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martes, 31 de mayo de 2016

Estén siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿Con qué criterio puedo juzgar a la Palabra de Dios?

APOLOGÉTICA: LA BATALLA POR LA FE
Me atreví a tomar “Introducción a la filosofía” en mi primer año en la universidad. En su primer día de clases el profesor comenzó con la siguiente pregunta: “¿Cuántos de ustedes creen en Dios?” De los casi 200, solamente la mitad de los alumnos levantamos la mano. 
Entonces declaró el propósito de su curso: “Espero que para el término del semestre, ¡hayan visto que no existe ninguna razón para creer en Dios!” 
Mientras estudiaba los argumentos tradicionales para la existencia de Dios, comencé a darme cuenta de que todos se podían cuestionar, y mi fe empezó a tambalear. Cuando conversaba con mi hermano mayor, quien estaba en la misma clase, ninguno de los dos decía lo que realmente estaba pensando, y nos despedíamos siempre con un débil intento por encubrir nuestras dudas, diciendo cosas como, “Bueno, supongo que tienes que aceptar a Dios por fe.” 
Salía a caminar para pensar en todo esto: ¿Existe Dios realmente, o llegó todo a existir por un proceso de evolución? Lo probé también al revés: Supongamos que Dios no existe. ¿Puedes probar que no existe? Y si no existe, ¿por qué debo ser bueno en vez de malo? ¿Por qué estoy aquí en realidad? Empecé a sentir que mi vida era como un cuaderno de apuntes desordenados y sin título.

Una noche me acosté en el césped de un cerro de la universidad y miré las estrellas. Había millones de ellas, todas resplandecientes como diamantes, y sentí tanto la grandeza del universo como mi propia pequeñez. De pronto supe que Dios estaba allí. Empecé a orar diciendo, “Señor, no lo puedo probar con argumentos, pero sé que estás allí. Haz lo que sea necesario para ponerme en el camino correcto.” Sentía que era como un tren descarrilado que necesitaba un empujón fuerte para volver a enrielarse. Esa noche me fui caminando a mi habitación con una sensación de gozo y paz que nunca antes había experimentado en toda mi vida. No solamente sabía que Dios existía; ¡conocía a Dios!

Estuve bastante bien durante los dos años siguientes, creciendo en mi fe. Mi pastor me enseñó a estudiar la Biblia, a orar, y a compartir mi fe. Luego, durante el tercer año fui a Alemania en un programa de intercambios, período en el que tuve poco compañerismo y en el que tuve conversaciones inquietantes con algunos Testigos de Jehová. Me hicieron dudar de la Trinidad y de la divinidad de Jesús. 

Lo peor era que mi hermano, quien todavía no se recuperaba de las dudas generadas por las clases de filosofía, me escribía cartas desafiando mi fe. Cuando volví a los Estados Unidos para mi último año de universidad, le dije a mi pastor que todavía era un cristiano, pero que no estaba seguro de la Biblia, ni de la divinidad de Jesús. Él me leía pasajes de la Biblia para mostrarme que era inspirada. Yo respondía que este era un argumento circular. ¿Cómo podía usar la Biblia para mostrar que la Biblia era verdad?

Sabía que estaba en un oscuro callejón sin salida, y me asustaba. Usaba el método de Descartes, aceptando solamente aquello de lo que no pudiera dudar. Todavía creía en Dios y me decía, “Bueno, Dios existe. Ahora, ¿qué otra verdad puedo construir sobre este fundamento?” ¡Pero aquello no me llevaba a nada! No podía agregar ladrillo alguno sobre el primero. En mi peregrinaje espiritual, empecé a leer los libros de C. S. Lewis y Francis Schaeffer. 

Me ayudaba el hecho de que al menos hubiera cristianos muy inteligentes tratando de contestar las mismas preguntas que yo tenía. Me gustaba lo que presentaba Schaeffer: un sistema completo de verdad en el que cada parte encajaba con la otra y en la que todo se basaba en la Biblia. Decidí que la verdad no era algo que se construyera por piezas, sino un paquete en que todo se sostiene o cae por completo. No estaba totalmente convencido, pero al menos quería creer en la Biblia.

Decidí ir al seminario. No podía seguir sin obtener algunas importantes respuestas. Había visto algunos libros escritos por Cornelius Van Til, y quería estudiar donde él enseñaba. Cuando visité el Seminario Westminster en Philadelphia, uno de los estudiantes me aseguró que sus estudios con Van Til le habían dado tanta seguridad en su fe que estaba dispuesto a conversar con cualquier persona acerca del evangelio, aun con la persona más inteligente del mundo. Dentro de mí pensé, “¡Hombre!, ¡Yo quisiera sentir eso!”

Tengo que confesar que mis primeras clases con Van Til me decepcionaron un poco. Se veía un poco viejo y repetía mucho las cosas. Todos los días dibujaba dos círculos en la pizarra, uno que representaba a Dios y otro que representaba a la creación. Finalmente supe por qué repetía tanto; no era que no se acordara de lo que ya había escrito, sino que ¡teníamos que escucharlo diez veces para entenderlo! 

Su explicación de Adán y Eva en el huerto de Edén penetró definitivamente en mi corazón. Dijo, “Allí estaban, estas dos pequeñas criaturas del Dios Todopoderoso, cavilando, ‘me pregunto…, me pregunto.…, me pregunto… ¿tendrá Dios razón?, ¿o la tiene la serpiente?” Ellos no tenían derecho a cuestionar a Dios, decía Van Til. ¿Con qué derecho? Esto fue el comienzo de la Caída. Fue su pretensión arrogante de que podían erigirse como jueces de la verdad, aun sobre Dios mismo, lo que destruyó todo. “Pero esto es exactamente lo que yo estoy haciendo”, pensé dentro de mí. “¿Quién soy yo para preguntarme si la Palabra de Dios es verdad? ¿Con qué criterio puedo juzgarlo?” 

Una vez más, en lugar de recibir un argumento profundo, ¡necesitaba un profundo avivamiento espiritual. ¡Necesitaba arrepentirme! Pedí perdón al Señor y le dije que aceptaría lo que Él me dijera. Recuerdo que pensé, “Si Dios me dice que la luna está hecha de queso verde, ¡entonces está hecha de queso verde! ¡Tendría que cambiar mi idea de lo que era la luna, el color verde y el queso!” Por supuesto, Dios no dirá algo que tan claramente contradice el uso normal de lenguaje, razón, y observación, pero esta idea expresaba mi nueva actitud de sumisión a Él.

Fue como una segunda conversión para mí. Ahora no solamente mi corazón pertenecía a Dios, sino también mi mente. No puedo explicar en palabras lo importante que fue este cambio en mi vida. Sentí que había sido rescatado de un pantano de arenas movedizas, y puesto sobre una roca.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Salmo 40:2
¿Qué es la apologética?
Cuento mi testimonio, en parte para hacer de la apologética algo más práctico, y en parte para mostrar que nuestra tarea no consiste sólo en presentar un buen argumento lógico. Las dudas tienen que ver con asuntos tanto espirituales como intelectuales. Entonces, ¿para qué escribir otro libro acerca de la apologética? Precisamente porque quiero aclarar la relación entre la lucha intelectual y la lucha espiritual. Quisiera proponer una apologética que integre las distintas formas de abordar el problema, en lugar de enfatizar una sola forma.

Lo primero que debemos entender respecto de la apologética es que no podemos convencer a nadie de ser cristiano de verdad. Si logramos que alguien acepte sólo intelectualmente los postulados de la fe cristiana, sigue sin ser salvo. Para ser salvo la persona tiene que creer personalmente en Jesucristo como su Señor y Salvador. Esto significa confiar personalmente en Él para la obtención de la vida eterna. Aunque, por cierto, esto incluye una aceptación intelectual de la verdad del evangelio, es más que aquello; es un compromiso personal.

 Después de todo, ¿no “sabe” Satanás, en un sentido estrictamente intelectual, que las doctrinas básicas del evangelio son la verdad? (Vea, por ejemplo, Santiago 2:19.) Pero no es salvo, porque le falta un compromiso personal con Cristo. Incluso, ¡él es enemigo de Jesús! Pablo les dice a los corintios que no fue a persuadirlos con palabras de sabiduría humana, sino que fue a predicar a Cristo crucificado. ¿Por qué? Para que la fe de ellos no descansara en sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:1–5
El mayor impedimento del hombre para ser cristiano es su ceguera espiritual, y no su falta de comprensión intelectual. Sin embargo, esto no significa que el razonamiento intelectual no tenga lugar en la apologética. El no creyente ha construido además una muralla de defensa que contiene una mezcla de argumentos y razonamientos. Parte de nuestra labor consiste en romper estas barreras. 
Mientras mantengamos nuestros pies firmemente plantados en las Escrituras, podemos y debemos estar dispuestos a dialogar con el no creyente acerca de cualquier cosa a fin de ayudarle a ver la verdad. Sin ceder en nuestra posición, podemos tratar de entender su manera de pensar, mostrarle sus errores, y demostrar la belleza y la solidez del cristianismo. Pablo usó las Escrituras para “discutir” con los judíos acerca de la resurrección.
Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Hechos 17:2–3
Pedro nos exhorta a estar preparados para ofrecer una “defensa” de la fe y “responder” (NVI) a los que preguntan. La palabra griega es apología (defensa), de donde proviene el término apologética.
… Estad siempre preparados para presentar defensa [apología] con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. 1 Pedro 3:15
Algunas personas necesitan una dosis fuerte de argumentos apologéticos para llegar a Cristo. Por ejemplo, la autora Nancy Pearcey cuenta que su conversión llegó solamente después de que “todas sus propias ideas hubieran sido desmentidas”. Dice que lo único que faltaba era “reconocer que había sido persuadida” y “entregar su vida al Señor de la Verdad”.

Podemos definir la apologética como “la defensa de la fe”, siempre que tomemos en cuenta el hecho de que una buena defensa incluye también una buena ofensiva. Es decir, no solamente debemos responder a las dudas, sino que debemos también descubrir los errores y las contradicciones del pensamiento del no creyente. La meta es “llevar cautivo todo pensamiento a Cristo”.
…Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, … 2 Co. 10:5
La conversión a Cristo es primordialmente un asunto de renovación espiritual- entregando nuestro corazón a Cristo, pero incluye también la sumisión de la mente al Señor. Es el Espíritu Santo que produce este cambio en las dos áreas. El cambio espiritual involucra cambio intelectual, y el cambio intelectural requiere un cambio espiritual. Los dos son inseparables.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2
No podemos separar la apologética de la evangelización. Más aun, la apologética constituye realmente un aspecto de la obra evangelística.

La tarea es gigantesca. Tenemos que entender la manera de pensar del no creyente, tenemos que descubrir los principios bíblicos de la apologética, tenemos que buscar las mejores maneras de defender el evangelio, y tenemos que discernir la forma especial de presentar el mensaje a cada individuo. En esto consiste la apologética.
La oportunidad actual
La época postmoderna en que vivimos nos plantea grandes desafíos, pero también nos presenta grandes oportunidades. Aunque muchas personas no quieren tomar ningún compromiso, sabemos que están profundamente agobiadas por la inseguridad. 
Tienen que enfrentar una vida angustiante, sin significado, sin verdad, sin normas éticas y sin Dios. Lo más probable es que estén ansiosos por escuchar un mensaje de esperanza, de amor, y de certeza. El cantante español, Manolo García, del grupo “El último de la fila”, canta:
No hay deberes que nos llamen
ni doctrinas que seguir.
Las canciones de un grupo popular llamado “System of a Down”, y los comentarios de sus admiradores, nos pueden ayudar a entender cómo piensan muchos jóvenes hoy. Algunas de sus canciones son gritos rabiosos en contra de problemas sociales, tales como la guerra y el genocidio. Tienen especial interés en recordar al mundo del genocidio armenio que ocurrió entre 1915 y 1923, ya que sus abuelos tuvieron que ser testigos de la muerte de muchos familiares.

Detectamos una desilusión con la ciencia que es típica del posmodernismo en canciones como “Science”.
La ciencia no reconoce
El elemento humano más potente
Soltando la riendas al desarrollo
Es la fe, fe, fe, fe
La ciencia ha fallado al mundo
La ciencia ha fallado nuestra madre tierra
El espíritu mueve en todas las cosas
El espíritu mueve en todas las cosas.
Según un observador, el título de la canción “Chop Suey” describe el estilo del grupo, porque tiene “muchas cosas mezcladas”. Es difícil decifrar el sentido de algunas canciones. Trate de darle algún sentido a las palabras de una de sus canciones más populares llamada “Toxicity” [Toxicidad].
Conversión, versión de software 7.0
mirando la vida a través de los ojos del centro de una rueda
comiendo semillas como pasatiempo
la toxicidad de nuestra ciudad, de nuestra ciudad
Tú, ¿qué eres dueño del mundo?
¿cómo eres dueño del desorden, desorden?
Ahora, en algún lugar entre el silencio sagrado
Silencio sagrado y el sueño
en algún lugar, entre el silencio sagrado y el sueño
desorden, desorden, desorden…
¿Qué significa esto? Aparentemente están protestando algún tipo de corrupción, pero en general la estructura de la canción parece fragmentada. Las frases individuales parecen tener sentido, pero al tratar de unirlas, resulta incomprensible. Según un admirador, uno de los miembros del grupo, Daron Malakian, dijo que esta canción se trataba del trastorno por déficit atencional. Es un riesgo tratar de interpretar una canción como esta, pero me pregunto si no están expresando su sentido de desorden (en el mundo cruel de las atrocidades que vivieron sus familares, en la corrupción del mundo de drogas, en la vida en general, o en la perspectiva de una persona con el trastorno por déficit atencional), a través de la estructura desordenada.

Según algunos comentarios que ellos supuestamente han hecho, el grupo System of a Down es bastante tolerante acerca de cómo se interpretan sus canciones. Se cita a uno de sus miembros Serj Tankian, “He escuchado las interpretaciones más extrañas del significado de nuestras canciones, y yo digo, ‘¿Por qué no? ¡Nunca había pensado en eso, pero eso sirve…!’ Creo que el arte verdadero es una reflexión universal, y los artistas son solamente mensajeros de esa reflexión - o en el mejor de los casos, son presentadores competentes.”

A veces no es fácil comunicar nuestro mensaje a la generación actual, porque muchas personas no están muy preocupadas por la coherencia, y realmente no creen en la verdad absoluta. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, deben sentir que debe haber algo de orden y significado en la vida. Además, a muchos de ellos realmente les inquieta lo que sucede en el mundo, y tienen un interés profundo en las cosas espirituales. Necesitamos escucharlos con respeto, desarrollar amistades con ellos, ayudarles a luchar en contra de los problemas sociales, y compartir nuestra esperanza con ellos.
Una de las pinturas más horrendas que he visto se llama “Cabeza VI”, de Francis Bacon (1949). Me refiero frecuentemente a ella porque creo que representa gráficamente la desesperación postmoderna. Muestra a un hombre vestido con atuendo religioso sentado dentro de un cubo. Su nariz está desapareciendo, y desde ahí hacia arriba ya no queda casi nada, excepto dos cavidades donde estaban los ojos y unas manchas negras. La única parte de su cabeza que se ve claramente es la boca, la cual abierta, grita de una manera escalofriante. Bacon mismo escribió, “El hombre ahora es consciente de que es un accidente, un ser completamente fútil que tiene que seguir adelante sin razón.” ¿No cree usted que alguien como Francis Bacon estaría dispuesto a escuchar nuestro mensaje, el cual explica que somos mucho más que un “accidente”?

¿PUEDES CONTESTAR SATISFACTORIAMENTE ESTAS PREGUNTAS?
He anotado algunas de las preguntas más comunes que hacen lo no creyentes. Cuando hago clases de apologética, pido a los alumnos que me cuenten cuáles son las inquietudes más complicadas que la gente les presenta. Normalmente mencionan las mismas. Recuerde las siguientes preguntas; al final del libro volveremos a ellas sugiriendo algunas formas de respuesta.
#1 ¿Cómo puedes probar que Dios existe?
#2 ¿Cómo puedes estar seguro de que la Biblia es la verdad?, ¿No tiene contradicciones y
 errores?
#3 ¿Qué pasa con las demás religiones? ¿Cómo puedes estar seguro de que no son también
 legítimas?
#4: ¿Qué pensar respecto de la teoría de la evolución? ¿No demuestra que la Biblia está equivocada?
#5: ¿Cómo puede un Dios bueno condenar a las personas?
#6: Si Dios es bondadoso y todopoderoso, ¿por qué permite el mal?

Personalmente creo que el desafío más grande para el apologista es el problema del mal. Aquí la batalla se pone sangrienta. Tenemos que estar preparados.

Hace poco vi un programa de televisión llamado “La interrogante acerca de Dios”. Un profesor de Harvard, el Dr. Armond Nicoli, reunió a un grupo de eruditos de distintas creencias religiosas para hablar de las vidas de Sigmund Freud y C. S. Lewis. El primero de estos dos no creía en Dios, pero el segundo sí creía. El grupo analizaba la forma en que la fe, o la falta de ella, afectaba a estas dos personas. 

Al mirar el programa, yo sentía que el panelista que representaba la posición cristiana había hecho un buen trabajo, hasta que empezaron a hablar del problema del sufrimiento. En ese momento, el cristiano se rindió totalmente, confesó que no tenía ninguna respuesta, y dijo que el dilema le inquietaba profundamente. El representante de la revista Skeptic Magazine [Revista de los escépticos] aprovechó el momento y lo dejó en ridículo diciéndole sarcásticamente que debería ser un ateo, puesto que éstos no tienen que luchar con este problema.

Hay un sitio de Internet llamado “Losing my religion” [Perdiendo mi religión] que es administrado por personas que dicen haber sido cristianos anteriormente (aunque yo creo que la fe verdadera no se pierde). Ahora se dedican a desafiar a los cristianos a discutir acerca de su fe. He sentido mucha desilusión al ver actitudes rígidas, insultos vergonzosos y argumentos débiles por parte de los cristianos. 

Por otra parte, desearía ver un mejor trabajo apologético. 

Si tiene estómago para soportar blasfemias, lea las siguientes líneas, las cuales contienen el diálogo entre Darcy West de “Losing my religion” y un cristiano llamado Roger. 

Darcy está luchando con el tema del infierno, comparando a Dios con un padre odioso y con un tirano como Hitler.
Darcy WestRoger, ¿qué opinión tendrías de un padre que le dice a su hijo, “ámame antes de que cumplas seis años, o voy a meterte en el horno para cocinarte”?
Roger: Darcy, Dios no dice eso…dice “Este es el camino para evitar el infierno.
¡POR FAVOR SIGUE ESTE CAMINO!”
Darcy West: ¿Sugieres que el infierno escapa al control de Dios?
Roger: ¿Qué crees tú?
Darcy West: Si el infierno es un peligro sobre el que Dios tiene control, entonces la analogía que utilizas no es válida. En tu ilustración, muestras a un Dios que está tratando de proteger a su hijo de un peligro sobre el cual no tiene control. Sin embargo, en el caso del Dios de la Biblia, el infierno es un peligro que él mismo creó. Sería como si un padre dijera, “No vayas a la calle o serás atropellado por un vehículo”. Luego, cuando el niño va a la calle, el padre mismo se sube a un bus y lo atropella. Si el padre dijera, “Bueno, el niño tomó su propia decisión”, ¿dirías tú que el padre ha hecho lo correcto?
Roger: Darcy, el infierno fue creado para Satanás y sus demonios, no para seres humanos.
Darcy West: Roger, el padre abusivo compró el horno para hacer galletas, pero si lo usa para hornear a sus hijos, ¿estará libre de culpa?
Al final del diálogo, Roger cae en la trampa de Darcy, admitiendo que sería mejor no adorar a tal tirano. Así Darcy cree que ha ganado el argumento.
Darcy West: ¿Quién merece más respeto?, un hombre que adora a Hitler para evitar que lo envíen a los hornos, o el hombre que se rehúsa a postrarse delante de él sin importar el precio.
Roger: Darcy, el hombre que se rehúsa a postrarse.
Darcy West: Roger, ¡muchas gracias!
¿Le gustaría desarrollar una apologética que le ayude a dialogar con los no creyentes en situaciones como esta? Si es así, espero que se prepare bien, le será de mucho beneficio.
¿PUEDES RESPONDER ... ENTENDISTE LO QUE LEÍSTE?
1. ¿Cuál es la ilustración que se usa en el prefacio para representar al no creyente?
2. ¿En qué sentido la apologética debe ser “integral”?
3. ¿Qué tipo de revelación debe tener la prioridad en la apologética?
4. ¿Cuál fue la “segunda conversión” del autor?
5. ¿Por qué una persona no es salva, si logramos que acepte sólo intelectualmente los
     postulados de la fe cristiana?
6. ¿Cuál es el mayor impedimento del hombre para ser cristiano?
7. ¿Por qué en la apologética el razonamiento intelectual tiene importancia?
8. ¿De dónde viene el término apologética?
9. Escriba 1 Pedro 3:15.
10. ¿Cómo podemos definir la “apologética”?
11. ¿Qué podemos aprender de la pintura “Cabeza VI” de Francis Bacon?
REFLEXIONANDO
1. ¿Por qué cree usted que es importante estudiar la apologética?
2. ¿Cuáles fueron los factores más importantes en su propia conversión?
3. ¿Cuál de las seis preguntas frecuentemente mencionadas por los no creyentes en este
    capítulo le parece a usted la más difícil de responder? ¿Por qué?
4. ¿Qué opina del diálogo entre Darcy West y Roger? ¿Tiene alguna sugerencia para
    Roger?

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