miércoles, 1 de abril de 2015

Dios usa las pruebas para que aprendamos a confiar en Él. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, nos enojamos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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                      Una Incredulidad Inconcebible



Exodo 15:22–18:17

La Biblia presenta una larga lista de personas que demostraron su fe en Dios frente a las circunstancias más adversas de la vida. Muchos aparecen como “héroes de la fe” (Hebreos 11). Su convicción llegaba a tal grado que llegaron a estar dispuestos a sacrificar a sus propios hijos y a renunciar a sus familias para ir a tierras extrañas en obediencia a Dios.
Es importante notar que Israel, como nación, no llena los requisitos indicados para ser incluída en dicha lista. A pesar de las abundantes evidencias del cuidado y de la protección de Dios, ellos siguieron dudando y quejándose. Mostraron una incredulidad permanente a pesar de todo lo que Dios había hecho por ellos.
Después de sacarlos de la esclavitud en Egipto, Dios, como el nuevo Señor del pueblo redimido, se reveló ante ellos para enseñarles las nuevas demandas que El exigiría. Se reveló de tres maneras: primero, informalmente, por medio de sus experiencias en el viaje a Sinaí (13–18); después se reveló por medio de la ley (19–24); y finalmente, se reveló a través del tabernáculo (25–40).
En las primeras dos etapas del viaje, Israel había observado la dirección y protección de Dios. Esta obra divina les había ido convenciendo de que debían confiar en Jehová y someterse a Su autoridad. Sin embargo, este efecto no duró mucho. Ya para la tercera etapa del viaje, las nuevas pruebas en lugar de aumentar su confianza en Dios, resultaban en mayores dudas y murmuraciones.

A PESAR DE TANTAS EVIDENCIAS
DE SU CUIDADO Y PROTECCION
ISRAEL TODAVIA NO CONFIABA EN DIOS
TODAVIA SE QUEJABA EN CADA PRUEBA

CUATRO PRUEBAS DE FE:

La Primera Prueba: La Falta de Agua 15:22–27
Después de cruzar el mar, se enfrentaban al primer problema: la falta de agua. El pueblo llevaba tres días viajando por el desierto sin agua. Las condiciones a las que está expuesta una persona que viaja en el desierto son críticas, comenzando por la deshidratación. El pueblo estaba cansado, débil por la falta de alimento apropiado y, por supuesto, por la falta del agua.
Al fin llegaron a un lugar donde podrían abastecerse de agua; este lugar se llama Mara. Pero al tratar de saciar su sed, se dieron cuenta de que el agua que tenían frente a sí era amarga.
En vez de confiar en Dios, comenzaron a murmurar y a quejarse contra Moisés (15:24). Por medio de Moisés, Dios indicó una solución. Ordenó a Moisés que tomara cierto tipo de madera y lo lanzara en el agua amarga. Cuando Moisés obedeció, el agua se endulzó.
Dios usó este incidente como una lección objetiva para enseñarle a Israel que si ellos le obedecían, El les sanaría de todas sus enfermedades (15:26). Este primer problema concluyó cuando Dios les concedió descanso y abastecimiento en Elim con doce fuentes capaces de proveer agua en abundancia.

DIOS LES PROVEYO DE AGUA EN ABUNDANCIA

La Segunda Prueba: La Falta de Comida 16:1–36
Pocos días después se presentó otro problema: la falta de alimento. Dios usó estas pruebas para que aprendieran a confiar en El. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, de nuevo se enojaron con Moisés. Al empezar a dudar, volvieron a murmurar. Culparon a Moisés por todos los problemas que estaban sucediendo (16:2–3).
Dios prometió proveer pan del cielo, pero el pueblo tendría que manifestar su dependencia, recogiéndolo conforme a Sus normas divinas (16:4–5). La regla en cuanto al sábado demostraba que esta dieta especial provenía de Dios.
Durante seis días de la semana, sólo podían recoger la porción de un día. Al acaparar más, el resto se agusanaba (16:14–21). Sin embargo, para el séptimo día tenían que recoger una porción doble y guardarla, porque en el día de reposo no habría maná (16:22–30). Siempre había algunos rebeldes que querían probar a Dios. Ellos tuvieron que sufrir las consecuencias naturales de su desobediencia. Así que, todas las semanas, mediante la provisión divina, el pueblo recordaba que era Dios Quien les enviaba el sustento diario. De esta manera vieron la importancia de depender de El y obedecerle.
Además del maná que Dios proveía cada mañana, les dio carne para la primera noche. Inició su provisión con codornices para la cena. De esta manera Dios suplió abundantemente sus necesidades alimenticias. Esta provisión divina serviría para recordarles durante los siguientes cuarenta años, el cuidado de Dios, la importancia de confiar en El y la necesidad de obedecer Su Palabra.

DIOS LES PROVEYO LA COMIDA

¡PENSEMOS!

 ¿Cuál era el principal problema de Israel, que los hacía protestar y quejarse constantemente? ¿Acaso las evidencias del poder de Dios no eran suficientes como para que confiaran totalmente en El?
 También hoy en día muchos de nosotros a menudo confiamos totalmente en nuestro trabajo para suplir nuestras necesidades, sin tomar en cuenta a Dios. Si perdemos el trabajo tratamos de arreglárnoslas como podamos para solventar nuestros problemas. Es sólo cuando ya no podemos, que buscamos la ayuda de Dios. Hasta entonces nos damos cuenta de que debemos depender de El en todo momento.
 ¿Cuántas veces, ante una necesidad grande, ha confiado plenamente en que Dios intervendría? ¿Será esta nuestra reacción acostumbrada? O, será más común murmurar y luchar para ver cómo podemos salir del problema por nuestra cuenta? Señale alguna ocasión cuando haya dejado el problema en las manos de Dios, y otra cuando haya luchado por su cuenta para resolverlo. ¿Qué diferencia ha visto en los resultados? ¿Cuál actitud es la más conveniente?

La Tercera Prueba: Vuelve a Faltar el Agua 17:1–7
A pesar de la diaria provisión de la comida, poco tiempo después volvió a faltar el agua (17:1). Esta era una nueva oportunidad para seguir confiando en Dios, la situación lo ameritaba. Sin embargo, volvieron a dudar y a quejarse contra Moisés (17:2–3). Pero a pesar de la incredulidad del pueblo, Dios proveyó el agua necesaria (17:4–7). Una vez más utilizó a Moisés para dar agua a Israel. Moisés golpeó la peña en Horeb y hubo agua en abundancia para que todo el pueblo bebiera.

DIOS VOLVIO A PROVEER AGUA

El apóstol Pablo comentó acerca de este incidente en 1 Corintios 10:1–13. Señala la importancia de evitar la actitud del pueblo de Israel. De esta experiencia podemos aprender por lo menos tres lecciones. En primer lugar, se destaca la importancia de confiar en Dios. En segundo lugar, tenemos un ejemplo de lo que la dureza de corazón puede hacer, aun en medio del pueblo de Dios. Finalmente, se observa el peligro de una congregación mixta. Había entre ellos muchas personas que no confiaban personalmente en Dios; su influencia corrompió a los demás.

¡PENSEMOS!

 También nosotros debemos estar atentos a estas tres lecciones de la historia del pueblo de Dios. Haga una lista de las tres lecciones. Señale circunstancias actuales en que su vida espiritual pudiera estar afectada por cada una de ellas. ¿Qué hay que hacer para evitar estos peligros?.

La Cuarta Prueba: La Confrontación del Enemigo 17:8–15
Mientras acampaban en Refidim, los israelitas tuvieron que afrontar por primera vez la presencia de un enemigo. Fueron atacados por los amalecitas (17:8). Para demostrar que Dios peleaba por ellos y que la victoria era Suya, Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre de un monte, mientras que Josué permaneció abajo con los hombres para pelear.

DIOS PELEABA POR ISRAEL

Dios utilizó a Moisés para darle la victoria a Israel. Al sostener Moisés la vará de Dios en alto, Israel ganaba; al bajarla, prevalecía Amalec. Por eso, Aarón y Hur tuvieron que ayudarle a Moisés a sostener los brazos en alto. Fue necesario que Moisés se sentara sobre una roca para aguantar en esta posición. De esa manera Dios les demostró que la victoria era Suya (17:9–13).
Dios ordenó que la historia quedara grabada. Borraría del mapa a los amalecitas, pero no quería que fuera olvidada Su intervención divina cuando pelearon contra los israelitas (17:14–16). Fue así que se edificó allí un altar con el nombre de “Jehová-nisi”, que quiere decir “Dios es mi estandarte” para que se acordaran siempre de que Dios sería su protector en las batallas. La fidelidad de Dios en esta lucha habría de aumentar su confianza en El en batallas posteriores.

DIOS CONTROLA LA HISTORIA
AUN FRENTE A LOS ENEMIGOS PAGANOS
MAS FUERTES

LA VICTORIA DEPENDE DE LA CONFIANZA
EN DIOS Y LA OBEDIENCIA A SUS CONDICIONES

DELEGACION DE RESPONSABILIDADES 18:1–27

A medida que Moisés seguía su marcha por el desierto junto con el pueblo de Israel, Dios le concedió muchas victorias. No obstante, era obvio que cada vez le era más difícil llevar la administración, de todos los asuntos del pueblo por sí mismo. Dios utilizó la visita de su suegro para darle un sabio consejo.
Jetro tenía conocimiento de las grandes proezas que Dios había obrado a través de Moisés. Venían con él la esposa de Moisés y sus dos hijos (18:1–6). Moisés le contó todo lo que Dios había hecho por Israel. Al escuchar la historia, Jetro alabó a Jehová y lo reconoció como el Dios soberano, mayor que todos los dioses.
Al día siguiente, mientras Jetro observaba las actividades que realizaba Moisés, se dio cuenta de que Moisés administraba todo sin ayuda de los demás (18:13–14a). Así que, le dio un consejo lleno de sabiduría; debería buscar hombres idóneos para compartir el trabajo con ellos (18:14b–27).
Jetro le hizo dos preguntas claves. Primero quiso saber qué hacía. Esta pregunta se refería a sus prioridades. En seguida, Jetro quiso saber por qué lo hacía todo sin ayuda. Ambas preguntas son legítimas para cualquier ministerio en la obra de Dios. Tenemos que preguntarnos qué estamos haciendo y por qué no nos están ayudando otros, si es el caso.
La respuesta de Moisés parece lógica e incluso bastante común; “Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios”. Es decir, Moisés contesta que él atiende a todos porque lo buscan … ¿Qué más puede hacer? Moisés necesita ayuda; necesita un plan para ser librado del yugo de los deseos de la multitud. La solución es precisamente entrenar a otros para que le ayuden en su ministerio.
Jetro mismo reconoció la importancia de cumplir con dos condiciones fundamentales para que el plan resultara. En primer lugar, Dios tenía que aprobarlo. No importa qué tan bueno parezca un plan humano, éste no resultará sin el consentimiento de Dios (18:19a y 18:23). La segunda condición que Jetro señalo fue que el plan sólo habría de producir el fruto deseado si los hombres elegidos eran hombres espirituales, dignos de confianza (18:21). De no ser así, tampoco resultaría.
Moisés, el líder del pueblo de Israel debía establecer dos prioridades fundamentales para su ministerio personal. Tendría que dedicarse a la intercesión por los demás (18:19). Además, debería capacitar a los discípulos elegidos (18:20). Cuando se presentara un caso difícil para Ios otros, Moisés podría juzgarlo, así ellos aprenderían de su ejemplo.
El sistema administrativo resultó impresionante. Si se añadían a estos líderes los doce príncipes de cada tribu más los setenta aocianos, suponiendo que los jefes de diez fueran responsables por diez jefes de familia, tenemos un plan de discipulado realista. Ningún líder tendría que responsabilizarse por enseñar a más de doce personas. ¡Desde los días de Moisés ya existía un plan de discipulado personal! Esto posibilitó el crecimiento espiritual de más de dos millones y medio de personas. Muchos líderes que se encuentran saturados de trabajo en la obra de Dios hoy, podrían aprovechar esta lección. Dios nunca pidió que el líder espiritual llevara toda la carga sin ayuda.

  EL LIDER ESPIRITUAL TIENE DOS PRIORIDADES FUNDAMENTALES:
   *      INTERCESION-ORACION
   *      CAPACITACION-DISCIPULADO

¡PENSEMOS!

 ¿Tiene usted alguna responsabilidad dentro de la iglesia? Vale la pena que considere las preguntas de jetro: “¿Qué está haciendo?” “¿Por qué lo está haciendo solo?”
 Dedique unos minutos para definir las prioridades que usted ha tenido en su ministerio. ¿Qué está haciendo para la obra de Dios? ¿Es usted víctima de muchos que lo asedian, o controla su trabajo de acuerdo con sus dones? Si no ha tenido ningún ministerio en la iglesia todavía, ¿qué cree que Dios desea que usted haga?
 ¿Está llevando a cabo su ministerio a solas? ¿Quién más podría ayudarle en este ministerio? Anote por lo menos un nombre de alguien a quien pudiera involucrar y capacitar. Empiece a orar por esta persona y busque las oportunidades para involucrarla y capacitarla.
 ¿Habrá alguna otra implicación para su propio ministerio basada en el consejo de Jetro? ¿Qué más debe hacer?

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