jueves, 7 de mayo de 2015

Refresca tus conocimientos y habilidades de predicar: Si no sabes... aprende y desarrolla tus habilidades y capacidades

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6  


 
 
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¿CÓMO PREDICAR? Parte 1

Algunos cristianos luego de haber practicado el Evangelio, descubren que son llamados a la tarea de enseñar y predicar.

En sus primeros pasos el predicador se pregunta:

-       ¿Cómo hacer una prédica o sermón?
-       ¿Cómo construyo el mensaje bíblico?
-       ¿Cómo predicar?
-       ¿Qué recursos puedo utilizar?
-       ¿Qué es la Homilética, la Hermenéutica y la Exégesis?


Mediante estos post, resumimos los elementos necesarios para aprender a construir un mensaje bíblico. Esperamos sea de utilidad y estaremos atento a cualquier consulta.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN MENSAJE BÍBLICO – PARTE I


Esta meditación se hace con la intención de brindar a los cristianos dedicados a la enseñanza y a la predicación cuales son los parámetros bíblicos para formular una enseñanza o predicación.

EL VALOR Y LA NECESIDAD DE LA ENSEÑANZA CRISTIANA

[Enseñar: Mostrar o exponer algo. Dar a conocer cosas. / Instruir / Adoctrinar / Amaestrar con reglas o preceptos. / Brindar información, advertencias, escarmientos, etc mediante experiencias que sirvan de guía para obrar en lo sucesivo.]

En el griego el vocablo usado es didaskw “didasko” [1171]: Enseñar, Instruir.
Otros vocablos relacionados:
-         didaskalia “didaskalia” [1169]: Enseñanza, Doctrina.
-         didaskalov “didaskalos” [1170]: Maestro.
-         didach “didaji” [1172]: Enseñanza, Doctrina, Instrucción

Mateo 28
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén

Enseñar es el motor y la base de la expansión del Reino de Dios. La enseñanza es y debe ser el ministerio principal de la Iglesia. Sin enseñanza el pueblo se hace necio, ignorante y pecador. 
Enseñar es la metodología didáctica de transferir los conocimientos bíblicos de generación en generación.
Todo cristiano debe comprender que la única forma de conocer el Reino de Dios y su justicia es mediante la enseñanza. Y la enseñanza debe estar basada o fundamentada en el Testimonio guardado en las Escrituras.

2 Timoteo 3
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Objetivos de la enseñanza
Lo primero que aprendemos al brindar un mensaje, es que el mismo debe tener los siguientes objetivos:

-         Redargüir: Del griego elegcw “elegjo” [1490]: Argumentar para convencer o refutar el obrar de las personas.

-         Corregir: Del griego epanorywsiv “epanordzosis” [1701]: Rectificar (hacer recto); Reparar, enmendar, restablecer, restaurar.

-         Instruir: Del griego paideian “pedian” [3263]: Educación y Entrenamiento disciplinario para convertir a los cristianos de malas obras a buenas obras.

La enseñanza es un don

Romanos 12
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;

La virtud de enseñar en la Iglesia no radica en el potencial del hombre sino en el Espíritu. En el mundo hay diversidad de “maestros” según la formación que hayan recibido en el mundo, pero en la Iglesia, la capacidad de enseñar como maestro o en la predicación o en la consejería, depende pura y exclusivamente del Espíritu. Y obviamente la formación depende también del Espíritu, sabiendo que no se puede enseñar lo que no se ha experimentado. Consideremos al Gran Maestro, pues primero hizo, luego enseñó:

Hechos 1
1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

Con esto queremos decir que debemos predicar según lo experimentado.
Por otro lado, es necesario comprender que para enseñar en la congregación se requiere primeramente del conocimiento completo de las Escrituras (Ro 15:14; Ef 3:19), no se puede enseñar sin conocer la totalidad del contexto bíblico tanto del AT como del NT.

Sabiduría e Inteligencia

Proverbios 2
6 Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
7 El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.

Santiago 1
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Efesios 1
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

A su vez enseñar requiere de sabiduría la cual proviene de Dios. Lea con atención las siguientes referencias: Pr 1:2-7; 2:2,10; 3:13; 4:5,7,11; 5:1; 7:4; 8:12; 9:10; 10:31; 11:2; 12:1; 13:16; 14:6,33; 15:2,14; 16:16; 17:27; 18:15; 23:12; 23:23; Ec 1:18; 2:26; 7:12,19; Col 2:2-3.

La sabiduría genera inteligencia, interpretación y explicación. Todas estas virtudes Espirituales son necesarias a la hora de realizar un mensaje.

ESTRUCTURA DE UN MENSAJE – BOSQUEJO SIMPLE

En la actualidad la mayoría de las congregaciones (por causa de las instituciones religiosas) han estructurado casi todos sus ministerios, al punto tal de que tienen coordinados tanto los horarios como los tiempos de cada actividad. Esto hace que el predicador tenga un tiempo limitado para desenvolver la totalidad del mensaje a verter. Por esta razón, hoy en día lamentablemente la predicación se ha convertido en el “arte” (por llamarlo de alguna manera) de concentrar un mensaje en un tiempo mínimo logrando tener al público interesado y expectante por conocer la conclusión del mensaje.

Esto hace que el predicador se convierta en un experto bosquejador bíblico.
Actualmente las personas solo pueden tolerar mensajes cortos de 30 a 45 y como mucho de 60 a 90 minutos (dependiendo del tipo de público al que se llega), pasado este tiempo las personas que están en una misma posición tienden a escapar de ello y la mente ya no se concentra.

¿Cómo bosquejar?
Bosquejar es una “planificación básica” de lo que se pretende expresar. Es necesaria porque se necesita resumir mucha información. El bosquejo es una guía que sirve para ordenar los pensamientos a expresar, la cual es necesario, aún las Escrituras expresan:

1 Corintios 14
40 pero hágase todo decentemente y con orden.

Emprender un mensaje bíblico comienza en la lectura bíblica diaria y la oración diaria más un sinfín de pensamientos y experiencias vividas que intentan explicar un resultado o una solución a alguna situación vivida. Muchas veces a la lectura bíblica se le suma ese pensamiento impulsado por el Espíritu (Ef 4:23) que como idea va forjando una clara interpretación de lo que leemos y queremos compartirlo.
Un bosquejo comienza expresando versículos relacionados que generan una enseñanza, son ideas entrelazadas versículos acoplados, ejemplos bíblicos, que en muchos casos deben escribirse para luego ordenarlo. Muchos bosquejos suelen tardar horas, días y hasta semanas dependiendo de la orientación del mensaje.

Lo primero entonces, es comprender la orientación del mensaje. Una predicación puede tener una de estas directrices: Adoctrinamiento, Reprensión, Exhortación, Solución a un problema práctico. Por lo que podemos describir un mensaje como:

-         Predicación Temática/Doctrinal: Enseñanza orientada a expresar la funcionalidad o explicar un misterio de la ciencia bíblica. Por ejemplo: Hablar de la Fe, la Salvación, la Gracia, las virtudes de Dios, la Resurrección, la Vida Eterna, etc.

-         Predicación Práctica: Enseñanza orientada a expresar como resolver una situación humana (particular, social, etc). Por ejemplo: Hablar del pecado en la vida cotidiana, de tentaciones en el mundo, como enfrentar las debilidades humanas, como enfrentar las enfermedades, los pleitos, etc. También como usar la oración, el ayuno. También hablar de los roles cristianos en la familia y en la congregación, como ser un padre cristiano, como ser un hijo cristiano, como ser un amigo cristiano, etc.

-         Predicación Informativa: Enseñanza orientada a brindar información objetiva, en muchos casos de alerta para preparar la cristiano frente a diferentes situaciones. Por Ejemplo: Hablar de cómo afecta la Globalización al cristiano, como afecta los movimientos religiosos a las congregaciones, como afecta al cristiano las crisis, como afecta al cristiano las leyes del sistema, etc.

-         Predicación Profética: Enseñanza orientada a hablar de profecías bíblicas y sus cumplimientos. Este tipo de mensaje requiere de una profunda Espiritualidad, conocimiento y oración, de otra forma el mensaje puede generar confusión.

Esto no quita que cada mensaje contenga valores doctrinales y enseñanza práctica de diferente índole.

Partes del mensaje
Entonces, lo primero que hace el predicador es identificar cual será la orientación del mensaje, en base a eso preparará una estructura de disertación.

Un bosquejo simple está basado en realizar un mensaje con tres partes relacionadas entre sí: Una “Introducción o prefacio”, luego el “Cuerpo del mensaje” que es el desarrollo de la enseñanza y finalmente “La conclusión”.

Introducción y prefacio del mensaje: En esta parte el predicador intenta situar a los oyentes en la posición inicial del contexto del mensaje, se suele exponer un texto bíblico base o introductivo para hablar de la situación y brindar información básica. Por ejemplo describir personajes, brindar datos Históricos – Geográficos, fechas, lugar, línea de tiempo, situación social de la época, situación particular, etc; Se trata de describir lo mínimo y necesario que el oyente debe saber para comprender el objetivo de la enseñanza.

Cuerpo del mensaje: En esta parte el predicador intenta explicar ordenadamente los sucesos y las acciones. Suele hacerse las preguntas pertinentes, aquellas que requieren respuestas en la mente de los oyentes, “porqué?”, “para qué”, “cómo?”. Entonces se expondrá la información primordial con textos principales que determinan el avance del mensaje, también habrá información secundaria que permite completar la orientación del mensaje. El predicador entonces intentará poner al oyente en una posición compleja de cómo resolver la situación en base a la información brindada, considero que esta es la esencia que capta al oyente y que obliga a tenerlo expectante por saber como resolverlo, sobre todo si se siente identificado con el contexto.

Conclusión: Parte del mensaje que resuelve todas las cuestiones expresadas, algunos mensajes requieren de una construcción de partes otras de armados de partes.

Obviamente esta no es la única forma, habrá predicadores que viertan más de una cuestión en un mismo mensaje. Otros agregarán criterios, subtemas entrelazados, otros serán minuciosos en la explicación, en fin... El Objetivo es nunca perder la orientación del mensaje y terminar expresando lo que realmente se quería decir.

Consejos básicos para los predicadores:

-         Ora con anticipación y prepara con anticipación el mensaje.

-         Lee continuamente y ayúdate con diccionarios, y mucho mejor si tiene conocimientos de idiomas bíblicos (griego, hebreo) con diccionarios y concordancias de traducción, esto verdaderamente facilitará la contundencia del mensaje.

-         Evita la improvisación, por lo general esto te llevará a desviarte del tema.

-         Ten siempre a mano una predicación anticipada o de “backup”. Suele pasarle a los predicadores de pedirle que prediquen sin aviso. Y no hay más satisfacción que estar preparado para esos momentos.

-         Haz tu Bosquejo en un lugar tranquilo, sin ruidos, sin distracciones. Si no te causa distracción puedes usar música instrumental de fondo a bajo volumen, aunque No es necesario.

-         Apaga tu Teléfono celular y evita tener los Messenger y las redes sociales abiertas, una solicitud o comentario ajeno desconcentra y hace perder la orientación del mensaje. El Gran Maestro dijo en Lucas 10:4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino.
-         Mientras meditas ora continuamente, busca al Señor Jesús hablándote a tu corazón, se sensible al Espíritu de Dios y a las Escrituras.
-         Diseña tus bosquejos y perfecciónalos. Has estudios minuciosos de los pasajes bíblicos que vayas a usar. Haz secciones divisorias en tus bosquejos, estos te ayudarán a ser más precisos. Las divisiones te ayudan a tratar el tema de manera adecuada y te servirán para futuros temas relacionados. Las divisiones te ayudarán a recordar las partes principales de tu mensaje. Si quieres puedes diseñar esta estructura en un papel:

Además:

Gálatas 1
10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Tito 2
7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,

-         No prediques al azar.

-         No divagues; Los oyentes perciben cuando estás “inventando” o “yéndote por la rama”, aún se dan cuenta cuando no has preparado nada. No repitas siempre lo mismo, las reiteraciones deben hacerse desde  aspectos diferentes.

-         No cuentes chistes. Sé un predicador serio, íntegro, considerando siempre el ejemplo del Señor Jesús que jamás contó un chiste o hacía payasadas. El Evangelio es algo muy serio. Un predicador que cuenta chistes es necio e irrespetuoso ante el público y ante el Señor. 

-         No intente agradar al público, agradar a los hombres no es una postura del predicador.

Algunos resuelven las predicas, buscando en internet o comprando libros de bosquejos ya hechos. Hay cientos de libros al respecto. Eso es como ir a comprar a los hipermercados la comida preparada lista para calentar en el microndas. No quiero decir con esto que los bosquejos hallados en internet o libros que otros hermanos han elaborado no sean buenos. El problema o la dificultad es que la mayoría está plagada de doctrinas preconcebidas o doctrinas humanistas que en muchos casos no son bíblicas. Hay predicadores que han usado y usan libros de psicología y de marketing olvidando que la fuente de tales recursos son puramente malignos. Hay que tener mucho cuidado con lo que otros predican.
No es lo mismo comprar comida hecha que prepararla y cocinarla uno mismo. La predicación en esta área se convierte verdaderamente en un arte.

Algunas personas están verdaderamente dotadas de charlatanería y de fácil palabras, muchas de ellas se comportan como “motivadores sociales” y lamentablemente han acaparado todos los medios de comunicación masiva (tv, internet, revistas, libros, etc), estos son los que dicen “yo no necesito hacer un bosquejo, yo predico lo que el Señor me pone en el corazón en ese momento”. Obviamente para los oyentes que no leen las Escrituras esos mensajes les parecen agradables, sobre todo si apela a lo carnal, emocional o sentimental, pero para los cristianos que leen y no son ignorantes perciben fácilmente la improvisación y la carnalidad del predicador. No sea como ellos. Que sea el Señor Jesús en ti, usando tu mente y tu corazón según todo el conocimiento que hayas adquirido.

Tito 2
1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

Tito 1
9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

1 Timoteo 4
16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.


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Eso que le llaman Noviazgo: Un Estudio Biblico


biblias y miles de comentarios
 
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 Capítulo 1 El noviazgo Llorón  9
Capítulo 2 El noviazgo Pollito  17
Capítulo 3 El noviazgo Osama Bin Laden  25
Capítulo 4 El noviazgo Alicate  31

Capítulo 5 El noviazgo Microondas  39
Capítulo 6 El noviazgo Ciclón  47
Capítulo 7 El noviazgo Pink y Cerebro  53
Capítulo 8 El noviazgo Peor es nada  61
Capítulo 9 El Noviazgo bombillo  69
Capítulo 10 El Noviazgo 007  77

Capítulo 11 El Noviazgo equivocado  87
Capítulo 12 El Noviazgo eterno  95
Conclusión Las señales 

Muchos de los fracasos en las relaciones de pareja, en los noviazgos, en la vida de “amigovios” (amigovios: dícese de una relación donde no saben si son amigos o novios), amigos con derechos u otro adjetivo que inventemos,  se deben principalmente a que en la mayoría de los casos nadie les dijo o mejor dicho, nadie nos dijo, cómo enfrentar eso a lo que todos llamamos amor. 

Las personas nacen, crecen, viven y mueren sin darse cuenta si supieron o no amar, en su larga o corta visita por esta Tierra. Lo peor es que culpamos al destino, a Dios, a la vida misma, a la suegra, a la novia o al dinero.
Sin percatarnose que en muchos casos el problema no está fuera sino dentro de nosotros mismos.
Hemos sido capaces de crear un sin número de di-ferentes maneras de relacionarnos, casi incontables, inimaginables, inigualables, incomparables e increí-bles. Tenemos la capacidad de “crear” cada vez más y más, extrañas y nuevas maneras de amar. Por ello, “Los doce tipos de noviazgo más comunes”, recopila de
una manera divertida las principales formas en que nos relacionamos.

La idea central, es tratar de identificar las características y los rasgos más importantes que tienen los implicados en los romances (tanto él como ella). Ya que los papeles que asumen los actores y actrices de estas comedias, muchas veces rayan en lo simpático, loco y atrevido.

Te desafío a que con papel en mano, pueda en este viaje por el libro, ir redescubriéndo el galán o el agresor que vive dentro de tì.  Tal vez descubras que mantienes una relación Osama Bin Laden o peor aún, que tu no-viazgo bien podría ser llamado Pinky y Cerebro.

Esta es una guía práctica que te permitirá meditar so-bre la forma en que desarrollas tus relaciones sentimentales, de manera que puedas redireccionar tus acciones en caso de ser necesario. En algunos casos no será nece-sario que cambies tus actitudes, sino obligatorio...

Te sugiero que no uses este libro solamente para identificar los errores de tu pareja. Más bien utilízalo para que puedas identificar los tuyos propios de ti mismo (la redundancia es intencional) y te asegures una gradua-ción con honores en la Universidad de la Vida con una Maestría en amor.

Fue escrito principalmente para jóvenes entre 15 a 25 años, pero luego de hacerlo y regalar unas copias a algunos amigos me di cuenta que muchos adultos también lo necesitan. Como por ejemplo a los que se los regalé.  Ya que han visto descubiertos sus curiosos comportamientos en él.

Espero lo disfrutes y puedas desarrollar de una manera correcta el regalo más preciado que nos ha dado Dios, como lo es el amor.

El noviazgo llorón se da cuando los enamorados en la relación (novio o novia), deciden utilizar el arma súper secreta (por lo menos eso cree el que la usa), conocida con el nombre de “lágrimas”, para lograr sus objetivos o caprichos.
Sucede cuando uno de los dos tiene algo importante que decir a su pareja y la otra persona irrumpe en llan-to, justo en ese preciso momento. Arma muy utilizada por las mujeres, pero en estos tiempos también ha sido aprovechada por los hombres.
La pregunta es: ¿Con qué intención lo hacen?¿Para hacer sentir culpable a la otra persona?, ¿Para que no le siga discutiendo del tema porque sabe que lleva las de perder?, ¿Para lograr que la persona ante la cual llora sienta lástima?, ¿Porque es la forma en que de pequeño o de pequeña conseguía las cosas, por ejemplo, los caramelos? o  ¿Para sentir que eres la víctima?
(nota: si el llanto es producto de un golpe, definitivamente eres una víctima, pero no es este el caso).
El asunto es que utilizar las lágrimas es un comporta-miento que bien puede mostrar dos cosas:

1.  El alto grado de sentimentalismo que tiene la perso-na (en realidad esto se da en muy pocos casos, como dos, o tal vez tres en el mundo), o; 
2.  La forma que utilizan para comunicar sus anhelos, deseos o temores. (Esta es la de la que hablamos). Los niños recién nacidos tienen una particular forma
de comunicación: las lágrimas. Ellos no saben hablar, en-tonces su única forma de comunicar lo que necesitan es el llanto. Lo utilizan para comunicar por ejemplo, que tienen deseo de hacer pupu (pupu:  dícese de un niño que necesita ir al baño), lo utilizan también para pedir alimento, para decir que les duele el estómago, para de-cir que quieren dormir o jugar, para llamar la atención o para espantar a los que le hacen feas muecas cuando los visitan y les hablan en un idioma extraño.
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Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? …Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Con Cristo no existe el fracaso

2 Corintios 1:12–2:17


En su libro Profiles in Courage [Perfiles de Valentía], John F. Kennedy escribió: “Grandes crisis producen grandes hombres y grandes obras de valentía”.
En tanto que es cierto que una crisis incide sobre la manera de ser de una persona, también es cierto que una crisis ayuda a revelar cómo es esa persona. Pilato enfrentó una gran crisis, pero su forma de manejarla no le dio ni valentía ni grandeza. La forma en que manejamos las dificultades de la vida dependerá grandemente de la clase de carácter que tenemos.
En esta carta tan personal Pablo abrió su corazón a los corintios (y a nosotros) y reveló las pruebas que había experimentado. Para empezar, había sido severamente criticado por algunas personas en Corinto debido a que había cambiado sus planes y al parecer no había cumplido su promesa. Cuando hay malos entendidos entre creyentes, las heridas pueden ser profundas. Además había el problema de la oposición a su autoridad apostólica en la iglesia. Uno de los miembros, posiblemente un líder, tuvo que ser puesto bajo disciplina, y esto le causó a Pablo gran tristeza. Finalmente, estaban las difíciles circunstancias que Pablo había atravesado en Asia (2 Corintios 1:8–11), una prueba tan severa que había llegado a temer por su vida.
¿Qué impidió que Pablo fracasara? Otras personas, al enfrentar las mismas crisis, habrían fracasado. Sin embargo, Pablo no sólo triunfó sobre las circunstancias, sino que de ellas produjo una gran carta que incluso hoy está ayudando al pueblo de Dios a alcanzar victoria. ¿Cuáles son los recursos espirituales que ayudaron a Pablo a persistir?


  Una conciencia limpia (2 Corintios 1:12–24)

La palabra conciencia procede de dos palabras latinas: com que quiere decir con, y scire que significa conocer. La conciencia es aquella facultad interna que conoce con nuestro espíritu y aprueba lo que está bien, pero nos acusa cuando hacemos mal. La conciencia no es la ley de Dios, pero da testimonio de esa ley. Es la ventana que permite entrar la luz; y si la ventana se ensucia debido a la desobediencia, entonces la luz que entra es cada vez más difusa (Mateo 6:22–23; Romanos 2:14–16).
Pablo usó la palabra conciencia veintitrés veces en sus cartas y ministerio de predicación que se relata en Hechos. “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16). Cuando una persona tiene una buena conciencia, tiene integridad, no duplicidad; se puede confiar en esa persona.
¿Por qué acusaban los corintios a Pablo de engaño y descuido? Debido a que no llegó a Corinto. Se había visto obligado a cambiar sus planes. Originalmente había prometido pasar el invierno en Corinto “si el Señor lo permite” (1 Corintios 16:2–8). Pablo quería recoger las ofrendas que los corintios habían recolectado para los creyentes judíos pobres. También quería darle a la iglesia el privilegio de enviarle a él y a sus compañeros camino a Jerusalén.
Pero para tristeza y vergüenza, Pablo había tenido que cambiar sus planes. Personalmente lo comprendo porque en mi propio ministerio algunas veces he tenido que cambiar mis planes e incluso cancelar reuniones, ¡y sin el beneficio de la autoridad apostólica! Pablo ahora planeaba hacer dos visitas a Corinto, una en su camino a Macedonia, y otra en su camino de regreso. Entonces añadiría la ofrenda recogida en Corinto a la de las iglesias de Macedonia, y continuaría su viaje a Jerusalén.
Sin embargo, incluso el segundo plan alternativo de Pablo tuvo que ser abandonado. ¿Por qué? Debido a que su propio corazón lleno de cariño no podía soportar otra “visita dolorosa” (2 Corintios 1:23; 2:1–3). Pablo le había informado a la iglesia del cambio en sus planes, pero ni siquiera esto silenció a la oposición. Lo acusaban de seguir sabiduría humana (2 Corintios 1:12), de tomar con ligereza la voluntad de Dios (2 Corintios 1:17), y de hacer planes sólo para complacerse a sí mismo. Estaban diciendo: “Si Pablo dice o escribe algo, ¡en realidad quiere decir otra cosa! Su sí es no, y su no es sí”.
Los malos entendidos entre el pueblo de Dios a menudo son muy difíciles de desenmarañar, debido a que un mal entendido conduce a otro. Una vez que empezamos a poner en tela de juicio la integridad de otros o a desconfiar de sus palabras, la puerta queda abierta a toda clase de problemas. Pero, sin que importe lo que sus acusadores pudieran decir, Pablo se mantuvo firme debido a que tenía limpia su conciencia. Lo que había escrito, dicho y vivido, concordaba. Y, después de todo, había añadido a su plan original la frase “si el Señor lo permite” (1 Corintios 16:7; ve también Santiago 4:13–17).
Cuando tienes limpia la conciencia, vives a la luz del retorno de Jesucristo (2 Corintios 1:14). “El día del Señor Jesús” se refiere al tiempo cuando Cristo aparecerá y llevará a su Iglesia al cielo. Pablo estaba seguro de que, ante el tribunal de Cristo, se regocijaría por los creyentes corintios y ellos por él. Cualquier mal entendido que pudiera haber hoy, cuando estemos frente a Jesucristo todo será perdonado, olvidado y transformado en gloria, para alabanza de Jesucristo.
Cuando tienes limpia tu conciencia tomarás en serio la voluntad de Dios (2 Corintios 1:15–18). Pablo no hizo sus planes al descuido o a la ventura; buscó la dirección del Señor. Algunas veces no estaba seguro de lo que Dios quería que hiciera (Hechos 16:6–10), pero sabía cómo esperar en el Señor. Sus motivos eran sinceros; estaba procurando agradar al Señor y no a los hombres. Cuando nos detenemos a considerar cuán difíciles eran la transportación y la comunicación en esos días, podemos maravillarnos de que Pablo no tuvo más problemas con su atiborrado calendario.
Jesús nos instruyó a ser serios en lo que decimos. Simplemente tenemos que decir “sí lo haré” o “no lo haré”. Tu palabra es suficiente, no hay que jurar. (Mateo 5:37). Sólo una persona con carácter malo usa palabras adicionales para dar fuerza a su sí o su no. Los corintios sabían que Pablo era un hombre de carácter veraz, porque era un hombre de conciencia limpia. Durante sus dieciocho meses de ministerio entre ellos, Pablo había demostrado ser fiel; no había cambiado.
Cuando tienes una conciencia limpia glorificas a Jesucristo (2 Corintios 1:19–20). No puedes glorificar a Cristo y practicar el engaño al mismo tiempo. Si lo haces, violas tu conciencia y erosionas tu carácter; pero a la larga la verdad saldrá a la luz. Los corintios habían sido salvos debido a que Pablo y sus amigos les predicaron a Jesucristo. ¿Cómo podía Dios revelar la verdad a través de instrumentos falsos? El testimonio y el andar del ministro deben marchar juntos, porque la obra que hacemos fluye de la vida que vivimos.
No hay sí y no respecto a Jesucristo. Es el eterno sí de Dios para los que confían en él. “Todas las promesas que ha hecho Dios son ‘sí’ en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos ‘amén’ para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20, NVI). Jesucristo revela las promesas, cumple las promesas, ¡y nos permite apropiarnos de ellas! Una de las bendiciones de una conciencia buena es que no tenemos temor de estar ante Dios o ante los hombres, o apropiarnos de las promesas que Dios nos da en su Palabra. Pablo no era culpable de manipular la Palabra de Dios para respaldar sus propias prácticas de pecado (ve 2 Corintios 4:2).
Finalmente, cuando tienes limpia tu conciencia, éstas en buenas relaciones con el Espíritu de Dios (2 Corintios 1:21–24). La palabra confirma es un término mercantil, y se refiere a la garantía de cumplimiento de un contrato. Es la seguridad que el vendedor le da al comprador de que el producto es como fue anunciado, o que el servicio se dará según lo prometido.
El Espíritu Santo es la garantía de Dios de que él es confiable y que realizará lo que ha prometido. Pablo se cuidaba de no entristecer al Espíritu Santo; y, puesto que el Espíritu Santo no le convencía de pecado, sabía que sus motivos eran puros y su conciencia estaba limpia.
Todos los creyentes han sido ungidos por el Espíritu Santo (2 Corintios 1:21). En el Antiguo Testamento las únicas personas que eran ungidas eran los profetas, los sacerdotes y los reyes. Su ungimiento los equipaba para el servicio. Cuando nos rendimos al Espíritu, él nos capacita para servir a Dios y vivir santamente. El nos da el discernimiento espiritual que necesitamos para servir a Dios aceptablemente (1 Juan 2:20, 27).
El Espíritu también nos ha sellado (2 Corintios 1:22; Efesios 1:13) de modo que pertenecemos a Cristo y él nos considera suyos. El testimonio interior del Espíritu nos garantiza que somos hijos auténticos de Dios (Romanos 5:5; 8:9). El Espíritu también nos asegura de que él nos protegerá, porque somos su propiedad.
Finalmente el Espíritu Santo nos capacita para que sirvamos a otros (2 Corintios 1:23–24), no como dictadores espirituales que les dicen a otros qué hacer, sino como siervos que tratan de ayudar a otros a crecer. Los falsos maestros que invadieron la iglesia de Corinto se portaban como dictadores (ve 2 Corintios 11), y esto había hecho que los corazones de la gente se alejaran de Pablo, quien se había sacrificado tanto por ellos.
El Espíritu es “las arras” de Dios (cuota de entrada, garantía, depósito) de que un día estaremos con él en el cielo y poseeremos cuerpos glorificados (ve Efesios 1:14). Él nos capacita para que disfrutemos de las bendiciones del cielo en nuestros corazones ¡hoy! Debido a que el Espíritu moraba en él, Pablo podía tener una conciencia limpia y hacer frente con amor y paciencia a los malos entendidos. Si vives para agradar a las personas, los malos entendidos te deprimirán; pero si vives para agradar a Dios, los enfrentarás con fe y valentía.


  Un corazón compasivo (2 Corintios 2:1–11)

Uno de los miembros de la iglesia en Corinto le había causado gran dolor a Pablo. No estamos seguros si este es el mismo hombre a quien Pablo se refería en 1 Corintios 5, aquel que estaba viviendo en fornicación abierta, o si era otra persona, alguien que públicamente había puesto en tela de juicio la autoridad apostólica de Pablo. Pablo había hecho una visita breve a Corinto para tratar este problema (2 Corintios 12:14; 13:1) y también les había escrito una carta dolorosa sobre la situación. En todo esto reveló un corazón compasivo. Fíjate en las evidentes muestras del amor de Pablo.
El amor pone a otros primero (vs. 1–4). Pablo no pensaba en sus propios sentimientos, sino en los de los demás. En el ministerio cristiano los que nos dan mayor gozo también pueden producirnos gran aflicción; y esto era lo que Pablo estaba experimentando. Les escribió una carta severa, brotada de la angustia de su propio corazón y bañada en amor cristiano. Su gran deseo era que la iglesia obedeciera la Palabra, disciplinara al ofensor y trajera pureza y paz a la congregación.
“Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece” (Proverbios 27:6). Pablo sabía que sus palabras lastimarían a los que quería, y esto le partió el corazón. Pero también sabía (como todo padre amante conoce) que hay una gran diferencia entre lastimar a alguien y hacerle daño a alguien. Algunas veces quienes nos quieren nos lastiman para impedir que nos hagamos daño nosotros mismos.
Pablo podía haber ejercido su autoridad apostólica y ordenado a la gente que lo respetara y obedeciera; pero prefirió ministrar con paciencia y amor. Dios sabía que el cambio en los planes de Pablo tenían como motivo librar a la iglesia de más dolor (2 Corintios 1:23–24). El amor siempre considera los sentimientos de otros y procura poner el bienestar de ellos por sobre todo lo demás.
El amor procura ayudar a otros a crecer (vs. 5–6). Es digno de notarse que Pablo no mencionó el nombre del sujeto que se le había opuesto y había dividido a la familia de la iglesia. Sin embargo, Pablo le dijo a la iglesia que disciplinara al hombre por su propio bien. Si la persona a quien se refiere es el mismo fornicario mencionado en 1 Corintios 5, entonces estos versículos indican que la iglesia en efecto se había reunido y disciplinado al hombre, y que éste se había arrepentido de sus pecados y fue restaurado.
La verdadera disciplina es una evidencia del amor (ve Hebreos 12). Algunos padres jóvenes con pensamiento moderno respecto a cómo criar a los hijos, rehúsan disciplinarles cuando sean desobedientes aduciendo que quieren demasiado a sus hijos. Pero si en realidad aman a sus hijos, los disciplinarán.
La disciplina en la iglesia no es un tema popular, ni tampoco una práctica extendida. Demasiadas iglesias hacen caso omiso de los problemas en lugar de obedecer las Escrituras y enfrentar la situación con valentía “siguiendo la verdad en amor” (Efesios 4:15). El principio de “paz a cualquier costo” no es bíblico, por cuanto no puede haber verdadera paz espiritual sin pureza (Santiago 3:13–18). Los problemas ocultados tienden a multiplicarse y causar problemas peores más tarde.
El hombre al que Pablo confrontó, y a quien la iglesia disciplinó, fue ayudado por esta clase de amor. Cuando yo era niño no siempre aprecié la disciplina que mis padres me aplicaban, aun cuando debo confesar que merecía mucho más de lo que recibí. Pero ahora que miro en retrospectiva agradezco a Dios porque ellos me quisieron lo suficiente como para lastimarme y así impedir que me hiciera daño yo mismo. Ahora comprendo que ellos hablaban con verdad al decir: “Esto nos duele más a nosotros que a ti”.
El amor perdona y anima (vs. 7–11). Pablo instó a la familia de la iglesia a que perdonara al hombre, y dio sólidas razones para respaldar su admonición. Para empezar, debían perdonarle por causa del hombre mismo, “para que no sea consumido de demasiada tristeza” (2 Corintios 2:7–8). El perdón es la medicina que ayuda a sanar los corazones quebrantados. Era importante que la iglesia le asegurara su amor a este pecador arrepentido.
En mi propio ministerio pastoral he participado en reuniones en donde miembros bajo disciplina han sido perdonados y restaurados a la comunión; y han sido horas preciosas y santas en mi vida. Cuando la familia de una iglesia asegura a un hermano o hermana perdonados que su pecado ha quedado en el olvido y la comunión ha sido restaurada, se experimenta un maravilloso sentido de la presencia de Dios. Todo padre que disciplina a un hijo debe darle a continuación de la disciplina la seguridad de su cariño y perdón, o la disciplina hará más daño que bien.
Los corintios debían confirmar su amor hacia el hermano perdonado por causa del Señor (2 Corintios 2:9–10). Después de todo, la disciplina es tanto un asunto de obediencia al Señor como una obligación hacia el hermano. El problema no era simplemente entre un hermano que pecó y un apóstol afligido; era también entre el hermano que pecó y un Salvador afligido. El hombre había pecado contra Pablo y contra la iglesia, pero sobre todo había pecado contra el Señor. Cuando los líderes tímidos de la iglesia tratan de encubrir las situaciones en lugar de hacerles frente honestamente, están entristeciendo al Señor.
Pablo dio una tercera razón: debían perdonar al ofensor por causa de la iglesia (2 Corintios 2:11). Cuando no hay un espíritu perdonador en una congregación debido a que no se ha tratado con el pecado de una manera bíblica, se le da a Satanás una fortaleza de operación en la congregación. Cuando albergamos un espíritu no perdonador entristecemos al Espíritu Santo y le damos “lugar al diablo” (Efesios 4:27–32).
Una de las artimañas de Satanás es acusar a los creyentes que han pecado para que piensen que su caso está perdido. Ha habido personas que me han escrito o me han llamado por teléfono pidiendo ayuda porque han estado bajo la opresión y acusación satánica. El Espíritu Santo nos convence de pecado para que lo confesemos y acudamos a Cristo para que nos limpie; pero Satanás nos acusa de pecado para que nos desesperemos y nos demos por vencidos.
Cuando se disciplina según la Biblia a un hermano o hermana que han ofendido, y se arrepienten, entonces la familia de la iglesia debe perdonar y restaurar al miembro, y el asunto debe ser olvidado y jamás vuelto a traer a la luz. Si la familia de la iglesia, o cualquier persona en ella, mantiene un espíritu no perdonador, entonces Satanás usará esa actitud para sus nuevos asaltos contra la iglesia. Pablo pudo vencer los problemas que enfrentaba debido a que tenía una conciencia limpia y un corazón compasivo. Pero había un tercer recurso espiritual que le dio la victoria.


  Una fe conquistadora (2 Corintios 2:12–17)

En Asia parecía como que los planes de Pablo se habían desbaratado por completo. ¿Dónde estaba Tito? ¿Qué ocurría en Corinto? Pablo había abierto las puertas al ministerio en Troas, pero no tenía paz en su corazón para entrar por esas puertas. Humanamente hablando, parecía como que era el final de la batalla, con Satanás como el triunfador. Excepto por una cosa: ¡Pablo tenía una fe conquistadora! “Más a Dios gracias” (2 Corintios 2:14). Este canto de alabanza nacía de la seguridad que Pablo tenía debido a que confiaba en el Señor.
Pablo estaba seguro de que Dios le estaba guiando (v. 14a). Las circunstancias no eran de lo mejor, y Pablo no podía explicar los desvíos y desilusiones, pero estaba seguro de que Dios tenía las cosas bajo control. El creyente siempre puede estar seguro de que Dios hace que todo ayude a bien, en tanto y en cuanto le amemos y procuremos obedecer su voluntad (Romanos 8:28). Esta promesa no es una excusa para descuido, sino que es un estímulo para tener confianza.
Un amigo mío debía encontrarse con un líder cristiano detrás de la Cortina de Hierro, y arreglar la publicación de cierto libro, pero todos los arreglos se deshicieron. Mi amigo se encontraba solo en un lugar peligroso, preguntándose qué hacer, cuando dio la “casualidad” de encontrarse con un desconocido, que le llevó directamente a los mismos líderes con quienes deseaba hablar. Fue la providencia de Dios obrando, el cumplimiento de Romanos 8:28.
Pablo también estaba seguro de que Dios estaba guiándole en triunfo (v. 14b). El cuadro aquí es el del triunfo romano, el tributo especial que Roma daba a los generales conquistadores.
Si un comandante al mando ganaba una victoria sobre el enemigo en territorio extranjero, y si mataba por lo menos 5.000 soldados enemigos y ganaba nuevo territorio para el emperador, entonces tenía derecho a un triunfo romano. El desfile incluía al comandante montado en un carro dorado, rodeado de sus oficiales. También incluía una exhibición del botín ganado en la batalla, tanto como soldados enemigos capturados. Los sacerdotes romanos también participaban, llevando incienso ardiendo en tributo al ejército victorioso.
La procesión seguía una ruta especial en la ciudad, y concluía en el Circo Máximo, en donde los cautivos, reducidos a la impotencia, entretendrían a la gente, luchando contra bestias salvajes. Era un día muy especial en Roma cuando a los ciudadanos se les agasajaba con un triunfo romano a todo dar.
¿Cómo se aplica este retazo de historia al creyente atribulado hoy? Jesucristo, nuestro Comandante en Jefe al mando, vino a un país extranjero (esta tierra) y derrotó completamente al enemigo (Satanás). En lugar de matar a 5.000 personas, dio vida a más de 5.000: a más de 3.000 en Pentecostés y a otros 2.000 poco después de esa ocasión (Hechos 2:41; 4:4). Jesucristo se apropió del botín de la batalla: las almas perdidas que habían estado en esclavitud al pecado y a Satanás (Lucas 11:14–22; Efesios 4:8; Colosenses 2:15). ¡Qué gloriosa victoria!
Los hijos del general victorioso venían detrás del carruaje de su padre, participando en su victoria; y eso es lo que los creyentes son hoy: seguidores del triunfo de Cristo. No luchamos por la victoria; luchamos a partir de la victoria. Ni en Asia ni en Corinto la situación parecía de victoria para Pablo, pero él creyó a Dios, y Dios convirtió la derrota en victoria.
Dios le estaba usando así como le guiaba (vs. 14c–17). Mientras los sacerdotes romanos quemaban incienso en el desfile, el aroma afectaba a diferentes personas de diferente manera. Para los soldados triunfadores, significaba vida y victoria; pero para el enemigo conquistado, significaba derrota y muerte. Estaban en camino para ser muertos por las bestias.
Usando esta imagen del incienso, Pablo describe el ministerio cristiano. Vio a los creyentes como incienso, despidiendo la fragancia de Jesucristo a través de la vida personal. Para Dios los creyentes somos la misma fragancia de Jesucristo; para otros creyentes somos aroma de vida; pero para los incrédulos somos fragancia de muerte. En otras palabras, la vida y el ministerio cristianos son asuntos de vida o muerte. La manera en que vivimos y trabajamos puede significar vida o muerte para el mundo perdido que nos rodea.
No es para asombrarse cuando leemos lo que Pablo dijo: “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:16). En el siguiente capítulo da su respuesta: “Nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5). Les recordó a los corintios que su corazón era puro y sus motivos sinceros. Después de todo, no había necesidad de ser astuto o vender la Palabra de Dios, cuando estaba marchando en el séquito triunfante del Salvador victorioso. Ellos podían malentender al apóstol, pero Dios conocía su corazón.
¡No hay necesidad de fracasar! Las circunstancias pueden desalentarnos, y la gente puede oponerse a nosotros e incluso malentendernos; pero tenemos en Cristo los recursos espirituales para ganar la batalla: una conciencia limpia, un corazón compasivo y una fe conquistadora.
“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? …Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:31, 37).
 
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Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?: Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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                       ¡Caído, pero no Derrotado!

2 Corintios 1:1–11


“A ustedes les parece que no tengo mis altibajos, y que disfruto de un constante progreso espiritual con gozo y ecuanimidad ininterrumpida. ¡De ninguna manera! Con frecuencia estoy desalentado por completo y todo parece ser de lo más sombrío”.
Así escribió el hombre al que solían llamar “El más grande predicador en el mundo de habla inglesa”, el Dr. John Henry Jowett. Pastoreó iglesias destacadas, predicó a congregaciones muy numerosas, y escribió libros que fueron éxito de librería.
“Padezco de una depresión del espíritu tan aterradora que espero que ninguno de ustedes jamás padezca tanta desdicha como yo”.
Esas palabras fueron pronunciadas en un sermón por Carlos Haddon Spurgeon, cuyo maravilloso ministerio en Londres le hizo quizás el más grande predicador que jamás haya producido Inglaterra.
El desaliento no respeta a persona alguna. Es más, el desaliento parece atacar más a los que tienen éxito que a los que no lo tienen; porque mientras más alto subimos, mayor suele ser la caída. No nos sorprende, entonces, cuando leemos que el gran apóstol Pablo dice que “fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas”, y que llegó incluso al punto de perder “la esperanza de conservar la vida” (2 Corintios 1:8). A pesar de la grandeza de su persona y ministerio, Pablo era tan humano como nosotros.
Si no fuera por su llamamiento de Dios y su interés por ayudar a las personas, Pablo podría haber escapado de estas cargas (2 Corintios 1:1). Había fundado la iglesia en Corinto y había ministrado allí por año y medio (Hechos 18:1–18). Cuando surgieron serios problemas en la iglesia después de su partida, envió a Timoteo para que los atendiera (1 Corintios 4:17) y luego escribió la carta que nosotros llamamos Primera de Corintios.
Desafortunadamente, las cosas empeoraron y Pablo tuvo que hacer una visita dolorosa a Corinto para tratar con los agitadores (2 Corintios 2:1 en adelante). Sin embargo no hubo solución. Entonces escribió una carta “dura y fuerte” que fue llevada por su compañero Tito (2 Corintios 2:4–9; 7:8–12). Después de mucha aflicción, Pablo nuevamente vio a Tito y recibió el informe de que el problema se había resuelto. Fue entonces que escribió la carta que nosotros conocemos como Segunda de Corintios.
Pablo escribió la carta por varias razones. Primero, quería animar a la iglesia a que perdonara y restaurara al miembro que había causado todo el problema (2 Corintios 2:6–11). También quería explicar el cambio en sus planes (2 Corintios 1:15–22) e imponer su autoridad como apóstol (2 Corintios 4:1–2; 10–12). Por último, quería animar a la iglesia a participar en la ofrenda de ayuda especial que estaba recolectando para los santos necesitados de Judea (2 Corintios 8–9).
La clave en esta carta es consuelo, estímulo o ánimo. La palabra griega, que está traducida así, quiere decir uno llamado al lado para ayudar. En su forma verbal se usa dieciocho veces en esta carta, y en su forma substantiva once veces. A pesar de todas las pruebas que atravesaba, Pablo podía (por la gracia de Dios) escribir una carta saturada de estímulo.
¿Cuál era el secreto de la victoria de Pablo cuando soportaba las pruebas? Su secreto era Dios. Cuando te halles desanimado y listo para darte por vencido, aparte de ti tu atención y enfócala en Dios. De su propia experiencia difícil, Pablo nos cuenta cómo podemos hallar ánimo en Dios. Nos da tres recordatorios sencillos.


  Recuerda lo que Dios es para ti (2 Corintios 1:3)

Pablo empieza su carta con una doxología. Ciertamente no podía alegrarse con respecto a sus circunstancias, pero sí podía alegrarse en Dios, el cual controla todas las circunstancias. Pablo había aprendido que la alabanza es un factor importante para alcanzar la victoria sobre el desánimo y la depresión. La alabanza cambia las cosas, tanto como la oración cambia las cosas.
¡Alábale porque él es Dios! La frase bendito sea Dios se halla en otros dos lugares del Nuevo Testamento: en Efesios 1:3 y en 1 Pedro 1:3. En Efesios 1:3 Pablo alabó a Dios por lo que él había hecho en el pasado, cuando “nos escogió en [Cristo]” (Efesios 1:4) y “nos bendijo con toda bendición espiritual” (Efesios 1:3). En 1 Pedro 1:3 Pedro alabó a Dios por las bendiciones futuras y por “una esperanza viva”. Pero en 2 Corintios Pablo alababa al Señor por las bendiciones presentes, por lo que Dios estaba realizando actualmente.
Durante los horrores de la Guerra de los Treinta Años, el pastor Martin Rinkart sirvió fielmente a la gente de Eilenburg, Sajonia. Oficiaba un promedio de 40 funerales al día, un total de más de 4.000 durante su ministerio. Sin embargo, a raíz de esta devastadora experiencia escribió unas palabras para que sus hijos las usaran para dar gracias antes de la comida. Estas todavía se usan como himno de acción de gracias:

    De boca y corazón load al Dios del cielo;
    Pues dionos bendición, salud, paz y consuelo.
    Tan sólo a su bondad debemos nuestro ser;
    Su santa voluntad nos guía por doquier.

¡Alábale porque él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo! Es debido a Jesucristo que podemos llamar Padre a Dios, e incluso acercarnos a él como hijos suyos. Dios nos ve en su Hijo y nos ama así como ama a su Hijo (Juan 17:23). Somos “amados de Dios” (Romanos 1:7), debido a que somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Todo lo que el Padre hizo por Jesús cuando éste estaba ministrando en la tierra, puede hacerlo por nosotros hoy. Somos amados por el Padre porque su Hijo es su Amado, y porque nosotros somos ciudadanos del “reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Somos preciosos para el Padre, y él cuidará que las presiones de la vida no nos destruyan.
¡Alábale porque él es el Padre de misericordias! Para los judíos la expresión padre de significa el originador de. Satanás es el padre de mentira (Juan 8:44) porque la mentira se originó en él. De acuerdo con Génesis 4:21, Jubal fue el padre de los instrumentos de música, porque originó el arpa y la flauta. Dios es el Padre de misericordias porque toda misericordia se origina en él y puede alcanzarse sólo en él.
Dios en su gracia nos da lo que no merecemos, y en su misericordia no nos da lo que sí merecemos. “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias” (Lamentaciones 3:22). Las misericordias de Dios son muchas (Nehemías 9:19), tiernas (Salmos 25:6), y grandes (Números 14:19). La Biblia frecuentemente habla de la multitud de las misericordias de Dios, porque tan inagotable es su provisión (Salmos 5:7; 51:1; 69:13, 16; 106:7, 45; Lamentaciones 3:32).
¡Alábale porque él es el Dios de toda consolación! Las palabras consuelo y consolación (y sus derivados) se repiten diez veces en 2 Corintios 1:1–11. No debemos pensar del consuelo en términos de lástima, porque la lástima puede debilitarnos en lugar de fortalecernos. Dios no nos da una palmadita en la cabeza ni nos da un caramelo para desviar nuestra atención de los problemas. ¡De ninguna manera! Pone fortaleza en nuestro corazón para que podamos enfrentar las pruebas y triunfar sobre ellas. La palabra confortar procede de dos palabras latinas que quieren decir con fuerza. La palabra griega quiere decir venir al lado de alguien para ayudar. Es la misma palabra que se usa para el Espíritu Santo (“el Consolador”) en Juan 14–16.
Dios puede animarnos por su Palabra y por medio de su Santo Espíritu, pero algunas veces usa a otros creyentes para darnos el estímulo que necesitamos (2 Corintios 2:7–8; 7:6–7). ¡Qué maravilloso sería que a todos nosotros nos apodaran “Bernabé, …hijo de consolación!” (Hechos 4:36).
Cuando te halles desanimado debido a las circunstancias difíciles, es fácil que te concentres en ti mismo o que te enfoques en los problemas que te rodean. Pero el primer paso que debes dar es mirar por fe al Señor, y darte cuenta de todo lo que Dios es para ti. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1–2).


  Recuerda lo que Dios hace por ti (2 Corintios 1:4a, 8–11)

El permite que vengan las pruebas. En el idioma griego hay diez palabras básicas para el sufrimiento, y Pablo usó cinco de ellas en esta carta. La palabra de más frecuente uso es thlipsis, que significa estrecho, confinado, bajo presión, y en esta carta se traduce como “tribulación” (2 Corintios 1:4, 8; 2:4; 4:17). Pablo se sentía oprimido por las circunstancias difíciles, y la única dirección en que podía mirar era hacia arriba.
En 2 Corintios 1:5–6 Pablo usó la palabra griega pathema, “aflicciones”, la cual también se usa para referirse a los sufrimientos de nuestro Salvador (1 Pedro 1:11; 5:1). Hay algunos sufrimientos que soportamos sencillamente porque somos humanos y estamos sujetos al dolor; pero hay otros sufrimientos que nos vienen debido a que somos el pueblo de Dios y queremos servirle.
Nunca debemos pensar que la aflicción es un accidente. Para el creyente todo es designio de Dios. Hay sólo tres posibles perspectivas que una persona puede tener en cuanto a las pruebas de la vida. Si nuestras pruebas son producto del destino o de la casualidad, entonces nuestro único recurso es darnos por vencidos. Nadie puede controlar el destino o la casualidad. Si somos nosotros mismos los que tenemos el control de todo, entonces la situación tampoco tiene esperanza. Pero si Dios controla, y confiamos en él, entonces podemos sobreponernos a las circunstancias con su ayuda.
Dios nos anima en todas nuestras tribulaciones enseñándonos por medio de su Palabra que es él quien permite que nos vengan las pruebas.
Dios está en control de las pruebas (v. 8). “Porque… fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida”. Pablo se sentía oprimido como una bestia de carga con un peso demasiado grande como para soportar. Pero Dios sabía exactamente cuánto podía soportar Pablo y mantenía la situación bajo control.
No sabemos cuál fue la tribulación específica, pero sí fue lo suficientemente grave para que Pablo pensara que iba a morir. Si fue peligro de parte de muchos enemigos (Hechos 19:21 en adelante; 1 Corintios 15:30–32), enfermedad grave, o ataque satánico especial, no lo sabemos; pero sí sabemos que Dios controlaba todas las circunstancias y que protegía a su siervo. Cuando Dios pone a sus hijos en el horno, mantiene su mano sobre el termostato y su ojo en el termómetro (1 Corintios 10:13; 1 Pedro 1:6–7). Pablo podía haber perdido la esperanza de salir con vida, pero Dios no había perdido la esperanza en cuanto a Pablo.
Dios nos capacita para que soportemos nuestras pruebas (v. 9). Lo primero que él tiene que hacer es mostrarnos cuán débiles somos por nosotros mismos. Pablo era un talentoso y experimentado siervo de Dios, que había atravesado diferentes clases de pruebas (2 Corintios 4:8–12; 11:23 en adelante). De seguro que toda esta experiencia debería ser suficiente para que Pablo enfrentara a estas nuevas dificultades y sobreponerse a ellas.
Pero Dios quiere que confiemos en él, no en nuestros talentos o capacidades, ni en nuestra experiencia o en nuestra reserva espiritual. En el momento preciso cuando nos sentimos confiados y capaces de hacerle frente al enemigo, fracasamos miserablemente. “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).
Cuando tú y yo morimos a nosotros mismos, entonces el poder divino de la resurrección puede obrar. Fue cuando Abraham y Sara estuvieron casi muertos físicamente, que el poder divino de la resurrección los capacitó para tener el hijo de la promesa (Romanos 4:16–25). Sin embargo, morir a uno mismo no significa una complacencia ociosa, o quedarse sin hacer nada esperando que Dios lo haga todo. Puedes estar seguro de que Pablo oró, estudió las Escrituras, consultó con sus colegas, y confió en que Dios obraría. El Dios que resucita muertos es suficiente para cualquier dificultad en la vida. El todo lo puede, pero nosotros debemos estar a su disposición.
Pablo no negó lo que sentía, ni tampoco Dios quiere que nosotros neguemos nuestras emociones. “En todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores” (2 Corintios 7:5). La frase “sentencia de muerte” en 2 Corintios 1:9 puede referirse a un veredicto oficial, tal vez una orden para el arresto y ejecución de Pablo. Ten presente que los judíos incrédulos acosaban a Pablo y querían eliminarlo (Hechos 20:19). En la lista de peligros no se debe soslayar los “peligros de los de mi nación” (2 Corintios 11:26).
Dios nos libra de nuestras tribulaciones (v. 10). Pablo vio la mano de Dios librándolo, sea que mirara hacia atrás, a su alrededor, o hacia adelante. La palabra que Pablo usó significa ayudarnos a salir del aprieto, salvarnos y protegernos. Dios no siempre nos libra de inmediato, ni tampoco de la misma manera. Jacobo fue decapitado, y sin embargo Pedro fue librado de la prisión (Hechos 12). Ambos fueron librados, pero de maneras diferentes. Algunas veces Dios nos libra de nuestras pruebas, y en otras nos libra en ellas.
La liberación divina vino en respuesta a la fe de Pablo, tanto como a la fe de las personas que oraban en Corinto (2 Corintios 1:11). “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6).
Dios se glorifica por medio de nuestras pruebas (v. 11). Cuando Pablo informó lo que Dios había hecho por él, un gran coro de alabanza y acciones de gracias ascendió de los santos al trono de Dios. El servicio más grande que tú y yo podemos rendir en la tierra es glorificar a Dios, y algunas veces ese servicio involucra sufrimiento. “El don concedido” se refiere a la liberación de Pablo de la muerte, ¡un maravilloso don en verdad!
Pablo nunca se avergonzó de pedir a los creyentes que oraran por él. En por lo menos siete de sus cartas mencionó su gran necesidad de apoyo en oración (Romanos 15:30–32; Efesios 6:18–19; Filipenses 1:19; Colosenses 4:3; 1 Tesalonicenses 5:25; 2 Tesalonicenses 3:1; Filemón 22). Pablo y los creyentes en Corinto se ayudaban mutuamente (2 Corintios 1:11, 24).
Un amigo misionero me contó sobre la liberación milagrosa de su hija de lo que se había diagnosticado como una enfermedad mortal. Precisamente cuando la niña estaba tan enferma, varios amigos en los Estados Unidos de Norteamérica estaban orando por la familia; y Dios contestó las oraciones y sanó a la niña. La más grande ayuda que podemos dar a los siervos de Dios es cooperar a favor de ellos en la oración.
La palabra sunupourgeo que se traduce “cooperando también vosotros”, se usa solo aquí en el Nuevo Testamento en griego, y está compuesta de tres palabras: con, bajo y obrar. Es un cuadro de un grupo de obreros bajo la carga, trabajando conjuntamente para realizar el trabajo. Es alentador saber que el Espíritu Santo también nos ayuda en nuestras oraciones y nos ayuda a llevar la carga (Romanos 8:26).
Dios cumple sus propósitos en las pruebas de la vida; si nos rendimos a él, confiamos en él, y obedecemos lo que nos dice que hagamos. Las dificultades pueden aumentar nuestra fe y fortalecer nuestra vida de oración. Las dificultades pueden acercarnos a otros creyentes según ellos sobrellevan con nosotros las cargas. Las dificultades pueden ser usadas para glorificar a Dios. De modo que, cuando te encuentres en las pruebas de la vida, recuerda lo que Dios es para ti y lo que Dios hace por ti.


  Recuerda lo que Dios hace por medio de ti (2 Corintios 1:4b–7)

En tiempos de sufrimiento la mayoría de nosotros nos inclinamos a pensar sólo en nosotros mismos y olvidarnos de los demás. Nos convertimos en cisternas en lugar de ser fuentes. Sin embargo, una de las razones para las pruebas es que tú y yo podamos aprender a ser fuentes de bendición para consolar y animar a otros. Debido a que Dios nos ha animado, nosotros podemos animar a los demás.
Uno de mis predicadores favoritos era el Dr. Jorge W. Truett, que pastoreó la Primera Iglesia Bautista de Dallas, Texas por casi cincuenta años. En uno de sus sermones cuenta de una pareja de personas inconversas cuyo bebé murió súbitamente. El Dr. Truett ofició en el funeral y más tarde tuvo el gozo de verlos a ambos confiar en Cristo.
Muchos meses más tarde una madre joven perdió su bebé; y de nuevo el Dr. Truett fue llamado para consolarla. Pero nada de lo que él decía parecía servir. En el culto del funeral, la madre recién convertida se acercó a la joven y le dijo: “Yo atravesé por esto, y sé por lo que estás pasando. Dios me llamó, y a través de las tinieblas vine a él. ¡Él me ha confortado a mí, y él te confortará!”
Él Dr. Truett dijo: “La primera madre hizo más por la segunda madre de lo que yo pudiera haber hecho tal vez en días y meses, por cuanto la primera madre había recorrido ella misma el camino del sufrimiento”.
Sin embargo, Pablo dijo claramente que no necesitamos experimentar las mismas pruebas para poder dar el consuelo divino. Si hemos experimentado el consuelo de Dios, entonces podemos “también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación” (2 Corintios 1:4b). Por supuesto, si hemos experimentado tribulaciones similares, éstas pueden ayudarnos a identificarnos mejor con otros y a saber mejor cómo se sienten; pero nuestras experiencias no pueden alterar el consuelo de Dios. Esta sigue siendo suficiente y eficaz sin que importe cuáles hayan sido nuestras experiencias.
Más adelante, en 2 Corintios 12, Pablo nos da un ejemplo de este principio. Padecía de un dolor descrito como “un aguijón en la carne”, tal vez alguna clase de sufrimiento físico que le fastidiaba constantemente. No sabemos qué era este “aguijón en la carne”, ni necesitamos saberlo. Lo que sí sabemos es que Pablo experimentó la gracia de Dios y entonces compartió ese estímulo con nosotros. Sin que importe cuál sea tu prueba, “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9) es una promesa de la que puedes apropiarte. No tendríamos esa promesa si Pablo no hubiera sufrido.
El tema del sufrimiento humano no es fácil de entender, porque hay misterios en la obra de Dios que jamás captaremos sino hasta que estemos en el cielo. Algunas veces sufrimos debido a nuestro propio pecado y rebelión, como sucedía a Jonás. Algunas veces el sufrimiento nos guarda de pecar, como en el caso de Pablo (2 Corintios 12:7). El sufrimiento puede perfeccionar nuestro carácter (Romanos 5:1–5) y ayudarnos a participar del carácter de Dios (Hebreos 12:1–11).
Pero el sufrimiento también puede ayudarnos a ministrar a otros. En cada iglesia hay creyentes maduros que han sufrido y experimentado la gracia de Dios, y ellos son los grandes consoladores en la congregación. Pablo experimentó problemas, no como castigo por algo que había hecho, sino como preparación para algo que todavía tenía por hacer: ministrar a otros en necesidad. Simplemente piensa en las pruebas que el rey David tuvo que atravesar para darnos el gran estímulo que hallamos en los Salmos.
Segunda de Corintios 1:7 aclara que siempre hubo la posibilidad de que la situación pudiera invertirse: que los creyentes corintios pasaran por pruebas para poder animar a otros. Dios algunas veces permite que una familia de la iglesia experimente pruebas especiales para que pueda él otorgarles a ellos gracia especial en abundancia.
El ánimo misericordioso de Dios nos ayuda si aprendemos a soportar. El soportar con paciencia es una evidencia de fe. Si nos amargamos o criticamos a Dios, si nos rebelamos en lugar de someternos, entonces nuestras pruebas obran en contra nuestro en lugar de a favor nuestro. La capacidad para soportar pacientemente las dificultades, sin darnos por vencidos, es un rasgo de madurez espiritual (Hebreos 12:1–7).
Dios tiene que obrar en nosotros antes de poder obrar por medio de nosotros. Es mucho más fácil crecer en el conocimiento que crecer en la gracia (2 Pedro 3:18). Aprender la verdad de Dios y retenerla en nuestra cabeza es una cosa, pero vivir la verdad de Dios y hacerla parte de nuestro carácter es algo completamente diferente. Dios hizo que el joven José atravesara trece años de tribulación antes de hacerlo el segundo al mando en Egipto, ¡y qué gran hombre llegó a ser José! Dios siempre nos equipa para lo que él está preparando para nosotros, y una parte de esa preparación es el sufrimiento.
Visto desde esta perspectiva, 2 Corintios 1:5 es muy importante: ¡incluso nuestro Señor Jesucristo tuvo que sufrir! Cuando sufrimos en la voluntad de Dios, somos partícipes de los sufrimientos del Salvador. Esto no se refiere a sus sufrimientos vicarios en la cruz, por cuanto sólo él pudo morir por nosotros como el sustituto sin pecado (1 Pedro 2:21–25). Pablo se estaba refiriendo aquí a “la participación de sus padecimientos” (Filipenses 3:10), las pruebas que soportamos debido a que, como Cristo, somos fieles en hacer la voluntad del Padre. Esto es sufrir “por causa de la justicia” (Mateo 5:10–12).
Pero conforme aumenta el sufrimiento también aumenta la provisión de la gracia de Dios. La palabra abunda sugiere la figura de un río desbordándose. “Pero él da mayor gracia” (Santiago 4:6). Este es un importante principio que hay que captar: Dios tiene amplia gracia para todas tus necesidades, pero él no la otorgará por anticipado. Venimos por fe al trono de la gracia “para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). La palabra griega significa ayuda cuando la necesitas, ayuda oportuna.
Por ejemplo: leí acerca de un creyente devoto que había sido arrestado por su fe, y sentenciado a morir en la hoguera. La noche antes de su ejecución se preguntaba si tendría suficiente valor para convertirse en una antorcha humana; de modo que probó su valor poniendo su dedo encima de la llama de una vela. Por supuesto, se quemó y retiró la mano por el dolor. Estaba seguro de que jamás sería capaz de enfrentar el martirio sin claudicar. Pero al día siguiente, cuando sufría la hoguera Dios le dio la gracia que necesitaba, y tuvo un testimonio gozoso y triunfante ante sus enemigos.
Ahora podemos entender mejor 2 Corintios 1:9; porque si pudiéramos almacenar la gracia de Dios para usarla en emergencias, nos inclinaríamos a confiar en nosotros mismos, y no en “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10). Todos los recursos que Dios nos da pueden guardarse para uso futuro: dinero, alimento, conocimiento y otros, pero la gracia de Dios no puede almacenarse.
Más bien, conforme experimentamos la gracia de Dios en nuestras vidas diarias, ésta se la invierte en nuestras vidas como carácter piadoso (Romanos 5:1–5). Esta inversión paga dividendos cuando nuevos problemas se cruzan en nuestro camino, por cuanto el carácter piadoso nos capacita para soportar la tribulación para la gloria de Dios.
Hay compañerismo en el sufrimiento: puede acercarnos más a Cristo y a su pueblo. Pero si empezamos a revolcarnos en la autocompasión, el sufrimiento creará aislamiento en lugar de participación. Construiremos barreras y no puentes.
Lo importante es fijar nuestra atención en Dios y no en nosotros mismos. Recuerda lo que Dios es para ti: el “Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3). Recuerda lo que Dios hace por ti: él está contigo en medio de tus pruebas y hace que resulten para tu bien, y para su gloria. Finalmente, recuerda lo que Dios hace por medio de ti: y permítele que te use para animar a otros.

 
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