viernes, 17 de abril de 2015

Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Aunque pareciera que todo mundo pertenecía a la oposición, la verdad es que todavía había unos cuantos fieles entre el remanente. Los verdaderos creyentes siempre han sido una minoría, a veces temerosa y callada. ¡Pero no así los de la oposición! Aquellos gritaban y clamaban sus blasfemias desde los techos, y su prejuicio incrédulo no admitió entonces, ni acepta ahora, lo que la palabra de Dios presenta como una verdad absoluta: Dios tiene control de todas las cosas y lo tendrá siempre. Su plan perdurará y el horario de todos los detalles de ese plan no se tardarán ni una milésima de segundo. Los fieles así lo saben, no importa en que edad vivan.
Jehová sostuvo a los suyos aun en los días más oscuros de la nación, cuando el rey Acab “hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él” (1 Reyes 16:30). Su malévola esposa, Jezabel, era diligente seguidora de Baal y una verdadera “evangelista” de su causa. El alboroto que armaban los paganos ruidosos por poco sofocó el raquítico testimonio de quienes confiaban en Jehová. La situación llegó hasta tal extremo, que el profeta Elías, cansado y desconsolado después de la amenaza de Jezabel, pensaba que solamente él quedaba de los fieles. Pero, no, Dios todavía tenía a siete mil “cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1 Reyes 19:18). A la par de la muchedumbre rebelde, Dios siempre ha conservado a un pequeño grupo de fieles.
Aparentemente así era entre el pueblo en los tiempos de Malaquías. Gracias a Dios, no todos blasfemaban ni se unían a la pregunta: “¿Dónde está el Dios de justicia?” (2:17). En el país había, por decirlo así, un remanente fiel dentro del “remanente”. La última sección del libro de Malaquías empieza con las palabras: “Entonces los que temían a Jehová hablaron” (3:16). ¡Al fin!


EL LIBRO DE MEMORIA 3:16–18


Había un gran número de personas entre el remanente que no respetaba ni a la persona ni a la palabra de su Dios. Sin embargo, también había quienes sí temían a Jehová.
Temer a Dios es un tema que corre por toda la Biblia y es algo requerido a su pueblo de cualquier época. En el Antiguo Testamento la frase “el temor de Dios” prácticamente es un sinónimo de la religión de los judíos. “Y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos” (Jeremías 2:19). Así que, no era sólo una opción que su pueblo podría escoger o rechazar si quisiera; era una obligación.
Exactamente, ¿qué quiere decir Jehová con la palabra “temor”? La palabra “respetar”, con todo y que es una palabra muy noble porque según el diccionario, quiere decir “venerar o reverenciar”, no alcanza a cubrir todo el sentido del término bíblico. Aun “reverenciar”, tal y como se entiende comúnmente, es deficiente. Básicamente, ninguno de los dos vocablos arriba mencionados comunica suficientemente bien el miedo acendrado que se encuentra en el temor bíblico. Considere Deuteronomio 28:58: “Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS, entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas; y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán”.
Para los israelitas era obvio que su Dios hablaba de un respeto que iba mucho más allá de lo común; era un respeto al máximo. Eran de temer no sólo las consecuencias de la desobediencia sino, principalmente, temer al Dios que merece obediencia y que podía aplicar el horrendo castigo a quienes no obedecieran. Esto no quiere decir que Dios quería convertir a su pueblo en seres serviles y rastreros, sino que buscaba un pueblo que viviera totalmente asombrado y maravillado de la grandeza de su Dios. Éxodo 15:11 lo explica bien: “¿Quién como tú, o Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?”

¡PENSEMOS!

 El Nuevo Testamento también tiene algo que decir a este respecto, aunque al hablar del tema, muchos creyentes equivocadamente se escudan en  1 Juan 4:18 (quizá en gran parte para disculpar la familiaridad abusiva que exhiben para con su Dios): “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. Es cierto que el verdadero creyente no tiene por qué temer al castigo eterno. A Dios gracias, éste no afectará para nada al hijo de Dios. Sin embargo, el Nuevo Testamento exhorta al creyente a temer de Dios toda la vida, no solamente mostrando reverencia en una reunión de la iglesia. Sin duda es así porque el carácter de Dios, “magnifico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios” (Éxodo 15:11) no ha cambiado. Enseguida hay una lista de algunos textos novotestamentarios relacionados que valdría la pena consultar: 2 Corintios 7:1; Hebreos 12:28; 1 Pedro 1:16 y 2:17; Apocalipsiss 15:4. Aquí se habla del Dios de todo el universo y, francamente, el ambiente de circo que se presenta en muchos de los llamados “servicios de alabanza”, carece de los elementos que se refieren al temor de Dios que la Biblia exige. ¡Qué él nos perdone! Habacuc 2:20 debe ser algo más que un rótulo pintado en la pared de la iglesia. Por supuesto, no quiere decir que en la iglesia haya un silencio absoluto como si los creyentes fueran mudos (¡la misma Biblia nos exhorta a cantar!). Más bien, exige una actitud de maravilla y asombro ante la grandeza, santidad y justicia de Dios que nos hacen cerrar la boca, o, bien, abrirla en cantos de alabanza.




“Y fue escrito libro de memoria” v. 16
Hay varias referencias bíblicas que hablan de ciertos libros de Dios (Éxodo 32:32; Salmo 139:16; Apocalipsis 20:12). Pero la expresión “libro de memoria” de Malaquías es única. Es obvio que Dios, que es omnipotente y omnisciente no tiene ninguna dificultad con la memoria, pero el concepto de un libro (¡literal!) fue una facilidad para su pueblo, para que no echara al olvido los acontecimientos y actitudes (buenas y malas) de la vida del remanente. Según lo que sigue, los fieles habían recibido las bendiciones mencionadas en el libro. Además, con base en lo que estaba en el libro memorial, bien se distinguirá entre los blasfemos y los creyentes fieles, “entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (v. 18).


EL JUICIO DE DIOS 4:1


En el texto hebreo, no se hace una división de capítulo aquí. Entonces, lo que para nosotros en la versión Reina Valera es el 4:1, para los judíos sería 3:19. Naturalmente dichas divisiones no son inspiradas, pero parece que los judíos tenían razón, puesto que el tema de capítulo 4 está de acuerdo y sigue desarrollando el pensamiento de 3:18.


“Viene el día ardiente” v. 1
Primeramente, esta frase indica que el plan de Dios estaba todavía en pie, no se había adelantado ni atrasado, por las dudas y blasfemias de los desobedientes que vivían entre el remanente. Enseguida, el carácter de ese día se refleja en el término “ardiente”; es decir, será un día de juicio. Las quejas de 3:15 se atenderán y los soberbios serán castigados, pero todo a su debido tiempo y según el plan eterno de Jehová. “Y no le dejará ni raíz ni rama” (v. 1).


El Sol de justicia 4:2–4
A continuación, Malaquías presentó el otro lado de la moneda: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (v. 2). El porvenir milenario asigna a los que temen a Dios una porción amplia y bendecida. En vez del horno ardiente que espera a los infieles (4:1), los que temen a Dios recibirán la luz y el calor benigno del Sol de justicia. La verdad es que el mismo personaje, el Mesías prometido, cuando venga para establecer su reino milenial, será para los incrédulos el juez, y para los creyentes el premiador.

¡PENSEMOS!

 La esperanza de la iglesia se expresa en la metáfora, “el lucero de la mañana” en 2 Pedro 1:19 y “la estrella resplandeciente de la mañana” en Apocalipsis 22:16. Así es como la iglesia anticipa la venida de Cristo en las nubes para recibir a su “novia”, suceso que también lleva por nombre arrebatamiento. La frase “Sol de justicia” que aparece en Malaquías 4:2 representa un acontecimiento aún más allá del rapto, la venida del Rey a la tierra. El primero señala al alba, pero el postrero, a la plena luz del día del Señor. Los dos eventos estarán separados por siete años del período denominado la tribulación.




“CIERTAMENTE VENGO EN BREVE.
AMÉN; SÍ, VEN, SEÑOR JESÚS”
Apocalipsis 22:20


Se pueden entender las referencias al reino futuro. Pero, ¿por qué también se refiere al pasado y a la ley de Moisés dada en Horeb (v. 4, otro de los nombres del monte Sinaí)? En primer lugar, la ley con sus ordenanzas y sacrificios estipulados no pretendía ser un método de salvación, sino un modus vivendi, una forma de vivir que manifestara la relación especial que esa gente sostenía con Dios. La salvación es, y siempre ha sido, por medio de la fe en lo que Dios ha dicho. Claro que antes de la crucifixión, Dios entregaba la salvación anticipando la muerte propiciatoria de su Hijo. Ante Sinaí, el pueblo prometió obedecer la ley completa (Éxodo 19:8). En otras palabras, a vivir de acuerdo con la norma que Dios impuso para los hijos de Israel. Habiendo jurado, Malaquías aquí les llama la atención a la necesidad de cumplir ese voto.


Elías 4:5a
En Malaquías 3:1 se identifica correctamente a Juan el Bautista como el “mensajero” que prepararía el camino delante del Señor. Algunos intérpretes incorrectamente también tratan de aplicar la mención de 4:5: “He aquí, yo os envío el profeta Elías”, a Juan, tal vez basándose en que el mensaje angelical dado a Zacarías, padre del Bautista, decía que su hijo iría delante del Mesías “con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17). Sin embargo, este mensaje más bien indica la clase de persona que sería y el ministerio que tendría, no que las dos personas fueran idénticas.
Además, Juan mismo negó ser Elías (Juan 1:21–23). Por otro lado, Jesús dijo al pueblo, referente a su precursor, “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14). Pero el pueblo no estuvo dispuesto a aceptar ni al Mesías mismo, mucho menos a Juan. Así que, como no lo aceptaron, de acuerdo con la frase condicional de Juan 1:14, “Y si queréis recibirlo”, sabemos que Juan no era Elías.
Por último, inmediatamente después de la transfiguración (cuando Juan el Bautista ya había sido asesinado), los discípulos preguntaron a Jesús acerca del ministerio futuro de Elías. El Señor contestó: “A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas” (Mateo 17:11). Es que Elías tendrá un ministerio futuro, probablemente como uno de los dos testigos de Apocalipsis 11:1–13.


El día del Señor 4:5b–6
“El día de Jehová, grande y terrible” (v. 5) se refiere a que será terrible por el juicio que ejecutará en preparación del establecimiento del reino. El ministerio futuro de Elías “hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (v. 6).
Elías tendrá un ministerio, pero tal vez no sea social ni para restaurar las relaciones familiares como sugieren algunos intérpretes. Quizá su trabajo consistirá en sintonizar la actitud de los judíos de esa fecha futura con la ley dada por Dios a sus antepasados que la aceptaron y prometieron obedecer en Sinaí.
De nueva cuenta se hace hincapié en los requisitos espirituales que van asociados con la venida del Mesías y no en las condiciones sociales. Primero, el cambio tiene que darse en el interior para que haya algún cambio externo.
Lo más serio de la misión futura de Elías se echa de ver en la frase final del libro: “No sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (v. 6). Si el pueblo desoyera el mensaje de Elías y su llamado al arrepentimiento, el futuro de Israel será completamente árido y estéril. Sin embargo, ¡habrá quienes respondan! Al fin y al cabo, la obra es de Dios. El profeta Jeremías (31:33), escribiendo de aquella época futura, citó las palabras de Jehová: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.
Así termina el libro de Malaquías, el último del Antiguo Testamento, que fue el último mensaje a Israel por cuatrocientos años, y que incluye una posibilidad de maldición. ¡Qué solemne! ¡Qué duro el corazón que no responde! Aunque cuatro siglos más tarde el evangelio de Mateo inicia con otro tono, el corazón de los hijos de Israel parece estar en las mismas condiciones que la mayoría del remanente de tiempos de Malaquías.
Al oir la palabra de Dios, la revelación auténtica de su voluntad, ¿Cómo reacciona usted?

“MIRAD, HERMANOS, QUE NO HAYA EN NINGUNO
DE VOSOTROS CORAZÓN MALO DE INCREDULIDAD
PARA APARTARSE DEL DIOS VIVO”
(Hebreos 3:12).

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Para producir el nuevo nacimiento (espiritual) se necesita la unión de la fe del hombre con el amor de Dios, expresado en Cristo Jesús

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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La fe, que acepta el amor de Dios, resulta en el nuevo nacimiento y se expresa en amor para con Dios y para con los hermanos, y se comprueba al guardar los mandamientos. La fe, tanto en el Evangelio de Juan como en esta carta, es la condición necesaria para el nuevo nacimiento y la vida eterna. Así como para producir un nacimiento físico es necesaria la unión del esperma del hombre con el óvulo de la mujer, para producir el nuevo nacimiento (espiritual) se necesita la unión de la fe del hombre con el amor de Dios, expresado en Cristo Jesús: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios” (5:1). Conversando con Nicodemo, Jesús le dijo: “De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Después, Jesús mostró que el propósito de su venida era salvar a todo aquel que cree (Juan 3:15) y que la condenación es ineludible para aquellos que no creen (Juan 3:15–18).
En los vv. 4 y 5, Juan habla de la victoria de la fe sobre el mundo. La victoria pertenece únicamente a los que han nacido de Dios. Este nacimiento es posible por medio de fe en Jesucristo. Juan resume esta verdad con las palabras: y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. La fe que trae salvación es una fe viva que da evidencia de una relación íntima con Dios. Esta fe es más que el asentimiento intelectual a ciertas doctrinas: es la entrega total del ser, de la naturaleza moral y espiritual, al Hijo de Dios (Conner).
La fuente de la victoria es el Dios Todopoderoso. La fe permite al creyente apropiarse de esa fuente. El poder de Dios llega al creyente por medio de su fe y le da la victoria sobre el mundo: principados, autoridades, gobernantes de tinieblas y espíritus de maldad en los lugares celestiales (Efe. 6:12). La victoria sobre el mundo pertenece solamente a los hijos de Dios, los que han nacido de Dios mediante su fe en Jesucristo. El tiempo perfecto del verbo ha nacido enfatiza que este nacimiento es un hecho real que tiene poderosos efectos en la vida presente. El creyente ya recibió su victoria inicial cuando aceptó a Jesucristo como Señor y Salvador. La victoria sigue por medio de una fe viva y una entrega total, que permite la presencia y el poder de Jesús en su vida. Por medio de nuestra fe podemos apoderarnos del poder de Dios. Es un instrumento que se utiliza para afrontar y vencer las tentaciones. El uso del neutro todo lo que muestra la universalidad de la fe e implica el cuerpo colectivo: los que han nacido de Dios (Smalley). Tales personas, las que han experimentado la regeneración espiritual, vencen al mundo. El tiempo presente del verbo “vencer” (nikao3528) expresa continuidad. La victoria pertenece no solamente al individuo sino también a la iglesia. El v. 5 subraya el rol de la fe en la victoria frente al mundo. Asimismo define la fe que vence. El objeto de la fe es Jesús, el Hijo de Dios, quien venció al mundo y comparte esta victoria con sus seguidores.
El mundo fracasó en su intento de quebrantarlo. La victoria decisiva pertenece a Jesucristo, quien vino, sufrió, murió y resucitó. Se sacrificó a sí mismo en la cruz para redimir a la humanidad. Resucitó para vencer la muerte, el sepulcro y el infierno. Mostró que no es otro que el Todopoderoso. Vive para interceder por sus seguidores, permaneciendo en el corazón de ellos. El Cristo victorioso vive en nosotros y nos da la victoria.
La pregunta retórica del v. 5: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? enfatiza la importancia de la fe. La última parte del versículo hace hincapié en un concepto correcto del objeto de la fe, Jesús, Hijo de Dios. Jesús es el nombre personal que indica su humanidad verdadera. Hijo de Dios es el título divino que enfatiza su naturaleza divina. Juan vuelve a insistir en la unión de la humanidad y la divinidad de Jesús. La teología, tanto como la ética, ocupa un lugar central en la carta y la cristología es preeminente en su pensamiento.
(2) La persona de la victoria (Jesús), 5:6–10a, 11. La aceptación incondicional de Jesús en toda su persona, con todo lo que esto significa, es la fuente del poder cristiano. Por fe se acepta la fórmula cristológica: “Jesús es el Hijo de Dios”. El v. 6 comienza con una declaración: Este es Jesucristo. Las palabras que siguen muestran quién es Jesús (la repetición es una característica de Juan). El nombre Jesús significa su humanidad y el nombre Cristo, su divinidad. Jesucristo es un equivalente del término “Jesús el Hijo de Dios”. Juan usa el término Cristo intercambiablemente con el título Hijo de Dios (ver Juan 3:31; 11:27; 12:13). Además, Jesucristo está señalado como el que vino (v. 6). Algunos eruditos entienden que estas palabras, como las de los Evangelios (“el que viene de arriba”, Juan 3:31; “¿Eres tú el que ha de venir?”, Mat. 11:3), se refieren al Mesías y pueden ser un título mesiánico (Vaughn). Otros piensan que tal interpretación excede la clara intención del texto, que indica solamente la naturaleza de la obra de Jesús, mostrando que cumplió la tarea que le fue asignada. El mismo pensamiento se encuentra en 4:2: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne procede de Dios”. La frase “ha venido en carne” describe el método más que el hecho. Fue la revelación de Dios a los hombres por medio de una forma humana que lo tornó comprensible a los humanos, con resultados permanentes.
Cristo vino por agua y sangre. El agua se refiere a su bautismo y la sangre a su muerte en la cruz. Jesús fue proclamado Hijo de Dios al comienzo de su ministerio público en su bautismo cuando la voz del cielo dijo: “Tú eres mi Hijo amado” (Mar. 1:11). Realizó su misión redentora por medio de su muerte en la cruz.
Juan acentuó esta verdad con su habitual repetición: no por agua solamente, sino por agua y sangre. Para mayor comprensión, hay que conocer el ambiente histórico de la época de Juan. Los gnósticos afirmaban el agua del bautismo de Jesús pero negaban la sangre de la cruz. Mantenían que Jesús llegó a ser divino en su bautismo cuando el espíritu descendió sobre él. Insistían en que el espíritu dejó a Jesús antes de su muerte y que murió como un simple hombre. Juan afirma que Jesús fue atestiguado como Hijo de Dios no solamente en el agua del bautismo sino también en la sangre de la cruz. Para Juan la sangre de la cruz es parte esencial de la obra redentora. En su Evangelio, Juan dio un testimonio personal del agua y de la sangre que fluyeron del costado de Jesús (19:34). En el v. 6 Juan está dando testimonio en cuanto al bautismo y la muerte de Jesús.

Semillero homilético
El testimonio del Espíritu en cuanto a la vida
5:6–12
Introducción: Agua y luz son palabras importantes. El testimonio del Padre, del Verbo, y del Espíritu Santo concuerdan. La vida verdadera está en el Hijo.
        I.      La parte del Espíritu Santo.
    1.      La convicción.
    2.      El testimonio.
    3.      La regeneración.
        II.      La parte del Hijo.
    1.      La encarnación.
    2.      El sacrificio.
    3.      El acceso.
        III.      La parte del hombre.
    1.      La fe.
    2.      La respuesta.
    3.      La recepción.
    4.      La recompensa.
Conclusión: Tener a Jesucristo es tener la vida eterna.

Algunos piensan que el agua y la sangre tienen referencia a las ordenanzas del bautismo y de la Cena del Señor. Sin embargo, el uso del tiempo pasado (vino) no permite esta interpretación (Vaughn). Tomando en cuenta el fondo histórico y el énfasis general de Juan, es lógico pensar en el bautismo y la muerte de Jesús como hechos históricos. En el AT la ley requería dos o tres testigos para probar un hecho (Deut. 17:6; 19:15). Aquí Juan enumera varios testigos para satisfacer las exigencias legales y para probar la verdad que Jesús era realmente Dios y que de veras murió en la cruz. Además de los hechos históricos del bautismo (agua) y la muerte (sangre), Juan agrega el testimonio del Espíritu Santo. El Espíritu estuvo presente en el bautismo de Jesús (Mar. 1:10; Juan 1:32–34) y sigue dando testimonio a favor de la obra realizada por medio de su iglesia. El Espíritu constantemente testifica de Cristo. Otro testigo es el Padre, quien da testimonio de su Hijo (v. 9). El creyente también tiene el testimonio en sí mismo (v. 10). El v. 6 ataca la herejía de los gnósticos directamente, dando testimonio de que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios que vino en la carne para hacer la obra redentora según el plan de Dios.
La segunda parte del v. 7 y la primera del v. 8 constituyen un problema porque no aparecen en ningún manuscrito griego hasta el siglo XII, donde aparece en el margen, escrito en letra del siglo XVII (ver Bruce Metzger). Bruce Vawter, en el Comentario San Jerónimo, dice: “Hoy será difícil encontrar un exegeta o crítico que defienda la autenticidad de este texto trinitario. No aparece en ninguna de las antiguas versiones orientales ni en ningún manuscrito de la Vg. [Vulgata] anterior al año 800; solo se halla en cuatro códices griegos tardíos, traducidos del latín. A pesar de las fuertes controversias trinitarias de los primeros siglos cristianos, no lo cita ningún Padre griego ni latino anterior al siglo IV, y este hecho prueba casi con toda seguridad que por aquella época no existía. El testimonio más antiguo a favor de este texto aparece en Prisciliano (c. 380), y lo cita por primera vez uno de sus discípulos, Instancio”.
Estos versículos están incluidos en la RVR-1960 porque esta versión está basada en un texto que lo incluía. No aparecen en el texto de la versión Reina Valera Actualizada pero sí se los nota al pie de página, en una nota, explicando que no están incluidos en los manuscritos más antiguos.
Estas partes constituyen la referencia más explícita a la Trinidad en todo el NT. Hendricks dice: “La idea del versículo no es incorrecta, pero no es parte del pensamiento original de Juan. Como las implicaciones de la triplicidad de Dios llegaron a ser expresadas en la doctrina de la Trinidad, esas palabras proveerían una prueba más que lógica de que Jesús es el Mesías de Dios”.
En este comentario la doctrina de la Trinidad está expresada de varias maneras. La autenticidad de la doctrina no depende de ningún modo de este versículo. Tampoco nos debe perturbar el hecho de que no aparece en los manuscritos griegos más antiguos. Aunque hay muchas variaciones en los antiguos textos, no alteran el significado original del evangelio. El milagro de la inspiración no existe solamente en el origen de los textos sino también en su preservación por Dios. Debemos conocer los problemas porque los Testigos de Jehová los usan para contradecir a los cristianos verdaderos. La Trinidad es una afirmación cristiana y esta verdad no depende de un solo versículo. En su Evangelio, Juan enfatizó la relación entre Jesús y el Padre (Juan 14:9; 17:11, 21) y entre Jesús y el Espíritu Santo (hablando de su regreso [Juan 14:18] y la venida del Espíritu Santo [Juan 14:16, 26; 16:7–11]). En los pasajes citados se encuentra una relación íntima entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. Existe una relación estrecha entre el Cordero y el Espíritu en el Apocalipsis (5:6, 12, 13).
El testimonio acerca de la persona de la victoria, Jesucristo, es amplio. El propósito del testimonio es subrayar el hecho de que nuestra fe está bien fundada en Jesucristo, que es la persona de la victoria. Los vv. 6–8 hablan del testimonio terrenal. Hay, en realidad, tres testimonios: el Espíritu, el agua y la sangre y estos tres concuerdan en uno. El testimonio es armónico. El Espíritu, el agua y la sangre obran juntos para producir un mismo resultado. Están de acuerdo que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios: “El testimonio interior del Espíritu, y todo lo que está involucrado en el bautismo de Cristo y su muerte, no son tres hechos sin relación alguna. Los tres señalan un acto de Dios en Cristo para la salvación del hombre” (Nuevo comentario bíblico).
Los vv. 9 y 11 hablan del testimonio celestial. El testimonio terrenal acerca de Jesús es suficiente. Sin embargo, hay un testimonio mayor: el del Padre celestial: Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor; porque este es el testimonio de Dios: que él ha dado acerca de su Hijo (v. 9). Dios testificó acerca de su propio Hijo. Es el testigo más competente. Lo que dice Dios tiene que ser aceptado implícitamente como palabra final, autorizada y conclusiva. La verdad del testimonio se ve no solamente en lo que dice sino también en lo que hace: Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo (v. 11). Jesús es la revelación de Dios a los hombres, el propósito del cual es dar vida eterna; más que una promesa futura, es una realidad presente. La persona de la victoria es Jesucristo y esta victoria se realiza en los hombres por medio de la fe.
Por otra parte, debe agregarse el testimonio de la experiencia personal: El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo (v. 10a). Juan insiste en que la fe es el instrumento de las bendiciones. Por medio de la fe Jesús entra en el corazón. Su presencia da testimonio de la realidad de Jesús, quien da la victoria sobre el mundo. Creer en Jesús como Hijo de Dios es equivalente a aceptar el testimonio de Dios acerca de su Hijo.
(3) El resultado de la victoria, 5:10b, 12. Juan usa magistralmente el contraste para decir que el resultado de la victoria depende de la fe. Por un lado, los creyentes tienen el testimonio de la realidad de la persona y la obra de Jesús, tienen vida eterna. En cambio, por otro lado los incrédulos hacen a Dios mentiroso y no tienen la vida. La fe trae perdón, salvación, regeneración, vida y victoria pero la falta de fe resulta en desobediencia y condenación, negando la vida al incrédulo.

Joya bíblica
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (5:11, 12).

En el v. 12 Juan presenta la verdad central de la epístola, el más trágico de los contrastes: El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Juan 14:6a presenta esta misma verdad: Yo soy el camino, la verdad y la vida. La vida y el Hijo van juntos. Es imposible poseer uno sin el otro. Dios nos dio vida eterna y esta vida está en su Hijo. Juan comienza la epístola diciendo que “la vida fue manifestada, y la hemos visto; y os testificamos y anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue manifestada” (1:2). El propósito de la carta fue dar seguridad de la vida eterna a los creyentes: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (5:13). Juan termina la carta diciendo: “No obstante, sabemos que el Hijo de Dios está presente y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna” (5:20). Esta vida tan especial pertenece solamente a los que están unidos con Dios por medio de Jesucristo. No puede ser destruida por la muerte. Es un don divino dado por Dios mismo. No es recompensa por algo hecho sino por la gracia de Dios.
El verbo ha dado (v. 11: didomi1325) indica un tiempo cuando algo fue dado una vez para siempre. Puede indicar la encarnación (Juan 1:14; 10:10; 1 Jn. 1:2) o el momento cuando el creyente llegó a poseer la vida eterna por medio de su fe. Es una posesión presente: El que tiene al Hijo tiene la vida (v. 12). 

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miércoles, 15 de abril de 2015

Los espiritistas creen que los espíritus con los cuales se comunican son almas de los muertos: La Biblia nos hace saber que son espíritus engañadores

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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EL ESPIRITISMO ANTIGUO Y MODERNO


  Religión: El espiritismo.
  Organización y naturaleza: Hay muchas ramas distintas que practican el ocultismo, el consultar a los espíritus (incluso a los de los muertos). La Asamblea General Internacional de Espiritistas procura unificar diversas organizaciones y grupos independientes. Pero el espiritismo también se practica en otras iglesias y organizaciones (como las del movimiento de la Nueva Era) que no se llaman espiritistas.
  Origen: Es imposible citar la fecha del origen del espiritismo. Desde tiempos antiguos se practicaba en varias partes del mundo. Se observa a través de los tiempos bíblicos. Se practica desde tiempos remotos en varias formas del animismo en muchas tribus. La forma moderna en Norteamérica tuvo su origen en 1848.
  Autoridad: Las revelaciones recibidas de los espíritus a través de los médiums. En la forma moderna, los escritos de A. J. Davis, A. Conan Doyle, Allan Kardec y otros.
  Teología: Se adapta según el ambiente donde se encuentre, desde el animismo de pueblos primitivos o el misticismo oriental hasta formas que se llaman cristianas. Puede ser politeísta (cree en muchos dioses), panteísta (cree que Dios es todo lo que existe) o monoteísta (cree en un solo Dios).
  Atracción especial: El supuesto conocimiento de la vida de ultratumba. La oferta de consuelo en la comunicación con los familiares difuntos. Sanidad para los enfermos. Revelación del futuro y dirección para la vida. Poder sobrenatural. Venganza contra los enemigos mediante los hechizos.


ASPECTOS HISTÓRICOS

“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos” (Deuteronomio 18:10–12).


Origen

El texto antes citado nos da un resumen de lo que es el espiritismo y nos hace ver que es muy antiguo. En la época de Moisés estaba muy desarrollado. Esas prácticas siguieron a través de los siglos. Con la extensión del cristianismo se vio menos espiritismo, pero el ocultismo siguió como base de algunas de las religiones orientales. En el Nuevo Mundo, dondequiera que se imponía la religión cristiana como obligación, la mayor parte de las tribus conquistadas retenía sus antiguas creencias y las unía a la religión cristiana.
La idolatría honraba a los demonios con quienes el pueblo se comunicaba. Moisés dijo: “Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían temido vuestros padres” (Deuteronomio 32:17). Véanse Salmo 106:37 y 1 Corintios 10:20.
Los espiritistas creen que los espíritus con los cuales se comunican son almas de los muertos. En cambio, la Biblia nos hace saber que son espíritus engañadores, o sea demonios que se hacen pasar por los difuntos para apartar a los hombres de Dios y tenerlos bajo su propio control.
1 Timoteo 4:1 nos hace comprender que el resurgimiento del espiritismo y su crecimiento increíble en el siglo veinte es el cumplimiento de una de las señales de los últimos tiempos.


Desarrollo multiforme

Las muchas formas del espiritismo hoy son consecuencia de su facilidad de adaptarse al ambiente religioso y cultural donde se encuentra. Formaba parte de las religiones antiguas de Egipto, Babilonia, India y China y del animismo en varios continentes. La teosofía, el yoga y el movimiento de la Nueva Era contienen un espiritismo nacido del misticismo oriental.
En Haití se ve el vuduísmo violento y primitivo traído por los esclavos desde las selvas africanas. En Cuba hay una gran variedad, desde la hechicería de los santeros hasta la forma refinada que pretende trabajar por obra del Espíritu Santo y se cree cristiana. Tanto en esta nación como en muchas otras partes de América Latina, el espiritismo se ha adaptado al catolicismo romano y emplea en sus ritos la cruz y las imágenes de los santos y de la virgen María. En Brasil está muy arraigado y extendido el espiritismo. Se ha convertido en la fuerza predominante en la amalgama entre el animismo africano y el catolicismo. Mientras tanto, en Guyana se manifiesta en el culto a las sirenas. Estas, según su creencia, habitan en los ríos y en el mar.
A pesar de tener fuentes tan antiguas, el espiritismo de los Estados Unidos afirma que tuvo su origen en el año 1848. Esta fecha corresponde a un período de gran apostasía e incredulidad. Sin embargo, el alma humana siempre busca contacto con alguna realidad espiritual, alguna manifestación sobrenatural de poder.
En 1847, A. J. Davis publicó un libro llamado Las revelaciones divinas de la naturaleza. Contenía los fundamentos y la filosofía del espiritismo moderno, y preparó el terreno de tal forma, que Davis es reconocido como el “Juan Bautista del espiritismo”.
Pero el honor de ser las escogidas de los espíritus para dar principio a esta nueva “dispensación” que empezó en 1848, les corresponde a dos niñas, Margarita y Kate Fox. Su hogar de Hydesville, Nueva York, es considerado como el “Belén” del espiritismo moderno.
Se dice que las hermanitas Fox desarrollaron un sistema para comunicarse con un duende que frecuentaba la casa paterna. Le hacían preguntas y el espíritu les contestaba mediante golpecitos de acuerdo con el sistema telegráfico que habían ideado. Según confesaron públicamente y por escrito cuarenta años más tarde, todo empezó como una broma. Las niñas mismas hacían los golpecitos e inventaban los mensajes del “espíritu de un asesinado” que frecuentaba la casa. Pero una hermana mayor se unió con ellas en el engaño y las amenazaba cuando querían revelar el secreto. La popularidad de estas “manifestaciones del mundo espiritual” aumentó tanto que las hermanas se encontraron atrapadas en su propio fraude. Confesarlo hubiera sido exponerse a la ira de la multitud de personas engañadas por ellas. Por tanto, aquí tenemos el extraño caso de las muy veneradas fundadoras de una religión moderna que no creían en ella.
Pareciera que su confesión pública sería un golpe mortal para el espiritismo, pero para entonces se había hecho tan fuerte que no había cómo detenerlo. Había empezado como una broma, pero se había transformado en un engaño peor que el original; ahora los espíritus engañadores se les manifestaban verdaderamente a los que se rendían al control demoniaco.
Mientras tanto, gran número de personas miraba todo el asunto como un entretenimiento muy divertido. En sus fiestas se ponían a mover mesas con el poder de la mente, o consultaban a los espíritus con las “tablas de espiritista”. Para esto apoyaban los dedos sobre una tablita y hacían una pregunta. La tablita se movía hacia las letras en una tabla mayor hasta deletrear la respuesta.
Algunos que al principio sólo buscaban en el espiritismo un entretenimiento, se convencieron de que eran ciertas las manifestaciones de los espíritus.
La primera guerra mundial le dio gran impulso a la práctica de consultar a los difuntos. Los familiares de los soldados muertos buscaban consuelo en el espiritismo. En sus sesiones oían una voz que les parecía la del finado que les hablaba por los labios del médium. La voz se refería a sucesos conocidos por los parientes, pero desconocidos por el médium. Cuando se le preguntaba por la vida de ultratumba, contestaba que todo era muy bonito y que los espíritus gozaban de armonía y felicidad.
Al aumentar la popularidad del espiritismo, se comenzaron a publicar libros para los que querían aprender a comunicarse con los espíritus, rendirse a su control y desarrollar así sus facultades de médium. En la América Latina son fundamentales los escritos de Allan Kardec. Los libros de dos novelistas populares, Arthur Conan Doyle y Stewart Edward White, dieron un impulso tremendo a la extensión del espiritismo.
En 1893 se organizó en Chicago la Asociación Nacional Espiritista, la más fuerte de las organizaciones de esta religión en los Estados Unidos. Tiene un seminario para la preparación de sus ministros y también da cursos por correspondencia. A fin de fomentar la unidad del movimiento, se organizó en 1936 un cuerpo cooperativo llamado Asamblea General Internacional de Espiritistas. Esto no nos da el cuadro completo de la fuerza del espiritismo, porque numerosos grupos no pertenecen a ninguna organización, y millares de personas que son miembros de otros grupos religiosos también practican el espiritismo.
Varias cosas han llevado a millones de norteamericanos a comunicarse con los espíritus a un nivel personal. El estar drogado ha puesto a muchos bajo la influencia de espíritus engañadores. El yoga y la meditación trascendental que se fomentan en muchas escuelas como medio de librar de la tensión nerviosa producen “un estado alterado de conciencia” en el cual la mente está dispuesta a comunicarse con los espíritus.


LAS MANIFESTACIONES DEL ESPIRITISMO

Alicia Luce, en su libro Probad los espíritus, menciona siete formas de espiritismo mencionadas en la Biblia. Veamos en ellas cómo la práctica actual de esa religión diabólica se asemeja a la práctica de los tiempos bíblicos.


La adivinación y la pronosticación

La adivinación y pronosticación consisten en predecir sucesos futuros o descubrir cosas secretas. Puede ser por comunicación directa con seres espirituales, o mediante señales o agüeros.
En Génesis 44:5, el siervo de José menciona una copa para adivinar. Algunos médiums usan hoy un vaso de agua o una bola de cristal en los cuales dicen ver revelados los sucesos futuros.
1 Samuel 28:8 y Hechos 16:16–19 hablan de un espíritu de adivinación que operaba a través de una persona. Eso es idéntico a las manifestaciones de los espíritus en los médiums de hoy.
Oseas 4:12 habla de la consulta a los ídolos y las respuestas. Esto sucede ahora en el trabajo de los santeros y espiritistas.
Ezequiel 21:21 cuenta cómo el rey de Babilonia practicaba la adivinación: sacudiendo saetas, consultando a ídolos y mirando el hígado de un ave sacrificada. Hoy también se mira el hígado del ave sacrificada.
Otras formas modernas de adivinación son las de tirar las barajas para ver cómo caen (cartomancia), “leer” las hojas de té en el fondo de la taza, usar la tabla espiritista, y leer la suerte en la palma de la mano del cliente (la quiromancia).
La astrología, aunque no conectada con el espiritismo, presenta otra forma de adivinación o pronosticación. Sirve al mismo fin diabólico de apartar al hombre de la dirección divina para ponerlo bajo el control de otros consejos. Millares no se atreven a emprender ningún negocio sin antes consultar su horóscopo para ese día. En cambio, la vida de los cristianos es dirigida por un Padre amante y no es juguete de las influencias astrales.
La curiosidad humana lleva a muchos a consultar sobre su suerte, pero recordemos que la Biblia condena severamente la adivinación y la pronosticación. Dios las prohíbe y las clasifica entre las prácticas paganas abominables para Él (Levítico 19:26, 31; 20:22, 23, 26, 27). El castigo para esas prácticas era la muerte.


La necromancia

La necromancia se representa como comunicación con los muertos y la revelación por este medio de misterios y sucesos del futuro. También se llama “nigromancia”, que significa “magia negra”.
Lo que ocurrió en la visita de Saúl a la adivina de Endor es tema de gran controversia. Los espiritistas toman este caso en, 1 Samuel 28:3–20 como aprobación divina para las consultas a los muertos y prueba de que los muertos se presentan realmente.
Algunos comentaristas evangélicos creen que el espíritu que se presentó no era Samuel, sino una personificación de él. Se basan en la prohibición de Dios sobre la comunicación con los muertos. Otros creen que la mujer estaba acostumbrada a tratar con los espíritus engañadores, pero en esta ocasión, para gran sorpresa suya, Dios envió al mismo Samuel. Atribuyen el miedo de la adivina a que esta manifestación era diferente a las usuales. Creen que Samuel se presentó, no porque la adivina tuviera poder para hacerlo venir, sino porque Dios le iba a dar a Saúl un último mensaje para mostrarle que ni la necromancia podía ayudarlo, porque se había rebelado contra Él.
Cualquiera que sea el caso, lo cierto es que Dios prohíbe y condena la necromancia (Deuteronomio 18:10–12; Isaías 8:19). El colmo de los pecados de Saúl fue este acto de consultar a una médium en vez de arrepentirse y buscar a Dios. Eso le acarreó el juicio divino (1 Crónicas 10:13, 14).
En los tiempos actuales la necromancia toma varias formas. A veces el médium es el único que ve al espíritu que se presenta, como en el caso de Samuel y Saúl. En este caso es él quien recibe el mensaje y se lo transmite al cliente. La descripción que hace de la persona y la naturaleza del mensaje lo convencen de lo genuino de la aparición.
En otros casos, hay una materialización, o sea, el espíritu se presenta en forma visible para todos los presentes. Algunas de estas materializaciones se atribuyen a lo que llaman ectoplasma, “la sustancia de vida espiritual”, que sale de la boca o de otra parte del cuerpo del médium y toma una forma nebulosa parecida a la de la persona fallecida a quien se consulta.
A veces ni el médium ni el cliente ven al espíritu, pero éste toma posesión del médium y habla a través de él.


La ventriloquia

La ventriloquia es el arte de modificar la voz de manera que parezca venir de lejos, imitando la de otras personas o diversos sonidos. Se practica legítimamente en el mundo del espectáculo. Ha servido también a algunos charlatanes o farsantes en el espiritismo para explotar a su clientela.
Sin embargo, respecto a las manifestaciones de los espíritus este vocablo se refiere a la rendición de la lengua y las cuerdas vocales a un espíritu (Isaías 8:19; 29:4).
A veces el médium cae en un trance, o estado hipnótico, y está totalmente inconsciente de lo que sucede mientras el espíritu toma control de sus labios, lengua y cuerdas vocales y conversa con los que han pedido la consulta. La voz es idéntica a la del difunto a quien el espíritu representa y afirma ser. Lo que dice revela un conocimiento íntimo de toda la vida de esta persona, que el médium no puede haber tenido.
A veces las propias facciones del médium parecen transformarse hasta presentar la misma apariencia y expresión del difunto. Los clientes quedan convencidos de que están conversando en realidad con sus seres queridos. Varios ex médiums después de su conversión al evangelio han relatado cómo los demonios personifican así a los difuntos.
Leemos en el Nuevo Testamento sobre demonios que tomaban posesión de las personas y hablaban a través de ellas cosas que se hallaban más allá del conocimiento del poseso (Hechos 16:16–18; Marcos 5:2–12). Un estudio de los pasajes bíblicos que tratan de los demonios nos convence de que son los espíritus que operan a través de los médiums y se hacen pasar por difuntos.
Los hombres pueden registrar en forma permanente los hechos contemporáneos a fin de referirse a ellos en el futuro. Pueden hacerlo con su memoria o mediante registros escritos, filmados o grabados en cinta magnética. ¿Acaso no podrán hacer cosa semejante los seres inteligentes que pueblan la esfera espiritual que nos rodea? ¿No podrán consultar sus propios archivos, cualquiera que sea su sistema, para realizar el trabajo que su jefe les encomienda?
Con frecuencia los espíritus se presentan como personajes que lograron el éxito en otra época y ahora se ponen a disposición de la persona para aconsejarla en su especialidad. A lo mejor, un comerciante está muy contento porque un “economista europeo del siglo diecinueve” le da consejos sobre sus negocios. Millares de enfermos acuden a los médiums para recibir el diagnóstico de su mal y una prescripción médica de parte del “control espiritual”, que afirma haber sido un gran médico en la vida anterior.
Repetidas veces los “mensajes de ultratumba” que aconsejan la inversión de todo el dinero del cliente en determinado negocio han tenido origen en un complot entre el médium y un cómplice para estafar a la persona. Algunas de las predicciones son acertadas, y algunos de los mensajes vienen realmente de los demonios y no de un farsante. Pero aun así, son incontables las veces en que el fiel cumplimiento de estos consejos ha producido solamente la desilusión, el desengaño y el desastre.
Los demonios son espíritus engañadores. Antiguamente hablaban mentiras por medio de los profetas falsos. Continúan esta actividad en la actualidad, y es una de las señales profetizadas como características de los últimos días (1 Reyes 22:12, 19–23; 1 Timoteo 4:1). Dios permite que los espíritus mentirosos engañen a los que no quieren recibir la verdad (2 Tesalonicenses 2:9–12). En su Palabra, le advierte claramente a su pueblo que no crea a todo espíritu (1 Juan 4:1–3).


La magia

El diccionario establece una diferencia entre la magia blanca y la magia negra. Llama blanca a la que hace uso de medios naturales, y negra a la que se practica mediante un pacto con el diablo. Es decir, la magia blanca viene a ser el conjunto de artimañas de los prestidigitadores y cosas por el estilo para entretener al público, mientras que la negra es la nigromancia.
Sin embargo, entre los espiritistas, se le da el nombre de magia blanca a la que se usa para ayudar a las personas, y el de magia negra a la que se emplea para hacerles daño. En este caso, ambas consisten en un trabajo hecho bajo el control de los espíritus. Según ellos, los “espíritus de luz” hacen trabajos buenos a través de los médiums, mientras que los “espíritus oscuros” ejecutan el mal, poniendo maldiciones sobre las personas.
La magia se practicaba en las religiones paganas de los tiempos bíblicos. Recordemos cómo los magos de Faraón imitaron los milagros de Moisés (Éxodo 7:11). También había magos en la época de José (Génesis 41:8; véase también Daniel 4:7; Hechos 8:9–24; 13:6–12; 19:19). La Biblia usa las palabras “encantadores” y “hechiceros” como sinónimos de “magos”. Se ve por estos pasajes que la magia está en pleno conflicto con Dios. Al convertirse los que habían practicado la magia en la ciudad de Éfeso, quemaron sus libros sobre este arte diabólico para que no cayeran en manos de otras personas, aunque pudieran haberlos vendido por un alto precio. Esto debe servir de advertencia para el día de hoy: las artes mágicas y el evangelio no pueden mezclarse, aunque haya médiums que utilicen la Biblia en sus sesiones.
Entre las prácticas mágicas de la actualidad, se encuentra la “levitación”, que consiste en hacer que un cuerpo flote suspendido en el aire. Esto se hace con mesas y otros objetos o con el cuerpo de una persona en estado hipnótico. La “transportación” es parecida: se traslada la persona o el objeto de una parte a otra por el aire.
El caminar con los pies desnudos sobre brasas encendidas o tomarlas entre las manos sin quemarse, el traspasarse varias partes del cuerpo con cuchillos o lancetas sin derramar una gota de sangre y otros prodigios semejantes—realizados por la persona poseída por un espíritu—convencen a los espectadores de que hay un poder real en la esfera espiritual que va más allá de los trucos o la superstición.


La hechicería y la brujería

La Real Academia define hechizar: “Según la credulidad del vulgo, privar a uno a otro de la salud o de la vida, trastornarle el juicio o causarle algún daño en virtud del pacto hecho con el diablo y de ciertas confesiones y prácticas supersticiosas.”
Ya hemos visto varios textos bíblicos sobre la hechicería. Esta era castigada con la muerte en Israel. El Nuevo Testamento enseña que no hay lugar en el cielo para los hechiceros (a menos que se arrepientan, como los de Éfeso, antes que sea tarde). Su lugar está en el lago de fuego (Éxodo 22:18; Apocalipsis 21:8; 22:15).
La brujería se ve como la forma más baja del espiritismo; trabaja con espíritus malvados, “oscuros”, que sólo quieren hacerles daño a los seres humanos. No obstante, una parte de la hechicería puede consistir en combatir a los espíritus malos y despojar a las víctimas de la brujería, o sea librarlas de los malos efectos producidos por sus encantamientos o hechizos.
Sin embargo, las palabras “hechicería” y “brujería” se emplean indistintamente por lo general.
Hay muchos tipos de hechizos. ¡Cuántas señoritas acuden al hechicero, o a la hechicera, para conseguir por sus encantamientos el amor de determinado joven! ¡Y cuántas mujeres abandonadas por sus esposos van en busca de una venganza sobre “la otra mujer” que les ha quitado el marido!
A veces el brujo trabaja con un muñequito que representa al enemigo del cliente, metiéndole alfileres en las partes del cuerpo que deben ser afectadas por la maldición. Otras veces emplea el retrato de la persona, alguna prenda de ropa o cualquier objeto que tenga que ver con ella, como recortes de uñas o de cabello. En esos casos hace sus encantamientos sobre esos objetos. En cambio, otros preparan sus brujerías con sangre, centavos de cobre, pañuelos rojos, el cuello y las plumas de un pollo, y cosas por el estilo, mandando tirarlas delante de la puerta de la persona que debe ser víctima del hechizo.
Algunos espiritistas trabajan con crucifijos, imágenes o estampas de santos y vírgenes, junto con toda clase de confecciones heredadas del animismo o del vuduísmo. Hay tal mezcla en el simbolismo y en la actividad vengativa atribuida a ciertos “santos”, que en estos ambientes no se puede discernir dónde termina el catolicismo y dónde empieza la hechicería.


UNA IMITACIÓN DE LA OBRA DE DIOS

Desde tiempos inmemoriales Satanás se ha dedicado a imitar la obra de Dios. El Señor quiere comunicarse con su pueblo por medio del Espíritu Santo y darle la dirección que necesita. La iglesia es el cuerpo de Cristo, y cada miembro debe estar bajo el control del Espíritu Santo, el Espíritu de vida, para poder seguir haciendo en el mundo las obras que Cristo empezó cuando estaba en la tierra. El poder del Espíritu se manifiesta a través de los cristianos en la operación de sus dones, para la edificación de la iglesia y para traer bendición a la humanidad.
A su vez, Satanás, el adversario imitador, organiza su propia “iglesia”, un cuerpo a través del cual pueda obrar el espíritu diabólico. Imita la obra de Dios por medio de espíritus engañadores. Falsifica los dones del Espíritu Santo. Aparenta dar bendiciones, pero se tornan en maldición y tragedia. Hasta señala en la Biblia los textos referentes a la obra legítima de Dios para defender la falsificación que él ofrece.
Todo esto tiene un efecto doble: 1) Hace que algunos caigan en el espiritismo, y 2) ahuyenta a otros de las manifestaciones genuinas del poder de Dios, porque las confunden con las imitaciones satánicas.


Imitación de los dones del Espíritu

Veamos cómo el diablo imita los dones del Espíritu Santo enumerados en 1 Corintios 12:1–12.
1. Palabra de sabiduría. Los espíritus dan consejos a través de los médiums.
2. Palabra de ciencia. Los espíritus revelan misterios y cosas ocultas. Algunos médiums reciben la facultad de diagnosticar la enfermedad del cliente.
3. Fe. Los adeptos tienen que ejercer fe en su “control” para desarrollar la facultad de médium y para hacer las maravillas que logran hacer. Por el ejercicio de su fe en los espíritus, los pueden ver, oír, sentir su toque, y recibir su dirección. Por fe caminan sobre las brasas y no se queman, son transportados por el aire y hacen otras cosas que parecen imposibles.
4. Dones de sanidades. Un ex médium que se convirtió y llegó a ser pastor evangélico relata que el espíritu que era su “control” le indicaba cuál era el problema de las personas que acudían a él y lo que tenían que hacer para efectuar la curación de su mal.
Muchos médiums practican la medicina bajo la dirección de espíritus que afirman haber sido médicos cuando vivían en la tierra. Algunos reciben dinero por estas obras. Otros dicen que es un don de Dios y no cobran nada en absoluto. Creen que están sanando a los enfermos por el poder del Espíritu Santo, y que de esta forma están cumpliendo con la voluntad de Dios.
5. Milagros. Ya hemos mencionado el triunfo sobre las leyes naturales mediante el poder espiritual.
6. Profecía. Así como el Espíritu Santo nos comunica el mensaje de Dios por labios de los cristianos que ejercen este don, los espíritus del reino de Satanás les transmiten a sus súbditos los mensajes de su máximo líder a través de los médiums espiritistas.
Hay una gran diversidad de espíritus. Los “espíritus oscuros” hablan obscenidades y terribles blasfemias contra Dios. Otros, como ángeles de luz, exhortan a una vida buena y bondadosa. Son tan expertos en imitar la obra de Dios que el apóstol Juan tuvo que advertirles a las iglesias: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).
7. Discernimiento de espíritus. Cuando Cristo estaba en el mundo, parte de su ministerio consistía en echar fuera a los demonios. Por el poder del Espíritu Santo, la iglesia sigue echándolos fuera (Marcos 16:17). Para esto, y para la protección de la iglesia contra los espíritus engañadores, Dios la ha provisto del don de discernimiento de espíritus, que es la capacidad para reconocer a los espíritus malignos.
El espiritismo también practica el exorcismo, o sea, el acto de echar fuera a los espíritus malignos. Un ex médium que ahora predica el evangelio, cuenta las luchas que el espíritu que está en el médium sostiene con el espíritu maligno para destruir su poder. Al respecto, hace recordar la experiencia de los siete hijos de Esceva relatada en Hechos 19:13–16.
Podemos preguntarnos: “¿Cómo es posible que los demonios echen fuera a otros demonios?” Cristo mismo enseñó al respecto que una casa dividida contra sí misma no puede permanecer firme. Aunque el exorcismo espiritista puede librar a una persona de la posesión de determinado demonio (o demonios), no la libra del dominio de Satanás. Al contrario, la hace más que nunca esclava voluntaria del espiritismo. Desde ese momento, para conservar la salud debe ser leal a los espíritus que la han librado. Esta liberación es muy distinta de la de Cristo, ya que Él libra a la persona de la influencia y del dominio satánico.
En cuanto al discernimiento de espíritus en el sentido de percibirlos y conocerlos, esta capacidad está muy desarrollada en el espiritismo. Muchos médiums son videntes; es decir, pueden ver a los espíritus. Lo triste es que están engañados en cuanto a la identidad de los espíritus engañadores con quienes se comunican. Aun Satanás se disfraza de ángel de luz.
8. Diversos géneros de lenguas. A veces un médium habla en un idioma desconocido para él mientras está bajo el control del demonio. A veces el “control” habla el idioma de la tierra donde dice que ha vivido. Muchos brujos y hechiceros de origen africano hablan en otras lenguas cuando “se les sube el espíritu” o “el santo”. Dicen por lo general que es un espíritu africano que habla un idioma africano mientras hace sus encantamientos.
Otros casos citados de esta manifestación incluyen el de un médium que trabajaba bajo el control de un espíritu que pretendía haber sido un médico francés. Hablaba perfectamente el francés y empleaba la terminología de la medicina. Todos sabían que el médium desconocía tanto el francés como la medicina. Se puede imaginar el efecto que esto tendría sobre un cliente que sabía francés y algo de medicina. Aunque los espiritistas toman estas manifestaciones como pruebas de su comunicación con los muertos, los evangélicos solamente las reconocemos como evidencias de que hay un poder espiritual que opera en el médium, pero creemos que el espíritu es un demonio y no un muerto.
Tales manifestaciones de lenguas satánicas confunden a muchos cristianos. Llegan a la conclusión de que todo don de lenguas procede del diablo. Se olvidan de que Satanás es el gran imitador de Dios. Según Pablo, entendemos que el poder del Espíritu Santo era señal para el incrédulo (1 Corintios 14:21, 22). Así sucedió en el día de Pentecostés, cuando una serie de hombres de distintas naciones oyeron hablar en sus propios idiomas las alabanzas de Dios (Hechos 2:4–11). Esto los convenció de la realidad del poder sobrenatural que llenaba a los discípulos. Satanás, el imitador, emplea esta manifestación para convencer a los incrédulos de la realidad del poder que obra en el médium.
9. Interpretación de lenguas. A. Milsom cita casos en que los médiums ejercitan esa facultad. Ocurre cuando ha habido un mensaje en otra lengua y después un espíritu da su significado a través del médium.


Sacrificios sangrientos

En el Antiguo Testamento vemos que Dios instituyó sacrificios de sangre para simbolizar el sacrificio de Cristo, quien habría de morir por los pecados del mundo.
Desde aquellos tiempos, el diablo ha incluido en el culto a los demonios los sacrificios sangrientos. Basta con subir por ciertos caminos a los cerros que rodean a la hermosa ciudad de Río de Janeiro. Llegará a un sitio donde encontrará una gran cantidad de cabos de velas, lazos rojos, manchas de sangre, cuchillos y restos de los sacrificios, tales como las patas y la cabeza de un cabrito.
Pregúnteles a los “devotos de Santa Bárbara” sobre los sacrificios sangrientos que ese dios africano disfrazado de santa católica les exige a sus fieles. En la película “Yo era brujo”, se ve cómo en Guatemala también se hacen sacrificios de sangre para invocar el poder de los espíritus.


El agua de purificación

Los judíos usaban con frecuencia el agua como purificación, para poner énfasis sobre la santidad de Dios y la necesidad de la limpieza física, moral y espiritual de los que se acercaban a Él.
En la imitación satánica llamada espiritismo, se le da mucha importancia al agua. Se ponen uno o más vasos de agua detrás de la puerta o en otros lugares para defensa contra espíritus malos que quisieran entrar. Se emplea agua en “el despojo” de una persona que es víctima de un hechizo. En algunos lugares, los espiritistas acostumbran echar agua a la calle cada mañana, pensando que así arrojan de la casa cualquier poder maligno que se hubiera infiltrado en ella. Algunos médiums ven la materialización del espíritu en un vaso de agua. Con frecuencia, el espiritista le responde al evangélico que le habla de la sanidad divina con las palabras: “Ah, sí; si se tiene fe, se puede sanar con cualquier cosa, aunque sea con un vaso de agua.”


Escritos inspirados

Los espiritistas citan 1 Crónicas 28:19 en defensa de su práctica de escribir o dibujar con la mano movida por el “control espiritual” y no por su propia voluntad. Podemos decir que el carácter blasfemo de algunos de sus “escritos inspirados” muestra su origen, que no puede ser el Espíritu Santo.


LOS FRUTOS DEL ESPIRITISMO

Como los espiritistas “refinados” afirman que su religión procede de Dios, citan textos bíblicos y manifiestan poderes espirituales, vamos a aplicarles dos pruebas: el examen de sus frutos y el estudio de su doctrina.
1. Colapso nervioso y mental. Con respecto a las manifestaciones del Espíritu Santo, la Biblia dice: “Este es el reposo … este es el refrigerio” (Isaías 28:12). La bendición del Espíritu Santo sobre una persona le da refrigerio, reposo y renovación de sus fuerzas físicas. En cambio, después de una sesión espiritista, el médium se encuentra agotado física y mentalmente. Según el testimonio de varias personas que antes eran médiums, el sistema nervioso no soporta por mucho tiempo la tensión que se le impone, y una buena proporción de médiums sufren colapsos nerviosos y mentales. Más aun, los que suelen ceder sus fuerzas mentales a los espíritus corren el peligro de caer en completa posesión de los demonios, de tal forma que pierdan totalmente su propio juicio. La locura es fruto muy común del espiritismo.
2. Temor. Cristo da su paz, pero el espiritismo llena a la persona de temores. Véase 2 Timoteo 1:7.
3. Celos e inmoralidad. Como al diablo le gusta destruir la felicidad humana, a veces los mensajes dirigidos a una mujer casada le aseguran que su esposo le es infiel, para sembrar la discordia en la familia. Otros recomiendan el amor libre, burlándose del carácter sagrado del matrimonio.
4. Suicidio. Se han cometido muchos suicidios como resultado de mensajes de los espíritus. El que imita al ser querido difunto, le asegura a la novia o a la viuda que la vida de ultratumba es bella y feliz. Lo único que le falta al difunto para colmar su felicidad es que se le una en ese paraíso la persona con quien habla. El resultado es un suicidio más.


DOCTRINAS DEL ESPIRITISMO

Las doctrinas de los diversos grupos son tan distintas que es imposible definirlas todas. En el “espiritismo sucio” de la magia negra se hace un pacto con el diablo y se hablan obscenidades contra Dios. Consideramos aquí las doctrinas de los grupos más “refinados” y la “Declaración de principios” adoptada por la Asociación Nacional de Iglesias Espiritistas.


La Biblia

ð No reconocen la Biblia como autoridad para la fe o doctrina. Basan su doctrina sobre las revelaciones. En la obra El A.B.C. del espiritismo preguntan: “¿Se basa en la Biblia el espiritismo?” y responden: “No. En lo que tiene de inspirada y cierta, la Biblia se basa en la mediumnidad y por consiguiente, el cristianismo y el espiritismo yacen sobre el mismo fundamento. El espiritismo no depende de ninguna revelación anterior para sus credenciales y pruebas.”

Para los cristianos es pura blasfemia el acto de poner las revelaciones del espiritismo al mismo nivel de la Palabra infalible de Dios. Las muchas evidencias de la inspiración divina de la Biblia nos hacen aferrarnos a la “palabra profética más segura” que tenemos en ella, rechazando las revelaciones satánicas y espurias del espiritismo (2 Pedro 1:19–21).


Dios

ð El manual espiritista declara: “Creemos en una Inteligencia Infinita … Por esto expresamos nuestra creencia en un poder supremo, impersonal, presente en todo lugar, que se manifiesta como vida mediante todas las formas organizadas de la materia, y al que unos llaman Dios, otros Espíritu, y los espiritistas llaman Inteligencia Infinita.”

Los evangélicos creemos que Dios es un ser personal que posee una inteligencia infinita. Al hablar con sus criaturas, tal como hablaba con Abraham con respecto a Sodoma, al airarse por la idolatría de Israel, al amar al mundo tanto que envió a su Hijo a morir por los hombres, muestra ser un Dios personal. Nos ama. Se interesa por cada uno de nosotros. La Biblia lo prueba.
Russell Spittler dice: “Los espiritistas sustituyen al propio Dios por uno de sus atributos. Hacen caso omiso de todos los otros atributos. Luego le dan este atributo a toda la creación, haciendo que todo sea un poco divino. Esto es panteísmo, herejía.”


Jesucristo

ð Los espiritistas creen que Jesús fue el mejor maestro, ejemplo y médium que el mundo haya conocido jamás. Creen en la divinidad de Cristo en el mismo sentido en que creen en la divinidad de todo ser humano. No lo reconocen como divino en un sentido único. Creen que Jesús era uno más entre varios salvadores o cristos que han venido al mundo cada cierto tiempo, mediante cuyas enseñanzas y ejemplos los hombres han podido hallar su camino. En la lista están Buda, Mahoma y Confucio. Dicen que Jesús conocía todas las bases fundamentales del espiritismo y las practicaba.

Los cristianos creemos que Jesucristo es el unigénito Hijo de Dios, eterno y coexistente con el Padre, y el único mediador entre Dios y el hombre (1 Timoteo 2:5; Hechos 4:12), Él no consultaba con los muertos. La mayor parte de sus milagros se hacían a plena luz, al aire libre, y no mediante la invocación a un “control”. Jesús sólo oraba al Padre.
Los espiritistas niegan la verdad de todas las grandes enseñanzas de Jesús respecto al pecado, la redención, la resurrección y su segunda venida.
Si Él estaba equivocado en todas sus enseñanzas fundamentales, ¿cómo es posible que fuera “el mejor médium espiritista que el mundo haya conocido”?
Niegan la encarnación divina, la resurrección corporal de Cristo y su ascensión y regreso en forma personal. Dicen que Él resucitó sólo en espíritu y que ascendió a la sexta esfera espiritual. Su regreso ya tuvo lugar cuando hizo su aparición de iluminación espiritual.
La base fundamental del evangelio es la divinidad de Jesucristo, su sacrificio vicario por nuestros pecados, su resurrección corporal de entre los muertos y su regreso visible para llevarnos al hogar que Él ha ido a preparar para los suyos (Juan 1:1–4, 14; Mateo 1:18–23; Juan 3:14–21; Isaías 53:1–12; 1 Corintios 15:1–8, 14–23; Juan 14:1–6; Lucas 24:36–48; Hechos 1:9–11; Mateo 24:23, 27–31; 1 Tesalonicenses 4:16–17).


El Espíritu Santo

ð Algunos espiritistas hablan mucho del Espíritu Santo. Dicen que Él los inspira y opera a través de ellos. Emplean términos bíblicos, pero dicen que la creencia en la Trinidad es absurda. El Espíritu Santo es sólo otro nombre de la Infinita Inteligencia, el principio divino que habita en todo el universo.

Cristo hablaba del Espíritu Santo como una persona divina igual que el Padre y el Hijo, y enviado por ellos. Véase la doctrina de Dios en los capítulos sobre el judaísmo, el Islam y Sólo Jesús.


El pecado y la expiación

ð A. J. Davis, el “Juan Bautista del espiritismo”, combate vigorosamente el concepto de la expiación. Según él, debe considerarse esa doctrina como algo de tendencia inmoral.

ð A. Conan Doyle dice que nunca ha habido evidencia de la caída del hombre. Sin embargo, reconocen la existencia del mal y creen que hay una especie de purgatorio para los espíritus oscuros.

Los textos ya citados en párrafos anteriores muestran nuestra base bíblica para la doctrina de la expiación. Sabemos que “en Adán todos mueren” (1 Corintios 15:21, 22; Romanos 5:12).


La salvación

ð La “Declaración de principios” dice: “7. Afirmamos la responsabilidad moral del individuo. Él es quien hace su propia felicidad o infelicidad cuando obedece o desobedece las leyes físicas y espirituales de la naturaleza. 8. Afirmamos que la puerta a la reforma nunca se le cierra a ningún alma humana, aquí o en el porvenir.”

ð El alma del hombre es su cuerpo astral: Alrededor de nuestra tierra hay siete esferas espirituales. Las dos más bajas son una especie de purgatorio para las almas de los que han llevado una vida mala en la tierra. Las almas más puras van a esferas más altas. La mayoría de las personas van a la tercera esfera.

ð Mediante sus buenas obras a través de los años, las almas progresan de las regiones oscuras a las esferas de luz. Con el tiempo, todas llegan a las esferas superiores. No existen ni el infierno ni el cielo que describe la Biblia. El hombre se salva por sus obras, ya sea en esta vida o después de la muerte.

La Biblia enseña que nuestra salvación no es por obras, para que nadie se jacte, sino que todo es por la gracia de Dios (Efesios 2:8, 9; Romanos 6:23; Juan 3:16; 2 Corintios 5:21; Tito 3:5).

ð Algunos creen que tienen que reencarnar en el mundo y purificarse a través de varias vidas. Creen que Juan el Bautista era una reencarnación de Elías, y que el “nuevo nacimiento” es una reencarnación. Según su conducta en cada vida uno progresa hacia las esferas más altas. El blanco final es ser asimilado en lo infinito y perder por completo su personalidad individual.

En cuanto al significado del “nuevo nacimiento” (Juan 3:3–15), las Escrituras deben interpretarse a la luz de otros textos sobre el mismo tema. Pablo explica que, si alguno está en Cristo, “nueva criatura es” (2 Corintios 5:17; Gálatas 3:26). Esta nueva vida no viene de otro nacimiento físico, sino de un cambio radical de la naturaleza en la conversión (Romanos 8:12–16). Cristo habla en Mateo 18:2–4 del cambio de actitud necesario.
La reencarnación no concuerda de ninguna manera con la doctrina bíblica de la resurrección. Habría muchos cuerpos para cada alma; ¿cuál resucitaría? Además, la Biblia enseña que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después el juicio (Hebreos 9:27). La descripción del juicio no dice nada de que exista tal oportunidad de seguir reformándose (Apocalipsis 20:12–15; 21:8). El castigo es eterno, al igual que la vida más allá de la muerte también lo es (Mateo 25:46; Daniel 12:2).


EL TRATO CON LOS ESPIRITISTAS

Para conocer mejor lo que creen las personas con quienes usted trate, recomendamos un libro que identifica a varios grupos ocultistas y sus creencias: Ocultismo: ¿Fraude o realidad? por Josh McDowell y Don Stewart, Editorial Vida, 1988.
Los espiritistas dicen que Jesús era el mejor médium que haya existido, y que vino de la sexta esfera espiritual para enseñarles a los hombres el camino. Esto nos da un buen punto de partida en el trato con ellos. Sería bueno usar un Nuevo Testamento con las palabras de Jesús subrayadas en rojo, y obsequiárselo al espiritista. Así podrá saber más sobre el camino que Jesús trazó para nuestra salvación.
Para quienes viven en temor a los espíritus malos, el testimonio de nuestra paz y de nuestra liberación de estos temores será de gran importancia. El gozo del Señor en la vida es poderoso. Procure conseguir que lo acompañen a los cultos. Ore mucho por sus amigos espiritistas, recordando que nuestra lucha no es contra las personas sino contra los principados y potestades satánicos, “contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12, 13).
Recuerde siempre que el Espíritu Santo es más poderoso que todos los espíritus engañadores de Satanás. Es importante que estemos llenos del Espíritu Santo para combatir a las fuerzas diabólicas.
Hay muchos testimonios de cristianos que han echado mano de la promesa dada primero a Pedro y después a todos los discípulos: “Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo” (Mateo 18:18; 16:19). La oración de fe en nombre del Señor Jesucristo puede atar a los espíritus malos impidiendo su obra.
Por ejemplo, en la ciudad de Camagüey, Cuba, en el año 1951, había muchos médiums espiritistas. Cuando se iba a empezar allí una campaña evangelística interdenominacional, el evangelista y los pastores y misioneros que iban a tomar parte en la campaña se unieron en oración para atar a todos los espíritus malos en la ciudad durante la campaña. Los propios médiums dijeron a sus clientes que durante la campaña no había ninguno de ellos en la ciudad que pudiera conseguir que “bajara su control” para hacer los trabajos acostumbrados. Antes de empezar la campaña, se le presentó a cierta médium su “control espiritual” y le dijo: “Los que echan fuera a los demonios vienen para acá, pero no me van a echar a mí; yo me voy ahora mismo.” Desde entonces no lo volvió a ver. Ella y toda su familia se convirtieron en la campaña.
Después de la campaña, cierta médium le mandó avisar a una cliente enferma: “Ya puede regresar para un tratamiento. Ha vuelto mi control y ahora puedo trabajar de nuevo.” La señora no tuvo necesidad de volver, pues en la campaña se había entregado a Cristo y Él la había sanado y salvado. Se pudieran multiplicar los testimonios de que la manifestación del poder genuino de Dios es el mejor remedio que hay contra la falsificación satánica.
En vez de discutir la posibilidad de comunicarse con los muertos, muéstreles que tal práctica ha sido estrictamente prohibida por el Señor. La misma cosa que hacen para conseguir la bendición de Dios, lleva a la perdición. No solamente los médiums, sino todos los que acuden a sesiones espiritistas y siguen sus instrucciones corren el peligro de la condenación eterna de la cual Jesucristo mismo habló. Estas prácticas son abominación para el Señor. Debemos exhortarlos a que busquen al Dios vivo, y no a los muertos (Isaías 8:19, 20; Deuteronomio 18:9–12; Levítico 19:26, 31; 20:27; Éxodo 22:18; Levítico 20:6; Gálatas 5:19–21; Apocalipsis 21:8).
Sobre la posibilidad de comunicación con los muertos se pueden citar Lucas 16:22–31; Filipenses 1:20–24; Apocalipsis 14:13; 2 Samuel 12:23; Eclesiastés 12:7; y 2 Corintios 5:6–8.
Es posible que le citen la aparición de Moisés y Elías en el monte de la transfiguración como una materialización de espíritus, y aseguren que en esa ocasión dejó de estar vigente la prohibición contra la comunicación con los muertos. Se les puede mostrar que Elías nunca había muerto, y muchos opinan que Moisés había resucitado y apareció en su cuerpo glorificado. La Biblia los llama “varones” y no “espíritus”. Véase Judas 9; Lucas 9:28–36.
Sobre todo, señáleles el camino de la salvación por el arrepentimiento y la fe en Cristo.
Entre los espiritistas hay muchos casos de poseídos por demonios, opresión diabólica, y diferentes grados en el poder que los espíritus ejercen sobre sus súbditos. Cuando los espiritistas llegan a los cultos evangélicos, a veces causan problemas y confusión. Parece que la presencia de Dios revuelve a los espíritus malignos. Gritaban los demonios ante Cristo y se quejaban de su venida, y la joven con espíritu de adivinación seguía a Pablo dando voces. Así en los cultos la bendición de Dios a veces provoca una reacción violenta de parte de las personas endemoniadas que están presentes. Si es posible, es bueno hablar con la víctima cuando no está de lleno bajo el ataque satánico. Si tiene uso alguno de su razón, se debe animarla a poner su fe en Cristo y pedirle que la libre.
A veces alguien que participa en el espiritismo da un “mensaje profético” destinado a sembrar error y confusión. Para tal caso el apóstol Juan recomienda “probar los espíritus” (1 Juan 4:1–3). ¿Confiesa el “profeta” que Jesucristo es el Hijo de Dios venido en carne?
Otra prueba que se emplea cuando hay manifestaciones de origen dudoso es pedirle a la persona que repita: “La sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Los demonios se niegan a reconocer el poder de la sangre de Cristo.
Por supuesto, el diablo no quiere perder a sus víctimas y luchará por retenerlas, pero Dios es más fuerte que él. Por lo tanto, tomemos sobre el diablo la autoridad que fue comprada para nosotros en el Calvario. Busquemos la plenitud continua del Espíritu Santo, y proclamemos la libertad que hay en Cristo. Echemos fuera los demonios en nombre del Señor Jesucristo, pues Él ha venido para poner en libertad a los cautivos de Satanás (Marcos 16:17). “Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios.”
Esto forma parte de la comisión que Jesucristo dio a la iglesia, y se cumple múltiples veces hoy en campañas evangelísticas en muchos países. Ejemplo es el avivamiento en Argentina que empezó en 1983 y continuaba en la década de los años noventa. Bajo el ministerio del evangelista Carlos Annacondia y otros, millares de personas atrapadas por el espiritismo han sido libradas del poder demoniaco.
No es raro que los demonios persigan a un espiritista que acaba de convertirse al evangelio, golpeándolo, infundiéndole temor y tratando de hacerlo volver a estar bajo su control. Los nuevos convertidos deben refugiarse bajo la sangre de Cristo y reclamar sus méritos para ser librados de todo poder satánico. Deben deshacerse en seguida de todos los amuletos, encantamientos, vasos de agua para los espíritus, altares, y demás objetos que pertenecen a su vida antigua. A veces ha sido necesaria una visita de parte del pastor y de otros obreros de la iglesia para orar en su casa y consagrarla a Dios para que no siga siendo lugar propicio a la manifestación de demonios.
Oremos por el nuevo convertido que reciba pronto el bautismo en el Espíritu Santo y no le suceda lo de Lucas 11:24–26.


AVISOS EN EL CAMINO

“En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). El aumento del espiritismo y de la actividad demoniaca que se observa en estos tiempos es una de las señales de los últimos tiempos. También por esto, Dios le está dando a su iglesia una nueva unción en el Espíritu Santo.
El discernimiento de espíritus es uno de los dones del Espíritu Santo. Hoy es una bendita realidad que “los que creen … echarán fuera demonios” en el nombre del Señor Jesucristo. Muchas personas testifican que han sido liberadas del poder demoniaco.
Pero aquí hace falta poner un aviso en el camino. Algunos predicadores les atribuyen al diablo o a los demonios la causa inmediata de toda enfermedad y empiezan a “echar fuera los demonios”, tanto de creyentes como de inconversos. Esto trae mucha confusión. ¿Cómo pueden estar los demonios en los creyentes? Si no sanan, ¿será porque no son salvos, o porque están llenos de demonios? La confusión y las dudas ocasionadas así pueden dejar al enfermo en un estado peor que antes. Es verdad que algunas enfermedades son aflicciones puestas sobre los creyentes por Satanás (como en el caso de Job); pero muchas provienen de causas naturales, como el descuido en los principios de higiene y de salud. Debemos tener presente que aunque los demonios pueden afligir a un creyente entregado a Cristo, no pueden morar en él.
Es cierto que estamos en lucha contra poderes satánicos, pero hablar constantemente acerca de los demonios tiende a provocar un estado de temor y nerviosismo similar al de los espiritistas. Quitemos la vista de las fuerzas malignas y pongámosla en Dios, nuestro amparo y fortaleza, nuestro Padre cuyo poder infinito excede al de todas las huestes satánicas.
En las curaciones sobrenaturales obradas por los espiritistas, se pone énfasis en el poder del médium y del espíritu que opera a través de él. En nuestros cultos debemos dirigir la fe hacia Dios, y no hacia la persona que ora por los enfermos. Evite todo exhibicionismo en la oración por los enfermos. No hablemos del evangelista como si fuera un médium poderoso, sino de lo que Dios está haciendo. En los anuncios de una campaña evangelística, en la predicación, los testimonios y la oración por los enfermos, dirijamos la fe hacia Dios, y démosle a Él la gloria.


PREGUNTAS Y ACTIVIDADES

        1.      Si hay alumnos convertidos del espiritismo, relaten su experiencia, qué los atrajo al evangelio y cualquier recomendación para el evangelismo.
        2.      ¿Qué opina usted sobre la asistencia a una sesión espiritista sólo con el fin de conocerla? ¿Qué peligro encierra?
        3.      Investiguen en los libros disponibles y den informes en la clase a medida que se traten los aspectos del espiritismo.
        4.      Busquen en comentarios bíblicos lo que dicen de 1 Samuel 28:8–19.
        5.      Escriban de memoria en la pizarra siete formas de espiritismo mencionadas en la Biblia. Expliquen cómo se practican ahora.
        6.      Comenten los alumnos sobre las organizaciones espiritistas en su país y la variedad de actividades que realizan.
        7.      ¿Por qué no piden los evangélicos que se les diga la suerte ya sea a un médium, un quiromántico, un cartomántico o un astrólogo?
        8.      Conversen sobre la lectura del horóscopo para cada día.
        9.      ¿Qué atracción tiene el espiritismo para las personas?
        10.      ¿Cómo explicar las aparentes manifestaciones de los difuntos?
        11.      ¿Cómo imita Satanás la obra de Dios en esta época?
        12.      Citen dos efectos de las falsificaciones satánicas.
        13.      Escriba en la pizarra los nueve dones del Espíritu Santo citados en 1 Corintios 12:1–12. ¿Cómo los imita el diablo?
        14.      ¿Qué imitación hay en cuanto a los “escritos inspirados”?
        15.      Citen cuatro frutos del espiritismo y contrástelos con los frutos, o efectos, del Espíritu Santo en la vida del cristiano.
        16.      ¿Cuál es la doctrina espiritista respecto a la Biblia?
        17.      Compare con la Biblia lo que dicen los espiritistas respecto a Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo y la salvación.
        18.      ¿Qué enseña la Biblia respecto a la reencarnación?
        19.      ¿Qué punto de contacto podemos usar para el evangelismo con los espiritistas?
        20.      Hagan una representación en la que un evangélico, en sus visitas a los hogares, se encuentra con un médium espiritista.
        21.      Cite tres textos sobre el consultar a los muertos.
        22.      Oren por los espiritistas.
        23.      Si es posible, exhiba la película “Yo era brujo”.
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