lunes, 11 de abril de 2016

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




CRISIS EN PERSONAS
Trabajando con la desesperación 
¿Qué es una crisis?
La Palabra de Dios describe a muchos seres humanos en estado de crisis. Pablo es uno de ellos.
Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» El dijo: «¿Quién eres, Señor?» Y le dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.» Él, temblando y temeroso, dijo: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» Y el Señor le dijo: «Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.» Y los hombres que iban de camino con él, se pararon atónitos, oyendo en verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, le metieron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió … (Hch. 9:1–9).
Éste es uno de los relatos más famosos de conversión religiosa, y frecuentemente una conversión puede desembocar en una crisis. El caso de Pablo es un ejemplo excelente de algunas de las características de la crisis. Esta experiencia afectó a Pablo en muchas formas. 
Le afectó físicamente, porque no podía ver y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad. 
Le afectó espiritualmente, porque pasó a ser un creyente; e invirtió toda la pauta de su actitud frente a los cristianos. 
Le afectó mental y emocionalmente, porque no comió ni bebió en tres días. 
Su conversión causó una crisis, en cuyo punto culminante Pablo cambió el curso de su vida, en este caso para mejoría.

Hemos hablado mucho sobre la palabra crisis, pero para ministrar propiamente a otros, nosotros hemos de llegar a comprender bien lo que significa la palabra. 

El diccionario de Webster define crisis como un «momento crucial» y «un punto de cambio en el curso de algo». Este término es usado con frecuencia para indicar la reacción interna de una persona ante una amenaza o riesgo externo. 

Una crisis generalmente implica la pérdida temporal de la facultad de reaccionar o hacer frente a las cosas, con la suposición de que esta alteración de la función emocional es reversible. 

Si una persona hace frente de modo efectivo a la amenaza, supera la crisis y vuelve al nivel previo en que funcionaba.

El carácter o signo de escritura que usan los chinos para indicar una crisis está hecho de dos símbolos: el uno es la pérdida de la esperanza, y el otro el de la oportunidad. Cuando un médico habla de crisis, está hablando del momento en el curso de una enfermedad en que se produce un cambio, para bien o para mal.

Cuando algunos consejeros hablan de una crisis matrimonial, están hablando de puntos cruciales en que el matrimonio puede ir en una dirección u otra: puede avanzar hacia el fortalecimiento, enriquecimiento o mejora, o bien pasar a la insatisfacción, el dolor y, en algunos casos, a la disolución.

Cuando una persona pierde el equilibrio como resultado de un suceso, se dice que experimenta una crisis. El término es usado, con frecuencia, de modo erróneo. Se aplica de manera incorrecta a las molestias o inconvenientes cotidianos. Los términos stress y tensión se utilizan de modo indiscriminado, pero esto es incorrecto, como veremos más adelante.

Una crisis puede ser el resultado de uno o más factores. 

En ocasiones puede ser un problema que ha crecido de modo desproporcionado y abrumador, como la muerte de un hijo. 

En otros casos no es un problema serio, y serio sin importancia para la mayoría de las personas, pero que para una persona determinada adquiere un significado especial y se convierte en algo agobiante. 

Normalmente porque se produce en un momento de vulnerabilidad especial, o cuando la persona no está preparada. Para una persona normal el problema resultante de haberse atascado un fregadero se resuelve sin grandes apuros. Pero cuando la persona se halla en un estado de tensión, puede convertirse en un verdadero drama. Cuando los mecanismos de respuesta del individuo son anormales, no funcionan bien o no tiene el apoyo de otros a quienes necesita, un simple grano puede convertirse en una montaña.

Las crisis no son siempre malas o dañinas. Más bien actúan como punto de giro o gozne en la vida de una persona. Por tanto, pueden significar una oportunidad lo mismo que un peligro. Cuando la persona busca métodos para hacer frente a una situación, puede inclinarse hacia caminos de destrucción, pero puede también descubrir caminos y métodos nuevos y mejores que los que antes tenía a su disposición.
elementos comunes en una crisis
El primer elemento es el suceso o hecho que genera el problema
Es la razón que desencadena una reacción de sucesos que culminan en crisis.
  • Una esposa joven que se preparó para una carrera durante siete años, descubre de pronto que está embarazada. 
  • Un joven atleta que ha estado entrenando durante sus años de estudio a fin de ser seleccionado por los profesionales, se fractura un tobillo durante una excursión a una montaña. 
  • Un viudo que tiene cinco hijos pequeños pierde el empleo en una profesión muy especializada. 
Todas estas personas comparten algo en común: El motivo causante de la crisis. Algo que es importante que los que les ayudan sean capaces de identificar desde el primer momento.

El segundo elemento es el estado vulnerable

Ninguno de estos sucesos conduce por sí mismo a la crisis. Para que esto suceda, la persona ha de ser vulnerable. 
  • El simple hecho de pasarse dos noches sin dormir puede hacer a una persona vulnerable a una situación que de otro modo habría resuelto sin dificultad. 
  • El estar enfermo o deprimido rebaja los mecanismos de defensa. Recientemente hablé con una mujer que quería ceder a su hijo adoptado, cerrar su negocio y dejarlo todo. Había perdido al marido y estaba deprimida por la amenaza de otra pérdida en su vida. Le pedí que no tomara ninguna decisión durante el período de depresión, puesto que estas decisiones suelen ser lamentadas más tarde.
El tercer elemento es el factor precipitante

Dicho de otra forma: «la gota que hace rebosar la copa». Algunas personas se defienden bien durante un período de pérdida o de sufrimiento extremo, pero se desmoronan por haber roto un plato o dejar caer un vaso. Ésta es la gota final, pero en realidad la reacción y las lágrimas son respuesta a otra razón o pérdida más seria.

El cuarto y último elemento es ya el estado de crisis activa

Cuando la persona no puede sostener más la situación, estalla la crisis. 
Hay varias indicaciones de este estado:
1.     Síntomas de tensión o «stress» psicológicos, físicos —o los dos—. 
     Éstos pueden incluir depresión, dolores de cabeza, ansiedad, úlceras. Siempre hay algún tipo de malestar extremo.

2.     Una actitud de pánico o de derrota. 
      La persona puede considerar que ya ha intentado todo lo que se puede hacer y que no hay nada que dé resultado. Por tanto, se considera un fracasado: está derrotado, abrumado, impotente. 
      
     A esto tiene dos formas de responder: 
  •      una es el nerviosismo y agitación extrema que le llevan a actuar en formas que no producen ningún resultado positivo. Éstas incluyen el andar desasosegado de acá para allá, beber, tomar drogas, conducir a velocidades excesivas o entrar en reyertas y peleas. 
  •      La otra forma de responder es volverse apático. Un ejemplo es dormir en exceso.

3.      Una necesidad extrema de ayuda
     «¡Sacadme de esta situación!», es lo que pide y suplica. Quiere alivio al dolor de la tensión. No está en condiciones de resolver el problema de forma racional. Algunas personas en crisis puede parecer que se hallan en estado de estupor o responden de forma estrafalaria. Otras se muestran frenéticas en sus esfuerzos y van a otros en busca de ayuda, hasta el punto de hacerse dependientes de otros en exceso, tratando que les ayuden a resolver su dilema.

4.      Una disminución en la eficiencia. 
     La persona en una crisis activa puede seguir funcionando con aparente normalidad, pero en vez de responder con un 100 % de eficiencia responde sólo con un 60 %. Cuanto mayor es la amenaza según la evaluación de la situación por parte del individuo, menos efectivas serán sus respuestas y recursos. Pueden darse cuenta de esto, lo cual contribuye a desanimarles más aún.
La forma en que se evalúa la situación es una parte importante del curso de la crisis. La evaluación es lo que la gente «hace» del suceso. Toda persona tiene su forma propia de percibir o reaccionar ante un suceso. 
Las creencias, ideas, expectativas y percepciones de una persona contribuyen todas ellas a evaluar una situación como de crisis o no de crisis. Es importante que al ayudar a las personas procures que vean y juzguen el suceso con sus propios ojos y no con los tuyos. 
La muerte de un amigo íntimo, por ejemplo, es evaluada desde varios puntos de vista: 
  • lo íntima que era la relación, 
  • con qué frecuencia se hallaban en contacto, 
  • cómo ha respondido la persona a otras pérdidas, y 
  • cuántas pérdidas ha sufrido recientemente. 
Una viuda cuya vida era dependiente y estaba envuelta íntimamente en la de su marido, considera su pérdida de modo muy diferente que un amigo íntimo, un socio en los negocios o uno de los tíos a quien el marido había visto sólo una vez en los últimos cinco años.

El sentimiento de pérdida es una de las causas más frecuentes generadoras de crisis. Incluso un ascenso en el empleo puede causar una sensación de pérdida que precipita una crisis. 

Juan se llevaba bien y disfrutaba con la camaradería de los otros vendedores en su agencia de venta de coches. Fue ascendido a gerente de ventas. Esto le dio más categoría, más dinero, pero cambió sus relaciones. Ya no se encontraba en el mismo nivel que los vendedores. En realidad ahora tenía que presionarles para que aumentara su cuota de ventas. A Juan esto no le gustaba y acabó tan insatisfecho que entró en crisis, dejando de ir al trabajo por hallarse enfermo y, de este modo, evitar conflictos.
Evaluación y equilibrio de factores
Hay quien cree que un problema no desemboca en crisis a menos que haya deficiencias de uno o más factores en el equilibrio de la vida de una persona. 
El principal de estos factores es una percepción adecuada: la forma en que ve el problema y el significado que tiene para ella. 
Si su hija se divorcia, los padres pueden considerar que es la tragedia mayor en su vida y un fallo negativo como padres de su propia capacidad educativa demostrada en la crianza de la hija. Otros padres, sin embargo, en situación similar, no verán el mismo hecho, ni del mismo modo.

Un segundo factor de equilibrio es disfrutar de un número suficiente de amistades. 

Esto implica tener un grupo de amigos, parientes o conocidos que pueden dar apoyo durante el problema. Es aquí que el Cuerpo de Cristo tiene el potencial de ser uno de los mayores grupos de apoyo a disposición, si se le hace actuar de modo adecuado respecto a la persona en necesidad.

Un tercer factor de equilibrio son los mecanismos de defensa sobre los que todos nos apoyamos. 

Si éstos no funcionan bien o si dejan de responder, puede generarse una crisis.

 Estos mecanismos implican: 
  • racionalización, 
  • negación, 
  • hallar nueva información en un libro, 
  • orar, 
  • leer las Escrituras y así sucesivamente. 
Cuanto mayor es el número y la diversidad de los mecanismos de defensa, menos probable es que una persona experimente una crisis.

El factor final es la duración limitada
Las personas no pueden permanecer en un estado de crisis durante un período muy extendido. Hay que hacer algo y es necesaria alguna decisión al respecto. 

La experiencia y la investigación indican el hecho de que una crisis termina y el equilibrio se restaura dentro de un máximo de seis semanas. 

Es posible que el equilibrio sea diferente de antes, pero por lo menos se alcanza de nuevo algún tipo de equilibrio.

Algunas veces el momento más apropiado para ayudar a una persona en estado de crisis activa es durante la misma, puesto que al sentirse más dañada, con frecuencia está mejor dispuesta a hacer cambios significativos en su vida.
Las transiciones como causa de crisis
No todas las crisis son inesperadas. Hay un tipo de crisis y éstas ocurren por sucesos predecibles. Un hecho que es parte de un proceso planeado, esperado o normal de la vida, puede conducir también a una crisis. La vida está llena de transiciones. Una transición es «un período en que se pasa de un estado de certeza a otro, con un intervalo de incertidumbre y cambio entre los dos».

Durante el curso de la vida tiene lugar un cierto número de transiciones que conllevan el potencial de generar crisis. 
  • Hay la transición de soltero a casado; 
  • la transición de los años veinte a los treinta, y 
  • la de los cuarenta a los cincuenta; 
  • la transición de un matrimonio sin hijos al ser padres; 
  • de ser padres a verse con el nido vacío; 
  • del nido vacío a ser abuelos; 
  • de estar empleados a estar jubilados.
La mayor parte de estos sucesos se ven venir en el horizonte. Y la persona puede prepararse para ellos imaginando mentalmente lo que serán, antes de que lleguen. 

Se puede recabar información al respecto para ayudar en el proceso de transición. 

Un maestro que se dio cuenta que al cabo de diez años tendría que retirarse, empezó a expansionar sus áreas de interés. 
  • Comenzó tomando cursos en un colegio local sobre temas que le gustaban.
  • Se dedicó a la fotografía y empezó a leer en áreas que no había considerado antes. 
  • Hizo una larga lista de proyectos que creyó le gustaría emprender, caso de tener salud y recursos, cuando se retirara. 
Como previo una pérdida significativa en los recursos económicos y de calidad del estilo de su vida, hizo planes por adelantado, previniendo una serie de sustituciones inevitables, trabajándolas mentalmente, para adaptar sus sentimientos a estas posibles pérdidas. Desarrolló hobbies e intereses que pudieran serle agradables, caso de que su salud fuera deficiente. Por medio de este proceso anticipativo eliminó la posibilidad de que esta transición desembocara en una crisis.

Si el movernos a lo largo de los diversos estadios de la vida fuera algo suave y todo fuera predecible, la vida sería relativamente fácil para individuos sensatos y maduros. 

Pero hay dos factores que deben considerarse: 
  • Primero, que una gran parte de la gente no es sensata o que no son capaces de tomar o aceptar responsabilidades, porque padecen un estado de inmadurez.
  • Y segundo, que hay numerosos cambios que no son predecibles y que no ocurren en el momento y modo que se habían planeado.
Consideremos por un momento algunas de las cosas que pueden generar cambios productores de tensión a lo largo de la vida. Empezar nuevas actividades o estudiar durante horas, en tanto que seguimos con las responsabilidades de ama de casa o bien empleados trabajando todo el día. Adoptar otros niños mientras seguimos criando a los propios. A veces puede tratarse de un cambio radical de situación. Divorciarnos y, de este modo, renunciar a nuestro cónyuge. Graduarnos de la universidad y tener que aceptar la responsabilidad de un empleo o profesión.

Hay también otras cosas a las que nos podemos ver obligados a renunciar sin que sean reemplazadas por otras. Éstas incluyen el jubilarse sin hallar una actividad sustitutiva en el retiro; el perder un cónyuge sin volvernos a casar; o el que la casa se quede vacía por marcharse los hijos, sin tener otra ocupación fuera del hogar que la de pasar a ser abuelo.

Podemos también experimentar cambios geográficos, como el trasladarnos de un país a otro, de un área rural a una zona urbana, o del centro de la ciudad a los alrededores o suburbios.

Hay también cambios socioeconómicos que incluyen el pasar de una clase social inferior a una clase media, o de una clase económica superior a otra inferior.

Sin olvidar los cambios físicos, como son el perder el oído, el quedar confinados en una silla de ruedas durante años y luego recobrar la capacidad de andar, el dejar de ser obeso y adelgazar, o viceversa.

Las transiciones pueden ser rápidas o graduales, y pueden tener un impacto positivo o devastador en la vida de la persona. Todas las transiciones, sin embargo, tienen el potencial de llegar a convertirse en crisis y depende de la persona afectada que lo llegue a ser. Incluso la experiencia de que un cónyuge pase a ser cristiano ha sido el catalizador de una crisis en algunas familias. El Dr. Lloyd Ahlem discute esta experiencia a fondo en su libro Living with Stress.

El papel de la iglesia, si hemos de contribuir a disminuir o aminorar algunas de las crisis de la vida, ha de ser preparar la congregación por adelantado para los cambios que van a experimentar. 

Esto implica educarlos para estos estadios de la vida y para las transiciones reales por las que van a pasar, y ayudarlos a aplicar la Palabra de Dios de manera que puedan resolver mejor tanto los cambios súbitos como los predecibles.
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Ahora que han sido conocidos por Dios, ¿cómo es que se vuelven de nuevo a los débiles y pobres principios elementales? ¿Quieren volver a servirlos otra vez? Me temo que yo haya trabajado en vano a su favor

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar en la congregación
VOLVER A LA ESCLAVITUD DEL LEGALISMO
Gálatas 4:8-11
8 Sin embargo, en otro tiempo, cuando no habíais conocido a Dios, servisteis a los que por naturaleza no son dioses. 9 En cambio, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor dicho, ya que habéis sido conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres principios elementales? ¿Queréis volver a servirlos otra vez? 10 ¡Vosotros guardáis los días, los meses, las estaciones y los años! 11 Me temo por vosotros, que yo haya trabajado en vano a vuestro favor. 
La necedad del hombre al rechazar la libertad genuina
Regreso Voluntario a la Esclavitud
“El ritualismo es el paganismo bautizado”. Estas palabras del comentarista Carlos Erdman describen perfectamente la idea de este pasaje. Es más, se puede decir que el legalismo es una versión de la religión pagana a la que se da el nombre de cristiana. Si queremos vivir conforme a la ley, estamos siguiendo los principios de otras religiones del mundo.

Ya hemos observado que el propósito de la ley fue cuidar a los israelitas que estaban bajo su protección hasta que llegaran a la madurez. Así que la ley era para niños; estar bajo ella equivalía a ser como un infante. Aun el pequeño más privilegiado no difería en nada del esclavo; sólo la madurez los libraba de esa esclavitud. Pero los que están en Cristo ya no son esclavos; ahora son hijos maduros y gozan de todos los derechos de adultos.
CONTRADICCION EN EL DESEO DE VOLVER A LA ESCLAVITUD 
Gálatas 4:8–11
En Gálatas 4:8–11, Pablo observa que después de ser librados de la esclavitud, los hermanos querían regresar a ella. Para demostrar la necedad de esa decisión, señala 5 contrastes entre su estado original y el actual de estar en Cristo. Como originalmente venían de un pueblo pagano, compara ese estado con el que tienen ahora.
El cambio de estado Gálatas 4:7–9a
El primer contraste que Pablo señala entre su estado anterior y el nuevo en Cristo es el mismo que hizo notar en el pasaje anterior. Antes eran esclavos, pero ahora son hijos, herederos y adultos libres (Gálatas 4:7, 9b). ¿Por qué querían regresar a la esclavitud?

El segundo contraste tiene que ver con el objeto de adoración, o sea, los dioses a quienes adoraban. Antes de encontrar al Señor Jesucristo, los gálatas creían en dioses que en realidad no lo eran porque no existían. Eran objetos que ellos mismos habían fabricado. Pero ahora adoraban al único Dios verdadero, el que hizo el universo (Gálatas 4:8–9). ¿Por qué deseaban regresar a aquellos dioses falsos, inventados por la mente humana?

El tercer contraste se refiere a su conocimiento de Dios. Antes, a causa de la desobediencia humana y su naturaleza pecaminosa, no podían entender al Señor. Su intelecto estaba caído, al igual que toda la imagen divina que había en ellos. Pero, al estar en Cristo, ya lo conocían (Gálatas 4:8–9). ¿Por qué insistían en regresar al estado de ignorancia, separados de Dios e incapacitados para conocerlo?

El cuarto contraste lo encontramos al estudiar el uso que hace en el idioma original de los verbos traducidos como “conocimiento” (v. 9), los cuales tienen acepciones distintas. Estos vocablos indican que anteriormente no conocían al Señor intelectualmente; ni tenían un concepto mental de quién es el Dios verdadero. Pero ahora que estaban en Cristo, lo conocían no sólo con el intelecto, sino en forma personal. Ya era alguien bien conocido, un amigo (Gálatas 4:8–9). ¿Por qué deseaban regresar a su vida antigua y vivir lejos de Dios considerándolo su adversario?

Finalmente, contrasta su estado anterior con el nuevo diciendo que mientras que antes no conocían a Dios, ahora eran conocidos por él directamente (Gálatas 4:8–9). Esta afirmación paulina nos recuerda lo que sucede cuando conocemos a personajes importantes.

El doctor Emilio Antonio Núñez, famoso teólogo evangélico, es un buen amigo mio desde hace muchos años, desde que fuimos colegas. El conoce a mi familia. Si usted lo saluda de parte mia, probablemente él le preguntará por mi esposa Elena y por mis hijos, tal vez por nombre.

Pero el caso es distinto con el doctor Carlos Henry, gran orador cristiano, o Chuck Swindoll, gran expositor bíblico famoso por sus programas de radio en todo el mundo. El doctor Henry inclusive ha almorzado en mi casa y al doctor Swindoll lo conocí hace años junto con sus padres y hermana, y tenemos muchos amigos en común. 

Aunque he conversado personalmente con ellos, no creo que me recuerden. Si usted les dice, “yo conozco a un amigo suyo”, ¿qué harán? Nada, porque tal vez no se acuerden de que nos hemos conocido. Existen muchas otras personas famosas que yo no conozco, ni ellos a mí. Pero hay personas famosas que sí, conocemos aunque ellas no nos conozcan. Lo increíble de lo que dice Pablo es que el creyente tiene una relación personal íntima, como de buenos amigos, con el verdadero Dios del universo. ¿Por qué regresar al estado anterior?

¿POR QUE REGRESAR A LA
ESCLAVITUD SI AHORA CONOCEMOS
AL UNICO DIOS VERDADERO?

La respuesta al cambio Gálatas 4:9b–11
Al terminar su disertación acerca de la transformación operada en ellos, el apóstol hace la pregunta lógica: “¿Por qué regresar?” Su actitud no tenía sentido. ¿Por qué volver atrás? ¿Por qué querían ser tratados como niños, como esclavos? En medio de su pregunta presenta cuatro características de la ley (Gálatas 4:9), todas ellas negativas. 

Primero, afirma que la ley era débil, sin poder alguno. Aunque era capaz de definir el pecado, no podía librarlos de él. Podía diagnosticar, pero no curar.

La segunda descripción indica que la ley es pobre porque no tiene los recursos necesarios para conseguir nada. Tiene tanta capacidad para proveernos beneficios espirituales como una compañía en bancarrota.

En tercer lugar, la ley se describe como “rudimentos” o principios elementales, porque contiene los principios más básicos, como el abecedario, de la vida espiritual. Representa lo que el niñito aprende en primer grado de la escuela. No hay nada de malo en lo que se aprende en ese nivel, pero la vida requiere mucho más para alcanzar las metas de la madurez.

En Gálatas 4:3 y en otros pasajes donde aparece, esta palabra se utiliza para describir los principios que el mundo sigue. Se refiere a la filosofía mundana que dice: “Yo puedo hacer todo sin ayuda de nadie”. Tal vez lo que el apóstol trataba de decir era que los gálatas anhelaban que se les dijera lo que debían hacer. Al igual que niños, querían seguir cualquier regla que les dieran. Sin embargo, los adultos maduros deben seguir normas más elevadas que las leyes, un sistema de ética basado en el amor a Dios y al prójimo.

Finalmente, Pablo describe la ley como esclavizante, que anula los privilegios del adulto y le somete a reglas infantiles porque había sido diseñada con ese propósito. Ahora ellos querían volver a su vida antigua. La ley hace esclavos, y eso es precisamente lo que ellos deseaban.

A veces encontramos un adolescente de doce o trece años, que dice: “No quiero crecer”, porque prefiere vivir protegido por la seguridad de las reglas que tener la responsabilidad de hacer decisiones. No quiere independizarse por temor. Otro caso semejante es el de algunos prisioneros que son puestos en libertad. A veces cometen otro crimen de inmediato para no tener que asumir la responsabilidad de vivir su propia vida.

ES MEJOR TOMAR DECISIONES
MADURAS RESPONSABLES
QUE DECISIONES INMADURAS
BASADAS EN LEYES
En lo que se refiere al desarrollo de un individuo, mientras vive bajo las reglas, se encuentra en estado infantil, porque éstas son para los ignorantes (1 Timoteo 1:8–10). La madurez no se alcanza por cumplir ciertas normas, sino cuando se tiene la capacidad de evaluar las circunstancias y tomar decisiones responsables.

Los gálatas habían estado sometidos por sus dioses falsos, y ahora querían volver a otra forma de esclavitud, la de las leyes. Pero esto ya no era necesario para quienes habían recibido la libertad de los hijos maduros.
¡PENSEMOS!
Considere la transformación que Dios realizó en nosotros por medio de la obra de Cristo. Haga una lista de los beneficios que hemos recibido en él conforme a Gálatas 4:8–11. ¿Cómo debe afectar nuestra actitud y vida diaria.
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miércoles, 6 de abril de 2016

No se unan en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Matrimonio: Unión con consejo divino
2Corintios 6:14-15
14No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?
¿Qué pasa cuando nos damos cuenta de que nos hemos casado con alguien inmensamente diferente?

Confusión e impaciencia en el matrimonio cuando se conversa acerca de las diferencias
Todos sufrimos confusión y muchos actuamos inadecuadamente, cuando nos damos cuenta de que nos hemos casado con alguien inmensamente diferente. El problema no es lo que sentimos, sino cómo actuamos por lo que sentimos.
Hay momentos en que enfrentar la realidad es realmente difícil. Sin embargo, es mucho más lamentable y peligroso vivir tratando de ignorarla. Si usted ha elegido el matrimonio para poder vivir en el mundo de la fantasía o muy pronto terminará su fantasía o lamentablemente terminará su matrimonio. 
Es verdad que generalmente somos atraídos por personas diferentes, pero la historia es totalmente diferente cuando tenemos que vivir con ellas. Esa es una razón por la que la mayoría de las parejas tienen serios conflictos cuando descubren lo diferentes que son.
Muy pronto terminará su fantasía o lamentablemente terminará su matrimonio.
Todo cónyuge en determinado momento comenzará a vivir temporadas de antagonismo al notar lo diferente que es la persona con quien eligió casarse. Todo matrimonio tarde o temprano tendrá uno de esos diálogos que en vez de traer esperanza, nos deja con un sabor amargo y que en vez de ayudarnos a encontrar respuestas, nos crea un sinnúmero de signos de interrogación. 

Es posible que alguna vez usted haya escuchado algunas de la siguientes declaraciones: 
  • «Somos tan diferentes que lo mejor sería separarnos», 
  • «Somos demasiado diferentes, y aunque no creo que es bueno separarse,           creo que de aquí en adelante debes hacer las cosas a tu manera porque yo         las haré a la mía», 
  • «Cuando yo pienso blanco, tú piensas negro», 
  • «Estas diferencias nunca terminarán». 

Por supuesto que no son palabras fáciles de escuchar y mucho menos si éstas salen de los labios de aquella persona con quien nos comprometimos a permanecer juntos para toda la vida.

Por dolorosas que sean estas palabras, sin duda, expresan grandes verdades. 
Lo desagradable es que nos anuncian que vienen consecuencias que ningún ser racional desea. Separarse o divorciarse por las diferencias, es tan ridículo como querer casarse con alguien que sea igual a uno. 

Resentirse y no aceptar las diferencias es como querer tener a su lado un robot. Alguien que hable, piense, haga y diga todo lo que uno le mande. 

Pero, ¿es realmente eso lo que busca el cónyuge que está haciendo estas declaraciones? Mi respuesta enfática a esta pregunta es un rotundo no. Lo que generalmente la persona busca es ser entendida, y en medio de su frustración expresa su desaliento. 

Obviamente este cónyuge siente que sus puntos de vista, sus formas de hacer las cosas, sus anhelos, sus deseos, no se están tomando en cuenta en la medida que espera.

Hoy, a diferencia de lo que pensaba antes, y después de muchos años de matrimonio, pienso que tras estas declaraciones se encuentra oculto un buen mensaje que se está entregando con el propósito de que sea comprendido. 
Debo reconocer que no siempre he pensado tan positivamente, pues hubo momentos en que al escuchar estas declaraciones de preocupación de mi esposa, sentí que todo mi mundo familiar se desmoronaba. 
Cada vez que escuchaba estas palabras me parecía oír el anuncio de una separación, sobre todo cuando concluíamos que no valía la pena seguir hiriéndonos.
 Era amenazante pensar que no tenía sentido seguir juntos si cada vez que yo hacía algo que a ella no le agradaba, o cada vez que ella hacía algo que a mí no me agradaba, volvíamos a discutir acaloradamente acerca del problema, y una vez más, después de conversar y expresar cada uno sus puntos de vistas, llegaríamos a la repetida y decepcionante conclusión: «Somos demasiado diferentes».
Cada vez que escuchaba estas palabras me parecía oír el anuncio de una separación.
En determinados momentos y queriendo entender nuestras diferencias, tanto mi esposa como yo, tomamos el tiempo para pensar en el pasado y estudiar los antecedentes familiares de cada uno. 

Después de analizar las respectivas familias, llegamos a la conclusión de que una de las razones por la cuales somos tan diferentes es por la forma tan diferente en que fuimos criados. Creo que todos estamos de acuerdo con esta conclusión, pero una conclusión no es una solución, sobre todo cuando sabemos que tal vez nuestras diferencias nunca terminen y que algunas de ellas nos acompañarán toda la vida. 

El resultado de este frío análisis ha sido la frustración de mi esposa, su desesperanza y su respectiva declaración comunicándome que ella no podía vivir tranquila con estas diferencias. Precisamente en aquellos momentos aparecía en mi mente una gran incógnita. Si no podemos vivir tranquilos con nuestras diferencias, ¿cuál debería ser la solución o cuál debería ser el siguiente paso? Me pregunté muchas veces, ¿qué debe hacer una pareja que no sabe cómo vivir con sus diferencias?

Soy de las personas que piensan que determinaciones tan importantes como estas de ninguna manera deben ser producto de una decisión emocional, abrupta y sin profunda meditación. Esa es la razón por la que, cuando tuvimos estas dificultades en nuestro matrimonio, decidí pensar seriamente sobre el asunto. 

Tomé la decisión de investigar lo que Dios desea que todos nosotros hagamos cuando nos encontremos en esas circunstancias. Me repetí constantemente a mí mismo: Si Dios nos creó diferentes y permitió que con diferentes antecedentes, deseos, costumbres, anhelos y metas lleguemos a ser un matrimonio que está supuesto a convivir en la relación interpersonal más cercana e íntima de este mundo, es imposible que Él no tenga una respuesta, no es posible que no haya dejado un camino para poder convivir. 

Mi conclusión una vez más me daba esperanza pues Dios es el autor del matrimonio, Él creó la familia y sin duda tiene respuestas a nuestras más grandes interrogantes.

Creo que la mayoría de los cristianos, cuando buscamos el consejo divino, actuamos de la misma manera. Generalmente estamos esperando que Su consejo coincida con nuestras expectativas, pero muy pronto me di cuenta de que las respuestas que yo esperaba no eran las que la Biblia me entregaba. 

Una vez más tenía que ser recordado que las respuestas divinas no siempre son las que los orgullosos y egoístas seres humanos esperamos. Si las respuestas hubieran sido lo que mi esposa y yo esperábamos, 

Dios habría tenido que darnos dos respuestas diferentes y al aplicar sus consejos, en vez de terminar nuestros conflictos más bien nos habríamos metido en otros mayores porque tanto mi esposa como yo, esperábamos que la Biblia nos diera la razón.

La fórmula divina que descubro en las páginas de la Biblia realmente me resulta paradójica porque rompe los ideales humanos de la misma forma que lo hacen muchos de sus principios. 
En la historia podemos notar que cada vez que una sociedad ha encontrado una desarmonía entre sus valores y los valores divinos, ésta ha tratado de ridiculizar los categóricos principios y mandamientos divinos. 
A través de los siglos, los hombres han rechazado los altos valores divinos, porque sin duda, éstos se salen de las expectativas humanas. Las fórmulas divinas no son fácilmente aceptadas por nosotros los humanos. Es difícil aceptar que si nos humillamos, seremos exaltados y si sufrimos seremos bienaventurados. Estas son fórmulas que no encajan en nuestro orgulloso corazón. 
Pero, Dios no se ha equivocado. Estos fueron los principios que rigieron la vida de Jesucristo, y aunque a los ojos de sus contemporáneos puede haber terminado como un perdedor, ante los ojos de Dios-Padre, su humillación le llevó a la exaltación y su actitud de siervo a la posición de Rey.
Es difícil aceptar que si nos humillamos, seremos exaltados.
Después de pensar en todo lo expuesto, creo que fundamentalmente el éxito de la relación conyugal radica en aceptarnos tal como somos. Ninguno debe intentar cambiar a su cónyuge, más bien cada uno por sí solo debe determinar hacer todos los cambios que sean indispensables para la adecuada relación matrimonial.

Estos cambios serán efectivos siempre y cuando se tome en cuenta las necesidades de la persona amada y cuando nuestra determinación de cambiar no esté basada exclusivamente en la opinión humana sino en el consejo divino, aunque éste vaya en contra de los anhelos humanos.
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Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Prepárate bíblicamente para enseñar en la Congregación

La Institución del Matrimonio por El Señor
Génesis 5:1-2

5: 1Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. 2Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.

Llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.


Un paseo a través de la sección del matrimonio y la familia de la librería cristiana local demuestra fácilmente que los cristianos modernos tienen un interés tremendo en el tema del matrimonio y la familia. 

Pero este negocio en auge matrimonial (libros, conferencias, seminarios, asesoramiento) es en realidad una señal de enfermedad y no de salud. En un sentido muy verdadero, nuestro interés es morboso, casi patológico. Parecemos un enfermo de cáncer terminal, investigando fervientemente los tratamientos alternativos, con la esperanza vana que algo se pueda hacer. Desesperados por la felicidad de nuestras relaciones, y descontentos con lo que nos ha dado Dios, les estamos implorando a los expertos que nos enseñen la salida.

Dios es el Señor. 
El es céntrico a la integridad de todo, incluso el matrimonio. Tiene la primicia sobre el cielo y la tierra, y todas sus criaturas tienen la responsabilidad moral de reconocer a esa primicia en todo lo que hacen, incluso en como se casan. 

El hombre y la mujer que juntos tienen esta orientación, en un lazo de alianza, disfrutan de un matrimonio cristiano. Si niegan o no le hacen caso a esta verdad, lo harán por su propio riesgo. 

El cristiano maduro entiende que la obligación de todas las criaturas es glorificarle a Dios en todo. Por lo tanto es evidente que tal varón cristiano maduro será también un marido de madurez. Igualmente, la mujer cristiana de madurez será una esposa madura. 

La madurez en el Señor es una condición previa a la madurez en el matrimonio.

Al estudiar el tema del matrimonio, debemos empezar con la enseñanza bíblica sobre la naturaleza y el carácter de Dios. Cuando lleguemos a entender que El es realmente el Señor, nos volveremos hacia El naturalmente para aprender como se aplica su ley benigna al cimiento y al propósito del matrimonio.

El Pacto

La naturaleza del Dios Trino se presenta en las Escrituras bajo figura de vínculo entre padre y hijo. Dios es el Padre, y Jesucristo su único Hijo. Antes de establecer la fundación de la tierra, el Padre ya había escogido una novia para su Hijo. Esa novia es la iglesia cristiana, los escogidos de Dios. 

“Y vino a mí uno de los siete ángeles… y habló conmigo, diciendo, ‘Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.’ Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios” (Apo. 21:9–10).

Pablo nos enseñó que debemos conscientemente considerar nuestros matrimonios como representaciones menores del matrimonio central, el de Cristo con su iglesia. Esto es un gran misterio, dice él, pero cuando deja el hombre a su padre y a su madre, y se casa con su esposa, hace una declaración con respecto a Cristo y la iglesia. Dependiendo del matrimonio particular, esa declaración se hace mal o se hace bien, pero siempre se hace.

Por lo tanto comprendemos cómo la fundación del matrimonio tiene que ver con pacto. La relación de Dios con nosotros a través de Cristo es una de pacto – es el Nuevo Pacto – y nuestros matrimonios son una pintura de esa verdad. El cimiento de la vida santa matrimonial es la misma para toda la vida santa – en todo debemos buscar la gloria de Dios. Nuestro Dios Trino es un Dios que hace pacto y que guarda pacto, y El ha escogido al matrimonio como uno de los mejores medios por el cual los hombres caídos le puedan glorificar.

Al atacar la naturaleza del matrimonio como pacto, el error del feminismo ha sido muy eficaz. A través de toda la historia de la iglesia, las herejías destructoras se han usado por el Dios soberano para obligar a la iglesia a definir todo lo que no estaba claro. El hereje Marción fue él que provocó a la iglesia para que identificara el canon de la Escritura, el hereje Arrio que obligó a la iglesia a que testificara claramente de la plena divinidad del Señor Jesús, y así sucesivamente. Hoy en día el feminismo está proveyendo ese mismo servicio a través de su reto al pacto del matrimonio.

Sin el desafío del error, podemos muy fácilmente dejarnos ir a la deriva, haciendo lo que nos parece “natural” o “tradicional.” Miles sin número hacen unas cuantas cosas porque “simplemente les parecen correctas.” Sin embargo, siempre y cuando que se desafíe esa costumbre, el tradicionalista se queda perplejo. “Bueno, realmente no estoy seguro porqué hago eso.” Considere, por ejemplo, nuestra costumbre de la mujer tomando el apellido de su marido. ¿Por qué lo hacemos? ¿ Por qué es que María Sánchez se vuelve en María Sánchez de López? ¿Lo requiere la Biblia? 

Algunos se quedarán sorprendidos, pero la Biblia sí enseña que Dios llama al marido y su esposa por el mismo nombre – el del marido. Esto respalda completamente tanto nuestra costumbre de tomar un nombre nuevo como la verdad del pacto que esa costumbre representa.

“Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a la semejanza de Dios lo hizo; varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados” (Gen. 5:1–2). En otras palabras, Dios creó a Adán y a su esposa varón y hembra; los bendijo y los llamó a ellos dos Adán. Desde el principio, ella era participante en el pacto con Dios en nombre de su marido. Dios no la llama Adán a ella sola; la llama Adán junto con él.

Adán se dio cuenta de su falta de una compañera idónea por primera vez después de ponerles nombres a los animales. “Y puso Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo: mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces, Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar” (Gén. 2:20–21). 

Cuando Adán les ponía nombres a los animales, no iba pegando etiquetas al azar. En el mundo antiguo, los nombres eran muy significativos, y representaban la naturaleza y el carácter de todo a lo que se le ponía nombre. Esta significación es muy evidente en las narraciones de Génesis en las cuales se le pone nombre a la esposa de Adán. En ponerle nombres a los animales, Adán no encontró ninguno que pudiera ser ayuda idónea para él.

Después de la creación de su esposa, Adán la recibe, y le pone nombre. “Dijo entonces Adán: ‘Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ésta será llamada Varona [Ishshah, no Eva], porque del Varón [Ish] fue tomada.’ Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Gen. 2:23–24).

Como enseña el versículo 24, Adán e Ishshah fueron una pareja paradigmática o de patrón. No fueron simplemente dos individuos cualquiera. 

Cuando el Señor Jesús nos enseñó sobre el tema del divorcio, apeló a la ordenanza matrimonial desde la creación que se encuentra en los primeros capítulos de Génesis. Nos enseña que Dios es él que une al hombre y la mujer en matrimonio, y lo que Dios ha unido, el hombre no tiene autoridad para separar. 

Hay tentación de razonar que en Génesis Dios unió solamente a Adán y Eva – dos individuos como individuos. Pero este razonamiento resiste a la enseñanza de Cristo, quien insistió que Adán y Eva fueron una pareja paradigmática. Cuando Dios los unió a ellos, estaba uniendo a cada hombre y mujer que jamás se han unido sexualmente en un vínculo de pacto.

Hay otros hechos que también son obvios en esta ordenanza matrimonial desde la creación. Porque Dios creó a Adán y Eva, la homosexualidad queda excluida. Porque Adán no encontraba ayuda idónea para él entre los animales, la bestialidad se excluye. Y porque Dios creó solamente una mujer para Adán, el patrón de la monogamia está fijado claramente y demostrado a nosotros. 

La poligamia que se encuentra entre los santos de Dios en el Antiguo Testamento no cambia nada de esto. La poligamia fue instituida por el hombre, y no por Dios. La primera mención de una unión poligamia fue la de Lamec (Gen. 4:19), y eso sin indicación ninguna de aprobación divina. Pero más importante, la poligamia no está de acuerdo con la ordenanza matrimonial desde la creación, o con la pintura dada en el Nuevo Testamento de Cristo y la iglesia.

Así que, este pasaje de Génesis nos enseña que recibiendo Adán a la mujer, y poniéndole nombre a ella, Dios estableció en el patrón para todos los matrimonios desde entonces adelante. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre…” Pues, en este momento Adán aún no le había dado a su esposa el nombre de Eva. Adán le dio a su esposa dos nombres individuales. El primero fue Ishshah, o Varona, porque del varón fue tomada. El segundo fue Chavvah – portadora de vida, o como se dice en español, Eva. “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva [Chavvah], por cuanto ella era madre de todos los vivientes.” (Gen. 3:20).

En ambos pasajes donde se le da nombre a ella, se afirma claramente que sus dos nombres revelan verdad acerca de ella. El primero revela su dependencia del hombre – del varón fue tomada. El segundo revela la dependencia del hombre de ella – cada hombre desde entonces es su hijo. Siglos después, el apóstol Pablo nos enseña que hayamos de recordarnos continuamente de estas dos verdades en nuestros matrimonios. Cada esposa es un Ishshah, y cada esposa es una Chavvah. Cada una es Varona, y cada una es Eva.

“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (1 Cor. 11:11–12). Fíjese de que la progresión de enseñanza de Pablo sigue el mismo patrón que se ve en Génesis. La mujer “procede del varón (Ishshah), así también el varón nace de la mujer (Chavvah): pero todo (Adán) procede de Dios”.

Dios fue el que llamó a nuestros primeros padres por el nombre colectivo de Adán. Pues, Adán también es un termino genérico por el hombre o la humanidad. Esto muestra claramente la costumbre bíblica de incluir a las mujeres bajo semejante descripción. 

Nuestro uso en español del genérico hombre y humanidad sigue este ejemplo bíblico exactamente. Lejos de ser insultante a las mujeres, como lo quieren mantener las feministas, refleja el patrón de razón bíblica. La reacción feminista y su rehuso del tomar un apellido nuevo (¡para quedarse con su apellido paterno!), no es simplemente una tontería. Es la rebeldía fundamental contra Dios. Así cuando la Srta. María Sánchez se convierte en la Sra. Diego López, eso no es simplemente “algo que se hace.” Es el sello y la seguridad del pacto matrimonial.

Con esta estructura para entender el pacto de matrimonio, podemos empezar a considerar los propósitos básicos del matrimonio. 

La Biblia expone tres razones terrenas y básicas para el matrimonio. Ellas son, cada una a su vez: 

  • la necesidad para compañerismo idóneo, 
  • la necesidad para descendencia santa, y 
  • la necesidad de evitar la inmoralidad sexual.
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El heredero cuando es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. De igual modo nosotros, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Estudiemos La Palabra para enseñar en la Congregación
Nuestra adopción en Cristo
Gálatas 4:1-7
4: 1 Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 más bien, está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. 
3 De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo. 
4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 
6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "Abba, Padre." 7 Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios. 

Después de la adopción viene la madurez

¡Ya Es Tiempo Que Madures!

Gálatas 4:1–18


Una de las tragedias del legalismo es que da la apariencia de madurez espiritual cuando, en realidad, hace retroceder al creyente a una segunda infancia en su vida cristiana. Los creyentes de Galacia, como la mayoría de los creyentes en la actualidad, querían crecer espiritualmente, pero trataban de hacerlo de una manera errónea. Su experiencia no es muy diferente de la de los creyentes hoy en día que se unen a diferentes movimientos legalistas, esperando llegar a ser mejores cristianos. Aunque su motivo sea correcto, el método es incorrecto.

Esta es la verdad que Pablo procura comunicar a los amados hermanos en Galacia. Los judaizantes los habían fascinado para que pensaran que la ley les haría mejores cristianos. Su vieja naturaleza se sentía atraída por la ley porque les daba oportunidad de hacer cosas y de medir resultados. Al pensar en sus logros y al medirse por ellos, sintieron grande satisfacción y, sin duda, algo de orgullo. Pensaron que estaban avanzando, pero, en realidad, estaban retrocediendo.

Pablo usa tres métodos para convencer a los gálatas de que no necesitan el legalismo para vivir la vida cristiana, porque ya tienen en Cristo todo lo que necesitan.


  Explica su Adopción (Gálatas 4:1–7)

Una de las bendiciones de la vida en Cristo es la adopción (Gálatas 4:5; Efesios 1:5). No entramos a la familia de Dios por medio de la adopción como un chico sin hogar entraría en una familia amorosa en nuestra sociedad. La única manera de entrar en la familia de Dios es por medio de la regeneración, “naciendo de nuevo” (Juan 3:3).
La palabra traducida “adopción” (v. 5), significa colocar como un hijo adulto. Tiene que ver con nuestra posición en la familia de Dios: no somos niños sino hijos adultos con todos los privilegios que esto implica.

Somos hijos de Dios por medio de la fe en Cristo, nacidos en la familia de Dios; y todo hijo es colocado automáticamente como adulto, y como tal posee todos los derechos legales y privilegios correspondientes. Cuando un pecador es salvo por fe en Cristo, en cuanto a su condición, es un niño recién nacido que necesita crecer (1 Pedro 2:2–3); pero en cuanto a su posición, es un hijo adulto que tiene el derecho de participar de los bienes de su Padre y de gozar todos los maravillosos privilegios de hijo.

Entramos a la familia de Dios por medio de la regeneración, pero nos gozamos con la familia de Dios por medio de la adopción. El creyente no tiene que esperar para empezar a gozar de las riquezas espirituales que tiene en Cristo. “Y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7). Ahora sigue la discusión de Pablo acerca de la adopción. 

Recuerda tres hechos a sus lectores:

1. Lo que éramos: niños en esclavitud (Gálatas 4:1–3). 
No importa qué tan rico sea el padre, su hijo que anda a gatas realmente no puede gozar de los bienes. En el imperio romano, los niños de los ricos eran cuidados por esclavos. No importaba quienes fueran sus padres, todavía eran niños bajo la supervisión de un siervo. En efecto, el niño mismo no era tan diferente del siervo que lo cuidaba. El siervo recibía órdenes del amo, y el niño recibía órdenes del siervo.
Esta era la condición espiritual de los judíos bajo la ley. 

La ley era el “ayo” que disciplinó a la nación y la preparó para la venida de Cristo (Gálatas 3:23–25). Así que, cuando los judaizantes hicieron volver a los gálatas al legalismo, no los llevaban solamente a la esclavitud religiosa, sino también a una infancia e inmadurez moral y espiritual.

Pablo declara que los judíos estaban como niños, esclavizados a “los rudimentos del mundo”. La palabra “rudimentos” significa los principios básicos. Por unos 15 siglos, Israel había estado en el jardín de niños y la escuela primaria, aprendiendo su abecedario espiritual, para que estuvieran listos cuando Cristo viniera. Entonces recibirían la revelación completa, ya que Cristo es “el Alfa y la Omega” (Apocalipsis 22:13). El abarca todo el alfabeto de la revelación de Dios al hombre, y es la Palabra final de Dios (Hebreos 1:1–3).

El legalismo, entonces, no es un paso hacia la madurez, sino hacia atrás a la infancia. La ley no fue la revelación final de Dios, sino la preparación de esa revelación final por Cristo. Es importante conocer el alfabeto, porque es el fundamento para entender todo el idioma. Pero, si un hombre se sentara en una biblioteca y recitara el abecedario en lugar de leer las obras grandes de la literatura, demostraría que no es ni maduro ni sabio. Bajo la ley, los judíos eran niños en esclavitud, y no hijos que gozaban de libertad.

2. Lo que Dios hizo: nos redimió (Gálatas 4:4–5)
La expresión “el cumplimiento del tiempo” (v. 4) se refiere a aquel tiempo en el cual el mundo providencialmente estaba listo para el nacimiento del Salvador. Los historiadores nos dicen que el mundo romano aguardaba con gran expectación a un libertador cuando nació Jesús. Las religiones antiguas estaban muriendo; las filosofías antiguas estaban vacías y eran impotentes para cambiar las vidas de los hombres. Nuevas religiones extrañas y místicas estaban invadiendo el imperio. La vida religiosa estaba en bancarrota y el hambre espiritual reinaba por doquier. Dios estaba preparando al mundo para la llegada de su Hijo.

Desde el punto de vista histórico, el imperio romano mismo ayudó a preparar al mundo para el nacimiento del Salvador. Los caminos comunicaban ciudad con ciudad, y a las ciudades con Roma. Las leyes romanas protegían los derechos de los ciudadanos, y los soldados romanos resguardaban la paz. Debido a las conquistas griegas y romanas, el latín y el griego eran lenguas conocidas por todo el imperio. El nacimiento de Cristo en Belén no fue un accidente, sino fue una cita planeada por Dios. Cristo vino en el “cumplimiento del tiempo” (y también vendrá otra vez en el tiempo propicio).

Pablo señala los dos aspectos de la naturaleza de Cristo (v. 4), es decir, que es tanto Dios como hombre. Como Dios, Cristo “salió del Padre” (Juan 16:28); mas como hombre, fue “nacido de mujer”. La promesa antigua decía que el Redentor vendría de “la simiente de mujer” (Génesis 3:15), y Cristo fue el cumplimiento de esa promesa (Isaías 7:14; Mateo 1:18–25).

Pablo nos ha dicho quién vino—el Hijo de Dios, y cuándo y cómo vino. Ahora nos explica el porqué de su venida: “para que redimiese a los que estaban bajo la ley” (Gálatas 4:5). “Redimiese” es la misma palabra que Pablo usó antes (Gálatas 3:13) y significa libertar por medio del pago de un precio. Un hombre podía comprar un esclavo en cualquier ciudad romana (había como sesenta millones de esclavos en el imperio), o para que le sirviera o para ponerlo en libertad. Cristo vino para libertarnos. 

Así que, regresar a la ley, en efecto, es como deshacer la obra de Cristo en la cruz. El Señor no nos compró para hacernos esclavos, sino hijos. Bajo la ley, los judíos eran meramente niños, pero bajo la gracia, el creyente es hijo de Dios con una posición de adulto en la familia.

Tal vez una comparación nos ayude a entender mejor la diferencia entre ser hijo por nacimiento e hijo por adopción:

Hijo por nacimiento                                             Hijo por adopción
  •      por regeneración                                               •      por adopción
  •      entra a la familia                                                •      goza con la familia
  •      bajo ayo                                                             •      libertad de un adulto
  •      no puede recibir su herencia                             •      un heredero del Padre

3. Lo que somos: hijos y herederos (Gálatas 4:6–7). 
Una vez más, vemos que toda la trinidad tomó parte en nuestra vida espiritual: Dios el Padre envió al Hijo a morir por nosotros, y Dios el Hijo nos envió al Espíritu Santo a vivir en nosotros. El contraste aquí no está entre niños e hijos adultos, sino entre esclavos e hijos. Como el hijo pródigo, los gálatas querían que su Padre los aceptara como siervos, cuando realmente eran hijos (Lucas 15:18–19). 

Los contrastes son fáciles de ver. Por ejemplo:
El hijo tiene la misma naturaleza que el padre, no así el esclavo. 
Cuando confiamos en Cristo, el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros; y esto significa que somos participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). La ley nunca pudo dar a la persona la naturaleza de Dios; sólo pudo revelarle su gran necesidad de ella. Así que, cuando el creyente regresa a la ley, niega que la naturaleza de Dios esté en él, y le da a la vieja naturaleza (la carne) la oportunidad de efectuar su obra perversa.

El hijo tiene padre, mientras que el esclavo tiene amo. Ningún esclavo puede llamar a su amo “Padre”. 
Cuando el pecador confía en Cristo recibe al Espíritu Santo, quien le da testimonio de que es hijo de Dios (Romanos 8:15–16). Es natural que un bebé llore, pero no que hable con su padre. El Espíritu, cuando entra en el corazón, dice: “Abba, Padre” (Gálatas 4:6); y en respuesta, el creyente clama, “Abba, Padre” (Romanos 8:15). La palabra “abba” es una palabra aramea que equivale a la palabra papá. Esto muestra la cercanía del niño a su padre, la cual ningún siervo tiene.

El hijo obedece por amor, mientras que el esclavo obedece por temor. 
El Espíritu obra en el corazón del creyente para avivar y aumentar su amor hacia Dios. “El fruto del Espíritu es amor” (Gálatas 5:22). “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5). Los judaizantes dijeron a los gálatas que serían mejores cristianos al someterse a la ley, pero la ley nunca produce obediencia. Sólo el amor puede hacerlo. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

El hijo es rico, mientras que el esclavo es pobre. 
Somos “hijos y herederos”, y siendo que somos adoptados—colocados como hijos adultos en la familia—podemos empezar a aprovechar nuestra herencia ahora mismo. Dios ha puesto a nuestra disposición las riquezas de su gracia (Efesios 1:7; 2:7), las riquezas de su gloria (Filipenses 4:19), las riquezas de su benignidad (Romanos 2:4), y las riquezas de su sabiduría (Romanos 11:33–36)—y todas estas riquezas se hallan en Cristo (Colosenses 1:19; 2:3).

El hijo tiene un futuro brillante, mientras que el esclavo no lo tiene. 
Aunque muchos amos benignos proveían ayuda a sus esclavos en la vejez, la ley no lo exigía. Un buen padre siempre provee para el hijo (2 Corintios 12:14).

En un sentido, nuestra adopción no ha finalizado, porque estamos esperando el retorno de Cristo y la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:23). Algunos eruditos en Biblia piensan que esta segunda etapa de nuestra adopción corresponde a la práctica romana de adoptar a alguien. Primeramente, tenían una ceremonia privada en la cual el que iba a ser adoptado era comprado, y después una ceremonia pública en la cual la adopción era declarada ante los oficiales.

Los hijos de Dios han experimentado la primera etapa: hemos sido comprados por Cristo y habitados por el Espíritu. Estamos en espera de la segunda etapa: la declaración pública en la venida de Cristo cuando “seremos semejantes a él” (1 Juan 3:1–3). Somos “hijos y herederos”, y la mejor parte de nuestra herencia está aún por venir (ve 1 Pedro 1:1–5).

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