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lunes, 12 de septiembre de 2016

Habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




PASTOS FRESCOS PARA LA CONGREGACIÓN: OVEJITAS DEL SEÑOR

Exhortación a una vida santa
1 Pedro 1:13-21
13 Por eso, con la mente preparada para actuar  y siendo sobrios, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que os es traída en la revelación de Jesucristo. 

14 Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones que antes teníais, estando en vuestra ignorancia. 

15 Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir, 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 

17 Y si invocáis como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer distinción de personas, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. 

18 Tened presente que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 

20 El, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de vosotros. 

21 Por medio de él creéis en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y le ha dado gloria; de modo que vuestra fe y esperanza estén en Dios. 

cinco incentivos espirituales que nos anima

Manteniéndose Limpio en un Mundo Contaminado                    1 Pedro 1:13–21

En la primera sección de este capítulo Pedro recalcó la idea de andar en esperanza; pero ahora su énfasis es andar en santidad. Las dos cosas van juntas, porque “todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3).
El significado de raíz de la palabra que se traduce “santo” es diferente. Una persona santa no es una persona estrafalaria, sino una persona diferente. Su vida tiene una calidad que indica que es diferente. Su forma de vida presente no sólo es diferente de su manera pasada de vida, sino que es diferente también de los estilos de vida de los no creyentes que le rodean. La vida de santidad del creyente les parece extraña a los perdidos (1 Pedro 4:4), pero no es extraña para otros creyentes.
Sin embargo, no es fácil vivir en este mundo y mantener un andar santo. La atmósfera contraria a Dios que nos rodea y que la Biblia llama “el mundo” siempre está oprimiéndonos, tratando de obligarnos a que nos conformemos. En este párrafo Pedro presenta a sus lectores cinco incentivos espirituales para animarles a ellos (y a nosotros) a mantener un estilo de vida diferente, un andar santo en un mundo contaminado.

  La gloria de Dios (1 Pedro 1:13)
“Cuando Jesucristo sea manifestado,” es otra manera de referirse a “la esperanza viva”. Las acciones y decisiones presentes de los creyentes son gobernadas por esta esperanza futura. Así como una pareja comprometida hace todos sus planes a la luz de esa boda futura, así los creyentes hoy viven con la expectativa de ver a Jesucristo.
“Ceñid los lomos de vuestro entendimiento” simplemente quiere decir: ¡Ordenen sus pensamientos! ¡Tengan una mente disciplinada! La imagen es la de un hombre vestido con una túnica, metiéndose la falda de su túnica debajo del cinturón, de modo que pueda correr. Cuando centras tus pensamientos en el regreso de Cristo, y vives de acuerdo a eso, escaparás de muchas de las cosas mundanales que atiborran tu mente y estorban tu progreso espiritual. Pedro puede haber tomado la idea de la cena pascual, porque más adelante en esta sección identifica a Cristo como el Cordero (1 Pedro 1:19). Los judíos en la Pascua debían comer la comida de prisa, listos para marchar (Éxodo 12:11).
La perspectiva determina el resultado; la actitud determina la acción. El creyente que busca la gloria de Dios tiene una mayor motivación para la obediencia presente que el creyente que ignora el retorno del Señor. El contraste se ilustra en las vidas de Abraham y de Lot (Génesis 12–13; Hebreos 11:8–16). Abraham tenía sus ojos de fe fijos en la ciudad celestial, así que no tenía interés en propiedades de este mundo. Pero Lot, que había probado los placeres del mundo en Egipto, gradualmente avanzó hacia Sodoma. Abraham trajo bendición a su casa, pero Lot acarreó juicio. La perspectiva determina el resultado.
No sólo debemos tener una mente disciplinada, sino que también debemos tener un entendimiento “sobrio”. La palabra quiere decir tener calma, ser firme, controlado; sopesar las cosas. Desdichadamente algunos “se dejan llevar” por los estudios proféticos y pierden su equilibrio espiritual. El hecho de que Cristo vuelve debe animarnos a tener calma y ecuanimidad (1 Pedro 4:7). El hecho de que Satanás anda rondando es otra razón para ser sobrios (1 Pedro 5:8). Cualquiera cuya mente se vuelve indisciplinada, y cuya vida “se desbarata” debido a los estudios proféticos, da evidencia de que en realidad no entiende la profecía bíblica.
También debemos tener una mente optimista. “Esperad por completo” quiere decir fijen por completo su esperanza. ¡Tengan una perspectiva esperanzada! Un amigo mío me envió una nota un día que decía: “Cuando la perspectiva externa es lóbrega, ¡trata de mirar hacia arriba!” ¡Buen consejo, en verdad! Tiene que estar oscuro para que las estrellas aparezcan.
El resultado de este modo de pensar espiritual es que el creyente disfruta de la gracia de Dios en su vida. De seguro experimentaremos gracia cuando veamos a Jesucristo, pero también podemos disfrutar de gracia hoy al esperar su regreso. Hemos sido salvos por gracia y dependemos momento tras momento de la gracia de Dios (1 Pedro 1:10). Esperar el regreso de Cristo fortalece nuestra fe y esperanza en los días difíciles, y esto nos imparte más de la gracia de Dios. Tito 2:10–13 es otro pasaje que muestra la relación entre la gracia y la venida de Cristo.

  La santidad de Dios (1 Pedro 1:14, 15)
El argumento aquí es lógico y sencillo. Los hijos heredan la naturaleza de sus padres. Dios es santo; por consiguiente, como sus hijos, debemos vivir vidas santas. Somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4) y debemos revelar esa naturaleza en una vida santa.
Pedro les recordó a sus lectores lo que eran antes de confiar en Cristo. Habían sido hijos de desobediencia (Efesios 2:1–3), pero ahora deberían ser hijos obedientes. La verdadera salvación siempre resulta en obediencia (Romanos 1:5; 1 Pedro 1:2). También habían sido imitadores del mundo, “conformándose a sí mismos” según las normas y placeres del mundo. Romanos 12:2 traduce estas mismas palabras como conformarse a este mundo. Los incrédulos nos dicen que quieren ser “libres y diferentes”; ¡sin embargo, todos se imitan unos a otros!
La causa de todo esto es la ignorancia que conduce a la indulgencia. Los inconversos carecen de inteligencia espiritual, y esto les hace entregarse a toda clase de indulgencias carnales y mundanales (ve Hechos 17:30; Efesios 4:17 en adelante). Puesto que nacimos con una naturaleza caída, era natural que viviéramos vidas de pecado. La naturaleza determina los apetitos y las acciones. Un perro y un gato se portan de forma diferente porque tienen naturalezas diferentes.
Todavía estaríamos en esa triste situación de pecado si no hubiera sido por la gracia de Dios. ¡El nos llamó! Un día Jesús llamó a Pedro y a sus amigos y les dijo: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:17). Ellos respondieron por fe a su llamado, y eso cambió por completo sus vidas.
Tal vez esto explica por qué Pedro usó la palabra “llamados” tan a menudo en esta carta. Somos llamados a ser santos (1 Pedro 1:15). Somos llamados “de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). Somos llamados a sufrir y a seguir el ejemplo de Cristo en humildad (1 Pedro 2:21). En medio de la persecución somos llamados a “hereda[r] bendición” (1 Pedro 3:9). Lo mejor de todo, somos llamados “a su gloria eterna” (1 Pedro 5:10). Dios nos llamó antes de que nosotros clamáramos a él en busca de salvación. Todo es completamente por gracia.
Pero la elección de la gracia divina de los pecadores para que lleguen a ser santos siempre incluye responsabilidad, y no simplemente privilegio. El nos escogió en Cristo “para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4). Dios nos ha llamado a sí mismo, y él es santo; por consiguiente, nosotros debemos ser santos. Pedro citó de la Ley del Antiguo Testamento para respaldar esta amonestación (Levítico 11:44–45; 19:2; 20:7, 26).
La santidad de Dios es una parte esencial de su naturaleza. “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Cualquier santidad que nosotros tengamos en carácter y conducta se debe derivar de él. Básicamente, ser “santificados” quiere decir ser apartados para el uso y placer exclusivos de Dios. Incluye separación de todo lo que es impuro y también completa devoción a Dios (2 Corintios 6:14–7:1). Debemos ser santos “en toda vuestra manera de vivir” de modo de que todo lo que hagamos refleje la santidad de Dios.
Para el creyente dedicado, no hay cosa tal como “secular” y “sagrado”. Toda la vida es santa puesto que vivimos para glorificar a Dios. Incluso actividades ordinarias tales como comer y beber pueden ser hechas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Si algo no puede ser hecho para la gloria de Dios, entonces podemos estar seguros de que no es la voluntad de Dios.

  La Palabra de Dios (1 Pedro 1:16).
“¡Escrito está!” es una declaración que lleva gran autoridad para el creyente. Nuestro Señor Jesucristo usó la Palabra de Dios para derrotar a Satanás, y lo mismo podemos hacer nosotros (Mateo 4:1–11; ve Efesios 6:17). Pero la Palabra de Dios no es sólo una espada para la batalla; también es una luz para guiarnos en un mundo oscuro (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19), comida que nos fortalece (Mateo 4:4; 1 Pedro 2:2) y agua que nos limpia (Efesios 5:25–27).
La Palabra de Dios tiene un ministerio santificador en las vidas de los creyentes consagrados (Juan 17:17). Aquellos que se deleitan en la Palabra de Dios, meditan en ella, y procuran obedecerla, gozan de la dirección y bendición de Dios en sus vidas (Salmo 1:1–3). La Palabra de Dios revela la mente de Dios, así que debemos aprenderla; revela el corazón de Dios, así que debemos amarla, y revela la voluntad de Dios, así que debemos vivirla en la práctica. Todo nuestro ser: mente, voluntad y corazón, debe ser controlado por la Palabra de Dios.
Pedro citó del libro de Levítico: “Sed santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44). ¿Quiere decir esto que la Ley del Antiguo Testamento es autoritativa para los creyentes del Nuevo Testamento? Ten presente que los primeros creyentes ni siquiera tenían el Nuevo Testamento. La única Palabra de Dios que poseían era el Antiguo Testamento, y Dios usó esa palabra para dirigirlos y nutrirlos. Los creyentes de hoy no están bajo las leyes ceremoniales dadas a Israel; sin embargo, incluso en estas leyes vemos revelados principios morales y espirituales. Nueve de los Diez Mandamientos se repiten en las epístolas, así que debemos obedecerlos. (El mandamiento del sábado fue dado específicamente a Israel, y no se aplica a nosotros hoy. Ve Romanos 14:1–9.) Al leer y estudiar el Antiguo Testamento aprendemos mucho en cuanto al carácter y la obra de Dios, y vemos verdades indicadas en tipos y símbolos.
El primer paso para mantenerse limpio en un mundo impuro es preguntar: “¿Qué dice la Biblia?” En la Biblia hallamos preceptos, principios, promesas y personas que nos guían en las decisiones de hoy. Si en realidad queremos obedecer a Dios, él nos mostrará su verdad (Juan 7:17). Aunque los métodos de Dios para obrar pueden variar de edad en edad, su carácter sigue siendo el mismo, y sus principios espirituales nunca varían. No estudiamos la Biblia simplemente para conocer la Biblia. Estudiamos la Biblia para poder conocer mejor a Dios. Demasiados dedicados estudiantes de la Biblia se contentan con bosquejos y explicaciones, y en realidad no llegan a conocer a Dios. Es bueno conocer la Palabra de Dios, pero esto debe ayudarnos a conocer mejor al Dios de la Palabra.

  El juicio de Dios (1 Pedro 1:17)
Como hijos de Dios debemos tomar en serio el pecado y la vida santa. Nuestro Padre celestial es santo (Juan 17:11) y justo (Juan 17:25). Él no hará acomodos con el pecado. Es misericordioso y perdonador, pero también es un disciplinario amante que no puede permitir que sus hijos disfruten del pecado. Después de todo, fue el pecado que envió a su Hijo a la cruz. Si llamamos “Padre” a Dios, entonces debemos reflejar su naturaleza.
¿Qué es este juicio del que Pedro escribe? Es el juicio de las obras del creyente. No tiene nada que ver con la salvación, excepto que la salvación debe producir buenas obras (Tito 1:16; 2:7, 12). Cuando confiamos en Cristo, Dios nos perdonó nuestros pecados y nos declaró justos en su Hijo (Romanos 5:1–10; 8:1–4; Colosenses 2:13). Nuestros pecados ya han sido juzgados en la cruz (1 Pedro 2:24) y por consiguiente no se puede esgrimirlos contra nosotros (Hebreos 10:10–18).
Pero cuando el Señor vuelva, habrá un tiempo de juicio llamado “el tribunal de Cristo” (Romanos 14:10–12; 2 Corintios 5:9–10). Cada uno de nosotros dará cuenta de sus obras, y cada uno recibirá la recompensa apropiada. Este es un “juicio de familia”, donde el Padre trata con sus hijos amados. La palabra griega que se traduce “juzgar” lleva el significado de juzgar para hallar algo bueno. Dios examinará los motivos de nuestro ministerio; examinará nuestros corazones. Pero él nos asegura que su propósito es glorificarse en nuestras vidas y ministerios “y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5). ¡Qué estímulo!
Dios nos dará muchos dones y privilegios, conforme crecemos en la vida cristiana; pero nunca nos dará el privilegio de desobedecer y pecar. El nunca malcría a sus hijos, ni se hace de la vista gorda. No hace acepción de personas. El “no hace acepción de personas, ni toma cohecho” (Deuteronomio 10:17). “Porque con Dios no hay favoritismos” (Romanos 2:11, NVI). Años de obediencia no pueden comprar una hora de desobediencia. Si uno de sus hijos desobedece, Dios debe castigarlo (Hebreos 12:1–13). Pero cuando su hijo o hija obedece y le sirve en amor, él toma nota y prepara la recompensa apropiada.
Pedro les recuerda a sus lectores que eran solamente “peregrinos” en la tierra. La vida era demasiada corta como para desperdiciarla en la desobediencia y el pecado (ve 1 Pedro 4:1–6). Fue cuando Lot dejó de ser un peregrino, y se convirtió en residente de Sodoma, que perdió su consagración y su testimonio. Todo aquello por lo que vivió, ¡desapareció en humo! Recuerda siempre que eres un “extranjero y peregrino” en este mundo (1 Pedro 1:1; 2:11).
En vista del hecho de que el Padre celestial con amor disciplina a sus hijos hoy, y que juzgará a sus obras en el futuro, debemos cultivar una actitud de temor santo. Este no es el temor aterrador del esclavo ante su patrón, sino una reverencia de amor de un hijo ante su padre. Esto no es temor del castigo (1 Juan 4:18), sino un temor de desilusionarlo y de pecar contra su amor. Es un temor santo (2 Corintios 7:1), una reverencia sobria hacia el Padre celestial.
A veces pienso que hoy hay un aumento en el descuido, incluso ligereza, en la manera en que hablamos en cuanto a Dios o hablamos con Dios. Hace casi un siglo el obispo B. F. Westcott dijo: “Cada año me hace temblar el atrevimiento con que la gente habla de las cosas espirituales”. ¡El buen obispo debería oír lo que se dice hoy! Una actriz mundana llama a Dios: “El hombre arriba”. Un jugador de béisbol le llama “el gran Yanqui celestial”. El judío del Antiguo Testamento temía tanto a Dios que ni siquiera pronunciaba su santo nombre, y sin embargo hoy hablamos a Dios con liviandad e irreverencia. En nuestra oración pública a veces parecemos tener tanta familiaridad que otros se preguntan si estamos tratando de expresar nuestras peticiones o de impresionar a los oyentes con nuestra cercanía a Dios.

  El amor de Dios (1 Pedro 1:18–21)
Este es el motivo máximo para la vida santa. En este párrafo Pedro les recordó a sus lectores su experiencia de salvación, un recordatorio que todos necesitamos en forma regular. Por esto se estableció la cena del Señor, para que con regularidad su pueblo pueda recordar que él murió por ellos. Nota los recordatorios que Pedro dio.
Les recordó lo que ellos eran. Para empezar, eran esclavos que necesitaban ser puestos en libertad. La palabra “redimidos” es, para nosotros, un término teológico; pero tenía un significado especial para las personas del imperio romano delprimer siglo. ¡Había probablemente 50 millones de esclavos en el imperio! Muchos esclavos llegaron a ser creyentes y participaban en las asambleas locales. Un esclavo podía comprar su libertad, si lograba reunir suficientes fondos; o su amo podía venderlo a algún otro que pagaba el precio y lo ponía en libertad. La redención era algo muy precioso en esos días.
Nunca debemos olvidar la esclavitud al pecado (Tito 3:3). Moisés instó a Israel a que recordaran que habían sido esclavos en Egipto (Deuteronomio 5:15; 16:12; 24:18, 22). La generación que murió en el desierto se olvidó de su esclavitud en Egipto ¡y siempre querían volver!
No sólo que vivían una vida de esclavitud, sino también una vida vacía. Pedro la llamó “vana manera de vivir” (1 Pedro 1:18), y la describió más específicamente en 1 Pedro 4:1–4. En esa época esas personas pensaban que sus vidas eran “llenas” y “felices”, cuando en realidad eran vacías y miserables. Las personas no salvas hoy están ciegas viviendo de sustitutos.
Mientras ministraba en Canadá conocí a una mujer que me contó que se había convertido temprano en la vida, pero que se había descarriado a la vida de sociedad que era emocionante y satisfacía su ego. Un día, mientras conducía a una fiesta de naipes sucedió que sintonizó un programa radial de la Biblia. En ese mismo momento el predicador decía: “Algunas de las mujeres que me escuchan ¡saben más de naipes que de la Biblia!” Esas palabras le penetraron. Dios le habló al corazón, así que volvió a su casa, y desde esa hora dedicó su vida a vivir completamente para Dios. Ella vio la inutilidad y vanidad de una vida fuera de la voluntad de Dios.
Pedro no sólo les recordó lo que eran, sino también les recordó lo que Cristo hizo. El derramó su preciosa sangre para comprarnos y sacarnos de la esclavitud del pecado y hacernos libres para siempre. “Redimir” quiere decir poner en libertad al pagar un precio. El esclavo podía ser puesto en libertad al pagar dinero, pero ninguna cantidad de dinero jamás puede poner en libertad al pecador perdido. Sólo la sangre de Jesucristo puede redimirnos.
Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo (1 Pedro 5:1) y mencionó a menudo en esta carta la muerte sacrificatorio de Cristo (1 Pedro 2:21 en adelante; 3:18; 4:1, 13; 5:1). Al llamar a Cristo “Cordero” Pedro les recordó a sus lectores una enseñanza del Antiguo Testamento que era importante en la iglesia inicial, y que debe ser importante para nosotros hoy. Es la doctrina de la sustitución: una víctima inocente da su vida por el culpable.
La doctrina del sacrificio empieza en Génesis 3, cuando Dios mató animales para vestir a Adán y Eva. Un carnero murió por Isaac (Génesis 22:13), y el cordero pascual fue inmolado por cada hogar judío (Éxodo 12). Isaías 53 presenta al Mesías como Cordero inocente. Isaac hizo la pregunta: “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” (Génesis 22:7) y Juan el Bautista la contestó señalando a Jesús y diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). En el cielo los redimidos y los ángeles cantan: “El Cordero que fue inmolado es digno” (Apocalipsis 5:11–14).
Pedro indicó claramente que la muerte de Cristo fue planeada y no un accidente; fue ordenada por Dios antes de la fundación del mundo (Hechos 2:23). Desde la perspectiva humana nuestro Señor fue asesinado cruelmente; pero desde la perspectiva divina, él puso su vida por los pecadores (Juan 10:17–18). ¡Pero resucitó de los muertos! Ahora, cualquiera que confía en él será salvo por la eternidad.
Cuando tú y yo meditamos en el sacrificio de Cristo por nosotros, ciertamente querremos obedecer a Dios y vivir vidas santas para su gloria. Cuando era apenas una jovencita, Frances Ridley Havergal vio un cuadro del Cristo crucificado con esta leyenda: “Yo hice esto por ti. ¿Qué has hecho tú por mí?” Rápidamente ella compuso un poema, pero no quedó contenta, así que lo arrojó al fuego. ¡El papel no se quemó! Más tarde, por sugerencia de su padre, ella publicó el poema, y hoy lo cantamos.
    Mi vida di por ti,    Mi sangre derramé,    Por ti inmolado fui,    Por gracia te salvé.    Por ti, por ti inmolado fui,    ¿Y, tú, qué das por mí?
¡Buena pregunta, en verdad! Confío en que podamos darle una buena respuesta al Señor.
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domingo, 11 de septiembre de 2016

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




LA GLORIA DE DIOS ES ETERNA
GLORIA HUMANA VERSUS GLORIA DIVINA    La jactancia de los heraldos, la pompa del poder,    Y todo lo que la belleza o la riqueza jamás hayan dado,    Espera por igual la hora inevitable,    Las sendas de gloria llevan sólo a la tumba.
La gloria del hombre sencillamente no dura, pero la gloria de Dios es eterna; ¡y él se ha dignado compartirnos esa gloria! En esta primera sección de su carta Pedro nos revela cuatro maravillosos descubrimientos que hizo en cuanto a la gloria de Dios.

  Los creyentes nacen para la gloria (1 Pedro 1:2–4)
Debido a la muerte y resurrección de Jesucristo, a los creyentes Dios “…nos hizo renacer para una esperanza viva”, y esa esperanza incluye la gloria de Dios. Pero, ¿qué queremos decir con “la gloria de Dios”?
La gloria de Dios quiere decir la suma total de todo lo que Dios es y hace. “Gloria” no es un atributo o característica separada de Dios, tal como su santidad, sabiduría o misericordia. Todo lo que Dios es y hace se caracteriza por gloria. Es glorioso en sabiduría y poder, así que todo lo que piensa y hace se caracteriza por gloria. El revela su gloria en la creación (Salmo 19), en sus tratos con el pueblo de Israel, y especialmente en su plan de salvación para los pecadores perdidos.
Cuando nacimos la primera vez, no nacimos para la gloria. “Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba” (1 Pedro 1:24, que es cita de Isaías 40:6). Cualquier gloria endeble que el hombre tenga a la larga se desvanecerá y desaparecerá; pero la gloria del Señor es eterna. Las obras del hombre hechas para la gloria de Dios durarán y serán recompensadas (1 Juan 2:17). Pero los egoístas logros humanos de los pecadores un día se desvanecerán y no se verán más. ¡Una de las razones por que tenemos enciclopedias es para que aprendamos de gente famosa ya olvidada!
Pedro da dos descripciones que nos ayudan a entender mejor esta maravillosa verdad en cuanto a la gloria.
Se describe el nacimiento de un creyente (1 Pedro 1:2–3). Todo ese milagro empezó en Dios: fuimos escogidos por el Padre (Efesios 1:3–4). Esto tuvo lugar en los profundos consejos de la eternidad, y nosotros no sabíamos nada al respecto hasta que nos fue revelado en la Palabra de Dios. Esta elección no se basó en algo que hayamos hecho, porque nosotros ni siquiera estábamos en escena. Tampoco se basaba en algo que Dios vio que nosotros seríamos o haríamos. La elección de Dios se basó totalmente en su gracia y amor. No podemos explicarla (Romanos 11:33–36), pero sí podemos regocijarnos en ella.
“Anticipado conocimiento” no sugiere que Dios meramente sabía de antemano que creeríamos, y por consiguiente nos escogió. Esto levantaría la pregunta: “¿Quién o qué nos hizo decidir por Cristo?” y eso quitaría nuestra salvación totalmente fuera de las manos de Dios. En la Biblia, “conocer previamente” quiere decir poner el amor de uno en una persona o personas de una manera personal. Se usa de esta manera en Amós 3:2: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra”. Dios puso su amor de elección en la nación de Israel. Otros versículos que usan “conocer” en este sentido especial son Salmo 1:6; Mateo 7:23; Juan 10:14, 27; y 1 Corintios 8:3.
Pero el plan de salvación incluye más que el amor de elección del Padre; también incluye la obra del Espíritu Santo al convencer al pecador y llevarle a la fe en Cristo. El mejor comentario de esto es 2 Tesalonicenses 2:13–14. También, el Hijo de Dios tuvo que morir en la cruz por nuestros pecados, o si no, no podría haber salvación. Hemos sido escogidos por el Padre, comprados por el Hijo y apartados por el Espíritu Santo. Se requiere a todos los tres para que haya una experiencia verdadera de salvación.
En lo que a Dios Padre se refiere, fui salvado cuando él me escogió en Cristo antes de la fundación del mundo. En lo que tiene que ver con el Hijo, fui salvado cuando él murió por mí en la cruz. Pero en lo que tiene que ver con el Espíritu Santo, fui salvado una noche en mayo de 1945 cuando oí el evangelio y recibí a Cristo. Entonces todo se combinó, pero se necesitó de todas las tres Personas de la Deidad para llevarme a la salvación. Si separamos estos ministerios, o bien negamos la soberanía divina o la responsabilidad humana, eso conduce a la herejía.
Pedro no niega la parte del hombre en el plan de Dios para salvar a los pecadores. En 1 Pedro 1:23 él recalca el hecho de que el evangelio fue predicado a esas personas, y que ellas oyeron y creyeron (ve también 1 Pedro 1:12). El propio ejemplo de Pedro en Pentecostés es prueba de que nosotros no “lo dejamos todo con Dios” sin instar a los pecadores perdidos a venir a Cristo (Hechos 2:37–40). El mismo Dios que ordena el fin —nuestra salvación— también ordena los medios para ese fin —la predicación del evangelio de la gracia de Dios.
Se describe la esperanza del creyente (1 Pedro 1:3–4). Para empezar, es una esperanza viva porque se basa en la Palabra viva de Dios (1 Pedro 1:23), y se hizo posible por el Hijo viviente de Dios que resucitó de los muertos. Una “esperanza viva” es la que tiene vida en sí y por consiguiente puede darnos vida. Debido a que tiene vida, crece y llega a ser más grande y más hermosa con el paso del tiempo. El tiempo destruye la mayoría de las esperanzas; se desvanecen y después mueren. Pero el paso del tiempo sólo hace que la esperanza del creyente sea mucho más gloriosa.
Pedro llamó a esta esperanza “una herencia” (1 Pedro 1:4). Como hijos del Rey participamos de su herencia en gloria (Romanos 8:17–18; Efesios 1:9–12). Estamos incluidos en el último legado y testamento de Cristo, y participamos con él en la gloria (Juan 17:22–24).
Nota la descripción de esta herencia, porque es totalmente diferente de cualquier herencia terrenal. Para empezar, es incorruptible, lo que quiere decir que nada puede arruinarla. Debido a que es incontaminada, nada puede mancharla ni restarle valor de ninguna manera. Jamás se envejece porque es eterna; no se puede gastar, ni puede desilusionarnos de ninguna manera.
En 1 Pedro 1:5,9 a esta herencia se la llama “salvación”. El creyente ya ha sido salvo por fe en Cristo (Efesios 2:8–9), pero la conclusión de esa salvación espera el regreso del Salvador. Entonces tendremos nuevos cuerpos y entraremos en un nuevo medio ambiente, la ciudad celestial. En 1 Pedro 1:7, el apóstol se refiere a esta esperanza diciendo: “cuando sea manifestado Jesucristo.” Pablo llamó a esto “la esperanza bienaventurada” (Tito 2:13).
¡Qué emocionante es saber que hemos sido nacidos para la gloria! Cuando nacimos de nuevo, ¡cambiamos la gloria pasajera del hombre por la gloria eterna de Dios!

  Los creyentes son guardados para la gloria (1 Pedro 1:5)
No sólo que la gloria está “reservada” para nosotros, ¡sino que nosotros estamos siendo guardados para la gloria! En mis viajes a veces he llegado a algún hotel, sólo para descubrir que han confundido o cancelado las reservaciones. Esto no nos sucederá cuando lleguemos al cielo, porque nuestro hogar y nuestra herencia futuros están garantizados y reservados.
“¿Pero supongamos que nosotros no lo logramos?” tal vez pregunte algún santo tímido. Pero llegaremos, porque todos los creyentes están siendo “guardados por el poder de Dios”. La palabra que se traduce “guardados” es un término militar que quiere decir protegido, escudado. El tiempo del verbo revela que estamos siendo constantemente guardados por Dios, lo que nos asegura que llegaremos con toda certeza al cielo. La misma palabra se usó para describir a los soldados que guardaban a Damasco cuando Pablo se escapó (2 Corintios 11:32). Ve también Judas 24–25 y Romanos 8:28–39.
Los creyentes no son guardados por su propio poder, sino por el poder de Dios. Nuestra fe en Cristo nos ha unido a él de tal manera que su poder ahora nos guarda y nos guía. No somos guardados por nuestra propia fuerza, sino por la fidelidad de él. ¿Por cuánto tiempo nos guardará? Hasta que Cristo vuelva, y entonces participaremos de la plena revelación de su gran salvación. Esta gran verdad se repite en 1 Pedro 1:9.
Es emocionante saber que somos “guardados para la gloria”. De acuerdo a Romanos 8:30 ya hemos sido glorificados. Todo lo que falta es la revelación pública de esta gloria (Romanos 8:18–23). Si algún creyente se perdiera, eso le privaría a Dios de su gloria. Dios está tan seguro de que estaremos en el cielo que ya nos ha dado su gloria como seguridad (Juan 17:24; Efesios 1:13–14).
La seguridad del cielo es una gran ayuda para nosotros hoy. Como el Dr. James M. Gray lo expresó en uno de sus cantos: “¿A quién le importa la jornada cuando el camino conduce a casa?” Si el sufrimiento de hoy quiere decir que habrá gloria mañana, entonces el sufrimiento llega a ser una bendición para nosotros. Los incrédulos tienen su “gloria” ahora, pero a eso le seguirá el sufrimiento eterno lejos de la gloria de Dios (2 Tesalonicenses 1:3–10). A la luz de esto, medita en 2 Corintios 4:7–18; ¡y entonces, regocíjate!

  Dios está siendo preparando los creyentes para la gloria (1 Pedro 1:6, 7)
Debemos tener presente que todo lo que Dios planea y ejecuta aquí es preparación para lo que tiene guardado para nosotros en el cielo. Él está preparándonos para la vida y los servicios venideros. Nadie sabe todavía todo lo que está guardado para nosotros en el cielo; pero esto sí sabemos: la vida de hoy es una escuela en la que Dios nos prepara para nuestro ministerio futuro en la eternidad. Esto explica la presencia de pruebas en nuestras vidas: éstas son algunas de las herramientas y los libros de texto de Dios en la escuela de la experiencia cristiana.
Pedro usó la palabra “pruebas” en lugar de “tribulaciones” o “persecuciones”, porque estaba tratando de los problemas generales que los creyentes enfrentan al estar rodeados por inconversos. El habla de varias realidades en cuanto a las pruebas.
Las pruebas suplen necesidades. La frase “si es necesario” indica que hay ocasiones especiales cuando Dios sabe que necesitamos atravesar pruebas. A veces las pruebas nos disciplinan cuando no hemos obedecido la voluntad de Dios (Salmos 119:67). En otras ocasiones las pruebas nos preparan para el crecimiento espiritual, o incluso ayudan a evitar que pequemos (2 Corintios 12:1–9). No siempre sabemos la necesidad que se esté supliendo, pero podemos confiar en que Dios lo sabe, y hace lo que sea mejor.
Las pruebas son variadas. Pedro usó la palabra “diversas” que literalmente quiere decir variadas, a multicolores. Usó la misma palabra para describir la gracia de Dios en 1 Pedro 4:10. Sin que importe de que color pudiera ser nuestro día, bien sea un lunes descolorido o un martes gris, Dios tiene suficiente gracia para suplir la necesidad. No debemos pensar que debido a que hemos vencido cierto tipo de pruebas, automáticamente “las ganaremos todas”. Las pruebas son variadas, y Dios determina las pruebas de acuerdo a nuestras fuerzas y necesidades.
Las pruebas no son fáciles. Pedro no sugiere que tomemos una actitud descuidada hacia las pruebas, porque esto sería engañoso. Las pruebas producen lo que nosotros llamamos “angustia”. La palabra quiere decir experimentar dolor o aflicción. Se usa para describir a nuestro Señor en el Getsemaní (Mateo 26:37) y la tristeza de los santos cuando muere un ser querido (1 Tesalonicenses 4:13). Negar que nuestras pruebas sean dolorosas es empeorarlas. Los creyentes deben aceptar el hecho de que hay experiencias difíciles en la vida y no simplemente poner una fachada valiente para aparecer “más espirituales”.
Las pruebas son controladas por Dios. No durarán para siempre; duran “por un poco de tiempo”. Cuando Dios permite que sus hijos atraviesen el horno, él mantiene su ojo en el reloj y su mano en el termostato. Si nos rebelamos, tal vez él vuelva a ajustar el reloj; pero si nos sometemos, no permitirá que suframos ni un minuto demás. Lo importante es que aprendamos la lección que él quiere enseñarnos y que solo él reciba la gloria.
Pedro ilustró esta verdad refiriéndose a un orfebre. Ningún orfebre desperdiciaría deliberadamente el precioso metal. Lo pondría en el horno de fundición lo suficiente sólo para quitarle las impurezas; entonces lo sacaría y haría de él un hermoso artículo de valor. Se ha dicho que los orfebres orientales dejaban el metal en el horno hasta que vieran su cara reflejada allí. Así nuestro Señor nos mantiene en el horno de sufrimiento hasta que reflejemos la gloria y belleza de Jesucristo.
El punto importante es que esta gloria no se revelará completamente sino hasta que Cristo regrese por su iglesia. Nuestras actuales experiencias de prueba nos están preparando para la gloria de mañana. Cuando veamos a Jesucristo, le daremos alabanza, honra y gloria si hemos sido fieles en los sufrimientos de esta vida (ve Romanos 8:17–18). Esto explica por qué Pedro asoció el regocijo con el sufrimiento. Aunque tal vez no podamos regocijarnos al mirar alrededor a nuestras pruebas, podemos regocijarnos al mirar hacia adelante. La expresión “en lo cual” en 1 Pedro 1:6 hace referencia a la “salvación” (el regreso de Cristo) que se menciona en 1 Pedro 1:5.
Tal como el avalador prueba el oro para ver si es oro puro o impuro, así las pruebas de la vida prueban nuestra fe para demostrar su sinceridad. ¡Una fe que no puede ser probada no es confiable! Demasiados creyentes profesantes tienen una “fe falsa”, y esto lo revelarán las pruebas de la vida. La semilla que cayó en terreno poco profundo produjo plantas sin raíces, y las plantas murieron cuando salió el sol (ve Mateo 13:1–9, 18–23). El sol en la parábola representa tribulación o persecución. La persona que abandona su fe cuando las cosas se ponen difíciles sólo está demostrando que en realidad no tiene ninguna fe.
El patriarca Job atravesó muchas pruebas dolorosas, todas ellas con la aprobación de Dios; y sin embargo él entendió de alguna manera esta verdad en cuanto al fuego refinador. “Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro” (Job 23:10). ¡Y así fue!
Es alentador saber que hemos nacido para la gloria, que somos guardados para la gloria y que estamos siendo preparados para la gloria. Pero el cuarto descubrimiento que Pedro les revela a sus lectores tal vez es el más emocionante de todos.

  Los creyentes pueden disfrutar de la gloria ahora mismo (1 Pedro 1:8–12)
La filosofía cristiana de la vida no es una promesa de beneficios en el futuro. Lleva consigo una dinámica presente que puede convertir el sufrimiento en gloria hoy. Pedro dio cuatro instrucciones para disfrutar de la gloria ahora, incluso en medio de las pruebas.
Ama a Cristo (v. 8). Nuestro amor por Cristo no se basa en la vista física, porque no le hemos visto. Se basa en nuestra relación espiritual con él y lo que la Palabra de Dios nos ha enseñado en cuanto a él. El Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios (Romanos 5:5), y nosotros a la vez le amamos a él. Cuando te hallas en alguna prueba y sufres, de inmediato eleva tu corazón a Cristo en verdadero amor y adoración. ¿Por qué? Porque esto le quitará el veneno a la experiencia y lo reemplazará con medicina sanadora.
Satanás quiere usar las pruebas de la vida para hacer resaltar lo peor de nosotros, pero Dios quiere sacar a relucir lo mejor de nosotros. Si nos amamos nosotros mismos más de lo que amamos a Cristo, entonces no disfrutaremos de ninguna gloria ahora. El fuego nos quemará y no nos purificará.
Confía en Cristo (v. 8). Debemos vivir por fe y no por vista. Una anciana se cayó y se rompió una pierna mientras asistía a una conferencia bíblica durante unas vacaciones. Le dijo al pastor que la visitó: “Sé que el Señor me llevó a esa conferencia; pero ¡no veo por qué esto tenía que suceder! Y no veo ningún bien que resulte de esto”. Sabiamente el pastor replicó: “Romanos 8:28 no dice que vemos que todas las cosas obren para bien. Dice que lo sabemos”.
Fe quiere decir rendirle a Dios todo y obedecer su Palabra a pesar de las circunstancias y consecuencias. El amor y la fe van juntos: cuando amas a alguien, confías en él. La fe y el amor juntos nos ayudan a fortalecer la esperanza; porque cuando hallas fe y amor, hallas confianza para el futuro.
¿Cómo podemos crecer en la fe durante las pruebas y el sufrimiento? De la misma manera que crecemos en la fe cuando las cosas parecen marchar bien: alimentándonos de la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Nuestra comunión con Cristo mediante su Palabra no sólo fortalece nuestra fe, sino que también intensifica nuestro amor. Es un principio básico de la vida cristiana que pasamos mucho tiempo en la Palabra cuando Dios nos está probando y Satanás nos está tentando.
Regocíjate en Cristo (1 Pedro 1:8). Tal vez no puedas regocijarte por las circunstancias, pero puedes regocijarte en medio de ellas al centrar tu corazón y mente en Jesucristo. Cada experiencia de prueba nos ayuda a aprender algo nuevo y maravilloso en cuanto a nuestro Salvador. Abraham descubrió nuevas verdades en cuanto al Señor en el monte en donde ofreció a su hijo (Génesis 22). Los tres jóvenes hebreos descubrieron la cercanía de Dios cuando estaban en el horno de fuego ardiendo (Daniel 3). Pablo aprendió la suficiencia de la gracia de Dios cuando sufrió un aguijón en la carne (2 Corintios 12).
Nota que el gozo que Dios produce es gozo inefable y glorioso. Este gozo es tan profundo y tan maravilloso que ni siquiera podemos expresarlo. ¡Nos faltan palabras! Pedro había visto algo de la gloria en el monte de la transfiguración en donde Jesús conversaba con Moisés y Elías en cuanto a su propio sufrimiento y muerte inminentes (Lucas 9:28–36).
Recíbelo de Cristo (vs. 9–12). “Creer… recibir” es la manera en que Dios suple nuestras necesidades. Si le amamos, confiamos en él y nos regocijamos en él, entonces podemos recibir de él todo lo que necesitamos para convertir las pruebas en triunfos. Primera de Pedro 1:9 se podría traducir: “Porque ustedes están recibiendo la consumación de su fe, es decir, la salvación final de sus almas”. En otras palabras, podemos experimentar hoy algo de esa gloria futura. Carlos Spurgeon solía decir: “Poca fe llevará tu alma al cielo, pero gran fe traerá el cielo a tu alma”. 
No es suficiente anhelar el cielo en los tiempos de sufrimiento, porque cualquiera puede hacer eso. Lo que Pedro insta a sus lectores que hagan es ejercer amor y fe, y regocijarse, de modo que puedan experimentar algo de la gloria del cielo en medio del sufrimiento ahora.
Lo asombroso es que esta salvación que estamos esperando, o sea, el regreso de Cristo, fue una parte del gran plan de Dios para nosotros desde la eternidad. Los profetas del Antiguo Testamento escribieron sobre esta salvación y estudiaron con detenimiento lo que Dios les reveló. Vieron los sufrimientos del Mesías y también las glorias que vendrían; pero no pudieron entender completamente la conexión entre las dos cosas. Es más, en algunas de las profecías los sufrimientos y la gloria del Mesías se encuentran en un mismo versículo o párrafo.
Cuando Jesús vino a la tierra, los maestros judíos esperaban un Mesías conquistador que derrotaría a los enemigos de Israel y establecería el reino glorioso que fue prometido a David. Incluso sus propios discípulos no comprendieron claramente la necesidad de su muerte en la cruz (Mateo 16:13–28). Todavía estaban preguntando en cuanto al reino judío después de la resurrección de Cristo (Hechos 1:1–8). Si los discípulos no tenían un concepto claro del programa de Dios, ¡por cierto que los profetas del Antiguo Testamento tienen una disculpa!
Dios les dijo a los profetas que ellos estaban ministrando para una generación futura. Entre el sufrimiento del Mesías y su regreso en gloria viene lo que nosotros llamamos “la edad de la iglesia”. La verdad en cuanto a la iglesia fue un misterio oculto en el período del Antiguo Testamento (Efesios 3:1–13). Los creyentes del Antiguo Testamento miraban hacia adelante por fe y vieron, por así decirlo, dos picos de montañas: el monte Calvario, en donde el Mesías sufriría y moriría (Isaías 53), y el monte de los Olivos, a donde él volverá en gloria (Zacarías 14:4). No podían ver el valle entre uno y otro pico, la presente edad de la iglesia.
Aun los ángeles se interesan en lo que Dios hace en y a través de su iglesia. Lee 1 Corintios 4:9 y Efesios 3:10 para más información sobre la manera en que Dios está enseñando a los ángeles por medio de la iglesia.
Si los profetas del Antiguo Testamento estudiaron con tanta diligencia las verdades de la salvación, teniendo tan poca información, ¡cuánto más deberíamos nosotros investigar este tema, ahora que tenemos completa la Palabra de Dios! El mismo Espíritu Santo que les enseñó a los profetas y, por medio de ellos, escribió la Palabra de Dios, puede enseñarnos la verdad de ella (Juan 16:12–15).
Es más, podemos aprender estas verdades en el Antiguo Testamento tanto como en el Nuevo Testamento. Tú puedes hallar a Cristo en cada parte de las Escrituras del Antiguo Testamento (Lucas 24:25–27). Qué delicia es hallar a Cristo en la Ley del Antiguo Testamento, los tipos, los salmos y los escritos de los profetas. En tiempos de pruebas puedes acudir a la Biblia, tanto al Antiguo como al Nuevo Testamentos, y hallar todo lo que necesitas para ánimo e iluminación.
Sí, para los creyentes, ¡es gloria de principio a fin! En el momento que confiamos en Cristo, nacimos para la gloria. Somos guardados para la gloria. Conforme le obedecemos y experimentamos pruebas, estamos siendo preparados para la gloria. Cuando le amamos, confiamos en él y nos regocijamos en él, experimentamos la gloria en este momento actual.
¡Gozo inefable y glorioso!
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jueves, 1 de septiembre de 2016

Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Dios nos conoció antes de nacer: Nos amó antes de que nazcamos

¿Qué Enseña la Biblia Con Respecto al Aborto?



INTRODUCCION
El término "aborto" puede ser usado para referirse a la muerte de un bebé que aún no ha nacido, ya sea de causas naturales o por asesinato deliberado. En este estudio, nos estaremos refiriendo siempre al acto de matar deliberadamente a un bebé que aún no ha nacido.
Las leyes en los Estados Unidos permiten el aborto prácticamente sin ninguna limitación durante los primeros tres meses de embarazo y la mayoría de los Estados tienen pocas restricciones durante las etapas finales. Mire bajo "aborto" o "control de natalidad" en las páginas amarillas de cualquier directorio telefónico en este país y encontrará a la mano diversas clínicas de aborto nombradas, donde las jóvenes pueden ir a "terminar su embarazo". El número de abortos legales en los Estados Unidos cada año es estimado entre uno y dos millones. Desde que en 1973, cuando la Corte Suprema legalizó el aborto a través de toda la nación, al menos 10 millones de bebés que aún no habían nacido, habían sido asesinados legalmente. Por vía de contraste, cerca de 500.000 soldados Americanos fueron muertos en la Guerra Civil y cerca de 400.000 en la Segunda Guerra Mundial. En adición al número de abortos ya citados, innumerables millones más han sido asesinados en otros países, y aún más por abortos ilegales.
El hecho de que un acto sea legal acorde a la ley civil, no obstante, no significa que es moralmente correcto. Dios es la autoridad final para determinar lo que es moralmente correcto o incorrecto, y las prácticas de los hombres no siempre concuerdan con la voluntad de Dios (Isa. 55:8-9; Lucas 16:15; 1 Cor. 1:18-25). Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch. 5:29).
El propósito de este estudio es determinar exactamente lo que la Biblia enseña con respecto a la práctica del aborto. El autor no es un Católico Romano, por consiguiente la posición que toma no está determinada por las enseñanzas de la Iglesia Católica. Soy, no obstante, un Cristiano, por lo que busco saber que dice la Biblia. La Biblia es el patrón perfecto de lo correcto e incorrecto, así pues, su enseñanza debe ser estudiada y respetada por todos, especialmente por aquellos que declaran ser Cristianos (2 Tim. 3:16-17; 1 Cor. 14:37; Juan 12:48). Igualmente, mucho ha sido dicho y escrito sobre el tema del aborto - ya sea en favor o en contra - sin dar una consideración adecuada a lo que la Biblia dice sobre el tema.
Para introducir nuestro estudio, ayudará el tener una información esencial resumida de las técnicas usadas en la ejecución de los abortos, y del progreso del desarrollo del bebé en el vientre de la madre.

Hechos Acerca del Desarrollo de los Bebés Que No Han Nacido Aún

La siguiente información es resumida de "Vida Antes de Nacer", Life Magazine, 4/30/65.
Para el tiempo en que el bebé es de un mes de edad (tiene alrededor de 1/10 de pulgada de longitud) [teniendo en cuenta que una pulgada es equivalente a 25.3 milímetros].
*Todos los órganos principales han empezado a desarrollarse - el cerebro y los nervios, los ojos, los pulmones, el estómago y los intestinos, los riñones, etc.
*El corazón empieza a latir y a circular sangre en el dieciochoavo día.
No obstante, en este punto "la madre podría no saber aún que está embarazada". (Los exámenes Médicos para el embarazo aún no son seguros hasta la cuarta o sexta semana después de la concepción - DP).
Para el tiempo en que el bebé tiene dos meses de edad:
*Los dedos y uñas son claramente distinguibles.
*Los órganos reproductores se están desarrollando.
*Los huesos comienzan a formarse.
*Es claramente reconocible como ser humano.
(Sin embargo, este es el período más preferido para llevar a cabo los abortos - DP).
Para el tiempo en que el bebé tiene tres meses de edad (cerca de 3 pulgadas de largo - 7 centímetros y 6 milímetros aproximadamente):
*Todos los sistemas del cuerpo están ahora presentes y operando.
*Puede mover los brazos y las piernas (pero la madre no lo puede sentir).
Desde este momento, ninguna parte nueva será añadida. El bebé simplemente aumenta de tamaño, peso y entendimiento en el uso de su cuerpo a través de los últimos 6 meses en el vientre de la madre. (No obstante, puede ser asesinado sin prácticamente ninguna restricción en cualquier momento en estos primeros tres meses, y muy pocas restricciones están implicadas mucho tiempo después).

Realidades Con Respecto a los Métodos de Aborción

La siguiente información es citada de "El Aborto: ¿Qué Es?" A.L.L About Issues.
Cinco métodos de aborción son usados generalmente en América.
D & C o Aborto de Dilatación y Curetaje (Raspado)
Este método es el usado más frecuentemente en las primeras 13 semanas del embarazo. Un azadón muy pequeño - como instrumento, la cureta (o cuchilla cortante), es insertada dentro del vientre a través de la cerviz dilatada, su entrada natural. El aborcionista raspa entonces la pared del útero, cortando el cuerpo del bebé en pedazos ...
El Aborto de Succión
El método usado más comúnmente por las embarazadas principiantes ... En esta técnica, que fue explorada en la China Comunista, un poderoso tuvo de succión es insertado a través de la cerviz. El cuerpo del bebé desarrollándose y la placenta son hechos pedazos y chupados dentro de un jarro. [Aunque estos métodos son usados en embarazos tempraneros, las varias partes del cuerpo son reconocibles, como los brazos, las piernas, etc. - DP].
El Envenenamiento Con Cloruro de Sodio, o Aborto de Hiper-Sodio
Este método es usado generalmente después de las 13 semanas de embarazo. Una larga aguja es insertada a través del abdomen de la madre y una fuerte solución de cloruro de sodio (o sal) es inyectada directamente dentro del liquido amniótico el cual rodea al niño. El cloruro de sodio es tragado y "respirado" y envenena lentamente al bebé, quemando también su piel. La madre entra en dolores de parto y tarda cerca de un día y expele un bebé muerto, grotesco y arrugado. Algunos bebés han sobrevivido al salir de la "salinidad" y han nacido vivos.
Aborto Histerotómico (Extirpación del Utero) u Operación Cesárea
Usado en el último trimestre del embarazo, el vientre es penetrado por cirugía a través de las paredes del abdomen. El pequeñísimo bebé es removido de su lugar y se le deja morir por negligencia o algunas veces muere por un acto directo.
Aborto Químico Prostaglandino
Esta es la forma más nueva de aborto y se usan químicos desarrollados y vendidos por la Upjohn Pharmaceutical Company ... Estas hormonas - como compuestos, son inyectadas o de otro modo, aplicadas al músculo del útero, haciendo que se contraiga intensamente, de este modo, expulsando al bebé en desarrollo ... Muchos han nacido vivos ...

Parte I: ¿Un Bebe Aun No Nacido Es un Humano?


La pregunta más básica y fundamental para ser contestada en nuestro estudio es si la vida que ha sido concebida y vive en el vientre de la madre antes de nacer es una persona humana o no, separada y diferente de la madre como persona. ¿Qué es lo que la Biblia dice? Primero, notemos algunas consideraciones preliminares importantes.
¿Cómo identifica la Biblia a una persona o ser humano? La Biblia en ninguna parte usa las frases "humano" o "ser humano", sino que en lugar de eso usa otras frases que son equivalentes a estas. Por tanto, no debiéramos esperar encontrar un pasaje que se refiera directamente a alguna persona, nacida o aún no nacida, por el término "humano". Además, la Biblia no tiene una palabra única para "persona". Esta palabra aparece en las traducciones en Español, pero es simplemente una traducción alternativa para las palabras que son traducidas más comúnmente "hombre" o por algún otro término. Por tanto, la Biblia identifica a una persona humana por medio de llamarla simplemente "hombre", "mujer", "niño", "hijo", "hija", "bebé", etc. Cuando se usa para referirse a uno quien es la descendencia de un padre y una madre humanos, estos términos indican, por definición, un humano que está separado y es diferente de su madre y padre. Usted no encontrará un nombre más técnico que estos para cualquier humano, nacido o aún no nacido, en cualquier parte de la Biblia. Si encontramos que la Biblia usa estos términos para un bebé aún no nacido, eso constituirá la evidencia, la cual identifica a uno que es humano tan plena y completamente como cualquiera que esté identificado en la Biblia.
(Para los propósitos de nuestra discusión, distinguiremos los términos acorde a las siguientes definiciones del Random House College Dictionary. "Humano" significa "de, perteneciente, o característico del género humano". "Ser" significa "una cosa viviente", en nuestro caso, refiriéndonos al cuerpo humano viviente. "Persona" significa "un ser humano ... el cuerpo de un ser humano vivo ..." Nótese que los términos "ser" y "persona" requieren la presencia de la vida, pero el término "humano" necesariamente no requiere vida. En consecuencia, por ejemplo, un cuerpo muerto podría ser llamado literal y correctamente un "cuerpo humano" - por tanto, un "hombre muerto" - pero no podría ser llamado literalmente un "ser humano" o "persona").
Otra importante consideración preliminar es el hecho de que Dios también creó los seres vivientes para que se reprodujeran según su propio género. Esto es verdad de las palabras (Gén. 1:11), los animales (Gén. 1:21,24-25), y del hombre (Gén. 1:26-28; 5:3). Esto significa que el "niño", el "bebé", el "hijo", o la "hija" de un humano es también un humano y es un humano separado y diferente de la madre y el padre, porque este es el significado de la reproducción según su propio género. Además, la Biblia dice que el hombre y la mujer están hechos a la imagen y semejanza de Dios (Gén. 1:26-27). Esto es por lo que el hombre es diferente de las plantas y los animales, y esto es por lo que hay limitaciones morales más estrictas sobre como tratar a los hombres que las que hay sobre cómo tratar a los animales (Gén. 9:6; Sant. 3:9). En vista de que los humanos se reproducen según su género, se sigue que la descendencia de los humanos son también la imagen de Dios exactamente como lo son sus padres.
La pregunta que debemos contestar, entonces, es esta: ¿Se refiere la Biblia al bebé aún no nacido con los términos que implican humanidad, exactamente como lo hace para con otros humanos, y enseña la Biblia que el bebé aún no nacido es a la imagen de Dios como lo son todos los humanos?

Un Padre "Engendra" Hijos e Hijas - Gén. 5:3-4,28-30

Adán engendró un hijo a su semejanza o imagen. Después de esto "engendró hijos e hijas". Lamec también "engendró un hijo", y después de esto "engendró hijos e hijas". Esta última expresión se usa repetidamente (Léase Gén. 5; 11:20-27; 1 Crón. 14:3; etc.).
El término "engendrar" (Heb. YALAD) tiene muchos significados diferentes, literales y figurados. Por ejemplo, cuando se usa con respecto a la madre, la describe concibiendo, pariendo, y dando a luz un hijo. Cuando se usa pasivamente con respecto al hijo, se refiere a su nacimiento. Pero cuando se usa para describir el papel del padre en lo literal, en el evento histórico de la procreación humana, siempre se refiere a la concepción o fertilización, en vista de que este es el único papel que el padre tiene en el nacimiento del hijo. (Esto puede ser confirmado por medio de examinar los pasajes usando la palabra acorde a una buena concordancia. Los léxicos Hebreos también confirman esto, pero preferimos argumentar basados en una examinación de los pasajes Bíblicos así mismos). En los ejemplos que hemos escogido de Gén. 5, es claro que la referencia es a lo literal, al evento histórico particular que ocurrió en puntos específicos en la vida de un hombre, porque el pasaje dice cuántos años vivió antes del evento y cuántos después. Por tanto, "engendrar" debe referirse aquí al acto del hombre de causar la concepción o fertilización en el vientre de su esposa.
Eso que es concebido es llamado un "hijo" (Heb. BEN) o "hija" (Heb. BATH). Estas son las palabras más comunes del Antiguo Testamento para un niño - hombre o mujer descendiente de un humano. Las palabras pueden tener varios significados en diferentes contextos, pero cuando son usadas para referirse a la descendencia de los seres humanos, la palabra consecuentemente se refiere a la descendencia de quienes a sí mismos son humanos, por ejemplo, ellos mismos poseen humanidad como individuos separados y son diferentes de sus padres. Están vivos, son seres humanos o personas. (Más tarde se dará más información acerca de estas palabras). Que este es el significado correcto y literal de estas palabras en Gén. 5 es claro porque son usadas para describir el completo período de vida de los niños desde la concepción, incluyendo el período después de nacer, también como el período antes de nacer. Pero sabemos que después de nacer, la palabra se refiere a un individuo que posee humanidad. Pero las palabras describen aquí tanto el período antes de nacer como el período después y debe significar la misma cosa para ambos períodos. En consecuencia, lo que es concebido, sea un hijo o una hija desde la concepción, antes y después de nacer - posee humanidad en el mismo sentido claro y literal antes de nacer como lo es después de nacer. Y si está vivo, es un ser humano o persona antes de nacer, desde la concepción, en el mismo sentido claro y literal que lo es después de nacer.
Pero hay más. El pasaje dice que el hijo o la hija es engendrado a la imagen y semejanza del padre. ¿Qué significa esto? Sabemos lo que significa después de nacer. El padre es humano, por tanto, eso que es engendrado a su imagen es también humano. Además, no es el mismo individuo como el padre o la madre, ni es exactamente una pertenencia o parte de ellos. El término "a su semejanza o imagen" significa un individuo separado y diferente, pero similar en naturaleza a la del padre - eso es, otro humano. Y si está vivo, es un ser humano o una persona. Pero recuerde que este es el resultado de la concepción y describe la completa existencia terrenal de la descendencia desde la concepción en - ambos antes de nacer y después de nacer - y el significado debe ser el mismo para todo el período. Por tanto, el hijo o la hija es un humano - a la imagen del padre o la madre - desde la concepción, en el mismo sentido antes de nacer como lo es después de nacer.
Pero ahora notemos los versículos 1 y 2. Dios hizo al hombre y a la mujer a semejanza de Dios. Luego el hombre engendró hijos e hijas a su imagen. Esto significa que los hijos e hijas deben ser a la imagen de Dios, lo mismo como lo son los padres. Pero esto es verdad de la concepción, exactamente al momento pleno de nacer, como lo es antes de esto. En consecuencia, eso que el hombre engendra es a la imagen de Dios desde la concepción.
Las consecuencias de esta escritura son poderosas y aterradoras. Los hombres, cuando hacen que una mujer conciba, han engendrado desde el momento de la concepción, su hijo o hija, a su imagen, y a la imagen de Dios. ¿Podría ser este asesinado deliberadamente?

"Niños" o "Hijos" en el Vientre de la Madre - Gén. 25:21-22; 2 Reyes 19:3; Rut 1:11

En Génesis 25:21-22, Rebeca concibió mellizos, y "los hijos luchaban dentro de ella". Nótese la conexión entre la concepción y los "hijos". Eso que fue concebido era llamado "hijo" (Heb. BEN) entre la concepción y el nacimiento.
En 2 Reyes 19:3 (e Isaías 37:3) Ezequías compara sus aflicciones a aquellas de una madre expectante que carece de fuerzas para la labor. Dice, "los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas". Esto claramente se refiere a eso que vive en el vientre de la madre como "hijo" (Heb. BEN).
En Rut 1:11, el esposo de Noemí y sus dos hijos habían muerto. Ella le explica a sus dos nueras viudas que no tenía hijos para que ellas se casaran según las costumbres de esos días, y de que no había prospectos de que pudiera proveerles con esposos. Ella pregunta, "¿tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?" - eso es, ella no estaba embarazada, razón por la cual no había forma de que pudiera producir hombres para que crecieran y fueran sus esposos. Otra vez, ella usa el término "hijos" (Heb. BEN) para describir aquello que aún no ha nacido y que está aun en el vientre de la madre.
Esta palabra Hebrea (BEN) es la palabra del Antiguo Testamento más común para un niño o hijo. Como se mencionó previamente, tiene diferentes significados, incluyendo usos figurativos. Pero cuando se usa para referirse a la descendencia física de los humanos (como en los casos que estamos considerando) consecuentemente se refiere a eso que es un individuo humano separado y diferente, y si este es un individuo vivo, entonces es un ser humano o persona. Este es el significado literal de la palabra. La concordancia enumera cientos de ejemplos. Un ejemplo razonable en Gén. 25, son los versículos 1-4, donde los "hijos" de Cetura son nombrados. Otro está en Gén. 3:16 donde a Eva se le dice que concebirá y dará a luz individuos humanos. Pero el mismo término es usado en contextos similares para describir eso que es concebido pero que aún no ha nacido. ¿Por qué esto no significa humanos individuales también? No hay razón escritural para distinguirlos. El mismo significado se aplica en ambos casos - a individuos humanos separados y diferentes como individuo en comparación a sus padres. Y si está vivo, es un ser humano, una persona.

Un "Varón" Es Concebido - Job 3:3

Job está aquí lamentándose de sus aflicciones y diciendo, en substancia, "¿Por qué nací en algún momento?" Primero se aflige por el "día" cuando "nació" (v.3, Comp. 4-5). Luego se aflige por la "noche" en que fue "concebido" (v.3, Comp. v.6-7). Nótese que en el último caso, "concebir" es la traducción correcta, porque Job está distinguiendo eldía de su nacimiento de la noche de su concepción. Sobre esa noche pudo haber sido dicho, "hay varón concebido". Eso que fue concebido era un "varón" ¡desde la mismísima noche de su concepción!
La palabra para "varón" (Heb. GEBER) en cualquier otra parte significa "hombre" - eso es, un individuo humano. Otros ejemplos correctos aquí en Job son 3:23; 4:17; 10:5; etc. Véase también el Salmo 127:5 y 128:4, y muchos otros ejemplos en la concordancia. Esta palabra inherentemente y siempre sin excepción, se refiere a un individuo humano. Si está vivo, es un ser humano o persona - siempre y sin excepción. En consecuencia, Job está afirmando que era un ser humano varón, una persona, desde el mismo momento en que fue concebido.
Nótese la siguiente comparación:
Job 3:3 - Varón es concebido.
Apoc. 12:5 - Ella dio a luz un hijo varón.
¿Significa Apoc. 12:5 que un ser aún no humano fue dado a luz, pero que más tarde se convirtió en varón? No, era varón cuando nació y continuó siendo lo mismo. De esta manera, Job 3:3 quiere decir que Job era un varón cuando fue concebido y desde ese mismo instante. Lo que fue después de nacer es lo que era antes de nacer - un individuo humano.

Una "Madre" de un Hijo no Nacido - Núm. 12:12; Lucas 1:43

En Lucas 1:43, Elisabet se dirigió a María como "la madre de mi Señor" en el momento en que María estaba esperando pero aún no había dado a luz. En efecto, el versículo 36 comparado con los versículos 56-57 muestra que el evento en el versículo 43 ocurrió muy en el principio del embarazo de María. Aún así, Elisabet llamó a María "madre".
En Núm. 12:12, cuando Dios había herido a María con la lepra, Moisés oró a Dios por la salud de ella para que no quedara "como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne". El efecto de la lepra sobre la piel de María debía ser como aquella de un bebé que muere en el vientre de su madre y comienza a descomponerse antes de nacer. Pero nótese que aún si el hijo nace muerto - como en un aborto - no obstante la mujer es llamada "madre".
La palabra "madre" (Heb. EM, Griego - METER) tiene muchos usos, pero en el contexto en donde se refiere a la reproducción física humana (como el pasaje que estamos discutiendo), siempre se refiere a una que ha procreado o formado a otro individuo humano, separado y distinto como individuo de la misma madre. (Véase por ejemplo Gén. 3:20 y muchos otros ejemplos en la concordancia). No hay excepción a este significado en la Biblia, por consiguiente deberíamos aplicarlo en estos casos. No obstante, una mujer que ha concebido, si el niño no ha nacido aún o si muere antes de nacer, ella es "madre", ha producido un individuo humano, eso que fue concebido era un humano separado y distinto de la madre misma. Cuando está vivo, aún en su vientre, es un ser humano.

Una "Criatura" en el Vientre de la Madre - Lucas 1:41,44

Después que Elisabet había concebido (v.24), pero antes de que hubiera dado a luz, la vida "en su vientre" es llamado "niño" o "criatura" (Griego, BREPHOS). Esta es la segunda palabra del Nuevo Testamento más común para criatura, y siempre es usada para aquello que es individuo humano separado y distinto de su madre. No hay excepciones a este significado en la Biblia. Jesús, por ejemplo, es llamado un "niño" (BREPHOS) acostado en un pesebre (Luc. 2:12,16). (Véase Hechos 7:19 y la concordancia para más ejemplos). No hay razón para creer que la palabra en Lucas 1 es alguna excepción al normal significado de la palabra. En consecuencia, Juan era una "criatura" viviente en el vientre de su madre - un ser humano vivo.

Una Mujer Concibiendo un "Hijo" - Lucas 1:36; Hechos 7:29

Una vez mas, cuando Elisabet había concebido, pero antes de que el bebé naciera, a María se le dijo que Elisabet "ha concebido hijo". En Hechos 7:29 se nos dice que Moisés "engendró dos hijos". Pero ya hemos visto que las palabras para engendramiento, cuando se usan para el papel del padre, se refieren a la concepción o fertilización. En ambas referencias, lo que es concebido es un "hijo".
La palabra "hijo" (Griego, HUIOS) es también una palabra de diferentes significados, dependiendo del contexto. Pero en los contextos que se refieren a al descendencia física de los humanos (tal como estamos discutiendo), la palabra siempre y sin excepción, se refiere a eso que es un ser humano separado y distinto como individuo, de sus padres. Si está vivo, es siempre un ser humano. En efecto, esta es la palabra más común en el Nuevo Testamento para "hijo", y muchos ejemplos pueden ser citados (Mat. 1:21,23,25; Luc. 1:13,31; 2:7; etc.). Nótese especialmente Luc. 1:57 en donde ocurre el nacimiento de Juan el Bautista y se nos dice que Elisabet "dió a luz un hijo". Nótese el paralelo:
Lucas 1:36 - Elisabet "ha concebido hijo".
Lucas 1:57 - Elisabet - "dio a luz un hijo".
Estos dos versículos se refieren a la misma madre y al mismo hijo en el mismo contexto. Un versículo describe la concepción y el otro describe el nacimiento, pero ambos llaman al niño "hijo". ¿Si Juan era un humano al momento de su nacimiento y así progresivamente, por qué no concluir que era un ser humano desde el momento de su concepción en adelante? No era un sub-humano cuando nació y más tarde se convirtió en humano. Era un ser humano vivo desde el momento de la concepción en adelante.

"Esta Abortare" / "Vida por Vida" - Ex. 21:22-25

Este es un pasaje polémico, pero muy importante, y lo consideraremos en gran detalle más tarde. [En la Versión King James en Inglés dice el v.22 - "... so that her fruit depart from her ...", literalmente en Español sería - "... y si ella abortare su fruto ..."] Nótese aquí la palabra "fruto". Si algunos riñeren e "hirieren a mujer embarazada, por la que ésta abortare su fruto". La vida en el vientre de la madre es llamada su "fruto" (Heb. YELED). Comp. Gén. 30:2; Deut. 7:13. Pero esta palabra es traducida en cualquier otra parte "niño", "muchacho", "hijo", u "hombre joven". En efecto, es la segunda palabra más común en el Antiguo Testamento para "niño". Esta es usada por Moisés en Ex. 2:3-10 (Comp. Ex. 1:17-18; Gén. 21:8; Rut 4:16; etc.). [Aunque en Ex. 21:22 no aparece fruto, si lo podemos ver en Gén. 30:2 y Deut. 7:13]. Cuando se refiere a la descendencia de los humanos, siempre, sin excepción, se refiere a eso que es un individuo humano, separado y distinto como individuo, de sus padres. Pudiera referirse a un cuerpo muerto, pero este es aún un cuerpo humano, en consecuencia, no obstante, se refiere a eso que es humano. Y cuando el cuerpo está vivo, este es un ser humano vivo. Por esto, este pasaje nos da otro caso en donde la vida en el vientre de la madre es descrita como un ser humano.
Además, cuando examinemos este pasaje más tarde, veremos que es requerido castigo a los hombres que hagan que una madre que está esperando, el dar a luz prematuramente. Si el bebé nace muerto o perjudicado, el hombre debe ser castigado por medio de infligirle el mismo daño que le causó al bebé, incluyendo "vida por vida". La palabra Hebrea para "vida" en ambos casos aquí es NEPHESH, la cual tiene muchos significados, pero su significado más común es "alma", luego, "vida", luego "persona". Esta expresión significa entonces que el bebé que aún no ha nacido tiene "vida" exactamente en el mismo sentido de esa palabra como es poseída por el hombre que causó el daño - eso es, la vida humana. ¡El bebé aún no nacido es tan ser humano como lo es el hombre!
De todas las escrituras aprendemos que eso que ha sido concebido y vive en el vientre de la madre desde la concepción, es un "hijo" o una "hija", un "niño", una "criatura", un "varón". Este posee "vida" en el mismo sentido que las otras personas la tienen. Y la mujer en cuyo vientre él vive es "madre". Afirmamos que no hay términos usados en ninguna parte en la Biblia que identifiquen a cualquiera como ser humano más claramente que estos términos que Dios repetidamente escogió para identificar al bebé que aún no ha nacido. En los pasajes que hemos citado, estos términos deben ser aceptados como poseyendo el mismo significado que poseen en los contextos similares en los que los hemos comparado, a menos que haya alguna evidencia además de esta que muestre que deberían dar un significado diferente. Este es el único camino claro y razonable para entender la Biblia, y este es el acceso que los buenos estudiantes de la Biblia usan en cualquier otro tema.
En consecuencia, debemos concluir que el niño que ha sido concebido y que vive en el vientre de su madre, es un ser humano vivo. En vista que los humanos se reproducen según su propio género, debemos concluir que la vida en el vientre de la madre es según la semejanza de sus padres - eso es, es un individuo separado y distinto de sus padres, poseyendo humanidad en el sentido completo de la palabra así como sus padres la poseen. Y en vista de que los padres son "a la imagen de Dios", se sigue que el niño en el vientre de la madre es también a la imagen de Dios exactamente como lo son sus padres (Comp. Gén. 5:1-4). ¿Podríamos deliberadamente matar a este ser humano hecho a la imagen de Dios?

(Nota: El medio que hemos usado establece la personalidad del bebé vivo aún no nacido sin referirse a la pregunta específica de si la criatura posee espíritu o no. Afirmamos que no es necesario tener un pasaje que mencione específicamente si un bebé tiene espíritu o no para determinar si el bebé que aún no nace puede ser asesinado o no. Si sabemos que es un ser humano, entonces sabemos lo suficiente para saber que no debe ser muerto. Afirmamos que hemos clarificado el asunto de la humanidad, por lo que más evidencia acerca del espíritu no es necesaria. Sin embargo, como tema de interés, creemos que sobra el que un bebé aún no nacido tiene espíritu porque todo cuerpo humano vivo tiene espíritu acorde a Santiago 2:26. Si el cuerpo no tuviera espíritu, estaría "muerto". Cuando estamos discutiendo un cuerpo humano, Santiago 2:26 dice que el espíritu y la vida biológica están presentes o ausentes simultáneamente. "Usted no puede tener a uno sin el otro". Si el cuerpo está vivo, el espíritu debe estar presente. No hay excepción a esto para algún otro cuerpo humano en la Biblia. Por lo que concluimos que un bebé vivo que no ha nacido aún tiene espíritu).
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