jueves, 9 de junio de 2016

Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Condición: En abuso espiritual - Encadenado


¡¡¡Atención Consejeros!!!
El abuso espiritual no es nuevo

El abuso espiritual no es nuevo.
Pero estamos convencidos de que muy posiblemente los que formamos parte de la comunidad de fe hemos vivido tan cerca de este fenómeno que sentimos sus síntomas sin saber exactamente qué está mal. Al principio luchamos con el término antes de que nos diéramos cuenta, al examinar las Escrituras detenidamente, de que Jesús mismo tuvo un choque frontal con el problema.

Hace algunos años, una consejera cristiana supo que se esta  empezando a usar la frase «abuso espiritual» para describir cierta categoría de temas de consejería. Había hablado por teléfono para describir una de las historias más tristes que se ha escuchado. «Ahora bien, ¿creen que mi cliente… —me siento extraña incluso diciendo esto—fue víctima de abuso espiritual? ¿Creen que exista algo así?».

Antes de que hubiéramos definido el abuso espiritual, solo podíamos identificar los síntomas; no sabíamos qué términos usar. E incluso después de empezar a utilizar la frase «abuso espiritual», nos preguntábamos lo mismo que nuestra amiga consejera manifestó en voz alta: ¿Existe el abuso espiritual? ¿Estamos haciendo un alboroto por nada?

Demasiadas experiencias desde entonces nos han enseñado que el abuso espiritual sí existe, que tiene grandes alcances y que puede ser tan lacerante como otras formas de abuso. Si eres consejero, quizá te moleste esto, pero no vamos a minimizar el abuso sexual, físico o emocional, que ciertamente deja a las personas con heridas graves.

El abuso espiritual pone a la gente en contra de su mejor Amigo.
Provoca que algunas personas cuestionen, duden e incluso huyan en dirección contraria a su Fuente: ven a su Abogado más fuerte como a su mayor acusador, y a su Aliado como a su enemigo. Para algunas personas, el abuso espiritual puede tener consecuencias eternas.

¿En qué autoridad basamos nuestra afirmación de que el abuso espiritual realmente sí existe? Conforme reexaminábamos la Biblia, repentinamente vimos un ejemplo ilustrativo de dos sistemas espirituales opuestos:

  1. el que está bajo el reino de Dios, con la intención de traer vida y libertad a las personas;
  2. el otro, un falso sistema espiritual que está bajo el gobierno de los hombres, intentando inducir a las personas a que se desempeñen de maneras religiosas o «seudoespirituales», inconsciente del hecho de que esto desgasta la vida y roba poder.

Un retrato bíblico El abuso espiritual, como dinámica religiosa, no es nuevo. Hay muchos ejemplos registrados en la Biblia en los que las personas fueron víctimas de abuso de parte de quienes estaban en una posición de autoridad religiosa. Veamos unos cuantos.

En el Antiguo Testamento
En Jeremías 5:26, el profeta proporciona una lista de los cargos de Dios contra la casa de Israel. Comenzando en el versículo 26 dice:
«Sin duda en mi pueblo hay malvados […] que ponen trampas para atrapar a la gente». Aquí está el lamento de Dios por la situación: «Algo espantoso y terrible ha ocurrido en este país. Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo» (vv. 30-31).

Observa que el abuso está sucediendo desde un lugar de autoridad religiosa.
El abuso espiritual solo puede venir de un lugar donde haya poder o se perciba poder. En otras palabras, es posible ser víctimas del abuso de alguien que no tenga una verdadera autoridad espiritual (después discutiremos las señales de esto). La persona que abusa es alguien que tiene poder y autoridad, alguien con la suficiente influencia para que sus palabras y acciones puedan herir.

En Jeremías 6, empezamos a ver la primera de varias formas que el abuso espiritual puede tomar: la negligencia espiritual. Leemos:

  • Desde el más pequeño hasta el más grande, todos codician ganancias injustas; 
  • desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño. 
  • Curan por encima la herida de mi pueblo, y les desean: «¡Paz, paz!», cuando en realidad no hay paz (vv. 13-14).

¡Qué triste! Los líderes religiosos están tan centrados en sí mismos que no tienen tiempo ni energía para ministrar las necesidades reales de las personas. Al pueblo de Dios le queda conformarse con las sobras religiosas.

En la actualidad, podríamos hacer un paralelo del dilema de Jeremías al examinar nuestro entorno espiritual en el cual a los hijos de Dios con demasiada frecuencia se les aconseja que ignoren sus verdaderas necesidades, y se les ofrecen placebos con forma de respuestas fáciles, sermones «esfuérzate mucho» y las fórmulas «hazte rico» de última moda.

Como en todos los sistemas de relaciones enfermizas, en un sistema espiritualmente abusivo lo más importante es qué apariencia tienen las cosas. Así que, en las relaciones, el feo y contaminado proceso de satisfacer las necesidades reales de las personas se sacrifica por una paz que tiene mejor apariencia pero es falsa. En muchas ocasiones, «Solo necesitas contarle tu problema al Señor», en realidad significa: «Pero no me lo cuentes a mí», o «Deja de decirlo en voz alta».

En el Nuevo Testamento
Los Evangelios presentan varias ilustraciones de las formas en que las personas son heridas por sistemas espiritualmente abusivos de otra manera: el ataque legalista. Se necesita solo una lectura superficial del Nuevo Testamento para ver que Jesús no estaba en contra de los «pecadores»—prostitutas, leprosos y endemoniados—sino del sistema religioso de ese tiempo.

En Mateo 23:4 , refiriéndose a los líderes religiosos, Jesús dice: «Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas» (v. 4).

Decenas de personas han venido a consejería después de haber sido desgastadas en sistemas religiosos donde no se hizo que las cargas de la vida fueran más fáciles de llevar, sino que les fueron atadas incontables expectativas de desempeño religioso.

Como los pobres burros en el tiempo de Jesús, a los que cargaban con tantos bultos que difícilmente podían verse debajo de su pesada carga, el cristiano necesitado se pierde fácilmente en el equipaje religioso del sistema abusivo.

Mateo 9:36 describe las multitudes a las que Jesús hablaba como «agobiadas» y «desamparadas». Ambas palabras se emplean con un sentido griego que significa que estaban siendo sujetas a un proceso en el cual cierta fuerza externa las estaba agobiando y estaba ocasionando que se sintieran desamparadas. Esa fuerza era el peso de las expectativas religiosas bajo las cuales se afanaban con el fin de permanecer en el lado bueno de Dios, de acuerdo con las enseñanzas de los legalistas de sus días. El resultado de afanarse bajo tal sistema legalista fue que las personas se cansaban y se sentían desamparadas. En otras palabras, esforzarse mucho solo hizo que las cosas empeoraran.

Había que cambiar algo en el sistema religioso para llevar a las multitudes al reposo en Dios prometido. En realidad, Dios mismo trajo el cambio bajo la forma de un Salvador, su propio Hijo, Jesús.

Es posible que Mateo 11 contenga una de las mejores descripciones de la «descripción del trabajo de Jesús» en la tierra. Si quieres ver su postura hacia los cansados, heridos y atribulados, aquí la tienes.

«Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana» (Mateo 11:28-30).

Si las relaciones espirituales que tienes en el nombre de Jesús no te dan descanso, sino que más bien hacen que estés más cansado conforme el tiempo pasa, no están cumpliendo el propósito de Jesús de manera exacta. Jesús vino a quitar de la espalda de la gente cansada la carga pesada de empeñarse en ganarse la aprobación de Dios.

Dos partes particulares de la invitación de Jesús también nos proporcionan una profunda comprensión de la terrible naturaleza del abuso espiritual.

  • La palabra «agobiado» se refiere al proceso en el cual una fuerza externa ha colocado una carga pesada en las personas. 
  • La palabra «cansado» se refiere a aquellos que se están agotando hasta el punto de quedar exhaustos. 
Es importante ver que, una vez más, a pesar de sus esfuerzos incesantes, el cansancio solo crece. Empeñarse hace que las cosas empeoren. La verdad es que este tipo de falsa espiritualidad ofrece un dios que no quita cargas, y pone en las personas cargas que son peores. Es una descripción del proceso del abuso espiritual.

¿Quiénes son los perpetradores en la actualidad?
Las historias de cientos de cristianos confirman que el abuso espiritual está tan vivo en la actualidad como siempre lo estuvo. Los medios por los cuales sucede ahora son los mismos de siempre:

  1. Primero, está la negligencia de las necesidades verdaderas a favor de las «necesidades» de la autoridad; 
  2. luego el legalismo reemplaza al descanso en Dios con demandas de desempeño espiritual. El abuso lo perpetran las personas que están en puestos de poder.


Dejemos las cosas en claro otra vez:
No todos los líderes cristianos fuertes son abusivos, ni tampoco los sistemas espirituales. Es posible también que líderes y sistemas espirituales sanos en ocasiones puedan, involuntariamente, tratar a las personas de maneras hirientes.

No existe una familia ni una iglesia perfecta donde la gente nunca es lastimada. Pero la diferencia entre un sistema abusivo y uno que no es abusivo es que mientras los comportamientos que lastiman podrían suceder en ambos, en el sistema abusivo no se permite hablar de problemas, sufrimientos ni abusos. En virtud de esto, no hay curación ni restauración después de que ocurrió la herida, y a la víctima se le hace sentir culpable por cuestionar o señalar el problema.

Los profetas del Antiguo Testamento, Jesús, Juan el Bautista, Pablo y otros en el Nuevo Testamento recurrieron a ciertas palabras y frases clave para confrontar el abuso espiritual y a las personas que abusan.

Una comprensión de a qué se referían en el contexto original será muy útil en nuestra lucha actual para comprender el abuso espiritual y cómo recobrarse de sus estragos.


  • «Camada de víboras». Es claro que Jesús tomaba el abuso espiritual con mucha seriedad. Esto puede verse en las palabras que utilizó para caracterizar a las personas que abusan, las cuales a los oídos educados suenan ofensivas. A los líderes de su tiempo los llamó «camada de víboras». En Mateo 12 dijo: «Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno?» (v. 34). Fue aun más agresivo en una confrontación posterior: «¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno?» (Mateo 23:33). Mateo 3:7 nos muestra que «camada de víboras» son las primeras palabras que Juan el Bautista decía a los líderes religiosos que llegaban a que los bautizaran. Estas fueron palabras increíblemente fuertes. Hechos 28 nos da algunas indicaciones de la razón por la que se utilizó una frase tan áspera. Cuando Pablo iba camino a ser procesado en Roma, el barco de los apóstoles naufragó en la isla de Malta. Estaban mojados y tenían frío, así que encendieron una fogata. Entonces dice: Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego, cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano. Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino» (Hechos 3-4). Las víboras eran serpientes pequeñas que tenían un gran parecido con los palos, y por eso era difícil notarlas. En ocasiones, mientras se recogía leña, la gente recogía una víbora, pensando que era un palo. Las confundían con palos porque en lugar de parecer peligrosas en realidad parecían útiles. A Pablo lo mordió en la mano una víbora que él pensó que era un palo. Eran víboras muy venenosas. La mordida de una víbora por lo general producía una muerte en extremo dolorosa. Por esta razón los nativos pensaron que Pablo era un asesino. Solo un asesino se habría merecido la agonía que Pablo estaba a punto de sufrir. Peor todavía, las víboras no solo mordían a sus víctimas; se trababan y no se soltaban. Lo que es más, se multiplicaban rápidamente y se congregaban en grandes cantidades. Podías encontrar «camadas» en los lugares más frescos del desierto, tales como cuevas y bajo los árboles. Un viajero en el desierto que estuviera buscando un refugio seguro buscaba los lugares más frescos para acampar. Lamentablemente, el lugar que parecía ofrecer frescura y descanso, en ocasiones ofrecía una muerte lenta a las víctimas que habían pasado por alto la presencia de una camada de víboras. El lugar que se creía más seguro muchas veces resultaba ser el menos seguro. Traducida a una metáfora contemporánea, la descripción vívida que Jesús detalló se vería así: Cuando un hombre o una mujer está pasando por un tiempo árido en la vida, perdido y cansado y en busca de un lugar fresco, seguro, en el cual descansar, necesita buenas noticias, agua viva. Va a la iglesia, al lugar que debía ser el más seguro; ¿acaso no dijo el Señor que si íbamos a él, nos daría descanso? En la iglesia, el alma cansada se topa con personas que parecen seguras, que parecen genuinamente interesadas en ayudar. Su relación con Dios es estable; son las más interesadas en lo que Dios quiere. Pero entonces inyectan su veneno de religión basada en el desempeño, y el que anda buscando encuentra que su fuerza, su salud y su vida espiritual están socavadas. Cuando la persona quiere irse, las «víboras» la aprisionan y no la dejan ir. «¿Qué pasó con todo ese entusiasmo?». Pablo pregunta a un grupo de cristianos fatigados que habían caído víctimas de «víboras» espirituales en Galacia (Gálatas 4:15). Si alguna vez has experimentado un sistema religioso basado en el desempeño, sabes la respuesta a esa pregunta. ¿Recuerdas cuando recién te convertiste en cristiano: ese momento gozoso en el que supiste que fuiste perdonado? Tenías la aprobación de Dios, porque eras suyo. Te sentías ligero y libre. ¡Qué alivio! ¿Adónde se fue esa sensación de libertad? Desapareció cuando comenzaste a creer a aquellas personas que te enseñaron a medir la aceptación de Dios por medio de estándares religiosos externos, en lugar de por medio de la cruz. Perdiste tu sensación de bendición, y ahora mientras más te esfuerzas más cansado te sientes.
  • Lobos feroces. «Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces», dice Jesús en Mateo 7:15. La frase «lobos feroces» se utiliza en el mismo pasaje en el que Jesús habla de las puertas ancha y angosta por las cuales la gente entra en busca de una vida interior. La mayoría de los cristianos escuchan sermones sobre este texto que definen «entrar por la puerta ancha» como seguir los caminos del «mundo»: ir a ver películas mundanas, leer revistas sucias y frecuentar bares. A la inversa, «entrar por la puerta angosta» significa ir a la iglesia, leer la Biblia, memorizar las Escrituras, obtener insignias por la perfecta asistencia a la Escuela Dominical, visitar a las personas que viven en casas asilos de ancianos y dar dinero. Las puertas angosta y ancha se reducen a una lista de cosas que se supone que deberíamos o no deberíamos hacer. Sin embargo, el contexto revela un significado diferente. Jesús estaba hablando de profetas falsos que aparentaban representar a Dios, pero hablaban con falsedad. Como los profetas verdaderos, aquellos profetas estaban parados frente a una puerta ancha rotulada «Encuentra Vida Aquí», pero esa era la puerta del desempeño religioso y del esfuerzo propio, y del otro lado no había vida, sino afán y cansancio. Los verdaderos profetas están parados frente a una puerta angosta que dice «Vengan a mí, todos los cansados…». Tú cabes por esa puerta si te deshaces de todo tu equipaje de «obras» y pasas solo. Del otro lado encuentras descanso celestial. Si tratas de pasar a través de tus insignias de perfecta asistencia y de trofeos de cuestionarios bíblicos, o cualquier cosa que proceda de tu justicia propia, no vas a caber. Jesús es la puerta angosta. La religión siempre enseña que puedes acercarte a Dios haciendo algo. Tu buena reputación ante Dios depende de lo que hagas. Cumple con la ley, ejecuta la religión, hazlo bien, ten buena apariencia, empéñate. ¿Es esa la puerta a través de la cual somos llamados a encontrar vida? No. Esas personas que llevan a esa puerta son lobos feroces disfrazados de ovejas. Se ven como ovejas, y parecen ser las más seguras, las más justas, pero llevan a las personas por el camino equivocado. ¡Jesús más cualquier cosa no es Jesús! Y todavía peor. En Mateo 10:6, Jesús envía a los discípulos a las ovejas perdidas de la casa de Israel. ¿Dónde están las ovejas perdidas? ¡Están en la casa! Luego en el versículo 16 les da una advertencia: «Los envío como ovejas en medio de lobos». Toma nota: ¿Dónde están los lobos? ¡Están en la casa! Un apóstol Pablo preocupado, preparándose para salir de Éfeso, dice en Hechos 20: «Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño; Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos» (vv. 29-30). La parte más escalofriante de este panorama son las palabras «disfrazados de ovejas». Yo solía imaginarme esto como una falsa oveja que se entremezcla con el rebaño y ocasionalmente se quita su disfraz para comerse una de las ovejas verdaderas. Lamentablemente, esta interpretación minimiza grandemente el daño que los lobos hacen. Es cierto que la destrucción se hace desde adentro del rebaño, pero la hacen los falsos pastores, no las falsas ovejas. Los verdaderos pastores trasquilaban las ovejas con el fin de tejer ropa de lana. Pero los falsos pastores—lobos—devoran al rebaño con el fin de obtener la ropa de las ovejas. Esto no significa solo perder una oveja de vez en cuando. Estos falsos pastores están llevando rebaños de ovejas completos por el camino de la destrucción. Como leones rugientes que despedazan a la presa, hay una conspiración de profetas [líderes religiosos] que devoran a la gente, que se apoderan de las riquezas y de los objetos de valor, y que aumentan el número de viudas […] Los jefes de la ciudad son como lobos que desgarran a su presa; siempre están listos a derramar sangre y a destruir vidas, con tal de lograr ganancias injustas. (Ezequiel 22:25, 27) «Cuídense de los falsos profetas», Jesús advirtió en Mateo 7:15. Los lobos están en la casa, y algunos de ellos la manejan.

Poco nos sorprende que parte de la misión de Jesús fuera poner en evidencia ante la comunidad a un sistema abusivo. Es importante recordar cuatro cosas de sus confrontaciones.
  1. Primero, sus confrontaciones fueron con aquellos que se creían voceros oficiales de Dios: los más religiosos, los que mejor se desempeñaban. Daban dinero, asistían a la iglesia y habían memorizado más versículos bíblicos que ningún otro. Establecían los estándares para todos los demás. 
  2. Segundo, Jesús rompió las reglas religiosas al confrontar en voz alta a aquellos con autoridad. 
  3. Tercero, lo trataron como el problema porque dijo que había un problema. 
  4. Y cuarto, multitud de personas quebrantadas corrían a él porque su mensaje ofrecía esperanza y descanso.

La batalla de Pablo
En sus escritos a la iglesia, Pablo también utilizó una serie de términos para confrontar a aquellos que estaban abusando espiritualmente del pueblo de Dios:

  • la circuncisión, 
  • los judaizantes, 
  • la falsa circuncisión, 
  • los perros, 
  • los obreros malvados y 
  • los falsos hermanos.

Quizá el ejemplo más esclarecedor que nos muestra la dinámica del abuso espiritual es el ejemplo de Pablo en el libro de los Gálatas.

Durante su primer viaje misionero, en una zona llamada Galacia, Pablo había predicado las buenas nuevas de la vida y el perdón en Cristo. La gente era gloriosamente salva al poner su fe en Jesús.

Posteriormente volvió a visitar el área para reforzar la fe de los que creyeron en Cristo. Fue entonces cuando supo que un grupo de personas había ido después de él y había propagado una enseñanza que demandaba que las personas se circuncidaran como prueba adicional de su espiritualidad.

En ese tiempo, desde luego, la circuncisión era el acto supremo del desempeño religioso externo. A Abraham lo circuncidaron, pero como una expresión exterior de la realidad interna de su fe. El hecho en sí tenía poco que ver con su posición espiritual.

En Génesis 15:6, leemos que Abraham creyó a Dios, y Dios «lo reconoció a él como justo».

La enseñanza que llegó a Galacia después de la partida de Pablo era contraria a lo que este había enseñado, así como una distorsión del propósito original de la circuncisión. En consecuencia, estaba consternado e incluso indignado.

Por consiguiente, un sistema espiritual que debe evitarse es el de que los líderes o maestros agreguen el desempeño de comportamientos religiosos al desempeño de Jesús en la cruz como medio para encontrar la aprobación de Dios.

La enseñanza de los judaizantes era algo como esto: «La fe en Jesús está bien, y debes tenerla, pero no es suficiente. Para de veras tener una reputación positiva a los ojos de Dios, tienes que circuncidarte». En otras palabras, los sistemas espirituales falsos enseñan que una buena reputación ante Dios depende de lo que hizo Jesús, más esas cosas «espirituales» que hagas.

Legalismo
La carga que estamos describiendo se llama legalismo. Es una forma de perfeccionismo religioso que se enfoca en el desempeño cuidadoso y en evitar ciertos comportamientos.

Enseña a la gente a ganar un sentido de aceptación espiritual basado en su desempeño, en lugar de aceptarlo como un regalo basado en Cristo.

¿Por qué los líderes de los días de Jesús y Pablo estaban propagando enseñanzas legalistas? ¿Era cuestión de tener la razón? Es más grave que eso. Observa Gálatas 6:12-13:

  • Los que tratan de obligarlos a ustedes a circuncidarse lo hacen únicamente para dar una buena impresión y evitar ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo. 
  • Ni siquiera esos que están circuncidados obedecen la ley; lo que pasa es que quieren obligarlos a circuncidarse para luego jactarse de la señal que ustedes llevarían en el cuerpo.

Como puedes ver, vivir con Jesús como tu único recurso de vida y aceptación es una confrontación para aquellos que buscan la aprobación de Dios basándose en su comportamiento religioso.

Esto, entonces, explica la presión que sientes para tener comportamientos religiosos dentro de contextos espirituales abusivos. Si te desempeñas como te dicen que debes hacer:

  • harás que ellos se vean bien; 
  • su arrogancia moral evadirá mirar con intensidad la cruz de Cristo como el único medio para alcanzar el favor de Dios; 
  • esto les permitirá examinarte a ti en lugar de a sí mismos; 
  • podrán «jactarse» u obtener un sentido de validación de tu desempeño religioso.

¿Puedes ver la dinámica abusiva que se describe en el capítulo uno? Aquí tenemos personas religiosas que tratan de satisfacer sus necesidades espirituales a través del comportamiento religioso de otros. Y todo esto está encubierto bajo el lenguaje de ser santo y de ayudar a otros a vivir vidas santas.

Pablo cataloga el daño hecho a Galacia a lo largo del libro de Gálatas.

  • En Gálatas 1:7 (LBLA) dice que fueron «perturbados», cuyo significado fluctúa desde «lanzados a una confusión mental» hasta «inducidos a cometer traición». 
  • En Gálatas 2:4 Pablo llama a esta enseñanza falsa un intento de «esclavizarnos». 
  • En Gálatas 3:1 dice que estaban «hechizados», lo que significa que actuaban como si hubiera un hechizo sobre ellos. 
  • En Gálatas 4:29 llama «persecución» a lo que ha sucedido a los Gálatas. 
Pablo cataloga el daño hecho a Galacia a lo largo del libro de Gálatas.

  • En Gálatas 1:7 (LBLA) dice que fueron «perturbados», cuyo significado fluctúa desde «lanzados a una confusión mental» hasta «inducidos a cometer traición». 
  • En Gálatas 2:4 Pablo llama a esta enseñanza falsa un intento de «esclavizarnos». 
  • En Gálatas 3:1 dice que estaban «hechizados», lo que significa que actuaban como si hubiera un hechizo sobre ellos. 
  • En Gálatas 4:29 llama «persecución» a lo que ha sucedido a los Gálatas. 
  • En Gálatas 5:7 pregunta quién «los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad». 
  • Y en Gálatas 4:15 (LBLA) hace la triste y explícita pregunta tanto a ellos como a nosotros: «¿Dónde está, pues, aquel sentido de bendición que tuvisteis?».

Las personas que han sido víctimas de abuso se sienten tan cansadas y tan subestimadas, por no poder estar a la altura de las expectativas espirituales de otros, que han perdido el sentido de bendición.

Una confrontación furiosa
Mientras que las palabras que Pablo utiliza para describir el abuso son vívidas, su confrontación es furiosa.

Pablo dice: «Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo» (Gálatas 1:6-7, LBLA).

Cuando alguien deserta del ejército, está Ausente sin Permiso Oficial. «Desertar» en griego no significa estar «ausente», sino «abandonar filas». Cuando alguien abandona filas, se pasa al lado del enemigo. En otras palabras, los que te «perturban» están induciéndote a cometer traición. Observa también que «el abandono» no es a una denominación o doctrina, sino a «Él», quien te llamó por la gracia.

Pablo dijo a los Gálatas que si cualquier persona, incluso un ángel del cielo, o él mismo, predicaran un evangelio contrario al (distinto, o más del) que habían oído y recibido al principio, «que caiga bajo maldición», o que sea consignado para destrucción.

En resumen, Pablo tomaba con mucha seriedad el hecho de que alguien reemplazara la vida espiritual de gracia y descanso por una vida de obras impuestas.

Los líderes que sirven y protegen al rebaño
En 1 Timoteo, Pablo le escribe a Timoteo, un pastor joven, líder del rebaño en Éfeso. Pablo le dijo que les ordenara a «algunos supuestos maestros» que dejaran «de enseñar doctrinas falsas».

¿Estaba Pablo combatiendo al humanismo secular? ¿Al movimiento de la Nueva Era? No, como lo explica el versículo 6 del capítulo 1: «Algunos se han desviado de esa línea de conducta y se han enredado en discusiones inútiles. Pretenden ser maestros de la ley, pero en realidad no saben de qué hablan ni entienden lo que con tanta seguridad afirman».

En 1 Timoteo 6:5 advierte que aquellos maestros falibles «piensan que la religión es un medio de obtener ganancias». Actúan religiosamente no porque sean religiosos, sino para ganar algo. «Es cierto», dice Pablo, «que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene» (v. 6).

¿Alguna vez has conocido a un legalista satisfecho, uno que verdaderamente «se desempeñe» religiosa y apaciblemente? No existe tal persona.

En Tito 1:7-11 Pablo dice:
El obispo [líder] debe apegarse a la palabra fiel [la palabra que está llena de fe], según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan. Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A ésos hay que taparles la boca, ya que están arruinando familias enteras.

Los líderes son dados a la iglesia para proteger al rebaño de legalistas que imponen un desempeño religioso como medio para tener una correcta reputación ante Dios o para ganarse su favor.

Pablo le dice a Tito que a los rebeldes se les debe tapar la boca. Lamentablemente, en muchas iglesias, los líderes no solo no están protegiendo al rebaño contra aquellos que imponen un desempeño religioso; ellos son los que presionan y ellos mismos están atados al desempeño.

Quizá por esta razón en muchas iglesias las personas—especialmente los líderes—están demasiado cansadas, avergonzadas y heridas.

Conclusión
No es un error percatarse del legalismo, de familias e iglesias legalistas, y protegerte de ser víctima de abuso. Percatarte de un problema no hace de ti el problema. Recuerda, Pablo instó a los efesios a tener «cuidado de sí mismos y de todo el rebaño» (Hechos 20:28).

Creemos que todos nosotros, como cristianos, necesitamos estar en guardia, no solo contra líderes y sistemas específicos que lanzan su peso espiritual contra los que tienen cerca, sino contra el uso sutil de «fórmulas» y doctrinas que con tanta frecuencia se imponen sobre gente buena de fe con el fin de que vivan conforme a un sistema religioso, en lugar de conforme a Cristo.

¿Cuáles son los síntomas que se presentan en cristianos a quienes se les está imponiendo que vivan de conformidad a un sistema impío?.

Generalmente es una sorpresa para las personas que han sido víctimas de abuso espiritual encontrar que tienen mucho en común con otras víctimas.

  • Las ideas distorsionadas de Dios y de sí mismos, 
  • la dificultad para confiar en los que tienen autoridad, 
  • los problemas para comprender y aceptar la gracia 
Son solamente algunas de las luchas que comparten. Pero en vista de que la mayoría ha estado bajo tanta presión para no hablar de su experiencia, se sienten solos, incluso locos.
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Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan...Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra de Dios

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Pastos Frescos para La Congregación
JESÚS ES TENTADO
Lucas 4:1–13


Jesús lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.
-Si eres el Hijo de Dios –le propuso el diablo–, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le respondió:
-Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre.”
Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.
-Sobre estos reinos y todo su esplendor –le dijo–, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada, y puedo dársela a quien yo quiera. Así que, si me adoras, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
-Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.
El diablo lo llevó luego a Jerusalén e hizo que se pusiera de pie en la parte más alta del templo, y le dijo: –Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate de aquí! Pues escrito está: “Ordenará que sus ángeles te cuiden. Te sostendrán en sus manos para que no tropieces con piedra alguna”.
-También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” le replicó Jesús.
Así que el diablo, habiendo agotado todo recurso de tentación, lo dejó hasta otra oportunidad.

¿Eres tentado? Llénate del Espíritu Santo
            Las tentaciones, el Creyente y El                                     Espíritu Santo
Jesús “lleno del Espíritu Santo”.
Jesús había nacido por acción del Espíritu Santo. El mismo decía que era el que bautizaba en el Espíritu Santo, también Él estaba lleno del Espíritu Santo. Ahora después de haber sido bautizado soportaría la tentación. La única manera de soportar la tentación es hacer como hizo Jesús, ser lleno del Espíritu Santo.

Así como Dios llevara a su pueblo al desierto, donde fueron probados durante cuarenta años antes de entrar en la tierra prometida, Jesús fue llevado al desierto para ser probado durante cuarenta días antes de iniciar su ministerio. Pero contrariamente a lo ocurrido con algunos israelitas, Jesús no cedió a ninguna tentación.

La tentación siguió inmediatamente al bautismo, cuando había sido proclamado por el mismo Dios, que El era su Hijo en quien estaba complacido. Seguramente fue una dura batalla espiritual en la programación de los tres años que culminarían con la muerte de Jesucristo por toda la humanidad.

Esa batalla ya estaría programada desde la eternidad, porque fue conducido al lugar de la pelea en el Espíritu.

Esta batalla fue, como siempre sucede, en el desierto, no había nadie acompañando a Jesús, Marcos dice que estaban las fieras.

La duración de la batalla fue de cuarenta días, pero seguramente la definición fue al final de éstos, cuando se nos representa la batalla con las tres propuestas de Satanás, a las cuales Jesucristo no hizo ningún intercambio de consideración ni negociación posible.

Satanás encabezaba sus tentaciones con las palabras que había proclamado el Padre en el bautismo “Si eres hijo de Dios”.

La palabra griega que expresa el acto de “tentar” también significa “probar”, poner a prueba. Jesús rechazó las tentaciones dándole importancia definitiva y nivel de excelencia inapelable a las Sagradas Escrituras.

A la tentación relacionada con el pan, Jesús contestó “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre”.

A la tentación relacionada con el dominio del mundo, Jesús respondió: “Escrito está: Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a Él.”

A la tentación relacionada con la demostración de poder, Jesús afirmó: “También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”

Todas las posibilidades de debilidades humanas estaban compendiadas en estas tres tentaciones, no había acceso posible por parte de Satanás al que había venido a despojarlo de su poder aquí en la tierra. Casi parece una expresión protocolar lo que leemos y que expresa en términos de nuestra mente, lo que podemos entender.

Lo que realmente sucedió fue una batalla espiritual espectacular, que si se utilizaran los elementos con que hoy en día contamos, para expresar gráficamente cosas espirituales, veríamos rayos, tormentas, enfrentamientos difíciles de abarcar para nuestro conocimiento.

Lo que está escrito en Lucas es la representación para nuestra comprensión, de la verdadera lucha espiritual que se desarrolló en ese desierto. Para reafirmar esto, basta recordar el último versículo donde Lucas dice que el diablo agotó todo recurso de tentación. Un chico diría “¡Se quedó sin municiones!”. Hablemos un poco de él:

  • Satanás entró rápidamente en la escena con Adán y Eva y ahora también llegó rápidamente cuando vino el “Segundo Adán”.
  • El Diablo es llamado en la Biblia “la serpiente antigua”, que engaña al mundo entero. Es una persona, porque tiene todas las características de una persona. Su nombre Diablo, en griego significa “calumniador”. La palabra Satanás viene del hebreo y significa “adversario”.
  • El diablo peca desde el principio, es mentiroso y padre de mentira. 1 Juan 3:8.
  • Su obra es engañar a todo el mundo. Tiene acceso a la mente del hombre y le proporciona deseos antinaturales, mentiras, orgullo, idolatría, odio, criminalidad, robo, etc.
  • Tiene mucho poder y es muy peligroso, llega a hacer milagros. En la Biblia dice que anda como león rugiente buscando a quien devorar.


  1. No es omnipotente.
  2. No es omnisciente.
  3. No es omnipresente

    ¿ POR QUE FUE TENTADO JESÚS?

  1. Fue tentado para compadecerse de nosotros. “Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados” Hebreos 4:18. Ya que Satanás había vencido a Adán por la tentación, era necesario pasar por el mismo proceso y no ceder.
  2. Para vencer por las mismas armas que nos daría a nosotros para vencer a Satanás: la Palabra Escrita y el poder del Espíritu Santo en nosotros. Las contestaciones de Jesús afirmaron la autoridad expresa y documental de las Sagradas Escrituras. Esta autoridad, excede el mero hecho de manifestar una intención o ley escrita y se transforma en un arma, como está escrito, de doble filo, que aunque escrita, expresa leyes espirituales que no se pueden transgredir sin sufrir las duras consecuencias. 
  3. Pero el principal propósito de la tentación no era meramente el saber si Jesucristo podía ceder o no ante Satanás, sino que Jesús nunca haría ningún arreglo, ni componenda, ni trato con Satanás y estaba dispuesto a enfrentarlo con la palabra de Dios misma que el encarnaba. Como está escrito en Hebreos 1:1–2: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo.”


  1.      JESÚS ES GUIADO POR EL ESPÍRITU AL DESIERTO (Lucas 4:1–2)

Lucas 4:1–2.
Aquí, Lucas reanuda el relato de la preparación del ministerio del Señor que quedó interrumpido en Lucas 3:23. Jesús estaba lleno del Espíritu Santo (cf. Lc 3:22; Lc 4:14, 18). Es interesante que el Espíritu lo llevó al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. El lugar tradicional de la tentación de Jesús es una zona árida que se encuentra al noroeste del mar Muerto. El tema de los “cuarenta días” es sobresaliente en el A.T. (cf. Gn. 7:4; Éx. 24:18; 1 R. 19:8; Jon. 3:4).

No es accidente que la tentación de Jesús durara ese mismo período, al igual que la peregrinación y prueba de Israel duraron cuarenta años en el desierto. Las respuestas de Jesús a las tentaciones de Satanás citando Deuteronomio, capítulos 6 y 8, indican con certeza que tenía en mente la experiencia de su nación en el desierto. Y sin embargo, aunque los israelitas fueron milagrosamente alimentados en el desierto, Jesús no comió nada.


  2.      TENTACIÓN EN EL ÁREA DE LAS NECESIDADES FÍSICAS (Lucas 4:3–4)

Lc 4:3–4.
Puesto que Jesús tenía muchísima hambre y necesitaba alimento (v. 2), no es sorprendente que el diablo tentara primero a Jesús para que convirtiera una piedra en pan. El Señor respondió a esta tentación citando Deuteronomio 8:3, donde Moisés recuerda al pueblo que Dios les había dado el maná. Aunque éste aparecía en el suelo, aún así constituía una prueba de fe para ellos porque tenían que creer que la palabra de Dios era de fiar para poder subsistir. Si no hubiera sido la voluntad de Dios que vivieran, ciertamente habrían muerto. Por tanto, no vivían sólo de pan. Asimismo Jesús, sabía la palabra de Dios y conocía el plan que estaba frente a él. Por eso, confiaba en el Padre y en su palabra para su sustento. Jesús sabía que no moriría en el desierto.


  3.      TENTACIÓN DE JESÚS EN LAS ÁREAS DE LA FAMA Y EL PODER
           (Lucas 4:5–8)

Lc 4:5–8.
Lucas invirtió el orden en que Mateo describió la segunda y tercera tentaciones. Esto quizá indique que hubo tentaciones continuas en estas dos áreas. La segunda que Lucas relata es el ofrecimiento hecho a Jesús para que obtuviera control de todos los reinos de la tierra.

La condición era que adorara (proskynēsēs, lit., “doblar la rodilla ante”) al diablo. Esto significaría que aunque Jesús obtuviera el gobierno del mundo, dependería de Satanás y no de Dios el Padre y de su plan. Una vez más, Jesús utilizó las palabras de Moisés para combatir la tentación.

En el pasaje original (Dt. 6:13), Moisés advirtió al pueblo acerca de sus actitudes cuando finalmente entraran a la tierra prometida y alcanzaran cierta gloria y dominio. La tentación para ellos sería alabarse a sí mismos y olvidarse de adorar a Dios. Jesús, al citar este versículo, mostró que no cometería ese error. Él daría honor a Dios en vez de tomarlo para sí mismo y no fracasaría como Israel.


  4.      LA TENTACIÓN DE JESÚS EN EL ÁREA DEL TIEMPO DE SU MINISTERIO             ( Lucas 4:9–12)

Lc 4:9–12.
El diablo trató de hacer que Jesús cambiara el tiempo y la estructura de su ministerio. Jesús sabía que debía ir a la cruz y morir por los pecados del mundo y que era el siervo sufriente (Is. 52:13–53:12).

El diablo desafió a Jesús a lanzarse desde el pináculo del templo. Éste tal vez estaba en la esquina sureste del muro, desde donde se divisaba el profundo valle del Cedrón. Satanás esperaba que la nación lo aceptara inmediatamente al ver la protección milagrosa de Jesús al efectuar tal salto. El diablo incluso citó Salmos 91:11–12 para hacer ver que el Mesías sería librado del peligro.

Sin embargo, Jesús estaba consciente de lo que esto implicaba. Recibir la aceptación del pueblo sin ir a la cruz, pondría en duda que Dios realmente era parte del plan. Esa fue exactamente la situación de que Moisés escribió en Deuteronomio 6:16, el cual citó Jesús. Moisés se refirió a un momento en el que el pueblo se preguntaba si Dios estaba realmente con ellos (Éx. 17:7). Pero Jesús estaba seguro del hecho de que Dios estaba con él y que el plan y tiempo divinos eran perfectos. Por ello, el Señor no cedería ante la tentación de Satanás.


  5.      SATANÁS SE ALEJA DE JESÚS (Lucas 4:13)

Lc 4:13. El diablo se alejó, no permanentemente, sino sólo hasta hallar un tiempo más oportuno.
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miércoles, 8 de junio de 2016

Tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.... no fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¡¡¡Atención Consejeros!!!
                            RETRATOS INQUIETANTES

  • Carla tiene un problema muy grande. Ha recibido una beca para la universidad, tiene un novio estupendo, un papel de liderazgo en el grupo de jóvenes de la iglesia, y un test de embarazo que ha dado positivo. No puede renunciar a sus sueños por este error. Además, es un procedimiento muy sencillo, y nadie tiene que enterarse…
  • He sido perdonada, lo sé, pero, ¿por qué no puedo superar esto? Nancy no dejaba de repetirse estas palabras mientras contemplaba el banco de la iglesia en el que sus dos hijas pequeñas se removían inquietas, esperando el momento de marcharse a la clase de escuela dominical. Intentó concentrarse en el sermón, pero el anuncio de Derecho a la Vida que aparecía en el boletín reclamaba toda su atención. No fui consciente de lo que hacía.

ABORTO - ABORTAR - ABORTISTA - ABORTANTE

  • En realidad, el término aborto se refiere a cualquier expulsión prematura de un feto humano, ya sea de forma espontánea o natural o por medios artificiales, como en el caso de un aborto por medios quirúrgicos o químicos. Hoy día, el uso más frecuente del término aborto se aplica al aborto inducido artificialmente.
  • Una joven que tenga un embarazo no planificado deberá entender que la “elección rápida y fácil” no es ni rápida ni fácil, sino que tendrá repercusiones durante el resto de su vida.
  • A menudo la mujer decide mantener en secreto su aborto, sobre todo si forma parte de una comunidad cristiana que, según le parece, la criticaría o condenaría en caso de enterarse. Es posible que no lo sepan ni los miembros de su familia. Por consiguiente, el dolor y la pérdida que rodean ese aborto pueden estar muchos años sin resolverse.
  • Un aborto no solo se experimenta como una pérdida, sino a menudo también como un trauma. Algunos de los efectos secundarios posibles son tanto la tendencia a experimentar de nuevo el trauma, por ejemplo mediante sueños o recuerdos angustiosos, como la tendencia a la negación y el intento de evitar todos los pensamientos o sentimientos asociados con el aborto.
  • Otros posibles efectos secundarios del trauma que supone un aborto son adormecimiento emocional, trastornos del sueño, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, depresión, sentimiento de culpa e incapacidad de perdonarse a una misma.
  • El hecho de enfrentarse sola a la realidad de un aborto es un proceso que aísla a la mujer, y que puede reforzar el sentimiento de vergüenza de la persona. También pueden darse conductas autodestructivas, como el consumo de drogas.
  • Si alguien le confiesa que se ha sometido a un aborto, sea consciente de que, al hablar de esa experiencia, ha decidido confiar en usted. Tenga cuidado con cualquier manifestación verbal o gestual que pudiera complicar la sensación de culpa y la vergüenza de la persona. 

Mitos sobre el aborto
    Mito 1: “Es un procedimiento sencillo; mañana seguiré con mi vida”.
    Mito 2: “No es un bebé, es solo una masa de tejidos”.
    Mito 3: “No pasa nada, el aborto es legal”.
    Mito 4: “Si tengo este bebé, mi vida será un desastre”.
    Mito 5: “Es mi elección, mi responsabilidad, mi decisión”.
    Mito 6: “Si el bebé padece alguna disfunción, abortar está bien”.
    Mito 7: “Estoy sola. No le importo a nadie”.
    Mito 8: “No merezco perdón. Ya sabía que estaba mal”.
    Mito 9: “Tengo lo que me merezco; lo hice más de una vez”.
    Mito 10: “No me dolerá; el dolor remitirá”.
    Mito 11: “Es mi única opción; él no quiere el bebé”.
    Mito 12: “En casos de violación o de incesto, es permisible”.

EVALUACIÓN
Para la mujer que se plantea abortar

  1. ¿Cómo sabe que está embarazada? ¿Se ha sometido a un examen médico? (Estas preguntas no amenazantes sobre el embarazo ayudarán a la aconsejada a sentirse cómoda y a aceptar su responsabilidad).
  2. ¿Cuánto hace que está embarazada?
  3.  ¿Cuáles son las circunstancias actuales de su vida?
  4. ¿Cuál prevé que sea la reacción de su familia ante su embarazo?
  5. ¿Goza de un respaldo social adecuado?
  6. ¿Quién es el padre del bebé? ¿Qué tipo de relación mantiene con él?
  7. ¿Ha pensado en otras opciones aparte del aborto? ¿Ha pensado en llevar a término el embarazo?
  8. ¿Qué cree que pasará en su vida si aborta? ¿Qué cree que sucederá si opta por otra solución? (A menudo, una mujer elige abortar porque no cree que tenga ninguna otra opción. A veces, la decisión de tener un aborto se toma rápidamente para “resolver el problema”. Dígale a la mujer que tiene tiempo de tomar una decisión. Ayúdela a entender que si lleva el embarazo a término su vida no “se arruinará”)
  9. ¿Tiene alguna pregunta sobre el embarazo y el aborto? (No dé por hecho que ella está plenamente informada).
Para la mujer que abortó en el pasado
  1. ¿Qué la angustia hoy día?
  2. Recuerde la situación y dígame qué sucedió. (Preste atención a cualquier síntoma de estrés postraumático, como los sueños perturbadores o los activadores que traen a la mente ese suceso. Al optar por empezar a contarle su historia, la mujer rompe el silencio, lo cual es el inicio del proceso de sanidad, pero también puede ser angustioso, dado que ya no es posible negar los hechos)
  3. En aquel momento, ¿cuáles fueron los principales motivos para tomar aquella decisión
  4. ¿Se siente deprimida, abatida o triste la mayor parte del día?
  5. ¿Tiene dificultades para comer o dormir?
  6. ¿Se ha planteado el suicidio? (Si es evidente una tendencia suicida busque ayuda de inmediato).
  7. ¿Consume drogas o alcohol para aliviar el sufrimiento?
  8. ¿Cómo gestiona su vida actualmente? ¿Qué activa su dolor?
  9. ¿Cree que Dios la ha perdonado? ¿Por qué sí o por qué no?
  10. ¿Siente que usted misma puede perdonarse? ¿Por qué sí o por qué no? 
CONSEJOS SABIOS
Asegúrese de ofrecer a la mujer que se plantea el aborto un respaldo práctico adecuado para animarla a llevar a término su embarazo. Tenga a mano información sobre agencias que ofrezcan asistencia médica y un lugar donde puedan alojarse las embarazadas. Subraye a la mujer que toma una decisión por su vida y por la de su bebé. Anímela a ver la situación a largo plazo, en lugar de plantearse ir a la universidad el semestre siguiente o conservar su puesto en un equipo deportivo. Aborde cualquier conducta que ponga en peligro la seguridad de la mujer, como los impulsos suicidas o el consumo de drogas.
  1. Pida perdón a Dios.
  2. Acepte el perdón divino.
  3. Perdónese a sí misma.
  4. Busque asistencia profesional y pastoral.
  5. Visualice a Dios sosteniendo en brazos a su bebé.
  6. Cuando Dios le dé su gracia, colabore de alguna manera para ayudar a las embarazadas jóvenes. 
PASOS PRÁCTICOS
Para la mujer que se plantea el aborto

  1. Reflexione sobre las opciones. Puede que le parezca que su única opción es el aborto. Sencillamente no es así. En todos los Estados Unidos hay casi tres mil Crisis Pregnancy Centers (CPC) atendidos por voluntarios que quieren ofrecerle alternativas reales, y que le ayudarán con cariño. También puede buscar consejería cristiana antes de decidir abortar.
  2. Hable con otros. Tiene que comentar la situación con otros miembros de la familia. Evalúe cómo hacer esto (dependiendo de lo que usted sepa sobre los otros miembros de la familia). Es posible que usted, el terapeuta, deba participar como tercera parte en esa conversación.
  3. Busque ayuda. Anime a la joven y a sus padres a que busquen ayuda terapeutica o busquen consejería cristiana.
  4. Haga un seguimiento. Asegúrese de continuar el proceso fijando otra cita con ella. Aunque puede que usted lamente su embarazo, puede empezar de inmediato a tomar algunas decisiones sabias respecto al futuro de su bebé.
Para la mujer que tuvo un aborto en el pasado                            1. Cuente su historia. Siga contando su historia a lo largo de las sesiones futuras de                       consejería y por medio de un diario personal.                                                                            2. Busque ayuda. Hay diversas organizaciones y existen materiales para facilitar la                        sanidad tras un aborto. Descubra cuáles existen en su zona para remitir a ellas a la                      persona.
        3. Busque apoyo. Si en su zona existe un grupo de apoyo al duelo que sea confidencial,                 anime a la mujer a asistir a las reuniones.
   4. Reafirme a la aconsejada. Asegúrese de transmitir, tanto verbalmente como de              otras maneras, que usted la acepta y que Dios la ha perdonado.
La sanidad posterior a un aborto es un proceso, y sin duda no se puede conseguir en una sola sesión; sin embargo, es posible curarse.                                                             
Asegure a la mujer que el perdón, incluyendo la capacidad de aceptar el perdón divino y de perdonarse a sí misma, son posibles por medio de la gracia de Dios.
El aborto no es el pecado imperdonable.
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Habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




JESÚS ENSEÑABA POR PARÁBOLAS
¿QUÉ ES UNA PARÁBOLA?
Existe un gran debate en torno a esta pregunta. Hay estudiosos que dicen que en los Evangelios Sinópticos hay más de setenta parábolas y, otros, que no hay más de treinta.

Para clasificar los tipos de parábolas, los intérpretes han usado diferentes categorías como
  • parábola, 
  • símil, 
  • ilustración, etcétera. 
En ese sentido, Jeremias, el intérprete de las parábolas más influyente del siglo XX, comenta:
Este término [parábola] designa figuras retóricas de toda clase, sin que se pueda establecer un esquema:

  • símil, 
  • comparación, 
  • alegoría, 
  • fábula, 
  • proverbio, 
  • revelación apocalíptica, 
  • enigma, seudónimo, 
  • símbolo, 
  • ficción, 
  • ejemplo (paradigma), 
  • motivo, 
  • argumentación, 
  • disculpa, 
  • objeción, 
  • chiste 
(Jeremias, Parábolas, 24-25, p. 20 de la edición en inglés).

Teniendo esto en mente, nosotros preferimos centrarnos en la función que la parábola tiene en el texto del Nuevo Testamento, en lugar de centrarnos en los diferentes tipos.

Así, enseguida queda claro que las parábolas no son ilustraciones. Manson describe esta idea de una forma muy profunda cuando comenta que «las mentes formadas al modo del pensamiento occidental» están acostumbradas a los argumentos teológicos expuestos de forma abstracta.

Entonces, para ayudar a «popularizar esas conclusiones», se pueden ilustrar con referencias de la vida cotidiana. Pero:
La verdadera parábola … no es una ilustración para ayudarnos a entender una argumentación teológica, sino que es un modo de experiencia religiosa (Manson, Teaching, 73).

Una parte de lo que entiendo que Manson está diciendo quizá pueda verse mejor creando una comparación.

En Lucas 9:57-58 el texto dice: «Iban por el camino cuando alguien le dijo: “Te seguiré a dondequiera que vayas”». Si Jesús hubiera sido de Occidente, habría contestado algo parecido a esto:
Es fácil hacer declaraciones así de valerosas, pero tienes que considerar seriamente el precio que vas a tener que pagar para seguirme. Es evidente que aún no lo has pensado bien. Tienes que saber que no te puedo ofrecer un salario ni ningún tipo de seguridad. Si no lo has entendido bien, quizá sea útil utilizar una ilustración: por ejemplo, ni siquiera tengo una cama propia donde dormir.

Pero Jesús responde:
Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza (Lucas 9:58).

En lugar de contestar con una explicación abstracta seguida de una ilustración clarificadora, Jesús recurre a una confrontación directa, pronunciada de forma sucinta y drástica. La respuesta parabólica está impregnada del carácter sublime de Jesús.

El oyente/lector queda impactado y se siente llamado a responder.

Las implicaciones teológicas obligan a nuestra mente a pensar en las diferentes direcciones que podemos tomar. El texto no incluye la respuesta de aquel discípulo. Le toca responder al lector.

Todo esto ocurre en un instante, en un intenso enfrentamiento.

¡Esto es una parábola! Pensar que podemos captar todo lo que ocurre en una parábola en una definición abstracta es no haber entendido la naturaleza de este rico recurso literario. No obstante, lo hemos de intentar.

Las parábolas de Jesús son una forma de lenguaje teológico concreta y dramática que apremia al oyente a dar una respuesta.

Las parábolas revelan la naturaleza del reino de Dios o indican la forma en la que un hijo del reino debería actuar.

Con esta definición en mente, ahora toca preguntarnos dónde están las parábolas.

LAS PARÁBOLAS ESTÁN DONDE LAS ENCUENTRAS

En cuanto a los formatos en los que encontramos las parábolas de Jesús, hay al menos seis tipos diferentes.

Para su interpretación, es crucial ver de qué forma funcionan en cada uno de los diferentes escenarios.

Los seis escenarios son los siguientes:

  1. La parábola en un diálogo teológico
  2. La parábola en la narración de un suceso
  3. La parábola en el relato de un milagro
  4. La parábola en una colección temática
  5. La parábola en un poema
  6. La parábola aislada

Cada uno de ellos requiere un breve análisis.


  1. Un ejemplo del primer escenario lo encontramos en la discusión teológica entre Jesús y el joven rico (Lc 18:18-30). El clímax de la discusión llega, como ya veremos, con la narración de la parábola del camello y la aguja. La función de la parábola es clave como clímax del escenario en el que aparece, y no la podemos analizar si no tenemos en cuenta dicho escenario.
  2. El banquete en casa de Simón el fariseo (Lc 7:36-50) es un ejemplo de una parábola en la narración de un suceso. La parábola del acreedor y los dos deudores funciona como parte de la narración del suceso. Hay diálogo, pero el elemento central de la escena está formado por las acciones calladas de la mujer.
  3. El relato de la curación de la mujer que estaba encorvada por causa de un demonio (Lc 13:10-17) se convierte en un debate teológico entre el principal de la sinagoga y Jesús, por lo que se solapa con el tipo 1. Sin embargo, se encuentra dentro de la narración de un milagro, y de nuevo la parábola del buey y del burro funciona como una parte clave del todo.
  4. En Lucas 11:1-13 encontramos una colección temática sobre el tema de la oración.       La parábola del amigo a medianoche (Lc 11:5-8) es una parte de esa colección. En este tipo de colección, se debe distinguir entre las diferentes unidades de la tradición que se han incluido en la colección. Es decir, dado que se trata de una agrupación de diversos dichos sobre un tema concreto, es fácil no percibir el lugar en el que debería haber un cambio de párrafo y, por tanto, es muy fácil hacer una interpretación errónea del material (cf. Bailey, Poet, 110ss., 134ss.).
  5. En Lucas 11:9-13, encontramos un poema cuidadosamente elaborado sobre la oración. En la estrofa central del poema, Jesús introduce tres parábolas sorprendentes (Ibíd., 134-141). Su función en ese punto climático es la clave para entender todo el poema.
  6. Por último, en algunas ocasiones podemos encontrar una parábola de forma aislada.     En Lucas 17:1-10 aparecen tres temas que se suceden de forma rápida, y cada uno de ellos tiene algo de discurso parabólico. La primera es la parábola de la piedra de molino y el tema del juicio sobre el temperamento. Le sigue la parábola del grano de mostaza y el clamor de los apóstoles pidiendo más fe. Por último aparece la dramática parábola del siervo obediente en los vv. 7-10. Las tres están relativamente aisladas, no poseen una clara conexión con lo que las rodea, ni tienen un contexto concreto.

Así, en todos menos en el último tipo, la parábola funciona como parte crucial de la unidad literaria a la que pertenece, unidad que debe examinarse cuidadosamente para determinar el sentido de la parábola. 
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martes, 7 de junio de 2016

En el principio siempre fue el Verbo, y el Verbo siempre estuvo junto a Dios cara a cara: y el Verbo siempre fue Dios mismo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







En El Principio era El Verbo... y el Verbo era Dios
¿Quién es el Verbo según Juan?En el principio siempre fue el Verbo, y el Verbo siempre estuvo junto a Dios cara a cara: y el Verbo siempre fue Dios mismo.                                                                                                              Juan 1:1 (Versión libre)
La piedra de toque para toda doctrinaEl mensaje de la Biblia es esencialmente Cristocéntrico (es decir, que Cristo es el centro del mensaje, todo converge hacia Él). Y una de las características de todo error es que de un modo u otro tiende a mermar algo de la grandeza o suficiencia de Cristo.
Se han introducido doctrinas que reconocen la grandeza de la persona de Cristo y que Él es mucho, pero no es todo, por cuanto empequeñecen su obra, diciendo que es el Mediador, pero no es el único.
Otros dicen que Cristo salva, pero que es preciso guardar la Ley, como los antiguos judaizantes que se oponían al apóstol Pablo y a quienes este escribió la carta a los Gálatas. 
De una manera u otra, pues, todos los errores atacan la grandeza de Cristo, sea a su persona, sea a su obra. Por lo tanto, cuando una doctrina se nos abre paso para su consideración,  preguntémonos: ¿qué lugar ocupa Cristo en ella?
Además, otro principio que hay que tener en cuenta para una recta interpretación de la Biblia es que la Palabra de Dios forma una unidad. Toda la Biblia debería ser leída a la luz de todo el contenido. No debemos desarrollar solamente una parte en detrimento de las otras partes de la Escritura. Porque la Biblia es una unidad perfecta.
En efecto: este sistema es el mejor medio que vemos y lo más práctico para combatir las herejías, porque los argumentos bíblicos de los «Testigos de Jehová» no resisten la interpretación total y objetiva de toda la Biblia.
Un tesoro de nuestra Fe«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn 1:1). 
Este texto es un verdadero tesoro para los creyentes cristianos por su profundo contenido doctrinal. Con tan pocas palabras y con esta expresión tan breve como sencilla, que constituye el prólogo de su Evangelio, el apóstol Juan se remonta hasta la misma eternidad y afirma la existencia del Verbo en el mismo tiempo a que se hace referencia en Génesis 1:1, cuando Dios creó los cielos y la tierra.
Él, el Verbo, ya existía cuando lo que no existía antes comenzó a existir. Su existencia es, pues, sin principio: eterna. El Verbo no fue creado. Esta es una deducción lógica de la declaración de Juan, y también es sugerida por el verbo gramatical que se emplea, como veremos después.
Este texto de Juan 1:1 nos revela grandes verdades teológicas. Veámoslo:
  • La eternidad del Verbo. Es decir, su preexistencia: «En el principio era el Verbo».
  • La personalidad distinta del Verbo. O sea, su coexistencia. 
  • Y también su relación única con Dios el Padre: «y el Verbo era con Dios».
  • La naturaleza y la esencia de la deidad del Verbo. Es decir, su consustancialidad, la cual lleva inherente su propia divinidad: «y el Verbo era Dios».
Además, este versículo tan monumental refuta también de un solo golpe tres graves errores:
  • «En el principio era el Verbo»: que por llevar intrínseca la Deidad misma, derriba el ateísmo (refutando así a aquellos que niegan la existencia de Dios).
  • «Y el Verbo era con Dios»: esta declaración va contra Sabelio (quien negaba la distinción de Personas en la unidad de la Trinidad divina).
  • «Y el Verbo era Dios»: se replica a Arrio (el cual negaba la deidad de Jesucristo).
Una falsificación diabólicaSin embargo, intencionadamente, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras vierte Juan 1:1 de la siguiente manera:
  • «En (el) principio la Palabra era, y la Palabra estaba con el Dios, y la Palabra era un dios».
Así, los llamados «Testigos de Jehová» tratan de demostrar que Cristo no es Dios. Pero ¿es admisible esta traducción textual que ellos presentan? No, si nos atenemos a las reglas de la gramática griega y a los contextos bíblicos correspondientes. Porque solo el diablo puede tener un interés maquiavélico en atacar la verdad más fundamental de la Biblia: la deidad de Jesucristo.
Análisis gramatical de Juan 1:1Vayamos ahora al texto original. Mi Nuevo Testamento griego, basado en los textos críticos del profesor Eberhard Nestle, de Westcott y Hort, y de Bernhard Weiss, todos ellos reconocidas autoridades en el griego de los documentos novotestamentarios, dice:«En arkhe en ho Logos, kai ho Logos en pros ton Theon, kai Theos en ho Logos».
Vamos a tratar de traducir lo más literalmente posible:«En principio era el Verbo, y el Verbo estaba con el Dios, y Dios era el Verbo».
Aunque la segunda cláusula quizá podría traducirse mejor así:«Y el Verbo estaba junto al Dios» o «y el Verbo estaba con el Dios». Porque el artículo masculino definido «ton» («el»), que precede al primer nombre «Dios», es acusativo.
Además, parece ser, según algunos exegetas, que la idea literal del griego es que el Verbo estaba «dentro de Dios», o más bien que estaba «habitando en Dios». Por lo que a la luz de ello, y sin forzar la exégesis ni torcer la armonía de los contextos correspondientes, la tercera cláusula invita a ser traducida perfectamente de la siguiente manera: «y el Verbo era Dios mismo».
LOS TESTIGOS AL ATAQUE:
Ahora bien: los «Testigos de Jehová» argumentan de esta forma: 
  • el segundo nombre «Dios» no va precedido de artículo determinado, y esto indica que no se trata del mismo Dios. Por consiguiente, al escribirse la segunda vez el nombre de Dios sin artículo, se nos enseña con respecto al Verbo que Juan se refería a un «dios» de menor categoría, de calidad inferior y no igual al verdadero Dios.
  • Por otra parte —dicen—, existen copias de manuscritos griegos del Evangelio de Juan, en los cuales el segundo nombre «Dios» de este texto aparece escrito con inicial minúscula, lo que —siempre según ellos— viene a confirmar que el Verbo era un «dios» de segunda clase.
  • Además, en la gramática griega no existen los artículos indeterminados; se suponen cuando su morfología textual lo permite. Los nombres usados en griego sin artículo se traducen sin él o con el artículo indefinido. De ahí que, muy arbitrariamente, y cegados por su propia interpretación convencional, los «Testigos» hayan optado por traducir que «el Verbo era un dios».

Pero ese sistema de razonar es una hábil argucia, una artimaña sutil ideada por los traductores de la versión Nuevo Mundo para atacar la divinidad de Cristo y engañar así a quienes desconocen las reglas de la gramática griega. Porque, como veremos a continuación, la distinción que se aduce de «el Dios» y «Dios», esgrimida para apoyar y justificar una traducción que carece de fundamento escriturístico, no establece diferencia básica alguna en nuestro texto.
La gramática griega se distingue de la inglesa y de la española en varios aspectos, y el uso del artículo es uno de ellos. Tanto en español como en inglés existe el artículo definido el y el artículo indefinido un. 
En griego, por el contrario, como ya hemos dicho, solamente existe el artículo determinado ho. Asimismo, sabemos que una palabra acompañada del artículo definido (el) expresa identificación; y una palabra acompañada del artículo indeterminado (un) es indefinida.
Pero en griego no es así. La presencia del artículo en el idioma griego identifica a la persona u objeto. La ausencia del artículo enfatiza la cualidad de la persona u objeto. Aunque puede también omitirse el artículo en las máximas, sentencias y expresiones de carácter general.
A continuación citamos la explicación que sobre el artículo griego aparece en Un Manual de la Gramática del Griego del Nuevo Testamento, por H. E. Dana y Julius R. Mantey:«La función del artículo es señalar un objeto o llamar la atención a este. Cuando el artículo aparece, el objeto es ciertamente definido. Cuando el artículo no se usa, el objeto puede o no ser definido… La función básica del artículo griego es señalar la identidad individual» (pág. 137).
«Algunas veces, con un nombre que el contexto comprueba ser definido, EL ARTÍCULO NO SE USA. Esto hace que la fuerza recaiga sobre el aspecto cualitativo del nombre en lugar de su sola identidad. Un pensamiento puede concebirse desde dos puntos de vista: 
  1. identidad, y 
  2. cualidad. 
Para indicar el primer punto de vista, el griego usa el artículo; para el segundo, el anathorous (sin artículo) es usado. También en expresiones que han sido tecnificadas o estereotipadas, y en salutaciones, el artículo tampoco se usa» (pág. 149).

En conclusión: la gramática griega enseña que la ausencia del artículo no hace al nombre necesariamente indefinido, por las siguientes razones:
  • El nombre en griego tiene definitividad intrínseca.Puede suprimirse el artículo al lado de ciertos nombres comunes que designan seres únicos en su especie y de NOMBRES PROPIOS.
  • Cuando un nombre se usa sin el artículo, el autor desea enfatizar la cualidad o carácter de ese nombre.
  • Gramaticalmente, un predicado nominal formado por un verbo copulativo (ser o estar) carece de artículo porque no lo necesita.
Y este es precisamente el caso de la oración sustantiva del verbo ser de Juan 1:1, donde el predicado «Theos» es nominativo al igual que el sujeto «Logos».
Por otra parte, la palabra «Dios» se escribe aquí sin el artículo masculino en nominativo («ho»), de que está habitualmente precedida, porque esta omisión se imponía por tener, al propio tiempo, el sentido de un adjetivo, y el vocablo desempeña en la frase el papel de atributo y no de sujeto (por las razones gramaticales expuestas), no designando a la persona, sino —como ya se ha dicho— la cualidad, el carácter, la esencia, la naturaleza de ella, que en el caso que ocupa nuestra consideración es precisamente la de la Deidad misma. 
En consecuencia, pues, la palabra «Dios», sin el artículo, y en conexión aquí con la palabra «Verbo», sugiere que ambos son coparticipantes de la misma esencia, coiguales en sus atributos o cualidades divinas, y consustanciales en cuanto a propia naturaleza.
Además, escribiendo el nombre «Theos» de la tercera cláusula precedido por el artículo, Juan habría identificado la Palabra y el Dios (o sea, el Padre), minimizando así la distinción que acababa de hacer en la segunda cláusula al decir que «el Verbo era con el Dios», distinción de persona, aunque no de esencia, que los cristianos aceptamos en nuestro concepto de el Padre y el Hijo, pues no somos «sabelianos».
Dios era el VerboPero todavía hay algo más aquí. Nótese que el texto griego no dice que «el Verbo era Dios», como en la versión castellana, sino: «kai Theos en ho Logos»: «y Dios era el Verbo». 
Es decir, que la palabra «Dios» ocupa el primer lugar en esta frase, el predicado precede al sujeto, está en la posición de mayor énfasis. Es una ley fundamental en las reglas del idioma griego que, cuando se desea recalcar una idea básica, la palabra que la especifica se coloca en primer término. 
El orden, pues, en el que las palabras se suceden en el texto original tiene una importancia ineludible, ya que tiende precisamente a hacer recaer todo el peso del énfasis en la plena divinidad de la Palabra, o sea: Cristo. Por eso, para lograr dicha enfatización, el predicado precede al sujeto.
Por lo tanto, al decir que «Dios era la Palabra» se indica que la Palabra divina es Dios mismo. Equivale al mismo tipo de afirmación que: «Juan es médico» (obsérvese la ausencia del artículo determinado por tratarse de un predicado nominal con el verbo copulativo). 
Y usando un término bíblico para ilustrar más claramente nuestro ejemplo, véase cómo la construcción de la frase «y Dios era el Verbo» es precisamente la misma que la de Juan 4:24 («Dios es Espíritu»), donde el vocablo «Espíritu» es enfático y se emplea para definir la naturaleza y la esencia de Dios.
(Algún exégeta había propuesto, un tanto ingeniosamente, dar a la parte final de nuestro texto el significado de: «y el Verbo era divino». Pero la palabra que, enfáticamente, en griego expresa la idea de divino es «theios», y no «Theos»).
Ahora bien: si leyendo el texto griego de Juan 1:1 hemos podido constatar que no aparece ningún artículo indefinido que autorice traducir: «y el Verbo era un dios»,sino todo lo contrario, ¿por qué los «Testigos de Jehová», habiendo interpolado el artículo indeterminado un en su versión Nuevo Mundo, no lo han encerrado entre corchetes? Ahí se ve bien patente la mala fe con que han obrado los traductores para hacer creer al lector ingenuo que dicha partícula indefinida se halla contenida en el texto original.
Ausencia total del artículo «un»Sin embargo, a la luz de todo lo expuesto se llega a la conclusión de que los «Testigos» desconocen muchos de los matices morfológicos y sintácticos que presentan las leyes gramaticales griegas. Porque en el griego novotestamentario sí existen unas partículas que suelen usarse como equivalentes a artículos indeterminados para expresar la idea de un, uno y una. Nos referimos a los adjetivos numerales cardinales y a los adjetivos indefinidos, por cuanto implican unidad predicamental, o también trascendental (unidad en sí misma, indivisible en su estructura), y como tales se emplean en muchos pasajes del Nuevo Testamento.
Veamos algunos ejemplos prácticos. Mateo 8:19: «eis grammateús»: «un escriba» (eis: un; masculino). Lucas 10:25: «nomikós tis»: «un intérprete de la ley» (tis: un; masculino). Mateo 19:5-6: «sarka mían», «sarx mía»: «una carne» (mían, mía: una; femenino). Juan 10:30: «en esmen»: «somos uno» (en: uno; neutro). Aquí la partícula neutra se expresa como “un”.
Por lo tanto, el griego no permite traducir: «y el Verbo era un dios», pues para esto Juan tendría que haber escrito: «kai eis Theos en ho Logos» o: «kai Theos tis en ho Logos», ya que aquí un significaría uno entre otros varios posibles, y el griego no introduce adjetivo numeral alguno. De modo que la filología nos indica claramente que se trata de dos distintos, pero que ambos son divinos. Es decir, que en este texto se nos habla de dos Personas que poseen la misma y única naturaleza divina.
Para acabar de disipar las dudas que el lector sincero pudiera tener en este sentido, demostraremos una vez más —y ruego se nos disculpe tanta insistencia— que la ausencia del artículo delante del nombre no hace que este sea necesariamente indefinido, como los traductores de la versión Nuevo Mundo pretenden hacer ver en Juan 1:1. 
Hasta aquí creemos haber probado suficientemente que el esfuerzo puesto en juego para convertir el vocablo «Dios» en indefinido por carecer del artículo no obedece sino al deliberado propósito de los traductores russellistas de negar la deidad de Cristo.
Mateo 4:4; 5:9; 6:24. Lucas 1:35 y 78; 2:14 y 40; 20:38. Juan 1:6, 12 y 18; 16:30. Romanos 8:8 y 33. 1 Corintios 1:1. 2 Corintios 1:21. Gálatas 1:3; 2:19. En todos estos textos aparece la palabra «Dios» sin el artículo. ¿Podríamos traducir «un Dios»? Como el lector podrá comprobar por sí mismo, intercalar el artículo indefinido un delante del nombre «Dios» en los versículos citados resultaría absurdo y totalmente antiexegético.
Pero aún hay másEn Juan 1:18; 20:28, Hebreos 1:8 y 1 Juan 5:20, Jesucristo es llamado «Dios». ¡Y EL VOCABLO «DIOS», APLICADO A JESÚS, VA ACOMPAÑADO EN EL ORIGINAL GRIEGO DEL ARTÍCULO DETERMINADO! ¿Se quiere prueba más contundente de que a Cristo se le identifica con Dios mismo?
Un argumento que no valeReferente al hecho de escribir la palabra «Dios» con mayúscula o minúscula, no vale la pena que nos entretengamos en refutarlo; es algo que, por carecer de valor escriturístico y no tener la importancia que se le ha querido dar, nada demuestra. (¡A qué subterfugios y detalles insignificantes se ven obligados a recurrir los «Testigos» para negar lo que es innegable!). Porque los textos más antiguos escriben todas las letras mayúsculas (códices unciales) o todas con minúsculas (códices cursivos o minúsculi), así que la diferencia no procede del original, sino de copistas de siglos posteriores que empezaron a usar mayúsculas y minúsculas a su libre antojo.
Una preposición iluminadoraAhora bien, antes de concluir con este argumento es necesario, de conformidad con el significado de los términos griegos que estamos estudiando, profundizar un poco más en nuestro comentario analítico de Juan 1:1. «Y el Verbo era con Dios» es una cláusula que nos interesa mucho, pues la palabra griega «pros» («con») es una preposición que tiene categoría de relación; se trata de una preposición de movimiento en una frase sustantiva porque está el verbo ser, y la idea que expresa está completada en la cláusula siguiente, cuyo sentido es que «el Verbo comunicaba en la naturaleza divina».
En efecto: la preposición que Juan usa aquí no es la acostumbrada preposición griega «para», que significa «al lado de», «estar junto a», sino una que tiene el sentido de «estar cara a cara» y sugiere el compañerismo más íntimo como iguales, indicando simultaneidad, coigualdad entre el Verbo y Dios. Es decir, que el vocablo en cuestión no quiere decir solamente que el Verbo estaba junto a Dios en sociedad, sino que nos lo presenta en movimiento constante hacia Él y expresa la idea de íntima unión, de estar estrechamente apegado a Dios en un contacto activo y dinámico, pero con una unión tan estrecha que ambos comunicaban en la naturaleza divina, eran consustanciales, sin otra distinción que la personal.
Este matiz se halla nuevamente en el v. 18: «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo (o “el unigénito Dios”), que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer». Juan vuelve a emplear la misma preposición en su 1.a Epístola 1:2: «(Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)».
Ante una verdad tan portentosa como profunda, el doctor G. N. Clark, conocido teólogo evangélico, escribió: «Por supuesto, la encarnación no quiere decir que Dios fue quitado del universo y localizado en Jesús. Ni quiere decir, tampoco, que el Logos fue separado de Dios al ocuparse en efectuar la encarnación. Erramos si pensamos que el Logos es capaz de una sola actividad a un tiempo. Él es capaz de toda la actividad de Dios. La encarnación no es una división de Dios. 
La verdad es más bien esta: que el Dios que en su actividad despliega una variedad infinita añadió a las expresiones de su carácter otra manera de revelarse haciéndose hombre, lo que es una forma adicional de actividad, en la cual pudo entrar sin retraerse de ninguna otra actividad».
«En principio era el Verbo». La palabra «arkhe» («principio») significa aquí principio en sentido absoluto. Compruebe el lector que en el original griego el nombre sustantivo no tiene artículo, lo cual viene a confirmar, en efecto, que el escritor sagrado quiere expresar duración sin tiempo, sinónimo de eternidad. 
El principio de Juan 1:1 halla, pues, su contexto armónico en el principio de Génesis 1:1. Es evidente, por tanto, que se trata de la misma idea y que ambas expresiones nos sitúan en el vértice de la eternidad misma, donde el Verbo existía eternamente, y en el momento en que los cielos y la tierra, cuando eran inexistentes, comenzaron a existir en virtud del poder creador de Aquel que es eterno por sí mismo.
Pruebas de la inspiración verbal Los cristianos netamente evangélicos creemos en la inspiración verbal de la Biblia según el texto en su lenguaje original. Con esto queremos decir que la Biblia no solo fue inspirada en su contenido general, sino que cada palabra fue escogida e inspirada por el Espíritu Santo como si hubiera sido dictada por Él. 
Como una evidencia notable y concluyente de esta inspiración sobrenatural, vamos ahora a considerar dos verbos griegos por medio de los cuales suele expresarse la idea de existencia, significando uno de ellos la existencia juntamente con la idea de origen, y el otro significando existencia sin ninguna idea semejante.
En los vs. 1 y 2 del capítulo primero del Evangelio según San Juan, aparece cuatro veces una palabra especial: es la palabra usada y traducida «en» («era»). 
En los versículos citados, la palabra usada y traducida «era» es la forma imperfecta de la tercera persona del singular del verbo «eimi», que equivale en su significado a nuestros verbos ser, estar o existir, pero no implica que el sujeto del cual se habla tenga un principio, pues el tiempo imperfecto en que se halla indica una acción continua en tiempo pasado. 
Si se hubiera querido indicar un principio o existencia con origen, se hubiese usado un aoristo, que pertenece al tiempo secundario, y al ser indefinido es el tiempo histórico por excelencia. En tal caso, según los gramáticos, se hubiese empleado, concretamente, el aoristo indicativo, que corresponde a nuestro pretérito indefinido e indica esencialmente una acción que tuvo lugar en el pasado y con principio temporal. O se hubiese usado el tiempo perfecto, que expresa la acción ya terminada.
Ahora pasemos al v. 3. Allí aparecen las palabras «fueron», «ha sido» y «fue». Consecuentemente, pues, cuatro son las formas del verbo ser que encontramos en los tres primeros versículos de Juan 1. Pero las palabras traducidas como «fueron», «ha sido» y «fue», en Juan 1:3, son completamente distintas. Esto es: «egeneto». Y la palabra «egeneto», también traducida era, fue, es la tercera persona del singular de «ginomai», y siempre, sin excepción, implica un principio. 
La palabra significa «engendrar» o «principiar», viene del verbo «ginomai», que también se traduce «engendrar» o «ser creado», «venir a la existencia», «nacer» y «descender». Por lo tanto, la palabra «egeneto», cuando es usada, implica existencia de un sujeto con un tiempo definido de principio, antes del cual no existía.
Ahora bien: los dos primeros versículos, en los cuales la palabra «era» ocurre cuatro veces, se refieren al Creador. Y cuando Juan habla de Cristo como Creador, usa la palabra «en», una forma del verbo «eimi», que significa «existir», pero SIN NINGUNA REFERENCIA DE PRINCIPIO O DE FIN. Esto equivale a: «YO SOY», «YO SIEMPRE FUI». Es decir, denota existencia sin ninguna insinuación o sugerencia de un principio. Así pues, cuando Juan se refiere a la deidad preexistente de Jesús, siempre emplea la forma del verbo «eimi», que, como venimos enfatizando, indica existencia sola, sin mencionar origen temporal alguno.
Pero en el tercer versículo notamos las palabras «fueron», «ha sido» y «fue», que se refieren a la creación. Y cuando Juan habla de la creación que Cristo hizo, entonces sí que la palabra «egeneto» es utilizada, y el uso de este verbo indica la existencia de lo que fue creado y por consiguiente tuvo un principio, denotando que la creación no siempre existió, sino que, como su nombre indica, fue creada, significando, por tanto, el vocablo «egeneto»: EXISTENCIA CON UN PRINCIPIO U ORIGEN BIEN DEFINIDO.
Pasemos ahora al v. 4 y notemos que Juan, al hablar otra vez de Jesús, vuelve a usar nuevamente el verbo SER (en griego «en») (SER SIN PRINCIPIO), utilizada en los vs. 1 y 2, pues está hablando de Jesús el Creador.
Pero notemos ahora la presencia de la forma de los verbos ser, estar o existir, la palabra «hubo», en el v. 6. Aquí la palabra traducida «hubo» es el término griego «egeneto», que denota principio, porque este versículo habla de Juan el Bautista, quien fue un hombre con un principio, por cuanto tuvo un origen humano al nacer. Véase lo que luego se añade en el v. 8. El verbo griego que denota la existencia de Cristo se usa aquí acompañado del adverbio negativo «no», para distinguir a Juan como hombre de Jesús como Dios.
Pasemos al v. 10. Aquí está el texto que habla tanto del Creador como de lo creado. Pero no hubo error al escoger las palabras usadas. El Espíritu Santo utiliza cuidadosamente la forma del verbo «eimi», denotando eterna preexistencia, cuando se refiere a Jesús, y la palabra «egeneto», significando un principio o génesis, cuando se refiere a lo creado.
Ahora llegamos al texto cumbre, la evidencia indiscutible de la divina inspiración de las Escrituras. El versículo 14. La Palabra «fue» en este versículo es el término «egeneto», aplicado al cuerpo físico de Jesucristo. Se refiere a su nacimiento, a su encarnación, cuando la naturaleza humana de Jesús tuvo su principio.
Consideremos el v. 15. Juan el Bautista dice que Jesús existió antes que él. Ahora bien: esto no se refiere al nacimiento humano de Jesús, porque el Bautista fue concebido en el vientre de su madre seis meses antes de que Jesús fuera concebido en el seno de María (Lc 1:26). Jesús, como hombre, fue seis meses menor que Juan el Bautista (Lc 1:36). Por lo tanto, Jesús existió después y antes que Juan. En efecto: como hombre nació después que Juan; pero como Dios existió antes que él.
Examinemos un último ejemplo: «Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy”» (Jn 8:58). La palabra traducida «fuese», en este versículo, es «genesthai», y el verbo puede traducirse: «Antes que Abraham naciera, existiera o llegase a ser».
Pero en la última parte del versículo, Jesús dijo: «Yo soy». Y la palabra traducida «yo soy» viene del mismo vocablo traducido «era» en Juan 1:1. Este es el término «eimi» («Yo soy»), de la raíz de la palabra griega «en», siempre usada para la existencia eterna de Cristo. Por tanto, Jesús afirmó aquí: «Antes que Abraham naciera, YO YA EXISTÍA». Vendremos más adelante a una más detenida consideración de este verso.
Mala gramática y peor teologíaAsí pues, a la luz de todo lo dicho con respecto al análisis gramatical del texto griego de Juan 1:1, la conclusión es obvia: la traducción «y la Palabra era un dios» no es más que una invención de los traductores de la versión Nuevo Mundo, y, además, como ya se ha demostrado, esta traducción de los «Testigos de Jehová» va contra todas las reglas de la gramática griega, por cuanto según las leyes gramaticales del idioma griego no solo resulta imposible dicha versión, sino que es antigramatical traducir «y la Palabra era un dios».
Teniendo en cuenta todos los antecedentes considerados, y sobre todo comparando Juan 1:1 con los correspondientes contextos escriturísticos, la traducción de los «Testigos» fuerza la sintaxis griega de una manera antinatural y, en consecuencia, no puede aceptarse bajo ningún concepto.
No debemos confundir los términos. Una cosa es la exégesis (leer lo que dice el texto). Otra cosa muy distinta, practicada por el comité de traducción de la versión Nuevo Mundo, que confiesa haber permitido que sus creencias religiosas influyeran en sus componentes al traducir su «Biblia», es la «eiségesis» (leer lo que uno desea que diga el texto).
El Logos en los Targums judíosSabemos ahora que la teología judaica de Palestina del primer siglo después de Cristo fue cosa más preciosa de lo que antes se suponía. 
El helenismo se casó con el judaísmo en Alejandría. Ya en Alejandría, había adoptado la doctrina estoica del Logos como Razón y Verbo, y la había usado abundantemente. 
La misma usanza había ocurrido, antes que él, en los libros del Antiguo Testamento, donde la personificación de la Sabiduría es común. Y puesto que la Sabiduría de Dios estaba ya personificada en los escritos sagrados de los judíos, no necesitamos sorprendernos de que Juan use el término «Logos». 
En Éfeso, donde probablemente el anciano apóstol escribió su Evangelio, la obra del filósofo griego Heráclito fue bien conocida. De ahí que Moffat aún sugiere que un estoico muy bien podría haber escrito: «En el principio era el Logos, y el Logos era Dios».
Ciertamente nos permitimos pensar que Juan, muy alerta para aprovecharse del pensamiento de los eruditos de su día, se alegraba de usar esta terminología judaica-platónica-estoica: Logos, para ayudarse a exponer la naturaleza y misión de Jesús en el universo. Es «una forma intelectual» del mundo grecorromano, justamente como «Mesías» pertenecía al mundo judío; pero con esta diferencia: de que la idea de Logos ya estaba aceptada también en el mundo judío.
Es, sin embargo, muy difícil traducir «Logos» al español, a causa de la idea doble, en él, de Razón y Expresión. El poeta laureado Robert Bridges traduce estas palabras en su nuevo libro así: «En el principio era la mente». Y esto, por cierto, es posible. Pero lo que es imposible es derivar el Logos de Juan del de Filón, del de Platón o del de Heráclito, aunque, fuera de toda duda, rasgos de cada uno pueden hallarse en el uso de Juan, además del término dado a la Sabiduría en el libro de los Proverbios de Salomón.
Por otra parte, es bien sabido que los judíos contemporáneos de Jesús ya no hablaban el hebreo, el lenguaje de las Sagradas Escrituras, sino el arameo. No obstante, en sus sinagogas, las Escrituras se leían siempre en el hebreo original; pero para que el pueblo pudiera comprenderlas se hicieron muchas traducciones al arameo. Estas traducciones se conocen bajo el nombre de Targums.
Ahora bien: los judíos observaban escrupulosamente el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano y, en un maravilloso intento de evitar el mismo uso del nombre divino, lo sustituyeron por perífrasis muy reverentes, tales como: «el Señor», «el Bendito», «el Eterno» y otras expresiones similares que en la mayoría de los casos se reducían a la de «el Logos». O sea, que se usaba libremente la palabra aramea «Memra» («Verbo») como una personificación de Dios y para referirse a Jehová. “Memra” = “Palabra”.
Esto es muy común en los Targums, y de esta manera leemos que nuestros primeros padres «oyeron la voz del Logos que se paseaba en el huerto» (Gn 3:8), y que Jacob tomó «al Logos del Señor como su Dios» (Gn 28:21). Así que, allí donde se usaban los Targums, el pueblo estaba acostumbrado a identificar el Logos de Dios con Jehová mismo. El tema central del Evangelio según San Juan es demostrar la divinidad del Mesías, y el apóstol, conocedor de la común costumbre de usar esta perífrasis escritural entre los judíos de su tiempo para designar a Jehová, la emplea en sus escritos para probar la deidad de Cristo y su eternidad.
Además, por si esto fuera poco convincente, sabemos también que los judíos, especialmente los rabinos, sabían que el Mesías tenía que ser divino, y debido a esto la antigua sinagoga reconocía que Jehová era uno de los nombres del Mesías.
Por lo tanto, la conclusión no puede ser más obvia y lógica: si a Jehová se le llamaba «el Verbo», y al Mesías se le aplicaba el nombre de Jehová, se evidencia claramente que ambos son un mismo Ser.
La Escritura no conoce dos dioses de categoría diferenteTodo lo hasta aquí expuesto está, pues, en perfecta armonía con nuestra exégesis de Juan 1:1. El Verbo era (y es) Dios mismo: Jehová. Y los siguientes contextos son una confirmación contundente de que el Verbo en modo alguno podía ser «un dios», como pretende inútilmente demostrar la secta de los «Testigos» con sus malabarismos atextuales y malévolas artimañas:
  • «Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo» (Dt 32:39).
  • «Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí» (Os 13:4).
  • «Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve» (Is 43:10-11).
  • «Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: “Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios… No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno”» (Is 44:6 y 8).
Según la interpretación de los «russellistas», resulta que hay un Dios grande y un dios pequeño, el Todopoderoso, que es Jehová, y el Poderoso, que es Cristo; y, por consiguiente, el Dios grande creó al dios pequeño. 
¡Absurdo y ridículo politeísmo! Pero ¿qué se infiere de estos textos que acabamos de citar? Pues que Jehová nunca creó otro dios y que no hay otro Salvador aparte de Él. Por lo tanto, el Verbo jamás podía ser un dios: TENÍA QUE SER DIOS MISMO.
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