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sábado, 14 de enero de 2017

Estaban todos unánimes juntos...fueron todos llenos del Espíritu Santo

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Una gran sorpresa

La venida del Espíritu Santo
HECHOS 2.1-13
1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Pentecostés y el discurso de Pedro, 2:1-41
Según el relato, el acontecimiento que se narra no tiene sentido más que cuando se lo sitúa en el contexto de pensamiento de quienes lo viven. Está claro en lo que se refiere a las citas de Joel (2:17–21), del Salmo 16 (2:25–28), del Salmo 110 (2:34, 35) y de Isaías 57:19 (2:39); pero también, de manera menos palpable, en la alusión a la fiesta judía de Pentecostés (2:1) y a las tradiciones judías sobre el significado de esa ocasión.

(1)  Pentecostés, 2:1–13.
Puede ser útil precisar el significado de Pentecostés en el primer siglo. Había tres grandes festivales judíos a los cuales todo varón judío que viviera dentro de un radio de 30 km. de Jerusalén estaba obligado legalmente a asistir: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos. El término griego pentekosté 4005 significa “cincuenta”. En el calendario judío designa la fiesta que se celebraba cincuenta días después de la Pascua (otro nombre para Pentecostés era Fiesta de las Semanas; se llamaba así porque eran cincuenta días, que equivale a una semana de semanas). En su origen fue una fiesta agrícola para celebrar la recolección de trigo, y en ella se ofrecían los primeros panes de la nueva cosecha (ver Exo. 23:16). Pero, a principios del cautiverio en Babilonia, en el siglo V. a. de J.C., cambió la celebración de un acontecimiento agrícola que tenía lugar todos los años y pasó a ser la celebración de un acontecimiento único y central, es decir, el pacto del Sinaí. Una tradición rabínica añadió al significado de Pentecostés la conmemoración de la promulgación de la ley en Sinaí. En el siglo III a. de J.C., parece ser que a esta fiesta de Pentecostés correspondía la celebración de una renovación del pacto (2 Crón. 15:10–15). En todo caso, parece cierto que en la época de Cristo esta fiesta conmemoraba la entrega de la ley de Dios por medio de Moisés. La celebración de esta alianza permitía renovarla.
En este acontecimiento se encuentra la misma relación entre Pascua y Pentecostés que se ve en el pensamiento judío durante su historia. Israel ha sido salvado de Egipto y del mar (Exo. 14–15; comp. 1 Cor. 10:1–4) para entrar en pacto con Dios en el Sinaí (Exo. 19). Debido a estos dos eventos, Israel se sentía constituido como pueblo, por haber sido salvado de las fuerzas de la destrucción y de la muerte y establecido en la existencia de las naciones por medio del encuentro con Dios y su palabra. La salvación y el establecimiento son elementos básicos en la creación del pueblo de Dios en el AT. Israel contemplaba su liberación como el principio de su creación. En el libro de Exodo el nacimiento de un pueblo coincide con su liberación de la esclavitud de Egipto. Y luego la liberación de Babilonia fue contada en un nuevo éxodo (o un éxodo renovado).

Es probable que el hecho de Pentecostés en Los Hechos haya sido coloreado en su presentación literaria con el trasfondo de las teofanías del Sinaí y quizá también con la confusión de lenguas en Babel. Eso fue así a fin de hacer resaltar más claramente dos ideas fundamentales que dirigirán la trama de todo el libro de Los Hechos, a saber: la presencia divina en la iglesia, representada por el Espíritu Santo (2:1–4) y la universalidad de esta iglesia, representada ya en germen en esa larga lista de pueblos enumerados (2:5–11). El trasfondo del AT se dejaría traslucir sobre todo en las expresiones que se encuentran en este pasaje. En el relato de la escena del Sinaí el libro de Exodo dice: Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y el monte que humeaba. Al ver esto, ellos temblaron y se mantuvieron a distancia (Exo. 20:18). Los rabinos decían que la voz de Dios, al promulgar la ley en el Sinaí en medio de truenos y relámpagos (ruido y fuego), se dividió en 70 lenguas, número de pueblos que según la creencia judía existían entonces a raíz de la dispersión de Babel, y resonó hasta comprender a todas las naciones. Es sabido que los judíos pensaban, según Génesis 10, que había 70 naciones en el mundo.

En este sentido, concluyen algunos que así como la ley mosaica fue dada el día de Pentecostés, así la ley nueva, que consiste primariamente en la gracia del Espíritu Santo y que ha de substituir la ley antigua, debía ser proclamada en ese mismo día. Algunos comentaristas opinan que el milagro de las lenguas (2:4) era como un dar la vuelta al influjo destructivo de Babel, que separó a los pueblos por la diversidad de lenguas. A la fiesta de Pentecostés acudía tal vez tanta o más gente que a la Pascua. Esto explica la cantidad de países mencionados en este capítulo, porque nunca había en Jerusalén una multitud más internacional que en ese momento.

Es posible que Lucas, ahora escribiendo después de una reflexión sobre los primeros treinta años de vida del movimiento cristiano primitivo (e inspirado por el Espíritu Santo), comenzó con la fiesta de Pentecostés y de esta manera trató de hacer resaltar algunas de las mismas ideas judías. Pero ya Lucas está interpretando la revelación del AT a la luz de la revelación superior, la de la encarnación de Dios en Jesucristo (Mat. 5:21–37; Hech. 6:8–14; 7:51–53; Heb. 1:1–4). ¿No dijo Jesús: No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir (Mat. 5:17)? ¿Y no escribió Pablo: En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu, a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio (Ef. 3:5, 6)?

Pero haya o no trasfondo de narraciones del AT en su presentación literaria, no hay motivo alguno para dudar la historicidad del hecho. Vamos a ver cuales son las afirmaciones fundamentales de Lucas.

Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios. Pentecostés como es narrado aquí por Lucas forma un escenario de enorme trascendencia en la historia de la iglesia. A ello, como a algo extraordinario, se refería Jesucristo cuando, poco antes de la ascensión, avisaba a los discípulos de que no se ausentasen de Jerusalén hasta que llegara este día. Es ahora precisamente cuando puede decirse que se renueva el pueblo de Dios y va a comenzar la historia del establecimiento del movimiento cristiano. Pues es ahora cuando el Espíritu Santo desciende visiblemente sobre él para darle la vida y ponerlo en movimiento. Los discípulos, antes tímidos (Mat. 26:56; Juan 20:19), se transforman en valientes difusores de la doctrina de Cristo (2:14; 4:13, 19; 5:29). Para Lucas esta presencia de Dios en poder (Luc. 24:49) en la comunidad cristiana es un momento crucial en la vida de la comunidad, porque refleja su lugar de importancia entre los eventos más importantes en la historia sagrada.

La venida del Espíritu Santo en Pentecostés. La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4: Todos fueron llenos del Espíritu Santo. Todo lo demás, de que se habla antes o después, no son sino manifestaciones exteriores para hacer visible esa gran verdad. A eso tiende el ruido como de un viento violento que se oye en toda la casa (v. 2). Era como un primer toque de atención. A ese fenómeno acústico sigue otro fenómeno de naturaleza física: unas llamitas en forma de lenguas como de fuego que se reparten y van posándose sobre los reunidos (v. 3). Los dos fenómenos pretenden lo mismo: llamar la atención de los reunidos de que algo extraordinario está sucediendo. Y notamos que tanto el viento como el fuego eran los elementos que solían acompañar las manifestaciones de Dios en el AT (Exo. 3:2; 24:17; 2 Sam. 5:24; Eze. 1:13) y por eso es que los discípulos pensaron que se hallaban ante una epifanía, la prometida por Jesús pocos días antes, al anunciarles que serían bautizados en el Espíritu Santo.

Esta venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4; 15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).

Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo. Por ejemplo, en la historia de Felipe y el eunuco hay un intercambio entre Un ángel del Señor (8:26) que envió a Felipe por el camino de Jerusalén a Gaza y el Espíritu que dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro” (8:29). Aparentemente fue el mismo Espíritu (el Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después del bautismo del eunuco (8:39). En la conversión de Pablo fue Jesús quien habló directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo (9:17).

La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo (Luc. 1:41, 67). El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios para todos los pueblos (Luc. 2:51 s.). El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los discípulos quienes lo estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe entender como la primera venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que los discípulos (como personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da testimonio a la actividad del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la actividad del Espíritu se presenta como estando relacionada con los eventos del AT en la vida y el ministerio de Jesucristo (como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al mundo que él creó sin su presencia santa (el Espíritu Santo).

La gran liberación del poder en el día de Pentecostés en ninguna manera debe ser minimizada, pero es evidente que ello no sobresalió tan distintivamente durante el primer siglo como para algunos grupos cristianos de hoy día. Este día no se menciona en ningún escrito de los existentes del primer siglo fuera del cap. 2 de Los Hechos. Era el día de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección de Jesús no hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los Hechos otros acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Cuando el evangelio alcanzó a Cornelio (cap. 10) y algunos seguidores de Juan el Bautista (cap. 19), también había efusiones semejantes a aquella en Jerusalén. Estas etapas mayores del progreso en la expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron autenticados por el Espíritu Santo con manifestaciones vigorosas.

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés. Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser personas relacionadas con otras personas en la comunidad.

Cuando Adán perdió el rumbo de su verdadero destino, dándose a la falacia de la autosuficiencia, Dios se dio a la creación de un pueblo verdadero para sí. El llamado de Abraham, Isaac y Jacob tenía en vista la creación de un pueblo que fuera su posesión. Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. El mismo remanente se mostró como carente de fijeza y finalmente llegó a la concreción de una persona, el verdadero Hijo del Hombre, el verdadero siervo de Dios, Cristo Jesús. Pero, paradójicamente, él vino como una persona individual y como un cuerpo. En él fue creado un nuevo hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 6:16; Rom. 9:6), la simiente de Abraham (Gál. 3:29); una raza elegida, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).

El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. La iglesia en el NT es una nueva creación, pero en cierto sentido es el Israel reconstituido. Abraham, Isaac y Jacob se sentarán junto con Pedro, Santiago y Juan, así como las gentes del oriente y del occidente (Mat. 8:11). Este verdadero Israel es la iglesia, la ekklesía 1577 de Dios.

Llenos del Espíritu Santo. Ya que el significado de lo que quiere decir ser “lleno del Espíritu Santo” o “la plenitud del Espíritu Santo” es un problema candente entre los cristianos interesados en la vida espiritual, vamos a examinarlo un poco más a fondo. Vale la pena mencionar que no hay que confundir la presencia del Espíritu Santo con las señales exteriores. La venida del Espíritu fue acompañada por un sonido semejante al de un movimiento violento de viento. Los exégetas tempranos reconocían que Lucas no estaba describiendo el sonido del viento sino algo semejante a una ráfaga de un viento poderoso. Ni tampoco dice Lucas que lenguas de fuego aparecieron a los discípulos sino que les aparecieron lenguas como o similares al fuego. Estas señas perceptibles y visibles fueron solamente un fenómeno pasajero; la presencia y el poder del Espíritu Santo eran la realidad permanente e importante.

La creencia en la presencia del Espíritu se basaba sobre una experiencia. No era una mera doctrina que los discípulos buscaban perpetuar; más bien era una experiencia personal que no podían dejar de proclamar. Se encontraron a sí mismos conscientes de una Presencia, diciendo y haciendo cosas que les ocurrían a ellos y a otros debido a un poder irresistible que les mandó hacer o decir cosas que nunca habían contemplado previamente.

La frase “plenitud del Espíritu” es una forma de expresar una verdad que, a través del NT, se expresa también de otras maneras. Describimos el mismo fenómeno cuando hablamos de ser bautizados en o con el Espíritu Santo, la venida del Espíritu Santo en o sobre alguien, la vida cristiana victoriosa, el señorío de Cristo y el ser crucificado con Cristo y resucitado con él. La frase que utilizamos para expresar la vida ideal depende de nuestro punto de vista. Vista en su relación con el pecado, la tentación y la preocupación, la vida cristiana es la vida cristiana victoriosa. Vista en su relación con Cristo, es el señorío de Cristo. Vista en su relación con el Espíritu Santo, es la plenitud del Espíritu. Un autor opina que el ser lleno del Espíritu es o debe ser “la vida cristiana normal”.

En el día de Pentecostés todos los discípulos que estaban presentes fueron llenos del Espíritu Santo (v. 4). Pero esta misma expresión describe también a Juan el Bautista, Elisabet, Zacarías, Esteban y Bernabé. Antes y después de Pentecostés, el pueblo de Dios fue lleno del Espíritu Santo. Esta plenitud sí era pentecostal, pero también prepentecostal y postpentecostal. En el NT se nos dice específicamente cómo esta plenitud del Espíritu Santo afectaba las vidas y el ministerio de aquellos que fueron así llenados.

Juan el Bautista fue lleno con el Espíritu Santo y predicó. No predicó en sonidos extáticos consistiendo en pronunciaciones ininteligibles, sino en lenguaje tan sencillo que todo el mundo podía entender. Zacarías fue lleno del Espíritu Santo y profetizó… (Luc. 1:67). Lucas nos presenta el contenido de su profecía. Era proclamación inspirada, predicación inteligible. Zacarías no estuvo presente el día de Pentecostés. Era un sacerdote judío que oficiaba en el templo judío. Fue lleno con el Espíritu Santo antes de Pentecostés, antes del nacimiento de Jesús y antes del nacimiento de Juan el Bautista. Fue lleno del Espíritu Santo y así fue habilitado para adorar a Dios, vivir en santidad y rectitud y predicar las buenas nuevas de redención. Esteban fue un hombre lleno… del Espíritu Santo (Hech. 6:5). La primera cosa que aprendemos de Esteban es que era uno de los siete escogidos para atender las necesidades materiales de los pobres. Más tarde notamos que él predicó, no en expresiones ininteligibles de lenguas extrañas, sino en palabras simples y comprensibles. Bernabé es otro hombre de quien leemos que era lleno del Espíritu Santo (Hech. 11:24). La primera cosa que conocemos de Bernabé es que vendió un campo y entregó la cantidad total a la iglesia para el bienestar de los pobres (Hech. 4:37). Esto es la espiritualidad verdadera. Esto es un fruto de un hombre lleno del Espíritu. Ser lleno del Espíritu Santo no significa que Bernabé era sin pecado o que era un hombre perfecto. El falló en Antioquía, junto con Pedro, cuando se retraía de comer en la misma mesa con los hermanos incircuncisos (Gál. 2:11–14). Ser lleno del Espíritu Santo no hizo a Bernabé un hombre perfecto y sin pecado. Ni, que sepamos, habló en lenguas; pero sí el Espíritu Santo lo hizo un hombre bueno en hecho y en palabra.

Ser lleno del Espíritu Santo no es un privilegio restringido o exclusivo de unos cuantos favorecidos. No era una segunda bendición, reservada para el Pentecostés o para algunos selectos en cualquier época o para quienes se consideran pertenecientes a una genealogía pentecostal. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo una vida sin pecado. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo necesariamente lenguas ininteligibles y un orgullo personal sobre una excelencia o superioridad espiritual asumida.

¿Cuáles, pues, son las señales verdaderas de la plenitud del Espíritu Santo? Un estudio del libro de Los Hechos sugiere, por lo menos, algunas de las siguientes indicaciones de que uno está lleno del Espíritu: manifestar el carácter de Cristo, llevar una vida de testimonio, estar bajo la dirección del Señor, ejercer eficientemente los dones del Espíritu, espontaneidad en la vida y una conciencia de la presencia de lo divino. Los que estaban llenos del Espíritu Santo se dieron a sí mismos en servicio humilde y en sacrificio: el evangelio para los perdidos, comida para los hambrientos, apoyo para los oprimidos (Luc. 4:18, 19).

Hablar en lenguas. El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los Hechos y 1 Corintios. En cuanto a Marcos 16:17, no se encuentra en los manuscritos más viejos y dignos de confianza y se cree que fue añadido más tarde durante la transmisión del texto. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los caps. 12–14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto que no es semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en el NT para lenguas desconocidas.

Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. No sabemos realmente qué sucedió en Pentecostés. Lo cierto es que los discípulos tuvieron la experiencia de que el poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca antes. Debemos recordar que Lucas no fue testigo ocular de esta parte de Hechos y que probablemente estaba transmitiendo una historia que había escuchado en su investigación (Luc. 1:1–4). Si fuera que Lucas empleara fuentes extrabíblicas o no, el cap. 2 pertenece a Los Hechos como nos ha llegado y es apropiado procurar comprenderlo como está en el texto. En Hechos 2 el don de lenguas se ve como un milagro de cierta clase, fuera del hablar, o del oír o de ambos. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lo que los asombró era que cada uno podía entender en el lenguaje o dialecto de su nacimiento (v. 8). Lucas da énfasis al hecho del entendimiento sin explicar cómo fue posible. Explicarlo sobre bases de acuerdo con la historia natural, por ejemplo, que se hablaban varios lenguajes conocidos (como si no fuera un milagro), no parece ser el propósito de Lucas. La sorpresa de la gente no ocurrió porque encontró en uso varios lenguajes, en vista que era una experiencia común en aquel entonces como hoy en día en el Medio Oriente. Lucas indica que era el don del Espíritu Santo y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la comprensión en esta ocasión.

Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a hablar en distintas lenguas… les daba que hablasen (v. 4). Pedro rechazó la acusación infundada de embriaguez e identificó la experiencia como el cumplimiento de la promesa que se encuentra en el profeta Joel, quien predijo la efusión del Espíritu en los últimos días, llevada a cabo por profecía, que quiere decir predicación inspirada (2:15 ss.). Pedro interpretó esto en términos de la predicación inspirada y evangelística que fue diseñada para que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (vv. 17–21). Esto no implica lo que algunos carismáticos han concluido: un éxtasis en masa de parte de los discípulos que incluye erupciones de hablar en lenguas.

El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu Santo, y sólo secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de viento violento, las lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo: llamar la atención de los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Su finalidad era servir de consuelo a los fieles al verse así favorecidos con la presencia del Espíritu Santo, y al mismo tiempo llamar la atención y provocar el asombro de los infieles, disponiéndoles a la conversión (8:18, 19; 1 Cor. 14:22). Lo que sí emerge con fuerza es que el énfasis de Lucas es sobre el Espíritu Santo, y no primariamente en el medio que fue dado en ese momento. Las lenguas, en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu permanece.

Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los Hechos: en Cesarea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre el Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas ininteligibles en Corinto. Aparentemente no hubo una barrera lingüística en Cesarea y Efeso como fue el caso en Jerusalén, y por eso no había necesidad de un milagro de comunicación como en Jerusalén. Esto favorece un paralelo con Corinto más bien que con Jerusalén, pero no es demostrable. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban (19:6). Por lo menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1 Corintios profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. El fenómeno en Cesarea y Efeso podía corresponder al de Corinto y representar un punto medio entre las lenguas de Jerusalén y las de Corinto. Lo que sí es claro es la distinción aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.

Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios 12–14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y la palabrería como algo pagano y no apropiado para la oración del pueblo de Dios (Mat. 6:7). Algunas veces se guardaba silencio (Mat. 27:14; Mar. 15:4 s.; Luc. 23:9; Juan 19:9 s.), pero nunca se declaraba en sonidos extáticos e ininteligibles. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan 11:33), pero esto no es lenguas. Fue una expresión inarticulada de profunda emoción, una experiencia humana universal bajo presión. Cuando Jesús hablaba era en el lenguaje de la gente que estaba frente a él, directo, sencillo y profundo en significado como se nota en las bienaventuranzas y las parábolas.

Es notable que de todas las cartas de Pablo, solamente en 1 Corintios se encuentra algún rastro de las lenguas. Pablo hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las lenguas. En Romanos, por ejemplo, se encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27; 14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas. Gálatas nos presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no dice nada de las lenguas.

En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de los dones del Espíritu y predijo: … cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).

Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano: (1) A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la influencia de la iglesia en el mundo. En 1 Corintios 12 se describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo, haciendo hincapié en la diversidad de dones espirituales y en la provisión del Espíritu para ambos, la unidad y la variedad en la iglesia. Sin embargo, una lectura rápida de 1 Corintios expone la amplitud del problema en Corinto. Había orgullo espiritual, celos y rivalidad sobre los dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del problema se debió al hablar en lenguas.

El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para confrontar el problema de las lenguas. El amor es el camino más excelente (1 Cor. 12:31); y sin amor, hablar en lenguas de hombres y de ángeles es nada más que un sonido vacío (1 Cor. 13:1). El amor es el camino excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón sin salida. Algunos dones, como el de conocimiento, cederán a algo más maduro, como el habla de un niño cede al habla de un hombre, o como la reflexión en un espejo cede a un encuentro cara a cara; pero no hay tal promesa en cuanto a las lenguas. Simplemente cesan.

El cap. 14 aclara las limitaciones para lo bueno del hablar en lenguas y también su potencial hacia el abuso y el daño. A lo mejor, uno que hable en lenguas habla a Dios pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor. 14:2). Se compara las lenguas con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica, exhorta y consuela (14:3). Las lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está interesado en su propio bien; al contrario, la profecía se usa para la edificación de la iglesia (14:4). El énfasis principal de Pablo en 14:1–19 y en cualquiera otra parte es que el cristiano debe buscar el don de profecía antes que el don de lenguas. El sonido extático e ininteligible con su egoísmo es un pobre substituto para la preocupación de amor en hablar en palabras que fortalezcan y unifiquen a la iglesia.

Otro peligro que encontramos en el uso de las lenguas es el testimonio de la iglesia para los que están fuera de ella. Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23). Son sin sentido para los visitantes no acostumbrados a tal actividad (14:16), y alejan a los forasteros. A lo mejor, las lenguas representan un misterio para ellos (14:22); o lo peor, se persuaden a sí mismos que la iglesia crea locura (14:23).

Entonces podemos concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la profecía (quiere decir predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación es superior porque edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser entendida por todo el mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por el Espíritu Santo para ganar a la gente perdida para Jesucristo.

ARMANDO UN BOSQUEJO PARA PREDICAR
Una sorpresa bienvenida
Hechos 2:1–3
Introducción: Todos hemos tenido la experiencia del anuncio de la visita de un familiar o de una persona importante. Los días previos a la visita arreglamos la casa, los muebles y vigilamos que todo esté en orden. Pensamos en las cosas que esperamos decir o en las actividades que desarrollaremos con esa persona. Así fue con los discípulos. En obediencia y oración estaban esperando la llegada del Espíritu Santo.
I.   El tiempo de la venida
1.  El significado de Pentecostés
2.  El significado de tener a todos reunidos

II.  Las expresiones sobrenaturales
1.  El estruendo del cielo
2.  Las lenguas como de fuego
3.  Los idiomas distintos

III. Las reacciones de los presentes
1.  Atónitos y perplejos: ¿Qué quiere decir esto?
2.  Escépticos: Están llenos de vino nuevo

Conclusión: Después que hemos tenido la visita de una persona importante, siempre reflexionamos sobre lo que se hizo y lo que se dijo, y consideramos los cambios que resultan de esa visita. ¿Ha venido el Espíritu Santo a su vida?
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miércoles, 14 de septiembre de 2016

El Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




No tenemos lucha contra sangre ni carne

La guerra espiritual
No cayeron bombas, no se dispararon salvas ni murió nadie. Sin embargo, hubo gran violencia. La tierra tembló, las puertas de la prisión se abrieron, los guardias fueron sometidos y, en efecto, hubo una batalla. Pero, aunque hubo resultados físicos, esta no fue una lucha de un hombre contra otro en un enfrentamiento corporal. Esta fue una batalla espiritual que se inició con la oración.

Comenzó cuando dos misioneros predicaban el evangelio y confrontaron de manera directa a una mujer endemoniada. Procedieron a ordenar en nombre de Jesús que el espíritu la dejara y el demonio huyó. Pero, como sucede en la mayoría de las batallas, hay pocas victorias decisivas de inmediato. Sobrevinieron contraataques satánicos que suscitaron disturbios callejeros por lo ocurrido y los misioneros fueron encarcelados.

A partir de eso siguió la lucha encarnizada, por lo que estos dos hombres se propusieron continuarla por medio de la oración y la alabanza a Dios. Al poco tiempo las cadenas que los tenían amarrados y las puertas que les cerraban el paso se abrieron por efecto de un poderoso terremoto. Esta respuesta a la oración no fue el final de la batalla. Esto hizo posible que se hablara del evangelio al carcelero, y su familia en pleno recibió la salvación esa noche.

Este ejemplo poderoso de guerra espiritual está registrado en Hechos 16.16–34. Deténgase ahora y lea todo el pasaje. Luego repase lo anterior y compruebe cómo se ajusta cada frase. A continuación use el texto para responder a estas preguntas:
¿Qué clase de libertad recibió: 
(a) la esclava, 
(b) Pablo y Silas, y 
(c) el carcelero gracias a la lucha espiritual?
¿De qué manera esta batalla le abrió las puertas a cada una de estas personas?
¿Puede suponer que el encarcelamiento de Pablo y Silas podría ser una venganza del espíritu inmundo que habían echado, igual que la actitud vengativa de comerciantes inescrupulosos? ¿Qué lección podemos aprender a la luz de esto?
¿Qué respuesta tuvieron Pablo y Silas en su situación? ¿Qué herramientas usaron para la batalla?
    Cosas en qué reflexionar
¿De qué manera lo afectan las historias bíblicas como esta? ¿Se sorprende a sí mismo pensando que ese episodio es algo que se adapta a otra época y lugar? Piense en esto un momento.
Con frecuencia resulta muy fácil observar los grandes milagros que Dios ha hecho como pensar que son cosas que nunca habrán de pasar aquí y ahora. No es que pensemos que Dios no pueda hacer estas cosas hoy, ni siquiera que creamos que no las hará. Simplemente parece que nos cuesta imaginar que puedan suceder y que nosotros tengamos un papel clave en la situación.
¿En qué situaciones le gustaría ver que Dios haga cosas poderosas y transformadoras? Sea realista con el clamor de su corazón, el deseo de una visitación de la gracia de Dios. Al menos, no titubee mientras escribe detalladamente cuál es esa «visión» por la que ora, la que Él ha puesto en su corazón.
La naturaleza de nuestra lucha
La guerra es incesante, se desarrolla siempre a nuestro alrededor, aunque no podamos verla ni estar conscientes de ella. ¿Alguna vez leyó pasajes de las Escrituras como el que acabamos de leer y se ha preguntado si se trata realmente de una batalla espiritual? En muchas partes de la Biblia vemos ejemplos de ella, pero como el pasaje no dice: «Esta es una batalla espiritual», muchos no entienden lo que está aconteciendo en el reino invisible.

Para comprender la guerra espiritual pensemos primero qué es la guerra. Dicho en términos sencillos, es el conflicto que ocurre cuando una parte intenta obtener por la fuerza algo que la otra no quiere conceder voluntariamente, o cuando ambas partes desean poseer algo que no pueden compartir.

La guerra espiritual es la batalla continua entre los ejércitos de Dios y las fuerzas del diablo. 

No es poesía ni juego; es algo real, sus estragos se producen en las almas de seres humanos dotados de libre albedrío. Si se tratara simplemente de una cuestión de poder, el Dios Todopoderoso podría dominar al príncipe de las tinieblas en un momento. Pero debido a que el desequilibrio de la lucha depende de la voluntad humana—de aceptar o rechazar el gobierno divino; de creer o rechazar la gracia divina—, la lucha por las mentes y los cuerpos continúa. 

El adversario, que odia todo lo que se parezca remotamente a la imagen de Dios, odia al hombre e intenta controlarlo.

Los siguientes pasajes de la Biblia nos enseñan a cómo ser soldados efectivos en el ejército de Dios. Al leerlos, use las preguntas para obtener una mejor comprensión de la naturaleza de esta guerra.

Lucas 11.2 : Según las palabras de Jesús, el objetivo de nuestra lucha es el dominio de la voluntad de uno de los poderes sobre el otro. Defina qué significa esto en base al versículo.
Mateo 16.18–19: ¿De qué manera describe Jesús el objetivo tanto en términos positivos como negativos? («Puertas» se refiere al antiguo asiento de los consejos militares.)
Lucas 12.31; Colosenses 1.13: Describa los dos reinos en combate.
Mateo 6.13: ¿Qué conocida oración expresa nuestra seguridad de obtener la victoria? Ilustraciones de esto: analice a Pedro (Lc 22.31) y a Pablo (2 Co 12.7–9), y describa las situaciones en las que fueron «librados» y obtuvieron la victoria.
Preparados para la batalla
La realidad de la lucha espiritual nos insta a aprender cuán sabio es tener una preparación apropiada. El pasaje que se indica más adelante contiene la instrucción clásica y completa para prepararnos para una batalla espiritual, la lucha en las «regiones celestes»; esto es, «el reino invisible de los conflictos espirituales» que siempre nos rodea.
Efesios 6.10–18
¿Cuáles son las órdenes a seguir cuando se acerca la batalla? (vv. 10–11)
¿Cuál es la naturaleza de su opositor y qué descripción tenemos de sus tropas? (y. 12)
¿Por qué debe usar la armadura de Dios, y qué promesa contiene esta orden? (y. 13)
¿Cuál debe ser su posición permanente en la batalla? ¿De qué manera podría lograrse? Use sus propias palabras. (y. 14a)
¿En qué sentido depende la armadura de que viva sujeto a lo que Dios provee, más que de sus propios esfuerzos? (y. 14b)
     De un vistazo
Observemos de manera cuidadosa la «armadura de Dios». 

A continuación hay seis de las palabras clave que describen la significación espiritual de esta armadura que debe usarse durante una batalla invisible, aunque mortalmente real. 

En primer lugar, lea las descripciones completas y la siguiente sección «Riqueza literaria». Luego, tome la idea clave de cada parte y transfórmela en una aplicación a la conducta; es decir, si se va a poner esta armadura, ¿de qué manera va a afectar su estilo de vida y sus hábitos de oración? Utilice el espacio señalado como «Aplicación a la conducta» que sigue a cada parte del equipo que analizamos, y describa su previsible respuesta a cada versículo al ir preparándose para la batalla.
La armadura del ejército de Dios
EQUIPO
VERSÍCULO
NOTAS SOBRE SU USO
TODA LA ARMADURA
Ef 6.13
Esta armadura está preparada para que usted pueda resistir todos los embates del adversario. Asegúrese de usar la armadura completa, ya que si lo hace parcialmente, será vulnerable a los ataques (Lc 12.1–5). Jesús nos advierte sobre esa clase de insensatez e hipocresía, cuando aclara que ella nos llevará al desastre (Mt 7.26–27).
LA VERDAD
Ef 6.14
La verdad es lo que mantiene la armadura en su lugar. Si no se tiene un dominio firme de la verdad, su armadura tendrá áreas desprotegidas que presentarán un blanco fácil para que el enemigo ataque. Estudie cuidadosamente la Palabra de Dios (2 Ti 2.15) y preste atención a la sana enseñanza de líderes piadosos (Hch 2.42) para estar lleno de la verdad y, de ese modo, preparado para la batalla.
Aplicación a la conducta:
JUSTICIA
Ef 6.14
«Vestidos con la coraza de justicia», es decir, la armadura del cuerpo que protege sus partes vitales. También se la menciona como la coraza de fe y amor (1 Ts 5.8), significando así que en el Reino de Dios, el cumplimiento de toda la Ley (y por lo tanto la justificación) es el amor (Mt 22.37–40); y que la entrada en el Reino es sólo por la fe que obra justicia (Ro 10.4–10).
Aplicación a la conducta:
EVANGELIO DE LA PAZ
Ef 6.15
El evangelio de la paz—el mensaje de salvación por medio de Jesucristo, que trae la paz con Dios (Ro 5.1–5)—es el calzado del guerrero. «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Ro 10.15). Nada puede darle a sus pies más firmeza que depender plenamente del terreno inconmovible e inmutable del evangelio (Ap 14.6).
Aplicación a la conducta:
FE
Ef 6.16
El constante ataque del enemigo tratará de desalentarlo y desmoralizarlo. Pero el escudo de la fe le proporcionará protección contra dichos ataques «apagando», es decir, tragándose la potencia de fuego del enemigo. Recuerde que no debe nunca basar su fe en sus propias fuerzas, lo cual es necedad, sino que su escudo de la fe debe estar en Dios y en su poder para vencer al enemigo (Pr 3.5–8).
Aplicación a la conducta:
SALVACIÓN
Ef 6.16
La salvación es el yelmo que protege su cabeza. Esto nos muestra que la salvación de Dios no es sólo la aceptación de la muerte y resurrección de Jesús para el perdón, sino que se refiere también al proceso redentor total, que incluye la renovación de nuestras mentes (Ro 12.1–2). Esto se encuentra por medio del compromiso vital de caminar diariamente con el Señor.
Aplicación a la conducta:
PALABRA DE DIOS
Ef 6.17
Su arma principal es la más filosa de las hojas, cuyo filo no puede ser desgastado por el tiempo ni por el uso (Heb 4.12). Empuñar esta poderosa espada no sólo derrota al enemigo sino que además fortalece y dirige al guerrero (Sal 119.105). Debemos envainar nuestras espadas, guardándolas dentro de nuestros corazones a fin de impedir que el enemigo nos haga cautivos (Sal 119.11).
Aplicación a la conducta:
     Riqueza literaria
(Para analizarse antes de comenzar la «Aplicación a la conducta» de cada una de las partes de la armadura. Capte la riqueza del significado de cada palabra, en tanto se aplica a la idea de que cada cual se «arme».)
Evangelio, euangeion. Compare «evangelio», «evangelizar», «evangelístico». En la antigua Grecia, euangelion designaba la recompensa que se daba por entregar algún mensaje o buenas noticias. Más tarde, llegó a significar las mismas buenas noticias. En el NT, esta palabra incluye, por un lado, la promesa de salvación y, por el otro, su cumplimiento gracias a la vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo Jesús. Euangelion designa también los primeros cuatro libros del NT: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.1
Fe, pistis. Convicción, confianza, creencia, dependencia, integridad y persuasión. En el marco del NT, pistis es el principio divinamente implantado de confianza interior, seguridad y dependencia en Dios y en todo lo que Él dice. La palabra, algunas veces, indica el objeto o el contenido de la creencia (Hch 6.7; 14.22; GI 1.23).2
Paz, eirene. Un estado de reposo, quietud y calma; una ausencia de lucha; tranquilidad. El término generalmente de-nota un bienestar perfecto. Eirene incluye relaciones armoniosas entre Dios y los seres humanos, entre las personas, naciones y familias. Jesús, como el Príncipe de Paz, da paz a aquellos que [viven sujetos a su señorío].3
Justicia, dikaiosune. Justo, la cualidad de actuar correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos aspectos. Dikaiosune posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia (2 Co 5.21).4
Verdad, alethuo. Derivada del negativo a, y Ianthano, «estar escondido», «oculto». Compare «latente», «letargo», «letal». Aletheia es lo opuesto de ficticio, fingido o falso; denota veracidad, realidad, sinceridad, exactitud, integridad, formalidad y propiedad.5Esta palabra se usa, sobre todo, respecto a doctrinas o enseñanzas.
Salvación, soterion. Rescate, liberación, seguridad, entrega, salida, preservación; vocablo que designa universal-mente la salvación cristiana[…] Soterion se usa solamente cinco veces [en el NT. En la mayoría de los casos se usa soteria, que es la forma más común]. Es una palabra del todo inclusiva que significa perdón, sanidad, prosperidad, libertad, seguridad, rescate, liberación y restauración. La salvación de Cristo abarca el ser humano en su totalidad: espíritu, alma y cuerpo.6
     Fe viva
Al ver la armadura que Dios proporciona, ¿qué seguridad siente cuando se encamina a la batalla?
¿Qué ha aprendido acerca de esta armadura que lo ayudará a usarla con mayor eficacia?
¿Qué parte de la armadura es la que más le llama la atención?
¿Qué cree que la destaca entre las demás?
¿Qué partes de la armadura de Dios son con las que se siente más seguro al usarlas? ¿Con cuáles se siente menos seguro? ¿Por qué cree que sucede esto?
Únase a la lucha
¿Cuántas veces hemos visto esas viejas películas de guerra en las que un joven soldado, que acaba de terminar su preparación, anhela entusiasmado el momento en que podrá entrar en combate? A ningún verdadero soldado jamás le gusta esperar, porque eso pone el momento de la decisión estratégica en manos del enemigo. Iniciar la ofensiva proporciona ciertos elementos de control.

Comprendemos, naturalmente, que lo decisivo en esta batalla espiritual no está bajo nuestro control, sino en el del Señor. Sin embargo, después de una preparación básica, nos sentiremos como esos soldados entusiastas que apenas pueden esperar el momento de intervenir en el combate espiritual. Este deseo no nace del corazón de alguien que está buscando la oportunidad de destruir a otros, sino del que sabe que en realidad puede hacer algo para cambiar el resultado eterno de la batalla por las almas humanas. Por medio del poder de la oración (Ef 6.18), cuando estamos equipados con recursos espirituales (2 Co 10.3–5; Ef 6.12–17), se nos da todo el armamento potencial que jamás hemos de necesitar. También se nos da la garantía de la victoria final (Mt 16.18), avalada por la resurrección de Cristo de entre los muertos (Ap 1.18).

Con esta seguridad—de que Dios es «por nosotros», que está de nuestro lado (Ro 8.31)—, estamos listos para anticipar la batalla; pero, ¿cómo comenzamos? La guerra se desarrolla en forma continua a nuestro alrededor; ¿de qué manera nos unimos a ella? Estudie los pasajes de las Escrituras dados a continuación para encontrar la respuesta.
¿Qué nos dice que hagamos Efesios 6.18?
¿De qué manera debemos buscar el Reino de Dios según nos muestra Jesús en Lucas 11.2?
¿Cuál es el incienso que anuncia el establecimiento del Reino de Dios con poder? (Ap 5.8; 8.3–4)
Después de leer estos pasajes, ¿cuál diría que es el primer paso para unirnos a la batalla? (Recuerde 1 Ti 2.1–8.)
Hemos descubierto que la oración es la acción de ataque, la incorporación a la batalla. ¿Cuáles deben ser las fronteras de nuestras oraciones? Un caso de estudio: La oración de Pablo para el fortalecimiento de los efesios (Ef 3.14–21) cuando se preparaban para la batalla (6.10–18).
     Fe viva
Ahora que ha completado esta introducción a la guerra espiritual, dedique un momento para anotar sus pensamientos.
¿Qué cosas básicas tiene en mente acerca de esta lucha?
¿Es algo nuevo para usted considerarse como un soldado? ¿Cómo lo hace sentirse?
¿Descubre que es un soldado entusiasta o renuente? ¿Qué haría para lograr mayor confianza y una actitud más positiva al emprender la lucha?
¿Piensa que hay algunas áreas en su vida que no se verán involucradas en esta lucha? ¿Por qué?
¿Hay interrogantes que esta lección le haya traído a la mente? Anótelos para que pueda volver a ellos a medida que encuentre las respuestas más adelante en este estudio.
Para concluir: Transcriba estos versículos para confiar firmemente en que iSi ingresa al servicio del Señor, vencerá!
Romanos 8.37–39
2 Corintios 2.14
1 Juan 4.4

1 «Riqueza literaria: 1.1 evangelio», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1246.
2 «Riqueza literaria: 11.22 fe», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1267.
3 «Riqueza literaria: 1.79 paz», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, p. 1285.
4 "«Riqueza literaria: 4.8 justicia», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1607.
5 «Riqueza literaria: 4.24 verdad», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1347.
6 «Riqueza literaria: 28.28 salvación», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1441.
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