domingo, 22 de julio de 2012

Una Aventura Homiletica: Job dimension pastoral


biblias y miles de comentarios
 
Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 
Una  de  las  anomalías  de  la  historia  es  que  Calvino  haya  llegado  a  ser  conocido  más  como teólogo  sistemático  cuando  él  mismo  se  consideraba  primordialmente  un  predicador.  Creía  que sus sermones, y no las Instituctiones fueron su mayor contribución. Aunque parte de su tiempo lo dedicaba  a  dar  conferencias  sobre  teología  siempre  consideraba  este  rol  como  secundario.  Se consideraba mayormente un pastor.
  Los  contemporáneos  de  Calvino  se  identificaron  más  con  esa  auto-evaluación  de  Calvino que las personas de siglos posteriores. En los días de su vida, y durante muchas décadas después, sus sermones rivalizaban en popularidad con las Instituciones. Sus sermones eran bien conocidos y  muy leídos  en todos los países de la Reforma.  Con frecuencia  eran usados en los pulpitos de iglesias  que  carecían  de  pastor.  Se  imprimían  centenares  de  copias  a  medida  que  Calvino  los predicaba  en  el  francés  original  a  efecto  de  introducirlos  sistemática  y  clandestinamente  a  los protestantes oprimidos de la patria de Calvino. Gran cantidad de ellos también fueron traducidos a otras lenguas, especialmente al inglés y al alemán.
  En  inglés  llegaron  a  publicarse  un  total  de  setecientos  que  gozaron  de  amplia  distribución. Aunque en esa tarea participaron numerosos traductores más de la mitad de los sermones fueron traducidos  por  Arthur  Golding.  La  primera  edición  ya  apareció  en  1553  y  durante  40  años  las imprentas siguieron haciendo copias. Comenzando en 1574 y a lo largo de 10 años se editó cinco veces el juego completo de los 159 sermones sobre Job. En tres años aparecieron cinco ediciones de los sermones sobre los Diez Mandamientos. Un juego completo de doscientos sermones sobre Deuteronomio  fue  publicado  en  1581  siendo  tan  grande  la  demanda  que  en  el  término  de dos
años  hubo  que  publicar  otra  edición.  No  caben  dudas  de  que  la  amplia  circulación  de  estos volúmenes  fue  el  principal  factor  del  primer  desarrollo  de  calvinismo  en  Inglaterra.  Allí  las Instituciones no aparecieron sino en 1561 y hasta fines de ese siglo solamente se reeditaron seis veces.
  A  comienzos  del  siglo  17  hubo  una  disminución  constante  en  el  uso  de  los  sermones  de Calvino.  Ello  es  comprensible  porque  los  sermones  siempre  se  adecuan  particularmente  a determinadas  épocas  y circunstancias  y, siendo piezas orales pierden mucho de su vigor  y  algo de  claridad  cuando  son  llevados  a  la  forma  escrita.  Es  completamente  natural  que  sólo  muy pocos sermones llegaran a ser escritos clásicos. No era de esperarse que las prédicas de Calvino fuesen  indefinidamente  populares  en  las  iglesias  y  hogares  reformados.  Pero,  por  otra  parte, resulta extraño que tan pronto cayeran en el más absoluto de los olvidos. Al cabo de poco tiempo estos sermones eran ignorados, no solamente por los reformados en general, sino también por las escuelas  teológicas.  En  efecto,  no  hubo  otra  edición  de  las  traducciones  en  inglés  sino  a mediados del siglo 19, cuando aparecieron dos colecciones pequeñas.
  Estos sermones del gran reformador, que una vez gozaran de tanta demanda de parte de sus seguidores  en  todas  partes,  se  desvalorizaron  tanto  que  en  1805  cuarenta  y  cuatro  preciosos volúmenes  en  folio,  conteniendo  manuscritos  originales,  taquigrafiados,  fueron  vendidos  a  dos libreros  a  un  precio  que  se  estimó  por  el  peso  del  papel.  Quizá  ello  haya  ocurrido inadvertidamente,  pero,  de  todos  modos,  indica  que  esos  manuscritos  eran  raras  veces consultados y que se ignoraba su valor. Debido a este desafortunado error es que la mayoría de los sermones de Calvino sobre los profetas del Antiguo Testamento se hayan perdido, igual que muchos  sobre  los  evangelios  y  las  epístolas.  Ocho  de  los  cuarenta  y  cuatro  volúmenes  fueron recuperados  20  años  después  por  unos  estudiantes  de  teología  que  los  encontraron  en  venta en una  tienda  de  ropa  usada;  luego,  a  fines  del  siglo,  reaparecieron  otros  cinco  volúmenes  que fueron  reintegrados a la  biblioteca.  Los estudiosos de Calvino aun  alientan una débil esperanza de que en alguna parte aparezcan los volúmenes restantes.
  Ciertamente, las iglesias calvinistas han sido empobrecidas al no tener sus ministros y otros líderes un fácil acceso a la rica y prolífica expresión de las enseñanzas de su mentor, contenidas en  los  centenares  de  sus  sermones,  sin  mencionar  la  inspiración  que  significa  el  encuentro  que ellos  ofrecen  con  su  cálido  corazón  pastoral.  Los  estudiosos  de  Calvino  se  han  ocupado extensamente de su vida y obra como reformador; de sus escritos sistemáticos y apologéticos; de sus comentaros, tratados, y cartas; de su pensamiento social, político y económico así como de su teología en general. Sorprendentemente prestaron poca atención a sus sermones, que por mucho constituyen  la  mayor  expresión  de  sus  pensamientos.  La  teología  reformada  y  los  estudiosos sobre  Calvino,  en  general,  han  descuidado  por  extraño  que  parezca,  una  de  sus  fuentes  más significativas.
  Teniendo en cuenta esta prolongada negligencia es notable que los eruditos modernos hayan prestado creciente atención a estos sermones. Emile Doumergue, quizá el mayor de los modernos estudiosos  de  Calvino,  ha  contribuido  mucho  para  reabrir  esta  perspectiva  sobre  el  gran reformador.  Su  obra  principal,  de  siete  volúmenes,  ofrece  mucha  información  sobre  Calvino como predicador.
 Además ha escrito un pequeño tratado sobre este tema en particular.
 A fines del siglo 19 aparecieron, en parte bajo su tutela, pero mayormente por su influencia, un número de monografías sobre la predicación de Calvino. La mayoría fueron escritas en francés.
 Además de  una  que  apareció  en  alemán,también  hubo  una  contribución  por  el  profesor  P.  Biesterveld del Seminario Kampen, de los Países Bajos.
 De fecha más reciente tenemos otra obra alemana sobre  el  tema  por  Erwin  Müllhaupt,y  finalmente,  en  1947  algo  en  inglés,  un  estudio  muy completo y fácil de comprender por T.H.L. Parker, un ministro religioso inglés. Su obra se titula Los Oráculos de Dios.
 Además de estos específicos muchos escritores modernos, dedicados a la  enseñanza  de  Calvino,  se  han  volcado  completamente  a  los  sermones  como  fuente  de material.
  Hay  que  agregar  que  durante  los  últimos  diez  años  han  aparecido  en  una  nueva tracucción al idioma holandés por lo menos seis volúmenes de sermones.
  Por eso es particularmente gratificante ver que en el círculo de calvinistas americanos ahora también haya un renovado interés en este campo. En 1950 causó alegría la reimpresiónde una colección miscelánea de sermones, la única que se había publicado anteriormente en los Estados Unidos  de  América.  La  misma  se  había  traducido  y  publicado  originalmente  en  1830,  y recientemente resultaba imposible conseguir una copia. Aún más alentador es que un ministro de la Iglesia Reformada en América, Leroy Nixon, produjera recientemente dos libros. El primero, un  estudio  fresco  y  estimulante  sobre  Calvino  como  predicador  expositivo.
  Es  un  estudio  tan incluyente  como  profundo.  El  segundo,  una  traducción  totalmente  nueva  del  latín  y  francés  de veinte  sermones  de  Calvino  sobre  el  Nuevo  Testamento,  titulada  La  Deidad  de  Cristo  y  otros Sermones.^ Su obra evidencia distinguida competencia, produciendo una anticipación agradable de  su  segundo  juego  de  traducciones  el  cual  presenta  ahora  a  través  de  este  volumen.  Su publicación  es  muy  bienvenida  porque  ofrece,  por  primera  vez  en  siglos,  al  lector  del  inglés, algunas  de  las  riquezas  del  pensamiento  de  Calvino,  contenidas  precisamente  en  su  prodigiosa serie de sermones sobre el libro de Job.
  El  avivamiento  que  experimenta  actualmente  el  interés  en  Calvino  supera,  al  menos  en  un sentido, a muchos anteriores, y es que considera a sus sermones con un cuidado nunca antes visto desde  1600.  Y  sus  sermones  realmente  son  indispensables  para  un  entendimiento  cabal  de Calvino. Emile Doumerge estuvo acertado cuando, el 2 de julio de 1909 en una gran celebraciónconmemorativa  de  los  400  años  del  nacimiento  de  Calvino,  y  hablando  del  mismo  pulpito  que Calvino ocupara, dijo: "Este es el que a mi parecer, es el verdadero  y auténtico Calvino, el que arroja luz sobre todos los demás: Calvino el predicador de Ginebra, moldeando con su palabra a los  reformados  del  siglo  16."
Los  calvinistas  americanos  harán  un  gran  servicio  a  su  causa siguiendo  la  sugerencia  implícita  en  estas  palabras.  Tienen  una  deuda  con  el  pastor  Nixon  que tan notable comienzo ha marcado.

MÉTODO HOMILETICO
  Calvino  fue  un  auténtico  predicador  extemporáneo.  No  usaba  manuscritos  ni  notas. Únicamente llevaba las escrituras al pulpito. Su preparación consistía en leer los comentarios de otros (incluyendo a los Padres de la Iglesia y probablemente también a los escolásticos así como a  sus  compañeros  de  reforma).  Realizaba  una  exégesis  muy  cuidadosa  del  texto  aplicando  sus notables  habilidades  como  lingüista  y  su  tremendo  conocimiento  de  la  Biblia.  Finalmente reflexionaba sobre la manera de aplicar el texto a la congregación y la forma de comunicar dicha aplicación.  Luego  todos  estos  pensamientos  eran  clasificados  y  almacenados  en  su  asombrosa memoria.  No  hay  evidencias  de  que  escribiera  un  bosquejo,  además  la  construcción  de  sus sermones aparentemente indican que no lo hacía.
  Se  puede  objetar  justificadamente  que  tal  preparación  es  inadecuada  para  la  predicación. Ciertamente  sería  insuficiente  para  la  gran  mayoría  de  los  predicadores  cuyos  dones  son  tanto menores  que  los  de  Calvino.  Probablemente  Calvino  mismo  no  recomendaría  su  método  como práctica  normal  de  homilética.  La  principal  razón  para  no  prepararse  con  más  precisión  era  la falta  de  tiempo.  Algunos  domingos  predicaba  dos  veces  además  de  predicar  todos  los  días  de semana. Todo esto lo hacía aparte de sus conferencias regulares sobre teología, su tarea pastoral, sus responsabilidades  cívicas  y su enorme correspondencia.  La predicación sola habría agotado la  capacidad  de  muchas  personas  menos  dotada  que  Calvino.  Pero  Calvino  hacía  todo  esto  a pesar  de  un  estado  prácticamente  continuo  de  escasa  salud.  Las  dimensiones  de  su  genio difícilmente podrían ser sobreestimadas, y sermones como los de este volumen adquieren mayor brillo cuando son vistos a la luz de la totalidad de su trabajo.
  Sin  embargo,  más  allá  de  esto,  había  algo  en  su  método  que  Calvino  recomendaría sinceramente,  incluso  a  predicadores  que  suben  al  pulpito  solo  una  o  dos  veces  por  semana, teniendo  tiempo  abundante  para  la  preparación.  Esta  no  debiera  ser  demasiado  mecánica.  La predicación  no  debería  estar  sujeta  al  recitado,  palabra  por  palabra,  de  algo  previamente compuesto. Nunca se debería leer el sermón, sino siempre proclamarlo como la viviente palabra de  Dios.  En  cierta  ocasión  Calvino  se  quejaba  en  una  carta  a  Lord  Somerset  de  las  pocas predicaciones  con  vida  en  la  Inglaterra  de  aquellos  días,  y  que,  emulando  a  Cranmer,  los predicadores  escribían  sus  sermones  palabra  por  palabra,  con  artificiosa  retórica,  para  luego esclavizarse a su lectura. Calvino creía firmemente que en el acto de la predicación debe haber lugar para la inspiración continua del Espíritu Santo. No iba al extremo de Lulero para quien la palabra predicada era virtualmente idéntica con la palabra escrita; tampoco aceptaba el punto de vista zwingliano  y anabaptista de que el sermón no era sino una señal dirigida hacia Cristo. Su posición era intermedia. Por un lado sostenía que la Biblia era singularmente inspirada, que en su forma  escrita  es  objetivamente  la  palabra  de  Dios,  y  que  el  sermón  solo  tiene  autoridad  como explicación de la palabra escrita; por otra parte sostenía que el sermón únicamente cobra eficacia redentora cuando el Espíritu Santo opera tanto en el predicador como en los oyentes. De paso sea dicho,  en  este  punto  la  doctrina  de  Calvino  sobre  la  predicación  concuerda  totalmente  con  su doctrina  sobre  los  sacramentos,  lo  mismo  que  también  se  daba  con  las  doctrinas  de  Lutero  y Zwinglio.  Para  Calvino  tanto  el  sermón  como  el  sacramento  dependen  de  la  palabra  escrita  y solamente son medios de gracia cuando van implementados por la presencia, llena de gracia, del Espíritu  Santo.  El  método  de  Calvino  no  consistía  solamente  en  hacer  una  adaptación  según fuera  la  fuerza  de  las  circunstancias;  también  era  una  expresión  de  doctrina  fundamental.  El sermón debe ser pronunciado como la palabra viviente. Es preciso que el predicador siga siendo, en el momento de su proclamación, un instrumento flexible del Espíritu Santo. Es preciso reiterar que Calvino no permitiría que ninguno de estos hechos  sirviera de excusa para una preparación superficial o descuidada. En cierta ocasión lo expresó de la siguiente manera: "Si voy a subir al pulpito  sin  dignarme  a  abrir  un  libro,  pensando  frívolamente  para  mis  adentros  'está  bien,  al predicar Dios ya me dará suficientes cosas para decir,' y vengo aquí sin preocuparme por leer o pensar  en  lo  que  debo  declarar,  y  sin  considerar  cuidadosamente  cómo  aplicar  las  sagradas escrituras la edificación de la gente, sería una persona realmente presuntuosa y arrogante."
  Debido a este método de preparación carecemos de apuntes sobre los primeros sermones de Calvino. Algunos de sus oyentes hacían anotaciones personales, pero éstas son poco más que un resumen  general  de  los  principales  pensamientos  y  prácticamente  carecen  de  valor.
Afortunadamente, en 1549, un grupo de refugiados franceses y caldenses, radicados en Ginebra, intensos seguidores de Calvino, reconocieron el valor permanente de sus sermones, de modo que contrataron a un secretario para que tomase notas taquigráficas de cada mensaje y luego  hiciera cuidadosas copias destinadas a la preservación en volúmenes de folios. Este secretario fue Denir Raguenier quien cumplió con tan importante tarea como trabajo de tiempo completo hasta morir en 1560.
  Calvino  predicaba  con  frecuencia.  Al  principio  los  servicios  religiosos  en  Ginebra  se realizaban  tres  veces  por  semana,  pero  en  1549  el  Concilio  ordenó  la  introducción  diaria  de la predicación  matutina.  Calvino  mismo  generalmente  predicaba  una  vez  por  domingo,  y  con frecuencia dos veces. Además, cada semana por medio, predicaba el sermón diario en la Iglesia San  Pedro.  La  serie  dominical  siempre  era  distinta  a  la  de  los  días  de  semana.  La predicación dominical  casi  siempre  se  basaba  en  el  Nuevo  Testamento,  siendo  la  única  excepción  notable algún sermón vespertino basado en los Salmos. Los sermones de los días de semana eran todos del Antiguo Testamento.
  Los textos no los escogía ni al azar, ni siguiendo el año eclesiástico. Su método común era predicar consecutivamente a través de libros completos de la Biblia, con frecuencia no cambiaba ni siquiera en los días especiales de la iglesia. La longitud de los textos variaba algo, de acuerdo al  contenido.  Los  de  los  libros  históricos  del  Antiguo  Testamento  y  de  las  narraciones evangélicas  generalmente cubrían  entre  10  y  20  versículos.  Los  de  las  epístolas  del  Nuevo Testamento y otros pasajes didácticos normalmente cubrían dos o tres versículos. Los textos para los sermones sobre Job son de 1 a 20, pero la mayoría de 4 a 7 versículos.
  Los libros cubiertos totalmente por su predicación son: Génesis, Deuteronomio, Job, Jueces, I y II Samuel, todos los profetas mayores y menores, Los Evangélicos, Hechos, I y  II Corintios, Galatas, Efesios, I y II Tesalonicenses, I y II Timoteo, Tito y Hebreos. Para citar algunos totales representativos  digamos  que  hay  200  sermones  sobre  Deuteronomio,  159  sobre  Job,  343  sobre Isaías, 43 sobre Amos, 189 sobre Hechos y 48 sobre Tito. Una de las omisiones más asombrosas es  el  libro  de  Apocalipsis.  Aparentemente  nunca  se  ocupó  de  este  libro,  ni  por  medio  de sermones,  ni  conferencias  ni  comentarios.  En  cuanto  a  los  otros  libros  no  mencionados  en  esta lista,  es  difícil  saber  algo  con  certeza  debido  a  que  la  información  anterior  a  1549  es  muy incompleta.  Cornos  los  de  Lutero,  los  sermones  de  Calvino  eran  de  longitud  moderada. Pronunciados a una velocidad promedia no superarían los cuarenta minutos. De hecho, la grave aflicción  asmática  de  Calvino  le  habrá  requerido  algo  más.  En  cuanto  a  la  duración  como  al estilo, Calvino tenía una fina sensibilidad por la capacidad de sus oyentes. Nunca sobrecargaba su  comprensión,  ni  por  una  indebida  complejidad,  ni  por  una  inadecuada  longitud.
Evidentemente la mayoría no lo emuló muy bien en este sentido, puesto que en 1572, ocho años después  de  muerto,  el  Concilio  de  Ginebra  promulgó  un  edicto  por  el  cual  los  ministros religiosos  debían  predicar  sermones  más  breves,  que  no  excedieran  una  hora  de  duración.
También  es  de  notar  que  la  longitud  de  los  sermones  sea  tan  consistentemente  igual.  Por ejemplo, en la serie sobre Job, el lector puede observar por sí mismo, que las longitudes de las copias impresas apenas varían un poco.

ESTRUCTURA DEL SERMÓN
  En  su  predicación,  como  en  muchos  otros  aspectos,  la  Reforma  significó  un  retorno  a  la doctrina y a las prácticas de la iglesia primitiva. Guiados por Lutero, los reformadores volvieron a  la  homilía  como  forma  normal  del  sermón.  Comparada  con  la  predicación  escolástica,  la homilía  era  más  expositiva  que  temática,  más  un  discurso  libre  que  una  alocución  sujeta  a estructuras, más analítica que sintética; expresada en términos de afirmaciones directas más que en sutilezas de la lógica; era más directa, a modo de conversación, que retóricamente precisa.
  Calvino  no  es  una  excepción.  Sus  sermones  son  simples  homilías  y  en  ese  sentido  son  de una trama totalmente distinta a sus escritos sistemáticos. Al predicar sobre pasajes consecutivos trataría  el  texto  sección  por  sección,  versículo  por  versículo,  y  algunas  veces  frase  por  frase, explicando o comentando a medida que avanzaba. Difícilmente se apartaría del orden impuesto por el texto mismo. Por otra parte, no se esclavizaría a explicar cada cosa del texto, como si su mera presencia allí o su longitud le dieran el peso necesario para ser parte del sermón. Tampoco limitaría necesariamente su interpretación a los diversos elementos del texto, ni a su significado dentro del mismo, ni a su significado dentro del contexto inmediato. Aunque siempre predicaba basado  en  el  texto  y  ciertamente  reconocía  la  importancia  del  respectivo  capítulo  y  libro,  su mayor  principio  para  la  interpretación  bíblica  era  que  las  escrituras  siempre  tenían  que  ser interpretadas por las escrituras mismas, por eso, al fin de cuentas, su contexto era toda la Biblia.
Sin embargo, para Calvino el resultado de esto no era lo que frecuentemente ha sido para otros que tenían el mismo propósito. Es de suma importancia notarlo. Para Calvino el desarrollo de un texto  nunca  estaba  sujeto  a  su  significado  abstracto  en  términos  de  teología.  Su  sermón  nunca estaba  controlado  por  un  bosquejo  o  esquema  provenientes  de  su  dogmática.  Para  Calvino  el cuerpo  en  sí  del  sermón,  su  esqueleto  y  su  carne,  se  componían  de  dos  cosas:  el  texto  mismo, visto a la luz de ambos contextos, el inmediato y  el último,  y las necesidades espirituales de la congregación. La predicación en Ginebra era el producto directo de un pastor dedicado a un libro
abierto  y a una congregación necesitada. Siempre eran sermones de una total relevancia para la
vida.
  Es fácil de ilustrar que para el pulpito de Calvino la importancia dogmática del texto no era decisiva.  De  ello  el  lector  encontrará  muchas  evidencias  en  este  volumen  de  sermones.  Por ejemplo, el texto en Job 9:1-6 "¿Cómo se justificará el hombre con Dios?", etc., fácilmente podía haber inducido a un predicador a desarrollar extensamente las doctrinas  de la justificación  y  de los méritos de Cristo. No así Calvino (vea el Sermón N°4,  p.57), quien apenas las menciona en unas  pocas  palabras  finales.  El  resto  del  sermón  Calvino  lo  dedica  a  estar  junto  a  Job  sobre  su montón  de  basura  procurando  que  sus  oyentes  se  acerquen  a  tan  angustiosa  experiencia.  Laspalabras clásicas del Job "Yo sé que mi Redentor vive" no lo llevan a desarrollar extensamente el
tema  de  la  resurrección  de  Cristo,  con  todas  sus implicaciones.  Afirma,  en  cambio,  que  Job  no anticipaba  tal  resurrección,  y  si  bien  nosotros  ciertamente  tenemos  que  ver  el  texto  a  la  luz  de nuestro  conocimiento,  aquí  debemos  ocuparnos  principalmente  de  la  convicción  de  Job  de  que los juicios últimos de Dios trascienden a los de los hombres. Calvino advierte que estas palabras "tomadas fuera de su contexto, no serían muy edificantes, y no sabríamos lo que Job quiso decir" (Sermón N°8, p.109). Muchos lectores se sorprenderán  al leer  estos sermones, tanto por lo que Calvino dice como por lo que omite. En su mayor parte es un tratado práctico referido a asuntos tales  como  las  relaciones  familiares,  las  actitudes  tanto  de  gozo  como  de  compasión  ante  el castigo  de  los  malvados,  una  advertencia  contra  la  hipocresía.  De  igual  modo,  al  tratar  los versículos que siguen a "en mi carne he de ver a Dios" etc. (Job 19:26-29, Sermón N° 9, p. 111), Calvino no se ocupa de los dogmas escatológicos y de la resurrección del cuerpo como doctrinas separadas,  sino  que  en  forma  impresionantes,  expone  lo  que  esto  significa  para  Job  y  para  el creyente que atraviesa la experiencia de Job. En este sentido lo más  asombroso es que Calvino hace una división entre los versículos 25 y 26 del capítulo 19 separándolos en dos textos mayores y  usándolos  para  dos  sermones  diferentes.  Cualquier  predicador  interesado  en  la  dogmática escatológica los habría mantenido unidos.
  También hemos observado que Calvino no necesariamente deje que las proporciones de los respectivos  elementos  del  texto,  ni  aún  su  significado  primordial  dentro  del  mismo,  sean decisivos  para  el  sermón.  El  lector  hallará  numerosos  casos  en  este  volumen.  Por  ejemplo,  el Sermón N°15, p.181, se ocupa extensamente de dos cosas referentes a Elihú: una, que Elihú era buzita; otra, que tenía la capacidad de indignarse. Ninguno de ambos temas realmente representa el  sentido  principal  del  texto.  Sin  embargo,  Calvino,  el  pastor,  tenía  aplicaciones  aquí  para  su gente,  y  éstas  de  ninguna  manera  eran  ajenas  al  texto.  Era  1554.  El  escándalo  de  Servetus era historia  reciente.  La  doctrina  calvinista  de  la  predestinación  era  fieramente  atacada  desde numerosos frentes. La lucha con los libertinos había alcanzado su clímax. El predicador veía aquí una oportunidad de subrayar dos puntos; Elihú, igual de Job, estaban fuera de la línea del pacto.
Probablemente desconocían la ley de Moisés. Sin embargo, tenían un auténtico conocimiento de Dios  y manifestaban verdadera piedad. Dice Calvino que la devoción a Dios de hombres como Job  y Elihú dejan sin excusa al malvado e impenitente, vindicando a Dios ante la acusación de ser  injusto  al  condenar  a  los  impíos,  aún  cuando  éstos  no  hubiesen  recibido  toda  la  luz  del evangelio.  Esto  responde  a  una  de  las  críticas  referidas  a  la  predestinación.  Habiendo mencionado, de paso, la acusación de Elihú de que Job se justificaba a sí mismo, en vez de ser justificado  por  Dios,  Calvino  prosigue  a  su  segundo  punto  principal,  totalmente  desligado  del primero,  es  decir,  la  justa  indignación  de  Elihú.  Esta  ofrece  una  oportunidad  bienvenida  para señalar la diferenciaentre el enojo egoísta y una santa indignación, y que ésta está totalmente en su lugar, que incluso es necesaria para el creyente respecto de los enemigos de Dios, tales como los papistas y los libertinos. A éstos no los llama así, en cambio los tilda de "perros y cerdos" de "burladores  de  Dios"  y  "villanos  profanos."  Otro  ejemplo  de  consideraciones  prácticas, pastorales, con desviación del sentido normal del texto, se encuentra en el Sermón N° 17, p. 204.
Calvino  usa  este  texto  para  defender  a  su  propio  ministerio  y  el  de  sus  asociados  contra  los despiadados ataques que a la sazón provenían de los libertinos de Ginebra. El texto admitirá tal interpretación, pero también enseña otras cosas  más amplias, algunas de ellas más prominentes que la función y autoridad del ministro de la palabra de Dios. Sin embargo, el aspecto práctico de la situación requería esta alternativa.
  Que  el  lector  sea  sensible  al  pulso  pastoral  que  tan  inconfundiblemente  palpita  en  estossermones. Nunca son meros discursos teológicos o tratados exegéticos. Son, en cambio, la viva palabra de Dios, siempre en una dinámica tensión entre el libro de Dios y el pueblo de Dios. 
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sábado, 21 de julio de 2012

HOMILETICA PARA TODOS: UN CURSO DE HOMILETICA PARA PREDICAR BIEN


Es incuestionable que la Predicación es un proceso comunicacional. Esto significa que el predicador es un emisor, el auditorio son sus receptores y el sermón es el mensaje. En este sentido, el canal o código empleado para enviar el mensaje es una estructura, lógicamente elaborada, sistemáticamente organizada y espiritualmente inspirada. La ciencia que estudia el proceso de elaboración de sermones cristianos es la Homilética y la estructura básica de construcción de estos sermones recibe el nombre de Bosquejo Homilético. En el siguiente capítulo se abordarán los elementos introductorios de la homilética. También se presentará la estructura general de un bosquejo homilético, la cual estará acompañada de la explicación de sus partes iniciales. En los capítulos posteriores se continuará paulatinamente el estudio de los demás componentes básicos del bosquejo homilético.

Guerra espiritual declarada: Una Guerra que dura milenios

 
biblias y miles de comentarios
 
LA GUERRA INVISIBLE

OBJETIVOS:
Al concluir este capítulo serás capaz de: 
  • Escribir el versículo llave de memoria. 
  • Demostrar entendimiento de los reinos espiritual y natural.
  • Definir la palabra “rey”. 
  • Definir la palabra “reino”. 
  • Identificar los dos reinos espirituales. 
  • Determinar a cuál reino tú perteneces. 
  • Identificar las fuerzas espirituales del bien. 
  • Identificar las fuerzas espirituales del mal. 
  • Explicar qué se entiende por “guerra espiritual”. 
  • Identificar la razón para la guerra invisible. 
  • Identificar el principio básico del entendimiento de la guerra espiritual.
VERSÍCULO LLAVE DE LAS CLÁUSULAS DE LA GUERRA:

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
 
INTRODUCCIÓN
Existe una gran guerra que está siendo librada en el mundo hoy. No es un conflicto entre naciones, tribus o líderes de gobierno. No es una rebelión o un golpe de estado. Es una batalla invisible que tiene lugar en el mundo del espíritu.

Estamos librando una guerra invisible en la que cada creyente está comprometido. Es una guerra en la que ninguno usa uniforme, pero en la cual cada uno es un blanco. El registro histórico y profético de esta guerra está contenido en la Palabra de Dios, la Biblia.

LOS REINOS NATURAL Y ESPIRITUAL  
Para entender esta guerra invisible, primero debes entender los mundos natural y espiritual. El hombre existe en dos mundos: el mundo natural y el mundo espiritual.El mundo natural es el que puede ser visto, sentido, tocado, escuchado, o tanteado. Es tangible y visible. El país, la nación, ciudad o villa en la cual vives es parte del mundo natural. Eres un residente en el mundo natural localizado en uno de los continentes visibles del mundo. Puedes ver la gente que es parte de tu ambiente. Puedes comunicarte con ellos. Puedes experimentar los paisajes, sonidos, y olores alrededor de ti.

Pero existe otro mundo en el cual tú vives. Ese mundo es un mundo espiritual. No puedes verlo con tus ojos físicos, pero es tan real como el  mundo natural en el que vives.

Pablo habla de esta división entre lo natural y lo espiritual:

“Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales” (1 Corintios
15:40)
.

Todos los hombres tienen un cuerpo natural que vive en el mundo natural. Pero el hombre es también un ser espiritual con un alma eterna y espíritu. El hombre es cuerpo, alma y espíritu. Tu ser espiritual (alma y espíritu) es parte del mundo espiritual así como tu cuerpo natural es parte del mundo natural.

DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

Puesto que la guerra espiritual es justo eso... espiritual... debe ser entendida con una mente espiritual. En nuestro estado natural de pecado, nosotros no podemos entender las cosas espirituales:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1
Corintios 2:14).

Es necesario usar “discernimiento espiritual” para entender las cosas espirituales.

Quizás uno de los mejores ejemplos de discernimiento natural y espiritual está registrado en I1 Reyes capítulo 6. Registra la  historia de una batalla natural en la cual tropas de la enemiga nación de Siria  habían rodeado un pequeño pueblo llamado Dotán donde el profeta Eliseo se estaba quedando. Cuando el siervo de Eliseo, Giezi, vio el gran ejército del enemigo sintió temor. Eliseo oró para que Dios abriera los ojos espirituales de Giezi para que él pudiera ver las huestes espirituales que los rodeaban y los protegían. En esta ocasión, Dios abrió los ojos espirituales de Giezi y le permitió ver visiblemente las fuerzas superiores de Dios alistadas para la batalla.

La historia de esta batalla en Dotán es similar a las condiciones espirituales en la Iglesia. Hay algunos, como Eliseo, que ven claramente dentro del reino del espíritu.
Ellos saben que hay un conflicto que está ocurriendo, han identificado al enemigo, y reconocido las grandes fuerzas de Dios que aseguran la victoria. Hay otros como Giezi, que con un poco de aliento, serán capaces de abrir sus ojos espirituales y no serán  más temerosos o derrotados por el enemigo. Pero tristemente, hay muchas personas quienes, como aquellos en la ciudad de Dotán, están durmiendo espiritualmente. Ellos no saben incluso que el enemigo los ha rodeado y está posicionado para el ataque. 
 DOS REINOS ESPIRITUALES

Dentro de los reinos natural y espiritual de los cuales estamos hablando existen reinos
separados que están gobernados por líderes naturales y espirituales.

REINOS NATURALES:

Todos los hombres viven en un reino natural de este mundo. Ellos viven en una ciudad
o en un pueblo el cual es parte de una nación. Esa nación es un reino del mundo. Un
reino natural es un territorio o pueblo sobre el cual un rey o líder político es el
gobernante soberano. La Biblia habla de estos reinos naturales como los “reinos del
mundo”. Los reinos del mundo han venido a estar bajo el poder y la influencia de
Satanás:

“Otra vez lo llevó [a Jesús] el diablo a un monte muy alto y le
mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,9 y le
dijo: —Todo esto te daré, si postrado me adoras” (Mateo 4:8-9).

1 Juan 5:19 tristemente nos recuerda que “ el mundo entero está bajo el control del
maligno”.

REINOS ESPIRITUALES:

En adición a los reinos naturales de este mundo hay dos reinos espirituales: el Reino de Satanás y el Reino de Dios. Cada persona viva es una residente de uno de estos dos reinos.

El Reino de Satanás consiste de Satanás, seres espirituales llamados demonios, y todos los hombres que viven en pecado y rebelión a la Palabra de Dios. Éstos, junto con el mundo y la carne, son las fuerzas espirituales del mal que obran en el mundo hoy.

El Reino de Dios consiste de Dios el Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo, seres espirituales llamados ángeles, y todos los hombres que viven en justa obediencia a la Palabra de Dios. Éstas son las fuerzas espirituales del bien.

El Reino de Dios no es un iglesia denominacional. Las denominaciones son organizaciones de hechura humana de grupos de iglesias. Han sido establecidas con propósitos prácticos de organización y administración. Las denominaciones son organizaciones como los Bautistas, Asambleas de Dios, Metodistas, Luteranos, etc.  La Biblia nos habla de la verdadera Iglesia la cual no es una denominación u organización religiosa. La verdadera Iglesia está compuesta de todos aquellos que se han convertido en residentes del Reino de Dios.

En el tiempo presente en el mundo natural, el Reino de Dios existe individualmente dentro de cada hombre, mujer, niño o niña que haya hecho a Jesús el Rey de su vida. Existe comunitariamente en la verdadera iglesia y dondequiera que las personas hagan de este mundo el tipo de mundo que Dios quiere que sea. En el futuro, habrá una manifestación visible del Reino de Dios.

LA GUERRA INVISIBLE

La guerra espiritual invisible es una batalla que envuelve a todos los hombres y mujeres. Puesto que el Reino de Satanás es un reino espiritual...

“...porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

La guerra espiritual no es una batalla natural entre la sangre y la carne. No es una batalla del hombre contra el hombre. No es una batalla visible. Es un conflicto invisible en el mundo del espíritu. Es una batalla dentro y alrededor del hombre. No es una guerra visible porque los espíritus están involucrados  y aprendemos de Lucas 24:39 que un espíritu no tiene carne ni huesos.

La guerra espiritual es “multidimensional”, lo cual significa que es librada en diferentes dimensiones. Es...

1.  Una batalla social entre el creyente y el mundo: Juan 15:18-27
2.  Una batalla personal entre la carne y el espíritu: Gálatas 5:16-26
3. Una batalla supernatural entre el creyente y los poderes sobrenaturales malignos: Efesios 6:10-27

Toda persona viva está comprometida en esta guerra, se de cuenta o no. No hay campo neutro. Los no creyentes están bajo el yugo del mal y han sido llevados cautivos por las fuerzas del enemigo. Son víctimas de la guerra.

Los creyentes han sido librados del enemigo mediante Jesucristo y son victoriosos, pero están todavía comprometidos en la guerra. El versículo llave de este capítulo indica que nosotros (todos los creyentes) combatimos contra fuerzas espirituales malignas.

“Combatir” implica contacto personal cercano. Ninguno está exento de esta batalla. Ninguno puede verla desde la distancia. Estás en el medio del conflicto ya sea que lo reconozcas o no. Si no lo reconoces será mejor... estás equivocado. La guerra del cristiano nunca cesa.

DONDE LA BATALLA HACE FUROR

La guerra invisible está siendo librada en la tierra:

“El ladrón [Satanás] no viene [a la tierra] sino para hurtar,
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Satanás lucha para mantener el control de los reinos del mundo. Él no quiere que estén bajo la autoridad de Dios. La batalla también se efectúa dentro de los corazones, mentes, y almas de los hombres y mujeres. Satanás ciega las mentes de los no creyentes y ataca a los creyentes en las áreas de adoración, Palabra, su caminar diario, y en su trabajo para Dios.

CÓMO COMENZÓ LA BATALLA 

La guerra invisible comenzó en el cielo con un ángel llamado Lucifer que fue originalmente un hermoso ángel creado por Dios y era parte del Reino de Dios. Lucifer  decidió que quería tomar el control del Reino de Dios. Puedes leer de su rebelión en Isaías 14:12-17 y en Ezequiel 28:12-19. Estudiarás sobre esto con más detalle después en este curso. Un grupo de ángeles se unió a Lucifer (ahora llamado Satanás) en su rebelión. Lucifer y los ángeles rebeldes fueron expulsados del cielo por Dios.
Ellos formaron su propio reino sobre la tierra:

“Entonces hubo una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles
luchaban contra el dragón [Satanás]. Luchaban el dragón y sus
ángeles” (Apocalipsis 12:7).

“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que
se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue
arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él”
(Apocalipsis 12:9).

Lucifer llegó a ser conocido como Satanás y los ángeles que lo siguieron en su rebelión como demonios. Los espíritus demoníacos  pueden entrar, atormentar, controlar, y usar a los humanos que pertenecen al Reino de Satanás. Ellos motivan actos malignos que son  realizados por hombres y mujeres. Satanás dirige a sus demonios en sus actividades malignas. Él combina estas fuerzas poderosas con el mundo y la carne para batallar contra todo el género humano.

RAZONES DETRÁS DEL CONFLICTO

El hombre fue originalmente creado a la imagen de Dios y para la gloria de Dios  (Génesis capítulo 2). La guerra invisible contra el hombre comenzó con la primera tentación en el jardín del Edén (Génesis capítulo 3). Satanás hizo pecar a Adán y Eva. Esto resultó en que todo el género humano heredaría la naturaleza pecaminosa y realizara actos individuales de pecado conforme a esta naturaleza:

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y
por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

También resultó en la guerra invisible entre el hombre y las fuerzas del mal:

“Pondré enemistad entre ti [Satanás] y la mujer [género
humano], y entre tu simiente [las fuerzas del mal] y la simiente
suya [las fuerzas del bien representadas por el Señor
Jesucristo]...” (Génesis 3:15).

A causa del pecado, el hombre fue separado de Dios y condenado a la muerte. Pero Dios amó al hombre tanto que ideó un plan especial para salvarlo del pecado:

“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino
que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” 
(Juan 3:16-17). 

Mediante la creencia en Jesús, la confesión y el arrepentimiento del pecado, los hombres y mujeres pueden ser liberados del poder del enemigo. La muerte y resurrección de Jesús no solamente resultó en la salvación del pecado. También derrotó al enemigo, Satanás:
 

“... Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras
del diablo” (1 Juan 3:8).
 ¿Pero si Satanás está derrotado, porque entonces la guerra continúa? Seguido a cada guerra quedan siempre residuos de resistencia enemiga, tropas rebeldes que no se rendirán hasta que la fuerza los obligue a hacerlo. Aunque Jesús derrotó a Satanás, estamos viviendo en territorio todavía ocupado por las fuerzas enemigas de resistencia. Entender las estrategias de  guerra espiritual nos da la habilidad de tratar con estos poderes malignos.

Satanás está tratando de mantener a los hombres cautivos en el pecado. Mediante métodos engañosos está incitando a los hombres y mujeres a las lujurias de la vida pecaminosa. Él apunta a los afectos del alma y el espíritu los cuales legítimamente pertenecen a Dios:
 

“El ladrón [Satanás] no viene sino para hurtar, matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia” (Juan 10:10).
 Satanás todavía quiere ser el gobernante supremo. Está librando una batalla intensa por el corazón, mente, alma y espíritu del hombre. Sus estrategias están dirigidas contra Dios, Su plan, y Su pueblo. La batalla continuará hasta el gran conflicto final el cual estudiarás en el último capítulo de este curso.
 

EL SIGNIFICADO DE LA GUERRA ESPIRITUAL
 La guerra espiritual es el análisis de y la participación activa en la guerra espiritual invisible. Incluye el estudio de las fuerzas opuestas del bien y el mal, las estrategias de Satanás y las estrategias espirituales para vencer a Satanás. La guerra espiritual es más que un mero análisis de principios espirituales. Incluye la participación activa en la guerra mediante la aplicación de estas estrategias en la vida y el ministerio.
 
Una de las más efectivas estrategias de Satanás es mantener a los creyentes ignorantes  de sus engaños. Pablo dice que es importante conocer las estrategias de Satanás...
 

“... para que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros,
pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).
 Debemos aprender todo lo que podamos sobre las estrategias de ataque de Satanás.
Debemos también entender las bases bíblicas de la victoria sobre Satanás y las fuerzas del mal. Estamos llamados a un combate inteligente. Básico al entendimiento de la guerra espiritual es este principio llave:

Debes reconocer que todas las batallas de la vida, sean físicas, espirituales, emocionales, mentales, financieras o con personalidades humanas son solamente manifestaciones exteriores de una causa espiritual.

Aunque en el mundo natural los problemas pueden parecer ocurrir a través de circunstancias de la vida, la base  de estas batallas naturales está en el mundo espiritual. Lee la historia de Job (Job capítulos 1-2) que confirma este principio.

Hemos tratado de corregir los males de este mundo mediante la educación, legislación y un ambiente mejorado. No ha funcionado porque los males visibles de este mundo son el resultado de una causa espiritual subyacente. No pueden ser corregidos por medios naturales.
 

¿A QUÉ REINO PERTENECES?
 En el reino natural un rey es el soberano de un reino. Todo el territorio y el pueblo en el reino pertenecen a él. Tiene el poder de la vida y la muerte sobre sus sujetos. Lo mismo es cierto en el mundo espiritual. Eres parte o del Reino de Dios o del Reino de Satanás.. O Dios o Satanás tiene el poder sobre tu vida.

Una de las parábolas de Jesús ilustra que todos los hombres o son parte del Reino de Satanás o del Reino de Dios. Jesús comparó el mundo con un campo. La buena semilla en el campo eran los hijos del Reino de Dios. La mala semilla, la cual resultó en el crecimiento de malezas (cizañas), eran los hijos del maligno:
 

“El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del
Reino, y la cizaña son los hijos del malo” (Mateo 13:38).
 La gente entra en el Reino de Satanás mediante el nacimiento natural. La Biblia enseña que todos los hombres son nacidos en pecado. Esto significa que ellos tienen una naturaleza básica de pecado o la “semilla” del pecado dentro de ellos. Su inclinación natural es a hacer lo malo:
 

“En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi
madre” (Salmo 51:5).

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre
[Adán] y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos
los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de
Dios” (Romanos 3:23).
 Puesto que  todos hemos nacidos con la naturaleza de pecado, todos en algún tiempo hemos sido parte del Reino de Satanás. Todos los que se mantienen pecadores continúan siendo parte del Reino de Satanás.

Todo el mensaje de la Palabra escrita de Dios, la Santa Biblia, es la apelación al hombre de trasladarse del Reino maligno de Satanás al Reino de Dios. Los hombres son nacidos dentro del Reino de Satanás mediante el nacimiento natural. Deben ser renacidos dentro del Reino de Dios a través del nacimiento espiritual. La entrada en el Reino de Dios es por la experiencia del nuevo nacimiento explicado en Juan capítulo 3.

Hay solamente dos divisiones en la guerra invisible. Jesús dijo, “el que no está de mi parte, está contra mi” (Lucas 11:23, NVI). No puedes ser neutral en esta guerra. Estás de un lado u otro en esta guerra espiritual. Incluso algunos creyentes debido a su temor  a la confrontación con el enemigo, tratan de ignorar la guerra y tratan de hacer una tregua con el enemigo. Piensan que si ignoran a Satanás, él no los molestará. Esta es una de las principales estrategias del enemigo. Él trata de dejar inmóviles a los miembros del ejército de Dios mediante sus tácticas de terror.

Pero no hay neutralidad en esta guerra. Eres o una víctima o un vencedor. El “llamado espiritual a las armas” está sucediendo... ¿Estás en el lado del bien o del mal? ¿Eres parte del Reino de Satanás o del Reino de Dios? ¿A qué reino perteneces? ¿Eres víctima o vencedor en la guerra invisible?

INSPECCIÓN
1. Escribe el versículo llave de las Cláusulas de la Guerra.
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2. ¿Cuáles son las dos divisiones hechas en 1 Corintios 15:44-49?
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3. ¿Cuáles son los dos reinos invisibles en el mundo hoy?
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4. Enumere las fuerzas espirituales del mal.
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5. Enumere las fuerzas espirituales del bien.
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6. Defina la palabra “rey”.
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7. ¿Qué se entiende por “guerra espiritual”?
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8. ¿Cuál es la razón detrás de este gran conflicto espiritual?
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9. ¿Cuál es el principio básico para el entendimiento de la guerra espiritual?
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1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila.


1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila. 
 
 Tipo de Archivo: PDF| Tamaño: 4MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Homilética Bíblica 
Índice General
Prólogo
Estudios Bíblicos
  • Pasajes y textos bíblicos
  • Parábolas, tipos y figuras
  • Personajes masculinos
  • Persona y obra de Jesucristo
  • Milagros
  • Personajes femeninos
  • Naturaleza y Creación
  • Satanás y los demonios
  • Ángeles
Edificación Cristiana
  • Oración
  • Discipulado
  • Mayordomía
  • Esperanza
  • Amor
  • Iglesia
  • Gratitud
  • Liderazgo
  • Familia
Evangelización
  • Avivamiento
  • Salvación y Gracia
  • Conversión
  • Arrepentimiento
  • Misiones
  • Fe
  • Evangelización
  • Salud Espiritual
  • Perdón
Doctrinales
  • Segunda Venida
  • Pecado
  • Cielo
  • Dios
  • Muerte
  • Espíritu Santo
  • Justificación
  • Juicio
  • Resurrección
  • Nuevo Pacto
  • Vida Eterna
Ocasiones Especiales
  • Navidad
  • Funerales
  • Año Nuevo
  • Día de la Biblia
  • Santa Cena
  • Semana Santa
  • Presentaciones de niños
  • Bodas
  • Ordenaciones
  • Bautismos
Devocionales
  • Adultos
  • Jóvenes
  • Ancianos
  • Niños
  1. Índice de Autores
  2. Índice de Títulos
Se incluyen además, al final del volumen, tres extensísimos índices: de Títulos alfabéticos, para una localización más precisa de un bosquejo, de Autores, si es que el lector desea conocer la autoría o la fuente de los bosquejos, y un interesantísimo Índice Escritural, que recoge por orden bíblico los versículos claves que introducen cada uno de los bosquejos; este último índice puede guiar al lector no ya a un tema concreto sobre el que quiera predicar, sino sobre algún texto bíblico que le haya impresionado y desee profundizar en su posible interpretación y aplicación, o cómo fue comentado por otros predicadores.
Tales índices, junto con la estructura expositiva presentada, convierten a este libro en todo un arsenal para el predicador dispuesto a exprimir y extraer todo el alimento posible de la Palabra de Dios para su feligresía. No piense éste acaso que es un libro al que dirigirse vacío de ideas, en busca de un sucedáneo para su sermón del domingo. En absoluto, como ya apuntó acertadamente Samuel Vila, «este trabajo no ha sido hecho para fomentar la indolencia de nuestros jóvenes predicadores, sino para ayudarles a pensar». El predicador encontrará que muchos de estos bosquejos son esquemáticos, otros casi sermones completos, con anécdotas y ejemplos, pero en todos los casos con la necesidad de ser desarrollados con sus propias aportaciones.
He aquí el libro, 1000 Bosquejos para predicadores, todo un incentivo para el predicador que se precie y que ame verdaderamente la Palabra de Dios.

DESCARGAR; Tomo I

DESCARGAR; Tomo II

 
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martes, 17 de julio de 2012

La Construccion de sermones: Ayuda importante para predicadores y ministros itinerantes


biblias y miles de comentarios
 
Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 I El tema del sermón

La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje   definido.   Antes   de   proceder   a  la   preparación   de   un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma,   también   lo   estará   todo   lo   que   le   pertenece:   su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.
El   tema   debe   ser   la   expresión   exacta   del   asunto,   o   la respuesta   a   la   pregunta:   
¿De   qué   voy   a   hablar?   
Nunca   debe escogerse un tema por ser bonito o sonoro como fase, sino que ha de expresar claramente el objeto que el sermón persigue. Todo predicador,   para  preparar  bien  su  sermón, debe   responder   a  la pregunta: 
¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?
El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
COMO ENCONTRAR UN TEMA
El   mensaje   debe   venir  como   una   inspiración   especial   de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes.   Pero   no   es   de   esperar   que   venga   siempre   como   una inspiración   profética,   sino   que   él   mismo   debe   afanarse   en buscarlos de diversas maneras.
Spurgeon   dice:  «Confieso   que   me   siento   muchas   veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto   es   la   parte   principal   de   mi   estudio.   He   empleado   mucho tiempo   y  trabajo   pensando   sobre   tópicos,   rumiando   puntos doctrinales,   haciendo   esqueletos   de  sermones,   y   después sepultando   todos   sus   huesos   en   las   catacumbas   del   olvido, continuando  mi   navegación   a   grandes   distancias   sobre   aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al   puerto   suspirado.   Yo   creo   que   casi   todos   los   sábados   formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente,   porque   no   da   lugar   a   ello   el   hallazgo   de   otros mejores.»
El predicador puede recibir la inspiración de un mensaje:
a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia.   Si   tiene algo   que   decir   a   un   individuo,   dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda   la   Iglesia,   y   no   debe   sacrificarla   a   las   conveniencias particulares   de   unos   pocos.   Además,   se   expone   a   que   sus insinuaciones   sean   comprendidas   por   otros   hermanos,   como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia   adolece   de   algún   defecto   o   necesita   una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.
El   célebre   Spurgeon   dice   en   su   libro  Discursos   a   mis estudiantes:  «Considerad   bien   qué pecados   se   encuentran   en mayor   número   en   la   iglesia   y   la   congregación.   Ved   si   son   la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas  que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad   un bálsamo   que   pueda   cicatrizar   sus   heridas.   No   es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de   vuestra congregación.»   El   autor   quisiera   añadir   aquí:   Que sientan   vuestros   miembros   culpables, probados,   afligidos   o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito   es  adecuada   a   su   necesidad;   que   es   bálsamo   para   sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre   más   la   medicina.   Confiad   esta   tarea   al   Espíritu   Santo.
Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente   sobre  los secos  prados,  y permitid a Dios  hacer el resto.
b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores   excesivamente   ocupados.   La   lectura   devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le   hará   descubrir   filones   de   riqueza   espiritual   en   lugares insospechados.   Anote   cuidadosamente   las   ideas   que   surjan   en tales momentos.
c) Leyendo sermones de otros predicadores.
El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original,   ni   debe   fiar   tampoco   en   las   despensas   de   otros   para alimentar   su   propia   familia.   Ambos   extremos   son   malos.   El predicador   debe   tener   tiempo   para   leer   sermones   de   buenospredicadores,  no sólo en  el momento  en que  necesita  algo con urgencia   para   preparar   su   mensaje,   sino   en   otros   momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que   preparar   su   propio   sermón   no   encuentre   nada   adecuado   y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a   cubierta,   mientras   que   si   hubiera  empleado   un   poco   más   de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para   las  de   los   demás   le   habrían   venido   sin   esfuerzo,   y   quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro   se   ha   visto   obligado   a   emplear.   Siempre   los   mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su «Libreta de   sugestiones»,   indicando  el   volumen   y   página   donde   podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente. Thomas Spencer escribió así: «Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza  y una  hermosura  especial.  Si  soñara  en un  pasaje  de  la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.»
Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: «Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y   entonces   se   podrá   bombear   con   buen   éxito.   Profundizad   los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.»
d) En sus visitas pastorales.
Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el   texto   que  responde   a   tal   necesidad   es   dado   durante   la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir   de   tal   visita.   Si   espera   a   hacerlo   podría   borrarse   de   su memoria. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo.
e) En la consideración de las cosas que le rodean.
El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de  un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de   destrozarlo,   lo   que   le   hizo   recordar   Jeremías   12:9:   «¿Es   mi heredad   de   muchos   colores?   ¿No   están   contra   ella   aves   en derredor?» Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las   persecuciones   que   ha   de   sufrir   el   pueblo   de   Dios.   Otro   día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón,   lo   que   le   indujo   a   predicar   sobre   Zacarías   3:2.   Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.
Es necesario, no obstante,  que los sermones surgidos  de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un   plan   y   un   mensaje   espiritual,   y   no   una   larga   y   detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha   de   interesar   en   la   misma   medida   a   los   que   no   han   sido afectados   por   la   idea   o   sugerencia,   la   cual   debe   ser   puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
f) Pidiéndolos a Dios en oración.
Spurgeon dice:  «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme   con   el   texto   más   oportuno?   Le   contestaría:   Pedidlo   a Dios.»
Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: «Pedid a Dios la elección.»
Si   la   dificultad   de   escoger   un   texto   se   hace   más   dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.
Es notoria la frase de Lutero: «Haber bien orado, es más de la   mitad   estudiado.»   Y   este   proverbio   merece   repetirse   con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia.
Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra   oración,   será   más   precioso  para   vosotros,   y   tendrá   un sabor   y   una   unción   enteramente   desconocidos   al   orador   frío   y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: «Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio.»
g) Evitad la repetición.
El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas   anteriores.   Dice   Spurgeon:  «No   sería   provechoso   insistir siempre   en   una   sola   doctrina,   descuidando   las   demás.   Quizás algunos  de nuestros   hermanos  más  profundos  pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el   calidoscopio,   presentar   nuevas   formas   de   hermosura   sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades.  Me  parece bien y necesario revisar con  frecuencia  la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna   gracia   cristiana.   Es   provechoso   preguntarnos   a   nosotros mismos   si   hemos   tratado   recientemente   demasiado   de   la  mera doctrina,   o   de   la   mera   práctica,   o   si   nos   hemos   ocupado excesivamente de lo experimental.»
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