miércoles, 1 de abril de 2015

Enseñar y entrenar a la nueva generación de obreros cristianos que habrán de cuidar las iglesias formadas, y se encargarán de seguir agregando nuevos convertidos a la iglesia del Señor

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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1 TIMOTEO
TEMA DE LA EPÍSTOLA:  
CUIDADO PASTORAL DE LA IGLESIA
Versículo clave: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (4:16)
1. CUIDADO DE LA DOCTRINA 1:1–20
A. Cuidado de los hijos espirituales     1:1–2
B. Encargo del cuidado de la doctrina     1:3–11
C. Gratitud a Cristo Jesús     1:12–17
D. Encargo del cuidado de la fe     1:18–20
2. CUIDADO DE LA IGLESIA: EL CULTO PÚBLICO 2:1–15
A. Exhortación a los hombres a orar     2:1–8
B. La conducta de la mujer     2:9–15
3. CUIDADO DE LA IGLESIA: SUS OFICIALES 3:1–16
A. Deberes de los obispos     3:1–7
B. Deberes de los diáconos     3:8–13
C. Deberes del pastor      3:14–16
4. CUIDADOS DEL PASTOR: SU MINISTERIO 4:1–16
A. Cuidados del pastor ante la apostasía     4:1–5
B. Cuidados para un ministerio eficaz     4:6–16
5. CUIDADO DE LA IGLESIA: LA DISCIPLINA 5:1–25
A. Cuidado de los diferentes creyentes     5:1–16
B. Cuidado en la disciplina de oficiales     5:17–25
6. CUIDADO DE LA IGLESIA: DIFERENTES MIEMBROS 6:1–21
A. La piedad y las diferentes clases sociales     6:1–10
B. Cuidados y conducta del hombre de Dios     6:11–21
Esta epístola juntamente con 2 Timoteo y Tito forman el grupo de las llamadas pastorales, no por haber sido escritas por un pastor sino por estar dirigidas a pastores. Por esta razón, este comentario será de especial utilidad a misioneros, pastores, evangelistas, maestros, predicadores laicos, y a todos aquellos que estén encargados de cuidar algún rebaño de creyentes.
El autor de la epístola es Pablo, misionero, apóstol, maestro, pastor, evangelista y el campeón como ganador de almas y plantador de iglesias. Su propósito fue poner por escrito los aspectos más importantes en el ministerio de un líder: Para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios (1 Ti. 3:15), y que dicho líder cumpla su ministerio (2 Ti. 4:5).
Al escribir estas cartas, Pablo se encuentra en la postrimería de su vida (2 Ti. 4:6–8), la cual ha gastado a lo largo de muchos años de esforzados trabajos. Entre ellos, enseñar y entrenar a una nueva generación de obreros cristianos que serían sus sucesores, habrían de cuidar las iglesias por él fundadas (1 Ti. 1:3; Tit. 1:5), y se encargarían de seguir agregando nuevos convertidos a la iglesia del Señor (2 Ti. 4:5).
El versículo clave del libro es: Ten cuidado de ti mismo de y la doctrina … y [de] los que te oyeren (4:16). Toda la carta es un valioso manual de recomendaciones y razonamientos para lograr estos objetivos.
Los seis capítulos tratan fundamentalmente los siguientes tres aspectos: (1) El pastor y su vida. (2) La doctrina y su pureza. (3) La Iglesia y su integridad.
En esta introducción no se incluye información sobre Pablo, el autor, ni Timoteo, el destinatario. Tampoco se habla de Éfeso, el lugar donde se encontraba Timoteo. Conforme vayamos haciendo los estudios, daremos la información necesaria que ayudará tanto a la interpretación y comprensión del pasaje, como a la aplicación de las enseñanzas a la vida personal.
Este es un comentario práctico, escrito por un pastor para ayudar a los compañeros pastores. Este tomo del Comentario Bíblico del Continente Nuevo se hizo a la luz de toda la epístola, de las otras cartas pastorales, y a veces de otros libros de la Biblia. Además el autor comenta algunos puntos a la luz de la experiencia personal o la de otros pastores.
Bosquejo general por párrafos. La epístola se ha dividido en 15 párrafos. El material presentado incluye:
Comentario general por asuntos y a veces por palabras. En ocasiones se ofrece la exégesis conforme al idioma original.
Bosquejos. Varios bosquejos sencillos que brotan del pasaje, y un bosquejo completo que abarca todo el pasaje de estudio.
Ilustraciones que pueden ser usadas con los bosquejos sugeridos.
1. CUIDADO DE LA DOCTRINA
A.     CUIDADO DE LOS HIJOS ESPIRITUALES (1:1–2)
Pablo (1a). El autor de esta epístola es Pablo, quien fuera Saulo de Tarso, perseguidor de la iglesia (Hch. 9:1–2). Judío de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5) y ciudadano romano por herencia paterna (Hch. 16:37). Desde su conversión en el camino a Damasco (Hch. 9) su vida estuvo dominada por una ardiente devoción a Dios.
Prolífero escritor, Pablo fue el más extraordinario ganador de almas y plantador de iglesias, y con esta epístola revela su gran capacidad discipuladora, demostrando que no dejaba su obra a medias, sino que a través del tiempo y la distancia seguía lo que había empezado. Esto lo vemos en los vv. 1 y 2.
Apóstol (1b). Esta palabra significa “enviado”1 y se refiere especialmente a los doce escogidos por Jesucristo para que estuviesen con El y para enviarlos a predicar (Mr. 3:14). También se usa para con los maestros y misioneros destacados.2
Se ha discutido bastante sobre si el último apóstol fue Pablo o Matías (Hch. 1:26), por lo cual nada diremos en favor de uno u otro. Pero sí pensemos en por qué no se habla de los 13 apóstoles, ya que si el N.T. es un cumplimiento del Antiguo, ¿por qué no reflexionar que en Israel había 13 tribus, y no 12 como comúnmente se enseña? (La tribu de Leví dejó de contarse, pero nunca dejó de existir ni de pertenecer a Israel.)
De Jesucristo por mandato de Dios (1c). San Pablo siempre defiende su título de apóstol diciendo que lo es de Jesucristo y en esta epístola agrega por mandato de Dios. No lo hace por realzar su propio nombre, sino para dar mayor importancia a las doctrinas, exhortaciones y consejos que dará—y en esta epístola se hace más necesario ya que indicará a Timoteo sobre el trato a personas que le son opositoras y que están trastornando la fe (1:19, 4:1 y 6:10).
Con esta forma de saludo, Pablo también muestra que ser ministro de la iglesia del Señor es un oficio sagrado. No se escoge por decisión personal, como puede ser el caso de otros servicios que cualquier cristiano puede y debe prestar. Cristo resucitado apareció a Pablo como a los otros apóstoles, y lo llamó personalmente como un instrumento escogido (Hch. 9:15). Ananías le explicó a Pablo sobre su llamamiento, y luego la iglesia de Antioquía lo confirmó (Hch. 13:1–3). Además el fruto de sus trabajos lo reconfirmó. Él, como los demás apóstoles, tuvo un período de tres años de preparación de parte de Jesucristo mismo (Gá. 1:11–12, 15–18). De aquí que no cualquiera debe levantarse y decir “el Dios que llamó a Pablo me puso también a mí en el ministerio”, cosa que haciendo algunos, han trabajado en la carne y hecho estragos en la viña del Señor.3
En estos dos versículos hallamos 10 menciones del nombre de Dios: Jesucristo, Dios, Salvador, Señor, Jesucristo, Dios, Padre, Cristo, Jesús y Señor. Un enamorado siempre tiene a flor de labios el nombre del ser amado.4
Nuestro Salvador (1d). Aquí es al Padre a quien llama nuestro Salvador, aunque luego dice que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores (v. 15). Pablo tenía muy presente que al Padre también le pertenece nuestra salvación, ya que envió a su Hijo al mundo.
La expresión “Dios nuestro Salvador” sólo se encuentra en las epístolas a pastores, quizá porque ellos tienen una amplitud teológica más preparada para entender todo el programa de redención y el rol de cada persona de la trinidad.5
Y del Señor Jesucristo nuestra esperanza (1e). Aunque en el trino Dios está nuestra esperanza, a Jesucristo se le llama así porque al aceptarlo como Salvador, se inicia dicha esperanza—que abarca todo en nuestra vida, la confianza al morir y la resurrección (1 P. 1:3). Pablo vio a Cristo resucitado y nos alienta recordándonos que Él es nuestra esperanza viva.6
A Timoteo (2a). Es el destinatario, aunque Pablo sabía que la carta sería leída por líderes de Éfeso que habían empezado a enseñar una doctrina diferente de la que el apóstol había enseñado. Pero Dios estaba inspirando al autor (2 Ti. 3:16) para ayudar también a los líderes de la iglesia universal, entre los cuales estamos incluidos.
El nombre Timoteo significa “temeroso de Dios”, es decir quien honra a Dios. Nació en Listra.7 Hijo de padre griego y madre judía (Hch. 16:1), recibió instrucción de su madre Eunice y de su abuela Loida (2 Ti. 1:5).
Timoteo vivía en Listra cuando Pablo visitó ese lugar en su primer viaje, y parece ser que en esa ocasión recibió a Jesucristo como su Salvador (Hch. 14:6–7) pues para la segunda visita de Pablo (Hch. 16:1–3), ya era un joven sobresaliente del cual daban buen testimonio de él los hermanos … y desde entonces quiso Pablo que éste fuese con él. Fue testigo de los sufrimientos de Pablo y le amó como un padre (2 Ti. 3:10–11).
Acompañó a Pablo a Macedonia (Hch. 16:10), Filipos (Hch. 16:12; Fil. 2:22), Berea (Hch. 17:14), Atenas (Hch. 17:15; 1 Ts. 3:2), Tesalónica y Corinto (Hch. 18:1, 5; 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1). Estuvo con el apóstol cuando hizo su quinta y última visita a Jerusalén (Hch. 20:3–6). Participó por algún tiempo de la prisión de Pablo en Roma (Fil. 2:19; He. 13:23).
Verdadero hijo en la fe (2b). De pasajes como éste se ha derivado la costumbre de considerar como hijos espirituales a todos aquellos que oyeron el evangelio por nuestro intermedio (1 Co. 4:15). “Verdadero” porque no era convertido por otro y discipulado por él, sino que Dios le permitió a Pablo ser instrumento de su conversión.
Gracia (2c). Esta es la primera de tres palabras con que el inspirado escritor bendice a su hijo Timoteo. Gracia es la bendición divina por la cual tenemos entrada a todas las bendiciones de Dios.
GRACIA
La palabra gracia en griego es CHARIS, y tiene un gran número de acepciones y formas. La Biblia misma habla de “la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10).
En el N. T. gracia se usa 170 veces. Es imposible hablar de una sola definición. Mencionemos algunas.
En 1 Ti. 1:2 como en Fil. 1:2 se refiere al gran atributo comunicable de Dios por el cual nos promete su presencia aun cuando nosotros a veces no le honremos. Gracia es, entonces, un favor inmerecido (1 Ti. 1:3, 14; Tit. 3:7).
     La principal manifestación de su gracia es la salvación (Tit. 2:11). Pablo habla del “evangelio de la gracia de Dios” (Hch. 20:24). En Ef. 2:8–9 se manifiesta como un don de Dios. Toda gracia procede de Dios (1 Ti. 1:2; 1 P. 5:10), y ha sido encarnada en Jesucristo (Jn. 1:17).
     En Hch. 14:26 encomendar a la gracia de Dios para una obra se refiere a la ayuda de Dios (ver también 2 Co. 1:12).
     Gracia es un favor que se recibe sin haberlo ganado (Ro. 11:6). En estos casos es sinónimo de perdón, indulto y salvación (Gá. 2:21; 3:11).
     Los reformadores hablaron de “gracia especial” para los creyentes y de “gracia común” para los no creyentes. Un ejemplo de esta última es Mt. 5:45.
     San Pablo también usa la palabra como sinónimo de “ofrenda” (2 Co. 8:1–3, 7, 9).
Misericordia (2e). Este es el atributo de Dios por el cual nos acepta e invita sin que haya en nosotros mérito alguno, ni siquiera el derecho de acercarnos a pedirle perdón. Misericordia es la compasión de Dios para el hombre caído y totalmente perdido.8
Y paz (2f). Paz es vivir tranquilos, tanto en nuestro interior como exteriormente y a pesar de las circunstancias. La paz es anhelo de todo hombre y de todo pueblo sobre la tierra, y precisamente Jesucristo puede hacer real esa paz entre los hombres. Dentro de la iglesia ya no hay barreras y es posible la paz entre judíos y gentiles, ricos y pobres. hombres y mujeres, sabios e ignorantes.9
El clímax de esa paz es la reconciliación del ser humano con Dios, por medio de la fe en Jesucristo (Ro. 5:1). Esta fe unió a Pablo y a Timoteo.
De Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor (2g). La Biblia enseña que toda gracia, toda misericordia y toda paz proceden de Dios, de su Hijo y del Santo Espíritu. Algunos movimientos y ciencias exaltan al hombre como si de él pudieran brotar la gracia y los poderes que sólo vienen de Dios. Ni el hombre por sí solo, ni grupos filosóficos o políticos podrán influir para traer gracia y paz al mundo sin ayuda de Dios.
Llamar a Cristo Jesús nuestro Señor y no nuestro Salvador, como hace el apóstol, es señal de conversación madura, pues dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección (He. 6:1). La enseñanza está dirigida especialmente a quienes no han puesto la vida entera a los pies de Cristo. Esto da el derecho de llamarle “Señor”, sin temor de que nos diga: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lc. 6:46)
1 Gr. APOSTOLOS.
2 Hch. 14:14; 1 Co. 4:6, 9; Fil. 2:25; 1 Ts. 2:6.
3 No menospreciemos la “ordenación ministerial” que haga una iglesia con imposición de manos de sus ancianos o ministros. Para abundar más sobre este tema, léase sobre María, Aarón y Moisés (Nm. 12:1–15).
4 Tómese cualquiera de las epístolas paulinas y nótese las muchas ocasiones en que menciona a Dios en cualquiera de sus tres personas. En 1 Timoteo lo hace 62 veces.
5 Dios se agradó en salvar a los creyentes (1 Co. 1:21); Jesucristo consumó la redención (1 Ti. 1:15); el Espíritu Santo guía a los hombres a Jesús (1 Co. 12:3). En el pasado Cristo quitó nuestra culpa (1 P. 2:24). En el presente, el Espíritu Santo nos libra del poder del pecado, haciéndonos renacer y santificándonos para una vida de victoria (1 P. 1:2–3). Y en el futuro, Dios nos librará para siempre de la presencia del pecado (Ro. 8:30).
6 Ver Col. 1:27.
7 Listra era una ciudad en la provincia romana de Galacia, Asia Menor.
8 El Salmo 136 es un canto a la misericordia de Dios, a la cual se atribuye toda obra de creación, preservación, providencia y salvación. En este salmo 26 veces se repite: Porque para siempre es su misericordia.
9 El profeta Isaías lo ilustra con la figura del lobo con el cordero (11:6).

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Dios no está limitado por los valores del mundo. No es responsable ante los sabios ni debe responder a ellos sino que los avergonzó

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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MOTIVOS PARA LA UNIDAD (1:26–2:5)
a.     La debilidad humana reclama unidad (vv. 26–31)
26Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27sino que de lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los fuerte; 28y lo vil del mundo to menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Con delicadeza Pablo traza un cuadro de la iglesia de Corinto, como si fuera necesario despertarlos a la realidad. Tal vez algunos de nosotros, en tal situación, habríamos perdido la paciencia y hubiéramos exclamado algo como: “Pero hijos míos, ¡fíjense quiénes son! ¡No valen nada y se dan el lujo de pelear entre ustedes!” En realidad, es lo que dice el texto, Pero enfocando esa debilidad humana a través del prisma de la misericordia divina.
Entrevemos así algo de la composición de aquella iglesia. Sus mismas características sociales eran una base para que surgieran problemas. Pablo menciona seis categorías en las cuales ellos no son “muchos”.1 Los diversos problemas descritos en los capítulos siguientes nos llevan a pensar que se trataba de una congregación de cierta envergadura.2
Hay una distinción entre la mayoría y la minoría de la iglesia. Cuando Pablo dice que no haymuchos” poderosos, nobles, etc. está dando por sentado que sí hay “algunos”, aunque sólo algunos. La mayoría era gente problematizada ya antes de entrar a la iglesia; traían tensiones internas que se reflejaban en la relación entre ellos.
Sabios “según la came”, siguiendo criterios humanos. Eran personas que tenían el privilegio de una educación formal, de una cultura más o menos elevada. Quizá hoy diríamos: “No hay muchos doctores ni letrados”.
Poderosos, presumiblemente desde el punto de vista político: gobernantes, militares, etc. ¿Qué diríamos hoy? “No hay muchos miembros del gobierno, de las fuerzas armadas, de los partidos políticos”.
Nobles. Pertenecían a familias de alto rango social, con un linaje reconocido. Si bien esto hoy no pesa tanto, diríamos: “No hay aristócratas ni familias de prestigio”.
Fuertes. Quizá una fuerza no de tipo físico, aunque es la primera idea que nos viene a la mente—en especial pensando en la importancia que se daba allí a los juegos atléticos. “No son muchos deportistas, ni gente de físico notable” indicaríamos ahora.
Prestigiosos, que en realidad no se nombran sino sólo su contrapartida: “lo vil del mundo, y lo menospreciado”. A muchas de nuestras congregaciones podríamos decir: “Fíjense cuántos de ustedes son ex mendigos, ex presos, ex desempleados” y quizá deberíamos agregar: “Y no están mucho mejor ahora”.
Lo que es. Esta es una frase poco clara, que quizás sea sólo un resumen de todo to anterior. Algunos suponen que se refiere a los no esclavos, que socialmente eran considerados poco menos que cosas y que jurídicamente no eran nada. Por otra parte, “lo que no es” es la traducción de la expresión más despreciable en el griego. Para el pensamiento griego, “ser” era todo, y ser llamado “nada” era el peor insulto.3
Más adelante veremos la descripción de los cultos en la iglesia de Corinto, donde había gran libertad para que, sin mayor orden, los presentes hablaran, cantaran, oraran, etc. (14:26). Imaginémonos lo que podía ocurrir. Allí podía estar un esclavo sentado junto a su dueño y sentir que tenía un mensaje del Señor (y tenerlo en realidad); podría haber un mendigo en harapos que pretendiera dirigir el canto de algunos que estaban vestidos con ropas de lujo; y tal vez un erudito podía hacer un estudio con palabras doctas que los demás no entendieran. ¡Ciertamente era necesario el Espíritu de unidad que sólo da el Señor!
Con gente así, ¿qué ha hecho el Señor? Pablo exhorta a mirar “vuestra vocación”4 (v. 26a). Esta palabra es la misma que “llamados” (v. 2), lo que nos dice por qué esa gente está reunida.5
LA OBRA DE DIOS EN LOS HOMBRES (1:26–30)
1.     Los llamó, “Mirad vuestra vocación”, (26a).
2.     Antes los había escogido (27).
3.     Les hizo superar sus deficiencias.
4.     Los renovó “en Cristo Jesús” (30).
5.     Les enseñó a considerarse hermanos entre sí (26a).
Los vv. 26–29 no son tanto declaraciones despectivas acerca de los corintios sino la exaltación de la maravillosa gracia de Dios. Lo que El hizo al elegir a los corintios no sólo demuestra su carácter—está lleno de gracia—sino que además ilustra que Dios no está restringido por los valores del mundo. El no es responsable ante los sabios ni debe responder a ellos sino que, por su obra de gracia, los avergonzó.6
Pablo nos dice que los pobres, ignorantes, viles, etc., avergonzarían a todos los sabios y entendidos. Cristo ya había avergonzado a los “sabios” pues al escoger a los corintios, escatológicamente hablando ya había comenzado la vindicación final sobre sus enemigos.
El v. 29 nos da un motivo para que “nadie se jacte en su presencia (la de Dios)”.7 Al elegirlos Dios eliminó cualquier posibilidad humana de obtener el favor divino con recursos propios.
Cuando el v. 30 comienza con “mas”, establece una contraposición con lo anterior. Por un lado, están todos los méritos del mundo; por el otro, nuestra nueva situación en Cristo Jesús.
ESTAR EN CRISTO (1:30–31)
1.     Es algo hecho por Dios (30).
2.     Cristo es la base de nuestra nueva vida (30a).
3.     El nos ha cambiado (30b).
4.     Así se cumplen las Escrituras (31).
5.     Así se quita la jactancia y se llama a la humildad (31).
La enumeración de los cuatro aspectos de la obra de Dios en nosotros (v. 30) es realmente impresionante. Abarca lo mencionado en los versículos anteriores, pero va más allá. Comienza por la “sabiduría”: ¡ahora los creyentes son los realmente sabios! Pero luego sigue con “justificación”, “santificación” y “redención”.8 Se trata de algunos ejemplos y no de una enumeración completa con un orden estricto de sucesión. Digamos que Dios nos ha justificado en Cristo, nos ha santificado en Cristo y nos ha redimido por la sangre de Cristo. Ya en 1:2 se refirió a la acción de nuestro Señor en cuanto a la santificación.
Pablo quiere que el tema culmine otra vez con una base bíblica. La cita nos lleva a Jeremías 9:23–24,9 y es sólo un resumen de esos versículos.
Aunque en Cristo recibimos sabiduría, justicia, santificación y redención de Dios, no tenemos razón para enorgullecernos ya que no las merecimos ni obtuvimos por nosotros mismos. La sabiduría humana produce orgullo, malentendidos, peleas y divisiones. Jeremías lo había advertido siglos antes que Pablo, pero las palabras parecen haber sido escritas para los corintios (y nosotros). Pablo las tenía bien en mente pues resultan muy aclaratorias. “Tenemos motivos para sentimos en la gloria”, como decimos hoy. ¿Por qué? ¿Por tener riquezas, fama, fuerza, sangre azul? No: por la obra que Dios ha hecho en nosotros por medio de Jesucristo.
Todos estamos en un mismo nivel. Es así que debiéramos preocuparnos de lo que podemos dar más que de to que podemos recibir, o debiéramos pensar en cómo dar honra a nuestro hermano y no cómo éste puede respetarme o aplaudirme. La unidad—tal como Pablo la trata a partir de 1:10—surge de nuestra condición que necesita de Dios y del camino que él ha propuesto en la cruz de Cristo. Por eso “predicamos a Cristo crucificado”.
b.     La debilidad del apóstol (2:1–5)
1Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. 2Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 3Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; 4y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Pareciera que Pablo sintió un santo temor de que le atribuyeran méritos que no tenía. Es cierto que había ido a predicar a Corinto y allí había sufrido persecuciones, había luchado contra propios y extraños y, aunque con falencias, había dejado una iglesia en marcha. El no lo negaba, pero de ninguna manera pretendía que todo era obra suya y no del poder de Dios. No es que los cristianos deben limitar el lugar de quienes predican la Palabra o dirigen la obra del Señor. Sin embargo, estos deben hacer un doble esfuerzo para que su acción no desplace el lugar que corresponde al Señor.10
La insistencia en este punto de la carta tiene que ver con el tema que está tratando: la unidad. Como mencionamos, uno de los argumentos de algunos líderes de grupos facciosos en la iglesia era que podían apelar al nombre de su padre espiritual y fundador de la iglesia. Como era lógico que ese papel tan especial no fuera dejado de lado, el argumento tenía su peso. No se trataba de seguir a una figura secundaria como Apolos, ni a una personalidad lejana como Cefas, sino a quien más importancia podía tener en la historia de aquella congregación.
Por otra parte, es importante notar el tono empleado por el apóstol.
COMO HABLAR A LOS HERMANOS
1.     Con afecto—“hermanos” (1a).
2.     Con humildad.
3.     Con claridad.
4.     Con un propósito claro (5).
Después de demostrar que la obra del evangelio no podía basarse en las características de los corintios, Pablo expone que tampoco podía fundamentarse en él—pese a todo lo que Dios le había permitido realizar en esa ciudad.
Su afecto por aquellos creyentes se nota en la reiteración de la palabra “hermanos”, que pareciera una reflexión: “Pero, hermanos, no me coloquen en una situación falsa que yo no he buscado”. La palabra describe los sentimientos del apóstol, así como también apela a la conciencia de los lectores.
La primera insistencia de Pablo está precisamente en aquello que él evitó. No tenía dudas sobre lo que sí debía predicar (v. 2). Los vv. 1b y 4 prácticamente reiteran ideas similares: nada de “excelencia de palabras”, nada de sabiduría humana (2a, 4a, 5a), nada de “palabras persuasivas” (4a).11 Notemos que se trata precisamente de áreas en que los griegos se destacaban. Ellos habían producido oradores extraordinarios como Demóstenes,12 o pensadores inigualables como Aristóteles—que ha sentado las bases para la filosofía de todos los tiempos—, y además discutidores como los sofistas, que basaban sus razonamientos en juegos de palabras o en su sentido oculto. Es cierto que los tiempos de gloria habían pasado y que la ciudad de Corinto no se destacaba precisamente en esos órdenes, pero en general eso se esperaba de alguien que quisiera hacer un impacto en el pensamiento general. Pablo dice que él rehuye todo eso. Cuando leemos sus cartas o lo que nos queda de su predicación, nos admira la fuerza de sus razonamientos, así como la forma en que algunas de sus expresiones han logrado condensar maravillosamente grandes verdades. Pero él diría con sencillez: “Esto es sólo el poder de Dios”.
No se trata sólo de saber qué debemos evitar sino también de tener en claro qué debemos hacer.
EL EVANGELIO PARA EL PUEBLO
1.     Es el mensaje de Jesucristo, el Mesías prometido que se hizo hombre en Israel.
2.     Es el mensaje de “éste crucificado”, como si dijera: “De todo lo que se puede decir de él, hay un punto que no puede omitirse”. Es aún más fuerte que en 1:23.
3.     Es algo que debemos predicar. Nadie oye lo que no se dice.
Algunos autores creen que Pablo tomó una decisión específica al ir a Corinto, ya que allí llegaba desde Atenas, donde había hecho un enfoque distinto al habitual, apelando a la cultura griega.13 Pero esta idea desconoce todo lo que el apóstol predicó con anterioridad. La idea de Cristo crucificado era central en todo lo que hizo en todo momento, y un leve cambio de estrategia en cuanto a la manera que había utilizado en Atenas, no indica que haya abandonado el núcleo del mensaje. “Me propuse” sólo indica que decidió continuar con su práctica habitual (Gá. 3:1). “A éste crucificado” no sugiere una nueva estrategia. Para Pablo esto ya era parte de predicar a Cristo.
El cuadro que Pablo traza sobre sí mismo es impactante. El apóstol debía de tener una buena medida de aquello que, en su humildad, colocaba en un discreto segundo plano (Fil. 2:3). En los siguientes versículos notamos que su actitud es distinta, así como el tono de autoridad que asume en diferentes momentos de la carta.
EL OBRERO CRISTIANO (2:3)
1.     Puede sufrir de “debilidad” física (3a).14Varios pasajes insinúan que Pablo no gozaba de excelente salud. Pero las limitaciones eran suplidas por “el poder de Dios”.
2.     También reconoce que tenía “mucho temor y temblor” (v. 3b), problemas que hoy consideraríamos psíquicos. Esta repetida expresión bíblica no describe el miedo, sino el sentimiento de profunda responsabilidad ante una tarea de alcances etemos.
3.     Asimismo estaba limitado en su capacidad de encontrar palabras suficientemente persuasivas. La respuesta estaba en dejar que lo humano tuviera un papel secundario, y en dar preponderancia a lo del Espíritu.
De la misma manera, podríamos pensar que si alguien está convencido a tal extremo de sus limitaciones, bien podría replegarse y dejar el trabajo a otro que tuviera la elocuencia de Apolos o la historia de Pedro. Por lo contrario, Pablo declara que nunca dejará de ocupar su propio lugar, siempre apelando al poder del Espíritu.
Quizá todo eso era una sorpresa para los corintios, que debían recordar a Pablo con admiración. ¡De modo que aquellos mensajes inflamados de poder surgían de un hombre que temblaba ante Dios! ¡Y aquellos notables argumentos eran sólo una inspiración directa del Espíritu, que usaba los conocimientos previos del apóstol! ¡Y aquella fuerza ante las pruebas era exhibida por un hombre que se consideraba débil! Hay una sola conclusión posible: el poder de Dios es infinito, y el poder de Pablo no radicaba en la persona o la presentación del predicador sino en la obra del Espíritu.
DIOS A TRAVÉS DEL PREDICADOR (2:2, 4 y 5)
1.     Produce el “testimonio de Dios” (2).
2.     Enseña las palabras de la sabiduría de Dios.
3.     Actúa con el poder de Dios (5b).
4.     Se demuestra con el Espíritu de Dios (4b).
Si la fe de los cristianos se basara en la sabiduría humans, habría sido lógico que algunos fueran discípulos de Pablo, otros de Apolos, otros de Pedro y otros, insatisfechos con todos, dijeran ser sólo de Cristo. Pablo tuvo un propósito concreto al analizar cómo debía llevar el mensaje divino en Corinto: dar a la iglesia un fundamento verdadero. Estos conceptos reaparecerán en el cap. 3: “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (v. 11).
EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA
1.     Es aquello que fundamenta la fe, la convicción interna expresada en la vida continua.
2.     No se basa en nada que sea humano.
3.     Se basa en el poder transformador de Dios y én la guía del Espíritu Santo.
El apóstol entonces ha descartado las razones de fondo que provocaban divisiones en la iglesia de Corinto. No ha caído en minucias ni en hechos aislados. La importancia excesiva que los corintios daban a sus propios méritos así como a su fundador, revelaban que no tenían, su mira en lo único que produce verdadera unidad: el Espíritu de Dios.
En base a ello, Pablo puede proseguir exponiendo la acción de la tercera persona de la Trinidad, en un pasaje muy digno de ser considerado con suma atención, ya que se relaciona con muchos debates actuales.
1 Eso ya nos indica que no podía ser un grupo demasiado chico, digamos que una o dos docenas de personas.
2 Debemos estar preparados para que haya problemas en una iglesia, sobre todo si se suman condiciones como éstas: primero, que se trate de seres humanos; segundo, que éstos sean más de los que pueden interactuar con facilidad (como un equipo deportivo); tercero, que haya notorias diferencias con trasfondos sociales diversos. Todo eso ocurría en Corinto y era de esperar que aparecieran dificultades.
3 Otros estudiosos comentan que cuando Pablo habla de aquello “que no es” que Dios escogió para deshacer “lo que es”, el verbo deshacer señala que la expresión es lenguaje retórico y escatológico, no filosófico. Y a pesar de que aduello “que no es” es una expresión usada en el judaismo para hablar de la creación ex nihilo (de la nada), y de la conversión como una nueva creación, en la mente paulina “lo que es” tiene connotación negativa.
4 Del gr. KLESIS, origen, naturaleza y destino (ver Ef. 1:18; 2 Ti. 1:9).
5 Aunque vocación se refiere al llamado para salvación, Pablo tiene en mente quiénes eran los corintios en el momento en que fueron llamados. Al llamar a su pueblo, Dios no se interesó por los valores del presente, la sabiduría humana o los méritos. Al llamarlos eligió especialmente a los que eran contradicción viviente de tales valores.
6 Esto expresa la vindicación de Dios ante sus enemigos, vindicación relacionada con los justos juicios divinos.
7 La muerte de Cristo por los pecadores acabó con toda pretensión humana. Sólo hay que jactarse en Dios y en su misericordia. Todo otro motivo ha sido abolido.
8 Sabiduría: No sólo somos salvos por la sabiduría de Dios, sino que él nos da su sabiduría para reemplazar la nuestra. Sabiduría divina es la capacidad de evaluar la vida con los ojos de Dios (ver Pr. 1:7; Stg. 1:5). Justificación: Cristo es nuestra justicia. La idea es un “estado correcto”, el de Cristo por ejemplo. Cuando uno recibe e Jesucristo, Dios le da la justicia de su Hijo (Ro. 4:5; 2 Co. 5:21), y como resultado somos justificados por la fe (Ro. 5:1). Santificación: En Cristo el creyente es apartado, declarado santo. La santificación tiene dos aspectos: el posicional y el progresivo. En Cristo ya somos santos, pero él nos da de su Espíritu y progresivamente nuestro andar se va asemejando más a nuestra posición en Cristo (Gá. 5:22–23; 2 Co. 3:18; Ef. 2:10). Redención: La idea es comprar un esclavo en el mercado. Cristo nos compró con su sangre para librarnos de la esclavitud del pecado (Ef. 1:14; 1 P. 1:18–19).
9 Ver Gá. 6:14.
10 En la exposición del capítulo 1 vimos cómo eso había ocurrido en Corinto, y sin duda había afectado al apóstol. Por lo tanto, él no ahorraba esfuerzos para que cada cosa ocupara su lugar.
11 Esto se refiere por ejemplo a no imitar al demagogo, que prefiere palabras que agraden al auditorio antes que lo que sea verdadero—que puede o no satisfacer al que escucha.
12 Estadista ateniense (385–320 A.C.), el más grande orador de la antigüedad.
13 Algunos estudiosos comentan que Pablo en Atenas había tratado de razonar con los pensadores usando la filosofía, pero no había resultado demasiado bien (Hch. 17:34), de manera que al llegar a Corinto decidió no filosofar sino directamente predicar a Cristo.
14 Lo más probable es que Pablo se refiriera a una condición física. La palabra aquí no se refiere tanto a debilidad como un sentimiento interior sino en el sentido de cómo Pablo aparecía a los ojos de otros.
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