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miércoles, 14 de septiembre de 2016

El Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




No tenemos lucha contra sangre ni carne

La guerra espiritual
No cayeron bombas, no se dispararon salvas ni murió nadie. Sin embargo, hubo gran violencia. La tierra tembló, las puertas de la prisión se abrieron, los guardias fueron sometidos y, en efecto, hubo una batalla. Pero, aunque hubo resultados físicos, esta no fue una lucha de un hombre contra otro en un enfrentamiento corporal. Esta fue una batalla espiritual que se inició con la oración.

Comenzó cuando dos misioneros predicaban el evangelio y confrontaron de manera directa a una mujer endemoniada. Procedieron a ordenar en nombre de Jesús que el espíritu la dejara y el demonio huyó. Pero, como sucede en la mayoría de las batallas, hay pocas victorias decisivas de inmediato. Sobrevinieron contraataques satánicos que suscitaron disturbios callejeros por lo ocurrido y los misioneros fueron encarcelados.

A partir de eso siguió la lucha encarnizada, por lo que estos dos hombres se propusieron continuarla por medio de la oración y la alabanza a Dios. Al poco tiempo las cadenas que los tenían amarrados y las puertas que les cerraban el paso se abrieron por efecto de un poderoso terremoto. Esta respuesta a la oración no fue el final de la batalla. Esto hizo posible que se hablara del evangelio al carcelero, y su familia en pleno recibió la salvación esa noche.

Este ejemplo poderoso de guerra espiritual está registrado en Hechos 16.16–34. Deténgase ahora y lea todo el pasaje. Luego repase lo anterior y compruebe cómo se ajusta cada frase. A continuación use el texto para responder a estas preguntas:
¿Qué clase de libertad recibió: 
(a) la esclava, 
(b) Pablo y Silas, y 
(c) el carcelero gracias a la lucha espiritual?
¿De qué manera esta batalla le abrió las puertas a cada una de estas personas?
¿Puede suponer que el encarcelamiento de Pablo y Silas podría ser una venganza del espíritu inmundo que habían echado, igual que la actitud vengativa de comerciantes inescrupulosos? ¿Qué lección podemos aprender a la luz de esto?
¿Qué respuesta tuvieron Pablo y Silas en su situación? ¿Qué herramientas usaron para la batalla?
    Cosas en qué reflexionar
¿De qué manera lo afectan las historias bíblicas como esta? ¿Se sorprende a sí mismo pensando que ese episodio es algo que se adapta a otra época y lugar? Piense en esto un momento.
Con frecuencia resulta muy fácil observar los grandes milagros que Dios ha hecho como pensar que son cosas que nunca habrán de pasar aquí y ahora. No es que pensemos que Dios no pueda hacer estas cosas hoy, ni siquiera que creamos que no las hará. Simplemente parece que nos cuesta imaginar que puedan suceder y que nosotros tengamos un papel clave en la situación.
¿En qué situaciones le gustaría ver que Dios haga cosas poderosas y transformadoras? Sea realista con el clamor de su corazón, el deseo de una visitación de la gracia de Dios. Al menos, no titubee mientras escribe detalladamente cuál es esa «visión» por la que ora, la que Él ha puesto en su corazón.
La naturaleza de nuestra lucha
La guerra es incesante, se desarrolla siempre a nuestro alrededor, aunque no podamos verla ni estar conscientes de ella. ¿Alguna vez leyó pasajes de las Escrituras como el que acabamos de leer y se ha preguntado si se trata realmente de una batalla espiritual? En muchas partes de la Biblia vemos ejemplos de ella, pero como el pasaje no dice: «Esta es una batalla espiritual», muchos no entienden lo que está aconteciendo en el reino invisible.

Para comprender la guerra espiritual pensemos primero qué es la guerra. Dicho en términos sencillos, es el conflicto que ocurre cuando una parte intenta obtener por la fuerza algo que la otra no quiere conceder voluntariamente, o cuando ambas partes desean poseer algo que no pueden compartir.

La guerra espiritual es la batalla continua entre los ejércitos de Dios y las fuerzas del diablo. 

No es poesía ni juego; es algo real, sus estragos se producen en las almas de seres humanos dotados de libre albedrío. Si se tratara simplemente de una cuestión de poder, el Dios Todopoderoso podría dominar al príncipe de las tinieblas en un momento. Pero debido a que el desequilibrio de la lucha depende de la voluntad humana—de aceptar o rechazar el gobierno divino; de creer o rechazar la gracia divina—, la lucha por las mentes y los cuerpos continúa. 

El adversario, que odia todo lo que se parezca remotamente a la imagen de Dios, odia al hombre e intenta controlarlo.

Los siguientes pasajes de la Biblia nos enseñan a cómo ser soldados efectivos en el ejército de Dios. Al leerlos, use las preguntas para obtener una mejor comprensión de la naturaleza de esta guerra.

Lucas 11.2 : Según las palabras de Jesús, el objetivo de nuestra lucha es el dominio de la voluntad de uno de los poderes sobre el otro. Defina qué significa esto en base al versículo.
Mateo 16.18–19: ¿De qué manera describe Jesús el objetivo tanto en términos positivos como negativos? («Puertas» se refiere al antiguo asiento de los consejos militares.)
Lucas 12.31; Colosenses 1.13: Describa los dos reinos en combate.
Mateo 6.13: ¿Qué conocida oración expresa nuestra seguridad de obtener la victoria? Ilustraciones de esto: analice a Pedro (Lc 22.31) y a Pablo (2 Co 12.7–9), y describa las situaciones en las que fueron «librados» y obtuvieron la victoria.
Preparados para la batalla
La realidad de la lucha espiritual nos insta a aprender cuán sabio es tener una preparación apropiada. El pasaje que se indica más adelante contiene la instrucción clásica y completa para prepararnos para una batalla espiritual, la lucha en las «regiones celestes»; esto es, «el reino invisible de los conflictos espirituales» que siempre nos rodea.
Efesios 6.10–18
¿Cuáles son las órdenes a seguir cuando se acerca la batalla? (vv. 10–11)
¿Cuál es la naturaleza de su opositor y qué descripción tenemos de sus tropas? (y. 12)
¿Por qué debe usar la armadura de Dios, y qué promesa contiene esta orden? (y. 13)
¿Cuál debe ser su posición permanente en la batalla? ¿De qué manera podría lograrse? Use sus propias palabras. (y. 14a)
¿En qué sentido depende la armadura de que viva sujeto a lo que Dios provee, más que de sus propios esfuerzos? (y. 14b)
     De un vistazo
Observemos de manera cuidadosa la «armadura de Dios». 

A continuación hay seis de las palabras clave que describen la significación espiritual de esta armadura que debe usarse durante una batalla invisible, aunque mortalmente real. 

En primer lugar, lea las descripciones completas y la siguiente sección «Riqueza literaria». Luego, tome la idea clave de cada parte y transfórmela en una aplicación a la conducta; es decir, si se va a poner esta armadura, ¿de qué manera va a afectar su estilo de vida y sus hábitos de oración? Utilice el espacio señalado como «Aplicación a la conducta» que sigue a cada parte del equipo que analizamos, y describa su previsible respuesta a cada versículo al ir preparándose para la batalla.
La armadura del ejército de Dios
EQUIPO
VERSÍCULO
NOTAS SOBRE SU USO
TODA LA ARMADURA
Ef 6.13
Esta armadura está preparada para que usted pueda resistir todos los embates del adversario. Asegúrese de usar la armadura completa, ya que si lo hace parcialmente, será vulnerable a los ataques (Lc 12.1–5). Jesús nos advierte sobre esa clase de insensatez e hipocresía, cuando aclara que ella nos llevará al desastre (Mt 7.26–27).
LA VERDAD
Ef 6.14
La verdad es lo que mantiene la armadura en su lugar. Si no se tiene un dominio firme de la verdad, su armadura tendrá áreas desprotegidas que presentarán un blanco fácil para que el enemigo ataque. Estudie cuidadosamente la Palabra de Dios (2 Ti 2.15) y preste atención a la sana enseñanza de líderes piadosos (Hch 2.42) para estar lleno de la verdad y, de ese modo, preparado para la batalla.
Aplicación a la conducta:
JUSTICIA
Ef 6.14
«Vestidos con la coraza de justicia», es decir, la armadura del cuerpo que protege sus partes vitales. También se la menciona como la coraza de fe y amor (1 Ts 5.8), significando así que en el Reino de Dios, el cumplimiento de toda la Ley (y por lo tanto la justificación) es el amor (Mt 22.37–40); y que la entrada en el Reino es sólo por la fe que obra justicia (Ro 10.4–10).
Aplicación a la conducta:
EVANGELIO DE LA PAZ
Ef 6.15
El evangelio de la paz—el mensaje de salvación por medio de Jesucristo, que trae la paz con Dios (Ro 5.1–5)—es el calzado del guerrero. «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Ro 10.15). Nada puede darle a sus pies más firmeza que depender plenamente del terreno inconmovible e inmutable del evangelio (Ap 14.6).
Aplicación a la conducta:
FE
Ef 6.16
El constante ataque del enemigo tratará de desalentarlo y desmoralizarlo. Pero el escudo de la fe le proporcionará protección contra dichos ataques «apagando», es decir, tragándose la potencia de fuego del enemigo. Recuerde que no debe nunca basar su fe en sus propias fuerzas, lo cual es necedad, sino que su escudo de la fe debe estar en Dios y en su poder para vencer al enemigo (Pr 3.5–8).
Aplicación a la conducta:
SALVACIÓN
Ef 6.16
La salvación es el yelmo que protege su cabeza. Esto nos muestra que la salvación de Dios no es sólo la aceptación de la muerte y resurrección de Jesús para el perdón, sino que se refiere también al proceso redentor total, que incluye la renovación de nuestras mentes (Ro 12.1–2). Esto se encuentra por medio del compromiso vital de caminar diariamente con el Señor.
Aplicación a la conducta:
PALABRA DE DIOS
Ef 6.17
Su arma principal es la más filosa de las hojas, cuyo filo no puede ser desgastado por el tiempo ni por el uso (Heb 4.12). Empuñar esta poderosa espada no sólo derrota al enemigo sino que además fortalece y dirige al guerrero (Sal 119.105). Debemos envainar nuestras espadas, guardándolas dentro de nuestros corazones a fin de impedir que el enemigo nos haga cautivos (Sal 119.11).
Aplicación a la conducta:
     Riqueza literaria
(Para analizarse antes de comenzar la «Aplicación a la conducta» de cada una de las partes de la armadura. Capte la riqueza del significado de cada palabra, en tanto se aplica a la idea de que cada cual se «arme».)
Evangelio, euangeion. Compare «evangelio», «evangelizar», «evangelístico». En la antigua Grecia, euangelion designaba la recompensa que se daba por entregar algún mensaje o buenas noticias. Más tarde, llegó a significar las mismas buenas noticias. En el NT, esta palabra incluye, por un lado, la promesa de salvación y, por el otro, su cumplimiento gracias a la vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo Jesús. Euangelion designa también los primeros cuatro libros del NT: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.1
Fe, pistis. Convicción, confianza, creencia, dependencia, integridad y persuasión. En el marco del NT, pistis es el principio divinamente implantado de confianza interior, seguridad y dependencia en Dios y en todo lo que Él dice. La palabra, algunas veces, indica el objeto o el contenido de la creencia (Hch 6.7; 14.22; GI 1.23).2
Paz, eirene. Un estado de reposo, quietud y calma; una ausencia de lucha; tranquilidad. El término generalmente de-nota un bienestar perfecto. Eirene incluye relaciones armoniosas entre Dios y los seres humanos, entre las personas, naciones y familias. Jesús, como el Príncipe de Paz, da paz a aquellos que [viven sujetos a su señorío].3
Justicia, dikaiosune. Justo, la cualidad de actuar correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos aspectos. Dikaiosune posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia (2 Co 5.21).4
Verdad, alethuo. Derivada del negativo a, y Ianthano, «estar escondido», «oculto». Compare «latente», «letargo», «letal». Aletheia es lo opuesto de ficticio, fingido o falso; denota veracidad, realidad, sinceridad, exactitud, integridad, formalidad y propiedad.5Esta palabra se usa, sobre todo, respecto a doctrinas o enseñanzas.
Salvación, soterion. Rescate, liberación, seguridad, entrega, salida, preservación; vocablo que designa universal-mente la salvación cristiana[…] Soterion se usa solamente cinco veces [en el NT. En la mayoría de los casos se usa soteria, que es la forma más común]. Es una palabra del todo inclusiva que significa perdón, sanidad, prosperidad, libertad, seguridad, rescate, liberación y restauración. La salvación de Cristo abarca el ser humano en su totalidad: espíritu, alma y cuerpo.6
     Fe viva
Al ver la armadura que Dios proporciona, ¿qué seguridad siente cuando se encamina a la batalla?
¿Qué ha aprendido acerca de esta armadura que lo ayudará a usarla con mayor eficacia?
¿Qué parte de la armadura es la que más le llama la atención?
¿Qué cree que la destaca entre las demás?
¿Qué partes de la armadura de Dios son con las que se siente más seguro al usarlas? ¿Con cuáles se siente menos seguro? ¿Por qué cree que sucede esto?
Únase a la lucha
¿Cuántas veces hemos visto esas viejas películas de guerra en las que un joven soldado, que acaba de terminar su preparación, anhela entusiasmado el momento en que podrá entrar en combate? A ningún verdadero soldado jamás le gusta esperar, porque eso pone el momento de la decisión estratégica en manos del enemigo. Iniciar la ofensiva proporciona ciertos elementos de control.

Comprendemos, naturalmente, que lo decisivo en esta batalla espiritual no está bajo nuestro control, sino en el del Señor. Sin embargo, después de una preparación básica, nos sentiremos como esos soldados entusiastas que apenas pueden esperar el momento de intervenir en el combate espiritual. Este deseo no nace del corazón de alguien que está buscando la oportunidad de destruir a otros, sino del que sabe que en realidad puede hacer algo para cambiar el resultado eterno de la batalla por las almas humanas. Por medio del poder de la oración (Ef 6.18), cuando estamos equipados con recursos espirituales (2 Co 10.3–5; Ef 6.12–17), se nos da todo el armamento potencial que jamás hemos de necesitar. También se nos da la garantía de la victoria final (Mt 16.18), avalada por la resurrección de Cristo de entre los muertos (Ap 1.18).

Con esta seguridad—de que Dios es «por nosotros», que está de nuestro lado (Ro 8.31)—, estamos listos para anticipar la batalla; pero, ¿cómo comenzamos? La guerra se desarrolla en forma continua a nuestro alrededor; ¿de qué manera nos unimos a ella? Estudie los pasajes de las Escrituras dados a continuación para encontrar la respuesta.
¿Qué nos dice que hagamos Efesios 6.18?
¿De qué manera debemos buscar el Reino de Dios según nos muestra Jesús en Lucas 11.2?
¿Cuál es el incienso que anuncia el establecimiento del Reino de Dios con poder? (Ap 5.8; 8.3–4)
Después de leer estos pasajes, ¿cuál diría que es el primer paso para unirnos a la batalla? (Recuerde 1 Ti 2.1–8.)
Hemos descubierto que la oración es la acción de ataque, la incorporación a la batalla. ¿Cuáles deben ser las fronteras de nuestras oraciones? Un caso de estudio: La oración de Pablo para el fortalecimiento de los efesios (Ef 3.14–21) cuando se preparaban para la batalla (6.10–18).
     Fe viva
Ahora que ha completado esta introducción a la guerra espiritual, dedique un momento para anotar sus pensamientos.
¿Qué cosas básicas tiene en mente acerca de esta lucha?
¿Es algo nuevo para usted considerarse como un soldado? ¿Cómo lo hace sentirse?
¿Descubre que es un soldado entusiasta o renuente? ¿Qué haría para lograr mayor confianza y una actitud más positiva al emprender la lucha?
¿Piensa que hay algunas áreas en su vida que no se verán involucradas en esta lucha? ¿Por qué?
¿Hay interrogantes que esta lección le haya traído a la mente? Anótelos para que pueda volver a ellos a medida que encuentre las respuestas más adelante en este estudio.
Para concluir: Transcriba estos versículos para confiar firmemente en que iSi ingresa al servicio del Señor, vencerá!
Romanos 8.37–39
2 Corintios 2.14
1 Juan 4.4

1 «Riqueza literaria: 1.1 evangelio», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1246.
2 «Riqueza literaria: 11.22 fe», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1267.
3 «Riqueza literaria: 1.79 paz», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, p. 1285.
4 "«Riqueza literaria: 4.8 justicia», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1607.
5 «Riqueza literaria: 4.24 verdad», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1347.
6 «Riqueza literaria: 28.28 salvación», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1441.
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jueves, 21 de abril de 2016

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Consecuencias de una mala decisión
La consecuencia fatal de volver a las obras de la ley
Gálatas 5:2–15

En Gálatas 1 y 2 Pablo presentó las credenciales de su apostolado para apoyar su mensaje de la Cruz. En Gálatas 3 y 4 defendió la exclusividad de la fe y la gracia de Dios en contra de las restricciones y condenas de la ley. Ahora, en Gálatas 5 y 6, establecerá cómo andar en la libertad del Espíritu Santo. De esta manera, pone la vida victoriosa en agudo contraste con las obras de la carne provocadas por la ley.

Pablo ha comprobado su tesis principal: agregar algo, sea lo que sea, a la obra de Cristo en la Cruz es anular dicha obra de gracia. Volver a la esclavitud de la ley y las obras humanas es relegar la obra de Cristo a la basura. Tal rumbo tornaría la gracia de Dios en un error monumental divino. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Tan colosal error no puede ser posible nunca.

Pablo define el resultado definitivo de tal vuelta atrás (Gálatas 5:2–6)
El Apóstol a los gentiles habla ex cátedra (desde el tribunal del juez final) al pronunciar la sentencia para aquellos que vuelven a la ley. “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (5:2). Es como una bomba por destallar. No hay grados ni medidas de provecho en Cristo.

Al decir “si” tenemos en griego una condición futura vívida de la tercera clase que implica una perspectiva de la responsabilidad humana de lo que se teme que pueda ser posible, sin que necesariamente haya ocurrido. Esto explica el afán de Pablo y su profunda urgencia al decir algo tan extremo. Su tono se vuelve severo, sin embargo espera en Dios que no llegue a ocurrir ese fin tan desastroso.

El argumento es: “Circuncisión es el sello de la ley. El que de buena voluntad y deliberadamente se deja circuncidar entra en un pacto con la ley. Al entrar en ese pacto para cumplir con toda la ley, uno sigue obligado a someterse a ella y no puede pedir más la gracia de Cristo porque ya entró en otro modo de justificación”.

Tan claro es el argumento que lo repite casi al pie de la letra en el verso tres. Hace hincapié en el hecho de que si los gálatas llegaran a tomar ese rumbo hacia la ley, anularían y harían impotente la obra de Cristo. Esto es más que serio; es desastroso. Es el mismo verbo “katargeo” usado en Romanos 6:6 “destruir, anular”. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (v. 4).

Pablo habla en términos sólo de la doctrina de la justificación y no de la condición espiritual actual de los gálatas. Más adelante va a esperar su perseverancia en la gracia en Gálatas 5:10: “Yo confío respecto a vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo…” Esto no tiene nada que ver con lo que algunos interpretan como la pérdida de la salvación. El apóstol les advierte de las posibles consecuencias si toman tal rumbo peligrosísimo.

Pablo pone en contraste la posición segura de los verdaderos creyentes al tiempo que se prepara para definir la esencia de nuestra unión con Cristo. “Pues nosotros (esta afirmación incluye a él y a sus amados gálatas 4:19) por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia” (v. 5). Volver a la ley resulta en la pérdida, el abandono de lo que es nuestro mayor tesoro.

En estos dos versos Pablo vuelve a la tríada bendita de la fe, la esperanza y el amor. En unión con Cristo mantenida por fe, no por las obras de la ley, Dios nos garantiza el ministerio del Espíritu Santo, haciéndonos capaces de esperar con toda certidumbre la plena herencia nuestra en Cristo. 

Estas tres virtudes --disponibles en unión con Cristo-- deben mantenerse en su debido balance. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (v. 6).

Su oposición fuerte frente a la circuncisión en Gálatas 5:2–4 es evidente; tal acto del rito judaico tomado con base en la ley resultaría en las obras como si fuesen la manera de alcanzar la justicia ante Dios. Pero ya en unión con Cristo basta él solo en todo sentido; luego tal rito presente o ausente ni agrega nada ni quita nada.

En lugar de las obras humanas, ahora tenemos a nuestro favor la suficiencia de la obra de Cristo. La fe viene siendo la base de su operación y produce el amor y la justicia que resultan en nuestras muchas ganas esperando nuestra esperanza segurísima.

Aquí Pablo y Santiago coinciden. Pablo pone el énfasis en la fe redentora concedida por el Espíritu que resulta en el amor hacia Dios y su prójimo, es decir, en obras que dan evidencia de la verdadera fe. Santiago niega la fe falsa, es decir, quien meramente dice que tiene fe y no la pone en acción hacia los demás (Santiago 2:19–26). Santiago habla de la fe ficticia y la verdadera; Pablo sólo habla de la fe verdadera que produce el fruto del amor y la justicia que nos conduce a nuestra bienaventuranza, la venida inminente de Cristo.

Otra advertencia del corazón de Pablo y otra condena del judaizante (Gálatas 5:7–12)
Pablo vez tras vez apela a sus amados hijos en la fe. Así empezó la carta. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (1:6). “¡O gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” (3:1). “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (4:11). “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (4:19).

Vuelve a su ansiedad espiritual. “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? (5:7). La figura literaria es de un corredor bloqueado por otro corredor que hace que se pierda su ritmo y posición. También el verbo es del ambiente militar, algo que impide atravesar el camino.

Pablo afirma que tal persuasión no viene de Dios sino de unos pocos a los que describe como levadura, símbolo que es interpretado siempre como malo, pues adultera o echa a perder toda la masa (1 Corintios 5:7). Pablo confía en Dios, tiene su esperanza en él, no en los méritos de los hermanos. Pero, sea quien sea quien los perturbe, sea juzgado por Dios. Como en los salmos imprecatorios no es malo desear que el malo sea juzgado severamente por Dios quien es siempre el juez justo y santo a la vez.

Pablo niega las alegaciones falsas que los judaizantes lanzan contra él (Gálatas 5:11–12)

De repente parece que hay cambio de rumbo. Nos falta el trasfondo para desenredar las alegaciones. Se supone que sus enemigos usaban lo de Timoteo y su circuncisión para acusar a Pablo de hipocresía. Decían que predicaba en contra de la circuncisión, pero lo practicaba él mismo.

Pablo responde: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿Por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz” (5:11). El uso de “si” es una condición de primera clase sólo por el argumento. Lo de circuncidar a Timoteo fue al empezar el segundo viaje misionero. “Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego” (Hechos 16:3).

Pero Lucas, el autor de los Hechos, clarifica que Pablo lo hizo como una preventiva de futuros problemas cuando aún predicaba primero a los judíos en las sinagogas. Lucas aclara que la madre de Timoteo era judía, pero su padre gentil y posiblemente no creyente; Timoteo, al nacer de un matrimonio mixto, no habría sido circuncidado. Pablo lo ordenó sólo en aquel aislado caso para prevenir complicaciones en su ministerio que apenas comenzaba.

Luego ante el Concilio de Jerusalén cuando Bernabé y Pablo subieron a Jerusalén para tratar el problema acalorado de la ley y la circuncisión (Hechos 15:1–35), llevaron a Tito, un gentil. “Mas aun Tito, que estaba conmigo, y con todo y ser griego, no fue obligado a circundarse; y esto a pesar de los falsos hermanos… a los cuales ni por un momento, accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros (Gálatas 2:3, 5). Pablo tenía razón en diferenciar los dos casos.

El primer caso involucró un medio gentil, Timoteo, uniéndose a un equipo de judíos para empezar el ministerio en la sinagoga de los judíos. Fue un acto aislado motivado por la discreción y prudencia. El segundo caso fue que el Concilio iba a resolver el mismo problema de la ley; aquí triunfó la gracia de Dios sin ningún compromiso para con los judaizantes.

El escándalo de la Cruz, una verdad reinante (Gálatas 5:11)
Al referirse a esto, Pablo hace a los gálatas la pregunta lógica: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? Y luego introduce una verdad fundamental: en tal caso si fuera así, se ha quitado el tropiezo de la cruz. La palabra original nos da la idea del escándalo de la Cruz. Originalmente la palabra “tropiezo” se refería a una trampa para hacer caer un animal. El evangelio de la gracia de Cristo siempre ha sido tropezadero al mundo, a la carne y al diablo. La Cruz siempre ha generado y generará reacciones negativas. Pablo nunca ha evitado la vergüenza, el escándalo de la Cruz,

Lejos de evitarlo, lo afirma como su corona y jactancia. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:23). Dios nos libre que jamás seamos ofendidos por el estigma santo de la Cruz de Cristo. “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo” (Gálatas 6:14). ¡Al terminar la carta, ésta fue la despedida de Pablo a los gálatas!

Para los que perturban a los hermanos y no toleran el escándalo de la Cruz, Pablo les tiene una palabra más. Es bien severa y cortante: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! ¡Qué sean eunucos! Si su gloria es cortar, que sean cortados. Con tal odio santo Pablo los despacha.

Una palabra de cautela espiritual frente a la libertad Gálatas 5:13–15
Gálatas 5:1 se destaca con el llamado a la libertad. “Estad, pues, firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Pero ahora Pablo la pone en buena perspectiva bíblica. Gócense de la libertad en Cristo, pero recuerden bien que tal libertad nos hace esclavos de Cristo y al servicio de los demás (Romanos 6:17, 18, 22). “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (5:13).
Es verdadera la libertad, pero no es el libertinaje carnal. El péndulo puede mecerse al otro extremo, pero la vida victoriosa en Cristo es una vida balanceada, gobernada por el amor, la santidad y la humildad.

Hay una nota interesante en la palabra “ocasión”. 
Significa una base militar desde la cual se lanza la guerra. También Pedro más adelante les escribe a los de Galacia (1 Pedro 1:1) y dice: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16).

El rol triunfante del Espíritu Santo en el creyente que vive bajo la gracia
En el resto de la epístola Pablo va a hablar muchísimo de la carne (Gálatas 5:16), la vida vieja (Romanos 6:6), la pasada manera de vivir (Efesios 4:22). El tema será el Espíritu Santo y la carne. En estos dos capítulos tendremos un desarrollo práctico de cómo se lleva la vida cristiana.

La ley puede ser a primera vista un vehículo bueno para restringir los deseos de la carne, debido a sus fuertes prohibiciones. Pero Pablo nos recuerda en Colosenses 2:23: “Tales cosas (guardar días y reglas) tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”. Sólo el Espíritu Santo provee la dinámica para sobresalir en la lucha contra la carne, aun en la vida del más santo.

Estos dos capítulos, 5 y 6, nos enseñarán otro factor tantas veces omitido; me refiero a la obra de la Cruz. Tantos hablan del control del Espíritu como si todo dependiese de él. ¡Como si fuera la culpa del Espíritu por no hacer su trabajo al ver tanta carnalidad entre nosotros! Si que él es fiel; el problema es que no le dejamos a él el lugar para que haga su obra santificadora. Gálatas nos recuerda la parte nuestra al dejar que la Cruz, nuestra muerte y resurrección con él, sea el factor acompañante y suplementario a la obra bendita del Espíritu Santo.

Romanos 8:12, 13 ponen en perfecto equilibrio estos dos factores: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas (1) si por el Espíritu (2) hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.

La iniciativa es de él, pero la reacción es nuestra por la fe obediente. Es ese perfecto equilibrio y cooperación entre primero lo divino y luego lo humano, dejando siempre que lo divino sea la potencia y lo nuestro la cooperación de nuestra voluntad renovada en Cristo. Todo es de su gracia.

Principios profundos para tomar en cuenta

  1. La ley y la gracia, las buenas obras nuestras y la fe son totalmente incompatibles. No existe la manera de unirlas como la base de nuestra justificación ante Dios (5:2).
  2. Los judaizantes querían confundir a los gálatas al proponerles que agregaran algo más a la obra de Jesús. Pablo les advierte solemnemente que tal camino abandonaría la obra de Cristo. No opera así la justificación ante un Dios santo (5:4).
  3. Pablo se acerca a tal abandono peligrosísimo al sugerir que si procediesen por ese camino, ya habrían caído de la gracia. No lo afirma, pero les advierte y les da la alerta (5:4).
  4. Pero con su corazón pastoral Pablo cree aún que no han dado ese paso, ni que lo darán, porque Dios ha hecho una obra genuina en sus vidas.
  5. Las implicaciones para nosotros son fuertes: la respuesta a la ley y las buenas obras con base en nuestra energía es NO; sin embargo, la fe en la obra suficiente de la Cruz y el Espíritu Santo ameritan un rotundo SÍ. Tal es la vida victoriosa en Cristo que Pablo ampliará en el resto de los capítulos 5 y 6.


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miércoles, 6 de abril de 2016

El heredero cuando es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. De igual modo nosotros, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Estudiemos La Palabra para enseñar en la Congregación
Nuestra adopción en Cristo
Gálatas 4:1-7
4: 1 Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 más bien, está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. 
3 De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo. 
4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 
6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "Abba, Padre." 7 Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios. 

Después de la adopción viene la madurez

¡Ya Es Tiempo Que Madures!

Gálatas 4:1–18


Una de las tragedias del legalismo es que da la apariencia de madurez espiritual cuando, en realidad, hace retroceder al creyente a una segunda infancia en su vida cristiana. Los creyentes de Galacia, como la mayoría de los creyentes en la actualidad, querían crecer espiritualmente, pero trataban de hacerlo de una manera errónea. Su experiencia no es muy diferente de la de los creyentes hoy en día que se unen a diferentes movimientos legalistas, esperando llegar a ser mejores cristianos. Aunque su motivo sea correcto, el método es incorrecto.

Esta es la verdad que Pablo procura comunicar a los amados hermanos en Galacia. Los judaizantes los habían fascinado para que pensaran que la ley les haría mejores cristianos. Su vieja naturaleza se sentía atraída por la ley porque les daba oportunidad de hacer cosas y de medir resultados. Al pensar en sus logros y al medirse por ellos, sintieron grande satisfacción y, sin duda, algo de orgullo. Pensaron que estaban avanzando, pero, en realidad, estaban retrocediendo.

Pablo usa tres métodos para convencer a los gálatas de que no necesitan el legalismo para vivir la vida cristiana, porque ya tienen en Cristo todo lo que necesitan.


  Explica su Adopción (Gálatas 4:1–7)

Una de las bendiciones de la vida en Cristo es la adopción (Gálatas 4:5; Efesios 1:5). No entramos a la familia de Dios por medio de la adopción como un chico sin hogar entraría en una familia amorosa en nuestra sociedad. La única manera de entrar en la familia de Dios es por medio de la regeneración, “naciendo de nuevo” (Juan 3:3).
La palabra traducida “adopción” (v. 5), significa colocar como un hijo adulto. Tiene que ver con nuestra posición en la familia de Dios: no somos niños sino hijos adultos con todos los privilegios que esto implica.

Somos hijos de Dios por medio de la fe en Cristo, nacidos en la familia de Dios; y todo hijo es colocado automáticamente como adulto, y como tal posee todos los derechos legales y privilegios correspondientes. Cuando un pecador es salvo por fe en Cristo, en cuanto a su condición, es un niño recién nacido que necesita crecer (1 Pedro 2:2–3); pero en cuanto a su posición, es un hijo adulto que tiene el derecho de participar de los bienes de su Padre y de gozar todos los maravillosos privilegios de hijo.

Entramos a la familia de Dios por medio de la regeneración, pero nos gozamos con la familia de Dios por medio de la adopción. El creyente no tiene que esperar para empezar a gozar de las riquezas espirituales que tiene en Cristo. “Y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7). Ahora sigue la discusión de Pablo acerca de la adopción. 

Recuerda tres hechos a sus lectores:

1. Lo que éramos: niños en esclavitud (Gálatas 4:1–3). 
No importa qué tan rico sea el padre, su hijo que anda a gatas realmente no puede gozar de los bienes. En el imperio romano, los niños de los ricos eran cuidados por esclavos. No importaba quienes fueran sus padres, todavía eran niños bajo la supervisión de un siervo. En efecto, el niño mismo no era tan diferente del siervo que lo cuidaba. El siervo recibía órdenes del amo, y el niño recibía órdenes del siervo.
Esta era la condición espiritual de los judíos bajo la ley. 

La ley era el “ayo” que disciplinó a la nación y la preparó para la venida de Cristo (Gálatas 3:23–25). Así que, cuando los judaizantes hicieron volver a los gálatas al legalismo, no los llevaban solamente a la esclavitud religiosa, sino también a una infancia e inmadurez moral y espiritual.

Pablo declara que los judíos estaban como niños, esclavizados a “los rudimentos del mundo”. La palabra “rudimentos” significa los principios básicos. Por unos 15 siglos, Israel había estado en el jardín de niños y la escuela primaria, aprendiendo su abecedario espiritual, para que estuvieran listos cuando Cristo viniera. Entonces recibirían la revelación completa, ya que Cristo es “el Alfa y la Omega” (Apocalipsis 22:13). El abarca todo el alfabeto de la revelación de Dios al hombre, y es la Palabra final de Dios (Hebreos 1:1–3).

El legalismo, entonces, no es un paso hacia la madurez, sino hacia atrás a la infancia. La ley no fue la revelación final de Dios, sino la preparación de esa revelación final por Cristo. Es importante conocer el alfabeto, porque es el fundamento para entender todo el idioma. Pero, si un hombre se sentara en una biblioteca y recitara el abecedario en lugar de leer las obras grandes de la literatura, demostraría que no es ni maduro ni sabio. Bajo la ley, los judíos eran niños en esclavitud, y no hijos que gozaban de libertad.

2. Lo que Dios hizo: nos redimió (Gálatas 4:4–5)
La expresión “el cumplimiento del tiempo” (v. 4) se refiere a aquel tiempo en el cual el mundo providencialmente estaba listo para el nacimiento del Salvador. Los historiadores nos dicen que el mundo romano aguardaba con gran expectación a un libertador cuando nació Jesús. Las religiones antiguas estaban muriendo; las filosofías antiguas estaban vacías y eran impotentes para cambiar las vidas de los hombres. Nuevas religiones extrañas y místicas estaban invadiendo el imperio. La vida religiosa estaba en bancarrota y el hambre espiritual reinaba por doquier. Dios estaba preparando al mundo para la llegada de su Hijo.

Desde el punto de vista histórico, el imperio romano mismo ayudó a preparar al mundo para el nacimiento del Salvador. Los caminos comunicaban ciudad con ciudad, y a las ciudades con Roma. Las leyes romanas protegían los derechos de los ciudadanos, y los soldados romanos resguardaban la paz. Debido a las conquistas griegas y romanas, el latín y el griego eran lenguas conocidas por todo el imperio. El nacimiento de Cristo en Belén no fue un accidente, sino fue una cita planeada por Dios. Cristo vino en el “cumplimiento del tiempo” (y también vendrá otra vez en el tiempo propicio).

Pablo señala los dos aspectos de la naturaleza de Cristo (v. 4), es decir, que es tanto Dios como hombre. Como Dios, Cristo “salió del Padre” (Juan 16:28); mas como hombre, fue “nacido de mujer”. La promesa antigua decía que el Redentor vendría de “la simiente de mujer” (Génesis 3:15), y Cristo fue el cumplimiento de esa promesa (Isaías 7:14; Mateo 1:18–25).

Pablo nos ha dicho quién vino—el Hijo de Dios, y cuándo y cómo vino. Ahora nos explica el porqué de su venida: “para que redimiese a los que estaban bajo la ley” (Gálatas 4:5). “Redimiese” es la misma palabra que Pablo usó antes (Gálatas 3:13) y significa libertar por medio del pago de un precio. Un hombre podía comprar un esclavo en cualquier ciudad romana (había como sesenta millones de esclavos en el imperio), o para que le sirviera o para ponerlo en libertad. Cristo vino para libertarnos. 

Así que, regresar a la ley, en efecto, es como deshacer la obra de Cristo en la cruz. El Señor no nos compró para hacernos esclavos, sino hijos. Bajo la ley, los judíos eran meramente niños, pero bajo la gracia, el creyente es hijo de Dios con una posición de adulto en la familia.

Tal vez una comparación nos ayude a entender mejor la diferencia entre ser hijo por nacimiento e hijo por adopción:

Hijo por nacimiento                                             Hijo por adopción
  •      por regeneración                                               •      por adopción
  •      entra a la familia                                                •      goza con la familia
  •      bajo ayo                                                             •      libertad de un adulto
  •      no puede recibir su herencia                             •      un heredero del Padre

3. Lo que somos: hijos y herederos (Gálatas 4:6–7). 
Una vez más, vemos que toda la trinidad tomó parte en nuestra vida espiritual: Dios el Padre envió al Hijo a morir por nosotros, y Dios el Hijo nos envió al Espíritu Santo a vivir en nosotros. El contraste aquí no está entre niños e hijos adultos, sino entre esclavos e hijos. Como el hijo pródigo, los gálatas querían que su Padre los aceptara como siervos, cuando realmente eran hijos (Lucas 15:18–19). 

Los contrastes son fáciles de ver. Por ejemplo:
El hijo tiene la misma naturaleza que el padre, no así el esclavo. 
Cuando confiamos en Cristo, el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros; y esto significa que somos participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). La ley nunca pudo dar a la persona la naturaleza de Dios; sólo pudo revelarle su gran necesidad de ella. Así que, cuando el creyente regresa a la ley, niega que la naturaleza de Dios esté en él, y le da a la vieja naturaleza (la carne) la oportunidad de efectuar su obra perversa.

El hijo tiene padre, mientras que el esclavo tiene amo. Ningún esclavo puede llamar a su amo “Padre”. 
Cuando el pecador confía en Cristo recibe al Espíritu Santo, quien le da testimonio de que es hijo de Dios (Romanos 8:15–16). Es natural que un bebé llore, pero no que hable con su padre. El Espíritu, cuando entra en el corazón, dice: “Abba, Padre” (Gálatas 4:6); y en respuesta, el creyente clama, “Abba, Padre” (Romanos 8:15). La palabra “abba” es una palabra aramea que equivale a la palabra papá. Esto muestra la cercanía del niño a su padre, la cual ningún siervo tiene.

El hijo obedece por amor, mientras que el esclavo obedece por temor. 
El Espíritu obra en el corazón del creyente para avivar y aumentar su amor hacia Dios. “El fruto del Espíritu es amor” (Gálatas 5:22). “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5). Los judaizantes dijeron a los gálatas que serían mejores cristianos al someterse a la ley, pero la ley nunca produce obediencia. Sólo el amor puede hacerlo. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

El hijo es rico, mientras que el esclavo es pobre. 
Somos “hijos y herederos”, y siendo que somos adoptados—colocados como hijos adultos en la familia—podemos empezar a aprovechar nuestra herencia ahora mismo. Dios ha puesto a nuestra disposición las riquezas de su gracia (Efesios 1:7; 2:7), las riquezas de su gloria (Filipenses 4:19), las riquezas de su benignidad (Romanos 2:4), y las riquezas de su sabiduría (Romanos 11:33–36)—y todas estas riquezas se hallan en Cristo (Colosenses 1:19; 2:3).

El hijo tiene un futuro brillante, mientras que el esclavo no lo tiene. 
Aunque muchos amos benignos proveían ayuda a sus esclavos en la vejez, la ley no lo exigía. Un buen padre siempre provee para el hijo (2 Corintios 12:14).

En un sentido, nuestra adopción no ha finalizado, porque estamos esperando el retorno de Cristo y la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:23). Algunos eruditos en Biblia piensan que esta segunda etapa de nuestra adopción corresponde a la práctica romana de adoptar a alguien. Primeramente, tenían una ceremonia privada en la cual el que iba a ser adoptado era comprado, y después una ceremonia pública en la cual la adopción era declarada ante los oficiales.

Los hijos de Dios han experimentado la primera etapa: hemos sido comprados por Cristo y habitados por el Espíritu. Estamos en espera de la segunda etapa: la declaración pública en la venida de Cristo cuando “seremos semejantes a él” (1 Juan 3:1–3). Somos “hijos y herederos”, y la mejor parte de nuestra herencia está aún por venir (ve 1 Pedro 1:1–5).

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