lunes, 27 de julio de 2015

Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Sión, mi santo monte. Yo promulgaré el decreto: YHVH me ha dicho: Mi hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


EXÉGESIS Y PREDICACIÓN SALMOS 2: 1-12

    1      ¿Para qué se sublevan las naciones,
            Y los pueblos traman cosas vanas?
    2      Se alzarán los reyes de la tierra,
            Y con príncipes consultarán unidos,
            Contra YHVH y contra su Ungido, diciendo:

    3      ¡Rompamos sus ligaduras
            Y echemos de nosotros sus cuerdas!

    4      El que se sienta en los cielos se sonreirá,
            Adonay se burlará de ellos.
    5      Luego les hablará en su ardiente ira,
            Los aterrorizará en su indignación.

    6      Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Sión, mi santo monte.
    7      Yo promulgaré el decreto:
            YHVH me ha dicho: Mi hijo eres Tú,
            Yo te he engendrado hoy.
    8      ¡Pídeme!, y te daré por herencia las naciones,
            Y como posesión tuya los confines de la tierra.
    9      Los quebrantarás con cetro de hierro,
            Los desmenuzarás como vasija de alfarero.

    10      Ahora pues, oh reyes, actuad sabiamente.
            Admitid amonestación, jueces de la tierra:
    11      Servid a YHVH con temor,
            Y regocijaos con temblor.

    12      ¡Besad los pies al Hijo!
            No sea que se irrite y perezcáis en el camino,
            Pues de repente se inflama su ira.
            ¡Cuán bienaventurados son todos los que se refugian en Él!

La ocasión local del Salmo 2 puede haber sido una revuelta de las naciones que Salomón había sometido, en los primeros años de su reinado. 

El hecho de que el salmo se aplique no menos de cinco veces a Cristo en el Nuevo Testamento (Mt. 3:17; Hch. 4:25–26; 13:33; He. 1:5; 5:5) indica la rebelión universal contra el gobierno divino que constituye la naturaleza esencial del pecado.

Se representan tres locutores: el salmista, Jehová y el rey.
El Salmo es dramático.
Alterna entre las palabras de un narrador (el salmista) y diálogo directo de otros personajes.

 Así tenemos:
A. Palabras del narrador (vv. 1, 2), 
B. Diálogo directo de los reyes que están en rebelión (v. 3),
C. Otra vez del narrador (vv. 4, 5), 
D. Palabra directa de Dios (v. 6), 
E. Diálogo directo del hijo, el rey (vv. 7–9) y 
F. Palabras del narrador dirigidas a los reyes (vv. 10–12).

ESTRUCTURA
Salmos 2:1-12
1. La rebelión de las naciones contra el Señor y Su ungido. Versículos 1–3. 
    El pecado no es simplemente la imperfección de lo humano o lo finito. 
    - Es una rebeldía moral, 
    - Una revuelta contra las leyes de Dios. 
    - El pecado es poner la voluntad del hombre en el centro de la vida en lugar de la
      voluntad de Dios. 
    - La rebelión de las naciones es una imagen del pecado del alma individual.

2. La inutilidad de la rebelión, a la luz del poder soberano de Dios. Versículos 4–6 
3. El rey recita el decreto que ha establecido su autoridad. Versículos 7–9 
4. Las lecciones que deben aprender los pueblos rebeldes y hacer la pazcon Dios
  . Versículos 10–12 


BOSQUEJOS PARA SU PREDICACIÓN

De  rebelde a hijo adoptivo
Salmos 2:1–12

I. Condenación de la rebelión humana, vv. 1–6.
   1. Conspiración: Los pueblos traman cosas vanas, v. 1.
   2. Rebelión: ¡Rompamos sus ataduras, v. 3.
   3. Resultado: Y los turbará en su furor, v. 5.

II. Confirmación de la adopción de Dios, vv. 7–9.
   1. Decreto: Jehovah me ha dicho, v. 7.
   2. Herencia: Y te daré por heredad las naciones, v. 8.
   3. Victoria: Tú los quebrantarás con vara de hierro, v. 9.

III. Exhortación conclusiva al arrepentimiento, vv. 10–12.
   1. Sabiduría: Aceptad la corrección, v. 10.
   2. Servicio: Servid a Jehovah con temor, v. 11.
   3. Bienaventuranza: Bienaventurados todos los que en él se refugian, v. 12.

Este salmo es muy conocido de los estudiantes del N.T. en virtud de su relevancia en cuanto a Cristo. Sin embargo, el pasaje era un salmo real del A.T., y por ello, fue usado por los reyes de la dinastía davídica. 

(Otros salmos reales son 18, 20–21, 45, 72, 89, 101, 110, 132, 144.) Su contenido describe la celebración que se hacía durante la coronación a pesar de la oposición de la gente rebelde de los territorios aledaños. 

En una palabra, el salmista exhorta a las naciones paganas a que abandonen sus planes contrarios al Señor y su rey ungido y se sometan a la autoridad del Hijo, a quien Dios ha ordenado que reine sobre las naciones con vara de hierro. (Como se indica en Hch. 4:25, Sal. 2 fue escrito por David.)

DESCRIPCIÓN EXEGÉTICA DEL SALMO 2

  A.      La rebeldía de las naciones (2:1–3)

2:1–3. Los primeros tres vv. expresan el asombro del salmista ante los planes de las gentes, y los pueblos de derrocar a Jehová y … su ungido (māšîaḥ, “Mesías”, que en gr. es Christos, el Cristo). Todo rey que era ungido por un profeta era un “mesías”, un ungido. Si obedecía al Señor, su reino contaba con la autenticación de la elección de Dios y el apoyo de su poder. A menudo, esto hacía que fracasaran los planes de las demás naciones.

El v. 1 expresa ese asombro en forma de pregunta retórica. El escritor no podía creer que “los pueblos” enemigos se amotinaran y planearan hacer algo que de antemano estaba destinado al fracaso. Al resistirse a su ungido, los reyes de la tierra en realidad se estaban oponiendo al Señor (v. 2).

El v. 3 registra cuál era la intención de las naciones: deseaban romper las ligaduras que los oprimían y quedar libres del control político de ese rey. La expresión que usa el salmista describe su esclavitud a ese monarca como si estuvieran atados con cuerdas. Y eso no lo podían soportar.


  B.      La decisión del Señor (2:4–6)

2:4. El salmista deja la descripción de las naciones (vv. 1–3) para hablar de la respuesta del Señor a su plan. Haciendo una audaz descripción, imaginó que Dios se burlaba de ellos. El Señor que mora y se sienta en su trono (cf. 9:11; 22:3; 29:10; 55:19; 102:12; 113:5; Is. 6:1) en lo alto de los cielos, discierne cuán necio es su plan de resistirse a él. La descripción es antropomórfica; la reacción de Dios se establece en términos humanos.

2:5–6. Debido al desprecio que siente el Señor por su plan malvado, hablará a ellos en su furor. Es probable que el v. 6 sea un resumen de sus palabras, porque su decisión de poner a su rey en Jerusalén terminará con su rebelión. Sion, lugar que se menciona 40 veces en el libro de los Salmos, fue originalmente una ciudad cananea conquistada por David (2 S. 5:7). Posteriormente, esa palabra se usó para referirse a la zona del templo y más adelante, para hablar de toda la ciudad de Jerusalén (cf. el comentario de Lm. 1:4 y Zac. 8:3). Mi santo monte es un sinónimo del monte donde estaba el templo (cf. Sal. 3:4; 15:1; 24:3; 78:54; Dn. 9:16, 20; Abd. 16; Sof. 3:11).

Cuando Dios establezca a su rey, también dominará a aquellos que se oponen a él. Esto se hizo realidad con David y también se cumplirá al final de los tiempos con Jesucristo, el descendiente más destacado de ese monarca.


  C.      La declaración del rey (2:7–9)

2:7. A continuación, el salmista menciona la afirmación hecha por Dios en relación con el rey para demostrar con qué derecho reina. El decreto se refiere al pacto davídico, en el cual Dios declaró que él sería Padre de ese rey, y que éste sería su hijo. Así que cuando David se convirtió en rey, Dios describió su relación como la de un padre con su hijo. Por lo tanto, la expresión “hijo” llegó a tener el significado de un título mesiánico.

Mi hijo eres tú es una cita del pacto davídico (2 S. 7:14) de la cual el rey se apropia para demostrar su derecho legítimo a gobernar. Entonces, hoy se refiere al día de la coronación, y la expresión yo te engendré no habla de un nacimiento físico, sino que es una metáfora más amplia que describe cómo se convertiría en su “hijo”.

2:8. La significancia de esta adopción del rey como el ungido hijo de Dios se ve por su herencia. Así como un hijo hereda de su padre, así el rey hereda el reino de su “Padre”. El v. continúa citando el decreto divino, y hace una invitación al rey para que reclame su herencia, la cual alcanzará hasta los confines de la tierra algún día. La gente que viva en las naciones, incluyendo a las que se han rebelado (v. 1), serán subyugadas por el ungido de Dios.

2:9. Ese sometimiento se expresa en términos muy fuertes: Él aplastará (quebrantarás) a todos los rebeldes a medida que establece su reinado. Probablemente esas similitudes proceden de las costumbres condenatorias de Egipto, en las cuales el faraón usaba su vara o cetro para aplastar los recipientes votivos (vasija de alfarero) que en este caso representaban a las ciudades o naciones rebeldes. Los vbs. hebr. que aparecen en el v.—ra‘a‘ (“romper”) y nāp̱aṣ (“hacer pedazos, quebrar”)—describen un golpe desmenuzador para los rebeldes. Este v. se refiere al principio de su gobierno, en el cual aplastará toda rebelión.


  D.      Exhortación del salmista (2:10–12)

2:10–11. En vista de todo lo que el Señor ha decidido hacer con su Hijo, el salmista exhorta a las naciones rebeldes a someterse al rey antes de que venga su ira. 

Muchas veces en los Salmos, Dios es citado como Rey (v. 6; 10:16; 24:7–8, 10; 29:10; 44:4; 47:2, 6–7; 48:2; 68:24; 84:3; 95:3; 98:6; 99:4; 145:1; 149:2). El salmista instruyó a los reyes terrenos a que fueran prudentes y dejaran su insensata rebelión (cf. 2:1). 

Serían más sabios si sirvieran a Jehová con temor y se alegraran con temblor. 

“Servir”, “alegrarse”, “temer” y “temblar” describen las respuestas religiosas de los justos cuando adoran al Señor. Éstos deben llevar vidas de sumisión, no de rebelión, vidas que se caracterizan por el temor y el temblor, no la arrogancia; vidas llenas de exaltación, no de la tristeza de la opresión.

2:12. Aquí, la imagen es la de someterse a un soberano: ¡Honrad al Hijo! En este v., es inusual el uso de bar, palabra aramea que significa “hijo”. Por tanto, algunas versiones la trad. de forma distinta. Jerónimo lo hizo como:“¡Dadle adoración pura!” (porque bar es la palabra hebr. que trad. “puro”). O “¡Adorad con pureza!” en vez de trad. como “hijo”. Sin embargo, no era raro que apareciera ese vocablo en un discurso dirigido a las naciones. Es más, “honrad” sugiere homenaje (cf. 1 R. 19:18; Os. 13:2). De cualquier forma, es claro que el salmista está diciendo a los reyes de la tierra que se sometan al Señor y a su Hijo ungido, el rey de Israel.

La urgencia de la sumisión requerida se expresa con la frase para que no se enoje en forma inesperada; i.e., de pronto. Aquí no es completamente claro si esa ira es del Señor o del rey. El antecedente más cercano es el rey (el hijo), quien aplastará cualquier oposición (Sal. 2:9). No obstante, en este salmo, las dos personas son inseparables; nadie puede servir al Señor (v. 11) si no se somete a su hijo (v. 12). Si los reyes de las naciones no se someten, el rey los destruirá, porque el Señor, en su ira y oposición a sus planes malvados, ha decretado que su Hijo ocupará el trono.

La nota final del salmo expresa una bendición para todos los que en él confían. (“Los que en él buscan refugio”, NVI99. El pensamiento de refugiarse en Dios aparece muchas veces en los salmos.) De nueva cuenta, se repite que someterse al hijo es encontrar refugio o amparo en el ungido del Señor, y por lo tanto, en él también. Sólo en el hijo estamos a salvo de la ira de Dios.

Este salmo es muy rico en aplicaciones novotestamentarias. 
Reflexionando en la forma en que los líderes de Israel crucificaron a Jesús, el Mesías, Pedro identificó prontamente a aquellos dirigentes judíos con los reyes paganos descritos en el salmo 2 (Hch. 4:25–26)

La significancia tipológica del “hijo” se ve cumplida en Hebreos 1:5. 
Este salmo de coronación se cita ahí para referirse a la exaltación de Cristo cuando resucitó (cf. Hch. 13:33) y ascendió a los cielos. Por ello, “fue declarado Hijo de Dios con poder” (Ro. 1:4), que es un título mesiánico. 

Cuando el Padre instruya a su Hijo a que reclame su herencia, entonces volverá a traer a su Hijo al mundo (He. 1:6). La segunda venida significa que se derramará su ira contra todos aquellos que se rebelan contra Dios y su rey ungido, pero dará gran alegría y refugio a todos aquellos que por fe se someten al plan divino de regir al mundo a través de Jesucristo, el descendiente de David. Así que el título de “hijo” tomado del pacto davídico (2 S. 7:14) finalmente se convierte en la designación de Jesucristo como rey.
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