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jueves, 26 de noviembre de 2015

El diablo engañador fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







LO REAL SOBREPASA A LA IMAGINACIÓN

QUÉ HACEN LOS ÁNGELES DE LAS TINIEBLAS PARA GANARSE LA VIDA
Un hecho que necesitamos conocer: el mundo de los demonios, los ángeles caídos, es muy real. Tenemos que enfrentar esta terrible realidad, para no caer insospechadamente en sus manos y nos sometan bajo su tiranía.
Basilea Schlink
Los ángeles de las tinieblas son siervos de Satanás. Hacia donde Satanás los guía, los demonios lo siguen. Lo que dijimos sobre el trabajo de Satanás en el último post puede decirse con la misma certeza acerca de los demonios. Juntos cooperan en una conspiración celestial en contra de Dios, de sus propósitos y de su pueblo. 

Los demonios aparecen a través de toda la Biblia, a veces se les menciona como malos espíritus. Cada vez más personas hoy en día creen que los demonios son verdaderos y que perturban sus vidas.

Hace poco hablé con una conocida que es terapeuta matrimonial y familiar en el área de Seattle. En noviembre de 1993 fue una de las participantes en el Institute of Advanced Clinical Training [Instituto de entrenamiento clínico avanzado] en la ciudad de Washington, D.C., al cual asistieron más de cuatro mil consejeros y terapeutas. Algunos de los temas candentes fueron 
- el abuso ritual, 
- desórdenes de personalidad múltiple y 
- terapia de memoria reprimida.

 En una encuesta informal y espontánea, uno de los oradores preguntó a la enorme multitud: «¿Cuántos creen en la existencia real de una fuerza maligna o de los demonios?» La vasta mayoría, quizá tantos como un ochenta por ciento de acuerdo a mi amiga, levantaron sus manos.

Los demonios son auténticos. 
Son seductores y desagradables. 
La Biblia nos enseña que los demonios 
- energizan la inmoralidad y la maldad humanas (1 Corintios 10:20; Apocalipsis 9:20–21), 
- causan algunas enfermedades y muchas otras formas de sufrimiento humano (Lucas 8:30; 13:11), 
- son los instigadores de la idolatría y la falsa religión (Hechos 16:16; 1 Corintios 10:20; 1 Timoteo 4:1; 1 Juan 4:1–2, 6) y 
- muchos influyen sobre lo gobiernos del mundo (Efesios 6:12; Daniel 10:13). 

Tal vez su crimen más común conocido es el allanamiento de morada, literalmente la posesión de los cuerpos de los seres humanos vivos.

Al igual que Satanás y que los ángeles buenos, los demonios no son omnipresentes. Hay muchos de ellos, de manera que están por todas partes alrededor nuestro, pero ni un solo demonio, no importa cuán poderoso sea, puede estar en más de un lugar a la vez. 

En otras palabras, los demonios son locales y tal parece que son capaces de influir en una sola persona, objeto o lugar, a veces por largos períodos. Los demonios, entonces, se pueden encontrar vagando en edificios u otros sitios específicos; asociados con objetos materiales o poseyendo animales; oprimiendo familias, quizás por generaciones; poseyendo a la gente al entrar en sus cuerpos, algo llamado comúnmente «demonización»; o ejerciendo infernal influencia sobre las naciones, regiones, territorios geográficos y ciudades.
LUGARES ENCANTADOS
No creo en los fantasmas amistosos; no creo en los fantasmas, punto. Creo que lo que la gente considera fantasmas son en realidad espíritus demoníacos, no importa cuán placenteras, útiles o inofensivas parezcan algunas de esas apariciones.

Escuchamos historias acerca de fantasmas inofensivos en viejos edificios. Arizona tiene la reputación de que existe un espíritu amistoso en un cuarto en particular de un viejo hotel del siglo pasado que se encuentra en la capital del estado. 

En el periódico principal de Phoenix, The Arizona Republic, publicó en primera plana lo siguiente: «¿Cree en fantasmas? El diecinueve por ciento de las personas encuestadas en Arizona creen». En el título bajo una extraña foto de la página principal se lee: «Al parecer, el Hotel Vendome en Prescott lo habita un fantasma llamado Abby. “A veces, las cosas por acá se tornan muy extrañas”, dice Mark Payne, el gerente asistente del hotel».

¿Puede esto ser posible? Sí. ¿Es demoníaco? Creo que sí. Hace dos años mi esposa y yo nos hospedamos en una pensión de Massachusetts. Por teléfono, la propietaria parecía muy agradable y no fue menos agradable cuando la saludamos a la puerta de su casa a la luz de un fresco atardecer de octubre. Sin embargo, una vez dentro, el aire espiritual era frío y sofocante. La casa, con más de trescientos años de construida, estaba maravillosamente decorada con diversas antigüedades, pero el sentimiento interior era casi más opresivo de lo que podía soportar. Ahora debo decir que no vi ningún fantasma, ni demonio, pero había una inequívoca presencia espiritual en esa casa.

Es sorprendente, pero la Biblia no aborda el tema de los lugares encantados. Jesús se acercó un poco a esto cuando habló de la posesión de demonios en Lucas 11:24 (NVI): «Cuando un espíritu malo sale de un hombre, pasa por lugares secos buscando descanso y no lo encuentra».
ÍDOLOS Y OBJETOS MÁGICOS
Los ángeles de las tinieblas también parece que se autoasocian con objetos materiales. Esta es la raíz de la idolatría. Hay dos palabras en hebreo que pueden referirse a los espíritus demoníacos: sedim, que significa «señores», y elilim, que significa «ídolos». Muy al inicio de su historia, el pueblo judío vio las imágenes idólatras como simples símbolos visibles de demonios invisibles (véanse Deuteronomio 32:17; Salmo 96:5).

El apóstol Pablo concluye: «Lo que sacrifican los paganos, lo ofrecen a los demonios[…] No pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios» (1 Corintios 10:20–21, NVI). 

El propósito principal de Pablo es disuadir a los cristianos para que no coman la carne ofrecida como sacrificio en templos paganos, debido a su cercana asociación con los demonios.

Esta es sin duda la explicación del poder en los objetos religiosos, reliquias, iconos, estatuas, amuletos, talismanes y fetiches. Creo que la mayoría de las veces un objeto físico tiene poder espiritual únicamente en la medida en que creamos que lo tiene. En otras palabras, si un objeto del ocultismo—una calabaza encendida, por ejemplo—no se reverencia como objeto religioso, no tiene poder, no importa cuán religioso parezca ser el objeto. Labrar una cara de calabaza en el otoño no significa automáticamente que le abres tu vida y tu hogar a los malos espíritus.

Por otra parte, algunos objetos pueden tener cierta asociación con poder espiritual. En octubre de 1993, participé en una consulta internacional sobre guerra espiritual en Seúl, Corea. En un momento de descanso, entre las intensas sesiones de las conferencias, conversé con algunos delegados de Asia acerca de unas compras de recuerdos que pensaba hacer.

De pronto, uno de los hermanos cristianos de Malasia se puso serio. «Ustedes los norteamericanos», me advirtió, «tienen que tener cuidado respecto a qué clase de recuerdos llevar a casa. Muchos de los objetos que se venden en las tiendas para turistas aquí en Asia tienen connotación religiosa. Se han ofrecido y consagrado a dioses paganos».

No hace mucho tiempo George Otis, quien ha estudiado fenómenos espirituales por todas partes del mundo, me recomendó un libro interesante acerca del poder espiritual y de la música, escrito por Mickey Hart, quien fuera por muchos años el baterista del grupo de rock el «Grateful Dead» [Muerto agradecido]. El libro, Drumming at the Edge of Magic: A Journey into the Spirit of Percussion [Redobles en el umbral de la magia: un viaje al interior del espíritu de la percusión], es una historia de la batería desde una perspectiva espiritualista. Quizás la sección más cautivante del libro es acerca de un tambor ritual tibetano llamado un damaru. «Los más distintivos damarus», dice Hart, «están hechos con cráneos humanos». Y continúa diciendo: «En veinte años de coleccionar tambores he poseído solamente dos damarus[…] Este primer damaru casi me mata».

Un amigo que compró el tambor en la India, se lo dio a Hart, sabiendo que el famoso baterista «apreciaría su poder». Bueno, cuando finalmente lo sacó de su estante para darle algunos golpes, se decepcionó por su aburrido sonido. «Jamás esperé volver a tocarlo», escribe. «Lo puse de nuevo en el estante y después fui y vomité. No tenía razón para asociar mi náusea con el damaru. Pero pronto comencé a pegarme con las cosas, a caerme cuando no había razón, a dañarme en formas leves pero molestas; me sentí como si poco a poco todo en mi vida estuviera comenzando a disolverse».

Hart finalmente decidió devolver el tambor a un centro budista tibetano en Berkeley. «Así que por fin ha venido», le dijo el lama principal mirando el tambor. Luego se volvió hacia Hart: «Espero que haya sido cuidadoso, Mickey Hart. Este es un tambor muy, pero muy poderoso. ¡Levanta a los muertos!»

De algún modo, los ángeles de las tinieblas tienen el poder de energizar objetos sin vida con el objetivo de tentar a la gente a adorar o servir el objeto en lugar de al Dios de los cielos. «Encantamiento», conocida más comúnmente como «poltergeist» («espíritus ruidosos» en idioma alemán), es un término poco común que se refiere a movimientos extraños o cambios raros en objetos inanimados, como puertas golpeando o imágenes que sangran.

En un capítulo anterior, me referí a un artículo de Spiritual Counterfeits Journal acerca de la realidad y la naturaleza de los OVNIS. Algunos de los mismos conceptos se ajustan aquí. En el artículo, el Dr. Curt Wagner, un físico y doctor en relatividad general, establece que «pareciera que las fuerzas sobrenaturales pueden manipular la materia y la energía, extrayendo energía de la atmósfera, para aprovechar la materia y producir una aparente violación [de las leyes de la física]». En otras palabras, un ídolo o icono que habla y hace otros trucos tentadores es científicamente posible.

Esta es una historia real, una importante y aterradora ilustración de la actividad demoníaca. (Si les resulta desagradable leer acerca de la actividad demoníaca, les sugiero que salten algunos de los próximos párrafos, si bien el relato tiene un «final feliz».)
Desde que puedo recordar, he tenido pesadillas acerca de estar despierto en cama, incapaz de abrir mis ojos, moverme, ni hablar. Al final, estas pesadillas se volvieron en algo mucho más aterrorizante: un demonio vestido con un amplio saco negro comenzó a aparecer. Este mismo ser se manifestó a varias mujeres de nuestra familia [más adelante en este capítulo analizo los espíritus familiares: Autor], y discutimos acerca de si este ser era varón o hembra.
Este demonio a menudo venía a nuestros sueños nocturnos y decía cosas horribles. Algunas veces, hasta podíamos sentir su toque físico. Rara vez ha podido alguien de mi familia tomar una siesta durante el día, porque por cualquiera que fuera la razón, siempre se nos aparecía a esas horas.
Cuando en 1986 me mudé a Arizona, lejos de mi familia, algunas otras cosas poco comunes comenzaron a suceder, además de las pesadillas. Las puertas se abrían y cerraban cuando nadie estaba en esa parte de la casa. Por ejemplo, en una ocasión mi hija, que tenía quince años en ese entonces, estaba sola en su cuarto. Por alguna razón que desconocemos, el candado de la puerta de su habitación estaba por el lado de afuera de la puerta. Mientras hacía su tarea sobre la cama, y yo estaba sentada en la sala leyendo, su puerta de repente se cerró y puso el candado.
En otra ocasión, cuando mi hija tenía diecisiete años, me dijo que había visto unas sombras negras de pequeñas figuras danzando en el patio y esto le aterró terriblemente.
Mientras tanto, mis pesadillas eran cada vez más frecuentes, junto con dolores de migraña. Todavía no era cristiana y Dios comenzaba a llevarme hacia Él. A pesar de que me había criado en un hogar cristiano y sabía que necesitaba la salvación, llevaba mi vida sin Dios y pagaba el precio.
Una noche, estaba en casa sola y se sentían muchos ruidos extraños y una atmósfera terriblemente maligna. Jamás había experimentado tal miedo. Tenía el sobrecogedor presentimiento de que alguien me miraba y traté de deshacerme de tales pensamientos yéndome a dormir. Pero cuando fui al baño a lavarme la cara, esa sensación se intensificó. Encima del mueble del lavabo había un frasco con bolas de algodón. Mientras estaba parada allí, y ante mis ojos, la tapa del frasco se levantó en el aire, flotando por una fracción de segundo, para luego estrellarse y partirse en miles de pedazos.
Como bien podrán imaginar, no pude dormir esa noche. Todo lo que hice fue quedarme ahí tirada de puro terror, incapaz de resistir la oscuridad. Permanecí acostada sólo unos pocos minutos porque de pronto sentí una fría brisa soplando en mi cuarto. Estaba despierta y mis ojos estaban abiertos. La luna alumbraba con brillantez a través de la ventana.
De repente, esa figura familiar, vestida con su capa negra que le cubría la cabeza, «caminó» dentro de mi cuarto. El miedo me paralizó. «Si me mira directamente», pensé, «me voy a morir». El ser pasó cerca de mi cama y desapareció en el baño. Después que mi corazón dejó de palpitar agitadamente y pude respirar con mayor facilidad, salí de la cama y me asomé con cautela dentro del cuarto de baño. Pero no había nada. Temblando, volví a la cama y por fin me pude dormir.
Algunos meses más tarde, le entregué mi corazón a Cristo y lo hice Señor de mi vida. Fue en un retiro de mujeres, donde por primera vez aprendí acerca de cosas como maldiciones generacionales y liberación. Comenté con algunas de las mujeres del retiro acerca del visitante encapuchado, y ellas impusieron sus manos sobre mí y oraron. Durante varios meses no volví a tener más pesadillas.
Pero luego, una noche, el ser oscuro reapareció. Estaba dormida y la vieja pesadilla, y el sentimiento inevitable de parálisis, regresó. En realidad, me vi luchando físicamente con la figura encapuchada, al menos esa fue la impresión que tuve en mi sueño. Pero la liberación vino cuando comencé a gritar: «Te resisto en el nombre de Jesús». La horrible cosa voló y jamás ha regresado. Eso sucedió hace dos años.
Una nota al calce de la historia: No hace mucho, hojeaba un catálogo de órdenes por correo de productos del ocultismo y de la Nueva Era. Me quedé petrificada cuando vi una ilustración de una pequeña estatua para espantar espíritus que estaba en oferta: una imagen exacta del ser encapuchado de mis pesadillas. Se le llamaba «Reina de la tierra media». Hace poco también aprendí que un ancestro materno estaba muy profundamente involucrado en brujerías.
Tal parece que los ángeles de las tinieblas tienen la capacidad de asociarse, y hasta moverse, en objetos inanimados (véase Éxodo 7:10–12), pero permítanme advertirles algo al respecto. No tienen que comenzar a tirar cosas fuera de su casa esta noche. No todo lo que han hecho las manos de los involucrados en otras religiones está directamente dedicado al diablo ni energizado por los demonios, pero debemos ser cautelosos y discernir.
No obstante, algunos objetos, debido a su significado espiritual potencial, simplemente no tienen cabida en los hogares cristianos. Y tal vez usted no debiera venderlos, ni regalarlos. En Hechos encontramos lo siguiente: «Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos» (Hechos 19:18–19).
DEMONIZACIÓN
La Biblia es muy parca en materia de demonización, en que los malos espíritus tienen la capacidad de entrar en los cuerpos de las personas vivas y controlar sus pensamientos, emociones y acciones. El Señor Jesús creía que los demonios jugaban un papel significativo en ciertos comportamientos humanos y que deberían echarse fuera (Mateo 4:23–24).
A veces, los demonios se posesionan de los cuerpos humanos. Esta es quizás una de las razones por las que algunas personas creen que los demonios son los espíritus incorpóreos de los muertos, que están desesperados por volver a la tierra de los vivientes. Ya he explicado que los demonios no son los fantasmas de los muertos. Los demonios son ángeles de las tinieblas, parte de un gran engaño para perturbar y controlar la creación de Dios.
Matthew y Dennis Linn han enseñado sobre sanidad en muchos países y universidades, incluyendo un curso para doctores acreditado por la Asociación Médica Norteamericana. En la introducción de su libro Deliverance Prayer [Oración de liberación], Matthew Linn confiesa sus primeras luchas para creer en la realidad de los demonios hoy en día:
Diez años atrás no habría podido escribir este libro. Sabía que Cristo nos llamó a predicar, a sanar y a echar fuera demonios en su nombre (Marcos 6:12–13; 16:15–18). Estaba dispuesto a hacer las dos primeras cosas, pero dudaba por completo en los demonios. Mis estudios superiores en antropología, sicología y teología me convencieron de que los demonios únicamente se encontraban en las gárgolas de las catedrales medievales o en fantasías creadas por demasiados «demonios» extraños[…]
En la actualidad, un número creciente de doctores, siquiatras y trabajadores sociales saben que a veces es tan necesario tratar las posesiones demoníacas con oración de liberación así como si se tratara a una bacteria con penicilina, una neurosis maniaco-depresiva con terapia y drogas, o un alcohólico con AA y cambio ambiental.
A través de la Asociación de Terapeutas Cristianos he llegado a conocer cerca de mil doscientos profesionales que combinan el poder de sanidad, del cual la liberación es una parte pequeña pero importante.
Mucha gente fidedigna está de acuerdo. El autor de libros de mayor venta, M. Scott Peck, dedica un capítulo completo de su libro People of the Lie [Pueblo de la mentira] al ministerio de liberación. Está convencido, como siquiatra practicante, que los problemas humanos más difíciles, particularmente los asociados con la negación y comportamientos adictivos, se ponen en marcha por el poder de los demonios.
Los demonios, al entrelazarse con la personalidad de su víctima, pueden llegar a controlar en mayor o menor escala uno o varios aspectos de la vida de la persona. En su importante libro Demon Possession and the Christian, C. Fred Dickason define la demonización como «pasividad o control causados por los demonios debido a la residencia de un demonio dentro de la persona, que manifiesta sus efectos en varios desórdenes físicos y mentales y a varios niveles».
No está claro por qué los ángeles de las tinieblas tienen una obsesión tal por la posesión, particularmente en vista a que los ángeles buenos parecieran no tener ningún interés en habitar cuerpos humanos. Se me ha ocurrido una posible explicación. Las personas en realidad están habitadas por el Espíritu Santo como un representante del Dios al que sirven. El cristianismo no es sólo un sistema de creencias religiosas. Es relación y comunión con el Dios vivo. Es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
En un perverso intento por falsificar esta maravillosa relación que los cristianos tienen con Dios, Satanás vicariamente mora en una gran cantidad de personas al enviar a sus malvados espíritus, sus ángeles de las tinieblas, dentro de los cuerpos de esas personas. El Espíritu Santo, como la tercera persona de la Trinidad, es omnipresente. Puede morar en un ilimitado número de personas, cambiando sus corazones y guiando sus vidas. El diablo, por el contrario, no es omnipresente. Con todo y lo poderoso que es, solamente puede poseer y controlar a una persona a la vez. De ahí la necesidad que tiene de las legiones de ángeles caídos para llevar a cabo su malévola estrategia de influir y dominar en tantos seres humanos como le sea posible.
Los ángeles de las tinieblas, entonces, pueden entrar y controlar las vidas de los seres humanos. No obstante, es debatible cuántos pueden «poseer» la vida de una persona. Charles Kraft, en su excelente libro Defeating Dark Angels: Breaking Demonic Oppression in the Believer’s Life [Venciendo a los ángeles de las tinieblas: rompiendo la opresión demoníaca en la vida de los creyentes], nos recuerda que el término «posesión demoníaca» se basa en una pobre traducción de la palabra griega daimonizomai, la cual, más precisamente, significa «demonizado», o «bajo la influencia de un demonio». Otra frase que aparece pocas veces en el Nuevo Testamento es echein daimonion, la cual significa «tener un demonio».
«Es mucho mejor», escribe Kraft, «usar un término más neutro tal como “tiene un demonio” o “demonizado”. Ambos son más fieles al original griego y también corren menos riesgo de atemorizar a la gente». Aun el famoso erudito en Biblia, Merrill Unger, reconoce que el término «posesión demoníaca», tan popular hoy en día, no aparece en la Biblia. Charles Kraft concluye que «los demonios no pueden controlar por completo a una persona para siempre, aunque en demonizaciones severas, puede llegar a ocurrir un control casi total por períodos cortos o un poco más largos».
Un mito popular es que los demonios no pueden poseer a los cristianos. Técnicamente, eso es cierto. El Espíritu Santo es el que posee, si lo quieren ver así, a los cristianos. De manera que los demonios nunca podrían poseer por completo a los creyentes cristianos. Pero si razonamos que la «posesión» de demonios debe entenderse más generalmente como demonización o influencia demoníaca, entonces sí parece ser posible que un ángel de las tinieblas pueda oprimir a un creyente cristiano. Dickason ha analizado la demonización de cristianos en su persuasivo libro Demon Possession and the Christian.
Jesse Penn-Lewis, en su obra clásica de 1912 sobre los demonios, Guerra contra los santos, da a entender que:
Los cristianos son tan receptivos a la posesión de espíritus malignos como cualquiera otra persona, y pueden llegar a ser poseídos porque en la mayoría de los casos han cumplido insensatamente con las condiciones sobre las cuales operan los espíritus malignos[…] La causa fundamental del engaño y la posesión en los creyentes se puede condensar en una palabra: pasividad. O sea, un cese del ejercicio activo de la voluntad que está en control de espíritu, alma y cuerpo.
LIBERACIÓN
Se sale un poco del objetivo central de este libro que quiera lidiar profundamente con este aspecto de los ángeles de las tinieblas. Para las personas que están en particular interesadas en el ministerio de la liberación (cómo hacerlo y de qué cosas hay que cuidarse) hay varios libros cristianos buenos que están disponibles. Pero puesto que ya he apuntado hacia el tema, quizás sea bueno darles algunos consejos básicos.
Michael Scanlan y Randall J. Cirner son sabios al sugerir que la liberación puede ocurrir a diferentes niveles. De acuerdo a estos autores, «la autoliberación o liberación personal» es a menudo posible mediante el crecimiento significativo en la santidad personal, o a través de la autoministración, ordenándole a los ángeles de las tinieblas que salgan en el nombre de Jesús. Pedro nos advierte: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe» (1 Pedro 5:8–9, cursivas añadidas).
Segundo, la «liberación fraternal» es cuando Dios obra a través de hermanos cristianos para ministrar liberación de la opresión espiritual. Esta es la clase de liberación de todos los días, como Santiago nos demanda: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados» (Santiago 5:16).
El tercer tipo de liberación es «pastoral». De acuerdo con Scanlan y Cirner: «Cuando una persona tiene responsabilidades pastorales hacia otros, el Señor le da a esa persona el don y la autoridad para lidiar con trabajos más complejos y profundos de espíritus malignos».
La cuarta es «ministerio especial». Debemos reconocer que Dios le ha dado a algunas personas dones especiales de discernimiento, revelación y autoridad para vencer a Satanás y a los ángeles de las tinieblas en sus niveles de actividad más profundos. Personalmente, he confrontado y echado fuera demonios en varias ocasiones, pero este no es mi principal don ministerial. Prefiero predicar un sermón o escribir un libro. Si es necesario, puedo lidiar con espíritus malignos, pero prefiero referir los casos más difíciles a personas más dotadas para esto y tienen más paciencia.
¿Cómo echamos fuera un demonio? Unas cuantas ideas en un capítulo tan corto como este son difícilmente inadecuadas para lidiar con la tremenda complejidad y lo candente del tema, pero hay algunos lineamentos generales que creo que todos deben saber. En mi libro sobre guerra espiritual, Overcoming the Dominion of Darkness [Venciendo el dominio de las tinieblas], sugiero lo siguiente:
Primero, pregúntese si es una condición de demonización que puede solucionar. Si no lo es, refiera el caso a alguien que sea competente en ministerio espiritual, o tal vez pida que una o dos personas le ayuden. Si no está seguro, pregunte a Dios si le está guiando a involucrarse en esto. Si Dios no le dice con claridad que debe participar, no lo haga.
Segundo, prepárese. Ore que Dios le dé la unción del poder y el discernimiento de espíritus. Jesús enseñó a sus discípulos que algunos espíritus malignos no responden a cualquiera y en cualquier momento. Algunas personas se liberan de los ángeles de las tinieblas únicamente después de ferviente oración y ayuno.
Tercero, pídale a la persona demonizada que se prepare para el ministerio con oración y ayuno. Esto no es posible, por supuesto, si el individuo está fuertemente oprimido o si piden oración sin saber que sus problemas son profundamente espirituales.
Cuarto, ministre la liberación en forma privada siempre que sea posible. Si me toman fuera de guardia en una reunión pública por una manifestación demoníaca inesperada, siempre trato de llevar escoltada a la persona demonizada a otro cuarto. A los demonios parece que les gusta llamar la atención. Además, observar una liberación puede ser muy aterrador para quienes no están familiarizados con esa clase de ministerio.
Quinto, en el nombre de Jesús ordene a los ángeles de las tinieblas, por nombre si es necesario, que salgan. Recuerde, el poder de Dios tiene que ver con el hecho de que Cristo está en usted y el Espíritu obra a través de usted, no con el volumen de su voz ni la intensidad de los sentimientos religiosos que quizás experimente en ese momento.
Sexto, invite al Espíritu Santo a venir y llenar el vacío, de modo que el ángel de las tinieblas no se posesione de nuevo con facilidad.
LAS LIMITACIONES DE LA LIBERACIÓN
La liberación no es un curalotodo. No todos los problemas humanos tienen un origen demoníaco. Santiago escribió: «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido» (Santiago 1:13–14). En otras palabras, los ángeles de las tinieblas pueden influir mucho en nosotros. Satanás es el gran tentador. Pero jamás uno puede decir: «El diablo me movió para que los hiciera». A fin de cuentas, todos somos responsables de nuestro comportamiento.
Matthew Linn escribe: «Quienes ven una necesidad única por liberación se equivocan tanto como quienes sólo ven la necesidad de medicina, o tratamiento siquiátrico, o de cambio ambiental, cuando varios o todos estos factores pueden contribuir al sufrimiento de una persona». La liberación, afirma Charles Kraft, no es un trabajo de un solo golpe.
La liberación no siempre perdura. Escribí en mi libro sobre guerra espiritual que «aunque se lleva a cabo una liberación de un espíritu maligno, esta no garantiza la libertad permanente. La liberación debe acompañarla el compromiso de obedecer la Palabra de Dios y crecer en Cristo. Algunas veces, si no siempre, es necesaria la responsabilidad personal hacia otros cristianos maduros durante el proceso de sanidad. El gobierno de Satanás debe cambiarse por el de Dios, no basta con echarlo fuera». Jesús enseñó:
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.
Mateo 12:43–45
La liberación no siempre da resultados. He orado para que personas sean liberadas de lo que parece ser inequívocamente un síntoma demoníaco y sus problemas no se han ido. Cuando oramos con alguien, no sólo necesitamos saber cuándo comenzar, sino cuándo parar. Puede haber otros factores que requieran que retiremos nuestras fuerzas a fin de considerar el problema desde otros ángulos. Algunas veces es un demonio, otras no. Algunas veces es falta de fe, otras no sabemos qué es. La guerra espiritual es un negocio serio, así que continúe pidiéndole a Dios por discernimiento y poder. Si hay trabajo que realizar, Él le mostrará cómo hacerlo.
¿PUEDE UN ANIMAL TENER UN DEMONIO?
Esto es raro, pero posible. Tengo un amigo aquí en el área de Phoenix que es terapeuta a tiempo completo. Tiene bastante experiencia con abuso ritual y demonización. Hace un par de años, después de una oración de liberación por alguien de su casa, su gato se trastornó. Al parecer, el demonio entró en el cuerpo de su mascota. Cuando él y su esposa oraron por el animal, la segunda liberación resultó.
Un incidente similar ocurrió en el Evangelio de Marcos (5:1ss). Jesús cruzó el mar de Galilea hacia la región de los gadarenos, donde se le enfrentó un hombre salvaje poseído por una legión de demonios. «Nadie podía atarle, ni aun con cadenas[…] de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras».
Cuando Jesús lo vio, demandó: «Sal de este hombre, espíritu inmundo»
Pero los ángeles de las tinieblas le rogaron a Jesús que no los enviara fuera de la región. «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Jesús estuvo de acuerdo y la legión de ángeles de las tinieblas entró al hato de cerdos. Cerca de dos mil cerdos se precipitaron salvajemente por el despeñadero, hacia el mar, y se ahogaron. ¡Jamón del diablo!
Todo el suceso es intrigante. ¿Por qué los demonios se posesionaron de los cerdos sólo para matarlos? ¿Y a dónde fueron los demonios después que se ahogaron los cerdos? Algunas personas han sugerido que todo esto se relaciona con el hecho de que los hebreos no debían comer carne de cerdo. Nos preguntamos: ¿qué hacía esta gente judía metida en el negocio de criar cerdos? O quizás porque esto sucedió en la ciudad de Decápolis, área gentil, que esos cerdos los criaban para los sacrificios romanos.
Además de cualquier otra cosa que aprendamos de este relato, podemos concluir que los demonios tienen la capacidad de poseer los cuerpos tanto de seres humanos como de bestias. Pero permítanme repetir la oración inicial de esta sección: la posesión demoníaca de animales es extremadamente rara. En la Biblia aparece una sola vez y en todos mis años de ministerio he escuchado sólo muy pocos incidentes similares.
ESPÍRITUS FAMILIARES
Tal parece que algunas familias tienen problemas que permanecen durante generaciones, como la historia del ser encapuchado al principio de este capítulo. Estoy persuadido de que esta es una siniestra estrategia de los ángeles de las tinieblas, ordenada por Satanás, para aferrarse a familias y otras asociaciones cercanas de personas. Por lo general, se conoce que las características familiares y las costumbres van de unos a otros a través de la herencia y el medio. Numerosos estudios médicos, sicológicos y sociológicos han mostrado cómo los problemas tales como el abuso del alcohol influyen grandemente en la genética y los factores ambientales.
Pero quizás hay más. A decir verdad, la Biblia es imprecisa en la cuestión de la maldición de generaciones, pero sí nos sugiere que los pecados familiares, o al menos sus consecuencias, van de una generación a otra. En los Diez Mandamientos, Dios declaró: «No te inclinarás a ellas [imágenes de dioses], ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación».
Los patrones y pecados familiares se repiten con extraña regularidad de una generación en la siguiente, mientras tanto varias generaciones, hijos y nietos, pueden sufrir como resultado directo de los pecados paternos.
La evidencia social ahora es abrumadora. «Dan Quayle estaba en lo cierto», anunciaba la portada de la prestigiosa revista Atlantic Monthly. «Después de décadas de disputa pública acerca de la llamada diversidad familiar», dice el artículo, «la evidencia de las investigaciones de las ciencias sociales va llegando: La disolución de las familias de padre y madre, si bien podría ser beneficiosa para los adultos involucrados, es dañina para muchos niños y debilita dramáticamente nuestra sociedad». Con frecuencia hay una correlación directa entre el «niño problema» y los problemas de sus padres.
¿Será que los ángeles de las tinieblas están sutil pero poderosamente escalando los problemas? Me inclino a creer que sí. Esposos y esposas «someteos unos a otros en el temor de Dios[…] Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres[…] Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor[…] Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (tomado de Efesios 5:21–6:12, cursivas añadidas).
Es claro en este pasaje que el diablo ataca a la familia y a otras relaciones importantes. Por lo cual, es lógico suponer, aunque tenemos que recordarnos constantemente que la Biblia no enseña esto de manera directa, que a ciertos ángeles de las tinieblas se les ha asignado la labor de devastar a la misma familia una generación tras otra, a menos que la maldición se quebrante mediante el poder de Dios. Recuerden, nuestro tiempo de vida es fijo. Cuando más, podemos llegar a los cien años. Sin embargo, los ángeles de las tinieblas han estado aquí desde hace miles de años, y es posible que estén en el mismo lugar por mucho tiempo más.
Charles Kraft está de acuerdo. Y escribe:
No puedo entender por qué Dios permite esto, pero lo cierto es que los niños pueden llegar a demonizarse [no a ser poseídos, sino a estar bajo la influencia de demonios] de forma hereditaria. A menudo nos referimos a esto como el pase generacional o de «sangre» del poder de los espíritus.
Algunas veces se hereda uno o más espíritus. Con frecuencia, me he visto en el caso de las personas cuyos padres y/o abuelos practicaron la masonería. Esto no es de sorprenderse, puesto que los masones casi siempre se maldicen a través de juramentos secretos que hacen. En los altos niveles, se dedican a sí mismos y a sus familias a Lucifer.
Esos mismos espíritus familiares, creo yo, pueden andar rondando a los miembros y descendientes de las mismas familias. Similar a la legión de los malos espíritus en el incidente de los cerdos endemoniados, estos espíritus familiares ruegan una y otra vez «no ser enviados fuera de la región» (Marcos 5:10).
Al igual que Jesús, necesitamos enfrentarlos y echarlos fuera para siempre. Debemos reconocer los valores antifamiliares de Satanás y contraatacar sus artimañas con el poder del Espíritu Santo y un compromiso inconmovible de obedecer la Palabra de Dios. En marcado contraste con la maldición que recae sobre la tercera y cuarta generaciones, Dios promete que mostrará su amor por «mil generaciones a los que me aman y cumplen mis mandamientos» (Éxodo 20:6, Dios habla hoy, cursivas añadidas).
ESPÍRITUS TERRITORIALES
Los ángeles de las tinieblas parecen amar «áreas» específicas: lugares geográficos, montañas y regiones. Al igual que los seres humanos y otras criaturas de Dios, los demonios pueden ser territoriales. Las primeras sugerencias que encontramos sobre espíritus territoriales se remontan al siglo quince a.C., en la mitología cananea. Se decía de cada uno de los dioses antiguos, que tenían «un lugar de habitación en una montaña sagrada en particular, en algunos puntos inaccesibles en los que el cielo y la tierra se encuentran. Y se creía que desde tales montañas fluía su gobierno sobre la tierra y su influencia sobre los habitantes de esta».
Estos eran los dioses de las regiones. Un ejemplo de ello lo encontramos en la antigua batalla entre Acab, rey de Israel, y Ben-adad, rey de Siria, en 1 Reyes 20. Los dioses territoriales influyeron en la estrategia militar de la campaña. Después de una derrota inicial, el oficial del rey de Siria le aconseja: «Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos».
A la siguiente primavera, Ben-adad enrola un enorme ejército e invade la tierra de los hebreos por segunda vez. Jehová, el Dios de Israel, estaba irritado. A través de un profeta desconocido, le asegura a Acab: «Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no de los valles, yo entregaré toda esta multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy Jehová». De más está decir que el ejército de Israel ganó la batalla ese día y Ben-adad logró escapar por los pelos. Jehová e Israel destrozaron el poder de Siria.
Probablemente el pasaje más conocido acerca de los «espíritus territoriales» sea Daniel 10. Daniel había estado orando por una revelación y por la liberación de Israel, su pueblo, del exilio. En una respuesta que tardó, un gran ángel, Miguel, finalmente apareció a Daniel con la respuesta de Dios. «Daniel, no temas», exclamó Miguel; «porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días» (Daniel 10:12–13, cursivas añadidas).
Juan Calvino escribió acerca de este pasaje: «Cuando Daniel presenta al ángel de los persas y al de los griegos, sin duda sugiere que ciertos ángeles son puestos como una especie de precedente sobre los reinos y providencias».
En la actualidad, la frase «espíritus territoriales» es una expresión popular que se refiere a la jerarquía de los ángeles de las tinieblas que estratégicamente Satanás designa para controlar e influir en las naciones, comunidades y hasta familias. En Efesios 6:12 se sugiere un sistema jerárquico de seres espirituales: principados, potestades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad. C. Peter Wagner ha concluido que:
Satanás delega a los altos miembros de la jerarquía de espíritus malvados el control de las naciones, regiones, ciudades, tribus, grupos de personas, vecindarios y otras redes importantes de relaciones de seres humanos a través del mundo. Su tarea principal es evitar que Dios sea glorificado en su territorio, lo cual hacen mediante demonios de más bajo rango.
¿Qué podemos hacer con respecto a esto? Algunas veces podemos ser más eficaces en el ministerio de la liberación cuando discernimos que los demonios se oponen a nuestra oración. De forma similar, liberar a nuestras familias de los pecados y maldiciones generacionales puede hacerse con mayor eficacia si somos capaces de identificar a los ángeles de las tinieblas a los que se les ha encomendado que nos atormenten. Lo mismo se puede decir del crecimiento y éxito de la iglesia local, o del avance del Reino de Dios en una ciudad o nación. Lógicamente, mientras mejor conozca a su enemigo, mejores oportunidades tiene de vencerlo. Lo que hacen los equipos de fútbol para mejorar sus posibilidades de ganar es ver y estudiar con detenimiento las películas de los juegos del partido oponente.
Creo que Dios nos mostrará qué clase de poderes espirituales enfrentamos cuando necesitemos saberlo. Pero el conocimiento preciso de los espíritus territoriales específicos no es el foco importante de las batallas espirituales. Lo que en realidad necesitamos saber, y lo único que necesitamos saber, es que Jesús es Señor y nosotros venceremos al diablo y a sus ángeles de las tinieblas mediante la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio (Apocalipsis 12:11).
Clinton Arnold, profesor de teología en el Seminario Teológico Talbot en California y además una voz nueva en el movimiento de guerra espiritual, ha hecho una extensa investigación sobre los principados y potestades de los cuales Pablo escribe en su carta a los Efesios. Arnold menciona: «Mientras que Pablo tiene mucho que decir acerca de los poderes de las tinieblas, hay mucho más que no dice». Pablo no habla de forma específica en cuanto a las ideas populares acerca de los territorios gobernados por ángeles malvados. Arnold nos advierte:
Si bien es cierto que Pablo muestra una gran dependencia del libro de Daniel por algunos términos y conceptos[…] Pablo nunca relacionó los poderes de las tinieblas con algún territorio ni país en particular. Por ejemplo, jamás rogó que Dios venciera al príncipe angélico de Roma ni que atara al gobernador demoníaco que estaba sobre Corinto[…] Lo que Pablo enfatiza es que debemos reconocer que hay poderosos emisarios demoníacos que atacan a la Iglesia y obstruyen su misión, y que sólo pueden vencerse a través de la permanencia y confianza en el poder de Dios.
Creo que hay espíritus territoriales, ángeles atados a ciertas áreas. Tal parece que a los ángeles se les asignan regiones geográficas específicas, pero caminemos por este nuevo «territorio» con mucha cautela. Mi preocupación acerca de este asunto está en relación a un punto que he enfatizado en todo el libro: Los cristianos, estudiantes, escritores y eruditos, deben permanecer firmemente bíblicos. Hay muchas cosas más de las que tenemos que hablar. Y pensar. Y escribir. Y orar por ellas.
Pero tenemos que persistir en volver a la Biblia, como lo hacían los primeros cristianos en Berea, que eran de un carácter más noble que el de otros cristianos. ¡Qué juicio más valioso! ¿Por qué? Porque «recibieron la palabra con toda solicitud». No estaban religiosamente cerrados de mente, ni cerrados a ninguna idea. Y sin embargo, escudriñaban «cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así» (Hechos 17:11). Lo cual me lleva a darles otra recomendación a los estudiantes de los ángeles, tinieblas y luz.
EL PELIGRO DEL DUALISMO
El dualismo es la creencia en dos fuerzas igualmente poderosas en el universo: el bien y el mal. O una gran «Fuerza» que puede de algún modo manipular para bien o para mal. Pero esto no es verdad. La filosofía presentada en los libros y películas de La guerra de las galaxias es un mito. Clinton Arnold escribe: «Cuando a través del Nuevo Testamento se representan a Cristo y la Iglesia en conflicto con los poderes, nunca estas fuerzas de oposición estaban libres e independientes de la absoluta soberanía de Dios. Dios es soberano porque Él es el Creador».
A pesar de lo clara que es la Biblia en cuanto a la realidad de nuestro adversario y su significativo poder e influencia, las Escrituras no enseñan el «dualismo», la idea de dos fuerzas opuestas, dos fuerzas igualmente poderosas en eterno conflicto. El diablo podrá ser el segundo ser más poderoso del universo, pero corre en un segundo lugar a mucha distancia del Trino y Único Dios que lo creó.
Hay dos errores iguales y opuestos en los que nuestra carrera
contra los demonios puede caer. Uno es no creer en su
existencia. El otro es creer y sentir un excesivo e insano
interés por ellos. De igual manera, se complacen con estos
dos errores y reciben con el mismo agrado a un
materialista y a un mago.
C.S. Lewis, Cartas a un diablo novato
Satanás y sus ángeles de las tinieblas trabajan arduamente levantando «cortinas de humo» para evitar que nos demos cuenta de sus limitaciones. Hace algunos años, en unas vacaciones con la familia, me sucedió algo que puede ilustrar este punto.
Después de acomodar a nuestros hijos y un montón de cosas en nuestro microbús familiar, nos dispusimos a recorrer Estados Unidos en un viaje de vacaciones de tres semanas. Había planeado un día y medio para ver todas las cosas en Washington, D.C., y terminamos pasando la mayor parte de ese tiempo visitando el Smithsonian: un centro favorito de los turistas alrededor del mundo.
El Smithsonian es una vasta colección de museos que para verlo completo se necesitarían semanas enteras, pero nos dimos prisa para en dos o tres días ver lo más popular. Uno de nuestros museos favoritos fue el del Aire y Espacio, que muestra desde el aeroplano original de los hermanos Wright hasta las más avanzadas exploraciones del espacio. Antes de la gran renovación, el museo tenía un diorama que mostraba un puesto, a tamaño natural, de la comandancia de un aeródromo de la Primera Guerra Mundial.
Detrás de la puerta de una vieja y pobremente iluminada cabina, se podía escuchar la áspera voz grabada de un oficial que gritaba enojado, discutía unas estrategias aéreas y comunicaba sus planes del día. Y a través de la ventana, en la pared lejana de la pequeña cabina, se veía una fornida sombra en movimiento, una imponente silueta del comandante moviéndose hacia atrás y adelante en nerviosa preocupación.
¿Cómo podrían hacer eso? Pensé para mis adentros. Así que me incliné sobre la barrera de protección y metí mi cabeza a través de la ventana sin cristal. Ahí en el piso estaba lo que parecía una máquina grabadora con una pequeñita, quizás seis pulgadas de alto, figura de cartón que daba vueltas y vueltas frente a una bombilla de sesenta watts. La imponente silueta era una simple e inteligente ilusión. ¡No había nada en el edificio! «Igual que el diablo», susurré.
Sin duda alguna, hay un diablo que lo ayudan una infinidad de seres malignos de incuestionable poder. Sin embargo, la realidad es que el diablo no es tan grande como parece. El poder de Satanás tiene límites definidos y ya se ha vencido: «Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:15).
Hay un diablo. Los demonios son reales. Se está librando la guerra de los siglos. Precisamente esta mañana, uno de los titulares de nuestros periódicos decía: «Otro sangriento día en el Valle: cinco muertos y dos heridos en cuatro accidentes». En Apocalipsis, las almas de los mártires, brutalmente masacradas en las primeras persecuciones de la Iglesia, claman desde abajo del altar: «¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?» (Apocalipsis 6:10).
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Es Dios verdaderamente soberano? ¿Es en realidad santo y verdadero? Sí. ¿Y cuán grande es el diablo? Asoma la cabeza por la ventana y mira. Satanás es una simple e imponente ilusión. A fin de cuentas no es tan grande como parece: «Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 20:10).
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Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…] Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





¿Existen ángeles en el infierno?
ÁNGELES DEL INFIERNO
He aquí el trono del caos y su oscuro pabellón ampliamente extendido en el abismo ruin.
Milton
El infierno no es un lugar agradable. Pero usted lo desconoce, porque Satanás y sus demonios han montado un gran espectáculo. «El mismo Satanás», Pablo nos advierte, «se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14, cursivas añadidas). Quizás es muy bueno haciendo esto porque alguna vez fue ángel. Satanás, según creen la mayoría de los eruditos bíblicos, fue en un momento dado un gran ángel, tal vez el más elevado de la jerarquía celestial. Su verdadero origen y los hechos específicos que lo llevaron a su caída están ocultos en el misterio. Sabemos mucho más acerca de lo que hace, que de cómo llegó ahí.

Un ser maligno … sutil y lleno de odio.
Donald Grey Barnhouse
EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS DISFRAZADO DE LUZ

Como vimos en el capítulo 2, el pasaje más conocido acerca de la ruindad del diablo se encuentra en Isaías 14:12: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!» La palabra Venus en latín es «Lucifer», que así aparece en algunas versiones de la Biblia. Al planeta Venus se le conoce como el lucero de la mañana debido a su brillante visibilidad en la temprana luz del amanecer. Irónicamente, a Jesús también se le llama «La estrella resplandeciente de la mañana» (Apocalipsis 22:16).

Isaías 14 continúa: «Cortado fuiste por tierra[…] Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo» (Isaías 14:12–15).

Como mencioné en el capítulo 2, la comprensión de este pasaje ha tenido un poco de dificultad. En su contexto histórico, Isaías 14 realmente se refiere a la caída del rey de Babilonia, quizás es una antigua historia cananea que Israel usaba para apoyar su argumento. Aunque hay eruditos de la Biblia que creen que Isaías 14 también describe la muerte celestial de Satanás, anterior al inicio de la historia humana. Sabemos que algo así debió haber sucedido, porque en Génesis 3 vemos a «la serpiente antigua, que se llama diablo» (Apocalipsis 12:9) interferir maliciosamente en los propósitos de Dios, después que la Biblia abre con la creación en Génesis 1 y Adán y Eva en Génesis 2.

Ezequiel 28 es otro pasaje clave acerca de un antiguo gobernante, el rey de Tiro, a quien se le identifica como «el querubín protector».
Tú eras el sello de la perfección,
lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…]
Tú, querubín grande, protector,
yo te puse en el santo monte de Dios; allí estuviste;
en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad[…]
Por lo que yo te eché del monte de Dios,
y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;
yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré para que miren en ti[…]
espanto serás,
y para siempre dejarás de ser.
Ezequiel 28:12–19
Tal vez este pasaje relate la caída del diablo. Si por cierto es acerca de Satanás, podemos ver que era un ángel de alto rango: «Querubín[…] protector, yo te puse en el santo monte de Dios». Y también era sin pecado, «perfecto» en todos los sentidos, pero nació la debilidad del orgullo (igual que en Isaías 14) cambió su corazón y se volvió en contra de Dios. Por lo tanto, Dios lo echó fuera del cielo.

Casi al finalizar la Biblia leemos un relato similar: «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él» (Apocalipsis 12:7–9).

Apocalipsis 9, que comienza con el simbolismo bíblico clásico, es paralelo: «Una estrella [recuerden la asociación bíblica entre ángeles y estrellas] que cayó del cielo a la tierra». Sin duda, los primeros cristianos lo entendieron como un símbolo del ángel caído, Satanás. «Y se le dio la llave del pozo del abismo»: el elevador hacia el infierno. Una vez abierto el abismo, hubo tantas tinieblas que el sol y el aire se oscurecieron. Fue el ocaso de una de las más temibles plagas del mundo antiguo: una oscura y revoloteante nube de langostas. Sin embargo, estos insectos eran terriblemente diferentes: «Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes» (Apocalipsis 9:4).

En lugar de eso, la tortura a los perversos fue como tormento de escorpión: un símbolo del poder del demonio. Jesús lo explicó anteriormente: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:18–19, cursivas añadidas).

Para resumir, la Biblia no aclara de dónde viene exactamente Satanás, ni precisa cuándo cayó a la tierra, pero de que hay un diablo, un oponente sobrehumano de Dios y su pueblo, es indiscutible. Su nombre, Satanás, significa «adversario». Los judíos de la antigüedad también lo llamaban por el nombre menos conocido Mastema: palabra hebrea para «enemistad». En los antiguos rollos del Qumrán, el diablo es «el ángel de enemistad». «El judaísmo[…] consideraba a Satanás o Mastema como la encarnación del principio de hostilidad entre Dios y los seres humanos, y también como el gobernador de los malos espíritus». El Nuevo Testamento lo llama cuatro veces «el príncipe de los demonios».

El otro nombre bien conocido de Satanás es diablo, que significa «acusador» o «engañador». Es su título. Es a lo que se dedica. Al diablo también se le conoce como:
     mal o malvado (Mateo 6:13)
     enemigo (Mateo 13:25, 28, 39)
     homicida (Juan 8:44)
     engañador (Apocalipsis 20:10)
     beelzebú (Mateo 9:34; 12:24)
     Belial o Beliar, «el inútil» (2 Corintios 6:15)
     gobernador de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de los poderes del aire (Efesios 2:2; 6:12)
     gran dragón (Apocalipsis 12:9)
     serpiente antigua (Apocalipsis 12:9)
     Abadón, Apolión, destructor (Apocalipsis 9:11)
     tentador (Mateo 4:3)
Es el padre de mentira (Juan 8:44). Por eso es bueno en disfrazarse como ángel. Es el príncipe de las tinieblas disfrazado de luz.
UN DIABLO DE NEGOCIOS
El diablo está en un terrible negocio. Hace todo lo malo que podamos imaginar. Y otro tanto que parecen muy buenas. Está en el negocio de oponerse a Dios y resistir a los santos. C. Fred Dickason, en su excelente libro Angels: Elect and Evil [Ángeles: elegidos y perversos], ha bosquejado cuidadosamente el trabajo del diablo. Con relación a Dios, es el adversario de la persona y del programa de Dios. Con relación a las naciones, las engaña a través de la sutil influencia de sus gobernantes.

Con relación a los inconversos, Satanás obstruye o distorsiona el mensaje salvador de Jesús. Según la parábola del sembrador (Lucas 8:12), se lleva lejos el evangelio así como los pájaros lo hacen en los caminos donde el grano cae.

De algún modo, esto involucra juegos perniciosos de la mente, como el apóstol Pablo lo explica: «Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:3–4).

Satanás lo logra promoviendo falsas religiones, algo que el apóstol Pablo llama «doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1–3), y sustentando un estilo de vida de ateísmo, viviendo sin tomar en cuenta a Dios ni sus leyes. Los comentarios de Pablo al respecto son explícitos: «Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Efesios 2:1–2).

Finalmente, con relación a los cristianos, el diablo lucha contra nosotros con uñas y dientes: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra[…] los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en la regiones celestes» (Efesios 6:11–12). Los «métodos de ataque del diablo» consisten en murmuración y acusación: precisamente pone en acción el significado de su nombre (Apocalipsis 12:10). Y plantando la duda, tentándonos a pecar. Incitando a persecución. Obstruyendo el camino del ministerio: «Por lo cual», escribe Pablo, «quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó» (1 Tesalonicenses 2:17–18).

Quizás las estratagemas más eficaces de Satanás son las más sutiles: el malentendido en las relaciones y la división profundamente dolorosa que viene como resultado: división de iglesias, demandas legales entre amistades y vecinos, hijos que huyen del hogar, divorcios. Pueden leer una letanía de los éxitos del diablo en la página principal de los periódicos del día.

A menudo se pasa por alto que Efesios 6, quizá un de los pasajes de la Biblia más familiares acerca de la batalla espiritual, es realmente acerca de los problemas de las personas y cómo el diablo las usa para lograr sus diabólicos propósitos. Justo antes del famoso pasaje sobre la armadura de Dios en Efesios 6, Pablo se refiere a toda clase de situaciones sobre las relaciones: esposos y esposas (Efesios 5:22–33), padres e hijos (Efesios 6:1–4), y amos y esclavos, o en términos de nuestra cultura, como lo traducen algunas versiones de la Biblia, empleados y empleadores (Efesios 6:5–9).

Después, y solo entonces, Pablo demanda: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios[…] Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (Efesios 6:10–12). O sea, sus luchas no son con todos los que en su vida cree que son sus grandes problemas. Las batallas de la vida se dan a un nivel mucho más profundo y sus problemas no sólo son contra otras personas, sino contra los principados y las potestades de las tinieblas que trabajan detrás de los telones para romper nuestras relaciones importantes: esposos y esposas, padres e hijos, empleados y empleadores.

Antes de pasar a considerar los demonios y qué hacen, quiero aclarar otro asunto importante. Satanás quizás sea el segundo ser más poderoso en el universo, pero no es omnipotente. Su poder y autoridad están muy por debajo del trono de Dios. Pablo nos recuerda que Cristo está sentado a la diestra del Padre, «sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Efesios 1:21).

Satanás tampoco es omnipresente. Es un ángel caído, un ser finito. En su condición de ángel, es probable que tenga «alas», en el sentido de que puede moverse rápido de un lugar a otro en el tiempo y el espacio. Pero a diferencia de Dios, no está en todas partes al mismo tiempo. Sin embargo, tal vez piensen que sí lo está por la forma en que la gente habla de él. Pareciera que está en todos los lugares al mismo tiempo, pero esa es parte de la ilusión. Lo que a la mayoría de las personas le parece que es el diablo, tal vez no sea algo más que los demonios, intensamente sirviendo a su malvado maestro.

En resumen, las funciones del diablo como tipo de universo negativo: cualquier cosa en la que Dios esté, el diablo va en su contra. Satanás es la personificación del mal y tiene una infinidad de ángeles caídos a su servicio.
¿DE DÓNDE VIENEN LOS DEMONIOS?
No todos los ángeles son buenos. La palabra demonios en griego es daimones. Según la Biblia, los demonios, que colaboran con el diablo mismo, son un malvado tercio (Apocalipsis 12:3–4) de la población del ámbito espiritual. ¿Quiénes son los demonios? ¿Y de dónde vienen? La respuesta más rápida y sencilla es que son ángeles caídos («de las tinieblas»). Y eso es lo que yo creo, pero quizás les sorprenderá que no todos piensen igual. C. Fred Dickason admite que «hay una pregunta concerniente a origen e identificación de los demonios[…] porque la Biblia no lo establece de manera específica». Y el teólogo Henry Theissen la llama «una pregunta confusa».
Ángeles caídos. 
La primera teoría, y la que acepto junto con la gran mayoría de los profesores de Biblia, es que los demonios son legiones de ángeles caídos. Se trata de ángeles disfuncionales, que sirven al diablo y le hacen la vida miserable a los seres humanos. Hay varias razones para creer en esta perspectiva. En primer lugar, hay expresiones paralelas como «el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41) y «Beelzebú, príncipe de los demonios» (Mateo 12:24ss.). 
Es obvio que los términos usados aquí son intercambiables, de que el «diablo» y «Beelzebú» son el mismo. De igual manera lo son los ángeles y los demonios. Sin embargo, debo mencionar que Satanás, que es un ángel caído, jamás se le llama demonio. Segundo, los ángeles y los demonios parecieran tener la misma naturaleza. A ambos se les llama «espíritus». Tercero, los demonios y ángeles malos llevan a cabo el mismo oficio terrible, que junto a Satanás se oponen contra Dios y el ser humano.
Espíritus incorpóreos de una «civilización perdida». 
La segunda teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de una raza preadámica. En otras palabras, algunos estudiosos de la Biblia opinan que existió una raza de seres humanos antes de la creación de Adán y Eva. Se basan en lo que parece ser una nueva creación de la tierra en Génesis 1: «En el principio[…] la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo».

¿Por qué estaba la tierra desordenada y en tinieblas?, se preguntaban. ¿Por qué hay la sugerencia de un caos? Sabemos que Dios creó todas las cosas de la nada, pero en Génesis 1 pareciera que Dios hubiera comenzado de nuevo con algo y lo estuviera reorganizando. Quizás había una raza de seres humanos viviendo en la tierra antes de Adán, una raza que destruyeron la «primera» tierra. Y a lo mejor el diablo estuvo involucrado en todo esto de algún modo.

Bueno, no lo sabemos. No tenemos la película de la creación. El primer capítulo de Génesis nos da el relato completo de la creación, pero no entra en detalles. Como por ejemplo, lo que significan esas amorfas tinieblas en el principio del Génesis 1. Además, no hay otro lugar en la Biblia en que ni siquiera remotamente sugiera la existencia de una raza preadámica. Estoy convencido, por lo tanto, de que este no es el lugar de donde proceden los demonios.
Los espíritus de bene haʾelohim
Una tercera teoría, algo que analizamos en el capítulo anterior, es que los demonios son la simiente de los «hijos de Dios» y las hijas de los hombres en Génesis 6. Al parecer, el antiguo escritor cristiano Justino lo creía. En el siglo segundo escribió: «Dios otorgó el cuidado de los seres humanos y todas las cosas debajo del cielo a los ángeles, a quienes puso por encima de ellos. Pero los ángeles transgredieron este oficio, se dejaron cautivar por el amor de las mujeres y engendraron hijos que son los llamados demonios». Los líderes cristianos no apoyan abiertamente esta opinión. A mi juicio, esto es pura conjetura. A la luz de la enorme cantidad de actividad demoníaca que parece evidente en nuestro mundo hoy en día, esos «hijos de Dios» debían haber tenido un número imposible de descendientes.
Los espíritus incorpóreos de los que han partido. 
La cuarta teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de los muertos malvados. «Son los condenados que regresan a perseguir a los vivos», como expone un escritor. En otras palabras, cuando los malvados mueren, se liberan sus espíritus para vagar por la tierra hasta el día del juicio. Este era el concepto que tenían los antiguos escritores judíos Filón y Josefo, y sorprendentemente, muchos de los autores cristianos antiguos. Se cree que estos fantasmas vagabundos, o «ánimas», habitan en las casas viejas y bosques oscuros, y poseen las almas y cuerpos de quienes están vivos.

Algunas personas hasta creen que las almas de los que han partido las observan y protegen como si fueran ángeles. Sophy Burnham informa en su libro: «Escuché de una mujer alemana que sufrió un terrible accidente automovilístico diez días después de la muerte de su marido[…] Explica que sobrevivió debido a la protección de su marido[…] porque sintió su presencia de manera muy poderosa a la hora del impacto».

Pero el enorme problema que hay con esta teoría es que sencillamente no está en la Biblia. En ninguna parte. Sin embargo, la Palabra de Dios enseña que las almas de las personas que han partido sin Dios, van a una prisión temporal de los muertos llamada «seol» o «hades», mientras que los espíritus de los justos van a la presencia de Dios. Seol es una palabra hebrea, hades es griega. Ambos términos significan esencialmente la misma cosa: una morada intermedia de los muertos.

El infierno es diferente. Es final y para siempre, y contrario a la opinión popular, los impíos no van directo al infierno. Según Apocalipsis, el infierno no abrirá sus puertas hasta después del juicio final:
Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Apocalipsis 20:12–14 (cursivas añadidas)
Así que por ahora, de acuerdo a las Escrituras, los impíos van directo al seol o hades. No es que tengan una segunda oportunidad ahí. El hades es sólo una celda de detención antes de la sentencia final cuando Dios aparezca en su gran trono blanco de juicio.

Aun hasta algunos de los ángeles caídos están encarcelados ahí, como lo revela Judas: «Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día» (Judas 6).

El porqué algunos de los ángeles caídos están presos y otros están bajo fianza no está claro, pero Pedro, también, declara: «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno [griego: tartarus] los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio» (2 Pedro 2:4, cursivas añadidas). Tartarus era lo peor de lo peor, lo profundo de lo más profundo, la caverna más tenebrosa y temible en el hades.

Por todas estas razones, los demonios no pueden ser espíritus incorpóreos de los impíos que mueren. No hay absolutamente ninguna enseñanza al respecto en el Nuevo Testamento sobre los espíritus errantes de los muertos o fantasmas.
EL PELIGRO DE HABLAR CON LOS MUERTOS
Como estudiante de la Biblia, me inclino a creer que las anécdotas sobre las almas reales de los que han partido que vienen a visitar a los vivos quizás tienen sus bases en alguna actividad demoníaca, tal vez un demonio con disfraz de alguna persona amada. Sin embargo, creo que es posible que el Señor puede usar una visión—no el espíritu real de la persona—para decirnos que una persona amada fallecida está en paz en la presencia de Dios en el cielo.

Mi esposa, Marilyn, tuvo una extraña experiencia como esta pocos días después del fallecimiento de su madre. En un momento inesperado de éxtasis, a miles de millas lejos de la tumba de su madre, Marilyn «vio» la indescriptible cara gozosa de su madre. Fue tan real que, años más tarde, mi esposa no puede hablar de eso sin llorar.

Pareciera que, en un instante fugaz, Dios abrió los cielos y le permitió a mi esposa ver cuán feliz y bien cuidada estaba su madre allá con Dios. No obstante, ninguno de nosotros tuvo la más remota sensación de que la mamá de Marilyn hubiera de algún modo regresado de los muertos para visitarnos, ni de que ella tuviera algún mensaje para nosotros del más allá. Su madre no habló. Ni siquiera se volvió a mirarla. Marilyn sólo vio su cara.

La Biblia, creo yo, deja una brecha muy pequeña entre la puerta de los vivos y la de los muertos. En los relatos de los Evangelios, Santiago, Pedro y Juan vieron a Moisés y a Elías, santos del Antiguo Testamento que hacía mucho habían partido, hablando con Jesús en el monte de la transfiguración. Los muertos, aprendemos de aquí, no están realmente muertos. Pero también tenemos que tomar en cuenta que Moisés y Elías jamás dicen una palabra a los apóstoles. Es más, ni siquiera parecieran percatarse de su presencia. Jesús, no los espíritus incorpóreos de Moisés y Elías, es el centro del relato y el foco de atención de todo el mundo. Jesús es el único lazo entre el cielo y la tierra, la escalera por la cual ascienden y descienden los ángeles (Juan 1:51). Jesús es nuestro mediador, no un medio.

La Biblia expresamente prohíbe el uso de médiums o de cualquier contacto directo con los muertos: «Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien[…] practique adivinación[…] ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos» (Deuteronomio 18:9–11). En una nota, aún más estricta, Moisés advierte al pueblo de Israel: «Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Levítico 20:27).

A pesar de las muchas dudas que pueblan nuestro entendimiento sobre Satanás y sus fuerzas malignas, parece ser indiscutible que existe. Y que él mismo contribuye a la confusión que rodea el dominio de las tinieblas.
«Demonio» es sinónimo de «ángel de las tinieblas».
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