jueves, 2 de abril de 2015

Con la palabra echó [Jesús] fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


Dones de sanidades, milagros y profecía
Con seguridad podemos afirmar que estos dones están entre los que más desafíos presentan, sobre todo los de sanidades y de milagros. Parece que si alguna vez se manifiestan en la Iglesia, es siempre «allá lejos», en el Africa o en la India, o en cualquier otro sitio donde USTED no esté. Su acción en la iglesia contemporánea también ofrece un desafío al escepticismo en todos nosotros, porque la verdad es que, cuando realmente ocurren «allá lejos», resulta difícil documentarlos. Algunos líderes que se oponen a la manifestación de estos dones en la iglesia contemporánea dicen que la respuesta a esta cuestión es simple. Son difíciles de corroborar porque no están ocurriendo. ¡No se puede argumentar lo que no existe!
Por otro lado, están los que sí creen que suceden, incluso los que han tenido que enfrentar la muerte de un ser querido como consecuencia de una enfermedad terminal, la pérdida del trabajo, la de su casa o aun la de una relación, porque «la sanidad» o «el milagro» nunca se produjo. Ni siquiera dio resultado el esfuerzo de cruzar el país hasta llegar al que ofrece «sanidad por medio de la fe», mucho menos las aparentemente interminables sesiones de intercesión y fe de los santos locales.
¿Y qué decir de la profecía? Por supuesto, hay numerosas palabras proféticas que muchos de nosotros podemos haber escuchado y que nos han orientado, alentado y confirmado. Pero además, muchos otros han escuchado «promesas proféticas» de bendición, prosperidad y avivamiento que nunca se han cumplido, al menos hasta el momento, o no en la forma en que lo sugería la «profecía».
¿Qué debe hacer al respecto el cristiano sincero?
¿Qué debe hacer? Seguir adelante, eso es lo que hay que hacer. No queremos extremar el uso de un solo principio, pero en todo este asunto de las manifestaciones espirituales, DEBEMOS tener presente el pasaje de 1 Corintios 13.9, 12: «Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos[…] Ahora vemos por espejo, oscuramente». Vivimos aprisionados entre las bendiciones presentes y parciales del Reino de Dios, y las bendiciones futuras aun no consumadas. El Espíritu con sus manifestaciones están tan disponibles hoy como en el primer siglo, pero eso no significa que podamos experimentar la perfección consumada con sólo hacer o creer lo que corresponde. No fue así ni siquiera en la iglesia primitiva. El mismo Pablo que se echó sobre el cuerpo exánime de Eutico y presenció su milagrosa resurrección (Hch 20.9, 10), le dijo a Timoteo:«A Trófimo dejé en Mileto enfermo» (2 Ti 4.20), sin la menor insinuación de que se debiera a falta de fe o alguna causa semejante. Quizás se debía al hecho de que la consumación plena del Reino todavía no se ha dado y, por razones que no entendemos, Dios en su soberanía decidió no tocar a Trófimo. Mientras contendemos a favor de estos dones, no debemos pasar por alto el factor de la soberanía, ya que Pablo afirma claramente que «todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como El quiere» (1 Co 12.11). ¿Por qué dar sanidad, o cualquier otra manifestación, a una persona y no a otra? Sólo Dios lo sabe. Nuestra responsabilidad es «procurar» seriamente obtener los dones; la de Dios es repartirlos.
Dones de sanidades
No necesitamos comentar mucho este don; el cuerpo físico es importante para Dios (1 Ts 5.23), y en ocasiones necesita de su toque sanador. El punto de partida de la expectativa que la iglesia primitiva tenía respecto a la sanidad física milagrosa es el ministerio de Jesús mismo, un ministerio anclado en el Antiguo Testamento. «Con la palabra echó [Jesús] fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías» (Mt 8.16, 17). «Sólo entre los intelectuales y en una “era científica” se piensa que es demasiado difícil que Dios sane a los enfermos… eso es cierto, lamentablemente, en cuanto a muchos cristianos contemporáneos, cuya teología ha ocasionado una tajante dislocación entre el “entonces” y el “ahora” de la acción de Dios. Esta pareciera ser una interpretación incorrecta del Reino, que según el Nuevo Testamento fue inaugurado por Cristo en el poder del Espíritu, quien continúa la obra del Reino hasta la consumación».1
Lea los siguientes pasajes, observando con quién, o con qué, se asocia la enfermedad frecuentemente.
Lucas 13.16
Juan 5.13, 14
Santiago 5.15
Lea los siguientes pasajes e identifique cuál es la voluntad de Dios respecto a la sanidad.
Éxodo 15.25b, 26
Éxodo 23.25
Salmo 103.1–3
Según 1 Corintios 6.13, ¿qué piensa Dios respecto al cuerpo humano?
Dios se ubica decididamente del lado de la sanidad, y ha puesto en el ser humano un impulso sanador que lo lleva a luchar contra la enfermedad y las dolencias. Hay una serie de razones en la Biblia que indican el porqué no siempre son sanadas las personas, incluidas la falta de fe y la posibilidad del pecado en sus vidas; sin embargo, la primera razón por la que la gente no se sana es la que hemos apuntado más arriba: el Reino no ha llegado todavía a su consumación en cuanto a experimentar la sanidad, a pesar de que Jesús hizo provisión perfecta para ella con su obra en la cruz. ¡No hay nada que podamos hacer para disfrutar la plenitud del Reino antes de que Jesús venga otra vez, excepto alabar a Dios por el día en que experimentaremos el sometimiento de toda enfermedad bajo sus pies! Pero en todo esto, Dios tiene un solo anhelo y es que la raza humana sea sanada. Sin lugar a dudas, Dios mismo siente dolor por las limitaciones que El mismo se ha impuesto en relación con las manifestaciones actuales de su Reino. Cuando la gente no se sana, no se debe a la voluntad de Dios, sino al hecho de que la plenitud de lo que Jesús obtuvo aguarda aún su regreso para cumplirse total y definitivamente. Destellos de la plenitud del Reino aparecen de vez en cuando, aunque nunca podemos saber el momento en que se van a manifestar los dones de sanidades. Por ese motivo deberíamos orar siempre y estar a la expectativa de una manifestación de los dones de sanidades, sabiendo que Dios quiere sanar.
Jesús y las sanidades
¿Cómo resume Mateo, en parte, el ministerio de Jesús? (4.23; 9.35)
¿Cómo lo sintetiza Lucas? (Hch 10.38)
Mateo adapta Isaías 53.4 al ministerio de sanidad física de Jesús (8.16, 17). ¿A qué aplica el apóstol Pedro este mismo versículo? (1 P 2.24). ¿Qué nos dice esto acerca de la profecía de Isaías?
Según Romanos 8.9–11, ¿qué es lo que quiere dar el Espíritu Santo a nuestros cuerpos?
El contexto aquí muestra que la vida que da el Espíritu incluye nuestra resurrección corporal definitiva; sin embargo, el llamamiento que aparece a continuación (vv. 12–18) muestra que también se refiere a la vida que nos da aquí y ahora por medio de la sanidad física.
¿Por qué dones de sanidades?
Pablo usa el plural en todo el pasaje, tanto para referirse a «dones» como a «sanidades» (1 Co 12.9, 30). Nadie sabe con certeza por qué lo hace. Algunos eruditos creen que «dones» está en plural para destacar el hecho de que esta manifestación no es de carácter permanente ni reside en la persona. Igual que con las demás manifestaciones, está disponible a cualquiera de los miembros del cuerpo, según lo disponga el Espíritu; aun si una persona manifestara reiteradamente este don, no significa que lo posea como un don permanente; incluso, ni debería usarse en ningún caso como un título: «El sanador por fe “Juan Pérez”».
En cuanto al uso del plural en la palabra «sanidades», quizás la clave nos la dé el campo de la medicina, donde es evidente que la salud es una cuestión compleja. Es frecuente que un médico se especialice en un área específica de la medicina. Aun más, el ser humano puede estar enfermo en sentido físico, como también en emocional, mental o espiritual. El plural, entonces, podría indicar que el Espíritu Santo usa a determinadas personas, de una forma más específica, para un tipo de enfermedades y a otras para otro tipo. (Este enfoque concuerda con el contexto, que favorece la interdependencia, y sería, por cierto, una manera de ayudar, a quienes son usados en estas asombrosas manifestaciones, para que no «se les vaya a la cabeza».) El uso de los plurales también podría indicar la diversidad de formas en que se presenta esta manifestación del Espíritu.
Lea los siguientes pasajes y observe las distintas maneras en que Jesús obró sanidad:
Mateo 8.1–4
Mateo 8.5–13
Mateo 9.18–26
Marcos 7.31–37
Juan 9.6, 7
El hacer milagros
     Riqueza literaria
Milagro, Udunamis. Esta es una de las cuatro palabras griegas que significan «poder» y es también una de las tres palabras que en griego describen un suceso sobrenatural. Las otras dos son semeia (señales), y terata (maravillas), (véase Hch 2.22). Dunamis denota energía, poder, potencia, enorme fuerza, gran habilidad, fortaleza o milagro. Cuando se traduce como «milagro», describe el poder de la era venidera que se hace presente en la tierra, pasando por encima de las leyes naturales de causa y efecto. (Compárese la asociación de términos «dinámica» y «dinamita».)
¿Qué es lo que acompaña, según Marcos 9.1, la presencia del Reino?
En base a Marcos 5.30, la curación de la mujer que sufría hemorragia se produjo por una liberación de _______________
Cada uno de los pasajes que se mencionan a continuación usan la palabra dunamis para describir un hecho sobrenatural. Léalos y determine qué es lo que el Nuevo Testamento denomina como «milagro».
Lucas 1.34, 35
Lucas 4.36
Lucas 9.1
Hechos 19.11, 12
Según Lucas 10.19, ¿para oponerse a qué, necesita la iglesia de Dios que se obren milagros?
Conforme a Mateo 11.20–24, el hacer milagros tiene un fin que va más allá del bien específico que produce. ¿Cuál es ese propósito?
Según Mateo 13.54, en la vida de Jesús se observaba no sólo el hacer milagros sino también __________________.
Según Juan 14.12–14, ¿por qué es razonable que los cristianos esperen la manifestación de este don?
En Hechos 1.8 la venida del Espíritu Santo trae _______. ¿Cuál debe ser el resultado evidente?
En base a Hechos 5.15 y 9.40, ¿cuáles fueron algunas de las maneras en que la declaración de Hechos 1.8 se cumplió en la vida de Pedro?
El hacer milagros, entonces, es la manifestación de que Dios está obrando lo que de manera natural no podría hacerse. Ello trasciende las leyes naturales; es el resultado de la plenitud del Espíritu Santo en la vida de creyentes que con sinceridad buscan poder, y que, consecuentemente, manifiestan el poder que fluye desde su interior (cf. Lc 4.14). Como vimos anteriormente, este es un don que abarca un campo amplio y variado. «Aunque Pablo quizás incluyó los dones de sanidades bajo “el hacer milagros”, es más probable que esta manifestación abarque los demás tipos de actividades sobrenaturales, no solamente el de sanar a los enfermos».2
Profecía
Ya hemos dicho que «profecía» es un concepto bíblico muy amplio. Antes de seguir, por lo tanto, es preciso que dedique un momento a repasar la sección sobre «profecía» en la lección 8 y «Algunos, profetas» en la lección 9.
Para entender claramente esta manifestación del Espíritu tenemos que recordar el sermón de Pedro en el día de Pentecostés (Hch 2.14–36). «Según Hechos 2.4, 4.31, fueron todos llenos del Espíritu, y con respecto a Hechos 2.16ss es una señal especifica de la era del cumplimiento que el Espíritu no sólo toma posesión de algunos individuos sino que todos los miembros de la comunidad escatológica, sin distinción, están llamados a profetizar».3 Esta manifestación del Espíritu, por lo tanto, «consiste en mensajes espontáneos y comprensibles, inspirados por el Espíritu, pronunciados oralmente ante la asamblea reunida, con el propósito de edificar o estimular a los creyentes. No se trata, entonces, la entrega de un sermón previamente preparado[…], lo que sugiere 14.24 es que se trata de un don que está disponible, al menos en potencia, para todos los creyentes»,4
1 Corintios 14
Aprendemos mucho en cuanto a la forma de actuar y al propósito de esta manifestación en base al contraste que de ella hace Pablo en 1 Corintios 14 con los «diversos géneros de lenguas» y con la «interpretación de lenguas» en 1 Corintios 12.
¿A qué exhorta Pablo en relación con la profecía? (v. 1)
¿Cuáles son los tres propósitos primordiales de la profecía? (v. 3)
¿Quién se benéfica de las palabras proféticas? (v. 4)
¿Por qué se dice que «mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas»? (v. 5)
¿Por qué prefiere Pablo la profecía en las reuniones congregacionales? (v. 19)
Según el versículo 22, ¿para quién es, en primer término, la profecía?
Según los versículos 24 y 25, la profecía tiene un papel que cumplir en la vida de los indoctos o incrédulos. ¿Cuál es ese papel?
«Indoctos» (del griego idiotes) se refiere a la persona sin instrucción en algo, en este caso el cristianismo. Es probable, por lo tanto, que se refiera a incrédulos, aunque algunos consideran que alude a creyentes que no han sido instruidos en lo relativo a manifestaciones espirituales.
¿Qué sinónimo de «profecía» usa Pablo en el versículo 26?
Según el versículo 29, todos los mensajes proféticos deben ser ____________________.
«Dos o tres» no significa que Pablo esté limitando a tres las profecías legítimas que pueden pronunciarse en cualquier reunión congregacional. Esto sería contradictorio con sus instrucciones de que «todos» pueden, potencialmente, profetizar (vv. 24, 31). Su preocupación, según el contexto, es que no debieran pronunciarse más de tres palabras proféticas a la vez, antes de que los demás tengan la oportunidad de «juzgar». Juzgar una profecía es discernir su coherencia con las verdades bíblicas ya confirmadas y su pertinencia o correspondencia con lo que se trate en la reunión. Las palabras proféticas pueden ser correctas desde el punto de vista doctrinal, pero inapropiadas a la circunstancia, sea porque no correspondan a ese momento concreto o porque se apliquen al individuo más que al grupo. En este caso, es mejor que la persona se abstenga de darlas a conocer y reflexione sobre ellas, teniendo en cuenta que «los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas» (v. 32), y que «si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero» (v. 30).
Según el versículo 31, ¿cuál es otra de las funciones que cumple la profecía?
¿Qué aprendemos en el versículo 32 respecto al «control profético»?
     Riqueza literaria
Sujetos, hupotasso. Literalmente, «estar debajo». La palabra sugiere subordinación, obediencia, sumisión, servicio. El don divino del hablar profético es puesto bajo el dominio y la responsabilidad del que lo posee.5
La «profecía» puede coincidir, en ocasiones, con el don de la «palabra de sabiduría» o la «palabra de ciencia», cuando se ofrece dirección práctica en determinadas situaciones; la profecía, sin embargo, parece dirigirse esencialmente a la congregación en su conjunto, en tanto que las otras dos manifestaciones son más bien para los individuos. Esta manifestación logra, básicamente en situaciones específicas y por medio de diversos creyentes, lo que el ministerio profético de Efesios 4.11 lleva a cabo mediante un ejercicio continuo del don.
     Sondeo a profundidad
Se discute mucho si a este don debe agregársele o no esta expresión: «Así dice el Señor Dios». Con la ayuda de una concordancia, busque al menos una docena de casos en los que se usa esta expresión en particular en la Biblia. ¿Quién la emplea? ¿Se utiliza en alguna de las profecías pronunciadas en el Nuevo Testamento? ¿Qué conclusión o conclusiones podemos obtener? ¿Cree que la manifestación del don de profecía de 1 Corintios 12 debe acompañarse con la expresión: «Así dice el Señor Dios»? ¿Por qué? Si su respuesta es sí, ¿considera que debe hacerse una distinción entre la manera en que se usa actualmente y cómo lo usaban los profetas clásicos del Antiguo Testamento? Si así fuera, ¿cuál es la diferencia? Evite adoptar una actitud dogmática, pero procure llegar a una conclusión práctica.

DOWNLOAD HERE>>>
http://www.ermail.es/link/TCVmmA2ccJJaaATCeC7CmA7CjaallVaa

miércoles, 1 de abril de 2015

Dios usa las pruebas para que aprendamos a confiar en Él. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, nos enojamos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 




                      Una Incredulidad Inconcebible



Exodo 15:22–18:17

La Biblia presenta una larga lista de personas que demostraron su fe en Dios frente a las circunstancias más adversas de la vida. Muchos aparecen como “héroes de la fe” (Hebreos 11). Su convicción llegaba a tal grado que llegaron a estar dispuestos a sacrificar a sus propios hijos y a renunciar a sus familias para ir a tierras extrañas en obediencia a Dios.
Es importante notar que Israel, como nación, no llena los requisitos indicados para ser incluída en dicha lista. A pesar de las abundantes evidencias del cuidado y de la protección de Dios, ellos siguieron dudando y quejándose. Mostraron una incredulidad permanente a pesar de todo lo que Dios había hecho por ellos.
Después de sacarlos de la esclavitud en Egipto, Dios, como el nuevo Señor del pueblo redimido, se reveló ante ellos para enseñarles las nuevas demandas que El exigiría. Se reveló de tres maneras: primero, informalmente, por medio de sus experiencias en el viaje a Sinaí (13–18); después se reveló por medio de la ley (19–24); y finalmente, se reveló a través del tabernáculo (25–40).
En las primeras dos etapas del viaje, Israel había observado la dirección y protección de Dios. Esta obra divina les había ido convenciendo de que debían confiar en Jehová y someterse a Su autoridad. Sin embargo, este efecto no duró mucho. Ya para la tercera etapa del viaje, las nuevas pruebas en lugar de aumentar su confianza en Dios, resultaban en mayores dudas y murmuraciones.

A PESAR DE TANTAS EVIDENCIAS
DE SU CUIDADO Y PROTECCION
ISRAEL TODAVIA NO CONFIABA EN DIOS
TODAVIA SE QUEJABA EN CADA PRUEBA

CUATRO PRUEBAS DE FE:

La Primera Prueba: La Falta de Agua 15:22–27
Después de cruzar el mar, se enfrentaban al primer problema: la falta de agua. El pueblo llevaba tres días viajando por el desierto sin agua. Las condiciones a las que está expuesta una persona que viaja en el desierto son críticas, comenzando por la deshidratación. El pueblo estaba cansado, débil por la falta de alimento apropiado y, por supuesto, por la falta del agua.
Al fin llegaron a un lugar donde podrían abastecerse de agua; este lugar se llama Mara. Pero al tratar de saciar su sed, se dieron cuenta de que el agua que tenían frente a sí era amarga.
En vez de confiar en Dios, comenzaron a murmurar y a quejarse contra Moisés (15:24). Por medio de Moisés, Dios indicó una solución. Ordenó a Moisés que tomara cierto tipo de madera y lo lanzara en el agua amarga. Cuando Moisés obedeció, el agua se endulzó.
Dios usó este incidente como una lección objetiva para enseñarle a Israel que si ellos le obedecían, El les sanaría de todas sus enfermedades (15:26). Este primer problema concluyó cuando Dios les concedió descanso y abastecimiento en Elim con doce fuentes capaces de proveer agua en abundancia.

DIOS LES PROVEYO DE AGUA EN ABUNDANCIA

La Segunda Prueba: La Falta de Comida 16:1–36
Pocos días después se presentó otro problema: la falta de alimento. Dios usó estas pruebas para que aprendieran a confiar en El. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, de nuevo se enojaron con Moisés. Al empezar a dudar, volvieron a murmurar. Culparon a Moisés por todos los problemas que estaban sucediendo (16:2–3).
Dios prometió proveer pan del cielo, pero el pueblo tendría que manifestar su dependencia, recogiéndolo conforme a Sus normas divinas (16:4–5). La regla en cuanto al sábado demostraba que esta dieta especial provenía de Dios.
Durante seis días de la semana, sólo podían recoger la porción de un día. Al acaparar más, el resto se agusanaba (16:14–21). Sin embargo, para el séptimo día tenían que recoger una porción doble y guardarla, porque en el día de reposo no habría maná (16:22–30). Siempre había algunos rebeldes que querían probar a Dios. Ellos tuvieron que sufrir las consecuencias naturales de su desobediencia. Así que, todas las semanas, mediante la provisión divina, el pueblo recordaba que era Dios Quien les enviaba el sustento diario. De esta manera vieron la importancia de depender de El y obedecerle.
Además del maná que Dios proveía cada mañana, les dio carne para la primera noche. Inició su provisión con codornices para la cena. De esta manera Dios suplió abundantemente sus necesidades alimenticias. Esta provisión divina serviría para recordarles durante los siguientes cuarenta años, el cuidado de Dios, la importancia de confiar en El y la necesidad de obedecer Su Palabra.

DIOS LES PROVEYO LA COMIDA

¡PENSEMOS!

 ¿Cuál era el principal problema de Israel, que los hacía protestar y quejarse constantemente? ¿Acaso las evidencias del poder de Dios no eran suficientes como para que confiaran totalmente en El?
 También hoy en día muchos de nosotros a menudo confiamos totalmente en nuestro trabajo para suplir nuestras necesidades, sin tomar en cuenta a Dios. Si perdemos el trabajo tratamos de arreglárnoslas como podamos para solventar nuestros problemas. Es sólo cuando ya no podemos, que buscamos la ayuda de Dios. Hasta entonces nos damos cuenta de que debemos depender de El en todo momento.
 ¿Cuántas veces, ante una necesidad grande, ha confiado plenamente en que Dios intervendría? ¿Será esta nuestra reacción acostumbrada? O, será más común murmurar y luchar para ver cómo podemos salir del problema por nuestra cuenta? Señale alguna ocasión cuando haya dejado el problema en las manos de Dios, y otra cuando haya luchado por su cuenta para resolverlo. ¿Qué diferencia ha visto en los resultados? ¿Cuál actitud es la más conveniente?

La Tercera Prueba: Vuelve a Faltar el Agua 17:1–7
A pesar de la diaria provisión de la comida, poco tiempo después volvió a faltar el agua (17:1). Esta era una nueva oportunidad para seguir confiando en Dios, la situación lo ameritaba. Sin embargo, volvieron a dudar y a quejarse contra Moisés (17:2–3). Pero a pesar de la incredulidad del pueblo, Dios proveyó el agua necesaria (17:4–7). Una vez más utilizó a Moisés para dar agua a Israel. Moisés golpeó la peña en Horeb y hubo agua en abundancia para que todo el pueblo bebiera.

DIOS VOLVIO A PROVEER AGUA

El apóstol Pablo comentó acerca de este incidente en 1 Corintios 10:1–13. Señala la importancia de evitar la actitud del pueblo de Israel. De esta experiencia podemos aprender por lo menos tres lecciones. En primer lugar, se destaca la importancia de confiar en Dios. En segundo lugar, tenemos un ejemplo de lo que la dureza de corazón puede hacer, aun en medio del pueblo de Dios. Finalmente, se observa el peligro de una congregación mixta. Había entre ellos muchas personas que no confiaban personalmente en Dios; su influencia corrompió a los demás.

¡PENSEMOS!

 También nosotros debemos estar atentos a estas tres lecciones de la historia del pueblo de Dios. Haga una lista de las tres lecciones. Señale circunstancias actuales en que su vida espiritual pudiera estar afectada por cada una de ellas. ¿Qué hay que hacer para evitar estos peligros?.

La Cuarta Prueba: La Confrontación del Enemigo 17:8–15
Mientras acampaban en Refidim, los israelitas tuvieron que afrontar por primera vez la presencia de un enemigo. Fueron atacados por los amalecitas (17:8). Para demostrar que Dios peleaba por ellos y que la victoria era Suya, Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre de un monte, mientras que Josué permaneció abajo con los hombres para pelear.

DIOS PELEABA POR ISRAEL

Dios utilizó a Moisés para darle la victoria a Israel. Al sostener Moisés la vará de Dios en alto, Israel ganaba; al bajarla, prevalecía Amalec. Por eso, Aarón y Hur tuvieron que ayudarle a Moisés a sostener los brazos en alto. Fue necesario que Moisés se sentara sobre una roca para aguantar en esta posición. De esa manera Dios les demostró que la victoria era Suya (17:9–13).
Dios ordenó que la historia quedara grabada. Borraría del mapa a los amalecitas, pero no quería que fuera olvidada Su intervención divina cuando pelearon contra los israelitas (17:14–16). Fue así que se edificó allí un altar con el nombre de “Jehová-nisi”, que quiere decir “Dios es mi estandarte” para que se acordaran siempre de que Dios sería su protector en las batallas. La fidelidad de Dios en esta lucha habría de aumentar su confianza en El en batallas posteriores.

DIOS CONTROLA LA HISTORIA
AUN FRENTE A LOS ENEMIGOS PAGANOS
MAS FUERTES

LA VICTORIA DEPENDE DE LA CONFIANZA
EN DIOS Y LA OBEDIENCIA A SUS CONDICIONES

DELEGACION DE RESPONSABILIDADES 18:1–27

A medida que Moisés seguía su marcha por el desierto junto con el pueblo de Israel, Dios le concedió muchas victorias. No obstante, era obvio que cada vez le era más difícil llevar la administración, de todos los asuntos del pueblo por sí mismo. Dios utilizó la visita de su suegro para darle un sabio consejo.
Jetro tenía conocimiento de las grandes proezas que Dios había obrado a través de Moisés. Venían con él la esposa de Moisés y sus dos hijos (18:1–6). Moisés le contó todo lo que Dios había hecho por Israel. Al escuchar la historia, Jetro alabó a Jehová y lo reconoció como el Dios soberano, mayor que todos los dioses.
Al día siguiente, mientras Jetro observaba las actividades que realizaba Moisés, se dio cuenta de que Moisés administraba todo sin ayuda de los demás (18:13–14a). Así que, le dio un consejo lleno de sabiduría; debería buscar hombres idóneos para compartir el trabajo con ellos (18:14b–27).
Jetro le hizo dos preguntas claves. Primero quiso saber qué hacía. Esta pregunta se refería a sus prioridades. En seguida, Jetro quiso saber por qué lo hacía todo sin ayuda. Ambas preguntas son legítimas para cualquier ministerio en la obra de Dios. Tenemos que preguntarnos qué estamos haciendo y por qué no nos están ayudando otros, si es el caso.
La respuesta de Moisés parece lógica e incluso bastante común; “Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios”. Es decir, Moisés contesta que él atiende a todos porque lo buscan … ¿Qué más puede hacer? Moisés necesita ayuda; necesita un plan para ser librado del yugo de los deseos de la multitud. La solución es precisamente entrenar a otros para que le ayuden en su ministerio.
Jetro mismo reconoció la importancia de cumplir con dos condiciones fundamentales para que el plan resultara. En primer lugar, Dios tenía que aprobarlo. No importa qué tan bueno parezca un plan humano, éste no resultará sin el consentimiento de Dios (18:19a y 18:23). La segunda condición que Jetro señalo fue que el plan sólo habría de producir el fruto deseado si los hombres elegidos eran hombres espirituales, dignos de confianza (18:21). De no ser así, tampoco resultaría.
Moisés, el líder del pueblo de Israel debía establecer dos prioridades fundamentales para su ministerio personal. Tendría que dedicarse a la intercesión por los demás (18:19). Además, debería capacitar a los discípulos elegidos (18:20). Cuando se presentara un caso difícil para Ios otros, Moisés podría juzgarlo, así ellos aprenderían de su ejemplo.
El sistema administrativo resultó impresionante. Si se añadían a estos líderes los doce príncipes de cada tribu más los setenta aocianos, suponiendo que los jefes de diez fueran responsables por diez jefes de familia, tenemos un plan de discipulado realista. Ningún líder tendría que responsabilizarse por enseñar a más de doce personas. ¡Desde los días de Moisés ya existía un plan de discipulado personal! Esto posibilitó el crecimiento espiritual de más de dos millones y medio de personas. Muchos líderes que se encuentran saturados de trabajo en la obra de Dios hoy, podrían aprovechar esta lección. Dios nunca pidió que el líder espiritual llevara toda la carga sin ayuda.

  EL LIDER ESPIRITUAL TIENE DOS PRIORIDADES FUNDAMENTALES:
   *      INTERCESION-ORACION
   *      CAPACITACION-DISCIPULADO

¡PENSEMOS!

 ¿Tiene usted alguna responsabilidad dentro de la iglesia? Vale la pena que considere las preguntas de jetro: “¿Qué está haciendo?” “¿Por qué lo está haciendo solo?”
 Dedique unos minutos para definir las prioridades que usted ha tenido en su ministerio. ¿Qué está haciendo para la obra de Dios? ¿Es usted víctima de muchos que lo asedian, o controla su trabajo de acuerdo con sus dones? Si no ha tenido ningún ministerio en la iglesia todavía, ¿qué cree que Dios desea que usted haga?
 ¿Está llevando a cabo su ministerio a solas? ¿Quién más podría ayudarle en este ministerio? Anote por lo menos un nombre de alguien a quien pudiera involucrar y capacitar. Empiece a orar por esta persona y busque las oportunidades para involucrarla y capacitarla.
 ¿Habrá alguna otra implicación para su propio ministerio basada en el consejo de Jetro? ¿Qué más debe hacer?

DOWNLOAD HERE>>>
http://www.ermail.es/link/TCVmmA2ccJJaaATCeC7CmA7CjaallVaa

Enseñar y entrenar a la nueva generación de obreros cristianos que habrán de cuidar las iglesias formadas, y se encargarán de seguir agregando nuevos convertidos a la iglesia del Señor

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


1 TIMOTEO
TEMA DE LA EPÍSTOLA:  
CUIDADO PASTORAL DE LA IGLESIA
Versículo clave: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (4:16)
1. CUIDADO DE LA DOCTRINA 1:1–20
A. Cuidado de los hijos espirituales     1:1–2
B. Encargo del cuidado de la doctrina     1:3–11
C. Gratitud a Cristo Jesús     1:12–17
D. Encargo del cuidado de la fe     1:18–20
2. CUIDADO DE LA IGLESIA: EL CULTO PÚBLICO 2:1–15
A. Exhortación a los hombres a orar     2:1–8
B. La conducta de la mujer     2:9–15
3. CUIDADO DE LA IGLESIA: SUS OFICIALES 3:1–16
A. Deberes de los obispos     3:1–7
B. Deberes de los diáconos     3:8–13
C. Deberes del pastor      3:14–16
4. CUIDADOS DEL PASTOR: SU MINISTERIO 4:1–16
A. Cuidados del pastor ante la apostasía     4:1–5
B. Cuidados para un ministerio eficaz     4:6–16
5. CUIDADO DE LA IGLESIA: LA DISCIPLINA 5:1–25
A. Cuidado de los diferentes creyentes     5:1–16
B. Cuidado en la disciplina de oficiales     5:17–25
6. CUIDADO DE LA IGLESIA: DIFERENTES MIEMBROS 6:1–21
A. La piedad y las diferentes clases sociales     6:1–10
B. Cuidados y conducta del hombre de Dios     6:11–21
Esta epístola juntamente con 2 Timoteo y Tito forman el grupo de las llamadas pastorales, no por haber sido escritas por un pastor sino por estar dirigidas a pastores. Por esta razón, este comentario será de especial utilidad a misioneros, pastores, evangelistas, maestros, predicadores laicos, y a todos aquellos que estén encargados de cuidar algún rebaño de creyentes.
El autor de la epístola es Pablo, misionero, apóstol, maestro, pastor, evangelista y el campeón como ganador de almas y plantador de iglesias. Su propósito fue poner por escrito los aspectos más importantes en el ministerio de un líder: Para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios (1 Ti. 3:15), y que dicho líder cumpla su ministerio (2 Ti. 4:5).
Al escribir estas cartas, Pablo se encuentra en la postrimería de su vida (2 Ti. 4:6–8), la cual ha gastado a lo largo de muchos años de esforzados trabajos. Entre ellos, enseñar y entrenar a una nueva generación de obreros cristianos que serían sus sucesores, habrían de cuidar las iglesias por él fundadas (1 Ti. 1:3; Tit. 1:5), y se encargarían de seguir agregando nuevos convertidos a la iglesia del Señor (2 Ti. 4:5).
El versículo clave del libro es: Ten cuidado de ti mismo de y la doctrina … y [de] los que te oyeren (4:16). Toda la carta es un valioso manual de recomendaciones y razonamientos para lograr estos objetivos.
Los seis capítulos tratan fundamentalmente los siguientes tres aspectos: (1) El pastor y su vida. (2) La doctrina y su pureza. (3) La Iglesia y su integridad.
En esta introducción no se incluye información sobre Pablo, el autor, ni Timoteo, el destinatario. Tampoco se habla de Éfeso, el lugar donde se encontraba Timoteo. Conforme vayamos haciendo los estudios, daremos la información necesaria que ayudará tanto a la interpretación y comprensión del pasaje, como a la aplicación de las enseñanzas a la vida personal.
Este es un comentario práctico, escrito por un pastor para ayudar a los compañeros pastores. Este tomo del Comentario Bíblico del Continente Nuevo se hizo a la luz de toda la epístola, de las otras cartas pastorales, y a veces de otros libros de la Biblia. Además el autor comenta algunos puntos a la luz de la experiencia personal o la de otros pastores.
Bosquejo general por párrafos. La epístola se ha dividido en 15 párrafos. El material presentado incluye:
Comentario general por asuntos y a veces por palabras. En ocasiones se ofrece la exégesis conforme al idioma original.
Bosquejos. Varios bosquejos sencillos que brotan del pasaje, y un bosquejo completo que abarca todo el pasaje de estudio.
Ilustraciones que pueden ser usadas con los bosquejos sugeridos.
1. CUIDADO DE LA DOCTRINA
A.     CUIDADO DE LOS HIJOS ESPIRITUALES (1:1–2)
Pablo (1a). El autor de esta epístola es Pablo, quien fuera Saulo de Tarso, perseguidor de la iglesia (Hch. 9:1–2). Judío de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5) y ciudadano romano por herencia paterna (Hch. 16:37). Desde su conversión en el camino a Damasco (Hch. 9) su vida estuvo dominada por una ardiente devoción a Dios.
Prolífero escritor, Pablo fue el más extraordinario ganador de almas y plantador de iglesias, y con esta epístola revela su gran capacidad discipuladora, demostrando que no dejaba su obra a medias, sino que a través del tiempo y la distancia seguía lo que había empezado. Esto lo vemos en los vv. 1 y 2.
Apóstol (1b). Esta palabra significa “enviado”1 y se refiere especialmente a los doce escogidos por Jesucristo para que estuviesen con El y para enviarlos a predicar (Mr. 3:14). También se usa para con los maestros y misioneros destacados.2
Se ha discutido bastante sobre si el último apóstol fue Pablo o Matías (Hch. 1:26), por lo cual nada diremos en favor de uno u otro. Pero sí pensemos en por qué no se habla de los 13 apóstoles, ya que si el N.T. es un cumplimiento del Antiguo, ¿por qué no reflexionar que en Israel había 13 tribus, y no 12 como comúnmente se enseña? (La tribu de Leví dejó de contarse, pero nunca dejó de existir ni de pertenecer a Israel.)
De Jesucristo por mandato de Dios (1c). San Pablo siempre defiende su título de apóstol diciendo que lo es de Jesucristo y en esta epístola agrega por mandato de Dios. No lo hace por realzar su propio nombre, sino para dar mayor importancia a las doctrinas, exhortaciones y consejos que dará—y en esta epístola se hace más necesario ya que indicará a Timoteo sobre el trato a personas que le son opositoras y que están trastornando la fe (1:19, 4:1 y 6:10).
Con esta forma de saludo, Pablo también muestra que ser ministro de la iglesia del Señor es un oficio sagrado. No se escoge por decisión personal, como puede ser el caso de otros servicios que cualquier cristiano puede y debe prestar. Cristo resucitado apareció a Pablo como a los otros apóstoles, y lo llamó personalmente como un instrumento escogido (Hch. 9:15). Ananías le explicó a Pablo sobre su llamamiento, y luego la iglesia de Antioquía lo confirmó (Hch. 13:1–3). Además el fruto de sus trabajos lo reconfirmó. Él, como los demás apóstoles, tuvo un período de tres años de preparación de parte de Jesucristo mismo (Gá. 1:11–12, 15–18). De aquí que no cualquiera debe levantarse y decir “el Dios que llamó a Pablo me puso también a mí en el ministerio”, cosa que haciendo algunos, han trabajado en la carne y hecho estragos en la viña del Señor.3
En estos dos versículos hallamos 10 menciones del nombre de Dios: Jesucristo, Dios, Salvador, Señor, Jesucristo, Dios, Padre, Cristo, Jesús y Señor. Un enamorado siempre tiene a flor de labios el nombre del ser amado.4
Nuestro Salvador (1d). Aquí es al Padre a quien llama nuestro Salvador, aunque luego dice que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores (v. 15). Pablo tenía muy presente que al Padre también le pertenece nuestra salvación, ya que envió a su Hijo al mundo.
La expresión “Dios nuestro Salvador” sólo se encuentra en las epístolas a pastores, quizá porque ellos tienen una amplitud teológica más preparada para entender todo el programa de redención y el rol de cada persona de la trinidad.5
Y del Señor Jesucristo nuestra esperanza (1e). Aunque en el trino Dios está nuestra esperanza, a Jesucristo se le llama así porque al aceptarlo como Salvador, se inicia dicha esperanza—que abarca todo en nuestra vida, la confianza al morir y la resurrección (1 P. 1:3). Pablo vio a Cristo resucitado y nos alienta recordándonos que Él es nuestra esperanza viva.6
A Timoteo (2a). Es el destinatario, aunque Pablo sabía que la carta sería leída por líderes de Éfeso que habían empezado a enseñar una doctrina diferente de la que el apóstol había enseñado. Pero Dios estaba inspirando al autor (2 Ti. 3:16) para ayudar también a los líderes de la iglesia universal, entre los cuales estamos incluidos.
El nombre Timoteo significa “temeroso de Dios”, es decir quien honra a Dios. Nació en Listra.7 Hijo de padre griego y madre judía (Hch. 16:1), recibió instrucción de su madre Eunice y de su abuela Loida (2 Ti. 1:5).
Timoteo vivía en Listra cuando Pablo visitó ese lugar en su primer viaje, y parece ser que en esa ocasión recibió a Jesucristo como su Salvador (Hch. 14:6–7) pues para la segunda visita de Pablo (Hch. 16:1–3), ya era un joven sobresaliente del cual daban buen testimonio de él los hermanos … y desde entonces quiso Pablo que éste fuese con él. Fue testigo de los sufrimientos de Pablo y le amó como un padre (2 Ti. 3:10–11).
Acompañó a Pablo a Macedonia (Hch. 16:10), Filipos (Hch. 16:12; Fil. 2:22), Berea (Hch. 17:14), Atenas (Hch. 17:15; 1 Ts. 3:2), Tesalónica y Corinto (Hch. 18:1, 5; 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1). Estuvo con el apóstol cuando hizo su quinta y última visita a Jerusalén (Hch. 20:3–6). Participó por algún tiempo de la prisión de Pablo en Roma (Fil. 2:19; He. 13:23).
Verdadero hijo en la fe (2b). De pasajes como éste se ha derivado la costumbre de considerar como hijos espirituales a todos aquellos que oyeron el evangelio por nuestro intermedio (1 Co. 4:15). “Verdadero” porque no era convertido por otro y discipulado por él, sino que Dios le permitió a Pablo ser instrumento de su conversión.
Gracia (2c). Esta es la primera de tres palabras con que el inspirado escritor bendice a su hijo Timoteo. Gracia es la bendición divina por la cual tenemos entrada a todas las bendiciones de Dios.
GRACIA
La palabra gracia en griego es CHARIS, y tiene un gran número de acepciones y formas. La Biblia misma habla de “la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10).
En el N. T. gracia se usa 170 veces. Es imposible hablar de una sola definición. Mencionemos algunas.
En 1 Ti. 1:2 como en Fil. 1:2 se refiere al gran atributo comunicable de Dios por el cual nos promete su presencia aun cuando nosotros a veces no le honremos. Gracia es, entonces, un favor inmerecido (1 Ti. 1:3, 14; Tit. 3:7).
     La principal manifestación de su gracia es la salvación (Tit. 2:11). Pablo habla del “evangelio de la gracia de Dios” (Hch. 20:24). En Ef. 2:8–9 se manifiesta como un don de Dios. Toda gracia procede de Dios (1 Ti. 1:2; 1 P. 5:10), y ha sido encarnada en Jesucristo (Jn. 1:17).
     En Hch. 14:26 encomendar a la gracia de Dios para una obra se refiere a la ayuda de Dios (ver también 2 Co. 1:12).
     Gracia es un favor que se recibe sin haberlo ganado (Ro. 11:6). En estos casos es sinónimo de perdón, indulto y salvación (Gá. 2:21; 3:11).
     Los reformadores hablaron de “gracia especial” para los creyentes y de “gracia común” para los no creyentes. Un ejemplo de esta última es Mt. 5:45.
     San Pablo también usa la palabra como sinónimo de “ofrenda” (2 Co. 8:1–3, 7, 9).
Misericordia (2e). Este es el atributo de Dios por el cual nos acepta e invita sin que haya en nosotros mérito alguno, ni siquiera el derecho de acercarnos a pedirle perdón. Misericordia es la compasión de Dios para el hombre caído y totalmente perdido.8
Y paz (2f). Paz es vivir tranquilos, tanto en nuestro interior como exteriormente y a pesar de las circunstancias. La paz es anhelo de todo hombre y de todo pueblo sobre la tierra, y precisamente Jesucristo puede hacer real esa paz entre los hombres. Dentro de la iglesia ya no hay barreras y es posible la paz entre judíos y gentiles, ricos y pobres. hombres y mujeres, sabios e ignorantes.9
El clímax de esa paz es la reconciliación del ser humano con Dios, por medio de la fe en Jesucristo (Ro. 5:1). Esta fe unió a Pablo y a Timoteo.
De Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor (2g). La Biblia enseña que toda gracia, toda misericordia y toda paz proceden de Dios, de su Hijo y del Santo Espíritu. Algunos movimientos y ciencias exaltan al hombre como si de él pudieran brotar la gracia y los poderes que sólo vienen de Dios. Ni el hombre por sí solo, ni grupos filosóficos o políticos podrán influir para traer gracia y paz al mundo sin ayuda de Dios.
Llamar a Cristo Jesús nuestro Señor y no nuestro Salvador, como hace el apóstol, es señal de conversación madura, pues dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección (He. 6:1). La enseñanza está dirigida especialmente a quienes no han puesto la vida entera a los pies de Cristo. Esto da el derecho de llamarle “Señor”, sin temor de que nos diga: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lc. 6:46)
1 Gr. APOSTOLOS.
2 Hch. 14:14; 1 Co. 4:6, 9; Fil. 2:25; 1 Ts. 2:6.
3 No menospreciemos la “ordenación ministerial” que haga una iglesia con imposición de manos de sus ancianos o ministros. Para abundar más sobre este tema, léase sobre María, Aarón y Moisés (Nm. 12:1–15).
4 Tómese cualquiera de las epístolas paulinas y nótese las muchas ocasiones en que menciona a Dios en cualquiera de sus tres personas. En 1 Timoteo lo hace 62 veces.
5 Dios se agradó en salvar a los creyentes (1 Co. 1:21); Jesucristo consumó la redención (1 Ti. 1:15); el Espíritu Santo guía a los hombres a Jesús (1 Co. 12:3). En el pasado Cristo quitó nuestra culpa (1 P. 2:24). En el presente, el Espíritu Santo nos libra del poder del pecado, haciéndonos renacer y santificándonos para una vida de victoria (1 P. 1:2–3). Y en el futuro, Dios nos librará para siempre de la presencia del pecado (Ro. 8:30).
6 Ver Col. 1:27.
7 Listra era una ciudad en la provincia romana de Galacia, Asia Menor.
8 El Salmo 136 es un canto a la misericordia de Dios, a la cual se atribuye toda obra de creación, preservación, providencia y salvación. En este salmo 26 veces se repite: Porque para siempre es su misericordia.
9 El profeta Isaías lo ilustra con la figura del lobo con el cordero (11:6).

DOWNLOAD HERE>>>
http://www.ermail.es/link/TCVmmA2ccJJaaATCeC7CmA7CjaallVaa
https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html