Mostrando entradas con la etiqueta pecado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pecado. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de noviembre de 2015

Si alguno peca e infringe cualquiera de los mandamientos de YHVH respecto a cosas que no se deben hacer, aunque no se de cuenta, se hará responsable y pagará su falta. Es un sacrificio por la culpa. Ciertamente resultó culpable ante YHVH.

RECUERDAEl que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar en la Congregación
Sacrificios por diversos pecados
Levítico 5:1-19

1      Si alguien es llamado a testificar por ser testigo de algo que vio o supo, y no lo denuncia, comete pecado y cargará con la culpa.
2      Si alguien toca cualquier cosa impura, ya sea el cadáver de una fiera inmunda, o el cadáver de ganado inmundo, o el cadáver de un reptil inmundo, aunque no lo sepa, será impura y culpable.
3      O si toca alguna impureza humana, de cualquier impureza con que se contamine, sin darse cuenta y después llega a saberlo, será culpable.
4      Si alguien jura a la ligera con sus labios, para mal o para bien, en cualquier cosa que el hombre acostumbra a proferir juramento, y no se da cuenta, pero luego se percata y resulta culpable de cualquiera de estas cosas,
5      sucederá que, si es culpable en alguna de estas cosas, tendrá que confesar aquello en que ha pecado,
6      y para expiación por su pecado cometido presentará ante YHVH una hembra del rebaño, sea oveja o cabra, como sacrificio por el pecado, y el sacerdote le hará expiación por su pecado.
7      Pero si no dispone lo suficiente para ofrecer un cordero, entonces presentará por su culpa con la cual pecó, dos tórtolas o dos palominos para YHVH: uno como víctima por el pecado, y otro para holocausto,
8      y los llevará al sacerdote. Éste presentará primero al que es víctima por el pecado, y de una uñada le cortará la cabeza de su cuello, pero no la separará.
9      Salpicará parte de la sangre de la víctima por el pecado sobre la pared del Altar, y exprimirá el resto de la sangre al pie del Altar. Es ofrenda por el pecado.
10      Con el segundo hará holocausto conforme al decreto, y el sacerdote hará expiación a favor de él, por su pecado con el cual pecó, y le será perdonado.
11      Y si no dispone lo suficiente para dos tórtolas o dos palominos, entonces, el que pecó, presentará como su ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina por expiación. No le echará aceite ni le pondrá incienso, porque es ofrenda por el pecado.
12      La presentará, pues, al sacerdote, y el sacerdote llenará de ella su puño, como memorial, y la dejará consumir en el Altar sobre las ofrendas ígneas a YHVH. Es ofrenda por el pecado.
13      El sacerdote hará expiación a favor de él por su pecado con el cual pecó en alguna de estas cosas, y le será perdonado. El resto será para el sacerdote, como en el caso de la ofrenda vegetal.
14      Además, YHVH habló a Moisés diciendo:
15      Si una persona comete prevaricación y peca por inadvertencia, destruyendo cosas consagradas a YHVH, presentará como sacrificio suyo de reparación a YHVH un carnero sin defecto procedente del rebaño, según tu valoración en siclos de plata, conforme al siclo del Santuario, como sacrificio por el delito.
16      Restituirá además lo que haya detraído de las cosas consagradas y añadirá sobre ello un quinto, lo cual dará al sacerdote. El sacerdote hará expiación a favor de él mediante el carnero del sacrificio por el pecado, y le será perdonado.
17      Si alguno peca e infringe cualquiera de los mandamientos de YHVH respecto a cosas que no se deben hacer, aunque no se de cuenta, se hará responsable y pagará su falta.
18      Del rebaño llevará un carnero sin defecto, según tu estimación, como sacrificio por el delito. El sacerdote hará por él expiación por la falta que cometió sin darse cuenta, y será perdonado.
19      Es un sacrificio por la culpa. Ciertamente resultó culpable ante YHVH.

Las Faltas cometidas y su pago

 Ley de la ofrenda por la culpa 
( Levítico 5:14–6:7 )

La ofrenda por la culpa se exigía siempre que alguna persona cometía una “falta” ( Levítico 5:15, maʿal)—un acto de apropiarse indebidamente de algo (ya fuera de Dios o de otro hombre) o negarse a dar algo a alguien que le correspondiera legítimamente (cf. Nm. 5:12, 19; Jos. 7:1; 22:20; 2 Cr. 26:16, 18; 28:22–23). 

Cuando un pecado podía ser cuantificado para determinar el valor de la restitución económica, el transgresor tenía que traer no sólo el carnero de la ofrenda por la culpa, sino también la compensación en plata o especie, además de pagar la multa correspondiente del 20 por ciento (Lv. 5:16; 6:5). 

Los ejemplos dados en esta sección se relacionan con la apropiación no intencional de un objeto sagrado (5:14–16) o de un servicio (cf. 14:12, 24), presuntas transgresiones de los mandatos divinos (5:17–19) y la violación de los derechos de propiedad de terceros (6:1–7; cf. 19:20–22; Nm. 5:6–10). 

Es obvio que no importaba, que algunos de esos pecados fueran sin intención (cf. el comentario de Lv. 4:1–2), debido a que las faltas listadas en 6:2–5 eran pecados intencionales que se cometían contra el hombre, aunque no eran pecados de afrenta contra el Señor (cf. Nm. 15:30). Entonces, la ocasión más común para presentar la ofrenda por la culpa era cometer una ofensa que causara algún tipo de daño o pérdida, ya fuera sin intención o deliberadamente, contra Dios o contra el hombre.

(1) La ofrenda por la culpa por violación no intencional de bienes sagrados (5:14–16). 5:14–15. 

La primera categoría de pecados que exigían la ofrenda por la culpa estaban vinculados con la violación o apropiación indebida pero no intencional de las cosas santas de Jehová. Esto puede referirse al uso inadecuado de la carne del sacrificio que los adoradores comían después de una ofrenda de paz; al uso incorrecto de las partes “más santas” de la oblación o de las ofrendas por el pecado y la culpa que se reservaban únicamente para los sacerdotes (2:3, 10; cf. 22:14–16); no presentar a Dios las ofrendas o sacrificios debidos como diezmos, primicias o cosas dedicadas a él (cf. cap. 27); no cumplir los votos de dedicación (Nm. 6:11–12); o negarse a prestar un servicio debido a Dios (cf. Lv. 14:24). 

El animal prescrito era normalmente un carnero sin defecto (5:15, 18; 6:6), y un cordero en el caso de que se tratara de un leproso que había sido limpiado (14:12, 21; un ave era permitida en el caso de los pobres, 14:30), o en la reconsagración de un nazareo que se hubiere contaminado (Nm. 6:12). Ese carnero debía tener un valor conforme a la estimación en siclos de plata que, según la tradición judía, al menos era de dos siclos.

Levítico 5:16. La restitución en compensación por la propiedad afectada más un 20 por ciento de multa, se entregaba además del sacrificio del carnero. Debido a que, en este caso, el pecado era contra Dios, la restitución se entregaba a su representante, el sacerdote. El ritual de este sacrificio no se describe aquí, pero se resume en 7:1–6. Los resultados de la ofrenda por la culpa incluían la expiación y el perdón.

(2) La ofrenda por la culpa por presuntas transgresiones de los mandatos divinos.
Levítico 5:17–19. Estos vv. parecen referirse a una transgresión más definida de alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Jehová no se han de hacer, mientras que los vv. 15–16 tienen que ver con numerosos pecados sin intención. La frase aun sin hacerlo a sabiendas puede referirse a un acto cometido en ignorancia, pero que más tarde la persona se sentiría culpable por ello. 

Wenham (Leviticus, “Levítico”, págs. 107–108) llega a la conclusión de que el ofrendante sólo sospechaba que había transgredido la ley debido a su sentido de culpabilidad, pero no estaba seguro de ello. Quizá esta es la razón por la que en este caso aparentemente no se exigía la compensación adicional y la multa.

(3) La ofrenda por la culpa por violación de derechos de propiedad. Levítico 6:1–7. 

Mientras que Levítico 5:14–19 tenía que ver con daños en contra de “las cosas santas de Jehová” (Lev 5:15) y los mandamientos de Jehová (  Lev 5:17), el pasaje de Lev 6:1–7 se relaciona con el asunto de defraudación de una persona, aunque esto se considera también como prevaricación contra Jehová. Los pecados enlistados en los vv. 2–3 parecen estar relacionados con ciertos tipos de malversación, robo, extorsión y negarse a devolver lo perdido a su dueño (cf. Nm. 5:6–10). 

En tales casos, y debido a que la violación era contra los derechos de propiedad del hombre, la restitución y multa debían entregarse a quien pertenece … en el día que el ofensor presentara su ofrenda por la culpa (RVR60 la expiación, Lv. 6:5). Si el afectado ya no vivía, y no tenía ningún familiar que le sobreviviera, la restitución y multa debían pagarse al sacerdote (cf. Nm. 5:8–10). Otra vez, el resultado de la ofrenda por la culpa era la expiación y perdón (Lv. 6:7).

La característica distintiva de la ofrenda por la culpa era la restitución y multa que eran pagadas a la parte ofendida, ya fuera Dios o el hombre. El carnero de la ofrenda por la culpa no era parte de la restitución, sino expiación ante Dios por el pecado.
La tipología de la ofrenda por la culpa remarca el mismo aspecto de la muerte de Cristo, que hizo la restitución por el daño o afectación provocada por el pecado. Isaías previó la muerte de Cristo como una ofrenda por la culpa (Is. 53:10).

La palabra que está traducida falta (15) proviene de una raíz que significa “actuar infiel o traidoramente”. El contexto para esta ofensa es el pacto. Debe recordarse que estas leyes no son provistas para los hombres en general. Fueron dadas al pueblo de Israel, compuesto por personas que se habían comprometido en un pacto con Dios, asumiendo ciertas responsabilidades. 

El Señor iba a ser su Dios y ellos serían su pueblo. Sin duda esta es la razón por la cual no hay provisión para las violaciones voluntarias y deliberadas del pacto—“pecando con soberbia”. Tal pecado colocaría al violador fuera del mismo convenio que define estas leyes. Nótense los términos: Cuando alguna persona cometiere falta y pecare por yerro.

Hay dos casos citados solicitando la ofrenda por la culpa. Una era la retención involuntaria de las cosas santas de Jehová. Esto se refiere a diezmos, ofrendas, primeros frutos y cosas semejantes. Pertenecían a Dios y eran dadas al sacerdote. El que la presentaba debía traer la ofrenda, un carnero sin defecto de los rebaños, valor incomparable a la pérdida sufrida por los sacerdotes. 

El significado del original no es enteramente claro en lo concerniente a las palabras: conforme a tu estimación en siclos de plata. Parece indicar que un valor monetario debía ser colocado sobre la ofrenda para poder calcular el monto de la quinta parte (16, un quinto del valor) que debía ser pagado en restitución como una multa. El siclo del santuario (15) es identificado en Exodo 30:13 como una cantidad basada en la medida fenicia más bien que en la babilónica, que era de menor valor. Aquí es obvia la base moral de la legislación levítica. Micklem dice:

  Levítico está interesado en el ritual de la ofrenda por el pecado; pero allí no hay ninguna idea supersticiosa de que la ofrenda de por sí es útil para quitar el mal, lo que queda bien aclarado por la demanda de arrepentimiento. Nada sugiere de que aparte de éste haya expiación. Si suscitamos la objeción teológica de que Dios exige sólo el arrepentimiento para conceder el perdón, pasamos por alto el requisito de la restitución hasta donde sea posible. El verdadero penitente no sólo dice: “Lo siento mucho”, sino también: “¿Qué puedo hacer para arreglarlo?”

La segunda clase de ofrenda por la culpa implica actos prohibidos en la ley del pacto que demandan restitución, pero que son desconocidos para el ofensor (17–19). Puesto que nadie sabía cuál había sido la pérdida o si la había habido, la persona traía la ofrenda por la culpa sin añadir compensación. Nótese el deseo de evitar la más ligera ofensa. Cuando se mira a la luz del pacto y su benévola redención, tal sacrificio se considera como un anhelo natural de la conciencia tierna de expresar positivamente su gratitud y dependencia. Adviértase la actitud de Job en el libro que lleva su nombre, 1:5. El ideal es ser hallado sin culpa.

El final de esta sección (6:1–7), trata con el perjuicio causado al prójimo en asuntos de propiedad. Conciernen al dolo con respecto a un depósito que fue dejado por causa de seguridad por un prójimo, hurto, ganancia injusta por opresión (2) o que habiendo hallado lo perdido (3) que pertenece a otro se apropiara de ello. Los mencionados son los más cercanos a pecados conscientes y voluntarios de esta sección (5:14–6:7). 

Estos son asuntos que generalmente no se conocerían sin la revelación del ofensor. Si se hubieran descubierto, tales acciones habrían sido castigadas. Véase Exodo 22:7–13 donde se hallan los procedimientos legales al respecto. 

El contexto nos muestra la inseparable relación que hay aquí entre la religión y la ética en Israel. El pecar contra otro dentro del pacto era pecar también contra el Dios del pacto. De esa manera, la relación con el prójimo afectaba estrechamente la comunión con Dios. El Señor es el Garantizador de la propiedad ajena. Pecar contra el prójimo es pecar contra Dios.

La palabra encomendado (2) parece indicar un traspaso de bienes materiales por medio del cual algo ha sido puesto en manos de otro. La LXX lo traduce koinonia. Probablemente se refiera a transacciones comerciales. En cuanto a las palabras conforme a tu estimación (6) véase comentario sobre 5:15.

En casos de daño a la propiedad, la restitución no era suficiente. Como una expiación requería la ofrenda por la culpa, debía añadir al capital la quinta parte (5) del valor de la propiedad implicada y restaurarlo al propietario. Solamente entonces la ofrenda por la culpa era eficaz para expiar la transgresión.


DESCARGAR

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El cuero del novillo, y toda su carne, con su cabeza, sus patas, sus entrañas, y su estiércol, es decir, todo el novillo, lo hará sacar fuera del campamento, a un lugar limpio, al vertedero de la ceniza, y lo quemará...En el vertedero de la ceniza

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






ESTUDIAMOS PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
Sacrificios por el pecado
Levítico 4:1-35
1      Y YHVH habló a Moisés diciendo:
2      Habla a los hijos de Israel y diles: Si alguno peca inadvertidamente contra cualquiera de los mandamientos de YHVH sobre cosas que no se han de hacer, e infringe alguno de ellos,
3      o si es el sacerdote ungido quien ha pecado en detrimento del pueblo, por el pecado cometido ofrecerá a YHVH como expiación un novillo sin defecto.
4      Conducirá el novillo a la entrada del Tabernáculo de Reunión, delante de YHVH, y apoyando su mano sobre la cabeza del novillo, degollará el novillo delante de YHVH.
5      Luego el sacerdote ungido tomará de la sangre del novillo y la llevará al Tabernáculo de Reunión,
6      y mojando el sacerdote su dedo en la sangre, hará con la sangre aspersión siete veces ante YHVH hacia el velo del Santuario.
7      El sacerdote pondrá parte de aquella sangre sobre los cuernos del Altar del incienso aromático delante de YHVH, en el Tabernáculo de Reunión, y derramará el resto de la sangre del novillo al pie del Altar del holocausto, situado a la entrada del Tabernáculo de Reunión.
8      Después quitará toda la grosura del novillo de la expiación, la grosura que cubre las entrañas, y toda la grosura que está sobre las entrañas,
9      los dos riñones, la grosura que hay sobre ellos y sobre los lomos, y la grosura del hígado, que quitará con los riñones
10      de la manera que se quita del novillo del sacrificio de las ofrendas de paz. Luego, el sacerdote los dejará consumir sobre el Altar del holocausto.
11      Pero el cuero del novillo, y toda su carne, con su cabeza, sus patas, sus entrañas, y su estiércol,
12      es decir, todo el novillo, lo hará sacar fuera del campamento, a un lugar limpio, al vertedero de la ceniza, y lo quemará sobre leños con fuego. En el vertedero de la ceniza será quemado.
13      Si por inadvertencia toda la asamblea de Israel peca, y el asunto está oculto ante la congregación, pero ha trasgredido alguno de los mandamientos de YHVH respecto a cosas que no se deben hacer, resultando así culpables,
14      cuando sea manifiesto el pecado con el cual pecaron, entonces los de la congregación presentarán un novillo en ofrenda por el pecado, y lo conducirán delante del Tabernáculo de Reunión.
15      Seguidamente los ancianos de la asamblea apoyarán sus manos sobre la cabeza del novillo, en presencia de YHVH, y uno degollará el novillo en presencia de YHVH.
16      Luego el sacerdote ungido llevará una parte de la sangre del novillo al Tabernáculo de Reunión,
17      y mojando su dedo en la sangre, el sacerdote hará aspersión siete veces ante YHVH hacia el velo.
18      Pondrá luego parte de la sangre en los cuernos del Altar, en presencia de YHVH, en el Tabernáculo de Reunión, y derramará el resto de la sangre al pie del Altar del holocausto, situado en la entrada del Tabernáculo de Reunión.
19      Después quitará de él toda su grosura, y la dejará consumir sobre el Altar.
20      Hará con el novillo así como hizo con el novillo de expiación. Lo mismo hará con él. El sacerdote hará expiación por ellos, y ellos serán perdonados.
21      Luego se sacará el novillo fuera del campamento y se quemará como quemó el primer novillo. Él es un sacrificio expiatorio por la congregación.
22      Cuando un príncipe peque por inadvertencia, obrando contra cualquiera de los mandamientos de YHVH su Dios sobre lo que no se debe hacer, resultando así culpable,
23      tan pronto como se le dé a conocer el pecado que cometió, presentará como ofrenda suya un macho cabrío sin defecto,
24      y apoyando su mano sobre la cabeza del macho cabrío, lo degollará en el lugar donde se degüella el holocausto, en presencia de YHVH; él es ofrenda por el pecado.
25      Entonces el sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la víctima por el pecado y la pondrá en los cuernos del Altar del holocausto. Luego derramará el resto de su sangre al pie del Altar del holocausto.
26      Dejará consumir sobre el Altar toda su grosura, así como quemó la grosura del sacrificio de las ofrendas de paz. De esta manera el sacerdote ofrecerá expiación por el pecado de aquél, y le será perdonado.
27      Y si una persona del pueblo de la tierra peca inadvertidamente, haciendo lo que no se debe hacer contra alguno de los mandamientos de YHVH, resultando así culpable,
28      tan pronto como se le haga reconocer el pecado que cometió, presentará como ofrenda suya una hembra de las cabras, una cabra perfecta, por el pecado que cometió.
29      Y apoyando su mano sobre la cabeza de la víctima por el pecado, degollará a la víctima por el pecado en el lugar del holocausto.
30      Entonces el sacerdote tomará de la sangre de ella con su dedo, y la pondrá en los cuernos del Altar del holocausto, y derramará el resto de su sangre al pie del Altar.
31      Después le quitará toda la grosura, como se remueve la grosura de las ofrendas de paz, y el sacerdote la dejará consumir sobre el Altar como olor que apacigua a YHVH. El sacerdote hará expiación a favor de él, y le será perdonado.
32      Y si trae un cordero como su víctima por el pecado, aproximará una hembra sin defecto,
33      y apoyando su mano sobre la cabeza de la víctima por el pecado, la degollará en sacrificio por el pecado en el lugar donde se degüella el holocausto.
34      Después el sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la víctima expiatoria y la pondrá en los cuernos del Altar del holocausto, y derramará el resto de su sangre al pie del Altar.
35      Luego quitará toda su grosura tal como fue quitada la grosura del cordero del sacrificio de las ofrendas de paz, y el sacerdote la dejará consumir sobre el Altar como sacrificio ígneo a YHVH. El sacerdote ofrecerá así expiación por tal persona, por el pecado cometido, y le será perdonado.

 
Reglas para ofrendar
Reglas para las ofrendas 
( Levítico 4:1–35 )

La ofrenda por el pecado y la de las transgresiones representan un nuevo tipo de sacrificio, el de la expiación. 

Nada se ha dicho en los capítulos Levítico 1–3 acerca de las ocasiones en que debía ser presentada la ofrenda quemada, la de alimento y la de paces. Las ofrendas de olor grato eran voluntarias. Pero aquí, la ofrenda por el pecado y la de las transgresiones están descritas y se hallan estipuladas las ocasiones en las cuales debían ser presentadas. 

Estas son obligatorias para todos los que estaban incluidos en el pacto, y que hubieran llegado a ser culpables sobre cosas que no se han de hacer (2). Se presenta el ritual para las diferentes clases, descritos en Levítico 4:1-35 
(a) el sacerdote ungido (3–12), 
(b) la congregación (13–21), 
(c) un jefe (22–26) y 
(d) persona del pueblo (27–35)

El animal empleado en el sacrificio variaba según la importancia de la persona o personas que hubieran pecado. El sacrificio por un sacerdote (3) o por toda la congregación (14) era de un becerro. Por un jefe (22), un macho cabrío sin defecto (23 mientras que por el pueblo (27) era una cabra o un cordero (32).


Evidentemente, la seriedad de la culpa variaba con la posición del que pecaba. El pecado de un sacerdote era considerado más grave que el de un jefe o uno del común del pueblo. Como representante del pueblo ante Dios, su pecado imputaba culpa a todo el pueblo. Parece que de esa manera se contaminaba el mismo lugar santo. 

La sangre de la ofrenda por el pecado a su favor sería colocada sobre los cuernos del altar del incienso (7) en el lugar santo; mientras que la ofrenda por el pecado de un jefe o alguien del pueblo era puesta sobre los cuernos del altar del holocausto (25, 30) que estaba en el atrio del tabernáculo. La sangre de la ofrenda por la totalidad del pueblo era manipulada como la del sacrificio por los sacerdotes (cf. 7 y 18). Quizás esto era debido al hecho de que se consideraba a Israel “un reino de sacerdotes” (Ex. 19:6). 

La diferencia en la ofrenda por el pecado a favor de los sacerdotes y del pueblo, se ve asimismo en que la carne de los animales sacrificados por ellos era quemada fuera del campo (cf. 12 y 21). En cambio, la carne de los sacrificios por los jefes y por el pueblo, podía ser comida por los sacerdotes.

Aparte de las diferencias mencionadas, el ritual para las diferentes clases era el mismo. El que la ofrecía, traía su sacrificio, ponía su mano sobre la cabeza, mataba el animal, y lo entregaba al sacerdote. El sacerdote que estaba allí oficiando derramaba la sangre delante del Señor, untaba algo sobre los cuernos del altar, luego derramaba el resto al pie del altar del holocausto; quemaba la grosura, los dos ríñones y los ijares sobre el altar del holocausto. La influencia de este ritual para la comprensión neotestamentaria de la muerte de Jesús se ve en el empleo de su terminología y conceptos en la Epístola a los Hebreos (He. 9:10–23; 10:19–22).

El nombre de la ofrenda por el pecado (ckattath) es un sustantivo basado sobre el verbo “errar (al blanco), quedar corto”. Esta ofrenda tenía como objeto cubrir los pecados por yerro (22, bishgagah). A menudo son considerados como pecados cometidos “inconscientemente”. 

Lo opuesto a esos pecados son aquellos cometidos “con soberbia” (Nm. 15:30, cf. Ex. 14:8); estos eran pecados por los cuales no había sacrificios. Parece que la diferencia no estaba en el plano del conocimiento tanto como en la actitud del corazón. El pecado “de soberbia” era cometido por una actitud de provocación altanera a Dios; mientras que el cometido por “ignorancia” surge de la debilidad humana. Es así como Keil puede decir: “Pero pecar ‘en error’ no es meramente hacerlo por ignorancia (vv. 13, 22, 27, 5:18), apresuramiento, falta de consideración, o descuido (5:1, 4, 15), sino también hacerlo involuntariamente (Nm. 25:11, 15, 22, 23).”

Aquí, el creyente neotestamentario puede ver algo de la insuficiencia del sistema levítico. No había provisión para los pecados más nefandos tales como la blasfemia, el adulterio y el crimen. En la exposición que Natán hizo acerca del pecado de David contra Betsabé y Urías no se hace referencia a sacrificio. La incapacidad de este sistema en proveer para el “pecado de insolencia” señala la necesidad de un camino mejor—que fue encontrado en Cristo.

Transgresiones que requerían ofrenda por el pecado (Levítico 5:1–13)

Son tres los casos enumerados que demandan una ofrenda por el pecado. El primero tiene que ver con el hombre que ha visto o ha llegado a saber alguna cosa, pero que se ha negado a descubrir lo que ha sabido al ser llamado ante el magistrado. Llamado a testificar. 

La versión revisada (RSV) interpreta la expresión, “una imprecación manifiesta a testificar”. Moffatt traduce el versículo de la siguiente manera: “Si alguno peca al permanecer en silencio cuando es conjurado a dar evidencias como testigo de algo que ha visto o sabe.” Imprecar es jurar bajo pena de castigo. 

No debe pensarse que si un hebreo hubiese encubierto la verdad o tergiversado los hechos para perjuicio de otro quedaba libre de culpa, al presentar su ofrenda por el pecado. El versículo 5 nos demuestra que tenía que confesar su maldad, y el 6:5 nos indica que debía hacer la restitución pertinente. 

Tenemos ejemplo de hombres que se mantuvieron en silencio hasta que fueron puestos bajo el juramento, en Josué 7:19; Jueces 17:2; Mateo 26:63; Juan 9:24. Que la restitución está implicada en esta ofensa lo prueba la declaración: él llevará su pecado (1); en los casos subsiguientes, el texto dice solamente que la parte implicada será culpable (2–4).

El segundo asunto tiene que ver con la inmundicia contraída por el toque de una bestia inmunda (2, un animal salvaje), animal inmundo (animales domesticados del ganado o la majada) o reptil inmundo (lit. “lo que pulula, hormiguea”), o inmundicia de hombre (3). En Levítico 12–15 encontramos una extensa discusión sobre los distintos casos de inmundicia. Véase allí las actitudes a tomar. En el que tratamos parece que la persona se hubiera contaminado sin saberlo y por esa causa no hubiera cumplido con los ritos purificadores (11:24–31). Pero cuando se diera cuenta de tal contaminación debía realizar el sacrificio necesario.

El tercer caso implica una promesa irreflexiva. Si un hombre prometiera neciamente hacer mal (4), habría sido pecaminoso cumplir su voto. Sin embargo, es culpable de haber hecho tal voto. Pero si fuera algo que está bien, mas no puede cumplirlo, es culpable por su fracaso. En uno y otro caso, la persona culpable lo confesará (5) y presentará su ofrenda por el pecado. En el versículo 6 se la denomina a ésta, ofrenda de expiación. La discusión de las ofrendas de expiación no comienza hasta el 5:14. El uso del término aquí indudablemente se debe al hecho de que expiación implica “culpa”. Por supuesto, hay una relación estrecha entre la ofrenda por el pecado y la de expiación.

En Levítico 4:7–13 está reflejada la compasión básica inherente a la ley. En los tiempos del Nuevo Testamento ésta era vista como una carga. Jesús acusa a los fariseos y escribas de hacer la ley intolerable para los hombres (Mt. 23:2–4). El pasaje de Levítico revela su preocupación por los pobres. Si un hombre no podía traer un cordero, podía presentar dos tórtolas, o dos palominas (7). Si aun tal cosa le fuera demasiado, podía traer la décima parte de un efa (37 ltrs.) de flor de harina (11). Note la similaridad entre este pasaje y 1:14–17.

Se demandaban dos aves, una de las cuales era para holocausto (10). Allis indica que en la ofrenda para el pecado solamente se quemaba la grasa sobre el altar. Pero puesto que en el caso de un pájaro sería imposible quitar la grasa, la carne sería quemada sobre el altar representando la porción del Señor en la ofrenda por el pecado (llamada ofrenda encendida porque se consumía por completo sobre el altar), mientras que la otra parte se entregaba al sacerdote, ocupando el lugar de lo que le correspondía en la ofrenda por el pecado.

La ofrenda de comida por el pecado difería de la ofrenda regular de comida, en que no era acompañada ni por aceite ni por incienso. El puño lleno para memoria, sería quemado sobre el altar sobre las ofrendas encendidas (12). Así, juntas las ofrendas sobre el altar, lograban el valor de un sacrificio de sangre y por tanto no había excepción al principio de que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (He. 9:22).
DESCARGAR

lunes, 2 de noviembre de 2015

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. ¡El hombre que pecare, morirá!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








Tentación - Pecado - Muerte
Génesis 3:1-24
1Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 

6Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 7Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

8Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 

14Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. 16A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 

17Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. 20Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

22Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. 24Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
                       Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Gn 3.1-24). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Título

Génesis 3:1–7. Estos vv. nos proporcionan tanto el registro de la caída histórica del hombre como el prototipo de la tentación. Este pasaje es un perfecto caso para estudiar la tentación, ya que aquí no puede culparse a la herencia o al medio ambiente como causantes del pecado.

Génesis 1–2 narra lo que Dios dijo; pero la serpiente (el diablo, Ap. 20:2) habla ahora. La palabra de Dios trajo vida y orden; la de la serpiente produjo caos y muerte. La verdad es más antigua que la falsedad; la palabra divina vino antes que las mentiras satánicas.

En hebr., Génesis 3:1 se relaciona con 2:25 haciendo un juego de palabras: Adán y Eva estaban “desnudos” (ʿărûmmîm); y la serpiente era astuta (ʿārûm, “taimada”), más que todos. La desnudez representa el hecho de que el hombre y la mujer estaban ajenos a la maldad, porque no sabían en qué consistían sus trampas, mientras que Satanás usó su astucia para aprovecharse de su integridad. Ese aspecto de sagacidad o sutileza no es malo de por sí (de hecho, uno de los propósitos de la Biblia es dar sagacidad al creyente, según Pr. 1:4, donde ʿārmâh se trad. como “sagacidad”). Pero aquí se usó con un propósito malévolo.

El tentador era una serpiente (Satanás con la forma de una víbora), lo cual sugiere que la tentación se presenta disfrazada, inesperadamente, y que a menudo procede de un subordinado (alguien sobre quien se puede ejercer dominio; cf. Gn. 1:28). Asimismo, puede verse un elemento polémico aquí, ya que la serpiente era adorada por los paganos. 

Para ellos, era símbolo de la vida y sin embargo, era la causa de la muerte. La divinidad no se alcanza (según la promesa hecha por Satanás en 3:5) siguiendo las creencias y símbolos paganos, los cuales son el camino a la muerte, no a la vida.

O Eva no conocía muy bien el mandato de Dios o bien no quiso recordarlo. En contraste, Cristo obtuvo la victoria sobre Satanás gracias a su perfecto conocimiento de la palabra de Dios (Mt. 4:4, 7, 10). (V. el cuadro “Tentaciones de Eva y Jesús” en el Apéndice, pág. 305.) Eva se expresó con ligereza acerca de los privilegios que tenían, añadió palabras a la prohibición de Dios y minimizó el castigo—lo cual se aprecia al contrastar sus palabras (Gn. 3:3) con los mandatos originales dados por Dios (Gn. 2:16–17). 

Después de que Satanás escuchó esto, desvergonzadamente negó la pena de muerte que Dios había expresado (3:4). Satanás es mentiroso desde el principio (Jn. 8:44), y esta es su mentira: que uno puede pecar sin tener que sufrir las consecuencias. Pero la muerte es la paga del pecado (Gn. 2:17).

Asimismo, el tentador arrojó dudas sobre el carácter divino, sugiriendo que Dios estaba celoso y trataba de evitar que ellos cumplieran su destino (3:5). Ellos vendrían a ser como Dios cuando comieran—y según Satanás, Dios lo sabía. Así que puso ante ellos la promesa de ser divinos—sabiendo el bien y el mal.

Con esto, el trabajo de Satanás quedó concluido. La mujer fue dejada a solas para que diera rienda suelta a sus deseos naturales y apetitos físicos. La palabra que se trad. codiciable (neḥmāḏ, v. 6) se relaciona con un término que aparece posteriormente en el mandamiento, “No codiciarás” (ṯaḥmōḏ, Éx. 20:17). Lo físicamente práctico (bueno para comer), la belleza estética (agradable a los ojos) y el potencial para alcanzar sabiduría—para “saberlo todo”—son las cosas que empujan a una persona a hacer caso omiso de las prohibiciones una vez que desaparece el temor al castigo.

Por supuesto que los resultados no fueron los que ellos esperaban. La promesa de alcanzar sabiduría nunca se cumplió. Ambos vieron y comieron, pero al hacerlo, se contaminaron. Ya no estaban a gusto uno con el otro (surgió la desconfianza y la separación) ni con Dios (estaban temerosos y escondiéndose de él). Las promesas de Satanás nunca se cumplen. La sabiduría nunca se obtiene desobedeciendo la palabra de Dios. Al contrario, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Pr. 1:7).

Génesis 3:8–13. El resto de este cap. se puede dividir en tres secciones: (a) la confrontación con Jehová Dios, en la cual los dos pecadores, al escuchar su voz, temieron y se escondieron de la presencia de Jehová … entre los árboles (vv. 8–13); (b) la profecía de Dios en la cual incluye nuevas reglas para la serpiente, la mujer y el hombre (vv. 14–19); y (c) las vestiduras hechas por el Señor como una provisión del nuevo orden de cosas (vv. 20–24).

Los efectos del pecado son el castigo y la provisión. Aunque el hombre y su mujer conservaron la vida, también murieron; donde había placer, ahora había dolor; en contraste con la abundancia, ahora tenían que obtener una magra subsistencia por medio del duro trabajo; en contraste con un compañerismo perfecto, ahora vivían separados y en conflicto.

Las características dominantes del cap. 3—la muerte, el duro trabajo, el sudor, las espinas, el árbol, la lucha y la simiente—posteriormente fueron todas trazadas hasta Cristo. Él es el segundo Adán, que se hizo maldición, quien sudó grandes gotas de sangre cuando agonizaba amargamente, quien llevó la corona de espinas, quien fue colgado de un madero hasta morir y quien fue depositado en el polvo de la tierra.

Génesis 3:14–19. Jehová Dios habló a la serpiente (vv. 14–15), a la mujer (v. 16) y al hombre (vv. 17–19). Las palabras divinas a la serpiente incluyeron (a) el anuncio de que se arrastraría y comería polvo, lo cual sería un recordatorio perpetuo a la humanidad de la tentación y la caída y (b) una profecía acerca del poder que hay detrás de la serpiente. Dios dijo que iba a haber una enemistad permanente entre las fuerzas satánicas y el hombre; entre Satanás y la mujer y entre sus respectivas “simientes”. 

La simiente de la mujer fue Caín, luego toda la humanidad, y por último Cristo y aquellos que colectivamente están en él. La simiente de la serpiente incluye a los demonios y a cualquiera que promueva su reino de tinieblas, aquellos cuyo “padre” es el diablo (Jn. 8:44). Satanás herirá a la humanidad (tú le herirás en el calcañar), pero la simiente, que es Cristo, lo derrotará definitivamente (ésta te herirá en la cabeza).

Después, Dios dijo a la mujer que con dolor daría a luz a sus hijos y que su marido, a quien ella deseaba, se enseñorearía de ella. Debido a que el deseo de Eva probablemente se refiere en este contexto a que ella indujo a Adán a pecar, es mejor trad. este v. como “tu deseo fue para tu marido”. Habiendo ella saltado los límites impuestos por Dios en esto, de ahí en adelante ella sería dominada por él.

Entonces Dios dijo a Adán que experimentaría grandes penas para poder arrancar el sustento de la tierra (3:17–19). (Con dolor es trad. de la misma palabra usada en el v. 16 para referirse a los dolores de parto. Esta palabra aparece sólo tres veces en todo el A.T., en los vv. 16–17 y en 5:29.) Su fin sería la muerte—regresaría a la tierra (ʾădāmâh, lo cual fue una provisión misericordiosa en vista del sufrimiento que experimentaría). 

Además le dijo: al polvo volverás, lo cual haría que se convirtiera en presa de la serpiente nuevamente (cf. 3:14). ¡Ahí terminaron las absurdas pretensiones de alcanzar la divinidad! El hombre puede tratar de ser como Dios, pero en realidad, es polvo.

Estos castigos representan la justicia retributiva. Adán y Eva pecaron al comer del fruto prohibido; por lo tanto, tendrían que sufrir para poder comer. Ella manipuló a su esposo; él se enseñorearía de ella. La serpiente destruyó a la raza humana y ella también será destruida.

Dios hizo también provisiones de misericordia porque la raza humana tiene que morir y no vivir para siempre en ese estado caótico. Y nacerán niños (v. 16) para que la humanidad resista y permanezca. La victoria final vendrá a través de Cristo, la simiente (Gá. 3:16) de la mujer (cf. Gá. 4:4, “nacido de mujer”).

No importa cuánto trate la gente de eliminar el yugo del hombre, el trabajo extenuante, los partos dolorosos y la muerte, estos males continuarán, porque el pecado sigue presente y estos son los frutos del pecado.

Génesis 3:20–24. En estos vv. se pueden apreciar la fe de Adán y la provisión de Dios. El Señor los salvaría para asegurar que no tuvieran que vivir en ese estado de caos para siempre. La fe de Adán se aprecia en el acto de dar el nombre de … Eva (lit., “viviente”) a su mujer. De esta manera, Adán estaba mirando hacia el futuro, y no principalmente a la muerte. La fe de Eva se observa posteriormente (4:1), cuando nombra a su primogénito Caín, porque fue dado por Jehová.

Todos los tratos de Dios con los pecadores pueden ser trazados hasta este acto de desobediencia de Adán y Eva. Sin embargo, Jehová Dios es un Dios que salva, y el hecho de que haya vestido a Adán y a Eva con pieles, da testimonio de ello. Un animal fue sacrificado para hacerles túnicas de pieles, y más tarde, todos los sacrificios animales de Israel serían parte de la provisión divina para remediar la maldición—vida por vida. 

¡El hombre que pecare, morirá! (Ez. 18:20; Ro. 6:23) pero puede vivir si deposita su fe en el Señor, quien ha provisto a un sustituto. La piel con la que Dios vistió a Adán y Eva es un recordatorio perpetuo de la provisión divina. De igual forma, cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios aceptó el sacrificio de Cristo, y con base en esa expiación, él viste de justicia a los creyentes (Ro. 3:21–26).




concupiscencia 
DESCARGAR

domingo, 11 de octubre de 2015

Señor, si quieres, puedes limpiarme...Quiero, sé limpio...solamente vé y muéstrate al sacerdote...para testimonio de ellos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6













                            Sanidad de un leproso
                                    Mateo 8:1-4

1      Cuando descendió del monte, lo siguieron grandes multitudes.
2      Y he aquí un leproso, se acercó, y se postraba ante Él diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3      Y extendiendo la mano lo tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante fue limpiada su lepra.
4      Entonces Jesús le dice: Mira, no lo digas a nadie, solamente vé y muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.

 
La obra Creciente de Jesús


La Lepra
La lepra es una enfermedad infecto contagiosa, crónica, con un largo período de incubación, propia del hombre, no hereditaria, endémica, curable y producida por el Mycobacterium lepra e (bacilo de Hansen). Ataca piel, nervios periféricos y otros órganos. La buena noticia es que es curable en la mayoría de casos.

Se trata de una de las enfermedades más antiguas y, aunque ya es curable, no se ha podido erradicar. Al año, República Dominicana presenta aproximadamente 150 casos nuevos de personas con esta enfermedad.

A propósito de celebrarse en septiembre el “Mes de Lucha contra la Lepra”, el patronato de lucha contra esa enfermedad, a través del Instituto Dermatológico Dominicano y Cirugía de Piel “Doctor Huberto Bogaert Díaz”, presentó un brochure informativo sobre ese mal, titulado “Lo que todo dominicano debe saber sobre la lepra”, según explica en el mismo el dermatólogo Juan Periche Fernández, director del Control de la Lepra RD Instituto Dermatológico y Cirugía de Piel (IDCP), cada año se diagnostican nuevos casos de lepra en nuestro país. Es también necesario que se sepa que la mayoría de ellos son diagnosticados temprano para obtener cura sin daños permanentes. El tratamiento y cuidado ofrecido a cada uno es de calidad, destaca el especialista.

El doctor Periche aclara que la lepra es una enfermedad curable causada por una bacteria y que ninguna clase social está exenta de ser afectada. La mayoría de las personas en contacto con esta bacteria padecen de la enfermedad porque su sistema inmune no destruye la bacteria causante. “Una minoría de los infectados sí tendrán la erupción de la piel con pérdida de la sensación de ciertas áreas como manos y pies. Y sin tratamiento pueden llegar a aparecer deformidades”, dice.

Entorno social. La experiencia de ciertas regiones del mundo sugiere que la disminución de la pobreza, buena alimentación y educación pueden disminuir el número de casos con lepra.

Diagnóstico. El dermatólogo explica que los pacientes con lepra son diagnosticados cuando tienen varios años infectados y empiezan a presentar manifestaciones como las descritas: erupciones y anestesia. Cualquier persona con lesiones en piel y pérdida de la sensibilidad debe buscar ayuda médica de inmediato.

Para confirmar el diagnóstico de lepra se le realizan al paciente muestras de piel para biopsia y para bacteriología, también se realizan evaluaciones clínicas y de laboratorio. Todos estos se realizan en las instalaciones del IDCP.

Lepra lepromatosa. Las lesiones en piel son numerosas, presentando cuatro formas: nódulos o lepromas, máculas, infiltraciones, y úlceras. Los lepromas constituyen las lesiones típicas, aunque no son frecuentes.

Tratamiento. El tratamiento de la lepra consiste en tres antibióticos que deben ser tomados por un periodo de tiempo que va desde seis meses hasta dos años. Este tratamiento, gratuito por cooperación de la Organización Mundial de la Salud, la Fundación Nipona y Novartis, elimina la bacteria causante rápidamente, mientras el paciente puede seguir su vida rutinaria. Poco después de empezar este tratamiento el paciente deja de ser contagioso. Los pacientes sin tratamiento frecuentemente sufren daños de los nervios y pérdida de la sensación de frío, calor y dolor de manos, pies y ojos, que son las causas de las mutilaciones.

La prevención de estas complicaciones incluye la supervisión frecuente a los pacientes y el uso de sus medicamentos.

ZOOM

Síntomas
La lepra es una enfermedad curable. Si se trata en las primeras fases, se evita la discapacidad. Según el dermatólogo Juan Periche Fernández, en una primera etapa, el periodo de incubación de la lepra es muy lento, de modo que los afectados pueden permanecer asintomáticos. Sin embargo, lesiones cutáneas, manchas o nódulos pueden alertar al paciente… “una mancha en tu piel puede ser lepra”. Por eso recomienda que ante cualquier sospecha se le realice un examen físico completo al paciente.

El tratamiento es ambulatorio, e incluye el uso de distintos antibióticos combinados. El paciente tratado puede seguir haciendo su vida normal.




Jesús sana a un leproso
Mateo 8:1–4

Mateo inicia el relato del Sermón del monte diciendo que Jesús subió al monte (5:1) y cierra ese relato diciendo que descendió del monte (8:1). Por eso, el primer versículo del cap. 8 bien podría ubicarse al fin del cap. 7. Por otro lado, este versículo sirve de puente entre las enseñanzas y las obras milagrosas, pues las multitudes que escuchaban sus enseñanzas ahora son testigos de sus milagros. Recordemos que la división de los versículos y capítulos no se encuentra en los textos griegos del primer siglo, sino que es un arreglo que se hizo muchos siglos después.

La lepra era una enfermedad dolorosa, repugnante e inmunda
Era común en Egipto y los países del medio oriente. El término “lepra” es la transliteración del término griego leprós 3014 que significa “escama”. 

La enfermedad atacaba la piel y la carne de la víctima, dejando escamas sobre las llagas. En estado avanzado, la carne viva estaba expuesta y supuraba pus. A veces se caían las orejas, la nariz y los dedos de las manos y pies. 

La lepra se conocía como la “enfermedad blanca”, pues el cabello y la piel se volvían blancos en la zona afectada (Lev. 13). No había cura conocida, pero muy de vez en cuando un leproso era sanado por la misericordia de Dios.

Aunque la lepra no era contagiosa por el contacto físico, los judíos que tocaban a un leproso, o algo de su persona, quedaban inmundos ceremonialmente, es decir, inhabilitados para participar en las reuniones religiosas por un tiempo. 

Por eso, los leprosos vivían fuera de las ciudades y cuando se acercaban a personas sanas, tenían que gritar: “¡Inmundo, inmundo!”, para advertir a los demás del peligro de acercarse a ellos. De modo que, además del dolor de la enfermedad, se sentían rechazados socialmente. Al producirse la cura, el leproso tenía que presentarse a un sacerdote quien lo examinaba y lo declaraba sano.

La lepra era símbolo del pecado y de su efecto espiritual en el hombre. Dios castigaba a algunos de los más rebeldes con la lepra (Exo. 4:6; 2 Crón. 26:20). En el día de Jesús, el concepto general era que toda enfermedad venía por castigo de Dios, especialmente la lepra. Era el “azote divino”.

En este caso, el leproso se acercó a Jesús y se postró ante él (v. 2). 
El tomó la iniciativa, vino hasta donde estaba Jesús. “Postrarse” es un verbo que a menudo se traduce “adorar”. Tanto este acto de humildad como también el término “Señor”, con el cual se dirige a Jesús, indican un alto grado de reverencia, pero no necesariamente un reconocimiento de la divinidad de Jesús. El título “señor” se usaba comunmente en las conversaciones, como hoy en día, pero en la Septuaginta (LXX) es el término que se usa para traducir del hebreo al griego el nombre “Jehovah”. Sólo el contexto nos ayuda a determinar el grado de reverencia cuando uno llama a otro señor.

Cuando el leproso manifestó su confianza en el poder de Jesús para sanar la lepra, cosa que ningún hombre podía hacer, quizá estaba reconociendo su divinidad. 
Por lo menos no era un rabí cualquiera. “Limpiarme” significa “curarme”. Puesto que la lepra se consideraba la inmundicia y contaminación más grande, el hecho de sanarlo significaba más que nada una limpieza de cuerpo y de espíritu. Con decir si quieres (v. 2b), la única duda que manifestaba era en cuanto a la disposición de Jesús para ayudarle. Tenía más confianza en su poder que en su querer.

¡Gloriosa verdad es ésta! Jesús no demora en aquietar la duda del leproso al decir: 
Quiero (v. 3b). 
Ese eterno “querer” expresa la disposición misericordiosa de Dios para con los necesitados. Aparentemente no es la voluntad de Dios de curar todas las enfermedades físicas (comp. 2 Cor. 12:7–9), pero no hay duda en cuanto a la disposición de Dios de perdonar los pecados y salvar a todos los que se arrepienten (Eze. 33:11; 1 Tim. 2:4; 2 Ped. 2:9). La sanidad fue instantánea y completa. Las tres cualidades hermosas vistas en el leproso que lo recomendaban a Jesús fueron: confianza, humildad y reverencia.
________________________________________________________

Bosquejo homilético

                                        La compasión activa de Jesucristo 

                                                                    Mateo 8:1–4

Introducción: 
¡Qué atractivo tenía nuestro Salvador que hasta los marginados se sentían impulsados a ir ante su presencia esperando alguna respuesta a su necesidad! Es que la compasión de Jesús tenía algunas características. Veamos:
  I.      La compasión activa de Jesús es aquella que va más allá de toda prohibición legal, ideológica, moral, o social.
  II.      La compasión activa de Jesús es aquella que hace posible no solo la sanidad sino lo que es más importante, la salvación de una persona.
Conclusión: 
Jesús vino para rescatar al hombre que está prisionero de su desgracia, sea pecaminosa o no, y para darle una nueva vida. Sólo pide una cosa: fe.
 _________________________________________________________

El prohibir la publicación de la noticia —Mira, no lo digas a nadie ( v. 4)— llama la atención. 
Esta clase de prohibición se encuentra en varios pasajes (9:30; 12:16; 16:20; 17:9). En otra ocasión manda que se publique (Mar. 5:19; Luc. 8:39). Surge la pregunta: “¿Por qué en unas ocasiones lo prohíbe, y en otros lo manda?” 

Se pueden mencionar tres razones para la prohibición: 
(1) Jesús quería que los sacerdotes lo pronunciaran limpio antes de enterarse de quién lo había sanado; de otro modo posiblemente no lo hubieran declarado limpio para no tener que reconocer que Jesús lo había hecho. 

(2) También, Jesús no quería crear innecesariamente la excitación entre el pueblo, de modo que la gente pensara que su reino sería en base a milagros (ver Juan 6:14 ss.). 

(3) No quería despertar más hostilidad de parte de los fariseos, antes de tiempo. 
Cuando Jesús mandó al hombre, curado de los demonios, que contara a todos lo que había pasado, estaba al este del mar de Galilea donde había pocos judíos y menos riesgo de que los líderes de Jerusalén se enterasen (ver Mar. 5:1–20).

Para testimonio a ellos (v. 4) se refiere al pueblo en general, o a los sacerdotes. 
Tal vez Jesús tenía en mente al pueblo y no a los sacerdotes, pues éstos tendrían que pronunciar al hombre sano antes de permitirle presentar una ofrenda. Por lo tanto, los sacerdotes habrían recibido el testimonio antes de ofrecer la ofrenda.
DESCARGAR
http://claudioxplabibliadice.blogspot.pe/p/guerra-espiritual.html
https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html