánta victoria podría tener si todavía fuera totalmente egoísta en la vida?
¿Qué clase de testimonio en realidad tuviera si mi vida todavía se revolviera en
gratificar la concupiscencia de mi carne? Tener una vida de victoria significa
más para mí que simplemente gozar de la libertad de un pecado dominante en
particular.
Tercero, Dios sigue exponiendo el orgullo que es tan natural en mí. Este
levanta su fea cabeza en mi vida a través de la defensiva con los detractores,
el gozo del aplauso del hombre, y el deseo de ser visto bajo una luz favorable.
A veces siento como que Dios no ha logrado nada en esta área de mi vida, pero
luego recuerdo lo que era antes.
Considerando la profundidad de mi delirio y la terquedad de mi voluntad, es
verdaderamente admirable que el Señor haya podido lograr algo de valor dentro de
mí. Después de todos estos años, mi testimonio no es de lo que yo he hecho bien,
sino de la misericordia de Dios hacia un pecador que repetidamente ha probado
estar más que dispuesto a hacer lo malo.
Fomente un ambiente de verdad y sinceridad. Los hombres que luchan deben
sentir que pueden confesar su pecado sin indebidas consecuencias. Quizás tenga
que quitar a un hombre de un puesto como líder, pero jamás debe hacer nada que
falte respeto al hombre o que traicione su confianza.
Denuncie el pecado. El pecado destruye vidas, corrompe iglesias, y debilita
al cuerpo de Cristo. Vivir y predicar santidad quizás ofenda a los que desean
avenirse, pero atraerá a los que sinceramente tienen hambre de Dios.
Eduque a su congregación sobre la sexualidad que es correcta y la que es
indebida. Si los hombres que luchan ven que el pastor no se siente cómodo con el
tema, jamás pedirán ayuda.
Establezca y fomente el ministerio para los hombres. Los hombres tienden a
aislarse, y una de las más grandes ayudas para un hombre que lucha con un pecado
secreto es participar en el santo compañerismo con los demás.
Discipline a los que lo necesiten. Hemos aprendido cómo construir iglesias
grandes, pero en el proceso hemos perdido nuestra habilidad para formar madurez
espiritual en la vida de los individuos. Esta falta de atención personal es una
de las principales razones por las que los hombres no viven en más libertad.
Ofrezca restauración para los líderes y miembros de la iglesia que han caído
en pecado. Tenga establecido algo a lo que pueda referir a los hombres, como un
asesor bíblico o un ministerio que trate con el pecado sexual desde una
perspectiva bíblica.*
Modele un carácter santo y consagración. Su andar personal con Dios
determinará el nivel de autoridad espiritual que usted tenga para hablar a la
vida de los demás.
El sexo como poder
Cuando se observan las motivaciones reales de todos los productores, editores y publicistas que utilizan las imágenes eróticos, una conclusión se impone: no responden a una demanda, contrariamente a lo que pretenden para justificarse. Realmente, imponen sus propios valores. Es falso, por ejemplo, que los franceses reclaman más sexo en la televisión. Todos los sondeos prueban al contrario que se sienten sorprendidos y solicitan más programas educativos. Sin embargo, es cierto que mucha gente, desaprobando al mismo tiempo los programas inmorales, sucumbe a su poder de seducción y, progresivamente, se acostumbra.
La verdad es que el sexo es un poder extraordinario. Ningún otro medio permite dirigir hasta este punto a la gente. Los hombres responden al estímulo sexual. Es la razón principal de la utilización generalizada de la imagen sexual. Una razón secundaria es que la ideología de la liberación sexual forma aún parte de los valores mayoritarios de los encargados de la prensa y del audiovisual. Hay una parte de militancia e incluso, podría decirse, de exhibicionismo, en el deseo exhibir el sexo a todas las salsas.
Pero el sexo, utilizado como medio de venta por todos los profesionales de la comunicación (y vivimos en una civilización dominada por la comunicación), se convierte en un poder también en sí. La sexualidad es una realidad normalmente indisociable de las relaciones emocionales entre personas. El erotismo y la pornografía hacen una realidad enteramente independiente de toda relación, sin hablar de matrimonio o procreación. El sexo se convierte en fantasía, en una realidad puramente mental, narcisista, con un poder psíquico extraordinario.
El resultado es que se está creando una verdadera dictadura, la dictadura del sexo, o, para reanudar el título de una película que ilustra bien el aspecto mórbido de este estado de pérdida de libertad (puesto que la pasión conduce a los dos personajes principales la destrucción mutua): < < el imperio de los sentidos >>.
El poder del sexo es tanto más fuerte cuanto mas se habla de liberación sexual. Una dictadura bajo la cual el hombre se cree libre es en efecto más perversa y más estable que una dictadura donde el hombre se sabe enajenado y conoce a su dictador. El comunismo, con todo su lenguaje estereotipado, no había conseguido realizar esta obra. La dictadura del sexo prescinde de policías. Enajena al hombre de su interior, y lo destruye tanto mas fácilmente. Esta es la razón por la que, según Alexandre Soljenitsyne: < < Se controla al pueblo más fácilmente con la pornografía que con vigilantes >>. Parece que la dictadura del sexo, que controla al hombre interior, es la realización exacta de la utopía totalitaria descrita por George Orwell en 1984.
La pornografía, que controla al hombre por las capas más indeterminadas de su personalidad, tiene un poder extraordinario, mucho mayor que el simple erotismo. Con su banalización creciente, su poder se vuelve tiránico. Como lo sugiere Larry D. Nachman en < < Freedom and Taboo >>, las imágenes pornográficos donde el sexo se concibe como una violencia y una humillación se convierte en una representación mental cada vez más extendida. Resumidamente, se trata de un mito moderno omnipresente que penetra el inconsciente colectivo.
En el Antiguo Testamento, se hace referencia a menudo a los cultos de la fertilidad de las civilizaciones paganas con las que se codeaba con Israel. Ciertas religiones, como la de Baal, del cual se horrorizaban los profetas, estaban centradas en ritos y simbolismos sexuales. Se practicaba en los templos del dios Baal relaciones sexuales con "prostitutas sagradas", relaciones intencionadas para permitir la intervención de la divinidad de la fertilidad de la que dependían sus cosechas.
Nuestra cultura se asemeja, es extraño, a una religión, o más bien a una idolatría del sexo. El sexo se adora como dios. Consideremos por ejemplo las características siguientes de unas religiones, y comparémoslas con la ideología dominante de nuestra cultura hypersexualizada:
Una religión explica el objetivo de la vida: se nos propone el placer como objetivo de la vida;
Una religión propone experiencias interiores: se hace del orgasmo la experiencia mística suprema;
Una religión define el bien y el mal: se hizo de la libertad sexual el bien supremo y acusó la moral que fuera el diablo en persona; el enemigo público es "el orden moral". Se diaboliza sistemáticamente la censura, que es un deber gubernamental para proteger el derecho de los ciudadanos en cuanto a la decencia.
Una religión nos da santos y modelos para nuestra edificación: las estrellas, cuyos medios de comunicación nos elogian la rica vida sexual, son nuestros modelos (a propósito, ¿Johnny aún cayó enamorado?)
Una religión, eventualmente, ofrece de reliquias y otros objetos santos: el preservativo se adora como un amuleto mágico, o incluso como el ahorrador de la humanidad;
Se enseña una religión a los niños: ¿que es lo que pues la educación sexual si no un nuevo catecismo para iniciar a los niños a las alegrías del sexo, cuanto antes?
Una religión administra sacramentos: en el espíritu de los jóvenes adolescentes, perder la virginidad, la desfloración es el equivalente de la primera comunión, un rito de paso al mundo adulto (y la virginidad se ridiculiza).
Una religión tiene sus ceremonias: es cosa hecha para la idolatría del sexo, gracias a Act Up y Benetton, que, el 1 de diciembre de 1993, sexto día mundial del SIDA, elaboraron una efigie del preservativo sobre el Obelisco de la plaza de la Concordia, transformado para la ocasión en phallus.
Al igual que dictadura, la dictadura del sexo se aplica cuanto antes para indoctrinar a los niños, contra los valores de sus padres. Es efectivamente lo que se ve producirse hoy en las escuelas.
El tipo de educación sexual generalmente practicada, que prefiere por otra parte llamarse < < información >> para destacar su aspecto neutro, tiene una verdadera vocación de iniciación a las alegrías del sexo. Su objetivo es romper los tabúes sexuales, impuestos por culturas y personas reaccionarias.
El discurso mayoritario que nuestra cultura hypersexualizada impone a los jóvenes, es que para acceder al mundo adulto, a la libertad y a la felicidad, es necesario perder lo más rápidamente posible su virginidad. Nuestra cultura es e incluso el arquetipo de la tentación de que debe comerse el fruto prohibido, descrito en la Génesis como el origen del Mal. La virginidad y la castidad son valores ridiculizados, considerados como una maldición o una tara. La revista 20 Años se especializa en este tipo de mensaje. La pérdida de la virginidad, o < >, se presenta como la iniciación del mundo adulto. Tiene valor de sacramento y sustituye en este nuevo catecismo lo que era el matrimonio antes. Sin embargo, debemos plantearnos la cuestión: ¿Qué modelo de mundo adulto quieren dar a los adolescentes? ¿A qué realidad quieren iniciarlos? ¿El de la inmoralidad, el divorcio, el SIDA? ¿O el del matrimonio, la familia, la responsabilidad? Desde este punto de vista, los padres que expresan reservas en cuanto a lo que se enseña a la escuela a sus niños son considerados como retrogradas que, probablemente porque ellos mismos sexualmente se sienten reprimidos por antiguos tabúes, quieren censurar la información y reprimir la libertad sexual de sus niños.
Igual que el cigarro: cuánto más se ingiere pornografía, tanto más de enferma
Como ejemplo, el CRIPS (Centro Regional de Información y Prevención del SIDA en Ile de France) organiza sesiones de información en las clases de secundaria en que los profesores piden a los adolescentes, muchachas y muchachos, de ejercitarse en colocar preservativos sobre un pene en plástico. Para poner de manifiesto que bien el preservativo se adapta a todos los tamaños y para no avergonzar a los muchachos respecto el tamaño su de pene, se utiliza una vitrina provista de distintos cachivaches de todas las tamaños y formas.
En los Estados Unidos, una serie de programas de educación sexual en escuelas se imponen como misión de ayudar a los niños a conocer e comprender la variedad de las alternativas sexuales posibles. Por ejemplo, Debra Hafner, directora ejecutiva del Sex Información and Educación Council de los Estados Unidos escribe:
< < Deberíamos enseñar a los adolescentes el sexo oral y la masturbación mutuo con el fin de retrasar la penetración y sus consecuencias >>.
Dado que el sexo oral es un riesgo también infeccioso, se pregunta dónde es la lógica de esta propuesta.
En los Estados Unidos, programas educativos en los colegios y las universidades siempre hacen una promoción agresiva de la homosexualidad. Se proyectan algunos vídeos en que se entrevista a algunas lesbianas y a homosexuales para que hablen de sus experiencias y la belleza de la homosexualidad. Se muestran también parejas homosexuales en el acto de hacer el amor en distintas posiciones, comprendiendo penetraciones anales y acto oro anales. Uno de estos programa, creado por el Doctor Deryck Calderwood, y titulado < < Extreme your sexuality >>, se difundió en gran medida en las universidades.
A este respecto, Reisman y Eichel, autores del libro Kinsey, Sex and Fraud, denuncian la estrategia de corrupción de las costumbres practicada por minorías que utilizan el pretexto de la prevención contra el SIDA para hablar de sexo e incitar al libertinaje,
< < La educación sexual sobre el SIDA fue el potente aguijón que permitió acelerar recientemente esta empresa. Eso condujo quizá a una de las peores hipocresías de nuestro tiempo: se pretende proporcionar a los niños una instrucción sobre el sexo sin peligro mientras que realmente se promueve un programa que los incita a sumir una postura, que les impulsa a adoptar costumbres de riesgo elevado >>.
Los promotores de la educación sexual alegan a menudo que no transmiten nada más que información y que no influyen sobre los comportamientos de los niños y adolescentes. Pero este argumento encubre mal su objetivo real. Por otro lado, estadísticas americanas ponen de manifiesto que los adolescentes que recibieron una educación sexual tienen un 40% más probabilidades de tener una relación sexual antes de 14 años.
Es muy conocido el hecho que las campañas de educación sexual con el fin de frenar la epidemia de embarazos en los adolescentes en los Estados Unidos tuvieron el efecto opuesto: un 32% de aumento del número de los embarazos en los adolescentes.
A pesar de eso, los organismos implicados siguieron sus campañas, esto que prueba que su objetivo real es otro de lo que dicen.
Realmente, toda esta educación sexual proporcionada a los niños es una verdadera agresión psicológica sobre los niños. El psicoanalista Tony Anatrella ve ahí la expresión de un exhibicionismo malsano por parte de los adultos. En su libro < < No a la sociedad depresiva >>, escribe:
< < Con el pretexto de que se expresa la sensualidad del niño o que se le proporciona una educación sexual, se puede preguntar si todo eso no es nada mas que un gigantesco señuelo organizado por adultos aún fascinados por la sexualidad juvenil con la cual se identifican. Esta relación de carácter de pederastia y este deseo trastornado de iniciar sexualmente niños son serias disfunciones de la relación educativa >>.
No es por otra parte pura casualidad si los movimientos homosexuales se interesan tanto por la educación sexual de los niños.
La dictadura del sexo tiene esto de particular, con relación a una dictadura basada en la coerción exterior, que no es una sociedad represiva sino una sociedad depresiva. Es lo que demuestra el psicoanalista Tony Anatrella en su libro ‘No a la sociedad depresiva.0 [63] Si la supresión de la libertad del hombre es la propia de una sociedad represiva, la abolición de toda inhibición es propia de una sociedad depresiva. Una sociedad que solo habla de libertad pero nunca de responsabilidad priva el ser humano de la posibilidad de desarrollar su sentido interior de la ley que le es necesaria para estructurar a su personalidad. Es interiorizando el sentido de la ley moral que el niño, el adolescente luego el adulto pueden sublimar sus tendencias naturales para dirigirlos hacia la realización de un ideal.
El diagnóstico de Tony Anatrella sobre nuestra sociedad probablemente liberada es el siguiente:
< < La revolución sexual no tuvo lugar en el sentido de una mayor calidad en las relaciones entre los hombres y las mujeres: sobre todo liberó la sexualidad infantil, aquella de los impulsos parciales - el exhibicionismo, el fisgoneo, el masoquismo, el sadismo, la pederastia, la homosexualidad, la masturbación, así como la denegación del sentido de la ley >>.
Según Anatrella, la crisis moderna es una crisis esencialmente del Idealidad, es decir, del sentido de la vida. Sin ideales, el individuo se convierte en depresivo. Se repliega sobre sí mismo. Incapaz de dar un sentido a la sexualidad que supera el simple placer carnal, nuestra cultura propone un sexo pálido, sin sabor, y recurre constantemente a la escalada para estimular el sentido erótico desengañado.
Como para confirmar lo que dice Anatrella, la revista el Punto escribía el 7 de diciembre de 1991:
< < Veinte años después de la liberación de la mujer, los sexólogos se asombran de ver afluir a una nueva clientela: hombres y mujeres a priori equilibrados, más bien satisfechos de su éxito profesional, abiertos en su vida social, pero incapaces de comunicar con su cónyuge. El síntoma que describen es casi siempre el mismo: la ausencia de deseo >>.
El famoso psicoanalista Victor Frankl, por su parte, mostró cómo una importancia excesiva otorgada al sexo encubre un "vacío existencial", es decir, una angustia profunda debida a una falta de sentido en la vida. Contrariamente, una sociedad que sobrestima el sexo causa, en el psiquismo colectivo, un estado depresivo caracterizado por la falta de ideal, el pesimismo y el individualismo.
Es interesante observar el deslizamiento que tuvo lugar desde el movimiento de liberación sexual de los años sesenta hasta hoy. Se pasó de una cultura que profesaba liberar el sexo de la represión social a una cultura de la trasgresión sexual. En otros términos, la liberalización de la pornografía se basaba en la idea de un sexo natural, mientras que hoy se observa una búsqueda de un sexo cada vez más artificial, trasgressional, violento.
Por ejemplo, en el ámbito de la cultura adolescente, se pasó del tiempo de los hippies al tiempo de los ídolos transexuales como Madonna y Mickael Jackson, figuras sexualmente dudosas, o incluso francamente transsexuelles, que transmiten a los jóvenes una total confusión sobre la identidad de los géneros.
En el ámbito del erotismo y la pornografía, es también importante reconocer la continuidad que existe entre la legalización de la "prensa rosa" clase Playboy, a partir de los años cincuenta, incluso el erotismo de un David Hamilton, muy valorado hasta en los años setenta, y la invasión hoy de la pornografía sadomasoquista, infantil y homosexual.
Cuando se trata el sexo como algo puramente natural que es necesario liberar de los tabúes sociales, sin reconocer el poder extraordinario del sexo, se es víctima de una suave ilusión que cuesta caro. Pronto, el sexo muestra su poder destructivo. Resulta que no se limita a ser "natural", se vuelve salvaje. Reivindica el derecho a infringir su propia naturaleza y produce los peores horrores.
Se puede hacer un paralelo entre la historia de un individuo que se entrega al consumo de pornografía y la historia de una sociedad que autoriza, o incluso promueve, la pornografía
. En el caso de un individuo, se ha visto que la pornografía - pero en realidad toda forma de sexualidad vivida de acuerdo al método egoísta y compulsivo - actúa como una droga, que, etapa por etapa, lleva al individuo hacia la degeneración de sí mismo y de su pareja si tiene una y, en el peor de los casos hasta la criminalidad sexual. En el caso de una sociedad, el principio es el mismo. Una sociedad que suprime todas las prohibiciones, una cultura que erotiza con exceso, en fin, una sociedad de consumo sexual se mueve hacia una cuesta que se vuelve cada vez más difícil de rectificar, y que, etapa por etapa, la lleva hacia la decadencia, con tipos de criminalidad creciente, un clima depresivo y la destrucción del tejido familiar y social.
No se debe subestimar las consecuencias de la permisividad y la inmoralidad de la cultura para el clima depresivo que caracteriza a nuestra sociedad. No se debe tampoco subestimar el papel determinante de la pornografía y la apología del sexo adultero que hacen los medios de comunicación de cara a la crisis profunda que sufre la familia. Como el escribe Pedro Debray:
< < La crisis que vivimos solo es política, económica o cultural secundariamente. Es en primer lugar, y sobre todo, es una crisis de los valores, que se asemeja mucho a aquélla que ha vivido el Imperio romano y de la cual que debía morir, mucho más que de las "invasiones de los bárbaros", el mundo antiguo >>.
Numerosos historiadores comparten esta interpretación de la caída del imperio romano, que si no sigue siendo un misterio. El famoso historiador inglés Arnold Toynbee, por ejemplo, que estudió todas las grandes últimas civilizaciones, ha concluido que su decadencia siguió siempre el mismo esquema en tres tiempos:
1. Inicialmente la decadencia y la corrupción de la religión que originalmente había presidido a la fundación de la civilización;
2. en un segundo momento la degradación de la moral, privada de fundamento religioso;
3. en un tercer tiempo el hundimiento de las estructuras sociales, económicas y políticas.
A partir del primer siglo de nuestra era ya comienza la segunda fase de la decadencia de Roma (se puede datar el principio de la primer fase de la institución del culto del Emperador y la infiltración masiva de los cultos a misterio decadentes u orgiásticos). Los mismos fenómenos que caracterizan hoy nuestra decadencia moral se extendían, aunque a una escala menor, comenzando a minar la fibra social del imperio. Da prueba esta crítica de Séneca sobre su tiempo:
< < Ninguna mujer necesitaba avergonzar y enrojecer por romper su matrimonio puesto que las más famosas damas vienen a contar sus años no por los nombres de los cónsules, pero por los de su maridos. Se divorcian para casarse de nuevo y se casan de nuevo para re-divorciarse >>.
Pablo, en la epístola a los Romanos (1:18-32), escribía con respecto a los Romanos:
< < Intercambiaron la verdad de Dios contra la mentira, adoraron y sirvieron la criatura en vez del Creador... Esta es la razón por la que Dios los entrego a pasiones que degradaban: sus mujeres intercambiaron los relaciones naturales por relaciones contra naturaleza; los hombres del mismo modo, que abandonaban los relaciones naturales con la mujer, se encendieron de deseo los unos para otros, cometiendo la infamia de hombre a hombre y recibiendo en ellos en persona el justo salario de su extravío... >>
Tenemos derecho a preguntarnos si no vivimos nosotros también, hoy, la decadencia del Occidente. Después de la decadencia de la religión cristiana que la había fundado, luego la decadencia moral, nosotros somos cada vez más impotentes hoy para controlar la corrupción de todas las estructuras sociales y la depresión económica. Si el análisis del historiador Toynbee es verdadero, nada podrá salvar nuestra civilización de la miseria y de una vuelta a la crueldad excepto un renacimiento de los valores morales y del ideal del matrimonio.
Cuando hay corrupción, hay a la vez corruptores y corrompidos. Ambos son culpables y responsables. Lo mismo sucede para la corrupción de nuestra sociedad por el sexo.
Los corruptores de la moralidad son las minorías que militan activamente contra todos los valores morales y luchas por el desarrollo de los métodos de vida permisivos. Son en primer lugar por supuesto los negociantes de sexo que viven, y a veces hacen fortuna, de la pornografía y la explotación sexual. Son movimientos también como algunos movimientos de homosexuales, partidarios incondicionales de la libertad sexual a toda edad. Son los medios de comunicación finalmente y un gran número de intelectuales, de los tiempos de los sesenta para la mayoría, que encuentran ventajoso para ellos el presentarse sistemáticamente como partidarios de la libertad sexual. Citemos, por ejemplo, a autores como Gabriel Matzneff, que presenta abiertamente sus violaciones de niños y cuyos escritos son un estímulo incesante a la pederastia. En nombre de la literatura, se publican sus obras. La alabanza literaria que se otorga a autores abiertamente pederastas como Jean Genet es no menos escandaloso. ¿Y que decir de la introducción de la obra del Marqués de Sade en la colección prestigiosa de la Pléyade en 1991, mientras que era aún prohíbe de publicación hace aún 40 años? ¿No hay de la parte de esta cultura que glorifica la inmoralidad una complicidad con los horrores que sufren niños y mujeres para satisfacer las fantasías que despierta?
La mayoría silenciosa es ampliamente responsable por el simple hecho de no protestar antes los funcionarios elegidos, y también por el hecho de consumir. La mayoría de los padres, en Francia, desaprueba la invasión del sexo en la calle, en la escuela y en la televisión; están preocupados de ver crecer a sus niños en una sociedad donde se ridiculizan los valores morales que ellos les enseñan. Sin embargo, mucho entre ellos, por pereza y por inconsciencia, en parte admiten la influencia y son seducidos por el erotisacion de nuestra cultura. Por ejemplo, numerosos padres consumen de la pornografía, o aprecian las películas eróticas. El volumen de negocios del porno lo prueba.
Es urgente alertar la opinión pública, para que la gente resista a la seducción perniciosa de los negociantes de sexo, que son los dictadores de nuestra sociedad. Para que los padres, sobre todo, se den cuenta que su propia integridad moral es su primera responsabilidad frente a sus niños, ya que son, para bien y para mal, los primeros modelos para sus niños. ¿Cuántos padres, hipócritamente, toleran la pornografía en su vida, negando al mismo tiempo a ver que contribuyen así a un fenómeno que tiene consecuencias dramáticas sobre los niños?
En primer lugar, sean incorruptibles. Resistamos a la seducción de los negociantes de sexo en toda clase. No dejemos que nos roben poco a poco nuestro sentido del pudor y la dignidad de la sexualidad. No juguemos con nuestra conciencia. No comprometamos nuestros valores. Eso pide mucha fuerza.
Si somos padres, es nuestra integridad que es la más segura protección para nuestros niños. Debemos también velar por proteger a nuestros niños de la influencia que deterioran la cultura moderna. No dejen que esta cultura les de la educación sexual. Los padres deben asumir esta responsabilidad de hablar a sus niños de la vocación verdadera de la sexualidad, alimentarlos con un alto ideal de la familia y el amor verdadero, y ponerlos en guardia contra las falsificaciones.
A continuación, si lo podemos, se involucren activamente en la sociedad. Las leyes que aparentemente han de protegernos de la pornografía existen. Aunque las autoridades públicas las ignoran, estas leyes no se derogaron nunca, por la simple razón que se derivan de la sensatez misma y que su fundamento salta a los ojos. Ante nuestros alcaldes, consejeros generales, diputados, podemos intervenir para protestar contra los abusos que existen en nuestros municipios. Basta con escribirles recordándoles la ley (véase más abajo).
Por otra parte, antes de votar por un cargo local, le pidan se exprese claramente sobre el tema de la pornografía. La política que se ha convertido en el arte de hablar lo más posible diciendo lo menos posible. Obliguemos a nuestros políticos a expresarse sobre este tema. Al mismo tiempo, hagámosles saber nuestra opinión. Poco a poco, al partir de un nivel local, podemos cambiar la normativa al nivel nacional.
Se puede también, simplemente, pedir a los comerciantes que venden de la pornografía de retirar estas revistas de su vitrina. Estas simples acciones son a menudo eficaces. Lo importante es no ser pasivo, manifestar nuestra opinión.
Nota: Usted tendrá que averiguar qué leyes de su país pueden utilizarse para defender la vida, a los jóvenes y a los niños. Si dispone de información al respecto, por favor, compártala con nosotros para publicarla aquí. Estará usted ayudando a otros.
En nuestro país (se está hablando de Francia y las sugerencias pueden aplicarse en su país; para ver otras sugerencias más arriba), los textos existen, incluso si no se aplican, permiten combatir eficazmente la proliferación de la pornografía. Todo ciudadano puede, en su ciudad, pedir al municipio, a la policía o a la gendarmería, de hacer retirar los carteles o escritos licenciosos. Todo alcalde puede dar el ejemplo de una voluntad de frenar el fenómeno, ejemplo susceptible de hacer escuela a nivel nacional.
Se trata de los artículos 283 a 290 del Código Penal relativos a < < ofensas a las buenas costumbres cometidas por medio de la prensa y el libro >>. Estos artículos, cuya redacción se remonta a las leyes 29 de julio de 1957, se redactan en los términos más extensivos para prohibir - y castigar de prisión hasta 2 años, o de multa hasta 30.000 F – a todas las personas que habrán ayudado a la visualización, a la impresión, a la venta ambulante, etc. de todas las formas de escritos, imágenes, sonidos posibles, contrarias a las buenas costumbres. El artículo 286 trata de la agravación de penas en caso de repetición, y prevé penas profesionales de prohibición respecto a los profesionales de la prensa.
Las asociaciones de tipo familiar, pero a la doble condición que se hayan autorizado se hayan sido reconocidas como de servicio público y especialmente por el Ministerio de Justicia, pueden llevar partes civiles (es decir, ejercer los derechos del demandante) ante los Tribunales Correccionales contra los autores de los delitos.
No obstante, al mismo tiempo que concede esta facilidad de procedimiento, el Código Penal (artículo 289) ha limitado considerablemente los derechos de los particulares para obtener una condena. En efecto, cuando la ofensa a las buenas costumbres se constituye por medio de un libro o de un Diario, las actuaciones judiciales no pueden producir hasta después que haya emitido opinión favorable de una comisión especial compuesta de altos magistrados (decreto de 24.08.60; arte D8 a D13 del Código Penal). Esta disposición tiene pues como efecto unificar a nivel nacional una determinada definición y una determinada jurisprudencia de < < buenas costumbres >>. Se da por conocido que esta unificación se realizó desde abajo, en los años 70, por el abandono progresivo del salvaguardia antes comúnmente aceptada.
Existen, no obstante, otra serie de textos especiales. La ley de 16.07.1949, relativos a las publicaciones destinadas a juventud, da al Ministro de Interior el poder (artículo 14 de la ley, como modificado por una ley de 4.01.1967) de poner en una lista especial todos los escritos, publicaciones periódicos o no, que considera peligroso para juventud (es decir, para los jóvenes menores de 18 años). El Ministro solicita por otra parte el dictamen de una comisión especial. En cuanto a los escritos contemplados se refieren a la lista (publicada en el Diario Oficial), no pueden ya venderse en los quioscos o por los vendedores de periódicos, y ninguna publicidad puede hacerse en las calles. En principio, esta lista supone acoger todos los escritos o imágenes que exponen las relaciones sexuales en lo que tienen de más intimo.
Estas publicaciones, antes completamente prohibidas, solo están a la venta en principio en el < < sex-shops >>. Sujetas a un elevado tipo de IVA, estas publicaciones < < claramente X >> o pornográficos en realidad en principio se aíslan del resto de la prensa y se relegan en lugares inaccesibles a los menores.
No obstante este principio sufre hoy un ataque debido al hecho de que el límite entre publicaciones < < X >> y publicaciones < < no x >>, supuestos haber sido colocado claramente al origen, mucho se esfumó. En cuanto a la imagen, un número creciente de publicaciones, en venta libre, en primer lugar expuso los órganos sexuales, antes de sugerir, luego de mostrar de manera cada vez más realista, como es el caso actualmente, la relación sexual misma. Según los criterios especialmente amplios y permisivos del Ministerio de Interior, tales imágenes están incluidas también en la etiqueta < < X >>. Y con todo, son completamente libres al acceso.
Resulta del artículo R.38-9deg. del Código Penal que < < los que habrán expuesto o habrán hecho exponer en la vía pública o en lugares públicos carteles o imágenes contrarios a la decencia...>> se castigarán de una multa de 600 F a 1200 F inclusive y podrán serlo, además del encarcelamiento durante cinco días o más.
Del mismo modo, el artículo R.38-9deg. del Código castiga con penas similares < < los que habrán enviado, sin solicitud previa del destinatario, distribuido o hace distribuir a domicilio o en lugares públicos todos los prospectos, escritos, imágenes, fotografías u objetos cualesquiera contrarios a la decencia >>.
A diferencia de los dos precedentes, estos textos no supeditan el compromiso de actuaciones judiciales, o la retirada física de los carteles u otras publicaciones, a una decisión tomada, al nivel nacional, por una comisión especial o por el Gobierno. Se trata de textos a disposición de un alcalde, de un Comisario de policía, de la gendarmería a nivel local. Lo mismo vale decir que, por medio de estas autoridades inmediatamente contactadas, estos textos están al alcance de todos los Franceses.
Todo ciudadano puede, en su ciudad, pedir a su alcalde, a la policía o a la gendarmería hacer retirar los carteles o escritos licenciosos. Estas autoridades pueden elaborar un acta de la infracción si se continúa y comprometerlas, o hacerlas comprometer, actuaciones judiciales contra sus autores sobre el fundamento de los artículos antes citados. En vano mantendrá que el carácter solamente local de estas infracciones, adjuntados a la debilidad de dolores que los sancionan, permanecerá sin consecuencias prácticas.
Es, en verdad, el contrario. El abandono de las actuaciones judiciales y condenas contra los editores de obras pornográficos no se decidió a nivel nacional. Este abandono fue progresivo: se hizo en una ciudad, luego en dos, antes de que < < el ejemplo >> del laxismo gane, progresivamente, la nación entera.
Un fenómeno idéntico, pero al revés, podría - y debería - producirse mañana: el ejemplo de un alcalde valiente inspirará a otro, luego a otro. Sólo la determinación de las autoridades locales dará a las autoridades políticas la voluntad de reaccionar a su vez contra prácticas que la ley, si siguió siendo inaplicada, nunca ha dejado de castigar.
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