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jueves, 9 de noviembre de 2023

Estudio homiletico de Juan 10


El Buen Pastor y las Ovejas

I. Introducción
La Imagen del Pastor y las Ovejas
    A. Conexión con la Metáfora Pastoral en el        
         Antiguo Testamento
    B. Jesús como el Buen Pastor que Cuida y                   Protege

II. Conociendo la Voz del Buen Pastor 
     (Juan 10:1-6)
    A. La Contraste entre el Buen Pastor y los                     Ladrones
     B. La Importancia de Reconocer la Voz del                 Maestro
     C. La Tendencia de las Ovejas a Seguir al                     Conocido

III. El Propósito del Buen Pastor (Juan 10:7-10)
      A. Jesús como la Puerta para la Vida Eterna
      B. Abundancia y Plenitud en la Relación con               el Buen Pastor

IV. El Sacrificio del Buen Pastor (Juan 10:11-18)
       A. La Identificación de Jesús como el Pastor                que Da su Vida por las Ovejas
       B. La Conexión con la Voluntad del Padre y                el Amor Incondicional

V. La Seguridad de las Ovejas en el Buen                 Pastor (Juan 10:27-30)
     A. La Promesa de la Seguridad Eterna
     B. La Unión Indisoluble entre las Ovejas y el              Buen Pastor

VI. Aplicación Práctica: Seguir al Buen Pastor         Hoy
     A. Reconociendo las Voces Engañosas en la                  Actualidad
     B. Buscando Abundancia y Plenitud en la                    Relación con Cristo
     C. Viviendo en la Seguridad de su Amor y                    Cuidado Constante

VII. Conclusión: 
       Respondiendo al Llamado del Buen Pastor
       A. Invitación a Responder a la Voz del Pastor
       B. Compromiso de Seguir a Jesús como el                    Buen Pastor en la Vida Diaria

Este bosquejo busca explorar la riqueza de la metáfora pastoral utilizada por Jesús en Juan 10, destacando su papel como el Buen Pastor, la responsabilidad de las ovejas de reconocer su voz y el profundo amor que lo lleva a dar su vida por ellas. 

Además, se enfoca en la aplicación práctica de estas verdades en la vida diaria de los creyentes.

martes, 29 de marzo de 2016

Estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El propósito del libro de Juan
Juan 20:30,31
30 Por cierto Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

Por qué Juan escribe su Evangelio


EL PROPÓSITO DEL EVANGELIO 
Juan 20:30, 31

Este párrafo tiene toda la apariencia de una conclusión del Evangelio y también expresa el propósito que el autor tuvo en escribirlo. Por esta razón, muchos comentaristas opinan que el texto original termina aquí. Parece que el propósito del Evangelio se ha logrado. Jesús se había aparecido a todos los discípulos, les había comisionado y les había dado simbólicamente el Espíritu Santo, Tomás había pronunciado la confesión más elevada y Jesús había pronunciado una bendición especial sobre los que creerían en él, sin verlo. Por esto, se piensa que el cap. 21 fue agregado más adelante por el mismo autor. 

La expresión Por cierto o “ciertamente”, según Mateos-Barreto, traduce dos partículas griegas que tienen la idea de “por consiguiente”, “por lo tanto” o “entonces”, lo cual enfatiza la conclusión de lo que antecede, en vez de lo que sigue. Juan mira hacia atrás y afirma que Jesús hizo muchas otras señales, refiriéndose a todos los milagros que había realizado durante su ministerio terrenal, no sólo a las apariciones después de la resurrección. Luego afirma dos cosas acerca de todas esas señales: no fueron hechas en secreto, sino en presencia de sus discípulos, y muchas no fueron registradas en este Evangelio (ver Juan 21:25). Juan insinúa que había escogido de entre todas las señales de Jesús las que más claramente apuntaban a él como el Hijo de Dios. Entonces, es un Evangelio selectivo con un propósito definido.

El verbo traducido han sido escritas (v. 31) está en el tiempo perfecto, enfatizando el valor permanente del Evangelio (ver Juan 19:22). En este versículo el autor expresa en forma clara y concisa el propósito del Evangelio. La conjunción de propósito, para que (jina2443), usada tan frecuentemente en este Evangelio, introduce el propósito. 

El verbo traducido creáis es un subjuntivo en el tiempo aoristo en la mayoría de los mss., pero en el tiempo presente en otros. Si se toma como aoristo, enfatizaría el comienzo de la fe, pero si se toma como presente, enfatizaría la continuación y afirmación de la fe ya existente. 

El Evangelio cumple ambos propósitos: anima la fe inicial de salvación, y fortalece y aumenta la fe de los que ya son creyentes. Por otro lado, Beasley-Murray advierte del peligro de interpretar con demasiado rigor el significado del tiempo de los verbos.

Nótese que el propósito no es de crear fe como el objeto final, sino de convencer a los hombres de la naturaleza verdadera de Jesús. No es un mero hombre, ni tampoco sólo un buen hombre, sino que es el Cristo, el Mesías de Dios, prometido largamente a través del AT, el enviado personal de Dios con una misión especial y encarnado en la persona de Jesús. Pero tampoco termina allí, sino que el Evangelio tiene el propósito de convencer a los hombres que ese Mesías es divino, es el Hijo de Dios, y es Dios mismo, tal cual confesó Tomás. Como en las palabras de Tomás, ese convencimiento debe llevar a una confianza y compromiso con Cristo como “su Señor y su Dios”.

El segundo propósito, o mejor dicho, la finalidad última del Evangelio y el resultado benéfico de creer se expresa en la cláusula para que creyendo tengáis vida en su nombre. 

Este libro frecuentemente se  llama “El Evangelio de vida”. El término vida se refiere a la plenitud de vida espiritual o “vida eterna” que sólo se logra en su nombre (ver Juan 1:4; Juan 3:15; Juan 10:10). El verbo traducido tengáis es un subjuntivo en el tiempo presente. Una vez que uno cree en Cristo como el Hijo de Dios (primera cláusula) recibirá la vida, y seguirá teniendo vida para siempre (segunda cláusula).

Entonces el Evangelio de Juan tiene un propósito decididamente evangelístico y misionero. Está en perfecto acuerdo con el propósito para el cual Jesús vino al mundo. En esta forma y en el último versículo, Juan une magistralmente los dos temas dominantes en el Evangelio: “creer” y “vida”.

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sábado, 30 de enero de 2016

Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam, quien amó el pago de la injusticia, y recibió reprensión de su propia maldad

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Nos Preparamos para enseñar en la Congregación
El pago justo por las transgresiones
2Pedro 2:13-16
13      sufriendo el mal como pago de la injusticia. Teniendo por placer el libertinaje a pleno día, son inmundicias y manchas que se recrean en sus errores, mientras comen alegremente con vosotros;
14      teniendo los ojos llenos de adulterio, e insaciables de pecado; seduciendo a las almas inconstantes; teniendo el corazón habituado a la codicia; hijos de maldición.
15      Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam (el de Bosor), quien amó el pago de la injusticia,
16      y recibió reprensión de su propia maldad por un mudo animal de carga, que hablando con voz humana, refrenó la locura del profeta.

Adulterio Espiritual y Carnal
El adulterio
2Pedro 2:13–14
Nos enfrentamos con una pregunta acerca de la división en párrafos en este punto. Algunos traductores ubican una coma después del versículo 12 y luego siguen con el versículo 13
Otros ven una división definida y comienzan una nueva oración con el versículo 13
Desafortunadamente, los antiguos escritos del Nuevo Testamento griego ofrecen poca ayuda en este punto, ya que no aportan ninguna indicación en cuanto a una división. 
La NVI marca una división y presenta al versículo 13 como comienzo de un nuevo párrafo.


13 Sufrirán daño en pago del daño que han hecho. Su concepto de placer es entregarse a las pasiones sensuales en pleno día. Son manchas y suciedad, que se gozan en sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas.

En la primera oración, el texto griego tiene un juego de palabras que Pedro ha escogido intencionalmente. 

Traducido en forma literal significa “sufriendo daño como pago por hacer daño” (NASB). Pero el verbo sufriendo daño, tomado junto con la frase la paga de hacer el mal también puede traducirse “siendo defraudados de las ganancias de su mal obrar”. 

Cierta cantidad de escritos griegos, sin embargo, tiene otro verbo en este lugar, que ha sido adoptado por algunas traducciones como una lectura mejor: “Sufriendo el daño como salario de su iniquidad” (NTdT). 

Sin embargo, es probable que Pedro haya introducido un juego de palabras y que los escribas de los primeros siglos hayan alterado el texto. Por consiguiente, los traductores favorecen la redacción que tiene la ingeniosidad verbal.

La intención del mensaje de Pedro es señalar la verdad del antiguo proverbio: “El hombre cosechará lo que sembró” (Gá. 6:7; cf. también Pr. 22:8; Os. 10:12–13; 2 Co. 9:6). 

Es decir, que los falsos maestros recibirán el pago total de los males que han perpetrado. ¿Cuál es, entonces, el daño que estos apóstatas han causado? 

En los versículos 13 al 15 Pablo presenta un catálogo de males. Aquí están los dos primeros:
a. “Su concepto de placer es entregarse a las pasiones sensuales en pleno día”. 

El objeto de esta oración no es dar a entender que la diversión nocturna sea aceptable. El pecado es habitualmente cometido bajo la protección de la oscuridad (referirse a Jn. 3:19); por ejemplo, Pablo escribe: “Los que se emborrachan, se emborrachan de noche” (1 Ts. 5:7; compárese también con Ro. 12:11–13). 

Pero esta gente se burla de todas las normas de conducta y va de parranda aun durante el día. 

Aparentemente los herejes no tiene deseos de tener un buen empleo, no tienen nada que hacer durante el día, y pasan su tiempo de parranda en parranda (véase Is. 5:11). 

Si dejamos de lado el verbo parrandear, la oración misma transmite un mensaje positivo, ya que el placer y la luz del día son dones hermosos de Dios, pero la presencia del verbo cambia todo el mensaje: el placer y la luz del día son puestos al servicio del pecado. Esta gente es esclava de Satanás.

b. “Son manchas y suciedad, que se gozan en sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas”. 
Las palabras manchas y suciedad son lo opuesto de la descripción que Pedro hace de los creyentes. 

El los insta a “esfuércense por ser hallados sin manchas ni reproche, y en paz con el [Señor]” (3:14). 

Al describir a Jesucristo, Pedro lo describe “cordero sin mancha o defecto” (1 P. 1:19). Las personas que se describen en este texto, sin embargo, son exactamente lo opuesto a Cristo y de su iglesia. Entran en las casas de los miembros de la iglesia y comparten la comida y la bebida que el anfitrión les provee.

¿Cómo es posible que estos parranderos tuvieran comunión de mesa con los creyentes? 

El versículo paralelo de Judas 12 tiene la frase que sigue: “Estos son manchas en vuestros ágapes” (VRV). Los mejores manuscritos de la epístola de Pedro no tienen la lectura ágapes sino que tienen un sustantivo cuyo significado primario es decepciones, y como significado secundario, placeres

Muchas versiones han escogido la primera traducción, pero la lectura secundaria cuadra perfectamente. Quizá Pedro esté evitando hacer uso explícito del término ágape. ¿Cuál era este ágape?
[Se trataba] de una comida en la cual se usaba no sólo pan y vino sino todo tipo de viandas, una comida que tenía el doble propósito de satisfacer el hambre y la sed y de dar expresión al sentido de la comunidad cristiana. Al fin de esta fiesta, se tomaba el pan y el vino según el mandamiento del Señor … El ágape [fiesta de amor] estaba de este modo relacionado con la eucaristía, así como la última Pascua de Cristo lo estaba con el rito cristiano que él le injertó.
Quizás ya en el tiempo de Pedro, la comida comunitaria estaba separada de la Cena del Señor. Este ágape enfatizaba la hermandad de los participantes, la eucaristía marcaba la unidad que los creyentes tienen en Cristo. 
Pablo indica a los cristianos corintios que deben establecer una distinción entre las dos celebraciones cuando les dice: “¿No tenéis casa en las cuales comer y beber?” (1 Co. 11:22). El texto no dice si estos parranderos manchaban de esta manera la mesa del Señor en el tiempo de Pedro. 
Pedro, sin embargo, indica que banqueteaban hasta el punto de que se transformaban en manchas y suciedad para la comunidad cristiana.

14. Teniendo los ojos llenos de adulterio, son insaciables en el pecar; seducen a las almas inconstantes; son expertos en la avaricia—¡hijos de maldición!

Por medio de una serie de breves cláusulas, Pedro continúa su enumeración de vicios. 

No es raro que entre un grupo de parranderos el consumo de alcohol lleve a la lujuria y al abuso sexual. Por eso Pedro aporta la siguiente descripción, bien gráfica.

a. “Teniendo los ojos llenos de adulterio, son insaciables en el pecar”. 
La lectura literal del término adulterio es “adúltera”. En esta oración la palabra se refiere a “ojos que están llenos de (deseosos de) encontrar una adúltera, que siempre están buscando una mujer con la cuál cometer adulterio”. 

El lenguaje descriptivo de Pedro trae ecos de las palabras de Jesús: “Cualquiera que mira una mujer para codiciarla, ya ha adulterado con ella en su corazón” (Mt. 5:28).

Los traductores han vinculado las dos cláusulas que dependen mutuamente entre sí para formar una sola oración. Pedro describe a estos maestros como adúlteros que, por andar mirando codiciosamente a las mujeres, nunca dejan de pecar.

 ¡Qué punto de vista degradante del sexo opuesto! A ojos de estos, una mujer no es una persona sino una herramienta diseñada para satisfacer sus apetitos sexuales.

b. “Seducen a las almas inconstantes”. 
Pedro toma una palabra del lenguaje del pescador que tira un anzuelo para atrapar al incauto pez (v. 18; Stg. 1:14). 

Estos maestros tratan de atrapar a hombres y mujeres, especialmente a aquellos cristianos que son inconstantes en su fe, para hacerlos caer en pecados sexuales. 

Andan buscando miembros de la iglesia que no se han puesto la armadura de Dios (Ef. 6:13) y que no han atendido al consejo de Pedro de “estar afianzados en la verdad” (1:12). 

Se trata de personas que, por su inestabilidad, distorsionan las Escrituras (3:16) y se transforman en fácil presa del diablo y sus secuaces.

c. “Son expertos en la avaricia”
Una vez más Pedro recurre al lenguaje figurado. Lo toma esta vez del lenguaje del mundo de la gimnasia y dice que los falsos maestros han estado ejercitando sus corazones “como en un gimnasio” para la avaricia. 

El pecado de la avaricia no es sólo una transgresión del décimo mandamiento del Decálogo, sino que equivale a la idolatría (Col. 3:5). 

Es decir que el hombre no adora a Dios sino al ídolo de la codicia. Al comenzar su descripción de estos maestros, Pedro advierte a los creyentes contra el peligro de ser explotados. 

El dice: “Llevados de la codicia estos maestros se aprovecharán de ustedes con relatos inventados por ellos” (v. 3). Por hacer del dinero su ídolo (Mt. 6:24; Lc. 16:13), esta gente recibe la maldición de Dios.

d. “Hijos de maldición”
Pedro revela aquí su antecedencia hebrea, ya que exclama enfáticamente: “¡Hijos de una maldición!” La expresión hijos de es semita y aparece en diversas formas: por ejemplo: “hijos [objetos] de la ira” (Ef. 2:3), “hijos de la luz” (Ef. 5:8), e “hijos de la obediencia [hijos obedientes]” (1 P. 1:14
Esta expresión se asemeja a la frase hijos de la desobediencia (Ef. 2:2; 5:6).

¿Cuál es el resultado de la maldición de Dios sobre el hombre? Una maldición es lo contrario de una bendición. 

Cuando se pronuncia una maldición sobre alguien o algo, las bendiciones quedan retenidas y entonces sobreviene el desastre. Así vemos que la maldición pronunciada contra cualquiera que reedificase Jericó (Jos. 6:26) entró en efecto cuando, durante el reinado del rey Acab, Hiel de Betel reedificó Jericó; él perdió dos hijos a consecuencia de la maldición que Josué había proferido hacía siglos.

Pedro evita echar una maldición sobre los falsos maestros, ya que la Escritura enseña que los cristianos no deben maldecir a su prójimo sino más bien bendecirlo (Mt. 5:44; Lc. 6:28; Ro. 12:14, 19). Pedro observa y describe a la gente que de modo deliberado y constante pecan y por consiguiente se hacen objetos de la ira y de la condenación de Dios.
Palabras, frases y construcciones griegas en 2Pedro 2:13–14
Versículo 13
ἀδικούμενοι … ἀδικίας—“sufriendo la injusticia del salario de la injusticia”. Si bien esta combinación “incluye una construcción bastante extraña, … el autor parece haber tolerado la construcción gramatical poco usual en aras de poder urdir un juego de palabras [con estos dos vocablos]”.

τὴν … τρυφήν—el artículo determinado precede al sustantivo (“parranda”) para especificar el carácter distintivo de la implicación. Nótese también las estrechas relaciones de este sustantivo con el participio presente compuesto ἐντρυφῶντες (celebrar orgías).

ἀπάταις—en Judas 12 la lectura es ἀγάπαις (ágapes, fiestas de amor). Algunos manuscritos importantes tienen la misma lectura en la carta de Pedro. Sin embargo, la palabra ἀπάταις (engaños, placeres) probablemente sea la original; está libre del cargo de asimilación al texto de Judas 12.
Versículo 14
ἀκαταπαύστους—derivado del compuesto de (in), κατά (bajo) y παύω (detengo), este adjetivo verbal aparece solamente una vez en el Nuevo Testamento y se traduce “inquieto”.

φυχάς—esta palabra significa “personas” (cf. 1 P. 3:20).
γεγυμνασμένην—como participio perfecto pasivo de γυμνάζω (adiestro, entreno), este término tiene como derivación el término español gimnasioEl tiempo presente denota acción comenzada en el pasado con un efecto obvio para el presente.
La maldad
2Pedro 2:15–16
15. Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó el pago de la maldad.

Consideremos dos puntos:
a. Observación
Pedro sigue describiendo a los apóstatas de su tiempo y observa que han olvidado el camino de la obediencia. Dice: “Han abandonado el camino recto”. 

El texto griego da a entender que cuando estos maestros dejaron de a andar por el camino recto comenzaron a andar de aquí para allá, sin rumbo fijo. Junto con los otros escritores de la Biblia, Pedro se expresa por medio de metáforas. 

La frase el camino recto es una expresión idiomática que apunta al camino en que los hijos de Dios deben andar según su Palabra.

Por implicación, Pedro indica que los herejes seguían alguna vez el camino recto, pero que más tarde lo dejaron. Como consecuencia de esta decisión, comenta Pedro, ahora ellos vagan en la oscuridad. 

Esta es la gente de la cual el apóstol Juan dice: “Si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19; y también Heb. 6:4–6). Esta gente también sigue el rumbo que lleva a la muerte y a la destrucción.

b. “Ilustración”
“[Siguen] el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó eI pago de la maldad”. 

En el pasaje paralelo, Judas cita tres ejemplos del Antiguo Testamento: el odio de Caín, la codicia de Balaam y la rebelión de Coré (v. 11). 

Pedro, sin embargo, se limita a usar el ejemplo de Balaam (Nm. 22–24). Este quería maldecir a los israelitas, pero por medio del Espíritu del Señor fue forzado a bendecirlos (cf. Dt. 23:4). 

Pedro ve un reflejo de los falsos maestros en la vida y circunstancias de Balaam. Considerando el marco histórico de Balaam y el pueblo de Moab, el apóstol nota la inmoralidad sexual de los moabitas, quienes, aliados con Balaam, trataron de seducir a los israelitas (véase especialmente Nm. 25:1–9; 31:16; Ap. 2:14). 

Asimismo, Pedro nota el interés que Balaam tenía en la honra personal y en la ganancia material a expensas del pueblo de Dios. 

Y finalmente, Balac rey de Moab quería que Balaam maldijese, no bendijese, a los israelitas.

Las semejanzas son obvias. Los herejes del tiempo de Pedro están tratando de inducir a los creyentes hacia el desorden y la inmoralidad; su codicia es evidente para cualquier miembro de la comunidad; enseñan herejías destructivas que apuntan a desviar a los creyentes del camino de la verdad. Son, en efecto, una raza maldita.

Pedro declara que a Balaam “le encantó el pago de la maldad”. Balaam, aunque movido por la codicia, tenía bien en claro que los israelitas eran el pueblo escogido de Dios a quienes este mismo Dios protegía. Pero al unir sus fuerzas a las de los enemigos de Dios, recibió “el pago de la maldad”.

 Balaam era impelido por su amor a las recompensas materiales, no por el amor a Dios y a su pueblo. Poco tiempo después, el ejército de Israel mató a Balaam en la batalla contra los madianitas (Nm. 31:8).

Por medio de esta ilustración histórica Pedro revela los motivos de los falsos maestros. Los describe como seguidores de Balaam y intima que también ellos tendrán su recompensa. “Desde hace mucho tiempo la condenación se cierne sobre ellos, y su destrucción no se ha dado el lujo de dormir” (v. 3). Su recompensa será la misma que la de Balaam.

16. Pero por su maldad lo reprendió un burro—una muda bestia de carga—que habló con voz humana e impidió la locura del profeta.

Este versículo es en realidad una palabra indirecta de aliento a los lectores de la epístola de Pedro. 

Ellos ven las “manchas y suciedad” de los herejes que hay dentro de la comunidad cristiana, saben que el propósito específico de esta gente es llevar a la destrucción a la iglesia, pero se dan cuenta de que Dios “sabe como librarlos de las pruebas” (v. 9). 

Si el burro de Balaam reprobó al errado profeta, entonces los creyentes pueden reprobar a los falsos maestros mediante las enseñanzas de la Palabra de Dios.

El burro de Balaam, al ver al ángel del Señor con su espada desenvainada, trató de eludir el desastre inevitable (Nm. 22:21–28). Aun después que Dios le diera al asno el recurso del lenguaje humano, Balaam no alcanzaba a reconocer el peligro que le enfrentaba. En su misericordia, Dios abrió los ojos de Balaam para que él mismo pudiese ver al ángel del Señor con la espada lista para matarlo.

¿Por qué cuenta Pedro el relato del asno que habló? 
Por varias razones: para comparar la insensibilidad de Balaam con la de los falsos maestros; para demostrar que así como Balaam avanzaba ciegamente en el camino de la destrucción, del mismo modo están perdidos los herejes; para revelar la intervención de Dios al hacer que Balaam bendijese a Israel; y para darles a los creyentes del tiempo de Pedro la certidumbre de que Dios los protege.

Pedro llama a Balaam profeta, no para indicar que era un verdadero profeta, sino que Dios lo usó a pesar de su locura. 

Si hubiese sido un verdadero siervo de Dios, su conducta nunca se hubiese caracterizado por la locura. Su obstinación ocasionó su caída y su muerte.
Consideraciones doctrinales en 2 Pedro 2:15–16
Los críticos de la fe cristiana desvirtúan los relatos de milagros que aparecen en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. 
Consideran que estas historias son leyendas y mitos cuyo contenido debe ser descartado a la luz de la ciencia moderna. Y consideran que cualquiera que acepta estos milagros por fe es una persona que no usa su capacidad de raciocinio. 
Describen al cristiano como una persona tan crédula que creería en la Biblia, ya fuese que ésta dijese que Jonás se tragó a la pez o que la pez se tragó a Jonás.

Sin embargo el creyente observa todos los milagros de la Biblia y ve en ellos la mano del Señor. Sabe que Dios hace milagros ya sea en respuesta a la fe de su pueblo o para inculcar y fortalecer la fe de los creyentes.

Entre los numerosos milagros que figuran en la Escritura, el burro de Balaam que habla no constituye un caso excepcional. Esto aconteció en un momento de crisis en la historia de Israel en que fuerzas hostiles trataban de lograr la maldición de Israel. 

Dios intervino y no sólo hizo que el burro de Balaam hablase, sino que también logró que Balaam bendijese al pueblo de Dios en vez de maldecirlo. Un milagro es, por lo tanto, un acto de Dios. Y dado que es Dios el que actúa, el cristiano cree.

¿Es el cristiano una persona crédula? 
Para él el milagro más grande que Dios efectuó es el de la resurrección de Cristo. 

Todos los otros milagros son secundarios. Si no creemos es la resurrección física de Cristo, entonces el mensaje del evangelio carece de valor y nuestra fe es inútil (1 Co. 15:14).
Palabras, frases y construcciones griegas en 2Pedro 2:15–16
Versículo 15
καταλείποντες—algunos manuscritos tienen καταλιπόντες (aoristo activo) en vez del presente activo. 
La diferencia reside en que el presente muestra acción simultánea con la del verbo principal, en tanto que el tiempo aoristo indica una acción previa al mismo. 
En lo fundamental, el efecto es el mismo. El participio denota causa.

ἐπλανήθησαν—deriva del verbo πλανάω (causo el extravio), el aoristo significa acción ingresiva; la voz pasiva (“ser descarriado”) implica la acción de un agente.
Versículo 16
ἰδίας παρανομίας—el uso del adjetivo ἰδίας es enfático: “su propio”. Este es el único lugar del Nuevo Testamento en que encontramos a este sustantivo. Se deriva de la preposición παρά (desde el lado de) y νόμος (ley) y significa “hacer mal”, “maldad”.
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martes, 26 de enero de 2016

La necesidad de capacitar a los misioneros y apoyarlos con recursos financieros propios y cuidado pastoral es frecuentemente dejada de lado. Como resultado se producen muchas caídas

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Misión Urgente: Evangelizar  a los no evangelizados
¿Necesitan capacitación los misioneros del Tercer Mundo?
ESTABA hablando en una convención de vida espiritual para nuevos creyentes en uno de nuestros campos misioneros. Todo el programa estaba conducido como en cualquiera de nuestras convenciones en el sur de la India. Había muy poca adaptación cultural y sensibilidad en el procedimiento completo. El misionero a cargo habló en el idioma del norte de la India, con un marcado acento sureño. Uno de los locales que asistió a la reunión comentó: “No entiendo lo que dice. ¡No hablo el malayo!” El misionero en cuestión, graduado en un famoso instituto bíblico, era muy dedicado y sincero, pero no se había esmerado lo suficiente en el aprendizaje del idioma ni en la comprensión de la cultura.

Otra pareja empezó su trabajo en un grupo tribal no alcanzado. Ellos amaron el idioma de esa tribu y se introdujeron con ahínco en el estudio de su lengua. Estudiaron también la cultura y comenzaron a identificarse con los nativos. Estos los aceptaron y a su vez comenzaron a responder a su mensaje.

¿Cuál fue la razón de tal diferencia en la aproximación al idioma y a la cultura del pueblo? La segunda pareja pasó por un período de capacitación misionera en el que se enfatizaba el aprendizaje del idioma y la antropología cultural. Se les enseñaron principios de lingüística y de aprendizaje de idiomas de modo que pudieran hablar la lengua con el acento del pueblo. Sí, la capacitación misionera hace la diferencia en la efectividad del obrero.

Al principio nuestras misiones indias estaban impacientes por enviar de inmediato sus misioneros a pueblos no alcanzados, y simplemente comenzar a trabajar. Pero a través de la experiencia práctica se dieron cuenta de que los misioneros necesitaban capacitación no sólo en el conocimiento bíblico sino también en el de los pueblos entre los cuales estaban trabajando. Y así se comenzaron programas de capacitación misionera en pequeña escala, orientados espiritual y prácticamente. El énfasis estaba en aprender a vivir y trabajar juntos, y en el ayuno, la oración y la guerra espiritual. Más tarde se agregaron cursos de antropología cultural, lingüística, comunicaciones transculturales y otras materias.

Cada misión desarrolló su propio programa de capacitación encajado en sus costumbres y filosofía particulares. La necesidad fue cubierta por un programa de capacitación en común, utilizando recursos externos que estaban disponibles, especialmente en la capacitación de traductores de la Biblia. Así la Asociación Misionera de la India creó en 1980 el Instituto Indio de Comunicaciones Transculturales. Este programa se emplea para instruir a obreros de producción de literatura y traductores de la Biblia.

Las misiones coreanas se involucraron en la capacitación misionera desde 1970 en adelante. El Centro Este–Oeste y otros programas fueron seguidos por misiones individuales. En 1985, durante la conferencia de la Asociación Nigeriana de Misiones Evangélicas, en Jos, se realizó una consulta sobre capacitación misionera que condujo al establecimiento del Instituto de Capacitación Misionera de Nigeria.

Las misiones del Tercer Mundo fueron incorporando al programa de capacitación misionera distintos énfasis en vida comunitaria, guerra espiritual, estilo de vida sencillo y disciplinas espirituales.
La necesidad de capacitación misionera
El número de misioneros del Tercer Mundo está aumentando a pasos agigantados. En la próxima década su número excederá al de los misioneros noratlánticos. Un sentido de urgencia por alcanzar a los pueblos no alcanzados y de reunir la cosecha caracteriza los esfuerzos de estas misiones. 
De este modo, la necesidad de capacitar a los misioneros y apoyarlos con recursos financieros propios y cuidado pastoral es frecuentemente dejada de lado. Como resultado se producen muchas caídas. 
El aprendizaje del idioma y la identificación cultural no son enfatizados como deberían, y esto ha afectado la efectividad de los misioneros. De todos modos, esta necesidad es ahora reconocida, y numerosas misiones del Tercer Mundo han lanzado sus propios programas de capacitación. La mayoría de ellos se encuentra apenas en los primeros pasos de su desarrollo.
Una variedad de orientaciones y programas
Desde que estos programas de capacitación misionera surgieron de una necesidad, su orientación es muy práctica, dirigida a las necesidades locales. Esto ha resultado en nuevos discernimientos y una variedad de orientaciones y programas. El estudio de los modelos presentados en este libro da cuenta de ello.

Mientras los programas de capacitación misionera se multiplican en el Tercer Mundo, algunos de ellos no son conocidos fuera de su propio círculo limitado. Es necesario ubicarlos y ver cómo funcionan, y reconocer que las misiones pueden aprender unas de otras cuando se observa qué están haciendo.

Las misiones anglosajonas se han esforzado durante años en la capacitación misionera. Algunos principios y métodos que han usado pueden ser de gran valor para las misiones del Tercer Mundo. 

Por otra parte, a causa de su propio entorno cultural, económico, y multirreligioso, las misiones del Tercer Mundo han desarrollado algunas orientaciones y métodos que pueden ser de valor para las misiones noratlánticas. De modo que es necesario unir a las misiones de uno y otro lado para compartir y aprender juntos.
El papel de la Comisión de Misiones de la AEM
La única organización mundial en contacto, a nivel de base, con las misiones autóctonas en el Tercer Mundo es la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial. 
Hemos hecho de esto nuestra meta y hemos trabajado en ello desde que se estableció la comisión. Por medio de viajes y contactos personales, se han hecho esfuerzos para encontrar a las misiones del Tercer Mundo y a sus dirigentes. Dondequiera estuvieran las misiones, fueron alentadas a continuar juntas en su propio contexto nacional, para formar asociaciones misioneras. Esto, lo sabíamos, los ayudaría a compartir experiencias, ideas y recursos.
La Comisión de Misiones de la AEM también incluye a dirigentes de las misiones anglosajonas y de asociaciones misioneras en su membresía. Así puede construir puentes y unir a las misiones del Norte y del Tercer Mundo. 
Poco tiempo atrás la Comisión de Misiones comprendió la necesidad de averiguar qué programas de capacitación misionera hay en los países noratlánticos y en el Tercer Mundo para involucrarlos conjuntamente en vistas a un foro común, de modo que puedan intercomunicarse. 
También existía la necesidad de recoger información, materiales y recursos que pudieran ser usados en los programas de capacitación misionera. Con esto en vista, fue creada una comisión de trabajo para la capacitación misionera.
Por primera vez en la historia de las misiones, los que estaban involucrados en la capacitación misionera, tanto entre los anglosajones como entre los del Tercer Mundo se reunieron para una consulta en Manila, Filipinas, en julio de 1989. 
Como resultado se formó una asociación misionera involucrada en la capacitación misionera: la Fraternidad Internacional de Capacitación Misionera. Como consecuencia tenemos ahora un foro donde pueden intercambiarse ideas y orientaciones, encadenando propuestas, informaciones, datos y personal.
Aún no hemos aprendido todo lo que hay por aprender en cuanto a capacitación misionera. Así que el futuro nos entusiasma a medida que exploramos y perfeccionamos diferentes maneras de hacer a nuestras misiones más efectivas, usando nuestro propio entorno cultural, económico y multirreligioso. 
Hacerlo con las misiones noratlánticas y del Tercer Mundo en forma conjunta es aún más emocionante. Este es nuestro propósito para el futuro inmediato de la Fraternidad Internacional de Capacitación Misionera.
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lunes, 4 de enero de 2016

No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Nos preparamos para enseñar en la Congregación
Las enseñanzas del Señor Jesucristo 
Hechos 1:1–8

1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 

4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. 

6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 

7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Título

EL COMIENZO DE LA IGLESIA EN LA TIERRA
Hechos 1:1–6:7
Hechos 1:1–8
Ya hemos mencionado que Lucas habla de dos libros, haciendo del segundo la continuación del primero. Tuvo a su disposición mucha información para certificar la veracidad de sus afirmaciones. Además, por lo menos tres personas—según nosotros podemos observar—podían serle de mucha ayuda: Marcos, Pedro y Pablo. Éstas son claves, sobre todo en los trayectos de los viajes de Pablo. Además, había muchas otras fuentes de información que estaban disponibles, algunas conocidas y otras ni siquiera insinuadas en el libro, pero que conocían la historia desde sus comienzos (21:16).

Al leer cuidadosamente lo que Lucas quiere explicar a Teófilo nos encontramos de inmediato con las dos etapas del ministerio de Cristo. En el primer tratado habló acerca de lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. Ahora, le seguirá mostrando lo que realizó como Cristo ascendido y glorificado. Miremos el cuadro que sigue.

ESCRITOS DE LUCAS


El cuadro señala la continuidad del ministerio del Señor Jesucristo tal como lo muestran los dos libros, dándole a la ascensión una posición trascendente. En el Evangelio está el principio y fin de su trabajo en Palestina. En Hechos describe el comienzo y desarrollo de la obra mundial.

Desde el siglo II, y a causa de esto, el título tradicional del libro ha sido “Hechos de los apóstoles”, y en algunos casos “Los hechos de los apóstoles”. Sin embargo, preferimos decirle simplemente “Hechos”, como parece que fue la tendencia en algunos manuscritos antiguos. Debido a la relación que tiene con el Espíritu Santo, tal como lo señalamos en el cuadro, muchos otros preferirían denominarlo “Los hechos del Espíritu Santo”. La base para esto último radica en las muchas maneras en que el Espíritu opera a lo largo de todo el escrito que abarca aproximadamente unos treinta años de historia.

Si somos equilibrados en nuestro juicio veremos que todas estas alternativas son ciertas. Si nos detenemos a ver los trabajos de Pedro y Juan (cap. 1–8), las giras de Pedro (cap. 10–12), Santiago—o Jacobo—en Jerusalén (cap. 15) y las extensas actividades de Pablo (cap. 9, 13–28), probablemente optemos por “Los hechos de los apóstoles”; pero si pensamos en los muchos otros que sin serlo (en el sentido de los doce o Pablo) fueron y vinieron llevando el evangelio, nos quedaremos sorprendidos. De modo que en un sentido sustancial es el Espíritu Santo quien opera, pero en otro, lo hace por medio de testigos y enviados que obedecen aun a riesgo de sus vidas.
Es por esta razón, reiteramos, que hemos preferido referirnos a este libro simplemente con el nombre de Hechos.

Los primeros dos versículos tratan de explicar los hechos del Señor Jesús “por medio del Espíritu Santo”, y muestran la vitalidad del evangelio a diferencia de lo que enseña cualquier religión. Para dichas creencias, los hechos de sus iniciadores son pasados. Todas las prácticas se relacionan con los años en que ellos vivieron.

En nuestro caso, tal como Lucas lo desea expresar, la vida del Señor fue solamente un comienzo. La preposición “hasta” con que comienza el v. 2 abre un capítulo inmenso para la historia del cristianismo que el mismo Lucas no pudo ver, ni aun millones y millones después de él.

Lo que se inició con la resurrección del Señor Jesús y su ascensión, sobrepasó la vida de todos los historiadores, porque constantemente el Espíritu ha revitalizado el ministerio de los hombres que levanta. Las lecciones que aprendemos del Jesús histórico se ensanchan con las del Jesús “kerygmático” (el Cristo proclamado), y se convierten en la fuerza transformadora del evangelio.

A. Los mandamientos

El texto dice que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo. Es decir que los apóstoles recibieron instrucciones muy expresas sobre el futuro que comenzarían a vivir. Al leer nuevamente sobre la relación entre Jesús y ellos, nos damos cuenta de la importancia de ser apóstol.

  a.      Los apóstoles habían sido escogidos por Él

Al relatar la elección de los doce, Lucas dice que Jesús había pasado “la noche” orando a Dios. A la mañana “llamó a sus discípulos [seguidores], y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Lc. 6:12–13). La multitud estaba animada por tener un profeta hacedor de milagros, pero él tenía los ojos puestos en ese puñado de hombres a quienes enviaría a discipular las naciones.

Necesitaba sacarlos y prepararlos para que miraran a las gentes y aprendieran a identificarse con sus necesidades. Lucas dice que después de nominados, Jesús descendió con ellos del monte y “se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente”. 

Al escribir Hechos, Lucas utiliza por segunda vez el verbo eklego̅ (separar, seleccionar, elegir) cuando los hermanos eligen a dos personas para ocupar el espacio dejado por Judas. Oraron diciendo: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido” (1:24). La tercera vez que utiliza esta palabra es en el incidente de la conversión de Saulo y la resistencia de Ananías a asistirlo. El Señor le dijo a Ananías: “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre” (9:15) (comp. 22:14–15).

De modo singular, Lucas describe una característica básica del propósito del Señor, que sus apóstoles fueran todos llamados al ministerio por él o por su expreso deseo, evitando interferencia extraña en el mensaje.

  b.      Los doce habían recibido una revelación especial

Marcos dice que el Señor “llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Mr. 3:13). La doble intención que señala el escritor fue que tuvieran un mensaje basado en una relación con Jesús y no simplemente con datos pasajeros o una información tradicional.
Desde un comienzo Jesús quiso preparar testigos y no solamente comunicadores. Lucas dice que su escrito es para documentar cosas que eran “ciertísimas” entre ellos. Los predicadores del evangelio son embajadores y no sólo informantes. Los discípulos no componían la masa de seguidores desvinculados de la realidad, sino que eran un grupo selecto a quienes él les daría la oportunidad de conocerlo íntimamente para que posteriormente fueran sus testigos.

Los doce eran el fundamento de la nueva comunidad. Sabían cosas del Señor que nadie había oído (Mt. 13:11) y conocían secretos sobre su muerte y resurrección que nadie sabía. El candidato a ocupar el lugar de Judas debía saber tanto como lo que el traidor sabía, es decir, haber estado con Jesús “comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba” (1:22).

Era necesario que todos por igual tuvieran evidencias de que la persona resucitada era la misma que habían visto crucificar. Tanto los evangelistas (Ej. Pablo—1 Co. 15:2–7) como los demás tenían que conocer el poder de la resurrección. Tenían que saber con claridad que había tenido entrevistas con varias personas y tanto su amor como su ética era la del Jesús que los había llamado.

Ya vemos cuán importante era que tuvieran más que una simple información sobre lo sucedido. Es la presencia de Cristo lo que destruye las dudas y pone las cosas en su lugar. Durante sus apariciones (en distintas circunstancias y a diferentes personas) por cuarenta días, les fue dando muestras de su poder y comunicando nuevas dimensiones de sus propósitos.

Lucas dice que les habló acerca del “reino de Dios”. Como este asunto ya lo había abordado durante los tres años anteriores, es justo pensar que ahora con “las pruebas indubitables” en sus manos podía enseñarles algo más sobre el tema, especialmente en lo relacionado con la predicación del evangelio (8:12; 28:23, 31).
Lo trascendente de todo lo que oyeron de él es que pudieron aprender y aplicar algunas lecciones que no habían entendido antes. 

Lucas mismo dice que cuando les predijo su muerte y de su resurrección “ellos nada comprendieron de estas cosas” (Lc. 18:34). Pero también dice que el día que resucitó les abrió el entendimiento a los dos que iban a Emaús “para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45). Posiblemente ésta sea la prueba más indubitable para los once (Jn. 2:22; 12:16), porque pudieron asociar lo que les repetía ahora con algunas enseñanzas que habían olvidado.

  c.      Les dio un mandato distinto (v. 4)

Antes de morir les había dicho: “que os améis unos a otros” (Jn. 13:34; 15:12). Ahora los mandamientos o instrucciones se extienden a otros campos. El v. 4 dice que “estando juntos” (posiblemente en una de las habituales comidas) les mandó que no se ausentaran de Jerusalén, es decir que no pusieran en actividad su propio programa de extensión del reino de Dios, sino el que estaba establecido (comp. Lc. 24:17).

La primera fase del programa era esperar el cumplimiento de la promesa. Ésta era la venida del Espíritu Santo (Lc. 24:49), del cual muchas cosas les había explicado la noche en que fue entregado (Jn. 14:26; 15:26; 16:7–13). 

Como es el Espíritu de verdad, necesitaban ser guiados por él para caminar el camino de la verdad.

Para ellos esperar era quedarse “dando vueltas” por Jerusalén. Este verbo (en gr. perimeno̅) que se utiliza aquí por única vez, les daba a entender el valor que tenía para el Señor la observación de las circunstancias, mucho más que simplemente “dar vueltas”. El Señor los invita a mirar alrededor, observar los detalles y ver la manera de actuar de Dios. Todo lo que se mueve a nuestro alrededor es una demostración de que Dios está en actividad.

B. La promesa (vv. 4–5)       

La “promesa del Padre” tenía siglos de vida (Is. 32:15; Jl. 2:28). Los grandes profetas creían que algún día Dios visitaría a su pueblo. Los que vivieron en el exilio (como Ezequiel por ejemplo) esperaban que Dios les mostrase cuándo ocurrirían los grandes cambios en los corazones de la nación (comp. Ez. 36:27) porque observaban que el pueblo no entendía la voz del Señor (Zac. 12:10). 

El Señor Jesús les había anticipado que el cumplimiento de la promesa estaba cerca (Lc. 24:49). Él mismo sería el medio para que se cumpliese: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros …” El “derramamiento” de Joel 2:28 es como un “vestido” en los labios del Señor Jesús. La promesa los investiría con poder (Ro. 13:14. Comp. 1 P. 3:3–4) y los uniría en un grupo.

Lucas volvió a repetir lo que ya había escrito en su primer tratado con el fin de enfatizar los puntos básicos. Dos temas sobresalientes ocuparon la atención de los cuarenta días: el reino de Dios y el cumplimiento de la promesa. No tenemos ningún síntoma de cómo relacionó a los dos, pero en el curso de nuestro estudio observaremos que el poder del Espíritu actuando de varias maneras era fundamental para la extensión del reino. Por esta razón sigue explicando “la promesa”.

Lo que en principio parecía ser un vestido es ahora similar a un bautismo. Juan había confirmado que su mensaje no admitía personas neutrales. Los que lo aceptaban tenían que bautizarse en señal de arrepentimiento y confesión. Los que no lo hacían, aunque demostraron estar de acuerdo, de hecho no aplicaban lo que oían. El bautismo de Juan dividió a su audiencia en dos: los que aceptaban y los que rechazaban.

Con el cumplimiento de la “promesa”, y el recibimiento del “don”, también tendría lugar el “bautismo en el Espíritu Santo”. Los que sabían cómo había sido con Juan, no podían evitar reconocer el “antes y el después” del bautismo en el Espíritu Santo que ocurriría “dentro de no muchos días” (1:5). Era el momento en que serían vestidos “con poder de lo alto”.

“Los que se habían reunido” (v. 6) interrumpieron la enseñanza con la misma duda que los había acompañado durante todo el tiempo que estuvieron con él. Lucas inicia el nuevo párrafo con una modalidad que utiliza a lo largo de todo su escrito. Nuestra versión la traduce como “entonces”, “así que” o “pero los que”, etc. (1:8; 2:41; 5:41; 8:4, 25; 9:31; 11:19; 12:5; 13:4; 15:3, 30; 16:5; etc.)

La duda era profunda y no se había disipado con las explicaciones que les había dado. Ellos querían saber si lo que habían oído era el mecanismo para la restitución del reino a Israel. De modo que la pregunta podría formularse así: La restitución del reino a Israel ¿viene juntamente con el Espíritu Santo o es un hecho aislado?

El término “restituir” significa volver a poner en su lugar (He. 13:19). De modo que lo que querían saber en realidad era: “Señor ¿volverás a reponer el rey sobre Israel? ¿lo hará el Espíritu Santo?” El Señor no contestó la pregunta formulada en estos términos porque se hubiera apartado de los objetivos presentes del reino de Dios (comp. 1 Ts. 5:1; Tit. 1:2).

Les respondió algo así como: “no es competencia de ustedes saber lo que Dios ha reservado para sí” (comp. Dt. 29:29). Les habló de “los tiempos” como el espacio que mediaba entre ellos y el día que esperaban; y las “sazones” como a los sucesos que habían de acaecer durante ese tiempo. 

Si pusiéramos esa respuesta en el idioma de hoy diríamos: “no les corresponde a ustedes saber cuánto tiempo hay entre este momento y la venida del rey, ni tampoco cuáles serán los hechos que lo caracterizarán (comp. Mt. 24:36). 

La instauración del reino de Israel es algo futuro por lo cual no deben luchar ahora”. Es un tema que el Padre “ha determinado por su propia autoridad” (comp. 17:26).

Sin embargo, los apóstoles estaban aún equivocados porque confundían el reino de Israel con el reino de Dios. Lo que el Señor les respondió está relacionado con el reino de Dios para la promoción del cual les había preparado.

Convendría dejar aclarados algunos detalles:

  a.      El reino de Dios es actualmente espiritual

Lucas señala cómo el pueblo anhelaba ardientemente la venida del Mesías libertador (Lc. 2:25, 38; 23:51). Durante su ministerio, el Señor Jesús proclamó la “entrada” al reino por medio del arrepentimiento y la fe. 

El término aramaico malkuth es más propiamente “soberanía”, es decir un estilo de gobierno más que un espacio territorial. “Buscar primeramente el reino y su justicia” es preparar el camino para el gobierno de Dios y esperar que por su medio venga todo lo demás (comp. Mt. 6:33). En Marcos 10:23–24 leemos de la reacción del Señor Jesús al rechazo del joven rico. Dijo que era muy difícil que entraran al reino los que confían en sus riquezas. Mas adelante al leer el v. 30, advertimos que para él (Cristo), entrar en el reino de Dios es igual a entrar en la vida eterna.

Según Lucas mismo lo explicó, en Jesucristo el reino se presentó como un mensaje de poder, respaldado por milagros y prodigios. Al narrar la gira de los setenta, dice que el Señor les dio instrucciones precisas sobre las labores: “Sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”. Si eran rechazados cometían el grave pecado de despreciar el reino: “Sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros” (Lc. 10:9–11). 

Al volver, los setenta dieron un informe triunfalista de la gira, señalando que hasta los demonios se les sujetaban en el nombre de Cristo. Fue una buena ocasión para que Jesús les recordara que no debían regocijarse sólo por esto sino más bien porque podían agradecer la procedencia de la autoridad con que se manejaban y administraban (Lc. 10:20).

Ahora nuevamente estamos en vísperas de una labor misionera y otra vez se plantea el tema del poder y autoridad. Pero es diferente. El poder (gr. dynamis) que recibirían cuando viniera el Espíritu Santo es resistente y no temporal, como en el caso de la gira. Habría de operar en ellos una inmediata transformación porque los convertiría en testigos habilitados para dar sus vidas por el nombre de Cristo.

El reino no necesitaba espadas o armaduras humanas para la conquista; necesitaba testigos con poder interior que demostraran con sus vidas la potencia transformadora del Cristo resucitado (comp. 2:32; 3:15; 5:32; 10:39; 13:31; 22:15).

  b.      El reino de Dios no está vinculado a un solo pueblo

La explicación del propósito de Dios que habían recibido era distinta a lo que imaginaban. No debían confundir el reino de Israel con el reino de Dios, porque este último hacía que cada súbdito fuera testigo “hasta lo último de la tierra”. El Señor les trazó los círculos de actividad comenzando desde Jerusalén donde “el reino” había sido rechazado, y desde allí seguirían avanzando (13:47). Algunos creen que para aquellos días “lo último de la tierra” era llegar a Roma. Si así fuera, Lucas cumple su propósito trabajando hasta que Pablo llegó a la capital del imperio.

El libro se puede dividir en: 
(1) Jerusalén (caps. 1–7); 
(2) Judea y Samaria (8:1–25); 
(3) “hasta lo último de la tierra” (8:26–28:31).

Cada lugar es un nuevo descubrimiento, cada persona un desafío distinto. Judíos, samaritanos, griegos, religiosos, paganos, siervos, libres, varón o mujer, etc., todos ingresan al reino cumpliendo los mismos requisitos. Para evitar la separación que podrían provocar los nacionalismos o los intentos étnicos de superioridad, Dios estableció que “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil. 3:20) y no en el Imperio Romano o en algún otro lugar de la tierra.

Componemos una comunidad de salvados. Estamos dentro del reino de Dios y el reino está dentro de nosotros. Esto nos lleva a otro tema que el Señor Jesús también explicó.

  c.      El reino de Dios está delante de nosotros como una misión

La pregunta de “los que se habían reunido” no tenía relación alguna con la expansión del mensaje del evangelio. En cambio, la respuesta concordaba con lo que habían oído en Cesarea de Filipo acerca de las “llaves del reino” (Mt. 16:19). Se trataba de que la nueva comunidad fuera testigo de Dios abriendo puertas para muchos corazones sedientos.
Por siglos ya, desde aquellos días el reino ha vivido la expansión, algunas veces visible y otras veces invisible. Pero la manera en que se extendió fue extraordinaria. Si pensamos en que eran sólo ciento veinte los reunidos cuando vino el Espíritu (1:5) y en Pentecostés se agregaron como tres mil más (2:41), nos damos cuenta del rigor con que Dios comenzó a operar. Pero a esto le sumamos cinco mil más algunos días después (4:4) y la sorpresa de las autoridades religiosas por la conmoción. Las cosas siguieron adelante (4:32–6:1, 7) y después de la persecución en los días de Esteban, Samaria recibió el mensaje (8:14) y los que habitaban en Lida y Sarón se convirtieron al Señor (9:35). También muchos en Jope (9:42) oyendo el mensaje eran salvos, y los esparcidos por la persecución en los días de Esteban salieron por todas partes, algunos de los cuales llegaron a Siria. En Antioquía una multitud recibió al Señor (11:21). No sabemos qué ocurrió con los que fueron en otras direcciones.
Posteriormente, Saulo y Bernabé salieron a predicar por Galacia y esparcieron el mensaje por toda la región (13:48–49). Desde Antioquía de Pisidia y por toda el Asia Menor se extendía el evangelio en numerosas iglesias que aumentaban constantemente en número (16:5). Pero el mensaje ingresó también en Europa, y los puntos más duros de Grecia se conmovieron por la predicación (Filipos, Tesalónica, Berea y Corinto—16:10; 17:4, 12; 18:10) y desde allí a muchos otros lugares hasta llegar a Roma (Ro. 15:19; Hch. 19:2; 28:24).
Miles y miles de personas de diversas lenguas, culturas y dialectos entraron en el reino de Dios alabando por la gracia de la vida eterna.
Hemos podido constatar que en el propósito de Dios “hasta lo último de la tierra” no es Roma sino el mundo entero. La historia sigue mostrando que todo el mundo está bajo el ojo de Dios. Él se encarga de preparar y enviar a sus siervos a los lugares más remotos para que se cumpla el mandato: “Id y haced discípulos a las naciones”. A medida que los embajadores caminan, aprenden nuevas verdades sobre el poder de Dios.
Así llegamos hasta nuestro día. Como aquellos discípulos nosotros también solemos abandonar nuestra responsabilidad de ser testigos. Nos acostumbramos a ser ciudadanos de nuestras patrias terrenales y nada más. Pero es posible que al estudiar estos versículos, también aprendamos a recrearnos en lo que debemos hacer, y no a tratar de seguir buscando argumentos para permanecer paralíticos.

C. La misión (v. 8)

Para confirmar la misión el Señor les anunció que recibirían poder del cielo cuando viniera sobre ellos el Espíritu Santo.

Para nosotros, como seres humanos, nada es más estimulante que poseer fuerza. No la podemos crear, pero nos encanta reunirla de todos modos y dominar. Son los elementos que hacen posible que seamos grandes y los demás nos sirvan. No obstante, aquí el Señor Jesús no les está prometiendo poder físico como el de Sansón o el del ejército romano, posible de ser controlado por los hombres. No, les anuncia la venida del poder de Dios que los controlaría a ellos. Es el poder proveniente de la unión vital con el Dios eterno. En ese momento quedaría totalmente cumplida la promesa que tendría siempre evidencias frescas y renovadas.

El Espíritu los capacitaría de tal modo que podrían vivir y explicar a otros las maravillas de Dios. Los seres humanos que no conocían la verdad serían impactados por el modo de reprochar del Espíritu y se convertirían al Señor.

Para los apóstoles en aquella hora como para nosotros ahora, la presencia del Consolador cambia todas las cosas. La enseñanza y la guía a toda la verdad (Jn. 16:13) son una garantía para el ministerio en terreno desconocido y lleno de adversidad. Su sabiduría y su poder son también una evidencia de la presencia de Dios. 

El es el Morador permanente que abre el sentido y santifica las conciencias para hacer la voluntad de Dios.

  a.      Todos serían ordenados como testigos

La venida del Espíritu no sólo sería una prueba de la fidelidad de Dios en cumplir su promesa. Sería además una preparación para esparcir el evangelio al mundo. El soplo (gr. pneuma) de Dios que podía unirlos en un cuerpo, también los constituía en testigos competentes (2:32; 3:15, etc.) Una de las características de estas personas es la valentía para decir lo que han visto y oído. Exponer ante el juez en presencia de los acusadores la verdad de lo que está en curso y demostrar que no solamente hablan sino que también viven lo que dicen.

  b.      Todos deberían operar bajo el poder del Espíritu

El poder les había sido necesario para subsistir hasta ese presente. Pero el que habrían de recibir era la credencial del evangelio (4:33; 6:8) para vivir la victoria. El Señor Jesús dejó bien claro los principios de autoridad con que se manejaba el reino de Dios. Operamos bajo esos principios y cumplimos los estatutos que agradan a sus planes.

  c.      Todos tenían que transmitir el conocimiento de Cristo

“Me seréis testigos” significa mucho más que simplemente ser “testigos míos”. Significa más vale que “ustedes son los testigos que yo pongo para que me representen”. No se limitarían únicamente a una ceremonia forense o judicial sino a hablar en todas partes lo que Jesucristo era y había hecho. Así como un buen cuadro es el mejor testimonio para un artista, o un buen libro para un autor; los santos son los mejores testigos del Señor. Tales testigos saben y hablan de Cristo y para Cristo, con experiencias personales de su amor y poder.

  d.      Todos tenían que moverse en un campo amplio de labor

Era muy difícil el servicio que el Señor Jesús les proponía. Ser testigos en Jerusalén era casi imposible bajo las condiciones imperantes después de lo acontecido con el Señor Jesús.

Sin embargo, las condiciones cambiarían muy pronto. El testimonio sería difícil pero no imposible, y muchos opositores se convertirían al evangelio: Jerusalén sería el lugar para la recepción del Espíritu y también el sitio donde los testigos comenzarían a actuar. 

La promesa se cumplió en la tierra prometida y allí también se vivió por primera vez la plenitud del gozo. Posteriormente, otros lugares blancos para la siega (Jn. 4:35) tuvieron la experiencia de los hebreos, y así se expandió la obra misionera tal como lo veremos más adelante.

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