jueves, 19 de marzo de 2015

Eres soltero/ No te cases - Eres casado / no te divorcies: ¿Casarse? No Gracias - ¿Divorcio?/ No gracias... ¿Entonces?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Para qué Casarme?
1 Corintios 7
Hace algunos años, prediqué una serie de mensajes acerca de la epístola que nos ocupa en los cultos de un instituto bíblico. Les advertí que lo que iban a escuchar era difícil e inquietante. Después de mi exposición, muchos alumnos se acercaron para hablar conmigo, entre ellos varios matrimonios, que afirmaron: “Ya es tarde para nosotros. ¿Por qué no supimos esto antes de casarnos?”
Algunos solteros me agradecieron la enseñanza y siguieron su camino, pero unas señoritas no me hablaron durante varios días. Seguramente el apóstol Pablo recibió reacciones parecidas al enviar esta carta. Su contenido no es fácil de asimilar, pero es el consejo divino para nuestra vida.
PROPOSITO DEL MATRIMONIO
7:1–9
Al analizar la enseñanza de este pasaje, nos damos cuenta de la gran diferencia que existía entre la gente que formaba el grupo de lectores de la epístola, así como la diversidad de circunstancias que los rodeaban. No es de extrañar que cada quien interpretara el mensaje desde su perspectiva personel.
Sería fácil presentar estas verdades desapasionadamente, sin sentir compasion por quienes las leen. Sin embargo, tenemos que reconocer que nos dirigimos a personas reales, en cuyas venas corre sangre. Muchos están sufriendo por las circunstancias difíciles en que viven, y no sería correcto aumentar su dolor. Por lo tanto, trataremos de presentar los principios básicos señalados en este pasaje y dejar que el Espíritu Santo decida en qué manera puede aplicarlos a su vida.
Al hablar del propósito del matrimonio, el autor demuestra que este fue instituido para satisfacer las necesidades del cónyuge, afirma que es cosa seria y que normalmente requeire mucho esfuerzo. Cuando alguien se casa, empieza la lucha más difícil de toda la vida.
En primer lugar, porque es para siempre (Mateo 19:3–12). En los tiempos del Nuevo Testamento el divorcio era aceptado en Israel por muchos motivos, según los distintos problemas matirmoniales y ofensas de parte de la esposa, pero al venir Jesucristo, lo prohibió terminantemente. Al escuchar su enseñanza, los apóstoles respondieron que si así era, sería mejor no casarse (Mateo 19:10). El Señor les contestó que tenían razón pero que, no todas las personas son capaces de vivir solteras toda la vida sin sufrir las tentaciones del pecado y estebleció el mismo propósito para el matrimonio que Pablo repite en 1 Corintios 7.
Al casarse, usted ya no es dueño de sí mismo, sino que voluntariamente sujeta el control de su vida a su pareja (7:3–5). Esta realidad es igualmente cierta tanto para el varón como para la mujer. Los casados pertenecen a su compañero y deben someter su cuerpo al deseo y dominio de él. Pablo indica que esta sumisión es una entrega continua. “Pague lo que deba. Cumpla su obligación para con la otra persona”.
Este requisito no es condicional. Ambos tienen el deber de hacer su parte y sufragar las necesidades del otro, no importa si él cumple o no. En realidad, esta exigencia se presenta en sentido general, no solamente con referencia al sexo. Sin embargo, el pasaje definitivamente incluye la vida sexual de los esposos. Por lo tanto, Pablo concluye diciendo que de ser posible, es mejor no casarse.
Al dar ese paso, debe procurar el bienestar del otro (7:26, 28). Sus intereses cambian, su mayor preocupación pasa a ser su familia, que en tiempos difíciles, puede llegar a ser una carga pesada porque al venir las aflicciones, una cosa es que usted tenga que sufrir carencias y otra que sus allegados también lo hagan. Si falta comida, siempre sufrimos más porque afecta a nuestros seres queridos. Los casados tienen que dedicarse a luchar por sus dependientes, mientras que los solteros no tienen esa responsabilidad. Por eso, Pablo sugiere qu no se casen si pueden evitarlo.
Al casarse, la obra de Dios tiene que tomar segundo lugar (7:32–35) porque la primera prioridad es agradar al cónyuge. Esta verdad no quiere decir que la persona soltera sea más espiritual, sino que la relación marital afecta el ministerio que se pudiera realizar. Por eso, el apostol quire que estemos “sin congoja”, ni impediamentos para adelantar la obra.
También advierte en pasaje que hay un alto precio que debemos pagar si deseamos desposarnos: sacrificar nuestro derecho a la independencia, ceder el control de las decisiones personales y, limitar nuestra liberated de servir a Cristo. En resumen, reconoce los beneficios de estar unido a otro, pero también admite que hay un costo que pagar por ese privilegio. Si alguien no está dispuesto a ella, es preferible que no se case. Si piensa hacerlo, sepa que existe esta condición. Así que la conclusión apostólica es que lo mejor es quedarse soltero si es posible.
¡QUIEN NO QUIERA PAGAR EL PRECIO,
QUE NO SE CASE!
En base a estos argumentos, Pablo empieza su disertación acerca del propósito del matrimonio con la advertencia de que es mejor permanecer lejos de las mujeres (7:1). ¡Mejor no tener nada que ver con ellas!
Siendo realista, el autor sabía el problema práctico que ello representaba. La tentacíon es demasiado fuerte para que, la mayoría de las personas vivieran solas, especialmente en una sociedad tan pervertida como la de Corinto (7:2). Cristo también había reconocido que no todos pueden vivir de esa manera.
Por eso, el apóstol da consejos prácticos para sobrevivir a pesar de las abundantes tentaciones, sensuales que encaaban y procede a explicar las razones válidas de casarse: primero, por causa de la inmarolidad sexual que rodeaba, no sólo a las mujeres, sino también a los hombres (7:2). Esto era común en Corinto, como lo es en nuestro medio tamobien. El remedio para evitar esa trampa satánica es el matrimonio.
La segunda razón que Pablo presenta es la incapacidad de algunos para controlar sus impulsos (7:9a). Esta debilidad personal influye tanto en la expresión física sexual como a la mental.
El tercer argumento que da es evitar quemarse (7:9b). Si se nos hace, difícil luchar contra la presión de nuestros impulsos, el consejo bíblico para dominarlos no es la abstinencia, sina el matrimonio.
Pablo, escribe diciendo que esto es en vía de concesión, no de obligación. Preferiría que permanecieran solteros como él, pero sabía que esta solución no era práctica para la mayoría. Dios no nos hizo para que viviéramos así porque casi todos necesitamos el compañerismo y la relación sexual íntima (7:6–9).
En base a estas consideraciones, el autor presenta aligunas conclusiones lógicas:
Primero, se podría pensar que el casado es más carnal, mientras el soltero es más espiritual, pero esto no es válido porque Dios creó el sexo y el matrimonio, él fue quien dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Por lo mismo, los dos son buenos. Tanto el uno, como el otro pueden ser entregados a Señor o a la carnalidad.
En segundo lugar, el plan de Dios para la mayoría de la gente es el matrimonio (7:2).
Tercero, la solución que el Creador ha provisto para la tentación sexual no es la abstinencia, sino el casamiento.
Cuarto, el propósito divino del matrimonio incluye la satisfacción sexual.
A la luz de esto, podemos hacer un resumen del consejo bíblico como sigue:
1.     Debido a que el matrimonino existe para resolver el problema de la tentación, los dos esposos deben dedicarse a satisfacer las necesidades sexuales del otro (7:3–5). Por eso Pablo nos dice que ambos cumplan con el deber conyugal (7:3), que uno tiene potestad sobre el cuerpo del otro (7:4) y que no deben negarse el uno al otro (7:5).
2.     Es legítimo que cualquiera de los dos tome la iniciativa de la expresión íntima del amor.
3.     Ninguno de los dos debe negarse a la petición del otro para disfrutar de ella (7:5). A continuación, el apóstol presenta sólo tres excepciones a esta exigencia:
• que sea por consentimiento mutuo;
• que sea por un tiempo limitado; y
• que sea con un propósito espiritual, para dedicarse a la oración.
Debemos observar que en contraste con la creencia de muchos, esta recomendación bíblica no se presenta como algo condicional. Se deben satisfacer las necesidades del otro, sin poner restricciones.
4.     Negarse a cumplir con el deber conyugal es equivalente a tentar al otro para que peque. Se ha observado que la gente compra más comida si sale de compras cuando tiene hambre y el mismo principio se puede aplicar a nuestra reacción a la tentación sexual.
5.     Este es resultado del anterior e implica que la relación sexual no es un juguete que se puede usar para manipular al esposo y sólo darle lo que se quiere.
6.     Este consejo se refiere a que satisfacer las necesidades del otro no se limita al sexo, sino que so extiende a todas las áreas de la vida, entre ellas las necesidades económicas, de compañerismo, amor, aprecio, requerimientos sociales, y el deseo de gozar de un poco de libertad y espacio.
7.     El último propósito del matrimonio reconoce que para poder cumplir cabalmente los deberes conyugales, se necesita pasar bastante tiempo juntos y disfrutar en comunión ratos alegres de esparcimiento.
En fin, el mensaje de Pablo en este pasaje es que el plan de Dios para la mayoría de la gente es que se case. El matrimonio cumple buenos propósitos en la vida de los cónyuges. Sin embargo, una cosa es segura: nos cuesta mucho esfuerzo. Quien no esté dispuesto a invertir lo necesario no debe casarse.
El mundo dice: "Su cuerpo es suyo; puede decidir lo que quiera hacer con él porque usted tiene sus derechos y nadie puede obligarle a hacer lo que no quiere. Si no recibe lo quo quiere, tampoco dé al otro lo que le pide”.
Pero el amor dice: “Satisfaga los deseos de su esposo o esposa sin condiciones, y sus propios deseos serán también cumplidos. Aun cuando no obtenga el resultado deseado, obedezca lo que Dios dice y busque la manera de satisfacer las necesidades de su compañero o compañera.
¡PENSEMOS!
Cansidere las implicaciones de este pasaje para su vida. ¿Qué quiere Dios que usted haga? ¿Qué cambios se requieren para realizarlo?
CONSEJOS PARA LOS CASADOS
7:10–24
La vida matrimonial está llena de problemas. ¿Quién fue el gran varón de Dios que no tuvo problemas serios en su hogar? ¿Dónde el pastor u obrero que no los tiene? Examinemios nuestra casa con cuidado y encontraremos que también tenemos problemas similares que resolver, al igual que todo el mundo.
La convivencia conyugal trae tensiones. Antes de la boda, pasamos unas cuantas horas recibiendo consejería, y después, toda la vida luchando por solucionar los conflictos que van surgiendo.
Después de exponer con mucho énfasis esta verdad en una serie de disertaciones, mi esposa me dijo: “Debes predicar un mensaje más positivo. ¡;No los asustes tanto!” Tuve que reconocer que tenía razón. El libro de Cantares relata maravillosamente La belleza del amor verdadero y su expresión física. Efesios 5 describe cuál es el patrón ideal a seguir en el matrimonio y otros pasajes también enfocan su lado bueno. Yo no soy pesimista, ¡me i gusta estar casado, se lo recomiendo!
Sin embargo, 1 Corintios 7 no habla del aspectopositivo de la relación conyugal sino que con realismo señala lo difícil que es para muchos hermanos aun de nuestras iglesias sobrellevarla. Presenta estos problemas porque tarde o temprano todos tenemos que enfrentarlos ¿Qué se hace entonces?
La Biblia presenta un enfoque radicalmente distinto al del mundo e incomprensible para los que dicen: “Cuando surjan dificultades, me voy. Si no da buen resultado, puedo pedir un divorcio”.
En los versículos 1–9, Pablo había presentado los propósitos principales de esta importante relación. A partir del versículo 10, habla de los inconvenientes más comunes. Aunque algunos aspectos son dificiles de interpretar, los más importantes quedan bastante claros.
El apóstol reconoce que habrá dificultades en la convivencia porque indefectiblemente al unirse dos personalidades, surgen los conflictos. Habrá ocasiones en que uno se sentirá derrotado, con ganas de abandonarlo todo. Pero esto es normal. ¿Qué hacer si estos sentimientos nos asaltan?
Consejos para casados creyentes 7:10–11
Pablo, recomienda que cuando esto suceda, es importante recordar las ventajas del matrimonio. Entre casados creyentes el divorcio no es una opción. El apóstol los instruye diciendi que permanezcan juntos, pero si insisten en separarse, no deben casarse con otros, y solo tienen dos alternativas:
1.     Quedarse como están, sin casarse.
2.     Reconciliarse
Esta última es siempre la mejor alternativa. Como cristianos auténticos debemos entender esta verdad: desde la perspectiva de Dios el matrimonio es para siempre. Siendo así, ¿cómo prefiere vivirlo? Al venir las tormentas, es mejor hacer las paces, porque todavía queda mucho tiempo por delante. ¿Quién quiere pasar toda la vida peleando? Es mejor buscar una reconciliación sincera.
Probablemente no hay en el mundo ningún casado que no haya pensado alguna vez tirar la toalla. Todos lo hemos hecho en alguna ocasión, pero como sabemos que el divorcio no es una opción para el hijo de Dios, procuramos buscar la manera de superar la dificultad cuanto antes.
¡TODO MATRIMONIO CUESTA!
EL CASADO DEBE QUEDARSE COMO ESTA
Y DEDICARSE A GLORIFICAR A DIOS
EN SU MATRIMONIO
Consejo para creyentes en matrimonios mixtos 7:12–16
Aunque Pablo dirige sus siguientes palabras a los cristianos unidos en matrimonio con un incrédulo, esta posibilidad nunca se recomienda. El Antiguo Testamento lo prohibió (Esdras 10:10–11) y por su parte, el Nuevo Testamento se pronucia fuertemente en contra de esta alternative (2 Corintios 6:14–16).
El propósito primordial del casamiento es el compañerismo. El profeta Amós preguntó: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3). Algunos responden: “Pues, a veces resulta, y a veces no. Si no, podemos deshacer el matrimonio”. Esta actitud revela un concepto equivocado acerca del propósito de la unión conyugal. Sin embargo, existe este tipo de uniones. ¿Qué se debe hacer entonces?
Cuando el inconverso quiere seguir unido 7:12–14
El creyente debe procurar ser el mejor compañero para que Dios sea glorificado en su hogar por medio de su testimonio (1 Pedro 3:1–7). Pablo dice que deben permanecer unidos mientras lo consienta el inconverso (7:12–13). Entre tanto, dede crear las mejor condiciones posibles en medio de las circunstancias difíciles en que se encuentran, especialmente la paz y la reconciliación sincera.
En segundo lugar, la persona que tiene a Cristo debe buscar la salvación de la otra persona (7:14, 16). Mientras estén juntos, el cristiano tendrá oportunidad de influir en la vida de la otra persona. El autor describe esta acción como un efecto purificador.
Hageo 2:11–13 indica que la contaminación ritual se transmite de una persona a otra, no así la pureza. Si este principio hubiera seguido siendo válido en el Nuevo Testamento, entonces el matrimonio mixto estaría contaminado. Sin embargo, Pablo indica que lo contrario es cierto en este caso. La santificación puede transferirse en los casados.
La santificación en este caso no se refiere a la salvación, ni a la garantía de obtenerla en el futuro. Tampoco a la facilidad de producir una vida santa, sino al efecto social, la influencia positiva del cristiano en el hogar, si es que vive conforme a las normas establecidas por la Palabra de Dios. Vemos un ejemplo de esta operación en la bendición que vino sobre el hogar de Labán por causa de la presencia de Jacob. Asimismo la casa de Potifar recibió prosperidad gracias a la estancia de José en medio de ellos. De la misma manera, también la casa de un inconverso experimenta el efecto de la mano del Soñor por medio de la presencia de uno de sus hijos.
Es posible que ese contacto resulte en la conversión del otro, aunque esta esperanza no debe servir de motivo para casarse con un incrédulo. Pero si ya están casados, la recomendación principal es permanecer juntos.
En tercer lugar, se puede esperar la salvación de los hijos de tal matrimonio (7:14b). Si esto no fuera cierto, se les consideraría inmundos, pero se supone que no lo son, como enseñaba el Antiguo Testamento, porque los pequeños también son transformados por la vida de un cristiano. El estilo de vida y las actitudes del padre o madre que anda con Dios tendrán su impacto en la vida de los hijos. Por eso, debemos quedarnos con ellos y darles un testimonio sincero de nuestras creencias.
Cuando el inconverso no quiere seguir unido 7:15–16
Por otro lado, cuando el incrédulo quiere romper la relación, pueden separarse porque ya no están obligados a continuar unidos. Sin embargo, este permiso para separarse no da licencia para casarse de nuevo.
El motivo principal de esta autorización es que Dios nos ha llamado a vivir en paz y solo en ese caso pueden apartarse. En el sentido más amplio del contexto se puede notar que la unión conyugal existe con el fin de dar paz, pero si ésta no se logra, el propósito no se cumple.
Aunque el tono de la pregunta en el versículo 16 es pesimista, siempre queda la posibilidad de que mientras permanezcan juntos, el Señor puede utilizar el testimonio para animar al esposo o a la esposa a confiar en Cristo.
Consejos para todos 7:17–24
El principio clave de este pasaje es que cada uno debe quedarse como está al ser llamado por Dios (7:17). En general se aplica a todas las áreas de la vida. Pablo usa la ilustración de la circuncisión para subrayar esta idea y explica que no tiene valor en sí ante los ojos del Altísimo. Lo que vale es la obediencia. Sin embargo, no se puede deshacer lo que ya ocurrió. Si habían sido circuncidados, no debían intentar dar marcha atrás, pero si no, tampoco deberían realizarlo (7:18–20). Les dice que se queden como están.
Otra ilustración se toma de la esclavitud. Si fue llamado siendo esclavo, no trate de librarse. O si fue al contrario, no se haga esclavo. No obstante, si tiene la oportunidad de mejorar su situación de manera que pueda honrar a Dios, hágalo. Usted pertenece al Creador y sólo a él debe servir (7:20–23).
Al utilizar estos dos ejemplos, Pablo no abandona el tema central que sigue siendo el matrimonio. Cada uno debe quedarse como está: sería mejor que los solteros permanecieran así y los casados no deben tratar de cambiar esa relación. Pero si no se ha casado y tiene necesidad de hacerlo, no por eso peca, porque no hay nada de malo en el matrimonio (7:9).
¡PENSEMOS!
A la luz de este pasaje, se pueden deducir algunas aplicaciones prácticas para los casados. Escriba una lista de los principios que ha observado en este estudio.
Mi lista incluye las siguientes:
1.     Este pasaje no se dirige a los que ya han pasado por los problemas que menciona con el fin de culparles, sino que contiene consejos para quienes se enfrentan a las mismas tensiones.
2.     La enseñanza principal del pasaje es quedarse como estamos.
3.     Nunca se autoriza al cristiano a tomar la iniciativa en la búsqueda de un divorcio.
4.     El cristiano separado (divorciado) debe quedarse soltero o buscar la reconciliación con su cónyuge.
5.     El creyente en un matrimonio mixto debe permanecer unido mientras la otra persona así lo quiera.
6.     No se hace ninguna referencia aquí a quién es culpable o inocente, ni siquiera se menciona esto.
7.     No se dirige al problema de las esposas que son maltratadas físicamente, en, cuyo caso tal vez sea necesaria la separación para asegurar su protección física.
8.     El cuerpo de Cristo debe mostrar amor y comprensión para otros que sufren por causa de una relación difícil presente o pasada.
¿Qué debe hacer usted a la luz de esta parte del pasaje? ¿Cuáles son las implicaciones prácticas para su vida?
CONSEJO PARA LOS SOLTEROS
7:25–40
Aunque la Palabra de Dios no presenta una perspectiva negativa en cuanto al matrimonio, encontramos que hoy existe la tendencia a despreciar la vida de los solteros, presentándolos como si pertenecieran a una categoría inferior o de segunda clase. Al estudiar este capítulo, es obvio que Pablo no comparte esa opinión, sino que aunque reconoce el valor del matrimonio, propone de manera clara y enfática la superioridad de quedarse soltero para servir mejor al Señor. ¡Es mejor NO casarse!
“Bueno le sería al hombre no tocar mujer” (7:1).
“Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo” (7:7).
“Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo” (7:8).
“Cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga” (7:17).
“Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede” (7:20).
“Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios” (7:24).
(Acerca del soltero) “Hará bien el hombre en quedarse como está” (7:26).
“¿Estás libre de mujer? No procures casarte” (7:27).
(Acerca de la viuda) “Más dichosa será si se quedare así” (7:40).
A pesar de estos consejos, Pablo hace dos concesiones al respecto. En la introducción al tema del matrimonio ya les había dicho qus la solución para la tentación sexual no es la abstinencia, sino el matrimonio (7:1–9). Así que, si el soltero lucha con esa tentación es mejor que se case.
En el case especial de una hija que es virgen todavía y el padre o tutor está preocupado acerca de las desventajas de dejarla sin compañero y cree conveniente darla en matrimonio se puede seguir adelante (7:36–38). No hay nada de malo en ello.
Probablemente se trata de padres que se mortificaban porque iban a dejarlas solas, y sentían gran presión al ver que la chica estaba haciéndose mayor. Como el tiempo vuela, empiezan a dudar sobre qué es lo mejor. En este caso no hay nada de malo en hacer los arreglos para que se case.
Lo mismo es cierto en cuanto a una viuda que piensa volver a casarse (7:39–40). Inclusive, Pablo mismo instruyó a las viudas jóvenes a que debían volver a casarse en lugar de depender del apoyo de la iglesia para cubrir sus necesidades (1 Timoteo 5:9–13). La perspectiva aquí parece ser que si la viuda tiene el deseo de hacerlo que siga adelante, sin ninguna reserva.
Las ventajas de ser soltero
A excepción de estos dos casos especiales, el enfoque primordial de esta sección es que resulta mejor NO casarse. La exhortación es explícita: “No procures casarte”. El apóstol explica tres razones para ello:
1.     El matrimonio aumenta las tensiones en la vida (7:26–28). Los cristianos del primer siglo vivían bajo mucha presión por causa de la persecución y otras aflicciones (7:26). Por lo tanto, Pablo indica que sería mejor no añadir más problemas a una familia en tales circunstancias. Además añade nota que cualquier matrimonio tiene tribulaciones (7:28b). El casado tiene que preocuparse por las cosas del mundo. Por lo tanto, sus intereses están continuamente en conflicto (7:33–34). Por su parte, el soltero no tiene que luchar con todo ello.
2.     Las exigencias de la vida matrimonial obligan a la persona a pensar en lo que es de este mundo, lo temporal (7:29–31). El tiempo apremia, por eso, las comparaciones que usa el escritor indican la importancia de vivir apartado de lo material. Sin embargo, se observa que en el matrimonio es fácil verse ligado a lo material y las cosas que le pertenecen. Debemos usar lo del mundo, sin permitir que seamos poseídos por él. Es más difícil pensar así cuando se vive con responsabilidades familiares.
3.     Los solteros tienen menos distracciones; pueden dedicarse al servicio de Dios totalmente (7:32–35) mientras que el casado tiene que dedicar bastante tiempo a los asuntos familiares y sus intentos de servir al Señor siempre se ven desviados por atender asuntos relacionados con sus dependientes.
Cómo vivir mejor siendo soltero
En base a la enseñanza de Pablo acerca de las ventajas de ser soltero, se encuentran tres consejos para ellos, los cuales siguen siendo válidos hoy
1.     No malgaste su vida buscando esposa (7:27). Pablo indicó que el soltero tiene la ventaja de poder dedicar su vida al servicio del Señor sin distracciones y es el mejor tiempo de la vida para lograr avanzar su obra. Sin embargo, muchos jóvenes solteros se dedican a buscar a su futura esposa y no les da tiempo para servir en la iglesia.
El consejo del apóstol es que no lo hagan sino que traten primero de dedicar su vida a él y dejarle a él la búsqueda de pareja indicada para acompañarle en la vida. El sabe mejor que nosotros lo que necesitamos y la persona que nos dará la verdadera felicida, y sabe dónde se encuentra. Nosotros buscamos el tesoro escondido que él ya tiene preparado y guardado en un lugar que no conocemos. Mejor es aprovechar el tiempo para servirle mientras podamos.
Si después de todo Dios quiere que le sirvamos siendo solteros, no habremos malgastado el tiempo buscando en vano y empezaremos a servirle más temprano y aprovechar nuestra vida mucho mejor.
EL SOLTERO DEBE QUEDARSE COMO ESTA
Y DEDICARSE A SERVIR A DIOS
SIN DISTRACCION
2.     Dedique su vida a esto sin distracciones (7:34–35). Esta entrega es la mejor inversión de nuestro tiempo y energía. Por su edad, los jóvenes y señoritas gozan de buena salud y de la energía necesaria para lograr mucho, si se entregan cien por ciento a servirle. ¿Qué, impacto ha hecho Jesucristo en su país? ¿Está dispuesto a entregarse totalmente a Dios para que él le utilice en la evangelización?
3.     Déjele a él la responsabilidad de encontrarle el compañero o compañera ideal (Mateo 6:33). Este camino da mejor resultados de todos modos porque él sabe exactamente lo que necesitamos.
Esta sección del pasaje incluye tres consejos implícitos para los casados también. Primero, quédese como está y no trate de liberarse (7:25–27). Segundo, no ponga su atencióa en las cosas temporales de este mundo que tan fácilmente pueden dominarnos (7:29–31). Finalmente, nuestra prioridad como casados debe ser la de agradar a nuestro cónyuge (7:32–34).
¡PENSEMOS!
Este capítulo está lleno de consejos prácticos para todos. Considere una vez más sus recomendaciones e implicaciones prácticas para su vida. ¿Qué consejo encontró que sea el más importante para ponerlo en práctica de inmediato? ¿Qué pasos debe tomar para realizarlo?



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Ante una situación problemática lo mejor es no quejarnos, permitir que nos defrauden y tomen de nosotros algo que nos pertenece

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Para qué Vivir?
1 Corintios 6
“¡Así soy yo!” “¡Van a ver quién soy!” “Voy a defender mis derechos”. “Nadie me puede decir lo que debo hacer”. Aunque estas frases nos parecen desagradables, es la manera en que mucha gente piensa hoy en día, los que sólo viven para satisfacer sus impulsos y deseos.
La falta de amor en la iglesia de Corinto produjo actitudes similares entre los hermanos. El resultado era un estilo de vida consecuente e igualmente desagradable: las divisiones basadas en la preferencia por ciertas personas abundaban; habían permanecido indiferentes en lugar de intervenir para ayudar a un creyente descarriado. Por otro lado, se expresaban excesivamente fuerte cuando debían callar ante las ofensas personales recibidas de los demás cristianos.
Cada uno quería hacer su voluntad y defendía sus derechos sin importar que tuviera que acusar a otros ante los tribunales. Parece que a través de los dos mil años de historia de la iglesia, no ha habido muchos cambios. Todavía se observan estas mismas características en las iglesias del siglo veinte. Así que, las amonestaciones de Pablo en relación a estas circunstancias también se aplican a nosotros.
DERECHOS PROPIOS Y PLEITOS LEGALES
6:1–11
Las circunstancias lamentadas 6:1
Actualmente, las demandas se multiplican con exageración. Esta actitud se encuentra aun entre hermanos, quienes se justifican diciendo: “Esto no se queda así, yo tengo mis derechos y nadie puede maltratarme sin que pague las consecuencias”. Recientemente se calculó que sólo en una ciudad de los Estados Unidos se habían gastado cincuenta millones de dólares en pleitos legales entre cristianos. ¿Cuánto más se hubiera logrado si ese dinero se hubiera invertido en la obra de Dios, en lugar de gastarlo en abogados? Siguiendo el ejemplo del mundo, los cristianos han seguido el popular camino de las denuncias y demandas.
Esta tendencia era una práctica corriente en Corinto, conocida por su pleitos legales. Era común que de 200 a 6000 personas participaran como jurados para resolver casos mayores. Los creyentes seguían la moda y norma establecida por sus conciudadanos y también acusaban a los hermanos ante los tribunales tratando de resolver sus diferencias. Pero, ¿qué había pasado con la ordenanza divina? Enseguida, Pablo se dedica a tratar este tema.
Al analizar el origen de las disputas, notamos que no se trataba de demandas por actos criminales, o reclamaciones de seguros o para defenderse de difamaciones. Por su lado, Pablo es digno ejemplo de la defensa legítima de un cristiano ante las acusaciones injustas que lo llevaron a los tribunales romanos. Sin embargo, el problema de la congregación de Corinto era que sus litigios se relacionaban con quejas personales entre creyentes.
La corrección sugerida 6:2–8
El apóstol afirma que las diferencias entre creyentes en Cristo son cuestión de familia y por lo tanto, deben ser resueltos dentro de la comunidad. Las quejas de los cristianos deben ser discutidas entre ellos, no frente a las autoridades de este mundo.
Pablo presentó dos razones para apoyar su proposición, ambas basadas en la escatología y en su perspectiva acerca de los eventos que sucederán en el futuro. En primer lugar, les recuerda que los santos juzgarán al mundo. Si Dios considera que somos aptos para enjuiciar al universo, ¿no sería lógico suponer que también lo somos para resolver los asuntos internos (6:2)?
Además de eso, añade que también nos corresponde juzgar a los ángeles, los seres creados que ahora se presentan como superiores a los hombres. Si el Señor piensa utilizarnos para realizar ese acto, ¿cómo no somos capaces de solucionar los asuntos comunes y corrientes de la vida diaria (6:3)? En ambos casos, su idea es que si podemos dictaminar adecuadamente en lo primero, seguramente seremos capaces de en lo segundo.
Pablo reconoce que se pueden utilizar tres alternativas. La primera es la que ya estaban practicando, pero es la peor de las tres. Aunque pueden llevarse unos a otros ante los tribunales, esta opción no es la apropiada.
La segunda es dejar que la iglesia oiga el caso y emita su fallo al respecto (6:4–6), porque los hermanos tienen la capacidad de resolver las quejas que surjan entre ellos. Les sugiere que es mejor ponerse en manos del peor juez designado por la iglesia, que acudir al mejor que el mundo pudiera recomendar. Por lo menos, el creyente comprende la perspectiva divina y no se guía solamente por la humana.
Agrega que cualquier hermano, aunque no cuente con todo el respeto de la iglesia es preferible que la gente injusta. Parece que el apóstol tuvo que apelar al orgullo que sentían por su gran sabiduría según mencionó en los primeros capítulos de esta carta. Ahora les pregunta qué pasa con sus “sabios”. ¿No existe ninguno que sea entendido para dirimir las dificultades dentro del cuerpo de Cristo?
Esta alternativa presenta dos problemas mayores. En realidad una corte creada dentro del pueblo de Dios no tiene ninguna autoridad verdadera para obligarlos a aceptar un fallo, y quien no esté de acuerdo con él probablemente saldrá de esa iglesia para buscar otra en otra parte de la ciudad. Esta falta de aceptación de una sentencia dada por hermanos es muy común hoy en día.
La segunda dificultad con esta opción es que la solución muchas veces no resuelve el problema verdadero; sólo toca los síntomas. Deduce que probablemente la situación que necesita atención no es la queja en sí, sino la falta de amor. Un tribunal eclesiástico podría reconocer esta falta, pero no les podría obligar a amarse unos a otros.
Así que, la tercera solución presentada es la mejor. Pablo afirma que lo mejor sería que sin quejarnos, permitiéramos que nos defraudaran y tomaran de nosotros algo que nos pertenece. Es mejor aceptar la pérdida personal y dejar de pelear (6:7).
ES MEJOR ACEPTAR QUE NOS HAGAN MAL
QUE PELEAR PARA DEFENDER
NUESTROS DERECHOS
De acuerdo a la perspectiva del apóstol, el hecho de apelar a los tribunales era muy lamentable y desde el principio los hacía perdedores. No importaba quién ganara el caso, todos salían perjudicados. Pablo no se pronuncia en forma dogmática contra los tribunales; su interés va mucho más allá. Lo que quería era ver el amor sincero manifestándose entre ellos.
En lugar de hacerlo, se iban al otro extremo; debiendo sacrificar sus propios derechos por el bien del otro, se presentaban como denunciantes. Esto equivale a defraudar a otros creyentes en Cristo, porque no estaban dispuestos a sufrir los agravios sino a cometerlos, e insiste en que todos ofenden el principio básico del amor al no buscar el bienestar de su hermano primero.
El problema de los tribunales 6:9–11
Para ayudarles a ver con mayor claridad hasta dónde había llegado esta situación inaceptable, el escritor sagrado describe el estilo de vida de los jueces mundanos ante quienes llevaban sus querellas y les pregunta: “¿Cómo esperan conseguir justicia de los injustos?” Los hermanos estaban evidenciando el espíritu del mundo del cual habían sido librados, y al cual pertenecían los jueces todavía. Así que, estos árbitros tenían muy poco que ofrecerles para solucionar sus problemas. La iglesia se estaba sujetando a gente abusiva, aceptando sus dictámenes. Obviamente, sería mucho mejor acudir a la iglesia, que cuando menos buscaba la justicia, en lugar de ir a los tribunales civiles.
El apóstol termina la descripción de estos jueces haciendo un contraste entre ellos y los creyentes y les dice que todo vivimos así en el pasado, pero ahora somos diferentes. Por tanto, debemos manifestar ese cambio en nuestro estilo de vida resolviendo los obstáculos en la iglesia. Cuando tenemos un conflicto con un hermano, debemos tratar el asunto en privado con la persona involucrada; después, si esto no resulta, debemos confrontarlo ante testigos. Por último, se debe llevar a los ancianos a la iglesia (Mateo 18).
¿Quiere conocer una mejor solución? ¡No luche por hacer valer sus derechos! Es mejor aceptar el mal que otros nos pueden hacer que pelear en los tribunales del mundo.
¡PENSEMOS!
A muchos no les agrada esta idea, están acostumbrados a que se respeten sus derechos. Tal vez no tengan que acudir a los tribunales, pero sí tienen problemas de actitud y quieren salirse con la suya. Tenemos que reconocer que hay un mejor camino, el del amor sacrificial que somete sus derechos y busca el bienestar del hermano.
Considere el ejemplo de Cristo presentado por Pablo en Filipenses 2:1–8. El mundo dice: “Defiéndase. Si no lo hace, nadie lo hará por usted”. El amor dice que es mejor aceptar el agravio que pelear. ¿Qué cambio requiere este ejemplo en su conducta? ¿En su estilo de vida?
MIS PRERROGATIVAS Y MI CUERPO
6:12–20
El principio de libertad 6:12
Además de las riña mencionadas por hacer valer sus derechos, había otro problema basado en el mismo error, que consistía en que querían gozar de absoluta libertad en el uso del cuerpo. La iglesia aparentemente había sido afectada por las actitudes locales acerca de esto y aspiraban a tener la autonomía de utilizarlo como les viniera en gana.
La sociedad en que vivían se caracterizaba por el paganismo y todo tipo de prostitución y algunos hermanos querían vivir como ellos, pensando que las restricciones legalistas que dictaban la abstinencia sexual estaban fuera de moda y decían: “¡Nosotros somos superiores, hemos sido liberados de estas antiguas tradiciones!”
Los cristianos auténticos constantemente tenían que combatir esta influencia y muchos empezaban a decaer en su firmeza. Se cuestionaban acerca del mejor uso del sexo y del cuerpo en general. Algunos insistían en que tenían suficiente libertad de decisión, sin importar el amor genuino y sus consecuencias en sus relaciones con otros.
También en la actualidad presenciamos una absoluta liberación sexual, la cual nos afecta a todos, aun los que estamos dentro del pueblo de Dios. Se ha popularizado el dicho: “¡Si te gusta, hazlo!” Satanás nos seduce con la idea de que podemos gozar de nuestro libre albedrío, pero oculta la verdad de que ese estilo de vida nos esclaviza.
A pesar de los riesgos del SIDA y otros azotes semejantes, la liberación sexual sigue a todo vapor. Un informe de prensa reciente indica que en una encuesta hecha entre mil universitarios estadounidenses, el sesenta por ciento dijo que no estaban dispuestos a abandonar sus prácticas sexuales libres, sin importar la amenaza del SIDA.
En la iglesia evangélica también existe la lucha contra la inmoralidad. Se hizo una investigación entre señoritas evangèlicas de ocho distintas agrupaciones y se descubrió que antes de llegar a los 18 años de edad, el 43 por ciento ya había tenido relaciones sexuales. No crea que esta tendencia sólo se da en grupos no cristianos. Aunque parezca que es más reducida en su ambiente, inexorablemente sigue su camino ascendente en todo el mundo.
Pablo muestra que el asunto básico gira alrededor de la pregunta: “¿Para qué estamos viviendo?” ¿Vivimos para satisfacernos a nosotros mismos? O, ¿para glorificar al Señor? ¿Cómo afecta a nuestra vida diaria el hecho de que el Señor nos ha librado de la esclavitud del pecado?
En el tiempo de Pablo circulaban dos conceptos que se habían popularizado grandemente. El primero era el concepto de libertad personal. Según esto, para el hijo de Dios todo le es lícito porque es libre; y puede hacer lo que le plazca. Esta idea tiene base en al enseñanza del Nuevo Testamento que dice que tenemos libertad para controlar el uso de nuestro organismo. Esta actitud se repite en la actualidad. Decimos que nadie tiene derecho a decirnos lo que podemos o hacer con nosotros mismos.
La segunda opinión que se encontraba en boga se representa por el dicho citado: “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas”, lo cual quiere decir que el Creador nos hizo tal como somos. Por lo tanto, tiene que comprender cómo actuamos y cuáles son nuestras necesidades. Si poseemos ciertos apetitos y deseos, debemos satisfacerlos. Esta actitud denota que antes que nada está la satisfacción personal.
El principio que gobierna el argumento de Pablo contra esas ideas es que el cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo y por lo tanto, su razón de ser es realizar un propósito. Es el instrumento que Dios quiere utilizar para revelar su gloria; no para satisfacernos a nosotros mismos.
El escritor insiste en ello de distintas maneras en este pasaje:
6:13b “el cuerpo… es… para el Señor”
6:15a “vuestros cuerpos son miembros de Cristo”
6:19–20 “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo”
NUESTRO CUERPO EXISTE PARA DIOS
Este postulado bíblico se contrasta con la conducta de los injustos en los versículos anteriores (6:9–11), la cual obstaculiza la entrada al reino de Dios. Aunque hacíamos tales cosas en el pasado, ahora hemos sido purificados y apartados (6:11).
Debido a nuestra redención, todas las restricciones legalistas han sido eliminadas. Es verdad que todas las cosas son lícitas para el creyente porque nuestra justicia se basa en la fe, no en las obras. Por eso, podemos hacer cualquier cosa sin que afecte nuestra posición delante del Altísimo.
Así, que podemos observar que la importancia de no vivir conforme a los deseos de la carne no se basa en una fórmula legalista como: “No harás tal o cual cosa…” Pablo gozaba de su libertad, pero reconoce que la verdadera libertad va acompañada de responsabilidad. De esta manera, podemos disfrutar de la frescura de la independencia cristiana y al mismo tiempo rechazar los abusos del libertinaje.
Estamos conscientes de que ciertas actividades no son consecuentes con nuestra nueva posición adquirida en el Señor Jesucristo y no son provechosas porque no contribuyen a edificar nuestra vida y hacernos mejores. Paradójicamente, algunas de esas acciones nos esclavizan. Por lo tanto, a pesar de la libertad que tenemos, no debemos permitir que entre en nuestra vida cualquier cosa que pudiera tomar control de nosotros.
Ilustraciones acerca del abuso de libertad 6:13–18
A continuación, el apóstol presenta dos ejemplos que nos revelan la esencia del asunto. La realidad es que todo deseo que Dios ha puesto en nosotros para nuestro bien, puede ser pervertido, distorsionado y usado para el mal. Es cierto que él nos dio el apetito para gozar la buena comida. Sin embargo, ese deseo puede degenerarse y resultar en glotonería.
Así es con el sexo también. El Señor nos dio impulsos sexuales para que los gocemos dentro del matrimonio. Sin embargo, al pervertirlo y convertirlo en fornicación, adulterio, o cualquier otro pecado degenerado, no resultan en bendición, sino en esclavitud. Lo mismo se aplica a los otros apetitos que el Creador ha puesto en la raza humana.
TODA BENDICION QUE DIOS
HA DADO AL HOMBRE
PUEDE SER PERVERTIDA
Y USARSE PARA MAL
El espíritu popular de la época en que vivimos, tal como el que existía en Corinto, se refleja en las palabras de un joven: “Si me da hambre, paso por el restaurante más cercano y compro una buena comida. De la misma manera, si siento necesidad sexual, busco una mujer que esté disponible. ¿Qué hay de malo en eso?”
Esta actitud egocéntrica de autosatisfacción es muy común en nuestros días: “Sólo estoy contento cuando consigo lo que quiero: placer, sexo, drogas, amor, dinero, posesiones, amistades, un esposo o esposa que me ama, o un buen novio o novia”. Tome nota que este cuadro de buscar el agrado personal gira alrededor del ”yo” y de la culminación de mis deseos y sueños.
La principal dificultad de esto es que nunca consideramos que ya conseguimos lo suficiente de lo que anhelamos. Es más, si alcanzamos algo, no nos satisface, porque no llena el vacío de nuestra alma. Siempre deseamos algo más. Así que tenemos que preguntarnos: ¿Qué se puede desear en la vida realmente valga la pena? ¿Qué podemos perseguir para encontrar la plenitud verdadera?
El móvil del mundo es obtener la satisfacción de nuestros caprichos: El cuerpo fue hecho para comer; así que, ¡comamos! El cuerpo fue hecho para el sexo; así que, ¡gocémonos!
Aunque hay cierta verdad en esto, hay que reconocer que todo es temporal y a la larga nada de esto nos proporciona deleites permanentes.
Como miembros del pueblo de Dios, nuestro cuerpo se ha unido al del Señor Jesucristo; somos su templo; debemos glorificarlo a él, y no a nosotros mismos. Pablo muestra que el cuerpo nos fue dado para que el Padre Celestial lo use para su gloria. La búsqueda de nuestra satisfacción personal no debe controlar nuestra vida.
Vivimos bombardeados constantemente con la idea popular de que debemos satisfacernos a nosotros mismos. El mensaje se repite a diario y el control personal está fuera de moda. El concepto bíblico acerca de la moralidad se presenta como cosa de viejos. Por lo anterior, es necesario meditar continuamente en la perspectiva divina expuesta por el apóstol en este pasaje.
El uso correcto del cuerpo 6:19–20
Pablo concluye su discusión con una de las ideas más importantes que podemos aprender acerca de la vida cristiana. El cuerpo del hijo de Dios tiene como propósito realizar la misma tarea que se le dio al templo en el Antiguo Testamento: revelar a la humanidad la naturaleza del Creador del universo.
Esa es la misión de nuestro cuerpo; estamos aquí para honrarlo; él nos ha apartado de todos los demás para que lo revelemos al mundo que nos rodea. Por lo tanto, cada uno tiene que preguntarse: “¿Puede el mundo conocer a Dios al observar mi estilo de vida? ¿Lo glorifico con el cuerpo que me dio?” Si no es así, ¿cómo lo van a conocer?
NUESTRO CUERPO ES TEMPLO DE DIOS
POR ESO, DEBEMOS GLORIFICARLO
CON NUESTRO ESTILO DE VIDA
¡PENSEMOS!
Este pasaje nos enseña tres principios básicos que debemos procurar poner en práctica diariamente.
1.     Aunque todo me es permitido, no todo conviene.
2.     El verdadero gozo resulta de reconocer que pertenezco a Dios y que él vive en mí.
3.     Debo vivir
Estos postulados provocan tres preguntas que debemos hacer para determinar qué actividades nos convienen y cuáles no:
1.     ¿Será provechosa para mí?
2.     ¿Llegará a controlarme?
3.     ¿Honrará a Dios?
Considere estas interrogantes. Si empezara a vivir conforme a los tres principios y las tres preguntas de arriba, ¿cómo tendría que cambiar su vida? ¿Qué quiere el Señor que haga al respecto?
para glorificarle a él, no para satisfacer mis propios deseos.



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