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martes, 12 de febrero de 2013
Enciclopedia Dificultades Biblicas: Capacitaciòn Ministerial
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sábado, 21 de julio de 2012
1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila.
1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila.
Tipo de Archivo: PDF| Tamaño: 4MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Homilética Bíblica
Índice General
Prólogo
Estudios Bíblicos
- Pasajes y textos bíblicos
- Parábolas, tipos y figuras
- Personajes masculinos
- Persona y obra de Jesucristo
- Milagros
- Personajes femeninos
- Naturaleza y Creación
- Satanás y los demonios
- Ángeles
Edificación Cristiana
- Oración
- Discipulado
- Mayordomía
- Esperanza
- Amor
- Iglesia
- Gratitud
- Liderazgo
- Familia
Evangelización
- Avivamiento
- Salvación y Gracia
- Conversión
- Arrepentimiento
- Misiones
- Fe
- Evangelización
- Salud Espiritual
- Perdón
Doctrinales
- Segunda Venida
- Pecado
- Cielo
- Dios
- Muerte
- Espíritu Santo
- Justificación
- Juicio
- Resurrección
- Nuevo Pacto
- Vida Eterna
Ocasiones Especiales
- Navidad
- Funerales
- Año Nuevo
- Día de la Biblia
- Santa Cena
- Semana Santa
- Presentaciones de niños
- Bodas
- Ordenaciones
- Bautismos
Devocionales
- Adultos
- Jóvenes
- Ancianos
- Niños
- Índice de Autores
- Índice de Títulos
Se incluyen además, al final del volumen, tres extensísimos índices: de Títulos alfabéticos, para una localización más precisa de un bosquejo, de Autores, si es que el lector desea conocer la autoría o la fuente de los bosquejos, y un interesantísimo Índice Escritural, que recoge por orden bíblico los versículos claves que introducen cada uno de los bosquejos; este último índice puede guiar al lector no ya a un tema concreto sobre el que quiera predicar, sino sobre algún texto bíblico que le haya impresionado y desee profundizar en su posible interpretación y aplicación, o cómo fue comentado por otros predicadores.
Tales índices, junto con la estructura expositiva presentada, convierten a este libro en todo un arsenal para el predicador dispuesto a exprimir y extraer todo el alimento posible de la Palabra de Dios para su feligresía. No piense éste acaso que es un libro al que dirigirse vacío de ideas, en busca de un sucedáneo para su sermón del domingo. En absoluto, como ya apuntó acertadamente Samuel Vila, «este trabajo no ha sido hecho para fomentar la indolencia de nuestros jóvenes predicadores, sino para ayudarles a pensar». El predicador encontrará que muchos de estos bosquejos son esquemáticos, otros casi sermones completos, con anécdotas y ejemplos, pero en todos los casos con la necesidad de ser desarrollados con sus propias aportaciones.
He aquí el libro, 1000 Bosquejos para predicadores, todo un incentivo para el predicador que se precie y que ame verdaderamente la Palabra de Dios.
DESCARGAR; Tomo I |
DESCARGAR; Tomo II |
http://astore.amazon.com/tivcc-20
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Castillo Fuerte
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martes, 17 de julio de 2012
La Construccion de sermones: Ayuda importante para predicadores y ministros itinerantes
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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje definido. Antes de proceder a la preparación de un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma, también lo estará todo lo que le pertenece: su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.
I El tema del sermón
La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje definido. Antes de proceder a la preparación de un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma, también lo estará todo lo que le pertenece: su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.
El tema debe ser la expresión exacta del asunto, o la respuesta a la pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Nunca debe escogerse un tema por ser bonito o sonoro como fase, sino que ha de expresar claramente el objeto que el sermón persigue. Todo predicador, para preparar bien su sermón, debe responder a la pregunta:
¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?
El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
COMO ENCONTRAR UN TEMA
El mensaje debe venir como una inspiración especial de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes. Pero no es de esperar que venga siempre como una inspiración profética, sino que él mismo debe afanarse en buscarlos de diversas maneras.
Spurgeon dice: «Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado. Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.»
El predicador puede recibir la inspiración de un mensaje:
a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia. Si tiene algo que decir a un individuo, dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda la Iglesia, y no debe sacrificarla a las conveniencias particulares de unos pocos. Además, se expone a que sus insinuaciones sean comprendidas por otros hermanos, como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia adolece de algún defecto o necesita una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.
El célebre Spurgeon dice en su libro Discursos a mis estudiantes: «Considerad bien qué pecados se encuentran en mayor número en la iglesia y la congregación. Ved si son la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad un bálsamo que pueda cicatrizar sus heridas. No es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de vuestra congregación.» El autor quisiera añadir aquí: Que sientan vuestros miembros culpables, probados, afligidos o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito es adecuada a su necesidad; que es bálsamo para sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre más la medicina. Confiad esta tarea al Espíritu Santo.
Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente sobre los secos prados, y permitid a Dios hacer el resto.
b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores excesivamente ocupados. La lectura devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le hará descubrir filones de riqueza espiritual en lugares insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales momentos.
c) Leyendo sermones de otros predicadores.
El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original, ni debe fiar tampoco en las despensas de otros para alimentar su propia familia. Ambos extremos son malos. El predicador debe tener tiempo para leer sermones de buenospredicadores, no sólo en el momento en que necesita algo con urgencia para preparar su mensaje, sino en otros momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que preparar su propio sermón no encuentre nada adecuado y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a cubierta, mientras que si hubiera empleado un poco más de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para las de los demás le habrían venido sin esfuerzo, y quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro se ha visto obligado a emplear. Siempre los mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su «Libreta de sugestiones», indicando el volumen y página donde podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente. Thomas Spencer escribió así: «Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza y una hermosura especial. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.»
Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: «Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y entonces se podrá bombear con buen éxito. Profundizad los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.»
d) En sus visitas pastorales.
El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
COMO ENCONTRAR UN TEMA
El mensaje debe venir como una inspiración especial de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes. Pero no es de esperar que venga siempre como una inspiración profética, sino que él mismo debe afanarse en buscarlos de diversas maneras.
Spurgeon dice: «Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado. Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.»
El predicador puede recibir la inspiración de un mensaje:
a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia. Si tiene algo que decir a un individuo, dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda la Iglesia, y no debe sacrificarla a las conveniencias particulares de unos pocos. Además, se expone a que sus insinuaciones sean comprendidas por otros hermanos, como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia adolece de algún defecto o necesita una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.
El célebre Spurgeon dice en su libro Discursos a mis estudiantes: «Considerad bien qué pecados se encuentran en mayor número en la iglesia y la congregación. Ved si son la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad un bálsamo que pueda cicatrizar sus heridas. No es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de vuestra congregación.» El autor quisiera añadir aquí: Que sientan vuestros miembros culpables, probados, afligidos o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito es adecuada a su necesidad; que es bálsamo para sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre más la medicina. Confiad esta tarea al Espíritu Santo.
Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente sobre los secos prados, y permitid a Dios hacer el resto.
b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores excesivamente ocupados. La lectura devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le hará descubrir filones de riqueza espiritual en lugares insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales momentos.
c) Leyendo sermones de otros predicadores.
El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original, ni debe fiar tampoco en las despensas de otros para alimentar su propia familia. Ambos extremos son malos. El predicador debe tener tiempo para leer sermones de buenospredicadores, no sólo en el momento en que necesita algo con urgencia para preparar su mensaje, sino en otros momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que preparar su propio sermón no encuentre nada adecuado y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a cubierta, mientras que si hubiera empleado un poco más de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para las de los demás le habrían venido sin esfuerzo, y quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro se ha visto obligado a emplear. Siempre los mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su «Libreta de sugestiones», indicando el volumen y página donde podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente. Thomas Spencer escribió así: «Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza y una hermosura especial. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.»
Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: «Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y entonces se podrá bombear con buen éxito. Profundizad los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.»
d) En sus visitas pastorales.
Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el texto que responde a tal necesidad es dado durante la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir de tal visita. Si espera a hacerlo podría borrarse de su memoria. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo.
e) En la consideración de las cosas que le rodean.
El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de destrozarlo, lo que le hizo recordar Jeremías 12:9: «¿Es mi heredad de muchos colores? ¿No están contra ella aves en derredor?» Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las persecuciones que ha de sufrir el pueblo de Dios. Otro día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón, lo que le indujo a predicar sobre Zacarías 3:2. Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.
Es necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha de interesar en la misma medida a los que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
f) Pidiéndolos a Dios en oración.
Spurgeon dice: «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme con el texto más oportuno? Le contestaría: Pedidlo a Dios.»
Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: «Pedid a Dios la elección.»
Si la dificultad de escoger un texto se hace más dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.
Es notoria la frase de Lutero: «Haber bien orado, es más de la mitad estudiado.» Y este proverbio merece repetirse con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia.
Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra oración, será más precioso para vosotros, y tendrá un sabor y una unción enteramente desconocidos al orador frío y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: «Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio.»
g) Evitad la repetición.
El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas anteriores. Dice Spurgeon: «No sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades. Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental.»
e) En la consideración de las cosas que le rodean.
El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de destrozarlo, lo que le hizo recordar Jeremías 12:9: «¿Es mi heredad de muchos colores? ¿No están contra ella aves en derredor?» Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las persecuciones que ha de sufrir el pueblo de Dios. Otro día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón, lo que le indujo a predicar sobre Zacarías 3:2. Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.
Es necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha de interesar en la misma medida a los que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
f) Pidiéndolos a Dios en oración.
Spurgeon dice: «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme con el texto más oportuno? Le contestaría: Pedidlo a Dios.»
Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: «Pedid a Dios la elección.»
Si la dificultad de escoger un texto se hace más dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.
Es notoria la frase de Lutero: «Haber bien orado, es más de la mitad estudiado.» Y este proverbio merece repetirse con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia.
Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra oración, será más precioso para vosotros, y tendrá un sabor y una unción enteramente desconocidos al orador frío y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: «Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio.»
g) Evitad la repetición.
El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas anteriores. Dice Spurgeon: «No sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades. Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental.»
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martes, 26 de junio de 2012
A Las Fuentes del Cristianismo: Mejor Dicho a la Biblia - Apologetica
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FUENTES Y ARROYOS
«Esto dice el Señor: Paraos en los caminos, y ved, y preguntad sobre las sendas antiguas, cuál sea el camino bueno, y andad por él; y hallaréis refrigerio para vuestras almas» (Jeremías 6:16).
Supongamos que la ciencia médica nos ordenara, para librarnos de alguna enfermedad grave, la permanencia en uno de esos parajes privilegiados por la naturaleza con una fuente de aguas medicinales.
¿Nos conformaríamos con ir a bebería de algún arroyuelo procedente del manantial, después de haber estado expuesta al polvo e inmundicia de un cauce abierto? ¿No es más probable que querríamos ir al origen mismo, al lugar preciso de donde brota la esperanza de nuestra salud: de las entrañas mismas de la tierra? De otra manera no tendríamos garantía de que nuestro esfuerzo va a ser coronado por el éxito.
He aquí la imagen de la religión. Unicamente acudiendo a las Fuentes del Cristianismo podemos alcanzar la seguridad de que nuestra fe es lo que debe ser según Dios, y no marchamos por un camino equivocado en asunto de tantísima importancia.
¡Fuera indiferencia!
Es lamentabilísimo el poco interés que hay en nuestros días por las investigaciones de carácter religioso. El pueblo se interesa por conocer los secretos de las artes, de las ciencias y las reglas y principios de los modernos juegos, pero no estudia los fundamentos de la religión de un modo inteligente. En este supremo asunto se le ha enseñado a no preguntar por temor de caer en herejía, y realmente ha caído en el extremo opuesto, el del indiferentismo religioso.
A excepción de algunas almas piadosas en cada parroquia, la generalidad no piensa en la religión más que para los actos oficiales, y millares de católicos, así como también muchos millares de protestantes, en ciertos países, no debieran llevar el nombre de cristianos, porque no creen en los dogmas de su iglesia. No quieren distinguirse como militantes de alguna secta, pero blasonan de que ellos toman de la religión lo que les parece; y el resultado de este credo, flojo e inseguro, es la más desastrosa indiferencia, rayana en la incredulidad.
Los deseos de un buen católico
Afortunadamente, y sobre todo después de las mejoras introducidas por el Concilio Vaticano II, existe hoy día un buen número de católicos que se preocupa por las esencias de su religión, personas cuyas aspiraciones y deseos espirituales no son satisfechos, originando dudas que no se atreven a abrigar por temor a caer en herejía. Haciendo el asunto personal: ¿No es verdad, amigo lector, que quisieras tener una seguridad absoluta de cuál será tu destino al abandonar este mundo, apartando de tu vista el terrible espectro del purgatorio, acerca del cual tienes fundadas dudas?
Quisieras ver el cielo más cerca. Por esto te alegras cuando encuentras algún buen trozo del Evangelio en las hojas parroquiales, o cuando el sacerdote predica un buen sermón en lengua vulgar.
Quisieras que el Concilio Vaticano II se hubiera pronunciado de un modo más claro y más avanzado acerca de muchos puntos débiles o dudosos de la Iglesia Católica, a fin de poder tapar la boca de los que echan en cara a la Iglesia enseñanzas de tipo medieval, que comprendes son una rémora para la fe en el siglo XX; pero no te atreves a separarte de la religión que te enseñaron tus padres, pues reconoces que hay deberes para con Dios que te conviene cumplir.
Todos faltamos muchas veces a la ley divina, y ¿quién se atreverá a rehusar la ayuda que ofrece la religión en asuntos del alma?
Además, nunca te ha convencido la incredulidad, pues es imposible negar la existencia de Dios ante un universo ordenado con sabiduría.
Por eso, aunque veas lagunas en la religión católica, la aceptas sin vacilaciones. Es la que lleva el sello apostólico, es la que Cristo fundó, es la que te enseñaron los padres. ¿Dónde hallarías otra mejor?
Ciertamente, lector querido, no vamos a buscar para salvarnos la religión budista, como algunos pretenden, cuando tenemos el cristianismo en casa; y esas lagunas que ves en el cristianismo no provienen de su divino origen, como vamos a demostrarlo en seguida, sino del polvo y barro del camino que la religión cristiana viene arrastrando en el transcurso de los siglos.
Lo probable es que el lector no se ha dado cuenta todavía de la gran cantidad de estos elementos que entran en el arroyo que se llama Iglesia Católica Romana.
Un examen necesario
Estamos seguros de que el lector no confiaría su fortuna o ahorros, caso que los tuviera, a algún banco de cuya solvencia no estuviera bien seguro; y, aun después de esto, continuaría vigilando las operaciones de dicha entidad para asegurarse de que ningún peligro amenaza sus intereses. Y en cuanto al asunto de la salvación del alma, ¿no debemos examinar seriamente si la fe que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna?
La doctrina de Cristo, sus milagros, su resurrección de entre los muertos y la sinceridad de los santos apóstoles, sellada con su sangre, son cosas bastante bien garantizadas por la Historia y la experiencia cristiana para que nadie pueda negarlas.
La Iglesia primitiva y otras iglesias
Es cierto que Cristo estableció su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, pero tienes que llegar a darte cuenta —si no te la estás dando ya a medida que lees el Nuevo Testamento— que aquélla no era la Iglesia Romana, sino una Iglesia muy diferente de ésta, en muchos sentidos y aspectos. Aquella Iglesia Apostólica podía llevar con razón el título de Católica o Universal, porque agrupó en sus principios a todos los verdaderos cristianos, pero tras una enconada disputa acerca de la supremacía de los obispos, se formaron diversas ramas del cristianismo, agrupándose unas iglesias alrededor del obispo de Roma; otras, alrededor del patriarca de Constantinopla, y otras quedaron independientes de una y otra jurisdicción.
Hacer depender la salvación del alma de la adhesión personal a una u otra de estas ramas es el colmo del partidismo y del absurdo. No hay ni una palabra de Cristo que autorice semejante principio. La salvación y perdición del alma, en el Evangelio, se hace depender, no de la adhesión exterior a una iglesia, que nada cuesta, sino de la doctrina que domina la conciencia y la vida.
Cualquier desviación de las enseñanzas recibidas por revelación divina es un pecado grave, del que no sólo las autoridades religiosas, sino cada creyente, somos responsables, desde el momento que nos percatamos de ello.
Por esto, la unidad de la Iglesia es y será imposible en tanto exista alguna desviación de las doctrinas de Cristo; pues el cristiano sincero sacrifica todos los reparos de conveniencia y de tradición ante la pureza de la fe.
Cómo tuvo lugar la transformación del cristianismo
Dos grandes fuerzas obraron en la elaboración del tipo de cristianismo católico-romano. Primeramente, las doctrinas purísimas y evangélicas predicadas por el Divino Maestro y sus apóstoles durante las primeras décadas de nuestra Era.
En segundo lugar, la religión sacerdotal pagana.
Esta mezcla se hizo poco a poco, siendo la principal causa de ello la introducción en la Iglesia de multitudes convertidas sólo de nombre por seguir la corriente del siglo. Estas, echando de menos el fausto y costumbres de sus iglesias paganas, influyeron en la introducción de ritos y ceremonias de su culto a las que se dio un giro y aplicación cristianas. Y lo peor es que no sólo sufrieron merma en el transcurso de los siglos la espiritualidad y sencillez del culto cristiano, sino que la misma doctrina experimentó un cambio trascendental con la invención de nuevos dogmas, como los que en nuestra misma época fueron proclamados después de siglos de discusión entre las más destacadas personalidades del Catolicismo Romano. Tales dogmas son por lo general favorables a los intereses materiales de la Iglesia, pero muy perjudiciales a la pureza de la fe, al crédito de la religión y a la salvación de las almas.
«Esto dice el Señor: Paraos en los caminos, y ved, y preguntad sobre las sendas antiguas, cuál sea el camino bueno, y andad por él; y hallaréis refrigerio para vuestras almas» (Jeremías 6:16).
Supongamos que la ciencia médica nos ordenara, para librarnos de alguna enfermedad grave, la permanencia en uno de esos parajes privilegiados por la naturaleza con una fuente de aguas medicinales.
¿Nos conformaríamos con ir a bebería de algún arroyuelo procedente del manantial, después de haber estado expuesta al polvo e inmundicia de un cauce abierto? ¿No es más probable que querríamos ir al origen mismo, al lugar preciso de donde brota la esperanza de nuestra salud: de las entrañas mismas de la tierra? De otra manera no tendríamos garantía de que nuestro esfuerzo va a ser coronado por el éxito.
He aquí la imagen de la religión. Unicamente acudiendo a las Fuentes del Cristianismo podemos alcanzar la seguridad de que nuestra fe es lo que debe ser según Dios, y no marchamos por un camino equivocado en asunto de tantísima importancia.
¡Fuera indiferencia!
Es lamentabilísimo el poco interés que hay en nuestros días por las investigaciones de carácter religioso. El pueblo se interesa por conocer los secretos de las artes, de las ciencias y las reglas y principios de los modernos juegos, pero no estudia los fundamentos de la religión de un modo inteligente. En este supremo asunto se le ha enseñado a no preguntar por temor de caer en herejía, y realmente ha caído en el extremo opuesto, el del indiferentismo religioso.
A excepción de algunas almas piadosas en cada parroquia, la generalidad no piensa en la religión más que para los actos oficiales, y millares de católicos, así como también muchos millares de protestantes, en ciertos países, no debieran llevar el nombre de cristianos, porque no creen en los dogmas de su iglesia. No quieren distinguirse como militantes de alguna secta, pero blasonan de que ellos toman de la religión lo que les parece; y el resultado de este credo, flojo e inseguro, es la más desastrosa indiferencia, rayana en la incredulidad.
Los deseos de un buen católico
Afortunadamente, y sobre todo después de las mejoras introducidas por el Concilio Vaticano II, existe hoy día un buen número de católicos que se preocupa por las esencias de su religión, personas cuyas aspiraciones y deseos espirituales no son satisfechos, originando dudas que no se atreven a abrigar por temor a caer en herejía. Haciendo el asunto personal: ¿No es verdad, amigo lector, que quisieras tener una seguridad absoluta de cuál será tu destino al abandonar este mundo, apartando de tu vista el terrible espectro del purgatorio, acerca del cual tienes fundadas dudas?
Quisieras ver el cielo más cerca. Por esto te alegras cuando encuentras algún buen trozo del Evangelio en las hojas parroquiales, o cuando el sacerdote predica un buen sermón en lengua vulgar.
Quisieras que el Concilio Vaticano II se hubiera pronunciado de un modo más claro y más avanzado acerca de muchos puntos débiles o dudosos de la Iglesia Católica, a fin de poder tapar la boca de los que echan en cara a la Iglesia enseñanzas de tipo medieval, que comprendes son una rémora para la fe en el siglo XX; pero no te atreves a separarte de la religión que te enseñaron tus padres, pues reconoces que hay deberes para con Dios que te conviene cumplir.
Todos faltamos muchas veces a la ley divina, y ¿quién se atreverá a rehusar la ayuda que ofrece la religión en asuntos del alma?
Además, nunca te ha convencido la incredulidad, pues es imposible negar la existencia de Dios ante un universo ordenado con sabiduría.
Por eso, aunque veas lagunas en la religión católica, la aceptas sin vacilaciones. Es la que lleva el sello apostólico, es la que Cristo fundó, es la que te enseñaron los padres. ¿Dónde hallarías otra mejor?
Ciertamente, lector querido, no vamos a buscar para salvarnos la religión budista, como algunos pretenden, cuando tenemos el cristianismo en casa; y esas lagunas que ves en el cristianismo no provienen de su divino origen, como vamos a demostrarlo en seguida, sino del polvo y barro del camino que la religión cristiana viene arrastrando en el transcurso de los siglos.
Lo probable es que el lector no se ha dado cuenta todavía de la gran cantidad de estos elementos que entran en el arroyo que se llama Iglesia Católica Romana.
Un examen necesario
Estamos seguros de que el lector no confiaría su fortuna o ahorros, caso que los tuviera, a algún banco de cuya solvencia no estuviera bien seguro; y, aun después de esto, continuaría vigilando las operaciones de dicha entidad para asegurarse de que ningún peligro amenaza sus intereses. Y en cuanto al asunto de la salvación del alma, ¿no debemos examinar seriamente si la fe que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna?
La doctrina de Cristo, sus milagros, su resurrección de entre los muertos y la sinceridad de los santos apóstoles, sellada con su sangre, son cosas bastante bien garantizadas por la Historia y la experiencia cristiana para que nadie pueda negarlas.
La Iglesia primitiva y otras iglesias
Es cierto que Cristo estableció su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, pero tienes que llegar a darte cuenta —si no te la estás dando ya a medida que lees el Nuevo Testamento— que aquélla no era la Iglesia Romana, sino una Iglesia muy diferente de ésta, en muchos sentidos y aspectos. Aquella Iglesia Apostólica podía llevar con razón el título de Católica o Universal, porque agrupó en sus principios a todos los verdaderos cristianos, pero tras una enconada disputa acerca de la supremacía de los obispos, se formaron diversas ramas del cristianismo, agrupándose unas iglesias alrededor del obispo de Roma; otras, alrededor del patriarca de Constantinopla, y otras quedaron independientes de una y otra jurisdicción.
Hacer depender la salvación del alma de la adhesión personal a una u otra de estas ramas es el colmo del partidismo y del absurdo. No hay ni una palabra de Cristo que autorice semejante principio. La salvación y perdición del alma, en el Evangelio, se hace depender, no de la adhesión exterior a una iglesia, que nada cuesta, sino de la doctrina que domina la conciencia y la vida.
Cualquier desviación de las enseñanzas recibidas por revelación divina es un pecado grave, del que no sólo las autoridades religiosas, sino cada creyente, somos responsables, desde el momento que nos percatamos de ello.
Por esto, la unidad de la Iglesia es y será imposible en tanto exista alguna desviación de las doctrinas de Cristo; pues el cristiano sincero sacrifica todos los reparos de conveniencia y de tradición ante la pureza de la fe.
Cómo tuvo lugar la transformación del cristianismo
Dos grandes fuerzas obraron en la elaboración del tipo de cristianismo católico-romano. Primeramente, las doctrinas purísimas y evangélicas predicadas por el Divino Maestro y sus apóstoles durante las primeras décadas de nuestra Era.
En segundo lugar, la religión sacerdotal pagana.
Esta mezcla se hizo poco a poco, siendo la principal causa de ello la introducción en la Iglesia de multitudes convertidas sólo de nombre por seguir la corriente del siglo. Estas, echando de menos el fausto y costumbres de sus iglesias paganas, influyeron en la introducción de ritos y ceremonias de su culto a las que se dio un giro y aplicación cristianas. Y lo peor es que no sólo sufrieron merma en el transcurso de los siglos la espiritualidad y sencillez del culto cristiano, sino que la misma doctrina experimentó un cambio trascendental con la invención de nuevos dogmas, como los que en nuestra misma época fueron proclamados después de siglos de discusión entre las más destacadas personalidades del Catolicismo Romano. Tales dogmas son por lo general favorables a los intereses materiales de la Iglesia, pero muy perjudiciales a la pureza de la fe, al crédito de la religión y a la salvación de las almas.
Vamos a considerar algunas de las doctrinas nuevas o modificadas, señalando:
1° Lo que la Iglesia enseña en la actualidad.
2° Lo que dice el Evangelio respecto al mismo asunto.
3° Lo que los santos padres de la Iglesia creyeron y predicaron referente a las mismas doctrinas. El testimonio de los santos padres es abundantísimo, pero no podemos dar sino unas pocas citas para no hacer interminable esta obrita.
Aunque para nosotros lo decisivo en materia de fe son las enseñanzas de la Sagrada Escritura, y no nos apoyamos en testimonio de hombres que pueden equivocarse, por más piadosos que sean, es en gran manera interesante ver lo que creían aquellos santos varones de los primeros siglos para confirmarnos en la fe que debemos poseer.
La contradicción a una creencia o doctrina de parte de cristianos fieles de los primeros siglos es prueba bastante clara de que tal doctrina no pertenecía al legado común apostólico, aunque otros padres la apoyen y defiendan, ya que ciertos errores se originaron bastante temprano en la Iglesia; pero, por lo general, no tuvieron tales errores la aceptación universal de las grandes verdades de la fe, como, por ejemplo, la muerte redentora de Cristo, la resurrección del Señor, su ascensión a los Cielos, y la esperanza de su segunda venida; sobre tales cosas no había discusión entre los cristianos. Tal consentimiento común, apoyando la enseñanza clara del Nuevo Testamento, es lo que los cristianos evangélicos buscamos para reconocer como auténtica y digna de crédito cualquier doctrina de nuestra fe.
1° Lo que la Iglesia enseña en la actualidad.
2° Lo que dice el Evangelio respecto al mismo asunto.
3° Lo que los santos padres de la Iglesia creyeron y predicaron referente a las mismas doctrinas. El testimonio de los santos padres es abundantísimo, pero no podemos dar sino unas pocas citas para no hacer interminable esta obrita.
Aunque para nosotros lo decisivo en materia de fe son las enseñanzas de la Sagrada Escritura, y no nos apoyamos en testimonio de hombres que pueden equivocarse, por más piadosos que sean, es en gran manera interesante ver lo que creían aquellos santos varones de los primeros siglos para confirmarnos en la fe que debemos poseer.
La contradicción a una creencia o doctrina de parte de cristianos fieles de los primeros siglos es prueba bastante clara de que tal doctrina no pertenecía al legado común apostólico, aunque otros padres la apoyen y defiendan, ya que ciertos errores se originaron bastante temprano en la Iglesia; pero, por lo general, no tuvieron tales errores la aceptación universal de las grandes verdades de la fe, como, por ejemplo, la muerte redentora de Cristo, la resurrección del Señor, su ascensión a los Cielos, y la esperanza de su segunda venida; sobre tales cosas no había discusión entre los cristianos. Tal consentimiento común, apoyando la enseñanza clara del Nuevo Testamento, es lo que los cristianos evangélicos buscamos para reconocer como auténtica y digna de crédito cualquier doctrina de nuestra fe.
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miércoles, 15 de febrero de 2012
BosquejosHomiléticos: Bosquejos para todo Motivo
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4. Confianza (vv. 9–11):
a) Castigo (vv. 9, 10): un declive extraño, al parecer, pero está dicho en un sentido que
expresa confianza, y no un sentir vindicativo. Es la seguridad que ha de triunfar la justicia.
b) Propiedad (v. 11): el salmista no se regocija por lo tanto en la caída del enemigo,
sino en Dios quien trae gloria al corazón honesto.
6. UN SALMO DE PENITENCIA
(Salmo 25)
1. Protección (vv. 1–5):
a) Confianza (vv. 1–3): ¿A quién más podríamos ir?
b) Enseñanza (vv. 4, 5).
No busca ni pide por su propio camino, sino que viene como un niño.
2. Paciencia (vv. 6–10):
a) Gracia (vv. 6, 7): el amor eterno de Dios es digno de toda nuestra confianza.
b) Guía (vv. 8–10): aprendemos no sólo sus verdades, sino también sus caminos.
3. Plenitud (vv. 11–13):
a) Perdón (v. 11): la verdadera penitencia ruega el perdón de Dios para glorificar su
nombre.
b) Paz (vv. 12, 13): aquel que pone su confianza en Dios nunca será confundido.
4. Compañía (vv. 14–16):
a) Revelación (v. 14): Dios revela los secretos de Su amor a Sus propios hijos.
b) Rescate (vv. 15, 16): es posible que Dios no nos libre siempre de las trampas que nos
tienden, pero sí nos dará la liberación final.
5. Poder (vv. 21, 22): Él nos sacará triunfantes de cada prueba.
7. UNA ORACIÓN PENITENCIAL
(Salmo 6)
1. Congoja (vv. 1–5):
a) Petición (vv. 1–3): a veces todos somos conscientes de que necesitamos ser
reprendidos por nuestras faltas. En tales momentos siempre podemos apelar a la
misericordia del Señor y estar seguros de que seremos escuchados y recibiremos perdón.
b) Ruego (vv. 4, 5): la conciencia de la presencia de Dios siempre sana las heridas de la
vida, y vivir en el secreto de Su presencia es ser inmune a los complots del hombre o a las
cosas que disgustan a los impíos.
2. Desesperación (vv. 6, 7):
a) Cansados (vv. 6): en este pasaje no figura el nombre de Dios, y por lo tanto tenemos
la figura de un pecador en el mundo, sin perdón ni redención.
b) Desgastados (vv. 7): así es el destino del pecador, sin Dios y sin esperanza. Esto se
empeora cuando el tal se da cuenta de que está más allá de toda recuperación posible en lo
que a recursos terrenos se refiere.
3. Liberación (vv. 8–10):
a) Convicción (vv. 8, 9): volvemos otra vez al nombre de Dios. No hay ninguna cosa
tan eficaz para alejar la tristeza como un buen tiempo dedicado a la oración.
b) Certeza (v. 10): he aquí la seguridad de que Dios está en Su trono
Índice General
Prólogo
Estudios Bíblicos
Pasajes y textos bíblicos
Parábolas, tipos y figuras
Personajes masculinos
Persona y obra de Jesucristo
Milagros
Personajes femeninos
Naturaleza y Creación
Satanás y los demonios
Ángeles
Edificación Cristiana
Oración
Discipulado
Mayordomía
Esperanza
Amor
Iglesia
Gratitud
Liderazgo
Familia
Evangelización
Avivamiento
Salvación y Gracia
Conversión
Arrepentimiento
Misiones
Fe
Evangelización
Salud Espiritual
Perdón
Doctrinales
Segunda Venida
Pecado
Cielo
Dios
Muerte
Espíritu Santo
Justificación
Juicio
Resurrección
Prólogo
Estudios Bíblicos
Pasajes y textos bíblicos
Parábolas, tipos y figuras
Personajes masculinos
Persona y obra de Jesucristo
Milagros
Personajes femeninos
Naturaleza y Creación
Satanás y los demonios
Ángeles
Edificación Cristiana
Oración
Discipulado
Mayordomía
Esperanza
Amor
Iglesia
Gratitud
Liderazgo
Familia
Evangelización
Avivamiento
Salvación y Gracia
Conversión
Arrepentimiento
Misiones
Fe
Evangelización
Salud Espiritual
Perdón
Doctrinales
Segunda Venida
Pecado
Cielo
Dios
Muerte
Espíritu Santo
Justificación
Juicio
Resurrección
Nuevo Pacto
Vida Eterna
Ocasiones Especiales
Navidad
Funerales
Año Nuevo
Día de la Biblia
Santa Cena
Semana Santa
Presentaciones de niños
Bodas
Ordenaciones
Bautismos
Devocionales
Adultos
Jóvenes
Ancianos
Niños
Índice de Autores
Índice de Títulos
Vida Eterna
Ocasiones Especiales
Navidad
Funerales
Año Nuevo
Día de la Biblia
Santa Cena
Semana Santa
Presentaciones de niños
Bodas
Ordenaciones
Bautismos
Devocionales
Adultos
Jóvenes
Ancianos
Niños
Índice de Autores
Índice de Títulos
ESTUDIOS BÍBLICOS
• Pasajes y textos bíblicos
• Parábolas, tipos y figuras
• Personajes masculinos
• Persona y obra de Jesucristo
• Milagros
• Personajes femeninos
• Naturaleza y Creación
• Satanás y los demonios
• Ángeles
• Pasajes y textos bíblicos
• Parábolas, tipos y figuras
• Personajes masculinos
• Persona y obra de Jesucristo
• Milagros
• Personajes femeninos
• Naturaleza y Creación
• Satanás y los demonios
• Ángeles
Pasajes y textos bíblicos
1. ALGUNOS «DEBEMOS» DE LA BIBLIA
(Juan 3:7)
1. Debemos orar siempre (Lc. 18:1; Sal. 91:1; Mt. 6:6).
2. Debemos leer las Escrituras (Col. 3:16; 1 P. 2:2).
3. Debemos asistir a los cultos de la iglesia (He. 10:25).
4. Debemos dar testimonio (Ro. 10:9, 10).
5. Debemos traer nuestras ofrendas al Señor (Mal. 3:7–12; 2 Co. 9:7).
6. Debemos ser sinceros (Jn. 4:24; Mt. 5:8).
7. Debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo (2 Co. 5:10).
2. GRANDES COSAS DE JUAN 3:16
1. Un gran Dios (2 Cr. 2:5; Sal. 86:10).
2. Un gran amor (1 Jn. 4:8, 16; Ro. 5:8).
3. Una gran compañía (1 Jn. 2:2; Jn. 3:17).
4. Un gran don (2 Co. 9:15).
5. Un gran Salvador (Mt. 1:21; Hch. 4:12).
6. Una gran invitación: «todo aquel» (Ap. 22:17).
7. Una gran seguridad: «que cree» (Ro. 10:9, 10).
8. Una gran liberación: «perezca» (Jn. 14:6).
9. Una gran recompensa: vida eterna (Sal. 23:6; Jn. 5:24).
3. TODAS LAS COSAS
SON HECHAS NUEVAS
Mateo 7:15–20
1. Nueva vida: por la gracia de Dios (Jn. 3:5, 6; 1:12).
2. Nuevos corazones: por su poder (Ez. 36:26; 1 Co. 6:11).
3. Nuevos frutos: por su Espíritu (Mt. 7:16; Gá. 5:22–25).
4. Nuevo camino: por su Palabra (Is. 43:19; Jn. 14:6).
5. Nuevo pacto: por su Hijo (He. 8:8–13; 1 Co. 11:25).
6. Nueva ley: por su misericordia (Jn. 13:34; 15:12; Gá. 6:2).
7. Nueva visión: por un milagro (Jn. 9:25; Col. 3:1–13).
8. Nuevas relaciones: por la justicia de Cristo (He. 2:11; 1 Co. 1:30; Ef. 2:10–13; Ro. 8:15).
1. ALGUNOS «DEBEMOS» DE LA BIBLIA
(Juan 3:7)
1. Debemos orar siempre (Lc. 18:1; Sal. 91:1; Mt. 6:6).
2. Debemos leer las Escrituras (Col. 3:16; 1 P. 2:2).
3. Debemos asistir a los cultos de la iglesia (He. 10:25).
4. Debemos dar testimonio (Ro. 10:9, 10).
5. Debemos traer nuestras ofrendas al Señor (Mal. 3:7–12; 2 Co. 9:7).
6. Debemos ser sinceros (Jn. 4:24; Mt. 5:8).
7. Debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo (2 Co. 5:10).
2. GRANDES COSAS DE JUAN 3:16
1. Un gran Dios (2 Cr. 2:5; Sal. 86:10).
2. Un gran amor (1 Jn. 4:8, 16; Ro. 5:8).
3. Una gran compañía (1 Jn. 2:2; Jn. 3:17).
4. Un gran don (2 Co. 9:15).
5. Un gran Salvador (Mt. 1:21; Hch. 4:12).
6. Una gran invitación: «todo aquel» (Ap. 22:17).
7. Una gran seguridad: «que cree» (Ro. 10:9, 10).
8. Una gran liberación: «perezca» (Jn. 14:6).
9. Una gran recompensa: vida eterna (Sal. 23:6; Jn. 5:24).
3. TODAS LAS COSAS
SON HECHAS NUEVAS
Mateo 7:15–20
1. Nueva vida: por la gracia de Dios (Jn. 3:5, 6; 1:12).
2. Nuevos corazones: por su poder (Ez. 36:26; 1 Co. 6:11).
3. Nuevos frutos: por su Espíritu (Mt. 7:16; Gá. 5:22–25).
4. Nuevo camino: por su Palabra (Is. 43:19; Jn. 14:6).
5. Nuevo pacto: por su Hijo (He. 8:8–13; 1 Co. 11:25).
6. Nueva ley: por su misericordia (Jn. 13:34; 15:12; Gá. 6:2).
7. Nueva visión: por un milagro (Jn. 9:25; Col. 3:1–13).
8. Nuevas relaciones: por la justicia de Cristo (He. 2:11; 1 Co. 1:30; Ef. 2:10–13; Ro. 8:15).
4. ALMAS SACUDIDAS
POR LA TORMENTA
(Salmo 46)
1. El poder de Dios (vv. 1–3):
a) Refugio (v. 1): nuestra verdadera seguridad reside no en las armas humanas, sino en
el Dios todopoderoso. Todas las otras promesas de seguridad ofrecen falsas esperanzas y
son, al final, inútiles.
b) Reposo (vv. 2, 3): Él ordena el caos cósmico, y la confusión da paso al reposo. Él no
es sólo un refugio, sino que es de fácil acceso, de manera que Su poder y ayuda están
siempre a nuestra disposición. El contenido de los vv. 2 y 3 tienen estrecha relación con los
vv. 7 y 11.
2. La presencia de Dios (vv. 4–7):
a) Consolación (vv. 4, 5): la escena cambia, y ahora es la omnipresencia de Dios más
que Su omnipotencia lo que nos trae consolación. El tumulto cesa, y la presencia de Dios
llena de gracia es el retiro seguro de un alma sacudida por la tormenta, como un cielo de
descanso después de una tempestad.
b) Bienestar (vv. 6, 7): Dios es eterno, inmutable, el Dios de los ángeles, y el Dios de
un hombre, aun de alguien tan débil como Jacob. Si a pesar de todos los fracasos de Jacob,
el Señor quiere ser su Dios, entonces también querrá ser el Dios nuestro y el Dios de cada
débil pecador.
3. La paz de Dios (vv. 8–11):
a) La Providencia (vv. 8–10): los caminos de Dios a veces no son fáciles de entender,
pero en cada acontecimiento está la Providencia, que hace que todas las cosas obren para
bien. Esto trae la paz a un alma azotada por la tempestad.
b) Protección (vv. 11): nuevamente el gozoso refrán que suena como música al oído de
los afligidos. Dios es nuestra segura defensa y protección. Su presencia es la promesa de
victoria y lo único que puede traernos una auténtica paz.
5. LA SED DEL ALMA
(Salmo 63)
1. Súplica (vv. 1, 2):
a) Comunión (v. 1): no todas las almas que están sedientas buscan a Dios. Cuando
decimos, «Tú eres mi Dios», entonces sí deseamos Su presencia.
b) Consuelo (vv. 2): cuando el alma busca a Dios, nunca encuentra temor, sino siempre
consuelo y confortamiento.
2. Contentamiento (vv. 3–6):
a) Dedicación (v. 3): «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón». (Lc. 12:34). Una dedicación total moldea el juicio y controla los deseos.
b) Acción de gracias (vs. 4–6): un Dios tan inmensamente bueno que satisface los
profundos deseos del alma, es digno de toda alabanza.
3. Convicción (vv. 7, 8):
a) Escudo (v. 7): ¡Tal vez el «Shekinah» estaba en la mente del autor de este salmo! Es
el cántico de un alma satisfecha que halla su escudo en Dios.
b) Sostenimiento (v. 8): el alma tiene profundos anhelos de Dios y siente que está
segura en los brazos eternos.
POR LA TORMENTA
(Salmo 46)
1. El poder de Dios (vv. 1–3):
a) Refugio (v. 1): nuestra verdadera seguridad reside no en las armas humanas, sino en
el Dios todopoderoso. Todas las otras promesas de seguridad ofrecen falsas esperanzas y
son, al final, inútiles.
b) Reposo (vv. 2, 3): Él ordena el caos cósmico, y la confusión da paso al reposo. Él no
es sólo un refugio, sino que es de fácil acceso, de manera que Su poder y ayuda están
siempre a nuestra disposición. El contenido de los vv. 2 y 3 tienen estrecha relación con los
vv. 7 y 11.
2. La presencia de Dios (vv. 4–7):
a) Consolación (vv. 4, 5): la escena cambia, y ahora es la omnipresencia de Dios más
que Su omnipotencia lo que nos trae consolación. El tumulto cesa, y la presencia de Dios
llena de gracia es el retiro seguro de un alma sacudida por la tormenta, como un cielo de
descanso después de una tempestad.
b) Bienestar (vv. 6, 7): Dios es eterno, inmutable, el Dios de los ángeles, y el Dios de
un hombre, aun de alguien tan débil como Jacob. Si a pesar de todos los fracasos de Jacob,
el Señor quiere ser su Dios, entonces también querrá ser el Dios nuestro y el Dios de cada
débil pecador.
3. La paz de Dios (vv. 8–11):
a) La Providencia (vv. 8–10): los caminos de Dios a veces no son fáciles de entender,
pero en cada acontecimiento está la Providencia, que hace que todas las cosas obren para
bien. Esto trae la paz a un alma azotada por la tempestad.
b) Protección (vv. 11): nuevamente el gozoso refrán que suena como música al oído de
los afligidos. Dios es nuestra segura defensa y protección. Su presencia es la promesa de
victoria y lo único que puede traernos una auténtica paz.
5. LA SED DEL ALMA
(Salmo 63)
1. Súplica (vv. 1, 2):
a) Comunión (v. 1): no todas las almas que están sedientas buscan a Dios. Cuando
decimos, «Tú eres mi Dios», entonces sí deseamos Su presencia.
b) Consuelo (vv. 2): cuando el alma busca a Dios, nunca encuentra temor, sino siempre
consuelo y confortamiento.
2. Contentamiento (vv. 3–6):
a) Dedicación (v. 3): «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón». (Lc. 12:34). Una dedicación total moldea el juicio y controla los deseos.
b) Acción de gracias (vs. 4–6): un Dios tan inmensamente bueno que satisface los
profundos deseos del alma, es digno de toda alabanza.
3. Convicción (vv. 7, 8):
a) Escudo (v. 7): ¡Tal vez el «Shekinah» estaba en la mente del autor de este salmo! Es
el cántico de un alma satisfecha que halla su escudo en Dios.
b) Sostenimiento (v. 8): el alma tiene profundos anhelos de Dios y siente que está
segura en los brazos eternos.
4. Confianza (vv. 9–11):
a) Castigo (vv. 9, 10): un declive extraño, al parecer, pero está dicho en un sentido que
expresa confianza, y no un sentir vindicativo. Es la seguridad que ha de triunfar la justicia.
b) Propiedad (v. 11): el salmista no se regocija por lo tanto en la caída del enemigo,
sino en Dios quien trae gloria al corazón honesto.
6. UN SALMO DE PENITENCIA
(Salmo 25)
1. Protección (vv. 1–5):
a) Confianza (vv. 1–3): ¿A quién más podríamos ir?
b) Enseñanza (vv. 4, 5).
No busca ni pide por su propio camino, sino que viene como un niño.
2. Paciencia (vv. 6–10):
a) Gracia (vv. 6, 7): el amor eterno de Dios es digno de toda nuestra confianza.
b) Guía (vv. 8–10): aprendemos no sólo sus verdades, sino también sus caminos.
3. Plenitud (vv. 11–13):
a) Perdón (v. 11): la verdadera penitencia ruega el perdón de Dios para glorificar su
nombre.
b) Paz (vv. 12, 13): aquel que pone su confianza en Dios nunca será confundido.
4. Compañía (vv. 14–16):
a) Revelación (v. 14): Dios revela los secretos de Su amor a Sus propios hijos.
b) Rescate (vv. 15, 16): es posible que Dios no nos libre siempre de las trampas que nos
tienden, pero sí nos dará la liberación final.
5. Poder (vv. 21, 22): Él nos sacará triunfantes de cada prueba.
7. UNA ORACIÓN PENITENCIAL
(Salmo 6)
1. Congoja (vv. 1–5):
a) Petición (vv. 1–3): a veces todos somos conscientes de que necesitamos ser
reprendidos por nuestras faltas. En tales momentos siempre podemos apelar a la
misericordia del Señor y estar seguros de que seremos escuchados y recibiremos perdón.
b) Ruego (vv. 4, 5): la conciencia de la presencia de Dios siempre sana las heridas de la
vida, y vivir en el secreto de Su presencia es ser inmune a los complots del hombre o a las
cosas que disgustan a los impíos.
2. Desesperación (vv. 6, 7):
a) Cansados (vv. 6): en este pasaje no figura el nombre de Dios, y por lo tanto tenemos
la figura de un pecador en el mundo, sin perdón ni redención.
b) Desgastados (vv. 7): así es el destino del pecador, sin Dios y sin esperanza. Esto se
empeora cuando el tal se da cuenta de que está más allá de toda recuperación posible en lo
que a recursos terrenos se refiere.
3. Liberación (vv. 8–10):
a) Convicción (vv. 8, 9): volvemos otra vez al nombre de Dios. No hay ninguna cosa
tan eficaz para alejar la tristeza como un buen tiempo dedicado a la oración.
b) Certeza (v. 10): he aquí la seguridad de que Dios está en Su trono
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jueves, 5 de mayo de 2011
Enciclopedia Explicativa de Términos Bíblicos: Samuel Vila - El Maestro Bíblico
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Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 3MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Preparación Ministerial - Referencia Bíblica
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Es innegable la necesidad que existía de un libro como el que presentamos a nuestros lectores, sobre todo en el tiempo presente, cuando la Biblia se halla en manos de todo el pueblo cristiano, así como de los no cristianos, como una obra clásica de cultura, y es sabido universalmente que los cristianos basamos nuestra fe y esperanza en las enseñanzas de la Biblia.
Pero hay muchas cosas en la Sagrada Escritura «difíciles de entender —como dice San Pedro— las cuales los indoctos e ignorantes tuercen para perdición de sí mismos» (2.a Pedro 3:16). ¡Cuánto más hoy que en los días del apóstol! Por tal razón son muchos los miembros de las iglesias cristianas que acuden a sus pastores haciéndoles preguntas sobre textos que les resultan difíciles y vienen a ser un escollo para su fe. Ora porque las hayan encontrado en su lectura personal de la Palabra de Dios, o por haber sido acuciados con preguntas capciosas por personas incrédulas, o pertenecientes a otras religiones, para ponerlos en apuro y burlarse de sus creencias.
Muchos miembros sencillos de nuestras iglesias no saben qué responder en tales casos. No han estudiado la Biblia con profundidad, solamente conocen los textos claros y sencillos que les han sido presentados por sus amigos evangelizantes, o han oído explicar en los cultos públicos cuando creyeron el mensaje de esperanza que dimana de las enseñanzas del Libro santo. Pero nunca han sido confrontados con pasajes difíciles que pertenecen también a dicho Libro, el cual, como ha sido indicado muchas veces, no es un volumen caído del cielo para nosotros solos, sino la historia de un pueblo pequeño de la tierra, el pueblo judío, destinado a ser el vehículo de la revelación de Dios al mundo entero; y en tal historia se encuentran muchos sucesos y aun enseñanzas que eran muy propias para aquel pueblo, en la época en que fueron escritas; pero chocan con la cultura y costumbres del pueblo cristiano en el día de hoy. Tales textos vienen a ser piedras de tropiezo para la fe de estas personas, y es natural que al encontrarlos, o ser confrontados con ellos y verse incapaces de dar una explicación razonable, acudan al pastor en busca de una respuesta.
Si el pastor es un asalariado educado en una escuela modernista, dará una respuesta escurridiza, que no satisfará al solicitante, si no llega a escandalizarle, destruyendo para siempre su fe en la Biblia como Palabra inspirada por Dios, llegando a hacerle dudar de aquellos otros textos claros y básicos, en los cuales había puesto su esperanza para la vida eterna.
Si el pastor es un fiel creyente, pero falto de la necesaria cultura bíblica, es probable que trate de buscar por su cuenta la respuesta en diccionarios bíblicos y en comentarios, y que no lo encuentre en tales libros porque tienen una misión diferente, la de presentar un mensaje de edificación más que de apologética y que no se refieran para nada al problema para el cuál el siervo de Dios busca la respuesta conveniente. Y así, después de haber leído horas y horas tenga que enfrentarse de nuevo con el miembro consultante tan sólo para demostrar su incompetencia para resolver el problema; con el peligro de que disminuya mucho la confianza del miembro, no sólo en la sabiduría que ha venido atribuyendo al pastor al oírle predicar sobre textos fáciles y claros de la Biblia, sino, lo que es mucho
más triste y terrible, su confianza en la veracidad e inspiración divina de la Sagrada Escritura.
más triste y terrible, su confianza en la veracidad e inspiración divina de la Sagrada Escritura.
Por esto se ha dejado sentir en todos los tiempos la necesidad de libros que atacando de frente tales cuestiones difíciles proporcionen respuestas adecuadas, aclaratorias y convincentes, para resolver y dejar bien patente el verdadero significado del pasaje, que ha llegado a inquietar y turbar la fe del creyente sencillo, a su pastor, o a un hermano de más experiencia en la fe cristiana.
ÍNDICE
1. Génesis 2:17
2. Génesis 4:16
3. Génesis 4:14
4. Génesis 4:15
5. Génesis 6:6
6. Génesis 6:19
7. Éxodo 5:21
8. Éxodo 20:5
9. Éxodo 21:20
10. Deut. 20:16
11. Deut. 21:10
12. Josué 10:12
La muerte de Adán y la nuestra 15
¿Dónde halló Caín a su esposa? ...... . 1 6
¿De quién tuvo temor Caín? . 17
¿Defendió Dios a Caín? . . 20
¿Dios satisfecho o arrepentido? 21
Capacidad del Arca .. . 2 3
Endurecimiento de Faraón . 25
¿Es justo que Dios castigue a los hijos por el pecado de los padres? 27
Castigo del amo ... . 2 9
Exterminio de los gentiles . 31
¿Son lícitos la esclavitud y el divorcio? 36
Jueces 1:19
Jueces 11:31
Núm. 6:25
Sam. 12:31
Sam. 24:1
Reyes 18:32
Reyes 22
Salmo 58:6
Eclec. 7:16
Isaías 45:7
Eclec. 9:5
Ezeq. 21:3
Voto imprudente ... .
Rostro, manos y pies .
¿Debajo de sierras? .
¿Quién incitó a David para
¿De dónde sacó Elias el agua
con que inundó el altar? .
¿Emplea Dios espíritus menti-
Suspiros de venganza .
Demasiado justo ... .
¿Creó Dios el mal? .
¿Los muertos nada saben? .
¿Es Dios injusto e indiferente al pecado? 56
25. Zac. 11:12 ¿Fue Zacarías o Jeremías? 59
26. Mateo 1:16
27. Mateo 2:23
28. Mateo 5:23
29. Mateo 5:17
30. Mateo 6:13
31. Mateo 6:34
32. Mateo 6:22
33. Mateo 8:21
34. Mateo 11:15
35. Mateo 11:12
36. Mateo 12:36
Las dos genealogías de Jesús
¿Fue una profecía cumplida el
que Jesús viviera en Nazaret?
¿Cárcel o purgatorio? .
¿Cumplido o por cumplir?
¿Qué quiere decir, no nos metas en tentación? .
¿Predica Jesús la vagancia?
Lámpara del cuerpo .
¿Jesús, o el deber filial? .
Oídos para oír
Valientes lo arrebatan .
Palabra ociosa... .
74 sol detenido ... . 3 8
Jueces 1:19
Jueces 11:31
Núm. 6:25
Sam. 12:31
Sam. 24:1
Reyes 18:32
Reyes 22
Salmo 58:6
Eclec. 7:16
Isaías 45:7
Eclec. 9:5
Ezeq. 21:3
Voto imprudente ... .
Rostro, manos y pies .
¿Debajo de sierras? .
¿Quién incitó a David para
¿De dónde sacó Elias el agua
con que inundó el altar? .
¿Emplea Dios espíritus menti-
Suspiros de venganza .
Demasiado justo ... .
¿Creó Dios el mal? .
¿Los muertos nada saben? .
¿Es Dios injusto e indiferente al pecado? 56
25. Zac. 11:12 ¿Fue Zacarías o Jeremías? 59
26. Mateo 1:16
27. Mateo 2:23
28. Mateo 5:23
29. Mateo 5:17
30. Mateo 6:13
31. Mateo 6:34
32. Mateo 6:22
33. Mateo 8:21
34. Mateo 11:15
35. Mateo 11:12
36. Mateo 12:36
Las dos genealogías de Jesús
¿Fue una profecía cumplida el
que Jesús viviera en Nazaret?
¿Cárcel o purgatorio? .
¿Cumplido o por cumplir?
¿Qué quiere decir, no nos metas en tentación? .
¿Predica Jesús la vagancia?
Lámpara del cuerpo .
¿Jesús, o el deber filial? .
Oídos para oír
Valientes lo arrebatan .
Palabra ociosa... .
74 sol detenido ... . 3 8
Jonás y la ballena
¿Fue crucificado Cristo en
¿Por qué Jesús se llamaba
Hijo del Hombre?
¿Verían los apóstoles la Segunda Venida del Señor? .
Organizada o nacida .
Guarda los mandamientos .
¡Hosanna!
El asesinato de Zacarías .
El secreto de su Venida .
El título sobre la cruz .
¿Contradicciones en el relato de la resurrección de Jesús? .
Endemoniados o enfermos .
Vino nuevo
¿Sanciona Cristo el hurto? .
Fuego del Espíritu o fuego
¿Ocultó Jesús la verdad? .
El ojo maligno ... .
¿En pro o en contra? .
Esta generación ... .
¿A qué hora fue crucificado Cristo?
Mayordomo tramposo
Esto es mi cuerpo
¿Defensa armada?
¿Se puede ver a Dios? .
Nacidos de agua y del Espíritu
¿Testimonio falso?
¿Comer su carne?
¿Juzga, o no juzga Jesús? .
Hombre diablo ... .
¿Cuántos dioses hay?
¿Fue crucificado Cristo en
¿Por qué Jesús se llamaba
Hijo del Hombre?
¿Verían los apóstoles la Segunda Venida del Señor? .
Organizada o nacida .
Guarda los mandamientos .
¡Hosanna!
El asesinato de Zacarías .
El secreto de su Venida .
El título sobre la cruz .
¿Contradicciones en el relato de la resurrección de Jesús? .
Endemoniados o enfermos .
Vino nuevo
¿Sanciona Cristo el hurto? .
Fuego del Espíritu o fuego
¿Ocultó Jesús la verdad? .
El ojo maligno ... .
¿En pro o en contra? .
Esta generación ... .
¿A qué hora fue crucificado Cristo?
Mayordomo tramposo
Esto es mi cuerpo
¿Defensa armada?
¿Se puede ver a Dios? .
Nacidos de agua y del Espíritu
¿Testimonio falso?
¿Comer su carne?
¿Juzga, o no juzga Jesús? .
Hombre diablo ... .
¿Cuántos dioses hay?
¿Mayores que éstas? . . .
¿A quién se deben dirigir nuestras oraciones? . . . .
Jesús es santo ¿y se santifica?
¿Quién puede perdonar pecados?
Extraordinaria hipérbole . .
Favor del pueblo ... .
¿Oyeron o no oyeron la voz? .
¿Fue David un hombre según el corazón de Dios? . . .
Habitación de David . . .
La riña de Pablo y Bernabé .
Contencioso; y contender .
¿Por obras o por fe? . . .
¿Qué significa «Abba Padre»?
El cuerpo contado como muerto
¿Con qué razón fue aborrecido Esaú?
¿Qué significa, data de la ley?
La obediencia a las autoridades
¿Ministro de Dios? . . .
Vestirse de Cristo . . .
Sabiduría entre perfectos
Prueba como de fuego
Entregado a Satanás
¿Es dañina la ciencia? .
Reprobado... .
¿Qué es lícito? .
Atavío de las mujeres .
Bautismo por los muertos
Le hizo pecado por nosotros
¿Contradicción?
¿Era Pablo astuto y mentiroso?
¿Por flaqueza?
¿A quién se deben dirigir nuestras oraciones? . . . .
Jesús es santo ¿y se santifica?
¿Quién puede perdonar pecados?
Extraordinaria hipérbole . .
Favor del pueblo ... .
¿Oyeron o no oyeron la voz? .
¿Fue David un hombre según el corazón de Dios? . . .
Habitación de David . . .
La riña de Pablo y Bernabé .
Contencioso; y contender .
¿Por obras o por fe? . . .
¿Qué significa «Abba Padre»?
El cuerpo contado como muerto
¿Con qué razón fue aborrecido Esaú?
¿Qué significa, data de la ley?
La obediencia a las autoridades
¿Ministro de Dios? . . .
Vestirse de Cristo . . .
Sabiduría entre perfectos
Prueba como de fuego
Entregado a Satanás
¿Es dañina la ciencia? .
Reprobado... .
¿Qué es lícito? .
Atavío de las mujeres .
Bautismo por los muertos
Le hizo pecado por nosotros
¿Contradicción?
¿Era Pablo astuto y mentiroso?
¿Por flaqueza?
Crucificado con Cristo . .
Parentela en los cielos . .
¿A qué bautismo se refiere el apóstol?
Aprender a Cristo . . .
¿Bajo qué circunstancias es lícito airarse?
Bautismo y plenitud del Espíritu Santo
El misterio de la divinidad esencial de Cristo . . . .
¿Salud, salvación o liberación?
Lo que falta de las aflicciones de Cristo
¿Perfecto o no perfecto? .
¿Abroga el apóstol Pablo la
Ley del reposo semanal? . .
Examinadlo todo . . . .
¿En qué consiste la apostasía?
El ser entero
Fin del mandamiento
La prueba de fe de Abraham .
Codicia del Espíritu . . .
¿Condenación o juicio? . .
¿Tuvo que ser Jesús perfeccionado?
Aprender obediencia . . .
Parentela en los cielos . .
¿A qué bautismo se refiere el apóstol?
Aprender a Cristo . . .
¿Bajo qué circunstancias es lícito airarse?
Bautismo y plenitud del Espíritu Santo
El misterio de la divinidad esencial de Cristo . . . .
¿Salud, salvación o liberación?
Lo que falta de las aflicciones de Cristo
¿Perfecto o no perfecto? .
¿Abroga el apóstol Pablo la
Ley del reposo semanal? . .
Examinadlo todo . . . .
¿En qué consiste la apostasía?
El ser entero
Fin del mandamiento
La prueba de fe de Abraham .
Codicia del Espíritu . . .
¿Condenación o juicio? . .
¿Tuvo que ser Jesús perfeccionado?
Aprender obediencia . . .
¿No pueden arrepentirse y ser salvos los que una vez convertidos apostatan de la fe? .
¿Cómo se salvaron los antiguos creyentes? .. .
¿Es lícito mentir?
Fuera del Real .
Salvación por engendrar hijos
Salvación y salvación . .
Jannes y Jambres ... .
Cosas limpias
¿Falta Dios a sus promesas? .
¿Por cuál fe?
Hijas de Sara
La Iglesia de Babilonia . .
Interpretación particular . .
Haciendo firme la vocación .
Lucero de la mañana . . .
Hechas, no hechos para destrucción
¿Paciencia para salud? . .
¿Puede pecar un hijo de Dios?
¿Debemos negar el saludo? .
La señora elegida ... .
Angeles u hombres . . .
¿Por gracia o por obras? . .
¿Cómo se salvaron los antiguos creyentes? .. .
¿Es lícito mentir?
Fuera del Real .
Salvación por engendrar hijos
Salvación y salvación . .
Jannes y Jambres ... .
Cosas limpias
¿Falta Dios a sus promesas? .
¿Por cuál fe?
Hijas de Sara
La Iglesia de Babilonia . .
Interpretación particular . .
Haciendo firme la vocación .
Lucero de la mañana . . .
Hechas, no hechos para destrucción
¿Paciencia para salud? . .
¿Puede pecar un hijo de Dios?
¿Debemos negar el saludo? .
La señora elegida ... .
Angeles u hombres . . .
¿Por gracia o por obras? . .
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Castillo Fuerte
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16:23:00
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