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miércoles, 27 de abril de 2016

Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos...¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Alimentemos con pastos frescos a la congregación

Una salvación tan grande
Hebreos 2:1-4
2:1  Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada por medio de los que oyeron, 4 dando Dios testimonio juntamente con ellos con señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

UNA SALVACIÓN TAN GRANDE QUE NO DEBEMOS DESCUIDAR
El peligro de descuidar su revelación
Hebreos 2:1–4
V. 1
El autor de Hebreos interrumpe su exposición de la superioridad de Jesús sobre los ángeles con la primera de varias amonestaciones a sus lectores. 

El propósito de Hebreos no es simplemente lograr que los lectores acepten mentalmente la superioridad de Jesús; lo que creemos se debe reflejar en lo que hacemos. Si Jesucristo tiene una naturaleza tan digna, recta, y poderosa como se mostró en el primer capítulo, debemos dar la mayor atención a la palabra de Dios que él nos trae. Los destinatarios de Hebreos estaban en peligro de dejar su profesión cristiana por temor o apatía. Si aceptaban la superioridad de Cristo, lo mostrarían por la perseverancia.

La salvación no es simplemente un “lugar” donde podemos descansar en pasividad, sino un camino en el cual tenemos que caminar. Si no somos diligentes y activos, progresando en el camino de la fe, nos alejamos poco a poco del Hijo y de sus demandas, como un barco que por descuido pasa la seguridad del puerto y se escurre a la destrucción (Hebreos 6:19 describe nuestra esperanza como un ancla). Más son los que se alejan de Jesús por deslizamiento pasivo, que los que por decisión activa renuncian a la fe.
Semillero homilético
Indicaciones en el camino de la salvación
Hebreos 2:1–4
Introducción: 
Cristóbal Colón no se quedó tranquilo con su descubrimiento de haber encontrado el camino, la ruta a la India, sino que hizo lo imposible para recorrer esa ruta y fue así que se encontró con el Nuevo Mundo. No es suficiente solamente encontrar el camino, sino caminar por ese camino para llegar al lugar deseado.

Jesucristo es el camino de la salvación, eso lo sabemos una mayoría, pero no basta saberlo sino caminar en ese camino, vivir de acuerdo a las reglas de ese camino para encontrar la salvación. De ahí que vale la pena considerar tres indicaciones en el caminar por el camino de la salvación según Hebreos 2:1–4.
I.     Las recomendaciones para el caminar por el camino de la salvación (v. 1a).
1.     La primera recomendación es que debemos ser diligentes en nuestro andar (por el camino de la salvación).
(1)     Porque no es simplemente un refugio donde podemos estar tranquilos y quietos.
(2)     Porque es un camino en el cual tenemos que bregar con esmero y entrega.
2.     La segunda recomendación es que debemos observar las reglas del camino de la salvación con mucha seriedad.
(1)     Porque las reglas son vitales para que permanezcamos en él. (Son mucho más que el vestido, la comida, las comodidades y planes humanos).
(2)     Porque las reglas no son secundarias. (No se las puede tomar como un juego), de ellas depende nuestra felicidad, nuestra paz, nuestra vida.
II.     Los peligros en el caminar por el camino de la salvación (vv. 1b2a).
1.     Uno de los peligros es la negligencia y la pasividad.
(1)     Porque (la negligencia y la pasividad) traen como consecuencia el alejamiento de Cristo y sus demandas. (Más son los que se alejan de Jesús por deslizamiento pasivo, que los que por decisión activa renuncian a la fe).
(2)     Porque la negligencia y la pasividad trae como consecuencia el acomodamiento a un estado parasitario.
2.     Otro de los peligros en el camino de la salvación es la apatía.
(1)     Porque la apatía es un estado de fría indiferencia a las exigencias del camino de salvación.
(2)     Porque la apatía es un estado de dureza, insensibilidad a las demandas del camino de salvación.
III.     Las sanciones en el caminar por el camino de la                      salvación (vv. 2–4).
1.     La sanción es castigo grande a los infractores y desobedientes a los mandamientos de Dios.
(1)     Porque los mandamientos que Dios dio a los antepasados por medio de los ángeles, adquirieron carácter de ley, válidos, y quienes desobedecieron fueron castigados justamente.
(2)     Porque es más importante atender a la palabra suprema y final de Dios, que ofrece salvación por medio de su Hijo, y quienes lo rechacen y lo desobedezcan merecerán un castigo mayor de Dios.
2.     La sanción es castigo grande a los infractores y desobedientes al mensaje de Jesucristo, confirmado por Dios y su iglesia.
(1)     Porque el mensaje de Jesucristo fue de salvación confirmada por los que creyeron (a través de su proclamación y del testimonio de sus vidas cambiadas).
(2)     Porque el mensaje de Jesucristo fue de salvación confirmada por Dios a través de milagros y con la presencia permanente de su Espíritu Santo.
Conclusión
A través de este pasaje la palabra de Dios nos exhorta a tomar en serio el camino de la salvación, el camino de fe en el que nos encontramos por la gracia del amor de Dios.

Al mismo tiempo nos invita a examinar nuestra situación en el camino de la fe, si somos diligentes y tomamos el camino de la fe como lo más importante, como la verdadera prioridad de nuestra existencia, estamos progresando bien en ese camino, rumbo a la meta final, la Jerusalén celestial. 

Pero si seguimos en el camino de la fe con apatía, tomándolo como menos importante que cualquier actividad humana, teniendo más miedo a las pruebas y al rechazo de la gente no creyente, estamos próximos a deslizarnos del camino de la fe al otro camino ancho, que nos llevará a la perdición y, por ende, al castigo eterno de Dios. 

El propósito de este mensaje es que podamos sacudirnos y reaccionar al amor de Dios que no quiere por nada que nos deslicemos del camino de fe, porque ese camino es la prueba de su amor más inmenso por el hombre, fue abierto con la sangre de su hijo amado. ¡No lo rechacemos!

Hebreos confirma su advertencia con un argumento a fortiori (vv. 2, 3a). Este tipo de argumento, frecuente en la epístola, tiene esta forma: “Si A es cierto, con más razón es cierto B”. Aquí el argumento es que, si la ley dada por medio de los ángeles fue válida, cuánto más la salvación que Jesús ofrece. 

Ya que Jesús es superior a los ángeles, la palabra que Dios da por medio de él tiene que ser más importante que la que encargó a los ángeles. Si es importante evitar la retribución que amenaza al que viola la palabra dicha por los ángeles, cuánto más importante es “atender” a la palabra suprema y final de Dios, que ofrece salvación.

Para entender este argumento, hay que saber que los judíos del primer siglo creían que Dios mandó la ley a Moisés por medio de ángeles. El libro de Éxodo no menciona ningún ángel como mediador de la ley, pero tal creencia llegó a ser común entre los judíos por un creciente sentido de la trascendencia de Dios. 

La idea de que los ángeles mediaron la ley de Moisés se refleja en Gálatas 3:19 y Hechos 7:53. Hebreos arguye que Jesús nos ofrece una salvación más grande que la ofrecida en el AT por ángeles, y el que rechaza esta salvación merece una retribución más grande que el que rechaza la del AT.
Vv. 3b, 4
Aparentemente, algunos de los lectores de la carta lamentaban que la ley judía hubiera sido dada por medio de ángeles, mientras ellos habían recibido el evangelio cristiano por medio de meros hombres. El autor corrige este error, afirmando que el primer mensajero que declaró el mensaje cristiano de salvación fue el mismo Señor, el Hijo quien es superior a los ángeles. 

Aunque el autor y los destinatarios de Hebreos no habían escuchado la palabra de labios de Jesús, los que oyeron al Señor les confirmaron el mensaje con su proclamación y con el testimonio de vidas cambiadas. Y Dios dio su confirmación de la verdad de este mensaje con milagros y con la presencia permanente de su Espíritu Santo.

De esta descripción de la recepción del evangelio por los lectores y por el autor de Hebreos, concluimos que ninguno de ellos era de los que anduvieron con Jesús en la tierra. Pero en la fundación de su congregación hubo manifestaciones milagrosas del poder y aprobación de Dios. Estas manifestaciones eran señales que apuntaban a una verdad espiritual. Eran maravillas y produjeron asombro en los que las presenciaron. Eran hechos poderosos, muestras del poder de Dios.

No está claro si el autor quería decir, dones repartidos por el Espíritu Santo o “repartimientos del Espíritu Santo”. El segundo sentido es más probable. Dios repartió el don de su Espíritu a cada uno de los miembros de la comunidad como él quiso, y dado que él nos conoce tan profundamente y nos ama tanto, su voluntad es mejor que lo que escogeríamos por nosotros mismos.
Sobre el poner por encima a una criatura en lugar del Creador
El inca Pachakutek (reformador), noveno rey del Imperio incaico (¿1225–1285?), fue un gran reformador y teólogo. Según el comentario de los cronistas como: Cristóbal de Molina y el padre Bernabé Cobo, en su "Historia del Nuevo Mundo" (escrita en 1654), el inca Pachakutij:

Llamó la atención al hecho de que el astro solar siempre sigue una trayectoria fija, realiza tareas definidas y tiene un horario rígido como cualquier obrero: en otras palabras si inti, sol, fuera Dios ¿por qué no realiza o hace algo original? El rey Pachakutij reiteraba después: el disco solar puede ser encubierto por cualquier nube. Esto quería decir que si inti era realmente Dios, ninguna cosa creada podría cubrir su luz. Sorpresivamente, Pachakutij tembló al darse cuenta de que había estado adorando a una simple criatura como si fuera el Creador.

Entonces, empezó llamando a un congreso de sacerdotes del sol, equivalente pagano del Concilio de Nicea, para proponer el cambio de adorar al Creador antes que a las cosas creadas, porque sería una incongruencia adorar al mismo tiempo a las cosas creadas como si fueran el creador.

Si Pachakutij, un inca pagano, desprovisto de la iluminación judeo cristiana, se pudo dar cuenta de que era una incongruencia poner una criatura en lugar del Creador, lo imperfecto y lo insuficiente antes que lo perfecto y todo suficiente, nosotros tenemos que darnos cuenta a través de la Palabra del Señor en este pasaje, de que no podemos poner a ninguna cosa creada por encima del Creador, por encima de su hijo Jesucristo
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viernes, 22 de abril de 2016

las obras de la carne son evidentes,...de las cuales les advierto,...que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Llevemos a la congregación de la mano hacia La Biblia- La Palabra de Dios
INMORALIDAD SEXUAL
Gálatas 5:19-21 
19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación,  impureza, desenfreno, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, 21 envidia,  borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
¿El Sexo es malo?

Inmoralidad sexual 
Gálatas 5:19
Las primeras tres obras se relacionan a la gratificación sexual, y sugieren un clima de depravación. 

Pablo principia así debido al clima moral de su mundo. Toda forma imaginable de inmoralidad era frecuente y visiblemente practicada por los gobernantes, los aristócratas, los filósofos, los poetas, los sacerdotes y los feligreses —sin sentido alguno de vergüenza o remordimiento. 

Era la manera aceptada de vivir. No debe entonces sorprendernos que este haya sido un problema con el que Pablo se atareó al tratar con sus convertidos del paganismo. 

El apóstol no toleraría claudicación alguna: la inmoralidad no podía tener lugar alguno en la vida cristiana.

Fornicación (porneia) tiene el mismo significado básico de prostitución, pero en realidad se relaciona a cualquier caso de coito, y por ende incluiría el adulterio. 

También incluye vicios contra la naturaleza o incesto, tales como la homosexualidad. 

Inmundicia (akatharsia) es impureza moral, de cuerpo o de mente, que sea repulsiva a seres humanos responsables y que separe a los que la cometan de un Dios santo.

El término lascivia (aselgeia) ofrece más dudas en cuanto a su etimología, pero la manera en la que Pablo la usa lo liga a la inmoralidad. Se trata de conducta disoluta, de un atropellamiento descarado de las normas de la decencia pública, y hasta del respeto de uno mismo, y sin consideración alguna de los derechos de los demás.

Barclay relaciona los tres términos muy significativamente. “Porneia indica el pecado dentro de un área específica de la vida, el área de relaciones sexuales; akatharsia indica una contaminación general de toda la personalidad, que mancha cada esfera de la vida; aselgeia apunta a un amor al pecado tan desenfrenado y tan audaz, que el que así se porta ha dejado de preocuparse por lo que Dios o el hombre piensan de sus acciones.”

La laxitud moral que está inundando nuestro mundo debe ser razón de alarma para todos los seres pensantes. La historia enseña claramente que tal cosa es la indicación segura de una civilización a punto de derrumbarse. La señal más seria que observamos es la defensa del “amor libre” y la eliminación que los educadores han hecho de las restricciones e inhibiciones morales. 

El paso final será que los líderes religiosos acepten tales prácticas —¡y hay indicios de que esto ya está principiando a suceder! La contestación cristiana para nuestro día no es diferente de la que se dio en tiempos de Pablo; y no es un legalismo estéril, sino una disciplina dinámica a través del Espíritu.

Doctrinas falsas 
Gálatas 5:20 ab 

El segundo grupo de “obras” malignas se relaciona a las prácticas de religiones paganas, lo que era también una fuente de problemas para los convertidos de Pablo que habían sido paganos. Idolatría (20; eidololatria) alude a la adoración tanto de la imagen como del dios que ésta representa. Aquí yace su peligro sutil. Originalmente no se intentó que ningún ídolo fuese adorado. 

La imagen se había provisto para que localizara y visualizara a la deidad, y en ese grado hiciera fácil la adoración de ese dios del cual era una representación. 

El problema básico de la idolatría es que la creación es adorada en vez del Creador (cf. Ro. 1:19–23). En este sentido la idolatría no es un problema menor en nuestros días, a pesar de que se disfrace en una forma más “moderna”. “Cuando quiera que cosa alguna en el mundo principie a ocupar el lugar principal en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestros objetivos, entonces ese algo se ha vuelto un ídolo, pues ha usurpado el lugar que le corresponde a Dios.”

No es una coincidencia que en el pensamiento de Pablo la ídolatría sea asociada con la inmoralidad. La prostitución era una parte básica de muchas religiones paganas. En el Antiguo Testamento hay un claro precedente para condenar ambas, en su asociación de la una con la otra.

La práctica de hechicerías (pharmakeia) es el uso de brujería, o de la magia para fines religiosos. La palabra originalmente significó el uso de drogas, que posteriormente se intentó con fines perversos (cf. veneno). Esta clase de hechicerías se volvió un medio para llegar a una práctica más amplia de la magia, que gracias a la superstición, estaba estrechamente asociada a la religión. 

Este problema ha sido una plaga crónica de la iglesia cristiana por largo tiempo, y en algunos lugares una increíble cantidad de prácticas supersticiosas fueron “cristianizadas” en vez de eliminadas.

Relaciones humanas anticristianas 
Gálatas 5:20 c–21 

Las siguientes ocho “obras de la carne” están en el corazón de la lista de vicios. 

Todas las ocho tienen que ver con relaciones interpersonales, lo que indica el hecho de que esto ocupaba un lugar prominente en el pensamiento de Pablo.

Enemistades (echthrai, trad. lit.), era una actitud aceptada y aprobada de vida en tiempo del apóstol. Puesto que existía enemistad declarada entre grupos raciales y culturales —por ejemplo los griegos contra los bárbaros, y los judíos contra los gentiles— no debe sorprendernos que tales actitudes frecuentemente caracterizaran las relaciones entre las personas. Todo esto es contrario a la ética cristiana, y Pablo lleva el asunto hasta su punto de origen: “La mente carnal es enemistad contra Dios” (Ro. 8:7, lit.), y naturalmente resulta en la enemistad entre los hombres o contra ellos. Tales odios producen pleitos o tensiones (eris). 

La enemistad (echthra) es una actitud mental hacia otras personas; y los pleitos (eris) son el resultado en la vida cotidiana de ese estado mental. La enemistad y los pleitos tienen una interrelación íntima que obra en ambas direcciones. La enemistad resulta en pleitos, y los pleitos causan enemistades. Pablo enseñó con claridad que los pleitos, tan característicos del mundo pagano (cf. Ro. 1:29), eran algo diametralmente opuesto a la unidad que Dios quería que existiera en el compañerismo cristiano. Por lo tanto, Pablo condenó severamente su manifestación en la iglesia. Este era un punto tan importante que el apóstol usa tres términos adicionales para manejar el mismo asunto fundamental de elementos divisivos en el cuerpo de Cristo.

Tanto en el Nuevo Testamento como en la Septuaginta la palabra celos (zelos) es usada con dos significados distintos. Pablo la usa para denotar celo, entusiasmo, o fervor en la realización de una causa o tarea. En el griego clásico zelos frecuentemente denotaba una virtud noble (cf. 2 Co. 11:2), que proveía el ímpetu para emular aquello que era admirado y que otros estaban demostrando o poseyendo. Sin embargo, tal concentración en la buena fortuna o suerte de otros puede degenerar en un resentimiento quejumbroso, haciendo que zelos se vuelva algo similar a la envidia (phthonos, 21). 

Por ende, emulación, (“celos”, R-V.; gr. zelos) no es intrínsicamente maligna. Cuando uno confronta el éxito y los logros de otras personas, puede recibir de ello la inspiración para ascender a nuevos logros uno mismo, o puede resentir la buena fortuna de esas personas con una envidia amarga. Este es el segundo significado de zelos en el Nuevo Testamento. Significa “celos” con una connotación mala. Obviamente este es el significado que tiene en este pasaje.

Una de las más complejas “obras de la carne” es iras (thymoi). 

En la Septuaginta tiene un “amplio rango de significado, incluyendo la ira humana y divina, ira diabólica y bestial, ira noble y destructiva”. Sin embargo Pablo y otros escritores nuevotestamentarios usan el término primordialmente con referencia al hombre.45 Reflejando una distinción encontrada en el griego secular, thymos da énfasis a los aspectos violentos y breves de la ira —“Temperamento explosivo, o ira relampagueante”; por ende es distinta de la ira crónica (orge). 

Lo que es más, thymos es una “ira” que es una verdadera “locura temporal”, y que refleja una hostilidad pecaminosa que claramente es un mecanismo de defensa de la carne. Frecuentemente se ha observado que el temperamento es necesario para que una persona tenga una personalidad bien equilibrada; por lo tanto, no hay duda de que la ira tenga connotaciones tanto buenas como malas. 

Pero en el Nuevo Testamento, el temperamento que cumple un buen propósito siempre es orge, y nunca thymos. “Thymos es algo que debe ser exiliado de la vida cristiana… el Nuevo Testamento enseña con claridad que tales demostraciones de temperamento son manifestaciones pecaminosas de que un hombre todavía está bajo el control férreo de su propia naturaleza inferior (la carne).”

Las tres siguientes “obras de la carne” describen más detalladamente los pleitos (eris, 20) considerados anteriormente, y son traducidos mejor cuando son considerados en la relación que existe entre las tres. 

Contiendas (eritheiai) es traducido en una diversidad de maneras, lo cual refleja una incertidumbre en cuanto a su significado. 

Barclay concluye: “En el uso que Pablo le da, la palabra claramente denota el espíritu de la ambición personal y de la rivalidad que resulta en esa formación de partidos o grupos que se consideran más importantes que la iglesia.” 

La ambición personal y egoísta es deplorable cuando sucede en posiciones de responsabilidad pública, pero no es menos trágica en la iglesia.

Estrechamente relacionadas son las disensiones (dichostasiai), cuya mejor traducción es: “divisiones.” 

La rivalidad que es motivada por los intereses egoístas puede resultar sólo en divisiones que destruyen la unidad de la iglesia. Pablo no está hablando aquí de esas diferencias que se basan en convicciones sinceras; lo que a él le preocupa son esas divisiones causadas por móviles equivocados que pueden atribuirse a la carne pecaminosa. 

Las diferencias válidas no son incompatibles con el compañerismo armonioso, gracias a que una parte vital de la libertad y del amor es el respeto para las opiniones de los demás, aun cuando éstas chocan con las nuestras. Sin embargo, le corresponde a cada creyente el examinar su corazón constantemente, no sea que califique como principio lo que sólo es prejuicio, y dedicación lo que no es sino testarudez.

Lo que es cierto de la persona es igualmente cierto de la iglesia
Hay que distinguir las diferencias teológicas y eclesiásticas, basadas en convicciones, de esas divisiones que son motivadas por la búsqueda egoísta de los propios intereses de una persona o de un grupo. 

Con demasiada frecuencia, cuando la iglesia debería ministrar a una sociedad despedazada por divisiones de clase, de raza y de partido político, está en tal condición que se le puede amonestar: “Médico, cúrate a ti mismo.”

Un paso más en el sendero destructivo de las divisiones es el de las herejías (haireseis). La transliteración en castellano (herejías) expresa más la idea del abandono de la ortodoxia que lo que el término griego hace. La palabra original básicamente denota un grupo que está unido por la misma creencia o conducta. Por ende, intrínsicamente no tiene una connotación mala. Sin embargo, Pablo la usa con referencia a los elementos divisivos en la iglesia, que se habían formado en grupos o sectas. Tales “grupitos” fragmentaban la iglesia, “¡y una iglesia fragmentada ha dejado de ser iglesia!” 

Muy naturalmente esos grupos exclusivos consideraban que ellos estaban bien y todos los demás mal. Pablo condenó tal sectarianismo como “las obras de la carne”.

Envidias (phthonos, 21) es un concepto totalmente malo. En contraste con celos (zelos, 20), no tiene posibilidad alguna para bien. La envidia produce un resentimiento amargo, así como también frecuentemente en un esfuerzo de privarles a los demás de su buena fortuna o éxito (cf. Ro. 1:29; Fil. 1:15).

Es obvio que muy claramente relacionado a lo que estas “obras de la carne” tienen que ver con las relaciones interpersonales está la preocupación de Pablo por la unidad y la armonía del compañerismo cristiano. 

Ningún hombre vive, o muere para sí. El pecado es una espada de dos filos, que cortan agudamente tanto en la responsabilidad personal cuanto en las consecuencias sociales. El daño más grande de la ira, la enemistad, los celos, la envidia y hasta de las rivalidades es lo que le hacen a la iglesia. Tales actitudes carnales de parte de las personas producen cismas, divisiones y facciones.

Todo esto nos habla de la imposibilidad de una unidad superficial. 
Los males aludidos no pueden “barrerse” debajo del tapete de la claudicación o del fingimiento. Los hombres que “viven de acuerdo a la carne” no pueden “vivir juntos en armonía”. Hay un “camino más excelente” al cual Pablo dedicará su atención muy pronto.

Pablo termina su lista de “las obras de la carne” con dos términos de significado obvio: borracheras (methai) y orgías (komai). Las Escrituras, y para nuestra sorpresa, la sociedad de los días de Pablo, reconocía que la borrachera era vergonzosa y degradante. Definitivamente no tiene lugar alguno en la vida del cristiano. Aunque el término traducido orgías era usado en el griego secular para denotar sencillamente una celebración, en el Nuevo Testamento es usado para describir excesos que pueden mejor ser descritos como libertinaje. Acciones tales contradicen un testimonio cristiano.

Esta lista no intenta ser exhaustiva, ni Pablo quiso hacerla una base completa para edificar un código cristiano de conducta. 

La frase y cosas semejantes a estas muestra que el escritor intentó que la lista fuese representativa en principio de la clase de males que resultan de vivir de acuerdo a la carne. 

Es trágico, y nos asusta, pensar que, sin excepción, cada una de las “obras de la carne” es una perversión de actitudes que en sí mismas son potencialmente buenas.

Emanan de deseos legítimos que son satisfechos ilegítimamente. Por lo tanto, siempre permanecen como abismos posibles hasta para el hombre de fe. Satanás es un enemigo astuto, y el pecado es engañador. El cristiano necesita examinar frecuentemente su corazón y su vida a la luz de las enseñanzas de la Biblia y bajo la dirección del Espíritu.

Aparentemente Pablo les había advertido a los gálatas en ocasiones anteriores (cf. Gálatas 1:9; 4:13) de las consecuencias de tal clase de vida. Ahora les recuerda de tales advertencias y les declara que esta carta es una advertencia repetida —antes de que el mal sucediese.

Acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican  tales cosas no heredarán el reino de Dios. 

El reino de Dios, del cual será excluida cualquier persona que viva por la carne, es la esperanza cristiana de la vida eterna pasada con Cristo, tanto aquí como más allá de este mundo. Esa es la “herencia” del creyente; es la salvación en su sentido más completo.

Pablo había declarado esta solemne advertencia en repetidas ocasiones a otras iglesias también. 
El creyente no está exento de responsabilidad ética más que lo que lo está el judío (cf. Ro. 2). Obviamente había en este particular un punto de equivocación, que desgraciadamente continúa hasta nuestros días. En vez de “indiferencia ética” alguna, el hombre en Cristo tiene por primera vez en su vida los recursos para vivir como Dios espera que viva.

La razón de la vehemente objeción de Pablo a la acción de los gálatas de regresarse a la ley era, precisamente, que marcaría un retorno a la carne. 

El hacer tal cosa era el “cortarse” o separarse de Cristo. Dios no tiene una doble norma, ni tampoco ve al creyente a través de lentes de cierto color, lo que le permite pasar por alto su conducta y aceptar en vez de ésta la obra perfecta de Cristo.

Cualquier hombre que viva por la carne, y por ende que produce sus obras, es excluido del reino de Dios
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sábado, 30 de enero de 2016

Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam, quien amó el pago de la injusticia, y recibió reprensión de su propia maldad

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Nos Preparamos para enseñar en la Congregación
El pago justo por las transgresiones
2Pedro 2:13-16
13      sufriendo el mal como pago de la injusticia. Teniendo por placer el libertinaje a pleno día, son inmundicias y manchas que se recrean en sus errores, mientras comen alegremente con vosotros;
14      teniendo los ojos llenos de adulterio, e insaciables de pecado; seduciendo a las almas inconstantes; teniendo el corazón habituado a la codicia; hijos de maldición.
15      Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam (el de Bosor), quien amó el pago de la injusticia,
16      y recibió reprensión de su propia maldad por un mudo animal de carga, que hablando con voz humana, refrenó la locura del profeta.

Adulterio Espiritual y Carnal
El adulterio
2Pedro 2:13–14
Nos enfrentamos con una pregunta acerca de la división en párrafos en este punto. Algunos traductores ubican una coma después del versículo 12 y luego siguen con el versículo 13
Otros ven una división definida y comienzan una nueva oración con el versículo 13
Desafortunadamente, los antiguos escritos del Nuevo Testamento griego ofrecen poca ayuda en este punto, ya que no aportan ninguna indicación en cuanto a una división. 
La NVI marca una división y presenta al versículo 13 como comienzo de un nuevo párrafo.


13 Sufrirán daño en pago del daño que han hecho. Su concepto de placer es entregarse a las pasiones sensuales en pleno día. Son manchas y suciedad, que se gozan en sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas.

En la primera oración, el texto griego tiene un juego de palabras que Pedro ha escogido intencionalmente. 

Traducido en forma literal significa “sufriendo daño como pago por hacer daño” (NASB). Pero el verbo sufriendo daño, tomado junto con la frase la paga de hacer el mal también puede traducirse “siendo defraudados de las ganancias de su mal obrar”. 

Cierta cantidad de escritos griegos, sin embargo, tiene otro verbo en este lugar, que ha sido adoptado por algunas traducciones como una lectura mejor: “Sufriendo el daño como salario de su iniquidad” (NTdT). 

Sin embargo, es probable que Pedro haya introducido un juego de palabras y que los escribas de los primeros siglos hayan alterado el texto. Por consiguiente, los traductores favorecen la redacción que tiene la ingeniosidad verbal.

La intención del mensaje de Pedro es señalar la verdad del antiguo proverbio: “El hombre cosechará lo que sembró” (Gá. 6:7; cf. también Pr. 22:8; Os. 10:12–13; 2 Co. 9:6). 

Es decir, que los falsos maestros recibirán el pago total de los males que han perpetrado. ¿Cuál es, entonces, el daño que estos apóstatas han causado? 

En los versículos 13 al 15 Pablo presenta un catálogo de males. Aquí están los dos primeros:
a. “Su concepto de placer es entregarse a las pasiones sensuales en pleno día”. 

El objeto de esta oración no es dar a entender que la diversión nocturna sea aceptable. El pecado es habitualmente cometido bajo la protección de la oscuridad (referirse a Jn. 3:19); por ejemplo, Pablo escribe: “Los que se emborrachan, se emborrachan de noche” (1 Ts. 5:7; compárese también con Ro. 12:11–13). 

Pero esta gente se burla de todas las normas de conducta y va de parranda aun durante el día. 

Aparentemente los herejes no tiene deseos de tener un buen empleo, no tienen nada que hacer durante el día, y pasan su tiempo de parranda en parranda (véase Is. 5:11). 

Si dejamos de lado el verbo parrandear, la oración misma transmite un mensaje positivo, ya que el placer y la luz del día son dones hermosos de Dios, pero la presencia del verbo cambia todo el mensaje: el placer y la luz del día son puestos al servicio del pecado. Esta gente es esclava de Satanás.

b. “Son manchas y suciedad, que se gozan en sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas”. 
Las palabras manchas y suciedad son lo opuesto de la descripción que Pedro hace de los creyentes. 

El los insta a “esfuércense por ser hallados sin manchas ni reproche, y en paz con el [Señor]” (3:14). 

Al describir a Jesucristo, Pedro lo describe “cordero sin mancha o defecto” (1 P. 1:19). Las personas que se describen en este texto, sin embargo, son exactamente lo opuesto a Cristo y de su iglesia. Entran en las casas de los miembros de la iglesia y comparten la comida y la bebida que el anfitrión les provee.

¿Cómo es posible que estos parranderos tuvieran comunión de mesa con los creyentes? 

El versículo paralelo de Judas 12 tiene la frase que sigue: “Estos son manchas en vuestros ágapes” (VRV). Los mejores manuscritos de la epístola de Pedro no tienen la lectura ágapes sino que tienen un sustantivo cuyo significado primario es decepciones, y como significado secundario, placeres

Muchas versiones han escogido la primera traducción, pero la lectura secundaria cuadra perfectamente. Quizá Pedro esté evitando hacer uso explícito del término ágape. ¿Cuál era este ágape?
[Se trataba] de una comida en la cual se usaba no sólo pan y vino sino todo tipo de viandas, una comida que tenía el doble propósito de satisfacer el hambre y la sed y de dar expresión al sentido de la comunidad cristiana. Al fin de esta fiesta, se tomaba el pan y el vino según el mandamiento del Señor … El ágape [fiesta de amor] estaba de este modo relacionado con la eucaristía, así como la última Pascua de Cristo lo estaba con el rito cristiano que él le injertó.
Quizás ya en el tiempo de Pedro, la comida comunitaria estaba separada de la Cena del Señor. Este ágape enfatizaba la hermandad de los participantes, la eucaristía marcaba la unidad que los creyentes tienen en Cristo. 
Pablo indica a los cristianos corintios que deben establecer una distinción entre las dos celebraciones cuando les dice: “¿No tenéis casa en las cuales comer y beber?” (1 Co. 11:22). El texto no dice si estos parranderos manchaban de esta manera la mesa del Señor en el tiempo de Pedro. 
Pedro, sin embargo, indica que banqueteaban hasta el punto de que se transformaban en manchas y suciedad para la comunidad cristiana.

14. Teniendo los ojos llenos de adulterio, son insaciables en el pecar; seducen a las almas inconstantes; son expertos en la avaricia—¡hijos de maldición!

Por medio de una serie de breves cláusulas, Pedro continúa su enumeración de vicios. 

No es raro que entre un grupo de parranderos el consumo de alcohol lleve a la lujuria y al abuso sexual. Por eso Pedro aporta la siguiente descripción, bien gráfica.

a. “Teniendo los ojos llenos de adulterio, son insaciables en el pecar”. 
La lectura literal del término adulterio es “adúltera”. En esta oración la palabra se refiere a “ojos que están llenos de (deseosos de) encontrar una adúltera, que siempre están buscando una mujer con la cuál cometer adulterio”. 

El lenguaje descriptivo de Pedro trae ecos de las palabras de Jesús: “Cualquiera que mira una mujer para codiciarla, ya ha adulterado con ella en su corazón” (Mt. 5:28).

Los traductores han vinculado las dos cláusulas que dependen mutuamente entre sí para formar una sola oración. Pedro describe a estos maestros como adúlteros que, por andar mirando codiciosamente a las mujeres, nunca dejan de pecar.

 ¡Qué punto de vista degradante del sexo opuesto! A ojos de estos, una mujer no es una persona sino una herramienta diseñada para satisfacer sus apetitos sexuales.

b. “Seducen a las almas inconstantes”. 
Pedro toma una palabra del lenguaje del pescador que tira un anzuelo para atrapar al incauto pez (v. 18; Stg. 1:14). 

Estos maestros tratan de atrapar a hombres y mujeres, especialmente a aquellos cristianos que son inconstantes en su fe, para hacerlos caer en pecados sexuales. 

Andan buscando miembros de la iglesia que no se han puesto la armadura de Dios (Ef. 6:13) y que no han atendido al consejo de Pedro de “estar afianzados en la verdad” (1:12). 

Se trata de personas que, por su inestabilidad, distorsionan las Escrituras (3:16) y se transforman en fácil presa del diablo y sus secuaces.

c. “Son expertos en la avaricia”
Una vez más Pedro recurre al lenguaje figurado. Lo toma esta vez del lenguaje del mundo de la gimnasia y dice que los falsos maestros han estado ejercitando sus corazones “como en un gimnasio” para la avaricia. 

El pecado de la avaricia no es sólo una transgresión del décimo mandamiento del Decálogo, sino que equivale a la idolatría (Col. 3:5). 

Es decir que el hombre no adora a Dios sino al ídolo de la codicia. Al comenzar su descripción de estos maestros, Pedro advierte a los creyentes contra el peligro de ser explotados. 

El dice: “Llevados de la codicia estos maestros se aprovecharán de ustedes con relatos inventados por ellos” (v. 3). Por hacer del dinero su ídolo (Mt. 6:24; Lc. 16:13), esta gente recibe la maldición de Dios.

d. “Hijos de maldición”
Pedro revela aquí su antecedencia hebrea, ya que exclama enfáticamente: “¡Hijos de una maldición!” La expresión hijos de es semita y aparece en diversas formas: por ejemplo: “hijos [objetos] de la ira” (Ef. 2:3), “hijos de la luz” (Ef. 5:8), e “hijos de la obediencia [hijos obedientes]” (1 P. 1:14
Esta expresión se asemeja a la frase hijos de la desobediencia (Ef. 2:2; 5:6).

¿Cuál es el resultado de la maldición de Dios sobre el hombre? Una maldición es lo contrario de una bendición. 

Cuando se pronuncia una maldición sobre alguien o algo, las bendiciones quedan retenidas y entonces sobreviene el desastre. Así vemos que la maldición pronunciada contra cualquiera que reedificase Jericó (Jos. 6:26) entró en efecto cuando, durante el reinado del rey Acab, Hiel de Betel reedificó Jericó; él perdió dos hijos a consecuencia de la maldición que Josué había proferido hacía siglos.

Pedro evita echar una maldición sobre los falsos maestros, ya que la Escritura enseña que los cristianos no deben maldecir a su prójimo sino más bien bendecirlo (Mt. 5:44; Lc. 6:28; Ro. 12:14, 19). Pedro observa y describe a la gente que de modo deliberado y constante pecan y por consiguiente se hacen objetos de la ira y de la condenación de Dios.
Palabras, frases y construcciones griegas en 2Pedro 2:13–14
Versículo 13
ἀδικούμενοι … ἀδικίας—“sufriendo la injusticia del salario de la injusticia”. Si bien esta combinación “incluye una construcción bastante extraña, … el autor parece haber tolerado la construcción gramatical poco usual en aras de poder urdir un juego de palabras [con estos dos vocablos]”.

τὴν … τρυφήν—el artículo determinado precede al sustantivo (“parranda”) para especificar el carácter distintivo de la implicación. Nótese también las estrechas relaciones de este sustantivo con el participio presente compuesto ἐντρυφῶντες (celebrar orgías).

ἀπάταις—en Judas 12 la lectura es ἀγάπαις (ágapes, fiestas de amor). Algunos manuscritos importantes tienen la misma lectura en la carta de Pedro. Sin embargo, la palabra ἀπάταις (engaños, placeres) probablemente sea la original; está libre del cargo de asimilación al texto de Judas 12.
Versículo 14
ἀκαταπαύστους—derivado del compuesto de (in), κατά (bajo) y παύω (detengo), este adjetivo verbal aparece solamente una vez en el Nuevo Testamento y se traduce “inquieto”.

φυχάς—esta palabra significa “personas” (cf. 1 P. 3:20).
γεγυμνασμένην—como participio perfecto pasivo de γυμνάζω (adiestro, entreno), este término tiene como derivación el término español gimnasioEl tiempo presente denota acción comenzada en el pasado con un efecto obvio para el presente.
La maldad
2Pedro 2:15–16
15. Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó el pago de la maldad.

Consideremos dos puntos:
a. Observación
Pedro sigue describiendo a los apóstatas de su tiempo y observa que han olvidado el camino de la obediencia. Dice: “Han abandonado el camino recto”. 

El texto griego da a entender que cuando estos maestros dejaron de a andar por el camino recto comenzaron a andar de aquí para allá, sin rumbo fijo. Junto con los otros escritores de la Biblia, Pedro se expresa por medio de metáforas. 

La frase el camino recto es una expresión idiomática que apunta al camino en que los hijos de Dios deben andar según su Palabra.

Por implicación, Pedro indica que los herejes seguían alguna vez el camino recto, pero que más tarde lo dejaron. Como consecuencia de esta decisión, comenta Pedro, ahora ellos vagan en la oscuridad. 

Esta es la gente de la cual el apóstol Juan dice: “Si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19; y también Heb. 6:4–6). Esta gente también sigue el rumbo que lleva a la muerte y a la destrucción.

b. “Ilustración”
“[Siguen] el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó eI pago de la maldad”. 

En el pasaje paralelo, Judas cita tres ejemplos del Antiguo Testamento: el odio de Caín, la codicia de Balaam y la rebelión de Coré (v. 11). 

Pedro, sin embargo, se limita a usar el ejemplo de Balaam (Nm. 22–24). Este quería maldecir a los israelitas, pero por medio del Espíritu del Señor fue forzado a bendecirlos (cf. Dt. 23:4). 

Pedro ve un reflejo de los falsos maestros en la vida y circunstancias de Balaam. Considerando el marco histórico de Balaam y el pueblo de Moab, el apóstol nota la inmoralidad sexual de los moabitas, quienes, aliados con Balaam, trataron de seducir a los israelitas (véase especialmente Nm. 25:1–9; 31:16; Ap. 2:14). 

Asimismo, Pedro nota el interés que Balaam tenía en la honra personal y en la ganancia material a expensas del pueblo de Dios. 

Y finalmente, Balac rey de Moab quería que Balaam maldijese, no bendijese, a los israelitas.

Las semejanzas son obvias. Los herejes del tiempo de Pedro están tratando de inducir a los creyentes hacia el desorden y la inmoralidad; su codicia es evidente para cualquier miembro de la comunidad; enseñan herejías destructivas que apuntan a desviar a los creyentes del camino de la verdad. Son, en efecto, una raza maldita.

Pedro declara que a Balaam “le encantó el pago de la maldad”. Balaam, aunque movido por la codicia, tenía bien en claro que los israelitas eran el pueblo escogido de Dios a quienes este mismo Dios protegía. Pero al unir sus fuerzas a las de los enemigos de Dios, recibió “el pago de la maldad”.

 Balaam era impelido por su amor a las recompensas materiales, no por el amor a Dios y a su pueblo. Poco tiempo después, el ejército de Israel mató a Balaam en la batalla contra los madianitas (Nm. 31:8).

Por medio de esta ilustración histórica Pedro revela los motivos de los falsos maestros. Los describe como seguidores de Balaam y intima que también ellos tendrán su recompensa. “Desde hace mucho tiempo la condenación se cierne sobre ellos, y su destrucción no se ha dado el lujo de dormir” (v. 3). Su recompensa será la misma que la de Balaam.

16. Pero por su maldad lo reprendió un burro—una muda bestia de carga—que habló con voz humana e impidió la locura del profeta.

Este versículo es en realidad una palabra indirecta de aliento a los lectores de la epístola de Pedro. 

Ellos ven las “manchas y suciedad” de los herejes que hay dentro de la comunidad cristiana, saben que el propósito específico de esta gente es llevar a la destrucción a la iglesia, pero se dan cuenta de que Dios “sabe como librarlos de las pruebas” (v. 9). 

Si el burro de Balaam reprobó al errado profeta, entonces los creyentes pueden reprobar a los falsos maestros mediante las enseñanzas de la Palabra de Dios.

El burro de Balaam, al ver al ángel del Señor con su espada desenvainada, trató de eludir el desastre inevitable (Nm. 22:21–28). Aun después que Dios le diera al asno el recurso del lenguaje humano, Balaam no alcanzaba a reconocer el peligro que le enfrentaba. En su misericordia, Dios abrió los ojos de Balaam para que él mismo pudiese ver al ángel del Señor con la espada lista para matarlo.

¿Por qué cuenta Pedro el relato del asno que habló? 
Por varias razones: para comparar la insensibilidad de Balaam con la de los falsos maestros; para demostrar que así como Balaam avanzaba ciegamente en el camino de la destrucción, del mismo modo están perdidos los herejes; para revelar la intervención de Dios al hacer que Balaam bendijese a Israel; y para darles a los creyentes del tiempo de Pedro la certidumbre de que Dios los protege.

Pedro llama a Balaam profeta, no para indicar que era un verdadero profeta, sino que Dios lo usó a pesar de su locura. 

Si hubiese sido un verdadero siervo de Dios, su conducta nunca se hubiese caracterizado por la locura. Su obstinación ocasionó su caída y su muerte.
Consideraciones doctrinales en 2 Pedro 2:15–16
Los críticos de la fe cristiana desvirtúan los relatos de milagros que aparecen en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. 
Consideran que estas historias son leyendas y mitos cuyo contenido debe ser descartado a la luz de la ciencia moderna. Y consideran que cualquiera que acepta estos milagros por fe es una persona que no usa su capacidad de raciocinio. 
Describen al cristiano como una persona tan crédula que creería en la Biblia, ya fuese que ésta dijese que Jonás se tragó a la pez o que la pez se tragó a Jonás.

Sin embargo el creyente observa todos los milagros de la Biblia y ve en ellos la mano del Señor. Sabe que Dios hace milagros ya sea en respuesta a la fe de su pueblo o para inculcar y fortalecer la fe de los creyentes.

Entre los numerosos milagros que figuran en la Escritura, el burro de Balaam que habla no constituye un caso excepcional. Esto aconteció en un momento de crisis en la historia de Israel en que fuerzas hostiles trataban de lograr la maldición de Israel. 

Dios intervino y no sólo hizo que el burro de Balaam hablase, sino que también logró que Balaam bendijese al pueblo de Dios en vez de maldecirlo. Un milagro es, por lo tanto, un acto de Dios. Y dado que es Dios el que actúa, el cristiano cree.

¿Es el cristiano una persona crédula? 
Para él el milagro más grande que Dios efectuó es el de la resurrección de Cristo. 

Todos los otros milagros son secundarios. Si no creemos es la resurrección física de Cristo, entonces el mensaje del evangelio carece de valor y nuestra fe es inútil (1 Co. 15:14).
Palabras, frases y construcciones griegas en 2Pedro 2:15–16
Versículo 15
καταλείποντες—algunos manuscritos tienen καταλιπόντες (aoristo activo) en vez del presente activo. 
La diferencia reside en que el presente muestra acción simultánea con la del verbo principal, en tanto que el tiempo aoristo indica una acción previa al mismo. 
En lo fundamental, el efecto es el mismo. El participio denota causa.

ἐπλανήθησαν—deriva del verbo πλανάω (causo el extravio), el aoristo significa acción ingresiva; la voz pasiva (“ser descarriado”) implica la acción de un agente.
Versículo 16
ἰδίας παρανομίας—el uso del adjetivo ἰδίας es enfático: “su propio”. Este es el único lugar del Nuevo Testamento en que encontramos a este sustantivo. Se deriva de la preposición παρά (desde el lado de) y νόμος (ley) y significa “hacer mal”, “maldad”.
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