viernes, 7 de agosto de 2015

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


PREPARACIÓN DE SERMONES
3JUAN 1-4
  1. El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad. 
  2. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 
  3. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. 
  4. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.



V. 1. El anciano (V. “Paternidad Literaria” en la Introducción) saluda al destinatario de esta carta en forma breve y afectuosa. 

Este saludo es diferente a la mayoría de los que aparecen en las epístolas del N.T., en que le falta expresar el común deseo de gracia y paz. 

Sin embargo, la despedida incluye la expresión “la paz sea contigo” (v. 14).

La expresión el amado trad. las palabras gr. tō agapētō, que se derivan del vb. agapaō (amo). El espíritu de amor cristiano prevalecía en la actitud del anciano hacia Gayo. Y ese era precisamente el espíritu que debía caracterizar la actitud de Gayo hacia los predicadores itinerantes como Demetrio. En otras tres ocasiones, el escritor se dirige a Gayo usando este mismo significativo término (vv. 2, 5, 11).

Además, el amor del apóstol por Gayo se basaba en la verdad, i.e., era genuino y de acuerdo con la verdad de Dios. De la misma forma, Gayo debía expresar su amor cristiano ofreciendo una hospitalidad que apoyara la verdad (cf. v. 8). Como en las dos anteriores epístolas de Juan, el argumento de esta carta está dominado por el interés del escritor de que existiera la verdad y el amor en la experiencia cristiana de sus lectores (“verdad”: vv. 1, 3 [dos veces], 4, 8, 12; “verdadero”: v. 12; “amor”: vv. 1, 6).

V. 2. El anciano se sentía complacido por la condición espiritual de Gayo y deseaba que pudiera estar igualmente bien en lo físico. Como lo muestran los vv. 2–6, Gayo era evidentemente un extraordinario hombre espiritual. Las palabras yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma no es una expresión simple y convencional de buenos deseos. 

El apóstol estaba interesado en el bienestar temporal de otros, no tan sólo en su prosperidad espiritual. Seguramente debió haber aprendido esto de Jesús mismo, cuya preocupación por los problemas físicos de la gente se pone de manifiesto en los cuatro evangelios. Sin duda, este es un aliciente bíblico para los cristianos de hoy, para que oren por las necesidades temporales de sus compañeros.

V. 3. El anciano sintió mucho gozo (cf. v. 4) al saber, por algunos hermanos, acerca de la fidelidad de Gayo hacia la verdad. Las palabras dieron testimonio de tu verdad son una trad. lit. del gr. El apóstol estaba diciendo que él había oído que Gayo era un hombre de la verdad. Muy posiblemente, los “hermanos” que llevaron ese testimonio a Juan habían disfrutado de la hospitalidad de Gayo, la misma cosa que el escritor estaba solicitando en favor de Demetrio (v. 10). Las palabras de cómo andas en la verdad, detallan lo que los “hermanos” habían dicho de Gayo. El estilo de vida de Gayo (su “andar”) era consistente con la verdad de Dios.

V. 4. Nada hacía más feliz a Juan (cf. v. 3) que oir que sus hijos andaban en la verdad. Esta expresión es similar a la de 2 Juan 4. Es posible que Juan, al referirse a Gayo como uno de sus hijos, dijera que éste era uno de sus convertidos (cf. el uso que Pablo hace de esta misma idea en 1 Co. 4:14; Gá. 4:19; Fil. 2:22). Por otra parte, el anciano apóstol pudo simplemente haber considerado desde una perspectiva de padre—con interés paternal—a los que él ministraba.


  1.      El saludo del anciano, v. 1
De acuerdo a lo expresado en la Introducción, el anciano (presbuteros 4245) no es otro que el apóstol Juan, quien goza de suficiente autoridad pastoral para formular atinados comentarios de lo que está ocurriendo en las diferentes iglesias del Asia Menor. A diferencia del apóstol Pablo, Juan no incluye su nombre en sus escritos ni las expresiones “apóstol” o “siervo”. La tradición y la patrística, mayoritariamente, no han titubeado en asignar estos escritos al apóstol Juan. Un Juan lleno de bondad pero también muy consciente de lo que significa la sana doctrina y el orden que debe imperar en la iglesia del Señor.

  2.      El líder encomiado, v. 2
Los primeros cuatro versículos son suficientes para formarnos una clara imagen de quién era este dirigente cristiano. 

Todo indica que Gayo era el principal líder de la iglesia local, temporalmente confundido por lo que está ocurriendo en su congregación en relación con el pobre sentido de la hospitalidad, que algunos quieren darle, y el mezquino espíritu de uno de ellos que se quiere exaltar injustificadamente (vv. 5–9).

Como ocurre también en otros casos, no tenemos mayores informaciones de este receptor epistolar a quien Juan distingue y agradece por lo que está haciendo. La expresión repetida amado (agapetos27), (vv. 1, 5, 11) no es tan solo una palabra de cortesía o trato paternal de un pastor experimentado en la obra de Dios, sino que obedece al sentir íntimo de Juan para reconfortar y apoyar a su consiervo en los momentos difíciles que vive. 

Una palabra de amistad dada oportunamente vale mucho y, si es delicada, vale el doble. Aun dando consejos o corrigiendo intenciones (vv. 6b, 8, 10a), el pastor Juan lo hace con amor y optimismo; nunca para descalificar. Así, todo marcha mejor. Juan sabía que Gayo estaba bien anímicamente al decirle que su alma (psuce5590) prosperaba (v. 2b).

  3.      La alegría del buen testimonio, vv. 3, 4
Más que por uno mismo, el buen testimonio se capta por otros. Razón tenía el proverbista al decir: “Deja que sean otros los que te alaben; no está bien que te alabes tú mismo” (Prov. 27:2, DHH). 

El excesivo uso del yo, inevitablemente, se torna odioso a los demás. El Apóstol está feliz porque fueron los hermanos en la fe los que daban testimonio de tu verdad, es decir, de cómo andas en la verdad (comp. BJ, “vives según la verdad”). Los informantes nada habían ocultado al Apóstol acerca del proceder de Gayo en la iglesia y la respetuosa conducta que irradiaba como líder de la misma. 

“Andar en la verdad” no solo era la práctica de Gayo, sino también oír que mis hijos andan en la verdad (v. 4). El estilo paternal del anciano al hablar de mis hijos es manifiesto a causa de sus no disimulados elogios para Gayo y para quienes estaban observando una calidad de vida digna de imitar, porque esto es lo que quiere Dios (comp. 2 Jn. 4). Imaginar que Gayo hubiese sido calumniado ante Juan, como lo supone Weiss, es demasiado apresurado; de otro modo, Juan lo hubiese hecho notar de la misma forma como lo hizo con la conducta observada por Diótrefes (vv. 9, 10). Gayo no necesitaba ser consolado, sino apoyado. Y eso fue lo que hizo el Apóstol.



BOSQUEJO HOMILÉTICO

El valor del testimonio cristiano
3 JUAN V. 3
Introducción: El testimonio cristiano es de gran valor en medio de los que no conocen al Señor, porque …
        I.      Autentica las palabras de las Escrituras.
    1.      El mundo necesita ver el poder del evangelio.
    2.      La vida transformada da crédito a las Escrituras.
    3.      El testimonio pone en acción la verdad.

        II.      Glorifica el nombre de Dios.
    1.      El creyente proclama con su vida la gracia de Dios.
    2.      La vida redimida es un canto de alabanza a Dios.
    3.      El testimonio impulsa a otros a conocer a Jesús.

        III.      Modifica la opinión de otros.
    1.      La familia se sorprende de la nueva conducta.
    2.      La sociedad reconoce la vida transformada.
    3.      La iglesia jubilosa enaltece el poder y amor de Dios

        IV.      Magnifica la obra redentora.
    1.      Derrumba los argumentos de los incrédulos.
    2.      Ridiculiza las doctrinas humanas de salvación.
    3.      Despierta nueva pasión por las almas perdidas.

Conclusión: Necesitamos el testimonio cotidiano de los creyentes en medio de un mundo perdido.



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