jueves, 7 de julio de 2016

cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí...hasta en las partes más lejanas de la tierra.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Espíritu Santo entra en acción para dar poder a los cristianos
CUESTIONES SALTANTES DE HECHOS 
Cuando Lucas escribió este libro, él no lo llamó Hechos. 
Alrededor del año 150 d.C., los creyentes comenzaron a llamar al libro de Lucas Los Hechos de los Apóstoles. La mayor parte de Hechos relata acontecimientos relacionados con los ministerios de los apóstoles Pedro y Pablo. 
  1. Hechos capítulos 1–12 se concentran en el ministerio de Pedro y 
  2. los capítulos 13–28 tratan del ministerio de Pablo
Aunque en Hechos 1:13 se mencionan los nombres de todos los apóstoles, la mayoría no se mencionan otra vez. Después del primer capítulo, solamente Pedro, Santiago, Juan y Pablo se nombran otra vez. En realidad, El Espíritu Santo es enfatizado más que cualquiera de los apóstoles. Lucas se refiere al Espíritu más de 50 veces en Hechos.
 
Lucas introduce al Espíritu Santo en el segundo versículo de Hechos:
 “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido” (Hechos 1:1–2). 
 
Lucas muestra que aun Jesús dependía del Espíritu Santo; luego él nos recuerda que los apóstoles continuaron el ministerio de Jesús con el poder del Espíritu Santo. Antes de que Jesús volviera al cielo Él mandó a los creyentes que permanecieran en Jerusalén. Ellos tenían que esperar para que el Espíritu Santo los llenara e invistiera con poder (Hechos 1:4–5). Este énfasis en el Espíritu Santo hace que muchas personas crean que el mejor título para este libro es: Los Hechos del Espíritu Santo.
 
A pesar de que Lucas escogió no escribir su nombre al principio de su Evangelio, o de Hechos, la mayoría de los profesores bíblicos concuerdan en que él fue el escritor de Hechos.
 
 Aunque a él no se le identificó como un apóstol, escribió más palabras en el Nuevo Testamento de las que Pablo escribió. Hasta donde se sabe, Lucas nunca predicó un sermón ni ejecutó un milagro. Lucas a menudo viajaba con Pablo, y fue cuidadoso al registrar con precisión el ministerio de los apóstoles.
 
Existen por lo menos cinco razones para creer que Lucas escribió Hechos.
          El escritor de Hechos fue uno de los que acompañó a Pablo en algunos viajes misioneros. En Hechos 16:10 dice: “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia.” La palabra nosotros prueba que el escritor estaba con Pablo (léase también Hechos 20:5; 21:18; 27:1; 28:1–2, 10–16). 
     Además, Pablo escribió que una persona que viajaba con él era Lucas, un doctor gentil (Colosenses 4:14). Los pasajes con la palabra nosotros no son suficientes para probar la autoría, pero es una razón por la que los expertos creen que Lucas escribió Hechos.
 
          Quien haya escrito Hechos también escribió otro libro acerca de Jesús. Hechos 1:1 dice: “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar.” Teófilo era un nombre común en los tiempos del Nuevo Testamento y era una combinación de dos palabras en griego, Theo “Dios”, y filo “amor”. Así que Teófilo significa “alguien que ama a Dios”. Ya que Hechos se escribió para aquel que ama a Dios, cada creyente puede sentirse incluido en este concepto.
 
     Tanto Lucas como Hechos fueron dirigidos a la misma persona, Teófilo. En Lucas 1:3 la palabra excelentísimo describe a Teófilo. Esto sugiere que él era un funcionario o una persona rica, de alta posición social. La iglesia siempre ha creído que el “primer tratado” mencionado en Hechos 1:1 es el Evangelio de Lucas. Lucas y Hechos funcionan juntos, como un escenario histórico, pues se entienden mejor juntos por las siguientes razones.
 
     Un apóstol es una persona enviada para cumplir una misión a través de la autoridad de quien la envía. En la Biblia, la palabra apóstol se usa especialmente para referirse a los doce que Jesús comisionó para que lo siguiesen. 
 
     Después de su comisión especial camino a Damasco, se contó también a Pablo como un apóstol. De entre los trece apóstoles, algunos escribieron varios libros del Nuevo Testamento. El autor del Evangelio de Lucas no era apóstol y sabemos esto por lo que dice en Lucas 1:1–3. Aquí nos damos cuenta de que Lucas no fue un testigo ocular del ministerio de Cristo en la tierra. 
 
    Así también, nada en Hechos sugiere que su escritor haya reclamado autoridad como apóstol. Lucas encaja con esta descripción, mientras que Pedro, Pablo y otros escritores no lo hacen.
 
          Los creyentes desde el tiempo de la iglesia primitiva hasta hoy día han aceptado que Lucas es el autor del tercer Evangelio y Hechos.
 
          Lucas y Hechos están organizados de manera semejante. Estudie el siguiente cuadro y observe el arreglo similar entre los libros Lucas y Hechos. Lucas hace un paralelo entre el ministerio de Cristo en su Evangelio, con el ministerio del cuerpo de Cristo, o sea, la iglesia en el libro de Hechos.

Muchos profesores de la Biblia creen que Lucas escribió Hechos aproximadamente en el año 63 d.C. Tres fechas históricas nos ayudan a establecer esta dirección. 
  • Primero, Hechos menciona la primera vez que Pablo estuvo encancelado en Roma, lo que tuvo lugar cerca de los años 60–63 d.C. Así que Hechos debe de haber sido escrito después. 
  • Segundo, Roma se incendió en el año 64 d.C. El César Nerón culpó a los cristianos y comenzó a perseguirlos. La buena relación que Pablo tenía con los líderes romanos sugiere que Hechos fue escrito antes de que este suceso clave aconteciera. 
  •  Finalmente, no se menciona en Hechos la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Parece indudable que Hechos fue escrito antes de ese tiempo.
 
Hechos está tan lleno de acción que podríamos pasar por alto el cuadro mayor. Sin embargo, Lucas escogió algunas historias por razones específicas. Ellas funcionan en conjunto para darnos un cuadro de la obra del Espíritu Santo.
 
Hechos nos relata la historia de los primeros treinta años de la iglesia. Lucas dibujó el cuadro mayor de la historia pero no cada detalle. 
 
Por ejemplo, en Hechos 20:7 él escribió que Pablo enseñó en Troas hasta la medianoche, pero Lucas no dice nada acerca de lo que Pablo enseñó allí. Un libro que registrara todas las enseñanzas de Pablo en Troas esa noche probablemente sería más extenso que el libro de Hechos. Imagínese cuántos libros hubiera tomado para contar todo lo que pasó en la iglesia durante sus primeros treinta años. 
 
Así que Hechos contiene sólo una fracción de lo que sucedió en la iglesia primitiva. (Véase Juan 20:30–31; 21:25.) ¿Por qué Lucas escogió las historias y eventos que él incluyó en Hechos? ¿Por qué el Espíritu Santo guió a Lucas para escribir acerca de ciertas cosas? Se pueden identificar por lo menos cinco cosas que Lucas logró en Hechos.
 
En el Nuevo Testamento, Hechos es un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. Al principio, el Nuevo Testamento solamente tenía dos partes, que incluían los cuatro Evangelios y las epístolas que Pablo escribió a varias iglesias y creyentes. Esto dejó un vacío en la historia escrita de la iglesia.
 
Lucas escribió Hechos después de que Pablo escribió Primera y Segunda de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Primera y Segunda de Tesalonicenses. Los capítulos 13–28 de Hechos hablan de los viajes de Pablo y suplementan muchos detalles. 
 
En Hechos se puede ver cómo Pablo comenzó las iglesias en Galacia, Tesalónica, Corinto, Éfeso y Filipos. Hechos también nos presenta a Timoteo y Tito, pastores a quienes Pablo les escribió tres o más epístolas. Así, Hechos nos da antecedentes importantes de las cartas de Pablo.
 
Lucas revela que la iglesia crecía por lo menos en cuatro aspectos.
1.     La iglesia crecía en número.
En el Día de Pentecostés, la iglesia cabía en una habitación. Luego, miles de judíos fueron salvos en Jerusalén (Hechos 2:41, 47; 4:4). Poco tiempo después hubo otro incremento en número para la iglesia. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). A través de Hechos el número de creyentes crecía.
 
2.     La iglesia se extendía geográficamente.
Hechos cuenta cómo la iglesia creció desde Jerusalén hasta Roma, el corazón del Imperio Romano. Hechos 8:1 muestra cómo la persecución esparció a los creyentes desde Jerusalén hasta nuevos lugares. Lo que algunos se propusieron para silenciar el mensaje de Cristo sirvió más bien para acelerar el evangelio a través del Imperio Romano. Posiblemente ésta es la razón del porqué la iglesia llegó a Roma aun antes de que Pablo, el gran misionero de la iglesia, llegara allá (Hechos 28:14–15). Hechos también muestra cómo los viajes de Pablo ayudaron a expandir el alcance de la iglesia. No es casualidad que Hechos 1 comienza con Jerusalén y Hechos 28 termina en Roma. Lucas ordenó sus historias para mostrar el crecimiento geográfico de la iglesia.
 
3.     La iglesia expande su misión.
La iglesia temprana (Hechos 1:1–7:60) era estrictamente judía. ¿Cómo fue que la iglesia abrió sus puertas a otros grupos étnicos y culturales? Observe tal progresión en Hechos.
 
  En Hechos 2, los viajeros de quince regiones oyeron el evangelio; sin embargo, ellos eran principalmente judíos y convertidos al judaísmo que habían llegado a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. 
 
En Hechos 6:1 la iglesia incluía dos grupos de judíos: uno hebreo y otro griego. 
 
En Hechos 8 se observa que Felipe alcanzó a otros que no eran judíos, les predicó a los samaritanos y luego a un etíope. Aun así, los samaritanos compartían un trasfondo étnico y religioso común con los judíos, y el etíope estaba estudiando las Escrituras de los judíos.
 
 Hechos 10 trae un cambio notable en este patrón; pues aquí Dios específicamente instruye a Pedro para compartir el evangelio con Cornelio, que era un oficial importante en el aborrecido ejército de Roma. Esto llevó a un cambio de actitud hacia los no judíos, pues cualquiera podía ser salvo, no solamente los judíos (Hechos 11:18). Dios había dicho esto y les había dado a estos Romanos el Espíritu Santo, lo cual fue sorprendente para los creyentes judíos.
 
Los muros de prejuicio estaban comenzando a caer. En Hechos 11:19–21, mientras la mayoría de los cristianos esparcidos compartían el evangelio sólo con judíos, unos pocos comenzaron a testificar a los griegos. Hechos 13 señala un desarrollo aun mayor. Vemos que Pablo se vuelve a los gentiles intencionalmente después de que los judíos en Antioquía de Pisidia rechazaron las buenas nuevas (Hechos 13:43–47). Esto fue un cumplimiento del plan original de Dios de que “serán benditas en ti [los judíos] todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3) y la dirección de Dios para que Pablo como el instrumento escogido llevara el nombre de Dios a los gentiles (Hechos 9:15). Sostenidamente la iglesia crecía a fin de incluir gente de cada tribu, nación, lengua y cultura.
 
4.     La iglesia crecía en teología.
En los primeros días los cristianos judíos seguían las leyes estrictas de Moisés. Les tomó tiempo entender la relación correcta entre la ley y la gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras” (Efesios 2:8–9). 
 
 Hechos 15 documenta la lucha de la iglesia con una pregunta crucial. ¿Deben los gentiles circuncidarse y seguir la ley de Moisés (Hechos 15:5)? La respuesta de Pedro fue no, porque la salvación no viene por volverse judío sino a través de la gracia de Jesucristo (Hechos 15:11).
 
Hechos ofrece una guía en cuanto a lo que la iglesia debiera creer y hacer. 
Algunas personas argumentan que Hechos es un documento histórico, y que por lo tanto no debería usarse como guía. Sin embargo, hay que recordar que Lucas escribió una historia selectiva de la iglesia y no una completa. 
 
Lucas usó la historia para enseñar ciertos temas (Stronstad 1995, 47). 
Uno de sus propósitos era enfatizar lo que la iglesia primitiva creía. ¿Cuál es la utilidad de saber lo que ellos creían? Es que los primeros creyentes estaban bajo el mismo pacto que tienen los de hoy. Hechos nos enseña lo siguiente:
     las Escrituras, oración, compartir y fraternidad
     la obra del Espíritu Santo de glorificar a Cristo
     conocer y alabar a Dios
     testimonio, señales y maravillas, y ser lleno del Espíritu
     hablar en lenguas, profetizar, y otros dones espirituales
     resolver problemas de crecimiento de la iglesia, evangelizar, y enseñar a nuevos creyentes
     el poder de Dios actuando durante la persecución
     el amor de Dios por la gente de todas las naciones
 
Tal entendimiento de fe sirve como un antecedente crucial a la apologética. Lucas probablemente escribió Hechos mientras Pablo estaba prisionero en Roma. Tal vez cuando Pablo fue al juicio, Hechos apoyó su defensa. Hechos también ayudaría a defender a otros creyentes en otros lugares.
 
     Lea Hechos 4:8–12. Nótese cómo defiende el cristianismo ante los judíos. Ahora lea Hechos 25:8–11. En este pasaje se presenta la defensa ante los gentiles. El Espíritu guió a Lucas para incluir en Hechos respuestas a conflictos que involucran tanto a judíos como a gentiles.
     Hechos también responde preguntas que los líderes del gobierno harían acerca del cristianismo. Lucas mostró que la iglesia es pacífica y que los creyentes respetan a los líderes del gobierno. Los desórdenes y problemas civiles que aparecen en Hechos eran causados por los enemigos de la iglesia y no por los cristianos.
 
Lucas no se imaginaba por cuanto tiempo la iglesia permanecería en la tierra, sin embargo uno de sus propósitos fue enseñar a futuros creyentes. El poder y los principios de Hechos son válidos para la iglesia hasta que Cristo regrese.
 
  Hechos muestra que el Espíritu usaba apóstoles, líderes y laicos (Hechos 2:17–18). 
Por cada apóstol en el aposento alto había nueve laicos. Lucas organizó Hechos en torno al ministerio de dos apóstoles, Pedro y Pablo. También, incluyó los ministerios de muchos creyentes comunes.
 
Tal vez el propósito más grande de Lucas en el libro de Hechos fue enfatizar el ministerio del Espíritu Santo a través de los creyentes.  
En su Evangelio Lucas estableció que Jesús dependía del Espíritu (Lucas 4:1, 14, 18). Él también registró la promesa de Jesús, que el Espíritu vendría sobre todos los creyentes (Lucas 11:13; 24:49). Sin embargo, en Hechos, ¡Lucas enfatizó al Espíritu cincuenta y cinco veces! 
 
Tome algunos minutos para estudiar las referencias del cuadro que está al final de esta sección (“Referencias al Espíritu Santo”). Allí se enfatiza que el Espíritu Santo debe ser la fuente de todo lo que hacemos para Cristo. Lea esta lista a menudo y pídale al Espíritu Santo que actúe a través de su vida.
 
Las iglesias de crecimiento más rápido hoy enfatizan el ministerio de los laicos. Algunas de estas iglesias en crecimiento tienen más de cien ministerios que los laicos llevan a cabo. 
  • Ellos visitan a los enfermos, 
  • alimentan a los pobres y le enseñan a la gente a leer. 
  • Ayudan a estudiantes que tienen problemas con sus estudios. 
  • Los laicos ayudan a las viudas y a los huérfanos, y aconsejan a jóvenes en problemas.
  • Pintan escuelas en las comunidades. 
  • Construyen edificios para iglesias nuevas. 
  • Cosen y cocinan para levantar fondos para la iglesia. 
  • Los laicos leen historias de la Biblia a los niños de su comunidad. 
  • Tienen estudios bíblicos en sus hogares. 
  • Hablan con la gente que anda buscando respuestas.
  •  Ellos arreglan bicicletas o vehículos descompuestos. 
  • Algunos médicos instalan clínicas en iglesias locales para ofrecer servicio médico o dental en forma gratuita. 
  • Otros oran por los que tienen necesidad. 
Estos son algunos ejemplos de lo que los laicos pueden hacer. Cuando nosotros somos llenos con el Espíritu, Él puede guiarnos hacia muchos ministerios. Cada miembro del cuerpo de Cristo debería tener un ministerio. Cada creyente debería preguntarse “¿Qué estoy haciendo para servir a Dios y a los demás?”
 
El Espíritu Santo quiere actuar a través de todos los creyentes hoy. 
Su plenitud nos da el valor para servir y testificar de Jesús. La iglesia primitiva tenía poco de las cosas que se valoran hoy día, pero la iglesia se esparció como un fuego a través del mundo. 
 
Una vez más, repase la lista de los ministerios mencionados en Hechos. Observe los eventos e historias que se pudieron haber perdido en Hechos sin el ministerio del Espíritu Santo. El Espíritu es la clave para ayudar a cada creyente a ser un obrero.
 
Hechos cumple por lo menos cuatro funciones primordiales en el Nuevo Testamento. 
  • Primero, Hechos sirve como un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. 
  • Segundo, Hechos explica cómo la iglesia creció en número, geográficamente, en la extensión cultural de su misión y en teología. 
  • Tercero, Hechos sirve como una guía para la fe y la apologética. 
  • Cuarto, Lucas enfatiza el poder del Espíritu Santo. Si pasamos por alto el énfasis que Lucas hace sobre el Espíritu Santo, nos perderíamos del propósito más grande que él tuvo para escribirlo.
Lucas entrelazó cuatro temas en una historia dinámica. Hechos dice cómo el Espíritu Santo invistió de poder a la iglesia para que testificara de Jesús desde Jerusalén hasta Roma.
 
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Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




DESCARGANDO una TIRANÍA malvada

¿NO LO ENTIENDES? SOY TU PASTOR... ¡¡¡OBEDECE Y NO DISCUTAS...!!!

Hace varios meses, (habla David) me reuní con una pareja joven que estaba buscando un consejo concerniente a un asunto muy importante. Su problema no tenía una respuesta fácil, pero hice lo mejor que pude para darles cierta dirección. Su respuesta a todo lo que yo decía era instantánea y abrumadoramente positiva. En lugar de sentirme excepcionalmente listo o espiritual, me sentía incómodo. ¡Mi consejo no era tan bueno! Empecé a tener la sensación de que sin importar lo que yo dijera, ellos estarían de acuerdo, y además, probablemente harían cualquier cosa que yo dijera.

Por favor comprende mi vacilación: Esta pareja era brillante, inteligente y bastante exitosa en su profesión. Entonces ¿qué estaba mal con ese panorama? Me di cuenta de que cuando se trataba de asuntos espirituales, de alguna manera ellos ponían su mente en «pausa». Me di cuenta de que la responsabilidad total para discernir y decidir había sido entregada al pastor: en este caso, a mí.

Las cosas empezaron a aclararse cuando empecé a preguntar sobre la historia espiritual de la pareja. Era un evidente abuso espiritual bajo un pastor cuyas «palabras vienen de Dios».

  • Cuestionarlo y desobedecerlo significaba cuestionar y desobedecer a Dios. 
  • «No toquen a mis ungidos» era el lema que más se repetía si alguien no estaba de acuerdo con él. 
  • Cualquiera que sugiriera que algo estaba mal, rápidamente se convertía en «el problema».

Como para demostrar la magnitud del poder de tal sistema, los residuos de esta predisposición mental se aferraban a estas personas, aun cuando ya hacía tiempo que habían escapado de eso.

Estaban dispuestos a someterse ciegamente a una figura de autoridad (a mí), y a aceptar mis palabras solo basados en mi posición.

Personas con inteligencia en todas las demás facetas de su vida se volvían plastilina cuando se llegaba la hora de discernir cosas espirituales. Esa responsabilidad me la entregaron. ¿Por qué? Porque soy el pastor, y ya.

Autoridad ILEGÍTIMA
«Porque soy TU pastor, ¡y ya!». 

Las palabras salen inflexibles; su significado penetra: «¡Cómo te atreves a dudar de mí?». «¿Estás cuestionando mi autoridad?». «No seas un buscapleitos». «Mantén la paz». «Sométete a tus ancianos».

Los versículos de las Escrituras se vienen a la mente con rapidez en aparente apoyo a un cierto tipo de obediencia y sumisión ciegas.

Hebreos 13:17: «Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas».
Romanos 13:1-2: «Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo».

Con estos pasajes resonando en nosotros, nos decimos:

  • Creo en la Biblia. 
  • Quiero ser obediente. 
  • Él es el pastor, el apacentador, el siervo de Dios, su portavoz. 
  • Él debe saber más que yo. 
  • En realidad yo debo estar fuera de lugar. 
  • Debo estar equivocado en esto. 
  • ¿Quién soy yo para cuestionar? 
  • Creo que más me vale seguir la corriente. ¿Por qué? Porque él es el pastor, y ya.

Esta manera de pensar es un síntoma de vivir bajo un liderazgo que legisla y demanda obediencia a la autoridad. Descansa sobre una base falsa de autoridad.

Jesús confrontó la autoridad falsa de su tiempo:
Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos, diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés (Mateo 23:1 LBLA).

La «cátedra de Moisés» a la que Jesús se refería desde luego que literalmente no es una silla, sino un «asiento de autoridad».

Por ejemplo:

  • La «cátedra» del departamento de filosofía en una universidad no es una silla, sino un lugar o posición de autoridad que se ganó en ese departamento. 
  • «Silla» en griego es cátedra. 
  • El latín tomó esa palabra y la hizo una frase, ex cátedra, que significa «hablar desde un lugar de autoridad». 
  • Si yo digo ex cátedra, usándola para colocarme en una posición por encima de la tuya, lo que yo te digo te ata. La razón por la que te ata es porque yo hablo ex cátedra. Hablo desde el asiento de autoridad.

La confrontación de Jesús es doble.

  • Primero, señaló que «ellos se han sentado» en la posición de Moisés; una posición que solo Dios da. Esos hombres habían tomado la autoridad por sí mismos, no les había sido dada. 
  • Segundo, la única base que tuvieron para arrebatar esa autoridad fue su posición o rango de escribas y fariseos. 
En otras palabras, su autoridad no estaba fundada en el hecho de que fueran sabios, juiciosos y auténticos. Estaba basada exclusivamente en el hecho de que estaban en una posición de autoridad.

Piensa en esto por un momento. ¡Qué bien! Este es un sistema que te permitirá tener el control, incluso si eres un fariseo cuya santidad exterior esconde un corazón vacío, un escriba experto en nada menos que en el aburrido desempeño religioso, un pastor que no quiere ver en su interior o un anciano que no quiere que otros sepan que hay problemas graves en su propia familia.

Una actitud exasperante
El uso del rango, la posición, el estatus o el título como base de la autoridad espiritual nos recuerda la actitud exasperante hacia el papel de las mujeres en la iglesia, un residuo, creemos, del antiguo sistema de gobierno hebreo.

En Israel, el criterio para el liderazgo y la autoridad se basaba en tres cosas:

  1. El primer criterio era la edad: Tenías que ser de edad avanzada. 
  2. Segundo, el género: Tenías que ser varón. 
  3. Y tercero, la raza: Tenías que ser hebreo. 
Obviamente, era un gran sistema para los varones hebreos de edad avanzada. En ese sistema, no tenías que tener la razón, ser sabio, amable, juicioso, dirigido por el Espíritu ni piadoso. Si eras una mujer gentil joven, no importaba que fueras sabia, amable, juiciosa o dirigida por el Espíritu. No tenías autoridad porque no encajabas con el criterio externo.

Pero fíjate en Hechos 2. El Espíritu Santo vino e hizo pedazos ese sistema cuando la profecía de Joel se cumplió en Pentecostés.

«Derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán (vv. 17-18).

Después, en el nuevo pacto, vemos que Jesús estableció una nueva base de autoridad. Ya no es la edad, el género o la raza. Ahora está basada en la evidencia del Espíritu Santo dentro de ti.

Se requieren atributos como:

  1. madurez, 
  2. sabiduría, 
  3. santidad genuina y 
  4. conocimiento verdadero para evidenciar la marca de la autoridad de Jesús. 
«Porque lo digo yo» ya no da resultados. «Porque soy el pastor» no es suficiente.

Así que, si la base de autoridad es solo que mantengo un cargo, tengo una base de autoridad falsa.

Tomemos una perspectiva bíblica sobre la verdadera autoridad espiritual considerando algunos ejemplos de aquellos que la demostraron.

  • El primero es Moisés. Moisés demostró muy bien la autoridad de alguien que llegó a conocer a Dios a través de una relación personal. De hecho, fue precisamente su autoridad la que los escribas y fariseos estaban alardeando que tenían. Para ellos, Moisés era la autoridad. Pero su autoridad ni siquiera era de él. Solo porque Moisés hiciera un pronunciamiento no significaba que automáticamente estuviera fundado en la autoridad. Su autoridad venía del hecho de que verdadera y claramente le decía a la gente exactamente lo que Dios le decía. Si Dios le hubiera pedido a Moisés que dijera algo, y él lo hubiera cambiado, haciéndolo de cierto modo distinto, no habría tenido autoridad. La única autoridad legítima que Moisés tenía era cuando se limitaba a decir lo que Dios le pedía que dijera. ¿Qué significa esto? Significa que la autoridad estaba en la verdad, no en Moisés. No era porque Moisés era Moisés, alguien superior, mejor, más poderoso que otros, sino porque hablaba la verdad. Debido a que Moisés era un siervo que hacía lo que Dios le pedía que hiciera, sin importar el costo, caminó en lo que es la única base apropiada de la autoridad espiritual. De Moisés, debemos sacar esta conclusión: Aunque la gente pueda honrarnos con una posición de liderazgo, no tenemos autoridad a los ojos de Dios solo porque nos nombren pastor, anciano o presidente. 
Para tener autoridad:

  • vamos a tener que hablar la verdad. 
  • Para tener autoridad, vamos a tener que ser sensibles al Espíritu. 
  • Para tener autoridad, vamos a tener que ser sabios y buscar conocer y decir lo que Dios dice de manera clara y precisa.

¿Es posible que haya una persona que tenga un historial así de sólido de dirigir y gobernar con la autoridad de Dios? Sí, pero es poco frecuente. ¿Es posible que un grupo pequeño de ancianos pueda tener un historial así ante un grupo de personas? Sí, pero otra vez esto es poco frecuente.

La cuestión es que también es posible que Dios hable, de algún modo, mediante su Espíritu, a través de cada hombre y mujer de determinado cuerpo, contribuyendo con diversas facetas de la voluntad de Dios, de modo que los líderes puedan obtener un panorama aun más claro de lo que Dios quiere llevar a cabo. En realidad, esto es lo que Hechos 2 indica.

El siguiente ejemplo es Timoteo.

  • Timoteo era el pastor de la iglesia de Éfeso, una iglesia grande que Pablo antes dirigía. Timoteo estaba pasando por dificultades para establecer la autoridad en su ministerio. Seguir al apóstol Pablo en el pastoreo sería una tarea formidable para cualquiera, pero para Timoteo era algo particularmente problemático. Al no tener algunas de las cualidades de liderazgo instintivas y agresivas que Pablo tenía, Timoteo estaba siendo superado por fuertes influencias negativas en la iglesia. Las epístolas de Primera y Segunda de Timoteo son cartas de Pablo para Timoteo donde le instruye sobre cómo tratar con el problema. En ningún momento Pablo sugirió que Timoteo sacara el pecho y anunciara valientemente: «¡Yo soy el pastor!». No. Le dijo cosas como esta: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). Es como si Pablo se llevara a Timoteo aparte y le dijera: «Hijo, tendrás autoridad cuando interpretes correctamente la palabra de verdad. No la tendrás por hablar fuerte. No la tendrás por proyectar tu peso eclesiástico por todas partes. Si quieres autoridad, descifra lo que Dios ha estado diciendo a través de su Palabra, dile a la gente lo que dice la Palabra, y tu autoridad se fundamentará en esto».

En 2 Timoteo 3:14-17, Pablo dijo:
Pero tú, permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.

O en palabras más sencillas:
«Si quieres saber qué decir, acude a las Escrituras. Sonarás inspirado, como que sabes de qué estás hablando. Descifra lo que Dios dice. Timoteo, esa es la base de tu autoridad. A la gente dale la Palabra. Dile a la gente la verdad».

¿Es posible que una persona o un grupo de líderes, comprendan absolutamente todo lo que hay en la Palabra de Dios? No es probable.

La Palabra de Dios viva se demuestra a través de todos los que están buscando a Dios, no importa el «rango» que tengan.

En algunas cosas de la vida, muchas quizá, los que están en las bancas de la iglesia tendrán una autoridad más genuina por haber probado y vivido por completo la Palabra de Dios en situaciones por las que Dios nunca permita que el pastor atraviese.

Si Cristo es el apacentador del rebaño, yo como pastor debo escuchar lo que me está diciendo a través del rebaño, pues yo también soy uno de sus seguidores.


  • Pablo es un tercer ejemplo. Mientras hacemos bien en aceptar como legítimo todo lo que Pablo dijo en las epístolas, el mismo Pablo advirtió que no solo porque él dijera algo era cierto. En Gálatas 1:8 dijo: «Si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!». Es como si Pablo estuviera diciendo: «Escuchen, gálatas. Si comienzo a torcer este evangelio, no me escuchen. Como saben, la autoridad no está en mí. Tendré autoridad mientras hable la verdad. La autoridad no es automáticamente parte de una persona. La autoridad está en la verdad».
  • El ejemplo final es Jesús. Una de las reacciones más comunes de las personas que escuchaban a Jesús cuando enseñaba era el asombro. Se maravillaban porque nunca habían escuchado una enseñanza con tanta autoridad. Era diferente a la enseñanza de los escribas y fariseos. Lo que notaban era la autoridad. 

Autenticidad
Estos son cuatro grandes retratos para relacionar con los textos que registramos anteriormente. Hombres como Moisés, Timoteo, Pablo y Jesús podrían autentificar con las fibras de su vida que su autoridad venía de Dios.

En este contexto deberíamos considerar pasajes como Romanos 13:1-2: Es decir, si alguien se rebela contra una autoridad viva, demostrada, auténtica, que a todas luces es el resultado de una vida sometida a Dios, está oponiéndose al gobierno de Dios. Esto no significa que un líder puede tomar la actitud: «Yo lo dije, y soy la autoridad, así que debe estar correcto. E incluso si estuviera equivocado, debes someterte, porque someterte a mí es lo mismo que someterte a Dios».

Nos sometemos a una autoridad cuando esta demuestra autenticidad.
Aun en la actualidad tenemos líderes que son como los escribas y fariseos que dicen: «Tengo autoridad porque estoy sentado en la silla de autoridad. Te hablo ex cátedra, lo que te obliga a que aceptes y obedezcas todas mis palabras».

Debido a que los escribas y fariseos no tenían autoridad real, tenían que hacer valer su posición. Olvidaban o ignoraban el modelo que Jesús proporcionó cuando él se presentó y habló la verdad. Olvidaban que la base de la autoridad de Jesús no era un cargo, rol o posición, porque Jesús no tenía ninguna de estas cosas.

Siempre y dondequiera que veamos un sistema o a una persona adoptando una postura o asumiendo una posición de autoridad basada exclusivamente en el rol, el cargo o la posición, estamos tratando con una base falsa de autoridad. Si la autoridad espiritual de una persona descansa en el simple hecho de «Yo soy el pastor», hay grandes posibilidades de que haya tomado esa postura porque no tiene una autoridad genuina.

Vamos a ver al mago
Muchos recordarán la historia del «Mago de Oz». Es curioso, pero podemos llegar a comprender bien la autoridad espiritual con este cuento popular.

Dorothy, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde van a ver al Mago porque tienen la convicción que este tiene el poder de darles lo que ellos necesitan.

  • Dorothy necesita regresar a su casa; 
  • el Espantapájaros necesita un cerebro; 
  • el Hombre de Hojalata necesita un corazón; y 
  • el león necesita valor. 
El mago los envía a buscar el palo de la escoba de la Bruja Malvada del Oeste. Si llevan el palo de escoba, les dará lo que necesitan. Ellos cumplen con su misión derritiendo a la bruja y consiguiendo el palo de escoba; después regresan a la casa del mago para pedirle que cumpla su promesa. Pero, de hecho, no está esperando su regreso, y se siente bastante incómodo cuando se le pide que cumpla su promesa.

Nuestros héroes entran a la enorme cámara donde el Mago de Oz conduce sus asuntos. El Mago de Oz en persona los enfrenta cara a cara. Tenía una cabeza grande y espeluznante, no la de una persona común, y un rostro con expresión grave, rodeado de ondeante humo y de fuego, y mucho ruido.

Con un rugido estruendoso, el Mago demanda saber cómo es que aquellos cuatro se atreven a retarlo. Aquí está el asunto: En este momento es cuando el perro de Dorothy salta a un cuarto pequeño y hala una cortina, y lo que se les revela es un simple hombre de carne y hueso que durante mucho tiempo había estado escondiéndose tras una máscara de poder.

Operaba detrás de una cortina, moviendo palancas, haciendo humo, fuego y ruido. El resultado parece impresionante pero solo es una fachada. Aun cuando quedó descubierto, ruge: «¡No le hagan caso al hombre que está detrás de la cortina!».

El «Mago» en realidad es una persona que abusa del poder. Controla a toda una ciudad con una fachada que adopta una postura de poder y castiga a la gente por notarlo. En un reino donde el problema era que el Mago no podía cumplir sus promesas, Dorothy y su equipo se convirtieron en el problema por haber notado que había un problema.

Es triste pensar con cuánta frecuencia los religiosos influyentes controlan sus reinos espirituales con fachadas de poder. Vierten sobre las personas versículos bíblicos sobre autoridad, sumisión, juicios, prosperidad o el fin de los tiempos. Penalizan a las personas por notar que «el hombre detrás de la cortina» es solo humano, sin ninguna autenticidad ni autoridad.

Como una última lección exasperante de la historia, después de que todo se ha dicho y hecho, el Mago les dice: «Ustedes tienen lo que han estado buscando». Lo habían arriesgado todo por lo que ya tenían.

En demasiadas familias e iglesias cristianas, a los cristianos se les dice que salten a través de los aros del desempeño espiritual para ganarse la aprobación de Dios; algo que ellos ya tienen gratuitamente gracias a la muerte de Jesús en la cruz.

Conclusión
Si el poder y la autoridad falsos fueran los únicos elementos de la fachada de un líder abusivo, sería fácil ubicarlos.

De hecho, en algunos se nota. Pero hay otro elemento de la fachada que ocasiona que muchísimas personas suspendan el buen juicio y el discernimiento espiritual, para pasar de una espiritualidad segura, auténtica, dadora de vida a una simple conformidad externa.

Ahora desviamos nuestra atención a este elemento: el uso indebido de la confianza.

Hipocresía:
Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.

Otra característica de los líderes espirituales falsos es que intentan proyectar virtudes o cualidades que no tienen. Y para ellos mismos tienen un conjunto de reglas diferentes a las de todos los demás. Son hipócritas.
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miércoles, 6 de julio de 2016

vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres


 La Batalla de Cada Mujer: ¿Cuándo Empieza la Aventura?
 Archivo: .Zip | Tamaño: 10 MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Vida Cristiana_Mujeres

¿Cuándo empieza una aventura? 

No empieza con el primer toque prohibido... sino con el primer pensamiento prohibido. 

Sin previo aviso, te encuentras disfrutando de una poderosa conexión emocional con otro hombre. Sientes que le importas a alguien y la puerta que pensabas que estaba tan bien cerrada -la puerta de la infidelidad sexual - se encuentra de repente entreabierta.

La única manera en que una mujer puede sobrevivir a esta intensa lucha por la integridad sexual es si guarda no solo su cuerpo, sino también su mente y su corazón. La batalla de cada mujer puede ayudarte a aprender a hacerlo.

Mediante el uso de historias de la vida real y ejemplos de su propia lucha, Shannon Ethridge ayuda a mujeres como tú - ya sea que estés casada , comprometida o con planes de casarte algún día -a:
  • entender los cuatro componentes únicos de la sexualidad femenina
  • discernir los mitos comunes que mantienen a las mujeres en la linea de fuego
  • diseñar una nueva defensa para proteger cada aspecto de tu vida
  • cultivar un nivel de intimidad inimaginable con tu esposo o futuro esposo
  • desarrollar una aventura con el único Amante que podrá satisfacer verdaderamente tus deseos más profundos: Jesucristo.
El primer paso para ganar la lucha de la integridad sexual consiste en despertarte y darte cuenta de la batalla que ruge en tu corazón y tu mente. La batalla de cada mujer te ayudará a avanzar paso a paso, y a conducirte de por vida en un camino hacia el verdadero gozo y realización sexual, emocional y espiritual.

Hubo una época en la que tenía aventuras extramatrimoniales con cinco hombres diferentes.

Primero, fue Scott. Lo conocí cuando trabajaba de voluntaria en un campamento de verano. Scott era muy sociable, extrovertido y conversador. Lo primero que me atrajo fue su capacidad para conversar con cualquiera; no solo me refiero a una conversación superficial, sino a una discusión profunda y significativa. Si entraba en un cuarto donde él estaba, me daba toda su atención y me preguntaba cómo iba todo y cómo me sentía. En comparación, sin embargo, mi esposo era un hombre de pocas palabras, del tipo fuerte, silencioso.


Después fue mi entrenador de buceo, Mark. Parecía Lloyd Bridges con su distinguido cabello entrecano. La madurez de Mark y su amor por el buceo me intrigaban. Me alentó a superar mis temores y me ayudó a descubrir mi lado de aventurera submarina. Me sentía segura con él, corno se siente una hija con su papá, Mi esposo, por otro lado, era solo unos años mayor que yo. No evocaba en mí esa sensación de cuidado y seguridad que me daba Mark.


Tom era mi profesor de contabilidad en la universidad. Lo que me llamó la atención de Tom fue su ingenio e inteligencia.

Tenía la idea de que la clase de contabilidad iba a ser la más aburrida de todas, pero él siempre tenía esa manera de hacer que se transformara en la parte más divertida e interesante del día. Mi esposo también era un contador inteligente, pero no podía hacerme reír como Tom. Su ingenio palidecía en comparación con el de Tom.


Después vino Ray. Fue mi novio antes de casarme con Greg. Ray era un romántico irremediable, siempre me colmaba de cumplidos y me hacía perder la cabeza en medio de una refulgente pasión. Al parecer, la relación con mi esposo nunca tenía esa chispa mágica que sentía cuando estaba con Ray. Él había establecido el estándar romántico al cual Greg nunca podía llegar.

Por último, también estaba Clark. Era un galán elegante y desenvuelto, de una belleza un tanto tosca. Siempre estaba a la espera de encontrarme con él los viernes por lanoche. Cuando me aproximaba al mostrador de la tienda de vídeos, el dueño iba automáticamenrc a la sección de clásicos y sacaba cualquier película de Clark Gable. No importaba cuál, me encantaban todas. Incluso con sus dos metros de altura, Greg no podía alcanzar a Clark.

Aun cuando no tenía relaciones sexuales con ninguno de estos hombres, sí tenía una aventura con cada uno de ellos: una aventura mental o emocional. Mis fantasías de ser la protagonista en una película con Clark Gable, los recuerdos de mi relación romántica con Ray, mi fascinación ante el ingenio de Tom, la madurez de Mark y el talento verbal de Scott afectaron mi matrimonio dañándolo de la misma manera que si hubiera tenido una aventura sexual.


Pasaba por alto muchas de las cosas maravillosas de mi esposo porque me concentraba tanto en los aspectos positivos de cada uno de estos otros hombres como en los atributos negativos de mi esposo. 

Debido a la convivencia con Greg, no solo veía las cosas buenas, sino también las malas y desagradables. No bajaba el asiento del inodoro a medianoche, roncaba y tenía mal aliento al despertarse. Luego se lavaba los dientes y dejaba pasta dental en el lavabo. A veces pensaba que Greg no podía hacer nada que me viniera bien, y con todas mis críticas, es probable que él tampoco sintiera que podía hacer nada para complacerme.

Las imperfecciones de orros hombres, sin embargo, iban más allá de lo que yo podía alcanzar a ver. Podía mirarlos y ver solo sus brillantes cualidades, parecidas a las que había visto en Greg al principio, pero que había ido perdiendo de vista con los años debido a todas mis comparaciones.
Me senda distanciada y desilusionada. ¿Algún día sería capaz de excitarme como lo hacían los otros hombres? ¿Todavía estaba enamorada de él? ¿Algún día llegaría a estar a la altura de las circunstancias? ¿Aprendería a vivir con mi «menos que perfecto»?

Por suerte, las respuestas positivas a estas preguntas han salido a la superficie desde que puse fin a estas aventuras y cambié la vara con la que medía. Me fascina poder informarles que nuestro matrimonio de trece años sigue adelante a toda vela y mejor que nunca (aunque, por supuesto y como toda pareja, a veces tenemos nuestros momentos). Estoy agradecida por no haber cambiado nunca a Greg por otro modelo y más agradecida aun ya que él tampoco se dio por vencido ni dejó de confiar en mí.

Juntos, hemos descubierto un nuevo nivel de intimidad que no sabíamos que existía, todo porque dejé de compararlo y criticarlo y comencé a abrazar la singularidad de mi esposo.
A lo largo de la última década en la que busqué una cura para este y otros problemas, así como enseñé acerca de la pureza y restauración sexual, me he dado cuenta que de una manera u otra todas las mujeres pelean la batalla por la integridad sexual y emocional. Sin embargo, muchas pelean con los ojos cerrados porque ni siquiera creen que estén en medio de una batalla.
Muchas consideran que por no participar en una aventura física o sexual no tienen problema con la integridad sexual y emocional. Como resultado, caen en conductas y pensamientos que ponen en peligro su integridad y les impiden satisfacerse en el ámbito sexual y emocional.

martes, 5 de julio de 2016

bien es al hombre no tocar mujer. Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer

Libertad del abuso sexual masculino
Los sentimientos de repugnancia surgen rápidamente en la mente de la mayoría de las personas cuando se consideran imágenes de perversión sexual. Supongamos que esa fuera la percepción de usted mismo y que además fuera ministro del evangelio a tiempo completo. Para agravar el asunto añada el autoconcepto de ser un bastardo criado en un hogar de raza mixta, con todo el rechazo social que desgraciadamente le acompaña.

  • ¿Cómo se sentiría con respecto a su persona? 
  • ¿Aceptaría fácilmente el hecho de ser un santo que peca, o se vería como un pecador desgraciado? 
  • ¿Andaría en la luz, tendría comunión con otros creyentes y hablaría la verdad con amor? 
  • ¿O viviría una vida solitaria, muerto del susto pensando que alguien se va a dar cuenta de lo que realmente le sucedería por dentro? 
Tal es el caso de la siguiente historia.
*     *     *
La historia de Doug
Papá nunca me llamó «hijo».
Mi madre no estaba casada cuando nací, pero a los dos años se casó con un negro. Era una persona decente, pero nunca me llamó «hijo» ni jamás me dijo que me amaba. Cada vez que íba a algún lado con ambos padres era obvio que yo no era producto de su matrimonio y a veces me llamaban «el chiquillo de Sambo».
  • Cuando tenía edad preescolar, una mujer que me Cuidaba me llevó a su apartamento e hizo juegos sexuales conmigo. 
  • En los años siguientes realicé experimentación sexual con otros niños, 
  • fui explotado sexualmente por muchachas y muchachos mayores y finalmente 
  • fui violado por jóvenes.
Comprendía que mi identidad era «bastardo»: alguien que no había sido planeado ni deseado, un accidente. Muy pronto percibí que mis ansias de amor y de aceptación posiblemente se podrían satisfacer a través del sexo, y que al ofrecerle satisfacción a otros por medio del sexo, podría mostrarles que mi amor no era egoísta. Por tanto, el sexo llegó a ser una obsesión y con el tiempo me llevó a la perversión.

Traté muchísimo de lograr los aplausos y la aprobación también de parte del mundo «correcto», y gané muchos premios y honores en la escuela. Pero mi autoimagen estaba en cero y nadie ni nada parecía ayudarme. A los dieciséis años de edad me volví suicida.

Entonces un verano fui a un campamento y conocí personas que parecían quererme genuinamente. Allí me enteré del amor de Jesús por mí. La promesa de obtener ese amor, combinado con el enorme disgusto por mi persona, me condujo a recibirlo a Él como mi Salvador. En esa época ya sabía que mi estilo de vida era malo y que debía abandonarlo, pero lo había fijado durante años y me parecía que no tenía el poder para cambiar.

Sin embargo, me propuse seguir a Cristo, orando que de alguna manera milagrosa me transformara un día en la persona que ansiaba ser. Me preparé para el ministerio, me gradué y luego me puse a trabajar con ahínco. Creo que parte de lo que me motivaba a trabajar en el ministerio fue darme a otros con el fin de que a cambio, me amaran a mí.
Desde el principio, nuestra relación matrimonial estaba perdida.
Al cabo de unos cuantos años me casé con una mujer maravillosa. Desde el principio nuestra relación matrimonial estaba perdida por la invasión de imágenes masculinas; mi propia perversión en el pasado destruyó toda posibilidad de tener una vida sexual saludable. 

Constantemente luchaba por no retroceder a las formas anteriores de sexo ilícito. Recurrí a la masturbación, cosa que consideraba sexo «protegido» dado que así podía controlar mi ambiente.

Mi esposa siempre me fue leal, pero definitivamente sentía que algo andaba mal. No fue sino hasta que cumplimos diez años de casados que finalmente le conté un poco respecto a mi problema. Esa noticia fue muy dolorosa para ella, pero a la vez sintió alivio de conocer al fin la verdad.

Escuchaba conferenciante tras conferenciante hablar de la victoria en Jesús y yo pensaba: Eso es bueno para el que no tiene un pasado como el mío. A otros les dará resultados, pero no a mí. Simplemente voy a tener que vivir con mi pecado. Más adelante tendré el cielo, pero por ahora debo lidiar con las realidades de mi pasado. Sentía que estaba encadenado en una horrible identidad; era una esclavitud muy pesada.
Si me suicidara, esperaba que pareciera un accidente.
Desarrollé un plan de contingencias en caso de que alguien se enterara de que había sido «homosexual» o bisexual. Conduciría mi auto contra un camión de transporte. Por años estuve preparando el camino contándole a la gente que me daba muchísimo sueño tras el volante y tenía que comer algo para mantenerme despierto. Si tuviera que suicidarme, esperaba que pareciera un accidente para que a mi familia le dieran dinero del seguro.

Una noche, en un grupo de terapia, me hipnotizaron y conté algo de mi problema; más de lo que debí. Salí con el estímulo del grupo, pero no me sentí bien por lo que les había contado. De regreso a casa busqué uno de esos camiones por la carretera solitaria, decidido a terminar con mi vida, pero no apareció ninguno. Apenas metí el auto en la entrada de la casa, mis hijos salieron corriendo a recibirme y su aceptación y amor fue tan maravilloso que rápidamente volví a la realidad.
Di el paso para alejarme de mi prisión de autocompasión.
Luego de algunos fracasos en el ministerio, pedí consejos a unos hermanos cristianos mayores. Uno de ellos me dijo: «Te oigo decir que te esfuerzas tratando de comprobar que eres digno». Esa fue una verdad muy dura e inmediatamente me metí en mi patrón «autocompasivo» diciendo: «Señor, nunca ha habido una persona más rechazada que yo». Entonces fue como si Dios hubiera hablado en voz alta a mi mente diciendo: «Al único a quien le di la espalda fue a mi propio Hijo, quien llevó tus pecados en la cruz». Ese fue un paso hacia la recuperación, de alejarme de mi prisión de autocompasión.

Poco a poco hubo crecimiento. Dios me estaba ayudando a ver las cosas desde una perspectiva distinta y ya mis pasiones no me controlaban tanto. Pero me seguía molestando la realidad de que nuestra relación matrimonial no era todo lo que debía ser.
En una escala de diez, las tentaciones en mi vida mental bajaron a dos.
Tuve la oportunidad de sentarme bajo la enseñanza de Neil y de oírlo hablar del conflicto espiritual. Aprendí algunas dimensiones nuevas sobre la resistencia a Satanás y, en una escala de diez, las tentaciones en mi vida mental bajaron a dos. Mi vida de oración llegó a ser más vibrante e intensa. Mi necesidad de sentir autogratificación sexual que había tenido durante veinticinco años disminuyó hasta tal punto que se eliminó totalmente.

Al fin encontré que podía tener una relación normal con mi esposa sin que pasara por mi mente un video de otros imponiéndose sexualmente sobre mí. Fue algo sano y bello. Todos esos cambios sucedieron sin que yo los persiguiera. Me senté a aprender de Neil y el Señor hizo lo demás.
Pensaba que como único se acaba con el pecado es destruyendo al pecador.
Entonces surgieron algunas dificultades y me di cuenta de que estaba sufriendo un ataque y que debía reforzar lo aprendido. La verdad que me había ayudado de maneras distintas fue quién era yo en Cristo, definido por mi Salvador y no por mi pecado. 

En Romanos pude ver la diferencia entre quién soy y mi actividad: «Y si hago lo que yo no quiero, ya no lo llevo a cabo yo, sino el pecado que mora en mí» (Romanos 7:20). Al fin pude separar el verdadero yo de mis acciones. 

La razón por la que en todos esos años había sentido tendencias al suicidio fue porque creía que como único acabaría con el pecado era destruyendo al pecador. Todavía sufría una lucha constante entre la autoridad de mis experiencias contra la autoridad de las Escrituras, pero al escoger la verdad y hacerle frente a las mentiras de Satanás empecé a experimentar mi verdadera identidad.

Pude aprovecharme de la ayuda que me dio Neil cuando hablé en un congreso eclesiástico de fin de semana. Después de la última sesión hubo un rato de testimonios en que la gente empezó a confesar sus faltas unos a otros, como un miniavivamiento. Nunca había visto algo así; fue una experiencia bellísima.

Pero mientras hablaba en ese congreso sobre el conflicto espiritual, a cientos de millas de distancia, mi esposa pasó un susto por manifestaciones demoníacas en nuestra casa. Tuvo que llamar a nuestros amigos para que la apoyaran y oraran por ella. Esto llegó a ser una pauta que continuó por un período.

En el lado positivo, por medio de nuestro ministerio las personas se liberaban de ataduras que las habían esclavizado por años. Las víctimas de abuso que habían tenido relaciones desequilibradas recibían restauración en sus matrimonios y los pastores se liberaban de problemas que paralizaban a sus ministerios. A la vez nos vimos hostigados por Satanás y agotados por un horario abarrotado.
Durante esa opresión hubo una oleada de pensamientos perversos.
Ahora que reflexiono sobre la vez en que había planeado quitarme la vida pero que al llegar a casa encontré a mis hijos en la entrada, me doy cuenta de que muchos de mis recuerdos del pasado se habían bloqueados, misericordiosamente. Sin embargo, durante la opresión demoníaca que vino después, hubo escenas retrospectivas de conducta depravada y oleadas de pensamientos perversos. Luego habría un torrente de pensamientos autodestructivos en los que el suicidio era de nuevo la salida más fácil para toda la presión que experimentábamos.

Entraba y salía de la realidad sin poder controlarlo. Me dio miedo volverme loco. Me despertaba a medianoche sudando por haber soñado con horrores increíbles como matar a mis seres queridos y colocar sus cadáveres en bolsas transparentes.

Hablé de este ataque con mis hermanos en Cristo y hubo un apoyo masivo en oración. Estaba muy débil y vulnerable, y necesitaba el apoyo de la oración por parte del pueblo de Dios para quitarme de encima esa arremetida de depresión demoníaca. Finalmente se fue, y de nuevo pude pensar con objetividad y espiritualidad sobre los asuntos.
La fortaleza que tengo hoy se debe a que no estoy solo.
Por la experiencia me he convencido de que nadie es tan fuerte que pueda mantenerse solo. Tengo una esposa que ora por mí, un grupo de apoyo de hombres con quienes me reúno una vez por semana, un estudio bíblico en la iglesia, y amigos dedicados y seres queridos. Todos necesitamos un cuerpo de creyentes para animarnos, gente que con nosotros enfrente los ataques del enemigo.

Anticipo con gozo los retos futuros. Nuestro ministerio continúa. Mi esposa y yo todavía estamos resolviendo algunos asuntos en nuestro matrimonio que no se habían solucionado totalmente, pero no hay nada allí que Dios no pueda sanar. Mi aceptación de Él es mi mayor fortaleza. Gracias a su amor incondicional no tengo que probar que soy digno. No hay nada que pueda hacer para aumentar su indiscutible amor por mí.

Donde antes llevaba la etiqueta de «bastardo», Colosenses me indica que en Cristo somos elegidos, amados y santos. Estas son las nuevas etiquetas que luzco, y que establecen mi identidad.
Dios dice que Él me escogió y no precisamente como el último del grupo.
Cuando era niño y otros escogían a los miembros de los equipos de béisbol, me parecía que escogían a todo el mundo antes que a mí. Era como si yo fuera una desventaja para el equipo que me escogiera. Pero Dios dice que Él me escogió y no fue precisamente como el último del grupo.

Recientemente pude tomar la mano de papá y decirle que no ha habido momento en que lo amara más que ahora, ni que estuviera más orgulloso de él que ahora. Se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: «No creí jamás que te importaba. Nunca supe que yo era tan importante para ti». Me acercó a él, me estrechó en sus brazos y me dijo por primera vez: «Hijo, te amo».
¡Cómo penetró eso en las profundidades de mi corazón!

Dios tiene el ministerio de reparar nuestras vidas. Nos está cambiando a su semejanza. Está uniendo todas las piezas separadas, tocando todas las relaciones entre padre e hijo, esposo y esposa. Ha empezado la buena obra y la continuará hasta que estemos delante de él, completos en Cristo.
*     *     *
¿Dónde está su identidad?
Hay muchas maneras enfermizas de identificarnos, y el hacerlo de acuerdo al color de nuestra piel o al estigma conectado con nuestro nacimiento es la más enfermiza. Si tuviéramos sólo una herencia física, tendría sentido tomar nuestra identidad del mundo natural. Pero tenemos también una herencia espiritual.

Repetidas veces Pablo amonesta a la iglesia para que se despoje del viejo hombre y se vista del hombre nuevo: «El cual se renueva para un pleno conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó. Aquí no hay griego ni judío, circuncisión ni incircunsición, bárbaro ni escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es todo y en todos» (Colosenses 3:10, 11). En otras palabras, deje de identificarse por la raza, religión, cultura y sociedad. ¡Encuentre su identidad común en Cristo!
La esclavitud del pecado
Todo aquel que amontone más condenación sobre este pastor o sobre cualquiera que lucha así, ayuda al diablo y no a Dios. El diablo es el adversario, Jesús nuestro abogado. No hay nada que quiera más la gente atrapada por el pecado sexual que ser libres.
Ningún pastor en sus cinco sentidos botaría su ministerio por una noche de placer, sin embargo, muchos lo hacen. ¿Por qué? ¿Podremos ser siervos de Cristo y a la vez cautivos del pecado? Tristemente, hay muchos que viven como siervos en ambos reinos, habiendo recibido libertad del reino de las tinieblas y trasladados al reino del Hijo amado de Dios. Aun cuando ya no estemos en la carne por estar en Cristo, todavía podemos andar (vivir) de acuerdo a la carne, si así lo decidimos. Y la primera obra de la carne enumerada en Gálatas 5:19 es la inmoralidad (fornicación).

Hice una encuesta del cuerpo estudiantil de un seminario y me di cuenta que 60% se sentía culpable por su moralidad sexual. El otro 40% estaba probablemente en varias etapas de negación. Todo cristiano legítimo anhelaría ser sexualmente libre. El problema es que los pecados sexuales son únicos en su resistencia al tratamiento convencional. En todo caso, sí se puede lograr la libertad. Permítame establecer una base teológica para la libertad y luego sugerir algunos pasos prácticos que debemos tomar.
Dos elementos fundamentales
Si tuviera que resumir las dos funciones imprescindibles que deben ocurrir para que un creyente sea liberado y mantenga esa libertad, diría: «Primero, actúe. Haga algo respecto a la disposición neutra de su cuerpo físico, entregándolo a Dios. Segundo, sea vencedor en la batalla por su mente, programándola de nuevo con la verdad de la Palabra de Dios». Pablo resumió ambas funciones en Romanos 12:1, 2:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
En este capítulo quiero discutir el asunto del pecado sexual habitual en su relación con el cuerpo físico. En el siguiente capítulo trataré el tema de la batalla por nuestra mente en relación a las ataduras sexuales.

En Romanos 6:12 se nos amonesta que no dejemos que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales para obedecer sus malos deseos. Esa es nuestra responsabilidad: no dejar que el pecado reine en nuestros miembros. Lo difícil es que la fuente de los conflictos son «vuestras mismas pasiones que combaten en vuestros miembros» (Santiago 4:1).
Muertos al pecado
En Romanos 6:6, 7 encontrará el concepto básico que debemos entender para no dejar que el pecado reine en nuestros cuerpos: «Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado». A menudo pregunto en una conferencia: «¿Cuántos han muerto con Cristo?» Todo el mundo levanta sus manos y luego pregunto: «¿Cuántos son libres del pecado?» Debería haber el mismo número de manos, o si no, esta gente tiene un problema con las Escrituras.

Cuando fracasamos en nuestro andar cristiano es común razonar: «¿Qué experiencia debo tener para vivir como si llevara la muerte de Cristo?» La única experiencia necesaria fue la que Cristo tuvo en la cruz. Muchos tratan una y otra vez de hacer morir al viejo ser (hombre) y no pueden. ¿Por qué no? ¡Porque el viejo ser ya murió! No se puede volver a hacer lo que ya Cristo hizo por usted. La mayoría de los cristianos tratan desesperadamente de convertirse en lo que ya son. Recibimos a Cristo por la fe … andamos por la fe … somos justificados por la fe … y también somos santificados por la fe.

Sin embargo, en mi propia experiencia muchas veces no me siento muerto al pecado. Muy a menudo me siento vivo al pecado y muerto a Cristo, aun cuando se nos amonesta «vosotros, considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios en Cristo Jesús» (Romanos 6:11). Es importante reconocer que tomar esto como cierto lo hace cierto. Lo tomamos como cierto porque es cierto. 

Creer algo no lo convierte en la verdad. Es verdad; por tanto, lo creo. Y cuando decidimos caminar por fe de acuerdo a lo que afirman las Escrituras, termina siendo la verdad en nuestra experiencia. Así que, para resumir: Usted no puede morir al pecado porque ya murió al pecado. Decida creer esa verdad y andar en ella por la fe, entonces el resultado de estar muerto al pecado se va desarrollando en su experiencia.

De manera similar, no sirvo al Señor para lograr su aprobación. Soy aprobado por Dios; por tanto, le sirvo. No trato de vivir en rectitud con la esperanza de que algún día Él me ame. Vivo con rectitud porque ya Él me ama. No trabajo en su viña tratando de ganarme su aceptación. Soy aceptado en el Amado; por tanto, le sirvo con muchísimo gusto.
Vivamos libres
Cuando el pecado hace su llamado, yo digo: «No tengo que pecar porque ya he sido librado de las tinieblas y ahora estoy vivo en Cristo. Satanás, tú no tienes ninguna relación conmigo y ya no estoy bajo autoridad». El pecado no ha muerto. Sigue siendo fuerte y atractivo, pero ya no estoy bajo su autoridad y no tengo ninguna relación con el reino de las tinieblas. Romanos 8:1, 2 ayuda a aclarar el asunto: «Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte».

¿Estará funcionando todavía la ley del pecado y de la muerte? Sí, y se aplica a todo el que no esté en Cristo, a los que no lo han recibido en sus vidas como su Salvador. También está en efecto para cristianos que han decidido vivir de acuerdo a la carne. En el mundo natural podemos volar si vencemos la ley de la gravedad con una ley superior. Pero en el momento que desconectamos esa potencia superior, perdemos nuestra altura.

Así es con nuestra vida cristiana. La ley del pecado y de la muerte se reemplazó por una potencia superior: la resurrección de Cristo. Pero caeremos el momento en que dejemos de andar en el Espíritu y de vivir por la fe. Así que: «Vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis provisión para satisfacer los malos deseos de la carne» (Romanos 13:14). Satanás no puede hacer nada respecto a nuestra posición en Cristo, pero si logra que creamos lo que no es cierto, viviremos como si no fuera cierto, aun cuando lo sea.
Nuestros cuerpos mortales
En Romanos 6:12 se nos advierte que no dejemos que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales, luego el versículo 13 nos da la percepción de cómo lograrlo: «Ni tampoco (sigáis presentando) vuestros miembros al pecado, como instrumentos de injusticia; sino más bien presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia». Nuestros cuerpos son como un instrumento que se puede usar para el bien o para el mal. No son malos sino mortales, y todo lo mortal es corruptible.

Pero para el cristiano existe la maravillosa anticipación de la resurrección cuando recibiremos un cuerpo imperecedero como el de nuestro Señor (1 Corintios 15:35ss). Pero hasta entonces tenemos un cuerpo mortal, que puede estar al servicio del pecado como instrumento de iniquidad o al servicio de Dios como instrumento de justicia.

Obviamente, es imposible cometer un pecado sexual sin usar nuestro cuerpo como instrumento de iniquidad. Cuando lo hacemos, permitimos que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal y obedecemos las pasiones de la carne en vez de ser obedientes a Dios.


Personalmente, creo que la palabra pecado en Romanos 6:12 se personifica en referencia a la persona de Satanás: «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus malos deseos». Satanás es pecado: el compendio del mal, el príncipe de las tinieblas, el padre de las mentiras. Me sería demasiado difícil entender cómo un simple principio, y no una influencia malévola personal, pudiera reinar en mi cuerpo mortal de tal forma que yo no tuviera ningún control sobre el mismo.

Aun más difícil de entender es cómo echar un principio de mi cuerpo. Pablo dice: «Parece que la vida es así, que cuando quiero hacer lo recto, inevitablemente hago lo malo» (Romanos 7:21, La Biblia al día). Lo que está presente en mí es el mal (la persona, no el principio) y es así porque en algún momento usé mi cuerpo como instrumento de iniquidad.

Pablo concluye con la promesa victoriosa de que no tenemos que permanecer en este estado de iniquidad: «¿Quién me libertará de la esclavitud de esta mortal naturaleza pecadora? ¡Gracias a Dios que Cristo lo ha logrado!» (Romanos 7:24, 25, La Biblia al día). ¡Jesús nos dará libertad!
Pecamos con nuestros cuerpos
1 Corintios 6:15–20 define la relación vital entre el pecado sexual y el uso de nuestros cuerpos:
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera! ¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une con el Señor, un solo espíritu es. 
Huid de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.
Todo creyente está en Cristo y es miembro de su cuerpo. Unir mi cuerpo con una prostituta sería usar mi cuerpo para pecar, en vez de usarlo como un miembro del cuerpo de Cristo: la iglesia. «El cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1 Corintios 6:13). Si está unido al Señor en Cristo, ¿se imagina el torbellino interno que resultaría si a la vez está unido físicamente con una prostituta? Esa unión crea una atadura impía que se opone a la unión espiritual que tenemos en Cristo. La esclavitud que viene como resultado de esa unión es tan tremenda que Pablo nos advierte: «Huid de la inmoralidad sexual». ¡Salga corriendo!

Los pecados sexuales forman una categoría aparte, ya que todos los demás pecados están fuera del cuerpo. Podemos ser creativos en la manera de arreglar, organizar o usar de otra manera lo que Dios ha creado, pero no podemos crear algo espontáneamente de la nada como sólo Dios puede hacer. La procreación es el único acto creativo en que el Creador permite que el hombre participe, y Dios ofrece instrucción muy detallada de cómo debemos vigilar el proceso de traer a este mundo otras vidas. Limita el sexo a un acto íntimo del matrimonio, exige que el lazo matrimonial dure hasta que la muerte los separe y encarga a los padres proporcionar un ambiente que fomente la crianza de los niños en el conocimiento del Señor.
La perversión satánica
Cualquiera que haya ayudado a las víctimas a salir del abuso ritual satánico sabe cuan profundamente Satanás viola las normas de Dios. Esos rituales son las orgías sexuales más repugnantes que jamás su mente se atrevería a imaginar. 
No es el sexo como lo entendería un humano normal. Por el contrario, es la explotación más desgarradora, obscena y violenta de otro ser humano que usted pueda imaginar. Violan y torturan a los niñitos. El clímax para un satanista es sacrificar a alguna víctima inocente en el momento del orgasmo. 
La palabra «enfermizo» no puede describir con justicia el abuso. La «maldad absoluta» y la «iniquidad total» describen mejor el increíble envilecimiento de Satanás y de sus legiones de demonios. Si Satanás apareciera como es en nuestra presencia ¡creo que sería un noventa por ciento de órgano sexual!

Los satanistas tienen ciertos reproductores escogidos para desarrollar una «super» raza satánica que según ellos gobernará este mundo. A otros reproductores se les exige que traigan sus crías o fetos abortados para sacrificarlos. 

Satanás hará todo lo que pueda para establecer su reino, mientras que a la vez intenta pervertir la descendencia del pueblo de Dios. Con razón los pecados sexuales son tan repugnantes para Dios. Usar nuestros cuerpos como instrumento de iniquidad permite que Satanás reine en nuestros cuerpos mortales. Hemos sido comprados con un precio, hemos de glorificar a Dios en nuestros cuerpos. En otras palabras, debemos manifestar la presencia de Dios en nuestras vidas conforme producimos fruto para su gloria.
El comportamiento homosexual
Si bien la homosexualidad es una fortaleza que va en aumento en nuestra cultura, no existe tal cosa como un homosexual. Considerarse homosexual es creer una mentira, porque Dios nos creó varón y hembra. Sólo existe el comportamiento homosexual, y normalmente esa conducta fue desarrollada en la primera infancia y fue reforzada por el padre de las mentiras. Cada persona a quien he aconsejado y que lucha contra las tendencias homosexuales ha tenido una fortaleza o atadura espiritual importante, algún aspecto de su vida donde Satanás tiene pleno control.

Pero no creo en un demonio específico de homosexualidad. Esa mentalidad nos tendría echando fuera ese demonio y entonces la persona estaría totalmente liberada de futuros pensamientos y problemas. No conozco ningún caso así, aunque no podría presumir de limitar a Dios de realizar semejante milagro. Sin embargo, he ayudado a muchísima gente atada por la homosexualidad, a encontrar su libertad en Cristo y la he dirigido hacia una nueva identidad en Él y a la comprensión de cómo resistir a Satanás en esta área.

Los que se ven cautivos por el comportamiento homosexual luchan contra toda una vida de malas relaciones, de hogares desajustados y de confusión de papeles. Sus emociones han sido atadas al pasado y se lleva tiempo establecer una nueva identidad en Cristo. Típicamente pasan por un arduo proceso de renovación de mentes, pensamientos y experiencias. En la medida en que lo hacen, sus emociones finalmente se conforman a la verdad que ahora han llegado a creer.

Los gritos proferidos desde el púlpito diciendo que los homosexuales tienen el infierno como su destino, sólo desespera más a los que luchan con ese problema. Los padres autoritarios que no saben amar contribuyen a una mala orientación de su hijo y los mensajes de condena refuerzan una autoimagen ya dañada.

No me malentienda. Las Escrituras condenan claramente la práctica de la homosexualidad, así como de todas las demás formas de fornicación. Pero imagínese lo que debe ser padecer sentimientos homosexuales que uno ni siquiera pidió, para luego saber que Dios le condena por ello. 

Como resultado, muchos quieren creer que Dios los creó así, mientras que los homosexuales militantes tratan de comprobar que su estilo de vida es una alternativa legítima a la heterosexualidad, y se oponen violentamente a los cristianos conservadores que dicen otra cosa.

A los que batallan contra las tendencias homosexuales, debemos ayudarlos a establecer una nueva identidad en Cristo. Hasta los consejeros seculares saben que la identidad es un asunto clave en la recuperación. ¡Cuánto mayor no será el potencial de los cristianos para ayudar a esta gente, ya que tenemos un evangelio que nos libera de nuestro pasado y nos establece en Cristo! 

Así que, como consejero pido a las personas atrapadas por la homosexualidad que profesen su identidad en Cristo. También les pido que renuncien a la mentira de que son homosexuales y que declaren la verdad de que son hombres y mujeres. Algunos quizás no tengan una transformación inmediata, pero su declaración pública los coloca en el camino de la verdad, de ahí en adelante pueden decidirse a continuar o no en él.
La salida de la atadura sexual
¿Qué puede hacer uno cuando está esclavizado sexualmente? 
  • Primero, sepa que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Despreciarse a uno mismo o a los demás no resuelve esta atadura. La acusación es una de las tretas de Satanás. Además, el suicidio definitivamente no es el medio que Dios tiene para liberarlo.
  • Segundo, siéntese solo, o con una amistad de mucha confianza, y pídale al Señor que le revele a su mente todas las veces que usó su cuerpo como instrumento de iniquidad, incluyendo cada pecado sexual.
  • Tercero, responda verbalmente a cada ofensa conforme la recuerde, diciendo: «Confieso (el pecado que sea) y renuncio ese uso de mi cuerpo». Un pastor me dijo que una tarde pasó tres horas solo y fue totalmente purificado después. Las tentaciones todavía se presentan, pero se ha destruido su poder. Ahora tiene la posibilidad de decirle «no» al pecado. Si usted cree que este proceso podría durar demasiado tiempo, ¡trate de no hacerlo y verá lo larga que le parecerá el resto de una vida arrastrándose en medio de la derrota! Tómese un día, dos días o una semana si es necesario.
  • Cuarto, cuando haya terminado de confesar y de renunciar, diga lo siguiente: «Me comprometo ahora con el Señor y mi cuerpo como instrumento de rectitud. Te presento mi cuerpo como sacrificio vivo y santo a Dios. Te ordeno, Satanás, que te vayas de mi presencia y a ti, Padre celestial, te pido que me llenes de tu Espíritu Santo». Si es casado, diga también: «Reservo el uso sexual de mi cuerpo sólo para mi cónyuge, de acuerdo a 1 Corintios 7:1–5».
  • Por último, decida creer la verdad de que está vivo en Cristo y muerto al pecado. Habrá muchas ocasiones en que la tentación podrá ser arrolladura, pero tiene que declarar su posición en Cristo en el primer momento en que esté consciente del peligro. Diga con autoridad que ya no tiene que pecar, porque está en Cristo. Luego viva por la fe de acuerdo a lo que Dios dice que es verdad.
Echar de mi cuerpo el pecado es la mitad de la batalla. Renovar mi mente es la otra mitad. Los pecados sexuales y las prácticas de ver pornografía tienen la mala costumbre de quedarse dentro del banco de su memoria por mucho más tiempo que otras imágenes. Ser liberado es una cosa; mantenerse libre es otra. 
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