lunes, 10 de agosto de 2015

¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o matar?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


CONSTRUCCIÓN DE SERMONES
MARCOS 3:1-12


3 Entró otra vez en la sinagoga, y estaba allí un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Y      estaban al acecho a ver si le sanaría en sábado, a fin de acusarle. 3 Entonces dijo al            hombre que tenía la mano paralizada: 
   —¡Ponte de pie en medio! 
4 Y a ellos les dijo: 
   —¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o matar? 
  Pero ellos callaban. 5 Y mirándolos en derredor con enojo, dolorido por la dureza de sus     corazones, dijo al hombre: 
   —Extiende tu mano. 
  Y la extendió, y su mano le fue restaurada. 6 Los fariseos salieron en seguida, junto con       los herodianos, y tomaron consejo contra él, cómo destruirlo. 

    Las multitudes siguen a Jesús 
7 Jesús se apartó con sus discípulos al mar, y le siguió una gran multitud de gente                  procedente de Galilea. Y de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y    de los alrededores de Tiro y Sidón una gran multitud vino a él, porque habían oído de las      grandes cosas que hacía. 
9 Y Jesús dijo a sus discípulos que siempre tuviesen lista una barca a causa del gentío,          para que no lo apretujaran; 10 porque había sanado a muchos, de modo que le caían          encima todos cuantos tenían plagas, para tocarlo. 11 Y los espíritus inmundos, siempre        que le veían, se postraban delante de él y gritaban diciendo: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" 12    Pero él les reprendía mucho para que no le dieran a conocer.



JESÚS EJERCE SU PODER SOBRE LA DEFORMIDAD Y LOS DEMONIOS
MARCOS 3:1–12


El  evento narrado por Marcos sucedió en la sinagoga y en día de reposo. 
Había en la sinagoga un hombre que tenía seca una mano. Sobraban los que buscaban razón para acusar a Jesús. De modo que querían ver si él sanaría al hombre en el día de reposo. Según la tradición rabínica, no era lícito curar en ese día a menos que estuviese la persona en peligro de perder la vida. El hombre que tenía la mano seca no estaba en peligro de perder la vida. Bien podría haber esperado hasta otro día. Quienes criticaban a Cristo no tenían ningún interés en el bienestar del pobre hombre. Su meta era impedir las actividades del Señor (3:1–2).

Conociendo sus corazones malvados, dijo al hombre: “Levántate y ponte en medio” (3:3). Después, vuelve la atención a sus acusadores preguntándoles si era lícito en los días de reposo hacer bien o hacer mal; salvar la vida o quitarla. El Señor se enojó y entristeció por la dureza de sus corazones. Por lo tanto, dijo al hombre: “Extiende tu mano” (3:5). El enfermo extendió la mano, y le fue restaurada sana. Los fariseos entonces se pusieron de acuerdo con los herodianos para destruirle (3:6).

Después salió al mar con sus discípulos y le siguió gran multitud de Galilea, Judea, Jerusalén, Idumea, del otro lado del Jordán así como de los alrededores de Tiro y de Sidón. Las multitudes se sentían atraídas por los milagros que hacía. Para su seguridad, pidió a sus discípulos que siempre le tuviesen lista la barca, porque la gente quería tocarle para ser sanada. Al verle, los espíritus inmundos se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: “Tu eres el Hijo de Dios” (3:11). Pero él les reprendía mucho para que no le descubriesen (3:12). El no quería esa clase de fama, porque su plan era cumplir con el programa de su Padre de revelarlo en forma progresiva.

¡REFLEXIONEMOS!

 ¿Que actividad desplegaba Jesús en la orilla del mar antes de llamar a Levi? ¿Cuál era la profesión de Leví? ¿Qué otro nombre usaba? ¿Qué dijo Cristo cuando los escribas y fariseos le criticaron por comer con publicanos y pecadores? ¿Qué dijo el Señor cuando sus discípulos fueron criticados por no ayunar? ¿Cuál es el significado de lo que dijo acerca de no poner vino nuevo en odres viejos? Marcos relató dos eventos consecutivos acerca del día de reposo. ¿Cuáles son y cuá es el resumen de la enseñanza? ¿Por qué no quería Jesucristo que los demonios le descubriesen como el Hijo de Dios? Para darse cuenta de la popularidad de Cristo con las multitudes, busque en un mapa los diferentes lugares mencionados en 3:7–8.

El día de reposo para el hombre (3:1–6). “Conforme a su costumbre” (Lc. 4:16), entró Jesús en la sinagoga… en el día de reposo (1–2). Lo que sigue es el quinto de una serie de conflictos con los escribas y fariseos (vea sobre 2:23–28). Había allí un hombre (1) en la sinagoga, que tenía seca una mano; probablemente era una “parálisis de mano seguida por contracción”. En eso hay una parábola. ¡Cuántos hay en la casa de Dios con ideas rectas pero sin la capacidad de llevarlas a las buenas obras! En Lucas (6:6) leemos que era la mano derecha la que estaba seca. Hay una antigua tradición de que el hombre era albañil y necesitaba ambas manos para ganarse la vida.

“Con ojos escrutadores… sobre cada cosa que Jesús hacía”, los fariseos le acechaban (2). ¡Aquí hay un cuadro desolador del legalista tanto antiguo como moderno, que solamente mira para encontrar faltas, completamente insensibles a los sufrimientos humanos! Los fariseos permitían la curación en sábado sólo si se trataba de un caso de vida o muerte; pero este no era el problema.

Entonces dijo al hombre… Levántate (3), literalmente: levántate y ponte en medio. Johnson traduce: “Levántate al frente.” Conociendo la malicia de sus pensamientos, Jesús colocó el asunto de la observancia del sábado a un nivel más positivo y real. ¿Es lícito… hacer bien, o hacer mal? (4). Es decir, ¿qué es más consistente con la ley, restaurar la vida a la mano enferma del hombre aunque sea en sábado, o matar sus esperanzas y futuro para observar una insensible tradición humana? Pero ellos callaban. “No podían negar sus argumentos y se negaban a admitir su validez.”

Nuestro Señor, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza (o ceguera) de sus corazones (5). Este es el único lugar en los evangelios donde se atribuye el enojo a Jesús. ¿De qué naturaleza de enojo? Quizá Hebreos 1:9 nos dé la clave: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad.” Pero, nótese también la explicación de Marcos por esta mirada de enojo—Jesús estaba entristecido (“conmovido hasta el dolor por la simpatía”) sobre su trágica situación. Ninguna otra clase de enojo tiene lugar en el reino de Dios.
Dando la espalda a sus críticos, Jesús se dirigió al hombre con una orden: Extiende tu mano (5). La voluntad del hombre combinada con el poder de Cristo, trajo lo imposible a la realidad. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada.

En la ceguera de sus corazones, los fariseos se dirigieron a conferenciar con los herodianos sobre cómo podían destruir a Jesús. ¡Qué extraños compañeros hace el odio! Los fariseos aborrecían a los herodianos como traidores a su nación, sin embargo, en una ocasión posterior (12:13) unieron sus fuerzas para destruir al Hombre que los molestaba.

El hombre de la mano paralizada, 3:1–6
Esta es la última en la serie de controversias que Marcos presenta entre Jesús y los escribas y fariseos. Jesús aparece una vez más en la sinagoga, lugar en el que había enseñado con anterioridad (1:21). En esta ocasión, entre los presentes estaba un hombre con una de sus manos paralizada, seca (xeráino3583). Si bien no hay mención de que su condición significara un riesgo para su vida, esta situación le suponía la incapacidad para el desempeño de una vida normal, es decir, de poder realizar la mayoría de los trabajos que una sociedad agraria ofrecería y, por tanto, ver limitadas sus posibilidades de sustento.

La hostilidad hacia Jesús aquí no resulta de una acción puntual de este sino que Marcos la presenta como efecto de encuentros anteriores en los que Jesús ha desafiado, a ojos de los fariseos, la interpretación y aplicación de la ley. Por ello le están acechando (parateréo3906). 

Aquí Marcos puede estar haciendo un juego de palabras pues el mismo vocablo aquí referido a cómo observan los fariseos a Jesús se usa también para indicar la observancia de los ritos y festividades religiosas (cf. Gál. 4:10), vinculando así su acecho al cumplimiento o no por parte de Jesús del día de reposo. El propósito de todo esto era encontrar la ocasión para acusar a Jesús de quebrantar la ley de Moisés respecto del día de reposo, infracción que, en la teoría aunque no en la práctica habitual, se penalizaba con la muerte (cf. Éxo. 31:15).

Sin mediar ninguna interacción ni comunicación previa entre ellos, Jesús se dirige al hombre y le pide que se ponga en pie, en medio (mésos3319), donde todos le puedan ver. Es una nueva acción de Jesús que contrasta con el carácter secreto que en otros momentos quiere dar a sus acciones (cf. 1:26, 34, 44).

Jesús vuelve a mostrar su capacidad para conocer el pensamiento de los fariseos (cf. 2:8) y les lanza una pregunta sobre la licitud de hacer bien o mal, de dar vida o quitarla, en el día de reposo. Sin duda, es toda una provocación de Jesús, pues en la historia anterior se planteó un conflicto respecto del día de reposo, y ahora, en una sinagoga, Jesús confronta a los fariseos sobre su interpretación del mismo.

La cuestión que Jesús plantea suscita diversos planteamientos. En primer lugar, cabe pensar que la sanación del hombre podría haber esperado unas horas, y así se evitaba infringir el día de reposo y el conflicto con los fariseos. La ley reconocía excepciones en las cuales se podría sanar el día de reposo, pero siempre en situaciones en las que peligre la vida de la persona, lo cual no es el caso aquí. 

Es evidente que junto con la sanidad del hombre con la mano paralizada, Jesús pretende transmitir otras enseñanzas a los que están con él. Sorprendentemente, los fariseos guardan silencio. Probablemente porque si respondían positivamente, parecería que relajan la observancia del día de reposo; pero si respondían negativamente, estarían afirmando que es lícito hacer el mal y quitar la vida. Además, su silencio suponía una humillación para ellos, pues el ámbito público en el que tiene lugar la pregunta de Jesús supone un reto a su honor y credibilidad.

Bosquejo homilético 
Parálisis
Marcos3:1–16
Introducción: 
El diccionario define parálisis como la “privación o disminución considerable de la sensibilidad y del movimiento voluntario”. El relato nos cuenta de un hombre que tenía la mano paralizada; es probable que este hombre careciera de fuerzas y de una irrigación sanguínea adecuada. El énfasis de la narración está enfocado en la parálisis de la lengua y del corazón, que caracterizaron la actitud farisaica, y no tanto en la parálisis de la mano enferma. La insensibilidad del corazón los privó de respuestas e inmovilizó sus corazones para amar.

        I.      La parálisis de la mano.
    1.      La necesidad de ser sanado (v. 1).
    2.      La dificultad del día para ser sanado (v. 2).
    3.      La bendición de ser sanado (v. 5).

        II.      La parálisis de la lengua.
    1.      El silencio de los expertos legalistas (v. 4).
    2.      El silencio de la falta de amor (v. 4).
    3.      El silencio “escuchado” por Jesús (v. 5).

        III.      La parálisis del corazón.
    1.      El corazón duro provoca el enojo divino (v. 5).
    2.      El corazón duro nos conduce a seguir pecando (v. 6).
    3.      El corazón duro nos aleja más de Dios (v. 7).

Conclusión: 
A lo largo del Evangelio vemos a Jesús sanando todo tipo de enfermedades, la sanidad de la mano paralizada fue una más. Sin embargo, Jesús no pudo sanar a aquellos que no desearon ser sanados. El relato empezó con la aparición de un enfermo, quien finalmente fue sanado, y finalizó con la revelación de la enfermedad de los fariseos y herodianos, quienes no desearon ser sanados.

Jesús reacciona con enojo a su silencio, pues callaban avergonzados y especulando qué era mejor para sus propios intereses. Este término se relaciona con la ira de Dios contra aquellos que cometen injusticia. Más aun, Jesús sintió dolor (sullupéo4818) ante la falta de misericordia que su actitud y silencio manifestaban. Marcos define esta actitud como dureza de corazón, una expresión habitual en las Escrituras para indicar la incapacidad o falta de voluntad para entender y aceptar la voluntad de Dios (por ejemplo el Faraón con el pueblo de Israel; cf. Éxo. 7–11) o a Jesús y su ministerio. En este caso, no es incapacidad sino mala intención pues, finalmente, deciden urdir un plan contra Jesús en contubernio con los herodianos.

La orden al hombre es tajante por parte de Jesús, que le conmina a estirar su mano seca, la cual queda restaurada por su mandato. El verbo usado para expresar la restauración (apokathístemi600) de la mano aparece en pasivo, lo cual apunta a Dios como causante de la sanación.

El contraste que se establece entre los personajes con quien Jesús interactúa es bastante gráfico. La mano seca del hombre adquiere, por medio de Jesús, el vigor y la vitalidad que le faltaba, mientras que el corazón de los fariseos, un órgano que irriga fuerza y vida, se presenta duro e insensible a la necesidad del hombre y al mensaje de Jesús.

Humillados por todo lo sucedido, los fariseos salen rápidamente de la sinagoga y, sorprendentemente, buscan apoyo en los herodianos, a los que no les unía gran afinidad. Sin embargo, en esta ocasión les une un interés común, silenciar a Jesús. Juntos planean destruir (apóllumi622) a Jesús, lo cual se debe interpretar como la acción de matarlo. Lo irónico de esta situación es que aquellos que en defensa del día de reposo condenan a Jesús por ofrecer vida, ahora lo quebrantan urdiendo un complot encaminado a su muerte.

Las multitudes siguen a Jesús, 3:7–12

Marcos hace aquí un intervalo en la narración del ministerio de Jesús insertando una reflexión del mismo. No es una narración abreviada de cuanto Jesús ha hecho hasta el momento, sino una descripción resumida de su actividad (conflictos, sanaciones y exorcismos) y el impacto resultante (popularidad y reconocimiento).

Es probable que Jesús fuera consciente del peligro que sobre él se cernía, pues dice el texto que busca un lugar al que apartarse, expresión que suele indicar alejarse de un peligro. Tampoco habría que descartar razones adicionales de descanso y de oración.

A pesar del intento de buscar un lugar apartado, Jesús fue seguido por una muchedumbre procedente de lugares muy variados. La referencia geográfica es muy amplia en este punto, pues incluye tierras muy diversas y distantes, por lo que cabe deducir que su propósito es el de señalar el amplio alcance del ministerio de Jesús, hasta donde ha llegado su fama. En todos los lugares mencionados habitaban judíos, incluso en Tiro y Sidón. Aunque hay quien plantea la posibilidad de que Marcos esté indicando una incipiente respuesta de gentiles, provenientes de estos últimos lugares, al mensaje de Jesús. Vienen a él gentes de todo lugar, entre las cuales se ha difundido su capacidad como taumaturgo, como sanador.

La gente se avalancha sobre Jesús, al punto en que ordena a sus discípulos que tengan siempre una barca preparada para subirse y evitar ser estrujado (thlíbo2346) por cuantos venían a él. Otra acepción del término es oprimir o afligir, habitual en alusión a contextos de persecución, especialmente al final de los tiempos (cf. 1 Tes. 3:4; 2 Tes. 1:6, 7), pero sería excesivo interpretar la intención del pasaje como una alusión a la persecución de la iglesia en los últimos días. Es previsible que la actitud de Jesús se deba entender como la de evitar ser aclamado por la gente porque tiene una percepción equívoca de su persona y su ministerio. Vienen a él como resultado de haber sanado a muchos, pero eso no era el fin último de su llamamiento sino la proclamación del reino.

Los que venían a Jesús son descritos como teniendo plagas (mástix3148), concretamente “azotes”, lo cual refleja la antigua creencia de que las enfermedades eran castigos infligidos por los dioses. Estos enfermos tenían el convencimiento de que con tan solo tocar a Jesús quedarían sanos de sus dolencias (cf. 6:56), por lo que dado su gran número e intención de tocarle caían (epipípto1968) literalmente sobre Jesús.

Además de venir a Jesús los enfermos, también se le acercan los endemoniados. Jesús ya había mostrado su poder como exorcista (1:23–26). Así, los espíritus, que aparecen en control de aquellos poseídos pues hablan por ellos, se postraban (prospípto4363) ante Jesús, no en señal de adoración sino de humillación, reconociendo la superioridad de este (cf. 1:24). Declaran que Jesús es el Hijo de Dios, confesión pública que hasta este momento solo había realizado Dios en el bautismo de Jesús (1:11). La exclamación de los demonios no puede interpretarse como muestra de favor hacia Jesús, sino todo lo contrario, es un grito de frustración e impotencia. Es el reconocimiento del poder superior de Jesús sobre Satanás, fruto de su filiación divina.

De nuevo, Jesús reprende (epitimáo2008), manda callar a los demonios (cf. 1:25, 34), tras mostrar estos un claro conocimiento de quién es él. Jesús quiere evitar, por un lado, que sean los demonios los que le den a conocer y, por otro, evitar que la gente relacione su identidad tan solo con sus milagros y exorcismos. Aún es necesario desarrollar su ministerio de proclamación y enseñanza, y sobre todo la cruz y la resurrección, para poder entender plenamente su identidad y ministerio entre los hombres.

Desafío y confianza
13:9–13
Al formar parrte del grupo de seguidores de Jesús, vendrán grandes retos y prubas a la vida de los discípulos. Juicios, azotes, testificar ante autoridades, predicar el evangelio entre las naciones, la familia se volverá uno contra el otro, los odiarán solo por ser seguidores de Cristo. Pero tendrán recursos para salir victoriosos, confianza en la intervención del Espíritu Santo en los momentos difíciles, y tendrán así la fuerza de llegar hasta el fin a experimentar la salvación. Ser discípulo de Cristo tiene un precio.


Posterior Ministerio en Galilea
Marcos 3:7–12


 RETIRO A LA COSTA DEL MAR, 3:7–12

Cuando la oposición a Jesús ascendió hasta el grado de intensidad descrito en el 3:6, Jesús se retiró al mar con sus discípulos (7), a la playa abierta donde estaba rodeado por sus amigos. Este acto de retiro sugiere la brecha que se iba abriendo entre Jesús y los líderes del judaismo. “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron” (Jn. 1:11). 

Una gran multitud de Galilea, de hecho una tumultosa muchedumbre, le siguió, mientras que iban llegando tropeles adicionales desde tan lejos como el sur de Judea y de Idumea (8), sobre el este desde la Transjordania y de la provincia romana de Siria (Tiro y Sidón) al norte (véase el mapa). Estas palabras nos presentan un cuadro notable de la extensión geográfica del ministerio de Jesús aun en esta temprana etapa.

Oyendo cuán grandes cosas (Jesús) hacía, vinieron a él (8). “Grandes acontecimientos atraen grandes multitudes; donde realmente se mitiga la necesidad no faltarán almas suplicantes.”

Como medida de precaución, Jesús instruyó a sus ex-pescadores discípulos que le tuviesen siempre lista la barca (9) para poder escapar de los que le oprimían por tocarle (10).

Es conmovedora la esperanza de aquellos plagados (azotados) por sus enfermedades y que sabían que Jesús había sanado a muchos. Como la mujer que más tarde se dijo a sí misma: “Si tocare tan solamente su manto seré salva” (5:28) ellos también deseaban tocarle. Era característico de Jesús responder a tales anhelos, porque a menudo ponía la mano sobre la persona afligida (p. ej. 1:31, 41, et al.).

Sin embargo, cuando los espíritus inmundos… al verle… daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios (11), Jesús “les advirtió repetidamente para que no le descubriesen” (12 Phillips). Firme y enérgicamente rechazó el testimonio indigno de los endemoniados y generalmente encargó a los que habían sido testigos de un milagro que guardaran silencio. Aparte de sus deseos de no inflamar esperanzas nacionalistas por un Mesías político, Jesús rechazó tal testimonio para que los hombres no lo siguieran por motivos impropios. Sus palabras y obras poderosas tenían que guiarles a ver quién era, si eran capaces de ver (cf. Lc. 7:19–23).
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