sábado, 24 de julio de 2010

Razones Para... querido ladrón...


RAZONES PARA... QUERIDO LADRÓN...
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Jesús nació mongólico
Hace ya varios años, un matrimonio amigo esperaba el nacimiento de su quinto hijo por las vísperas de Navidad. Era, pensaban, la fecha ideal para nacer. Y habían decidido que se llamaría Jesús, si era niño, o Belén, si era niña. Nació niña. Pero nació.
Me he detenido a tiempo. Iba a escribir la mayor de las barbaridades. Iba a decir «pero nació mongólica», como si, al serio, fuera menos total y magníficamente humana Escribiré.- Nació niña. Y, además, nació mongólica, Sé que ese «además» glorificante extrañará a algunos. Pero no a mis amigos, que recibieron aquel
nacimiento como un dolor enorme, pero también como una gran bendición. Seis años después siguen creyéndolo. El otro día, en una entre- vista, contaban que no recibieron aquel nacimiento como una catástrofe, que descubrieron que «el fallo de la naturaleza es una gran lección, una gran tarea y un claro camino», que en aquellos días «todo fue un volcarse de los amigos», y que, con el paso de los años, han ido descubriendo que un hijo deficiente «es una verdadera mina de riqueza humana y espiritual», porque «centra a los progenitores como padres y como esposos: inspira y purifica. Une a la familia. Es fuente de cariño y generosidad». Porque estos niños, que parecen incompletos, en realidad «son enormemente afectuosos, receptivos. Se convierten en centros de unión. Familias hay que andaban en sus más y sus menos, y el hijo subnormal les ha proporcionado energías y ha sido el definitivo punto de reencuentro y de armonía. No hay egoísmo que pueda soportarse a sí mismo ante el hijo deficientesTranscribo estas líneas con admiración y pudor sagrado, como quien anda por un hospital, como quien toca una reliquia. Porque nada hay que me impresione más que el santo dolor de los niños. Sin embargo, lo que mi amigo cuenta lo he comprobado ya docenas de veces con otros que viven una historia semejante. Reconozco que no siempre ocurre así y que en este campo influyen casi definitivamente factores de fe, de educación y de economía. Sé de familias que se han destruido al recibir un hijo deficiente. Pero confieso que conozco muchas más que, a través de él, se han visto purificadas, multiplicadas, que han encontrado en esos niños la fuente de las mejores ternuras.

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