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jueves, 26 de noviembre de 2015

Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…] Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





¿Existen ángeles en el infierno?
ÁNGELES DEL INFIERNO
He aquí el trono del caos y su oscuro pabellón ampliamente extendido en el abismo ruin.
Milton
El infierno no es un lugar agradable. Pero usted lo desconoce, porque Satanás y sus demonios han montado un gran espectáculo. «El mismo Satanás», Pablo nos advierte, «se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14, cursivas añadidas). Quizás es muy bueno haciendo esto porque alguna vez fue ángel. Satanás, según creen la mayoría de los eruditos bíblicos, fue en un momento dado un gran ángel, tal vez el más elevado de la jerarquía celestial. Su verdadero origen y los hechos específicos que lo llevaron a su caída están ocultos en el misterio. Sabemos mucho más acerca de lo que hace, que de cómo llegó ahí.

Un ser maligno … sutil y lleno de odio.
Donald Grey Barnhouse
EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS DISFRAZADO DE LUZ

Como vimos en el capítulo 2, el pasaje más conocido acerca de la ruindad del diablo se encuentra en Isaías 14:12: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!» La palabra Venus en latín es «Lucifer», que así aparece en algunas versiones de la Biblia. Al planeta Venus se le conoce como el lucero de la mañana debido a su brillante visibilidad en la temprana luz del amanecer. Irónicamente, a Jesús también se le llama «La estrella resplandeciente de la mañana» (Apocalipsis 22:16).

Isaías 14 continúa: «Cortado fuiste por tierra[…] Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo» (Isaías 14:12–15).

Como mencioné en el capítulo 2, la comprensión de este pasaje ha tenido un poco de dificultad. En su contexto histórico, Isaías 14 realmente se refiere a la caída del rey de Babilonia, quizás es una antigua historia cananea que Israel usaba para apoyar su argumento. Aunque hay eruditos de la Biblia que creen que Isaías 14 también describe la muerte celestial de Satanás, anterior al inicio de la historia humana. Sabemos que algo así debió haber sucedido, porque en Génesis 3 vemos a «la serpiente antigua, que se llama diablo» (Apocalipsis 12:9) interferir maliciosamente en los propósitos de Dios, después que la Biblia abre con la creación en Génesis 1 y Adán y Eva en Génesis 2.

Ezequiel 28 es otro pasaje clave acerca de un antiguo gobernante, el rey de Tiro, a quien se le identifica como «el querubín protector».
Tú eras el sello de la perfección,
lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…]
Tú, querubín grande, protector,
yo te puse en el santo monte de Dios; allí estuviste;
en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad[…]
Por lo que yo te eché del monte de Dios,
y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;
yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré para que miren en ti[…]
espanto serás,
y para siempre dejarás de ser.
Ezequiel 28:12–19
Tal vez este pasaje relate la caída del diablo. Si por cierto es acerca de Satanás, podemos ver que era un ángel de alto rango: «Querubín[…] protector, yo te puse en el santo monte de Dios». Y también era sin pecado, «perfecto» en todos los sentidos, pero nació la debilidad del orgullo (igual que en Isaías 14) cambió su corazón y se volvió en contra de Dios. Por lo tanto, Dios lo echó fuera del cielo.

Casi al finalizar la Biblia leemos un relato similar: «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él» (Apocalipsis 12:7–9).

Apocalipsis 9, que comienza con el simbolismo bíblico clásico, es paralelo: «Una estrella [recuerden la asociación bíblica entre ángeles y estrellas] que cayó del cielo a la tierra». Sin duda, los primeros cristianos lo entendieron como un símbolo del ángel caído, Satanás. «Y se le dio la llave del pozo del abismo»: el elevador hacia el infierno. Una vez abierto el abismo, hubo tantas tinieblas que el sol y el aire se oscurecieron. Fue el ocaso de una de las más temibles plagas del mundo antiguo: una oscura y revoloteante nube de langostas. Sin embargo, estos insectos eran terriblemente diferentes: «Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes» (Apocalipsis 9:4).

En lugar de eso, la tortura a los perversos fue como tormento de escorpión: un símbolo del poder del demonio. Jesús lo explicó anteriormente: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:18–19, cursivas añadidas).

Para resumir, la Biblia no aclara de dónde viene exactamente Satanás, ni precisa cuándo cayó a la tierra, pero de que hay un diablo, un oponente sobrehumano de Dios y su pueblo, es indiscutible. Su nombre, Satanás, significa «adversario». Los judíos de la antigüedad también lo llamaban por el nombre menos conocido Mastema: palabra hebrea para «enemistad». En los antiguos rollos del Qumrán, el diablo es «el ángel de enemistad». «El judaísmo[…] consideraba a Satanás o Mastema como la encarnación del principio de hostilidad entre Dios y los seres humanos, y también como el gobernador de los malos espíritus». El Nuevo Testamento lo llama cuatro veces «el príncipe de los demonios».

El otro nombre bien conocido de Satanás es diablo, que significa «acusador» o «engañador». Es su título. Es a lo que se dedica. Al diablo también se le conoce como:
     mal o malvado (Mateo 6:13)
     enemigo (Mateo 13:25, 28, 39)
     homicida (Juan 8:44)
     engañador (Apocalipsis 20:10)
     beelzebú (Mateo 9:34; 12:24)
     Belial o Beliar, «el inútil» (2 Corintios 6:15)
     gobernador de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de los poderes del aire (Efesios 2:2; 6:12)
     gran dragón (Apocalipsis 12:9)
     serpiente antigua (Apocalipsis 12:9)
     Abadón, Apolión, destructor (Apocalipsis 9:11)
     tentador (Mateo 4:3)
Es el padre de mentira (Juan 8:44). Por eso es bueno en disfrazarse como ángel. Es el príncipe de las tinieblas disfrazado de luz.
UN DIABLO DE NEGOCIOS
El diablo está en un terrible negocio. Hace todo lo malo que podamos imaginar. Y otro tanto que parecen muy buenas. Está en el negocio de oponerse a Dios y resistir a los santos. C. Fred Dickason, en su excelente libro Angels: Elect and Evil [Ángeles: elegidos y perversos], ha bosquejado cuidadosamente el trabajo del diablo. Con relación a Dios, es el adversario de la persona y del programa de Dios. Con relación a las naciones, las engaña a través de la sutil influencia de sus gobernantes.

Con relación a los inconversos, Satanás obstruye o distorsiona el mensaje salvador de Jesús. Según la parábola del sembrador (Lucas 8:12), se lleva lejos el evangelio así como los pájaros lo hacen en los caminos donde el grano cae.

De algún modo, esto involucra juegos perniciosos de la mente, como el apóstol Pablo lo explica: «Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:3–4).

Satanás lo logra promoviendo falsas religiones, algo que el apóstol Pablo llama «doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1–3), y sustentando un estilo de vida de ateísmo, viviendo sin tomar en cuenta a Dios ni sus leyes. Los comentarios de Pablo al respecto son explícitos: «Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Efesios 2:1–2).

Finalmente, con relación a los cristianos, el diablo lucha contra nosotros con uñas y dientes: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra[…] los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en la regiones celestes» (Efesios 6:11–12). Los «métodos de ataque del diablo» consisten en murmuración y acusación: precisamente pone en acción el significado de su nombre (Apocalipsis 12:10). Y plantando la duda, tentándonos a pecar. Incitando a persecución. Obstruyendo el camino del ministerio: «Por lo cual», escribe Pablo, «quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó» (1 Tesalonicenses 2:17–18).

Quizás las estratagemas más eficaces de Satanás son las más sutiles: el malentendido en las relaciones y la división profundamente dolorosa que viene como resultado: división de iglesias, demandas legales entre amistades y vecinos, hijos que huyen del hogar, divorcios. Pueden leer una letanía de los éxitos del diablo en la página principal de los periódicos del día.

A menudo se pasa por alto que Efesios 6, quizá un de los pasajes de la Biblia más familiares acerca de la batalla espiritual, es realmente acerca de los problemas de las personas y cómo el diablo las usa para lograr sus diabólicos propósitos. Justo antes del famoso pasaje sobre la armadura de Dios en Efesios 6, Pablo se refiere a toda clase de situaciones sobre las relaciones: esposos y esposas (Efesios 5:22–33), padres e hijos (Efesios 6:1–4), y amos y esclavos, o en términos de nuestra cultura, como lo traducen algunas versiones de la Biblia, empleados y empleadores (Efesios 6:5–9).

Después, y solo entonces, Pablo demanda: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios[…] Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (Efesios 6:10–12). O sea, sus luchas no son con todos los que en su vida cree que son sus grandes problemas. Las batallas de la vida se dan a un nivel mucho más profundo y sus problemas no sólo son contra otras personas, sino contra los principados y las potestades de las tinieblas que trabajan detrás de los telones para romper nuestras relaciones importantes: esposos y esposas, padres e hijos, empleados y empleadores.

Antes de pasar a considerar los demonios y qué hacen, quiero aclarar otro asunto importante. Satanás quizás sea el segundo ser más poderoso en el universo, pero no es omnipotente. Su poder y autoridad están muy por debajo del trono de Dios. Pablo nos recuerda que Cristo está sentado a la diestra del Padre, «sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Efesios 1:21).

Satanás tampoco es omnipresente. Es un ángel caído, un ser finito. En su condición de ángel, es probable que tenga «alas», en el sentido de que puede moverse rápido de un lugar a otro en el tiempo y el espacio. Pero a diferencia de Dios, no está en todas partes al mismo tiempo. Sin embargo, tal vez piensen que sí lo está por la forma en que la gente habla de él. Pareciera que está en todos los lugares al mismo tiempo, pero esa es parte de la ilusión. Lo que a la mayoría de las personas le parece que es el diablo, tal vez no sea algo más que los demonios, intensamente sirviendo a su malvado maestro.

En resumen, las funciones del diablo como tipo de universo negativo: cualquier cosa en la que Dios esté, el diablo va en su contra. Satanás es la personificación del mal y tiene una infinidad de ángeles caídos a su servicio.
¿DE DÓNDE VIENEN LOS DEMONIOS?
No todos los ángeles son buenos. La palabra demonios en griego es daimones. Según la Biblia, los demonios, que colaboran con el diablo mismo, son un malvado tercio (Apocalipsis 12:3–4) de la población del ámbito espiritual. ¿Quiénes son los demonios? ¿Y de dónde vienen? La respuesta más rápida y sencilla es que son ángeles caídos («de las tinieblas»). Y eso es lo que yo creo, pero quizás les sorprenderá que no todos piensen igual. C. Fred Dickason admite que «hay una pregunta concerniente a origen e identificación de los demonios[…] porque la Biblia no lo establece de manera específica». Y el teólogo Henry Theissen la llama «una pregunta confusa».
Ángeles caídos. 
La primera teoría, y la que acepto junto con la gran mayoría de los profesores de Biblia, es que los demonios son legiones de ángeles caídos. Se trata de ángeles disfuncionales, que sirven al diablo y le hacen la vida miserable a los seres humanos. Hay varias razones para creer en esta perspectiva. En primer lugar, hay expresiones paralelas como «el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41) y «Beelzebú, príncipe de los demonios» (Mateo 12:24ss.). 
Es obvio que los términos usados aquí son intercambiables, de que el «diablo» y «Beelzebú» son el mismo. De igual manera lo son los ángeles y los demonios. Sin embargo, debo mencionar que Satanás, que es un ángel caído, jamás se le llama demonio. Segundo, los ángeles y los demonios parecieran tener la misma naturaleza. A ambos se les llama «espíritus». Tercero, los demonios y ángeles malos llevan a cabo el mismo oficio terrible, que junto a Satanás se oponen contra Dios y el ser humano.
Espíritus incorpóreos de una «civilización perdida». 
La segunda teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de una raza preadámica. En otras palabras, algunos estudiosos de la Biblia opinan que existió una raza de seres humanos antes de la creación de Adán y Eva. Se basan en lo que parece ser una nueva creación de la tierra en Génesis 1: «En el principio[…] la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo».

¿Por qué estaba la tierra desordenada y en tinieblas?, se preguntaban. ¿Por qué hay la sugerencia de un caos? Sabemos que Dios creó todas las cosas de la nada, pero en Génesis 1 pareciera que Dios hubiera comenzado de nuevo con algo y lo estuviera reorganizando. Quizás había una raza de seres humanos viviendo en la tierra antes de Adán, una raza que destruyeron la «primera» tierra. Y a lo mejor el diablo estuvo involucrado en todo esto de algún modo.

Bueno, no lo sabemos. No tenemos la película de la creación. El primer capítulo de Génesis nos da el relato completo de la creación, pero no entra en detalles. Como por ejemplo, lo que significan esas amorfas tinieblas en el principio del Génesis 1. Además, no hay otro lugar en la Biblia en que ni siquiera remotamente sugiera la existencia de una raza preadámica. Estoy convencido, por lo tanto, de que este no es el lugar de donde proceden los demonios.
Los espíritus de bene haʾelohim
Una tercera teoría, algo que analizamos en el capítulo anterior, es que los demonios son la simiente de los «hijos de Dios» y las hijas de los hombres en Génesis 6. Al parecer, el antiguo escritor cristiano Justino lo creía. En el siglo segundo escribió: «Dios otorgó el cuidado de los seres humanos y todas las cosas debajo del cielo a los ángeles, a quienes puso por encima de ellos. Pero los ángeles transgredieron este oficio, se dejaron cautivar por el amor de las mujeres y engendraron hijos que son los llamados demonios». Los líderes cristianos no apoyan abiertamente esta opinión. A mi juicio, esto es pura conjetura. A la luz de la enorme cantidad de actividad demoníaca que parece evidente en nuestro mundo hoy en día, esos «hijos de Dios» debían haber tenido un número imposible de descendientes.
Los espíritus incorpóreos de los que han partido. 
La cuarta teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de los muertos malvados. «Son los condenados que regresan a perseguir a los vivos», como expone un escritor. En otras palabras, cuando los malvados mueren, se liberan sus espíritus para vagar por la tierra hasta el día del juicio. Este era el concepto que tenían los antiguos escritores judíos Filón y Josefo, y sorprendentemente, muchos de los autores cristianos antiguos. Se cree que estos fantasmas vagabundos, o «ánimas», habitan en las casas viejas y bosques oscuros, y poseen las almas y cuerpos de quienes están vivos.

Algunas personas hasta creen que las almas de los que han partido las observan y protegen como si fueran ángeles. Sophy Burnham informa en su libro: «Escuché de una mujer alemana que sufrió un terrible accidente automovilístico diez días después de la muerte de su marido[…] Explica que sobrevivió debido a la protección de su marido[…] porque sintió su presencia de manera muy poderosa a la hora del impacto».

Pero el enorme problema que hay con esta teoría es que sencillamente no está en la Biblia. En ninguna parte. Sin embargo, la Palabra de Dios enseña que las almas de las personas que han partido sin Dios, van a una prisión temporal de los muertos llamada «seol» o «hades», mientras que los espíritus de los justos van a la presencia de Dios. Seol es una palabra hebrea, hades es griega. Ambos términos significan esencialmente la misma cosa: una morada intermedia de los muertos.

El infierno es diferente. Es final y para siempre, y contrario a la opinión popular, los impíos no van directo al infierno. Según Apocalipsis, el infierno no abrirá sus puertas hasta después del juicio final:
Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Apocalipsis 20:12–14 (cursivas añadidas)
Así que por ahora, de acuerdo a las Escrituras, los impíos van directo al seol o hades. No es que tengan una segunda oportunidad ahí. El hades es sólo una celda de detención antes de la sentencia final cuando Dios aparezca en su gran trono blanco de juicio.

Aun hasta algunos de los ángeles caídos están encarcelados ahí, como lo revela Judas: «Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día» (Judas 6).

El porqué algunos de los ángeles caídos están presos y otros están bajo fianza no está claro, pero Pedro, también, declara: «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno [griego: tartarus] los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio» (2 Pedro 2:4, cursivas añadidas). Tartarus era lo peor de lo peor, lo profundo de lo más profundo, la caverna más tenebrosa y temible en el hades.

Por todas estas razones, los demonios no pueden ser espíritus incorpóreos de los impíos que mueren. No hay absolutamente ninguna enseñanza al respecto en el Nuevo Testamento sobre los espíritus errantes de los muertos o fantasmas.
EL PELIGRO DE HABLAR CON LOS MUERTOS
Como estudiante de la Biblia, me inclino a creer que las anécdotas sobre las almas reales de los que han partido que vienen a visitar a los vivos quizás tienen sus bases en alguna actividad demoníaca, tal vez un demonio con disfraz de alguna persona amada. Sin embargo, creo que es posible que el Señor puede usar una visión—no el espíritu real de la persona—para decirnos que una persona amada fallecida está en paz en la presencia de Dios en el cielo.

Mi esposa, Marilyn, tuvo una extraña experiencia como esta pocos días después del fallecimiento de su madre. En un momento inesperado de éxtasis, a miles de millas lejos de la tumba de su madre, Marilyn «vio» la indescriptible cara gozosa de su madre. Fue tan real que, años más tarde, mi esposa no puede hablar de eso sin llorar.

Pareciera que, en un instante fugaz, Dios abrió los cielos y le permitió a mi esposa ver cuán feliz y bien cuidada estaba su madre allá con Dios. No obstante, ninguno de nosotros tuvo la más remota sensación de que la mamá de Marilyn hubiera de algún modo regresado de los muertos para visitarnos, ni de que ella tuviera algún mensaje para nosotros del más allá. Su madre no habló. Ni siquiera se volvió a mirarla. Marilyn sólo vio su cara.

La Biblia, creo yo, deja una brecha muy pequeña entre la puerta de los vivos y la de los muertos. En los relatos de los Evangelios, Santiago, Pedro y Juan vieron a Moisés y a Elías, santos del Antiguo Testamento que hacía mucho habían partido, hablando con Jesús en el monte de la transfiguración. Los muertos, aprendemos de aquí, no están realmente muertos. Pero también tenemos que tomar en cuenta que Moisés y Elías jamás dicen una palabra a los apóstoles. Es más, ni siquiera parecieran percatarse de su presencia. Jesús, no los espíritus incorpóreos de Moisés y Elías, es el centro del relato y el foco de atención de todo el mundo. Jesús es el único lazo entre el cielo y la tierra, la escalera por la cual ascienden y descienden los ángeles (Juan 1:51). Jesús es nuestro mediador, no un medio.

La Biblia expresamente prohíbe el uso de médiums o de cualquier contacto directo con los muertos: «Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien[…] practique adivinación[…] ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos» (Deuteronomio 18:9–11). En una nota, aún más estricta, Moisés advierte al pueblo de Israel: «Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Levítico 20:27).

A pesar de las muchas dudas que pueblan nuestro entendimiento sobre Satanás y sus fuerzas malignas, parece ser indiscutible que existe. Y que él mismo contribuye a la confusión que rodea el dominio de las tinieblas.
«Demonio» es sinónimo de «ángel de las tinieblas».
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viernes, 19 de abril de 2013

El Infierno: ¿Aquí?¿Allá? - La verdad sobre este lugar no tan bonito...

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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Información
¿Qué pasó con el  tema del infierno? .................. 2
¿Qué dice la Biblia  sobre el infierno? ................... 3
…un lugar opcional ...............3
…un lugar de verdad ............7
…un lugar de trato justo . . 11
…un lugar de 
esperanza perdida ............... 14
¿Cuál es el destino de  los que nunca oyen? .............25
el fuego del infierno.............27
Confíe en que dios  hará lo correcto ...................29
definición de nuestros  términos .................................30 

¿Qué pasó con el tema del infierno?
Incontables personas entre nosotros parecen obsesionadas con el  tema del infierno. Hasta  las personas no religiosas hablan de «mandar a  alguien al infierno». Y se  dice de las malas experiencias
que «son un infierno».
  Sin embargo, irónicamente, mientras más aparece la palabra infierno en las conversaciones informales, menos se piensa en ello, incluso en los círculos religiosos. Mientras más se usa esa palabra de una manera agresiva y profana, menos amenazadora parece al usuario. Por tanto, el tema del infierno se ha hecho tan presente en las conversaciones callejeras como ausente está de los sermones dominicales.
  No siempre fue así. Históricamente, la mayoría de las religiones han sostenido de manera abierta la idea de que hay un juicio después de la muerte seguido por el castigo a los que hacen el mal. En la New Encyclopedia Britannica leemos: «La perspectiva de que el infierno es la morada final de los condenados después de un juicio final la sostienen las religiones proféticas occidentales: el zoroastrismo, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo […]. Algunos teólogos modernos han cuestionado de nuevo la creencia literal, pero siguen afirmando que el infierno es, al menos, un estado de separación de los malvados y los buenos» (Vol.5, p.814).
  Nuestra renuencia actual a pensar seriamente en la realidad de un castigo futuro puede derivarse en parte de un concepto inadecuado de Dios. Hemos olvidado que a Dios se le teme. El teólogo ruso Berdyaw dijo: «Es increíble cuán pocas personas  piensan en el infierno o se preocupan por ello. Esa es la evidencia más impresionante de la frivolidad humana» (The Destiny of Man, Scribner, 1937, p.33). Lo que él escribió hace más de 50 años es incluso más cierto hoy  que cuando lo escribió.
  No le hacemos un favor a nadie cuando nos quedamos callados sobre el tema del infierno. Jesús, el ejemplo por excelencia del amor de Dios, habló del infierno repetidamente. Dijo que algunos resucitarían «a resurrección de condenación» (Juan 5:29). Declaró que los que se van al infierno entran en un lugar terrible «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga» (Marcos 9:44,46,48). Además lo describió como el lugar «de las tinieblas de afuera», donde «será el lloro y el 
crujir de dientes» (Mateo 8:12; 22:13; 25:30).
  Bertrand Russell dijo que decidió convertirse en ateo cuando leyó las palabras de Jesús sobre el infierno. Pero, ¿fue sabio? Al menos fue coherente. Se dio cuenta de que el infierno merece que  se tome en serio. Sabía que no tenía sentido decir que uno cree en Cristo al tiempo que rechaza lo que Él y Su libro dicen sobre el «lago de fuego» eterno.

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viernes, 17 de febrero de 2012

Un estudio sobre la soteriología del dogma del Descensus ad inferos


biblias y miles de comentarios
 
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Información
 Un estudio sobre la soteriología del dogma del Descensus ad inferos
 I Parte:
Interpretación moderna de 1 Pe 3,19-20a.
El Libro de Henoch y los ángeles del diluvio
Capítulo I. Preámbulo: Prima Petri
1.  ¿Existe la necesidad de un nuevo estudio de las bases exegéticas   del descensus ad inferos?
2.  Necesidad de un estudio interdisciplinar
3.  Presentación de Prima Petri
4.  Claves de lectura de la Carta: Una exhortación a la fidelidad en medio de las dificultades de la vida 
     cristiana
5.  Presentación de la perícopa 3,18-22. Contexto inmediato
6.  Enumeración de las dificultades exegéticas de la perícopa
           6.1. Fórmula cristológica (v.18)……………………………………
           6.2. Nexo entre los versos 18 y 19: evn w-|……………………….…..
           6.3. El verso 19: conceptos no unívocos…………………………...
           6.4. Tipología bautismal (v. 20-21)……....………………………...
           6.5. Teología de la Ascensión (v. 22)……………………………....
7. Primera aproximación a la comprensión  de 1 Pe 3,18-22. Teorías   de su origen
8.  Tres interpretaciones de 1 Pe 3,19 en la historia de la Iglesia…….

Capítulo II. Libro de Henoch y 1 Pe 3,19-20a
1.  Introducción…………………………………………………………..
2.  Aparición del libro de Henoch en la historia de la exégesis  de 1 Pe 3,19
3.  Presentación del libro Etiópico de Henoch o 1 Henoch……………
4.  Descripción del Libro de los Guardianes……………………………
5.  El libro de Henoch y 1 Pe 3,18ss. Dos vías diferentes  de interpretación
 
Capítulo  III.  Predicación  de  Cristo  a  los  ángeles  responsables  del diluvio en los Infiernos. SELWYN
1.  Introducción..……………………………………………….………..
2.  Contexto de la perícopa 1 Pe 3,18-22: Imitatio Christi. ………….. 

El  Descenso  a  los  infiernos,  a  pesar  de  ser  uno  de  los  dogmas  de  la  Iglesia católico romana contenidos en el credo apostólico, es un tema marginal en los tratados de teología y, en el mundo de habla española, es un tema casi completamente inexplorado. No existe ni una sola monografía sobre el mismo y los teólogos apenas se preguntan sobre el puesto y la relevancia que éste tiene en la fe de la Iglesia. Sin embargo, no se ha de pensar que ocurre lo mismo en otros círculos. Cuando se profundiza en el tema, uno se encuentra con gran cantidad de estudios y suficientes monografías. 
El  Descensus  ha  sido  estudiado  desde  distintos  puntos  de  vista,  exegético, patrológico y dogmático. Creemos que, en esta primera monografía en lengua española, no está de más hacer mención de los trabajos más relevantes que se han publicado sobre el Misterio de los tres días. 
No  podemos  menos  que  empezar  por  un  trabajo  que  citaremos  constantemente en nuestro estudio y que igualmente es citado en todo estudio serio sobre el dogma del Descensus, nos referimos al trabajo excepcional de C. SCHMIDT. En su estudio sobre el libro conocido como Epistola Apostolorum, este alemán de principios de  siglo elaboró un excursus  de más de cien páginas sobre la fe en el Descensus en la primitiva Iglesia.
Su  estudio  se  centra  en  el  aspecto  soteriológico  del  Descensus  que  en  la  Epistola apostolorum  estaba  ligado  a  la  predicación  de  Cristo  en  el  Hades  y  a  la  salvación-bautismo de los justos del AT5. Estos son los temas centrales de nuestro estudio, de ahí la relevancia que tiene este trabajo para nosotros. Pero SCHMIDT no partía de cero, sino que  ya  había  habido  estudios  serios  sobre  la  historia  del  Descensus  en  los  primeros testigos  de  la  tradición6.  Así  a  principios  de  siglo  en  el  mundo  de  habla  francesa, TURMEL,  MONNIERy  QUILLIET publicaron  tres  estudios  del  tema.  En  el  ámbito sajón también se estaba trabajando sobre el Descensus, muestra de ello son los artículos que encontramos en la Encyclopaedia of Religion and Ethics (1911) de dos autores bien conocidos  entre  los  estudios  de  nuestro  tema:  LOOFS y  MACCULLOCH.  Años  más tarde,  este  último,  publicaría  un  estudio  monográfico  sobre  las  fuentes  del  dogma  del Descensus en la tradición, que se convertiría igualmente en un clásico. Este trabajo no sólo  se  limitó  a  presentar  la  historia  del  dogma  en  la  ortodoxia  (los  Padres),  sino también  se  preocupó  por  encontrar  los  posibles  precedentes  en  la  cultura  pagana.  Esto tampoco era novedoso. A finales del siglo XIX ya se había producido una disputa entre los  teólogos  que  consideraban  el  Descensus  como  genuinamente  cristiano  y    los  que afirmaban que éste era una simple cristianización de mitos paganos. Pero los estudios sobre el descenso a los infiernos, según HERZOG, pueden remontarse mucho más atrás.
El  primer  estudio  monográfico  y  sistemático  del  Descensus  fue  el  de  DIETELMAIR, Historia  dogmatis  de  descensu  Christi  ad  inferos,  Altfort  1741.  A  éste  le  siguieron muchos  otros.  HERZOG,  cuyo  libro  está  dedicado  a  presentar  las  monografías  sobre  el Descensus  en  los  cuatro  últimos  siglos,  testimonia  más  de  cincuenta  trabajos  en  el mundo protestante  en el  primer siglo  y medio desde que  comenzara la Reforma (hasta 1754).
 Para muchos lectores, a pesar de lo dicho hasta ahora, el título de nuestro trabajo seguramente  sonará completamente  extraño:  “Un  estudio  sobre  la  soteriología  del dogma  del  Descensus  ad  inferos:  1 Pe  19-20a  y  la  tradición  sobre  “la Evangelización de Cristo en los Infiernos”. En el credo se dice que Cristo descendió a los infiernos, pero  no se dice nada sobre lo que allí hizo. ¡Una predicación en el Hades! ¿Dónde se ha oído?
Como  hemos  apuntado,  para  los  patrólogos  esto  no  suena  en  absoluto  extraño. Según algunos de estos autores, ésta es la teología positiva (=soteriológica) más antigua asociada  al  dogma  objeto  de  nuestro  estudio;  muestra  de  ello  es  que  era  conocida  por autores ortodoxos y heterodoxos de los s. II-III.
Para  los  exegetas,  tampoco  suena  extraño,  pues,  como  hemos  dicho,  esta doctrina se ligó desde muy antiguo al texto de 1 Pe 3,1941. Creemos que es el momento de citar este controvertido texto:
 
Pues  también  Cristo,  murió  una  sola  vez  por  los  pecados,  el  justo  por  los  injustos,  para llevarnos a Dios, muerto en la carne, vivificado en el espíritu,  en el que también fue a predicar a los espíritus encarcelados,   en otro tiempo incrédulos,  
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jueves, 17 de febrero de 2011

La Peste Material - La Peste Conductual: Vigilar y Castigar - Castigo Humano

La Peste Material - La Peste Conductual: Vigilar y Castigar - Castigo Humano
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 3MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Preparación Ministerial 
Información
INDICE
SUPLICIO  ......................................................................................  5
I. EL CUERPO DE LOS CONDENADOS  ..................................  5
II. LA RESONANCIA DE LOS SUPLICIOS ............................  30
CASTIGO  .....................................................................................  66
I. EL CASTIGO GENERALIZADO ...........................................  66
II. LA BENIGNIDAD DE LAS PENAS  .....................................  95
DISCIPLINA .............................................................................  123
I. LOS CUERPOS DÓCILES  ....................................................  123
II. LOS MEDIOS DEL BUEN ENCAUZAMIENTO .............  156
III. EL PANOPTISMO  ..............................................................  179
PRISIÓN.....................................................................................  210
I. UNAS INSTITUCIONES COMPLETAS Y AUSTERAS  ...  210
II. ILEGALISMOS Y DELINCUENCIA  ..................................  236
III. LO CARCELARIO  ...............................................................  272
LÁMINAS  ..................................................................................  287

Quizá nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El  siglo XIX se sentía orgulloso de las fortalezas que construía en los límites y a veces en el corazón de las ciudades.  Le  encantaba esta nueva benignidad que remplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social.
A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez "dóciles y útiles". Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina.
El siglo XIX inventó, sin duda, las libertades: pero les dio un subsuelo profundo y sólido —  la sociedad disciplinaría de la que seguimos dependiendo.
Damiens  fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a "pública retractación ante la puerta principal de la Iglesia de París", adonde debía ser "llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera
encendida de dos libras de peso en la mano"; después, "en dicha carreta, a la plaza  de Grève, y  sobre un cadalso que allí habrá sido levantado [deberán serle] atenaceadas las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en ésta el cuchillo con que cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento"."Finalmente, se le descuartizó, refiere  la  Gazette d'Amsterdam.
Esta última operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a tirar; de suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar los muslos del desdichado, cortarle los nervios y romperle a hachazos las coyunturas. . .
"Aseguran que aunque siempre fue un gran maldiciente, no dejó escapar blasfemia alguna; tan sólo los extremados dolores le hacían proferir horribles gritos y a menudo repetía: 'Dios mío, tened piedad de mí; Jesús, socorredme.'

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