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miércoles, 11 de marzo de 2015

¿Cuántas oportunidades debe darnos Dios para obedecerlo?: a toda costa debemos evitar el pecado y sus terribles consecuencias.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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El principio del fin
1 Reyes 11:1–12:24
¿Acaso no nos deprime que una historia tenga un final triste? Muy pocas son las personas que se gozan leyendo relatos inconclusos o deprimentes. Sin embargo, en este estudio hemos llegado al principio del trágico fin del gran reino de Israel.
Aunque es verdad que la historia de esa nación todavía está inconclusa en el gran esquema del plan de Dios, sabemos que algún día recuperará su lugar como poder político. Esto será con la ayuda y por la voluntad de Dios a través de Jesucristo y se realizará durante el período final del milenio (Isaías caps. 35, 60 y 66). Sin embargo, no ha podido recuperar la gloria que por la gracia de Dios alcanzó durante los reinados de David y Salomón.
¿A qué se debió esto? A que Salomón, aun siendo el hombre más sabio y rico del mundo, no supo controlar sus pasiones más recónditas. Su amor a Jehová fue reemplazado por el de las muchas mujeres que poseía y su lealtad fue transferida a los dioses ajenos que ellas trajeron a Israel. Salomón se olvidó de Dios. Qué triste conclusión para el rey de Israel y qué tremendo precio pagaría todo el reino por ello.
Salomón reveló su triste condición al confesar: “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra…” (Eclesiastés 7:20). Y: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad” (Eclesiastés 12:8).
“…NO HAY HOMBRE JUSTO EN LA TIERRA”
(Eclesiastés 7:20)
LA NECEDAD DEL REY 11:1–8
Sus concubinas 11:1–3
La inauguración del templo para Jehová todavía no pasaba cuando Salomón empezó a alejarse del compromiso hecho con Dios. Esto se debió a las obligaciones contraídas con las mujeres idólatras de su harén.
En los pueblos de oriente, el tamaño del harén era indicación de la grandeza de un monarca. Las alianzas políticas a través del matrimonio eran actividades “normales”. Con ellas se trataba de garantizar la paz con las naciones vecinas. No sabemos si Salomón usó esto como pretexto para tener 700 esposas y 300 concubinas o si fue por su debilidad sexual. Cualquiera que sea la razón, cometió un serio pecado contra las leyes dadas por Dios en relación con la poligamia y por no confiar en él para que le diera paz con sus vecinos. Dios condena los matrimonios múltiples y por sobre todas las cosas, que su pueblo se mezcle con paganos. Estas acciones desobedientes llevaron al rey y a todo el pueblo a la idolatría (comp. Deuteronomio 7:3–4; 17:17; Éxodo 34:15–16).
Sus dioses ajenos 11:4–8
El texto no nos aclara si Salomón adoraba personalmente a esos dioses, pero sí nos dice que construyó lugares altos para que sus esposas lo hicieran. Por primera vez aparece aquí la frase que más se usa en el resto del relato: “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová…” (v. 6) refiriéndose a Salomón. Esta frase es peligrosa, porque se aplica a quienes fueron traidores a Jehová.
Astoret, Milcom, Quemos y Moloc se mencionan entre los dioses “abominables”. Astoret, más conocida como Venus, era la diosa de la fertilidad y la guerra. Quemos era el dios nacional de los moabitas y a veces pedía sacrificios humanos, en especial, el hijo primogénito de las familias. Moloc era una deidad amonita que también demandaba sacrificios humanos. Los lugares altos fueron suficiente evidencia de que el corazón de Salomón ya no estaba puesto en Jehová y que la paz de Israel había terminado. (Vea la lista de dioses de los cananeos al final de este capítulo).
Imagínese que cada una de las esposas y concubinas tenían a su servicio innumerables profetas y sacerdotes que se peleaban el favor del rey para practicar su religión o rito sin importar el precio. Por otro lado, había pleitos entre los hijos de ellas, quienes exigían lealtad a su nación o tradiciones. Sin duda aquel hogar debe haber sido un circo de naciones extrañas.
UN PECADO ENGENDRA MIL
¡PENSEMOS!
Son tres áreas que Satanás ataca en el cristiano: convicción, lealtad y propósito. La primera es la que nos sostiene sobre la base inconmovible de la verdad. El enemigo sabe que no es necesario destruir esas cualidades, sino simplemente diluirlas, impidiendo así que cumplamos la voluntad de Dios. Si quiere saber cuál es el éxito en la vida espiritual, lea Santiago 1:1–12 y 2 Juan y anote las consecuencias del doble ánimo y lo que se exige del creyente.
JUICIO Y ADVERSARIOS DE SALOMÓN 11:9–40
Un reino dividido 11:9–13
Notemos que el v. 9 dice que Dios “se le había aparecido dos veces” a Salomón. Esto nos da idea de que el rey había tenido dos oportunidades de arrepentirse y corregir sus errores. Ahora Jehová se aparece por tercera y última vez para declarar su juicio final. El resultado de sus transgresiones fue que Dios “…arrancó el reino de su descendencia”. (Vea el cuadro “Odisea espiritual regresiva del pueblo de Israel” al final de este capítulo)
Dios mostró compasión para Salomón al anunciarle que esto no sucedería durante los años que le quedaban de vida y permitiendo que su hijo Roboam reinara sobre una parte de la nación. El pacto incondicional que Dios hizo con David no se iba a quebrantar por amor a ese rey. La dinastía davídica continuaría hasta la venida del Mesías. “Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre” (11:39).
Hadad y Rezón 11:14–25
Hadad, un edomita de sangre real fue el único varón que sobrevivió el ataque de David cuando Joab dio muerte a 18,000 edomitas en un período de seis meses (2 Samuel 8:13). Cuando David y Joab murieron, Hadad, quien había vivido muchos años en Egipto protegido por faraón, regresó para vengarse y reclamar su trono. Este adversario fue un continuo dolor de cabeza para Salomón así como Rezón.
Rezón, hijo de Eliada (vv. 23–25), era un viejo enemigo de David (2 Samuel 8:3). Había logrado fundar una dinastía al norte de Israel que luego llegaría a ser el estado asirio más poderoso durante los siglos IX y VIII a.C.
Jeroboam de Efraín 11:26–28
Ahora la atención del autor se dirige hacia Jeroboam, quien eventualmente dividió el reino de Israel y llegó a gobernar las diez tribus del norte. Jeroboam estuvo encargado de algunas construcciones en Jerusalén veinte años después del inicio del reino de Salomón. Fue un hombre de “rango”, o sea, que tenía propiedades y era muy industrioso. Por ello, Salomón le confió muchos de sus proyectos.
Profecía de Ahías silonita 11:29–37
No se nos revela la razón o naturaleza de la insubordinación de Jeroboam contra Salomón, pero es muy posible que la profecía de Ahías silonita haya motivado al rey a actuar contra él. Algo muy interesante de este relato es que parece que Dios fue la fuente de la rebeldía de Jeroboam. No obstante, tenemos que recordar que cuando una persona actúa, en su corazón ya debe haber germinado la semilla que lo motiva a actuar. Sin duda que para Jeroboam la tentación fue muy grande, puesto que se le estaba ofreciendo el reino más poderoso y rico de aquellos tiempos. El profeta aquí le promete diez tribus y no once, porque la tribu sacerdotal de Leví no poseía tierras.
Promesa de bendición o maldición 11:38–39
Algo muy curioso sucede aquí. Dios le ofrece también la oportunidad de recibir bendiciones tal como hizo con Salomón. La condición que se le da también es la misma. Podemos preguntar: “¿Por qué? ¿Acaso no debía reinar el hijo legal de Salomón conforme a las tradiciones orientales?” Aquí vemos un ejemplo claro del control total que ejerce Dios en el gobierno humano. Él está por encima de las tradiciones y planes de los hombres; actúa de acuerdo a su justicia y Salomón debía ser castigado. Sin duda alguna, Dios le ofreció bendición a Jeroboam porque quería dar oportunidad a las diez tribus para que se mantuvieran libres de pecado y en obediencia completa a Jehová.
DIOS NO ESTÁ SUJETO A LAS
MAQUINACIONES DEL HOMBRE
La ira de Salomón 11:40
“Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam…” ¿Por qué? Tal vez porque sabía que iba a hacerle competencia a su hijo Roboam cuando falleciera. ¿Acaso no sucedió algo similar con el rey Saúl cuando supo que David sería el siguiente rey? El hecho de que intentara matar a su competidor nos declara qué tan lejos estaba ya de la voluntad de Dios. ¿Acaso olvidó el rey más sabio del mundo, que lo que Dios pone nadie lo puede quitar o cambiar?
MUERTE DE SALOMÓN 11:41–43
Después de un largo reinado de 40 años (970–931 a.C.), Salomón sale de la escena y pasa a los libros de historia. Evidentemente murió de muerte natural, y aunque inició su reinado con gloria, obediencia y humildad; terminó siendo desobediente y orgulloso y dejando un reino moralmente destruido; ejemplo que imitaría la mayoría de los reyes siguientes, que “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová…”
¡PENSEMOS!
¿Cuántas oportunidades piensa usted que debe darnos Dios para obedecerlo? Una de las lecciones más difíciles de aprender como cristianos es que a pesar de que estamos libres de la condenación eterna del pecado, se requiere un tremendo esfuerzo y valor para abandonar nuestras debilidades carnales. Para ello, Dios nos pide que usemos el poder que ha puesto a nuestra disposición. Lea Romanos cap. 8, escoja el versículo central y medite acerca de la solución que Dios da para ser libres. La conclusión es que a toda costa debemos evitar el pecado y sus terribles consecuencias.
LA DIVISIÓN DE ISRAEL 12:1–24
La gloria del reino de Israel llegó a un momento crucial creando una grave crisis socioeconómica. Por supuesto que el costo de esa gloria se reflejó en los altísimos impuestos que cada ciudadano tenía que pagar para sostener al rey. Esto se revela en el hecho de que Salomón recibía un salario anual de 25 toneladas de oro que hoy equivale a unos 380 millones de dólares. Asimismo, el tamaño y exigencias del harén requerían gastos inmensos; era el cáncer moral que carcomía el corazón de la sociedad israelita.
Desde el punto de vista humano, la carga financiera llegó a ser insoportable y la mayoría de las tribus no aguantaban el abuso. Desde el punto de visto divino, la apostasía llegó a ser también intolerable y la quiebra económica y espiritual era inevitable.


El pueblo clama 12:1–5
Inmediatamente después de la muerte de Salomón, Roboam fue reconocido como sucesor al trono. Pero el pueblo se mostraba receloso de que no aliviara la tremenda carga impositiva. Aparentemente, Salomón había tratado a las tribus del norte más duramente que a Judá en sus políticas administrativas. Es más, el norte siempre mantuvo una actitud semindependiente durante el reinado de David y Salomón. Ahora Roboam deseaba ser aceptado por ellos y por eso viajó a Siquem.
Es interesante que se mencione a Jeroboam otra vez cuando lo “enviaron a llamar” (v. 3). Es posible que hubiera comentado la profecía de Ahías a cierto grupo de líderes que empezaban a poner en marcha un plan secreto entre ellos. Pero dieron a Roboam la oportunidad de revelar qué tipo de rey sería al confiarle que su padre había agravado el yugo del pueblo: “Mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre… y te serviremos.” (v. 4). A Roboam se le dio una última oportunidad.
Los consejeros de Roboam 12:6–11
No era bueno que un poderoso monarca se doblegara ante cualquier demanda del pueblo sin pensarlo primero. Por lo tanto, pidió 3 días para buscar consejo. Primero acudió a los asesores de su padre, quienes habiendo servido a Salomón y conocido los detalles y problemas internos, le dieron el mejor consejo posible: “Si tu fueres hoy siervo de este pueblo… respondiéndoles buenas palabras…, ellos te servirán…” (v. 7).
Algo curioso sucede en el v. 8 que nos aclara qué tipo de corazón poseía Roboam: “Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado”. Esta frase da la idea de que desechó el primer consejo y buscó el de los jóvenes. Tal vez quería vengarse de la soberbia de las tribus del norte al exigir respuesta a sus demandas. ¿Acaso un rey se humilla ante sus vasallos?
En fin, pidió consejo de otros líderes inexpertos en política, “jóvenes que se “habían criado con él…” (v. 8b). Esto nos da idea de la tremenda influencia que hay entre compañeros. Es posible que al igual que ellos, Roboam se hubiera engreído con la idea del poder absoluto que Salomón había ejercido durante su reinado y se sintiera con derecho a exigir lo mismo. Por ello, decidió incrementar la carga del yugo.
El error de Roboam 12:11–15
Tres días después, Roboam dio su respuesta. Tuvo suficiente tiempo para pensarlo, pero en su corazón no había lugar para la bondad, paciencia, amor o comprensión hacia las necesidades de su pueblo. ¿Acaso el rey no es elegido para ser servido? Inclusive el lenguaje que usó fue muy agresivo y ofensivo, ya que habló con insolencia y crueldad. Roboam nunca pidió consejo a Jehová porque no estaba en él hacerlo. El Dios de David y de Salomón nunca fue el Dios de Roboam y por consiguiente, dejó de ser el Dios de Israel.
EL PECADO QUE GERMINA,
PRODUCE ACCIONES QUE CORROEN
La división de Israel 12:16–19
“Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído…” (v. 16a), se dieron cuenta que no tenía un corazón blando ni un oído atento a los clamores del pueblo; en concreto, no tenía la disposición para servir sino para ser servido. Aquí fue donde las diez tribus perdieron la paciencia, ya que desde los días de David había habido una especie de favoritismo hacia Judá en perjuicio de las diez tribus del norte (2 Samuel 19:9–15).
Hubo una denuncia de tal acción en 2 Samuel 19:40–43. Ahora se repite la expresión de 2 Samuel 20:1 “No tenemos nosotros parte en David ni heredad en el hijo de Isaí…” (v. 16b). Los del norte terminaron con la exclamación: “¡provee ahora en tu casa, David!” O sea, “¡encárgate de tus provisiones, porque nosotros no te serviremos!” Cuando Roboam mandó a Adoram, que estaba sobre los tributos, lo apedrearon y el rey optó por huir hacia Jerusalén. Es aquí donde empieza la triste ruptura del reino.
Jeroboam reina en Israel 12:20–24
Por fin se cumplieron los sueños acariciados en secreto de Jeroboam. El pueblo de Israel (las diez tribus del norte) lo invitaron a reinar sobre ellas. Él era de Efraín, una tribu muy orgullosa de que Abraham hubiera construido el primer altar en su territorio y porque Josué también perteneció a esa tribu. Una de sus quejas era que se les había asignado un territorio muy pequeño (Josué 17:14). Ahora, un hijo de esa tribu gozaba del favor y privilegios de rey.
Roboam hizo el intento de recuperar lo perdido reclutando 180 mil hombres para hacer guerra contra sus hermanos. El profeta Semaías le dio el mensaje de Dios y le advirtió que no lo hiciera, porque Dios había permitido la ruptura de Israel. Al fin, Roboam se dignó obedecer la palabra de Dios, cristalizando así el juicio de Dios sobre Israel.
¡PENSEMOS!
Lea Salmos 1 y anote los tres pasos o secuencias mencionados en relación con caer en el pecado. La tragedia es permitir que éste alcance su potencial destructivo. Piense en algunas consecuencias que usted podría pagar si insiste en permitir que la tentación que más le incita le haga pecar. Anote las más exageradas. Recuerde, si el pecado es grande, ¿no lo será la consecuencia?
DIOSES PAGANOS ADORADOS POR LOS ISRAELITAS
Nombre
Descripción
Referencia
Adramelec
Dios de guerra y amor
2 R. 17:31
Anamelec
Dios que demanda sacrificios de niños
2 R. 17:31
Asera
Esposa de Baal.
2 R. 13:6
Asima
Dios de los heteos.
2 R. 17:30
Astoret (Astarté, Istar)
Diosa del sexo, la fertilidad y reina del cielo.
2 R. 23:13
Baal
Dios de la lluvia, viento, nubes y fertilidad de la tierra
2 R. 3:2
Baal-zebub
Dios de Ecrón
2 R. 1:2
Quemos
Proveedor de terrenos
2 R. 23:13
Moloc, Milcom
Dios de los moabitas que demandaba sacrificios humanos.
2 R. 23:10
Nergal
Dios de la muerte
2 R. 17:30
Nibhaz
Adorado por los aveos
2 R. 17:31
Nisroc
Dios de Nínive
2 R. 19:37
Rimón
Dios de truenos, relampagos y lluvia
2 R. 5:18
Sucot-benot
Señora de Marduk, diosa de la guerra.
2 R. 17:30
Tartac
Dios de la fertilidad
2 R. 17:31
NOTA: Es interesante que estos dioses se mencionan más en 2 Reyes que en el primer libro. Esto se atribuye a:
1) Que el autor de Reyes se dedica a relatar el pecado de idolatría de Israel.
2) Al intenso grado de perversión a que Israel había llegado en 2 Reyes. Entre más se alejaban de Dios, más visible y agresiva era su dedicación a los dioses ajenos.
 
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Tengamos cuidado de no ser como los que se arrepienten sólo cuando el pecado sale a la luz

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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Salomón consolida su reino
1 Reyes 2:10–10:29
Como resultado de las acciones sabias que David realizó siguiendo los consejos del profeta Natán, su dinastía se mantuvo intacta y protegida bajo la mano poderosa de Dios. La posibilidad de que se cumpliera la promesa divina que aparece en 2 Samuel 7 acerca del reino eterno de Israel se veía más brillante que nunca. Bajo la mano sabia de Salomón, el pueblo alcanzó su etapa cumbre; en un corto período de sólo 40 años, experimentó la era más gloriosa que el mundo haya visto, una etapa que cuando desapareció, fue llorada y lamentada amargamente por millones de judíos, cosa que se repite aún hoy.
LA DINASTÍA DAVÍDICA 2:10–12
Muerte de David 2:10–11
A pesar de que David ya “dormía con sus padres” la estabilidad de su dinastía continuó con Salomón. En total, David reinó 40 años.
Coronación de Salomón 2:12
Desde el día de su coronación (976 a.C), Salomón mostró un espíritu de paz, buena voluntad y deseos de que el pueblo prosperara. La gloria de David la heredó el nuevo rey; la bendición de Dios definitivamente reposaba sobre él, y el pueblo fue testigo orgulloso de la actuación de su líder. El monarca reflejaba al máximo la gloria del hombre y fue considerado muy en alto por propios y extraños. Esto se debió a que amaba al Dios de su padre y porque el Señor cumplió en él la promesa hecha a David (1 Crónicas 17:7–15).
Primero Crónicas 29:23–25 nos da idea del poder absoluto de Salomón. Por otro lado, 1 Reyes 2:12 se refiere al trono de Salomón como al “trono de David”, mientras que 1 Crónicas 29:23 se refiere a él como al “trono del Señor”. Es interesante notar que el relato de Reyes es la historia desde el punto de vista humano, mientras que Crónicas nos da el punto de vista divino.
¡A QUIEN DIOS PONE, NADIE LO QUITA!
LA PURGA HECHA POR SALOMÓN 2:13–46
A Salomón sólo le faltaba atender algunos detalles para afianzar el trono. Algunos eruditos bíblicos han criticado las siguientes acciones de Salomón considerándolas ventajosas, destinadas a lograr el avance de su reino. Han dicho también que Salomón usó los consejos de su padre para erigirse en el verdugo divino con objeto de eliminar sistemáticamente a sus enemigos. Otros han dicho que esas acciones se debieron a que era aún muy joven (posiblemente de 20 años), inexperto e inmaduro.
Es necesario explicar algunos detalles que nos permiten entender mejor el pasaje. En primer lugar, Salomón fue el sucesor escogido por Dios para reinar. En aquellos tiempos, el rey era la ley en su reino. Es cierto que en la historia humana ha habido más abuso de autoridad que el que se pueda contar, pero aquí Salomón tomó su papel de rey seriamente, considerando que era un seguidor de Dios y no de sí mismo. En segundo lugar, su padre David le recomendó: “sé hombre…” y le dijo que arreglara los asuntos que ensombrecían o manchaban al pueblo de Dios.
Por último, Salomón conocía bien los mandamientos divinos y sabía que no debía permitir que el pecado de otros acarreara el juicio divino sobre toda la nación. Él necesitaba reafirmar y garantizar el éxito de su trono y de la dinastía davídica.
Persistencia de Adonías 2:13–15
Hubo 4 personas a las que llegó el día de dar cuentas. En los casos de Adonías y Joab, ellos tomaron la iniciativa para su ruina. En los casos de Abiatar y Simei, Salomón fue quien tomó la iniciativa. Recuerde que el tema de este libro es la tragedia del pecado. En el episodio de Adonías vemos que la semilla del mal ya había germinado en su corazón desde el día en que trató de apoderarse del trono. Adonías reitera su amargura al declarar a Betsabé: “tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara…” (v. 15). Recordemos que Adonías ya se había asido a los cuernos del altar antes, pensando que Salomón lo iba a matar, pero fue perdonado.
Petición de Adonías 2:16–25
El rebelde nunca se arrepintió y justo cuando pensaba que iba a gozar de la protección de Salomón, especialmente porque hizo su petición a través de la reina madre a quien Salomón amaba, Adonías hizo un intento más para apoderarse “sicológicamente” del trono. Para ello, pidió la mano de la bella virgen Abisag, una joven que había pertenecido al harén de David. Para el ojo inexperto, esta solicitud parece inocente y justa, pero tenemos que entender el pensamiento oriental. Desear a la mujer o alguna cosa de un enemigo significaba desear la posición del mismo. Salomón conocía bien esto y lo consideró como traición. Por ello, el lector se sorprende cuando ve que la petición hecha a través de Betsabé fue la que ocasionó la condena y muerte de Adonías. Al general Benaía se le dio la tarea de ejecutarlo por orden de Salomón.
Expulsión de Abiatar 2:26–27
Habiendo terminado con Adonías, Salomón inmediatamente llamó al sacerdote Abiatar a su presencia para emitir su juicio. El rey consideraba su alianza con Adonías digna de muerte, pero por su posición de levita y la relación que había tenido con su padre, le concedió la vida con la condición de que dejara el sacerdocio para siempre. Así se cumplió la profecía de 1 Samuel 2:27–36 donde dice que nunca más fungirían como sacerdotes los descendientes de Elí.
Muerte de Joab 2:28–36
Otro hombre que había conspirado con Adonías fue Joab. Tan pronto oyó la noticia de Abiatar, supo que le tocaba su turno por haber asesinado a dos servidores de David (2 Samuel 3:27; 20:9–10). Él también se asió de los cuernos del altar de bronce; pidió misericordia aunque sabía que no era inocente. El altar era un lugar de refugio que se podía usar cuando un hombre mataba a otro en forma accidental, no para aquellos que cometían homicidio deliberado (Éxodo 21:13–14). Otra vez Benaía fue el verdugo de Joab. La familia de Joab no fue totalmente deshonrada, porque permitieron que le dieran sepultura en su propia tierra. Así fue como Salomón borró la culpa de sangre sobre Israel y la barrera a las bendiciones que Dios deseaba derramar sobre su pueblo.
¡TODO PECADO SERÁ JUZGADO!
Juicio de Simei 2:36–46
Para terminar la purga y cumplir la voluntad de David, Salomón mandó llamar a Simei. Le dio orden de mudarse a Jerusalén y lo puso en arresto domiciliario por el resto de su vida. De esta manera se le impediría tramar contra el trono junto con la tribu de Benjamín. Además, perdió todas sus propiedades en todas partes del reino, su poderío y sus asociaciones pasadas. Pero como algunos hombres de negocios que piensan primero en sus inversiones y después en las consecuencias, decidió salir de la ciudad para reclamar a dos siervos que se le escaparon. Esta acción fue la que selló su sentencia de muerte.
En conclusión, todos los conspiradores del complot para derrocar a David fueron eliminados. Habían pensado que podían recibir favores, posición, autoridad o reconocimiento por la alianza que tenían con Adonías. Pero tuvieron un mal líder y malos motivos. Siempre debemos considerar y conocer nuestros motivos personales antes de hacer alianza con otros.
¡ANALICE SUS MOTIVOS
ANTES DE ACTUAR!
¡PENSEMOS!
Algo importante que debemos comprender acerca de los cuernos del altar es que esta ley fue creada para ayudar a los que eran acusados de asesinato imprudencial. Sólo el rey tenía autoridad para decidir el castigo. ¿Cómo podemos aplicar esto hoy? ¿Acaso no nos recuerda la gracia de Dios? Nunca podremos clamar inocencia ante la ley de Dios porque no somos inocentes. Pero aunque somos culpables, Dios nos mira con amor, y pudiendo castigar nuestro pecado, nos perdona. La clave no está en nuestra capacidad de correr ante la presencia de Dios cuando caemos en pecado, sino en el sincero deseo de humillarnos ante él y arrepentirnos por completo de nuestra desobediencia.
Tengamos cuidado de no ser como los que se arrepienten sólo cuando el pecado sale a la luz. Que nuestro arrepentimiento sea genuino, de corazón, entendiendo que nuestra ofensa es primero contra el Hijo de Dios, quien nos amó hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:1–11).
SABIDURÍA DE SALOMÓN 3:1–4:34
Hemos llegado al punto clave que explica la bendición que Israel recibió. Se dice que un pueblo es tan sabio o necio como su líder; cuánta verdad hay en esto. Israel iba a experimentar la sabiduría de Dios a través de su rey. El énfasis que se da a las acciones salomónicas es para mostrar que Salomón fue un hombre de Dios. Su sabiduría se manifestó en su habilidad para administrar, militarizar y engrandecer el reino.
Una boda por motivos políticos 3:1
En este pasaje vemos la primera incongruencia en el relato, misma que empieza a debilitar la relación entre Salomón y Dios. En los primeros dos versículos del cap. 3, el libro dice que el rey tomó una acción incorrecta ante Dios, pero políticamente aceptable de acuerdo a las costumbres orientales. Decidió desposarse con la hija de faraón para incrementar su poder. No obstante, uno de los primeros mandamientos dados por Dios antes de entrar a la tierra prometida fue la prohibición de casarse con las hijas de los reinos paganos.
Este fue un grave error de Salomón. Ya antes de asumir el trono, se había casado con Naama de los amonitas, quien fue la madre de Roboam (14:21–31). Estos matrimonios con paganas significaban la introducción segura de dioses ajenos (Deuteronomio 31:16).
Los lugares altos 3:2–4
Aun con estos detalles mencionados, Salomón todavía tenía mucho amor por Jehová y mucha pasión por servirlo. En los vv. 3–4 se mencionan los “mil holocaustos” que presentó al Señor.
Desde que Israel ocupó la tierra de Canaán, el pueblo acostumbraba adorar en “los lugares altos”. Algunos de ellos tal vez habían sido usados por los moradores de Canaán anteriormente. Deuteronomio 7:5 dice que al pueblo le estaba prohibido usarlos. Aun así, porque amaba a Dios, Salomón llevó su ofrenda a Gabaón, que era el lugar oficial de adoración.
Esta ciudad se encontraba a 10 kms. al noroeste de Jerusalén; y anteriormente fue la capital del rey Saúl. Es importante notar que el uso de esos lugares presentaba un peligro a la adoración pura de Dios, porque originalmente eran para la adoración de dioses ajenos, el acto más detestado por el Señor. Posteriormente, llegaron a ser sinónimo de la abominación y la causa de la ruina del reino. Los “lugares altos” están relacionados con la amenaza (9:6–9) y el juicio (11:10–13).
El sueño de Salomón 3:3–4
Salomón ya estaba en su tercer año de reinado. Deseando estar cerca de Dios, durmió en Gabaón y Dios se le apareció en un sueño. El idioma hebreo no nos aclara si fue una visión o una epifanía. La revelación de dioses durante el sueño a un nuevo rey era una costumbre que otras naciones consideraban como algo que autenticaba el divino llamado del rey al trono. Para el pueblo de Israel esto tampoco era algo anormal, ya que Dios se revelaba constantemente a los reyes y profetas. Salomón fue el último rey de Israel que tuvo este privilegio. La promesa de Dios: “…pide lo que quieras” fue hecha para estimular la fe de Salomón (Mateo 21:22; Marcos 6:22; Juan 14:13). ¿Acaso la palabra de Dios no es igual para nosotros?
¡DIOS SE REVELA A TRAVÉS DE SU PALABRA
PARA ESTIMULAR NUESTRA FE!
La petición sabia de Salomón 3:6–9
Salomón tuvo no sólo el privilegio más grande de su vida al hablar con Dios sino también el de poder pedir cualquier cosa; verdaderamente este fue un sueño hecho realidad. Tal vez Salomón se sentía muy joven, inexperto, o profundamente agradecido y humillado por la grandeza de su Dios, “…y yo soy joven” (v. 7).
Por ello, decidió hacer una petición muy especial y adecuada. Vemos que todavía tenía sus prioridades bien centradas en Dios. Salomón aquí mostró un profundo sentido de responsabilidad y madurez al solicitar un “corazón entendido para juzgar a tu pueblo…” (v. 9). Necesitaba un corazón sensible, comprensivo e inteligente. No fue una petición egoísta, para agradarse a sí mismo, sino para el bienestar de todo el pueblo.
Salomón recibió una sabiduría de servicio a los propósitos de Dios y mientras mantuviera esa perspectiva, podía aplicarla correctamente a la vida moral y ética. Asimismo, podía expresarla en su conducta y en el temor y reverencia a Dios, pues estas manifestaciones provienen de una actitud de corazón y mente que se expresa en equidad moral.
La recompensa de Dios 3:10–15
Dios, complacido de que Salomón no pidiera riquezas, dominio sobre sus enemigos y larga vida; lo recompensó dándole incondicionalmente las dos primeras como no ha recibido ningún otro rey sobre la faz de la tierra
La última dependía totalmente de Salomón (v. 14): “Si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos… yo alargaré tus días”. Tal vez por eso Salomón sólo llegó a cumplir 60 años de vida.
¡PENSEMOS!
Salomón comprendió que Dios era el supremo gobernante de la historia humana y que a él le tocaba hacer un trabajo importante en la historia de su pueblo. Por lo tanto, pidió a Dios que fuera su guía y consejero. ¿Qué de su trabajo o ministerio? Usted también puede y debe pedir a Dios sabiduría en todo lo que desempeña, él se la dará si la pide, pero debemos pedir que él nos revele lo que quiere que hagamos. Medite y aplique a su vida Efesios 3:20; esto garantiza no sólo un buen comienzo, sino también un buen final.
Administración de Salomón 3:16–4:34
El incidente entre las prostitutas demostró sin lugar a dudas que Salomón había recibido un corazón sensible y el don de Dios. A la vez, atestigua de lo que un ciudadano común podía esperar del monarca. Aun las prostitutas tenían acceso a la presencia del rey.
¡LOS CREYENTES TENEMOS ACCESO
A LA PRESENCIA DE DIOS!
Los eruditos estiman que en los días de David y Salomón la corte constaba aproximadamente de 5,600 oficiales. El cap. 4 detalla el sistema de administración de Salomón muy similar al del rey David con once miembros del gabinete (4:1–6); la organización de los distritos (4:7–19). La prosperidad del reino se define en 3 formas: 1) la cantidad de habitantes, 2) las comodidades de todos, y 3) la paz de la que gozaban gracias al poderío militar que desarrolló Salomón (4:20–28).
Finalmente, se atribuyen a Salomón 3,000 proverbios y 1,005 cantos o himnos. Asimismo, la fama de Salomón llegó a extenderse más allá de sus fronteras (2 Crónicas 9:22–23).
EL TEMPLO Y LA GLORIA DE SALOMÓN 5:1–10:29
Preparación del templo 5:1–18
La fama y gloria de Israel se incrementó aún más al iniciar los planes de construcción del templo. Por fin, después de más de 400 años de esperar, el pueblo recibió luz verde de parte de Dios para lograr el sueño de todo hebreo; hacer un templo. Qué mejor forma de mostrar a Dios el cariño y gratitud que sentían.
Hiram rey de Tiro glorificó a Dios cuando oyó la petición de Salomón de que le consiguiera todo el cedro y los hombres que pudiera para el proyecto.
Edificación del templo y del palacio 6:1–10, 14–38
Este capítulo nos da los detalles importantes del templo que son realmente impresionantes, ya que el Dios de Israel era grande y poderoso, y ¿como justificarían hacer un templo humilde y sencillo para el rey del universo? Tenía que ser maravilloso. Tan grandioso era el proyecto, que requirió ayuda y materiales de otras naciones. La tecnología para realizar cada detalle vino de todas partes del mundo conocido.
Además, contenía los elementos más preciados como oro, símbolo de gloria, esplendor y pureza; así como la mejor madera como el cedro. La construcción de un edificio prominente en la capital sería símbolo de honor a la deidad nacional. Dios moraba en su pueblo como autoridad máxima de la nación.
Dios visita a Salomón 6:11–13
Dios visitó a Salomón otra vez para recordarle la condición principal del trato: “…si anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis decretos…”; insistió en la importancia de que el corazón esté por encima de las obras
¡DIOS NO MIRA LAS OBRAS, SINO EL
CORAZÓN!
Construcción del palacio real 7:1–12
El autor dedica escasos 12 versículos a la construcción del palacio, proyecto que duró trece años. Algunos eruditos comentan que la razón principal de construirlo fue para que su esposa, la hija del faraón, viviera allí, ya que no pertenecía al pueblo ni a la fe de los hebreos y no podía vivir cerca del templo porque podía contaminarlo.
Este es un ejemplo del alto costo del pecado. Esto a su vez, originó altos impuestos para pagar a la burocracia y los proyectos de edificación, mismos que posteriormente fueron la causa de que la nación cayera en bancarrota y se dividiera.
Dedicación del templo 8:1–11
Siete años y medio tardó la construcción del gran templo a Dios. El siguiente capítulo nos da todos los detalles y el testimonio de una dedicación como nunca antes se había hecho.
Se hizo el traslado del arca (vv. 1–9); y la preciosa presencia de Dios apareció en una nube (vv. 10–11). ¡Qué escena más impresionante y poderosa fue la que ocurrió en aquel lugar; qué emoción, qué gozo y qué gloria! ¡Sin duda nosotros hubiéramos querido estar allí alabando al Rey de reyes y Señor de señores! Fue la culminación y cumbre de la obra de Salomón.
Oración de Salomón 8:12–61
Inspirado por aquella visión indescriptible, el rey declaró a su pueblo la grandeza de Dios por medio de una oración de 31 versículos. En ella, apela al pueblo para “que sea pues perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios” (v. 61).
El gran sacrificio de Salomón 8:62–66
Concluyó la celebración con un gran sacrificio (vv. 62–63); el más grande y costoso de la historia, difícil de calcular si nos basamos en el sistema monetario actual. La sangre de tantos animales se calcula que fue de más de 100,000 litros, y requirió el esfuerzo de más de 100 sacerdotes que trabajaron un promedio de 15 a 20 horas durante la ceremonia. Todo eso fue algo único y nuevo que el pueblo de Israel hizo para Dios. Si el templo hubiera sobrevivido hasta nuestros días, sin duda sería una de las maravillas más grandes del mundo.
Pacto de Dios a Salomón 9:1–28
Llegamos a los versículos claves de los libros de Reyes; el eje del relato; la cima de la montaña; el lugar donde Salomón podía haber subido aún más alto o podía caer de la gracia de Dios. Esta visión fue similar a la de Gabaón y fue la última que Salomón vería. Asimismo, fue la última advertencia que Jehová le dio, fue una profecía literal de lo que ocurriría si el pueblo pecaba.
Dios no estaba impresionado con las obras de los hombres, o con la creatividad y audacia de realizar grandes proyectos. Dios no deseaba ver que el pueblo confiara en su poderío militar, o en sus riquezas; deseaba ver una dependencia total de él. De lo contrario “… esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará” (v. 8a).
Finalmente, el autor menciona otras actividades y asuntos de Salomón y su actuación con las naciones vecinas (vv. 10–28).
Fama, riqueza y sabiduría de Salomón 10:1–29
El autor menciona que la reina de Sabá o Arabia (lo que hoy es Yemen) deseaba probar la sabiduría de Salomón, su fama había llegado a todos los reinos circunvecinos
Esto nos dice qué importante es nuestro testimonio ante los demás cuando andamos en obediencia a Dios.
Salomón fue ejemplo a las naciones de lo que se puede lograr en fama, riqueza, sabiduría, posesiones, alcance geográfico y poder si aceptamos la voluntad y guía de Dios todopoderoso.
La riqueza mencionada acerca de las 25 toneladas anuales de oro que Salomón recibía de salario no es nada comparada con la riqueza de contar con la presencia de Dios. ¡Cuánto más para la vida personal y familiar de cada uno de nosotros! Sin embargo, el relato pone toda la atención en Salomón cuando es Dios el autor de todo lo que el rey recibía.
¡RAZONEMOS!
El alcance de la sabiduría de Salomón no es que llegó a la perfección total y absoluta en todos los aspectos de la vida. Pero sí cubría una amplia gama, en especial, el aspecto judicial y el de gobernar prudentemente en lo civil, secular y religioso. El hecho de que Salomón cometiera errores serios aun después de recibir el don de Dios, nos dice que lo que poseía no hacía que todas sus decisiones fueran sabias. Salomón seguía siendo un hombre con una debilidad: su naturaleza humana pecaminosa igual a la de nosotros. Si dejaba que su amor a Jehová se enfriase, toda la sabiduría del mundo no le evitaría caer en el pecado y recibir sus consecuencias.
¡NO ES LA SABIDURÍA, SINO EL AMOR
INCONDICIONAL A DIOS EL QUE NOS GUARDA
DEL PECADO Y SUS CONSECUENCIAS!
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