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jueves, 31 de marzo de 2022

Estudio exegético de la Primera carta de Juan - Estudio preliminar








Introducción a 1 Juan

Género y propósito

Sabemos que 1 Juan tuvo origen escrito porque el verbo “estas cosas os escribo/escribimos [γράφω]” aparece más de una docena de veces cuando se hace referencia a esta carta (p. ej., 1 Jn 1:4; 2:1; 5:13). Sin embargo, este documento no tiene forma de correspondencia personal ya que carece de dirección, de saludo introductorio y de despedida final. Debido a esto, hubo una vez un intento de denominar a este tipo de escrito “epístola” para diferenciarlo de una carta, pero los estudiosos han abandonado mayormente esta distinción. Es más, la estructura muestra características que sugieren que el autor pretendía que fuera leída o expuesta en voz alta (ver Estructura, abajo). Lo más probable es que sirviera originalmente de sermón en la iglesia del autor, y que luego circulara por otras iglesias periféricas de la zona.

Un análisis socio-retórico conduce a la conclusión de que 1 Juan se escribió con el propósito de “incrementar la fidelidad de la audiencia a la tradición juanina y asegurar su comunión continuada con la comunidad juanina, Dios y Cristo,” y que la carta se puede categorizar como retórica epideíctica, pensada para incrementar la fidelidad de la audiencia a los valores que ya mantiene. Específicamente, el autor pretende convencer a sus lectores de que continúen en su fe en Jesucristo a pesar de las perturbaciones y la confusión causada por los miembros de la comunidad que han abandonado la iglesia (1 Juan 2:19).

La falsa teología de los secesionistas puede resultar especialmente confusa porque utilizaba el mismo lenguaje que la tradición juanina y se originó en esa misma tradición. “Esta teología [secesionista] tiene mucho en común con la del propio autor y apela a la misma tradición que él, una tradición a la que tenemos acceso mediante el evangelio de Juan. En resumen, el autor escribe en un contexto de cosmovisión juanina que asume les resulta familiar tanto a sus lectores como a sus opositores.” El propósito del autor es pues desenredar ideas distorsionadas sobre declaraciones que se encuentran en el evangelio de Juan y corregir la teología errada para hacer que sus lectores se alineen con la verdad que ha sido revelada en Jesucristo.

Estructura

La estructura de 1 Juan es difícil de bosquejar porque su pensamiento es circular más que lineal. Regresa a los mismos temas entretejidos: pecado, amor y cristología sólida, una y otra vez, desarrollando cada uno de ellos más ampliamente a la luz de lo que se ha dicho sobre los otros dos. Walter Moberly observa:

El patrón de pensamiento de Juan no es tanto una lógica secuencial en forma de discusión convencional como el equivalente literario de las variaciones musicales sobre un tema: un círculo constante en torno a un tema básico, llegando a él desde distintos ángulos, desarrollando ahora este aspecto y ahora este otro, equilibrando una declaración con otra para aclarar lo que implica y lo que no, y regresando a un punto ya tratado para que se pueda ver a la luz de lo que se ha dicho posteriormente.

Duane Watson argumenta que “la naturaleza enfática y repetitiva de 1 Juan se explica mediante el uso que el autor hace de las técnicas de ampliación greco-romanas,” que funcionan para “fortalecer la fidelidad a las verdades tradicionales y honorables” — en este caso clarificar la tradición juanina “mediante la repetición y el énfasis de temas y tópicos, trazando distinciones sutiles entre la tradición juanina y las formas aberrantes que enseñaban los secesionistas.” La estructura resultante ayuda a la audiencia a ver con más claridad donde debería estar su lealtad.

Los intentos de los estudiosos modernos de describir y bosquejar la estructura de 1 Juan dependen de la metodología empleada. Las cartas de Juan han estado sujetas con mucha frecuencia al análisis basado en el análisis del discurso semántico, que adopta criterios como el alcance, los límites, la coherencia y la prominencia marcada. El análisis del discurso concluye con estructuras diferentes a las reveladas, por ejemplo, por el método de la retórica greco-latina clásica, pero incluso los resultados del análisis del discurso varían ampliamente. El reconocimiento relativamente reciente del diseño áurico de un texto diseñado para ser leído en voz alta sugiere otras estructuras. Los bosquejos exegéticos demuestran también otras características del texto, y prácticamente ningún exegeta segmenta sus comentarios exactamente de la misma manera. En parte, esto se debe a que hay varios versículos “janus” en 1 Juan, versículos que sirven de puente entre dos secciones y que se pueden agrupar con una o con otra indistintamente. Debemos reconocer también que con la comunicación humana siendo lo que es, ningún discurso sigue exactamente los principios de las convenciones contemporáneas o, mucho menos, las teorías de los estudios modernos.

El análisis moderno que utiliza varias metodologías ha mostrado que 1 Juan es una obra cuidadosamente creada. Basándose en el análisis del discurso Callow concluye en su análisis de 1 Juan 1 que “no sólo es un escrito fuertemente estructurado, sino también léxicamente cohesionado.” Brickle concluye según el análisis áurico de los patrones auditivos del prólogo de 1 Juan que “aunque Juan no luchaba por cumplir los estándares clásicos … demuestra claramente la habilidad de componer de una forma áurica y retórica poderosa.” El bosquejo ofrecido a continuación es el resultado de la forma exegética que esta autora tiene de entender el libro, consultando los resultados de otras metodologías a lo largo del proceso.

Bosquejo de 1 Juan


          I.      Juan reclama tener la autoridad del testimonio apostólico (1 Juan 1:1–4)

      A.      Juan reclama tener conocimiento histórico preciso (1:1)

      B.      La aparición de la vida eterna (1:2)

      C.      El objetivo de Juan es la comunión (1:3)

      D.      Hacer que el gozo de la comunión sea completo (1:4)

          II.      Anuncio del mensaje (1 Juan 1:5–10)

      A.      Dios es luz (1:5)

      B.      Las dos primeras proposiciones condicionales contrapuestas (1:6–7)

      C.      Las dos segundas proposiciones condicionales contrapuestas (1:8–9)

      D.      Quinta proposición condicional: Si decimos que no hemos pecado … (1:10)

          III.      Tratando el pecado (1 Juan 2:1–6)

      A.      Aplicando el asunto del pecado a los lectores (2:1–2)

      B.      Conocer a Dios significa evitar el pecado siguiendo sus mandamientos (2:3–6)

          IV.      Amor, luz y oscuridad (1 Juan 2:7–11)

      A.      La enseñanza de Juan es una continuación de la enseñanza de Jesús (2:7–8)

      B.      La relación de amor y odio siguiendo la dualidad de la luz y la oscuridad (2:9–11)

          V.      Hijos, padres y jóvenes (1 Juan 2:12–14)

      A.      Hijos, vuestros pecados han sido perdonados (2:12)

      B.      Padres, vosotros conocéis al que es desde el principio (2:13a–c)

      C.      Jóvenes, habéis vencido al maligno (2:13d–f)

      D.      Hijos, conocéis al Padre (2:14a–c)

      E.      Padres, conocéis Quién es desde el principio (2:14d–f)

      F.      Jóvenes, sois fuertes (2:14g–k)

          VI.      Amar al mundo es lo contrario a amar al Padre (1 Juan 2:15–17)

      A.      Exhortación a no amar al mundo (2:15)

      B.      Sobre el mundo (2:16–17a)

      C.      Obedecer la voluntad de Dios significa la vida eterna (2:17b)

          VII.      Cisma en la iglesia (1 Juan 2:18–28)

      A.      Juan anuncia la “hora final” (2:18)

      B.      Un grupo ha dejado las iglesias juaninas (2:19)

      C.      La naturaleza de la verdad sobre Cristo (2:20–21)

      D.      El falso maestro caracterizado (2:22–23)

      E.      Exhortación y promesa (2:24–27)

      F.      Resumen de la idea de Juan en el contexto escatológico (2:28)

          VIII.      ¿Quiénes son los hijos de Dios? (1 Juan 2:29–3:10)

      A.      “De tal padre, tal hijo” (2:29–3:1)

      B.      La esperanza de nuestras vidas escatológicas (3:2–3)

      C.      La naturaleza del pecado (3:4–6)

      D.      ¿Quién es tu padre? (3:7–10)

          IX.      Amaos los unos a los otros (1 Juan 3:11–18)

      A.      El mandamiento de amarse los unos a los otros (3:11–12)

      B.      Aplicación a los lectores de Juan (3:13–15)

      C.      Amar significa abandonar nuestra vida (3:16–18)

          X.      Los hijos de Dios pueden sentirse seguros (1 Juan 3:19–24)

      A.      Confiar en la gracia de Dios (3:19–22)

      B.      Hacer lo que Dios quiere (1 Juan 3:23–24)

          XI.      Se debe discernir entre el espíritu de verdad y el de error (1 Juan 4:1–6)

      A.      Comprobar que los espíritus son de Dios (4:1–3)

      B.      Los que son de Dios se entienden entre sí (4:4–6c)

      C.      Así hay que distinguir el espíritu de verdad del de error (4:6d)

          XII.      Expresión del amor de Dios (1 Juan 4:7–16)

      A.      Mandamiento de amarse los unos a los otros (4:7–10)

      B.      Mandamiento de amarse los unos a los otros reiterado (4:11–14)

      C.      La confesión de que Jesús es el Hijo es necesaria para permanecer en Dios (4:15–16)

          XIII.      El amor de Dios perfeccionado en el creyente (1 Juan 4:17–5:3)

      A.      El amor de Dios perfeccionado en el creyente produce confianza para enfrentar el día venidero del juicio (4:17–18)

      B.      El amor del creyente hacia Dios se demuestra mediante el amor de unos hacia otros (4:19–21)

      C.      Lo que produce el nacimiento nuevo mediante la fe en Cristo (5:1–3)

          XIV.      La sangre, la vida eterna y la seguridad (1 Juan 5:4–13)

      A.      La fe en el Hijo de Dios vence al mundo (5:4–5)

      B.      El testimonio (5:6–13)

          XV.      Conocer a Dios (1 Juan 5:14–21)

      A.      Orar por un hermano o hermana que peca (5:14–17)

      B.      Lo que “sabemos” (5:18–20)

      C.      Exhortación de cierre (5:21)



martes, 14 de junio de 2016

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




INTERPRETACIÓN EFICAZ DE LA PALABRA

PASOS PARA INVESTIGAR EL SIGNIFICADO DEL TEXTO BÍBLICO
"exégesis” referencia a la investigación histórica del significado del texto bíblico.
La exégesis responde a la pregunta:

  • ¿Qué quiso decir el autor bíblico? Tiene que ver con lo que dijo (el contenido mismo) y por qué lo dijo en cualquier punto dado (el contexto literario). 
  • La exégesis tiene que ver con la intención: ¿Qué se propuso el autor que entendieran sus lectores originales?

  Paso 1. Examine el contexto histórico en general
Antes de la investigación de cualquier oración, párrafo, o cualquier otra subdivisión de un documento, es necesario tener siempre una buena visión general de todo el documento. Preguntarse:

  •  ¿Quién es el autor? 
  • ¿Quiénes son los destinatarios? 
  • ¿Cuál es la relación entre ellos? 
  • ¿Dónde viven los destinatarios? 
  • ¿Cuáles son sus presentes circunstancias? 
  • ¿Qué situación histórica ocasionó este escrito? 
  • ¿Cuál es el propósito del autor? 
  • ¿Cuál es el tema o interés principal? 
  • ¿Tiene el argumento o la narración un bosquejo fácil de hallar?

Es mejor realizar este trabajo por sí mismo. En el estudio de un libro esto se hará durante el curso, pero para la exégesis de un “pasaje problemático”, en muchos casos usted deseará aplicarse directamente al pasaje.

Por tanto, es importante consultar una obra de:

  •  contenido general y 
  • una introducción crítica.

NOTA: Si usted aborda el texto por la razón 1, es decir, para abrirse paso metódicamente a través de un libro, no hay nada mejor que hacer el trabajo por sí mismo. En este caso debe hacer lo siguiente:

  1.1. Lea el documento completo en castellano de un                      sólo tirón
No hay sustituto alguno para este paso. Nunca se comienza la exégesis de un libro en el capítulo 1, versículo 1.

El primer paso es siempre leer todo el documento. Es necesario tener un concepto provisional del todo antes de analizar alguna de sus partes, y se obtiene ese concepto mediante su lectura completa.

Después de la primera lectura, repáselo una segunda vez de modo superficial y tome notas de lo siguiente (con referencias):
  1.1.1. Descubra todo lo que pueda sobre los destinatarios.

  • ¿Son judíos o no judíos, o una combinación de los dos? 
  • ¿Qué relación tienen ellos con el autor? 
  • ¿Hay alguna indicación de su situación socioeconómica?

  1.1.2. Descubra todo lo que pueda acerca del propósito.
  • ¿Dice el autor explícitamente algo acerca de su propósito? 
  • ¿Qué está implícito?

  1.1.3. Anote los énfasis o intereses especiales que se presenten.

  • ¿Cuáles palabras o ideas se repiten con frecuencia? 
  • ¿Qué vocabulario poco frecuente se repite? 
  • ¿Qué puede decir esto acerca del motivo o propósito?

  1.1.4. Elabore un bosquejo anotado de todo el libro (para que se revise en estudio posterior).
Después de familiarizarse con todo el documento, proceda a los siguientes pasos.

  1.2. Compare sus observaciones con la literatura                           secundaria
Ahora consulte otras fuentes y vea si hay alguna información que usted pasó por alto. Si hay diferencias significativas entre sus observaciones y las del estudio general o introducción del NT, repase otra vez el documento con el libro correspondiente y vea cuáles son las razones de las diferencias.

  Paso 2. Confirme los límites del pasaje
Esté seguro de que el pasaje escogido para la exégesis sea una unidad genuina y completa en sí misma. Aunque haga la exégesis sólo de una oración, esa oración debe ubicarse en su propio párrafo o fragmento. Para hacer esto, debe comparar las divisiones en párrafos en la Nestle Aland  y el Griego del Nuevo testamento (notará que a veces difieren) con dos o más traducciones modernas (e.g., la NVI y la Biblia de las Américas). Donde haya diferencias, debe decidir tentativamente por sí mismo cuál es la unidad básica.

La decisión final sobre este asunto llega a ser parte del proceso exegético completo.

  Paso 3. Establezca el texto
El principal interés del intérprete de cualquier texto antiguo es el textual.
¿Cuáles palabras usó el autor, y en qué orden?
La ciencia que busca recobrar la forma original de documentos escritos a mano se llama crítica textual, que se ha convertido en un campo de estudio muy técnico y complejo.

Con una pequeña cantidad de esfuerzo concentrado, no obstante, el estudiante de la exégesis puede aprender lo suficiente como para sentirse cómodo

  1. con la lectura de debates textuales (v.g., en artículos y comentarios) y 
  2. al tomar sus propias decisiones textuales.

Para hacer la propia crítica textual, es necesario familiarizarse con los materiales (información textual en las notas) de la Nestle-Aland y el Griego del Nuevo testamento. Una explicación completa del uso de estos materiales y la presentación de los criterios para tomar decisiones textuales se darán en un post posterior próximo.

No todas las decisiones textuales tienen importancia exegética. Pero es necesario familiarizarse lo suficientemente con esta ciencia para poder distinguir lo que es importante de lo que no lo es y evaluar las decisiones textuales de otros por sí mismo. En el propio ensayo exegético, sólo necesitan presentarse las decisiones textuales que de veras afectan el significado del pasaje.

  Paso 4. Haga una traducción provisional

  • Lea el párrafo en griego y haga una traducción provisional. 
  • Lea el texto griego completo varias veces, hasta estar bastante familiarizado con el contenido del pasaje para poder traducirlo sin la ayuda de léxicos o gramáticas. 
  • Entonces escriba su traducción, usando los textos auxiliares si es necesario. 
Recuerde que ésta no es una traducción definitiva. El propósito de este paso es familiarizarse con el contenido del párrafo. Al mismo tiempo debe empezar a reconocer las palabras que puedan necesitar un estudio especial. Por ejemplo,

  • ¿hay palabras con contenido teológico? 
  • ¿Algunas palabras se repiten en este pasaje? 
  • ¿Hay palabras en este pasaje que no ocurren con frecuencia en los escritos de este autor?

NOTA:
Como paso final de su exégesis, antes de escribir el ensayo, quizá se requiera que vuelva a este paso y haga una traducción definitiva que refleje las conclusiones de su exégesis. Aun si no fuera requerida, es buena práctica hacerla.

  Paso 5. Analice la estructura de las oraciones gramatícales y             las relaciones sintácticas
Es importante que al iniciar la exégesis del pasaje se tenga una buena idea del flujo del argumento (o narración) y que se reconozcan las estructuras básicas y la sintaxis de cada oración. Para hacer eso debidamente no hay nada mejor que escribir el pasaje en su totalidad en forma estructurada.

Hay tres ventajas:

  • primera, obliga a tomar decisiones gramaticales tentativas, en especial acerca de las relaciones sintácticas. 
  • Segunda, capacita para tener una idea de la estructura del pasaje y reconocer configuraciones (v.g., continuaciones, contrastes, paralelos). 
  • Tercera, proporciona un bosquejo tentativo del argumento.

  5.1 Haga un diagrama de flujo de oración
El mejor modo de escribir el texto es en la forma de un diagrama de flujo de oración, con anotaciones marginales que tracen el flujo del argumento. Aunque tal trabajo es un asunto muy personal, las sugerencias dadas en el Capítulo II pueden servir de guías útiles.

  5.2 Haga un diagrama gramatical de oración
A veces la gramática de una oración es tan compleja que es útil hacer un diagrama de las partes que la constituyen. Muchos preferirán hacer el diagrama gramatical de todas las oraciones del pasaje, antes que aprender un nuevo sistema, tal como escribir un diagrama de flujo de oración.

La ventaja del diagrama gramatical es que obliga a uno a identificar la función gramatical de cada palabra del pasaje. La desventaja es que uno hace el diagrama de sólo una oración a la vez y, por ende, puede dejar de tener una vista general del pasaje completo o reconocer las varias configuraciones estructurales del argumento.

Cuando se completen estos primeros cinco pasos, dos cosas deben haber sucedido:

  1. Usted debe tener ahora una buena idea tanto del contenido como del contexto más amplio del párrafo.
  2. Usted debe haber aislado algunos problemas que necesitan un examen más detenido.

Ahora usted está listo para hacer un análisis más detenido del pasaje. Los tres pasos siguientes aíslan tres preguntas de contenido (las preguntas textuales ya se han tratado en el paso 3). Si ya ha aprendido los procedimientos bosquejados en ese capítulo, entonces sólo necesita aplicarlos a su ensayo. Si no, será necesario dedicar tiempo al aprendizaje de cada uno de esos procedimientos y ver cómo se aplican al pasaje.

  Paso 6. Analice la gramática 
Para sus propios propósitos usted debe decidir la gramática de todo lo que está en el pasaje. Pero debe presentar en el ensayo sólo las cosas en las que es importante una decisión exegética o en las que ésta tiene trascendencia en el significado de un pasaje.

  • ¿Están en duda algunos puntos gramaticales? 
  • ¿Podrían leerse de modo diferente algunas oraciones, cláusulas o frases si la gramática se interpretara de otra manera? 
  • ¿Hay verdaderas ambigüedades que imposibilitan la interpretación definida de alguna parte del pasaje? Si es así, 
  • ¿cuáles son al menos las opciones posibles? 
  • ¿Hay alguna anomalía gramatical (no lo que se esperaría) en algún punto? Si es así,
  • ¿podría usted dar alguna explicación de la anomalía?

  Paso 7. Analice las palabras importantes
Debe tener cuidado aquí. Evite que el ensayo se convierta en una colección de pequeños estudios de palabras. Presente el significado de cualquier palabra. En el ensayo, el estudio de las palabras se hará a base de dos criterios:

  1. explique lo que no es obvio; 
  2. concéntrese en las palabras y redacciones claves.

  Paso 8. Investigue el trasfondo histórico-cultural
Incluida en este paso está una variedad de asuntos que incluyen:

  1. la trascendencia de personas, lugares, acontecimientos, etc., mencionados en el pasaje; 
  2. el medio ambiente cultural y social del autor y sus lectores; 
  3. las costumbres y hábitos del autor o locutor y sus lectores u oyentes; y 
  4. el modo de pensar del autor y sus lectores.

En el ensayo, como antes, es necesario decidir cuáles de estos asuntos necesitan desarrollarse, a base de:

  1. lo que no es obvio para los lectores, y 
  2. lo que tiene verdadera trascendencia en el significado del pasaje.

  B. CONSIDERACIONES ESPECIALES PARA DIFERENTES GÉNEROS

En este punto usted está listo para lidiar con las cuestiones del contexto histórico en particular y el contexto literario. Sin embargo, el procedimiento aquí para la exégesis de los varios géneros difiere considerablemente. Por lo tanto, se presentan los siguientes pasos de acuerdo al género. Puede ser útil en este punto referirse con frecuencia al diagrama esquemático de este capítulo.

Exégesis de las epístolas (E)

  Paso 9 (E). Determine el carácter formal de la epístola

  9.1 (E). Diferencias de carácter
Aunque todos los documentos del NT desde Romanos hasta Judas (21 en total) son epístolas, tienen ciertas diferencias considerables de carácter. Algunas son para un propósito determinado, y tienen sus propios motivos (e.g., Filemón, 1 Corintios, Judas, Gálatas), mientras que otras parecen ser más bien folletos generales. 

Es importante en este punto considerar que algunas son más como “cartas” y otras son más públicas, y por tanto, verdaderas “epístolas”. Eso influirá en su modo de pensar en el paso 10.

  9.2 (E). Aspectos formales
También es importante notar los varios aspectos formales de las cartas de la antigüedad y determinar a cuál parte de la carta pertenece el pasaje. 

Por ejemplo, 
  • ¿es parte de una acción de gracias o una oración? 
  • ¿Forma parte del saludo formal o es la parte principal? 
  • Si pertenece a las partes más formales de la carta, ¿cuánto ha determinado la forma misma el contenido?
  Paso 10 (E). Examine el contexto histórico en particular
Ya que las epístolas del NT son todas documentos ocasionales (i.e., fueron ocasionadas por algunas circunstancias especiales o bien de parte del lector o bien de parte del autor), es importante tratar de reconstruir la naturaleza de la situación a la cual responde la subdivisión principal de la carta de que se trata. Para hacer eso bien debe hacerse lo siguiente:

  10.1 (E). Lectura en busca de detalles
Lea la subdivisión varias veces. Mientras lee, preste especial atención a los detalles del texto. Trate de imaginar lo mejor que pueda lo que habría sido estar en una comunidad cristiana del primer siglo oyendo la lectura de la carta por primera vez.

  10.2 (E). La audiencia
Haga una lista de todo lo que pueda proporcionar alguna información acerca de los destinatarios y su situación. 
  • ¿Qué se dice explícitamente? 
  • ¿Qué está implícito? 
  • ¿Tienen una conducta que es necesario corregir? 
  • ¿Es el problema algún mal entendido teológico o falta de comprensión? 
  • ¿Necesitan ellos consuelo, exhortación o corrección? 
  • Si hay algún problema específico, ¿vino de afuera o surgió de adentro? 
  • ¿Hay alguna indicación de cómo se enteró el autor de la situación?
  10.3 (E). Palabras claves
Haga otra lista de las palabras claves y las frases repetidas que indiquen el asunto de la sección
  • ¿Cuáles palabras aparecen con más frecuencia en toda la sección? Revise la concordancia para ver si en este pasaje aparecen con una frecuencia insólita. 
  • ¿El vocabulario del autor sugiere algo acerca de la naturaleza del problema?
  10.4 (E). Descripción breve
En este punto, de manera tentativa, intente escribir un párrafo que ponga todos estos datos en una expresión coherente del problema o la situación de los lectores.

Por lo general, este paso será una consideración importante en la presentación final de la exégesis. No debe dejar de volver a él después de trabajar en el paso 11, porque el análisis de la respuesta debe corresponder bien al análisis de la situación histórica.

  Paso 11 (E). Determine el contexto literario
Para hacer esto, se debe aprender a PENSAR EN PARRAFOS. 
Aun cuando el ensayo exegético se base en uno solo de los párrafos o subpárrafos de una sección más grande, debe procurar seguir el argumento de toda la sección, párrafo por párrafo.

Para el texto específico que se está analizando, ya ha llegado a la pregunta exegética absolutamente esencial: 
  • ¿Cuál es el propósito de este párrafo o exhortación? 
  • ¿Cuál es el propósito de esta oración? Por lo que el autor ha dicho hasta aquí, ¿por qué dice ahora esto? Aquí reside la importancia de seguir el argumento con cuidado hasta el propósito de la oración o párrafo que usted estudia (aunque no es necesario entrar en todos los pormenores del argumento entero en el ensayo). Para la exégesis no es suficiente resolver todos los detalles en los pasos 6–8. Uno también debe poder presentar una explicación convincente de la forma como encaja todo esto en el argumento en progreso del autor.
Para hacer eso bien se debe proceder con los dos siguientes ejercicios.

  11.1 (E). Lógica y contenido
Escriba con brevedad la lógica y el contenido del párrafo que estudia.
Lo que interesa aquí es lo que se dice. ¿A quién se dirige el autor ahora? ¿De qué asunto se habla ahora? ¿Cuál es el interés fundamental? ¿La declaración de usted incluye todo lo del párrafo? ¿Se ha ponderado adecuadamente cada asunto?

  11.2 (E). Contenido y argumento
En una o dos oraciones más explique cómo este contenido contribuye al argumento.
  • ¿Por qué cree que eso se dijo en este punto? 
  • ¿Cuál es la relación de este párrafo con lo que se acaba de decir? 
  • ¿Cómo prepara para lo que sigue?
No se puede enfatizar demasiado la necesidad de disciplinarse para hacer este ejercicio. No importa que tan bien se traten los detalles en los pasos previos, nunca hará buena exégesis hasta que haga este paso bien. La falla de la mayoría de los comentarios reside aquí. Con frecuencia manejan las preguntas de contenido bien, pero muy a menudo dejan de ayudar al lector a entender el propósito de las palabras del autor bíblico en un contexto determinado.

Antes de avanzar al paso 12, debe volver y pensar en lo realizado en los pasos 10 y 11. 
  • ¿Es su comprensión de la respuesta una reacción adecuada a la situación histórica como usted la ha descrito? 
  • ¿Necesita ahora una revisión? 
  • ¿Puede elaborar ahora un argumento convincente para su exégesis como una adecuada comprensión de la situación a la cual el autor se dirige? La excelencia de su exégesis se sostiene o cae aquí.
Exégesis de los evangelios (E)

Antes de tratar las preguntas contextuales para la exégesis de los evangelios, es necesario hacer algunas notas preliminares acerca de la naturaleza de este género, el cual a su vez requiere la exposición de algunas hipótesis de trabajo acerca de los materiales de los evangelios y sus interrelaciones.

  La naturaleza de los evangelios
Las epístolas tienen un contexto histórico y literario unidimensional. Es decir, el autor presenta su propio argumento (o exhortación), incluso cuando recurre a material tradicional, que se dirige directamente a la situación de sus destintarios. Así:

Pablo (54 d.C.) → Corinto (54 d.C.)

Los escritores de los evangelios, al contrario, tienen un contexto histórico de dos o tres dimensiones, que a su vez afecta a su contexto literario. 

Es decir, que transmiten, en la forma permanente de la escritura, las palabras de Jesucristo y los relatos acerca de El (nivel 1) que tienen a su disposición en la forma en que se han conservado en la tradición de la iglesia (nivel 2). 

Por ejemplo, compárese 1 Co 11:23: 

“Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado” (escrito en 54 d.C.) con Lucas 22:17–20 (escrito alrededor de 75? d.C.). 

La propia contribución del escritor del evangelio (nivel 3) es la selección, disposición y adaptación (aunque tal actividad ya estaba en acción en el período de la trasmisión oral). Así:


Así que es con Jesús con quien Teófilo se enfrenta cara a cara, pero Jesús medió a través de la memoria de la Iglesia Primitiva y de Lucas.

El proceso exegético se complica más (o quizá se ayuda) con el hecho de que hay cuatro evangelios, los primeros tres de los cuales, al menos, tienen cierta interrelación literaria.

Estos dos factores, que los evangelios son de dos o tres dimensiones y que hay cuatro, requieren algunas hipótesis previas de trabajo acerca del material de los evangelios y de los evangelios mismos. 

Las siguientes hipótesis son las convicciones del autor sobre las cuales los varios pasos de la exégesis son basados. Debe notarse que son las convicciones compartidas por la vasta mayoría de los eruditos del NT. Debe notarse también que no es posible carecer de hipótesis de trabajo en estos asuntos, aunque uno nunca las haya expresado. 

Si no está de acuerdo con estas hipótesis, tendrá que poner las suyas y adaptar los pasos en conformidad.

  Algunas hipótesis de trabajo
  1. Es razonable suponer que durante el período de trasmisión oral las unidades de materiales (fragmentos), compuestas de relatos y dichos, se trasmitieron de modo independiente una de otra. Asimismo, se puede suponer que muchos dichos se conservaron como enseñanzas y, por eso, se trasmitían con frecuencia sin su contexto histórico original (cf. el uso paulino del material de los dichos en 1 Co 7:10 y 9:14). Así que es una hipótesis de trabajo razonable que la presente organización de los fragmentos es en su mayor parte el trabajo de los evangelistas. Esto parece confirmarse, para usar sólo un ejemplo, por el hecho de que los dichos presentados por Mateo en Mt 10:5–42, como instrucciones para los ministros del reino, aparecen en Lucas en ambientes muy diferentes, en la siguiente secuencia: Lc 9:2–5; 10:3; 12:11, 12; 6:40; 12:2–9; 12:51–53; 14:25–27; 17:33; 10:16.
  2. Aunque ninguno de los evangelios fue escrito para leerse junto con los otros (con la posible excepción de Juan, según Clemente de Alejandría), es casi seguro que por lo menos los evangelios sinópticos no se escribieron independientes unos de otros. Aunque tres o cuatro soluciones al problema sinóptico compiten actualmente por aceptación, el punto de vista de la gran mayoría de eruditos, y el que se da por sentado en este libro es que (a) Marcos fue escrito primero (b) Mateo y Lucas independientemente usaron el evangelio de Marcos al escribir cada uno su evangelio, y (c) Mateo y Lucas también tenían acceso a una gran cantidad de otros materiales tradicionales, algunos de los cuales tenían en común (conocidos como Q, aunque probablemente no era una sola fuente unificada).
  3. Los evangelistas seleccionaron, organizaron y adaptaron los materiales no sólo para registrar o conservar la vida y las enseñanzas de Jesucristo sino también para presentar a Jesús a sus lectores con sus propios intereses distintivos y desde su peculiar punto de vista.

  La tarea de la exégesis
Dada la naturaleza de los evangelios y estas tres hipótesis de trabajo, se supone además que la tarea de la exégesis es primero entender un pasaje en su contexto presente en un evangelio determinado. 

Pero esto tiene dos aspectos: 
  • primero, el evangelista registra la vida y las enseñanzas de Jesús. Así que parte de la tarea es tratar de ver lo que el evangelista entendió como dicho o sucedido. 
  • En segundo lugar, ya que él seleccionó, adaptó y organizó las cosas de este modo en particular, queremos también tratar de ver el significado del pasaje en el presente contexto del evangelio.
La alternativa de esta opinión de la tarea es concentrarse en un fragmento o dicho en un intento por entender lo que significaba en la situación original de Jesús. Como se verá en lo que sigue, ésta es una parte importante de la tarea exegética, pero es solamente la mitad del camino si no se estudian de veras los evangelios mismos, ya que éste es el único contexto verdaderamente seguro que se tiene.

Teniendo en cuenta estos asuntos preliminares, ahora se puede pasar a los pasos del proceso exegético.

  Paso 9 (Ev). Determine el carácter formal del fragmento o el dicho

  9.1 (Ev). Identifique el tipo literario general
¿Es el fragmento u oración una narración o un dicho? O ¿es una combinación de los dos, una historia con pronunciamiento? Cada uno de esos tipos funciona de manera diferente.

  9.2 (Ev). Identifique la forma literaria particular
Si el fragmento es una narración, ¿es la historia de algún milagro? ¿Tiene todas las características formales de tales historias? ¿Es una historia acerca de Jesús, o de Juan el Bautista? De tal narración podría preguntarse, ¿por qué se conservó en la tradición? ¿Qué dice de importancia acerca de Jesús por el hecho mismo de su conservación? Más importante, ¿cómo sirve ahora el relato en la narración del evangelista? ¿Para reforzar una enseñanza? ¿Como parte de una serie que ilustra algún aspecto de la misión o el mensaje de Jesús?
Si el pasaje es un dicho, ¿qué clase de dicho es? ¿Es parábola, símil, dicho apocalíptico o de sabiduría, declaración profética, un texto de materia legal? ¿Tiene elementos poéticos? ¿Emplea hipérbole, ironía, metáfora, paradoja? ¿Cuánto ayuda el análisis de la forma a identificar el público? ¿Qué parte juega en la comprensión? Por ejemplo, no se pretende que se alegorice un proverbio con metáforas como el de Mt 24:28 (“Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas” RVR ’60). El proverbio entero tiene un propósito único, y la metáfora del cadáver y los buitres trata de enfatizar una realidad de la consumación del reino. La pregunta exegética es: ¿Qué dice acerca de la consumación? ¿Su premura, inevitabilidad o visibilidad?

  Paso 10 (Ev). Analice el fragmento en una sinopsis del                                  evangelio 
Ya que cada escritor de los evangelios seleccionó, organizó y adaptó el material tradiciónal disponible, es importante para la exégesis de cualquiera de los evangelios ver cómo está relacionado el fragmento del evangelio en consideración con los otros evangelios. 

Para hacer esto uno debe aprender a usar una sinopsis de los evangelios.
Este análisis consta de tres preguntas. (NOTA: “Tradición triple” significa que el fragmento se encuentra en Marcos, Mateo y Lucas; “tradición doble” significa Mateo y Lucas; “tradición única” significa que aparece sólo en uno de los evangelios: Mateo o Lucas).

  10.1 (Ev). Selectividad
Este asunto tiene que ver con el hecho de que el fragmento se halla en el evangelio que se analiza. 
  • ¿Se encuentra también en uno o más de los otros?
  •  ¿Está su inclusión relacionada con los intereses especiales conocidos del evangelista?
  10.2 (Ev). Organización
La pregunta aquí tiene que ver con el presente contexto literario del fragmento. Estos pasos son importantes porque son la revelación del prisma a través del cual el evangelista ve a Jesús y su enseñanza.

La cuestión de la organización es: 
  • ¿por qué se incluye el dicho (fragmento) en este lugar específico? 
  • ¿Está en el mismo contexto en los otros evangelios? 
  • Si es diferente, ¿está en una clase de contexto similar o diferente (i.e., escatológica, enseñanza sobre el discipulado, etc.)? 
  • ¿El presente contexto, en comparación con el otro o los otros, dice algo acerca de los intereses especiales del escritor del evangelio?
Debe tenerse cuidado aquí. Es del todo posible que un evangelista incluyera un fragmento en un punto determinado simplemente porque ya estaba en ese contexto en la tradición (véase, por ejemplo, ¡cuánto del material de Marcos los otros evangelistas no reorganizaron!); y por tanto puede que él no pretende decir nada con su organización presente. 

En este respecto es necesario tener cuidado especial acerca de Marcos y Juan. Es decir, ellos también pueden haber seguido secuencias ya disponibles en sus fuentes y no siempre tener un significado especial para su organización. Por otra parte, ya que la vasta mayoría de los materiales (principalmente dichos) en la tradición doble no están en secuencia, puede suponerse que lo mismo es cierto en cuanto a Marcos y Juan (i.e., que la secuencia es de ellos).

  10.3 (Ev). Adaptación
Aquí la cuestión tiene que ver con la separación de la adaptación del autor del fragmento a su evangelio del material de la tradición que tenía a su disposición. 
  • ¿El autor ha añadido u omitido algo? 
  • ¿Cuáles cambios verbales ha hecho? 
  • ¿Son solamente de estilo o más sustanciales? 
  • ¿Revelan los cambios los intereses del autor o su énfasis peculiar? 
  • ¿La adaptación de su fragmento se acomoda a una serie de tales cambios, bien en el contexto amplio del fragmento o en todo el evangelio?
Mientras usted completa esta parte de la exégesis, se percatará de que ha estado tratando con el contexto literario y el histórico del evangelista. 
Es decir, 
  • ¿por qué incluyó ese fragmento en ese lugar con esos énfasis especiales? 
  • Pero hay otro factor que necesita consideración y es el contexto histórico de Jesucristo.
  Paso 11 (Ev). Considere el medio ambiente posible en el                                ministerio de Jesús

El interés aquí tiene que ver especialmente con los dichos (enseñanzas) de Jesucristo, ya que muchos se trasmitieron en la tradición oral separada de su contexto histórico original; los evangelistas les dieron el contexto literario actual. 

Es por tanto de alguna importancia exegética analizar los dichos en cuanto a su posible medio ambiente en el ministerio de Jesucristo.

Este análisis se puede hacer mejor en términos del público. Dada la naturaleza del contenido de la enseñanza, 
  • ¿se dio originalmente a los discípulos, las multitudes o los fariseos? 
  • ¿La enseñanza se entiende mejor en el contexto de conflicto o de discipulado?
Muchas veces, por supuesto, no será posible determinar esto y simplemente deberá aceptarse el presente contexto del evangelio. Pero en algunos casos, por ejemplo, donde Mateo o Lucas han insertado algo en el esquema de Marcos, o donde Mateo y Lucas tienen materiales idénticos en dos ambientes diferentes, se puede con frecuencia aislar el material y, a base del contenido, presentar un ambiente original muy verosímil de lo dicho. 

Nótese con cuidado:
  1. Esta es la parte más especulativa de la tarea exegética, así que aprenda usted a “equivocarse por precaución”.
  2. Recuperar el significado en el ambiente de Jesús no es la meta principal de la exégesis. Más bien es la determinación del significado del texto en su presente contexto literario, pero el medio ambiente de Jesús debe ser una parte del estudio global.
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viernes, 27 de mayo de 2016

Todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Principios y Métodos  para descubrir  y explicar
INTERPRETEMOS LA BIBLIA CORRECTAMENTE
En su forma más sencilla, la hermenéutica ha sido definida como «la ciencia de la interpretación» El término viene del griego hermeneuo: interpretar; puede significar también explicar, traducir. 
Una definición más completa es: «la ciencia que estudia y define principios y métodos para interpretar el sentido o significado de un determinado autor u obra». Como ciencia de la interpretación, se aplica a toda clase de obra humana, ya sea literaria, filosófica, artística o religiosa. 
Aplicada a la Biblia, toma ciertas características que nos llevan a formular reglas y principios dentro de los cuales debe entenderse el sentido y propósito del texto sagrado para hacer que su mensaje llegue claro y preciso al lector u oyente.

El objetivo primario y básico de la hermenéutica es descubrir y explicar, hasta donde sea posible, el significado original del texto. Este objetivo puede ser más fácil cuando se trata de obras literarias o de otro género que no tienen el extraordinario contenido y rico mensaje de la Biblia. Pero si aceptamos que la Biblia es más que un mero libro de historias, oraciones, leyes y poesías, y que nos comunica un mensaje esencial de verdades y hechos que atañen a toda la humanidad, la función hermenéutica se complica y solo se cumple a cabalidad cuando llegamos a la comprensión plena de esas verdades y hechos. 

Un ejemplo puede ayudarnos: las parábolas de Jesús son hermosas, sencillas y transparentes; pero su contenido teológico-moral es profundo y trascendental: abarca valores universales como 
  • el del amor, 
  • la misericordia y 
  • el perdón, 
y verdades trascendentales como la de 
  • la providencia divina, 
  • el uso de los bienes y riquezas, 
  • la soberanía de Dios sobre la vida y la muerte, esta vida y la eterna. 
Las narraciones históricas como la de 
  • la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto, pueden estudiarse de una manera objetiva, como un hecho histórico de mucha trascendencia para el pueblo judío. Pero dentro de la narración de los hechos históricos aparecen mensajes teológicos y morales de aplicación universal, como el valor del pacto o alianza con un Dios que es fiel y los cumple; 
  • la infidelidad del pueblo y la persistencia amorosa del Dios de Israel en sacar a ese pueblo de su dolorosa peregrinación por el desierto hasta la tierra prometida «que fluye leche y miel». 
  • Y en el transfondo de todo se vislumbra claramente el principio de la «historia de la salvación», que solo será completa con la llegada del Mesías. 
Hasta aquí ya hemos empezado a descubrir que el texto bíblico es riquísimo en su contenido y nos brinda, además de su significado histórico y su sentido literal, otros mensajes de carácter teológico, moral y social, aplicables no solo a la época en la que la narración fue compuesta, sino también para todas las épocas y tiempos. 

Es precisamente esta realidad de la riqueza y multiplicidad de significados y mensajes que contiene el texto bíblico, la que nos lleva a estudiar, como parte de la hermenéutica bíblica, «los diferentes sentidos de la Escritura», que es precisamente el tema de este libro.
Un mensaje «encarnacional»
Si agregamos a lo ya afirmado, el hecho de que las Escrituras contienen un mensaje no sólo para su época, sino también para todas las épocas o, usando un lenguaje teológico, que el mensaje bíblico es eminentemente «encarnacional», es decir, que se encarna o hace parte de la realidad humana en la que vive el lector, debemos concluir que el ejercicio de la interpretación de ese mensaje debe pasar por diversos filtros exegéticos y hermenéuticos que nos permitan penetrar en todo su contenido. 
Dos preguntas son vitales para conseguirlo:
  • ¿qué quiso decir el escritor bíblico a los primeros destinatarios del texto?, y
  • ¿qué nos dicen ese mismo texto y autor a nosotros hoy en día?
Para descubrir este doble significado, debemos hacer lo que llaman los eruditos la «contextualización» del texto y del mensaje o sentido del mismo. Es decir, situar el texto dentro del contexto o ambiente histórico, social y literario en el que fue compuesto inicialmente para descubrir el significado o sentido primario que el autor quiso dar a sus primeros lectores u oyentes. 
Luego debemos situar ese mismo texto en el contexto en el que vive el lector o destinatario actual para descubrir lo que realmente quiere decir Dios, como autor supremo y último del texto, al lector de hoy, aquí y ahora, en la situación en la que actualmente está viviendo. 
Es aquí donde el conocer los diferentes sentidos que tienen las Escrituras nos ayuda enormemente. Descubriremos que, entre otros, existe 
  • un sentido literal histórico, 
  • un posible sentido alegórico o simbólico, 
  • un sentido típico, y 
  • un sentido que los estudiosos de la Biblia han llamado «pleno» (sensus plenior), que pudo estar oculto al mismo autor humano del libro sagrado, pero que permanecía en la mente divina para ser revelado a su debido tiempo. 
Multitud de pasajes del Antiguo Testamento tardaron siglos en revelar todo su contenido y mensaje hasta la llegada de Jesucristo. El mismo Jesús se encarga de revelarnos ese «sentido pleno» de las Escrituras que se refieren a él, como cuando explicó el pasaje de Isaías 61:1–3a, aplicándolo a su misión en la tierra. (Véase Lucas 4:16–19)
Hermenéutica y exégesis
Como hemos visto, el objetivo de la hermenéutica es el de establecer el sentido del texto de modo que el lector tenga un claro entendimiento de su contenido, siguiendo las reglas y cánones científicos de la investigación y la lectura.
El término exégesis (del griego exeghéomai = explicar, interpretar o describir) es casi sinónimo de «hermenéutica». Hay, sin embargo, una diferencia técnica importante. La exégesis aplica los principios y reglas dictados por la hermenéutica. Por eso decimos que «exégesis» e «interpretación» son sinónimos: la exégesis es, en realidad, la interpretación misma de las Escrituras. O dicho en otra forma: es la hermenéutica aplicada. La hermenéutica da los principios y normas, y la exégesis los aplica.
Divisiones de la hermenéutica
Son tres: 
  • la noemática, que estudia los sentidos bíblicos; 
  • la heurística, que se ocupa de los principios y normas de la interpretación; y 
  • la proforística, que se encarga de la formulación y exposición de las verdades bíblicas.
Significación y sentido
Ayudados por la Noemática, descubrimos que significado y sentido no son lo mismo: el significado es absoluto; cada palabra o término tiene su propio significado, independientemente de las circunstancias en que se utiliza o el uso que en determinado momento se le quiere dar. Significado es lo que la palabra quiere decir por sí misma. Podemos decir que cada palabra tiene sólo un significado. 
El sentido, por el contrario, es rico y variado; cada término tiene y puede tener una gran variedad de sentidos, desdoblarse en diferentes acepciones o concepciones. 
Por ejemplo, la palabra «blanco» básicamente significa o tiene el significado único de un color de la escala cromática. Ese es su significado básico y fundamental. Pero de acuerdo con las circunstancias y contextos en que la usemos, pasa a tener muchos sentidos: un punto al que se apunta para disparar; un estado de pureza o limpieza; un campo inexplorado y hasta un apellido. 
El significado o la significación lo tiene la palabra o término en sí y por sí. El sentido se lo dan el uso o las circunstancias, las cuales dependen en buena parte de quien habla o escribe; es decir, de quien emplea el término en un momento dado. 
Según el gran filósofo-teólogo Tomás de Aquino, creador del sistema escolástico que ha servido debase metodológica a las enseñanzas de la Iglesia Católica, «el oficio del buen intérprete no es considerar las palabras sino el sentido».
La Biblia, un libro divino-humano
Es verdad que identificamos las Sagradas Escrituras como «Palabra de Dios», pero en realidad estamos frente a un libro divino-humano. Es Palabra de Dios en el lenguaje del hombre; su autor último es Dios, pero él utilizó a autores humanos como instrumentos para transmitir su pensamiento y mensaje. 
Este mensaje y pensamiento divinos constituyen el sentido bíblico: lo que Dios nos quiere expresar, comunicar y enseñar, utilizando el lenguaje del autor humano. Lo que este autor humano primario nos transmite en su lengua, que él entiende como mensaje divino o revelación divina, es lo que constituye el sentido literal de las Escrituras; es el mensaje de infinita sabiduría de Dios encarnado en la letra y las palabras del escritor o transmisor humano del mismo. 
Este mensaje puede inclusive superar, en su contenido y alcance, el mismo entendimiento del escritor humano o hagiógrafo. Cuando esto ocurre, llamamos “oculto” a este sentido, porque ni el mismo transmisor humano lo conoce inicialmente, y que va a revelarse después con el sentido pleno o plenior, «más completo» de las Escrituras. 
Muchas veces este sentido está escondido no tanto en las palabras en sí, sino en su contenido simbólico o paradigmático. Cuando esto ocurre, estamos ante el sentido tipológico que, en algunos casos, puede identificarse como sentido alegórico. Vamos a tratar de estudiar individualmente cada uno de estos sentidos, definiéndolos y explicándolos con la ayuda de algunos ejemplos.
Principios hermenéuticos
Además de los diferentes sentidos que tiene la Escritura, la hermenéutica se ocupa del estudio de los diferentes géneros literarios que encontramos en la misma y de los variados métodos de interpretación del texto sagrado. 
Todo esto nos lleva a establecer principios claros y seguros de interpretación y exposición bíblica. Es innegable la importancia de este trabajo, ya que así como los principios claros y seguros y los métodos adecuados de investigación nos llevan a una sana y correcta interpretación, lo contrario nos conduce a un entendimiento equivocado y a una interpretación errónea de la Palabra. 
Detrás de esta afirmación hay un hecho bíblico-teológico fundamental que es parte esencial del concepto mismo de revelación, y que podría formularse así: «Dios quiere que todos conozcan, entiendan, acepten y vivan su revelación». En otras palabras, Dios revela su mente y pensamiento, sus leyes y mandamientos, todo lo que constituye su Palabra con el propósito explícito de que esta revelación llegue completa e intacta a la mente y el corazón de todos los seres humanos de todas las razas, tiempos, pueblos y culturas. 
De hecho, solo cuando este propósito divino se realiza plenamente, es decir, cuando la mente y el corazón de Dios se hacen mente y corazón humanos a través de la transmisión fiel de su revelación, es cuando se realiza plenamente esta revelación divina. 
De ahí la importancia del estudio del texto y su reconstrucción completa a través de la disciplina de la crítica textual, que nos da un texto único de las Escrituras en sus lenguas originales, fruto de la investigación, estudio y compilación de los mejores y más antiguos manuscritos de las Escrituras que hoy tenemos. 
De ahí también la importancia de contar con buenas y nuevas traducciones de la Biblia que superen los vacíos textuales de las antiguas versiones, y que nos transmitan la revelación divina en un lenguaje actual, fiel, fresco y confiable. Y de ahí también la importancia de una buena interpretación bíblica basada en principios y métodos hermenéuticos y exegéticos sanos y seguros, de acuerdo con los parámetros de las ciencias modernas de interpretación, según lo estamos estudiando en este libro.

En todo esto debemos presuponer que los autores sagrados inspirados por Dios no escribieron con el propósito de confundir o extraviar a los lectores o receptores de su revelación. No es justo pensar que las Escrituras divinamente inspiradas nos hayan llegado en forma de un jeroglífico o rompecabezas que solo los críticos y expertos puedan descifrar. La Palabra de Dios nos fue dada para hacernos a todos sabios en cuanto al negocio más importante de nuestra existencia, que es la salvación. 

A través de ella Dios nos habla clara y sencillamente, y comunica todo lo que debemos conocer para relacionarnos adecuadamente con él como nuestro Padre, y con Jesucristo su Hijo como nuestro Redentor y Maestro. Solo que toda esta revelación y estas verdades están en un lenguaje humano, que para la mayoría de los lectores de la Biblia es desconocido y está dentro de una cultura extraña o ajena para la mayoría de los lectores de la Biblia hoy. 

Esta revelación, por otra parte, se transmite a través de un lenguaje que contiene símbolos y metáforas, parábolas y alegorías, en forma de visiones y sueños y utilizando los recursos semánticos y retóricos del lenguaje. Pero la tradición judeo-cristiana de muchos siglos y el trabajo dedicado de miles de expertos amantes de la Palabra, nos han dejado herramientas de investigación, estudio y exposición bíblicas que nos ayudan hoy a captar claramente el mensaje que Dios nos ha dejado en su Palabra desde tiempos inmemoriales. 

Todos estos recursos de estudio e investigación, puestos en forma organizada y funcional, son los que constituyen las ciencias bíblicas a las cuales pertenecen en forma eminente la hermenéutica y la exégesis. Son estas dos ciencias las que animan las páginas de este libro, cuyo propósito fundamental es el de facilitar la exposición y presentación del mensaje bíblico con claridad y suficiencia a los lectores y oyentes de hoy a través de un mejor conocimiento y un más claro entendimiento del texto por parte del estudioso expositor del mensaje.

Esperamos abrir un camino más claro y expedito hacia la Palabra que, por ser eterna, no envejece y mantiene en todo tiempo un mensaje fresco y actual que da sentido y dirección a la vida, haciendo buenas las palabras del salmista:
Tu Palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Salmo 119:105
De esta manera las Escrituras podrán cumplir el cometido señalado por Pablo en la carta a los Romanos:
De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. Romanos 15:4
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miércoles, 30 de septiembre de 2015

...Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido concedidas por Su divino poder, mediante el conocimiento pleno del que nos llamó por sus gloriosas proezas,

RECUERDA ESTO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








II Pedro: Aspectos Exegéticos y hermeneuticos

Aunque ha habido acerbas controversias acerca del autor de esta Epístola, no cabe duda alguna de que él mismo se identifica explícita y repetidamente como Pedro. La relativa falta de atestación histórica de la genuinidad de la Epístola está más que compensada por una abundancia de evidencias internas. 

El escritor se denomina a sí mismo Simón Pedro (1:1). 
Manifiesta que el Señor le había mostrado la inminencia y la forma de su propia muerte (1:14). 

Afirma haber sido testigo presencial de la transfiguración (1:16–17), y registra la voz celestial escuchada cuando estaba presente con Cristo “en el monte santo” (1:18). 

El escritor menciona haber escrito una epístola anterior a las mismas personas (3:1), y habla de su “amado hermano Pablo” como si estuviera íntimamente relacionado con él y sus escritos (3:15–16). 

Puesto que estas alusiones autobiográficas coinciden con otras fuentes bíblicas de información acerca de Pedro, todo contribuye a afirmar la creencia de que él fue el autor de la epístola.

Mucho se ha hablado de que el griego de la segunda epístola es más pobre que el de la primera. Pero esto puede explicarse por la sugestión de que en la primera Pedro tuvo como secretario a Silas (1 P. 5:12), mientras que la segunda la escribió él mismo en la prisión.

La única alternativa en el caso de que Pedro no sea el autor de esta epístola sería afirmar que es una deliberada falsificación. Sin embargo, como ha señalado H. C. Thiessen, “si 2 Pedro es una falsificación, tenemos aquí una falsificación sin objeto, sin ninguna de las señales comunes de falsificación, y sin parecido alguno con falsificaciones indudables.” 

Puesto que no hay una evidencia histórica concluyente contra la composición petrina, puesto que las alternativas plantean más dudas y cuestiones que las que resuelven, y puesto que el celo cristiano, el tono apostólico y las alusiones autobiográficas armonizan con otras fuentes de información acerca de Pedro, aquí se lo acepta sin reservas como autor de esta carta.



B. OCASIÓN PARA ESCRIBIRLA

La Segunda Epístola de Pedro pretende ser una carta compañera de la anterior enviada a los mismos lectores (3:1). Esto significa que fue dirigida a cristianos judíos y gentiles en el norte de Asia Menor; esto es, “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 P. 1:1; véase el mapa 1). Estos son, pues, los que han alcanzado “una fe igualmente preciosa” con Pedro y los otros apóstoles.

Entre una carta y otra había tenido lugar un cambio de circunstancias para esas personas. 

Mientras la primera carta había sido escrita para prepararlos para el sufrimiento, tal vez a manos de un gobierno poco amistoso (1:7; 2:12–15; 3:14–17; 4:3–4, 12–16; 5:8–10), 

La segunda los pone en guardia contra las acechanzas de falsos profetas (2:1–3, 10–15, 19–22; 3:3–7, 15–17). 

Estos pseudo-líderes se asemejan a los falsos profetas que surgieron entre el pueblo en los tiempos del Antiguo Testamento, cuyas enseñanzas se caracterizaban por el engaño, la arrogancia, la caricatura, la burla y la mentalidad terrenal. Para los tales Pedro profetiza un castigo cierto y pronto, lo mismo que para aquellos que sucumban a su perniciosa influencia. 

Vale la pena notar que estos falsos maestros hacían sus mayores esfuerzos y apelaciones entre los recién convertidos a Cristo, quienes no habían alcanzado la suficiente madurez y estabilidad para guardarse de sus engaños (2:18–20). A estas personas les dirige Pedro una palabra de aliento para que perseveren en su fe (1:12; 3:1–4, 17–18) y una advertencia acerca del juicio y la condenación que les esperan si vuelven a sus concupiscencias anteriores (1:9; 2:20–22). 

Tales condiciones, junto con la anticipación de su propia muerte próxima (1:13–15) y el retorno de Cristo (3:3–13), daban un fuerte sentido de urgencia a la carta de Pedro.
Pedro no dice dónde estaba cuando escribió esta carta, pero al menos algunos de los datos importantes sugieren que estaba en Roma. Estaba aguardando su muerte para dentro de poco (1:14). 

La tradición sostiene a veces que Pedro y Pablo pueden haber trabajado juntos en Roma antes de sufrir el martirio durante el reinado de Nerón. También hay cierta evidencia interna para esta opinión (3:1, 15).


C. FECHA

La fecha en que fue escrita está relacionada con la cuestión de la composición de Pedro, que aquí se acepta como verdadera. Se sigue, pues, que si Pedro escribió esta epístola, lo hizo después de haber escrito 1 Pedro (2 P. 3:1), después que Pablo había llegado a ser bien conocido entre los cristianos de su día (3:15–16), en vísperas de una erupción de enseñanzas heréticas (2:1–3), y poco antes de su propia muerte (1:14–15). 

Como resultado de estas evidencias internas, generalmente se coloca la fecha de la escritura en el período del 65 al 67 D.C. La siguiente declaración de Merrill C. Tenney es el consenso de una cantidad de reputados estudiosos del Nuevo Testamento:

  Fue su (de Pedro) última obra existente enviada poco antes de su muerte a las iglesias con las cuales se había comunicado en su primera epístola. La amenaza de persecución parece haber pasado, pues no se enfatiza para nada el sufrimiento de los cristianos. 

Tal vez si la epístola fue despachada desde Roma alrededor del 65 al 67 D.C., Pedro comprendía que las perturbaciones que originalmente amenazaban afectar a las provincias habían sido de alcance local: habían surgido nuevos problemas que exigían su atención; el peligro de sus iglesias ahora era menos externo que interno.


D. CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DE SEGUNDA DE PEDRO

Un rasgo característico de esta carta es la cantidad de palabras empleadas a menudo en el vocabulario de Pedro. 

Hay 10 referencias a justo (a), 
justicia (1:1, 13; 2:5, 8 dos veces, 9, 15 dos veces, 21; 3:13) y 17 
Referencias a conocimiento y entendimiento y sus derivados (1:2, 3, 5, 6, 8, 12, 14, 16, 20; 2:9, 20, 21 dos veces; 3:3, 16, 17, 18). 
A Jesucristo como Salvador, Señor y Maestro tiene 16 referencias (1:1, 2, 8, 11, 14, 16; 2:1, 9, 11, 20; 3:2, 8, 9, 10, 15, 18), y 
5 la piedad (1:3, 6, 7; 2:9; 3:11) en contraste con la impiedad (2:5–6; 3:7). 
Los 5 llamamientos a recordar (1:12, 13, 15; 3:1, 2) apuntan a la enseñanza de Pedro de que, agregados al conocimiento de Jesucristo como Salvador y Señor, necesita haber frecuentes recordatorios para avanzar en una vida de justicia y piedad, para que los cristianos no volvieran a caer en la impiedad. 

Esto está bien resumido en los dos últimos versículos de la carta: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (3:17–18).

Otra característica de esta carta es la fuerte apelación a la transfiguración de Cristo como una convalidación del mensaje profético y apostólico (1:16–18). Pedro considera la encarnación como el epítome mismo del significado de la persona y la obra de Cristo. El es la Figura central de la profecía (1:19–21), el mismo Patrón y Programa de la verdad. No es sorprendente, pues, que antes de lanzarse a una exposición de los falsos maestros, Pedro recuerde a sus lectores su propio lugar en el monte de la transfiguración. Como resultado, no vacila en denunciar como perniciosa la herejía que estaba seguro destruiría la piedad y la pureza cristianas (2:1–2, 11, 13–14, 18–19).

También impresiona al lector cuidadoso el lugar importante que ocupa en esta carta la historia del Antiguo Testamento. 
  • La caída de los ángeles (2:4), 
  • el Diluvio (2:5; 3:5–7), 
  • la destrucción de Sodoma y Gomorra (2:6) y 
  • la liberación de Lot (2:7) se citan en rápida sucesión como prueba de que los actos de Dios en el pasado garantizan la certidumbre de la profecía para el futuro. 
Pedro está muy seguro de que la profecía es la historia del futuro, sea que esté hablando de falsos profetas que anticipan a los falsos maestros, o de juicios locales que anticipan el juicio final, o de escarnecedores del pasado que prefiguran los escarnecedores del presente y el futuro.

El tenor apocalíptico de Pedro, presente también en su primera carta, es una señal característica de la Segunda Epístola. En contraste con la teoría de que toda la historia se mueve en etapas firmes e ininterrumpidas, Pedro insiste en que el Diluvio, al suceder con súbita y catastrófica terribilidad, fue nada menos que una aterradora intervención del juicio divino. 

Escribe también que Dios intervendrá una vez más en juicio, sólo que esta vez en un ardiente holocausto. Para tan inminente juicio, Pedro insiste en que sus lectores deben prepararse de inmediato, no sea que los encuentre desprevenidos (3:11).

Finalmente, una característica única de esta carta es que reconoce los escritos de un colega apóstol como parte de las Escrituras. Aunque el “amado hermano Pablo” escribió “de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen… para su propia perdición”, no obstante él es un intérprete válido de “la paciencia de nuestro Señor” en razón de “la sabiduría que le ha sido dada”. De este modo, pues, Pedro coloca los escritos de Pablo junto a “las otras Escrituras” y les concede así un lugar en el canon, un reconocimiento merecido, por cierto.

E. ENFASIS TEOLÓGICOS

De acuerdo con la enseñanza general de la Escritura, Pedro asevera que la justicia de Dios es la base para la obtención de una “fe preciosa” común a todos “en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús” (1:1–2). 

Asimismo afirma Pedro la depravación de la humanidad caída, describiéndola como “la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (1:4). La liberación de los efectos de la Caída se opera por el conocimiento de Dios y llegando a ser partícipes de la naturaleza divina por medio de la fe (1:4–5). Esta liberación es preservada por una aplicación activa del principio de la fe a la promoción y ampliación de la vida cristiana (1:1–5).

En el segundo capítulo Pedro reitera una enseñanza que se halla a menudo en la Escritura, a saber, la segura condenación final de todos los que andan por camino de impiedad (2:4–9). Esto es así aun cuando algunos puedan haber gozado de una breve liberación de “las contaminaciones del mundo” antes de enredarse y ser vencidos de nuevo (2:18–22). Asimismo el énfasis sobre el retorno del Señor en juicio, como lo enseña Pedro en 3:10–13, es un asunto que sostiene en común con el resto de la Escritura.

Al mismo tiempo, sin embargo, Pedro contribuye con cierta enseñanza teológica que en ninguna parte se presenta en forma tan explícita. Su declaración de que “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:21), es uno de los pasajes más definitivos sobre la inspiración que se hallan en el Nuevo Testamento. En términos inequívocos, Pedro declara que la profecía del Antiguo Testamento no es obra o palabra humana, sino la Palabra de Dios, y que debe ser aceptada como “una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (1:19).

También la enseñanza escatológica de Pedro responde a la cuestión que tenía perplejos a tantos, de la aparente demora del retorno del Señor. A aquellos que pueden haber estado desilusionados porque el Señor no había retornado en sus días, y a los burladores que no podían concebir ninguna interrupción en el proceso del orden natural, Pedro les responde señalando que Dios había interrumpido los procesos ordenados del pasado por medio de un diluvio, y que volvería a hacerlo con fuego. 

La demora en el retorno de Cristo no se debía a que la profecía fuera falsa, sino que más bien era una señal del deseo de Dios de dar al hombre una oportunidad más prolongada para arrepentirse (3:8–9). No obstante, el control divino del final del tiempo es tan seguro como la iniciación divina del comienzo.

Aunque puede que haya algunas alusiones a la experiencia de la santidad cristiana (1:3–4), los énfasis principales se ponen en su expresión (3:11–14) y su expansión (1:5–11). Pedro también se expresa indignado contra los falsos maestros cuya estrategia era explotar las cosas santas para sus propios malos propósitos (2:10–18). 

Tal vez la falta de estabilidad espiritual de parte de los que eran engañados (2:14, 18–22) se debiera en parte a su falta de una medida plena de santidad interior, pero Pedro no lo dice explícitamente. Más bien atribuye su extremada susceptibilidad a las influencias engañosas de los falsos maestros, y a que eran relativamente nuevos en la vida cristiana (2:14, 18, 20–22). Esta es una razón más para el régimen espiritual que propugna (1:5–11), y que deben buscar (3:17–18).

Aunque las referencias explícitas a la entera santificación no son tan numerosas aquí como en algunas otras partes del Nuevo Testamento, Pedro escribe contra el trasfondo de la interpretación del cristianismo como una religión santa. El conocimiento de Dios tiene un efecto santo sobre el hombre (1:4). La firmeza en la disciplina cristiana intensifica el conocimiento de las cosas santas (1:8–11). La majestad y la gloria de Jesucristo hicieron del lugar de la Transfiguración un “monte santo” (1:18). 

El Espíritu Santo descendía sobre los hombres santos para declarar las profecías del Antiguo Testamento (1:20–21). Los falsos maestros han apartado de un camino santo a algunos conversos recientes al cristianismo (2:21), atrayendo así sobre sí mismos el juicio y la ira de Dios santo (2:9–10). La palabra de los santos profetas y apóstoles advierte contra los burladores (3:2–3), y nada menos que “una santa y piadosa manera de vivir” es adecuada para el futuro (3:11–12). Así, pues, Pedro nos amonesta para que seamos hallados por el Señor “sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:14)—señales de una vida santa en cualquier época.

Bosquejo

          I.      Salutación, 1:1–2
      A.      El Que Saluda, 1:1a
      B.      A Quiénes Saluda, 1:1b
      C.      El Reconocimiento, 1:2

          II.      La Gracia y el Conocimiento de Dios, 1:3–21
      A.      Exhortación al Crecimiento Cristiano, 1:3–11
      B.      Un Llamado a Recordar, 1:12–15
      C.      La Verdad de la Palabra Profética, 1:16–21

          III.      La Gracia y el Conocimiento Amenazados por los Falsos Maestros, 2:1–22
      A.      Predicción de los Falsos Maestros, 2:1–3
      B.      Los Falsos Maestros Reservados para el Castigo, 2:4–10a
      C.      Caracterización de los Falsos Maestros, 2:10b–16
      D.      Los Falsos Maestros y Sus Víctimas, 2:17–22

          IV.      La Promesa de la Venida de Cristo, 3:1–18
      A.      Negación de la Venida del Señor, 3:1–7
      B.      Demora de la Venida del Señor, 3:8–10
      C.      Demandas de la Venida del Señor, 3:11–13
      D.      Diligencia Necesaria para la Venida del Señor, 3:14–16
      E.      Resumen y Exhortación Finales, 3:17–18

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