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miércoles, 5 de agosto de 2015

Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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La autoridad de Jesús
Mateo 8
¡SÍGUEME!

Mateo 8:22 Jesús le dijo:  Sígueme;  deja que  los  muertos entierren a  sus muertos.

Esta fue una de las primeras expresiones que impactaron mi vida cristiana, escuchar a Jesús decir imperativamente ¡Sígueme!. Obviamente es una orden. ¿Pero de qué tipo?. Sabemos que Jesús es un Señor, y esto implica que lo que dijo fue más una demanda que una orden, algo que debemos hacer sin peros, sin cuestionar, sin discutir, sin argumentar.
“¡Sígueme!”. El modo imperativo de esta expresión, está indicando que la misma es una orden directa del Señor Jesús, tanto como lo dice un amo a sus esclavos o un patrón a sus empleados ¡Sígueme!, y no hay una explicación del porque, no se especifica un destino, sólo se le sigue, y llegado a destino se especifica lo que debe hacer.

Ahora  bien,  la  orden  ¡Sígueme!  no  acepta  contravenciones,  no importa lo que estés haciendo, nada hay más importante que llevar a cabo esa orden. Cuando Jesús dijo, “deja que los muertos entierren a sus muertos” está diciendo que no importan los sentimientos, no importa tu estado emocional, las costumbres, no importa nada, hay que dejar todo, absolutamente todo y Seguirle.

Mateo 9
9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.

Ahora una vez más, pero esta vez a un hombre que estaba trabajando normalmente.
Evidentemente al Señor no le importa lo que estés haciendo, si trabajando, si pasando por alguna situación sentimental, si alguna crisis o aún estando en tu mejor momento. Fíjense; Cuando le dio la orden a Mateo, este estaba trabajando, Jesús no espero hasta su salida, no hizo fila para llegar a su mesa, pasó le miró y dijo: ¡Sígueme!. Y Mateo no tiene muchas opciones, Jesús dio la orden y ya estaba partiendo, no se puso a esperar a Mateo, fue Mateo quien dejó todo y le siguió.

Lucas 5
28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Imaginen la escena, Mateo se levanta y la gente que estaba haciendo fila para pagar sus impuestos comienzan a criticar y a pedirle a Mateo que no abandone su puesto de trabajo “¡Hey, volvé!”, y si hubiera estado algún pariente, quizás su esposa le estaría diciendo: “¡¿Qué estás haciendo?!, porqué abandonas tu trabajo?, con qué nos mantendremos?, con qué vas a pagar la escuela de tus hijos?, porqué sigues a ese hombre que no tiene ni donde reposar su cabeza?”

¡Sígueme!, esta orden se reitera muchas veces en las Escrituras: 

Juan 1
43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.

Mateo 19
21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

Juan 21
19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

Cuando el Señor llamó a sus discípulos les dijo a cada uno de ellos con autoridad ¡Sígueme!, era una orden, y así se debe predicar el Evangelio. Jesús nunca pero nunca pregunto si le querían seguir, nunca dijo “levante la mano el que quiera seguirme”, tampoco ofreció opciones o alternativas para que le sigan, tampoco les decía “el que me siga recibirá perdón, salvación, paz, prosperidad, vida eterna”; Nunca, pero nunca hizo promesas o propagandas para que le siguieran. Simplemente les miraba a los ojos y les decía
¡Sígueme!.

Cuando se presenta el Evangelio a una persona se le debe mostrar esta orden del Señor, Jesús te demanda ¡Síguele!, no hagas falsas promesas, no le prometas nada, dile que Él es el Señor y que en Él está la Vida, en Él está todo lo que uno necesita para servirle a Él.
Obviamente seguir a Jesús tiene costo, pero nada, absolutamente nada es mejor que seguir a Jesús.

Mateo 19
20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
¡SÍGUEME!, ante una orden así solo tienes dos alternativas, o le sigues o NO le sigues, cumples la orden o NO la cumples.

Los discípulos le obedecieron, el joven rico no pudo; Puede que haya reconocido a Jesús, esperaba que este le justifique, “una cosa te falta para heredar la vida eterna”, pero no pudo soportar el pedido del Señor, el amor al dinero, las posesiones que el mundo le había dado, su estatus, su avaricia, su afán no le permitía renunciar por lo que tanto había luchado y se fue entristecido (Mr 10:17:31).

El Evangelio y Jesús mismo son una disyuntiva a nuestra vida y a nuestra personalidad, cuando Él habla su autoridad se manifiesta con su Palabra. Se pueden imaginar a Pedro, Jacobo, Natanael, Felipe, personas de carácter muy fuerte dominantes ante la orden de Jesús ¡Sígueme!. 

Es evidente que para que le siguieran tuvieron que quebrarse interiormente, preguntándose ¿Quién es éste para que le siga?, ¿Por qué me trata así?. Una cosa es cierta, ante la orden que se le ha dado solo tienen dos alternativas.

Mateo 11
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

La violencia interior de una persona frente a la orden de Jesús, su lucha, su mirada, todo en cuanto puede pensar y en pocos segundos se define si es hijo de Dios o no, si puede ser esclavo de Cristo o seguir siendo esclavo del mundo.

Ahora bien, cuando le seguían Jesús les decía que nadie era digno de seguirle sin antes abandonar todo lo que tenía para estar a su servicio.

¿Qué significa y que costo tiene seguir al Señor Jesús?
Hacemos esta meditación, porque muchos que se dicen y afirman ser cristianos piensan que lo son por el solo hecho de haber “aceptado a Jesús en su corazón” a pesar de que siguen en los deseos de su corazón, o son cristianos porque han “hecho una oración de fe” aunque no viven por fe, sino que viven de la carne y para la carne.

A causa de las pésimas predicaciones de las religiones supuestamente cristianas (católicos, protestantes evangélicos, testigos, mormones, etc con sus denominaciones y derivados) se ha perdido el verdadero valor de lo que significa ser cristiano.

La mayoría piensa que uno es cristiano, porque tiene a Jesús de su parte, y piensan así porque estiman que Jesús vino para ayudarles con sus situaciones y problemas, estiman que Jesús nació en este mundo en un pesebre y sufrió muriendo humillado en una cruz, para ayudarles a cumplir sus metas mundanas (estudio, profesión, trabajo, bienes, propiedades, bienestar, prosperidad), esto es lo que predican las religiones actuales, todos esos seudos cristianos que solo hablan de dinero y prosperidad.

El Señor Jesús NO vino para ayudarnos con nuestras situaciones problemáticas, no vino para ayudarnos a conseguir metas humanas, mucho menos para obtener cosas o disfrutar del mundo, sino todo lo contrario, porque todo lo que es del mundo está gobernado por el maligno (1 Jn 5:19).

Lucas 14
33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

¿Porqué hay que renunciar a lo que poseemos?
Porque nada de lo que el mundo brinda es digno de Dios. Todo lo que el mundo ofrece está basado en la injusticia, en la mentira. La cultura del mundo es una mentira y una injusticia, los objetivos del mundo son mentiras e injusticias, el dinero y las riquezas son una mentira, una ilusión, una injusticia. Y toda injusticia sufrirá la ira de Dios y es por eso que debemos arrepentirnos de buscar cosas injustas que el mundo ofrece y debemos buscar la Verdad, seguir la Verdad, la cual es Cristo “Yo Soy el Camino la Verdad y la Vida” (Jn 14:6) y todo fuera de Él es pecado, es injusticia, es condenación; 

¿Se entiende entonces la incompatibilidad de las cosas del mundo frente al Reino de Dios?. Jesús siendo hombre no buscó lo que el mundo ofrecía sino buscó hacer la Voluntad del Padre.

Romanos 2
5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;

Jesús siendo hombre, no buscó bienes terrenales, ni beneficios, rechazó todo lo que satanás le ofreció Jesús dijo “¡Vete satanás!” (Mt 4:10), significa, “no me interesa tu mundo”, “no te necesito para vivir”. “Les enseñaré a vivir sin las cosas del mundo, les enseñaré a vivir por la Fe en Dios”; 
“mas buscad el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6:32-33).

Lucas 9:
57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 
58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del      Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

Con esta expresión de Jesús queda más que claro que seguir a Jesús no tiene garantías carnales, no le seguimos para conseguir cosas materiales o beneficios carnales o mundanos, no le seguimos para autosatisfacernos, le seguimos porque queremos los beneficios Espirituales y eso solo lo entienden lo que buscan Vida Eterna, los que buscan inmortalidad, pero los que quieren vivir en este mundo no entenderán jamás el Evangelio y en muchos casos solo vivirán una vida religiosa justificando una vida pecaminosa para terminar lamentablemente en condenación.

Entonces, ser cristiano NO se trata de nuestros logros, no se trata de alcanzar metas impuestas por el mundo, se trata de seguir a Jesús, de hacer lo que Él hizo, de hacer la Voluntad del Padre (Mt 12:50; 7:21; Lc 11:2).

Seguir a alguien, es andar por el camino del que guía, ¿para qué?, para llegar a donde el Guía quiere llevar. Seguir a Jesús implica que me dispongo a recorrer el Camino de Jesús para alcanzar lo que Jesús alcanzó. Los discípulos de Jesús así lo entendían:
1 Juan 2:6      El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
1 Pedro 2:21  Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por                                      nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;

Miren sus vidas, ¿están siguiendo a Jesús? o ¿están siguiendo sus propios caminos?.

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jueves, 10 de abril de 2014

Seminario Bíblico: Ayuda ministerial para obreros cristianos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El Diplomado propicia espacios de formación y motivación a los  maestros y maestras cristianos, a través de recursos teóricos y prácticos, que sean de utilidad para la construcción de un currículo adecuado para su iglesia o comunidad. Por ello, este Diplomado es una oportunidad para pastores, líderes y maestros con vocación y llamado para la enseñanza  dentro y fuera de la iglesia, que reconocen la importancia de la actualización permanente y quieren que a sus estudiantes llegue la Palabra del Señor con fidelidad, calidad y pertinencia.

Materias para el Seminario Bíblico:
Catálogo de materias

Materia
Manual
Deberes
BIBLIOLOGÍA Y HERMENÉUTICA
CONOCIENDO A DIOS
DOCTRINA DE LA SALVACIÓN
EPÍSTOLAS GENERALES
EPISTOLAS PAULINAS I
EPISTOLAS PAULINAS II
EVANGELISMO
HISTORIA DE LA IGLESIA
HOMILÉTICA
LA VIDA DE JESUS
MISIONES MUNDIALES
EDUCACIÓN CRISTIANA
SECTAS Y RELIGIONES
SÍNTESIS BIBLICA I
SINTESIS BIBLICA II
HECHOS
ROMANOS
Pronto
DANIEL Y APOCALIPSIS
Pronto

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sábado, 22 de febrero de 2014

la cruz del calvario no manifiesta meramente que Dios nos perdona

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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  “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Romanos 3:25–26

Dirigiendo su atención a las grandes palabras que se encuentran en el capítulo 3, versículo 25 y 26, de la epístola de Pablo a los Romanos, quiero recordarle nuevamente que en muchos sentidos, no hay versículos más importante en todo el alcance y esfera de las Escrituras, que estos dos. En ellos tenemos la afirmación clásica de la gran doctrina central de la expiación, y es nuestra razón para considerarlos muy cuidadosa y detalladamente. Ya he dicho que algunos han descrito esto como “el acrópolis de la fe cristiana”. Podemos estar seguros de que no hay nada digno de consideración, que sería tan importante como estos dos versículos. La historia de la iglesia muestra claramente que estos versículos han sido el medio de Dios el Espíritu Santo para traer a muchas almas de las tinieblas a la luz, y para dar a muchos pobres pecadores el primer conocimiento salvador y su primera certidumbre de salvación.

Déjeme darle un bien conocido y notable ejemplo histórico. Me refiero al poeta William Cowper. El nos dice que se encontraba en su cuarto sufriendo gran agonía de alma, y bajo una profunda y terrible convicción. El no podía encontrar la paz, y caminaba de un lado a otro, al punto de la desesperación, sintiéndose completamente agobiado, sin luz, sin aliento. 

Repentinamente en completa desesperación, se sentó en una silla frente a la ventana del cuarto. Había una Biblia allí, así que él la tomó, la abrió y encontrándose con este pasaje, pues él nos dice: “El pasaje que encontraron mis ojos fue el versículo 25 del tercer capítulo de Romanos. Al leerlo, de inmediato recibí poder para creer. Los rayos del Sol de Justicia cayeron sobre mí en toda su plenitud. Yo vi la completa suficiencia de la expiación, en la cual Cristo ha forjado para mi perdón y entera justificación. En un instante yo creí y recibí la paz del evangelio. Si el brazo del Dios Todopoderoso no me hubiera sustentado, yo creo que habría sido aplastado de gratitud y gozo. Mis ojos estaban llenos de lágrimas; este arrobamiento ahogó mis palabras. Yo solamente podía mirar hacia el cielo en silencioso temor, sobrecogido con amor y asombro”. Esto fue lo que hizo este versículo 25 del capítulo tres de la epístola a los Romanos por el famoso poeta William Cowper, y ha hecho la misma cosa por muchos otros.

Déjeme recordarle otra vez lo que el pasaje dice. Es la continuación de lo que el apóstol estaba diciendo en el versículo 24, la gran buena nueva de que ahora es posible que nosotros seamos “justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús”. En otras palabras, ahora hay un camino de salvación aparte de la ley, el cual no depende de nuestra observancia a la misma. Este es el camino gratuito en Cristo.

 Dios nos ha rescatado en Cristo, y estos versículos 25 y 26 explican cómo este rescate sucedió. Pero, ¿Porqué tuvo que pasar el rescate de esta manera? ¿Cómo ocurrió esta redención?

Ya hemos considerado dos de las grandes palabras que explican esto. Ellas son las palabras “propiciación” y “sangre”. Sabemos también que la redención adquirida en esta manera, viene a nosotros a través de la instrumentalidad de la fe.

Pero el apóstol no termina así, él dice algo más. Veamos nuevamente la declaración: “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” (Rom. 3:25–26). ¿Porqué el apóstol continuó hasta decir todo esto? ¿Porqué no lo dejó en su primera afirmación? ¿Cuál es el significado de esta afirmación adicional? Para descubrir la respuesta debemos considerar una vez más estos términos. El primero es el término “puso” y significa ‘manifestar’, ‘hacer claro’. 

Aquí tenemos algo que es de vital interés para nosotros, y nos lo dice de una vez que la muerte del Señor Jesucristo en el calvario no fue un accidente, sino que fue la obra de Dios. Fue Dios quien “puso a Cristo” allí. Cuán a menudo se pierde completamente la gloria de la cruz cuando los hombres la sentimentalizan de alguna manera diciendo: “Oh, El era muy bueno para este mundo, El era muy puro. Sus enseñanzas eran tan maravillosas que ¡los crueles hombres le crucificaron!” El resultado de todo esto es la conmiseración y sentir lástima por El, olvidándose de que El mismo se volvió a las hijas de Jerusalén, que comenzaban a sentir lástima por El diciéndoles: “…no me lloréis a mí, mas llorad por vosotras mismas” (Luc. 23:28). Si nuestra opinión de la cruz de Cristo es tal que nos hace sentir lástima por El, entonces significa que nunca la hemos visto verdaderamente. Es Dios quien le puso a manifiesto. No fue accidente, sino algo deliberado. De hecho, el apóstol Pedro predicando en el día de Pentecostés, dijo que todo había pasado por el “determinado consejo y providencia de Dios” (Hech. 2:23).

Este término también enfatiza el carácter público de la acción, una gran operación de Dios. Dios hizo aquí algo en público, en la escena de la historia del mundo, con la finalidad de que esto pudiera ser visto, que pudiera mirarse a El, y ser recordado de una vez y para siempre. Esta fue la acción más pública que jamás hubiera ocurrido. De este modo Dios públicamente puso a Jesucristo, como una propiciación por medio de la fe en su sangre.

Esto nos conduce a una pregunta vital: ¿Porqué hizo Dios esto? ¿Porqué ocurrió? ¿Qué motivo (si se me permite preguntar con reverencia) le condujo a Dios a hacer esto? ¿Cuál fue su propósito en hacerlo? La mejor respuesta se puede hallar viendo los términos uno por uno. Luego los consideraremos como un todo, y veremos exactamente porqué el apóstol sintió que era vital y esencial amplificar ese tema.

Primero, hablamos del primer término, “manifestar” de la primera frase, “para manifestar su justicia”. Esto significa ‘mostrar,’ ‘enseñar,’ ‘dar una muestra evidente,’ ‘probar,’ ‘demostrar’. Dios hizo esto, dice Pablo, con el fin de que Cristo pudiera rescatarnos, a través de dar una ofrenda propiciatoria. Si, pero además de esto, Dios está manifestando algo aquí, está mostrando algo, está enseñando y dando una muestra evidente de algo. ¿De qué cosa? “De su justicia.” Debemos tener cuidado con esta expresión, la que hemos visto desde el versículo 21. Es desafortunado que el mismo término se usa para referirse a dos ideas distintas. Hasta ahora, considerando este término ‘justicia’, hemos visto que este significa “el medio de justicia”. Volvamos al versículo 21: “Mas ahora, se ha manifestado la justicia de Dios sin la ley” (Rom. 3:21). 

En otras palabras, esto significa que se ha manifestado el medio de Dios para hacer justos a los hombres, la manera divina de dar justicia a los hombres. Pero en el versículo 25, no significa esto. En este versículo dice que Dios ha hecho algo a través de lo cual, El manifiesta su justicia, no una justicia que El nos da a nosotros, sino más bien la justicia como uno de sus atributos gloriosos. Esta habla de la equidad de Dios, significa la rectitud judicial de Dios, la esencia moral, santa, justa y recta del carácter de Dios que “paga a cada uno conforme a sus obras”. El dice nuevamente en el siguiente versículo (vs. 26): “…a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe (al que cree) de Jesús”. 

Es decir, en la cruz de Cristo Dios está declarando su propia rectitud, su propio carácter justo, su propia esencial e inherente rectitud y justicia.

La siguiente frase es “a causa de haber pasado por alto”. Dios esta declarando su justicia “con respecto a”, “por causa de” haber pasado por alto los pecados pasados. Si usted se esforzara a buscar la palabra actual usada en el griego, usted hará un muy interesante descubrimiento acerca de la palabra que el apóstol usó aquí (la cual se traduce, haber pasado por alto). Descubrirá que este es el único lugar donde fue usada en todo el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo no la usó en ningún otro lugar y nadie más la usó del todo. Hay otra palabra que es traducida también como “remisión”, y en sus varias formas, y se puede encontrar 17 veces en el Nuevo Testamento; pero esta palabra la cual tenemos aquí en el verso 25, es usada solamente una vez y en realidad no significa “remisión” o “perdón”, sino que significa “pretermisión” o “omisión”.

Esta es una palabra importante y debemos examinarla. ¿Qué significa “pretermisión”? ¿Qué significa “omitir pecados” en distinción de “perdonar pecados”? Esta es una palabra que fue usada en la Ley Romana. Cuando uno la encuentra en la Ley Romana, generalmente es usada en este sentido: se refiere a una persona que ha hecho un testamento y ha dejado a alguien fuera de éste. Por ejemplo, si un hombre haciendo un testamento, deja algo a varios de sus amigos, mas hay un amigo al cual no le deja nada, esto es “pretermisión”. El dejó a su amigo fuera de su testamento; no lo consideró, es decir, “lo pasó por alto”. Aquel hombre dio algo a todos sus parientes y amigos, pero pasó por alto a uno, esto es ‘pretermitir’. Esta es la palabra que se usa aquí en el verso 25, “pasar por alto”, “excusar”, “no hacer caso de”, “permitir que pase sin notarlo”, “ignorar deliberadamente”. Estos son los significados dados a esta importante palabra, la cual el apóstol deliberadamente escogió en este versículo.

Haciendo una cosa así, el apóstol había de tener una buena razón para hacerlo, pues no hizo tal clase de cosa accidentalmente. ¿Porqué no usó la palabra ‘perdón’ como en otras partes? ¿Porqué esta palabra aquí y solo aquí? y ¿Porqué esta palabra particular que significa “pasar por alto”? Claro, debido a que quería expresar la idea de ‘omitir’. Así que, en lugar de leer “por el perdón de los pecados pasados”, vemos “a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”, “por no haber hecho caso intencionalmente en su paciencia de los pecados pasados”.

Podemos decirlo de otra manera. La diferencia entre “perdonar” y “pasar por alto” es la diferencia entre “perdonar” y “no castigar”. Quizás usted diría que esto es pararse en quisquillas, una distinción sin diferencia, pero no es así. Por supuesto a fin de cuentas, viene a ser la misma cosa. Si yo no castigo a un hombre, en un sentido lo he perdonado; y sin embargo, todavía no lo he perdonado completamente. Si yo perdono, ciertamente no castigué, pero el perdonar incluye más que no castigar. Entonces, este término “pretermisión” o “omisión” queda corto con la palabra “remisión” o “perdón”; y este es el porqué Pablo aquí la usa, como lo vamos a ver.

La siguiente cosa que veremos es “los pecados pasados” en la frase, “…a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Una vez más tenemos que estudiarla cuidadosamente. Si no, podríamos llegar a la conclusión que el apóstol está diciendo que Dios pasa por alto ‘los pecados pasados’ de cualquiera: mis pecados pasados, sus pecados pasados, “los pecados pasados”. Pero esto no es el sentido del apóstol, no es lo que quería decir. Una mejor traducción podría ser, ‘pecados que fueron cometidos antiguamente’. El se está refiriendo a un tiempo muy definido. Es el tiempo que él contrasta con “en este tiempo” en el siguiente versículo (vs. 26). Hubo aquel tiempo, luego este tiempo. El dice: ‘A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo…’ ¿A qué está mirando atrás? El está mirando atrás la Antigua Dispensación, y está diciendo que Dios pasó por alto los pecados bajo el pacto antiguo, en los tiempos del Antiguo Testamento. Su punto es que Dios haciendo esto, ahora ha manifestado a Cristo para aclarar algo referente a lo que El hizo en aquel entonces.

Esto nos conduce al último término que tenemos que considerar, la palabra “paciencia” o “indulgencia”. ¿Qué quiere decir? Paciencia significa ‘auto-refrenamiento’, ‘discrepancia permitida’ o ‘tolerancia’. ¿Exactamente qué está diciendo aquí el apóstol? Dice: “A quien Dios ha puesto, en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su auto-refrenamiento o paciencia, los pecados que fueron cometidos antiguamente…” ¿Qué quiere decir esto? Pues, Pablo nos está diciendo que este acto público que Dios decretó y consumó en el calvario, tiene relación también con los hechos de Dios bajo la administración del Antiguo Testamento, cuando Dios intencionalmente no hizo caso, pasando por alto los pecados de su pueblo de aquel tiempo, por su auto-refrenamiento y paciencia.

Pero ¿qué significa todo esto? Podemos responder en una manera muy interesante, viendo la misma clase de afirmación en otros dos lugares en el Nuevo Testamento. ¿Recuerda usted cómo habló el apóstol Pablo a la congregación de los estoicos, los epicureos y otros en Atenas? El informe se da en el capítulo 17 del libro de los Hechos de los Apóstoles, comenzando particularmente en el versículo 30. El apóstol elaborando su argumento dice: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hech. 17:30). Observe como él elabora su gran argumento. El dice, Dios no se ha dejado a sí mismo sin testimonio a través de todas estas generaciones y siglos. Dios ha dejado sus evidencias y señales. Y el propósito fue que la gente pudiera buscar al Señor, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en el vivimos, y nos movemos y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron, porque linaje de este somos también. Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar que la divinidad sea semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan. Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Vea Hech. 17:25–31.)

El otro pasaje es el versículo quince del capítulo nueve de la epístola a los Hebreos: “Así que, por eso es mediador (Cristo) del nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo del primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Aquí Hebreos 9:15 dice exactamente la misma cosa que el apóstol está mencionando en Romanos 3. Entonces, la verdadera explicación de nuestro versículo se encuentra en la afirmación de Hebreos, donde vemos al autor, ansioso de que sus lectores pudieran entender claramente acerca del antiguo pacto, de los sacrificios y las ofrendas bajo este mismo. Quiso que ellos entendieran y tuvieran muy claro en sus mentes, que estos sacrificios nunca podrían producir un perdón completo de pecados, así como expiar el pecado. Estos sacrificios podían hacer algo, dice el apóstol, fueron de valor para “la purificación de la carne”. “La sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra, rociada a los inmundos, santifica para la purificación de la carne” (Heb. 9:13). Pero estos sacrificios no podían hacer nada más. No podían tratar con la consciencia. Esta era la dificultad, mas todavía el problema concierne la consciencia.

 Pero, si la sangre de los toros y de los machos cabríos podía purificar la carne, “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:14). “Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros…” (Heb. 9:9–11) y así sigue.

¿Entiende el argumento? Lo que el apóstol está diciendo es que bajo el antiguo pacto, bajo la antigua administración, no hubo provisión para tratar con los pecados en un sentido radical. Los antiguos sacrificios y ofrendas eran medios para pasar por alto los pecados que duraron hasta el tiempo señalado. Daban cierta clase de purificación de la carne, proporcionaban una purificación ceremonial, hacían apta a la persona para acudir a Dios en oración. Pero no había sacrificio bajo el antiguo testamento que tratara realmente con el pecado. Todo lo que estos sacrificios hacían era señalar hacía adelante, al sacrificio que había de venir, el cual realmente trataría con el pecado, limpiando las conciencias de las obras de muerte y reconciliando verdaderamente al hombre con Dios.

Entonces preguntaría alguno, ¿Quiere decir que los santos del Antiguo Testamento no eran perdonados? Por supuesto que no. Ellos obviamente eran perdonados y agradecieron a Dios su perdón. No se puede decir ni por un momento que personas como Abraham, David, Isaac y Jacob no fueron perdonadas. Sin embargo, no fueron perdonados debido a estos sacrificios que se ofrecían en aquel entonces. Fueron perdonados por que miraban hacía Cristo. Quizás no vieron esto claramente, no obstante, creyeron la enseñanza, e hicieron estas ofrendas movidos por la fe. Creyeron en la Palabra de Dios, de que un día El iba a proveer un sacrificio, y por medio de la fe, ellos se sostuvieron en esto. Pero fue su fe en Cristo lo que les salvó, igualmente como es la fe en Cristo lo que nos salva ahora. Este es el argumento.

Pero, en un sentido esto nos deja con un problema. Dios siempre se ha revelado a sí mismo como un Dios que aborrece el pecado. El anunció que castigaría el pecado, lo cual era la muerte. Declaró que derramara su ira sobre el pecado y sobre los pecadores. Y sin embargo, aquí vemos a Dios por siglos, aparentemente negando sus propias afirmaciones y su propia Palabra. Parecía que no iba a castigar el pecado. El estaba pasándolo por alto del todo. ¿Acaso Dios ha dejado de preocuparse por estas cosas? ¿Acaso ha llegado a ser indiferente hacia el mal? ¿Cómo puede pasar por alto el pecado de esta manera? Este es el problema, y fue un problema genuino. Es claro que la sangre de los toros, de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra no podían hacer esto. Y sin embargo, Dios pasaba por alto estos pecados. ¿Cómo podía hacer esto? ¿Qué cosa podría justificar esta “paciencia de Dios”?

Ahora, dice el apóstol, Dios nos explica todo por lo que hizo en público, en la escena y teatro del mundo entero, con Cristo en el calvario. El detenía su ira a través de siglos y no la reveló completamente, pero ahora en la cruz de Cristo, la desplegó completamente. El lo manifestó ahora. Lo repite dos veces: “para manifestar su justicia” (verso 25) “con la mira de manifestar en este tiempo su justicia” (verso 26). Vemos un motivo divino por la cruz. En el monte calvario, Dios dio una explicación pública de sus hechos a través de los siglos. Así al mismo tiempo, estaba reivindicando su propio carácter eterno de justicia y santidad.

¿Exactamente cómo lo hizo Dios? Al responder esta pregunta se verá la razón por la cual me ocupé tanto en defender aquella palabra “propiciación” (que significa la satisfacción de la ira divina) debido a que era vital. ¿Cómo ha reivindicado Dios su carácter en el calvario? ¿Cómo ha dado una explicación de su “haber pasado por alto” los pecados en el tiempo antiguo, de su auto-refrenamiento y tolerancia? Hay una sola manera en que El podría hacer esto. Dios ha afirmado que aborrece el pecado, que castigará el pecado, que derramará su ira sobre el pecado, y sobre todos los culpables de pecado. Por lo tanto, a menos que Dios pueda probar que ha hecho esto, ya no sería justo. Y lo que el apóstol está diciendo es que, precisamente en el calvario Dios ha dado esta prueba. El ha demostrado que aún aborrece el pecado, que lo va a castigar, que tiene que castigarlo, que derramará su ira sobre él. ¿Cómo mostró esto en el calvario? A través de hacer precisamente estas mismas cosas. 

En el calvario Dios derramó sobre su unigénito y amado Hijo, su ira contra el pecado. La ira de Dios que debiera haber venido sobre usted y sobre mí por causa de nuestros pecados, cayó sobre Cristo. Dios siempre supo que lo iba a hacer. Leemos en las Escrituras acerca del “Cordero que fue inmolado antes de la fundación del mundo” (Apo. 13:8). Este plan tuvo su origen en la eternidad. Debido a que Dios sabía lo que iba a hacer, El podía pasar por alto el pecado durante todos los siglos que habían transcurrido. De esta manera, se puede ver, dice el apóstol, que Dios es al mismo tiempo justo y El que puede justificar al impío que cree en Cristo. Era un tremendo problema, ¿Cómo podía Dios permanecer santo y justo, y tratar con el pecado conforme a su palabra, y todavía perdonar al pecador? La respuesta se puede encontrar solo en la cruz de Cristo. La reivindicación de la justicia divina es una parte esencial de lo que se declara a través de la cruz.

Esta, de acuerdo con el apóstol, fue la primera razón. Dios tenía que reivindicar sus hechos en el pasado bajo el antiguo pacto. Pero El tenía algo más que manifestar, conforme al versículo veintiséis: “Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo”. El ya nos explicó cómo pudo pasar por alto todos los pecados en el pasado. Pero, ¿cómo trata con el pecado ahora? ¿Cómo tratará con los pecados en el futuro? La respuesta también se encuentra allí en la cruz del monte calvario. En otras palabras, como el apóstol Juan señala en su primera epístola (1 Jn. 2:2) la muerte del Señor Jesucristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”; con el significado que la palabra ‘mundo’ tiene aquí.

Los pecados fueron tratados de una vez por todas en la cruz. En la cruz fueron provistos los medios para que todos los pecados bajo la antigua dispensación, los pecados que Dios había perdonado a Abraham, Isaac, Jacob y todos los creyentes del Antiguo Testamento, se pudiesen ser omitidos y de este modo pasados por alto. Sus pecados fueron incluidos en el monte calvario. Sí, dice Pablo, y los pecados que están siendo perdonados en el presente también fueron tratados ahí; así como todos los pecados que serán cometidos, fueron ahí tratados.

Este es el asombroso asunto acerca del Cristo del calvario, El murió “una vez para siempre.” Este es el gran argumento de la epístola a los Hebreos. Los otros sacrificios se tenían que ofrecer día tras día. Había una sucesión de sacerdotes, y ellos tenían que ofrecer sus sacrificios frescos cada vez. Pero este Hombre, Jesucristo, ofreció por los pecados “un solo sacrificio para siempre” (Heb. 10:12). El trató con todos los pecados allí. No se necesita ninguno más. No se necesita otro nuevo sacrificio, fue hecho una sola vez y para siempre (vea Heb. 7:27). Dios los puso todos sobre Cristo ahí en la cruz; los pecados que usted aún no ha cometido ya fueron tratados ahí. Este es el medio del perdón y solamente este. Para tiempo pasado, pecados cometidos antes, pecados cometidos ahora y en todo tiempo, ésta es la justificación de Dios en perdonar cualquier pecado que se haya cometido.

Fíjese en lo que el apóstol está diciendo aquí. Todo pecado es perdonado en esta base y solo ésta. La cruz declara que Dios es “el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Rom. 3:26). Se puede expresar de esta manera: la cruz del calvario no manifiesta meramente que Dios nos perdona. Sí hace esto, gloria a Dios, pero no es todo. Si la cruz solamente pusiera de manifiesto esto, el apóstol podría haber terminado el versículo 25 con la frase “por medio de la fe en su sangre” y no habría necesidad de más. Pero él no se detiene allí, sino que sigue adelante en el versículo 25 y además añade el versículo 26. ¿Porqué? Porque la cruz no es solamente la manifestación de que Dios está listo para perdonarnos.

Hay otra manera en que ésta se puede explicar. La obra de la cruz no sucedió meramente para influirnos, aunque la enseñanza popular así nos dice. Nos dicen que el problema con la raza humana es que el hombre no reconoce el amor de Dios, no conocen que Dios ya está listo para perdonar a todo el mundo. ¿Cuál es, entonces, el significado de la cruz? ‘Bien,’ ellos nos dicen, ‘Dios nos está diciendo que ya nos ha perdonado; y por eso, cuando vemos a Cristo muriendo en la cruz, se quebrantarán nuestros corazones y nos conducirá a ver el perdón divino.’ La cruz, de acuerdo con ellos, es dirigida solamente a nosotros y nos está hablando a nosotros. Pero, la cruz tiene un propósito mayor que este, y logra otra cosa también.

Nuestro perdón es solo un elemento, pero hay algo más que es infinitamente más importante. ¿Cuál es? Es el carácter de Dios. Entonces, la cruz sigue diciéndome que es el medio de Dios para lograr el perdón. El perdón no es una cosa fácil para Dios. Hablo con reverencia. ¿Porqué el perdón no es una cosa fácil para Dios? Sencillamente, porque Dios no es solamente amor, Dios también es justo, recto y santo. El es “Luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Jn. 1:5). El es tanto recto y justo, como también amoroso. No debemos poner estos atributos uno contra el otro. Afirmo que Dios se constituye de todas estas cosas juntas, y no debemos omitir una por otra.

Entonces, la cruz no simplemente nos dice que Dios perdona, nos dice que ésta es la manera en que Dios logra el perdón. Es la forma en que comprendemos la manera en que Dios perdona. Diré más: ¿Cómo puede Dios perdonar y permanecer aún siendo Dios? (Es decir, siendo Juez justo, nos ha declarado que “pagará a cada uno conforme a sus hechos,” y “no tendrá por inocente al malvado.”) Esta es la cuestión, y la cruz es la reivindicación de Dios. La cruz es la reivindicación del carácter de Dios. La cruz no solamente nos muestra el amor de Dios más gloriosamente que ninguna otra cosa, sino también nos muestra su rectitud, su justicia, su santidad, y toda la gloria de sus atributos eternos. Todos ellos se pueden ver brillando juntos allí en la cruz. Si usted no los ve allí a todos ellos, entonces no ha visto la cruz. Esta es la razón por la cual debemos rechazar totalmente la “teoría de la influencia moral” de la expiación, la cual yo acabo de describir. Es errónea esta teoría que nos dice que todo lo que la cruz tiene que lograr es quebrantar nuestros corazones y luego conducirnos a ver el amor de Dios.

Por encima y más allá de esto, dice Pablo, Dios está manifestando su “justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Si la cruz es nada más que la manifestación de su amor, entonces ¿porqué dice esto así? No, dice Pablo, la cruz es más que esto. Si la cruz está proclamando solamente el perdón divino, entonces nosotros tendríamos derecho a preguntar, si todavía podemos depender de la Palabra de Dios, y si El es justo y recto. Y sería una pregunta lícita debido a que en el Antiguo Testamento, Dios ha afirmado repetidamente que aborrece el pecado, que lo castigará, y que la paga del pecado es la muerte. Todo esto toca el carácter de Dios.

Dios no es como el hombre. A veces nosotros pensamos que es algo maravilloso que las personas digan una cosa, y luego hagan otra. Por ejemplo, los padres dicen a sus hijos, ‘Si tú haces tal cosa, no te daré dinero para que compres tus dulces.’ Entonces el niño hace aquello, pero el padre dice, ‘Bueno, está bien’, y enseguida se le da una moneda para gastar. Esto, creemos, es amor y perdón verdaderos. Pero Dios no se conduce de ésta manera. Dios, si quizás puedo decirlo de este modo, es eternamente consistente consigo mismo. No hay contradicción en El. El es el “Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stg. 1:17). Todos estos atributos se han de entender como diamantes brillando en su carácter eternal, y todos han de mostrarse. En la cruz, todos ellos son puestos a manifiesto.

¿Cómo puede ser justo Dios y justificar al impío? La respuesta es que El puede, porque en la cruz castigó los pecados de los pecadores impíos en su propio Hijo. El derramó su ira sobre Cristo: “…el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isa. 53:5). Dios hizo lo que prometió: castigar el pecado. El así lo proclamó por todas partes del Antiguo Testamento, y ha hecho lo que dijo. El demostró que es justo y recto, y ha hecho en la cruz una declaración pública de esto mismo. El es justo y puede justificar al pecador, porque castigó a Otro en nuestro lugar, y ahora puede perdonarnos gratuitamente. Y El sí lo hace. 

Es el mensaje del versículo 24: “Siendo justificados (considerados o declarados justos) gratuitamente por su gracia, por la redención (el rescate) que es en Cristo Jesús; a quien Dios puso como propiciación por la fe en su sangre” (Rom. 3:24–25). De este modo, El declara su justicia habiendo pasado por alto estos pecados en su tiempo de auto-refrenamiento. Con la mira de manifestar su justicia en aquel entonces, y ahora, y para siempre, al perdonar pecados. De esta manera El es, al mismo tiempo, el Justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Tal es la grande, gloriosa y maravillosa afirmación. Asegúrese de que su perspectiva, su entendimiento de la cruz, incluya la totalidad de ella. Examine su concepto de la cruz. ¿Cómo acomoda ud. en sus razones esta afirmación divina acerca de la cruz “para manifestar su justicia”? ¿Es algo que usted simplemente se salta diciendo: ‘Bien, no sé lo que quiere decir; pues todo lo que yo sé es que Dios es amor y que El perdona’? Pues, usted debería de entender el significado de la cruz; es una parte esencial del glorioso Evangelio. En el calvario, Dios hizo el camino de salvación para que usted y yo pudiéramos ser perdonados. 

Pero El tuvo que hacerlo de tal manera que su carácter quedara inviolable, que su eterna consistencia permaneciera absoluta e inquebrantable. Una vez comenzando a contemplar un tema como este, nos damos cuenta que éste es el más tremendo, el más glorioso, el más asombroso del universo y de toda la historia humana. 

Dios está declarando en la cruz lo que El hizo por nosotros. Y al mismo tiempo está mostrando su propia grandeza eternal y gloria, declarando que El “…es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Jn. 1:5). “La cruz excelsa al contemplar…” dice Isaac Watts, pero no podremos ver la excelencia de ella, hasta que la contemplemos verdaderamente a la luz de esta gran afirmación del apóstol. 

Dios estaba mostrando públicamente en la cruz de una vez y para siempre, su eterna justicia y su eterno amor. Nunca separados una del otro, permanecen juntos perteneciendo ambos atributos al glorioso carácter de Dios.

sábado, 28 de julio de 2012

Un viaje de miles de Kilometros: Sermones magistrales


biblias y miles de comentarios

I.   Introducción.

A.    Salutación.

B.    ¿Cuántos viajes hizo usted durante el año pasado? ¿Cuántos kilómetros viajó? Este servidor tuvo la experiencia inolvidable de participar en un viaje larguísimo: ¡viajé 938,900,000 kilómetros (583,400,000 millas) dando una vuelta completa alrededor del sol¡ Mi vehículo espacial se deslizaba por los cielos a la velocidad de 106,000 kilómetros (66,000 millas) por hora. Toda persona viva durante todo el año hizo el mismo viaje.

1.  El 31 de diciembre, a la media noche, llegamos al punto de partida.

2.   Al instante de iniciarse el nuevo año, listos o no, quererlo o no, zarpamos de inmediato comenzando otra órbita alrededor del sol siguiendo con precisión asombrosa la misma trayectoria por el espacio. De hecho, mientras celebramos esta reunión, ¡estamos viajando por el espacio a la velocidad de 106,000 kilómetros por hora! Pero no repetimos el mismo viaje del año pasado, pues la dimensión del tiempo cambia constantemente y con su evolución cambian también los parámetros, las condiciones y, por ende, las experiencias de nuestros viajes en el vehículo espacial llamado “Planeta Tierra”.

3.    Cada viaje alrededor del sol coge 365 días, el equivalente de 8,760 horas, o 525,600 minutos, o 31,536,000 segundos.

a)    Durante el viaje, un buen número de los pasajeros parece estar debidamente conciente del rítmico e invariable “tictac, tictac” continuo del Reloj Terrenal que marca el paso de los días, las horas, los minutos y los segundos.

b)    Desgraciadamente, la gran mayoría de los viajeros deja pasar el tiempo sin apreciar su inmenso valor. Van y vienen, se van otra vez y vuelven de nuevo, año tras año, siempre con sus ojos clavados en el suelo a sus pies, en lo cercano, en lo material, y no levantándolos para contemplar larga y sobriamente los gloriosos cielos, los cuales declaran la existencia de un Ser Supremo que creó todo este vasto y complicadísimo universo, no originándose ninguna materia o vida por mera casualidad.

4.    Ahora bien, el viajero instruido y sabio no sólo observa la marcha del Reloj Terrenal sino también la de un reloj que pocas personas ven o entienden. Me refiero al “Reloj Profético” puesto a caminar hace muchos siglos ya por el Dios eterno que ejerce señorío absoluto sobre todos los tiempos. Este “Reloj Profético”, tema de nuestro mensaje para esta ocasión , no se ha detenido nunca en su marcha. Marca el tiempo en espacios de meses, años, siglos, milenios y edades.

a)    Las masas no lo ven. Siendo analfabetos en materias espirituales, simplemente ignoran la existencia del Reloj Profético.

(1)   Las contemplamos –las multitudes de almas, adultos y jóvenes, más jóvenes que adultos- concurridos por montones, bailando, cantando, gritando, tomando, fumando, meneándose locamente en fiestas y bacanales sin fin, en los espectáculos musicales de todo género –salsa, merengue, rock, rap- en las playas, en los hoteles, en los clubes nocturnos, en los parques, en los estadios –decenas y veintenas de miles a la vez.
(2)    Las vemos pululando por los centros comerciales o transitando por las autopistas y las carreteras.
(3)     Preocupado hondamente por su destino eterno y deseando hacerles bien a todos, me pregunto: ¿cuántos de estos seres humanos han visto alguna vez el Reloj Profético?
(a)    Me temo que sólo miran el reloj que llevan en la muñeca o el que hay en el lugar de trabajo.
(b)    La mayoría no ve nunca el Reloj Profético porque sus ojos carnales están controlados por una mente materialista y sensual que manda desde una recámara llena de las tinieblas de este mundo.

b)     ¿Lo ve usted? ¿Sabe qué hora es en el Reloj Profético?

5.    Ese Reloj sigue marcando el cumplimiento inevitable de las predicciones divinas para nuestra época, la Era Cristiana, los “últimos días”.

a)     No han podido pararlo los hombres, las mujeres o los jóvenes moralmente corruptos, perversos, faltos de sensibilidades nobles y desprovistos de entendimiento espiritual.

b.  No saben leerlo correctamente los falsos profetas de las sectas que neciamente fijan fechas para terremotos, inundaciones o el retorno de Cristo. Tampoco los sacerdotes del paganismo moderno, porque las viejas tradiciones los ciegan. Tampoco los astrólogos con sus adivinanzas fatulas.

c)    Sólo el cristiano bien instruido en las Sagradas Escrituras y que discierne las señales de los tiempos, descifrándolas acertadamente, puede leer correctamente el Reloj Profético, y lo hace orientándose espiritualmente para que los tiempos no le sorprendan, confundan o engañen .

d)   No somos presumidos o soberbios al afirmar que el cristiano maduro puede entender e interpretar correctamente el Reloj Profético. No sólo puede, sino que ¡debe hacerlo!

(1)    El mismo Cristo enseña claramente que debemos poder distinguir “las señales de los tiempos”. “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! ( Mateo 16:1-3 ).
(2)    Pablo enseña lo mismo diciendo: “Acerca de los tiempos y de las ocasiones ... vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas , para que aquel día os sorprenda como ladrón” ( 1 Tesalonicenses 5:1-4 ).

II.     A través de las profecías Cristo sigue dando su testimonio en nuestro mundo (el diecisiete de enero de 1999), porque “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” ( Apocalipsis 19:10 ).   Repito: “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”   Para consternación nuestra, su testimonio cae a menudo sobre los oídos sordos de personas, tanto dentro como fuera de la iglesia, que no oyen el “tictac, tictac” del Reloj Profético. No lo oyen porque el bullicio, la algarabía y el traqueteo del medio ambiente materialista en el cual están sumidos apagan el sonoro cantar portentoso del Reloj Profético Celestial.

A.    ¿No lo escucha usted? ¿No lo ve?

B.   Estad quieto en su ser interior. Callad las voces estrepitosas de sus fuertes deseos carnales, la cháchara de sus antojos superficiales, el clamor de sus deberes y compromisos, las voces seductoras de las personas (familiares, amigos) que suelen llenar sus oídos con millones de palabras, la mayoría de ellas de poca importancia o valor real.

C.    En contemplación silenciosa, con sobriedad e inteligencia espiritual, concentrándose, prestad atención completa a la palabra profética porque, citando las palabras del apóstol Pedro, “tenemos también la palabra profética más segura , a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada , porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” ( 2 Pedro 1:19-21 ).

1.   La “palabra profética” es “más segura” que cualquier otro testimonio, señal o manifestación porque su cumplimiento constituye prueba indubitable e irrefutable de la existencia de Dios y de su intervención palpable en los asuntos humanos, como también de su control absoluto sobre la trayectoria y el desenlace del universo actual.

2.   Pedro mismo asegura que la “palabra profética” es aún “más segura” que el testimonio de los apóstoles quienes vieron con sus propios ojos la majestad del Señor y escucharon con sus propios oídos la voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” ( 2 Pedro 1:16-18 ). “Más segura”, más persuasiva, más convincente porque nadie puede poner en entredicho la autenticidad de una profecía cumplida al pie de la letra ni refutar las implicaciones ineludibles de su cumplimiento .

D.   En meditación silenciosa y con total objetividad, considere algunas profecías inspiradas cumplidas ya .

1.   Setecientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el profeta Isaías , lleno del “espíritu de la profecía”, describió con impresionante claridad y precisión la venida del Mesías, la naturaleza y “lo dilatado de su imperio” espiritual, su sacrificio expiatorio y su resurrección . Revelando lo por venir, escribió: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma. y quedará satisfecho.” ( Isaías 9:1-7 ; 53:1-12).

a)    Al leer Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cualquier persona juiciosa comprende que estas profecías elocuentes fueron cumplidas al pie de la letra en la persona de Jesús de Nazaret.

b)   Nosotros los cristianos verdaderos guiados por el “testimonio de Jesús” somos “el fruto de la aflicción de su alma” . Él está “satisfecho” con nosotros, y ¡nosotros más que satisfechos con él! porque nos ha redimido perdonándonos y sentándonos en lugares celestiales ( Efesios 2:6 ), es decir, en su Reino espiritual el cual es la iglesia comprada a precio de sangre ( Hechos 20:28 ).

2.    Cuatro cientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesucristo, el inimitable profeta Daniel anunció el establecimiento del Reino del Señor para el tiempo del Imperio Romano , identificando con increíble exactitud los tres reinos que se levantarían después de Babilonia, a saber: Medo persa, Grecia y Roma. Justamente como fue predicho en Daniel 2, el Reino espiritual del Señor fue establecido en el día de Pentecostés del año 33 de nuestra época, estando en su apogeo, tal cual profetizado, el cuarto reino, el Imperio Romano.

3.   Treinta y ocho años antes de la destrucción calamitosa de la ciudad de Jerusalén con su hermoso templo , el profeta Jesucristo anunció el evento dejando a sus discípulos atónitos. Un buen día, mirando “los edificios del templo” judío en Jerusalén, considerado una de las maravillas del mundo de aquel entonces, dijo el Señor: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” ( Mateo 24:1-28 ). ¡Asimismo sucedió! Jerusalén fue arrasada por el ejército romano. El gran templo fue quemado y derribado.

4.   Siglos antes de que las desviaciones doctrinales culminasen en el desarrollo de una organización eclesiástica, paralela en sus puestos y títulos a la del Imperio Romano, y antes de los concilios episcopales alterar toda enseñanza y práctica de la iglesia apostólica (por ejemplo, autorizando el bautismo de niños por aspersión en lugar del bautismo de adultos por inmersión), el profeta Pablo predijo la manifestación del “hombre de pecado, el hijo de perdición” explicando que Cristo no vendría “sin que antes venga la apostasía” ( 2 Tesalonicenses 2:1-12 ). Proféticamente, apuntó dos doctrinas que identificarían la apostasía, diciendo: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios... prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” ( 1 Timoteo 4:1-5 ). Todo creyente conocedor de la historia religiosa de nuestra época sabe a ciencia cierta que las profecías bíblicas sobre la “apostasía”, el “anticristo”, “el hombre de pecado”, “el falso profeta”, “la gran ramera” o “la gran Babilonia” han sido cumplidas a saciedad.

5.   Centenares de años antes de que transcurrieran los eventos, el apóstol Juan profetizó que el Imperio Romano sufriría una “herida mortal” pero que su herida sería sanada , levantándose una segunda bestia de naturaleza religiosa que respaldara al reino secular, es decir, al Imperio Romano sanado (Apocalipsis 13), profecías cumplidas en todos sus pormenores cuando la “nueva Roma”, o sea, Constantinopla fue fundada por el emperador Constantino en el siglo cuatro y la iglesia romana se hizo poderosa durante la Edad Medieval.

E.    ¿Está comprendiendo usted cuán “segura” y poderosa es la “palabra profética” ? Muchas, muchas profecías anunciadas por hombres inspirados. ¡Todas cumplidas perfectamente! ¿No le impresiona este hecho palpable e incontrovertible? ¿No le convence que sigue vigente para todos nosotros el “testimonio de Cristo” dado mediante “el espíritu de la profecía” ? ¿No tiembla su alma pensando que Dios aún está al mando, que no ha muerto, que no está dormido, que sigue imponiendo su voluntad en las naciones?

F.    ¿Está dándose cuenta de cómo el Reloj Profético señala los tiempos? ¡No se ha parado nunca ese Reloj! Suena claramente en nuestros días llamando nuestra atención a las profecías dadas para los tiempos que vivimos .

1.    Profecía: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” ( 2 Timoteo 4:3 ). ¡Cumpliéndose!

2.   Profecía: “Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” ( 2 Timoteo 4:4 ). ¡Cumpliéndose!

3.   Profecía: “Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” ( 2 Pedro 2:3 ). ¡Cumpliéndose!

4.   Profecía: “Vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos... desobedientes a los padres, ingratos... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella... siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” ( 2 Timoteo 3:1-7 ). ¡Cumpliéndose al pie de la letra!

5.    Profecía: Habrá un Milenio de paz y libertad para el pueblo de Dios ( Apocalipsis 20:1-10 ). Cumpliéndose en la actualidad.

G.    Claramente, el Reloj Profético da la hora para nuestros tiempos advirtiendo que rápidamente se acaba el tiempo para el Planeta Tierra con sus pasajeros, pero ¿quién lo mira? ¿quién lo escucha? ¿quién le hace caso? ¿quién transmite su mensaje? Al parecer, su tintín suena débil, dísono, distante, aun para no pocos miembros de la iglesia del Señor. Amados hermanos, ¿qué espíritu domina, en realidad, nuestra mente y alma? ¿El “espíritu de la profecía” el cual es el “testimonio de Jesús” o el “poder engañoso” que reciben los que no aman la verdad?

1.     Acaso, ¿hemos sido seducidos , aun los predicadores, ancianos y diáconos, por la industria del entretenimiento que invade y conquista los hogares de los incautos, por los placeres carnales que deleitan las masas o por las comodidades que ablandan tanto al espíritu y la voluntad como al cuerpo físico? ¿Hemos sido ablandados y hechos melosos al extremo de no tener las ganas o el coraje de redargüir, corregir, enderezar y podar para que nuestras congregaciones conserven la santidad en medio de un mundo inmoral que cumple en carne viva las profecías sobre sí mismo? ( “Habrá hombres... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.”)

2.    Acaso, ¿nos han silenciado las grandes masas sensuales con sus líderes liberales que reclaman a voz en cuello la tolerancia por todo estilo de vida y todo tipo de conducta, no importa cuán descabellada, dañina o abominable, reprochándonos porque identificamos públicamente el mal, censurándolo?

3.    Acaso, ¿nos han persuadido los teólogos, los pastores, la membresía de las sectas religiosas y nuestros vecinos a minimizar la importancia de la sana doctrina, a suavizar y hasta callar las verdades fuertes de la Biblia para que no lastimen a las personas sensibles infatuadas con sus tradiciones o con sus experiencias síquicas-emocionales?

4.    Dios nos libre del error fatal de no hacer caso al Reloj Profético y del error gravísimo de no transmitir su mensaje claro a nuestra generación.

a)    Al pueblo entretenido con sus ídolos nos corresponde predicarle las profecías que se están cumpliendo en la actualidad.

b)  También, las profecías que serán cumplidas pronto, a saber:

(1)     Que Satanás será suelto para que engañe de nuevo a las naciones de todo el mundo reuniéndolas para la última batalla contra Dios ( Apocalipsis 16:13-14 ; 20:7-10);
(2)     Que Cristo vendrá con sus ejércitos celestiales, derrotará a Satanás con todos los seres humanos que lo apoyan, matará con el espíritu de su boca a todos los hombres malos y echará al infierno al diablo y al falso profeta ( Apocalipsis 19:11-21 );
(3)    Que todos los muertos, tanto los malos como los buenos, serán resucitados ( Juan 5:28-29 );
(4)   Que el juicio final será celebrado;
(5)    Que los impenitentes y los desobedientes serán enviados al lugar de castigo eterno;
(6)    Que los que aman a Dios, amando también la verdad y obedeciéndola para salvación, recibirán pases para entrar y vivir eternamente en el Paraíso Celestial.
(a)     Estas son algunas de las profecías para el futuro cercano.
(b)    Si todas las profecías inspiradas sobre eventos ya ocurridos fueron cumplidas al pie de la letra y si las profecías para nuestros días se están cumpliendo delante de nuestros ojos, ¿por qué dudar del cumplimiento de las que revelan lo que aún ha de acontecer? Seguramente, ¡ éstas también serán cumplidas ! El Reloj Profético no detiene su marcha. ¡Nadie puede detenerlo! ¡Nunca jamás!

III.    Conclusión e invitación.

A.     Muchas de las profecías emitidas por Dios son fuertes y sumamente inquietantes, mayormente para los que no andan en armonía con los designios divinos. Su propósito es informar, convencer, advertir y provocar al arrepentimiento.

B.   Pero también hay muchas profecías matizadas de esperanza, positivismo y gloria celestial. Considere las que anuncian para los que andamos con el Señor:

1.  La resurrección a vida eterna ( Juan 5:29 );

2.  Las mansiones celestiales ( Juan 14:1 );

3.  La corona de inmortalidad ( 2 Timoteo 4:8 );

4.  Los cielos nuevos y tierra nueva , en los cuales mora la justicia” ( 2 Pedro 3:13 );

5.  La transformación del cuerpo físico en cuerpo espiritual, glorioso y poderoso , semejante al cuerpo de la gloria que tiene Cristo en su trono a la diestra de Jehová ( 1 Corintios 15:35-58 ; 1 Juan 3:2 ; Filipenses 3:21 );

6.  La nueva Jerusalén, ciudad celestial con su calle de oro; ciudad celestial y no terrenal, iluminada eternamente por “la gloria de Dios” ; ciudad celestial cuyas “puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche” , ni “habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”; “he aquí... todas las cosas” son hechas “nuevas” (Apocalipsis 21);

7.  El Paraíso de Dios, con su “río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal” y su grandioso árbol que produce doce frutos y cuyas hojas son “para la sanidad de las naciones” ( Apocalipsis 22:1-5 ; 2:7).

C.    Si usted no ha obedecido el evangelio puro, si no pertenece a la iglesia fundada por Cristo, o si pertenece pero se encuentra tibio o frío, le suplicamos que esté atento a la “palabra profética”, a todas estas profecías que hemos mencionado, a las duras y a las bellas, “como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga” en su corazón.

1.    ¡Que salga ese lucero pronto en su corazón, aun ahora mismo!

2.    Que confiese usted con sus labios que Cristo es el Hijo de Dios, porque “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” ( Romanos 10:8-10 ).

3.    Que se arrepienta usted de sus pecados, porque “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” ( Hechos 17:30-31 ).

4.    Que se sumerja usted en las aguas bautismales para el perdón de sus pecados, porque Cristo dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo” ( Marcos 16:16 ).

5.    Que sea añadido usted a la iglesia de Cristo y que sea fiel, esperando confiadamente y sin temor el cumplimiento de todas las profecías divinas, ya que no fallará ninguna .


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