sábado, 2 de abril de 2016

Si alguno les predica diferente evangelio del que han recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Preparemos la comida para las ovejitas del Pastor de los pastores
EL GRAN RESONDRÓN A LOS TORCEDORES DEL VERDADERO EVANGELIO 

Gálatas 1:8-10

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Gálatas, una epístola con chicote doloroso, pero necesario


La medida de este escandaloso abandono 
(Gálatas 1:8–10)

Lo que sigue en Gálatas 1 nos va a sorprender. 

Primero, Pablo se imagina un caso hipotético, usando el modo subjuntivo como si no fuese posible. De esta manera se profundiza su escándalo. “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). Se supone que sí fuera el caso, sería algo tan increíble que un ángel predicara semejante sustituto falso—realmente sería imposible.

Pero en Gálatas 1:9 agrega lo mismo pero con este cambio notable en el modo indicativo afirmando la presente realidad alarmante. “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”.

Para algunos, pudiera ser sólo una repetición diciendo lo mismo otra vez para llamar la atención. Pero los amadores de la gramática sabemos que estos dos modos, el subjuntivo y el indicativo, representan dos mundos diferentes del pensar. 

El subjuntivo propone lo irreal, lo no muy probable, lo incierto en un futuro pendiente, pero el indicativo nos trae a la realidad histórica, lo presente, lo seguro y firme. De esta manera Pablo les acerca al anatema, con esta palabra fuerte y devastadora.

La palabra anatema es fortísima en su denuncia. Aparece en 1 Corintios 16:22: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene”. La historia de esta palabra es interesante. Pudiera tener un sentido positivo, algo reservado a Dios como su posesión exclusiva, pero tiene su trasfondo histórico que se halla en el pecado de Acán en Josué 6:17, 18.

En la toma de Jericó Dios había dicho: “Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá… pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, no toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis”.

Sabemos que Acán tomó de lo prohibido, lo reservado exclusivamente para Dios. Acán era culpable por su acto de pura desobediencia. Después de la derrota de Israel en Hai, Dios dijo: “Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espada, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros” (Josué 7:12).

No existe palabra más fuerte y devastadora que Pablo pudiera haber usado en esta situación. Tal es la medida de la vehemencia de Pablo contra esta plaga infiltrándose en los gálatas. Podemos sentir su indignación santa ante la amenaza. El apóstol no puede tolerar el hecho de que el evangelio que les predicó esté en peligro de pervertirse irremediablemente.

Pablo responde: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (v. 10). Para Pablo no puede haber otra motivación que la de complacer a Dios y honrar su gracia en su plenitud.

Cómo se presenta el legalismo hoy en día
Pero uno pudiera decir: ¿No es esto demasiado duro y extremo cuando sólo trataban de agregar un rito de la ley u observación de cierto día que tiene el trasfondo en el Antiguo Testamento?

Hoy en día hay los que diluyen el evangelio a la auto-estima, la búsqueda de auto-realización y el éxito en la vida personal. Se escriben y se compran miles de tales libros con el “evangelio lite”.

Pero para Pablo no era nada insignificante, porque era predicar no la gracia de Dios sino las buenas obras como el medio de aumentar nuestra aceptación delante de Dios. Agregar algo de parte nuestra --por bueno que pareciera-- resulta en orgullo religioso; Dios no soporta eso nunca.

Agregar aun algo a la obra de la cruz, a la gracia de Dios para con los inmerecidos, es invalidar la muerte de Cristo que sigue siendo la única base y medio de agradar a Dios. Sólo nos queda creer y obedecer a la Palabra de Dios en su sencillez con el resultado de la llenura del Espíritu Santo y el fruto del Espíritu.

Hoy en día, hay tantos que quieren que agreguemos algo que pudiera llevarnos a ser “más espirituales”. Algunos buscan ser apóstoles por el poder y la influencia que les da; otros buscan la profecía para que puedan manipular e impresionar a los demás. Hay “encuentros” donde el énfasis es una nueva experiencia, nueva “bendición”, nuevo “thrill”.

En muchas partes del mundo se predica “la Teología de la Prosperidad” y millones la siguen. Dicen a sus feligreses inocentes: “Dame a mí y Dios te multiplicará en lo material”. Otros dicen: “Pare de sufrir” como si fuera el evangelio. Siempre hay una nueva corriente, la próxima novedad. Pero al final de cuentas, estas corrientes que ofrecen tanto no rinden nada, no duran.

Algunos Adventistas del Séptimo Día y otras sectas promueven ciertos reglamentos, guardan el sábado sólo para gloriarse de que lo cumplen o para marcar una diferencia que los separa de los demás. En este escenario moderno, el énfasis no es en la gracia de Dios que produce la verdadera santidad, humildad, servicio y el amor por las almas.

Siempre han existido los extremos: el legalismo o el libertinaje. La Cruz es nuestra única protección contra los extremos. El legalismo siempre ha existido. Produce cierto tipo de “espiritualidad” basada en el orgullo “espiritual”. Lo que podemos hacer por nuestras fuerzas resulta siempre en la comparación con otros, con la tendencia hacia nuestra ventaja.

La carne siempre busca donde gloriarse. Jesús mismo dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida” (Juan 6:63). 

Pablo en Filipenses 3:3 identifica al verdadero creyente: “Porque nosotros somos la circuncisión (la verdadera en el Espíritu), los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”.

El libertinaje se desacredita por los excesos sexuales, pero el legalismo se disfraza bajo ese “orgullo espiritual” donde uno se separa de otro por ser mejor, más “espiritual”, más comprometido a los ritos y reglamentos externos de la religión. Los fariseos fueron los que crucificaron a Jesús al fin de cuenta.

Pablo recoge la sutileza del legalismo y hace frente a él en esta epístola. Que Dios nos dé el discernimiento para reconocer esa trampa y no caer en ella. El legalismo es anatema para Dios y el mensaje de la Cruz.

Principios poderosos para tomar muy en cuenta
    1.      Empezar bien no nos garantiza un andar futuro recto. “Vosotros corríais bien;               ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” Gálatas 5:7.
    2.      Pablo es fiel en la búsqueda del bienestar de sus hijos en la fe. Está                              dispuesto a hacerse “enemigo” de ellos para rescatar su fe. El líder espiritual                se pone en peligro para contender por la fe.
    3.      El apóstol empieza la epístola con un breve sumario de lo esencial del                          evangelio. Es bien evidente que el centro de nuestro mensaje sigue siendo la              centralidad de la obra de la Cruz en su plenitud. La muerte y la resurrección                  de Cristo es “el poder de Dios para salvación”.
    4.      Pablo revela la pasión de su corazón hacia el evangelio de la Cruz y a la vez                revela su pasión por los gálatas que estaban en gran peligro de ser                               traicionados por los judaizantes.
    5.      Por dos repeticiones, una en el subjuntivo y la otra en el indicativo, Pablo                      expone la gravedad de la situación espiritual. No es cuestión de unas                           interpretaciones de la verdad, más bien es el legalismo que destruye la gracia              del evangelio y es anatema para Dios.
    6.      Llega el momento de ponerse firme ante las maniobras de la carne y defender              la verdad.
    7.      Pablo revela aquí para con sus hermanos de Galacia “tough love” (el amor                  duro pero sincero) de un padre espiritual en la fe. Este cáncer tiene que morir               o nos mata.
    8.      Como aplicación para hoy, podemos decir que todo lo que distrae y sustrae                  de la centralidad de Cristo es enemigo del evangelio. Hoy en día puede ser el             entretenimiento de los hermanos por la música “rock”, la exhibición de dizque               don o la personalidad carismática de un “líder”, entre otros.
    9.      Pablo defiende su apostolado y por ende su mensaje es contra todo ataque                   de la carne. No se defiende a sí mismo, sino que establece que su mensaje                 lo recibió directamente por revelación y por eso es autoritativo y apostólico.
    10.      Para el verdadero líder espiritual, ¡qué ejemplo es Pablo: pasión por el                        evangelio, amor para con los hermanos en peligro, fiel en corregir,                                 apasionado por el mensaje de la Cruz!

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viernes, 1 de abril de 2016

Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema. Hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Alimentamos a las ovejitas que nos dio El Pastor de los pastores
El carácter único del evangelio
Gálatas 1:6-9
6 Estoy asombrado de que tan pronto os estéis apartando del que os llamó por la gracia de Cristo,  para ir tras un evangelio diferente. 
7 No es que haya otro evangelio, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 
8 Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara  un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.  
9 Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.

Un Evangelio Irremplazable
             ¡¡¡NO HAY OTRO EVANGELIO!!!                                              Gálatas 1:6-9

El tema principal, Gálatas 1:6–9. Después de la salutación, el apóstol Pablo menciona el problema que existía con los gálatas. Después que Pablo había compartido el evangelio de gracia, los cristianos en Galacia habían aceptado otras enseñanzas que eran contrarias al evangelio apostólico. Pablo comienza su exhortación (Gálatas 1:6) con sorpresa de que se hubieran alejado del evangelio. 

La palabra griega methístemi (Gálatas 1:6) tiene la idea de remover (la misma palabra se usa en Hech. 7:16 donde los huesos de los patriarcas fueron trasladados o removidos). Los gálatas estaban a punto de dejar el evangelio apostólico para trasladarse a otro. 

El otro evangelio era una falsificación del verdadero. La palabra evangelio (euaggélion ) significa buenas nuevas y son las que el Apóstol mencionó en Gálatas 1:4. El mensaje de los falsos maestros era de imponer a los cristianos requisitos de la ley (especialmente la circuncisión) como parte del evangelio.

El apóstol Pablo aclara que hay un solo evangelio (Gálatas 1:7), pero que algunos tenían en mente hacer cambiar a los gálatas en sus creencias originales (perturban tiene la idea de levantar una seducción para estorbar la bendición que los gálatas tenían en el evangelio de gracia). 
El método de cómo hacer esta perturbación era de cambiar el evangelio. Cuando se cambia el contenido del evangelio (o también la Palabra de Dios en general), la fe es contaminada con otras ideas que no son de Dios. El cambiar el evangelio es la peor tragedia que puede ocurrir.

Semillero homilético
Los asombros en el evangelio
Gálatas 1:6–9
Introducción: 
En otras epístolas Pablo comienza con una afirmación de los recipientes de la carta, pero aquí entra inmediatamente para referirse al problema que existía en las iglesias de Galacia. Expresa su asombro en forma impresionante.
I.     Una palabra de asombro, Gálatas 1:6.
1.     Por haber desertado el evangelio verdadero.
2.     Por haber abrazado evangelios falsos.

II.     Una declaración de asombro, Gálatas 1:8,9
1.   Anatema es palabra fuerte, de condenación, porque se relacionaba con la práctica de destruir todo el botín al conquistar una ciudad o una tierra.
2.   La aplicación de Pablo abarca las personas que habían abandonado el evangelio verdadero para aceptar los evangelios presentados por maestros falsos.
3.   El asombro vino porque en tiempo corto habían decidido abandonar el evangelio.

III.     Una afirmación firme.
1.     El evangelio que recibieron de Pablo era el único verdadero.
2.     Todo otro evangelio es falso.
(1)     Evangelio de obras.
(2)     Universalismo.
(3)     Aniquilación.
Conclusión: 
A veces estamos asombrados por lo que las personas aceptan como religión. Hay personas que están abiertas a aceptar toda clase de herejías, tales como la Nueva Era, porque dicen que satisface su ser interno. Debemos juzgar los evangelios con la medida de la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo escribe una exhortación fuerte en base a la gravedad de cambiar el evangelio (Gálatas 1:8). Notemos que en la exhortación hay dos cosas: 
Primera, lo más importante no es el mensajero sino el mensaje. Los maestros falsos pueden tener una máscara de piedad pero su mensaje es venenoso. 
Segunda, no hay otra nueva revelación celestial dada a los hombres para ser salvo. El autor nos dice que ni un ángel del cielo, para aclarar la realidad que no hay un nuevo evangelio dado por Dios a los hombres por medio de agentes celestiales.
 Es interesante que en los tiempos que vivimos muchos ponen su fe en una persona o en experiencias sin tener en mente el contenido bíblico. 
El veredicto apostólico para aquellos que predican un evangelio falso es de maldición. La palabra anatema (anáthema , Gálatas 1:8) tiene que ver con la maldición divina. 
El Apóstol usa esta palabra en Romanos 9:3 donde él desearía ser anatema para la salvación de los judíos. La idea en Romanos 9:3 es separado de la salvación de Cristo, fuera de la gracia de Dios. Podemos decir que la palabra anatema tiene la idea de la maldición total de Dios, algo o alguien que es entregado al juicio divino.
¿A quién busca agradar?
1:10–12
1.     Algunos buscan agradar a los hombres con sus actos. Cristo              condenó a  tales personas (Mat. 6:1–4).
2.     Algunos quieren agradar a Dios, no importa lo que piensan los          hombres   (Jos. 24:15).
3.     Algunos buscan agradar a Dios y a los hombres (Mat. 22:37–40).

Esta exhortación es tan seria que el autor la repite (Gálatas 1:9). 

Hay dos interpretaciones con respecto a la exhortación paulina (como ya lo hemos dicho). Algunos piensan que se refiere al versículo anterior (Gálatas 1:8) donde Pablo menciona la exhortación por primera vez. 

Otros piensan que fue en persona en una de sus visitas. Cualquiera de los dos puntos de vista con que el lector esté de acuerdo, no cambia el pensamiento que esta exhortación fue repetida por el Apóstol a los gálatas para mostrar la gravedad de cambiar el evangelio que les fue dado.
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Gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar a las ovejitas que nos fueron encargadas por el Pastor de los pastores
PABLO ES CONSCIENTE DE SU LLAMADO Y DE SU CARGO
Gálatas 1:1-5
1 Pablo, apóstol -no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos- 2 y todos los hermanos que están conmigo; a las iglesias de Galacia: 3 Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,  4 quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. 
Preparando el terreno de la amonestación

ATMÓSFERA CARGADA
Gálatas 1:1–5

La atmósfera espiritual está pesada. Está caliente y sofocante. Amenaza una tormenta. El cielo se está oscureciendo. A la distancia se pueden ver los relámpagos y se pueden oír truenos distantes. 

Cuando se lee cada línea de Gálatas 1:1–5 a la luz de la ocasión y el propósito de la carta, uno detecta inmediatamente la turbulencia atmosférica. El apóstol está muy agitado, está profundamente conmovido, aunque en perfecto control de sí mismo, ya que escribe bajo la dirección del Espíritu Santo. Su corazón y mente están llenos de variadas emociones. 

Contra los corruptores tiene graves denuncias que surgen de una indignación santa. Para los destinatarios hay una marcada desaprobación y un fuerte deseo de que sean restaurados. Y para Aquel que lo llamó hay un respeto profundo y una humilde gratitud.

Por cierto, en estas líneas introductorias también se ve una cierta medida de reserva. Los relámpagos más refulgentes y los estruendos más ensordecedores de los truenos están reservados para más tarde (Gálatas 1:6–9; Gálatas 3:1, 10; Gálatas5:4, 12; Gálatas 6:12, 13). No obstante, aun ahora la tormenta se acerca definitivamente. Esto se mostrará en conexión con cada uno de los elementos de esta introducción: 

a. La manera en que el remitente se describe a sí mismo, 
b. la manera en que nombra a los destinatarios, y 
c. la claúsula calificativa, por medio de cual amplía la salutación.

1.      Pablo, un apóstol. El es un enviado, un comisionado (cf. Jn. 20:21), un apóstol en el sentido más profundo y pleno, revestido con toda la autoridad de Aquel que lo envió. Su apostolado es igual que el de los doce. Por tanto, hablamos de “los doce y Pablo”. En otra parte aun hace hincapié en el hecho de que el Salvador resucitado y exaltado se le apareció a él tan ciertamente como a Cefas (1 Co. 15:5, 8; cf. Gálatas 9:1). El Salvador le había entregado una tarea tan amplia y universal que toda su vida en adelante iba a ser ocupada en ella.

Pablo añade a las palabras “Pablo, un apóstol” un modificativo muy importante, que inmediatamente indica el tema de toda la carta. Entre los hombres no inspirados la introducción no siempre introduce. En realidad, a veces confunden. Pero aquí hay una introducción que realmente introduce, porque las palabras no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y Dios el Padre sólo pueden significar una cosa: “mi apóstolado es genuino; por tanto, lo es también el evangelio que proclamo, ¡no importa lo que digan los judaizantes que os perturban! Soy un emisario designado divinamente”. 

Como ya hemos dicho, los oponentes de Pablo se habían infiltrado en las iglesias de Galacia del sur, y estaban calumniando su apostolado a fin de mostrar que su evangelio no procedía de Dios. 

Acusaban—o por lo menos insinuaban—a Pablo de tener un oficio o comisión apostólica que no procedía de Dios, sino de los hombres, quizá de la iglesia de Antioquía de Siria, como si esta iglesia hubiera actuado sin la guía o autorización divina (Hch. 13:2); o bien, lo acusaban de que, admitiendo su origen divino, su apostolado le había sido trasmitido por medio de este o aquel hombre (¿Ananías o un apóstol?), implicando que en el proceso de trasmisión ello fue modificado y adulterado sustancialmente.

Pablo responde con una doble e inequívoca negación. No sólo recibió su oficio del Jesús histórico, que a la vez es el Ungido, sino que Jesucristo mismo en persona le confirió esta alta distinción. Por tanto, Pablo es un apóstol por medio—no sólo de—Jesucristo. Además, dado que Jesucristo como el Hijo es uno en esencia con el Padre (Jn. 1:1; 10:30), y que como el Mediador siempre ejecuta la voluntad del Padre (Jn. 4:34; Juan 5:30, etc.), el apostolado de Pablo es, entonces, por medio de Jesucristo y Dios el Padre.

Está claro lo que se da a entender: Dado que el mensaje de Pablo está respaldado por autoridad divina, los que le rechazan a él y a su evangelio rechazan a Cristo y por tanto al Padre que lo envió y quien lo rescuitó de los muertos. Los detractores se oponían a Aquel que había sido ensalzado por el Padre. El Padre, en base a la obra de redención que Cristo consumó, puso sobre él su señal de aprobación por medio de resucitarle de los muertos, y de esta forma lo nombró como el Salvador completo y perfecto, cuya obra no necesita y no puede ser suplementada. ¡Este mismo Cristo desde su exaltada posición en el cielo, había llamado a Pablo para ser apóstol!

El libro de Hechos confirma el origen divino de la misión de Pablo, pues relata cómo Cristo mismo se le apareció a Pablo (Gálatas 9:1–5; Gálatas 22:1–9). Es cierto que fue Ananías el que estimuló a Pablo en cuanto a su comisión (Hch. 22:15); sin embargo, o: 
a. Ananías comunicó a Pablo su misión tan exactamente que el último podía combinar las palabras de Jesús con las de Ananías como si todo hubiera sido dicho por Cristo mismo, o bien (lo que es más probable) 
b. Cristo directamente le entregó primero la comisión misma, y no Ananías primero. Como sea que interpretemos Hch. 26:12–18, Gá. 1:1 sigue cierto. Véase también sobre Gá. 1:16.

2.      Pablo añade, y todos los hermanos que están conmigo. Estas palabras se han interpretado de tres maneras diferentes: 

a. “todos los creyentes aquí desde donde os estoy escribiendo esta carta”. Los que apoyan este punto de vista hacen hincapié en el hecho de que “hermanos” es una palabra muy común, usado muy a menudo para señalar a los cristianos en general (1 Ts. 1:4; 2:1; 1 Co. 5:11; 6:5–8; 8:12; etc.). 

Otros añaden que de ser cierto que esta carta fue escrita desde Corinto en los primeros días de trabajo allí, es muy posible que todavía no había una iglesia organizada, aunque ya habían algunos creyentes o hermanos. La interpretación 

b. es: “todos los mencionados bajo el punto a. (arriba) más todos los miembros de la delegación de Galacia que están conmigo”. Los que apoyan este punto de vista señalan que Pablo debía haber recibido su información sobre la situación de las iglesias de Galacia de alguna fuente fidedigna (cf. 1 Co. 1:11), quizá por mano de una delegación que enviaran los oficiales de estas iglesias, quienes deseaban que se enterara de lo que estaba pasando, y quienes deseaban beneficiarse de su consejo. La teoría 
c. dice así: “todos mis compañeros de trabajo que están aquí conmigo”. Los que apoyan esta interpretación señalan a una frase similar en Fil. 4:21, donde se refiere a los ayudantes que tenía en Roma, a distinción de “todos los santos”, es decir, todos los cristianos residentes en Roma que menciona el versículo siguiente. 

Además, opinan que un misionero itinerante como Pablo, que queda en un lugar por algún tiempo y después sigue camino, difícilmente se hubiera referido a los residentes del lugar como “todos los hermanos que están conmigo”. 

No obstante, si examinamos más de cerca este argumento, nos daremos cuenta de que no es tan fuerte como parece. La distinción que se hace en Fil. 4:21, 22 entre los ayudantes de Pablo y los cristianos residentes en Roma es del todo natural en una ciudad (Roma) donde existía un fuerte número de hermanos y una iglesia que había sido fundada mucho antes que Pablo llegara. 

Pero en Corinto, (lugar donde probablemente se escribió Gálatas en su segundo viaje misionero,  

A), donde la obra recién empezaba y donde el número de hermanos haya sido reducido, el apóstol sin problema podría haberse referido a este pequeño grupo de creyentes como “todos los hermanos que están conmigo”. 

La palabra todos, además, da a entender unanimidad de pensamiento, más bien que inmensidad numérica. Aun si hubiera habido sólo diez o veinte convertidos, mientras no hubiera desacuerdo entre ellos, el apóstol todavia habría podido escribir en el nombre de “todos los hermanos que están conmigo”. 

Nuevamente, en cuanto a los compañeros, que según la teoría c. estaban con Pablo, contesto que si el tiempo y lugar desde el cual se escribió la carta es el que hemos supuesto, entonces la presencia de ayudantes en una cantidad considerable es muy dudosa. 

Un solo acompañante fue con Pablo en su segundo viaje misionero desde el principio, a saber, Silas; un poco después se les unió Timoteo (Hch. 15:40–16:3). Lucas también estuvo con ellos por un tiempo, pero después les dejó (Hch. 16:10–17). 

Ya no estaba con ellos cuando Pablo llegó a Corinto, y no se juntó con él hasta que Pablo llegó a Troas (Gálatas 20:5), cuando volvía de su tercer viaje misionero. Como ya hemos indicado, cuando se escribió Gálatas probablemente ni Silvano ni Timoteo estaban con Pablo. Considerándolo bien, parece que el verdadero significado de las palabras “todos los hermanos que están conmigo” está en la teoría a. o posiblemente en la b., más bien que en la c. Sin embargo, no podemos llegar a una certeza absoluta en este punto.

Lo que muchas veces se olvida es la lección principal. Parece que la lección es ésta, que aunque es cierto que Pablo solo—no Pablo con estos hermanos—es el escritor de esta carta (nótese el uso constante de la primera persona singular: Gá. 1:6, 10–17, etc.), con todo, antes de escribirla y enviarla, él consideró con todos los hermanos el asunto que trataría en ella. 

El consenso fue tan unánime en cuanto al método que Pablo proponía usar al tratar tan delicado problema, que el apóstol escribe en el nombre de todos. Moraleja: cuando sea necesario enviar una carta que contenga una fuerte reprimenda, se debe discutir el asunto con quienes tengan el bienestar de Sion en sus corazones, siempre y cuando esto se puede hacer sin violar confianzas y sin comprometer los principios establecidos en Mateo 18. 

Si siempre se observara esta regla, ¡qué diferente sería el producto final! Es verdad que Pablo escribía bajo la guia infalible del Espíritu Santo. Pero aun así, la obra de inspiración se ejecuta a través de medios también. Opera orgánicamente no mecánicamente. Además, el corazón amante de Pablo lleno del deseo vivo de corregir a los gálatas, hizo uso de todo medio lícito para lograr su meta, y uno de estos medios era grabar en los destinatarios que los mismos temores que él tenía en cuanto al camino que ellos estaban tomando, él los compartía con todos los hermanos que estaban con él.

Los destinatarios son nombrados de la siguiente manera: a las iglesias de Galacia. Todo otro modificativo recomendatorio se omite, tales como “amados de Dios” (cf. Ro. 1:7). “santificados en Cristo Jesús” (cf. 1 Co. 1:2), “santos y creyentes” (Ef. 1:1). El apóstol ama, pero no cree en la adulación. La atmósfera permanece tensa.

Nota: iglesias tanto aquí como en 1:22. Pablo reconoce la autonomía de la iglesia local. Sin embargo, tiene plena consciencia de que todos los creyentes de todas partes constituyen un cuerpo en Cristo, una iglesia (1:13). Pablo guardaba un equilibrio perfecto, ¡una lección para todos los tiempos! Ya hemos establecido que todas estas iglesias estaban localizadas en la parte sur de la provincia romana de Galacia.

3. La salutación propiamente dicha es como en Ro. 1:7; 1 Co. 1:3; 2 Co. 1:2; Ef. 1:2 y Fil. 1:2: gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 
Aunque es verdad que el apóstol no encuentra en las iglesias de Galacia mucho que alabar pero sí mucho de que lamentarse, esto no quiere decir que los abandona como sin remedio. Lejos de eso. Véase Gálatas 5:10a; cf. Gálatas 4:19, 20. Aunque está “perplejo” en cuanto a ellos, todavía los considera comunidades cristianas, así que tiene todo el derecho de extenderles esta salutación. 

Gracia, el término que aquí se usa, significa el favor espontáneo e inmerecido de Dios en acción, la operación de su benevolencia derramada libremente dando la salvación a pecadores que tienen un sentido de culpabilidad y que corren a él en busca de refugio. 

Es como si fuera el arco iris alrededor del trono mismo de Dios, desde el cual salen relámpagos y truenos (Ap. 4:3, 5). Pensamos en el Juez que no sólo perdona la pena, sino que cancela la culpa del ofensor, e incluso lo adopta como su propio hijo. La gracia trae paz. 

Es tanto un estado (el de reconciliación con Dios) como una condición (la convicción interior de que por la reconciliación todo está bien). Es la gran bendición que Cristo otorga a la iglesia por su sacrificio expiatorio (Jn. 14:27), y sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). No es la proyección de un cielo despejado en las tranquilas aguas de un lago pintoresco, sino la hendidura de la peña, en que el Señor esconde a sus hijos cuando ruge la tormenta (pensemos en el tema de la profecía de Zacarías); o, para cambiar un poco la figura, aunque reteniendo la idea principal, las alas bajo las cuales la gallina esconde a sus polluelos para que estén protegidos mientras ella recibe toda la furia de la tormenta.

Ahora bien, esta gracia y esta paz tienen su origen en Dios nuestro Padre (¡qué palabra más preciosa, pues expresa nuestra apropiación e inclusión!) y fue comprada para los creyentes por aquel que es su gran Amo, Propietario, y Conquistador (“Señor”), Salvador (“Jesús”) y Oficial Designado (“Cristo”), y quien, en virtud de su triple unción, “puede salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios” (Heb. 7:25).

Para más detalles sobre ciertos aspectos de las salutaciones con las que Pablo empieza sus cartas, véase 1 Ts. 1:1; Fil. 1:2; 1 Ti. 1:1, 2; y Tit. 1:1–4.

4. En las demás cartas las salutaciones mismas son bastante breves. Después de leer las palabras “de Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo”, sorprende que aquí se añada un modificativo que está calificando a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Es evidente que, en armonía con el propósito y la ocasión de la carta, debe haber una razón para que Pablo añada aquí: Quien se entregó a Sí Mismo por nuestros pecados, para que nos rescatase de este mundo presente dominado por el mal. 

La razón es que la atmósfera continúa pesada. Se hace énfasis en la grandeza y nobleza que adornan la acción de entregarse a sí mismo por parte de Cristo, a fin de poner en alto relieve lo atroz que era el pecado de aquellos que enseñan que este sacrificio supremo tiene que ser suplementado con las obras de la ley. 

Cristo se entregó a aflicciones y escarnio, y a la maldición de la muerte eterna durante toda su vida aquí, pero especialmente en Getsemaní, Gabata y el Gólgota. Dio su vida por sus ovejas. Nadie se la quitó, sino que la dio espontánea y voluntariamente (Jn. 10:11, 17, 18). Lo hizo motivado por un amor incomprensible; por tanto, “por nuestros pecados”, esto es, para librarnos de la corrupción, culpa y castigo que se adhieren a las muchas formas en que, por disposición, pensamiento, palabra y obra, fallamos en dar con el blanco de vivir y existir para la gloria del Dios Trino.

Nótese: “se entregó a sí mismopara que (lo que significa: para que haciéndolo) nos rescatase”. La palabra rescatar es muy descriptiva, pues presupone que los que reciben este beneficio están en un gran peligro del que son totalmente incapaces de librarse. Así José fue rescatado de todas sus aflicciones (Hch. 7:10), Israel lo fue de la casa de servidumbre en Egipto (Hch. 7:34), Pedro lo fue de las manos de Herodes (Hch. 12:11), y Pablo también sería un día liberado o rescatado de las manos de judios y gentiles (Hch. 23:27; 26:17). 

El rescate que aquí se describe (Gá. 1:4) es muchísimo más glorioso, porque 

a. tiene que ver con aquellos que por naturaleza son enemigos del rescatador, y 
b. fue logrado por medio de la muerte voluntaria (en este caso la muerte eterna) del rescatador. 

Uno puede pensar en el nadador que se zambulle en las torrentosas aguas para rescatar al niño que cayó dentro de la corriente y que está por caer en la catarata para su muerte. Pero en el acto de tomar al niño y ponerlo fuera de peligro en un lugar donde algunos brazos amantes lo recibirían, el nadador cae por el precipicio para su muerte. Sin embargo, la comparación es muy imperfecta, porque en el caso de Cristo su sacrificio va más allá de todo entendimiento, ¡y los beneficiados eran totalmente indignos de semejante amor!

Pablo afirma que Cristo se dio a sí mismo para que nos rescatase de este presente mundo dominado por el mal. Pablo usa la palabra aeon para decir mundo. La palabra denota el mundo en movimiento, mientras que kosmos, aunque se usa en diversos sentidos, señala al mundo en reposo. De este modo, aeon se refiere al mundo desde el punto de vista del tiempo y del cambio. Esto es especialmente cierto cuando se agrega el adjetivo presente, como aquí. 

Es el mundo o la era transitoria que sigue apresurado hacia su fin, y en la cual, a pesar de todos sus placeres y tesoros, no hay nada de valor permanente. En contra posición con este mundo o era presente está el mundo venidero, la era gloriosa, la cual será introducida en la consumación de todas la cosas (cf. Ef. 1:21; 1 Ti. 6:17; 2 Ti. 4:10; Tit. 2:12).

El rescate de este mundo presente dominado por el mal es algo progresivo en carácter, y no se completará sino hasta que la última trompeta haya sido tocada. Pero está siendo llevado a cabo cada vez que un pecador es sacado de las tinieblas a la luz y cuando quiera que un santo gane una victoria en su lucha contra el pecado.

Sin embargo, no es suficiente inclinarse en adoración delante del Hijo, como si él solo fuera digno de alabanza y honor por su maravillosa obra de redención, cuando se sacrificó a sí mismo. Por el contrario, el Hijo se dio a sí mismo por nuestros pecados, para rescatarnos, etc. (habiéndose entregado) conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. 

El Hijo se dio a sí mismo; el Padre—sí, nuestro Dios y Padre—“no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Ro. 8:32). De hecho, la voluntad—su decreto revelado en el tiempo—del Padre fue realizada en el acto mismo del autosacrificio del Hijo. Por eso ¡el Padre amó al Hijo! (Jn. 10:17, 18; cf. Gálatas 4:34; Gálatas 6:38). Por lo tanto, ¡que los perturbadores recuerden que cuando ellos minimizan la obra del Hijo, también están restándole importancia al Padre!

5. Cuando el apóstol contempla el maravilloso amor de Dios manifestado en la entrega de su amado Hijo, el Unigénito, para nuestra salvación, su alma se pierde entre tanta admiración, amor y alabanza, a tal grado que exclama: a quien (sea)‌‌‌‌ la gloria16 por los siglos de los siglos. Amén. 
Mientras los enemigos malvados minimizan la obra de redención de Dios, Pablo la magnifica, exhortando a todos los hombres a que se unan con él en la alabanza. Tan maravillosa es esta obra que es digna de una alabanza sin fin; por esto, “a quien sea la gloria por los siglos de los siglos”, literalmente: “hasta las edades de las edades”. Pablo reafirma su gratitud personal con un “Amén”, como una y otra vez piensa en el imperecedero y gran amor de Dios, la profundidad insondable de su gracia y misericordia en Jesucristo.

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jueves, 31 de marzo de 2016

Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Hay veneno de serpiente debajo de sus labios; su boca está llena de maldiciones y amargura

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Enseñamos en la congregación bien preparados
Ningún hombre es justo
Romanos 3:9-20
9 ¿Qué, pues? ¿Les llevamos alguna ventaja? Claro que no; porque ya hemos acusado tanto a judíos como a gentiles, diciendo que todos están bajo pecado, 10 como está escrito: 
  No hay justo ni aun uno; 
  11 no hay quien entienda, 
  no hay quien busque a Dios. 
  12 Todos se apartaron, 
  a una fueron hechos inútiles; 
  no hay quien haga lo bueno, 
  no hay ni siquiera uno. 
  13 Sepulcro abierto es su garganta; 
  con su lengua engañan. 
  Hay veneno de serpiente 
  debajo de sus labios; 
  14 su boca está llena 
  de maldiciones y amargura. 
  15 Sus pies son veloces 
  para derramar sangre; 
  16 hay ruina y miseria 
  en sus caminos. 
  17 No conocieron el camino de paz; 
  18 no hay temor de Dios 
  delante de sus ojos. 
19 Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios. 20 Porque por las obras de la ley nadie  será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado. 

La maldad del hombre: Alejados de Dios


El pecado y la culpabilidad en todos Juan 3:9–20
Pablo termina la primera gran sección de la carta en la que ha demostrado que todos los hombres son pecadores, tanto judíos como gentiles. El mensaje de salvación tiene sentido solamente si el hombre está perdido. Mediante una serie de citas de las Escrituras Pablo demostrará que la declaración de la universalidad del pecado no es sólo una opinión personal; es el veredicto de la Palabra de Dios.

El capítulo 3 empieza con la pregunta si hay ventaja en ser judío. En respuesta Pablo dice que sí hay mucha ventaja (Romanos 3:2). Ahora, versículo 9, vuelve a hacer la pregunta y la respuesta es que no hay ventaja. Pueden parecer respuestas contradictorias, pero no lo son. Hay mucha ventaja en términos de los privilegios de los judíos. Pero la ventaja no fue aprovechada, de modo que al fin de cuentas los privilegios de los judíos no les servirán en el juicio para evitar el castigo de Dios. Más bien, significarán un juicio más severo. De modo que todos [sin excepción alguna] están bajo pecado, esto es, bajo su poder, su dominio. El pecado se personifica; es un amo que tiene al hombre bajo su autoridad.

En los Romanos 3:10–18 Pablo incluye una cadena de citas al estilo rabínico aunque sin la repetición de la expresión “como está escrito” entre cita y cita. Los rabinos daban a esta práctica un nombre que sugiere el acto de enhebrar perlas en un hilo. Hay tres estrofas: vv. 10–12, 13, 14, 15–18. La expresión no hay que aparece cinco veces en la primera estrofa y una vez al final (v. 18) expresa el tema central, la universalidad del pecado. Posiblemente esta cadena de citas ya estaba en uso en la liturgia cristiana y Pablo simplemente hace uso de ella. De cualquier manera, es muy apropiada aquí.

La primera cita está tomada, con una ligera adaptación, del pasaje que aparece en el Salmo 14:1–3 y en el Salmo 53:1–3, aunque dos de las frases parecen reflejar al pasaje de Eclesiastés 7:20. La primera estrofa empieza y termina con la categórica afirmación de la pecaminosidad sin excepción de los hombres. La insensatez de la elección del pecado se explica en términos de falta de comprensión y falta de búsqueda de Dios (v. 11). 

Los hombres se desviaron del camino correcto y moralmente fracasaron (v. 12). El sentido del término traducido fueron hechos inútiles es echarse a perder, así como la leche. La esterilidad de los intentos del hombre en sus esfuerzos ético-morales está subrayada en la declaración de que no hay ni siquiera una sola excepción del cuadro presentado (v. 12). La partícula negativa aparece dos veces en cada versículo de esta estrofa, un total de seis veces; el efecto es remarcar que el patrón de pecado no admite excepción alguna. Se ha dicho que todo el curso de la historia confirma esta conclusión sombría.

La ley
Romanos 3:9-24
  1.      Declaración de la ley: somos pecadores (vv. 9-19).
  2.      Propósito de la ley: darnos el conocimiento del pecado (v. 20).
  3.      Provisión más allá de la ley: justicia en Cristo (vv. 21-24).


La segunda estrofa de la cadena de citas (vv. 13, 14) enfoca la atención en el carácter corrupto del pecador y el énfasis está en pecados asociados con el habla. Se debe notar las referencias a la garganta, la lengua, los labios (v. 13) y la boca (v. 14), órganos asociados con el hablar. 

La primera cita es de la segunda parte del Salmo 5:9. La garganta como sepulcro abierto puede referirse al hablar del pecador como fuente de impureza y corrupción. Su boca es como un sepulcro que despide olores desagradables, figura muy apta en una cultura que depositaba los cadáveres en cuevas cerradas con una piedra. Una sepultura mal cerrada o violada podría despedir olores repugnantes. 

Pero sepulcro abierto también puede referirse a las intenciones destructivas del pecador en el uso de la lengua; quieren devorar a sus víctimas. Engañan expresa la idea de traición en el uso de la lengua. En el caso de esta gente la falsedad no es ocasional; es lo que caracteriza su hablar (engañan de continuo, BLA).

La segunda cita es del Salmo 140:3 y caracteriza el mortífero poder destructivo latente en las palabras del pecador. Es interesante notar que se señala la ubicación correcta de las glándulas productoras del veneno en la víbora. La cita que sigue es del Salmo 10:7. Al caracterizar su boca como llena de maldiciones y amarguras, el Apóstol indica la abundancia de estas expresiones. La experiencia humana confirma que la descripción del habla del hombre como caracterizada por imprecaciones y disgusto se ajusta a la realidad.

La tercera estrofa enfoca la atención en la violencia y la destrucción en la vida del pecador. Los versículos 15–17 constituyen una cita resumida de Isaías 59:7, 8. Los versículos anteriores se refieren a órganos que tienen que ver con el hablar (garganta, lengua, labios, boca). Ahora Pablo se refiere a los pies para indicar que su conducta está de acuerdo con su habla. Derramar sangre señala el homicidio. Al decir que los pies son veloces para derramar sangre, se indica el ánimo dispuesto para hacerlo, la ansiedad por hacerlo. 

Esta disposición para la violencia trae consecuencias ruina y miseria, en la vida propia o en la vida de las víctimas. La violencia parece traer lujos y privilegios, pero su fin es una vida miserable. La ruina y la miseria inevitablemente forman parte de su existencia. No son consecuencias casuales o pasajeras, sino características constantes, la norma inevitable. El camino de paz, el otro camino, el otro estilo de vida, es totalmente extraño para ellos. Lo desconocen. Han cambiado el camino de paz por el camino de la miseria. ¡Qué mal negocio!

La última cita es del Salmo 36:1: En el contexto bíblico el temor de Dios es el principio de la sabiduría (Prov. 1:7). Se ha dicho que a esta gente le falta no solamente la sabiduría, sino el punto de partida para lograrla. Jamás tienen presente que hay que temer a Dios (DHH). Aquí está la raíz de sus malos dichos y sus malas acciones. La raíz misma de todo su pecado es la falta de temor a Dios.

En primera instancia, la referencia a no tener el temor de Dios delante de sus ojos (comp. garganta, lengua, labios, boca y pies en los versículos anteriores) parece extraña. Para explicar la expresión se ha observado que es por los ojos que el hombre dirige sus pasos. De modo que declarar que no hay temor de Dios ante sus ojos es una forma metafórica para decir que el temor de Dios no influye en la dirección de su vida. No toman en cuenta a Dios para nada. 

El hombre así descrito es un ateo en el sentido práctico, si no lo es en el sentido teórico. También se puede notar que lo que está delante de los ojos es lo que está en el centro de nuestra atención. La ausencia del temor de Dios significa que él está excluido de nuestra atención y reflexión, si no de todo el horizonte de nuestra vida. Decir que no hay temor de Dios delante de los ojos del pecador equivale a decir que Dios no está en sus pensamientos.

Pablo ha terminado (v. 19a) la serie de citas del AT destinadas a comprobar su acusación de la culpabilidad de todos sin excepción. En el proceso de hacerlo, ha vuelto a pintar el cuadro negro de la situación moral de la raza humana presentado en Romanos 1:18–32. Aunque la forma del argumento es otra y los términos son diferentes, el cuadro es el mismo. Ahora él está listo para concluir la primera gran sección de la carta.

Al referirse a lo que dice la ley, Pablo aparentemente tiene en mente la serie de citas en los versículos 10–18. Estas no están tomadas del Pentateuco, la primera división del AT llamada por los judíos “la ley”, sino de Isaías y los Salmos, libros de la segunda y tercera división de la Biblia hebrea, divisiones llamadas respectivamente por los judíos “los profetas” y “los escritos”. Por lo tanto, parece claro que por el término “ley” en este caso Pablo se refiere a todo el AT.

Dos términos diferentes con sentidos distintos están traducidos dice en el versículo. El segundo término traducido como dice significa propiamente “habla”. Desde la perspectiva bíblica las Escrituras no son letra muerta sino palabra “viva y eficaz” (Heb. 4:12) capaz de penetrar en lo más profundo del que la lee o la escucha y desnudar sus pensamientos más íntimos. La Palabra habla a los hombres.

Semillero homilético
Diagnóstico médico de una vieja enfermedad
Romanos 3:19-28
  I.      Un diagnóstico antiguo: la vida bajo la ley.
    1.      Los síntomas: acusación, excusas, usar la ley para la justificación, medir el                  comportamiento de los demás.
    2.      La infección: la herejía de los fariseos, los corazones entregados a la ley.
    3.      El resultado: la prognosis es eterna perdición.

  II.      Una nueva prognosis: la vida en Cristo.
    1.      Sanidad: Cristo nos alcanza en la enfermedad y la lleva sobre sí.
    2.      Sanando la infección: recibimos la justicia.
    3.      Nuevos síntomas: libres.


El AT, en lo que dice, habla a los que están bajo la ley. Más precisamente el texto se refiere a “los que están en la ley”. En Romanos 6:14, 15 Pablo usa una preposición diferente y la frase es bien traducida como bajo la ley, pero allí el pensamiento es otro. La preposición usada aquí es la misma de Romanos 2:12 donde la RVA entiende que se refiere a los que tienen la ley (comp. Romanos 2:14 donde la frase se aclara mediante su opuesto, “los gentiles que no tienen la ley”). El término ley en la primera frase del versículo se refería a las Escrituras, pero aquí parece claro que se refiere a los mandamientos. Los judíos que tienen los mandamientos viven en la esfera donde éstos son aplicables.

Se puede preguntar cómo Pablo puede declarar que en todo lo que dice, el AT se dirige a los judíos. De hecho, hay porciones de las Escrituras dirigidas a los gentiles. 

El pensamiento parece ser que, aun en las partes dirigidas a los paganos, el mensaje está destinado en primera instancia a los judíos. Es para su provecho. De modo que, lejos de imaginarse excluidos de la condenación del pecado humano en el AT, debía haberse dado cuenta de que era aplicable en primera instancia a ellos mismos.

La expresión todo el mundo (v. 19b) ha llevado a algunos comentaristas a pensar que Pablo no se había limitado a los judíos cuando hablaba de los que están en la ley. Pero aparentemente la idea de él es que al demostrar que los judíos están comprendidos en la condenación de la humanidad queda claro que no hay excepciones y que todos están bajo pecado (Romanos 3:9). Si los judíos que tenían la ley están condenados, no puede haber duda de la condenación de los paganos. El texto sugiere el cuadro de un acusado que al tener la oportunidad de hablar en su defensa se queda mudo por el peso de la evidencia en su contra. El hombre está ante el tribunal de Dios; su culpabilidad ha sido demostrada más allá de cualquier duda posible; él espera sin palabras la condenación del juez.

La primera frase del versículo 20 es un reflejo de las palabras del Salmo 143:2. Ningún ser humano será declarado libre de culpa por su obediencia a lo que Dios exige. La razón es que no existe en el ser humano esta perfecta obediencia que merecería la aprobación de Dios. La función efectiva de la ley no es ser medio de justificación sino de conciencia de pecado. La ley es la regla que comprueba lo torcido de la vida del ser humano.

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