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miércoles, 1 de abril de 2015

Dios usa las pruebas para que aprendamos a confiar en Él. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, nos enojamos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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                      Una Incredulidad Inconcebible



Exodo 15:22–18:17

La Biblia presenta una larga lista de personas que demostraron su fe en Dios frente a las circunstancias más adversas de la vida. Muchos aparecen como “héroes de la fe” (Hebreos 11). Su convicción llegaba a tal grado que llegaron a estar dispuestos a sacrificar a sus propios hijos y a renunciar a sus familias para ir a tierras extrañas en obediencia a Dios.
Es importante notar que Israel, como nación, no llena los requisitos indicados para ser incluída en dicha lista. A pesar de las abundantes evidencias del cuidado y de la protección de Dios, ellos siguieron dudando y quejándose. Mostraron una incredulidad permanente a pesar de todo lo que Dios había hecho por ellos.
Después de sacarlos de la esclavitud en Egipto, Dios, como el nuevo Señor del pueblo redimido, se reveló ante ellos para enseñarles las nuevas demandas que El exigiría. Se reveló de tres maneras: primero, informalmente, por medio de sus experiencias en el viaje a Sinaí (13–18); después se reveló por medio de la ley (19–24); y finalmente, se reveló a través del tabernáculo (25–40).
En las primeras dos etapas del viaje, Israel había observado la dirección y protección de Dios. Esta obra divina les había ido convenciendo de que debían confiar en Jehová y someterse a Su autoridad. Sin embargo, este efecto no duró mucho. Ya para la tercera etapa del viaje, las nuevas pruebas en lugar de aumentar su confianza en Dios, resultaban en mayores dudas y murmuraciones.

A PESAR DE TANTAS EVIDENCIAS
DE SU CUIDADO Y PROTECCION
ISRAEL TODAVIA NO CONFIABA EN DIOS
TODAVIA SE QUEJABA EN CADA PRUEBA

CUATRO PRUEBAS DE FE:

La Primera Prueba: La Falta de Agua 15:22–27
Después de cruzar el mar, se enfrentaban al primer problema: la falta de agua. El pueblo llevaba tres días viajando por el desierto sin agua. Las condiciones a las que está expuesta una persona que viaja en el desierto son críticas, comenzando por la deshidratación. El pueblo estaba cansado, débil por la falta de alimento apropiado y, por supuesto, por la falta del agua.
Al fin llegaron a un lugar donde podrían abastecerse de agua; este lugar se llama Mara. Pero al tratar de saciar su sed, se dieron cuenta de que el agua que tenían frente a sí era amarga.
En vez de confiar en Dios, comenzaron a murmurar y a quejarse contra Moisés (15:24). Por medio de Moisés, Dios indicó una solución. Ordenó a Moisés que tomara cierto tipo de madera y lo lanzara en el agua amarga. Cuando Moisés obedeció, el agua se endulzó.
Dios usó este incidente como una lección objetiva para enseñarle a Israel que si ellos le obedecían, El les sanaría de todas sus enfermedades (15:26). Este primer problema concluyó cuando Dios les concedió descanso y abastecimiento en Elim con doce fuentes capaces de proveer agua en abundancia.

DIOS LES PROVEYO DE AGUA EN ABUNDANCIA

La Segunda Prueba: La Falta de Comida 16:1–36
Pocos días después se presentó otro problema: la falta de alimento. Dios usó estas pruebas para que aprendieran a confiar en El. Sin embargo, en vez de confiar en Dios, de nuevo se enojaron con Moisés. Al empezar a dudar, volvieron a murmurar. Culparon a Moisés por todos los problemas que estaban sucediendo (16:2–3).
Dios prometió proveer pan del cielo, pero el pueblo tendría que manifestar su dependencia, recogiéndolo conforme a Sus normas divinas (16:4–5). La regla en cuanto al sábado demostraba que esta dieta especial provenía de Dios.
Durante seis días de la semana, sólo podían recoger la porción de un día. Al acaparar más, el resto se agusanaba (16:14–21). Sin embargo, para el séptimo día tenían que recoger una porción doble y guardarla, porque en el día de reposo no habría maná (16:22–30). Siempre había algunos rebeldes que querían probar a Dios. Ellos tuvieron que sufrir las consecuencias naturales de su desobediencia. Así que, todas las semanas, mediante la provisión divina, el pueblo recordaba que era Dios Quien les enviaba el sustento diario. De esta manera vieron la importancia de depender de El y obedecerle.
Además del maná que Dios proveía cada mañana, les dio carne para la primera noche. Inició su provisión con codornices para la cena. De esta manera Dios suplió abundantemente sus necesidades alimenticias. Esta provisión divina serviría para recordarles durante los siguientes cuarenta años, el cuidado de Dios, la importancia de confiar en El y la necesidad de obedecer Su Palabra.

DIOS LES PROVEYO LA COMIDA

¡PENSEMOS!

 ¿Cuál era el principal problema de Israel, que los hacía protestar y quejarse constantemente? ¿Acaso las evidencias del poder de Dios no eran suficientes como para que confiaran totalmente en El?
 También hoy en día muchos de nosotros a menudo confiamos totalmente en nuestro trabajo para suplir nuestras necesidades, sin tomar en cuenta a Dios. Si perdemos el trabajo tratamos de arreglárnoslas como podamos para solventar nuestros problemas. Es sólo cuando ya no podemos, que buscamos la ayuda de Dios. Hasta entonces nos damos cuenta de que debemos depender de El en todo momento.
 ¿Cuántas veces, ante una necesidad grande, ha confiado plenamente en que Dios intervendría? ¿Será esta nuestra reacción acostumbrada? O, será más común murmurar y luchar para ver cómo podemos salir del problema por nuestra cuenta? Señale alguna ocasión cuando haya dejado el problema en las manos de Dios, y otra cuando haya luchado por su cuenta para resolverlo. ¿Qué diferencia ha visto en los resultados? ¿Cuál actitud es la más conveniente?

La Tercera Prueba: Vuelve a Faltar el Agua 17:1–7
A pesar de la diaria provisión de la comida, poco tiempo después volvió a faltar el agua (17:1). Esta era una nueva oportunidad para seguir confiando en Dios, la situación lo ameritaba. Sin embargo, volvieron a dudar y a quejarse contra Moisés (17:2–3). Pero a pesar de la incredulidad del pueblo, Dios proveyó el agua necesaria (17:4–7). Una vez más utilizó a Moisés para dar agua a Israel. Moisés golpeó la peña en Horeb y hubo agua en abundancia para que todo el pueblo bebiera.

DIOS VOLVIO A PROVEER AGUA

El apóstol Pablo comentó acerca de este incidente en 1 Corintios 10:1–13. Señala la importancia de evitar la actitud del pueblo de Israel. De esta experiencia podemos aprender por lo menos tres lecciones. En primer lugar, se destaca la importancia de confiar en Dios. En segundo lugar, tenemos un ejemplo de lo que la dureza de corazón puede hacer, aun en medio del pueblo de Dios. Finalmente, se observa el peligro de una congregación mixta. Había entre ellos muchas personas que no confiaban personalmente en Dios; su influencia corrompió a los demás.

¡PENSEMOS!

 También nosotros debemos estar atentos a estas tres lecciones de la historia del pueblo de Dios. Haga una lista de las tres lecciones. Señale circunstancias actuales en que su vida espiritual pudiera estar afectada por cada una de ellas. ¿Qué hay que hacer para evitar estos peligros?.

La Cuarta Prueba: La Confrontación del Enemigo 17:8–15
Mientras acampaban en Refidim, los israelitas tuvieron que afrontar por primera vez la presencia de un enemigo. Fueron atacados por los amalecitas (17:8). Para demostrar que Dios peleaba por ellos y que la victoria era Suya, Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre de un monte, mientras que Josué permaneció abajo con los hombres para pelear.

DIOS PELEABA POR ISRAEL

Dios utilizó a Moisés para darle la victoria a Israel. Al sostener Moisés la vará de Dios en alto, Israel ganaba; al bajarla, prevalecía Amalec. Por eso, Aarón y Hur tuvieron que ayudarle a Moisés a sostener los brazos en alto. Fue necesario que Moisés se sentara sobre una roca para aguantar en esta posición. De esa manera Dios les demostró que la victoria era Suya (17:9–13).
Dios ordenó que la historia quedara grabada. Borraría del mapa a los amalecitas, pero no quería que fuera olvidada Su intervención divina cuando pelearon contra los israelitas (17:14–16). Fue así que se edificó allí un altar con el nombre de “Jehová-nisi”, que quiere decir “Dios es mi estandarte” para que se acordaran siempre de que Dios sería su protector en las batallas. La fidelidad de Dios en esta lucha habría de aumentar su confianza en El en batallas posteriores.

DIOS CONTROLA LA HISTORIA
AUN FRENTE A LOS ENEMIGOS PAGANOS
MAS FUERTES

LA VICTORIA DEPENDE DE LA CONFIANZA
EN DIOS Y LA OBEDIENCIA A SUS CONDICIONES

DELEGACION DE RESPONSABILIDADES 18:1–27

A medida que Moisés seguía su marcha por el desierto junto con el pueblo de Israel, Dios le concedió muchas victorias. No obstante, era obvio que cada vez le era más difícil llevar la administración, de todos los asuntos del pueblo por sí mismo. Dios utilizó la visita de su suegro para darle un sabio consejo.
Jetro tenía conocimiento de las grandes proezas que Dios había obrado a través de Moisés. Venían con él la esposa de Moisés y sus dos hijos (18:1–6). Moisés le contó todo lo que Dios había hecho por Israel. Al escuchar la historia, Jetro alabó a Jehová y lo reconoció como el Dios soberano, mayor que todos los dioses.
Al día siguiente, mientras Jetro observaba las actividades que realizaba Moisés, se dio cuenta de que Moisés administraba todo sin ayuda de los demás (18:13–14a). Así que, le dio un consejo lleno de sabiduría; debería buscar hombres idóneos para compartir el trabajo con ellos (18:14b–27).
Jetro le hizo dos preguntas claves. Primero quiso saber qué hacía. Esta pregunta se refería a sus prioridades. En seguida, Jetro quiso saber por qué lo hacía todo sin ayuda. Ambas preguntas son legítimas para cualquier ministerio en la obra de Dios. Tenemos que preguntarnos qué estamos haciendo y por qué no nos están ayudando otros, si es el caso.
La respuesta de Moisés parece lógica e incluso bastante común; “Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios”. Es decir, Moisés contesta que él atiende a todos porque lo buscan … ¿Qué más puede hacer? Moisés necesita ayuda; necesita un plan para ser librado del yugo de los deseos de la multitud. La solución es precisamente entrenar a otros para que le ayuden en su ministerio.
Jetro mismo reconoció la importancia de cumplir con dos condiciones fundamentales para que el plan resultara. En primer lugar, Dios tenía que aprobarlo. No importa qué tan bueno parezca un plan humano, éste no resultará sin el consentimiento de Dios (18:19a y 18:23). La segunda condición que Jetro señalo fue que el plan sólo habría de producir el fruto deseado si los hombres elegidos eran hombres espirituales, dignos de confianza (18:21). De no ser así, tampoco resultaría.
Moisés, el líder del pueblo de Israel debía establecer dos prioridades fundamentales para su ministerio personal. Tendría que dedicarse a la intercesión por los demás (18:19). Además, debería capacitar a los discípulos elegidos (18:20). Cuando se presentara un caso difícil para Ios otros, Moisés podría juzgarlo, así ellos aprenderían de su ejemplo.
El sistema administrativo resultó impresionante. Si se añadían a estos líderes los doce príncipes de cada tribu más los setenta aocianos, suponiendo que los jefes de diez fueran responsables por diez jefes de familia, tenemos un plan de discipulado realista. Ningún líder tendría que responsabilizarse por enseñar a más de doce personas. ¡Desde los días de Moisés ya existía un plan de discipulado personal! Esto posibilitó el crecimiento espiritual de más de dos millones y medio de personas. Muchos líderes que se encuentran saturados de trabajo en la obra de Dios hoy, podrían aprovechar esta lección. Dios nunca pidió que el líder espiritual llevara toda la carga sin ayuda.

  EL LIDER ESPIRITUAL TIENE DOS PRIORIDADES FUNDAMENTALES:
   *      INTERCESION-ORACION
   *      CAPACITACION-DISCIPULADO

¡PENSEMOS!

 ¿Tiene usted alguna responsabilidad dentro de la iglesia? Vale la pena que considere las preguntas de jetro: “¿Qué está haciendo?” “¿Por qué lo está haciendo solo?”
 Dedique unos minutos para definir las prioridades que usted ha tenido en su ministerio. ¿Qué está haciendo para la obra de Dios? ¿Es usted víctima de muchos que lo asedian, o controla su trabajo de acuerdo con sus dones? Si no ha tenido ningún ministerio en la iglesia todavía, ¿qué cree que Dios desea que usted haga?
 ¿Está llevando a cabo su ministerio a solas? ¿Quién más podría ayudarle en este ministerio? Anote por lo menos un nombre de alguien a quien pudiera involucrar y capacitar. Empiece a orar por esta persona y busque las oportunidades para involucrarla y capacitarla.
 ¿Habrá alguna otra implicación para su propio ministerio basada en el consejo de Jetro? ¿Qué más debe hacer?

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domingo, 29 de marzo de 2015

Mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto: La incredulidad, plaga espiritual que contagia

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Jehová Pelea por Israel

Exodo 13:17–15:21

“¿Por qué has hecho así con nosotros que nos has sacado de Egipto?”

“¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto?”

Mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto”.

¿Qué le había sucedido a Israel, que después de unos cuantos días de ver la gran salvación que Dios les dio de Egipto, comenzaron a hablar asi? ¡Qué fácil es olvidarse de lo que Dios ha hecho!
Nuevamente el pueblo de Dios había dejado de confiar en su Salvador. La incredulidad corría entre ellos como si fuera otra plaga. Ya estaban listos para volver a la esclavitud de la cual Dios les había librado. Dios tuvo que enseñarles que Quién les sacó de la esclavitud sería capaz asimismo de protegerles en la lucha contra el enemigo.
Partiendo desde el Génesis, el libro del Exodo describe el nacimiento de Israel como nación. Explica cómo Dios controló la historia, aun en una tierra pagana, y cómo utilizó las circunstancias allí dadas para formar a Israel y constituirle en una nación.
Dios les libró de la esclavitud y les estableció como Su pueblo. Los redimió y los hizo pertenencia Suya. Concertó un pacto que gobernaría su relación con El y entre ellos mismos. Les proveyó de un lugar donde pudieran gozar de comunión con El y adorarle por sus manifestaciones de amor hacia Israel.
El Exodo fue escrito para que Israel, al darse cuenta de todo lo que Dios había hecho por ellos, reconociera su deuda para con Dios, así como su necesidad de depender de El. Tal reconocimiento habría de motivarles a confiar en Jehová, a servirle y adorarle. Al someterse voluntariamente al Dios que tanto les había bendecido, le glorificarían y atraerían a las demás naciones a El.
Los primeros capítulos del libro describen los eventos por medio de los cuales Dios redimió al pueblo de la esclavitud en Egipto (1–13:16). La sangre derramada sirvió para salvar a los israelitas del juicio divino sobre los primogénitos de los egipcios. Mediante la redención efectuada por Dios, Israel llegó a pertenecer a Dios. El habría de ser reconocido como su Señor a partir de ese momento.
A través de tal manifestación del poder de Dios, se dio a conocer la naturaleza de Dios, Su carácter, Su persona, Sus atributos y Sus obras. También se comprendió la necesidad de obediencia que el pueblo de Dios ha de tributarle por la grandeza de Sus obras.
Ahora Israel se encontraba en el desierto. Estaban listos para emprender su viaje a la tierra prometida. El recorrido se nos presenta en tres etapas: su viaje hacia el mar (13:17–14:14); el viaje a través del mar (14:15–15:21); y finalmente, el viaje a Sinaí (15:22–18:27).

EL VIAJE HACIA EL MAR 13:17–14:14

La Ruta de Israel 13:17–22
Después de describir el acto de redención de parte de Dios, el autor narra el viaje desde Egipto hasta el monte de Sinaí. La primera etapa tiene que ver con los eventos que ocurrieron a lo largo de su marcha hacia el mar.
Dios no guió a Israel hacia la tierra prometida por el camino más corto. Los llevó por una ruta mucho más larga que atravesaba el desierto. No los guió por el camino corto, ya que de ser así, hubieran tenido que pasar por la tierra de los filisteos y hubiera sido necesario enfrentarse aellos. Los israelitas aún no estaban listos para la guerra. Es probable que al darse cuenta de la posibilidad de presentar batalla, hubieran optado por regresar a Egipto antes que enfrentarse a un pueblo guerrero. Necesitaban más tiempo y experiencia en el desierto antes de estar listos para tales hostilidades (13:17–18). Después de los años de lucha para sobrevivir en el desierto, estarían mejor preparados para pelear y tomar posesion de la tierra prometida.

DIOS NO LOS LLEVO POR EL CAMINO CORTO
LOS LLEVO PRIMERO POR EL DESIERTO

¡PENSEMOS!

 Israel quería una vida menos esforzada. No deseaban más luchas. Por su parte, Dios sabía que ellos necesitaban la experiencia en el desierto para prepararse para la conquista de la tierra prometida. Tuvieron que aprender a confiar en Dios en las pruebas diarias antes de enfrentarse en la guerra con sus enemigos.
 La vida cristiana es así. Queremos una vida poco esforzada, mientras que Dios sabe que necesitamos las pruebas para madurar y prepararnos para la batalla espiritual. Por lo tanto, El nos manda pruebas para perfeccionarnos.
 Señale alguna ocasión en que Dios le haya mandado una prueba aparentemente difícil en ese momento. ¿En qué forma le preparó esta prueba para la guerra espiritual? ¿Está pasando por alguna prueba difícil ahora? Tal vez todavía no puede ver cómo Dios utilizará esta prueba para prepararle para la batalla. Acepte por fe el buen propósito de Dios en esta prueba. Dele gracias a Dios porque todas las cosas—incluyendo esta prueba—nos ayudan a bien (Romanos 8:28). Dios sabe la mejor manera de prepararnos.

Como un paréntesis a este recorrido, se nos presenta el cumplimiento del deseo de José. Moisés estaba consciente de la promesa que José había hecho jurar a sus hijos, antes de su muerte. Por eso, cuando Israel salió de Egipto, los huesos de José fueron con ellos. José sabía que Dios había prometido un futuro glorioso para Su pueblo. No quería permanecer en Egipto cuando se cumpliese la promesa (13:19).
Dios no dejó que los israelitas buscaran su propio camino en el desierto. El iba con ellos para guiarles. Se manifestó mediante una columna de nube de día y como una columna de fuego de noche. Les sirvió como recordatorio continuo de Su presencia con ellos y como base para asegurarse de Su protección en las circunstancias difíciles (13:20–22).

DIOS NO LES DEJO BUSCAR SU PROPIO CAMINO
EL FUE CON ELLOS PARA GUIARLES

¡PENSEMOS!

 Aunque no gozamos de la misma manifestación física de la presencia de Dios. El está con nosotros para guiarnos hoy, tal como lo hizo con Moisés. No es necesario que pasemos horas buscando la voluntad de Dios; ¡Su voluntad no se ha extraviado! Dios nos ha enseñado el camino por el cual desea que andemos. Su Espíritu reside en nosotros y nos da la convicción segura de la voluntad de Dios para nosotros. Esta dirección siempre llega en el momento preciso. Dios sólo espera que estemos disponibles y en actitud de obediencia ante lo que nos pide.
 ¿De qué manera le ha mostrado Dios Su voluntad en el pasado? ¿Qué desea Dios que usted haga ahora?¿Cómo se lo ha indicado? ¿Está dispuesto a obedecer?

La Persecución del Faraón 14:1–9
A pesar de las plagas que habían demostrado la superioridad de Jehová al poder del faraón y los dioses de Egipto, el faraón no se había dado por vencido. Aunque había autorizado la salida de Israel, no había pensado en todas las implicaciones del caso. Al recapacitar, se dio cuenta de que tenía un problema. Había dejado salir a una gran parte de la fuerza laboral que sostenía a Egipto. ¿Quién haría ahora todo ese trabajo? Fue así como el faraón se decidió a perseguir al pueblo de Israel.

El plan de Dios 14:1–4
El cambio de parecer del faraón no sorprendió a Dios. Había formado parte de Su plan desde el principio. El plan de Dios era que los ejércitos del faraón salieran y fueran derrotados. Al destruir al ejército de Egipto, Dios manifestaría Su superioridad y sería a la vez glorificado.

DIOS SERIA GLORIFICADO
POR MEDIO DEL REBELDE FARAON

El plan del faraón 14:5–9
Dios comenzó a dirigir a Israel de tal forma que el faraón creyó que erraban perdidos en el desierto. El faraón decidió aprovechar la situación para sorprenderlos. Organizó a su ejército y sus carros de guerra para ir tras ellos y les dio alcance a la orilla del mar.

EL Temor de Israel 14:10–14
Desde cualquier punto de vista humano es evidente que el pueblo de Israel no tenía posibilidad alguna de escapar. El faraón estaba convencido de que sería una victoria fácil. Los israelitas opinaban lo mismo. Estaban atemorizados, sabedores de que no tenían escapatoria (14:10–12).

ISRAEL NO TENIA POSIBILIDADES DE GANAR

El miedo y la desconfianza les hicieron murmurar. Se quejaron en contra de Moisés en la presencia de Dios. Decían que hubiera sido mejor quedarse en Egipto como esclavos que morir de esa manera en el desierto.
Moisés les respondió con una gran promesa. Si ellos permanecían quietos, verían una manifestación de la mano poderosa de Dios. Jehová pelearía por Su pueblo; nunca más volverían a ver a estos egipcios (14:13–14).

¡PENSEMOS!

 Antes de criticar a Israel por su incredulidad, reconozcamos cuán fácil es caer en la misma trampa hoy. Ellos evaluaron la situación desde la perspective del mundo. No la vieron desde el punto de vista de Dios. Cuando estamos frente a situaciones difíciles, ¿cómo respondemos? Normalmente reaccionamos en la dimensión humana. Olvidamos que tenemos un recurso sobrenatural disponible. Nos es difícil apreciar la situación desde la perspectiva de Dios.
 Describa alguna circunstancia en que usted haya reaccionado así. ¿Cuál fue el resultado? ¿Qué debió haber hecho? ¿Qué principios aprendió de esa situación, o de la experiencia de Israel frente al mar, que debe poner en práctica en su vida? ¿Frente a qué situación difícil en la actualided debe usted aplicar estos principios? Específicamente ¿qué debe hacer?

EL VIAJE A TRAVES DEL MAR 14:15–15:21

Después de escuchar la promesa de que Dios les protegería, los israelitas comenzaron la segunda parte del viaje a Sinaí. Dios les mandó cruzar el mar en tierra seca.
A pesar de que la tradición señale que el mar al que se hace referencia en este pasaje es el Mar Rojo, hay algo de duda en cuanto a la ubicación exacta del lugar. El nombre dado al mar es Yam Suf, que significa “el mar de las cañas”. Aunque este título se ha usado para describir al Mar Rojo, su distancia al sur lo hace poco probable.
Normalmente se ha identificado este nombre con un río o lago en la región del Suez moderno, más cerca de Gosén. El problema de la ubicación exacta del lugar no es un argumento suficiente para negar la naturaleza del milagro, como hacen algunos hoy en día. Sea como sea, había suficiente agua allí como para acabar con el ejército del faraón.

La Promesa de Dios 14:15–18
Dios prometió dividir las aguas para que los israelitas pudieran pasar sobre tierra seca. A pesar de la evidente mano de Dios, que abrió el mar para defender a Su pueblo, los egipcios tuvieron la osadía de intentar aprovechar el milagro y cruzar para ir en pos de ellos.
Dios había prometido aprovechar el suceso para Su gloria. y así fue. Derrotando a los egipcios allí mismo, Dios cumplió Su promesa en una forma tan extraordinaria que algunos todavía se sienten obligados a negar la naturaleza histórica de los hechos.

“Y SABRAN … QUE YO SOY JEHOVA,
CUANDO ME GLORIFIQUE EN FARAON …”

La Provisión de Dios 14:19–22
La columna de nube se constituyó en un instrumento de doble propósito. Del lado de los egipcios había una oscuridad que les impedía continuar la persecución de los israelitas, mientras que del lado de Israel, la nube les iluminaba, permitiéndoles cruzar el mar. De manera que, la nube vino a ser una especie de muralla entre los dos grapos (14:19–20).

  LA MISMA NUBE:
   *      OSCURECIO EL PASO DE LOS EGIPCIOS
   *      ALUMBRO EL CAMINO DE LOS ISRAELITAS

Moisés obedeció el mandamiento de Dios y alargó su mano sobre el mar con fe. Dios cumplió Su promesa enviando un fuerte viento para dividir las aguas. El viento secó la tierra para, que Israel atravesara el mar (14:21–22). Para que pasaran más de dos millones de personas en una noche, se tendría que abrir el paso a una anchura de por lo menos dos kilómetros. Este no era un evento común. Dios estaba manifestando Su poder.

La Persecución de los Egipcios 14:23–25
Cuando los egipcios vieron lo que Israel había hecho, decidieron perseguirles. Todavía no se habían convencido de que estaban combatiendo contra el Dios del universo.
Cuando el ejército del faraón estaba en medio del mar, se encontró con un gran problema. Sus carros estaban atascados y fuera de control. Decidieron que lo mejor sería regresar y escapar, antes de que Dios los destruyera.

La Destrucción de los Egipcios 14:26–28
¡Era demasiado tarde para arrepentirse! Ya no pudieron regresar. Antes de que pudieran salir del agua, Moisés extendió su mano sobre el mar de nuevo. Las aguas volvieron a su estado normal y los sepultaron. Ninguno escapó del juicio de Dios.

NO SE PUEDE RECHAZAR LA ADVERTENCIA
DE DIOS Y SALIR ILESO

Aunque una relación de los datos con los hechos históricos conocidos resulta difícil de precisar, existen evidencias suficientes para establecer una posible identificación entre la historia secular y la historia narrada en el libro del Exodo. Hay que tomar en cuenta que ningún rey mandó escribir las crónicas de sus derrotas. El faraón del Exodo no fue una excepción en este sentido.
Amenhotep II reinó en Egipto de 1450 a 1423 a.C. Se le conoció como un recio militar muy dado al deporte. Este monarca siguió en el poder de su imperio otros 22 años después de la fecha que se le atribuye al éxodo. Sin embargo, en los últimos 20 años de su reinado no hay evidencia de ninguna campaña militar significativa.
El relato del Exodo no menciona que el faraón mismo haya estado presente cuando murieron sus soldados en el mar. Sabemos que él los organizó y los envió. Tal vez hasta inició la marcha con ellos. Su ejército persiguió a los israelitas, pero no sabemos a ciencia cierta si el faraón les acompañaba. Se sabe que él siguió dominando Palestina y Siria después de esa fecha, pero sólo por la vía diplomática. ¿Por qué no siguió expandiendo sus dominios mediante campañas militares? La respuesta del Exodo nos ayuda a explicarlo.
Tutmés IV (1423–11), el hijo de Amenhotep II, aparentemente no fue el heredero legítimo al trono. Escribió un informe de cómo de joven había limpiado la esfinge, quitándole la arena. Soñó que esto complació a los dioses y le dijeron que, aunque no era el hijo mayor, llegaría a ser faraón. ¿Cómo ocurrió? La historia no nos lo dice. Se podría explicar por la muerte de los primogénitos descrita en el Exodo. Llama la atención el hecho de que Tutmés IV no se haya involucrado en campañas militares de importancia. No pudo contra la anarquía que surgió en Palestina por parte de los “invasores extranjeros” durante su reinado.
Amenhotep III (1411–1375) no intentó extender sus fronteras. Aprovechó las alianzas diplomáticas para mantener el poder sobre sus territorios. Durante su reinado perdió influencia en el norte de Siria y en algunas partes de Palestina. Resulta interesante que por varias décadas posteriores a la fecha del éxodo, la influencia militar internacional de Egipto haya disminuido notablemente en comparación con años anteriores. Además, durante esta época perdieron el dominio sobre Palestina. El cambio coincide con el tiempo de la entrada de Israel a la tierra prometida.
Dios presenta al faraón como un ejemplo perpetuo del peligro de la incredulidad. hasta el fin, él siguió luchando contra todas las evidencias que le fueron presentadas. No se sometió a la autoridad de Dios porque él así lo determinó; no por falta de evidencias.
Al igual que el faraón, el hombre moderno cuenta con evidencias suficientes en el universo para reconocer el poder de Dios y someterse a El. Sin embargo, a pesar de tanta evidencia, los hombres rechazan la autoridad de Dios. Si no creen, es por que no quieren creer, no porque no puedan creer. Dios nos advirtió que así sería como podemos ver en Romanos 1:18–32 y 2 Pedro 3:3–15.
La advertencia del ejemplo del faraón nos debe enseñar por lo menos dos lecciones importantes. Para quienes no quieren reconocer la autoridad de Dios y someterse a El, les advierte el peligro que corren y el juicio venidero. ¡No siga luchando contra las evidencias! ¡Sométase a El hoy, antes de que sea demasiado tarde!
Para quienes confiamos en Dios, también nos recuerda la importancia de someternos diariamente a Su autoridad. Además, nos recuerda que cuando las circunstancias parecen negarlo, aún así Dios está en control de las mismas. El hace según Su voluntad. Al final, serán recompensados los que confían en El.

NUESTRO DIOS ESTA EN LOS CIELOS:
TODO LO QUE QUISO HA HECHO
Salmo 115:3

La Salvación de Israel 14:29–15:21
Cuando Israel vio la manera en que Dios los salvó y cómo había juzgado a los egipcios, confiaron en Dios y decidieron que debían escuchar a Moisés (14:29–31). Moisés les dio un cántico de alabanza para expresar su gratitud a Jehová y para recordarles la hazaña de su liberación de manos del faraón (15:1–18). El canto debía servir como memorial de la soberanía de Dios, y de Su derecho a gobernar sobre Su creación. Este recordatorio habría de producir confianza en Dios y sumisión a Su autoridad. María tembién dirigió a las mujeres en un cántico de alabanza a Dios por Su gran obra en favor de ellos (15:19–21).

¡PENSEMOS!

 Los cánticos de Moisés y de María subrayan la importancia de recordar lo que Dios ha hecho. Tal recordatorio es tan importante hoy como lo era en los días de Moisés. Israel no tenía que esforzarse para recordar algunas de las obras que Dios había hecho por ellos; por eso le cantaban.
 Y nosotros, ¿cuánto tiempo dedicamos a recordar lo que Dios ha hecho en nuestro favor y le alabamos por todo lo que le debemos? Aparte unos minutos y haga una lista de las principales obras que recuerde en que Dios le ha bendecido. Ahora, exprese su alabanza a El por las bendiciones que acaba de anotar. Si puede cantar, o escribir música, trate de expresar su alabanza a través del canto como Israel lo hizo.

JEHOVA ES MI FORTALEZA Y MI CANTICO
Y HA SIDO MI SALVACION …
JEHOVA REINARA ETERNAMENTE
Y PARA SIEMPRE

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martes, 17 de marzo de 2015

Nadie puede unirse al camino al Cielo sin antes haber visto la necesidad del perdón

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 

 
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Los israelitas se ponen de camino

Éxodo 13:17–22
Propósito: Demostrar que la vida sin Dios no tiene sentido. Describir la vida cristiana como un gran viaje lleno de propósito y dirigido por Dios.


Introducción para los maestros

Durante las tres siguientes lecciones no solo hablaremos de los extraordinarios acontecimientos por los que pasaron los hebreos, sino que mostraremos que todos los cristianos experimentan la guía y la intervención del Señor en sus vidas. Esto proporcionará un reto evangelístico a los incrédulos y un consejo pastoral para los jóvenes creyentes de la clase.
Es fácil que los niños saquen la impresión de que los cristianos dan la espalda a los placeres de este mundo tan solo por asegurarse alguna dicha lejana en el Cielo. Estas tres lecciones nos ofrecerán ejemplos eficaces y prácticos de la constante abundancia de experiencias maravillosas que llenan la vida del verdadero cristiano.


Bosquejo de la lección

Empieza el viaje. Pregunta a la clase si recuerda cómo la nación hebrea había sido liberada de la tiranía de Egipto en una sola noche (y sin utilizar fuerza militar). Describe la noche de la Pascua, cuando las familias hebreas se marchaban de Egipto con sus manadas y rebaños, con sus pertenencias y con los artículos valiosos que los egipcios les habían entregado.
Se calcula que había más de 600 000 varones (cf. Números 1:46), por lo menos un total de dos millones de personas incluyendo a las mujeres y a los niños. Ayuda a los niños a imaginar el vasto campamento.

(1) Un destino. Los israelitas nunca habrían abandonado Egipto, y tampoco Dios los hubiera sacado si no hubiesen tenido un destino al que ir. Durante cientos de años, Dios había estado prometiéndoles una tierra propia, una tierra que destila leche y miel (Éxodo 13:5), la tierra de Canaán. Utiliza el complemento visual propuesto (CV 1, p. 19) para representar el viaje de Egipto a Canaán.

Sin destino. Recuerda a la clase que lo más importante de cualquier viaje es el lugar de destino. Muestra cuán absurdo es que una familia se ponga a iniciar un viaje durante sus vacaciones sin la menor idea de qué carretera tomar, sin planes en cuanto al lugar adonde van. Compárala con las muchas personas que se ponen en el camino de la vida sin idea alguna de adónde les va a llevar. Tienen pocas ideas en cuanto a lo que quieren alcanzar en este mundo y nunca deslizan un pensamiento a lo que les ocurrirá después. Los cristianos son diferentes. Saben adónde se dirigen y consideran la vida como una preparación para la maravillosa vida futura en el Cielo.

(2) Una ruta. El pueblo de Israel abandonó Egipto apresuradamente. No estaban preparados para semejante viaje. Solo Moisés había pasado por la experiencia de vivir lejos de Egipto y ante ellos había muchos peligros y dificultades. Imaginemos el caos si se hubiese dejado solo a un grupo tan numeroso para que encontrase su propio camino. Explica a la clase la guía que Dios nos ofrece. Describe la espectacular columna —de nube durante el día y de fuego que alumbraba el cielo por la noche— que Dios envió delante de ellos para que no se perdieran. Dondequiera que estuvieran, a cualquier hora, sabían que tenían que buscar la columna de nube o de fuego del Señor y seguirla.

Sin ruta. Hay muchas personas en el camino de la vida sin guía alguna de Dios. Pregunta a los niños qué es la vida para las personas del mundo típicas. ¡Todo carece de sentido! La experiencia de la vida puede resumirse de la siguiente manera:

Mañana, mediodía, tarde, noche. Levantarse, ir al trabajo/a la escuela, ver la televisión, acostarse. Crecer, buscar empleo, casarse, tener una familia, hacerse mayor, enfermar, morir.


CV 4 – Complemento visual para ser utilizado en la lección 52: Guía.

Ayuda a la clase a que vea cuán poco obtenemos de toda esta lucha y preocupación que van unida a la vida. Cuando llega el enterrador, parece que nada ha tenido sentido o recompensa. Compáralo con la vida del cristiano. El viaje del cristiano está lleno de significado y propósito. Su vida pertenece al Señor, para que la utilice. La Palabra de Dios nos guía, resplandeciendo como una potente luz en la oscuridad de este mundo, dando instrucciones claras y seguras. Día tras día, en todo tipo de experiencias, amargas o dulces, se va haciendo más parecido al Rey del país al que se dirige. Su deseo es vivir para el Señor de tal forma que otras personas quieran unírsele en su gran peregrinaje. Pregunta a la clase si viven sin rumbo en la vida. Ínstales a que abandonen la vida sin sentido y que resulta pesada y dura sin el Salvador.

(3) En la encrucijada: un guía. Poco después de haber abandonado Egipto, los israelitas tuvieron que tomar una importante decisión. ¿Qué ruta iban a seguir? ¿Deberían tomar el camino costero directo o la ruta más larga pero más segura a través del desierto? El Señor sabía que enfrentarse a los bravos guerreros filisteos desmoralizaría a los hebreos; los guio, pues, hacia el Sur, al Sinaí, la ruta más larga.

Sin guía. ¿Qué le ocurre a un incrédulo cuando llega a las grandes “encrucijadas” de la vida? Los maestros podrían mostrar un indicador que señalase los principales caminos. Carrera profesional: ¿En qué quiero trabajar? Matrimonio: ¿Me hará él o ella feliz? Hogar: ¿Dónde viviré? Familia… ¡Cuántas decisiones! El incrédulo ha de tomar todas estas decisiones por sí mismo. En ocasiones podrá buscar consejeros humanos, pero es probable que sean tan falibles con él. Los cristianos tienen un maravilloso Guía. Nuestro Consejero no es otro que Dios el Señor Todopoderoso que todo lo sabe, todo lo ve y es infinitamente sabio. Y mucho más: ama y cuida a aquellos que le sirven.

(4) Bajo control. Los israelitas siguieron las instrucciones de Dios, “y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Aun las duras experiencias serán utilizadas por el Señor para nuestro provecho.

Fuera de nuestro control. Recuerda a la clase que buena parte de la vida de un incrédulo está fuera de su control. Muchas personas hablan del azar, del destino o de la suerte. ¿Saldrán las grandes decisiones de la vida bien o mal? ¿Fracasará el matrimonio y los llevará a la desdicha? ¿Qué ocurrirá en la vida? El incrédulo no tiene amigo alguno en el Cielo, ningún ayudante para todos los acontecimientos del viaje de la vida. Pregunta a los niños si quieren confiar en que el azar determine los acontecimientos de sus vidas.

Cómo unirse al camino celestial. Termina la lección recordando a la clase que el camino a Dios empieza en la Cruz del Calvario. Nadie puede unirse al camino al Cielo sin antes haber visto la necesidad del perdón. Hemos de arrepentirnos de todo lo malo en nuestras vidas y poner nuestra confianza en el Salvador que murió en lugar de todos los pecadores arrepentidos.
Explica que muchas personas han esperado llegar al Cielo por otro camino (por ejemplo, siguiendo ritos religiosos). El Señor Jesús dijo que esto era imposible. Él es el único Camino; nadie va al Padre, sino por Él.


Complementos visuales

Los “discos de la vida” dibujados en CV 4 (véase p. 48) van a fascinar a los niños y les recordarán gráficamente la monotonía de la vida vivida sin el Señor.

 
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viernes, 31 de octubre de 2014

No hagan ídolos ni imágenes: Un mandamiento actual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
Exodo 20:4-6 »No hagan ídolos ni imágenes de nada que esté en el cielo, en la tierra o en lo profundo del mar. 5 No se arrodillen ante ellos ni hagan cultos en su honor. Yo soy el Dios de Israel, y soy un Dios celoso. Yo castigo a los hijos, nietos y bisnietos de quienes me odian, 6 pero trato con bondad a todos los descendientes de los que me aman y cumplen mis mandamientos.
Sociedades Bíblicas Unidas: Traducción En Lenguaje Actual; Biblia Traducción En Lenguaje Actual.


sábado, 27 de octubre de 2012

Exodo: Una historia vigente


. Exodo: Una historia vigente
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EL LIBRO DE ÉXODO DESCRIBE EL HECHO HISTÓRICO MÁS IMPORTANTE para los israelitas: su salvación de la esclavitud de Egipto. Además de ser el Creador del universo entero y quien había hecho el pacto con la familia de Abraham, Dios emerge en Éxodo como el Salvador de los israelitas. Los salvó de la esclavitud de Egipto y en el proceso los moldeó como una nación, como le prometió a Abraham en Gn 12.1-3. Así como nace un niño, Israel «nació» como nación en el éxodo, creció y se desarrolló en el desierto para llegar a la edad adulta en la Tierra Prometida. El libro de Éxodo registra el origen de esta nación y se puede considerar el estatuto fundacional para Israel.

Moisés, el personaje principal de este libro, participó en un drama épico que representó confrontaciones inolvidables con un obstinado Faraón, una huida de último minuto y una dichosa celebración. A través de todo el drama, Dios demostró su poder y santidad mediante señales y maravillas milagrosas. Finalmente, a través de Moisés en el monte Sinaí, Dios enseñó a su pueblo como llegar a ser un reino de sacerdotes y una nación santa dedicada a servirle y adorarle (19.6).

Éxodo tiene dos secciones principales. La primera sección, escrita como una historia en prosa épica (caps. 1-18), representa a Dios como el Salvador y Sustentador de su pueblo. Dios primero salvó al bebé Moisés de morir ahogado y luego le proveyó la mejor educación del mundo antiguo: la corte de Faraón. En esta corte real y más tarde en el desierto de Madián, Dios preparó a Moisés como un instrumento para salvar a su pueblo, los israelitas, de la esclavitud. Luego, en el tiempo señalado, Dios envió a Moisés y Aarón a confrontar a Faraón, el opresor de los israelitas.

Las señales y plagas milagrosas en este encuentro dramático demostraron el poder de Dios por encima de los supuestos dioses de Egipto, y especialmente de Faraón, quien declaraba ser una deidad encarnada. Puesto que Faraón intentó destruir al primogénito de Dios (el pueblo de Israel; Éx 4.22, 23), Jehová, en la décima plaga destruyó a los primogénitos de los egipcios. Pero Jehová pasó por alto, o salvó, a los primogénitos de los israelitas porque ellos eran su pueblo y habían obedecido sus instrucciones respecto a la fiesta de la Pascua (cap. 12). Con esta décima plaga, Jehová salvó a su pueblo de la esclavitud. En el Mar Rojo, Dios los salvó nuevamente, esta vez del poder del ejército egipcio (12.31-42 y 13.17-15.21). ¡El pueblo esclavizado quedó libre, Dios fue su Salvador!

Dios no sólo salvó a esos esclavos sino también proveyó para ellos. Cuando los israelitas dejaron Egipto, Dios indicó a los egipcios que les dieran todo tipo de bienes (12.36). Luego, en el desierto, volvió dulces las aguas amargas (15.22-27), les dio maná (alimento) del cielo (cap. 16) y les sacó agua de una roca (17.1-7). Y aun con estas provisiones milagrosas, los israelitas murmuraron y reclamaron. Aún no terminaban de cantar las alabanzas al Señor (15.1-21) cuando comenzaron a murmurar contra su bondad (15.24). ¿Cuándo confiarían en Dios, su Sustentador?

La segunda sección del Libro de Éxodo es una serie de leyes e instrucciones detalladas (caps. 19-40). Pero estas no son leyes ordinarias. Ellas revelan el verdadero carácter de Dios. Revelan a Dios como el Dador de la Ley y el Santo. Esta sección registra las leyes benevolentes de Dios dadas en el contexto de un trato con los israelitas. La palabra hebrea traducida ley siempre tiene un significado positivo: «Instrucción». La Ley es como un dedo extendido que apunta en la dirección que una persona debería tomar en la vida. En los Diez Mandamientos (20.1-17), Dios compasivamente le señaló su camino a su pueblo, el camino a la vida. Pero la instrucción benevolente era sólo una parte del plan de Dios para los israelitas. Su plan mayor era establecer una relación con ellos basada en un tratado formal (cap. 20).

Éxodo concluye con instrucciones sobre el tabernáculo: su construcción, amoblado y servicio. Muchas de estas instrucciones apuntan a la persona y obra del Señor Jesucristo. Dichas instrucciones y el encuentro con Dios en el Monte Sinaí enseñaron a los israelitas que Dios es perfecto y santo. Sólo es posible aproximarse a Él en la forma que Él prescribe.

Al final de Éxodo, leemos cómo los israelitas completaron la construcción del tabernáculo (39.33) y que la gloria de Jehová vino a llenarlo (40.34). Dios salvó a su pueblo, proveyó para ellos, hizo un tratado con ellos y les enseñó cómo vivir. Finalmente, Él vivió con ellos (Éx 25.8; 29.45). Todo estaba listo, así parecía, para el viaje a la Tierra de la Promesa.

Tradicionalmente, los eruditos judíos y cristianos concuerdan en que Moisés compiló y escribió Éxodo, junto con los demás libros del Pentateuco (Génesis a Deuteronomio). Con excepción del resumen histórico del primer capítulo y la sección genealógica del capítulo sexto, Moisés observó o participó en todos los eventos que se describen en el libro. Además, a diferencia de Génesis, Éxodo menciona a Moisés como escritor (17.14; 24.4; 34.27). 
 
La educación de Moisés en la corte de Faraón (2.10; Hechos 7.22) debió prepararle maravillosamente para la tarea de escribir. Sin embargo, Moisés puede no haber escrito cada palabra de Éxodo. Por ejemplo, la sección genealógica de 6.14-27 parece ser una adición de los escribas. Aún así, es razonable identificar a Moisés como el arquitecto y autor principal de Éxodo.

Algunos han hecho la observación de que sería desusado que un autor usara la tercera persona («él» o «Moisés») más que la primera persona («yo») en una narración en que el autor está tan íntimamente envuelto. Aun así, en culturas antiguas era habitual el empleo de la tercera persona por parte del narrador.

Moisés probablemente escribió sus memorias, las que se convirtieron en el Pentateuco, mientras vagaba por el desierto con los israelitas. Sospechamos que escribió las primeras partes de Éxodo con la total certeza de que él sería partícipe de la bendición de la Tierra Prometida para Israel. Sólo mucho más tarde (Nm 20.1-13) Moisés perdió su oportunidad de entrar a la tierra.
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