domingo, 15 de mayo de 2016

Ahora los encomiendo a Dios y la Palabra de su gracia, palabra que puede edificarlos y darles una herencia entre aquellos que son santificados

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Transformados por La Palabra
CÓMO DIOS NOS TRANSFORMA COMO CRISTO
¿cómo hace Dios para formar en nosotros la imagen de Cristo? 
La Biblia nos dice que Dios nos transforma como Cristo básicamente de dos maneras:

  1. Por medio de las circunstancias. No es por casualidad que Romanos 8:29 sigue a Romanos 8:28: ʺAhora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su hijo...ʺ (Romanos 8:28‐29 NIV). ¿Cómo sabemos que todas las cosas son dispuestas para bien? Porque Dios las está usando para hacerme más y más semejante a Jesús. Hay muchísimos versículos en la Biblia acerca de cómo Dios usa las circunstancias para hacernos como Cristo: la prueba de su fe, el sufrimiento produce carácter, el sufrimiento refina tu fe, las pruebas son buenas para usted y todos esos versículos similares. Dios nos hace semejante a Cristo a través de las circunstancias.
  2. A través de la aplicación de la Palabra de Dios a mi vida. Pablo nos dice en Hechos 20:32: ʺAhora los encomiendo a Dios y la Palabra de su gracia, palabra que puede edificarlos y darles una herencia entre aquellos que son santificadosʺ (NIV). Dios nos hace semejantes a Cristo a través de las circunstancias y por medio de la aplicación de su Palabra. Un día, cuando miremos a Cristo directamente, la Biblia dice que seremos cambiados instantáneamente para ser completamente como Él es. Ninguno de nosotros es completamente como Cristo en este momento. Un día vamos a ser completamente como Él porque la Biblia nos dice que lo veremos tal como Él es. En 1 Juan 32 dice así: ʺSabemos que cuando Cristo regrese, seremos como él, porque lo veremos a como él en realidad esʺ (NCV). Cuando lo mire cara a cara instantáneamente será como él. Y todas esas debilidades de carácter se van a desaparecer y será como Cristo porque lo verá cara a cara.

Pero ahora en el presente tenemos otra situación. 
Hoy no lo vemos cara a cara; ninguno de nosotros lo ve cara a cara. Entonces, ¿qué es lo que Dios está haciendo mientras tanto? 2 Corintios 3:18 nos da una idea:
ʺPero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espírituʺ (NASB). La NASB es una traducción literal.

Englobe la frase ʺcontemplando como en un espejo.ʺ
Esta es una frase interesante.
En el griego es una sola palabra (katoptrizomenoi).
Es la única vez que esta palabra es usada en la Biblia. Una sola vez. Una sola palabra es traducida ʺcontemplando como en un espejo.ʺ

Lo que dice es que no miramos a Dios cara a cara, no miramos a Cristo cara a cara, vemos su gloria en un espejo. Entonces, ¿qué es el espejo? El espejo es la Palabra de Dios.

Cuando leemos esta Biblia, aunque no veo a Cristo cara a cara, lo veo. Y a medida que le veo, a medida que reflexiono en él, a medida que contemplo como en un espejo la gloria del Señor, soy cambiado, me vuelvo como Él.

Y a medida que miro al espejo de la Palabra de Dios entonces la aplico a mi vida y me transformo en alguien semejante a Cristo.

UN VERSÍCULO MUY IMPORTANTE PARA LA PREDICACIÓN
Santiago usa la misma metáfora del espejo. Aquí está lo que él dice: ʺEl que escucha la palabra pero no HACE lo que dice es como un hombre que ve su rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo se miraba.

Pero el hombre que se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y continúa haciendo esto, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo ‐‐ será bendecido en lo que hace.ʺ (Santiago 1:24‐25 NIV)

Este es un versículo muy importante para la predicación. Todo aquel que escucha la Palabra pero no hace lo que ella dice, no sirve para nada.

¿Tiene a alguien en su iglesia que oye la Palabra pero no la hace?
¿Le gustaría dar su testimonio personal acerca de esto?
¿Ha escuchado usted alguna vez la Palabra y no ha hecho lo que dice?

Por supuesto que sí. Y yo también.
Pero, fíjense en tres cosas, el hombre que hace estas tres cosas será bendecido:

  • uno, ʺse fija atentamente,ʺ 
  • dos, ʺno olvidando,ʺ y 
  • tres, ʺhaciéndolo.ʺ 
Si hace estas tres cosas, será bendecido. No es si oye la Palabra de Dios, sino que si mira atentamente, no se olvida y lo hace. Lo que estos versículos nos dicen es que cuando hacemos que nuestra audiencia mire, recuerde y practique la Palabra de Dios ¡son inevitablemente cambiados! Este es el poder de la Palabra de Dios.

EL PROBLEMA NÚMERO UNO EN NUESTRAS CONGREGACIONES
Pero hay un problema muy grande: la gran mayoría de los predicadores están usando un método y un estilo de predicación que hacen que los oyentes miren la Palabra pero no que la recuerden y tampoco que la practiquen.

La miran pero no la recuerden y por lo tanto no la practican. Este es el problema número uno en nuestras iglesias.

Hay mucha predicación que está produciendo oyentes pero no practicantes de la Palabra. Puede que estén llenando cuadernos de notas, puede que estén llenos de información, puede que estén familiarizados con los términos en el griego y el hebreo. Pero francamente un montón de predicación no es más que lecciones históricas con un poquito de gramática griega.

Y la gente está saliendo de nuestras iglesias por millones, muy informados pero no transformados. Están informados pero no son transformados.

El problema no es la gente. El problema está en el púlpito. Es nuestro método y nuestro estilo. No hace mucho George Gallup hizo una encuesta nacional y llegó a esta conclusión: ʺNunca antes en la historia de los Estados Unidos, el evangelio de Jesucristo ha penetrado tanto mientras que al mismo tiempo ha hecho poca diferencia en cómo la gente vive su vida.ʺ

¡Hay algo horriblemente erróneo con nuestra predicación! ¡Hay algo terriblemente erróneo con la manera en que estamos comunicando la Palabra de Dios! El propósito de Dios es hacernos semejantes a Cristo. La predicación debe de hacer lo mismo.

¿Cuál es, entonces, el propósito de la Biblia?
Su entendimiento del propósito de las Escrituras va a determinar obviamente cómo las predica. En 2 Timoteo 3:16‐17, Pablo nos dice,
ʺToda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, pa‐ra reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto en todo, equipado para toda buena obraʺ (NASB).

Lo pongo aquí en el griego porque estos son unos de los versículos más mal entendidos de la Biblia.


Estos versículos no dicen que el propósito de la Biblia es doctrina o reprender o corregir o instruir en justicia.

No, estos no son el propósito de la Biblia.
Estos son cuatro métodos para lograr el propósito.
Estos son cuatro medios para lograr el fin.


  • Fíjense que dice: ʺpros didaskalian” (para enseñar), ʺpros elegmonʺ (para reprender), ʺpros epanorthosinʺ (para corregir), ʺpros paideian ten en dikaiosuneʺ (para instruir en rectitud). 


La Biblia es para estas cosas. Pero después el texto dice: ʺinaʺ (a fin de que). ʺInaʺ. ʺA fin de que.ʺ A fin de que. Este es el propósito, aquí está el propósito de la Biblia: ʺpara que el hombre de Dios pueda ser perfecto en todo, que esté completamente capacitado, completamente preparado, completamente equipado para toda buena obra.ʺ El propósito de la Biblia no es enseñar, reprender, corregir o instruir. El propósito de la Biblia es que nuestras vidas sean cambiadas.

¿Y cómo cambia Dios nuestras vidas?
A través de esas cuatro maneras:

  • a través de la enseñanza, 
  • a través del reprendimiento, 
  • a través de la corrección y 
  • a través de la instrucción en la rectitud. 
2 Timoteo 3:17 en la versión Good News dice así:
ʺPara que la persona que sirve a Dios esté totalmente calificada y equipada PARA HACER toda clase de buena obra.ʺ

¡El propósito de la Biblia es el cambio de vida!
Específicamente entonces, ¿cuál es el propósito de la Biblia? Específicamente es el cambio de nuestro carácter (perfeccionar, madurar, completar) y el cambio de nuestra conducta (reemplazar nuestras malas obras con buenas obras).

El carácter y la conducta. El carácter y la conducta y la convicción. Estos son los temas del Nuevo Testamento. Se ven una y otra vez repetidamente. El propósito es el cambio de vida. No es para llenar la cabeza de información.

Juan Calvino dijo: ʺLa Palabra de Dios no es para enseñarnos a hablar sin que se nos entienda o para ser elocuentes y sutiles... es para reformar nuestras vidas, para que tengamos el deseo de servir a Dios, para entregarnos totalmente a él y conformarnos a su buena voluntad.ʺ

D. L. Moody lo dijo así: ʺLa Biblia no se nos dio para aumentar nuestro conocimiento sino para cambiar nuestras vidas.”
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Ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Nadie esta exento de la caída moral... Una realidad











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Se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual, y una inmoralidad tal como ni aun entre los gentiles se tolera...

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




CORINTO: A LA MIRA DE CRISTO


Corinto
La inexpugnable ciudad

1. Ubicación geográfica

La antigua ciudad de Corinto estaba ubicada en la amplia llanura que está debajo del elevado Acrocorinto, una inexpugnable cima de 630 metros de altura que se alza en la península del Peloponeso.

La escarpada pendiente del Acrocorinto convirtió el lugar en una fortaleza casi invencible, por lo que la ciudad misma gozaba de una relativa seguridad. Entre la antigua ciudad de Corinto y la ciudad puerto de Licaonia, en el golfo de Corinto, sólo había una distancia de más o menos 3.2 kilómetros hacia el norte.

A unos 11 kilómetros hacia el este, estaba el puerto de Cencrea, en el golfo Sarónico. Fue a través de estos dos puertos que Corinto se llenó de comercio y riqueza. Los barcos que venían del occidente (Italia, España y África del Norte) traían sus mercancías a Licaonia; y los barcos que llegaban del oriente (Asia Menor, Fenicia, Palestina, Egipto y Cirene) atracaban en Cencrea.

Capitanes y tripulación evitaban navegar las doscientas millas náuticas que había alrededor del cabo que estaba al sur de la península (cabo Malea), porque las impredecibles tormentas podían convertir la navegación en una aventura traicionera.

Tanto propietarios como marineros sabían que jamás podrían olvidar la pérdida de vidas, barcos y cargamento. Así que preferían anclar en Licaonia o en Cencrea. A partir de estos dos puertos, las mercancías se distribuían en pequeñas naves que recorrían las islas que conectaban la península con Grecia central.

A Periandro (625–583 a.C.) se le ocurrió construir un canal para facilitar el transporte de mercancía, pero en última instancia edificó un cruce de piedra con el nombre de diolkos, palabra que significa plataforma deslizable sobre ruedas.

El sistema consistía en colocar pequeños barcos en plataformas, para arrastrarlos desde el golfo Sarónico (al oriente) hasta el golfo de Corinto (al occidente), y viceversa. De esta forma, Corinto podía recaudar una considerable suma de impuestos, cobrando peaje por el tránsito de mercancías a través del istmo.

En aquellos tiempos, el rey griego Demetrio y los emperadores romanos Julio César y Cayo Calígula tuvieron la intención de cavar un canal que corriera a través del istmo en su parte más angosta (7.25 Km.).

Fue Nerón el que puso en marcha el proyecto, pero por varias razones tuvo pronto que abandonarlo. No logró financiarlo, corría la creencia de que cavar un canal era un sacrilegio y, además, surgió la teoría de que el nivel de las aguas de las dos orillas del istmo era distinto.

Por su parte, Vespasiano asumió el mando de las tropas romanas asignadas a Palestina y esclavizó a muchísimos judíos. Josefo afirma que en el año 67 este general envío cerca de seis mil judíos a Corinto, para que cavaran a lo largo del istmo. Finalmente, a fines del siglo diecinueve (1881–93), ingenieros franceses construyeron y terminaron el canal de Corinto.


2. Historia

En su obra La Iliada, Homero hace mención de Corinto. Esto significa que la ciudad se remonta por lo menos al segundo milenio antes de Cristo.

Su influencia se dejó sentir en toda la península, en el istmo y en partes de Grecia central. Por ser una ciudad atractiva desde el punto de vista económico, Corinto llegó a la cima de su poder en el siglo séptimo a.C. Fue Periandro quien fomentó la influencia económica de Corinto, equipando a los pequeños barcos para que pudieran transitar por el istmo. Pero durante los dos siglos que siguieron, Corinto tuvo que vérselas con Atenas, poderoso rival.

Después vino el conflicto bélico entre Atenas y Esparta, la llamada guerra del Peloponeso (431–404 a.C.). Corinto tomó partido en favor de Atenas. La guerra debilitó tanto a Atenas y a Corinto, Filipo II de Macedonia logró conquistar Corinto en el año 338 a.C. Su hijo, Alejandro el Grande, utilizó a Corinto como centro de comercio y de atracción turística. Después de la muerte de Alejandro (323 a.C.), Corinto se convirtió en la más importante de las ciudades estado griegas del Peloponeso y del sur de Grecia.

Cuando los romanos conquistaron Grecia (196 a.C.), pusieron a Corinto a la cabeza de la confederación de las ciudades de la provincia de Acaya. Cincuenta años después, Corinto se sublevó contra Roma, lo que forzó a Lucio Mumio a destruir la ciudad.

La ciudad permaneció en ruinas por todo un siglo, hasta que Julio César la restauró el año 44 a.C. El emperador también construyó el puerto de Licaonia y el de Cencrea. De esta forma, Corinto se convirtió en una colonia romana, conocida como la Colonia Laus Julia Corinthiensis (= la colonia de Corinto es una alabanza a Julio). Se trataba, pues, de una colonia que daba honor a Julio César. La ciudad volvió a prosperar, llegando a ser un centro de comercio que atrajo a gente de muchas partes del mundo.


3. Población

Como se trataba de una colonia romana, Corinto estaba sujeta al derecho romano. Así que, su gobierno era similar al de la ciudad imperial. La lengua oficial era el latín, aunque el pueblo en general hablaba griego.

Pablo registra los nombres latinos de algunos hermanos que vivían en Corinto: Tercio, Gayo, Cuarto (Ro. 16:22, 23); la pareja judía Aquila y Priscila, Tito Justo Crispo, principal de la sinagoga, y Fortunato (Hch. 18:2, 7; 1 Co. 1:14; 16:17).

Militares o civiles, los oficiales romanos residían en Corinto, como era el caso del procónsul Galión (Hch. 18:12). También vivía allí una multitud de colonos veteranos del ejército y libertos (que antes fueron esclavos) de Roma.

También había comerciantes, artesanos, artistas, filósofos, maestros y trabajadores provenientes de muchos de los países que rodean el Mar Mediterráneo. Dentro de la población también se contaba a judíos provenientes de Israel y de otras partes, a griegos nativos, a exiliados y a esclavos.

Toda esta gente vivía y trabajaba en Corinto o en sus dos puertos, incrementando así su población, su diversidad y su economía. Los campos de sembradío contribuían a la base agrícola de Corinto, la ciudad era un centro fabril, y los dos puertos la convertían en un eje del comercio mundial. En suma, Corinto gozaba de fama internacional.


4. Religión y cultura

En los siglos anteriores al cristianismo, autores griegos y romanos con frecuencia describían a Corinto como la ciudad de la fornicación y la prostitución.

Los griegos acuñaron el término corinthiazethai (literalmente: «vivir a lo corintio») para describir la inmoralidad de la ciudad.

Corinto tenía más de una docena de templos. El antiguo templo dedicado a Afrodita, la diosa del amor, era famoso por su inmoralidad.

Antes de que Corinto fuese destruida por los romanos (en 146 a.C.), Estrabón ya había escrito sobre el templo de Afrodita. Y aunque muchos eruditos han puesto en duda la exactitud de sus palabras, Estrabón afirmó que en dicho templo había miles de prostitutas.

Como Corinto tenía dos puertos, es posible suponer que alojaba una multitud de marineros, comerciantes y soldados. Esto hacía difícil que la ciudad fuese conocida por tener una moral respetable.

El que Pablo tenga que exhortar explícitamente a los corintios a que huyan de la inmoralidad sexual (1 Corintios 5:1; 6:9, 15–20; 10:18) es una indicación precisa de que la promiscuidad era algo bastante común en la ciudad.

Corinto daba libertad para que diferentes grupos religiosos practicaran su fe.

  • Estaba el culto a Afrodita, 
  • Se adoraba a Asclepio, 
  • Se adoraba a Apolos y 
  • Se rendía culto a Poseidón. 
También había altares y templos para las deidades griegas como:

  • Atena, 
  • Hera y 
  • Hermes. 
Otros altares estaban dedicados a los dioses de Egipto,

  • Isis y 
  • Serapis.


Los judíos constituían otro de los tantos grupos religiosos.

Los emperadores Julio César y Tiberio concedieron a los judíos libertad para practicar su religión, siempre y cuando se cuidaran de no participar en actos sediciosos contra el gobierno romano. El emperador Claudio confirmó este edicto imperial. Así que, los judíos tenían su propia sinagoga, a la que Pablo fue invitado a predicar, para luego ser expulsado de allí.

Lucas nos relata que los líderes judíos arrastraron a Pablo hasta el tribunal de justicia (bema) del procónsul Galión, para acusarlo de enseñar una religión contraria a la ley (Hch. 18:12, 13).

Sabiendo que la religión judía estaba autorizada, Galión no hizo caso de los alegatos de los judíos, porque nada tenían que ver con el derecho romano. Para él, sólo se traba de un asunto religioso de carácter privado. Como no era un asunto civil, desestimó los cargos.

A nadie le pareció mal que el cristianismo se instalara en Corinto.

Por un lado, la gente estaba acostumbrada a convivir con diferentes corrientes religiosas. Por el otro, se tenía la impresión de que era otra versión de la fe judía, aunque para los gentiles de Corinto era más fácil aceptar la fe cristiana que la religión judía.

Pablo enseñaba que los gentiles que se convertían al cristianismo no estaban obligados a guardar los ritos de la fe judía, tales como la circuncisión. Esta enseñanza terminó enfureciendo a los oficiales de la sinagoga local, quienes llevaron a Pablo ante Galión. Como los judíos no ganaron el juicio, Pablo y la iglesia pudieron continuar predicando el evangelio sin temor a ser agredidos (Hch. 18:10).

La iglesia continuó creciendo, porque el Señor tenía mucho pueblo en aquel lugar. En contraste con los judíos, en Corinto los creyentes se empezaron a reunir en las casas de los hermanos.
Usaron, por ejemplo, la casa de Ticio Justo, que quedaba al lado de la sinagoga. Se establecieron congregaciones en los hogares. Una casa grande albergaría a unas cincuenta personas, mientras que casas más pequeñas, a unas treinta.

Uno de los eventos más destacados de esta ciudad cosmopolita del siglo primero eran los juegos ístmicos, cuya importancia sólo era opacada por los juegos olímpicos. Los juegos ístmicos se realizaban cada dos años al llegar la primavera, e incluían pedestrismo, boxeo, lucha libre y carreras de carros (cf. 1 Corintios 9:24–27).

Durante su estadía de dieciocho meses en Corinto, Pablo debió asistir a los juegos ístmicos de la primavera del año 51 d.C. Suponemos que poniendo en práctica su principio de «a todos me he hecho de todo» (1 Corintios 9:22, 27), usó la ocasión para comerciar con las carpas que fabricaba y para proclamar el evangelio de salvación.


5. Importancia

Pablo optó por predicar el evangelio en las capitales de las provincias. Por ejemplo, predicó en Tesalónica, capital de Macedonia, y en Corintio, capital de Acaya.

El apóstol pensaba que las capitales eran centros estratégicos donde, en algunos casos, el tráfico terrestre se encontraba con el marítimo. Desde Corinto el evangelio se extendió a las aldeas rurales y a las ciudades que estaban a su alrededor, para luego saltar a muchas otras partes del mundo mediterráneo.

Ninguna otra congregación recibió tanta atención de parte de Pablo, quien ofrendó talentos, tiempo y lágrimas en favor de ellos.

La congregación no sólo fue visitada tres veces (2 Co. 13:1), sino que recibió sanos consejos, largas epístolas e incesante oración. Diversos problemas prácticos acosaban a esta inexperta congregación. Como padre de esta iglesia local (1 Corintios 4:15), Pablo aconsejó a los creyentes para que supieran cómo enfrentar todas sus dificultades.

No obstante, el alcance de sus palabras no se limita a un grupo o a un momento histórico, sino que transciende a toda la iglesia universal. La teología que Pablo registra en esta epístola se puede aplicar a las situaciones que se viven en innumerables congregaciones a lo largo de todo el mundo.

De hecho, lo que él enseña acerca del matrimonio, el divorcio, la separación, la virginidad y las viudas (capítulo 7) toca la vida de todos nosotros. Por tanto, esta epístola está dirigida a todos los creyentes de todo el mundo, no importa su edad o la época en la que vivan.

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sábado, 14 de mayo de 2016

Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo; a Filemón el amado y colaborador nuestro, a la hermana Apia, a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Onésimo, Pablo, Filemón y Timoteo: Hermanos en Cristo



EL HERMANO TIMOTEO y LA EPÍSTOLA A FILEMÓN

Pablo es el responsable de la Epístola, pero ha querido incluir en la autoría al hermano Timoteo.

El apóstol le concede lo que es quizás el título más sencillo y entrañable en la comunidad de la fe: le llama hermano. Luego, hablando de otros compañeros, empleará otros sustantivos: colaborador, compañero de milicias, hijo, compañero de prisiones. Pero ahora, al hablar de aquella persona que más supo comprender al apóstol y estar a su lado, le llama sencillamente hermano, lo cual demuestra toda la fuerza de especial afecto y ternura que puede haber en aquella palabra.

Puesto que la relación fraternal servirá de base para las peticiones de Pablo a Filemón —Pablo le llamará hermano en el versículo 20 y le pedirá con respecto a Onésimo que le reciba ya no como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado (v. 16)—, es apropiado que desde el primer momento de la carta Pablo empiece hablando de consiervos suyos como hermanos.

Ésta es la vinculación básica que une a los creyentes entre sí. Es la que nos da derechos y privilegios en la familia de Dios, pero también responsabilidades ante los demás. Por esto podemos contar los unos con los otros, a veces sin apenas conocernos, y ayudarnos mutuamente: porque somos hermanos. Ésta es la base de la apelación a Filemón y es la base de la relación entre Timoteo y Pablo.

¿Y por qué es mencionado Timoteo y no los otros compañeros? Probablemente porque a estas alturas Timoteo no es el aprendiz que salió de Listra como compañero de Pablo hacía muchos años, sino el consiervo y consejero en cuyos criterios Pablo deposita mucha confianza.

Tanto en la situación que tiene que afrontar en la Epístola a los Colosenses como en la de Filemón, es posible que Pablo haya buscado en Timoteo a un compañero con el cual compartir sus pensamientos. Sin duda, los dos pasaron tiempo hablando de estas situaciones y ahora Pablo quiere reconocer el lugar que el consejo, discernimiento y sabiduría de Timoteo ocupan en la redacción de las cartas.

Si bien éstas llegan con la fuerza de su propia autoridad apostólica —y son escritas mayormente en primera persona del singular— llegan con el respaldo de Timoteo. Son fruto de la reflexión de dos destacados y reconocidos líderes espirituales. Por lo tanto, hay doble razón para prestar atención a lo que dicen.
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viernes, 13 de mayo de 2016

La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




CURVAS QUE DESVÍAN HACIA EL ABISMO
LA ALARMA ESTÁ DADA - HUYE!!!

Al viajar por las carreteras encontramos señales que nos advierten de peligros potenciales que ponen en riesgo nuestra vida. Nos alertan y previenen para que disminuyamos la velocidad o, en algunos casos, nos detengamos. El propósito de las señales es evitar tragedias.

El conductor sabio hace caso, disminuye la velocidad, y aplica la precaución correspondiente. Una de esas señales es: “Curvas peligrosas”.

Al viajar por el camino de la vida, especialmente quienes estamos en liderazgo en el cuerpo de Cristo, nos damos cuenta de que Dios ha puesto “señales” para que evitemos desgracias. A menudo vemos sitios marcados con cruces en las vías públicas donde algunos murieron por falta de precaución.

El motivo de escribir sobre este tema es salvar a los siervos de Dios, pastores y otros líderes (y creyentes en general), de la desgracia de caer en una de las trampas más sutiles y efectivas que nuestro enemigo, Satanás, ha podido usar contra nosotros: la inmoralidad, el pecado sexual.

Las cifras que presentaremos son alarmantes (aunque algunas estadísticas son tomadas de los Estados Unidos), de muchas denominaciones, grupos y ministerios, nos dan un cuadro general de la problemática que vive el cuerpo de Cristo en todo el mundo. (Las estadísticas son más accesibles en ese país debido a estudios y encuestas realizados). Aunque las estadísticas pueden variar por factores culturales o sociales, sospecho que no son muy
diferentes de otros países del mundo.

La naturaleza humana, con sus debilidades y tendencias, sigue siendo igual en todos los ámbitos culturales del planeta. Algunos de los casos citados son de líderes de América Latina.

Las palabras de Cristo en Mateo 26:41 hacen eco en nuestros tiempos con resonante impacto: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.

La mayoría de las personas que caen moralmente no tienen intenciones de hacerlo. Es más, afirman que ese tipo de situación no es problema para ellos, que tienen control de sus emociones, acciones y decisiones.

Sin embargo, al sentirse fuertes y en control bajan la guardia y luego, cuando menos lo esperan, una tentación los atrapa y caen. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor. 10:12).

El pecado sexual sólo lleva hacia la tragedia, y el precio es demasiado elevado.
Aunque se habla de otros tipos de pecado sexual que pueden atrapar a los líderes, el enfoque es principalmente en la inmoralidad (fornicación) y el adulterio, la infidelidad matrimonial.

Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón (Prov. 28:13 NVI).

Nadie está exento de caer en este tipo de tentación, absolutamente nadie. El pastor y escritor Bill Perkins dijo: “Si crees que no podrías caer en este pecado, entonces eres más santo que David, más fuerte que Sansón, y más sabio que Salomón”.

Otro líder de mucha experiencia declaró a un grupo de pastores: “Es probable que haya por lo menos una docena de mujeres en tu iglesia dispuestas  a acostarse contigo”. Las tentaciones son muchas, sutiles y fuertes. Son muchos los que han caído en ellas, pero hay esperanza.

Si los líderes cristianos reconocemos los peligros y hacemos caso a las señales de advertencia,
podremos salvarnos de la desgracia, el dolor, la angustia, y la vergüenza de una caída moral.

Salvar siquiera a un solo líder de esa desgracia valdrá la pena, y hará que todos nuestros esfuerzos sean recompensados.

Nos dirigimos a tres clases de personas:
1) A quienes en este tiempo están practicando algún tipo de pecado sexual y están pisando un        terreno peligroso, para que sepan escapar de la trampa y restauren la pureza moral en sus            vidas;

2) A quienes no han caído, para que les sirva de prevención y ánimo para evitar la trampa, y

3) A quienes ayudan a otros a ganar la batalla de la tentación sexual. Mi deseo es que todo líder     y todo creyente en Cristo esté consciente del peligro, y tome en cuenta las señales,                     especialmente las de “curvas peligrosas”.


“...la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os
apartéis de fornicación; Pues no nos ha llamado
Dios a inmundicia, sino a santificación”.
1 Tesalonicenses 4:3, 7

G. Lloyd Rediger, consejero de pastores, calcula que el 10% de ministros son culpables de pecado sexual, y que a otro 15% les falta poco para cruzar la raya.

Nadie está exento de la posibilidad de una caída moral—absolutamente nadie.


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