miércoles, 23 de marzo de 2016

Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?... De los que me diste, no perdí ninguno.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar al Rebaño
SEMANA SANTA BÍBLICA
Juan 18:1-12

1Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. 2Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. 

3Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. 

4Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? 5Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. 6Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. 7Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno. 8Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos; 9para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno. 

10Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

Semana Santa Bíblica
LA CRUCIFIXIÓN
Juan 18:1—19:42
Llegamos a la última etapa de la vida y ministerio terrenal de Jesús. 

Plummer comenta que Jesús, habiendo revelado su glorificación interna en la intercesión (caps. 13—17), ahora presenta su glorificación externa en su pasión y muerte (caps. 18 y 19). 

En un sentido real, el nacimiento, la niñez, el ministerio terrenal, el llamamiento y el discipulado de los doce por Jesús, todo se dirigía a este momento. La profecía “y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21) estaba por cumplirse. 

El Cristo eterno vino al mundo para morir por los pecadores; faltaban pocas horas para la realización de ese evento redentor. La hora en que había de ser glorificado al fin llegaba.

Aquí se describen: 
  • la traición por Judas y el arresto de Jesús, 
  • los juicios por los líderes judíos, 
  • las negaciones de Pedro, 
  • los juicios ante las autoridades romanas y 
  • el proceso de la crucifixión. 
Esta lista de temas coincide en muchos puntos con los relatos en los Sinópticos, pero a pesar de las similitudes, Culpepper señala que “Juan desarrolla la primitiva tradición cristiana en una manera distintiva…: su uso de simbolismo, ironía y doble significados, su énfasis en Jesús como Rey, y su interpretación de la muerte y exaltación de Jesús”.
1. El arresto de Jesús, Juan 18:1–12
Juan omite algunos de los eventos registrados por los Sinópticos: 
  • la agonía en Getsemaní, 
  • el beso de Judas, 
  • la reunión del Concilio a la salida del sol, 
  • la imposición sobre Simón de Cirene para cargar la cruz, 
  • la burla de los espectadores, 
  • la oscuridad al medio día, 
  • la confesión del centurión y 
  • el rasgamiento del velo en el templo. 
En cambio, Juan relata algunos acontecimientos que faltan en los Sinópticos: 
  • sus palabras de poder ( Juan 18:4–9), 
  • el examen ante Anás, 
  • el diálogo con Pilato sobre el reino ( Juan 18:36–38), 
  • las mujeres al pie de la cruz (Juan 19:25–27) y 
  • la participación de Nicodemo en el entierro del cuerpo de Jesús                            (Juan 19:39).

Cuando Jesús terminó la intercesión, Juan dice que salió, pero no especifica de dónde. Algunos entienden que salió del aposento alto, otros del recinto del templo, pues se piensa que el verbo describe la salida de un lugar encerrado. 

Sin embargo, otros siguen con la idea de que la intercesión tuvo lugar cerca del arroyo de Quedrón, y que salió de esa zona. Cruzando el arroyo de Quedrón, a poca distancia entraban en el huerto de Getsemaní. El nombre Getsemaní significa “prensa de olivos”. 

En aquel tiempo probablemente había un huerto de olivos allí, pero actualmente existen muy pocos. 

El término arroyo traduce un vocablo gr. compuesto interesante que significa “flujo del invierno”. Evidentemente muchos de los pequeños arroyos se secaban en el verano. El valle de Quedrón se ubicaba al este y cerca del templo de Jerusalén (ver 2 Sam. 15:23; 1 Rey. 2:37; 15:13). 

Quedrón significa “negro” u “oscuro”, quizás con referencia a los cedros verde oscuro o a las sombras en la cañada. Juan se refiere a un huerto, sin dar el nombre, donde Jesús acostumbraba orar; en cambio, los Sinópticos se refieren a “Getsemaní”, sin llamarlo un huerto. Seguramente se refiere al mismo lugar que comúnmente es conocido como “el huerto de Getsemaní”.

La costumbre de orar en un lugar definido con regularidad puede resultar arriesgada (ver Dan. 6:10, 11). Los líderes judíos, considerando las multitudes reunidas para la gran fiesta de Pascua y deseando evitar una revolución, querían prender a Jesús en un lugar aislado. 

Nada mejor que hacerlo de noche y en un lugar solitario como este huerto. A Judas se describe (v. 2) con un participio en el tiempo presente, lit. “el que estaba entregándolo” en ese momento. 

La expresión solía reunirse allí probablemente significa que era su costumbre cada vez que venía a Jerusalén, no solamente durante esta semana de pasión. El texto literal dice “muchas veces se reunió allí…”.

Juan había comentado que Satanás entró en Judas después de tomar en la boca el pan que Jesús le alcanzó (ver Juan 13:26 s.). 

La palabra compañía (v. 3), que traduce un vocablo gr. que significa “torcido como una cuerda de varias hilos” o “una banda”, se usaba como un término militar con referencia a una banda de 600 hombres. Se duda si tantos soldados habrían participado en el arresto. A veces se usaba el término compañía para referirse a una porción del número total. Pero, aunque fuera una fracción del total, el número, con los demás mencionados, sería impresionante. 

A toda costa querían evitar un motín. Probablemente los líderes judíos solicitaron la participación de los soldados romanos porque su intención última era la crucifixión.

Los guardias se refieren a la policía que aseguraba el orden en el templo y sus alrededores. Estos, juntamente con los fariseos, describen una delegación del Sanedrín. Culpepper comenta la ironía de la busca de Jesús con antorchas, lámparas y armas cuando él mismo era “la luz del mundo” ( Juan 8:12; ver Juan 1:5) y el “Príncipe de Paz” (Isa. 9:6). 

La descripción es de algo como un pequeño ejército con luces y armas, preparados para tratar con la resistencia de los galileos. Bultmann señala que en el arresto el “príncipe de este mundo” se presenta con todos sus recursos, pero en el fin el “Príncipe de Paz” será triunfante (ver Juan 14:30).

En el v. 4 tenemos otro ejemplo del conocimiento sobrenatural de Jesús. Sabiendo todo lo que estaba por delante, literalmente “todas las cosas que venían sobre él”, Jesús pudo enfrentarlo con absoluta calma y confianza. 

La expresión se adelantó traduce el mismo verbo del v. 1, “salió”, indicando que no siempre se refiere a la acción de salir de un lugar encerrado. Lindars comenta que Juan construye el diálogo con un típico efecto dramático. Jesús ocupa el centro del escenario bajo el foco total de las luces, toma la iniciativa y pregunta: “¿A quién buscáis?”

En vez de esconderse, o intentar escaparse, o demorar el desenvolvimiento natural de los eventos, Jesús manifiesta total prontitud para ir a la cruz. Cuando su hora aún no había llegado (ver Juan 7:30; Juan 8:20), Jesús se había apartado del peligro y la confrontación (ver Juan 8:59; Juan 11:54; Juan 12:36), pero ahora sale a su hora de gloria.

El nombre propio del Hijo encarnado de Dios es Jesús (griego), equivalente a “Josué” en hebreo, significando “Jehovah es salvación”. Era necesario agregar el adjetivo “nazareno” (v. 5) para identificar a Jesús porque este nombre se usaba comúnmente entre los judíos. Plummer comenta que la contestación, aquí literalmente: “A Jesús el nazareno” (ver Mat. 2:23), es más despectivo que Jesús de Nazaret (ver 1:46; Hech. 10:38). 

El término se encuentra en sentido despectivo en varios lugares (19:19; Mat. 26:71; Mar. 14:67), aunque a veces se usa en el sentido natural (Mar. 10:47; Luc. 18:37; 24:19). Parece que los seguidores de Jesús luego se llamaban, o eran llamados, “nazarenos” (Hech. 24:5).

La contestación de Jesús, Yo Soy (ego eimi; ver 4:26; 6:20; 8:24, 28, 58), el ser eterno, es equivalente al término heb. cuya transliteración es “Jehovah” (ver Heb. 13:8). Seguramente Judas y los fariseos entendieron ese significado. Judas, que había pertenecido a los discípulos de Jesús durante tres años, se había “convertido” a otro grupo y ahora estaba también con ellos, no como un observador, sino como el guía. 

El texto dice literalmente que “Judas estaba parado con ellos”. Juan no pierde la oportunidad de describirlo como “el que le estaba entregando” (ver v. 2). Se ha acusado a Juan de odiar a Judas, pero se nota que él no aprovecha la ocasión para relatar el beso con el cual Judas identificó a Jesús para los soldados.

La reacción (v. 6) ante las palabras de Jesús es sorprendente y significativa. No se especifica quiénes cayeron a tierra, si eran sólo los soldados, o también los líderes religiosos. Las palabras de Jesús tuvieron un impacto inmediato y fulminante. Literalmente: “se fueron hacia las cosas atrás y cayeron a tierra”. Ambos verbos están en el tiempo aoristo, indicando una acción puntual e inmediata. 

Es importante notar que estaban retrocediendo cuando cayeron, es decir, “cayeron hacia atrás” en temor, no hacia adelante en adoración. Plummer bien comenta que no tenemos los elementos de juicio para determinar si esta reacción se debe al efecto natural de la culpabilidad encontrándose con la absoluta inocencia, o un efecto sobrenatural realizado por la voluntad de Jesús. 

El énfasis en este relato es la gloriosa majestad y terrible poder de la persona de Jesús, por un lado, y su disposición de entregarse a los que venían con la misión de arrestarlo, por otro. Lindars acota que la reacción de los soldados es un efecto normal de una teofanía (ver Dan. 10:9; Hech. 9:4; 22:7; 26:14; Apoc. 1:17). 

Siguiendo esta línea de pensamiento, Brown y Mein dicen que “estas palabras no implican otra cosa sino que los hombres enviados a prender a Jesús se vieron vencidos por el ascendiente moral de Jesús y se quedaron ‘aterrados’ ”. En nuestra opinión, este episodio en ninguna manera da una base bíblica para la “caídas” que multitudes experimentan en las campañas evangelísticas y de sanidad de nuestros días. Lo que Juan registra es la reacción de incrédulos, quienes tenían la intención de matar a Jesús, no la de creyentes en un acto de quebrantamiento o de adoración.

Cuando había pasado el susto, quizás ellos todavía en el piso, Juan dice que Jesús repitió la pregunta (v. 4) y Ellos la contestaron (v. 5), pero con una pequeña variación, como es frecuente en los escritos juaninos. En el v. 7 dice Ellos dijeron, pero en el versículo 5 “Le contestaron”.

Jesús repite esa majestuosa afirmación “Yo Soy” (v. 8) con la cual se identifica como la persona que ellos buscaban. Otra vez, teniendo la oportunidad de esconderse en las sombras del huerto, Jesús toma la iniciativa y prácticamente les invita a tomarlo preso. Juan quiere mostrar que Jesús estaba en control de lo que pasaba. Aun en este momento de crisis personal, el buen “pastor” no se olvida del bien de sus “ovejas”. 

La frase condicional si a mí me buscáis es de la primera clase, reconociendo la realidad de la acción bajo consideración; significa “…puesto que a mí me buscáis…”. Parece que Juan quiere corregir la impresión dejada por los Sinópticos, donde se insinúa que éstos huyeron por temor (ver Mat. 26:56; Mar. 14:50).

Juan ve en la solicitud de Jesús del v. 9, “dejad ir a éstos”, el cumplimiento de lo que había dicho poco tiempo antes (17:12; ver 18:32); allí el texto dice “ninguno de ellos se perdió” pero aquí ninguno de ellos perdí. Se emplea el mismo verbo griego y el mismo tiempo del verbo (aoristo), pero se cambia la persona del verbo. 

El énfasis aquí es que Jesús se hacía responsable por la perseverancia de los discípulos. Lindars observa que en los casos anteriores la referencia es a la vida eterna o a la seguridad espiritual (ver 6:39; 10:28 s.; 17:12), mientras que aquí se refiere a la seguridad física. Sin embargo, Morris opina que la referencia en este versículo también tendría en mente la posible apostasía si los discípulos hubieran sido arrestados; “el guardarlos físicamente en este momento significaba guardarlos espiritualmente”. A. T. Robertson sugiere que este sería el momento cuando Judas se adelantó para dar un beso a Jesús (ver Mat. 26:49; Mar. 14:45; Luc. 22:48).

Llama la atención el hecho de que Juan menciona el nombre de Pedro y Malco (v. 10), cuando estos nombres se omiten en los Sinópticos. Algunos opinan que es un argumento para una fecha posterior de Juan, considerando que Pedro ya habría muerto y no habría más peligro de una represalia de judíos ni de romanos. 

El instrumento que Pedro empleó sería una espada corta, o un cuchillo largo, o un puñal, pero se objeta que tales armas estaban prohibidas durante la fiesta. Probablemente era el tipo de arma que usaría un hombre en defensa ante un animal salvaje. Aparentemente el grupo poseía dos espadas (ver Luc. 22:38). La acción de Pedro, aunque realmente tonta ante una compañía de soldados armados, es fiel a su carácter impulsivo. 

También el hecho de que haya cortado la oreja derecha indicaría una acción desesperada por uno poco adiestrado en el uso de la espada. Probablemente Pedro apuntaba a la cabeza y Malco volcó la cabeza a la izquierda, exponiendo la oreja derecha. Es un milagro que no hayan matado a Pedro en el instante, pero el hecho de que fue un judío a quién hirió, siervo del sumo sacerdote, y que Jesús lo haya sanado milagrosamente, lo habría salvado. 

Los detalles del episodio son propios de un testigo ocular: el nombre de Pedro y Malco, el tipo de arma, la precisión al mencionar la oreja derecha y que Malco era el siervo del sumo sacerdote. Morris cita a Calvino, quien dijo: “Fue excesivamente tonto de parte de Pedro el intentar probar su fe por la espada, cuando no lo pudo hacer con la lengua. Cuando fue llamado a dar una confesión, lo niega; pero ahora sin ser invitado por su Señor, incita un motín”. Lucas menciona que fue la oreja derecha la que Pedro cortó y solo él relata la sanidad milagrosa realizada por Jesús (Luc. 22:50 s.).

El verbo mete (v. 11) es un aoristo en el modo imperativo, o sea, un mandato fuerte con la anticipación de una obediencia inmediata. En más de una ocasión Jesús tuvo que reprender la acción impulsiva de Pedro (ver Mat. 16:23). También Mateo registra esta reprensión de Jesús, pero sólo él presenta la razón por el mandato: “porque todos los que toman espada, a espada perecerán” (Mat. 26:52). 

Sólo Juan menciona la metáfora de beber la copa (ver Sal. 75:8; Job 21:20; Apoc. 14:10; 16:19) en esta ocasión, pero fue empleada por Jesús en la oración en Getsemaní (ver Mat. 26:39). La metáfora significa el hecho de ir voluntariamente a la muerte. Jesús aclaró a Pedro y a los demás que, si él no quisiera ir a la cruz, podría pedir doce legiones de ángeles para venir en su defensa (Mat. 26:53).

El título comandante usado en el v. 12 traduce un término compuesto que significa “el líder de mil”, aunque muchas veces guiaba menos que mil (ver v. 3), a sea, la compañía de soldados romanos. La participación de los guardias de los judíos indica que este elemento también estaba unido con los romanos en el proceso. Quizás el hecho de atar a Jesús, un hombre que no había presentado ninguna evidencia de resistencia, se debe a la acción de Pedro, o era el procedimiento normal al tomar un preso.
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martes, 22 de marzo de 2016

Todos los reinos de la tierra me han sido dados por YHVH, Dios de los cielos, y Él mismo me ha encomendado que le construya Casa en Jerusalem, que está en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios con él

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






Nos preparamos para enseñar en la Congregación

Regreso del cautiverio
Esdras 1:1.11

1      Y en el año primero de Ciro rey de Persia, para que se cumpliera la palabra de YHVH           por boca de Jeremías, YHVH despertó el espíritu de Ciro rey de Persia para que se             proclamara en todo el reino por pregón y por escrito, diciendo:
2      Así dice Ciro rey de Persia: Todos los reinos de la tierra me han sido dados por YHVH,         Dios de los cielos, y Él mismo me ha encomendado que le construya Casa en                       Jerusalem, que está en Judá.
3      Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios con él y suba a                         Jerusalem, que está en Judá, y construya la Casa de YHVH, el Dios de Israel, que es           Ha-’Elohim, el cual está en Jerusalem.
4      Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde viva, que lo ayuden sus                   vecinos con plata y con oro, y con bienes y ganado, además de las ofrendas                         voluntarias para la Casa de Dios que está en Jerusalem.
5      Entonces se levantaron los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y             los levitas, todos aquellos cuyo espíritu había despertado Ha-’Elohim para que                     subieran a reconstruir la Casa de YHVH que está en Jerusalem.
6      Y todos sus vecinos los ayudaron con objetos de plata, con oro, con bienes y ganado y         cosas preciosas, aparte de las ofrendas voluntarias.
7      También el rey Ciro hizo sacar los utensilios de la Casa de YHVH que Nabucodonosor         había hecho sacar de Jerusalem y colocado en el templo de sus dioses.
8      Los hizo traer pues Ciro rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates, quien los               consignó en mano de Sesbasar, el príncipe de Judá.
9      Y esta fue su cuenta: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve                       cuchillos,
10      treinta tazas de oro, cuatrocientas diez tazas de plata de otra clase, y otros mil                   utensilios.
11      Todos los utensilios de oro y de plata fueron cinco mil cuatrocientos; todo lo                         transportó Sesbasar cuando los del cautiverio regresaron de Babilonia a Jerusalem.

Principios del regreso del cautiverio
La historia del regreso y la reconstrucción del templo. Antes de la época y ministerio de Esdras, 1:1—6:22

Esta primera parte del libro de Esdras comprende el material de los primeros seis capítulos y cubre un período de sólo 22 años, desde el edicto de Ciro cuando proclamó su edicto a favor de los judíos (538 a. de J.C.) hasta la dedicación del templo reconstruido durante el reinado de Darío I (probablemente 516 a. de J.C.). 
Ya sea que el autor del libro haya sido Esdras mismo o el “cronista”, se ha de sobrentender que su relato en esta parte se basó en información de segunda mano, ya fuera de documentos antiguos (como los edictos), la tradición oral de sus antepasados o una combinación de ambos.
Semillero homilético
Cuando Jehovah habla
1:1–4; Isa. 44:24–45:7
Introducción: 
A través de todos los tiempos ha habido hombres y mujeres que han creído y actuado como si ellos fueran dioses; han tenido una idea elevada de sí mismos, en cuanto a su estima propia. 
Ciro creía que él era el rey soberano, pero tuvo que aprender que Jehovah es el único Rey soberano. Cuando Jehovah habló por medio de Ciro se cumplió ¡la voluntad de Jehovah! Cuando Jehovah habla:
I.     El ser humano oye: Jehovah escogió a Ciro como su servidor.
1.     A los hombres del pasado les ha hablado muchas      veces.
(1)     “Para que se cumpliese la palabra de Jehovah…, Jehovah despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia” (v. 1).
(2)     “Soy quien dice de Ciro: ‘Él es mi pastor’. Él cumplirá todo mi deseo al decir de Jerusalén: ‘Sea edificada’, y del templo: ‘Sean puestos tus cimientos’ ” (Isa. 44:28).
(3)     “Así ha dicho Jehovah a su ungido, a Ciro” (Isa. 45:1).

II.     El ser humano actúa: Ciro cumplió la voluntad de Jehovah.
1.     Ciro “hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito”, un decreto garantizando la libertad de Israel de la esclavitud y su regreso a la tierra prometida, (vv. 1, 2).
2.     Jehovah tomó a Ciro “por su mano derecha para sojuzgar a las naciones delante de él” (Isa. 45:1).
3.     Jehovah declaró a Ciro: “Yo te ciño, aunque tú no me conoces” (Isa. 45:5).

III.     El pueblo de Jehovah es redimido.
1.     El decreto de Ciro anunció el regreso de Israel a Jerusalén y la reconstrucción del templo, (vv. 2–4).
2.     Jehovah se identificó como el “Redentor” de Israel (Isa. 44:24), y proclamó que era él quien “hace todas estas cosas” (Isa. 45:7).
Conclusión: 
Podemos confiar que el Señor va a hablar, y eso significa que nosotros debemos oírlo y obedecerlo.
1. En el ocaso del cautiverio babilónico, Esdras 1:1–11
El cuándo y cómo el pueblo hebreo vio un nuevo amanecer, en cuanto a su situación sociopolítica en Babilonia, está relatado en este primer capítulo. El ocaso del cautiverio babilónico se vislumbra desde el momento en que Ciro favorece al pueblo judío con la proclama de que son libres para retornar a su tierra, si así lo desean.

(1) El decreto de Ciro, Esdras 1:1–4. Los primeros cuatro versículos del libro de Esdras son una repetición de los últimos dos versículos de 2 Crónicas (2 Crón. 36:22, 23), lo cual parece ser el resultado del trabajo de algún editor. 

Pero lo más importante en esta sección es notar el interés del escritor bíblico por subrayar el hecho de que la Palabra de Dios se había cumplido a cabalidad, tal como el profeta Jeremías la expresara (Jer. 25:11, 12; 29:10).

Desde el año 605 a. de J.C., cuando Nabucodonosor sometió primero a Joacim y a Judá (el reino del sur) bajo el control babilónico, hasta alrededor de 538–536 a. de J.C. que fue el primer año de Ciro, rey de Persia (como soberano sobre Babilonia), parecía completar el tiempo estipulado por Dios para su castigo contra su pueblo; a menos que el número 70 sólo sea algo simbólico relacionado con la idea de un tiempo completo, y no necesariamente una computación de años (cf. Isa. 23:15–17 donde la misma sentencia y promesa se imparte a Tiro). Ahora, Dios mismo usaría los medios precisos para regresar a su gente a Jerusalén.

Lo primero que se señala es que Jehovah despertó el espíritu de Ciro. Una expresión que no sólo permite apreciar la soberanía de Dios sobre todo reino y dominio, sino que también señala el cumplimiento de su Palabra (Isa. 45:1–7). Fue el Señor quien motivó (inspiró) a Ciro para facilitar el regreso de los judíos a Jerusalén.

Los versículos 2–4 (cf. 6:3–5) bien pueden ser la expresión de un decreto más general de Ciro a favor de todas las razas o naciones que los babilonios tenían cautivos. Pero el escritor bíblico lo apropia al pueblo judío de manera directa: que su Dios sea con él, y suba a Jerusalén, que está en Judá

Realmente, no se sabe si este fue el decreto original, si sólo se reproduce una parte del mismo, o si era una versión oral del decreto tal como se había conservado a través de los años. Se pudiera pensar que este era un movimiento político del nuevo monarca para congraciarse con los judíos cautivos y asegurar su lealtad, aun cuando regresaran a su propia tierra. 

O quizá sea un fiel reflejo de la influencia religiosa que los judíos tuvieron, y que les dio la oportunidad de ocupar puestos de importancia en el gobierno de esos pueblos. Por otro lado, bien se puede pensar que algunos de estos hombres fieles ayudaran en la redacción del documento. De ahí su tono y expresión piadosos.

Lo que sí es obvio es el propósito religioso del autor del libro de Esdras. El pueblo regresaría a Jerusalén con la misión específica de reconstruir el templo.
Verdades prácticas
Jehovah es soberano (1:1, 2)
Jehovah actúa en la historia: 
“En el primer año de Ciro, rey de Persia”. Jehovah controla a los reyes: “Jehovah despertó el espíritu de Ciro”. Ver Prov. 21:1: “Como una corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Jehovah, quien lo conduce a todo lo que quiere”.

Jehovah demuestra su soberanía cumpliendo su palabra: 
“para que se cumpliese la palabra de Jehovah”. Jehovah habla a través de hombres piadosos: “por boca de Jeremías” (ver Jer. 25:12–14; 29:10). Jehovah habla y actúa por medio de los no creyentes (v. 2).
Dios es omnipotente
Él puede hacer todo lo que quiere. 
Salmo 33:9: “Porque él dijo, y fue hecho; el mandó, y existió”. Salmo 115:3: “¡Nuestro Dios está en los cielos! ¡Ha hecho todo lo que ha querido!”. Mateo 19:26: “Jesús los miró y les dijo: ‘Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible’ ”.

El poder de Dios se ve más en sus acciones que en un discurso de palabras. 
El poder de Dios siempre se manifiesta con un propósito específico, definido y según la voluntad de Dios. Siempre en la palabra de Dios hay un enlace entre el poder de Dios y su propósito de redención.
Dios: Luz en las tinieblas
En un país latinoamericano hubo una campaña evangelística en un vecindario donde se practicaba mucho la brujería. 

Algunos estudiantes del Seminario local colaboraron en un gran esfuerzo para ganar para el Señor a la gente de esa urbanización. Había una familia de brujos que era muy respetada por la gente en esa comunidad. 

El Señor utilizó a esos estudiantes para ganar a esta familia de brujos para su reino glorioso. Esta familia hizo un gran montón de todas las herramientas que usaban en la brujería, y las quemaron. 

Esta acción valiente y decidida causó asombro entre los vecinos de la comunidad. Pero no sólo hicieron eso, sino que los nuevos creyentes transformaron su antigua casa dedicada a la brujería en un templo para adorar a Dios. Allí formaron una misión evangélica y comenzaron a testificar de la soberanía de Dios. 

Se vio la verdad de Juan 1:5: “La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron”.

(2) Preparación para el retorno, Esdras 1:5–11
Los primeros en responder a esta oportunidad fueron los líderes, “los jefes de las casas paternas”. La idea que transmite esta frase es la constitución de clanes, probablemente una alusión a la manera como estaban constituidos los judíos mientras permanecieron en el cautiverio en Babilonia. 

Judá y Benjamín fueron consideradas por los escritores bíblicos como las tribus que permanecieron fieles a la casa de David, y las cuales también habían constituido el reino del sur (Judá). De esta manera, sus descendientes fueron considerados como el remanente. “Los sacerdotes y los levitas” también respondieron. 

Con el desarrollo de los eventos posteriores ésta será una muestra de que el espíritu religioso del pueblo de Dios no había sido opacado con el cautiverio. Por el contrario, quizá había sido purificado en algunos aspectos. A éstos el espíritu de Dios despertó, los impulsó para desear regresar a Jerusalén y reconstruir el templo del Señor.

Parece ser que una práctica muy común en los tiempos antiguos cuando se conquistaba a una raza o nación era llevarse “cautivos” a los “dioses” o ídolos. De esa manera, la derrota era más rotunda. Pero la gente, hasta cierto punto, permanecía más conforme en el lugar de su cautiverio. 

Siendo que los judíos no tenían una imagen de Jehovah, los babilonios se habían llevado todos los tesoros que encontraron en el templo (2 Cró. 36:18, 19). Ahora se les permite regresar a algunos de ellos; además se les dio la opción de conseguir “ofrendas voluntarias”, probablemente de los judíos que deseaban quedarse en Babilonia u otros simpatizantes deseosos de ayudar; o simplemente en respuesta al decreto del rey (v. 4).

Un recuento más preciso de lo que en principio fue devuelto a los judíos está expresado en los vv. 9–11 (cf. 7:19b). Todo esto fue puesto en las manos de Sesbasar, dirigente de Judá, quien pudo haber sido el principal dirigente de los judíos durante el cautiverio. Algunos comentaristas lo identifican con Senazar, uno de los hijos de Joaquím (Jeconías, 1 Cró. 3:18). De ser así, su título tenía connotaciones reales. Otros sugieren que Sesbasar probablemente sólo es otro nombre para Zorobabel (cf. 3:8; 5:2, 16). 
Hay que recordar que a muchos judíos se les cambió su nombre cuando arribaron a Babilonia, como en el caso de Daniel y sus amigos (Dan. 1:6, 7). La nota final en este párrafo introductorio es que Sesbasar llevó todo esto cuando los del cautiverio regresaron de Babilonia a Jerusalén
Por supuesto, ésta ha de entenderse como una referencia al primer grupo que regresó a Jerusalén, como más adelante se puede observar. No todo el pueblo hebreo estuvo dispuesto a regresar a su patria desde el primer momento. Algunos quizá nunca regresaron.
Semillero homilético
El liderazgo: La base del poder de Dios
Esdras 1:5–8
Introducción: 
Lo esencial en el movimiento de Dios entre su pueblo es un grupo de líderes obedientes. Cuando la gente ve la fidelidad y la obediencia de sus líderes, la gente sigue. Esto se puede observar en el impacto que los líderes tuvieron en el regreso de los israelitas a Jerusalén.
I.     Los líderes obedecieron al Señor cuando él los “despertó para subir a edificar la casa de Jehovah que está en Jerusalén”, v. 5.
II.     Después de la acción de obediencia de los líderes, “Todos los que estaban en los alrededores les ayudaron…”, v. 6.
III.     Finalmente, el rey Ciro los ayudó devolviéndoles los utensilios que eran de la casa de Jehovah y que “Nabucodonosor había sacado de Jerusalén”, vv. 7, 8.
Conclusión: 
Los líderes escogidos y equipados espiritualmente por Dios deben también oír y obedecer la voz de Dios con la confianza de que la gente los seguirá.

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miércoles, 16 de marzo de 2016

La iglesia antigua, especialmente en el Oriente (Egipto), aplicaba la siguiente regla general: “Un libro tiene que ser apostólico para ser canónico” ¿Fué Santiago un apóstol?

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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





NOS PREPARAMOS PARA ENSEÑAR A LA CONGREGACIÓN

LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO
Santiago 1:1

1      Jacobo, un siervo de Dios y del Señor Jesús el Mesías, a las doce tribus que están en la dispersión: ¡Salud!

Santiago: Introducción
                   Santiago: Una Epístola General

La epístola de Santiago pertenece a la categoría de escritos bíblicos denominados epístolas generales:

—Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan y Judas. 

Algunas de estas epístolas, sin embargo, carecen de una dedicatoria; en el caso de Hebreos y 1 Juan también falta el nombre del escritor. Santiago nos da su nombre, el nombre de los destinatarios y su saludo. Comparada con las otras cartas canónicas, la epístola de Santiago también parece ser una epístola genuina.

1. Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus dispersas entre las naciones: Saludos.

El encabezamiento de la epístola varía desde “la Epístola Universal de Santiago” (RVR), hasta “Epístola de Santiago” (BJ) y “Carta de Santiago” (VP-DHH y otras). Los eruditos sostienen que los encabezamientos de los libros del Nuevo Testamento fueron añadidos más tarde, supuestamente en el siglo dos.

La evidencia de los manuscritos acerca del encabezamiento de Santiago es diversa. Por ejemplo, algunos manuscritos (P, 33, 1739, y otros) tienen esta sobreinscripción: “La Epístola General de Santiago el Apóstol”. Otras son aún más elaboradas: “La Epístola General del Santo Apóstol Santiago”. Y aún otras tienen simplemente “La Epístola de Santiago”.

La iglesia antigua, especialmente en el Oriente (Egipto), aplicaba la siguiente regla general: “Un libro tiene que ser apostólico para ser canónico” ¿Fué Santiago un apóstol? En realidad, él no reunía los requisitos que se le aplicaron a José Barsabás y a Matías (Hch. 1:23). 

Los apóstoles debían ser discípulos de Jesús desde su bautismo hasta el día de su ascensión. Pero Santiago no creyó en Jesús (Jn. 7:5) hasta que Jesús se le apareció durante el período de cuarenta días entre su resurrección y su ascensión (1 Co. 15:7).

De allí que algunos escribas de los primeros siglos de la era cristiana tratasen de evitar el problema de la canonicidad de la epístola de Santiago. Ellos identificaron a Santiago como apóstol en el encabezamiento de la epístola. Pero los encabezamientos, meras obras humanas, no son inspirados. La iglesia aceptó la epístola como canónica a nivel local, y con el pasar del tiempo los concilios de la iglesia reconocieron su canonicidad.

¿Es la carta de Santiago una epístola? 
La iglesia siempre la ha considerado como una epístola. En otras palabras, la voz de la tradición habla con fuerza a favor suyo. La dedicatoria lleva el nombre y la posición del escritor. Además, el escritor se dirige a los destinatarios identificándolos como “las doce tribus dispersas entre las naciones.” 

La introducción a la epístola es entonces el equivalente de un sobre que muestra los nombres y direcciones del remitente y de los destinatarios. Sin embargo, la pregunta acerca de si este documento es una epístola es válida. Esperaríamos, por ejemplo, que el escritor dijese algo acerca de sí mismo en la epístola. El último capítulo termina en forma algo abrupta sin los saludos habituales. 

Es más, aparte del versículo introductorio ( Santiago 1:1 ), el lector se encuentra con que el comienzo de la carta es tan abrupto como su conclusión. Sin embargo, este escrito muestra rasgos de ser una carta en el modo directo en que se expresa. El escritor le habla a sus oyentes y lectores. Por ejemplo, usa el modo imperativo cincuenta y cuatro veces. Tiene, además, un grupo definido de gente en mente al escribir la carta. Notamos los siguientes puntos:

a. “Santiago”. 
El escritor se identifica usando su nombre de pila, Santiago (en el griego dice “Jakobos”). La aparición frecuente de este nombre en el Nuevo Testamento atestigua su uso popular. Tenemos a Santiago, el hermano de Juan hijo de Zebedeo, que fue muerto (Hch. 12:1–2). Y están Santiago, el hijo de Alfeo (Mt. 10:3 y paralelos), Santiago el padre del apóstol Judas (no el iscariote [Hch. 1:13]), y “Santiago el joven” (Mr. 15:40) que son virtualmente desconocidos. Judas menciona que es hermano de Santiago (Jud. 1), y finalmente está Santiago, el hermano de Jesús.

Los eruditos están de acuerdo en que el escritor de la epístola es el hermano de Jesús (Mt. 13:55). Santiago se transformó en dirigente de la iglesia madre de Jerusalén después de la partida de Pedro (Hch. 12:17), fue uno de los oradores en el Concilio de Jerusalén (Hch. 15:13–21), y fue una “columna” de la iglesia, a quién Pablo presentó su informe acerca de su experiencia como misionero (Gá. 2:2, 9; Hch. 21:18–19).

Santiago se identifica a sí mismo como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Esta designación nos recuerda las palabras de Jesús: “El Hijo de Hombre no vino a ser servido sino a servir” (Mt. 20:28). 

Santiago pudo haber dicho que era hermano del Señor. En lugar de ello escoge el término siervo con toda humildad, aun cuando ocupa una posición de autoridad en la iglesia. Santiago es un siervo de Dios y del Señor Jesucristo, dispuesto y obediente. En realidad, él es un esclavo, no por necesidad ni por fuerza sino por elección. El reconoce a Jesús como Señor de su vida.

b. “Doce tribus”. 
Que la carta de Santiago es la más judía de todas las epístolas del Nuevo Testamento se evidencia ya en el encabezamiento: “a las doce tribus dispersas entre las naciones”. Santiago dirige su epístola a gente de estirpe judía que vive fuera de Israel, “entre las naciones”. Estos son los judíos de la dispersión (Jn. 7:35).

Después de la deportación de las diez tribus desde Israel hacia Asiria (2 R. 17:6), del exilio de las dos tribus en Babilonia (2 R. 25:11), y después de otras ocasiones, miles de judíos vivían fuera de las fronteras de su patria. 

Lucas enumera todos los lugares mundo del siglo primero donde recidían “judíos piadosos de toda nación” (Hch. 2:5, 9–11). Estos judíos devotos vinieron a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, oyeron el evangelio de Jesucristo, se convirtieron, y volvieron a sus lugares de residencia. Los que se quedaron en Jerusalén fueron perseguidos y expulsados después de la muerte de Esteban (Hch. 8:1; 11:19).

Santiago se dirige a los cristianos judíos que viven en lugares fuera de Jerusalén. Pedro también envía su primera epístola a “los escogidos de Dios, extranjeros en el mundo, dispersos a lo largo del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 P. 1:1; bastardillas añadidas). Santiago, sin embargo, es más general. El escribe a los creyentes judíos que viven en la dispersión. 

No hay en ninguna parte de la epístola especificación alguna de que él se refiera a cristianos gentiles. No obstante, el mensaje de su carta también les habla a ellos.

c. “Saludos”. 
Tanto el hecho que el destinatario sea el Israel espiritual que está en la dispersión como el simple saludo parecen apuntar a una etapa primitiva del desarrollo de la iglesia. Si tenemos en cuenta todo lo que los peritos pueden determinar, esta epístola podría ser la más antigua de los veintisiete libros del Nuevo Testamento. 

Quizá Santiago escribió su epístola aun antes de que se reuniese el Concilio de Jerusalén en el año 49 después de Cristo. 

Da la impresión de que fue Santiago quien escribió la carta que dicho concilio le envió a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria, y Cilicia; él comenzó dicha carta con la misma escueta salutación: “Saludos” (Hch. 15:23). Santiago emplea la manera griega de saludar a los lectores, ya que vemos que Claudio Lisias utiliza la misma palabra en su carta al Gobernador Féliz (Hch. 23:26).

Consideraciones Practicas acerca de 1:1

Si alguien conoció bien a Jesús, probablemente Santiago haya sido esa persona. Santiago y Jesús crecieron juntos en la misma familia; comieron juntos, jugaron juntos y trabajaron juntos. 

Después de su resurrección, Jesús se le apareció a Santiago, que en ese momento estaba solo (1 Co. 15:7). Y si hubo alguna persona que con derecho propio pudiese llamar a Jesús “mi hermano”, tal persona era Santiago.

Santiago evita jactarse. Con toda humildad él se identifica como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos y hermanas (Heb. 2:11). 

Nosotros, sin embargo, hacemos bien si seguimos el ejemplo de Santiago y nos llamamos a nosotros mismos siervos de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.

Palabras, frases y construcciones griegas en 1:1

Ἱάκωβος—esta es la forma helenizada del nombre Ἱακώβ que se encuentra en el Antiguo Testamento.

τῇ διασπορᾷ—procedente del verbo compuesto διασπείρω (disperso), este sustantivo puede significar o que los lectores estaban siendo dispersos o que ya habían sido dispersados.

χαίρειν—este verbo en presente activo infinitivo aparece tres veces en el Nuevo Testamento al comienzo de una carta (Hch. 15:23; 23:26; Stg. 1:1) y significa “saludos”. Es necesario suplir la palabra λέγει; es decir, Santiago dice: “Saludos”. El infinitivo funciona como imperativo.
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