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jueves, 17 de septiembre de 2015

...Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






NOS PREPARAMOS PARA FORMAR BÍBLICAMENTE A NUESTROS HERMANOS
1 TESALONICENCES 1:1-10

1Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicensesa en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Ejemplo de los tesalonicenses
2Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, 3acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. 4Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; 5pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. 6Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación,b con gozo del Espíritu Santo, 7de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. 8Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada;
a a 1.1: Hch. 17.1.
b b 1.6: Hch. 17.5–9.
Reina Valera Revisada (1960). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

1 Tesalonicenses 1:1-8
EL SALUDO DE PABLO 
1 Tesalonicenses 1:1
La carta no deja dudas acerca de su paternidad literaria. Como era su costumbre, en las primeras palabras Pablo se presenta a sí mismo como el escritor
EL NOMBRE SAULO ASOCIA AL APÓSTOL CON LOS
JUDÍOS,
PABLO LO IDENTIFICA CON LOS GENTILES.
El apóstol tenía dos nombres. Su nombre judío era Saulo, y así fue presentado inicialmente en el libro de los Hechos (Hechos 7:58). Es el que aparece consistentemente hasta Hechos 13:9. Algunos opinan que Pablo era su nombre cristiano, pero la idea carece de evidencia, porque continuó usando su nombre judío por algún tiempo después de su conversión (Hechos 9:18–31, 11:25–30; 12:25 y 13:1–9a). Hechos 13:9a dice: “Entonces Saulo, que también es Pablo…” De ahí en adelante, se usa ese nombre, que era su apelativo romano. Probablemente el cambio se debió al hecho de que ya había comenzado a fungir como apóstol de los gentiles (Romanos 11:13).
Los dos colegas de Pablo  1Tes 1:1b
En sus cartas, generalmente Pablo usa una expresión cualitativa inmediatamente después de su nombre (Romanos 1:1, Gálatas 1:1 y 1 Timoteo 1:1), pero en 1 Tesalonicenses 1:1 pasa por alto esa costumbre. Incluye los nombres de sus colegas, Silas y Timoteo, en su saludo, y no dice nada de sus credenciales.
SILVANO, O SILAS, FUE COLEGA DE PABLO
EN SU SEGUNDO VIAJE MISIONERO.
En su primer viaje, Pablo había tenido a Bernabé como compañero (Hechos 13:2), pero después del desacuerdo que hubo entre ellos (Hechos 15:36–39), escogió a Silas (Hechos 15:40), y lo llevó en su segundo viaje misionero. Silas había formado parte de la comisión enviada por los líderes de Jerusalén para entregar la carta en que se informó a los gentiles acerca de su relación con la circuncisión y la ley (Hechos 15:19–29). Cuando la comisión terminó su trabajo en Antioquía y regresó a Jerusalén, Silas se quedó allí (Hechos 15:34) lo cual facilitó la decisión de Pablo de escogerlo como colega para el ministerio misionero. Acompañó a Pablo durante el viaje de predicación a Filipos, Tesalónica y Berea, pero se quedó con Timoteo en Berea cuando Pablo se vio obligado a partir para Atenas (Hechos 17:14). Pablo dio órdenes para que Silas y Timoteo vinieran a él hasta Atenas (Hechos 17:15), pero después los despachó de regreso para Macedonia (1 Tesalonicenses 3:1–2). Regresaron con Pablo cuando él ya estaba en Corinto y estuvieron juntos con él cuando escribió las dos cartas a los tesalonicenses (Hechos 18:5).
TIMOTEO ERA UN DISCÍPULO JOVEN
QUE ACOMPAÑÓ A PABLO EN EL SEGUNDO VIAJE
MISIONERO.

Timoteo se menciona primeramente en Hechos 16:1–3, cuando Pablo y Silas llegaron a Derbe y Listra en el recorrido que hacían por los lugares donde Pablo había predicado en su primer viaje misionero: “Había allí cierto discípulo llamado Timoteo” (Hechos 16:1). Su madre era judía creyente, pero su padre era griego. Es probable que Timoteo haya aceptado a Cristo en el primer viaje que Pablo hizo por esa región. Lo cierto es que Pablo vio ciertas cualidades espirituales en él, y quiso que se fuera con él para el ministerio (Hechos 16:2–3). Primero lo circuncidó por causa de los judíos, y de allí en adelante partió con Pablo y Silas para la obra y permaneció con Pablo como hijo espiritual y colega durante el resto de la vida de éste (Filipenses 2:19–24 y 2 Timoteo 4). Él fue el portador de las noticias que produjeron la necesidad de escribir las epístolas a los tesalonicenses (1 Tesalonicenses 3:6).
Los destinatarios 1Tes 1:1c
La carta fue dirigida a “la iglesia de los tesalonicenses” (1:1b). La palabra iglesia viene de una palabra griega, ekklesía, que sencillamente quiere decir asamblea de personas que han sido llamadas fuera de sus ocupaciones ordinarias. Históricamente no tenía un significado religioso, pero en el primer siglo comenzó a ser usada por los cristianos para hacer referencia a sus reuniones. Ese uso está en vigor hasta la fecha.
Hay iglesia universal y hay iglesias locales. La iglesia universal se compone de creyentes de diferentes razas y nacionalidades, y hay conceptos que se deben comunicar a ella (1 Corintios 12:12–13). En cambio, los problemas de índole local deben ser tratados por los líderes de cada iglesia local.
Pablo no se dirigía a una asamblea cualquiera, sino a la iglesia o asamblea de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. En un sentido general, Dios es el Padre de todos los seres humanos. Es nuestro Creador, y dependemos de él para nuestra existencia. Pero Pablo tenía en mente algo que distinguía a los creyentes en Jesucristo de los demás seres humanos. Ellos habían sido regenerados por el Espíritu Santo, y por lo tanto, Dios era su Padre espiritual. ¡Qué bendición!
El uso del nombre Señor Jesucristo nos hace recordar que él es Dios-Hombre. Jesús fue su nombre humano, mientras que Cristo le identifica como el Mesías, que el pueblo judío esperaba.
Señor (Adonai) es un término que los judíos reservaban sólo para hablar de Dios. La expresión Señor Jesucristo lo hace igual a Dios, y es una indicación clara de que los creyentes no reconocen a ningún ser humano como Señor.
Pablo deseaba gracia y paz para los tesalonicenses. Habían recibido su salvación por gracia, o el favor inmerecido de Dios, y sus dones espirituales también les habían sido conferidos por la misma gracia. Disfrutaban de la paz con Dios, por haber recibido a Jesucristo como su Salvador (Romanos 5:1), y “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:6–7) estaba a su alcance para ayudar a solucionar todos los problemas de la vida.
¡REFLEXIONEMOS!
¿Cuáles eran los dos nombres de Pablo? ¿Por qué cree que comenzó a usar su nombre romano?
Cuente la manera en que Silas y Timoteo llegaron a formar parte del equipo. ¿A quién fue dirigida la carta?
¿Qué significan para los creyentes los términos “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo?” ¿Qué significan las palabras gracia y paz?
PABLO ELOGIA A LOS TESALONICENSES 
1 Tesalonicenses 1:2–3
Pablo siempre reflejaba una buena actitud. Era un hombre muy agradecido, y en el caso de los tesalonicenses, su copa de gratitud estaba rebosante (1:2). Tenía recuerdos muy gratos de esos hermanos, y cuando los recordaba, siempre oraba por ellos. La oración a favor de los hermanos era una costumbre de Pablo. Compare los siguientes ejemplos: Romanos 1:9; Efesios 1:16; Filipenses 1:4; y Colosenses 1:3.
No usaba frases vagas ni en sus expresiones de gratitud ni en sus plegarias a favor de los hermanos. Daba gracias y oraba en forma específica. 1 Tesalonicenses 1:3 menciona tres cosas: su obra de fe, su trabajo de amor, y su constancia en la esperanza. Hay pensamientos paralelos en 1:9 y 10 que parecen ser la clave para entender las tres cosas que se mencionan en 1:3.
Su obra de fe 
1Tesalonicences 1Tes 1:3b
La obra de fe probablemente incluye la fe salvadora, pero no se limita a ella, sino que se refiere también a las obras hechas por el creyente en su vida diaria. La expresión paralela de 1:9 es: “os convertisteis de los ídolos a Dios”. únicamente puede uno volver de los ídolos a Dios por la obra regeneradora del Espíritu Santo, y esa obra se realiza por la fe. En Juan 6:28 una multitud preguntó a Cristo: “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” Contestó el Señor en el versículo siguiente: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado”. La salvación no viene por obras humanas (Efesios 2:8–9), pero la misma fe que salva obra eficazmente produciendo buenas obras en el que cree (Efesios 2:10). Su obra de fe era evidente, y Pablo alababa a Dios por ella.
“PALABRA FIEL ES ESTA, Y EN ESTAS COSAS
QUIERO QUE INSISTAS CON FIRMEZA,
PARA QUE LOS QUE CREEN EN DIOS
PROCUREN OCUPARSE EN BUENAS OBRAS”
(TITO 3:8).
Su trabajo de amor 1 Tes 1:3c
La palabra trabajo usada aquí se refiere a laborar hasta el cansancio. Los tesalonicenses hacían esto con amor. El amor al que se refiere es el ágape, que es el mismo amor con que nos amó nuestro Señor Jesucristo. Él no espera reciprocidad, sino que busca sólo el bien del objeto de su amor. Sólo esa clase de amor puede hacer que un creyente trabaje en forma desinteresada a favor de otro creyente o de un no creyente. La frase paralela de 1:9 es: “para servir al Dios vivo y verdadero”. Los tesalonicenses se habían convertido de los ídolos para servir a Dios. En su servicio al Señor trabajaban hasta el cansancio en búsqueda de las almas perdidas y haciendo muchos servicios a favor de sus hermanos atribulados por su fe en Cristo.
Su constancia en la esperanza 1 Tes 1:3d
No tenemos copia de ningún sermón que Pablo predicara en Tesalónica, pero podemos estar seguros de que hizo hincapié en el regreso de Cristo. Hay pruebas de que ese mensaje impactó a los tesalonicenses. Ellos mostraban constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. La misma palabra en griego que se traduce “constancia” aquí, se traduce como “paciencia” en Hebreos 12:1. No se refiere a una acción pasiva, sino activa, en que se trabaja en forma perseverante. Los tesalonicenses perseveraban en esperar al Señor de los cielos en medio de mucha aflicción. El concepto paralelo de 1:10 es: “y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. Esta última frase asegura a los creyentes que la ira venidera, o sea la gran tribulación, no caerá sobre nosotros. Con razón los tesalonicenses soportaban sus pruebas con paciencia y gozo, porque tenían la esperanza bienaventurada de que Cristo vendría para librarlos de la ira venidera.
“JESÚS… NOS LIBRA DE LA IRA VENIDERA” (1 Tes 1:10).
EVIDENCIAS DE LA ELECCIÓN DE LOS CREYENTES 
1 Tes 1:4–10
Pablo dijo en 1:4: “porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección”. Es interesante que usara una frase de esa magnitud en una carta a creyentes relativamente nuevos. Es difícil entender la doctrina de la elección, pero no por eso debemos negarla ni ser negligentes en enseñarla porque se menciona en varios lugares de la Biblia. Basta citar aquí tan solo un pasaje: “…Nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4). Parece que siempre se refiere a creyentes y se basa en el amor de Dios hacia ellos. Tiene que ver con la selección o separación.
En el caso de los tesalonicenses, el asunto no era tratar de averiguar quiénes habían sido escogidos. Pablo dijo: “conocemos… vuestra elección”. Había pruebas de ella, y él repasó algunas de ellas.
Llegaron a ser imitadores de los misioneros y del Señor 1 Tes 1:6a
Recibieron la palabra en medio de gran tribulación, con gozo  1Tes 1:6b
El evangelio había llegado a ellos de la manera siguiente:
1.     En palabras, pero no en palabras solamente
2.     En poder
3.     En el Espíritu Santo
4.     En plena certidumbre, o convicción
5.     Conducido por hombres ejemplares
Desplegaron mucha actividad misionera 1 Tes 1:7–8
Siguiendo el ejemplo de Pablo, Silas y Timoteo, divulgaban la palabra del Señor en Macedonia, Acaya y en todo lugar. Macedonia era la provincia al norte de Grecia y Acaya estaba al sur. Así que en todo ese gran país se había extendido el evangelio de Cristo. Ya se ha dicho que Tesalónica era una ciudad portuaria y una de las principales estaciones de la gran vía Ignacia. Sin lugar a dudas, Dios usó esas circunstancias muy favorables para ayudar a los hermanos tesalonicenses a cumplir con la gran comisión. El evangelio se divulgó a partir de allí en todo lugar.
SÓLO LOS ESCOGIDOS RECIBEN CON GOZO EL
MENSAJE DADO EN ESTA FORMA, IMITAN EL
EJEMPLO DE LOS MISIONEROS EN SU ANDAR
DIA RIO, Y DIVULGAN EL MENSAJE
EN TODO EL MUNDO.
¡REFLEXIONEMOS!
¿Cuáles eran las tres cosas por las que Pablo dio gracias en 1 Tes 1:3? ¿Qué significa cada una? Explique la frase: “Jesús… nos libra de la ira venidera”. Pablo habló con seguridad acerca de la elección de los tesalonicenses. ¿Qué pruebas dio de ella? ¿Por dónde se extendió la palabra del Señor por medio de los hermanos tesalonicenses?
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sábado, 12 de septiembre de 2015

sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando seas juzgado


RECUÉRDALO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




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NOS PREPARAMOS A ESTUDIAR PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
ROMANOS 3:1-8 CÓMO JUZGARÁ DIOS AL MUNDO

1     ¿Qué ventaja tiene pues el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión?
2      Mucho, en todos los sentidos. Primero, ciertamente en que les fueron                             encomendados los oráculos de Dios.
3      ¿Pues qué, si algunos se negaron a creer? ¿La incredulidad de ellos anulará                 acaso la fidelidad de Dios?
4      ¡De ninguna manera! Antes bien, sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, como            está escrito:
    Para que seas justificado en tus palabras,
    Y venzas cuando seas juzgado.
5      Y si nuestra injusticia resalta la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios         que expresa su ira? (hablo como hombre).
6      ¡De ninguna manera! De otro modo, ¿cómo juzgará Dios al mundo?
7      Pero si mi mentira hizo abundar la verdad de Dios para su gloria, ¿por qué aún yo         mismo soy juzgado como pecador?
8      ¿Y por qué no decir, como somos calumniados, y como algunos (cuya                          condenación es justa) afirman que decimos: Hagamos lo malo para que venga lo           bueno?




EXÉGESIS DE ROMANOS 3:1–8

En Romanos 2, Pablo hace algunas observaciones significativas que desautoriza la idea de que Dios favorece a los judíos más que a los gentiles. Después de su aseveración acerca de la imparcialidad de Dios en Romanos 2:11, Pablo afirma que los gentiles tienen la misma oportunidad que tienen los judíos de ser declarados justos, en base a su obediencia a la ley que Dios ha escrito en sus corazones. 

La opinión tradicional era que los judíos tenían una ventaja porque a ellos se les había confiado la ley que Dios le reveló a Moisés, y por ese motivo, a no ser que los gentiles se convirtieran al judaísmo, no podían considerarse parte de la comunidad del pacto. Pero en 2:25–29, Pablo repite una vez más que Dios le da un valor igual o más alto a los gentiles obedientes que a los judíos con esa supuesta ventaja. Pablo afirma que lo que cuenta es la circuncisión del corazón, y esta es efectuada por medio del Espíritu y no por manos humanas. La comunidad judía debió haberse sentido totalmente perturbada por esta idea.

Contrario a lo que algunos podrían pensar, Pablo no está tratando de sacrificar al judaísmo, sino de establecer condiciones de igualdad para su argumento acerca del evangelio. No en este momento, sino más adelante, Pablo va poner de relieve el lugar especial que ocupa Israel en el plan de Dios (véase 9:1–5; 11:17–21). Por ahora, lo que su auditorio tiene que entender es que todos están sujetos a un juicio inminente por el pecado y tienen la misma necesidad de reconciliarse con Dios. Pero para alcanzar un mayor auditorio, Pablo desmantela las supuestas ventajas que reporta el hecho de ser judío, y para ello, utiliza incluso la lista de ventajas (no mencionadas). Lo que quiero decir es lo siguiente.

A través de la Carta a los Romanos, Pablo emplea preguntas retóricas —preguntas que él mismo responde— para darle paso a su próxima idea importante. No obstante, las preguntas retóricas nos hacen pensar en respuestas potenciales, aun cuando nunca las formulemos en voz alta.

Pablo, pues, pregunta de manera retórica cuál es la ventaja del judío o del uso de la circuncisión a la luz de la idea de que los gentiles pueden lograr ostensiblemente el mismo tipo de favor delante de Dios sin esas cosas. Y su respuesta en griego equivaldría a decir en nuestro lenguaje moderno: “¡Un montón de ventajas!”. Pablo responde: “De mucho, en todos los aspectos”, y con eso, crea la expectativa de que va a proseguir mencionando una gran cantidad de ventajas. La frase adverbial con la que comienza —“en primer lugar”— confirma que eso es lo que va a hacer, y usa una partícula griega cuyo único propósito es conseguir que los lectores esperen al menos otro elemento relacionado. Hallamos un conjunto similar de estos indicadores que anticipan lo que viene después al principio de la lista que aparece en 1 Corintios 12:28. Pero, ¿para qué usar el adverbio “primeramente” si no se pretende añadir un segundo elemento y así sucesivamente?

De manera alternativa, algunos han afirmado que Pablo sí tenía la intención de continuar la lista, pero se distrajo o se olvidó de lo que planeaba decir. Aunque ambas cosas son posibles, ninguna parece probable en base al tipo de estrategia retórica que Pablo usa. Recuerden que lo que él está haciendo aquí es recordarles a los judíos que ellos están exactamente en el mismo barco que lo gentiles, espiritualmente hablando. Aun cuando su estatus en el pacto con Dios sea significativo (como Pablo explica claramente en Romanos 9 y 11), eso no puede salvar el abismo que crea el pecado.

A la luz de la estrategia retórica de Pablo en Romanos 2, tenemos una buena razón para considerar esta lista de un solo renglón como parte de sus propósitos ulteriores. Piensen en esto: Pablo crea la expectativa de que va a proceder a hacer toda una lista de ventajas, pero si hubiera mencionado muchas ventajas, habría socavado la tarea que le ocupa.

La ventaja de los judíos: ¿Hay ventajas para el judío? La respuesta de Pablo en el versículo 2 hace que parezca que va a mencionar muchas, pero su lista se limita a una sola. No es que no haya ventajas (véase Romanos 9:4–5), sino que mencionarlas aquí no le resulta útil para su propósito. Pablo está haciendo uso de un amague retórico.

Pablo sí ofrece una lista de ventajas para los judíos, pero recién lo hace en 9:4–5. ¿Por qué allí y no aquí? Bueno, porque en el capítulo 9, él se prepara para lanzarles un desafío a los gentiles para que no tengan una opinión muy elevada de sí mismos. Al fin y al cabo, si Dios desgajó algunas ramas para injertar a los gentiles en su familia, él puede podarlos con la misma facilidad (11:17–21). Al final, Pablo ubica a los gentiles en uno o dos niveles más abajo, pero aquí se concentra en los judíos.

En el versículo 3, Pablo presenta el próximo punto de su argumento, y nuevamente emplea una pregunta retórica. Aunque a partir de la mayoría de las traducciones nos resultaría difícil percibirlo, Pablo utiliza un argumento insertado en los versículos 3–8 para apoyar sus afirmaciones en los versículos 1–2, en cuanto a que ciertamente sí hay ventajas para los judíos. ¿Por qué, pues, no están experimentando la bendición de Dios? ¿Podría ser acaso porque algunos de ellos son infieles? Eso causaría un impacto en la respuesta de Dios hacia ellos. 

La respuesta es el primero de muchos “¡de ningún modo!” o “¡de ninguna manera!” que encontramos a través del libro. Pablo intencionalmente hace preguntas imperfectas o incorrectas para derribarlos de una bofetada con una respuesta correcta. Las preguntas que hace equivalen a indagar si existe alguna letra pequeña en las promesas de Dios que le permitan retractarse y anular su pacto.

¿Nulas y sin efecto?: Pablo presenta su próxima idea importante por medio de una pregunta retórica. ¿Han quedado anuladas las promesas en las que se ha confiado por tanto tiempo? ¿Existe algún tipo de letra pequeña que le permita a Dios incumplir las promesas a causa de la desobediencia de Israel? ¡De ningún modo!

De manera significativa, Pablo ha resquebrajado conceptos que tradicionalmente consideraban a los judíos separados, y quizás por encima, de los gentiles. Alega que los gentiles podrían alcanzar el mismo tipo de relación con Dios, obedeciendo la ley escrita en sus corazones, y además, deja bien en claro que la ira de Dios ha sido revelada contra toda injustica, no sólo la de los gentiles.

Pablo ahora (temporalmente) restablece la confianza de su auditorio judío en cuanto al rol exclusivo que ellos juegan como pueblo del pacto con Dios. En Romanos 11, Pablo desarrolla el concepto de que sólo un remanente de creyentes israelitas —y no toda la nación de Israel— forma parte de la comunidad del pacto y será salvo (11:5, 25–26). Esta afirmación está cimentada en su triple aserción de que no todo el Israel físico es realmente Israel (9:6–8). 

Pero las complejidades con respecto al endurecimiento nacional, la elección soberana y el hecho de ser descendientes de la fe, vendrán después. Por ahora, Pablo se limita a declarar la verdad de la fidelidad de Dios en principio, y cambia de tema. Hay más bases que sentar en cuanto a la relación entre la fe y la justificación delante de Dios.

Pablo discute primeramente la relación de la fe y la creencia, con la respuesta de Dios. Observen la manera en que formula el versículo 3. Pablo no pregunta si hay algunos que no han creído, sino qué ha dado por resultado el hecho de que algunos no hayan creído. Presupone que la incredulidad existe y que podría afectar la relación de la comunidad del pacto con Dios. 

La respuesta de Pablo incluye una cita del Salmo 51:4, que afirma la justificación que Dios posee para juzgar el pecado, y no la seguridad del pecador cuando es juzgado. Por tanto, en vez de afirmar que la nación será salva únicamente en base al pacto —sin creer—, Pablo indica lo contrario. La salvación supone más que una simple membresía observante de la ley en la comunidad del pacto. Dios siempre planeó que el juicio final estuviera cimentado en la fe en su provisión.

En los versículos 5–8, Pablo detalla las complejidades de su argumento lógico, y para ello, explora algunas de las implicaciones de la injusticia. Pablo no está defendiendo la injusticia, él echa por tierra la idea de que nuestra injusticia hace que la justicia de Dios resalte más.

Esta cuestión se deriva de la idea de que la gente existe para darle gloria a Dios. Si este concepto es cierto, entonces el pecado podría ser quizás un medio muy útil para hacer que la gente viera a Dios desde una óptica más favorable. Pablo responde en el versículo 6 con la misma frase que usa a través de todo el libro: “¡De ningún modo!”. Deja también claro al final del versículo 5 que esta es una idea totalmente hipotética que parece lógica desde una perspectiva humana.

Sin embargo, hay problemas con esta estrategia propuesta. El primero tiene que ver con la razón primaria por la que Dios nos creó —es decir, para vivir en comunión con él. El hecho de haber elegido el pecado hizo que eso fuera imposible. En Romanos, Pablo detalla el plan de Dios para redimir la relación (y al mundo) de las consecuencias destructivas del pecado y restaurar todo a su orden original. Una gran parte de esa restauración implica que el pecado sea juzgado y eliminado de la creación de Dios.

Y puesto que el juicio conlleva un castigo por el pecado, Pablo pregunta retóricamente por qué el pecador es condenado si el pecado hace que la gloria de Dios abunde. En el versículo 8, reformula este concepto y lo presenta como una exhortación a hacer mal para que venga el bien. Por supuesto, Pablo no está defendiendo esta línea de conducta, sino que al proponer el extremo opuesto de comportamiento, él sienta las bases de algunas lecciones valiosas. El pecado y el mal no producen ningún beneficio, ya sean mentiras piadosas o un libertinaje descontrolado. El pecado no hace más que acumular ira para el día del juicio.

Aquí, la idea hipotética de Pablo puede parecer atroz, pero no tanto como podríamos pensar. Las actitudes hacia el pecado cambian con el paso del tiempo. Cuando yo era un joven estudiante universitario que buscaba a Dios, me sentía oprimido por mi pecado y la carga que lo acompañaba. Mi mayor motivación cuando oré para recibir a Cristo era obtener perdón y liberación de la culpa. Pero las cosas pueden cambiar. No todos los pecados nos resultan tan claramente opresivos que anhelamos deshacernos de ellos. Es posible incluso que lleguemos a considerar el pecado como parte de los que somos —un capricho personal que los demás simplemente tienen que aceptar, y algo a lo que no queremos renunciar. Bajo esas circunstancias, podríamos comenzar a buscar razones para justificar nuestro pecado. La desobediencia que Pablo describe en Romanos no se trata, probablemente, de un pecado voluntariamente admitido, pero todo pecado interrumpe nuestra comunión con Dios. No importa cuáles sean nuestras motivaciones o justificaciones, si continuamos en pecado, la consecuencia es la misma.


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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cambiaron la verdad de Dios en mentira, y reverenciaron y sirvieron a la criatura antes que al Creador...Los que practican tales cosas son dignos de muerte; no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiemos para enseñar a nuestros discípulos
Romanos  1: 24-32
24      Por esto Dios los entregó en las concupiscencias de sus corazones a la inmundicia,             para que deshonraran sus mismos cuerpos entre sí.
25      Éstos cambiaron la verdad de Dios en mentira, y reverenciaron y sirvieron a la                       criatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
26      Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus hembras cambiaron           el uso natural por el que es contra naturaleza,
27      y del mismo modo también los varones, dejando el uso natural de las hembras, se               encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos varones            con varones, y recibiendo en sí mismos la debida recompensa de su extravío.
28      Y como no quisieron reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para            hacer cosas que no convienen,
29      estando atestados de toda injusticia, perversidad, avaricia, maldad; colmados de                   envidia, homicidio, contienda, engaño, malignidad.
30      Murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios,                             jactanciosos, inventores de cosas malas, desobedientes a los progenitores,
31      necios, desleales, sin afecto natural, despiadados;
32      quienes, habiendo entendido el pronunciamiento de Dios: que los que practican tales          cosas son dignos de muerte; no sólo las hacen, sino que también se complacen con             los que las practican.


CONSECUENCIAS DEL RECHAZO 
ROMANOS 1:24–32



Por causa de su decisión de suprimir la verdad, Dios les dejó seguir por su camino. Les permite sufrir las consecuencias lógicas de su decisión. Por lo tanto, su estilo de vida se caracteriza por deseos impuros (1:24–25), pasiones vergonzosas (1:26–27) y pensamientos rebeldes que se gozan en toda clase de injusticia y maldad (1:28–32). En realidad son los síntomas del problema verdadero: EL hombre ha rechazado la autoridad del Creador sobre su vida, y se ha rebelado contra la verdad que se conoce acerca de El.

Pablo describe la reacción de Dios a esta rebeldía con la expresión: “Dios los entregó…” Se repite tres veces en 1:24, 1:26 y 1:28. En cada caso se presenta como una consecuencia lógica de la conducta humana.

En el primer caso, se nos indica que en vez de reconocer lo que el Creador había hecho y agradecérselo, los hombres se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por las criaturas corruptibles. Frente a tal necedad, Pablo declara: “Por lo cual también Dios los entregó…” (1:22–24).

En el segundo caso, se señala que los hombres cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron a las criaturas en vez de adorar al Creador. Al contemplar este cuadro, Pablo dice: “Por esto Dios los entregó…” De nuevo se nota que ésta es la consecuencia natural de lo que ellos habían hecho (1:25–26).

En el tercer caso, se observa que ellos no estaban dispuestos a reconocer a Dios. Pablo explica que como ellos no querían tener en cuenta a Dios, El los entregó… (1:28).

La expresión “Dios los entregó” implica que Dios les dejó seguir en su camino hasta llegar a la consecuencia natural de ese estilo de vida. Mucha gente toma esa actitud hoy en día también. Dicen: “¿Por qué no nos deja Dios en paz para que hagamos lo que nos dé la gana?” En este caso Dios acepta la propuesta. Les deja ir hasta llegar al final de su camino.

 Si los hombres desean vivir de esta manera, ¿por qué es que se presenta como un juicio proveniente de Dios el que se les permita seguir en su camino? ¿Por qué es un castigo dejarles tener lo que persiguen?
 Estudie 1:24–32. Haga una lista de las consecuencias de este juicio de Dios. ¿Qué actividades y actitudes caracterizan a los hombres que han rechazado la verdad que Dios les ha revelado?

Deseos Impuros 1:24–25
La idolatría religiosa produce resultados negativos en la vida práctica del hombre. En todas las religiones del mundo, los hombres ponen la mirada en el dios que verdaderamente siguen y tratan de imitarlo. En el caso de los dioses paganos, la mitología describe dioses y diosas que vivían para satisfacer los deseos sexuales y otros placeres personales. No se manifiesta que tuvieran ninguna preocupación por la moralidad ni por el bienestar de los demás.

Los seguidores de esos dioses imitan su ejemplo. Viven para el placer. No aprecian el valor de su cuerpo, ni se interesan por los propósitos del Creador que los formó. No se preocupan por el bienestar de su prójimo, a quien desprecian como un “objeto” que sólo sirve para saciar sus deseos. Cada uno busca satisfacer sus propios deseos, y nada más.
Esta descripción es adecuada tanto para los tiempos de Pablo como para la época actual. La característica de una sociedad degenerada es que sólo vive para su placer. Es una consecuencia lógica de la actitud del hombre que quiere vivir sin tomar en cuenta a Dios.


Pasiones Vergonzosas 1:26–27


La segunada consecuencia natural del rechazo de la verdad y la adoración a las criaturas, es que Dios entregó a la humanidad a pasiones vergonzosas. Cambiaron el uso natural del cuerpo y la atracción física que Dios había diseñado por la perversión sexual.

Desde los primeros capítulos de Génesis hasta la actualidad, se observa en los hombres el mismo patrón de comportamiento hacia la depravación espiritual. Empieza no tomando en serio las advertencias de la Palabra de Dios. Esta actitud crece hasta llegar a ser un rechazo total de la Palabra divina y, al final, del Dios que la dio.

Al no hacerle caso a Dios, la vida personal comienza a corromperse empezando con algunos pecados e injusticias aislados, hasta llegar a una franca rebeldía. Parece que la perversión sexual, especialmente manifestada por el abandono del deseo normal por el sexo opuesto para buscar satisfacción con compañeros del mismo sexo, es la evidencia final del proceso degenerativo.

Al llegar a este extremo, la degeneración provoca la caída del pueblo involucrado. Este modelo se ha repetido desde Sodoma y Gomorra hasta Roma. Al observar las condiciones del mundo actual, ¿será que tarde mucho la destrucción de otra gran civilización?

Actos Desobedientes 1:28–32
La tercera consecuencia de no querer tomar en cuenta a Dios es una mente depravada que se dedica a un estilo de vida que no conviene (1:28). Se presenta una lista de las actividades y actitudes que caracterizan esta clase de vida (1:29–31). El cuadro no es muy agradable. Sin embargo, describe con precisión la forma de vida del mundo en el cual vivimos. Estos son los frutos que producen los mejores esfuerzos del hombre natural (Gál. 5:19–21).

Al evaluar la lista de actividades y actitudes de los que no quieren someterse a Dios, se nota que no todas las características se consideran graves. Algunas parecen ser ofensas pequeñas. Sin embargo, debemos fijarnos en que todas ellas manifiestan abiertamente que el mundo vive egoístamente. A la humanidad entera sólo le interesa satisfacer sus propios deseos. No le interesa el bien de los demás. A pesar del aparente valor que se da a la tan proclamada libertad, el mundo pronto llegará a ser insoportable para todos porque nadie tolera que se le trate con desprecio.

La gente que vive de esa manera, sabe que anda mal y que merece el juicio de Dios (1:32). ¿Se fijó en la actitud de tales personas? Aunque profesan creer que no hay Dios y que cada uno debe vivir como quiere, saben muy bien que sus obras son malas. No son ignorantes. Lo hacen a sabiendas de que están mal y que algún día tendrán que rendir cuentas por lo que han hecho.

A pesar de saber que sus hechos merecen el castigo divino, no se contentan con hacer tales cosas, sino que aprueban a quienes viven así. Parece que existe una competencia entre ellos para ver quién puede jactarse de cometer el pecado más exagerado y perverso. Se felicitan unos a otros por los excesos que cometen siguiendo ese camino.

¡Algún día pagarán las consecuencias de su pecado! Mejor dicho, en un sentido ya las están pagando. Aunque cada uno se goza en lo que hace, nadie quiere ser víctima del maltrato de los demás. El problema es que en un mundo así, tarde o temprano, todos llegan a ser víctimas los unos de los otros, o esclavos de su propia maldad.

DIOS LOS ENTREGO
A SUFRIR LAS CONSECUENCIAS
DE SU PROPIA DECISION

 Compare la condición del hombre descrito en este pasaje con el estilo de vida del hombre moderno. En base a la explicación de Pablo presentada en el pasaje, ¿qué conclusiones podemos sacar en cuanto al estado del ser humano en la actualidad?
 ¿Qué posibilidad hay de que un hombre en esta situación pueda ganarse la salvación? ¿Por qué?
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martes, 3 de febrero de 2015

Se necesitan más que oídos físicos para oir la voz de Dios; también se requiere un corazón receptivo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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¿Hay Alguien que Preste Atención?

Hebreos 1:1–3

Un inglés fue a ver al otólogo para que le revisara el oído. El doctor se le quitó el audífono que el hombre llevaba puesto en el oído. La audición del paciente mejoró inmediatamente, pues había llevado tal dispositivo por más de 20 años en el oído que no lo necesitaba.

Una vez le pregunté a un pastor: —¿Tiene en su iglesia un ministerio para sordos?
Él contestó: —A veces pienso que toda la iglesia lo necesita, pues parece que no me escuchan.

Hay diferencia entre escuchar y oir de verdad. Jesús a menudo decía: “El que tiene oídos para oir, oiga”. Esto quiere decir que se necesitan más que oídos físicos para oir la voz de Dios; también se requiere un corazón receptivo: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7, 8).

Muchas personas no han querido estudiar la Epístola a los Hebreos y, por consecuencia, han perdido ayuda espiritual práctica. Algunos han evitado este libro porque sienten miedo al leer una serie de advertencias que se encuentra en él. Otros lo han rehuido porque piensan que es demasiado difícil para la mayoría de los estudiantes de la Biblia. Por supuesto, en Hebreos hay algunas verdades profundas, y ningún predicador o maestro debe atreverse a decir que las conoce todas. Pero el mensaje del libro es claro y no hay razón para no entenderlo y recibir provecho de él.

Tomar en cuenta las cinco características de la Epístola a los Hebreos, tal vez sea la mejor manera de comenzar nuestro estudio.

Es un libro de evaluación
La palabra “mejor” (“mejores” o “superior”) se usa 13 veces en este libro, y por medio de ella el escritor demuestra que Jesucristo y la salvación son superiores al sistema religioso de los hebreos. Cristo es “superior a los ángeles” (Hebreos 1:4). El introdujo “una mejor esperanza” (7:19), porque “es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (8:6). (Nota también el uso de la palabra “mayor” 7:7.)

Otra palabra que se repite en la epístola es “perfecto”, usada en el griego 14 veces. Significa una posición perfecta ante Dios, la cual nunca podría obtenerse por medio del sacerdocio levítico (7:11), ni por la ley (7:19), ni por la sangre de los sacrificios de animales (10:1). Jesucristo se ofreció a sí mismo como único sacrificio por el pecado, haciendo “perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14).

Así que, el escritor contrasta el sistema de la ley del Antiguo Testamento con el ministerio de la gracia del Nuevo Testamento. Aclara que el sistema religioso de los judíos era temporal y que no podía ofrecer las cosas mejores y eternas que se encuentran en Jesucristo.

“Eterna” es la tercera palabra importante en el mensaje de Hebreos. Cristo es el “autor de eterna salvación” (5:9). “Habiendo obtenido eterna redención” (9:12) a través de su muerte, comparte con los creyentes “la promesa de la herencia eterna” (9:15). Su trono y su sacerdocio son para siempre (1:8; 5:6; 6:20; 7:17, 21). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (13:8).

Al considerar el uso de estas tres importantes palabras, se puede ver que Jesucristo y la vida cristiana que nos da son mejores porque estas bendiciones son eternas y nos dan una posición perfecta ante Dios. El sistema religioso bajo la ley de Moisés era imperfecto, ya que no podía proveer la redención eterna de una sola vez y para siempre.

Pero, ¿por qué el escritor les pide a sus lectores que evalúen su fe y lo que Cristo les ofrece? Porque estaban pasando por tiempos difíciles y estaban tentados a volver a la religión de los judíos. El templo todavía existía cuando esta carta fue escrita, y los sacerdotes aún efectuaban diariamente todas las ceremonias. ¡Cuán fácil les hubiera sido a estos creyentes judíos escapar de la persecución regresando al sistema antiguo que habían conocido antes!

Estos hermanos eran la segunda generación de creyentes, puesto que habían sido ganados para Cristo por los que conocieron al Señor durante su ministerio terrenal (2:3). Eran verdaderos creyentes (3:1), y no meros profesantes. Habían sido perseguidos por causa de su fe (10:32–34; 12:4; 13:13–14), y a pesar de ello, habían ayudado a otros que sufrían (6:10). Pero los que enseñaban doctrina falsa los estaban seduciendo (13:9), y corrían el peligro de olvidar la Palabra verdadera que sus primeros líderes, ahora muertos, les habían enseñado (13:7).

Lo lamentable acerca de estos creyentes es que se habían estancado espiritualmente y estaban a punto de retroceder (5:12). Algunos aun habían descuidado los servicios regulares de adoración (10:25), y no estaban progresando espiritualmente (6:1). En la vida cristiana, si no se avanza, se retrocede; pues no se puede mantener una posición estática.

El escritor de Hebreos les pregunta: “¿Cómo pueden volver a su religión anterior? Tan sólo deténganse a evaluar lo que tienen en Cristo Jesús, el cual es mejor que cualquier cosa que tuvieron bajo la ley”.
El libro de Hebreos exalta la persona y la obra de Jesucristo, el Hijo de Dios. Cuando el creyente comprenda lo que tiene en él, y por medio de él, no deseará a nadie más ni nada más.

Es un libro de exhortación

El escritor dice que esta carta es “la palabra de exhortación” (13:22). La palabra griega traducida “exhortación” significa ánimo. Se traduce como “consolación” en Romanos 15:4 y varias veces en 2 Corintios (1:5–7; 7:7). Está relacionada con la palabra griega “Consolador”, en Juan 14:16, donde se refiere al Espíritu Santo. Esta epístola no fue escrita para atemorizar a la gente, sino para animarla. Se nos manda “animarnos día tras día unos a otros” (Hebreos 3:13, NVI), y se nos dice que debemos ser “grandemente animados” en Jesucristo (6:18, LBLA).

Aquí tenemos que contestar la pregunta: ¿Y qué acerca de las cinco advertencias terribles que se encuentran en Hebreos? (Ve las cinco exhortaciones en la página 14 de este capítulo.)

En primer lugar, estos pasajes no son realmente advertencias. En el Nuevo Testamento tres palabras griegas se traducen como advertencia. La única de las tres que se encuentra en la Epístola a los Hebreos se traduce “advirtió” en 8:5 en relación con Moisés, y “amonestaba” en 12:25. En 11:7 se traduce “advertido” en cuanto a Noé “siendo advertido por Dios”. Pienso que la mejor descripción de las llamadas cinco advertencias es la que se da en Hebreos 13:22—“exhortación” (o “ánimo”, según otras versiones). Esto no disminuye la seriedad de esas cinco secciones del libro, sino que nos ayuda a entender su propósito: Animarnos a confiar en Dios y obedecer su Palabra.

La epístola comienza con una declaración importante: “Dios… nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1, 2), y casi al final del libro dice: “Mirad que no rechacéis al que habla” (12:25, LBLA). En otras palabras, el tema de Hebreos parece ser: Dios ha hablado; tenemos su Palabra; ¿qué vamos a hacer con ella?

Con esta verdad en mente, podemos entender mejor el significado de estos cinco pasajes problemáticos en Hebreos. Cada uno nos anima a poner atención a la Palabra de Dios (“Dios… ha hablado”) señalando las tristes consecuencias si no las obedecemos. A continuación quiero presentar una lista de estos pasajes con una explicación de su secuencia en el libro de Hebreos. Se puede ver que todos son lógicos y presentan un solo mensaje: Ponga atención a la Palabra de Dios.

    Deslizarse de la Palabra — 2:1–4 (Descuido)
    Dudar de la Palabra — 3:7–4:13 (Dureza de Corazón)
    Desoir la Palabra — 5:11–6:20 (Pesadez)
    Despreciar la Palabra — 10:26–39 (Obstinación)
    Desafiar la Palabra — 12:14–29 (Rehusar oir)

Si no escuchamos la Palabra de Dios para oirla en verdad, comenzaremos a deslizarnos. El descuido siempre resulta en deslizamiento, tanto en lo material y físico como en lo espiritual. Al deslizarnos de la Palabra, comenzamos a dudar de ella; porque la fe viene por oir la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Nuestro corazón empieza a endurecerse, y esto lleva a la pesadez para oir, la cual nos hace desoir la Palabra. Llegamos a ser “tardos para oir”—oyentes perezosos—y esto resulta en una actitud de desprecio de la Palabra, de modo que obstinadamente desobedecemos a Dios, y esto gradualmente nos lleva a desafiar a Dios y a su Palabra.

Ahora, ¿qué hace Dios mientras sucede este retroceso espiritual? Nos sigue hablando, animándonos a regresar a la Palabra. Si seguimos sin hacerle caso, comienza a castigarnos, y tal proceso de disciplina es el tema del capítulo 12—el capítulo culminante de la epístola. “El Señor juzgará a su pueblo” (10:30). Dios no permite que sus hijos sean niños mimados, dejándolos que obstinadamente desechen su Palabra. El siempre disciplina con amor.

Estas cinco exhortaciones fueron dirigidas a personas que en verdad habían nacido de nuevo, con el propósito de que prestaran atención a la Palabra de Dios. Aunque el lenguaje es fuerte en algunos de estos pasajes, en mi opinión ninguno amenaza al lector sugiriendo que pueda perder su salvación. Sin embargo, si persiste en desechar la Palabra de Dios, puede perder su vida (“¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?”—12:9). Se infiere que si no nos sometemos, podemos morir físicamente. “Hay pecado de muerte” (1 Juan 5:16). Pero la enseñanza clara de la Epístola a los Hebreos es la certeza de la vida eterna en un Sumo Sacerdote viviente que nunca puede morir (Hebreos 7:22–28).

Algunos tratan de resolver el problema que surge en cuanto a eso de perder la salvación o de la apostasía diciendo que los lectores no eran verdaderamente nacidos de nuevo, sino que sólo profesaban la fe cristiana. Sin embargo, la manera en que el escritor se dirige a ellos elimina esta idea, porque los llama “hermanos santos, participantes del llamamiento celestial” (3:1), y les dice que tienen un Sumo Sacerdote en el cielo (4:14), lo cual no se les hubiera dicho si estuvieran perdidos. Habían sido “hechos partícipes del Espíritu Santo” (6:4). Además, las amonestaciones de Hebreos 10:19–25 carecerían de significado si hubieran sido dirigidas a personas no salvas.

La Epístola a los Hebreos es un libro de evaluación, y demuestra que Jesucristo es mejor que cualquier cosa que la ley de Moisés puede ofrecer. También es de exhortación, e insta a sus lectores a oir y prestar atención a la Palabra de Dios, para que no retrocedan espiritualmente y tengan que experimentar el castigo de Dios.

Es un libro de examen

Al estudiar este libro tal vez tú te preguntes, ¿en qué estoy realmente confiando? ¿Estoy confiando en la Palabra de Dios? ¿o en las cosas inestables de este mundo que están a punto de caer?

Esta carta fue escrita a creyentes que vivieron en un tiempo estratégico de la historia. Todavía estaba en pie el templo y aún se ofrecían los sacrificios, pero dentro de poco tanto la ciudad como el templo serían destruidos. La nación judía, incluyendo a los creyentes, sería esparcida. Las épocas estaban en pugna, y Dios estaba sacudiendo el sistema establecido (12:25–29). El quería que los suyos estuvieran afirmados sobre el fundamento sólido de la fe, y no que confiaran en cosas que perecerían.

Creo que la iglesia está pasando por circunstancias semejantes. Todo está derrumbándose y cambiando alrededor de nosotros. La gente se está dando cuenta de que ha estado confiando en andamios y no en un fundamento sólido. Aun los creyentes han sido atraídos por el mundo a tal grado que su confianza ya no está en el Señor, sino en el dinero, en los edificios, en los programas sociales y en otras cosas materiales pasajeras. Al continuar Dios sacudiendo a la sociedad, el andamio caerá, y los creyentes descubrirán que su confianza debe estar en la Palabra de Dios.

Dios quiere que nuestros corazones sean afirmados “con la gracia” (13:9). Esa palabra afirmar se usa en una forma u otra ocho veces en Hebreos y significa estar sólidamente fundado, estar firme. Encierra la idea de fortaleza, confiabilidad, confirmación y permanencia. En mi opinión, este es el tema clave de Hebreos: El creyente puede estar seguro aunque todo a su alrededor esté derrumbándose. Tenemos un “reino inconmovible” (12:28). La Palabra de Dios es firme (2:2), y también lo es la esperanza que tenemos en Dios (6:19).

Por supuesto, no hay seguridad para aquel que no ha confiado en Jesucristo como su Salvador. Tampoco la hay para los que sólo han hecho una profesión de labios, pero cuyas vidas no dan evidencia de verdadera salvación (Tito 1:16; Mateo 7:21–27). Cristo salva “perpetuamente” (eternamente) sólo a los que han venido a Dios por medio de la fe (Hebreos 7:25).

Me gusta contar en las congregaciones que visito la historia del conductor que subió al tren y empezó a revisar los boletos. Le dijo al primer pasajero: —Señor, usted se equivocó de tren. Al ver el siguiente boleto le dijo al pasajero lo mismo.

—Pero el guardafrenos me dijo que este era el tren que me correspondía— protestó el hombre.
—Voy a revisar otra vez,— dijo el conductor. Lo hizo y descubrió que era él quien se había equivocado de tren.

Me temo que hay muchos que tienen una fe falsa, que no han oído ni creído la Palabra de Dios en verdad. Muchas veces están tan ocupados en decirles a otros lo que deben hacer, que dejan de examinarse a sí mismos. La Epístola a los Hebreos es un libro de examen. Le ayuda a uno a descubrir dónde está realmente su fe.

Es un libro de expectación
Este libro tiene un enfoque hacia el futuro. El escritor nos informa que está escribiendo sobre “el mundo venidero” (2:5), el tiempo cuando los creyentes reinarán con Cristo. Jesucristo es “heredero de todo” (1:2) y compartimos “la promesa de la herencia eterna” (9:15). Como los patriarcas elogiados en Hebreos 11, esperamos la ciudad futura de Dios (11:10–16, 26).

Así como aquellos grandes hombres y mujeres de fe, debemos ser “extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (11:13). Esta es una de las razones por las cuales Dios está sacudiendo todo a nuestro alrededor. Quiere que soltemos las cosas de este mundo y que ya no dependamos de ellas. Quiere que centremos nuestra atención en el mundo venidero. Esto no quiere decir que pensemos tanto en las cosas del cielo que ya no seamos útiles a Dios en la tierra. Más bien significa comenzar a vivir para los valores eternos del mundo venidero y no envueltos en las cosas de este mundo.

Abraham y su sobrino Lot ilustran estas dos actitudes opuestas (Génesis 13–14). Abraham era un hombre ricoque podría vivir en una casa muy costosa en el lugar que quisiera, pero era ante todo siervo de Dios, un peregrino y extranjero; y esto significaba vivir en tiendas. Lot escogió abandonar la vida de peregrino y se fue a vivir en la perversa ciudad de Sodoma. ¿Cuál de los dos tuvo verdadera seguridad? Aparentemente Lot estaría más seguro que Abraham quien moraba en tiendas en el valle. Sin embargo, Lot llegó a ser prisionero de guerra y Abraham tuvo que rescatarlo.

En vez de escuchar la advertencia de Dios, Lot regresó a la cuidad; y cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra, perdió todo (Génesis 19). Lot era salvo (2 Pedro 2:7), pero confió en las cosas de este mundo y no en la Palabra de Dios. Lot perdió lo permanente por depender de lo inmediato y vivir para ello.
El misionero mártir Jim Elliot lo dijo mejor: “No es necio el que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder”.

Nosotros, como hijos de Dios, hemos recibido la promesa de una recompensa futura. Así como en los casos de Abraham y Moisés, las decisiones que tomemos en el tiempo presente determinarán las recompensas del mañana. Más aún, nuestras decisiones deben ser motivadas por la esperanza de recibir recompensa. Abraham obedeció a Dios porque “esperaba la ciudad” (11:10). Moisés rehusó los tesoros y los placeres de Egipto porque “tenía puesta la mirada en el galardón” (11:26). Estos grandes hombres y mujeres de la fe (11:31, 35) vivieron ocupándose de lo futuro y por lo tanto vencieron las tentaciones del mundo y de la carne.

En efecto, fue esta misma actitud la que sostuvo a nuestro Señor Jesucristo durante su agonía en la cruz: “…el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (12:2). La Epístola a los Hebreos hace hincapié en: ¡No vivas para lo que el mundo te promete hoy, sino para lo que Dios promete darte en el futuro! Sé extranjero y peregrino en la tierra. Anda por fe; no por vista.

Esta epístola no es alimento apropiado para niños espirituales, los cuales todavía no pueden alimentarse solos, y requieren que se les mime (5:11–14). En esta carta se encuentra “alimento sólido”, el cual requiere de algunos molares espirituales para masticarlo y disfrutarlo. El énfasis de Hebreos no es sobre lo que Cristo hizo en la tierra (“la leche”), sino sobre lo que está ahora haciendo en el cielo (“el alimento sólido” de la Palabra). Él es el gran Sumo Sacerdote que nos da poder por su gracia (4:14–16). Es también el gran pastor de las ovejas que nos capacita para hacer su voluntad (13:20, 21). Está obrando en nosotros para llevar a cabo sus propósitos. ¡Qué emocionante es ser parte de tan maravilloso ministerio!

El Dr. A. W. Tozer acostumbraba recordarnos que “todo hombre tiene que escoger su mundo”. Los verdaderos creyentes han gustado de “la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” (6:5); esto debe significar que no tenemos interés ni apetito de este presente sistema mundano y pecaminoso. Abraham escogió correctamente su mundo y llegó a ser el padre de los fieles. Lot escogió erróneamente su mundo y llegó a ser el padre de los enemigos del pueblo de Dios (Génesis 19:30–38). Abraham llegó a ser amigo de Dios (2 Crónicas 20:7), en cambio, Lot llegó a ser amigo del mundo y lo perdió todo. Lot fue salvo, pero “así como por fuego” (1 Corintios 3:15), y perdió su recompensa.

Es un libro de exaltación

La Epístola a los Hebreos exalta la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo. Los primeros tres versículos presentan este sublime y santo tema, el cual se mantiene a través de todo el libro. Su propósito inmediato es probar que Jesucristo es superior a los profetas, hombres que eran tenidos en alta estima por el pueblo judío.

En su persona Cristo es superior a los profetas. Para comenzar, es el Hijo mismo de Dios y no simplemente un hombre llamado por Dios. El autor aclara que Jesucristo es Dios (1:3), ya que esa descripción jamás podría aplicarse a un hombre mortal. “El resplandor de su gloria” se refiere a la gloria, shekinah de Dios que moraba en el tabernáculo y en el templo. (Ve Éxodo 40:34–38 y 1 Reyes 8:10. La palabra shekinah proviene del hebreo y significa morar.) Cristo es para el Padre lo que los rayos del sol son para el sol: Él es el resplandor de la gloria de Dios. Así como es imposible separar del sol sus rayos, también es imposible separar la gloria de Cristo de la naturaleza de Dios.

“La imagen misma” (1:3) encierra la idea de la impresión exacta. La palabra carácter viene de la palabra griega traducida “imagen”. Literalmente, Cristo es la representación exacta de la sustancia misma de Dios (ve Colosenses 2:9). Sólo Jesús pudo decir con propiedad: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Al ver a Cristo, uno ve la gloria de Dios (Juan 1:14).

En su obra, Cristo también es superior a los profetas. En primer lugar, él es el creador del universo; porque por medio de él, Dios “hizo el universo” (1:2). Cristo no sólo creó todas las cosas por su palabra (Juan 1:1–5), sino que también sostiene todas las cosas por medio de esa misma palabra poderosa (1:3). “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:17).

La palabra “sustenta” (1:3) no quiere decir sostener, como si el universo como una agobiadora carga estuviera sobre la espalda de Jesús. Significa apoyar y llevar de un lugar a otro. El es el Dios de creación y el Dios de providencia quien lleva este universo al destino, divinamente determinado de antemano.

Él es también el profeta superior que declara la Palabra de Dios. El contraste entre Cristo, el Profeta, y los otros profetas, se ve con claridad:

Cristo
Los profetas

  Dios el Hijo
  Hombres llamados por Dios
  Un solo Hijo
  Muchos profetas
  Un mensaje final y completo
  Un mensaje fragmentario e incompleto

Por supuesto, que tanto el Antiguo Testamento como la revelación del evangelio vinieron de Dios; pero Jesucristo es la última palabra en cuanto a revelación se refiere. Cristo es la fuente, el centro y el fin de todo lo que Dios tiene que decir.

Pero Jesucristo tiene un ministerio de sacerdote, y esto revela su grandeza. Por sí mismo efectuó “la purificación de nuestros pecados” (1:3). Este aspecto de su ministerio será explicado en detalle en los capítulos 7 al 10.

Finalmente, Jesucristo será rey (1:3). Ahora se ha sentado, porque su obra ha terminado; y se ha sentado “a la diestra de la Majestad en las alturas”, el lugar de honor. Esto prueba que él es igual a Dios el Padre, porque ningún ser creado podría sentarse a la diestra de Dios.

Creador, profeta, sacerdote y rey—Jesucristo es superior a todos los profetas y siervos de Dios que han aparecido en las sagradas Escrituras. Con razón, el Padre dijo en la transfiguración de Cristo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5). Allí estaban con Jesús dos de los profetas más grandes—Moisés y Elías; pero Cristo es superior a ellos.

Al estudiar Hebreos juntos, debemos recordar que nuestro propósito no es el de perdernos en detalles doctrinales interesantes, ni atacar o defender alguna doctrina predilecta, sino oir a Dios hablar por medio de Jesucristo, y prestar atención a esa palabra. Debemos hacer eco a la oración de los griegos; “Señor, quisiéramos ver a Jesús” (Juan 12:21). Si nuestro propósito es conocer mejor a Jesús y exaltarlo más, entonces cualquier diferencia que tengamos en relación con nuestro entendimiento del libro podrá olvidarse ante nuestra adoración de su persona.

Para ayudarnos a captar un cuadro completo de este emocionante libro, se da el siguiente bosquejo:

          I.      UNA PERSONA SUPERIOR—CRISTO (capítulos 1–6)
      A.      Superior a los profetas (1:1–3)
      B.      Superior a los ángeles (1:4–2:18)
      Exhortación: No deslizarse de la Palabra (2:1–4)
      C.      Superior a Moisés (3:1–4:13)
      Exhortación: No dudar de la Palabra (3:7–4:13)
      D.      Superior a Aarón (4:14–6:20)
      Exhortación: No desoir la Palabra (5:11–6:20)

          II.      UN SACERDOCIO SUPERIOR— MELQUISEDEC (capítulos 7–10)
      A.      Un orden superior (7)
      B.      Un pacto superior (8)
      C.      Un santuario superior (9)
      D.      Un sacrificio superior (10)
      Exhortación: No despreciar la Palabra (10:26–39)

          III.      UN PRINCIPIO SUPERIOR—LA FE (capítulos 11–13)
      A.      Los grandes ejemplos de fe (11)
      B.      La perseverancia de la fe—castigo (12)
      Exhortación: No desafiar la Palabra (12:14–29)
      C.      Exhortaciones prácticas de conclusión (13)

“Por tanto … avancemos a la madurez” (6:1, LBLA)
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