martes, 14 de junio de 2016

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




INTERPRETACIÓN EFICAZ DE LA PALABRA

PASOS PARA INVESTIGAR EL SIGNIFICADO DEL TEXTO BÍBLICO
"exégesis” referencia a la investigación histórica del significado del texto bíblico.
La exégesis responde a la pregunta:

  • ¿Qué quiso decir el autor bíblico? Tiene que ver con lo que dijo (el contenido mismo) y por qué lo dijo en cualquier punto dado (el contexto literario). 
  • La exégesis tiene que ver con la intención: ¿Qué se propuso el autor que entendieran sus lectores originales?

  Paso 1. Examine el contexto histórico en general
Antes de la investigación de cualquier oración, párrafo, o cualquier otra subdivisión de un documento, es necesario tener siempre una buena visión general de todo el documento. Preguntarse:

  •  ¿Quién es el autor? 
  • ¿Quiénes son los destinatarios? 
  • ¿Cuál es la relación entre ellos? 
  • ¿Dónde viven los destinatarios? 
  • ¿Cuáles son sus presentes circunstancias? 
  • ¿Qué situación histórica ocasionó este escrito? 
  • ¿Cuál es el propósito del autor? 
  • ¿Cuál es el tema o interés principal? 
  • ¿Tiene el argumento o la narración un bosquejo fácil de hallar?

Es mejor realizar este trabajo por sí mismo. En el estudio de un libro esto se hará durante el curso, pero para la exégesis de un “pasaje problemático”, en muchos casos usted deseará aplicarse directamente al pasaje.

Por tanto, es importante consultar una obra de:

  •  contenido general y 
  • una introducción crítica.

NOTA: Si usted aborda el texto por la razón 1, es decir, para abrirse paso metódicamente a través de un libro, no hay nada mejor que hacer el trabajo por sí mismo. En este caso debe hacer lo siguiente:

  1.1. Lea el documento completo en castellano de un                      sólo tirón
No hay sustituto alguno para este paso. Nunca se comienza la exégesis de un libro en el capítulo 1, versículo 1.

El primer paso es siempre leer todo el documento. Es necesario tener un concepto provisional del todo antes de analizar alguna de sus partes, y se obtiene ese concepto mediante su lectura completa.

Después de la primera lectura, repáselo una segunda vez de modo superficial y tome notas de lo siguiente (con referencias):
  1.1.1. Descubra todo lo que pueda sobre los destinatarios.

  • ¿Son judíos o no judíos, o una combinación de los dos? 
  • ¿Qué relación tienen ellos con el autor? 
  • ¿Hay alguna indicación de su situación socioeconómica?

  1.1.2. Descubra todo lo que pueda acerca del propósito.
  • ¿Dice el autor explícitamente algo acerca de su propósito? 
  • ¿Qué está implícito?

  1.1.3. Anote los énfasis o intereses especiales que se presenten.

  • ¿Cuáles palabras o ideas se repiten con frecuencia? 
  • ¿Qué vocabulario poco frecuente se repite? 
  • ¿Qué puede decir esto acerca del motivo o propósito?

  1.1.4. Elabore un bosquejo anotado de todo el libro (para que se revise en estudio posterior).
Después de familiarizarse con todo el documento, proceda a los siguientes pasos.

  1.2. Compare sus observaciones con la literatura                           secundaria
Ahora consulte otras fuentes y vea si hay alguna información que usted pasó por alto. Si hay diferencias significativas entre sus observaciones y las del estudio general o introducción del NT, repase otra vez el documento con el libro correspondiente y vea cuáles son las razones de las diferencias.

  Paso 2. Confirme los límites del pasaje
Esté seguro de que el pasaje escogido para la exégesis sea una unidad genuina y completa en sí misma. Aunque haga la exégesis sólo de una oración, esa oración debe ubicarse en su propio párrafo o fragmento. Para hacer esto, debe comparar las divisiones en párrafos en la Nestle Aland  y el Griego del Nuevo testamento (notará que a veces difieren) con dos o más traducciones modernas (e.g., la NVI y la Biblia de las Américas). Donde haya diferencias, debe decidir tentativamente por sí mismo cuál es la unidad básica.

La decisión final sobre este asunto llega a ser parte del proceso exegético completo.

  Paso 3. Establezca el texto
El principal interés del intérprete de cualquier texto antiguo es el textual.
¿Cuáles palabras usó el autor, y en qué orden?
La ciencia que busca recobrar la forma original de documentos escritos a mano se llama crítica textual, que se ha convertido en un campo de estudio muy técnico y complejo.

Con una pequeña cantidad de esfuerzo concentrado, no obstante, el estudiante de la exégesis puede aprender lo suficiente como para sentirse cómodo

  1. con la lectura de debates textuales (v.g., en artículos y comentarios) y 
  2. al tomar sus propias decisiones textuales.

Para hacer la propia crítica textual, es necesario familiarizarse con los materiales (información textual en las notas) de la Nestle-Aland y el Griego del Nuevo testamento. Una explicación completa del uso de estos materiales y la presentación de los criterios para tomar decisiones textuales se darán en un post posterior próximo.

No todas las decisiones textuales tienen importancia exegética. Pero es necesario familiarizarse lo suficientemente con esta ciencia para poder distinguir lo que es importante de lo que no lo es y evaluar las decisiones textuales de otros por sí mismo. En el propio ensayo exegético, sólo necesitan presentarse las decisiones textuales que de veras afectan el significado del pasaje.

  Paso 4. Haga una traducción provisional

  • Lea el párrafo en griego y haga una traducción provisional. 
  • Lea el texto griego completo varias veces, hasta estar bastante familiarizado con el contenido del pasaje para poder traducirlo sin la ayuda de léxicos o gramáticas. 
  • Entonces escriba su traducción, usando los textos auxiliares si es necesario. 
Recuerde que ésta no es una traducción definitiva. El propósito de este paso es familiarizarse con el contenido del párrafo. Al mismo tiempo debe empezar a reconocer las palabras que puedan necesitar un estudio especial. Por ejemplo,

  • ¿hay palabras con contenido teológico? 
  • ¿Algunas palabras se repiten en este pasaje? 
  • ¿Hay palabras en este pasaje que no ocurren con frecuencia en los escritos de este autor?

NOTA:
Como paso final de su exégesis, antes de escribir el ensayo, quizá se requiera que vuelva a este paso y haga una traducción definitiva que refleje las conclusiones de su exégesis. Aun si no fuera requerida, es buena práctica hacerla.

  Paso 5. Analice la estructura de las oraciones gramatícales y             las relaciones sintácticas
Es importante que al iniciar la exégesis del pasaje se tenga una buena idea del flujo del argumento (o narración) y que se reconozcan las estructuras básicas y la sintaxis de cada oración. Para hacer eso debidamente no hay nada mejor que escribir el pasaje en su totalidad en forma estructurada.

Hay tres ventajas:

  • primera, obliga a tomar decisiones gramaticales tentativas, en especial acerca de las relaciones sintácticas. 
  • Segunda, capacita para tener una idea de la estructura del pasaje y reconocer configuraciones (v.g., continuaciones, contrastes, paralelos). 
  • Tercera, proporciona un bosquejo tentativo del argumento.

  5.1 Haga un diagrama de flujo de oración
El mejor modo de escribir el texto es en la forma de un diagrama de flujo de oración, con anotaciones marginales que tracen el flujo del argumento. Aunque tal trabajo es un asunto muy personal, las sugerencias dadas en el Capítulo II pueden servir de guías útiles.

  5.2 Haga un diagrama gramatical de oración
A veces la gramática de una oración es tan compleja que es útil hacer un diagrama de las partes que la constituyen. Muchos preferirán hacer el diagrama gramatical de todas las oraciones del pasaje, antes que aprender un nuevo sistema, tal como escribir un diagrama de flujo de oración.

La ventaja del diagrama gramatical es que obliga a uno a identificar la función gramatical de cada palabra del pasaje. La desventaja es que uno hace el diagrama de sólo una oración a la vez y, por ende, puede dejar de tener una vista general del pasaje completo o reconocer las varias configuraciones estructurales del argumento.

Cuando se completen estos primeros cinco pasos, dos cosas deben haber sucedido:

  1. Usted debe tener ahora una buena idea tanto del contenido como del contexto más amplio del párrafo.
  2. Usted debe haber aislado algunos problemas que necesitan un examen más detenido.

Ahora usted está listo para hacer un análisis más detenido del pasaje. Los tres pasos siguientes aíslan tres preguntas de contenido (las preguntas textuales ya se han tratado en el paso 3). Si ya ha aprendido los procedimientos bosquejados en ese capítulo, entonces sólo necesita aplicarlos a su ensayo. Si no, será necesario dedicar tiempo al aprendizaje de cada uno de esos procedimientos y ver cómo se aplican al pasaje.

  Paso 6. Analice la gramática 
Para sus propios propósitos usted debe decidir la gramática de todo lo que está en el pasaje. Pero debe presentar en el ensayo sólo las cosas en las que es importante una decisión exegética o en las que ésta tiene trascendencia en el significado de un pasaje.

  • ¿Están en duda algunos puntos gramaticales? 
  • ¿Podrían leerse de modo diferente algunas oraciones, cláusulas o frases si la gramática se interpretara de otra manera? 
  • ¿Hay verdaderas ambigüedades que imposibilitan la interpretación definida de alguna parte del pasaje? Si es así, 
  • ¿cuáles son al menos las opciones posibles? 
  • ¿Hay alguna anomalía gramatical (no lo que se esperaría) en algún punto? Si es así,
  • ¿podría usted dar alguna explicación de la anomalía?

  Paso 7. Analice las palabras importantes
Debe tener cuidado aquí. Evite que el ensayo se convierta en una colección de pequeños estudios de palabras. Presente el significado de cualquier palabra. En el ensayo, el estudio de las palabras se hará a base de dos criterios:

  1. explique lo que no es obvio; 
  2. concéntrese en las palabras y redacciones claves.

  Paso 8. Investigue el trasfondo histórico-cultural
Incluida en este paso está una variedad de asuntos que incluyen:

  1. la trascendencia de personas, lugares, acontecimientos, etc., mencionados en el pasaje; 
  2. el medio ambiente cultural y social del autor y sus lectores; 
  3. las costumbres y hábitos del autor o locutor y sus lectores u oyentes; y 
  4. el modo de pensar del autor y sus lectores.

En el ensayo, como antes, es necesario decidir cuáles de estos asuntos necesitan desarrollarse, a base de:

  1. lo que no es obvio para los lectores, y 
  2. lo que tiene verdadera trascendencia en el significado del pasaje.

  B. CONSIDERACIONES ESPECIALES PARA DIFERENTES GÉNEROS

En este punto usted está listo para lidiar con las cuestiones del contexto histórico en particular y el contexto literario. Sin embargo, el procedimiento aquí para la exégesis de los varios géneros difiere considerablemente. Por lo tanto, se presentan los siguientes pasos de acuerdo al género. Puede ser útil en este punto referirse con frecuencia al diagrama esquemático de este capítulo.

Exégesis de las epístolas (E)

  Paso 9 (E). Determine el carácter formal de la epístola

  9.1 (E). Diferencias de carácter
Aunque todos los documentos del NT desde Romanos hasta Judas (21 en total) son epístolas, tienen ciertas diferencias considerables de carácter. Algunas son para un propósito determinado, y tienen sus propios motivos (e.g., Filemón, 1 Corintios, Judas, Gálatas), mientras que otras parecen ser más bien folletos generales. 

Es importante en este punto considerar que algunas son más como “cartas” y otras son más públicas, y por tanto, verdaderas “epístolas”. Eso influirá en su modo de pensar en el paso 10.

  9.2 (E). Aspectos formales
También es importante notar los varios aspectos formales de las cartas de la antigüedad y determinar a cuál parte de la carta pertenece el pasaje. 

Por ejemplo, 
  • ¿es parte de una acción de gracias o una oración? 
  • ¿Forma parte del saludo formal o es la parte principal? 
  • Si pertenece a las partes más formales de la carta, ¿cuánto ha determinado la forma misma el contenido?
  Paso 10 (E). Examine el contexto histórico en particular
Ya que las epístolas del NT son todas documentos ocasionales (i.e., fueron ocasionadas por algunas circunstancias especiales o bien de parte del lector o bien de parte del autor), es importante tratar de reconstruir la naturaleza de la situación a la cual responde la subdivisión principal de la carta de que se trata. Para hacer eso bien debe hacerse lo siguiente:

  10.1 (E). Lectura en busca de detalles
Lea la subdivisión varias veces. Mientras lee, preste especial atención a los detalles del texto. Trate de imaginar lo mejor que pueda lo que habría sido estar en una comunidad cristiana del primer siglo oyendo la lectura de la carta por primera vez.

  10.2 (E). La audiencia
Haga una lista de todo lo que pueda proporcionar alguna información acerca de los destinatarios y su situación. 
  • ¿Qué se dice explícitamente? 
  • ¿Qué está implícito? 
  • ¿Tienen una conducta que es necesario corregir? 
  • ¿Es el problema algún mal entendido teológico o falta de comprensión? 
  • ¿Necesitan ellos consuelo, exhortación o corrección? 
  • Si hay algún problema específico, ¿vino de afuera o surgió de adentro? 
  • ¿Hay alguna indicación de cómo se enteró el autor de la situación?
  10.3 (E). Palabras claves
Haga otra lista de las palabras claves y las frases repetidas que indiquen el asunto de la sección
  • ¿Cuáles palabras aparecen con más frecuencia en toda la sección? Revise la concordancia para ver si en este pasaje aparecen con una frecuencia insólita. 
  • ¿El vocabulario del autor sugiere algo acerca de la naturaleza del problema?
  10.4 (E). Descripción breve
En este punto, de manera tentativa, intente escribir un párrafo que ponga todos estos datos en una expresión coherente del problema o la situación de los lectores.

Por lo general, este paso será una consideración importante en la presentación final de la exégesis. No debe dejar de volver a él después de trabajar en el paso 11, porque el análisis de la respuesta debe corresponder bien al análisis de la situación histórica.

  Paso 11 (E). Determine el contexto literario
Para hacer esto, se debe aprender a PENSAR EN PARRAFOS. 
Aun cuando el ensayo exegético se base en uno solo de los párrafos o subpárrafos de una sección más grande, debe procurar seguir el argumento de toda la sección, párrafo por párrafo.

Para el texto específico que se está analizando, ya ha llegado a la pregunta exegética absolutamente esencial: 
  • ¿Cuál es el propósito de este párrafo o exhortación? 
  • ¿Cuál es el propósito de esta oración? Por lo que el autor ha dicho hasta aquí, ¿por qué dice ahora esto? Aquí reside la importancia de seguir el argumento con cuidado hasta el propósito de la oración o párrafo que usted estudia (aunque no es necesario entrar en todos los pormenores del argumento entero en el ensayo). Para la exégesis no es suficiente resolver todos los detalles en los pasos 6–8. Uno también debe poder presentar una explicación convincente de la forma como encaja todo esto en el argumento en progreso del autor.
Para hacer eso bien se debe proceder con los dos siguientes ejercicios.

  11.1 (E). Lógica y contenido
Escriba con brevedad la lógica y el contenido del párrafo que estudia.
Lo que interesa aquí es lo que se dice. ¿A quién se dirige el autor ahora? ¿De qué asunto se habla ahora? ¿Cuál es el interés fundamental? ¿La declaración de usted incluye todo lo del párrafo? ¿Se ha ponderado adecuadamente cada asunto?

  11.2 (E). Contenido y argumento
En una o dos oraciones más explique cómo este contenido contribuye al argumento.
  • ¿Por qué cree que eso se dijo en este punto? 
  • ¿Cuál es la relación de este párrafo con lo que se acaba de decir? 
  • ¿Cómo prepara para lo que sigue?
No se puede enfatizar demasiado la necesidad de disciplinarse para hacer este ejercicio. No importa que tan bien se traten los detalles en los pasos previos, nunca hará buena exégesis hasta que haga este paso bien. La falla de la mayoría de los comentarios reside aquí. Con frecuencia manejan las preguntas de contenido bien, pero muy a menudo dejan de ayudar al lector a entender el propósito de las palabras del autor bíblico en un contexto determinado.

Antes de avanzar al paso 12, debe volver y pensar en lo realizado en los pasos 10 y 11. 
  • ¿Es su comprensión de la respuesta una reacción adecuada a la situación histórica como usted la ha descrito? 
  • ¿Necesita ahora una revisión? 
  • ¿Puede elaborar ahora un argumento convincente para su exégesis como una adecuada comprensión de la situación a la cual el autor se dirige? La excelencia de su exégesis se sostiene o cae aquí.
Exégesis de los evangelios (E)

Antes de tratar las preguntas contextuales para la exégesis de los evangelios, es necesario hacer algunas notas preliminares acerca de la naturaleza de este género, el cual a su vez requiere la exposición de algunas hipótesis de trabajo acerca de los materiales de los evangelios y sus interrelaciones.

  La naturaleza de los evangelios
Las epístolas tienen un contexto histórico y literario unidimensional. Es decir, el autor presenta su propio argumento (o exhortación), incluso cuando recurre a material tradicional, que se dirige directamente a la situación de sus destintarios. Así:

Pablo (54 d.C.) → Corinto (54 d.C.)

Los escritores de los evangelios, al contrario, tienen un contexto histórico de dos o tres dimensiones, que a su vez afecta a su contexto literario. 

Es decir, que transmiten, en la forma permanente de la escritura, las palabras de Jesucristo y los relatos acerca de El (nivel 1) que tienen a su disposición en la forma en que se han conservado en la tradición de la iglesia (nivel 2). 

Por ejemplo, compárese 1 Co 11:23: 

“Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado” (escrito en 54 d.C.) con Lucas 22:17–20 (escrito alrededor de 75? d.C.). 

La propia contribución del escritor del evangelio (nivel 3) es la selección, disposición y adaptación (aunque tal actividad ya estaba en acción en el período de la trasmisión oral). Así:


Así que es con Jesús con quien Teófilo se enfrenta cara a cara, pero Jesús medió a través de la memoria de la Iglesia Primitiva y de Lucas.

El proceso exegético se complica más (o quizá se ayuda) con el hecho de que hay cuatro evangelios, los primeros tres de los cuales, al menos, tienen cierta interrelación literaria.

Estos dos factores, que los evangelios son de dos o tres dimensiones y que hay cuatro, requieren algunas hipótesis previas de trabajo acerca del material de los evangelios y de los evangelios mismos. 

Las siguientes hipótesis son las convicciones del autor sobre las cuales los varios pasos de la exégesis son basados. Debe notarse que son las convicciones compartidas por la vasta mayoría de los eruditos del NT. Debe notarse también que no es posible carecer de hipótesis de trabajo en estos asuntos, aunque uno nunca las haya expresado. 

Si no está de acuerdo con estas hipótesis, tendrá que poner las suyas y adaptar los pasos en conformidad.

  Algunas hipótesis de trabajo
  1. Es razonable suponer que durante el período de trasmisión oral las unidades de materiales (fragmentos), compuestas de relatos y dichos, se trasmitieron de modo independiente una de otra. Asimismo, se puede suponer que muchos dichos se conservaron como enseñanzas y, por eso, se trasmitían con frecuencia sin su contexto histórico original (cf. el uso paulino del material de los dichos en 1 Co 7:10 y 9:14). Así que es una hipótesis de trabajo razonable que la presente organización de los fragmentos es en su mayor parte el trabajo de los evangelistas. Esto parece confirmarse, para usar sólo un ejemplo, por el hecho de que los dichos presentados por Mateo en Mt 10:5–42, como instrucciones para los ministros del reino, aparecen en Lucas en ambientes muy diferentes, en la siguiente secuencia: Lc 9:2–5; 10:3; 12:11, 12; 6:40; 12:2–9; 12:51–53; 14:25–27; 17:33; 10:16.
  2. Aunque ninguno de los evangelios fue escrito para leerse junto con los otros (con la posible excepción de Juan, según Clemente de Alejandría), es casi seguro que por lo menos los evangelios sinópticos no se escribieron independientes unos de otros. Aunque tres o cuatro soluciones al problema sinóptico compiten actualmente por aceptación, el punto de vista de la gran mayoría de eruditos, y el que se da por sentado en este libro es que (a) Marcos fue escrito primero (b) Mateo y Lucas independientemente usaron el evangelio de Marcos al escribir cada uno su evangelio, y (c) Mateo y Lucas también tenían acceso a una gran cantidad de otros materiales tradicionales, algunos de los cuales tenían en común (conocidos como Q, aunque probablemente no era una sola fuente unificada).
  3. Los evangelistas seleccionaron, organizaron y adaptaron los materiales no sólo para registrar o conservar la vida y las enseñanzas de Jesucristo sino también para presentar a Jesús a sus lectores con sus propios intereses distintivos y desde su peculiar punto de vista.

  La tarea de la exégesis
Dada la naturaleza de los evangelios y estas tres hipótesis de trabajo, se supone además que la tarea de la exégesis es primero entender un pasaje en su contexto presente en un evangelio determinado. 

Pero esto tiene dos aspectos: 
  • primero, el evangelista registra la vida y las enseñanzas de Jesús. Así que parte de la tarea es tratar de ver lo que el evangelista entendió como dicho o sucedido. 
  • En segundo lugar, ya que él seleccionó, adaptó y organizó las cosas de este modo en particular, queremos también tratar de ver el significado del pasaje en el presente contexto del evangelio.
La alternativa de esta opinión de la tarea es concentrarse en un fragmento o dicho en un intento por entender lo que significaba en la situación original de Jesús. Como se verá en lo que sigue, ésta es una parte importante de la tarea exegética, pero es solamente la mitad del camino si no se estudian de veras los evangelios mismos, ya que éste es el único contexto verdaderamente seguro que se tiene.

Teniendo en cuenta estos asuntos preliminares, ahora se puede pasar a los pasos del proceso exegético.

  Paso 9 (Ev). Determine el carácter formal del fragmento o el dicho

  9.1 (Ev). Identifique el tipo literario general
¿Es el fragmento u oración una narración o un dicho? O ¿es una combinación de los dos, una historia con pronunciamiento? Cada uno de esos tipos funciona de manera diferente.

  9.2 (Ev). Identifique la forma literaria particular
Si el fragmento es una narración, ¿es la historia de algún milagro? ¿Tiene todas las características formales de tales historias? ¿Es una historia acerca de Jesús, o de Juan el Bautista? De tal narración podría preguntarse, ¿por qué se conservó en la tradición? ¿Qué dice de importancia acerca de Jesús por el hecho mismo de su conservación? Más importante, ¿cómo sirve ahora el relato en la narración del evangelista? ¿Para reforzar una enseñanza? ¿Como parte de una serie que ilustra algún aspecto de la misión o el mensaje de Jesús?
Si el pasaje es un dicho, ¿qué clase de dicho es? ¿Es parábola, símil, dicho apocalíptico o de sabiduría, declaración profética, un texto de materia legal? ¿Tiene elementos poéticos? ¿Emplea hipérbole, ironía, metáfora, paradoja? ¿Cuánto ayuda el análisis de la forma a identificar el público? ¿Qué parte juega en la comprensión? Por ejemplo, no se pretende que se alegorice un proverbio con metáforas como el de Mt 24:28 (“Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas” RVR ’60). El proverbio entero tiene un propósito único, y la metáfora del cadáver y los buitres trata de enfatizar una realidad de la consumación del reino. La pregunta exegética es: ¿Qué dice acerca de la consumación? ¿Su premura, inevitabilidad o visibilidad?

  Paso 10 (Ev). Analice el fragmento en una sinopsis del                                  evangelio 
Ya que cada escritor de los evangelios seleccionó, organizó y adaptó el material tradiciónal disponible, es importante para la exégesis de cualquiera de los evangelios ver cómo está relacionado el fragmento del evangelio en consideración con los otros evangelios. 

Para hacer esto uno debe aprender a usar una sinopsis de los evangelios.
Este análisis consta de tres preguntas. (NOTA: “Tradición triple” significa que el fragmento se encuentra en Marcos, Mateo y Lucas; “tradición doble” significa Mateo y Lucas; “tradición única” significa que aparece sólo en uno de los evangelios: Mateo o Lucas).

  10.1 (Ev). Selectividad
Este asunto tiene que ver con el hecho de que el fragmento se halla en el evangelio que se analiza. 
  • ¿Se encuentra también en uno o más de los otros?
  •  ¿Está su inclusión relacionada con los intereses especiales conocidos del evangelista?
  10.2 (Ev). Organización
La pregunta aquí tiene que ver con el presente contexto literario del fragmento. Estos pasos son importantes porque son la revelación del prisma a través del cual el evangelista ve a Jesús y su enseñanza.

La cuestión de la organización es: 
  • ¿por qué se incluye el dicho (fragmento) en este lugar específico? 
  • ¿Está en el mismo contexto en los otros evangelios? 
  • Si es diferente, ¿está en una clase de contexto similar o diferente (i.e., escatológica, enseñanza sobre el discipulado, etc.)? 
  • ¿El presente contexto, en comparación con el otro o los otros, dice algo acerca de los intereses especiales del escritor del evangelio?
Debe tenerse cuidado aquí. Es del todo posible que un evangelista incluyera un fragmento en un punto determinado simplemente porque ya estaba en ese contexto en la tradición (véase, por ejemplo, ¡cuánto del material de Marcos los otros evangelistas no reorganizaron!); y por tanto puede que él no pretende decir nada con su organización presente. 

En este respecto es necesario tener cuidado especial acerca de Marcos y Juan. Es decir, ellos también pueden haber seguido secuencias ya disponibles en sus fuentes y no siempre tener un significado especial para su organización. Por otra parte, ya que la vasta mayoría de los materiales (principalmente dichos) en la tradición doble no están en secuencia, puede suponerse que lo mismo es cierto en cuanto a Marcos y Juan (i.e., que la secuencia es de ellos).

  10.3 (Ev). Adaptación
Aquí la cuestión tiene que ver con la separación de la adaptación del autor del fragmento a su evangelio del material de la tradición que tenía a su disposición. 
  • ¿El autor ha añadido u omitido algo? 
  • ¿Cuáles cambios verbales ha hecho? 
  • ¿Son solamente de estilo o más sustanciales? 
  • ¿Revelan los cambios los intereses del autor o su énfasis peculiar? 
  • ¿La adaptación de su fragmento se acomoda a una serie de tales cambios, bien en el contexto amplio del fragmento o en todo el evangelio?
Mientras usted completa esta parte de la exégesis, se percatará de que ha estado tratando con el contexto literario y el histórico del evangelista. 
Es decir, 
  • ¿por qué incluyó ese fragmento en ese lugar con esos énfasis especiales? 
  • Pero hay otro factor que necesita consideración y es el contexto histórico de Jesucristo.
  Paso 11 (Ev). Considere el medio ambiente posible en el                                ministerio de Jesús

El interés aquí tiene que ver especialmente con los dichos (enseñanzas) de Jesucristo, ya que muchos se trasmitieron en la tradición oral separada de su contexto histórico original; los evangelistas les dieron el contexto literario actual. 

Es por tanto de alguna importancia exegética analizar los dichos en cuanto a su posible medio ambiente en el ministerio de Jesucristo.

Este análisis se puede hacer mejor en términos del público. Dada la naturaleza del contenido de la enseñanza, 
  • ¿se dio originalmente a los discípulos, las multitudes o los fariseos? 
  • ¿La enseñanza se entiende mejor en el contexto de conflicto o de discipulado?
Muchas veces, por supuesto, no será posible determinar esto y simplemente deberá aceptarse el presente contexto del evangelio. Pero en algunos casos, por ejemplo, donde Mateo o Lucas han insertado algo en el esquema de Marcos, o donde Mateo y Lucas tienen materiales idénticos en dos ambientes diferentes, se puede con frecuencia aislar el material y, a base del contenido, presentar un ambiente original muy verosímil de lo dicho. 

Nótese con cuidado:
  1. Esta es la parte más especulativa de la tarea exegética, así que aprenda usted a “equivocarse por precaución”.
  2. Recuperar el significado en el ambiente de Jesús no es la meta principal de la exégesis. Más bien es la determinación del significado del texto en su presente contexto literario, pero el medio ambiente de Jesús debe ser una parte del estudio global.
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domingo, 12 de junio de 2016

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El AMOR más grande - HERRAMIENTA PARA SALVACIÓN

La obra y los obreros
La Propagación de la Palabra - una obra hermosa
Almas salvadas
Al emprender el estudio del evangelismo personal, antes de considerar CÓMO realizar dicho trabajo, consideremos primero

  1. POR QUÉ, 
  2. DÓNDE y 
  3. CUÁNDO debe realizarse el trabajo personal. 
EN ESTE ESTUDIO RESPONDEREMOS EL ¿POR QUÉ?
En otro post responderemos ¿DÓNDE?, y en otro estaremos tratando el ¿CUÁNDO?

Quizá parezca innecesario para un hijo de Dios considerar estos puntos aun por un momento, y sin embargo, algunos de nosotros quizá no comprendamos por completo la obra que se nos ha encomendado, mientras que para aquellos que quizá comprendan con más amplitud, seguramente no estará fuera de lugar escuchar las palabras de Pedro, en el sentido de despertar “con exhortación vuestro limpio entendimiento.”

¿POR QUÉ?

  1. Porque el Señor lo ordenó.                                                                                             “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15. ¿Podría hijo alguno que ha sido lavado en la sangre del Calvario hacer otra cosa que obedecer? ¿Querría cualquier hijo de Dios que sabe el precio que costó esa sangre hacer otra cosa que obedecer?                                                                                                           Estamos tan inclinados a buscar todo lo bueno que el Señor ha adquirido para nosotros, y que nos ofrece mas                                                                                                  ¿estamos solamente dispuestos a RECIBIR, pero no a DAR?                                      ¿Nos liemos regocijado ante las maravillas de Juan 3:16, para eludir luego las  responsabilidades de 1 Juan 3:16?                                                                                “Muy ocupados,” nos decimos. Y añadimos:                                                              “Muy cansados,”                                                                                                “demasiadas preocupaciones.”                                                                                       Mas ¿estaba el Señor demasiado ocupado en el. cielo para venir a redimir al hombre? ¿Estaba demasiado cansado en circunstancias que se sentaba junto al pozo, para hablar la palabra que hizo acudir a toda una villa a su Dios?                                                         ¿Le impedían las responsabilidades asumidas respecto de la multitud escuchar las palabras del ciego Bartimeo, o debido al apremio no podía satisfacer las necesidades de la mujer que le tocó entre la multitud, o estaba demasiado apresurado para escuchar el llamado de los diez leprosos que se encontraban junto al camino?                        ¿Seremos como los nueve que no retornaron para darle gloria?                       Recordemos que nosotros también somos sólo “samaritanos” y“extranjeros.” De manera que, sabiendo lo que ha hecho por nosotros, glorifiquemos a Dios y démosle gracias obedeciendo Su Palabra.
  2. Porque tenemos un mayordomía que se nos ha encomendado, una responsabilidad de la cual debemos responder ante el Señor.                                                          Hemos estado contemplando el pasado, miremos ahora el futuro, el día que anhelamos, ese día cuando le veremos a nuestro Salvador resucitado, ese día que seguramente no está distante. Hemos recibido a Cristo; estamos edificando sobre el fundamento, fuera del cual no hay otro alguno, pero ¿sobre qué estamos edificando? ¿Qué revelará el fuego? ‘¿Madera, heno, hojarasca?” ¿O será “oro, plata, piedras preciosas” que queremos que se revele? ¿Guardamos nosotros, como el siervo de la parábola, la mina en un pañuelo? Muy pronto veremos a ese “Hombre Noble,” que “partió a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver” ¿Le recibiremos con gozo, o con vergüenza? Pensemos por unos momentos LO QUE SIGNIFICARÍA PARA NOSOTROS, SUS HIJOS REDIMIDOS, SI NO ESCUCHÁRAMOS DE LABIOS DEL SEÑOR LAS PALABRAS DE “BIEN, BUEN SIERVO Y FIEL.”
  3. Porque es nuestro PRIVILEGIO.                                                                                Dios no necesitaba al hombre para predicar su mensaje de salvación; podría haber hablado directamente a los corazones individuales; podría haber empleado a los ángeles, el viento, las olas. Todo estaba a sus órdenes. ¿Por qué fué entonces que le pidió al hombre que anunciara su mensaje, al hombre, que había descuidado de tal manera la tarea que se le había encomendado, el hombre que es un ser tan lleno de fracasos, tan débil? Era el método de Dios de ayudar al hombre, dándole la manera mediante la cual podía alcanzar grandes recompensas, un privilegio que se le había conferido. Nada podíamos hacer para alcanzar nuestra salvación. Nos fué dada como un don o dádiva. Mas ahora el Señor ha dejado expedito un camino mediante el cual podemos recibir recompensas por la fidelidad, es decir, gobierno sobre diez ciudades o cinco; pero la mayor recompensa para nosotros todos, estoy seguro, serán las palabras aprobatorias del Señor que dice: “Bien, buen siervo y fiel.” No pensemos de la labor, sino comprendamos que es nuestro gran privilegio, una forma mediante la cual podremos alcanzar su aprobación y dar gloria a su nombre. 
  4. Porque el mundo está perdido.                                                                               Camina por la senda ancha que “lleva a la destrucción.” Algunos que se encuentran en dicha senda viajan por ella de voluntad. La senda angosta que lleva en dirección opuesta les parece muy angosta, muy limitada, restringida. Otros viajan por ella sin saberlo, con dolor, puesto que la otra senda no se les ha sido señalada. Mas ya sea por la ceguera de la ignorancia, o la ceguera de aquéllos que “tienen ojos, y no ven,” es lo mismo, y la destrucción espera a ambos al final del camino. Debemos entonces colocarnos en la encrucijada del camino, señalando la senda que corresponde, y advertir a todos los que están dispuestos a obedecer.
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sábado, 11 de junio de 2016

Estas señales seguirán á los que creyeren: En el Nombre de Jesucristo echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Derrotando a satanás hoy y siempre
Las señales que seguirán a los que creen Hoy
La Unción del Espíritu Santo en el ministerio

La obra de Dios vive tiempos fructíferos en muchos países de América. Las personas están hambrientas de Dios, necesitan descubrir el verdadero camino. Por lo tanto, creo que es necesario estar preparados y para ello necesitamos la unción divina que respalde nuestros ministerios. Toda obra que no lleva la firma ungida de Dios es muerta.

La unción deben reconocerla aun los que no tienen a Cristo en sus vidas. Mientras caminamos, cuando trabajamos o realizamos diversas actividades, las personas que nos rodean deben reconocer algo diferente en nosotros; y aunque ellos no lo expresen con la misma palabra, esto se llama: unción. Si el mundo no ve en nosotros esa unción, no creerá que Dios nos envió. 

La mayor capacitación que un siervo puede tener es la del Espíritu Santo, sin su obra en nuestra vida sería imposible hacer la voluntad de Dios en esta tierra. Por eso es necesario que estemos investidos, que seamos llenos, renovados permanentemente en el poder y la gracia del Espíritu Santo.

Tal fue el caso de una joven mujer que ansiaba con desesperación encontrar a Dios, pero la misericordiosa mano del Señor la guió hacia alguien que sin conocerla le mostró el camino de su salvación. 

Ella misma relató el hermoso testimonio de esta manera:


«No me quite lo que me ha dado»
Mi vida tenía muchas complicaciones. Había tomado la decisión de suicidarme. Por lo tanto, llevaba en mi cartera una carta en la que expresaba mi determinación. 

Desconocía todo acerca de la campaña evangelística que precisamente ese día daría comienzo en la ciudad de Mar del Plata. No sabía nada del evangelista Annacondia, ni siquiera había oído hablar de él.

En ese tiempo trabajaba como jefa de personal de un importante hotel de esa ciudad. Por años llevé una vida de enfermedad y depresión a pesar de tener una familia bien constituida. No me faltaba nada, pero algo no andaba bien en mí.

Una tarde, mientras estaba parada en mi puesto de trabajo esperando que los empleados a mi cargo cambiaran de turno, decidí terminar con mi vida. Ese era el día que había elegido para suicidarme. Como mi trabajo estaba ubicado frente al mar, caminaría penetrando en las aguas sin mirar atrás y de esta manera le pondría fin a mis sufrimientos.

La entrada del hotel es muy hermosa con unas grandes puertas de vidrio y bronce. Desde allí se sienten los ruidos comunes del vestíbulo. A pesar de lo acostumbrada que estoy a ellos, esa tarde me llamó poderosamente la atención el sonido de la puerta que penetró en mis oídos muy profundamente. En ese instante, siento una mano muy fuerte que me toma de la espalda y me levanta, entonces comienzo a caminar bien erguida y me dirijo hacia una persona que estaba entrando por esa gran puerta. 

Me acerco, lo agarro fuertemente de su camisa y le digo:
—Señor, señor, ¿habrá alguien que me hable de Dios? Necesito que alguien me hable de Él.

Este hombre, con unos ojos muy limpios y una sonrisa muy tierna, me responde:
—Sí, yo te puedo hablar de Dios. Te puedo hablar de un Cristo que te ama y te salva, Él es Jesús de Nazaret.

Esas palabras jamás las voy a olvidar; en ese momento comencé a pedir perdón al Señor. Descubrí todos los pecados que había cometido en mi vida, incluso los que había hecho de niña. 

Al pedir perdón a Dios, entró una luz a mi interior y comencé a agradecerle. Luego miré al hombre que me había hablado y le dije:
—Dígame, ¿quién es usted?
—Yo soy un siervo de Dios, soy el evangelista Carlos Annacondia—me respondió.
—No lo conozco—repliqué—, pero no me quite lo que me ha dado.

A los quince minutos llegó mi esposo a buscarme a mi trabajo y no me reconoció. A partir de esa tarde mi vida cambió, nunca volví a ser la misma. Esa noche fui a la campaña de Annacondia y entregué mi vida a Dios frente a una gran multitud. Hoy puedo decir que fui la primera persona que entregó su vida al Señor a través del evangelista en esa primera e inolvidable campaña de Mar del Plata.

A los tres días de haber conocido a Dios, Él me habló con voz audible y me dijo que tendría una hija más. No fue fácil entenderlo y aceptarlo porque debido a una operación en la que me habían extraído algunos órganos reproductores, los médicos habían confirmado que nunca más podría tener hijos; en esos momentos tenía treinta y siete años y tres hijas. Hoy mi cuarta niña tiene once años y es el resultado de haberle creído a Dios.

No mucho tiempo después, Dios me llamó a su servicio. Hoy trabajo para la obra del Señor pastoreando junto a mi esposo un anexo de nuestra iglesia. Dios es nuestra fuerza y aliento.
María, ciudad de Mar del Plata, Argentina.
Sin la unción de Dios, ningún ministerio en la tierra puede ser eficaz. Si hay algo que nosotros necesitamos es lo que Jesús le encomendó a sus discípulos: «Quédense en Jerusalén hasta que descienda el Espíritu Santo y los llene con poder de lo alto» (Lucas 24:49, La Biblia al día). Ellos deberían primeramente ser llenos del poder de Dios para luego ser testigos en Jerusalén, también en Samaria y finalmente hasta lo último de la tierra. 

Cuando estamos investidos del poder, tenemos la capacidad de ser testigos y así es como comienza nuestra vida en el ministerio. Allí es donde veremos las señales que marcarán nuestro camino.

Cierto día llegó un hermano a mi iglesia para invitar a un predicador a realizar una campaña en una villa miseria por tres días. Dentro de la congregación se habían formado muchos predicadores, por lo tanto, cualquiera de ellos podría hacerlo. Sin embargo, el hermano insistió en que debía ser yo el que llevase la Palabra puesto que su esposa me había visto en visión predicando.

Para ese entonces Dios ya me había hablado diciéndome que si quería que Él me usara, solo debía creer. Allí me mostró abiertamente el verdadero significado de Marcos 16:17, Él me reveló que ese era el secreto de las señales: creer.

Entonces le dije a Dios que nunca me iba a proponer para predicar en una campaña, Él siempre enviaría personas que me invitaran, de esta manera me daría cuenta de que Dios estaba en ello. Así sucedió desde aquel momento hasta el día de hoy.

La campaña a la que me invitaron era en medio de una de las más peligrosas villas. La primera noche muchos pandilleros cayeron endemoniados al suelo, revolcándose y echando espumarajos, así fueron libres de todas las ataduras diabólicas. Al día siguiente estos muchachos eran los primeros en esperar el comienzo de la reunión.

La segunda noche de campaña, no sé si fueron aquellos pandilleros u otros, pero alguien cortó la electricidad del lugar. Igualmente junto con el resto de los hermanos comenzamos a alabar a Dios con todo nuestro corazón y el Espíritu Santo descendió de tal manera que los que estaban ubicados a mi derecha cayeron al suelo y la mitad de ellos comenzaron a revolcarse. 

Veía personas que entraban de la calle gritando, otros llorando, algunos se arrastraban, vi a otros golpearse la cabeza contra el púlpito dando gritos. Mientras tanto, todos continuamos alabando hasta que repararon el desperfecto eléctrico. Esa noche pude ver obrar al Espíritu Santo al darle convicción de pecados a tantas personas, además de sanidades y liberaciones.

El tercer día de campaña los espíritus inmundos continuaban saliendo. Algunas personas llevaban a los vecinos del lugar que se manifestaban en sus propias casas. Esa noche la reunión finalizó llena de prodigios y maravillas. Así fue mi primera campaña evangelística. La gloria de Dios estaba allí mostrando señales que respaldaban su Palabra.

Como le ocurrió a esta mujer, el mundo está esperando que alguien enviado les predique, les hable de salvación, sanidad y liberación. En Romanos 10:11 la Biblia nos dice:
Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
¿Es usted, estimado amigo, o es su ministerio el encargado de este mandato? Si es así, nunca olvide los pasos que describiré a continuación.
Siete pasos para la unción
Hay siete requisitos que cumplir para tener éxito en el ministerio cristiano. Estos son los elementos básicos para alcanzar un ministerio ungido y con éxito. Sin ellos, nuestro servicio será intrascendente y sin frutos. Observemos lo siguiente:
Consagración
Con esto me refiero a la entrega total de una persona a Dios. Ninguno de nosotros puede desarrollar un ministerio eficaz si no rendimos toda nuestra vida a Él.

En la empresa comercial y familiar que dirijo, cuando necesitamos emplear a una persona para trabajar con nosotros, publicamos un aviso en las páginas del periódico. Como respuesta a tal solicitud, se presentan muchos a los que se les hacen los exámenes pertinentes al puesto que se encuentra vacante. De acuerdo a la capacidad de cada aspirante, elegimos a uno de ellos que a nuestro parecer es el indicado. Sin embargo, esto no se hace sin antes evaluar algunas referencias, como por ejemplo: la capacidad para el desempeño de la correspondiente función y la experiencia. Así se suele proceder cuando se necesita contratar a alguien para que cubra un puesto específico.

La iglesia, por lo general, cuando necesita un ministro, un siervo, un colaborador, busca un teólogo que conozca perfectamente las Escrituras, que tenga sabiduría, capacidad, experiencia, etc. 

Pero, ¿qué busca Dios de un siervo? Él solo quiere una vida íntegramente rendida. Dios no busca un teólogo, ni un sabio, ni un dogmático, sino una persona del todo consagrada a Él. Dios no solo busca capacidad o sabiduría, sino consagración y entrega a Él. Lograr esto no es fácil, requiere luchas y demanda de nosotros una total entrega y muchas otras cosas que nos cuestan ceder.

Recuerdo cuando Dios me llamó al ministerio. El primer año fue de verdadera lucha entre Él y yo. La razón de esta batalla era que solo le había rendido el noventa por ciento de mi vida. A pesar de que había recibido el bautismo del Espíritu Santo, de que iba a los hospitales, oraba por los enfermos y se sanaban, de que predicaba y se convertían, había algo en mí que no estaba íntegramente entregado al Señor.

Recuerdo que muchos habían profetizado sobre el ministerio que Dios me había dado. Me decían que Él me enviaría a otros países, que sería un evangelista internacional, que toda América oiría mi voz y muchas otras cosas más. Sin embargo, no sentía una libertad plena en mi vida para desarrollar este ministerio.

Un día, en sueños, el Señor me mostró una villa miseria y me pregunté: ¿Será que Dios quiere que vaya allí a predicar? A lo que respondí de inmediato: No … allí no voy. Otro día Dios me vuelve a mostrar otra villa miseria. Y volví a decir: A ese lugar no voy. ¿Cómo voy a ir yo a una villa miseria? Esa era la lucha. Creía que les predicaría a magnates o artistas, pero Dios quería que predicara a los pobres.

Me sentía tan mal al darme cuenta de lo que Dios me mostraba y de mi negativa, que un día le dije a María, mi esposa: «¿Si regalo todo lo que tengo y nos vamos al norte argentino a predicar el evangelio, sin nada, con lo que tenemos puesto, tú me seguirías?» Y ella respondió: «Si sientes que es de Dios, te seguiré. Donde tú vayas, iré». Pensaba que Dios quería esto. 

Hasta que finalmente comprendí que la voluntad de Él era que predicara de Cristo en esos lugares, a esa gente. Así entendí que ya no me interesaba lo que tenía, había perdido ese amor enfermizo por la empresa comercial que, hasta ese momento, había sido mi vida. Cuando quité mi «yo» y cambié las prioridades de mi corazón, Él me envió a evangelizar a los pobres.

Predicamos en los lugares más marginados de la ciudad, bajo la lluvia, en medio del lodo. Así comenzó el ministerio. Allí realicé campañas entre ladrones, pervertidos, en medio del pecado. En ese lugar estábamos nosotros. En el auto, mi esposa y yo teníamos un par de botas para los días lluviosos en que debíamos caminar por esas calles llenas de barro. Pero, ¡con cuánta alegría predicábamos!

Dios necesitó de mí una entrega total. Ese es el primer paso. Si no hay una entrega total en nuestra vida, Él no nos puede usar. No hablo solamente de estar convertido ni de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, sino que Dios quiere una vida íntegramente consagrada a Él. Alguien que le diga: «Señor, donde me envíes iré».
Visión
El segundo punto es la visión. ¿Cuál es la visión ministerial que Dios le ha dado?
Dentro de la Iglesia de Cristo hay cinco ministerios importantes: apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro. Creo que no todas las personas llamadas al ministerio deben ser pastores, ni que todas deban ser evangelistas porque si no estaríamos construyendo un cuerpo deformado. 

Si Dios aún no le ha dado una visión ministerial para su vida, ¡pídasela! Usted necesita saber cuál es el llamado que Él le ha dado para luego poner sus ojos en ese objetivo. Debe tener una visión clara y exacta del ministerio que va a desarrollar. De no ser así, será difícil alcanzarlo. 

Hay un llamado específico para cada uno de nosotros que debemos cumplir. Cuando tenemos ese llamado, Dios nos da la visión, la forma y la capacitación del Espíritu Santo para poderlo llevar adelante.

¿Sabe cuál es el grave problema en la Iglesia de hoy? El triunfalismo. ¡Cuidado! Esa es una enfermedad que corroe los ministerios. ¿Por qué lo digo? Muy simple, resulta que si un pastor tiene tres mil almas en su iglesia, una cantidad menor de personas le resultaría un fracaso. Entonces para alcanzar ese número de asistentes no importará lo que se deba hacer, ya sea comprar un gran auditorio, dos horas de radio, pedir dinero prestado, etc., Todo esto con el simple propósito de tener una iglesia de tres mil personas. Eso es triunfalismo.

En realidad, no todos los llamados de Dios son iguales. Por lo tanto, si usted se equivoca en la visión, fracasa en el ministerio. Lo importante es que sepamos cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Dios llama al hombre y a la mujer para un ministerio, pero usted debe saber que hay pastores para mil, para diez mil y hay pastores para cincuenta o cien almas.
         
Hubo un ministerio en la tierra que creo fue el más hermoso que haya existido. En él todos los enfermos que llegaban se sanaban. El predicador que lo lideraba salía fuera de la ciudad a predicar y la ciudad entera iba tras Él. Y no eran solo los habitantes de una población, sino que llegaban de otros lugares a verlo. A miles les predicó y miles sanaron, a ciudades enteras conmovió, a endemoniados liberó, hasta muertos resucitó. Pero cuando terminó su ministerio público aquí en la tierra, ¿cuántas almas tenía? Apenas ciento veinte. ¿Y a usted le parece que este ministerio fracasó?

Si lo miramos con la óptica actual, tendríamos que decir que Jesús fracasó. Ciento veinte almas estaban en el aposento alto esperando la promesa de Dios. Más de quinientos lo vieron resucitado, pero solo ciento veinte fieles estaban allí. Sin embargo, ellos fueron los que llenaron el mundo de Cristo y hoy nosotros recibimos este evangelio de aquellos ciento veinte.

 Así que estemos conscientes de que quizás Dios nos llame a tener una iglesia de mil, de quinientos, de cincuenta o de veinte. ¿Qué importa la cantidad? Lo importante es cumplir el propósito y el plan de Dios para nuestras vidas.

Cuidémonos del triunfalismo, de tratar de obtener el éxito de cualquier modo. Debemos esperar de Dios lo máximo, pero por sobre todas las cosas, hacer su voluntad. Por eso hay muchos ministerios que fracasan. Por eso hay ministros, que teniendo iglesias de doscientos y de trescientos miembros, se encuentran tristes y amargados porque no se conforman. Pero si esa es la voluntad de Dios, acéptela y no se preocupe por las cantidades.

Dios quiere salvos, pero en su medida y a su modo. No todos van a predicar en las principales ciudades del mundo. Quizás Dios lo envíe a un pueblecito, a esos lugares tan difíciles donde a veces cuesta que la gente entienda el evangelio, pero para Dios esas almas también tienen mucho valor. Por eso nosotros estamos en un ejército, y allí no es valiente solo el que se encuentra en un puesto de batalla, sino aquel que administra, el que prepara los alimentos, los que se preocupan por la atención de los que están en la lucha. Todos los ministerios son importantes. El suyo también lo es.
Conocimiento
Tener conocimiento es fundamental, pero debemos usarlo para servir al Señor y no para demostrarle al mundo nuestro nivel intelectual. La capacitación es esencial para responder adecuadamente a los que preguntan sobre un determinado tema. Los que ministramos somos hombres y mujeres que debemos saber responder puesto que conocemos bien la Biblia, la Palabra de Dios. Si no la conocemos, vamos a estar en desventaja frente al diablo porque él sí la conoce.

Dios también nos capacita para que ministremos el amor y la gracia de Cristo a través de nuestras vidas. Si nos llenamos solo de conocimiento y no tenemos amor por las almas perdidas, no alcanzaremos el objetivo. Por lo tanto, todo tiene que ir ordenado, balanceado, en el ministerio eficaz. Trazando, como todo obrero aprobado, la palabra de verdad y no modificando las Escrituras.
Fe
La fe sin obras es muerta. Podemos tener fe, pero si no la ponemos en práctica, de nada nos sirve. Si cumplimos todos los pasos hasta aquí citados pero no tenemos fe, la unción no resultará. Son necesarios cada uno de estos ingredientes para alcanzar la unción.

El Señor nos dice claramente: «Y estas señales seguirán a los que creen» y menciona diferentes manifestaciones de poder, como por ejemplo: 
  • sanar enfermos, 
  • echar fuera demonios y otras cosas más. 
¿Usted cree que esas señales le seguirán? ¿Para quiénes son estas señales? Sin duda son para todos nosotros sin excepciones. El Señor nos dice hoy: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» y avalará este envío con señales que se accionarán únicamente a través de la fe. (Véase Marcos 16:14–19.)

Cuando usted se para detrás de un púlpito, pone en obra la Palabra por la fe a fin de confirmarla. Todo lo demás corre por cuenta de Dios. Quizás me pregunte qué hago yo. Simplemente predico el evangelio como dice la Biblia en el Evangelio de Marcos: hablo la Palabra. Después que las personas aceptan a Jesús y se acercan a la plataforma como demostración de su paso de fe, echo fuera los demonios en el nombre de Cristo y estos salen. Oro por los enfermos y estos sanan. También en cada reunión oro por el bautismo del Espíritu Santo. Es fundamental cumplir con estas cuatro facetas. No deje de hacerlo, ya que cada una de ellas es necesaria: salvación, liberación, sanidad y bautismo del Espíritu Santo.

Entonces, ¿qué ocurre cuando oramos con fe? Lo sobrenatural comienza a suceder, el mover de Dios se activa con la única llave que puede darle movimiento y esa es la fe. Nosotros debemos creer que lo pedido se cumplirá porque Dios no falla.

Hace un tiempo me llamó un pastor para que fuera a predicar a su iglesia y le respondí: «Sí, iré. Dios me dio algo nuevo y quiero darlo a conocer». Ese día el culto fue una revolución. Pusimos en fila a todos los que querían el bautismo del Espíritu Santo y empecé a orar. A todo el que le imponía las manos comenzaba a hablar en lenguas. Creí que así sucedería y así ocurrió.

Eso es fe. Poner la Palabra en acción y con sencillez. Si creemos con candor en la Palabra, Dios revolucionará nuestra vida. En mi caso, predico el evangelio en la forma más sencilla posible para que todos lo entiendan sin importar el nivel cultural de los que escuchan.

Durante una reunión evangelística en Estados Unidos, Dios me dijo: «Predica una hora si es necesario. Las personas deben entender que son ellas las que necesitan de mí y no yo de ellas». 

Esto es una realidad, Dios le hace falta a los hombres, entonces nosotros tenemos que exponer sus necesidades diciéndoles: «Ustedes necesitan de Dios. ¿Piensan seguir con sus corazones destruidos, emborrachándose, adulterando, mintiendo o desean cambiar? Tengan en cuenta que vivir de espaldas a Dios solo trae dolor, tristeza y amargura».

Así de simple es el evangelio. Aprendamos las cosas sencillas y prediquemos a un Jesús sencillo para que todo el mundo pueda entender las verdades de Dios.
Acción
Para entender este paso deseo que tomemos el ejemplo de Nehemías. Él recibió Palabra de Dios diciendo que debía hacer algo. Y no se quedó sentado esperando que Dios lo hiciera, sino que se puso en acción y dijo: «Ayúdame cuando le presente al rey mi petición. Haz que su corazón sea propicio a mí» (1:11, La Biblia al día).

Muchos oran y oran, y cuando les decimos: «Hermano, ganemos aquel barrio para Cristo», responden: «Estamos orando». Al año siguiente le repetimos: «Hermano, hay que ganar el barrio para Cristo, hay muchos drogadictos». Y ellos vuelven a responder que siguen orando. 

En definitiva, se pasan la vida solamente orando. Debemos orar, pero una vez que Dios nos da la seguridad es momento de pararnos como Nehemías y decir: «¡Vamos! Reedifiquemos los muros de Jerusalén y quitemos de nosotros este oprobio» (Nehemías 2:17, La Biblia al día). Siempre estamos esperando que Dios lo haga todo, que Él sea el que venga a predicar. Oramos dos minutos y decimos: «Señor, salva el barrio», y ya está. Y de esta manera pretendemos que una persona se convierta.

En cierta oportunidad Dios me dio una visión en la que vi un gran oasis, palmeras, plantas exóticas, árboles frutales de todo tipo, arroyos de agua cristalina, flores, césped de color verde oscuro, pájaros y una multitud bebiendo refrescos, comiendo frutas, cantando, riendo, jugando. Y pensé, este lugar es «el paraíso». Mas cuando comencé a acercarme al vallado que lo circundaba vi al otro lado un gran desierto. No había árboles, agua, flores, no había sombra, el sol partía las piedras y vi la multitud agonizante mirando. Muchos tenían la piel agrietada, la lengua hinchada y se sostenían el uno con el otro. Sus manos tendidas hacia los que estábamos en el paraíso imploraban ayuda.

Esta visión de Dios me ayudó a reflexionar como parte de la Iglesia de Cristo. Nuestros templos están cansados de oírnos. Cada ladrillo puede ser un doctor en teología. Saquemos el púlpito a la calle, a las plazas, a los parques. Vayamos de puerta en puerta hablando de Cristo.

 Los lamentos de los que sufren golpean nuestros tímpanos. Despertemos, los noticieros de radio y televisión, los periódicos y semanarios cantan loas al destructor. ¡Prediquemos de Cristo!

Dios quiere hombres y mujeres de acción. Seamos sensatos y sabios. En la vida, si no entramos en acción, no movemos. Si no nos esforzamos, fracasamos. Si no hay acción, aunque tengamos mucha sabiduría, no vamos a ganar las almas para Cristo. 

Aunque nos instalen una iglesia completa con todo lo necesario; ¡olvídese! A todo proyecto hay que agregarle acción y eso se demuestra saliendo a servir al Señor. Si es haragán, renuncie al ministerio o dígale al Señor que le saque la pereza. 

Ningún perezoso va a tener éxito en la obra del Señor porque Él necesita personas valientes y esforzadas. Eso fue lo que Dios le dijo a Josué: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes» (1:9).

¿Qué es esforzarse? Es sobrepasar los límites de nuestras fuerzas. Si por ejemplo nos gusta dormir mucho, el ministerio no resultará en nuestras vidas. En realidad, todo debe tener un límite y una medida. Tampoco es necesario llegar al extremo de tener tanta actividad que nos pasemos el día corriendo y dejemos de orar.
Oración y ayuno
Somos sacerdotes de Cristo. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de tener el fuego encendido, mantener el fuego del altar en nuestra vida devocional a través de la oración constante. Así el fuego del Espíritu Santo no se apagará jamás.
Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.
Levítico 6:12
Es importante que sintamos amor por las almas perdidas; que doblemos nuestras rodillas para gemir, para clamar por el mundo que se pierde. Cuando aceptamos a Jesús, las llamas del altar llegan hasta el techo. Sin embargo, al pasar el tiempo el amor se va apagando y el altar también. 

Entonces, allí donde había fuego, solo quedan cenizas. Si dejamos apagar el fuego del altar, como le sucedía a los levitas, no servimos como sacerdotes, fracasamos en nuestra función. Si no mantenemos el altar a Dios encendido en nuestras vidas, nos enfriamos. De pronto comenzamos a perder el amor por las almas sin Cristo, por la obra y por los hermanos.

Pero aún estamos a tiempo de recuperar ese primer amor, como la iglesia de Éfeso. Perdió su primer amor y su altar se consumió. Había trabajado mucho, había andado mucho, había obrado mucho, pero algo andaba mal. Dios vio los esfuerzos de la iglesia de Efeso, su trabajo incansable, que resistía a los malos y a los que decían ser apóstoles y no lo eran. Sin embargo, le dijo: «Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete» (Apocalipsis 2:4, 5).

Podemos mantener el fuego del altar encendido con oración y con ayuno. Buscando a Dios con todo nuestro corazón e intercediendo. Así nos prepararemos para enfrentar los obstáculos, pues, como el Señor nos dice, no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades y contra huestes espirituales de maldad. 

La Biblia es clara al mostrarnos que nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra las potestades del aire. Es allí donde debemos tener victoria, orando permanentemente y diciendo: «Satanás suelta la ciudad. Diablo suelta las finanzas. Satanás, diablo inmundo, tú que traes el pecado sobre la Iglesia, suéltala en el Nombre de Jesucristo».

Satanás es real, pero muchas veces pareciera que lo pasamos por alto, creemos que de esta manera no nos va a hacer nada. El diablo anda como león rugiente, buscando a quien devorar y nosotros debemos librar esta batalla en oración, en el altar; y cada vez que lo reprendemos es como si le echáramos un balde de nafta al altar.

Es importante la consagración, la visión, el conocimiento, la fe, la acción, pero a la oración y al ayuno debemos cuidarlos celosamente. Este es un ingrediente que no puede faltar en su ministerio. Si fracasa en esto, lo demás no sirve. Cada tema debe cuidarse con celo. Cada cosa tiene su componente real para nuestra vida cristiana, pero es importante que le agreguemos una vida de oración e intercesión. Además, como líder de un ministerio, es importante que organice un grupo que esté orando constantemente a su alrededor e intercediendo por su vida.
Amor
A todo lo enunciado hasta aquí debemos abrazarlo con amor. Si no hay amor por las almas perdidas y por las ovejas propias, el ministerio cristiano es ineficaz y no va a tener en nuestra vida ningún resultado. Usted puede ser una persona de acción, de fe o de conocimiento, pero si no tiene amor, ¿de qué sirve? Todo lo que pueda construir lo termina destruyendo por falta de amor.

Diariamente elevo esta oración a Dios: «Señor, dame amor. Porque sé que si no tengo amor, nada soy». Si no amara en verdad al que sufre, me sería imposible continuar en el ministerio. Hay días en que tengo tres personas que me están hablando en un oído, tres en el otro y tres por detrás. Le puedo asegurar que a veces no es fácil, por eso necesitamos Una cuota de amor especial, pues muchas veces la paciencia se termina y si no tenemos amor no podemos continuar.

El amor, dice la Biblia, «no se envanece … no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Corintios 13:4–5, 7). Ese es el amor que debemos tener. 

Si usted tiene una vida de altar y el fuego está encendido, pídale a Dios que lo llene de su amor y Él lo hará. Pero no se olvide, ore a Dios, interceda ante Él, no se conforme con orar cinco o diez minutos, eso no alcanza. Ore a Dios cuanto quiera: una hora, dos horas … pero trate de dedicarle tiempo al altar. De manera que todos los pasos que debemos transitar para lograr un ministerio triunfante estén inundados con el amor precioso de nuestro Señor Jesús.

Hace un tiempo llegó un hermano, que ha escrito muchos libros, enviado por un pastor alemán. Estaba investigando todo acerca de los avivamientos y sus fallas. Habló de Finney, de Moody, de Wesley y de otros. Quería saber el porqué los avivamientos se detienen.

Entonces le respondí, de acuerdo a mi entendimiento, con una ilustración. Si dos boxeadores pelean en un ring, uno ataca y el otro se defiende. Cuando el que atacaba deja de hacerlo, el que se defendía comienza a atacar. Lo mismo sucede con la Iglesia y su lucha con Satanás. Cuando estamos librando la lucha por las almas perdidas, lo que sostiene el ataque es el amor por esas vidas. Cuando la Iglesia deja la acción, el diablo la ataca y pasa a defenderse de él. ¡No pierda su lugar de victoria dentro de la lucha!

Quiero terminar esto con lo que Dios me dijo al respecto:
El amor por los perdidos produce avivamiento. Cuando se termina el amor, se termina el avivamiento. Aquel que tiene pasión por las almas vive en un permanente avivamiento.
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