El sindrome de Ekbom
En 1896 Perrin describió este síndrome en tres pacientes llamándolo neurodermatitis parasitofobica, pero fue en 1938 cuando Karl Axel Ekbom un neurólogo, estructura sus causas, patogenia y pronostico, por lo cual lleva el nombre de Síndrome de Ekbom.
Este síndrome es una psicosis de ansiedad y rascado que el paciente experimenta por una supuesta parasitosis, donde aseguran que están infestados de ácaros, liendres, pulgas, vermes intestinales, entre otras. Se han descrito tres tipos:
- ECTOPARASITARIA: sienten los parásitos en la piel.
- ENDOPARASITARIA: sientes los parásitos en los órganos internos.
- MIXTA.
Los pacientes se presentan en el medico con lesiones de rascado, prurito y fobia a los parásitos, debe hacerse un diagnóstico diferencial antes de etiquetar al paciente en este síndrome. Lo podemos clasificar en:
SINDROME PRIMARIO se presenta como una psicosis hipocondríaca monosintomática que se manifiesta como un delirio monotemático fijo, en ausencia de esquizofrenia, trastorno afectivo primario o trastorno mental orgánico con personalidad conservada y sin deterioro psicótico.
SINDROME SECUNDARIO: se relaciona con diferentes enfermedades como son la esclerosis multiple, trastornos neurodegenerativos, Parkinson, demencia vascular, accidentes cerebrovasculares, traumatismos, tumores o infecciones del SNC, HIV, tuberculosis sistémica, diabetes mellitus, neuropatías periféricas, cáncer linfático, lupus eritematoso, artropatías severas, hiperbilirrubinemia, insuficiencia cardiaca congestiva, intoxicaciones a fármacos, adicciones al alcohol, cocaína, anfetaminas, etc., y diversos trastornos psiquiátricos.
Es un problema muy frustrante para la dermatología, ya que el paciente no tiene ningún problema médico. Por lo que el dermatólogo debe enviar al paciente con un psiquiatra para confirmar el diagnóstico, clasificar las causas, prevenir el daño y dar un tratamiento y seguimiento adecuado.
También pueden utilizarse medicamentos como la Pimozida, antipsicóticos, antidepresivos o inhibidores.
¿Cuál es la receta para la salud mental y el bienestar? San Agustín lo expresó así: «Mi alma no tiene descanso hasta que reposa en ti.» La Biblia es el libro fuente sobre esta cuestión. El principiante encontrará la mejor receta para la paz en el Evangelio de Juan, capítulo 3, versículos 1 al 21, y la mejor instrucción para mantener la paz mental en Filipenses capítulo 4, versículos 4 al 9.
El planteamiento defendido en la obra The Psychological Way/The Spiritual Way, por el doctor y la señora Bobgan es triple:
Hablar/escuchar Confesión/aceptación Reflexión/comprensión
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos ni en silla de escarnecedores se ha sentado, antes en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Y será como árbol plantado junto a arroyos de agua que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae”.
(Salmos 1:1–2)
• “¿Quién está calificado para ser un buen consejero bíblico?”
—El cristiano que tiene una relación personal con Dios, que está comprometido profundamente con Jesucristo y que vive bajo la dirección del Espíritu Santo está calificado para consolar y animar a los demás.
—La persona que ha buscado y recibido personalmente el consuelo divino
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. (2 Corintios 1:3–4)
—La persona que ama a Cristo y se preocupa por las necesidades espirituales de los demás
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6:2)
—La persona que debido a su estudio cotidiano de la palabra de Dios puede manejar la verdad con exactitud
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2 Timoteo 2:15)
—La persona que ha sido llamada por Dios para aconsejar a otros
“Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. (1 Tesalonicenses 5:24)
• “¿Cuál es la principal responsabilidad del consejero bíblico?”
—Para que la consejería sea efectiva en verdad, el consejero debe tener una relación sincera con Jesucristo, compañerismo con él y buscar la voluntad de Dios a través de su palabra.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15:5)
“¿Quién está calificado para ser un buen consejero bíblico?” —El cristiano que tiene una relación personal con Dios, que está comprometido profundamente con Jesucristo y que vive bajo la dirección del Espíritu Santo está calificado para consolar y animar a los demás. —La persona que ha buscado y recibido personalmente el consuelo divino “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. (2 Corintios 1:3–4) —La persona que ama a Cristo y se preocupa por las necesidades espirituales de los demás “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6:2) —La persona que debido a su estudio cotidiano de la palabra de Dios puede manejar la verdad con exactitud “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2 Timoteo 2:15) —La persona que ha sido llamada por Dios para aconsejar a otros “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. (1 Tesalonicenses 5:24) • “¿Cuál es la principal responsabilidad del consejero bíblico?” —Para que la consejería sea efectiva en verdad, el consejero debe tener una relación sincera con Jesucristo, compañerismo con él y buscar la voluntad de Dios a través de su palabra. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15:5)