miércoles, 5 de agosto de 2015

¡Santificaos, que mañana YHVH hará maravillas en medio de vosotros!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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CONSTRUCCIÓN DE SERMONES
Josué
3: 1-6

1      Josué se levantó muy de mañana, y él y todos los hijos de Israel partieron de Sitim y             llegaron hasta el Jordán, y allí pernoctaron antes de cruzarlo.
2      Al cabo de tres días, aconteció que los oficiales recorrieron el campamento,
3      y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando veáis el Arca del Pacto de YHVH vuestro               Dios y a los levitas sacerdotes que la cargan, vosotros partiréis de vuestro lugar y                 marcharéis en pos de ella,
4      para que sepáis el camino por donde habéis de ir, por cuanto no habéis pasado antes         por este camino; pero no os acercaréis a ella, sino que habrá entre vosotros y ella una         distancia como de dos mil codos medidos.
5      Y Josué dijo al pueblo: ¡Santificaos, que mañana YHVH hará maravillas en medio de           vosotros!
6      Josué habló a los sacerdotes, diciendo: Cargad el Arca del Pacto y pasad delante del           pueblo. Y ellos cargaron el Arca del Pacto, y anduvieron delante del pueblo.

¡Santificaos, que mañana YHVH hará maravillas en medio de vosotros!
Josué
3: 1-6

En el versículo 1:2, el Señor le ordenó a Josué: “Levántate y pasa este Jordán”. 

Ahora, en el capítulo 3, Josué recoge ese mandato y anima al pueblo a seguir adelante. Los versículos 1 a 13, hablan de los preparativos para el cruce. El mensaje de los espías le permite a Josué y a Israel levantar con confianza el campamento en Sitim. Los enemigos de Israel temblaban de miedo y no representaban una amenaza inmediata.

El pueblo: dobla sus carpas, empaca sus pertenencias, y luego junta sus rebaños y ganados. Después, desarma el tabernáculo y prepara el arca del pacto. Entonces, temprano por la mañana, desciende de su campamento y recorre los pocos kilómetros que hay hasta la orilla del Jordán. Allí vuelve a acampar tres días más. ¿Por qué otro retraso en el río? Más adelante será evidente la razón. Pero antes, revisemos algunas notas acerca del Jordán, para poder apreciar mejor las maravillas que Jehová va a realizar en este famoso río.

El nombre “Jordán” viene de un verbo del idioma hebreo que significa “bajar” y traducido literalmente, significa algo así como “el que desciende”. Si se sigue una línea recta desde el punto donde este “que desciende”, sale del mar de Galilea hasta donde entra al mar Muerto, la distancia aproximada es de alrededor de 112 km. Pero el cauce del río mide unos 321 km en total, debido a lo serpenteado de su trayecto. 

EL RÍO JORDÁN: CARACTERÍSTICAS GENERALES
Josué 3:1

Su nombre
Viene de un término que quiere decir “descender” o “fluir”. Era y es el río más largo, importante, y en realidad el único cuerpo de agua de esa zona que merece llamarse “río”. Nace a unos 70 metros sobre el nivel del mar, en un lago que se encuentra al norte del lago de Genesaret (Galilea). Sin embargo, poco después de pasar ese lago, el Jordán desciende abruptamente cerca de 213 metros por debajo del nivel del mar. De allí, desciende todavía más hasta desembocar en el mar Muerto, cuya ribera está a unos 393 metros bajo el nivel de mar. ¡Con qué razón el nombre de ese río significa “el que desciende”!

Formación geológica
El valle del Jordán es parte de un interesante fenómeno geológico. Está en una depresión (grieta) que corre desde Asia Menor hasta el corazón del África. El Jordán desciende desde su nacimiento, que está a 70 metros sobre nivel del mar hasta su desembocadura a 393 metros debajo del nivel del mar. Casi en todo su camino fluye por un cauce relativamente angosto, profundo y sinuoso (llamado “el zor”). Dentro de éste se encuentra todavía otro cauce o lecho menos profundo y mucho más ancho (llamado, “el ghor”). En el sur, “el zor” tiene como 30 metros de ancho, mientras que el lecho más amplio, “el ghor”, mide un kilómetro de anchura.

Largo, profundidad y anchura
La distancia desde la parte más meridional del mar de Galilea hasta la parte más septentrional del mar Muerto consta de sólo 113 kilómetros. No obstante, debido a su curso serpenteante, el río recorre una distancia de 393 kilómetros. Naturalmente, en tan largo trayecto, las condiciones cambian bastante. Fluctúa entre 27 a 39 metros de ancho y de un metro a tres de profundidad. Es obvio que semejante profundidad y anchura hacen que se formen vados en diferentes lugares, cuando menos en algunas épocas del año. Durante la temporada de lluvias, el río se convierte en un torrente que abandona su relativa pereza y sale de su cauce serpenteante, desbordándose y hasta llenando partes del lecho más ancho, “el ghor”. El volumen de agua se hace más peligroso por la. velocidad que adquiere la corriente debido a su brusca caída cuesta abajo en dirección al mar Muerto.

El arqueólogo Nelson Glueck describe el cauce del río Jordán entre el mar de Galilea y el mar Muerto así: “Retorciéndose frenéticamente, cavando alocadamente, buscando con desesperación escapar su suerte, el curso del Jordán, desde su comienzo cristalino hasta su literalmente oscuro y amargo final, lleva una carrera inútil hacia una meta sin esperanza” (citado en el Zondervan Bible Dictionary).

El sistema del Jordán es más que sólo un río, ya que cuenta con tres características acentuadas. La primera es un extenso valle, el Ghor, que varía de 3 a 22 km de anchura. El Ghor es una parte de la gran hendedura, esa grieta colosal en la superficie de la tierra que penetra a gran distancia en África. El oasis de Jericó está asentado en el fondo del Ghor, y se encuentra a unos 8 km del propio río. 

En seguida, dentro de ese extenso valle, se encuentra un cauce más angosto y más profundo, una llanura inundada que varía en anchura desde 182 m hasta alrededor de 1.5 km. Cada año, por la estación de la cosecha del lino y de cebada, las lluvias y la nieve derretida del monte Hermón ocasionan el desborde del río y llenan su cauce con aguas turbias y agitadas. Finalmente, el mismo Jordán tiene como 30 m de ancho y de 1 a 3 m de profundidad. La corriente no sólo es rápida, sino que tiene un movimiento en zigzag que hace peligroso el cruce.

El Jordán tiene importancia en el Nuevo Testamento debido a que allí predicó Juan el bautista y porque en sus aguas bautizó a Jesús. En varios himnos cristianos también se menciona el tema del Jordán. Normalmente, se refieren al río en su sentido literal; algunos himnos presentan el cruce del Jordán como una imagen del creyente que pasa de la muerte al cielo. Una línea del himno “Peregrino en el desierto” dice: “Líbrame de todo miedo en el paso del Jordán”. El capítulo 3 de Josué inspira esta rica imagen de los poetas.

SITUACIÓN DEL PUEBLO FRENTE AL JORDÁN
Josué 3:2–5

La pequeña lección de geografía se debe por lo menos a tres importantes razones: La primera, que el río Jordán se menciona con frecuencia en gran parte de la historia bíblica y conviene que el estudiante sepa sus características. En segundo lugar, los hijos de Israel llegaron al Jordán precisamente en la temporada en que el Jordán se hallaba desbordado en “todas sus orillas” (Josué 3:15b). Finalmente, al salir de Sitim (Josué 3:1–2), el pueblo se quedó tres días en la ribera porque por el estado en que se encontraba, el río constituía un enorme obstáculo para la realización de sus sueños.

¿Puede imaginarse la frustración de esa gente? Josué los había llevado hasta el borde de un río que prácticamente se había convertido en una barrera infranqueable, un obstáculo insuperable. Históricamente, los habitantes de esa tierra habían confiado en él para su protección.

El líder del pueblo de Dios les ordenó pasar tres días contemplando el problema; tres largos días para que pudieran observar la profundidad del agua, la corriente, el lodo y la basura que acarreaba. En fin, quería que reconocieran la envergadura de la tarea que enfrentaban. El agua era demasiado profunda como para vadear el río. No había puentes, ni balsas y mucho menos se podía cruzar a nado.

En una situación semejante 40 años antes, frente al Mar Rojo, sus antepasados habían llorado y se habían quejado contra Moisés y, por ende, contra Dios. Esa generación demostró la incredulidad que a su tiempo haría que muchos murieran en el camiono. Sin embargo, era de esperarse que la nueva generación hubiera aprendido su lección. No se dice nada acerca de que se quejaran al estar frente al Jordán.

No emitieron ni un gemido cuando Josué dio una solución “espiritual” al problema material. Para vencer lo que parecía una barrera infranqueable, Josué les ofreció el arca del pacto: “He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán” (3:11). Precisamente aquí, los incrédulos de la generación anterior se hubíeran reído. Casi podemos oírlos decir entre risas: “¿Qué? ¿Un mueble? ¿Un símbolo religioso? ¡Qué locura!” Sin embargo, no se escuchó semejante protesta de parte de aquella generación.

Obviamente, esos israelitas entendieron mejor la importancia del símbolo y estuvieron dispuestos a creer en el Dios que estaba detrás del símbolo. Nunca ha habido nada imposible para Dios. Ni el obstáculo más grande, ni el río más ancho son obstáculos para él. Más bien, son un reto para mostrar su misericordia.

Antes de dejar esta parte del capítulo 3 de Josué, hay dos observaciones acerca de 3:4–5. El pueblo tenía que mantenerse a cierta distancia del arca. El pasaje señala la razón: “A fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir” (3:4a). Jehová quería que todo el pueblo viera el arca en todo momento y supiera que él mismo era quien abriría el camino.

La segunda observación se relaciona con la exhortación de Josué del v. 5: “Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”. La santificación a la que hace referencia tiene que ver con la entrega completa de la gente a Dios, a su causa y a su voluntad. El Señor ya había dicho que iba a obrar a favor de su pueblo, venciendo lo aparentemente imposible con su presencia y poder. ¡Claro que sería un milagro! El otro lado de la moneda era que el pueblo tenía que consagrarse, abandonarse totalmente a él y a su voluntad. ¡El pueblo tenía que identificarse como su pueblo, y hacerlo de corazón!

¿Por qué el retraso de tres días a la orilla del Jordán? La respuesta no se encuentra simplemente en preocupaciones físicas. La gente ya tiene sus provisiones para cruzar el río (1:11) y no necesita tres días de descanso para una caminata de sólo unos pocos kilómetros. El motivo radica en que han de dedicar tiempo para prepararse espiritualmente. Jehová está a punto de realizar uno de sus milagros más gloriosos; el cruce milagroso del río Jordán es un acontecimiento paralelo en poder e importancia con el cruce del mar Rojo. 

Dios quiere que su pueblo del pacto esté preparado y comprenda lo que va a ocurrir.
Es primavera, y el río está crecido en sus riberas más amplias. Mirar por tres días las agitadas aguas y luego ver a más de dos millones de personas pasar al otro lado sin siquiera mojarse los pies, hará que Israel concluya: podemos cruzar con seguridad sólo por el poder de Dios. La formación espiritual es excelente.

Así como el Señor hizo que Israel mantuviera durante tres días la mirada fija en el río crecido, también a nosotros Dios a veces nos obliga a contemplar nuestros problemas por largo tiempo y sin alivio. Su propósito es inculcarnos disciplina paternal (Deuteronomio 8:5); él quiere que lleguemos a esta conclusión: dependo por completo de mi Dios. Él es “mi fortaleza y mi cántico. Ha sido mi salvación” (Éxodo 15:2).

La escena en el río recuerda a Jacob en el Jaboc, un afluente del Jordán situado a unos 24 km al norte. Allí Jacob luchó con Dios buscando una bendición ante la incertidumbre de la reunión con su hermano Esaú, a quien había enfurecido (Génesis 32:22s). En el Jaboc, el Señor le dio a Jacob el nombre de “Israel”, “el que lucha con Dios”. Ahora, unos quinientos años más tarde, los descendientes de “Israel” también necesitan una bendición especial de Dios cuando están al lado de un río.

Transcurridos tres días, los oficiales le informan a la gente que el Arca del pacto, cargada por los sacerdotes, va a dirigir la marcha. El Arca es de madera de acacia cubierta de oro puro por dentro y por fuera. Sobre su cubierta dorada descansan dos querubines, también de oro, cuyas alas se extienden por encima de la cubierta. Dentro del Arca están las tablas de piedra del pacto de Sinaí, una urna de oro que contiene el maná, y la vara de Aarón que retoñó. Los sacerdotes llevan el Arca con varas que se insertan en cuatro anillos dorados a los lados. (Para obtener más detalles acerca del “Arca del pacto” o el “Arca del testimonio” vea: Éxodo 25:10–22; Deuteronomio 10:1–5; Números 10:33–36; Hebreos 9:4.)

El Arca es el símbolo del pacto de Dios y de su presencia con Israel. No es una caja mágica que tenga mentalidad propia; tampoco es un objeto sacro que Israel hubiera inventado y al que le rinde culto. Jehová ordenó su construcción y dirigió su uso como una muestra visible de su presencia invisible. En el desierto la había usado para dirigir el movimiento de Israel (Números 10:35, 36). Ahora, otra vez en el Jordán, el Arca que llevan los sacerdotes es la señal para que marchen. Seguir el Arca significa seguir la guía de Dios. Con el fin de brindarles seguridad, él va adelante de su pueblo y despeja el camino (vea Deuteronomio 9:3).

El objetivo del retraso en las riberas del Jordán es para que el pueblo se fije sólo en Dios. Cuando la mirada de Israel se pose sobre el Arca del pacto, sus corazones se inclinarán hacia aquel quien hizo un pacto solemne con ellos y les prometió la tierra que estaba al otro lado del río.

La explicación que dan los oficiales del porqué el pueblo debería seguir el Arca de Dios nos invita a aplicarla a nosotros. Ordenaron: “Marcharéis detrás de ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado nunca antes por este camino”. Esas palabras nos animan a seguir de cerca a Jehová todo el tiempo y especialmente cuando entramos en territorio nuevo. 

Pasar a una etapa desconocida: graduarse, entrar en una nueva relación, empezar una vida de casados, comenzar la jubilación, encontrarse en vísperas de un año nuevo. Cualquiera que sea el territorio nuevo, seguimos a Dios cuando: buscamos fuerza y guía en su palabra, pedimos su ayuda constante al orar, y echamos sobre él todas nuestras ansiedades.

¿Por qué el mandato de los oficiales de guardar “una distancia como de dos mil codos [alrededor de 913 m]” entre el pueblo y el arca del pacto? La orden es similar a las palabras que Dios le dijo a Moisés en la zarza ardiente: “No te acerques”, y otra vez en su mandato en el monte Sinaí: “Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites” (Éxodo 3:5; 19:12). El motivo para mantener esa distancia es un respeto discreto por el Dios Santo de todo el universo. Los 913 m están lo suficientemente cerca para que el pueblo vea el Arca como la señal para emprender la marcha; sin embargo, bastante lejos para mostrar respeto por Dios.

Un sobrecogimiento lleno de respeto hacia Jehová y un amor profundo por él, no son de ninguna manera actitudes contradictorias. Están una al lado de la otra, como dos facetas de nuestra relación con nuestro Dios santo y a la vez misericordioso. Por esa razón, Lutero comienza la explicación de cada uno de los mandamientos con las palabras “Debemos temer [respetar] y amar a Dios”.

El versículo 5 muestra directamente que la demora en el río se debe a los preparativos espirituales. Josué le dice al pueblo: “Santificaos”. En el monte Sinaí, antes de que se diera la ley, la santificación implicaba lavar la ropa y abstenerse de relaciones sexuales (Éxodo 19:10, 14, 15). Aquí en el Jordán no se explica con exactitud lo que implica la santificación. Tal vez no haya tiempo para actos externos, porque tienen sólo hasta el día siguiente para cumplir. Ya sea que haya o no actos simbólicos presentes, la santificación significa separarse del pecado y consagrarse con todo el corazón a Dios.

El propósito de santificarse es estar preparado para las “maravillas” que Jehová va a realizar al día siguiente. Imagínese la curiosidad que habrá despertado entre la gente. ¿Cuáles podrían ser esas “maravillas” que Josué promete? Tal vez haya más entusiasmo que ganas de dormir en el campamento de Israel, esa última noche en la ribera este del Jordán.

Los tres días pasados a la orilla del río se han empleado bien. Dios, a través de Josué y de los oficiales, designó para Israel un tiempo de preparación que lo iba a llevar a aumentar su: confianza, respeto, santificación, y expectativa de una bendición especial. ¿Cuánto tiempo le dedican los cristianos a prepararse espiritualmente antes de un oficio divino? Los momentos tranquilos de meditación que pasamos pueden motivarnos a apreciar en una medida mayor las maravillas que Jehová derrama sobre nosotros con su palabra. 

Si experimentar uno de los milagros de Dios en el Antiguo Testamento, exigía prepararse durante tres días, desde luego demanda preparación especial encontrarse con el maravilloso mensaje de la cruz y de la tumba vacía de Jesús. Hay una gran recompensa cuando dedicamos tiempo para santificarnos y esperamos lo que Jehová está a punto de impartir a través de su palabra refrescante.

Necesitamos leer entre líneas los versículos 5 y 6, para ver que el tercer día de la demora ha pasado, y que los emocionantes eventos del nuevo día empiezan en el versículo 6. La expectativa aumenta cuando los sacerdotes levantan el Arca.

Antes de que continuemos, es útil notar que habrá algunas sorpresas si esperamos que el cruce sea un relato estrictamente cronológico. Tal vez nos parezca que vamos a dar un paseo literario en los raudales. El autor a veces se apresura a completar un tema, luego retrocede y nos pone al corriente de algunos detalles. El estilo del autor lleva a algunos comentaristas a acusar a los relatos, de los capítulos tres y cuatro, de que contienen un juego de contradicciones imposible de reconciliar. Esa declaración no encaja con la realidad de la inspiración por el Espíritu Santo. Podemos contestar muchas de las acusaciones en términos del rico estilo del autor. 

Recuerde las siguientes características literarias mientras seguimos a Israel a través del Jordán.

    1.      El modelo del autor establece estructura y unifica los capítulos 3 y 4. Sigue este                    modelo tres veces: primero Dios le da a Josué una orden; luego Josué la pasa a la              gente; finalmente el pueblo lleva a cabo el mandato (vea 3:7, 9, 14; 4:1, 4, 8, 15,                  17, 18). Él no permite que la rígida cronología interfiera con este modelo.
    2.      El autor ha organizado el relato por el tema y no por la secuencia precisa del                        tiempo. Le da al asunto un tratamiento lógico en lugar de cronológico.
    3.      El autor usa la técnica de “ensambladura” o la de “cubrir” en su narración. Después              de terminar una sección, retrocede y amplía algunos detalles, luego continúa con la              historia.
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Haz conforme a tu sabiduría, pero no permitas que sus canas desciendan en paz al Seol.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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CONSTRUCCIÓN DE BOSQUEJOS EXPOSITIVOS
1 REYES 2: 1- 12


1      Cuando se acercaban los días de la muerte de David, mandó a su hijo Salomón                   diciendo:
2      Yo sigo el camino de todos en la tierra. Tú, ¡sé fuerte y sé hombre!
3      Guardarás la observancia de YHVH tu Dios, para andar en sus caminos, y guardar sus         estatutos, y sus mandamientos, y sus decretos y sus testimonios, como está escrito en         la Ley de Moisés, a fin de que procedas sabiamente en todo lo que hagas y a todo lo           que te inclines;
4      a fin de que YHVH cumpla su palabra que habló acerca de mí, diciendo: Si tus hijos             guardan sus caminos andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con          toda su alma, jamás te faltará varón sobre el trono de Israel.
5      Ahora, tú sabes lo que me hizo Joab hijo de Sarvia; lo que hizo a dos generales de los         ejércitos de Israel: a Abner ben Ner y a Amasa ben Jeter, a quienes mató derramando         sangre de guerra en tiempo de paz, y poniendo sangre de guerra en el cinturón que             llevaba sobre sus lomos, y en el calzado que tenía en sus pies.
6      Haz conforme a tu sabiduría, pero no permitas que sus canas desciendan en paz al             Seol.
7      Pero mostrarás benevolencia a los hijos de Barzilai galadita, y permite que estén entre         los que comen a tu mesa, porque se pusieron a mi lado cuando iba huyendo de la faz           de Absalón tu hermano.
8      He aquí, tienes contigo a Simei ben Gera, benjamita, hijo de Bajurim, quien me maldijo        con una cruel maldición el día que yo iba a Majanaim. Pero él bajó a recibirme al                  Jordán, por lo que le juré por YHVH diciendo: No te haré morir con la espada.
9      Pero ahora, no lo absolverás, pues eres hombre sabio, y sabes cómo debes hablar               con él, y harás descender sus canas con sangre al Seol.
10      Y David durmió con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David.
11      Los días que David reinó sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en                   Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalem.

Últimas instrucciones de David al nuevo rey
1 Reyes 2:1–11
La estructura de este pasaje es típica para informar la muerte de una persona de renombre. Tales reportajes tradicionalmente contienen lo siguiente:

(1) Una introducción que alude a la edad avanzada y a la muerte inminente, 
(2) un discurso de despedida que contiene amonestaciones o profecías, y 
(3) una conclusión que informa sobre la muerte y sepultura del personaje aludido. 

(Ver Gén. 49:1–50:13; Jos. 23:1–24:30; Deut. 31–33.) El historiador deuteronómico hace uso de este patrón de forma clara.

David pelea su última batalla: la de la muerte. 
Como guerrero sobrevive a sus presentimientos: “Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de…” (1 Sam. 27:1). ¿Cuántos años pasan entre el ascenso de Salomón al trono y la muerte de David? No se sabe a ciencia cierta (1 Crón. 22:6–29:25). Es posible que hubiera un correinado.

Las instrucciones de David tienen la fuerza de una orden. 
En otras palabras, dice a su hijo: “Sé un hombre sabio, prudente, justo y magnánimo; combina la justicia con la benevolencia y la misericordia. Pero, sobre todo, sé fiel y obediente a la voluntad de tu Rey. El futuro y destino de tu reinado y de tu dinastía dependerán de tu fiel cumplimiento a las promesas a David.”

¿Tendría el padre poca confianza en su hijo? 
Debía conocer muy bien a quien había sido criado en la comodidad, holganza y lujos de la vida de palacio, y entre mujeres. ¿Conservaría aún Salomón el gusto por ese tipo de vida? En cambio él, David, había sido formado en la rígida disciplina del campo, de las cuevas, en el fragor de la guerra.

Por otro lado, la prudencia había obligado a David a ser indulgente. Algunos de sus hombres de mayor confianza habían caído en el desfavor real. Este fue el caso con su anterior Ministro de Defensa, el general Joab. Para la seguridad del Estado, hay que tomar precauciones. Ha llegado la hora de ajustar cuentas.

Igual fue el caso de Simei (2 Sam. 16:5–8 y 19:16–18). David había perdonado las injurias hechas a su persona. Pero la majestad real y el principio de autoridad habían sido agraviados. Ahora tiene que ser castigado como delito contra el Estado. Por esto aconsejó al sucesor que fuera inexorable en el ejercicio del deber. Maldecir al rey era una ofensa capital (Exo. 22:28). Además, se consideraba que la maldición tenía fuerza activa vigente y sólo podía ser neutralizada con la muerte del culpable. Aquí debe hablar la voz de la justicia, no la de la venganza.

Pero el magnánimo anciano no puede olvidar a quien le había socorrido cuando tuvo que exiliarse por la rebelión de su propio hijo (2 Sam. 17:27 y 19:32). Hasta recomienda que los hijos de Barzilai fueran incluidos en la familia real.

David reposó con sus padres (v. 10). 
Esta es una expresión tradicional para afirmar que David muere en paz en contraste con una muerte violenta. El que David fuera sepultado en la Ciudad de David es significativo. Lo común habría sido el ser sepultado en la tumba de sus antepasados en Belén. En lugar de lo tradicional, David es sepultado en la ciudad que había sido conquistada por sus propias tropas personales, no las de las tribus de Judá o Israel. De modo que como fundador de una nueva dinastía, era correcto que se sepultase en Jerusalén, su propia ciudad. Reyes futuros de Israel también serían sepultados en la misma área posteriormente.

Así llega el fin de David (1 Crón. 29:28). 
Se puede decir de él: “Grande en su vida; grande en su muerte”. Lega a su sucesor un reino unido, en la cima de su gloria política, material y religiosa.

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez” (He. 9:27) son palabras aplicables a David aunque no se registraron en la Escritura hasta muchos siglos después.

La consciencia de la proximidad de la muerte puede evocar expresiones de los pensamientos más elevados, de los más profundos remordimientos o las más apremiantes preocupaciones. Para David fue expresión de gran preocupación: 
primero, por el desarrollo moral y espiritual del reino, y, 
segundo, por su estabilidad política.

a. La admonición a ser obediente (2:2–4). 
La principal preocupación de David era que Salomón viviera una vida santa y condujera así a Israel en santidad. El anciano rey comprendía que el crecimiento moral y espiritual, el desarrollo de una vida santa, sólo eran posibles mediante la obediencia a lo que había sido revelado por medio de Moisés. 

Esta revelación colocaba a Salomón y al pueblo de Israel bajo la responsabilidad ante Dios de andar en sus caminos (3): 
(a) sus estatutos, algo prescrito que luego se convertía en práctica acostumbrada (cf. Ex. 30:21; Lv. 10:13–14); 
(b) sus mandamientos, designación aplicada primero al Decálogo (los debarim, Ex. 20:1–17) y también, en su sentido más amplio, a las instrucciones de la ley mosaica; 
(c) sus decretos (mishpatim, lit. “juicios” u “ordenanzas”); se trataba de decisiones judiciales referentes a casos específicos, las leyes “si … entonces” que se hallan principalmente en Exodo 21:1–23:5; 
(d) sus testimonios, en un sentido específico, los Diez Mandamientos (Ex. 31:18), pero en términos generales, cualquier observancia que fuera un testimonio de Dios (véase Sal. 19:7; 119:88). La obediencia, ejemplificando la vida de santidad, era la condición para experimentar una vida rica y plena—próspera y que honrara a Dios. La obediencia era también la condición para el cumplimiento de la promesa: jamás … faltará a ti varón en el trono de Israel (4; cf. 2 S. 7:12–16).

b. Acerca de ciertos individuos (2:5–9). La otra preocupación principal de David era que Salomón comenzara su reinado prestando la debida atención a asuntos que él, por diversas razones, había dejado de atender:
(1) Joab (5–6). David recordaba en particular la forma en que Joab se había encargado de dar muerte a Abner (2 S. 3:27), y la forma injustificada en que impulsivamente asesinara a Amasa (2 S. 20:8–10). De esa manera Joab había puesto sangre sobre la vida de David, pues éste había sido responsable por la vida de esos hombres. A primera vista este pasaje parece reflejar un espíritu vengativo, pero hay circunstancias atenuantes. David estaba obligado a hacer justicia castigando a Joab, pero nunca se había decidido a hacerlo. Se levantaba, pues, un espectro del pasado; la justicia había quedado defraudada. David encargó a Salomón que castigara a Joab según sus crímenes.

(2) Los hijos de Barzilai (7). Barzilai de Mahanain había dado una valiosa ayuda a David durante la rebelión de Absalón (cf. 2 S. 17:27–29). El rey dio instrucciones para que los hijos de Barzilai fueran huéspedes especiales en la corte. Esta era su manera de tratar de pagar la amistad que el padre le había demostrado. David no estaba satisfecho con lo que él mismo había hecho (2 S. 19:31–40). Probablemente Barzilai ya había muerto, y David estaba a punto de morir. La amistad de una generación debía ser perpetuada por la de la generación siguiente.

(3) Simei (8–9). Recordando a otra persona del pasado, David dio instrucciones a Salomón para que tratara a Simei hijo de Gera (8) según su ofensa, hasta el punto de ejecutarlo si era necesario. Simei le había faltado al respeto a David en una ocasión (2 S. 16:5–13). 

En ese momento, así como más tarde (2 S. 19:18–23), David no había permitido que sus hombres castigaran a Simei. No se trataba tanto de una ofensa contra David como persona, como contra “el ungido”. Esto era algo en lo cual David era sumamente estricto. El mismo había tenido cuidado de no levantar un dedo contra Saúl como ungido de Dios (1 S. 26:6–12; cf. la respuesta de David a la observación de Abisai en 2 S. 19:21–23). 

David había jurado no proceder contra Simei. Pero la causa de la justicia no había sido exaltada cabalmente en cuanto a alguien que había procedido injustamente contra “el ungido” del Señor. Así pues, David encargó a Salomón que se encargara de una situación que a los ojos de muchos no había sido corregida.

Muerte después de un reinado de cuarenta años (2:10–12)
El lugar donde se sepultaba a los reyes, la ciudad de David (10) era el monte de Sión. El día de Pentecostés, Pedro se refirió a la tumba de David implicando que todavía era reconocida (Hch. 2:29). Los 40 años del reinado de David se dividen en siete años … en Hebrón (11) y treinta y tres años …en Jerusalén (cf. 2 S. 5:4–5; 1 Cr. 3:4).

Bosquejo homilético
Sé fuerte, sé hombre
1Reyes 2:1–4
Introducción: 
Antes de morir, el rey David le dio a su hijo y sucesor palabras vitales de consejo. Salomón, un hombre muy joven aún, asumiría al trono de Israel encarando la intriga política, la oposición de miembros de su propia familia, y las decisiones múltiples y difíciles de gobernar a un pueblo único. Por todo ello, iba a necesitar una fuerza especial. Aunque nuestros jóvenes, al entrar al mundo de la adultez, quizá no van a ser reyes políticos, sí se van a enfrentar con la complejidad de nuestro mundo moderno y necesitarán recursos de fuerza para tomar decisiones adecuadas. Veamos cómo David sugirió que Salomón se esforzara y por qué debió hacerlo.

  I.      Cómo se esfuerza para ganar al mundo.
    1.      Guardando la ley de Dios.
    2.      Andando en los caminos de Dios.

  II.      Por qué esforzarse.
    1.      Para que tenga éxito en la vida.
    2.      Para que la línea de los familiares quienes cumplen los mandatos de Dios no se                    rompa.

Conclusión: 
Nuestro consejo a los jóvenes adultos que están por tomar las riendas de nuestro mundo es que guarden los mandatos de Dios y que anden en sus caminos. Así que, pueden esperar las bendiciones de Dios en sus vidas, y pueden tener la satisfacción de saber que continúan la línea de creyentes en nuestra familia para el beneficio de nuestros descendientes.
___________________________________________________________________
Las historias de David, Adonías y Salomón hacen recordar al lector la importancia de tener relaciones apropiadas con nuestros hijos, y de enseñarles los preceptos de Dios. Se ha dicho que un pueblo siempre está a una sola generación de la herejía bíblica. Cuando uno les dé consejos a sus hijos, como lo hizo David con Salomón, vale apelar al papel de cada generación como eslabón en la cadena de fe.
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martes, 4 de agosto de 2015

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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Información 


CONSTRUCCIÓN DE SERMONES EXPOSITIVOS
Juan 2:1–12

1      Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús.
2      Y también había sido invitado a la boda Jesús con sus discípulos.
3      Y faltando vino, la madre de Jesús le dice: No tienen vino.
4      Jesús le dice: Mujer, ¿y a ti y a mí qué? Aún no ha llegado mi hora.
5      Su madre dice a los que servían: Haced lo que os diga.
6      Y había allí seis tinajas pétreas asentadas conforme a la purificación de los judíos,                cada una con capacidad de dos o tres metretas.
7      Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta el borde.
8      También les dice: Sacad ahora y llevad al maestresala. Y se lo llevaron.
9      Cuando el maestresala probó el agua hecha vino (porque no sabía de dónde provenía,         aunque lo sabían los servidores que habían sacado el agua), el maestresala llama al            esposo,
10     y le dice: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando están embriagados, el                peor; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
11     Este principio de las señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y            sus discípulos creyeron en Él.
12     Después de esto, Él descendió a Cafarnaúm con su madre, y sus hermanos y sus                discípulos, y permanecieron allí no muchos días.

JUAN 2 & 15. EL BUEN VINO Y LA VIÑA VERDADERA

Parece haber una inclusión (una historia en paréntesis) entre las imágenes del vino en la historia de Cana a principios del ministerio de Jesús, donde es revelado como el buen vino, y las imágenes del vino en el discurso de “Soy la vid verdadera” al final de su ministerio, donde se identifica como la vid verdadera.
En el contexto de “la vid verdadera,” Jesús dice: “Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer” (15:4-5). Entonces, Jesús habla de guardar sus mandamientos, diciendo: “Este es mi mandamiento: Que os améis los unos á los otros, como yo os he amado” (15:13; véase también 13:31-35). Dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (13:35).
En Cana, Jesús se revela en el buen vino y como el buen vino – así revelando su gloria (v. 11). En el discurso de “la vid verdadera,” Jesús es revelado cuando nosotros “llevamos mucho fruto” (15:4) y al amarnos uno a otro (15:5).

JUAN 2:2-12. EL LIBRO DE SEÑALES

Jesús le dijo a Natanael, “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre” (1:51). El cumplimiento de esta promesa comienza inmediatamente con “el principio de sus señales” en la boda de Caná en Galilea, revelando la gloria de Jesús y haciendo que sus discípulos crean en él (v. 11).
Capítulos 2-12 a menudo se llaman el Libro de Señales, porque en ellos Jesús obra señales que revelan su gloria (v. 11). Juan se refiere a milagros como señales (2:11, 23; 3:2; 4:54; 6:2, 14; 11:47; 12:18, 37; 20:30), y Jesús se refiere a ellos como obras (5:20, 36; 9:3-4; 10:25, 32, 37-38; 14:10-12; 15:24).
Una señal es más que una muestra de poder. Una señal revela algo – señala a algo más allá. En Caná, la señal muestra la gloria de Jesús (v. 11). Señales sin embargo, no como milagros que se hacen abiertamente, están algo escondidas para algunos. No todos comprenden su significado. Los discípulos creen (v. 11) y muchos creen (v. 23), pero “los judíos” (v. 18) tienen dudas. Ni siquiera el maestresala tiene idea del verdadero significado de esta señal (v. 10).
Este Evangelio anota estas señales “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:31).
Capítulos 13ff. a menudo se llaman el Libro de la Gloria, y tienen que ver con la “glorificación” de Jesús – una palabra código en este Evangelio para la muerte, resurrección, y exaltación de Jesús.

JUAN 2:1-4. LO ANTIGUO Y LO NUEVO

Ubicado en una sociedad que valora verdades antiguas y venera la tercera edad, el tema común de capítulos 1-4 es el reemplazo de lo inferior antiguo con lo superior nuevo:
– En el Prólogo (1:1-18), encontramos lenguaje que evoca la primera creación aún mientras nos cuenta de la nueva creación (lea Juan 1:1-5 junto con Génesis 1:1-5):
– En Génesis leemos de la creación tomando lugar con la palabra de Dios (Génesis 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26). En Juan, leemos de la Palabra que estaba con Dios – era Dios – y estaba presente en la creación y activa en ella (1:1-4). En Génesis 1 encontramos a Dios creando la luz. En Juan, “la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo” (1:9). También, “la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (1:17). En capítulo 2 encontramos “el reemplazo de las antiguas purificaciones con el vino del reino de Dios” (2:1-11) (Dodd, 297).
– En capítulo 3, Jesús le habla a Nicodemo de la necesidad de un renacer (3:1-21).
– En capítulo 4, Jesús contrasta “el agua de la fuente de Jacob con el agua viva de Cristo (4:1-15) y después contrasta “la alabanza de Jerusalén y Gerizim con la alabanza de ‘espíritu y verdad’” (Dodd, 297). También en capítulo 4, Jesús regresa a Caná para sanar al hijo de un oficial del rey – su segunda señal (4:46-54).

JUAN 2:1-11. UNA BODA EN CANÁ

Ésta es la primera obra del ministerio de Jesús en este Evangelio. En Marcos, su primera obra es un exorcismo; en Mateo, es el Sermón en el Monte; en Lucas, es un sermón en la sinagoga. “Cada uno de estos eventos es típico y paradigmático en su retrato de Jesús en cada Evangelio” (Smith, 83). La boda en Caná no es solo una historia interesante incluida al azar, pero nos da indicios del significado del resto de este Evangelio.
Sin embargo, es un comienzo algo extraño. Esperaríamos que el “retrato paradigmático” de este Evangelio fuera más significante. En este Evangelio, Jesús sana al hijo del oficial del rey (4:46-54) y a un hombre enfermo (5:1-9), alimenta a cinco mil (6:1-14), camina sobre el agua (6:15-21), sana un hombre ciego de nacimiento (9:1-34), y resucita a Lázaro de la muerte (12:1-11, 18). ¿Por qué su primera señal sería vino para una fiesta? ¿Por qué no uno de sus milagros más significantes?
Recuerde que en este Evangelio, Jesús habla y actúa en más de un nivel. Esta historia se trata de vino para una fiesta solo en la superficie.
Esta historia establece un modelo que se repetirá en el encuentro entre Jesús y Nicodemo (3:1-21), la mujer samaritana (4:1-30) y en otras ocasiones. Una persona habla (María, Nicodemo, la mujer samaritana), y Jesús responde con palabras u obras inusuales que se pueden comprender a un nivel obvio y superficial o en otro nivel menos obvio y espiritual.
En la historia de Caná, por lo tanto, podemos comprender el vino que Jesús provee como un regalo que salva al novio y a su familia de pasar vergüenza o podemos buscar un significado más profundo. En algunas ocasiones, Jesús da un discurso que explica sus señales y obras, pero no en Caná. La falta de un discurso demuestra que las interpretaciones de la señal en Caná son aún más diversas de lo que pensaríamos. El comentario del maestresala en versículo 10 podría referirse al “vino inferior” de la ley judía y al “buen vino” de la gracia de Dios – o, podríamos comprender la abundancia de vino que Jesús provee como reflejo de la abundancia de su gracia – o ambos.

JUAN 2:1-5. AUN NO HA VENIDO MI HORA

1Y al tercer día hiciéronse unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2Y fue también llamado Jesús y sus discípulos á las bodas. 3Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen. 4Y dícele Jesús: ¿Qué tengo yo contigo (griego: ti emoi kai soi gunai – literalmente, “¿Y qué a ti y a mi?”), mujer (griego: gunai)? Aun no ha venido mi hora. 5Su madre dice á los que servían: Haced todo lo que os dijere.
“Y al tercer día” (v. 1a). Éste sería el tercer día después del encuentro de Jesús con Natanael (1:45-51). Las primeras dos historias de este Evangelio, la boda (vv. 1-11) y la purificación del templo (vv. 13-22) son ambas historias de “el tercer día.” El autor liga deliberadamente la historia del templo con la muerte y resurrección de Jesús (vv. 19-21), pero en la historia de Caná no hay tal conexión.
“en Caná de Galilea” (v. 1b). La localidad de Caná es incierta. Pensamos que se sitúa cerca de Nazarea – quizá en un lugar conocido actualmente como Kefr Kenna, a unas tres millas de Nazarea – quizá en Khirbet Qana, ocho o nueve millas al norte de Nazarea (Pfeiffer, 203). Caná se menciona en la Biblia solo en el Evangelio de Juan. Es el hogar de Natanael (21:2).
El significado de Caná se encuentra en su insignificancia. Igual que Dios suele escoger personas inesperadas para cumplir su obra (Moisés, David, Gideón, etcétera), así también escoge lugares inesperados en los que revelar su gloria (Belén, Nazarea, Caná).
Jesús regresa a Caná después de visitar Jerusalén y purificar el templo, y también obra su segunda señal allí – sanando en Capernaum al hijo de un oficial del rey (4:46-54). Por lo tanto, Jesús hace su primera y segunda señal en esta ciudad pequeña y poco conocida, lejos del templo de Jerusalén – un ejemplo de su ministerio a los marginados.
“y estaba allí la madre de Jesús” (v. 1c). Jesús y sus discípulos también fueron invitados (v. 2), desmintiendo la teoría que la falta de vino se debía a que Jesús y sus discípulos aparecieran inesperadamente.
No sabemos cuáles discípulos estaban presentes. Cuatro fueron nombrados previamente – Andrés, Simón Pedro, Felipe, y Natanael (1:40-48) y parece haber un quinto discípulo sin nombrar, seguramente el autor de este Evangelio (1:35-40). Es probable que estos cinco sean los que están presentes en Caná. Los doce se mencionan en 6:67, pero no sabemos cuándo aparecen los demás discípulos.
La madre de Jesús aparece en este Evangelio solo aquí y en la cruz (19:25-27). Su nombre no se menciona en ninguna de estas dos ocasiones.
Jesús y su madre seguramente conocen a gente en Caná, o no hubieran sido invitados a esta boda. Es territorio amistoso. La gente de Galilea recibe bien a Jesús, contrastado con Judea, donde encontrará una oposición determinada.
“Y faltando el vino” (v. 3a). Estas personas llevan vidas simples, pero sí se espera que tengan abundante comida y vino durante una boda. El vino en cuestión se trataría de vino fermentado, diluido con agua.
Una boda se celebra durante siete días, y se trata de una celebración comunitaria. El acabarse el vino sería una vergüenza para los padres que dan la fiesta y para los novios. Morris cita la investigación de Derrett, diciendo que “en ciertas circunstancias hasta era posible tomar acción legal contra un hombre que no hacía un regalo apropiado para una boda” y se pregunta si un novio y su familia quedarían expuestos a algo así por no estar preparados con suficiente vino (Morris, 156). Aunque esa posibilidad no parezca muy probable, podemos estar seguros de que la comunidad recordaría por mucho tiempo la vergüenza de una familia que no proporcionó la cantidad adecuada de vino para una boda.
“la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen” (v. 3b). Si agua es símbolo de purificación judía y este vino es símbolo de la gracia de Jesús, entonces, “la declaración de María, ‘Vino no tienen,’ se convierte en un reflejo signifícate de la esterilidad de purificaciones judías” (Brown, 105).
Bodas judías duran varios días. No parece probable que el conjunto nupcial se quede sin vino el primer o segundo día, por lo tanto, podemos dar por hecho que la fiesta de boda ya lleva ocurriendo varios días.
No está claro lo que pretende la madre de Jesús. Sus comentarios en versículo 5 indican que espera que Jesús haga algo. Hay una fuerte posibilidad que ella lleve viuda varios años, y que ahora se esté apoyando en Jesús. Ella le ha visto resolver problemas, y tiene confianza que también puede resolver éste. Quizá ella espera que recaude fondos de sus discípulos para la compra de más vino. Quizá siente que él es capaz de un milagro.
“¿Qué tengo yo contigo, mujer?” (Literalmente “¿Y qué a ti y a mi?”) (v. 4a). Esta pregunta espera la respuesta, “¡Nada!” “¿Y qué a ti y a mi?” es un semitismo que puede significar: 1) ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o 2) ¿Cuál es mi papel en esto? El primer significado parece hostil, mientras que el segundo “implica simplemente un desconecto” (Brown, 99).
La respuesta de Jesús nos puede parecer descuidada y hasta irrespetuosa. Sin embargo, “mujer” (griego: gunai) sugiere distancia en vez de falta de respeto. Jesús utiliza la palabra en varias ocasiones para dirigirse a alguien (Mateo 15:28; Lucas 13:12; Juan 8:10; 19:26; 20:15) – y nunca lo utiliza de manera irrespetuosa.
La respuesta de Jesús es seguramente un reproche gentil con el propósito de distanciarse – una manera de decirle a María que ella ya no puede depender en su relación de madre e hijo. Desde que Jesús dejó su hogar para comenzar su obra, él “ha sido ungido con el Espíritu Santo y ha recibido la comisión de emprender la obra especial que su padre le ha dado para hacer. Ahora que ha entrado en su ministerio público, todo (incluyendo lazos familiares) deben subordinarse a esto” (Bruce, 69). “Aunque normalmente una madre judía puede ejercer presión sobre sus hijos, éste no era el caso con Jesús” (Borchert, 155). Mientras bajo la obligación de honrar a su padre y madre (Éxodo 20:12), la prioridad de Jesús debe ser honrar a su Padre celestial y la obra que el Padre le ha mandado hacer (5:19ff.).
“Aun no ha venido mi hora” (v. 4b). Como nos será revelado después (12:23, 27; 13:1; 17:1), la hora de Jesús en este Evangelio es la hora de su glorificación – la hora de su muerte, resurrección, y ascensión. Pero en este contexto de Caná la hora de Jesús seguramente tiene más que ver con el principio que con el final de su ministerio – ¿cuándo empezará a revelar su gloria? Jesús vive bajo el horario de Dios (Ridderbos, 106). Sus “acciones serán gobernadas por el horario establecido por Dios, no por el horario o la voluntad de nadie más” (O’Day, 537).
“Su madre dice á los que servían: Haced todo lo que os dijere” (v. 5). Su respuesta sigue el modelo de la instrucción del Faraón a los egipcios durante el hambre (Génesis 41:55), donde Faraón demostró su confianza en José, encargándole a él de controlar la crisis. La madre de Jesús demuestra esa misma confianza – que Jesús puede y hará algo para remediar la crisis en esta boda.
Pero esto no significa que Jesús es sumiso a la demanda de su madre (Brown, 102-103). “Repetidamente en este Evangelio, Jesús es presentado respondiendo a la dirección de Dios, y no a presión humana” (Borchert, 156).

JUAN 2:6-8. TINAJUELAS PARA LA PURIFICACIÓN DE LOS JUDÍOS

6Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme á la purificación de los Judíos, que cabían en cada una dos ó tres cántaros (griego: metretas duo e treis – dos o tres medidas). 7Díceles Jesús: Henchid estas tinajuelas de agua. E hinchiéronlas hasta arriba. 8Y díceles: Sacad (griego: antlesateahora, y presentad al maestresala. Y presentáronle.
“Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme á la purificación de los Judíos” (v. 6a). Tinajuelas de agua son utilizadas para agua de purificación ritual, porque la piedra no porosa es menos susceptible a las impuridades que el barro poroso.
Barclay anota que los judíos consideran el número siete como perfecto y completo, y el número seis incompleto. “Las seis tinajas de piedra se refieren a las imperfecciones de la ley judía” (Barclay, 89).
La cantidad de agua que cabe en cada tinaja es literalmente “dos o tres medidas” (v. 6b) o “dos o tres cántaros” (NRSV). La cantidad total de agua, entre 120 y 180 galones, es mucho más que la cantidad requerida para purificar esta multitud. Willimon anota que una taza de agua purificaría a cien personas, consecuentemente, estos cantaros contienen suficiente agua para purificar al mundo entero. El agua, por lo tanto, simboliza la poderosa gracia disponible a través de Jesús, que ha venido “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (3:16).
“Díceles Jesús: Henchid estas tinajuelas de agua. E hinchiéronlas hasta arriba” (v. 7). Los sirvientes (v. 5, 9) obedecen a Jesús, llenando las tinajas por completo. No solo siguen los movimientos, sino que responden obedeciendo plenamente. Esto es loable por dos razones. Primero, no saben por qué Jesús les ha mandado hacerlo. Segundo, cargar y descargar casi 200 galones de agua no es un trabajo pequeño.
“Sacad (griego: antlesate) ahora, y presentad al maestresala” (v. 8). El maestresala está a cargo del vino, y compartiría la vergüenza causada por la falta de vino. Él es responsable, no solo por la cantidad de vino, sino también por su calidad y distribución.
Wescott dice que antlesate normalmente se utiliza para sacar agua de un pozo y propone que los sirvientes sacan el vino de un pozo en vez de sacarlo de las tinajas. Su idea es que Jesús, representando una nueva era, no haría que su vino nuevo se sacara de “tinajas tan íntimamente ligadas con una simple purificación ritual” (Carson, 174). Esto, sin embargo, solo es conjetura. “Dio Chysostom, un escritor del primer siglo d.C., utiliza la misma palabra para referirse al ‘vaciar de los barriles de vino’ (Orations, 45:11)” (Kostenberger, 97). Además, la manera en que se relata la historia en este Evangelio da la impresión que el vino es sacado de las tinajas, y así es como debemos contar la historia.

JUAN 2:9-10. HAS GUARDADO EL BUEN VINO HASTA AHORA

9Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era (mas lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo, 10Y dícele: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que es peor; mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
“Y como el maestresala gustó el agua hecha vino” (v. 9a). Esta historia nunca nos dice exactamente cuando el agua se convierte en vino. Los sirvientes llenan las tinajas de agua. Cuando el maestresala lo prueba, descubre que es vino.
“que no sabía de dónde era” (v. 9b). Jesús obró su milagro en silencio. Solo su madre, sus discípulos, y los sirvientes saben lo que ha hecho. El maestresala sabía que había un problema, pero no sabía como se resolvió. No sabemos si el novio o los invitados jamás se dieron cuenta de que existía un problema.
“que no sabía de dónde era” (v. 9b). También hay mucha confusión acerca de donde viene Jesús. Su origen es una de las preocupaciones de este Evangelio (6:46; 7:27; 8:14; 19:9) y eso nos da un indicio del significado de este pasaje. Algunas personas saben de donde viene el vino/la gracia, pero otros no. Como ocurre a menudo en los Evangelios, hay una inversión aquí. El maestresala debe ser el que sabe de donde viene el vino, pero son los sirvientes los que lo saben. De manera parecida, los líderes religiosos deben comprender las señales de Jesús, pero son los discípulos, gente más ordinaria, los que creen.
“Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que es peor” (v. 10a). Es de esperar que los invitados sean más discriminantes con el sabor del vino cuando empiezan a beber. Después, cuando sus sentidos están entorpecidos, no les importaría si el vino que beben es bueno o mediocre.
El maestresala le dice al novio, “mas tú has guardado el buen vino hasta ahora” (v. 10b). Bauckham piensa de esto como el final de un chiste – la clave para comprender esta historia. El maestresala pretende comentar sobre el raro comportamiento del anfitrión, que guarda el mejor vino hasta el final. Sin embargo, en este Evangelio, gente a menudo dice cosas que tienen un significado más profundo, sin darse cuenta de lo que han hecho. En este caso, el significado más profundo es: “Dios ha hecho una cosa muy sorprendente. Ha guardado hasta el final su mejor regalo para Israel y el mundo. Su mejor regalo no ocurrió en el pasado de Israel, cuando dio a Moisés la ley y a Israel la tierra. Ha guardado el mejor vino hasta la venida de Jesús” (Bauckham, 490). Esto, entonces, se convierte en una historia de movimiento: del agua de la ley y los profetas hacia el vino de la gracia de Jesús.

JUAN 2:11. Y SUS DISCÍPULOS CREYERON EN ÉL

11Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
“y manifestó su gloria” (v. 11b). Esta frase nos recuerda al Prólogo, donde dice, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (1:14).
En el Antiguo Testamento, la palabra “gloria” (hebreo: kabod) frecuentemente se relaciona con Dios (Éxodo 14:4, 17; 16:7, 10; 24:16-17; 29:43; 33:18, 22; 40:34; Levítico 9:6, 23, etc., etc., etc.). Cuando Jesús revela su gloria a través de estas señales, revela su divinidad. El propósito de las señales es revelar a Jesús como Hijo del Padre. No es suficiente reconocerle solo como alguien que obra milagros (2:23-25, 4:48; 6:26).
“y sus discípulos creyeron en él” (v. 11c). Éste es el punto de la historia (Brown, 103). El propósito de las señales de Jesús es inspirar creencia. Además, el propósito ya establecido de este Evangelio es “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:31).
La mayoría de eruditos cree que Jesús obra siete señales en este Evangelio. Mientras que el Evangelio no especifica ese número, siete es un número “completo” en creencia judía y, por lo tanto, razonable. La lista usual de señales incluye:
• El vino en Caná (2:1-11).
• El sanar del hijo del oficial del rey, también en Caná (4:46-54).
• El sanar de un hombre enfermo (5:1-9).
• El alimentar de los cinco mil (6:1-14).
• Caminar sobre el agua (6:15-21).
• El sanar del hombre nacido ciego (9:1-34).
• La resurrección de Lázaro (11:38-44).
Algunos eruditos combinan el alimentar de los cinco mil con caminar sobre el agua como una sola señal para que la resurrección de Jesús (20:1-18) se convierta en la séptima y última señal (Carson, 175).
No todos los que presenciaron estas señales creerán en Jesús (5:10-18; 9:13-34; 11:45-57). Este Evangelio caracteriza a los que fallan en creer como “los judíos” (5:10, 18; 9:18), queriendo decir, las autoridades judías – el establecimiento religioso y político – los que tienen incentivos para mantener el estatus quo. Sin embargo, algunos de “los judíos” creerán (11:45). En algunas situaciones, este Evangelio nombra a los altos sacerdotes y fariseos como unos que presencian las señales, pero que responden oponiéndose en vez de creer en Jesús (9:15; 11:47, 57).
Jesús trae alegría
(Juan 2:1–12)
Al haber asistido a las bodas, Jesús se unía a la alegría de la celebración.

A. Jesús asiste a una boda (1–2)

1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.

Jesús fue a las bodas, deseaba ser partícipe de la alegría reinante porque la celebración de un matrimonio siempre es sinónimo de alegría. El día del casamiento es uno de los días más felices en la vida de una pareja.
Muchos cristianos tienen una falsa idea de la espiritualidad; creen que la cara larga, el rostro sombrío, los ojos decaídos y la mirada enfermiza indican-que alguien es muy espiritual. Sin embargo, el Señor nunca dijo que fuera incorrecto alegrarse y, por el contrario, con su actitud demostraba justamente lo opuesto: él iba a las fiestas, a las fiestas decentes, a las fiestas donde había alegría. En esta ocasión, tanto él como sus discípulos fueron invitados.

B. Dificultades imprevistas (3–5)

3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.

Observamos que durante la fiesta de casamiento, el maestresala—el encargado de la fiesta—se encontró en problemas. Seguramente llegaron más invitados de los previstos, razón por la cual el vino se agotó. Cabe destacar que en el lejano oriente y en muchos otros países, existen problemas por falta de agua potable. Por ello la costumbre es beber vino—no jugo de uva sino un vino liviano. La idea de que el vino sea erróneo (aunque sea en moderación) probablemente haya sido desconocida en el judaísmo de ese tiempo y en la cristiandad primitiva. Un popular dicho judío declaraba: “Sin vino no hay alegría.”

Ahora bien, enterado por su madre de lo que sucedía en la fiesta, Jesús no respondió en forma directa a la petición que le hizo María (“No tienen vino”). La respuesta del versículo 4 puede ser dividida en dos partes. La primera: “¿Qué tienes conmigo, mujer?” Tal vez podamos parafrasearlo: “Seré tu hijo, pero no olvides que también soy el Hijo de Dios. Lo que te preocupa a ti (la falta de vino) y lo que me preocupa a mí (la salvación del alma) son cosas diametralmente opuestas.”

Y luego Jesús continuó: “Aún no ha venido mi hora.” Aunque había surgido un imprevisto en la fiesta, no era el momento indicado para que Jesús realizara un milagro. No había llegado la hora soberana de Dios. Bien decía Salomón que cada cosa debajo del sol tiene su tiempo y su hora (Ec. 3:1). Dios tiene una hora señalada para cada acontecimiento. En la vida hay momentos de actuar y momentos de esperar. Y cuanto más cerca uno vive del Señor, más sensible se vuelve uno a la voz del Espíritu Santo, y comprende cuándo debe moverse y cuándo esperar. Además uno aprende a comportarse con más prudencia, las acciones se vuelven más precisas y el momento de actuar más adecuado. Jesucristo siempre actuaba a la perfección porque estaba en perfecta armonía con el Padre.

Sin embargo, a pesar de la aparente respuesta negativa de Jesús, notemos las palabras claves de María: “Haced todo lo que [Jesús] os dijere.” ¡Qué bueno sería si en este siglo XX la humanidad escuchara las palabras de María!

C. Provisión milagrosa (6–10)

6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los        judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. 
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. 
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 
Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo        sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10y le dijo: Todo              hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior;        mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.

La misión principal de Jesucristo no era proveer para las necesidades físicas del pueblo sino para las necesidades espirituales. No obstante, el Señor Jesús accede al pedido de su madre y provee algo físico, aunque con profundo significado espiritual.

Vemos aquí que la obediencia inmediata produce una provisión milagrosa, abundante y de excelente calidad. Cuando el Señor Jesús obra, nunca lo hace a medias.

La lección que se desprende de este incidente es que cuando obedecemos los mandatos divinos, Dios provee a necesidades específicas y detalladas. En realidad Jesús podría haber hecho vino sin necesidad de llenar las tinajas con agua. Sin embargo, por lo general usa a seres humanos para llevar a cabo sus propósitos. Recordemos el caso de los cinco panes y los dos pececillos de un niño (Jn. 6:1–15), como así también la vara de Moisés (Ex. 4:1–5; 14:16; Nm. 20:8–11).

El pedido de las tinajas de agua puede haber parecido ridículo, pero la obediencia inmediata era lo que contaba. Al final estos sirvientes colaboraron en la implementación de un milagro que parecía imposible. María había dicho: “Haced todo lo que os dijere” y los sirvientes obedecieron. Como resultado, fueron testigos de una maravillosa transformación: el agua convertida en vino. No cambió la esencia sino el carácter: de una forma de líquido a otra forma de líquido. (Y en cierta manera es lo que sucede en el nuevo nacimiento: cambia el carácter pero no la esencia de la persona renacida.)

El secreto de la felicidad, la alegría y el gozo en la vida está en obedecer a Jesús inmediata y detalladamente, a fin de que seamos testigos de milagros y promesas maravillosas en cada momento de nuestra vida.

D. Principio de señales (11–12)

11   Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus            discípulos creyeron en él. 
12   Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus                  discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

En este Evangelio hay registradas siete señales durante el ministerio de Jesús, y además un milagro que tuvo lugar luego de su resurrección. Se habla de señales porque eran consideradas como expresiones y evidencias del poder y la divina personalidad de Jesucristo (ver recuadro LAS SEÑALES DE JESUS). Y aunque Juan se refiere al “principio” de señales, ésto no quiere decir que antes no hubiera habido otras.

Una vez que tuvo lugar el milagro en las bodas de Caná, sus discípulos creyeron en él. Ese había sido el objetivo de esa transformación. Hasta ese momento los discípulos habían sido seguidores y admiradores. En esa ocasión comprendieron el significado espiritual de lo ocurrido y a partir de allí se convirtieron en verdaderos creyentes.

BOSQUEJOS 

JESUS TRAE ALEGRIA (2:1–12)
                                                                                          Otro posible bosquejo:
A. Jesús asiste a una boda (1–2)                        A. Tiempo y escena del milagro (1–2)
B. Dificultades imprevistas (3–5)                         B. Ocasión del milagro (3–5)
C. Provisión milagrosa (6–10)                             C. Manera del milagro (6–8)
D. Principio de señales (11–12)                           D. Resultado del milagro (9–10)
                                                                             E. Efecto del milagro (11)


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