Santiago: Introducción Santiago: Una Epístola General
La epístola de Santiago pertenece a la categoría de escritos bíblicos denominados epístolas generales:
—Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan y Judas.
Algunas de estas epístolas, sin embargo, carecen de una dedicatoria; en el caso de Hebreos y 1 Juan también falta el nombre del escritor. Santiago nos da su nombre, el nombre de los destinatarios y su saludo. Comparada con las otras cartas canónicas, la epístola de Santiago también parece ser una epístola genuina.
1. Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus dispersas entre las naciones: Saludos.
El encabezamiento de la epístola varía desde “la Epístola Universal de Santiago” (RVR), hasta “Epístola de Santiago” (BJ) y “Carta de Santiago” (VP-DHH y otras). Los eruditos sostienen que los encabezamientos de los libros del Nuevo Testamento fueron añadidos más tarde, supuestamente en el siglo dos.
La evidencia de los manuscritos acerca del encabezamiento de Santiago es diversa. Por ejemplo, algunos manuscritos (P, 33, 1739, y otros) tienen esta sobreinscripción: “La Epístola General de Santiago el Apóstol”. Otras son aún más elaboradas: “La Epístola General del Santo Apóstol Santiago”. Y aún otras tienen simplemente “La Epístola de Santiago”.
La iglesia antigua, especialmente en el Oriente (Egipto), aplicaba la siguiente regla general: “Un libro tiene que ser apostólico para ser canónico” ¿Fué Santiago un apóstol? En realidad, él no reunía los requisitos que se le aplicaron a José Barsabás y a Matías (Hch. 1:23).
Los apóstoles debían ser discípulos de Jesús desde su bautismo hasta el día de su ascensión. Pero Santiago no creyó en Jesús (Jn. 7:5) hasta que Jesús se le apareció durante el período de cuarenta días entre su resurrección y su ascensión (1 Co. 15:7).
De allí que algunos escribas de los primeros siglos de la era cristiana tratasen de evitar el problema de la canonicidad de la epístola de Santiago. Ellos identificaron a Santiago como apóstol en el encabezamiento de la epístola. Pero los encabezamientos, meras obras humanas, no son inspirados. La iglesia aceptó la epístola como canónica a nivel local, y con el pasar del tiempo los concilios de la iglesia reconocieron su canonicidad.
¿Es la carta de Santiago una epístola?
La iglesia siempre la ha considerado como una epístola. En otras palabras, la voz de la tradición habla con fuerza a favor suyo. La dedicatoria lleva el nombre y la posición del escritor. Además, el escritor se dirige a los destinatarios identificándolos como “las doce tribus dispersas entre las naciones.”
La introducción a la epístola es entonces el equivalente de un sobre que muestra los nombres y direcciones del remitente y de los destinatarios. Sin embargo, la pregunta acerca de si este documento es una epístola es válida. Esperaríamos, por ejemplo, que el escritor dijese algo acerca de sí mismo en la epístola. El último capítulo termina en forma algo abrupta sin los saludos habituales.
Es más, aparte del versículo introductorio ( Santiago 1:1 ), el lector se encuentra con que el comienzo de la carta es tan abrupto como su conclusión. Sin embargo, este escrito muestra rasgos de ser una carta en el modo directo en que se expresa. El escritor le habla a sus oyentes y lectores. Por ejemplo, usa el modo imperativo cincuenta y cuatro veces. Tiene, además, un grupo definido de gente en mente al escribir la carta. Notamos los siguientes puntos:
a. “Santiago”.
El escritor se identifica usando su nombre de pila, Santiago (en el griego dice “Jakobos”). La aparición frecuente de este nombre en el Nuevo Testamento atestigua su uso popular. Tenemos a Santiago, el hermano de Juan hijo de Zebedeo, que fue muerto (Hch. 12:1–2). Y están Santiago, el hijo de Alfeo (Mt. 10:3 y paralelos), Santiago el padre del apóstol Judas (no el iscariote [Hch. 1:13]), y “Santiago el joven” (Mr. 15:40) que son virtualmente desconocidos. Judas menciona que es hermano de Santiago (Jud. 1), y finalmente está Santiago, el hermano de Jesús.
Los eruditos están de acuerdo en que el escritor de la epístola es el hermano de Jesús (Mt. 13:55). Santiago se transformó en dirigente de la iglesia madre de Jerusalén después de la partida de Pedro (Hch. 12:17), fue uno de los oradores en el Concilio de Jerusalén (Hch. 15:13–21), y fue una “columna” de la iglesia, a quién Pablo presentó su informe acerca de su experiencia como misionero (Gá. 2:2, 9; Hch. 21:18–19).
Santiago se identifica a sí mismo como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Esta designación nos recuerda las palabras de Jesús: “El Hijo de Hombre no vino a ser servido sino a servir” (Mt. 20:28).
Santiago pudo haber dicho que era hermano del Señor. En lugar de ello escoge el término siervo con toda humildad, aun cuando ocupa una posición de autoridad en la iglesia. Santiago es un siervo de Dios y del Señor Jesucristo, dispuesto y obediente. En realidad, él es un esclavo, no por necesidad ni por fuerza sino por elección. El reconoce a Jesús como Señor de su vida.
b. “Doce tribus”.
Que la carta de Santiago es la más judía de todas las epístolas del Nuevo Testamento se evidencia ya en el encabezamiento: “a las doce tribus dispersas entre las naciones”. Santiago dirige su epístola a gente de estirpe judía que vive fuera de Israel, “entre las naciones”. Estos son los judíos de la dispersión (Jn. 7:35).
Después de la deportación de las diez tribus desde Israel hacia Asiria (2 R. 17:6), del exilio de las dos tribus en Babilonia (2 R. 25:11), y después de otras ocasiones, miles de judíos vivían fuera de las fronteras de su patria.
Lucas enumera todos los lugares mundo del siglo primero donde recidían “judíos piadosos de toda nación” (Hch. 2:5, 9–11). Estos judíos devotos vinieron a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, oyeron el evangelio de Jesucristo, se convirtieron, y volvieron a sus lugares de residencia. Los que se quedaron en Jerusalén fueron perseguidos y expulsados después de la muerte de Esteban (Hch. 8:1; 11:19).
Santiago se dirige a los cristianos judíos que viven en lugares fuera de Jerusalén. Pedro también envía su primera epístola a “los escogidos de Dios, extranjeros en el mundo, dispersos a lo largo del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 P. 1:1; bastardillas añadidas). Santiago, sin embargo, es más general. El escribe a los creyentes judíos que viven en la dispersión.
No hay en ninguna parte de la epístola especificación alguna de que él se refiera a cristianos gentiles. No obstante, el mensaje de su carta también les habla a ellos.
c. “Saludos”.
Tanto el hecho que el destinatario sea el Israel espiritual que está en la dispersión como el simple saludo parecen apuntar a una etapa primitiva del desarrollo de la iglesia. Si tenemos en cuenta todo lo que los peritos pueden determinar, esta epístola podría ser la más antigua de los veintisiete libros del Nuevo Testamento.
Quizá Santiago escribió su epístola aun antes de que se reuniese el Concilio de Jerusalén en el año 49 después de Cristo.
Da la impresión de que fue Santiago quien escribió la carta que dicho concilio le envió a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria, y Cilicia; él comenzó dicha carta con la misma escueta salutación: “Saludos” (Hch. 15:23). Santiago emplea la manera griega de saludar a los lectores, ya que vemos que Claudio Lisias utiliza la misma palabra en su carta al Gobernador Féliz (Hch. 23:26).
Consideraciones Practicas acerca de 1:1
Si alguien conoció bien a Jesús, probablemente Santiago haya sido esa persona. Santiago y Jesús crecieron juntos en la misma familia; comieron juntos, jugaron juntos y trabajaron juntos.
Después de su resurrección, Jesús se le apareció a Santiago, que en ese momento estaba solo (1 Co. 15:7). Y si hubo alguna persona que con derecho propio pudiese llamar a Jesús “mi hermano”, tal persona era Santiago.
Santiago evita jactarse. Con toda humildad él se identifica como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos y hermanas (Heb. 2:11).
Nosotros, sin embargo, hacemos bien si seguimos el ejemplo de Santiago y nos llamamos a nosotros mismos siervos de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.
Palabras, frases y construcciones griegas en 1:1
Ἱάκωβος —esta es la forma helenizada del nombre Ἱακώβ que se encuentra en el Antiguo Testamento.
τῇ διασπορᾷ —procedente del verbo compuesto διασπείρω (disperso), este sustantivo puede significar o que los lectores estaban siendo dispersos o que ya habían sido dispersados.
χαίρειν —este verbo en presente activo infinitivo aparece tres veces en el Nuevo Testamento al comienzo de una carta (Hch. 15:23; 23:26; Stg. 1:1) y significa “saludos”. Es necesario suplir la palabra λέγει; es decir, Santiago dice: “Saludos”. El infinitivo funciona como imperativo.