domingo, 9 de agosto de 2015

Considero todas las cosas como pérdida por la superioridad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual perdí todas las cosas, y las tengo por estiércol, para ganar a Cristo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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CONSTRUCCIÓN DE SERMONES
Filipenses 3.1–4.1

3      Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor. A la verdad, no me es molesto escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
2      Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de la mutilación.
3      Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos por el Espíritu de Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
4      Aunque también yo puedo confiar en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, yo más:
5      Circuncidado al octavo día; del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo;
6      en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que hay en la Ley, irreprensible.
7      Pero, ¡cuántas cosas que eran para mí ganancias, las he estimado como pérdida por amor al Mesías!
8      Y ciertamente aun considero todas las cosas como pérdida por la superioridad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual perdí todas las cosas, y las tengo por estiércol, para ganar a Cristo,
9      y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que procede de la Ley, sino la que es mediante la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios basada en la fe,
10      para conocerle a Él y al poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte,
11      si en alguna manera llegara a la resurrección de entre los muertos.


El llamamiento supremo

12      No que lo haya alcanzado ya, ni que ya esté perfeccionado; sino que prosigo, por si logro aferrar aquello para lo cual fui también aferrado por Cristo.
13      Hermanos, yo mismo no considero haberlo alcanzado, pero una cosa hago, olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome a las que están delante,
14      prosigo hacia la meta, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
15      Así que, todos los que somos perfectos sintamos esto; y si sentís algo de diferente manera, también esto os lo revelará Dios.
16      Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos lo mismo.
17      Hermanos, sed imitadores de mí, y observad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
18      Porque andan muchos, de los cuales frecuentemente os decía, y ahora hasta lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo,
19      cuyo fin es la perdición, cuyo dios es su vientre, y su gloria está en la vergüenza, los cuales piensan sólo en lo terrenal.
20      Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde aguardamos ardientemente al Salvador, al Señor Jesucristo,
21      el cual transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, según la eficacia del poder con el cual Él también puede someter a Sí mismo todas las cosas.


¡Regocijaos!

4      Así que, hermanos míos amados y ardientemente deseados, gozo y corona mía, manteneos así firmes en el Señor, amados míos.


DIFICULTADES DE LA CONSOLIDACION MISIONERA, 3:1-4:1
Por lo demás, hermanos míos es la traducción del griego to loipon adelfoi que a veces servía como fórmula de despedida (ver 2 Cor. 13:11). Junto con la exhortación regocijaos en el Señor bien puede ser una frase con la cual se intenta resumir lo dicho hasta ahora, y de esta manera 3:1a sería la frase que cierra el capítulo anterior. De ser así, 3:1b viene a ser lógicamente una introducción a la sección que sigue. ¿A qué se refiere entonces la expresión las mismas cosas? En 2:18 la invitación a regocijarse es parte de una exhortación general a la unidad y la firmeza en la fe (2:14–18). El sentido de 3:1b sería entonces que Pablo aclara que los próximos párrafos con sus advertencias contras los falsos misioneros tienen la misma intención pastoral que lo que ha escrito hasta ahora. Otros comentaristas creen que la expresión las mismas cosas se refiere a enseñanza que Pablo envió por medio de otra carta que desconocemos. El recurso didáctico que usa Pablo es un ataque a los falsos misioneros, pero también, por contraste, una clarificación de la verdadera fe cristiana y de las características de su propia militancia espiritual y su práctica misionera.
1.     Advertencia contra los falsos apóstoles, 3:2, 3
El lenguaje de estas advertencias es enérgico, y en un par de líneas ofrece un retrato de los falsos misioneros. Evidentemente se trata de rivales de Pablo diferentes a los que menciona en 1:15 y 17, donde se refiere a personas que predicaban a Cristo, pero cuya motivación era torcida. Aquí en cambio se trata de una obra insidiosa que atenta contra el meollo del evangelio. La repetición del verbo guardaos no significa que se trate de tres grupos diferentes de personas, sino que indica la seriedad de la advertencia. Las tres notas que ofrece el v. 2 identifican a las mismas personas, es decir los misioneros judaizantes que también habían hecho sus incursiones en Corinto (2 Cor. 11).
Joya bíblica
Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor (3:1).
En el original hay juegos de palabras que no son de fácil traducción, pero la clave es la tercera frase, los que mutilan el cuerpo, que claramente identifica a los judaizantes que insistían en la circuncisión como requisito para la salvación y la entrada en la iglesia. Pablo aceptaba la circuncisión como costumbre judía que era señal del pacto. No se oponía a que los judíos que habían llegado a creer en Cristo mantuvieran la costumbre de la circuncisión en sus familias. De hecho, el relato de Hechos acerca de su encuentro con Timoteo afirma que lo hizo circuncidar (Hech. 16:3), ya que aunque su madre era judía su padre era griego y no habían cumplido con ese requisito de la Ley. Lo que evidentemente enfurecía al Apóstol era la obra insidiosa de misioneros enviados por un sector de la iglesia de Jerusalén, que querían obligar a los creyentes gentiles de las iglesias que él iba fundando a que se circuncidasen también. Al hacerlo alegaban que el evangelio de Pablo era incompleto, y es evidente que también criticaban su conducta personal y sus métodos misioneros. De ahí que Pablo utilice el término katatomé 2699, que en el v. 2 se traduce como los que mutilan el cuerpo. La palabra para circuncisión es peritomé 4061, y como dice la nota de RVA, se trata de un juego de palabras.
El Apóstol no para mientes en usar también para los falsos misioneros el término perros, lo cual podría tener un sentido irónico. Los judíos más celosos se referían a los gentiles como "perros", en forma despreciativa, debido a que consideraban inmundos a dichos animales (Mat. 15:26; Apoc. 22:15). Sin duda que los judaizantes hacían gala de su limpieza, y aquí Pablo recurre a la ironía al aplicarles el término. Los filipenses son exhortados también a cuidarse de esos malos obreros. La palabra obreros traduce el griego ergátes 2040 , término que aparece también en 2 Corintios 11:13 con un adjetivo diferente: obreros fraudulentos, y que probablemente se refiere a los mismos rivales de Pablo. Se trata de personas que trabajan con gran celo y diligencia, pero en una obra destructora, porque están atentando contra lo fundamental del evangelio.
Es importante recordar que Pablo también usaba el término "circuncisión" como un sustantivo colectivo para referirse a los judíos, sin ninguna connotación negativa (Gál. 2:7–9). Yendo más allá, en el v. 3 pasa a describir lo que considera más importante, la auténtica circuncisión que agrada a Dios, en contraste con la mutilación que predicaban los malos obreros (comp. Rom. 2:25–29). La describe con tres notas que bosquejan lo esencial del mensaje paulino en general. Primero, servimos a Dios en espíritu, es decir no prestando atención a legalismos literalistas, una actitud que se preocupaba sólo de la letra muerta de la ley. Escribiendo a los corintios, Pablo contrasta dos tipos de servicio a Dios y afirma que el de los apóstoles es un ministerio no de la letra sino del Espíritu: Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica (2 Cor. 3:6). Segundo, nos gloriamos en Cristo Jesús, especialmente en el hecho de que la cruz de Cristo que es escándalo para los judíos es el único camino para acercarse a Dios (Gál. 6:14). Tercero, no confiamos en la carne, es decir no busca la salvación por medio de sus propias obras humanas, ni sirve a Dios tratando de acumular méritos para salvarse, temas que desarrolla en las epístola a los Gálatas y a los Romanos. En resumen, la verdadera circuncisión es aquella que Cristo obra (Col. 2:6–11) en el corazón del ser humano, en contraste con el mero ritual externo entendido en sentido legalista. Así pues, el antídoto contra la obra de los malos obreros es permanecer afirmados en lo esencial del evangelio, en una relación con Cristo acerca de la cual Pablo ofrece su testimonio personal.
2.     El misionero de Cristo: ejemplo de entrega, 3:4-9.
El Apóstol ahora refuerza su enseñanza acudiendo a su experiencia personal, de la cual deriva su comprensión del evangelio. Si de lo que se trata es de hazañas y marcas de prestigio desde el punto de vista puramente humano, él puede presentar un curriculum vitae impresionante, y salir ganando en la comparación: Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más, dice. Como para que los judaizantes lo supiesen, ya que ellos se preciaban mucho de su rancia estirpe judía (2 Cor. 11:22), Pablo pasa a hacer una lista de sus títulos dentro del judaísmo. Estos eran impecables desde el punto de vista nacionalista: del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos. No sólo tenía el orgullo de ser judío de nacimiento, sino también de pertenecer a la tribu de la cual había salido el rey Saúl, cuyo nombre había llevado hasta que lo cambió por el de Pablo. También tenía títulos desde el punto de vista religioso: venía de una familia devota y respetuosa de la ley, como indica circuncidado al octavo día, que también era una forma de afirmar que no era un gentil convertido. Por decisión propia se había hecho miembro del partido más celoso de la tradición hebrea, fariseo. Había dado muestras de rigor y celosa devoción a la causa judía, perseguidor de la iglesia, lit. "cazador" de herejes, término que usan Lucas y Pablo mismo para describir su grado de devoción a la causa (Hech. 9:4, 5; 22:4, 7, 8; 1 Cor. 15:9; Gál. 1:13 ss., 23) En lo relativo a la moral y obediencia a la ley, era irreprensible. Es importante recordar que aunque los cristianos tenemos a veces una impresión muy negativa de los fariseos, ya que ellos aparecen en los Evangelios como rivales y críticos intransigentes de Jesús, desde el punto de vista del cuidado y preservación de la Biblia habían cumplido un papel muy especial. Pablo no utiliza el término en forma negativa.
La visión del misionero
3:3–16
El misionero sabe que ha sido redimido en base a los méritos de Cristo en la cruz y que ningún logro humano puede proporcionarle las bendiciones espirituales que Dios en su gracia tiene reservadas. El misionero depende de la gracia y el poder de Dios para la tarea que tiene por delante: ...nos gloriamos en Cristo Jesús... no confiamos en la carne... (v. 3), ni en los recursos humanos en forma absoluta. El pasaje recalca:
1.     Las credenciales del misionero (vv. 4–6).
2.     El testimonio del misionero (vv.7–11).
3.     La meta del misionero (vv. 12–14).
4.     El desafío del misionero (vv. 15, 16).
La obra misionera es igual a una carrera de larga distancia. Requiere perseverancia, paciencia y, sobre todo, constancia. Pero el misionero sabe que sigue a un victorioso Jesús, que ya ganó la victoria y tiene el galardón preparado para los fieles.
Si bien era importante para Pablo establecer sus credenciales judías frente a los misioneros judaizantes, la verdadera intención de esa lista de credenciales era mostrar que para él la fe en Cristo había obrado un cambio radical de perspectiva. Por eso hay que notar la fuerza que tiene en este punto la conjunción adversativa pero. Ella introduce una apasionada profesión de fe en Cristo que lo ha llevado a considerar como de poco o ningún valor toda la grandeza humana que caracterizaba su vida anterior. Esta es una de las descripciones más claras y radicales de Pablo acerca de la revolución espiritual que le trajo su encuentro con Cristo. Nada en el libro de Hechos o en los escritos de Pablo indica que éste haya conocido a Jesús durante su ministerio terrenal. El encuentro del camino de Damasco fue sin duda una experiencia del Jesús resucitado, acerca de la cual no se entra en algunos detalles, aunque se narra tres veces (Hech. 9:1–19; 22:6–16; 26:12–18). Eso sí, tanto el tono de los relatos de Hechos como otras referencias de Pablo a esa experiencia (Gál. 1:14–16) destacan su carácter definitorio. Para describir el contraste Pablo utiliza aquí la idea de ganancia y pérdida, como si al poner en una balanza todo lo que fue en el mundo judío, su nueva experiencia sobrepasaría con creces todo ese peso.
En tiempos recientes, los estudiosos han redescubierto la importancia de conocer el trasfondo judío del Apóstol y la herencia judía que incorporó a su comprensión de la fe cristiana. Es importante recordar que para comprender a la propia persona de Cristo, Pablo usa la luz del AT. Además, cuando escribe acerca de su experiencia, más que como la conversión de una religión a otra Pablo la presenta como el haber descubierto asombrado que el Dios en quien siempre había creído se había manifestado en Cristo, y lo llamaba ahora para una nueva tarea: la evangelización de los gentiles (Gál. 1:13–17). Al mismo tiempo los estudiosos están unánimes en reconocer que el punto de partida y la clave de la teología de Pablo es nada menos que su encuentro con Cristo y el cambio radical que se operó en su vida. Los ojos le fueron abiertos para poder ver que aquél a quien él perseguía era el Hijo de Dios que había muerto por él. A partir de ese punto todo el celo que había puesto Pablo en llegar a ser un verdadero judío irreprochable cambió de dirección, se volvió repuesta gozosa al amor y la gracia de Dios.
El razonamiento de este párrafo (vv. 7–9) culmina en unas líneas (v. 9) en las cuales Pablo articula con toda claridad la doctrina de la justificación tal como la entiende en su propia actitud y en su propia vida: sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe. Ese es precisamente el meollo del contraste entre Pablo y los falsos misioneros a los que está criticando. Con su insistencia en las marcas exteriores de una religiosidad legalista los falsos misioneros predicaban un evangelio de justicia por medio de las obras humanas. Pablo había descartado ese camino de justificación (comp. Gál. 2:16). El enunciado teológico de este v. 9 va precedido de una declaración apasionada de su entrega a Cristo: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Esa entrega y ese entusiasmo por Cristo no se reducen a una explosión de sentimentalismo, porque como resultado de su fe Pablo ha tenido que renunciar a toda grandeza humana y adoptar un estilo de vida peligroso y heroico. Ha habido un costo, pero en el tono y estilo de este pá-rrafo no hay nada de queja, sino más bien un sentido de privilegio. Esa es la fuerza de la imagen que usa, aunque las traducciones modernas suavizan la fuerza del contraste paulino, quizá por cuestión de buen gusto. La expresión lo tengo por basura puede traducirse lit. "lo considero como estiércol".
Joya bíblica
Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor (3:8).
Conocer a Cristo Jesús mi Señor se ha vuelto el principio que guía la vida de Pablo. Para él conocer es más que una actividad intelectual, es decir es más que agregar nuevas ideas acerca de Cristo al almacén de su memoria. Conocer ha empezado por entregarse a Cristo, arriesgando todo en ese acto de fe. En el camino a Damasco, Pablo descubrió que al perseguir a la iglesia, a quienes creían en Jesús, había estado persiguiendo al mismo Jesús (Hech. 9:5, 6, 17). Al pasar a ser él mismo parte de esa comunidad perseguida pudo conocer a Jesús, y por eso insiste en la pertenencia mutua que caracteriza a la iglesia, y en la participación común en las mismas ideas y en las mismas tareas. El misionero y teólogo Juan A. Mackay decía que a Jesús no se le puede conocer desde el balcón de la admiración o la curiosidad intelectual, sino desde el camino, cuando se le sigue: "No puede haber conocimiento verdadero de las cosas últimas, es decir de Dios y del hombre, del deber y el destino, que no haya nacido de un serio interés y se haya perfeccionado en una entrega y adhesión; lo cual equivale a decir que la verdad religiosa se obtiene solamente en el Camino" (J. A. Mackay, Prefacio a la teología cristiana).
Además, conocer es entregarse a Cristo como Señor, es decir tomar en serio sus mandamientos y su ejemplo. Ese ha sido el razonamiento que Pablo dirigió a los filipenses en 2:1–4. Si es que hay una relación con Cristo, debe haber un estilo de vida correspondiente. Hemos visto que ello afecta no sólo el pensar sino también el sentir y la voluntad. Lo que ahora está argumentando el Apóstol es que la realidad de su propia vida se caracteriza por esa entrega total. Ello significa una renuncia a cualquier pretensión de agradar a Dios por medio de prácticas religiosas o por el recurso a los propios méritos y privilegios, aparte de la fe en la obra de Cristo. Significa también una gozosa aceptación del medio provisto por Dios mismo para la salvación, la justicia que proviene de Dios por la fe.
3.     El misionero de Cristo: ejemplo de crecimiento, 3:10-16
Toda esta epístola es un llamado a avanzar y crecer en la vida cristiana. En esta sección, Pablo expresa su actitud fundamental de discípulo inquieto, quizá mayor en años pero siempre joven en su anhelo de subir a nuevas alturas. Habiendo dado cuenta de la riqueza que ha encontrado en Cristo, que vale más que toda su propia grandeza humana anterior, ahora pasa a aclarar que todavía tiene mucho camino que recorrer: no ha llegado a la perfección. El vocabulario del v. 15, los que hemos alcanzado la madurez, traduce el griego teléiosis 5050, que era usado por los partidarios del gnosticismo, una herejía que se estaba infiltrando en las iglesias del NT. Los gnósticos afirmaban tener un conocimiento especial (gnosis) de las cosas divinas y pretendían haber alcanzado un alto grado de superioridad espiritual: se gloriaban de "ser perfectos". También despreciaban la realidad material y negaban una resurrección futura transfiriéndolo todo a la experiencia presente. Por ello, a veces junto a su proclamada superioridad espiritual se daba un cierto libertinaje moral. Frente a ese perfeccionismo gnóstico, Pablo coloca en contraste su actitud humilde y realista, la de una verdadera madurez cristiana. Es importante ver aquí la íntima relación entre la cristología de Pablo y su espiritualidad. Un aspecto de esa espiritualidad es la contemplación y la unión con Cristo. Así como el himno en 2:6–11 destacaba la humillación de Jesús y luego su glorificación, en este pasaje la espiritualidad de Pablo se expresa con referencia a los mismos términos.
Semillero homilético
Metas superiores del cristiano
3:9–11
Introducción: La vida se mueve en base a motivaciones. Impulsos que dominan la vida y la proyectan hacia aspiraciones altas. Cada cristiano debe de fijarse estas metas superiores en su relación personal con Cristo.
I.     La meta de un conocimiento mayor de Cristo: Anhelo conocerle a él... (v. 10).
     No una relación nominal ni trivial, un conocimiento experimental, personal y profundo.
1.     El conocimiento mayor viene por la Biblia.
2.     El conocimiento mayor viene por la oración.
II.     La meta de una identificación mayor a Cristo: Y ser hallado en él... (v. 9).
     Una relación que le lleve a fundir su personalidad, su voluntad y sus sentimientos en Cristo Jesús.
1.     La identificación mayor viene de una entrega total.
2.     La identificación mayor viene de una comunión profunda.
III.     La meta de un poder mayor en Cristo: ... y el poder de su resurrección... (v. 10).
     Vivir en el poder que levantó a Cristo de los muertos.
1.     Mayor poder sobre Satanás.
2.     Mayor poder sobre el pecado.
3.     Mayor poder sobre la muerte.
Conclusión: No conformarse con haber sido salvado y justificado por Cristo. El cristiano debe anhelar algo mejor: un conocimiento experimental de Cristo en la vida. Una identificación mayor con él en el andar diario. Desear experimentar su poder, el que le levantó de los muertos y vivir para Cristo. Hay galardón. ¡Vamos detrás de él!

Su anhelo es conocer más a Cristo, no sólo el poder de su resurrección, sino también de participar en sus padecimientos y ser semejante a él en su muerte. Tanto la referencia a la resurrección de Jesús como la semejanza a él en su muerte podrían vincular el hilo de este razonamiento con la forma y fórmula del bautismo (Rom. 6:1 ss.). Muerte y resurrección son operativas ahora en la vida del creyente. La nota de RVA aclara el sentido lit. de semejante a él en su muerte como "ser amoldado juntamente con él en su muerte", imagen más rica y activa, aunque requiera un rodeo lingüístico. Aquí el lenguaje paulino tiene algo del tono contemplativo de los Salmos y del anhelo de unión con Dios que caracteriza a esos grandes hombres y mujeres de Dios a quienes suele llamarse místicos. Esa unión incluye la participación (koinonía 2842) en los padecimientos. Ya en 1:29 se ha referido al privilegio de sufrir por Cristo y con Cristo, como parte del discipulado. Pablo ve sus propias peripecias por la causa del evangelio como una participación en lo que sufre Cristo mismo, el gran actor de la misión (Rom. 15:18).
La referencia a la resurrección en el v. 11 la toma en un sentido diferente a la resurrección de Cristo en el v. 10, donde se refiere al pasado y al presente. Aquí la referencia es al futuro, a un evento que Pablo ve venir y en el cual espera poder encontrarse: la resurrección de los muertos, o mejor aun "de entre los muertos". En otras partes de esta epístola Pablo hace afirmaciones respecto al futuro y su esperanza, como por ejemplo en 1:23 y en 2:16. Lo que Pablo no nos ofrece, ni parecía interesarle, es una sistematización de todos estos datos en lo que podríamos llamar una escatología paulina.
Prosigo
3:12
Cuando Pablo se encontró cara a cara con Cristo, en el camino a Damasco (Hech. 9:1–6; 26:16–18), y se convirtió, él comprendió que allí él fue alcanzado por Dios. Cada cristiano lo es por iniciativa de Dios, quien lo busca, lo alcanza, le da la mano, lo salva y, finalmente, lo guía en su perfeccionamiento. Como ocurre con cada uno de nosotros. Pablo comprendió que desde su infancia, desde lejos, Dios ha estado rodeando sus sendas y caminos, a través de muchas y definidas experiencias. El reconoció que aquel día tan memorable de su contacto personal con el Señor, el amor de Dios en la persona de Cristo lo había aprehendido, lo había apresado, lo había alcanzado. Ahora dice prosigo con perseverancia y tesón hacia la meta, a ver si alcanzo aquello para lo cual fui alcanzado... Cuando Dios nos alcanza y nos acerca a él, nos va modelando a la medida de aquello en lo cual él desea usarnos. A veces vemos claramente el objetivo, la meta que Dios tiene para nosotros y eso nos alienta a proseguir y alcanzar aquello para lo cual fuimos alcanzados (Ef. 2:10). Aunque 25 años habían pasado desde aquel "encuentro" y aunque había recorrido el mundo conocido con el evangelio, había plantado iglesias, escrito epístolas y formado líderes; y aunque su vida está acercándose a su fin, él no cree que ha alcanzado lo que le corresponde en aquel lapso y, por eso, prosigue.
En la vida cristiana y de servicio habrá victorias, habrá fracasos, habrá alegrías y habrá tristezas. Nunca olvidemos que lo mejor está más adelante. Hemos de proseguir puestos los ojos en Jesús, y obsesionados con alcanzar la madurez de la vida cristiana.

Otro aspecto de la espiritualidad es el de una santidad activa como la expresa ahora el párrafo que sigue y que refleja la vocación cristiana más profunda de Pablo, utilizando la figura del atleta en el estadio. Primero, no se trata de un esfuerzo por ganar la salvación, sino de una respuesta a la iniciativa divina a ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado (v. 12), lit. "a ver si llego a agarrar como he sido agarrado". Esto tiene un hermoso paralelo en 1 Corintios 13:12: entonces conoceré plenamente, así como fui conocido, y está claramente en la misma línea del v. 9 que insiste en la justicia que viene de Dios y que no es hazaña humana. Segundo, no hay triunfalismo sino un reconocimiento de imperfección e inacabamiento: No quiero decir que ya lo haya alcanzado, ni que haya llegado a la perfección. Creerse perfecto sería una falsa pretensión que el Apóstol insiste en evitar (v. 13a). Tercero, aunque no hay triunfalismo tampoco hay pasividad. Nótese los verbos activos: prosigo (v. 12), una cosa hago (v. 13 b), prosigo a la meta (v. 14), y también el sentido profundo de dedicación: olvidando y extendiéndome (13b). Cuarto, así como la actividad disciplinada y dedicada del atleta va en pos de la meta para alcanzar los laureles olímpicos, el premio que quiere recibir Pablo en su carrera es la culminación de lo que llama el supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Se trata de un llamamiento que es iniciativa divina, lit. como dice la nota de RVA, viene "desde arriba".
El hilo del discurso termina ahora (vv. 15, 16) con una frase que tiene la intención de resumir todo lo anterior y a la luz de ello exhortar a los lectores a mantenerse firmes en la postura alcanzada. Está aquello que se ha logrado, la madurez, que consiste en una espiritualidad realista y activa. Tomando el término que usaban los perfeccionistas Pablo le infunde nuevo contenido, e invita a los filipenses a que como señal de su madurez, compartan también la santa inquietud de la cual él mismo es un vivo ejemplo. El quisiera ver a los filipenses unidos en este nivel de vida espiritual, y los exhorta a estar abiertos a lo que Dios pueda seguirles enseñando.
4.     Imitación del ejemplo en esperanza, 3:17-4:1
Luego de haber descrito su propia experiencia descubriendo las honduras más íntimas de su intención espiritual, Pablo se propone a sí mismo como ejemplo que los filipenses deben imitar. Todo pastor consciente sabe que sus propias acciones y actitudes se vuelven tarde o temprano un ejemplo que la iglesia sigue. La única forma de crecer y avanzar en la vida espiritual es mediante la enseñanza bíblica sólida que va ilustrada con las vidas de personas que se constituyen en ejemplos, lecciones vivientes. El buen líder es el que puede decir "hagan como yo hago". En el ministerio de Jesús encontramos la misma actitud que claramente señala al propio ejemplo (Juan 13:15).
Después de esta referencia de Pablo a sí mismo y como mostrando un abierto contraste, pasa a describir a algunas personas que constituían un pésimo ejemplo, y respecto a las cuales formula una firme advertencia, con profunda tristeza lo digo llorando. La descripción es contundente en sus cuatro elementos. Son enemigos de la cruz de Cristo, es decir tienen un tipo de conducta o mensaje que atenta contra uno de los elementos centrales del evangelio. Es la misma acusación que Pablo lanza contra los judaizantes en Gálatas 5:10–12 y 6:12, y contra los falsos misioneros en el v. 2. El fin de ellos será la perdición, pensando posiblemente en el juicio de Cristo al cual ha hecho referencia antes (2:16) y hará referencia en el versículo siguiente. Las frases siguientes se refieren de diferentes maneras al materialismo crudo de los gnósticos libertinos, su dios es su estómago. Estómago puede ser sustituído por "apetitos", ya que el griego koilía 2836 puede traducirse así y no se refiere únicamente a la gula (Dios Habla Hoy aquí y en Rom. 16:18). Su gloria se halla en su vergüenza parece referirse al libertinaje que hacía gala de libertad como en 1 Corintios 5:2, pero que para el Apóstol era vergonzoso. Esto lo complementa bien la referencia a la obsesión con el placer, ganancia o gloria que parecía ser el móvil de estas personas: piensan solamente en lo terrenal.
¿Son los muchos que andan por ahí (v. 18) los mismos misioneros judaizantes a quienes Pablo atacaba en el v. 2? Algunas de las características señaladas aquí, como p. ej. el desprecio a la cruz de Cristo, coinciden con lo que caracterizaba a los misioneros judaizantes. Pero la tendencia gnóstica era diferente a la judaizante, si bien algunas notas que destaca Pablo en su enseñanza tiene respuestas pertinentes para ambas. Las advertencias paulinas tienen resonancia y vigencia hasta nuestra época. Recordemos, p. ej., que el consumismo que es posible para ciertos sectores sociales en América Latina, explica por qué las ideas de cruz y sacrificio son tan difíciles de aceptar en ciertos sectores. En esas circunstancias, muchos prefieren una teología de la prosperidad en la cual no hay interés en el sufrimiento, una teología de gloria sin cruz. O podemos pensar en aquellos cristianos latinoamericanos que se consideran socialmente radicales y que quieren cambiar el mundo, pero que han abandonado la castidad, la vida disciplinada, la fidelidad matrimonial, porque son "virtudes burguesas". En nuestra práctica pastoral nos ha tocado tratar, por ejemplo, con personas que se glorían de su vida promiscua y desordenada como si fuesen marca de superioridad intelectual y de libertad espiritual.
En contraste con el materialismo de los malos ejemplos que los filipenses deben evitar, Pablo describe su actitud como la conciencia de tener una lealtad final a Jesucristo. Aquí usa la palabra políteuma 4175, ciudadanía, a cuya raíz hicimos referencia ya en 1:27, pero ahora le da un nuevo significado al unirla a los cielos. Los filipenses que se sentían tan orgullosos de pertenecer a una colonia romana privilegiada, cuyos títulos de ciudadanía se guardaban en la misma Roma, son invitados a pensar en otra patria, la celestial, con el mismo sentido de privilegio y lealtad. Como filipenses ellos eran una colonia, una presencia de Roma en Filipos. Así los creyentes han de ser una presencia de la ciudad celestial en medio mismo de la ciudad terrena. Recordemos que esta vida como ciudadanos del cielo no significa el retiro del mundo, o el desprecio del cuerpo y la vida material, como si no fuésemos también ciudadanos de una ciudad terrena (1:27).
La ciudadanía celestial tiene una nota de firme esperanza y expectativa: esperamos ardientemente. La esperanza finalmente también se centra en Jesucristo, a quien Pablo se refiere como Salvador, y también como Señor. En los escritos paulinos, la obra salvadora de Jesús no se puede separar de su señorío, y para el creyente la seguridad de la salvación va unida a una vida de obediencia al Señor y sus mandamientos. La escatología y la ética siempre van de la mano. En consonancia con la espiritualidad activa que Pablo ha venido describiendo y poniendo como ejemplo, expresa ahora su esperanza de una glorificación final con Jesucristo. La cristología de humillación y exaltación de 2:6–11 reaparece ahora como el modelo de lo que Pablo espera que llegue a ser su propia experiencia. Al alcance cósmico del señorío de Jesucristo que puede sujetar también a sí mismo todas las cosas se une el poder transformador que puede transfigurar nuestro cuerpo humano, según la operación de su poder. La transformación de nuestro cuerpo humano, en el cual hay tantas limitaciones humillantes, es una enseñanza paulina que se desarrolla con más amplitud en 1 Corintios 15. Esta era una convicción fundamental del Apóstol, y es un punto crucial de la diferencia entre la inmortalidad del alma en la que creían algunos filósofos griegos y la resurrección de los muertos que es la enseñanza del NT. De la esperanza en la resurrección se nutre la actitud que también toma en serio las realidades terrenas: lo social, lo económico, lo político, lo ecológico.
Ahora la exhortación culmina y se resume, así que, significa "en consecuencia", es decir en vista de todo lo que acaba de afirmar. Luego usa el apelativo cargado de afecto hacia ellos, amados y queridos. Este segundo término significa lit. "añorados" y su raíz griega es la que así se tradujo en 1:8. La razón del afecto y la añoranza se especifica: es que los filipenses significan mucho para Pablo, son su gozo, sus amigos cuyo recuerdo lo llena de alegría; y también son su corona, la prueba de que sus trabajos apostólicos no han sido en vano. Con ese vocabulario cargado de afecto Pablo ha preparado el camino a fin de dar el consejo culminante: estad firmes en el Señor.

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