miércoles, 30 de septiembre de 2015

Así dice YHVH: He aquí, Yo doy forma a un mal contra vosotros, y tramo un diseño contra vosotros. Volveos pues cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







PREPARÉMONOS PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
Jeremías 18:1-23
EL ALFARERO Y EL BARRO
1      Revelación que tuvo Jeremías de parte de YHVH, que decía:
2      Levántate y baja a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
3      Bajé, pues, a la casa del alfarero, y he aquí que éste estaba haciendo una obra sobre           las dos piedras.
4      Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero, así         que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5      Entonces vino a mí palabra de YHVH, diciendo:
6      ¿No podré Yo hacer con vosotros, oh casa de Israel, como hace este alfarero? dice             YHVH. He aquí, como es el barro en mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano,         oh casa de Israel.
7      Si en un momento hablo contra una nación o reino para desarraigarlo, destruirlo y                 arruinarlo;
8      y esa nación contra la que he hablado se convierte de su maldad, Yo desistiré del mal         que había pensado hacerle;
9      y si en otro momento hablo a una nación o reino para edificarlo y plantarlo,
10      pero hace lo malo ante mis ojos y no oye mi voz, entonces Yo también desistiré del             bien que había prometido hacerle.
11      Ahora pues, habla a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalem, y diles:             Así dice YHVH: He aquí, Yo doy forma a un mal contra vosotros, y tramo un diseño               contra vosotros. Volveos pues cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros                     caminos y vuestras obras.
12      Pero ellos responderán: Es inútil, porque seguiremos andando en pos de nuestros             propios designios, y cada cual seguirá tras la obstinación de su malvado corazón.
13      Por tanto, así dice YHVH:
         Preguntad ahora entre las naciones:
         ¿Quién ha oído cosa semejante?
         ¡Algo horripilante ha hecho la virgen de Israel!
14      ¿Desaparecerá acaso la nieve del Líbano,
          De los peñascos de las montañas?
          ¿Se agotarán las frescas aguas que fluyen de tierras lejanas?
15      Pues mi pueblo me ha olvidado,
          Y ofrece sus sacrificios a dioses vanos,
          Los hacen tropezar en sus caminos,
          Los caminos antiguos,
          Para que anden por sendas,
          Por senderos no allanados,
16      Hasta que su tierra se convierta en desolación y burla perpetua:
          Todo el que pase por ella se asombrará y meneará la cabeza.
17      Como con viento solano los esparciré delante del enemigo,
           Y en el día de la derrota les daré la espalda y no la cara.


Oración de Jeremías

18      Entonces ellos dijeron: ¡Venid, tramemos nosotros un plan contra Jeremías!                         Ciertamente no nos faltará la instrucción del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni la              palabra del profeta. ¡Venid, traspasémoslo con la lengua, y no prestemos atención a            ninguna de sus palabras!
    19      ¡Préstame atención Tú, oh YHVH,
           Y escucha la voz de los que contienden contra mí!
    20      ¿Es que se pagan bienes con males?
           Porque han cavado una fosa para mi alma.
           Recuerda cómo intercedía por ellos ante Ti,
            Para apartar de ellos tu ira.
    21      Ahora entrega sus hijos al hambre,
            Y arrójalos al poder de la espada;
            Queden sus mujeres viudas y sin hijos,
            Mueran de peste sus varones,
            Y sus jóvenes sean heridos a espada.
    22      Óigase clamor en sus casas,
             Cuando de repente traigas contra ellos salteadores;
             Porque cavaron una fosa para atraparme,
             Y a mis pies han escondido lazos.
    23      Pero Tú, oh YHVH, conoces sus designios homicidas contra mí:
             No perdones su iniquidad,
             Ni borres de tu vista sus pecados,
             Y sean derribados delante de Ti.
             Trata con ellos en el tiempo de tu ira.

El Alfarero tiene potestad sobre el barro

El alfarero y el barro, 
Jeremías 18:1–23


En el capítulo 18 de Jeremías podemos visualizar diversos segmentos , combinando la visita al alfarero, palabras de juicio contra el pueblo y otro lamento del profeta.

El simbolismo del alfarero y el barro, 
Jeremías 18:1–12

Este capítulo empieza con un mandato del Señor al profeta de bajar a la casa del alfarero para recibir allá un mensaje: oír mis palabras. Seguramente este taller estaba en las laderas de la ciudad, cerca al valle de Ben-hinom, donde estaba la “Puerta de los tiestos” (alfarero). El alfarero estaba trabajando sobre la rueda y el profeta observó cómo el alfarero controlaba el barro, y pudo rehacer el vaso dañado hasta producir el vaso deseado según le pareció mejor.
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La cerámica tuvo un gran uso en la vida diaria de los habitantes del mundo antiguo; y aún se usa en muchos lugares del mundo moderno. Cuando la arcilla es calentada a temperatura apropiada sus componentes químicos cambian y la nueva sustancia tiene diferentes propiedades físicas, toma la consistencia de la piedra.

La figura del alfarero:
1)      Es una figura que tiene un fuerte arraigo en la tradición bíblica (Gén. 2:7, 8; Job            33:6; Isa. 29:11; 2 Cor. 4:7).
2)      Al mismo tiempo se trata de una imagen usada en otros países.
3)      Se trata de una figura que parte de lo diario a lo trascendente, del alfarero al                hacedor-moldeador (Isa. 27:11). La diferencia que marca el texto bíblico entre el          barro y el ser humano es que este se resiste al cambio, es decir que es                        responsable.
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En el v. 5 viene la palabra del Señor, en la cual Dios afirma que él como un alfarero puede moldear a su pueblo en un proceso de corrección, hasta producir lo que ha querido para ellos. El pueblo no es autónomo, sino está en la mano del Señor (v. 6). Siguiendo las acciones rápidas del alfarero de deshacer y rehacer, Dios dice que en un instante él puede hacer y deshacer a su pueblo para formar el pueblo deseado. Desde luego Dios, como el alfarero, tiene que trabajar con el barro o la nación que tiene.

En los vv. 7–12 Jehovah explica el significado de la parábola y las acciones simbólicas descritas anteriormente. Dios es soberano no solamente de Israel sino de todas las naciones. Usando las palabras con las cuales ha llamado a Jeremías (comp. 1:10), dice que puede arrancar, desmenuzar y arruinar a cualquier pueblo, pero si deja su maldad, puede desistir del castigo. 

En otros momentos, puede edificar y … plantar (comp. 1:10), pero si este pueblo peca haciendo lo malo ante los ojos del Señor, entonces puede desistir del bien que les había prometido. Se ve claramente la analogía con las acciones del alfarero, de tener algo en mente para un pueblo, pero al trabajar con él puede tener que cambiar el plan. Como el alfarero es “soberano” sobre el barro, Dios es soberano sobre los pueblos. 

Él les puede ir formando y cambiando según su visión para ellos. A veces habrá que deshacer lo que ha hecho y empezar de nuevo. Depende de la visión que tiene para ellos y la disponibilidad de ser cambiado. (Aquí la analogía de la sustancia del barro en manos del alfarero y la nación en manos de Dios y el producto final de cada uno pierde algo de su paralelismo).

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  Bosquejo homilético
  El pecado y sus consecuencias
  Jeremías 18:13–17
  Introducción: 
En los capítulos precedentes el profeta venía presentando la tendencia del ser humano a no arrepentirse y no reconocer su pecado.

          I.      El impacto del pecado.
      1.      Es algo horrible. En sí mismo el pecado es algo feo, horrible.
      2.      Es abandono de su bienhechor. Cuando el hombre peca se aparta del que                  puede bendecirlo.
      3.      Es olvido de sus experiencias anteriores.

          II.      El castigo del pecado.
      1.      Desolación (shammah8047)
      2.      Objeto de burla (sheruqah8292)
      3.      Asombro (shemem8074)

          III.      Las consecuencias del pecado.
      1.      Trae consecuencias sobre la tierra (viento del oriente = viento de                                   destrucción).
      2.      Trae consecuencias en su relación con Dios (les daré la espalda).
      3.      Trae consecuencias sobre su situación (desastre). El término se refiere a un                 tiempo de destrucción, calamidad o desastre.

  Conclusión: 
El ser humano puede tratar de no escuchar las amonestaciones o advertencias sobre las consecuencias de su pecado; pero no puede escapar a las consecuencias mismas.
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En los vv. 11 y 12 se manda al profeta que entregue un duro mensaje del Señor al pueblo de Judá: Dios está planeando una calamidad contra ellos por su infidelidad. Pero esto no es todo, otra vez les invita a cambiar de sus maldades, de “volver” (arrepentirse), y de cambiar su conducta. Si ellos cambien sus acciones, Dios puede cambiar su plan de castigarles. 

La respuesta del pueblo es negativa: Es inútil. Aunque estas palabras podrían significar un desafío, también pueden significar su resignación, que ya es tarde porque han andado tanto tiempo en lo que quisieran hacer, siguiendo la porfía de su malvado corazón, que ya no hay esperanza. Han controlado su propia vida por tanto tiempo que no pueden cambiar para seguir a Jehovah. Es demasiado tarde.


La conducta pecaminosa del pueblo, 
Jeremías 18:13–17

Dios acusa al pueblo de haber cometido algo terrible. Se han olvidado de él y han ofrecido incienso a los ídolos que no son nada, son vanidad. En lugar de ser como la joven esposa (v. 13) que tendría devoción y lealtad a su marido, le han abandonado a él. Tanto como la nieve perpetua en las montañas más altas del Líbano no seguirá siendo nieve si deja su lugar, igualmente Israel no seguirá siendo Israel si deja su relación con el Señor. Sin embargo, esta es precisamente la realidad de sus hechos. 

Han dejado los senderos antiguos, los caminos de Jehovah, para andar por caminos extraños y desconocidos, evidencia de su apostasía y la falta de alguien para dirigir sus pasos. Esto da otra imagen de la apostasía del pueblo, estando perdido, extraviado, caminando por senderos desconocidos, sin tener al guía experimentado para dirigir sus pasos. Como resultado el pueblo ha perdido su identidad, la tierra está en desolación, y ellos son el objeto de la burla de todo el mundo. Nadie puede creer que el pueblo podría equivocarse tan horriblemente. ¡El pueblo que tenía “todo” ya tiene “nada”!

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  Tres líderes religiosos se oponen a Jeremías
  Jeremías 18:18
  La proclamación de un mensaje tan duro debía despertar oposición. Lo notable es que fueron aquellos que debían ser testigos de la verdad los que en nombre de la misma se opusieron a Jeremías.

    1)      El sacerdote creía que podía manejar la instrucción.
    2)      El sabio se creía poseedor del consejo.
    3)      El profeta creía ser dueño de la palabra.

  Como podemos ver, el liderazgo, dado por Dios para guía del pueblo, se había convertido en instrumento de abandono del mismo.
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Dios termina dando una palabra de juicio. Como el viento que viene del desierto, caluroso y lleno de arena esparciendo todo, así Dios va a esparcirles delante del enemigo. Tantísimas veces les ha invitado a seguirle, ahora les dará la espalda, no su rostro. Será demasiado tarde.

Un complot contra Jeremías, 18:18–23
En Jeremías 18:12 el pueblo había hablado de la determinación de seguir los planes, las imaginaciones que habían hecho, y ahora en el v. 18 hablan de un plan contra la vida y el ministerio de Jeremías. No parece algo del momento, sino un plan serio para silenciar a la voz de Dios y de su profeta. Probablemente no era solamente el pueblo sino los líderes del pueblo que estaban en su contra porque todos veían a Jeremías y sus palabras como una amenaza para su futuro. Habría que terminar con sus actividades.

Deciden que la mejor forma sería de herirle con la lengua. Aunque esto puede significar calumniarle, más probablemente era acusarle ante la corte (comp. cap. 26), de ser traidor del pueblo por sus mensajes del castigo que venía y su consejo de no resistir a los babilonios porque ellos eran el instrumento que Dios iba a usar para castigarles. Otro de los sus planes era de no hacerle caso. En esta forma, quedaría marginado, si no silenciado.

Noten que ellos implican que tienen suficiente “religión”: porque la instrucción no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta (v. 18). Estos tres grupos representaban la autoridad del pueblo, la instrucción, el consejo y la palabra de Dios. No hacían falta otras voces que dan estos mensajes pesimistas, que no dejan “en paz” a sus oyentes. Todos ven a Jeremías y sus palabras como una amenaza para su futuro.

Jeremías responde con otro de los lamentos encontrados en esta sección, y aquí empieza llevando su queja al Señor, pidiendo a Dios que le escuche a él y a los que han hecho este complot contra su vida. Se ve claramente la intensidad del aislamiento de Jeremías. El profeta siente que quieren terminar con su vida. Han cavado una fosa, un hoyo, para que se caiga y muera. En forma atrevida hace recordar al Señor que él mismo le había puesto para interceder por ellos para que no viniera la ira del Señor contra ellos. Y él lo ha hecho. ¿Es así como deben responder?

La petición de Jeremías continúa con una intensidad que puede sorprender al lector, pero Jeremías está cansado, preocupado por el pecado del pueblo, y siente que ha sido atacado injustamente. Ha obedecido al Señor y como resultado ha sido aislado del pueblo, incluyendo a su familia y personas de su pueblo, y ahora los mismos líderes buscan su vida. 

Por tanto, como resultado de todo lo que han hecho contra él, pide los más graves y horribles hechos de destrucción en las familias de sus atacantes. Sigue una lista de calamidades de muerte y de destrucción para cada miembro de sus familias con una palabra de confianza en Dios que “conoce” todo (v. 23), y en quien el profeta espera el castigo de estas personas que han procurado tomar su vida. Jeremías pide que Dios les castigue con su ira, y no les perdone con su misericordia.


  La cuarta confesión de Jeremías
  Jeremías 18:18–23
  Este es el cuarto texto de lo que han sido llamadas “confesiones”. En esta confesión el profeta ve con claridad que corre peligro de vida (han cavado fosa para mi vida). Cuando el pueblo de Dios cumple su función profética (anunciar claramente su Palabra) el enemigo va a tratar de hacerlo callar. Infundir temor es una de sus armas preferidas. Es necesario que como su pueblo seamos firmes frente a las amenazas siendo testigos eficaces de su mensaje para la humanidad.


Este capítulo ha terminado en un lamento en forma de una oración imprecatoria, maldiciendo a sus enemigos. Por supuesto no es la forma en que el Señor Jesucristo ha enseñado a sus seguidores a tratar a sus enemigos. Sin embargo, era una de las formas de expresar el lamento que se encuentra el AT. Lo más importante es que es una oración hecha al Señor, y la queja queda en sus manos. Jeremías no toma estas acciones en sus propias manos. Se describe en forma intensa su dolor y su lamento. Ha sido herido en lo más profundo de su ser. Entonces, ¿a quién mejor que Jehovah su Señor para expresar su dolor?

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...Quebraré a este pueblo y a esta ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero, que no puede recomponerse más...todas las casas sobre cuyos terrados queman incienso a todo el ejército de los cielos y vierten libaciones a otros dioses.

RECUERDA ESTO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







PREPARAMOS NUESTRO ESTUDIO PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
JEREMÍAS 19:1-13

19:1 Así dijo YHVH: Ve y compra una vasija de barro de alfarero, y lleva contigo de los                 ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes,
2      y sal al valle de Ben-Hinom, que está a la entrada de la puerta del alfarero, y proclama          allí las palabras que Yo te diré.
3      Di: ¡Oh reyes de Judá, y vosotros, habitantes de Jerusalem, oíd el oráculo de YHVH!          Así dice YHVH Sebaot, Dios de Israel: He aquí Yo traigo un mal sobre este lugar, tal             así, que a todo el que lo oiga le retiñirán los oídos.
4      Porque me han abandonado y han enajenado este lugar, quemando allí incienso a               otros dioses que ellos no conocieron, ni sus padres, ni los reyes de Judá, y han                     llenado este lugar de sangre de inocentes.
5      Y han edificado los lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus propios hijos              como holocaustos a Baal; cosa que Yo no ordené ni dije, ni me pasó por el                            pensamiento.
6      Por tanto he aquí vienen días, dice YHVH, en que no se le llamará más a este lugar             Tofet, ni Valle de Ben-Hinom, sino Valle de la Matanza.
7      Y haré nulo el consejo de Judá y de Jerusalem en este lugar, y los haré caer a espada          ante sus enemigos, y en mano de quienes buscan su vida, y daré sus cadáveres                  como pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
8      Convertiré esta ciudad en objeto de asombro y de silbido: todo el que pase por ella se          asombrará y silvará a causa de todas sus plagas.
9      Haré que se coman la carne de sus propios hijos y la carne de sus propias hijas, y                cada uno comerá la carne de su compañero, en el asedio y la aflicción con que los                afligirán sus enemigos y los que buscan su vida.
10      Luego quebrarás la vasija ante los ojos de los hombres que vayan contigo,
11      y les dirás: Así dice YHVH Sebaot: De este modo quebraré a este pueblo y a esta                 ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero, que no puede recomponerse más; y              enterrarán en Tofet hasta no haber lugar.
12      Así haré con este lugar, dice YHVH, y con sus habitantes, hasta que esta ciudad sea            como Tofet.
13      También las casas de Jerusalem y las casas de los reyes de Judá, que están                        contaminadas, serán como este lugar de Tofet: todas las casas sobre cuyos                          terrados queman incienso a todo el ejército de los cielos y vierten libaciones a otros              dioses.

La Búsqueda de interlocutores


  Los ancianos y el mensaje de Dios
  19:1
  Dios pide al profeta que busque específicamente a los ancianos del pueblo y ancianos de los sacerdotes. Dado que el pueblo no tenía una buena opinión de Jeremías, este busca testigos con autoridad. Los ancianos del pueblo desde los orígenes de la nación fueron reconocidos por su autoridad (ver Núm 11:16; Jos. 7:6; 1 Rey. 8:1). En momentos de crisis los ancianos de los sacerdotes ocuparon un lugar importante (2 Rey. 19:2). En este caso servirían de testigos y receptores de las palabras o mensaje pronunciado (19:3, 10, 11a).

  En los pueblos antiguos los ancianos ocupaban un lugar de liderazgo, por su experiencia (Job 12:12) eran quienes velaban por las tradiciones y el orden dentro de la sociedad (Deut. 19:12). Fueron los ancianos los que juzgaron a Jesús (Mat. 16:21; 26:59).

  Hoy como en aquellos días (de Jeremías) Dios necesita interlocutores, hombres y mujeres que tengan la capacidad de comprender y recibir la Palabra de Dios, y que al mismo tiempo tengan autoridad frente al pueblo de Dios para poder transmitirla con claridad.

Jehovah habla a los ancianos del pueblo, 
Jeremías 19:1–13. 

Nuevamente el Señor manda al profeta que entregue un mensaje por medio de sus acciones. Tiene que ir de nuevo a la casa del alfarero, esta vez para comprar una vasija. Debe pedir que le acompañen algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes, esto es, los líderes civiles y religiosos. Luego deben salir al valle de Ben-hinom y allá darles el mensaje del Señor. Puesto que lleva consigo a los líderes del pueblo, su mensaje cobra más legitimidad. Dios no está dando su mensaje en secreto, o a unas cuantas personas de la comunidad. Aquí tiene algunos de los líderes reconocidos.

En el v. 3 la palabra se dirige a todo el pueblo, los reyes y los habitantes de la ciudad. Se enfatiza que la palabra viene del Señor, repitiendo su nombre tres veces, y entonces da el preaviso de la calamidad que vendrá sobre el pueblo. Va a ser tan severo que todos los que lo escuchan van a quedarse atónitos, algo como tener un retiño constante en sus oídos.

Empezando con la palabra porque los vv. 4 y 5 dan las razones por este castigo tan fuerte. Sigue una lista de los pecados graves que ha cometido el pueblo, encabezada con el abandono de Jehovah. Este es el pecado principal, porque los demás pecados vienen como consecuencia de este abandono del Dios verdadero. Aquí en este valle han levantado altares a Baal, y han quemado incienso a los dioses ajenos, desconocidos anteriormente por el pueblo. La apostasía del pueblo es flagrante.

Han tomado la sangre de inocentes, o sea han oprimido en formas crueles e inhumanas a los pobres. Además han seguido las prácticas de los seguidores de Baal para ofrecer en holocausto a sus propios hijos, cosa totalmente opuesta a la enseñanza del Señor. Había mucho sincretismo religioso en aquellos tiempos, y tal vez hubo quienes seguían esta práctica tan horrible pensando que podrían agradar a Baal y a Jehovah a la vez. 

Dios dice tres cosas muy importantes en cuanto a estas prácticas: cosa que no les mande, ni hablé [de ello], ni me vino a la mente. El concepto de la toma de la vida de los inocentes en holocausto al Señor es totalmente rechazado por él. Él ha dado la vida, y quiere que las personas le sigan en obediencia y en amor, no en formas tan paganas y crueles.


  Bosquejo homilético
  Algo se ha quebrado y no se puede restaurar
  Jeremías 19:1–13
  Introducción: 
En el capítulo anterior el profeta había usado la figura del alfarero, en este capítulo siguiendo la misma línea usa la figura de la vasija, es decir el producto final del alfarero.
          I.      La presentación de la vasija, 19:1–9.
      1.      Una vasija “comprada”.
      2.      Una vasija que recuerda el pecado del pueblo (vv. 3–5).
        (1)      Abandonaron a Dios.
        (2)      Sacrificaron a los ídolos.
        (3)      Derramaron sangre inocente; realizaron injusticias.
      3.      Una vasija que presenta el castigo de Dios.
        (1)      Pagarán con sus vidas (matanza).
        (2)      Pagarán con su derrota, decepción (haré pedazo los planes—DHH).
        (3)      Pagarían con la burla y asombro ante la catástrofe.

          II.      La quiebra de la vasija, 19:10, 11.
      1.      La quiebra de la vasija representaba la catástrofe del pueblo de Dios.
       2.     La quiebra es realizada ante sus ojos, es decir de manera pública, como                       públicamente habían pecado, y en ese mismo lugar.
      3.      La quiebra representaba que ya no había regreso a la situación anterior (no                  se puede volver a restaurar).

          III.      El mensaje de la vasija, 19:12, 13.
      1.      Enfatiza la paternidad del castigo (así haré).
      2.      Enfatiza la intencionalidad.
      3.      Enfatiza la violencia del castigo
      4.     Enfatiza el alcance del castigo. Tanto el pueblo como los líderes (todas las                    casas).
      5.      Enfatiza las implicaciones del castigo (serán inmundas).


Por tanto, viene el castigo tan grande sobre este pueblo tan pecador. Hasta el nombre del valle va a ser cambiado a valle de la Matanza. La gente va a caer frente a las espadas y no habrá sepultura para los cadáveres, sino serán comidos por las aves y las bestias. La ciudad va a ser totalmente destruida y un objeto de burla. Peor aún, en el asedio de la ciudad no habrá comida y la gente va a practicar el canibalismo.


Sin duda, este mensaje del Señor es presentado en forma impactante y contiene hipérbole, pero Jeremías tenía que hacerles ver el desastre pendiente. Se sabe que esta profecía fue cumplida y la destrucción vino a Jerusalén. El pueblo pagó en carne propia por su apostasía en los dos ataques a la ciudad hechos por los babilonios en 597 y más tarde en 587 a. de J.C. cuando por fin destruyeron la ciudad, incluyendo el templo, y llevaron al cautiverio lo mejor de la ciudad.




Después de este escenario tan pavoroso, el v. 10 viene casi como un choque, o más bien como un alivio. Dios manda a Jeremías que rompa la vasija frente de los líderes que le acompañaron. El mensaje con esta acción es tal como la vasija quedó en pedazos, así la ciudad y el pueblo van a ser quebrantados, sin la posibilidad de restauración.

Tófet era un pueblo que había sido sitio de culto a los ídolos y había sido profanado por Josías en su campaña contra la idolatría en el país (comp. 2 Rey. 23:10). Allí iban a ser sepultados los muertos de la destrucción de Jerusalén, en tierra profana. Pero no habrá otro lugar donde sepultar a sus muertos. Toda la ciudad quedará profanada como Tófet, desde el palacio hasta la casa más humilde, porque habían construido altares en las azoteas donde quemaron incienso a los astros, al sol, la luna y otros dioses. 

Los oyentes de este mensaje tan solemne y aterrador sabrían que si la ciudad era impura, entonces era inhabitable para Dios, su fundador. Sin su presencia, el Dador de vida, ¡la ciudad quedaría muerta!
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...Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido concedidas por Su divino poder, mediante el conocimiento pleno del que nos llamó por sus gloriosas proezas,

RECUERDA ESTO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








II Pedro: Aspectos Exegéticos y hermeneuticos

Aunque ha habido acerbas controversias acerca del autor de esta Epístola, no cabe duda alguna de que él mismo se identifica explícita y repetidamente como Pedro. La relativa falta de atestación histórica de la genuinidad de la Epístola está más que compensada por una abundancia de evidencias internas. 

El escritor se denomina a sí mismo Simón Pedro (1:1). 
Manifiesta que el Señor le había mostrado la inminencia y la forma de su propia muerte (1:14). 

Afirma haber sido testigo presencial de la transfiguración (1:16–17), y registra la voz celestial escuchada cuando estaba presente con Cristo “en el monte santo” (1:18). 

El escritor menciona haber escrito una epístola anterior a las mismas personas (3:1), y habla de su “amado hermano Pablo” como si estuviera íntimamente relacionado con él y sus escritos (3:15–16). 

Puesto que estas alusiones autobiográficas coinciden con otras fuentes bíblicas de información acerca de Pedro, todo contribuye a afirmar la creencia de que él fue el autor de la epístola.

Mucho se ha hablado de que el griego de la segunda epístola es más pobre que el de la primera. Pero esto puede explicarse por la sugestión de que en la primera Pedro tuvo como secretario a Silas (1 P. 5:12), mientras que la segunda la escribió él mismo en la prisión.

La única alternativa en el caso de que Pedro no sea el autor de esta epístola sería afirmar que es una deliberada falsificación. Sin embargo, como ha señalado H. C. Thiessen, “si 2 Pedro es una falsificación, tenemos aquí una falsificación sin objeto, sin ninguna de las señales comunes de falsificación, y sin parecido alguno con falsificaciones indudables.” 

Puesto que no hay una evidencia histórica concluyente contra la composición petrina, puesto que las alternativas plantean más dudas y cuestiones que las que resuelven, y puesto que el celo cristiano, el tono apostólico y las alusiones autobiográficas armonizan con otras fuentes de información acerca de Pedro, aquí se lo acepta sin reservas como autor de esta carta.



B. OCASIÓN PARA ESCRIBIRLA

La Segunda Epístola de Pedro pretende ser una carta compañera de la anterior enviada a los mismos lectores (3:1). Esto significa que fue dirigida a cristianos judíos y gentiles en el norte de Asia Menor; esto es, “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 P. 1:1; véase el mapa 1). Estos son, pues, los que han alcanzado “una fe igualmente preciosa” con Pedro y los otros apóstoles.

Entre una carta y otra había tenido lugar un cambio de circunstancias para esas personas. 

Mientras la primera carta había sido escrita para prepararlos para el sufrimiento, tal vez a manos de un gobierno poco amistoso (1:7; 2:12–15; 3:14–17; 4:3–4, 12–16; 5:8–10), 

La segunda los pone en guardia contra las acechanzas de falsos profetas (2:1–3, 10–15, 19–22; 3:3–7, 15–17). 

Estos pseudo-líderes se asemejan a los falsos profetas que surgieron entre el pueblo en los tiempos del Antiguo Testamento, cuyas enseñanzas se caracterizaban por el engaño, la arrogancia, la caricatura, la burla y la mentalidad terrenal. Para los tales Pedro profetiza un castigo cierto y pronto, lo mismo que para aquellos que sucumban a su perniciosa influencia. 

Vale la pena notar que estos falsos maestros hacían sus mayores esfuerzos y apelaciones entre los recién convertidos a Cristo, quienes no habían alcanzado la suficiente madurez y estabilidad para guardarse de sus engaños (2:18–20). A estas personas les dirige Pedro una palabra de aliento para que perseveren en su fe (1:12; 3:1–4, 17–18) y una advertencia acerca del juicio y la condenación que les esperan si vuelven a sus concupiscencias anteriores (1:9; 2:20–22). 

Tales condiciones, junto con la anticipación de su propia muerte próxima (1:13–15) y el retorno de Cristo (3:3–13), daban un fuerte sentido de urgencia a la carta de Pedro.
Pedro no dice dónde estaba cuando escribió esta carta, pero al menos algunos de los datos importantes sugieren que estaba en Roma. Estaba aguardando su muerte para dentro de poco (1:14). 

La tradición sostiene a veces que Pedro y Pablo pueden haber trabajado juntos en Roma antes de sufrir el martirio durante el reinado de Nerón. También hay cierta evidencia interna para esta opinión (3:1, 15).


C. FECHA

La fecha en que fue escrita está relacionada con la cuestión de la composición de Pedro, que aquí se acepta como verdadera. Se sigue, pues, que si Pedro escribió esta epístola, lo hizo después de haber escrito 1 Pedro (2 P. 3:1), después que Pablo había llegado a ser bien conocido entre los cristianos de su día (3:15–16), en vísperas de una erupción de enseñanzas heréticas (2:1–3), y poco antes de su propia muerte (1:14–15). 

Como resultado de estas evidencias internas, generalmente se coloca la fecha de la escritura en el período del 65 al 67 D.C. La siguiente declaración de Merrill C. Tenney es el consenso de una cantidad de reputados estudiosos del Nuevo Testamento:

  Fue su (de Pedro) última obra existente enviada poco antes de su muerte a las iglesias con las cuales se había comunicado en su primera epístola. La amenaza de persecución parece haber pasado, pues no se enfatiza para nada el sufrimiento de los cristianos. 

Tal vez si la epístola fue despachada desde Roma alrededor del 65 al 67 D.C., Pedro comprendía que las perturbaciones que originalmente amenazaban afectar a las provincias habían sido de alcance local: habían surgido nuevos problemas que exigían su atención; el peligro de sus iglesias ahora era menos externo que interno.


D. CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DE SEGUNDA DE PEDRO

Un rasgo característico de esta carta es la cantidad de palabras empleadas a menudo en el vocabulario de Pedro. 

Hay 10 referencias a justo (a), 
justicia (1:1, 13; 2:5, 8 dos veces, 9, 15 dos veces, 21; 3:13) y 17 
Referencias a conocimiento y entendimiento y sus derivados (1:2, 3, 5, 6, 8, 12, 14, 16, 20; 2:9, 20, 21 dos veces; 3:3, 16, 17, 18). 
A Jesucristo como Salvador, Señor y Maestro tiene 16 referencias (1:1, 2, 8, 11, 14, 16; 2:1, 9, 11, 20; 3:2, 8, 9, 10, 15, 18), y 
5 la piedad (1:3, 6, 7; 2:9; 3:11) en contraste con la impiedad (2:5–6; 3:7). 
Los 5 llamamientos a recordar (1:12, 13, 15; 3:1, 2) apuntan a la enseñanza de Pedro de que, agregados al conocimiento de Jesucristo como Salvador y Señor, necesita haber frecuentes recordatorios para avanzar en una vida de justicia y piedad, para que los cristianos no volvieran a caer en la impiedad. 

Esto está bien resumido en los dos últimos versículos de la carta: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (3:17–18).

Otra característica de esta carta es la fuerte apelación a la transfiguración de Cristo como una convalidación del mensaje profético y apostólico (1:16–18). Pedro considera la encarnación como el epítome mismo del significado de la persona y la obra de Cristo. El es la Figura central de la profecía (1:19–21), el mismo Patrón y Programa de la verdad. No es sorprendente, pues, que antes de lanzarse a una exposición de los falsos maestros, Pedro recuerde a sus lectores su propio lugar en el monte de la transfiguración. Como resultado, no vacila en denunciar como perniciosa la herejía que estaba seguro destruiría la piedad y la pureza cristianas (2:1–2, 11, 13–14, 18–19).

También impresiona al lector cuidadoso el lugar importante que ocupa en esta carta la historia del Antiguo Testamento. 
  • La caída de los ángeles (2:4), 
  • el Diluvio (2:5; 3:5–7), 
  • la destrucción de Sodoma y Gomorra (2:6) y 
  • la liberación de Lot (2:7) se citan en rápida sucesión como prueba de que los actos de Dios en el pasado garantizan la certidumbre de la profecía para el futuro. 
Pedro está muy seguro de que la profecía es la historia del futuro, sea que esté hablando de falsos profetas que anticipan a los falsos maestros, o de juicios locales que anticipan el juicio final, o de escarnecedores del pasado que prefiguran los escarnecedores del presente y el futuro.

El tenor apocalíptico de Pedro, presente también en su primera carta, es una señal característica de la Segunda Epístola. En contraste con la teoría de que toda la historia se mueve en etapas firmes e ininterrumpidas, Pedro insiste en que el Diluvio, al suceder con súbita y catastrófica terribilidad, fue nada menos que una aterradora intervención del juicio divino. 

Escribe también que Dios intervendrá una vez más en juicio, sólo que esta vez en un ardiente holocausto. Para tan inminente juicio, Pedro insiste en que sus lectores deben prepararse de inmediato, no sea que los encuentre desprevenidos (3:11).

Finalmente, una característica única de esta carta es que reconoce los escritos de un colega apóstol como parte de las Escrituras. Aunque el “amado hermano Pablo” escribió “de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen… para su propia perdición”, no obstante él es un intérprete válido de “la paciencia de nuestro Señor” en razón de “la sabiduría que le ha sido dada”. De este modo, pues, Pedro coloca los escritos de Pablo junto a “las otras Escrituras” y les concede así un lugar en el canon, un reconocimiento merecido, por cierto.

E. ENFASIS TEOLÓGICOS

De acuerdo con la enseñanza general de la Escritura, Pedro asevera que la justicia de Dios es la base para la obtención de una “fe preciosa” común a todos “en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús” (1:1–2). 

Asimismo afirma Pedro la depravación de la humanidad caída, describiéndola como “la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (1:4). La liberación de los efectos de la Caída se opera por el conocimiento de Dios y llegando a ser partícipes de la naturaleza divina por medio de la fe (1:4–5). Esta liberación es preservada por una aplicación activa del principio de la fe a la promoción y ampliación de la vida cristiana (1:1–5).

En el segundo capítulo Pedro reitera una enseñanza que se halla a menudo en la Escritura, a saber, la segura condenación final de todos los que andan por camino de impiedad (2:4–9). Esto es así aun cuando algunos puedan haber gozado de una breve liberación de “las contaminaciones del mundo” antes de enredarse y ser vencidos de nuevo (2:18–22). Asimismo el énfasis sobre el retorno del Señor en juicio, como lo enseña Pedro en 3:10–13, es un asunto que sostiene en común con el resto de la Escritura.

Al mismo tiempo, sin embargo, Pedro contribuye con cierta enseñanza teológica que en ninguna parte se presenta en forma tan explícita. Su declaración de que “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:21), es uno de los pasajes más definitivos sobre la inspiración que se hallan en el Nuevo Testamento. En términos inequívocos, Pedro declara que la profecía del Antiguo Testamento no es obra o palabra humana, sino la Palabra de Dios, y que debe ser aceptada como “una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (1:19).

También la enseñanza escatológica de Pedro responde a la cuestión que tenía perplejos a tantos, de la aparente demora del retorno del Señor. A aquellos que pueden haber estado desilusionados porque el Señor no había retornado en sus días, y a los burladores que no podían concebir ninguna interrupción en el proceso del orden natural, Pedro les responde señalando que Dios había interrumpido los procesos ordenados del pasado por medio de un diluvio, y que volvería a hacerlo con fuego. 

La demora en el retorno de Cristo no se debía a que la profecía fuera falsa, sino que más bien era una señal del deseo de Dios de dar al hombre una oportunidad más prolongada para arrepentirse (3:8–9). No obstante, el control divino del final del tiempo es tan seguro como la iniciación divina del comienzo.

Aunque puede que haya algunas alusiones a la experiencia de la santidad cristiana (1:3–4), los énfasis principales se ponen en su expresión (3:11–14) y su expansión (1:5–11). Pedro también se expresa indignado contra los falsos maestros cuya estrategia era explotar las cosas santas para sus propios malos propósitos (2:10–18). 

Tal vez la falta de estabilidad espiritual de parte de los que eran engañados (2:14, 18–22) se debiera en parte a su falta de una medida plena de santidad interior, pero Pedro no lo dice explícitamente. Más bien atribuye su extremada susceptibilidad a las influencias engañosas de los falsos maestros, y a que eran relativamente nuevos en la vida cristiana (2:14, 18, 20–22). Esta es una razón más para el régimen espiritual que propugna (1:5–11), y que deben buscar (3:17–18).

Aunque las referencias explícitas a la entera santificación no son tan numerosas aquí como en algunas otras partes del Nuevo Testamento, Pedro escribe contra el trasfondo de la interpretación del cristianismo como una religión santa. El conocimiento de Dios tiene un efecto santo sobre el hombre (1:4). La firmeza en la disciplina cristiana intensifica el conocimiento de las cosas santas (1:8–11). La majestad y la gloria de Jesucristo hicieron del lugar de la Transfiguración un “monte santo” (1:18). 

El Espíritu Santo descendía sobre los hombres santos para declarar las profecías del Antiguo Testamento (1:20–21). Los falsos maestros han apartado de un camino santo a algunos conversos recientes al cristianismo (2:21), atrayendo así sobre sí mismos el juicio y la ira de Dios santo (2:9–10). La palabra de los santos profetas y apóstoles advierte contra los burladores (3:2–3), y nada menos que “una santa y piadosa manera de vivir” es adecuada para el futuro (3:11–12). Así, pues, Pedro nos amonesta para que seamos hallados por el Señor “sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:14)—señales de una vida santa en cualquier época.

Bosquejo

          I.      Salutación, 1:1–2
      A.      El Que Saluda, 1:1a
      B.      A Quiénes Saluda, 1:1b
      C.      El Reconocimiento, 1:2

          II.      La Gracia y el Conocimiento de Dios, 1:3–21
      A.      Exhortación al Crecimiento Cristiano, 1:3–11
      B.      Un Llamado a Recordar, 1:12–15
      C.      La Verdad de la Palabra Profética, 1:16–21

          III.      La Gracia y el Conocimiento Amenazados por los Falsos Maestros, 2:1–22
      A.      Predicción de los Falsos Maestros, 2:1–3
      B.      Los Falsos Maestros Reservados para el Castigo, 2:4–10a
      C.      Caracterización de los Falsos Maestros, 2:10b–16
      D.      Los Falsos Maestros y Sus Víctimas, 2:17–22

          IV.      La Promesa de la Venida de Cristo, 3:1–18
      A.      Negación de la Venida del Señor, 3:1–7
      B.      Demora de la Venida del Señor, 3:8–10
      C.      Demandas de la Venida del Señor, 3:11–13
      D.      Diligencia Necesaria para la Venida del Señor, 3:14–16
      E.      Resumen y Exhortación Finales, 3:17–18

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martes, 29 de septiembre de 2015

Así dice YHVH Sebaot: Yo te tomé del redil, de seguir tras el rebaño, para que fueras caudillo sobre mi pueblo...y te haré un nombre como el nombre de los grandes de la tierra

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6









NUESTRO AUTO ESTUDIO PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
1Crónicas 17
Palabra Clave: FIDELIDAD 
1     Cuando David ya habitaba en su casa, sucedió que David dijo al profeta Natán: He aquí yo habito en casa de cedro, pero el Arca del Pacto de YHVH está entre cortinas.
2      Y Natán respondió a David: ¡Haz todo lo que está en tu corazón, porque Ha-’Elohim está contigo!
3      Pero esa misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo:
4      Ve y di a David mi siervo: Así dice YHVH: Tú no me edificarás Casa en que habite.
5      Porque no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los hijos de Israel hasta hoy, sino que estuve de tienda en tienda, y en tabernáculo.
6      Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿acaso he hablado palabra con alguno de los jueces de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo, para decirles: ¿Por qué no me edificáis una Casa de cedro?
7      Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así dice YHVH Sebaot: Yo te tomé del redil, de seguir tras el rebaño, para que fueras caudillo sobre mi pueblo Israel,
8      y he estado contigo en todo cuanto has andado, y he cortado de tu presencia a todos tus enemigos, y te haré un nombre como el nombre de los grandes de la tierra.
9      Asimismo he dispuesto un lugar para mi pueblo Israel, y lo he plantado para que habite en él, y no sea más removido, ni los hijos de iniquidad continuen oprimiéndolo como al principio,
10      como desde los días en que puse jueces sobre mi pueblo Israel, y someteré a todos tus enemigos; además, te hago saber que YHVH te edificará casa.
11      Y cuando tus días sean cumplidos para ir con tus padres, levantaré descendencia después de ti a uno de entre tus hijos y afirmaré su reino.
12      Él me edificará Casa, y Yo confirmaré su trono eternamente.
13      Yo le seré por padre y él me será por hijo, y no apartaré de él mi misericordia, como la aparté de aquél que estaba antes de ti,
14      sino que lo confirmaré en mi Casa y en mi reino eternamente, y su trono permanecerá eternamente.
15      Conforme a todas estas palabras, y según toda esta visión, así habló Natán a David.
16      Entonces fue el rey David, y se sentó delante de YHVH, y dijo: ¡Oh YHVH ’Elohim! ¿Quién soy yo y qué es mi casa, para que me lleves tan lejos?
17      Y aun esto fue poco ante tus ojos, oh ’Elohim, pues también has hablado de la casa de tu siervo para un lejano porvenir, y me has considerado según la medida de un hombre excelso, oh YHVH ’Elohim.
18      ¿Y qué más puede decirte David en cuanto a la gloria con la que has honrado a tu siervo, si Tú conoces a tu siervo?
19      Que por amor a tu siervo, oh YHVH, y según tu corazón, has hecho toda esta gran obra, para dar a conocer todas tus grandezas.
20      ¡Oh YHVH!, no hay nadie como Tú, ni hay ’Elohim fuera de Ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.
21      ¿Y quién como tu pueblo Israel, nación única en la tierra a la que Ha-’Elohim redimió como pueblo suyo, para manifestar tu Nombre mediante hazañas grandes y terribles, expulsando naciones de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto?
22      Pues hiciste a tu pueblo Israel pueblo tuyo para siempre, y Tú, oh YHVH, has llegado a ser su Dios.
23      Ahora pues, oh YHVH, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de su casa, y haz como has dicho.
24      Y sea confirmado y engrandecido tu Nombre para siempre, a fin de que se diga: ¡YHVH Sebaot, Dios de Israel, es ’Elohim para Israel! Y sea la casa de tu siervo David establecida delante de tu presencia.
25      Porque tú, Dios mío, has revelado al oído de tu siervo que le edificarás una casa; por eso tu siervo ha hallado valor para orar ante Ti.
26      Ahora pues, YHVH, ¡Tú eres Ha-’Elohim!, y has prometido a tu siervo este bien.
27      Dígnate pues bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de Ti, porque Tú, oh YHVH, la has bendecido, y será bendita para siempre.

La fidelidad del creyente
La Fidelidad Recompensada
1 Crónicas 17–20

Dios había dicho al pueblo de Israel que si escuchaban Su voz y le obedecían, recibirían Su bendición. Crónicas demuestra que esta promesa divina, hecha a nivel nacional en Deuteronomio 28, se cumple tambien a nivel personal. En la vida de David como rey de Israel, se combinan estos dos aspectos de la promesa de Dios.
Crónicas intenta demostrar la importancia de la fidelidad a Jehová, tanto de parte del rey como del pueblo. De esta forma, David y todos ellos gozarían los beneficios de la fidelidad del rey elegido “conforme al corazón de Dios”.
EL PACTO DAVIDICO 17
Su Deseo de Construir el Templo 17:1–2
Después de llevar el arca a Jerusalén, la ciudad de David (15:29), el rey observó su propia mansión y la comparó con la tienda en que el arca residía. De allí, nació en él el deseo de construir una casa permanente para el arca de Jehová.
Antes de tomar acción alguna, David consultó con el profeta Natán, el vocero de Dios. Al conocer el deseo de David y la actitud que su corazón reflejaba, supuso que Dios había puesto esa intención de su corazón. Por lo tanto, dio su aprobación al plan. Al mismo tiempo, Natán pudo constatar lo que la nación había observado: que Dios estaba con David.
En la respuesta personal dada por Natán a David, se expresa un principio significativo para el que quiere andar con Dios. Cuando Dios está con alguien, puede hacer todo lo que está en su corazón. El que quiere agradar a Dios y busca que sea glorificado sobre todas las cosas, puede seguir los deseos de su corazón porque éstos persiguen los mismos fines de Dios. Por lo tanto, Dios se encarga de dirigir Ios anhelos de tales personas.
¡PENSEMOS!
Este principio es sumamente importante para la vida espiritual del hijo de Dios. Considere sus implicaciones. ¿Cuál es nuestra responsabilidad? ¿De qué tenemos que estar seguros? Al hacer lo que nos corresponde a la luz de esta verdad, ¿qué podemos esperar de parte de Dios? ¿Cómo puede afectar esta verdad su vida esta semana?
Su Pacto Establecido 17:3–15
Tal como el principio expresado indica, Dios se encarga de dirigir el camino del que busca hacer Su voluntad ante todo y glorificarle. A través de Su vocero Natán, el Señor demostró su complacencia con el deseo de David. Sin embargo, tenía otro plan. No sería David quien realizaría el proyecto, sino su hijo.
En lugar de permitir que David construyera la casa de Dios, El establecería la casa real de David. Dios promete mantenerle, a él y a su familia, sobre el trono de Israel para siempre.
No era el plan de Dios que David le edificara un templo de cedro. Es más, hasta ese momento, Dios nunca había pedido a ningún líder que le construyera una casa. El fue quien escogió habitar en medio de Su pueblo y revelarse a ellos desde una tienda. Dios no estaba dispuesto a cambiar ese plan todavía (17:3–6).
Aunque el plan de David no fue aceptado, su deseo produjo dos resultados positivos. En primer lugar, Dios le bendeciría a él y a su descendencia por su deseo de darle el honor que sólo El merece (17:7–15). En segundo lugar, y dentro de ese mismo plan de bendición a la descendencia de David, su hijo llevaría a cabo la edificación del templo que deseaba construir (17:12).
El plan de Dios de bendecir a David demuestra una vez más la grandeza de Su gracia y misericordia. Dios le llamó a ser príncipe sobre Su pueblo, cuando era un simple pastor de ovejas sin importancia, tan insignificante que ni a su propio padre se le había ocurrido que podría llegar a ser una persona de renombre (1 Samuel 16:10–11). Sin embargo, Dios le engrandeció. Había estado con él y había cortado de delante de él a todos sus enemigos.
Dios quería mostrar a David que Su gracia no terminaba con llevarlo al trono, sino que engrandecería más aún su nombre y le haría uno de los reyes más importantes de la historia. Bajo su liderazgo, Dios daría paz al pueblo para que las naciones que les habían maltratado ya no lo hicieran. Dios humillaría a todos los que se le oponían y establecería su casa (17:7–10).
La promesa de Dios de engrandecer a David y a su casa no terminaría con su muerte. También se extendía a su descendencia. Uno de sus hijos, que más adelante se conoce como Salomón, sería confirmado en el trono. Este rey realizaría el sueño de David de edificar el templo, y Dios establecería su trono para siempre.
Salomón gozaría de una relación íntima con Dios como de padre a hijo. Como un padre que quiere a su hijo, Dios nunca le abandonaría ni le quitaría Su misericordia. Más bien, Dios garantizó la permanencia de su trono para siempre. Se debe notar que en cuanto a la promesa hecha a Salomón, Dios tomó toda la iniciativa para asegurar su trono, pues él ni siquiera estaba presente. Dios asumió la responsabilidad de cumplirla, aun cuando Salomón o su linaje fallaran (17:11–15).
Su Respuesta en Adoración 17:16–27
David manifestó la actitud correcta de parte de una persona que quiere ante todo servir a Dios y glorificarle. No le importaba quién realizara la obra ni quién recibiera las felicitaciones por haberla hecho. Lo que le interesaba, era que se llevara a cabo y que Dios fuera glorificado. Así es que David respondió a las promesas del pacto y al plan de Dios para el templo, depositando su confianza en El y adorándole.
LAS OBRAS MAYORES SE REALIZAN
CUANDO NO NOS IMPORTA
QUIEN LAS LLEVA A CABO
SINO QUE DIOS SEA GLORIFICADO
Al escuchar esta promesa de Dios en cuanto al futuro del trono de Israel y la bendición sobre su casa, David responde con alabanza. Como punto de partida, reconoce su indignidad para recibir las bendiciones que Dios en Su gracia le ha prometido, quien se las ha concedido para revelar Su propia grandeza. El puede tomar una persona común como David y transformarla en un gran rey y hacer que permanezca el reinado de su familia a través de muchas generaciones. Por haber hecho una obra tan grande, sólo Dios merece la gloria (17:16–19).
En segundo lugar, David alaba a Dios porque lo mismo que ha hecho con él individualmente, lo ha hecho con Israel como nación. No hay ningún otro dios que haya redimido a Su pueblo de la esclavitud ni que le haya librado de sus enemigos milagrosamente como Jehová había hecho. Dios tomó este pueblo, y de una posición de poca importancia, lo transformó en una gran nación con la que ha querido identificarse como su Dios. Esta obra también se ha efectuado por causa de Su gracia (17:20–22).
David termina su alabanza con la petición de que Dios realice lo que ha prometido de tal modo que El sea glorificado. Al fin y al cabo, el propósito mayor en este plan es que el nombre de Jehová sea exaltado. David desea que la bendición de Dios sobre Israel y sobre su propia familia resulte en honor y gloria para El (17:23–27).
El éxito futuro de Israel como nación y, por consiguiente, de la dinastía davídica, depende de esta condición: que se identifiquen con Jehová de tal manera que El sea reconocido como el Dios de Israel y de David y que sea glorificado en sus vidas. Esta petición establece la base para evaluar históricamente el comportamiento de Israel a través del resto del libro. Sirve como la clave para entender lo que sucede en esta narración. Cuando Israel y su rey son fieles a Jehová y se realiza esta petición de David, el pueblo prospera; cuando no sucede así, Dios les juzga. El juicio divino viene en contra de Su pueblo porque no acepta ser identificado sólo con El.
LAS VICTORIAS MILITARES 18–20:8
La bendición de Dios sobre el reinado de David se extendió al campo de batalla también, pues triunfó sobre muchos enemigos y su reino se engrandeció. Sus victorias fueron más que todo, contra los filisteos, sus principales enemigos, aunque también venció a los amonitas y sus aliados, los arameos. Todas estas hazañas resultaron en el engrandecimiento de su reino.
Dos veces el autor afirma que “Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba” (18:6, 13). Entre otros, se nota que David derrotó a los filisteos, a los moabitas y a los sirios. De todas estas batallas, se recogió mucho oro, plata y bronce. Además, se recibieron muchos regalos y ofrendas de naciones amigas que querían felicitarle y hacer paz con él. En todos los casos, David reconoció de dónde habían venido estas victorias y dedicó los frutos de la batalla a Dios. No se aprovechó de ellos para enriquecerse a sí mismo. Por lo tanto, Dios le bendijo (18:7–8, 10–11).
JEHOVA DABA
LA VICTORIA A DAVID
DONDEQUIERA QUE IBA
Al llegar a ser el rey de Israel, David tuvo que enfrentarse a un problema inesperado. Cuando Saúl le perseguía, David había hecho amistad con varios de los enemigos tradicionales de Israel (1 Samuel 27–30), quienes le ayudaron porque creían que algún día les serviría en su guerra contra Saúl.
David intentó mantener estas amistades y aprovecharse de ellas para alcanzar sus propios fines. Sin embargo, estos pueblos ya no le tenían la misma confianza de antes, porque ahora él representaba al enemigo. Un caso así se presentó cuando murió Nahas, rey de los amonitas. Los consejeros de su hijo le infundieron tanto miedo, que rechazó a los embajadores que David mandó para consolarle. Por el contrario, les tomaron por espías y les maltrataron. Por lo tanto, David tuvo que pelear contra ellos y vencerles. Aunque el autor no lo comenta, parece que Dios quiere enseñar a David a no confiar en alianzas políticas para su seguridad, sino sólo en El (19:1–19).
La actitud manifestada en esta batalla por Joab, el general del ejército de Israel, expresa una verdad importante en cuanto a la obra que Dios nos encomienda. Animó a su hermano diciendo: “Esfuérzate y esforcémonos”. Este ejemplo nos enseña que debemos poner todo nuestro empeño en obtener lo mejor que se pueda para la gloria de Dios. Sin embargo, las consecuencias de nuestro esfuerzo no están en nuestras manos. La victoria no depende de nosotros. Joab confió al resultado a Dios: “Haga Jehová lo que bien le parezca” (19:13).
CUANDO NOS ESFORZAMOS
PARA DAR A DIOS LO MEJOR
QUE PODEMOS PARA SU GLORIA,
EL SE ENCARGA DE LOS RESULTADOS
La consecuencia de esta combinación, el pueblo haciendo su mejor esfuerzo, y Dios dándoles la victoria, resultó en la caída de sus enemigos, aunque tuvieron que enfrentarse a los temibles gigantes de Gat (20:1–8). Cuando somos fieles en el uso de los recursos que Dios nos da y nos esforzamos con todo lo que podemos para Su gloria, El se hace responsable de los resultados y bendice nuestra fidelidad. Así fue como se extendieron las fronteras de Israel.
¡PENSEMOS!
Este equilibrio en la vida cristiana es de suma importancia; sin embargo, muchas veces se nos olvida. ¿Qué ministerio le ha encomendado Dios? ¿Qué es lo que Dios le ha indicado que quiere que haga? Al contemplar nuestro trabajo, necesitamos recordar esto. Muchas veces nos falta una exhortación para esforzarnos, para hacer todo lo que podemos para Su gloria. A la vez, tenemos que recordar a quién corresponde el resultado. Tenemos que confiar en Dios para asegurar que se cumpla lo que El quiere. ¿Cuál de estos dos recordatorios le hace falta en relación con el ministerio que se le ha señalado? ¿Se debe esforzar más para que Dios sea glorificado en este empeño? O, ¿tiene que dejar de luchar por su cuenta y encomendar su ministerio a Dios para que El haga Su voluntad?

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