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jueves, 26 de noviembre de 2015

Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…] Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





¿Existen ángeles en el infierno?
ÁNGELES DEL INFIERNO
He aquí el trono del caos y su oscuro pabellón ampliamente extendido en el abismo ruin.
Milton
El infierno no es un lugar agradable. Pero usted lo desconoce, porque Satanás y sus demonios han montado un gran espectáculo. «El mismo Satanás», Pablo nos advierte, «se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14, cursivas añadidas). Quizás es muy bueno haciendo esto porque alguna vez fue ángel. Satanás, según creen la mayoría de los eruditos bíblicos, fue en un momento dado un gran ángel, tal vez el más elevado de la jerarquía celestial. Su verdadero origen y los hechos específicos que lo llevaron a su caída están ocultos en el misterio. Sabemos mucho más acerca de lo que hace, que de cómo llegó ahí.

Un ser maligno … sutil y lleno de odio.
Donald Grey Barnhouse
EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS DISFRAZADO DE LUZ

Como vimos en el capítulo 2, el pasaje más conocido acerca de la ruindad del diablo se encuentra en Isaías 14:12: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!» La palabra Venus en latín es «Lucifer», que así aparece en algunas versiones de la Biblia. Al planeta Venus se le conoce como el lucero de la mañana debido a su brillante visibilidad en la temprana luz del amanecer. Irónicamente, a Jesús también se le llama «La estrella resplandeciente de la mañana» (Apocalipsis 22:16).

Isaías 14 continúa: «Cortado fuiste por tierra[…] Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo» (Isaías 14:12–15).

Como mencioné en el capítulo 2, la comprensión de este pasaje ha tenido un poco de dificultad. En su contexto histórico, Isaías 14 realmente se refiere a la caída del rey de Babilonia, quizás es una antigua historia cananea que Israel usaba para apoyar su argumento. Aunque hay eruditos de la Biblia que creen que Isaías 14 también describe la muerte celestial de Satanás, anterior al inicio de la historia humana. Sabemos que algo así debió haber sucedido, porque en Génesis 3 vemos a «la serpiente antigua, que se llama diablo» (Apocalipsis 12:9) interferir maliciosamente en los propósitos de Dios, después que la Biblia abre con la creación en Génesis 1 y Adán y Eva en Génesis 2.

Ezequiel 28 es otro pasaje clave acerca de un antiguo gobernante, el rey de Tiro, a quien se le identifica como «el querubín protector».
Tú eras el sello de la perfección,
lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste[…]
Tú, querubín grande, protector,
yo te puse en el santo monte de Dios; allí estuviste;
en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad[…]
Por lo que yo te eché del monte de Dios,
y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;
yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré para que miren en ti[…]
espanto serás,
y para siempre dejarás de ser.
Ezequiel 28:12–19
Tal vez este pasaje relate la caída del diablo. Si por cierto es acerca de Satanás, podemos ver que era un ángel de alto rango: «Querubín[…] protector, yo te puse en el santo monte de Dios». Y también era sin pecado, «perfecto» en todos los sentidos, pero nació la debilidad del orgullo (igual que en Isaías 14) cambió su corazón y se volvió en contra de Dios. Por lo tanto, Dios lo echó fuera del cielo.

Casi al finalizar la Biblia leemos un relato similar: «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él» (Apocalipsis 12:7–9).

Apocalipsis 9, que comienza con el simbolismo bíblico clásico, es paralelo: «Una estrella [recuerden la asociación bíblica entre ángeles y estrellas] que cayó del cielo a la tierra». Sin duda, los primeros cristianos lo entendieron como un símbolo del ángel caído, Satanás. «Y se le dio la llave del pozo del abismo»: el elevador hacia el infierno. Una vez abierto el abismo, hubo tantas tinieblas que el sol y el aire se oscurecieron. Fue el ocaso de una de las más temibles plagas del mundo antiguo: una oscura y revoloteante nube de langostas. Sin embargo, estos insectos eran terriblemente diferentes: «Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes» (Apocalipsis 9:4).

En lugar de eso, la tortura a los perversos fue como tormento de escorpión: un símbolo del poder del demonio. Jesús lo explicó anteriormente: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:18–19, cursivas añadidas).

Para resumir, la Biblia no aclara de dónde viene exactamente Satanás, ni precisa cuándo cayó a la tierra, pero de que hay un diablo, un oponente sobrehumano de Dios y su pueblo, es indiscutible. Su nombre, Satanás, significa «adversario». Los judíos de la antigüedad también lo llamaban por el nombre menos conocido Mastema: palabra hebrea para «enemistad». En los antiguos rollos del Qumrán, el diablo es «el ángel de enemistad». «El judaísmo[…] consideraba a Satanás o Mastema como la encarnación del principio de hostilidad entre Dios y los seres humanos, y también como el gobernador de los malos espíritus». El Nuevo Testamento lo llama cuatro veces «el príncipe de los demonios».

El otro nombre bien conocido de Satanás es diablo, que significa «acusador» o «engañador». Es su título. Es a lo que se dedica. Al diablo también se le conoce como:
     mal o malvado (Mateo 6:13)
     enemigo (Mateo 13:25, 28, 39)
     homicida (Juan 8:44)
     engañador (Apocalipsis 20:10)
     beelzebú (Mateo 9:34; 12:24)
     Belial o Beliar, «el inútil» (2 Corintios 6:15)
     gobernador de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de este mundo (Juan 12:31)
     príncipe de los poderes del aire (Efesios 2:2; 6:12)
     gran dragón (Apocalipsis 12:9)
     serpiente antigua (Apocalipsis 12:9)
     Abadón, Apolión, destructor (Apocalipsis 9:11)
     tentador (Mateo 4:3)
Es el padre de mentira (Juan 8:44). Por eso es bueno en disfrazarse como ángel. Es el príncipe de las tinieblas disfrazado de luz.
UN DIABLO DE NEGOCIOS
El diablo está en un terrible negocio. Hace todo lo malo que podamos imaginar. Y otro tanto que parecen muy buenas. Está en el negocio de oponerse a Dios y resistir a los santos. C. Fred Dickason, en su excelente libro Angels: Elect and Evil [Ángeles: elegidos y perversos], ha bosquejado cuidadosamente el trabajo del diablo. Con relación a Dios, es el adversario de la persona y del programa de Dios. Con relación a las naciones, las engaña a través de la sutil influencia de sus gobernantes.

Con relación a los inconversos, Satanás obstruye o distorsiona el mensaje salvador de Jesús. Según la parábola del sembrador (Lucas 8:12), se lleva lejos el evangelio así como los pájaros lo hacen en los caminos donde el grano cae.

De algún modo, esto involucra juegos perniciosos de la mente, como el apóstol Pablo lo explica: «Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:3–4).

Satanás lo logra promoviendo falsas religiones, algo que el apóstol Pablo llama «doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1–3), y sustentando un estilo de vida de ateísmo, viviendo sin tomar en cuenta a Dios ni sus leyes. Los comentarios de Pablo al respecto son explícitos: «Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Efesios 2:1–2).

Finalmente, con relación a los cristianos, el diablo lucha contra nosotros con uñas y dientes: «Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra[…] los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en la regiones celestes» (Efesios 6:11–12). Los «métodos de ataque del diablo» consisten en murmuración y acusación: precisamente pone en acción el significado de su nombre (Apocalipsis 12:10). Y plantando la duda, tentándonos a pecar. Incitando a persecución. Obstruyendo el camino del ministerio: «Por lo cual», escribe Pablo, «quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó» (1 Tesalonicenses 2:17–18).

Quizás las estratagemas más eficaces de Satanás son las más sutiles: el malentendido en las relaciones y la división profundamente dolorosa que viene como resultado: división de iglesias, demandas legales entre amistades y vecinos, hijos que huyen del hogar, divorcios. Pueden leer una letanía de los éxitos del diablo en la página principal de los periódicos del día.

A menudo se pasa por alto que Efesios 6, quizá un de los pasajes de la Biblia más familiares acerca de la batalla espiritual, es realmente acerca de los problemas de las personas y cómo el diablo las usa para lograr sus diabólicos propósitos. Justo antes del famoso pasaje sobre la armadura de Dios en Efesios 6, Pablo se refiere a toda clase de situaciones sobre las relaciones: esposos y esposas (Efesios 5:22–33), padres e hijos (Efesios 6:1–4), y amos y esclavos, o en términos de nuestra cultura, como lo traducen algunas versiones de la Biblia, empleados y empleadores (Efesios 6:5–9).

Después, y solo entonces, Pablo demanda: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios[…] Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (Efesios 6:10–12). O sea, sus luchas no son con todos los que en su vida cree que son sus grandes problemas. Las batallas de la vida se dan a un nivel mucho más profundo y sus problemas no sólo son contra otras personas, sino contra los principados y las potestades de las tinieblas que trabajan detrás de los telones para romper nuestras relaciones importantes: esposos y esposas, padres e hijos, empleados y empleadores.

Antes de pasar a considerar los demonios y qué hacen, quiero aclarar otro asunto importante. Satanás quizás sea el segundo ser más poderoso en el universo, pero no es omnipotente. Su poder y autoridad están muy por debajo del trono de Dios. Pablo nos recuerda que Cristo está sentado a la diestra del Padre, «sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Efesios 1:21).

Satanás tampoco es omnipresente. Es un ángel caído, un ser finito. En su condición de ángel, es probable que tenga «alas», en el sentido de que puede moverse rápido de un lugar a otro en el tiempo y el espacio. Pero a diferencia de Dios, no está en todas partes al mismo tiempo. Sin embargo, tal vez piensen que sí lo está por la forma en que la gente habla de él. Pareciera que está en todos los lugares al mismo tiempo, pero esa es parte de la ilusión. Lo que a la mayoría de las personas le parece que es el diablo, tal vez no sea algo más que los demonios, intensamente sirviendo a su malvado maestro.

En resumen, las funciones del diablo como tipo de universo negativo: cualquier cosa en la que Dios esté, el diablo va en su contra. Satanás es la personificación del mal y tiene una infinidad de ángeles caídos a su servicio.
¿DE DÓNDE VIENEN LOS DEMONIOS?
No todos los ángeles son buenos. La palabra demonios en griego es daimones. Según la Biblia, los demonios, que colaboran con el diablo mismo, son un malvado tercio (Apocalipsis 12:3–4) de la población del ámbito espiritual. ¿Quiénes son los demonios? ¿Y de dónde vienen? La respuesta más rápida y sencilla es que son ángeles caídos («de las tinieblas»). Y eso es lo que yo creo, pero quizás les sorprenderá que no todos piensen igual. C. Fred Dickason admite que «hay una pregunta concerniente a origen e identificación de los demonios[…] porque la Biblia no lo establece de manera específica». Y el teólogo Henry Theissen la llama «una pregunta confusa».
Ángeles caídos. 
La primera teoría, y la que acepto junto con la gran mayoría de los profesores de Biblia, es que los demonios son legiones de ángeles caídos. Se trata de ángeles disfuncionales, que sirven al diablo y le hacen la vida miserable a los seres humanos. Hay varias razones para creer en esta perspectiva. En primer lugar, hay expresiones paralelas como «el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41) y «Beelzebú, príncipe de los demonios» (Mateo 12:24ss.). 
Es obvio que los términos usados aquí son intercambiables, de que el «diablo» y «Beelzebú» son el mismo. De igual manera lo son los ángeles y los demonios. Sin embargo, debo mencionar que Satanás, que es un ángel caído, jamás se le llama demonio. Segundo, los ángeles y los demonios parecieran tener la misma naturaleza. A ambos se les llama «espíritus». Tercero, los demonios y ángeles malos llevan a cabo el mismo oficio terrible, que junto a Satanás se oponen contra Dios y el ser humano.
Espíritus incorpóreos de una «civilización perdida». 
La segunda teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de una raza preadámica. En otras palabras, algunos estudiosos de la Biblia opinan que existió una raza de seres humanos antes de la creación de Adán y Eva. Se basan en lo que parece ser una nueva creación de la tierra en Génesis 1: «En el principio[…] la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo».

¿Por qué estaba la tierra desordenada y en tinieblas?, se preguntaban. ¿Por qué hay la sugerencia de un caos? Sabemos que Dios creó todas las cosas de la nada, pero en Génesis 1 pareciera que Dios hubiera comenzado de nuevo con algo y lo estuviera reorganizando. Quizás había una raza de seres humanos viviendo en la tierra antes de Adán, una raza que destruyeron la «primera» tierra. Y a lo mejor el diablo estuvo involucrado en todo esto de algún modo.

Bueno, no lo sabemos. No tenemos la película de la creación. El primer capítulo de Génesis nos da el relato completo de la creación, pero no entra en detalles. Como por ejemplo, lo que significan esas amorfas tinieblas en el principio del Génesis 1. Además, no hay otro lugar en la Biblia en que ni siquiera remotamente sugiera la existencia de una raza preadámica. Estoy convencido, por lo tanto, de que este no es el lugar de donde proceden los demonios.
Los espíritus de bene haʾelohim
Una tercera teoría, algo que analizamos en el capítulo anterior, es que los demonios son la simiente de los «hijos de Dios» y las hijas de los hombres en Génesis 6. Al parecer, el antiguo escritor cristiano Justino lo creía. En el siglo segundo escribió: «Dios otorgó el cuidado de los seres humanos y todas las cosas debajo del cielo a los ángeles, a quienes puso por encima de ellos. Pero los ángeles transgredieron este oficio, se dejaron cautivar por el amor de las mujeres y engendraron hijos que son los llamados demonios». Los líderes cristianos no apoyan abiertamente esta opinión. A mi juicio, esto es pura conjetura. A la luz de la enorme cantidad de actividad demoníaca que parece evidente en nuestro mundo hoy en día, esos «hijos de Dios» debían haber tenido un número imposible de descendientes.
Los espíritus incorpóreos de los que han partido. 
La cuarta teoría es la que dice que los demonios son los espíritus incorpóreos de los muertos malvados. «Son los condenados que regresan a perseguir a los vivos», como expone un escritor. En otras palabras, cuando los malvados mueren, se liberan sus espíritus para vagar por la tierra hasta el día del juicio. Este era el concepto que tenían los antiguos escritores judíos Filón y Josefo, y sorprendentemente, muchos de los autores cristianos antiguos. Se cree que estos fantasmas vagabundos, o «ánimas», habitan en las casas viejas y bosques oscuros, y poseen las almas y cuerpos de quienes están vivos.

Algunas personas hasta creen que las almas de los que han partido las observan y protegen como si fueran ángeles. Sophy Burnham informa en su libro: «Escuché de una mujer alemana que sufrió un terrible accidente automovilístico diez días después de la muerte de su marido[…] Explica que sobrevivió debido a la protección de su marido[…] porque sintió su presencia de manera muy poderosa a la hora del impacto».

Pero el enorme problema que hay con esta teoría es que sencillamente no está en la Biblia. En ninguna parte. Sin embargo, la Palabra de Dios enseña que las almas de las personas que han partido sin Dios, van a una prisión temporal de los muertos llamada «seol» o «hades», mientras que los espíritus de los justos van a la presencia de Dios. Seol es una palabra hebrea, hades es griega. Ambos términos significan esencialmente la misma cosa: una morada intermedia de los muertos.

El infierno es diferente. Es final y para siempre, y contrario a la opinión popular, los impíos no van directo al infierno. Según Apocalipsis, el infierno no abrirá sus puertas hasta después del juicio final:
Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Apocalipsis 20:12–14 (cursivas añadidas)
Así que por ahora, de acuerdo a las Escrituras, los impíos van directo al seol o hades. No es que tengan una segunda oportunidad ahí. El hades es sólo una celda de detención antes de la sentencia final cuando Dios aparezca en su gran trono blanco de juicio.

Aun hasta algunos de los ángeles caídos están encarcelados ahí, como lo revela Judas: «Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día» (Judas 6).

El porqué algunos de los ángeles caídos están presos y otros están bajo fianza no está claro, pero Pedro, también, declara: «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno [griego: tartarus] los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio» (2 Pedro 2:4, cursivas añadidas). Tartarus era lo peor de lo peor, lo profundo de lo más profundo, la caverna más tenebrosa y temible en el hades.

Por todas estas razones, los demonios no pueden ser espíritus incorpóreos de los impíos que mueren. No hay absolutamente ninguna enseñanza al respecto en el Nuevo Testamento sobre los espíritus errantes de los muertos o fantasmas.
EL PELIGRO DE HABLAR CON LOS MUERTOS
Como estudiante de la Biblia, me inclino a creer que las anécdotas sobre las almas reales de los que han partido que vienen a visitar a los vivos quizás tienen sus bases en alguna actividad demoníaca, tal vez un demonio con disfraz de alguna persona amada. Sin embargo, creo que es posible que el Señor puede usar una visión—no el espíritu real de la persona—para decirnos que una persona amada fallecida está en paz en la presencia de Dios en el cielo.

Mi esposa, Marilyn, tuvo una extraña experiencia como esta pocos días después del fallecimiento de su madre. En un momento inesperado de éxtasis, a miles de millas lejos de la tumba de su madre, Marilyn «vio» la indescriptible cara gozosa de su madre. Fue tan real que, años más tarde, mi esposa no puede hablar de eso sin llorar.

Pareciera que, en un instante fugaz, Dios abrió los cielos y le permitió a mi esposa ver cuán feliz y bien cuidada estaba su madre allá con Dios. No obstante, ninguno de nosotros tuvo la más remota sensación de que la mamá de Marilyn hubiera de algún modo regresado de los muertos para visitarnos, ni de que ella tuviera algún mensaje para nosotros del más allá. Su madre no habló. Ni siquiera se volvió a mirarla. Marilyn sólo vio su cara.

La Biblia, creo yo, deja una brecha muy pequeña entre la puerta de los vivos y la de los muertos. En los relatos de los Evangelios, Santiago, Pedro y Juan vieron a Moisés y a Elías, santos del Antiguo Testamento que hacía mucho habían partido, hablando con Jesús en el monte de la transfiguración. Los muertos, aprendemos de aquí, no están realmente muertos. Pero también tenemos que tomar en cuenta que Moisés y Elías jamás dicen una palabra a los apóstoles. Es más, ni siquiera parecieran percatarse de su presencia. Jesús, no los espíritus incorpóreos de Moisés y Elías, es el centro del relato y el foco de atención de todo el mundo. Jesús es el único lazo entre el cielo y la tierra, la escalera por la cual ascienden y descienden los ángeles (Juan 1:51). Jesús es nuestro mediador, no un medio.

La Biblia expresamente prohíbe el uso de médiums o de cualquier contacto directo con los muertos: «Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien[…] practique adivinación[…] ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos» (Deuteronomio 18:9–11). En una nota, aún más estricta, Moisés advierte al pueblo de Israel: «Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Levítico 20:27).

A pesar de las muchas dudas que pueblan nuestro entendimiento sobre Satanás y sus fuerzas malignas, parece ser indiscutible que existe. Y que él mismo contribuye a la confusión que rodea el dominio de las tinieblas.
«Demonio» es sinónimo de «ángel de las tinieblas».
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domingo, 25 de octubre de 2015

Porque si bien en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. ¡Andad como hijos de luz!

RECUERDAEl que tiene este cargo ha de ser irreprensible, debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







Ataduras espirituales - tratamiento
Testimonio contra ataduras
El abuso ritual y el TPM
Mientras dirigía un seminario en otro estado me pidieron que visitara a una joven hospitalizada en una unidad siquiátrica. Había leído mis libros y quería verme. El médico lo permitió, pero debía haber una enfermera y la sesión se debía filmar. Marie fue víctima de abuso ritual cuando niña. Sabía que no iba a poder hacer mucho en la hora que me asignaron, por cuanto lo único que iba a hacer era ofrecerle alguna esperanza. Con las víctimas del abuso ritual la sesión inicial puede durar varias horas si se quiere lograr algún cambio importante.

Le pedí su colaboración en que me dijera cualquier oposición mental que experimentara durante la sesión. La mente es el centro de control. No perderíamos el control mientras Marie dominara activamente su mente y expusiera a la luz los pensamientos mentirosos que trataban de distraerla. Fue una lucha, pero logró mantenerse centrada en toda la hora. Durante ese tiempo afirmé quién era como hija de Dios y la autoridad que tenía en Cristo. Traté de ayudarla a comprender cuál era la batalla que se libraba en su mente. Cuando me levanté para salir, habló una voz diferente: «¿Quién es usted? ¿Por qué no me quiere?»

¿Qué era eso? ¿Un demonio? ¿Otra personalidad? Su educación teológica y su visión bíblica del mundo van a influir mucho en la respuesta que dé. En vista de que la sicología secular no acepta la realidad del mundo espiritual, existe un solo diagnóstico posible: el TPM (trastorno de personalidad múltiple). En contraste, algunos ministerios de liberación ven sólo demonios en situaciones como esta. ¿Cuál interpretación es correcta? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Hay otras explicaciones posibles?

Antes de apresurarse a contestar, permítame contarle otra historia. Después de una conferencia que di en una iglesia, varias personas me atiborraron de preguntas, entre las cuales estaba una mujer atractiva de unos treinta años. Al describirme el abuso del que fue víctima en su infancia, se le empezaron a poner vidriosos los ojos. Podía ver que algo en su mente la distraía y no quise apenarla en esos momentos. Entonces le pedí que me esperara hasta que terminara de atender a los demás, y concerté una cita para la siguiente semana.

Elaine era una mujer inteligentísima con una carrera profesional bien establecida. Sin embargo, su vida interior apenas se podía mantener a flote, a pesar de ir a ver un consejero secular y a un grupo de recuperación de doce pasos. Mientras me contaba su historia, proclamó de repente que uno de sus múltiples no se quería ir. Le pregunté si se le había diagnosticado TPM. Lo afirmó; su consejero le había informado que tenía doce personalidades alternas.

Pedí permiso para dirigirme sólo a ella y después de pasar por los pasos hacia la libertad, no hubo rastro de los múltiples. En su caso, creo que las voces eran claramente demoníacas. En otros casos extremos, creo que hay una combinación de fortaleza espiritual y mente fragmentada debido a un trauma severo.
La mente fragmentada
¿Qué es una mente fragmentada? Es una mente dividida como resultado de haber decidido desprenderse de las circunstancias inmediatas que rodean al individuo. En un sentido limitado, todo el mundo decide hacerlo. Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños optaba por desconectarme de mi entorno. Podían estar discutiendo y vociferando en la habitación vecina, y yo los «apagaba» como quien baja el volumen. Me concentraba tanto en lo que hacía, como estudiar o ver mi deporte favorito en el televisor, que consciente o inconscientemente decidía no ocuparme de ellos porque no quería enfrentar algo desagradable, o porque no quería que me distrajeran de lo que estuviera haciendo. Mentalmente me encontraba «en el jardín», como decía mi esposa. «Tierra llamando a Neil», era su forma de lograr que me sintonizara de nuevo con lo que me rodeaba.

No, no soy raro; de vez en cuando todos hacemos lo mismo. La gente que vive cerca de la línea del tren o de los aeropuertos aprenden a hacerle caso omiso al ruido. Una amistad puede estar en su casa cuando pasa el tren y pregunta: «¿Cómo aguanta esto?» Usted responde: «¿Aguantar qué? Ah, ¡el tren!» Al principio me molestó casi tres semanas y ahora ni siquiera me doy cuenta cuando pasa». Decidimos pensar en lo que es verdadero, bello, puro, etcétera (Filipenses 4:8). Podemos decidir no tratar con algo desagradable, disociarnos y pensar en otra cosa. Pero a lo mejor es malsano si nos desprendemos de la realidad como una manera de aguantar. También se puede transformar en un patrón de negar la realidad.

Multiplique por mil lo desagradable que es oír a niños pelear y a los trenes que pasan, y tal vez logre sentir un poco de lo que soportan quienes sufren de trastorno disociativo: Es un mecanismo de defensa, causado por trauma severo, mediante el cual la persona se disocia para sobrevivir. Desafortunadamente, las atrocidades de las que han sido víctimas están grabadas en su banco de memoria. Físicamente sus ojos siguen viendo, sus oídos oyendo y sus cuerpos sintiendo, pero la mente decide hacer caso omiso de todos esos horrores que rondan y crea un imaginario mundo «seguro», dentro del cual vivir.
Sólo hay un certificado de nacimiento
¿Cómo resolveremos este dilema? Primero, no me gusta mucho el término TPM, pues da la impresión de que hay mucha gente presente en un cuerpo. Sólo hay un certificado de nacimiento y cuando muera, una persona tendrá únicamente un certificado de defunción … sólo un nombre se puede escribir en el Libro de la Vida del Cordero … y sólo una persona puede presentarse ante Dios un día y rendir cuentas por las decisiones que haya tomado en la vida.

Los que intentan traer a la superficie e integrar otras personalidades reconocen que, por lo general, hay un ser dominante, y que casi siempre identifican como la personalidad anfitriona. El cuadro clínico TPM, tal y como lo ven la mayoría de los expertos en salud mental, sería este:






          Personalidades múltiples





No creo que esta sea la percepción correcta. Prefiero pensar que sólo hay una persona y que tiene una mente fragmentada. El cuadro entonces se vería de la siguiente manera:
Porciones fragmentadas de la mente escondidas de la memoria

Qué hacer con el viejo ser
La integración sicológica de las personalidades va mucho más allá de los límites de este libro, pero sí quiero presentar la necesidad de establecer en Cristo a estas queridas personas y de resolver primero sus ataduras espirituales. En muchos casos, las mismas víctimas no logran determinar si la voz en sus mentes es una personalidad alterna o un demonio. 

Mientras conducía a una joven por los pasos hacia la libertad, de repente confesó, al llegar al paso de la rebelión: «Siempre pensé que esa parte mía era otra personalidad». Renunció al espíritu maligno y a su participación con él y le ordenó que se fuera. El cambio en su rostro nos fue notable a ambos. Muchos consejeros que no conocen a Dios tratan de integrar a los demonios dentro de las personalidades de la gente, y muchos pastores bien intencionados tratan de echar personalidades. Hay que evitar ambos extremos.

Las personalidades anfitrionas no siempre quieren aceptar que sean TPM y a menudo se resienten con la intervención de otras personalidades menos desarrolladas que a veces los humillan delante de la gente. Las personalidades se desarrollan debido a ciertos factores ambientales. Cada personalidad emergerá involuntariamente a realizar la función para la cual fue desarrollada. Una personalidad puede dominar durante el trabajo cuando se encuentra presionada y otra puede salir para las ocasiones sociales. 

Cada trastorno de personalidad múltiple es distinto. En la mayoría de los casos las personalidades fragmentadas no se han desarrollado ni han aprendido a manejar la vida centrada en Cristo. En casos severos, la personalidad fragmentada quizás aun sea leal a la secta que causó la fragmentación. Han surgido numerosos casos en que un cristiano comprometido se haya escapado de noche y literalmente haya participado con los satanistas.

Por lo general, explico a las personalidades anfitrionas que su mente es como una casa, en la que ellas ocupan el espacio más dominante. Conforme ayudo a limpiar el espacio y las establezco en Cristo, puede ser que estén conscientes de que hay otros cuartos en la casa. Estos no se han limpiado ni están conscientes de que fueron establecidos en Cristo. Hay que reconocerlos, vencerlos y liberarlos de su pasado. Con el tiempo, deben estar de acuerdo en ser uno en Cristo. Los siguientes versículos ofrecen esperanza y dan dirección para conducir el tratamiento.
Porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:24).
Porque si bien en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. ¡Andad como hijos de luz! (Efesios 5:8)
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:13, 14, RVR)
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3:9, 10, RVR)
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño (1 Corintios 13:11)
Perfectos en Cristo Jesús
No hay lugar en las Escrituras donde se nos diga que debemos resucitar al viejo hombre o sanar la carne. Somos completos en Cristo. «A Él anunciamos nosotros, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre con toda sabiduría, a fin de que presentemos a todo hombre, perfecto en Cristo Jesús» (Colosenses 1:28) No podemos remendar nuestro pasado, pero podemos liberarnos de él.

A todos los hijos fragmentados de Dios les digo que en la parte más profunda de su ser ya están completos. Están sanos porque son completos en Cristo (Colosenses 2:10). Lo único que queda por hacer en nuestro proceso de orientación pastoral es resolver los asuntos que causaron la fragmentación cuando eran jóvenes. Una vez resueltos esos asuntos, se pueden integrar plenamente. Oro que el Señor los reintegre, los haga completos y perfectos en Él. Cada personalidad debe decidir que va a formar parte de la persona completa y perfecta en Cristo. No podemos sanarlas, pero Jesús lo puede todo. Él vino a sanar a los quebrantados de corazón y a restaurar el alma.

Dios nos redimió y estableció nuestra identidad en Cristo, y luego espera que tengamos una estructura de apoyo adecuada, antes de pelar las capas de la cebolla para mostrarnos cada vez más de nuestro ser (véase el capítulo dos). A menudo me preguntan: «¿Qué pasa si he bloqueado períodos de mi vida que no recuerdo?» Entonces siga buscando a Dios y sea un buen mayordomo de lo que Él le haya encomendado. En el momento preciso, «sacará a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y hará evidentes las intenciones de los corazones. Entonces tendrá cada uno la alabanza» (1 Corintios 4:5). La única razón por la que es necesario traer el pasado a la superficie es para recordar experiencias con el fin de que se resuelvan. Si no hay nada escondido en la oscuridad, no se preocupe. Si lo hay, será revelado en el debido momento.
Trate con la persona
Cuando empiecen a emerger las atrocidades del pasado, ¿cómo nos damos cuenta si nos habla un demonio o un fragmento de la mente? A veces es difícil, aun cuando tengamos mucha experiencia y discernimiento espiritual. Hasta las personas más experimentadas y maduras pueden ser engañadas. 

Es más, yo lo he sido. En cierto sentido, no trato de diferenciar; siempre busco la solución tratando únicamente con la persona, porque no quiero que pierda su control a nivel mental. Siempre es malo dialogar con demonios porque ese proceso desvía íntegramente a la persona y con seguridad la conducirá al engaño, ya que todos los demonios hablan a partir de su naturaleza mentirosa. La gente que cree en lo que les diga un demonio corre el riesgo del engaño.

En el momento del abuso, la gente quizás se disocie mentalmente para sobrevivir. Cuando los aconsejo, no quiero que vuelvan a caer en ese patrón defensivo para lograr su sobrevivencia. Cristo es ahora su defensor y hago todo lo que encuentre a mano para ayudarles a mantener el control de sus mentes. Si uno anima a los clientes a separar reiteradamente sus personalidades fragmentadas y explora sus estados disociativos sin resolver nada, ni ganarlos para Cristo, termina fortaleciendo la existencia de un mecanismo de defensa en vez de establecer a Cristo como su única defensa necesaria. 

Los consejeros cristianos legítimos no desean reforzar la existencia de ningún otro mecanismo de defensa. Entonces, ¿por qué este? Expongámoslo a la luz y busquemos una manera mejor de resolver las cosas en Cristo. Cuando se usan técnicas seculares de orientación con múltiples, cuando ni siquiera dan resultados con una persona integrada, los múltiples se disocian aún más. Tenemos que aprender a resolver los asuntos en Cristo para que puedan seguir adelante con sus vidas.

Así como con la persona que escucha voces, la gente con trastornos disociativos no va a querer que se conozca lo que verdaderamente sucede en su mente. Cumplirán sus funciones como adultos en la sociedad, pero tendrán características muy distintas en casa. En la sala se comporta como un padre y luego como niño a puerta cerrada en el dormitorio.

Un consejero a quien respeto y que también entiende lo demoníaco, le pregunta a sus clientes atribulados: «¿Siente alguna vez que no está integrado?»

Si reconocen que ese es su caso, les pide permiso para hablar con la otra parte de ellos. La única razón por la que siempre es necesario hacer esto es para tener acceso al recuerdo de lo que sucedió, a fin de lograr que el individuo se disocie en primer lugar. En mi caso, prefiero pedirle al Espíritu Santo que me revele las «cosas ocultas de las tinieblas».

Si acaso va a sondear los estados alterados de la persona, recomiendo mucho que primero oren juntos y que haga orar al individuo, pidiéndole al Espíritu Santo que guarde su corazón y su mente para protegerlos de cualquier engaño. Al pedir permiso para dirigirse a un fragmento, asegúrese de que la persona permanezca activamente involucrada. Una vez que haya averiguado qué llevó a causar la disociación, resuelva los asuntos pidiéndole a la persona que perdone a los que la ofendieron y renuncie a toda experiencia con sectas o con el ocultismo.

En todo caso, recomiendo muchísimo que pase primero por los pasos hacia la libertad con la personalidad anfitriona, antes de empezar a sondear en su mente. El proceso de tomar los pasos resolverá los asuntos para la personalidad anfitriona y tal vez eliminará cualquier fortaleza demoníaca. He tenido a personas que cambian de personalidad a medida que van por los pasos. 

Si colabora, simplemente continúo. A menudo existe la necesidad de que una personalidad perdone a la otra. Un grupo cristiano conduce a todas las personalidades por los pasos. No creo que sea necesario, pero cada parte debe resolver sus propios asuntos. Hago un sondeo sólo después de seguir los pasos cuando siento que no ha habido una solución completa o cuando así lo ve el afectado.

Cuando se han resuelto los asuntos, jamás he tenido que volver con ellos a esas mismas experiencias. Las causas de la fragmentación y de las fortalezas demoníacas se resuelven simultáneamente. La persona seguirá recordando experiencias, pero ya el pasado no tiene ningún poder sobre ella. Su mente empieza a verse de la siguiente manera:
Lo viejo ha pasado




Muchos consejeros que tratan de integrar las personalidades del pasado en la personalidad anfitriona sin resolver los asuntos, tienen experiencias extrañas con sus clientes. Algunos adoptan varias personalidades de maneras destructivas: unos salen a merodear en la noche y luego llaman a la casa, o los encuentra la policía sin poder explicarse cómo llegaron a ese lugar. 

Este tipo de comportamiento sólo sucede cuando se disocian. Entonces, ¿por qué los ayudamos a disociarse? ¿Debemos animar a las víctimas a perder su control mental al comunicarse sin solución con los fragmentos de sus mentes? A nadie le gustaría salir de una sesión de consejería sin saber lo sucedido. Nadie quiere disociarse. Santiago 1:8 dice que el hombre de doble ánimo es «inestable en todos sus caminos». Esa inestabilidad es precisamente la que tratamos de evitar al ayudarles a no perder el control mental.

Ya sea el problema de mente fragmentada o de fortaleza espiritual, les pido una colaboración importante. Deben decirme lo que sucede en su interior. Les explico que su mente es el centro de control y que si no pierden el control en ella, no lo vamos a perder en la sesión. Hay dos razones por las que quizás no colaboren. En primer lugar, no van a revelar lo que sucede en su mente si sospechan que no les vamos a creer. 

También a lo mejor les dé pena debido a la naturaleza asquerosa de sus pensamientos. Les digo que no importa si esos pensamientos vienen desde adentro o desde un parlante en la pared, la única forma de ser dominados por esas ideas es creerlas. A veces digo a las personas que si pudieran ver un demonio, sería muy parecido a un mosquito con una enorme boca. Satanás es un matón y un engañador.

 Lo que enfrentamos es una enorme decepción.

Algunos tienen un pensamiento e inmediatamente lo creen o lo obedecen, sin saber que tienen una tecla que dice «no». Es como si no tuvieran voluntad. Antes de creer o ejecutar el pensamiento, les pido que me comuniquen lo que están pensando. Es muy intenso trabajar con casos severos porque les es muy fácil perder el hilo. A veces los hago levantarse y caminar por el cuarto para comprobarles que tienen el control y lo pueden ejercer. Otras habrá que quitar un poco la presión y dejar que el proceso siga con más lentitud.

La segunda razón por la que quizás no digan lo que les sucede por dentro es que los están intimidando. Por lo general, es la amenaza de que al llegar a casa van a recibir una paliza o que si quedan libres otros sufrirán daños. A menudo los espíritus malos amenazan a los padres con atacar a sus hijos. Tuve la sensación de que una persona no me estaba comunicando todo, por lo que le pregunté: «¿Están amenazándola de que si divulga lo que sucede en su interior la van a castigar al regresar a casa? Contestó afirmativamente. Entonces le dije: «Esto no tiene nada que ver con su casa ni con el momento de llegar allá, es cuestión únicamente de su libertad. Si lo resuelve aquí, también estará resuelto en su casa porque el problema no está allá, sino en su mente».
De inmediato me dijo: «Cuánto desearía que me lo comprobara».

Lo que mantiene el control es exponer a la luz el problema. Dios todo lo hace a la luz porque Él es la luz del mundo. El poder de Satanás está en la mentira, pero ese poder se rompe si desenmascara la mentira. El poder del cristiano está en la verdad, por eso debemos hablar la verdad en amor porque somos miembros unos de otros.

Hay un concepto sicológico popular en esta era, el del «niño interior del pasado». He oído decir a los promotores de este concepto: «Estoy aconsejando a dos personas: un adulto y un niño pequeño en su interior». No estoy de acuerdo con eso porque en términos bíblicos, ¿cuál es el niño interior de nuestro pasado? ¿Será parte de nuestra nueva identidad en Cristo o de nuestra vieja naturaleza? Las Escrituras nos aseguran que no somos primordialmente productos de nuestro pasado, sino que somos nuevas criaturas en Cristo. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).

No me malinterprete; he visto personas acurrucándose en posiciones fetales cuando están recordando sus experiencias infantiles. He visto la regresión espontánea en edad de una personalidad cuando recuerda atrocidades. Sé que muchos se han estancado en su desarrollo emocional debido a las experiencias traumáticas, pero sólo una persona está sentada delante de mí, no dos. Por el bien de ella, no quiero que se disocie mientras experimenta un recuerdo muy doloroso. Quiero que aprenda una nueva manera de comportarse con el pasado, una manera fundamentada en la verdad.
Con respecto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos; pero renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad (Efesios 4:22–24).
Tenemos que reconocer el dolor emocional de nuestro pasado, buscar la sanidad que viene por medio del perdón y establecer en Cristo nuestra nueva identidad. No podemos arreglar nuestro pasado, pero podemos liberarnos de él. Para ser libres, debemos tener una manera bíblica de lograr acceso a los recuerdos reprimidos.
El acceso a las cosas pasadas
Lo repetiré por ser demasiado importante. Primero debemos establecer en la persona su identidad actual en Cristo antes de tratar de exponer el pasado, pues es el orden que dan las Escrituras por una razón muy importante. Cuando examinamos el pasado a partir de nuestra posición actual en Cristo, tenemos la seguridad de que ya hay victoria en Él. Estamos restablecidos en el hombre interior y perfeccionados en Cristo.

Supongamos que el consejero secular más dotado del mundo pueda reconstruir a la perfección el pasado de alguien, de tal manera que explique con exactitud lo que hace hoy en día y por qué siente lo que siente. Entonces, ¿qué? El alcohólico diría: «Tienes razón; precisamente es por eso que tomo. ¿Quieres tomarte un traguito conmigo?» La reconstrucción del pasado tiene su valor, pero en sí no ofrece ninguna solución. Debe haber un conocimiento de quiénes somos en Cristo para lidiar adecuadamente con los problemas del pasado. No queremos ponerle una venda a un síntoma; queremos sanar la enfermedad, que es la separación de Dios.

Los consejeros legítimos saben que deben escuchar la historia de la persona para lograr resolver su conflicto. La mayoría de los programas de formación de consejeros se centran en técnicas de consejería como confianza, cariño, congruencia, empatía exacta, concreción, urgencia, transparencia, etc. Estas son imprescindibles cuando la persona tiene buena memoria y sólo requiere de una relación de confianza para ser franca. Pero cuando la memoria está bloqueada, sólo Dios puede revelar las cosas ocultas en las tinieblas y exponer los motivos de nuestro corazón (1 Corintios 4:1–5).
Dios trae todo a la luz
«Él revela las cosas profundas y escondidas; conoce lo que hay en las tinieblas, y con Él mora la luz» (Daniel 2:22). Satanás hace todo en la oscuridad; como un ladrón en la noche, teme ser desenmascarado. Sin embargo, cuando un niño ha sido víctima del abuso ritual satánico, aunque haya sido en su propio hogar, téngalo por seguro que Dios lo va a exponer a la luz. «Si al padre de familia le llamaron Beelzebú, ¡cuánto más lo harán a los de su casa! Así que, no les temáis. Porque no hay nada encubierto que no será revelado, ni oculto que no será conocido» (Mateo 10:25, 26).
Y esta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas. Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas, que son hechas en Dios (Juan 10:19–21).
Lo común es que los perpetradores no aceptan lo que Dios revela. La mayoría de los abusadores no admitirán jamás su pecado; los satanistas no lo hacen porque están bajo pena de muerte si revelan alguna vez sus acciones. Sus hechos son malos, y odian la luz y rara vez van hacia ella.

No le pido a la persona que trate de recordar lo que pasó, sino más bien le insto a pedirle a su Padre celestial que le revele la verdad. «Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:31, 32). Hacerle frente a la verdad puede ser una experiencia espantosa para muchos. Algunos prefieren no encararla, pero la libertad sólo viene cuando se conoce toda la verdad, la verdad de la Palabra de Dios y la verdad sobre nosotros mismos. David clama en el Salmo 51:6: «He aquí, tú quieres la verdad en lo íntimo».
La obra del Espíritu de Dios
La gran obra del Espíritu Santo es divulgar esta verdad dentro del hombre interior. Jesús dijo: «Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Este es el Espíritu de verdad» (Juan 14:16, 17). «Y cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad» (Juan 16:13). No tenemos ningún poder para revelar la verdad del hombre interior, ni hay una técnica que se pueda aprender para cumplir esta tarea. Nuestra parte consiste en colaborar con Dios, como lo dice 2 Timoteo 2:24–26:
Pues el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar y sufrido; corrigiendo con mansedumbre a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para comprender la verdad, y se escapen de la trampa del diablo, quien los tiene cautivos a su voluntad.
Este pasaje no se refiere a un modelo de liberación, sino a un modelo amable, paciente, «apto para enseñar» que exige que el pastor o consejero dependa de Dios. Sólo Dios puede conceder el arrepentimiento y conducir a la verdad, lo que da la libertad al cautivo. Parte de nuestro papel es ser pacientes; requiere tiempo procesar las más grandes atrocidades. Las víctimas del abuso ritual satánico necesitan muchas sesiones, y aun así me cuido de no avanzar demasiado rápido, porque si lo hago, la persona perderá el dominio.

No he perdido el control en mucho tiempo, pero si sucediera, detendría el proceso de consejería. Hace poco, por unos momentos se me manifestó un demonio y dijo: «¿Quién caramba crees que eres?» «Soy un hijo de Dios», respondí. «¡Cállate!»
Inmediatamente, la señora volvió en sí. No podemos dejarnos intimidar por esos mentirosos. Con frecuencia oigo a la gente decir durante una sesión que tienen que salir de allí. Les digo:
«Está bien, no voy a hacer nada para violar su mente».
Toda persona que haya salido de mi oficina ha regresado al cabo de unos cinco minutos. Recuerde que pensar es responsabilidad de la persona misma.
El diario de la oración
Una recuperación de la memoria guiada por el Espíritu Santo se puede dividir en cuatro categorías: primero, hacer un diario de oración. A veces animo a las personas entre cita y cita a que personalmente pidan a Dios que les revele la verdad en sus casas y que luego mantengan un diario de lo que el Espíritu Santo les traiga a la memoria. Algunos tienen un compañero o una compañera de oración en quien confían para pedir ayuda. Cuando nos reunimos de nuevo, les ayudo a procesar lo que recordaron. Es muy común que traigan dos o tres páginas de detalles vergonzosos.

Si tratan de hacerlo por su propia cuenta, les indico que le pidan protección a Dios. Sugiero que escriban exactamente lo que les revele el Espíritu Santo, sin cuestionarlo, sólo registrando hasta el más mínimo detalle. Muchos se preguntarán si estarán inventándolo todo. Una señora visitó la casa donde se crió para ver si los detalles de su vecindario eran los que pensaba que el Espíritu Santo le permitió recordar. 

Para su sorpresa, el vecindario era exactamente como se lo había revelado el Espíritu Santo, a pesar de que no había pasado por allí en veinticinco años. Los recuerdos de mi primera infancia son muy vagos, así que, ¿cómo va a recordar esta gente con tanta claridad las primeras experiencias de su infancia? No las recuerdan: Dios se las revela.
Atravesemos el punto muerto con la oración
Un segundo método de recuperación es que las personas, en presencia suya, le pidan a Dios que les revele lo que las mantiene atadas. Casi siempre hago esto si nuestras reunión ha llegado a un punto muerto, o después de haber pasado por los pasos hacia la libertad sin lograr una solución completa. Hemos procesado todo lo que pudiéramos, pero algo todavía no llega a la superficie.

Una señora pasaba por el proceso del perdón cuando paró al llegar a su maestra de tercer grado. Lo único que recordaba era que salía del aula y de alguna manera se sentía atada a ella. La perdonó por eso, pero ambos sabíamos que este no era el asunto clave. La animé a orar, pidiéndole al Señor que le revelara lo ocurrido realmente en el tercer grado. Lo hizo y se vio en el baño con la maestra maltratándola sexualmente.

¿Cómo sabemos que ese no era un juego mental o un engaño satánico? Una manera es ver si hay alguna confirmación externa. En este caso, sus compañeras le habían dicho años después que su maestra la había tratado muy mal. También, que la enviaron a casa sangrando del útero con la explicación de que se había caído, aunque jamás recuerda ninguna caída. La atadura fue espiritual debido al maltrato sexual, y no una atadura sicológica que puede darse debido a la cercanía de una relación entre maestro y alumno.

Jamás debe implantar sugerencias en la mente de otra persona, aun cuando sospeche de maltrato, porque la mente es demasiado vulnerable a las sugerencias. Un recuerdo vago de un abrazo honesto de un padre o una madre se puede distorsionar muy fácilmente e interpretarse como un cariño inapropiado o algo peor. Como pastor y consejero pido sabiduría y dirección al Señor para mí, pero también pongo a la persona a pedir al Señor que le revele lo que le causa la atadura. 

Sospecharía de lo veraz de cualquier detalle que provenga de un sueño. Por lo general, las pesadillas indican un tipo de asalto espiritual, pero casi siempre se acaban después que la persona encuentra su libertad en Cristo. Una mujer acusó a sus padres de abuso sexual por un sueño que tuvo, y una amiga se lo confirmó mediante «palabras de conocimiento». Esto es demasiado subjetivo como para presentar acusaciones. Casi siempre habrá alguna confirmación externa para los recuerdos.

Satanás ataca la mente de las personas lastimadas y busca desacreditar a los líderes espirituales con pensamientos sembrados en la mente de sus hijos o de sus asociados. Conozco varios casos en que los hijos acusan falsamente a los padres. Satanás es muy astuto. Si puede inducir recuerdos falsos de abuso ritual y que luego se absuelva de todos los cargos a los acusados, muchos van a pensar que los casos legítimos también son falsos.

¿Qué tal si la gente ora y no surge nada a la superficie? Entonces los animo a continuar en su búsqueda de Dios. A lo mejor este no sea el momento oportuno. O que tal vez no haya nada y debamos explorar otra razón por sus dificultades. Usted sólo puede procesar lo que conoce. No creo que debamos indagar mucho sobre el pasado, sino esperar hasta que Dios revele las cosas ocultas de las tinieblas.
Pidamos iluminación para las áreas donde hay ataduras

La tercera forma es pedir al Señor que revele áreas específicas de atadura. Por lo general, lo hago a medida que conduzco a las personas por los pasos hacia la libertad. En el primer paso oran y piden a Dios que les revele toda experiencia que hayan tenido con sectas, con el ocultismo o con cualquier otra cosa que no sea cristiana. Después de orar, les pido que señalen esas participaciones en una lista de experiencias no cristianas incluidas dentro de este paso. Pero la lista no es completa, pues hay miles de fraudes, a veces la gente los agrega a la lista. Si siento que van pasando demasiado rápido por este paso, les pido que oren de nuevo para que Dios les recuerde todas las participaciones que hayan tenido en esta área. 

Cuando llegamos al paso del perdón, la persona le pide a Dios que le revele los nombres de las personas que deben perdonar. En la mayoría de los casos emergen algunos nombres que había enterrado conscientemente. Cuando pasa por el proceso del perdón, muchas veces Dios le trae recuerdos sumidos en el pasado, sea consciente o inconscientemente.

Cuando ha habido abuso sexual, conduzco a la persona que pida al Señor que le revele toda ofensa sexual, para que renuncie a cada una diciendo: «Renuncio a esa (violación específica) de mi cuerpo». Cuando termina la dirijo en una declaración general basada en Romanos 6:1, 2, 13 y 12, 1, 2: «Renuncio a todo uso de mi cuerpo como instrumento de iniquidad y presento mi cuerpo ante Dios como instrumento de justicia, un sacrificio vivo y santo y agradable a Dios». Si la persona es casada, le pido que agregue: «Reservo el uso sexual de mi cuerpo únicamente para mi cónyuge».

Estas personas no sólo recuerdan una experiencia, la reviven. Hacerlas sumirse en el pasado es mantenerlas en la esclavitud y fortalecer la atadura por lo cual jamás debemos reforzar lo sucedido. Cuando Dios concede el arrepentimiento que lleva a la verdad, debemos participar bajo su dirección, ayudando a la persona a lograr un arrepentimiento pleno. 

El arrepentimiento significa literalmente un «cambio de mentalidad». La idea es: «Antes creía eso; pero ahora creo esto». No obstante, el concepto es mucho más amplio que la aceptación mental. El arrepentimiento pleno significa «antes caminaba por aquí, y ahora he dado una vuelta completa y camino de acuerdo al camino, la verdad y la vida. Renuncio a la mentira y a todas las experiencias satánicas que he tenido, anuncio la verdad y toda la realidad de la salvación que es mía como una nueva criatura en Cristo».
Renunciamos al reino de las tinieblas
El cuarto método de lidiar con el pasado es conducir a la persona a través de varias renuncias. Uso este método al inicio del proceso de consejería si el individuo tiene bloqueados varios períodos de su vida. Es un medio de aplicación general tanto para revisar el pasado, como para resolver ciertos asuntos que acompañan al abuso ritual satánico. Si no hay maltrato de ese tipo, no hay nada que perder.

En el abuso ritual satánico, los satanistas hacen todo en directa oposición al cristianismo. El satanismo es la antítesis del cristianismo y Satanás es el anticristo, por lo que pido a los clientes que renuncien de la siguiente manera a cualquier participación:
El reino de las tinieblas
El Reino de la luz
Renuncio a haber entregado mi
Declaro que mi nombre ahora está
nombre a Satanás o haber dejado que
escrito en el Libro de la Vida del
otro entregue mi nombre a Satanás.
Cordero.
Renuncio a toda ceremonia en que
Declaro que soy la Esposa de Cristo.
me haya casado con Satanás.
Renuncio a todos y cada uno de los
Declaro que soy partícipe del nuevo
pactos que he hecho con Satanás.
pacto con Cristo.
Renuncio a toda asignación satánica
Declaro que me comprometo a
para mi vida, incluyendo obligaciones,
conocer y a cumplir únicamente la
matrimonio e hijos
voluntad de Dios y aceptar sólo su
dirección.
Renuncio a toda espíritu guía que se
Declaro que acepto sólo la dirección
me haya asignado.
del Espíritu Santo.
Renuncio a haber entregado mi sangre
Confío sólo en la sangre derramada
al servicio de Satanás.
por mi Señor Jesucristo.
Renuncio a haber comido carne o
Por fe, tomo sólo de la carne y de la
bebido sangre en alabanza a Satanás.
sangre de Jesús a través de la Santa
Cena.
Renuncio a todos y cada uno de los
Declaro que Dios es mi Padre y que el
guardianes y padres satanistas que se
Espíritu Santo es mi Guardián, en
me han asignado.
quien estoy sellado.
Renuncio a cualquier bautismo y a
Declaro que sólo el sacrificio de Cristo
todo sacrificio en mi beneficio por
tiene poder sobre mí. Le pertenezco a
medio del cual Satanás podría
Él. He sido comprado por la sangre del
reclamarme como propiedad suya.
Cordero.

Para las víctimas del abuso ritual satánico las renuncias anteriores son una extensión de la confesión que se hacía en la iglesia primitiva: «Renuncio a ti, Satanás, a todas tus obras y todos tus caminos». Sin embargo, aun las renuncias anteriores son de aplicación general porque cada víctima del abuso ritual satánico se ha entregado, de una manera u otra, a los ritos mencionados y a otros más. Además, conforme el Espíritu Santo revele las cosas específicas que se ocultan en las tinieblas, hay que renunciar a ellas específicamente.
La forma en que engaña Satanás
Los satanistas llaman el «libro de la vida del chivo» al referirse al libro o al pergamino en donde piden que la gente firme, a menudo con sangre. Un colega de nuestro seminario me trajo una muchacha de quince años de edad que había participado en el satanismo durante diez años. Fue difícil, pero al fin entregó su vida al Señor. Sin abrir los ojos, exclamó:
—¡Se está quemando! ¡Se está quemando!
—¿Qué se quema?—le pregunté.
—¡El libro en que escribí mi nombre!

Al parecer, Dios le estaba dando una ayuda visual para que pudiera aceptar que su nombre ahora está escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Los satanistas también realizan ritos matrimoniales en que una niña o una adulta se casa con Satanás, luego el matrimonio se consuma con espantosas violaciones sexuales. 

Comer carne humana y tomar sangre son parte normal de sus ritos, como una falsificación de Juan 6:53: «De cierto, de cierto os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros». Juan equipara el comer y tomar con creer (Juan 6:40: 47, 48), pero ellos lo toman literalmente. 

Una persona a quien estuve aconsejando no podía comer carne porque le traía recuerdos de haber comido carne cruda. Renunció a ello a la luz de 1 Timoteo 4, donde se nos dice que los que han sido engañados (v. 1) son los que «prohibirán casarse y mandarán abstenerse de los alimentos que Dios creó para que, con acción de gracias, participasen de ellos los que creen y han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno, y no hay que rechazar nada cuando es recibido con acción de gracias»
(vv. 3–4).

El cortarse en un rito con el fin de derramar sangre es común en muchas religiones paganas, en que la gente se corta ritualmente como una falsificación del derramamiento que hizo Cristo de su sangre. La idea es que así nos convertiremos en nuestro propio dios y derramaremos nuestra sangre por nosotros mismos. Hay que renunciar a todo pacto de sangre, hasta los «inocentes» que hicimos con nuestros «hermanos de sangre».
El sacrificio satánico
El sacrificio es un intento de establecer propiedad. Fuimos redimidos «con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (1 Pedro 1:19).

En el abuso ritual satánico a menudo se obliga a los niños a matar en sacrificio por dos motivos: primero, eso los prepara para una participación futura en el rito. Con frecuencia, las drogas son medios para obligarlos a acceder en el espantoso abuso sexual y en los ritos del sacrificio. 

O quizás obedezcan por las amenazas de hacer daño a otros, como en el caso de una niña a quien le dijeron que si no participaba le harían daño a su hermano. ¿Por qué realizan estas matanzas de víctimas inocentes como bebés, fetos y animales? Dicen: «Tu Dios sacrificó a su único Hijo, quien era perfectamente inocente». Para ellos, mientras mayor sea el sacrificio, más grande es el poder; y los satanistas van tras el poder.

En segundo lugar, a los niños se les obliga a matar porque los sujeta a mantener el secreto: quien mató a un niño inocente o a un animal jamás va a contarlo a los del mundo exterior. Sus recuerdos se pueden bloquear, pero cuando años más tarde recuerde las atrocidades, todavía no podrá hablar de ellas porque siente responsabilidad por haberlas cometido. Tiene que tomar en cuenta las drogas u otros medios que se usaron para obligarle a acceder. 


Esta gente teme por su vidas, en ese entonces y ahora, porque saben que sacrificar una vida no es nada para un satanista. Si rehúsan matar durante el rito, los matarán a ellos, o al menos temen esa posibilidad. El temor les impide divulgar las cosas hechas en lo oculto, y se sienten abrumados por la culpabilidad y el dolor presentes.
Los síntomas del abuso ritual
Los dos síntomas principales del abuso ritual satánico son la disfunción sexual y la falta de afecto (cero emoción). La mayoría de los ritos satánicos son orgías desgarradoras y estrepitosas de violencia sexual; no es el sexo que experimentarían los seres humanos normales. El clímax óptimo sería el orgasmo sexual en el momento de la matanza. De esto se trata la pornografía más extrema e intensa: el uso de animales, objetos y actos sadomasoquistas. Es más, a menudo se liga la pornografía extrema con el satanismo.

Quienes han sufrido maltrato de esta manera, deben renunciar a este uso sexual de su cuerpo y perdonar a los abusadores sexuales. Una víctima pudo recordar con claridad a veintidós abusadores sexuales. Sinceramente, ¿podríamos esperar que perdonara esas ofensas múltiples? Recuerde, el hecho de que los perdone no excusa lo que hicieron los abusadores; más bien la libera de su pasado.

La falta total de emoción es el resultado de la programación. Condicionan a las víctimas a creer que si lloran, alguien o algo será destruido o le sobrevendrá un grave daño físico. Una señora recuerda que tuvo que abortar para cumplir con un sacrificio. Cuando gritó horrorizada, le dijeron que si lloraba moriría otro bebé. Como resultado, no había podido llorar durante años. Le dije que renunciara a esa experiencia y a la mentira de que su llanto traería la muerte de algo o de alguien. Apenas lo hizo, sollozó por varios minutos.

La esposa de un pastor manejó varios kilómetros para asistir a una conferencia. Acababa de empezar a recordar el abuso ritual satánico y estaba perpleja ante su incapacidad de llorar. No tenía recuerdos específicos de los acontecimientos, sólo imágenes vagas y leves. Le dije: «Tal vez no va a comprender esto, pero quiero que renuncie a la mentira que su llanto terminará en la muerte de alguien». Apenas lo hizo, una lágrima comenzó a correr por su mejilla.

Hay que renunciar a cada asignación específica. Como las maldiciones, las asignaciones que se dan durante los ritos. Por ejemplo, estaba trabajando con una víctima en el área del perdón y cuando llegó a su madre no la podía perdonar. No era porque no quería hacerlo, sino que había una experiencia en particular con la que no se podía conectar emocionalmente. 

Ya había perdonado a su padre, quien la había llevado a los ritos, un proceso muy emotivo y doloroso que duró mucho tiempo en realizarse. Podía recordar con claridad una experiencia en que su padre la violó y ella clamó a su madre para que la rescatara, pero no lo hizo. Era como si contara la historia de otra persona, porque no se podía conectar emocionalmente con la experiencia (por lo general, cuando describen la experiencia hay muchísima emoción en el relato, porque no sólo la recuerdan, sino que la viven).

No pudimos resolverlo, así que proseguimos con los demás nombres de su lista, lo que casi nunca me gusta hacer; llegó al nombre de una mujer a quien recordó del abuso ritual satánico y de quien dijo: «Me la asignaron como mi madre». «¡Eso es!», exclamé. «Renuncie a esa asignación». Manifestó:
«Renuncio a la asignación de esa mujer como mi madre y declaro que solamente tengo una madre que es (nombre)».
Tan pronto lo dijo empezó a llorar histéricamente:
«¡Mi madre me abandonó!» Pasó los siguientes diez minutos reviviendo el horror de su madre rescatando de su padre a su hermano, sin rescatarla a ella.

Otra persona recordó que se le asignó una familia como sus padres satanistas y al hijo de ellos como su esposo. Esta era una familia eminente en la iglesia donde se crió. Tampoco tenía libertad emocional para llorar ni sentir algo profundamente. El hijo la embarazó y el bebé fue abortado y sacrificado. 

Cuando lloró histéricamente, le pusieron en brazos otro bebé. Le dijeron que ese bebé también moriría si ella lloraba. Apenas pudo renunciar a esa mentira tuvo libertad para sentir emociones y llorar. También renunció al que le asignaron como su marido. Cuando salió de mi oficina, me dijo: «Ahora me puedo casar, ahora puedo tener hijos». Mientras no se recuerden esas asignaciones y se renuncien a ellas, seguirán atando a las personas.

Una señora recordó una asignación que le dieron cuando estaba apenas en el cuarto grado de primaria. Un niño en el grupo iba a ser su marido y ellos debían procrear un hijo. Cualquier otro hombre la rechazaría y cualquier otro vástago sería asesinado.

Con el tiempo, la señora se casó con otro hombre, pero sentía paranoia de que él la iba a rechazar y temía tener hijos. Cuando la insté a renunciar a esa asignación, se aterrorizó. Me dijo que no lo podría hacer. Le aseguré que no sólo podía, sino que debía hacerlo. Más tarde me enteré que su mente era bombardeada de mentiras y visiones de bebés moribundos. 

Le dije:
«Esto nada tiene que ver con algún bebé en el futuro; sólo tiene que ver con su libertad actual». Le dije que Dios protegería a cualquier descendencia en el futuro. 

Renunció a la asignación, rompió la fortaleza satánica y cayó hecha un mar de lágrimas. Ahora tiene la libertad para tener bebés, entendiendo por qué no la tenía antes.

Conforme el Espíritu Santo trae recuerdos a la mente, le pido a la persona que renuncie a las mentiras y a las asignaciones, que proclame la verdad y que acepte solamente la voluntad de Dios para su vida

Esto se debe hacer específica y verbalmente conforme los recuerdos lleguen a la mente.
Sólo el Señor puede liberar a los cautivos
En la medida en que tratamos de ayudar a otros, encontraremos que cada caso es diferente y en cada circunstancia tendremos que esperar pacientemente al Señor y confiar en su dirección porque Él es el único capaz de liberar a los cautivos. Nuestro papel es colaborar con Dios para ayudar a sus hijos a encontrar su identidad y su libertad en Cristo.

En este libro usted ha leído las historias de varias personas muy queridas, que clamaban a Dios con desesperación en busca de su libertad. Le pido a Dios que estos relatos le ayuden a comprender lo que sucede con mucha gente en su iglesia. Quizás a usted le esté sucediendo y es mi oración que hayamos podido darle alguna esperanza y dirección para encontrar la libertad que Jesús compró para usted en la cruz. ¡Dios le ama y quiere que sea libre en Cristo!

Un último testimonio … pero este lo reconocerá del Salmo 18:16–19:
Envió desde lo alto y me tomó; me sacó de las aguas caudalosas. Me libró de mi poderoso enemigo y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo. Se enfrentaron a mí el día de mi desgracia, pero Jehová fue mi apoyo. Él me sacó a un lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí.

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