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martes, 11 de agosto de 2015

Otras semillas cayeron en buena tierra y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno."... "El que tiene oído para oír, oiga."

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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BOSQUEJOS PARA PREDICAR
MARCOS 4:1-34

1 Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió ante él una multitud muy grande; de manera que él entró en una barca mar adentro y se sentó allí, y toda la multitud estaba en la playa, frente al mar. 2 Y les enseñaba muchas cosas en parábolas. Les decía en su enseñanza: 3 "¡Oíd! He aquí un sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, aconteció que parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron. 5 Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y en seguida brotó; porque la tierra no era profunda. 6 Y cuando salió el sol se quemó, y porque no tenía raíces se secó. 7 Otra parte cayó entre los espinos. Y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Y otras semillas cayeron en buena tierra y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno." 9 Y decía: "El que tiene oído para oír, oiga." 

La parábola del sembrador explicada 
10 Cuando estuvo solo, los que estaban alrededor de él junto con los doce le preguntaban en cuanto a las parábolas. 11 Y él les decía: "A vosotros se os ha dado  el misterio del reino de Dios; pero para los que están fuera, todas las cosas están en parábolas, 12 para que viendo vean y no perciban, y oyendo oigan y no entiendan; de modo que no se conviertan y les sea perdonado." 

13 Luego les dijo: "¿No comprendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14 El sembrador siembra la palabra. 15 Primero están estos que caen junto al camino donde se siembra la palabra. Y cuando la oyen, en seguida viene Satanás y quita la palabra que había sido sembrada en ellos.  16 También los que son sembrados en pedregales son aquellos que, cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de poca duración. Entonces, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan. 18 Y otros son los que son sembrados entre espinos. Ellos son los que oyen la palabra, 19 pero las preocupaciones de este mundo,  el engaño de las riquezas y la codicia de otras cosas se entrometen y ahogan la palabra, y queda sin fruto. 20 Y aquellos que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y producen fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno." 

Parábolas: la lámpara y la medida 
21 También les dijo: "¿Acaso se trae una lámpara para que sea puesta debajo de un cajón  o debajo de la cama? ¿No es para que sea puesta sobre el candelero? 22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni nada escondido, sino para que salga en claro. 23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga." 
24 Les dijo también: "Considerad lo que oís: Con la medida con que medís, será medido para vosotros y os será añadido. 25 Porque al que tiene le será dado, y al que no tiene aun lo que tiene le será quitado." 

Parábola del crecimiento de la semilla
26 También decía: "Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. 27 El duerme de noche y se levanta de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque de por sí la tierra da fruto: primero el tallito, luego las espigas y después el grano lleno en la espiga. 29 Y cuando el fruto se ha producido, en seguida él mete la hoz, porque la siega ha llegado." 

Parábola del grano de mostaza 
30 También decía: "¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo compararemos? 31 Es como un grano de mostaza que, cuando es sembrado en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra. 32 Pero una vez sembrado, crece y se convierte en la más grande de todas las hortalizas, y echa ramas muy grandes, de modo que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra." 
33 Con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. 34 No les hablaba sin parábolas, pero en privado les explicaba todo a sus discípulos. 


El Señor enseña con parábolas
Marcos 4:1–34
Una parábola es una historia breve que expresa una comparación y por lo general inculca una sola verdad. Para los conocedores de un asunto, la interpretación de una parábola es fácil; pero para los indoctos es un misterio. Fue un método de enseñianza usado por nuestro Señor con frecuencia. El capítulo 4 del evangelio según Marcos incluye cuatro parábolas; el sembrador, la lámpara y la medida, la semilla que crece gradualmente y la semilla de mostaza.
Estas cuatro parábolas tienen un significado común. Su tema es el reino de Dios (4:11, 26, y 30). La aplicación es triple. Incluye la oferta del reino que hizo Cristo a su pueblo en aquel entonces (1:15); el aspecto espiritual presente (Romanos 14:17); y el reino milenial de Cristo (Apocalipsis 20:4–6). Vea el comentario sobre Marcos 1:15.
La enseñanza comenzó junto al mar, pero so reunió tanta gente que fue necesario entrar en una barca para continuar. De modo que él estaba en la barca, y la gente en tierra junto al mar. En ese contexto les enseñaba por parábolas (4:1–2).
El sembrador salió a sembrar 4:3–20
Hay cuatro detalles claves en cada ejemplo explicado en la parábola:
1. El sembrador
2. La semilla
3. El terreno, y
4. El resultado
LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Tipos de terreno
Resultados
Interpretación
Junto al camino (v.4)
Comida por las aves (v.4)
Satanás quita la palabra (v.15)
En pedregales (v.5)
Quemada por falta de profundidad (v.5)
No tiene raíz en sí (v.17)
Entre espinos (v.7)
Ahogada (v.7)
Por los afanes, las riquezas y la codicia (v.19)
En buena tierra (v.8)
Dio fruto a 30, 60, y ciento por uno (v.8)
Oyen la palabra y la reciben (v.20)
Después de escuchar la parábola, los oyentes le interrogaron acerca de su significado. El Señor les contestó: “A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados” (4:10–12). Note que la pregunta la hicieron “los que estaban cerca de él con los doce” (4:10). Esto quiere decir que el círculo de los conocedores era más amplio que el de los apóstoles. Probablemente Cristo apuntaba en forma muy especial a los líderes religiosos que se creían conocedores de la verdad, pero en realidad eran ignorantes de ella. Incluía también a todos los que rechazaban al Rey y su enseñanza.
EL SEMBRADOR ES CRISTO
O ALGUNO DE SUS ENVIADOS.
LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS.
LOS TRES PRIMEROS
EJEMPLOS SON SÓLO OYENTES.
LA SEMILLA QUE CAYÓ EN BUENA
TIERRA Y DIO FRUTO REPRESENTA A
LOS VERDADEROS CREYENTES.
OBSERVACIONES
1.     Hemos de sembrar la semilla en abundancia
2.     Evitemos el error de creer que en cada caso el veinticinco por ciento de la semilla caerá en buena tierra.
3.     No nos limitemos a sembrar solo en buena tierra. No somos omniscientes.
4.     Dejemos los resultados al Señor. Soberanamente él da fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno. No podemos prever el resultado cuando sembramos.
5.     La cosecha máxima se dará en el milenio (Marcos 13:24–27).
¡MEDITEMOS!
¿Qué es una parábola? ¿Por qué enseñó Cristo con parábolas? ¿Cuál es el tema de las cuatro que Marcos menciona en el capítulo cuatro? ¿Dónde se llevó a cabo esa enseñanza? ¿Quién es el sembrador en la parábola del sembrador? ¿Cuál es la semilla? ¿Cuáles son las cuatro clases de terreno? ¿Cuál fue el resultado en cada situación? ¿Cuál es la interpretación de cada ejemplo?
La lámpara y la medida 4:21–25
No se enciende una luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama, sino para ponerla en el candelero. Todo lo oculto ha de ser manifestado y todo lo escondido ha de salir a luz (4:21–22). En las parábolas de la lámpara y la medida se hace hincapié de nuevo en la importancia de escuchar: “Si alguno tiene oídos para oir, oiga” (4:23 y 24a).
Los discípulos de Jesús ya habían recibido la explicación del significado de la parábola del sembrador. Esa luz no debía esconderse, sino compartirse con otros que posiblemente la recibirían. La enseñanza es muy parecida a la de Mateo 5:14–16. Allí el Señor dijo que ellos eran la luz; aquí tenían una luz que compartir. En ambos casos la amonestación es que no debemos esconder la luz sino presentarla delante de los hombres.
“MIRAD LO QUE OÍS;
PORQUE CON LA MEDIDA CON QUE MEDÍS,
OS SERÁ MEDIDO” (4:24)
En la parábola de la medida, la amonestación de oir viene al principio de la enseñanza y parece tener relación directa con la atención dada a la instrucción. La recompensa que uno reciba será en proporción a la obediencia al mensaje del Señor. El ofreció el reino a sus oyentes en aquel entonces (1:15). La triste verdad es que la gran mayoría rechazó al Rey y su reino. Pero unos pocos le aceptaron personalmente y de esa manera a su oferta del reino. Ya que el Señor no pudo establecer su reino físico en aquel entonces, esos hacedores de la palabra recibieron el reino en sus corazones, y tendrán gran recompensa cuando él regrese al mundo la segunda vez para establecer su reino milenial. “Y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará” (4:24b–25a). Los que le rechazaron a él y su oferta del reino perdieron la entrada al reino en toda forma y no tendrán ninguna parte con él en su reino milenial. “Y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”, dijo Jesús (4:25b). Eso no quiere decir que la salvación se pierde. Era la oferta del reino que tenían, pero por no aceptarla, se les retiró y no volverán a recibirla jamás.
¡MEDITEMOS!
¿Cuál es la enseñanza central de la parábola de la luz? ¿Cómo se aplica a los creyentes en la actualidad? Explique la parábola de la medida. ¿En qué sentido será aumentada la recompensa de los oidores obedientes? ¿Qué es lo que perdieron los que rechazaron al Rey y su oferta del reino?
La semilla que crece gradualmente 4:26–29
El sembrador siembra y observa que la semilla brota, la planta crece y aun da su fruto, pero él no sabe cómo. Al llegar el fruto a su madurez, él mete la hoz y cosecha (4:26–29). Cristo dijo: “Así es el reino de Dios” (4:26a).
Varias cosas son evidentes:
1.     El sembrar es un acto de fe. No es menester que el sembrador entienda como brota la semilla, crece la planta y da su fruto.
2.     La semilla tiene vida en sí.
3.     Todo el proceso, del nacimiento de la planta hasta la cosecha tiene su tiempo debido. El agricultor no puede apresurarlo.
4.     En cada paso se ve la mano soberana de Dios.
Dos interpretaciones sobresalen:
1. La parábola representa el evangelismo y el crecimiento en la vida de los creyentes. Los mensajeros de Cristo siembran la semilla. 1 Pedro 1:23 testifica del poder latente en la semilla. “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. 1 Corintios 3:6 combina el nacimiento de la semilla y el crecimiento en una sola frase: “Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios”.
2. La parábola es un cuadro del reino milenial de Cristo (4:26a). En este caso él mismo es el sembrador humilde que primeramente sembró la semilla del reino durante su encarnación (Marcos 1:15). La cosecha tiene un doble aspecto. Apocalipsis 14:14–15 usa la misma figura que se encuentra en Marcos 4:29. Uno semejante al Hijo del Hombre recibe la siguiente instrucción: “Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. La mies mencionada allí es un juicio, y forma parte de la gran tribulación. La parte cumbre de esa cosecha es cuando regrese Cristo para reinar y “ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron” (2 Tesalonicenses 1:10).
La semilla de mostaza 4:30–34
El grano de mostaza es la semilla más pequeña. Sin embargo, el crecimiento de la planta es muy rápido. Llega a ser la mayor de todas las hortalizas. Echa grandes ramas, y las aves del cielo pueden morar bajo su sombra (4:30–32). A través de los años ha habido una variedad de opiniones acerca del significado de esta parábola. Algunas se basan en tipologías o especulaciones. Nos limitamos aquí a lo que parece salir del texto mismo. La parábola surgió de dos preguntas: “¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?” El reino tuvo un comienzo poco visible cuando fue ofrecido por nuestro Señor (Marcos 1:15). Fue rechazado y él mismo fue crucificado por sus enemigos. Parecería que el reino fue derrotado y su única manifestación ahora se ve en forma espiritual en los corazones de los creyentes. Los ciegos espiritualmente no ven ninguna evidencia de un reino, pero la semilla pequeña ha sido sembrada.

Cuando venga la manifestación gloriosísima de nuestro Señor Jesucristo, instaurará un reino material y visible cual el mundo jamás ha visto. Es importante advertir que el reino de Dios no nacerá de un crecimiento gradual de la iglesia, sino que se manifestará en forma cataclísmica y repentina. El fin de la etapa de la iglesia será seguido por el arrebatamiento, el cual será seguido por la gran tribulación.
Conclusión:
Marcos alude a otras parábolas (4:33a), y al identificar a los que recibieron la interpretación de parte del Señor, especificó que fueron sus discípulos en particular, pero no se limitó a ellos. Vea el comentario sobre 4:10.
¡MEDITEMOS!
¿Qué significa la parábola de la semilla que crece gradualmente? ¿Cómo se puede aplicar hoy en dia? ¿Cómo se ha de entender la parábola de la semilla de mostaza?


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viernes, 26 de junio de 2015

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no abandones las enseñanzas de tu madre,

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Kenneth E. Bailey - Biblioteca Teológica Vida - Vol 6 - Las Parábolas De Lucas: Un Acercamiento Literario a Través De La Mirada De Los Campesinos De Oriente Medio


El trabajo extensivo de Bailey en la cultura campesina del Medio Oriente le ha ayudado en su intento de determinar las suposiciones culturales a las que habría llegado su audiencia al contarles las parábolas. Los mismos valores que comunicaron las parábolas en el tiempo de Jesús, sugiere Bailey, pueden ser descubiertos hoy en comunidades aisladas en lugares como Egipto, Líbano, Siria e Irak. Al explorar las visiones mundiales sobre estas culturas, es posible discernir, por ejemplo, lo que significó hace dos mil años atrás para un amigo venir a llamar a media noche, o que un hijo pidiera su herencia antes de que su padre muriera. A través de una combinación de análisis literario y cultural, estos estudios logran una gran cantidad de profundos avances en la interpretación de las parábolas de Jesús.

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Alfonso Calderón - Bosquejos Para Predicar


Contenido:
-Las Metas Del Cristiano
-Las Características De Una Iglesia Saludable
-La Perfección
-La Importancia Del Dominio Propio En El Cristiano
-La Bebida Bíblica
-Fuistes Formado Para La Familia De Dios
-Factores Que Unen Al Cuerpo De Cristo
-¡Estoy Débil!
-Enfermedades Del Corazón
-El Poder De La Alabanza y La Adoración
-El Enojo De Jonás
-El Carácter Cristiano-
-Nada Puede Estorbar-La Liberación Del Oprimido
-Necesitamos Conocer Las Armas Para La Batalla Espiritual
-Propósitos Para El Nuevo Año
-La Predicación Es Imperiosa Para Que Otros Se Salven
-Tesis De La Guerra Espiritual
-Oponer Resistencia a La Mayoría
-Ocho Desiciones Para Nuestro Crecimiento
-Higienizando Nuestra Casa Para Ser Testimonio
-La Restauración Del Creyente
-Conocer La Buena Nueva y No Predicarla Es Maldad
-El Altar Familiar,Una Necesidad De Nuestro Tiempo

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Martin Lloyd Jones - La Predicación y Los Predicadores


Que este libro está concebido ante todo para pastores y predicadores nadie lo puede negar. Pero limitarlo a los tales es algo que sí se puede cuestionar. Sin duda, los más beneficiados serán los ministros de la Palabra: ellos serán los que más provecho saquen de la rica experiencia de cuarenta y dos años del autor como predicador, y de la sabiduría y profundos conocimientos bíblicos que poseía. Sin embargo, los creyentes de base aprenderán también a apreciar por medio de este libro lo que es la verdadera predicación... ¡y quizá hagan alguna que otra sugerencia a sus pastores! Las abundantes anécdotas que cuenta el Dr. Lloyd-Jones (muy escasas por cierto en otras obras suyas) hacen muy amena esta obra (nada técnica por otra parte) y la enriquecen con ejemplos de la vida real.

Pero lo más importante de las dieciséis conferencias de que consta el libro (pronunciadas por el autor en el Seminario Teológico de Westminster) es la enseñanza e instrucción que contienen en cuanto al asunto vital de la predicación y con respecto a aquellos que han recibido lo que el Doctor consideraba "el más grande y el más glorioso llamamiento al que alguien puede ser llamado jamás". Aquí se hace ver (entre otros temas) la supremacía de la predicación, la preparación, la forma y las características del sermón, la persona misma del predicador y los peligros y el encanto que encierra la predicación.

En definitiva, todo un clásico para toda biblioteca cristiana.


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http://claudioxplabibliadice.blogspot.com/2015/06/hay-otros-que-arrancan-del-pecho-al.html

viernes, 4 de octubre de 2013

Las riquezas de este mundo: ¿Cómo enseñó Jesús?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Las posesiones materiales en la enseñanza de Jesús según los Evangelios Sinópticos

Muchas de las parábolas de Jesús emplean temas económicos para enseñar lecciones espirituales. A la vez, las aplicaciones de esas lecciones espirituales abarcan aspectos económicos. Otras enseñanzas de Jesús señalan que la liberación que él ofrece abarca tanto lo material como lo espiritual, advierten de la avaricia y llaman a la generosidad, especialmente a favor de los pobres en la comunidad de discípulos. Repetidas veces el uso que las personas hacen de sus bienes manifiesta su condición espiritual.

Many of Jesus’ parables employ financial themes to teach spiritual lessons. At the same time, the applications of these spiritual lessons include financial aspects. Other teachings of Jesus indicate that the liberation that he offers includes both material and spiritual dimensions, warn against greed, and call to generosity, especially towards the poor in the community of disciples. Repeatedly the way that people use their possessions reveals their spiritual condition.


LAS PARÁBOLAS DE JESÚS

Introducción

La interpretación de las parábolas ha sido objeto de mucho estudio a lo largo de la historia de la iglesia, y el vigésimo siglo no ha sido la excepción. He trabajado este tema en varias obras, y no lo repetiré aquí. De todos modos, poco aquí depende de mi tesis particular de que las lecciones centrales de cada parábola corresponden a la presentación de sus personajes centrales. Los dos peligros mayores en un estudio de la contribución de las parábolas al tema de la riqueza y la pobreza son: 1) el de transformar la parábola en un discurso explícito sobre una teoría económica cuando eso nunca fue su intención, y 2) el de pasar por alto una enseñanza directa sobre asuntos económicos simplemente porque el relato tiene un segundo nivel espiritual. También debemos estar alerta a la posibilidad que los detalles de la parábola nos proporcionen información sobre los arreglos económicos normales en la Palestina del primer siglo. Al mismo tiempo, casi cada parábola en algún punto relevante rompe los límites del realismo; esto es normalmente la clave para entender su segundo nivel alegórico o simbólico.


Los dos deudores (Lucas 7:41–43)

Esta breve parábola está incrustada en el relato de una cena en el hogar de Simón el fariseo, relativamente a inicios del ministerio de Jesús. Para disgusto de Simón, una mujer de mala fama unge a Jesús con una cantidad extravagante de perfume (Lc. 7:36–40, 44–50). Dos dimensiones de este pasaje demuestran que Jesús no objeta el uso de la riqueza personal para varios tipos de celebraciones. Primero, repetidas veces él acepta invitaciones, incluso de los fariseos, a reunirse con otros para comer (ver esp. Mr. 2:15–17 y paralelos; Lc. 11:37; 14:1–24; 19:5–9; y cp. la generalización expresada en Mt. 11:19 y paralelos). Cuando el anfitrión era un líder acomodado, las normas culturales exigían que ofreciera un banquete suntuoso. Segundo, el hecho que Jesús no reprendió a la mujer por su “derroche” del frasco de perfume costoso indica que él aprueba, de vez en cuando por lo menos, los gastos descomunales que demuestran un amor desbordante a su persona.
El enfoque principal de este pasaje, y de la parábola que encierra, sin embargo, está en la identificación sorprendente de quién ama más a Dios. La calificación en el v. 37 de la mujer como “pecadora” bien puede ser un eufemismo para “prostituta”. Si era prostituta, ganaba lo suficiente a través de su “profesión” para vivir un poco mejor que el campesino promedio, como se puede notar por su posesión del perfume costoso. Simón, en cambio, sería un miembro honrado de la comunidad; entre la gente común los fariseos eran los más respetados y populares de las sectas judías. La parábola emplea una situación económica típica para enseñar una lección acerca del perdón divino. Muchos campesinos judíos acumulaban deudas que los obligaban a endeudarse todavía más para tratar de pagar a los prestamistas. El elemento irreal de la parábola, diseñado para enseñar acerca del perdón abundante de Dios, es que el prestamista decide cancelar ambas deudas cuando los deudores no le pueden pagar (7:42). De modo que Jesús usa estas deudas materiales para enseñar una lección sobre las deudas espirituales. En ambos niveles claramente aquel a quien más se le perdonó tenía más razón por que estar agradecido (7:43). Ya que en cierto sentido la mujer representaba a los marginados de su sociedad (y aun cuando tenía más ingresos que muchos, seguramente no se libraba de la vergüenza e ignominia ligadas a su estilo de vida), Jesús aquí, temprano en su ministerio, muestra su interés y compasión por los proscritos de su mundo.


El tesoro escondido y la perla de gran precio (Mateo 13:44–46)

A mediados de su ministerio público, la enseñanza de Jesús se vuelve cada vez más radical y exigente, y las multitudes empiezan a abandonarlo. Mateo 13 ofrece una serie de parábolas en la cual Jesús comenta este cambio y continúa desafiando a los que quisieran seguirlo con el costo del discipulado. Especialmente significativas en este sentido son las parábolas del tesoro escondido y la perla de gran precio. Estas dos parábolas breves señalan que vale la pena sacrificar todo lo necesario para obtener el reino de Dios, aun si fuera todo lo que uno tiene. El hallazgo de un tesoro en un campo es un tema de antiguas tradiciones populares, y en la época de Jesús había comerciantes que buscaban perlas. Sin embargo, que alguien descubriera algo de tanto valor como para sacrificarlo todo, es sumamente raro. La enseñanza, entonces, impresiona. Si bien no todos necesariamente venden sus bienes para llegar a ser un discípulo, todos deben estar preparados para hacerlo si las circunstancias así lo exigen. Aquellos que desean seguir a Cristo deben estar dispuestos a arriesgar todo lo que tienen si las prioridades del reino ponen en peligro la seguridad de su existencia terrenal.


El siervo rencoroso (Mateo 18:23–35)

Un poco después, mientras Jesús enseñaba a sus discípulos en privado sobre la humildad y el perdón, les contó otra parábola acerca de dos deudores contrastantes para subrayar un concepto acerca de las deudas espirituales y el perdón. Un rey perdona a un siervo una deuda enorme, pero éste luego niega perdonar a un siervo compañero una deuda relativamente pequeña. ¡Como consecuencia el primer siervo es entregado a los carceleros para ser torturado! En este pasaje las deudas son equivalentes aproximadamente a sueldos de 200,000 años y de tres meses, respectivamente. Un tema teológico debatido aquí es la cuestión de la pérdida de salvación. Una lectura sencilla del pasaje sugiere a primera vista que el rey en efecto retracta el perdón ya dado. Pero a la luz de las enseñanzas anteriores en el ministerio de Jesús según Mateo (particularmente 6:12, 14–15, donde el discípulo verdadero por definición perdona a otros, y 7:23, donde Jesús dice a aquellos cuyas obras no dan buen fruto: “Nunca os conocí”) probablemente este siervo representa a los que jamás fueron discípulos genuinos.
De nuevo, Jesús no limita su aplicación de perdón a las deudas materiales, pero su relato tampoco nos prohibe aplicar los principios a situaciones económicas. En Lucas 6:35, texto que los discípulos de Jesús ya habrían escuchado, Jesús habla de prestar sin esperar nada a cambio (véase abajo). A todas luces el primer siervo de la parábola demostró una conducta diametralmente opuesta.


Dos parábolas donde se pide ayuda material (Lucas 11:5–8; 18:1–8)

Las expectaciones en cuanto a la hospitalidad entre los aldeanos de Galilea en los días de Jesús nos aseguran que la respuesta a la pregunta retórica de Jesús, que incluye la parábola del amigo que llega a medianoche, es que nadie se negaría a levantarse y proporcionar pan para el hombre que lo pedía, a pesar de la inconveniente hora (ver esp. M. Peah 8:7). A la luz de los siguientes versículos (Lc. 11:9–13, “Pedid, y se os dará …”) y la buena gana de Dios de dar el Espíritu Santo a quienes se lo pidan (11:13), es claro de nuevo que la aplicación primaria de la parábola no es material, sino espiritual. Pero el versículo paralelo a este en Mateo habla sencillamente de “buenas dádivas” (Mt. 7:11), y por lo menos algunas de ellas seguramente son materiales.
El elemento de la justicia social es más prominente en la parábola similar del juez injusto (Lc. 18:1–8). Las aplicaciones primarias de este relato incluyen la promesa divina de vindicar a su pueblo y un llamado a perseverar en la fe (18:7–8). Pero conforme leamos más de las enseñanzas de Jesús, no cabrá duda alguna que la justicia que Dios quiere efectuar a favor de sus escogidos incluye la provisión de sus necesidades materiales básicas. La versión lucana del Padre Nuestro está en 11:1–4, dentro del contexto inmediato de la parábola del amigo que llega a medianoche que acabamos de comentar. Lochman cita una oración proveniente de América Latina que capta algo del énfasis de Jesús en ambos textos: “O Dios, a los que tienen hambre dales pan; y a los que tienen pan, hambre de justicia”.


El rico insensato (Lucas 12:16–21)

Este pasaje está introducido por una disputa entre dos hermanos sobre una herencia, en la cual Jesús no acepta tomar partido (Lc. 12:13–14). Sabe que el que pide su intervención no busca justicia, sino que quiere salirse con la suya. ¡A Jesús no le interesaba promover el traslado de propiedad de un codicioso a otro! El v. 15 deja claro que Jesús cuenta la parábola para advertir a la gente de la “avaricia”, porque la vida de una persona no consiste en la abundancia de sus posesiones. Esta observación refuta el argumento que establece que el personaje de la parábola es condenado simplemente por ser rico. Las últimas palabras del relato además nos recuerdan que el protagonista hacía para sí tesoro pero no era “rico para con Dios” (12:21). Para los que desligan la parábola (12:16–20) de su marco interpretativo (12:13–15, 21), queda todavía la repetición seis veces del pronombre de primera persona singular “yo”. El rico manifiesta un tenaz enfoque egocéntrico y una acumulación no mitigada de bienes, sin pensar en nadie más. Así que, es claro que no es condenado sólo por ser rico. No obstante, es importante que los cristianos de hoy se pregunten a sí mismos cuántos bienes, propiedades o inversiones acumulan sin pensar en los necesitados de nuestro mundo. Si los paralelos con el varón de la parábola resultan demasiado estrechos, se supone que Jesús diría que las declaraciones de fe de tales cristianos son vacías.


Invitación a los marginados (Lucas 14:12–24)
Antes de contar la parábola de la gran cena (Lucas 14:16–24), Jesús presenta dos metáforas breves que articulan el tema de la inversión de los papeles del poderoso y del impotente (14:7–14). La parábola luego recoge la imagen retórica de los marginados (14:21) para explicar por qué el ministerio de Jesús se centra en convidarlos a entrar en el reino. Stein resume las lecciones centrales:

  El punto es que el reino de Dios ha llegado y que aquellos que supuestamente lo iban a recibir (la élite religiosa) no lo hicieron, mientras los candidatos menos probables (los publicanos, los pobres, las rameras, etc.) sí lo recibieron.

La cena, como frecuentemente en la literatura judía simbólica, representa el banquete mesiánico escatológico. Las excusas presentadas para no aceptar la invitación (14:18–20) resultan notablemente débiles en la cultura de la época. Nadie compraba sembrados o bueyes sin examinarlos, así como nadie hoy compraría un carro usado sin probarlo antes. Además, las bodas se planificaban con mucha anticipación. ¿Con qué frecuencia se convierte nuestro materialismo en una de tantas excusas igualmente débiles para evitar el llamado del evangelio a seguir a Jesús de todo corazón?


La necesidad de calcular el costo (Lucas 14:28–33)

De nuevo, encontramos un par de parábolas breves y estrechamente paralelas, aunque su mensaje no es idéntico. Más bien, el pasaje parece avanzar hacia un clímax. El hombre que descubre demasiado tarde que no tiene el dinero suficiente para completar la construcción de una torre corre el riesgo de perder su inversión y hacer el ridículo ante su comunidad (14:28–30). El rey que no calcula si puede hacer frente a un ejército dos veces el tamaño del suyo se arriesga una derrota absoluta y a la pérdida de muchas vidas (14:31–32). El v. 33, entonces, concluye con una declaración aún más absoluta: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. En concordancia con el patrón que hemos visto en las parábolas ya comentadas, el punto principal aquí es espiritual: hay que cuidarse de cualquier obstáculo que impida la obediencia total a Cristo. Pero también, como hemos visto repetidamente, el ejemplo sobresaliente que Jesús da de la lección espiritual tiene que ver con las finanzas. El v. 33 ha de entenderse como un llamado a los que quieren ser discípulos, no necesariamente para que abandonen sus posesiones por completo, sino a renunciar su derecho de aferrarse a ellas. Pero como el clímax del pasaje, el v. 33 no se debe diluir demasiado.

  Por supuesto no todos son llamados en la misma manera a la misma forma de discipulado. Pero es igualmente cierto que no hay tal cosa como un discipulado totalmente de clase media, donde hay solamente preservación de la herencia cultural y la renuncia radical no puede florecer jamás.


El mayordomo injusto (Lucas 16:1–13)

Esta es probablemente la más difícil de todas las parábolas de Jesús y encierra problemas exegéticos espinosos. Quizás la duda central a resolver es por qué se le alaba al mayordomo. Sin embargo, el v. 8 declara que el amo lo alabó “por haber hecho sagazmente”. No es necesario tomar en cuenta ningún otro punto de comparación con la conducta del mayordomo. Mateo 10:16 entonces proporciona un comentario apto y sucinto: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. Por cierto hay ironía en el v. 8b, donde Jesús observa que los hijos de este siglo son a menudo más astutos que el pueblo de Dios en su trato con sus semejantes. Pero el v. 9a se debe tomar más literalmente. La frase “riquezas injustas”, tal como se nota en su uso intertestamentario, no tiene que referirse a ganancias ilícitas, sino simplemente al dinero en general. De suerte que Jesús manda a sus seguidores que empleen las posesiones de esta vida para los propósitos del reino—que ganen amigos para sí mismos, haciendo y nutriendo discípulos y poniendo en práctica los principios del reino de Dios de manera que en verdad se haga su voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Entonces aquellos que como consecuencia han llegado a ser seguidores de Jesús y nos preceden en el reino eterno nos darán la bienvenida cuando lleguemos (14:9b). Stegemann concisamente capta la aplicación contemporánea del v. 9:

  Nosotros los cristianos ricos, también, podemos ganar amigos por medio del dinero injusto. Podemos hacernos más pobres de manera útil, regalando parte de nuestra riqueza para beneficiar a los más pobres del mundo.

Pero debemos hacerlo en el nombre de Jesús, proclamando un evangelio integral que abarca lo espiritual y lo físico.


El rico y Lázaro (Lucas 16:19–31)

A primera vista parece que este relato, así como el del rico insensato, condena a todos los ricos. Pero de nuevo hay pistas, incluso dentro de la narrativa, que este no es el caso. Abraham mismo había sido rico pero no paró en el Hades. Habiendo muerto y hallándose en tormentos, el rico ruega a Abraham que alguien vaya y advierta a sus hermanos vivos, a fin de que puedan evitar ese lugar de sufrimiento (16:27–28). Al repetir su petición, el rico dice: “Si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán” (16:30). Todo esto sugiere fuertemente que el rico se daba cuenta que su problema fue que él nunca se arrepintió de verdad para ponerse a cuentas con Dios. Conocía la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el cuidado de los necesitados, pero nunca movió un dedo para ayudar al pobre Lázaro en su puerta. No podía alegar ignorancia de la Ley ni de su responsabilidad o capacidad de ayudar.
Sin embargo, el texto no da información alguna acerca de la condición espiritual de Lázaro. ¿Hemos de suponer entonces que Dios salva a todos los pobres? No, porque Lázaro es el único personaje en todas las parábolas de Jesús cuyo nombre es citado, y probablemente eso sea significativo. Su nombre es el equivalente griego de Eliezer, que en hebreo significa “Dios ayuda”. El Eliezer más famoso en las Escrituras hebreas fue el siervo fiel de Abraham (Gn. 15:2). Dado el papel central de Abraham en este pasaje, es probable que ninguno de estos datos sea una coincidencia. Lázaro es presentado como el prototipo del piadoso pobre en Israel. Sin embargo, este punto no pasa de ser implícito y no constituye un enfoque dominante del pasaje.19 Definitivamente no nos permite limitar la aplicación de la parábola al socorro únicamente de pobres y menesterosos que sean cristianos.


Las minas y los talentos (Lucas 19:11–27; Mateo 25:14–30)

Aunque comúnmente tratados como paralelos, estos dos pasajes, conocidos como las parábolas de las minas y de los talentos, se presentan en contextos completamente diferentes en los dos Evangelios donde aparecen y probablemente reflejan el uso que Jesús hace de temas parecidos en distintas ocasiones. De los dos, el que habla más específicamente de asuntos económicos es la parábola lucana de las minas (una mina era aproximadamente equivalente al sueldo de tres meses), con sus detalles adicionales sobre la oposición contra el “pretendiente al trono”. De nuevo la mayordomía del dinero aparece como metáfora para el discipulado en general, sin excluir el uso literal de las finanzas personales como una manifestación primaria de ese discipulado. En ambos pasajes las inversiones hechas por los siervos aumentan su haber, pero todos los ingresos se devuelven al amo. Hay por lo menos una aprobación tácita de la forma rudimentaria del capitalismo que los bancos y prestamistas del antiguo mundo grecorromano practicaban. Pero hay que recordar que no existía todavía un capitalismo de tipo moderno ni las condiciones deshumanizantes que acompañaron la revolución industrial. Más importante aún, la lección principal es espiritual: se debe imitar la conducta de los buenos siervos en todos los aspectos del discipulado. Claramente, debemos usar todo nuestro tiempo, talentos y tesoros en pro de los propósitos del reino.


Las ovejas y las cabras (Mateo 25:31–46)

Este pasaje no es, estrictamente, una parábola, pero debido a sus imágenes retóricas se trata muchas veces como tal. A lo largo de la historia de la iglesia ha habido dos interpretaciones dominantes. La perspectiva mayoritaria ha interpretado a los “hermanos” de Jesús en el v. 40 como una referencia a la familia espiritual, de acuerdo con el uso del término en todos los demás pasajes de Mateo donde no se emplee de hermanos biológicos (ver 5:22–24, 47; 7:3–5; 12:48–50; 18:15 dos veces, 21, 35; 23:8; 28:10). El vocablo “pequeños”, cuya forma superlativa aparece en 25:40 y 45, también sin excepción se refiere en Mateo a los discípulos (10:42, 18:6, 10, 14; cp. también 5:19 y 11:11). Así que el mensaje de la enseñanza de Jesús aquí resulta estrechamente paralelo a Mateo 10:42: aquellos que son ministrados por los seguidores ambulantes de Jesús (hoy los podríamos llamar misioneros cristianos) deben cuidar de ellos. Suplir ayuda material a los que predican en el nombre de Jesús demuestra que uno ha acogido su mensaje a nivel espiritual. Esta interpretación seguramente es acertada.
Hoy, sin embargo, el punto de vista prevalente es que Jesús enseña acerca de la necesidad de ayudar a los desposeídos, sean cristianos o no. Este obviamente es un tema bíblico relevante, pero es menos probable que sea el enfoque de este pasaje particular, dado el sentido invariable de los términos y el hecho que el contexto más amplio consiste en parábolas acerca de los discípulos (24:43–25:46). Ninguna de estas perspectivas, sin embargo, es base para interpretar el texto como si enseñara una justicia basada en las obras; las personas aquí viven su fe para demostrar que ya tienen una relación correcta con Dios. Tampoco enseña este pasaje la teoría del “cristiano anónimo” de Karl Rahner y muchos católicos después del Segundo Concilio Vaticano. Los justos no se sorprenden de que Jesús les conceda la vida eterna, como sería el caso de quienes nunca profesaron seguirlo; se quedan perplejos simplemente acerca de cómo ministraron directamente a él cuando ya no estaba en la tierra físicamente (25:37–39). Por lo tanto, el slogan basado en este pasaje, hecho famoso particularmente por la Madre Teresa, de “ver a Jesús en la cara del pobre” independiente de su compromiso religioso, en el mejor de los casos expresa solamente una verdad parcial y puede resultar muy engañoso.


OTRAS ENSEÑANZAS DE JESÚS
Regresamos al inicio del ministerio de Jesús y de nuevo procederemos en orden aproximadamente cronológico.


El Sermón del Monte/Llano (Mateo 5–7; Lucas 6:20–49)
La primera ocasión importante en la cual Jesús enseña en detalle sobre las actitudes que sus seguidores deben adoptar hacia la riqueza mundana es el sermón que ambos Mateo y Lucas ubican, en formas diferentes, temprano en el ministerio de Jesús. En todo el sermón se debe tener presente los contextos de Mateo 5:1–2 y Lucas 6:17; Jesús habla primordialmente a quienes ya son discípulos, y se dirige a ellos en comunidad. Los principios del Sermón del Monte/Llano no pretenden ser una constitución para gobiernos, ni meramente unas pautas para individuos, sino un manifiesto para aquellos que ya están dispuestos a seguir a Jesús en el contexto de “iglesia”.
Las dos versiones del sermón empiezan con las bienaventuranzas, y éstas principian con la declaración de Jesús que el “pobre” es bienaventurado. La palabra πτωχοί no se usaba de los pobres que apenas lo eran, sino de los que estaban absolutamente destituidos. En la Septuaginta muchas veces traduce el hebreo ‘anawîm, y su uso aquí evoca Isaías 61:1, donde el vocablo traducido “abatidos” en la Versión Reina-Valera es ‘anawîm. En la literatura judía de la época, así como en Isaías y algunos de los Salmos, se hacía cierta equivalencia entre los pobres y los piadosos.28 Eso sin duda explica la diferencia entre “vosotros los pobres” (Lc. 6:20) y “los pobres en espíritu” (Mt. 5:3). No es que Mateo contradiga a Lucas; cada uno resalta un aspecto diferente de un término que tenía una dimensión tanto material como espiritual. Lucas 6:22–23 claramente muestra que Lucas vio el componente no solamente material sino también espiritual en aquellos a quienes Jesús llama bienaventurados: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”. Así, también, Mateo 5:3 no se puede entender adecuadamente si se quita todos los elementos de una destitución física. El resto del sermón aclarará las obligaciones económicas de aquellos que poseen bienes materiales de sobra (esp. Mt. 6:19–34). Como Carson comenta, ambos autores tienen en mente “aquellos que debido a la privación económica sostenida y el rechazo social tienen confianza sólo en Dios”.
La segunda mitad de Mateo 5 presenta varias antítesis, mediante las cuales Jesús hace contraste entre sus perspectivas y las de la Tora sobre cuestiones éticas clave (5:21–48). Así, en Mateo 5:42 leemos: “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehuses”. En el contexto anterior Jesús prohibe pagar insulto por insulto, como el bofetón de un hombre diestro en la mejilla derecha de otro (5:39), y veda represalias contra los que demandaban legalmente a sus condiscípulos (5:40). En el v. 41 exhorta a ir una milla adicional con el soldado romano que reclutaba al judío para llevar sus efectos. Probablemente el v. 42 tiene un trasfondo histórico igualmente específico, de modo que la exhortación no se debe entender en términos absolutos. En la medida que el año sabático, si no el Jubileo, era observado por lo menos de vez en cuando, cuanto más se acercaba el año sabático, más renuente se pondría uno de conceder préstamos. Jesús, entonces, estaría enseñando que lo que uno diera a los necesitados no debería basarse en cuánto ellos pueden pagar (cp. el paralelo en Lc. 6:30: “A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva”). Y aun si generalizamos más allá de esta situación específica, como Augustín señaló siglos atrás, Jesús no dice qué se debe dar al que pide (De Sermone Domine en Monte 67; cp. también Lc. 12:13–15). La antítesis final (Mt. 5:43–48) llama a amar el enemigo en vez de actuar motivado por intereses egoístas, y esto también influye en nuestra interpretación del v. 42. El paralelo parcial en Lucas 6:34–35 probablemente exhorta a prestar sin cobrar interés. Todo esto sugiere que Jesús no manda, ni en sus días ni en los nuestros, que sus seguidores necesariamente den a todo mendigo todo lo que pida. Lo que más le beneficiará no es siempre lo que pide. Pero en la medida que podemos discernir las genuinas necesidades físicas o materiales de las personas, debemos preocuparnos de encaminarlas hacia la clase de ayuda que tiene una posibilidad razonable de remediar su situación. Por lo menos, en contraste con el principio dominante de la reciprocidad en la antigüedad, Jesús prohibe a sus seguidores tener la mentalidad de ayudar sólo a aquellos que pueden corresponderles.
Mateo 6:1–4 procede al tema de las limosnas. Aquí Jesús específicamente trata los errores de aquellos que dan en público, echando sus monedas ruidosamente dentro de los receptáculos, con el propósito de recibir alabanzas de sus semejantes (6:1–2). Jesús prohibe que sus discípulos hagan exhibición pública de su piedad. Mateo 6:3 (“no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”) no ordena una mayordomía irresponsable, que niegue llevar un récord de las ofrendas, o resista la transparencia en asuntos financieros. El procedimiento cuidadoso de Pablo más tarde en el manejo de una colecta para los necesitados de Judea (ver esp. 2 Co. 8–9) demostrará la necesidad de una transparencia escrupulosa. Más bien, el punto que Jesús hace es que se debe dar tan “secretamente” que uno jamás será tentado a ofrendar motivado por el agradecimiento o los favores humanos.
Hay principios similares en relación con la oración (Mt. 6:6–15). Ya aludimos al Padre Nuestro en el contexto de la parábola del amigo a medianoche (Lc. 11:5–8). Ambos, Lucas 11:3 y Mateo 6:11, claramente incluyen como una petición legítima para los discípulos de Jesús el pan diario. Vale notar también, sin embargo, que en ambos contextos el enfoque en Dios y su voluntad precede las peticiones por las necesidades humanas, y que Mateo 6:11–12, así como Lucas 11:3–4, guarda un equilibrio entre las necesidades materiales (pan diario) y espirituales (perdón de los pecados). En una edad de planificación anual y para períodos aún más largos, vale recordar que Jesús nos instruye a orar por el pan “de cada día”. Debemos pedir que Dios supla nuestras necesidades, no nuestras avaricias. Esto nos ayuda, entre otras cosas, a guardarnos de tomar por sentado la provisión divina.
Mateo 6:19–34 (cp. Lc. 12:33–34; 11:34–36; 16:13; 12:22–32) aborda con mayor amplitud el tema de los tesoros en la tierra en contraste con los tesoros en cielo. Así como en la parábola del rico insensato, la imagen es de una acumulación ociosa—tesoros guardados “donde la polílla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mt. 6:19). Jesús no enseña que nunca debemos guardar o salvaguardar nuestras posesiones, pero debemos determinar cuáles son realmente necesarias. Los vv. 22–23 prosiguen a destacar cómo el manejo de las finanzas afecta todas las áreas de la vida. De nuevo, los motivos personales resultan controlando todo. Por eso el v. 24 puede concluir que en última instancia no se puede servir ambos a Dios y a mamón (“posesiones materiales”). El materialismo bien puede ser el contrincante mayor para el cristianismo auténtico en la competencia por los corazones y almas de millones en nuestro mundo de hoy, incluso de muchos en la iglesia visible.
En un contraste marcado, los vv. 25–34 nos ordenan a no afanarnos por nuestras necesidades materiales. Debemos confiar en el cuidado soberano de Dios, porque los seres humanos valen más para Él que todo el resto de la creación, y conoce todas nuestras necesidades. El mandamiento crucial en esta sección llega en el v. 33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. O bien hay que espiritualizar esta promesa por completo o relegar su cumplimiento al futuro escatológico, opciones que no encajan en el contexto inmediato de afán por las necesidades materiales en el presente; o debemos entender que los plurales del v. 33 son dirigidos a la comunidad de los seguidores de Jesús (como de hecho el sermón entero lo es—ver los comentarios supra). Cuando la comunidad de los redimidos busca primero la justicia de Dios, por definición ayudarán a los necesitados entre ellos. La yuxtaposición extraordinaria del paralelo lucano (12:31) con Lucas 12:33 apoya esta conclusión: “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan …”.
Finalmente, Jesús anima a sus seguidores a pedir, buscar y llamar a la puerta porque recibirán, hallarán y se les abrirá (Mt. 7:7–8). El “evangelio de la prosperidad” a veces aplica estos versículos en maneras que sugieren que la persona que tenga suficiente fe puede recibir mediante la oración cualquier cosa que quiera, particularmente si es de carácter material. Sin embargo, como ya hemos notado, el paralelo lucano aclara que a nivel espiritual la buena dádiva que Dios promete dar a quienes se la piden es el Espíritu Santo (Lc. 11:13). Y mientras vivimos en la época del “ya” y el “todavía no”, a veces Dios en verdad concederá las peticiones por bienes materiales, la progresión lógica en Mateo 7:9–11 es de lo inferior a lo superior. De lo exclusivamente material (7:9–10) Jesús avanza a lo que es principalmente espiritual (7:11). También vale la pena mencionar que el verbo griego traducido “se … dará” en 7:7 está en la voz pasiva, sin sujeto explícito. Bien podría ser un “pasivo divino”, equivalente a “pedid y Dios os dará”. ¡Pero eso deja a la voluntad soberana de Dios la elección de qué cosa dar! El cuerpo del sermón de Jesús concluye con la famosa “Regla de Oro” en 7:12. Su aplicación en la esfera económica incluiría, sin duda, ser tan generosos para ayudar a otros como quisiéramos que ellos lo fueran cuando nosotros tengamos necesidad.


El manifiesto de Nazaret (Lucas 4:16–21)

Captando la atención de los que asistían a la sinagoga de Nazaret, Jesús esboza el mismo acercamiento doble a las bendiciones de Dios que descubrimos en las bienaventuranzas. Cita Isaías 61:1–2a y 58:6 y luego anuncia que se cumplen en ese mismo día. Declara:

    El Espíritu del Señor está sobre mí,
      por cuanto me ha ungido
      para dar buenas nuevas a los pobres.
    Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
      a pregonar libertad a los cautivos,
      y vista a los ciegos;
    a poner en libertad a los oprimidos;
      a predicar el año agradable del Señor (Lc. 4:18–19).

Como en Isaías, Jesús entiende que los “pobres” aquí son los ‘anawîm, los que son económicamente pobres y espiritualmente piadosos. A la luz de los muchos ciegos que Jesús sana durante su ministerio, hay sin duda un elemento literal en la promesa de recuperación de vista para aquellos que no pueden ver. Pero ya que se refiere frecuentemente a sus discípulos y a sí mismo como luces del mundo (Mt. 5:14, 16; Jn. 8:12; 9:5), no podemos excluir una dimensión espiritual también. Los “cautivos” y los “oprimidos” deben ser interpretados de manera similar. El “año agradable del Señor” parece ser una referencia a la llegada del Jubileo, aunque no es necesario aducir que Jesús, hablando en 26 ó 27 d.C., pronunció esta frase en un año de Jubileo literal.36 Más bien, como Jesús entiende que el día de reposo y las otras fiestas del judaísmo se cumplen en su ministerio en forma general, así, también la liberación prometida en el Jubileo puede ser alcanzada en última instancia sólo por aquellos que se unen a él.


Limosnas y diezmos (Lucas 11:41–42; Mateo 23:23)

Conforme progresa el ministerio de Jesús, los conflictos con el liderazgo de Israel se intensifican. En un contexto de reprensiones dirigidas a muchos de los líderes judíos por su hipocresía, Jesús declara: “Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio” (Lc. 11:41). En el griego la primera parte de este versículo reza más literalmente: “pero dad limosnas a causa de lo que está adentro”. El contexto hace contraste entre la limpieza ritual y la externa de los vasos y platos, tan valorada en la agenda de los fariseos, y su avaricia y maldad internas (Lc. 11:39). Este contraste entre lo externo y lo interno sugiere que “dar lo que está adentro del plato” es principalmente una metáfora para referirse a la espiritualidad, con referencia a la bondad que emana del corazón. Pero, como vimos tantas veces en las parábolas, una de las principales maneras de demostrar una preocupación espiritual es por medio de la ayuda material: en este contexto, la limosna. La caridad a favor del pobre viene siendo “una expresión de lo que está adentro”, así como “la limosna, si bien se debe interpretar literalmente, resulta siendo al mismo tiempo un símbolo de la devoción a Dios y no a la seguridad lograda en este mundo por medios humanos”.
Al proseguir a pronunciar un ay sobre los fariseos porque diezman aun de sus hierbas y especias más diminutas pero abandonan la justicia y el amor de Dios, Jesús agrega: “Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello” (Lc. 11:42; cp. Mt. 23:23). Durante los tiempos intertestamentarios cada vez más se requería el diezmo de todo producto agrícola. Más tarde el tratado de la Misna titulado Masa‘oth menciona hasta las hierbas más insignificantes. Este es el único pasaje en todo el Nuevo Testamento que se podría tomar como una exhortación a diezmar. Pero es crucial notar que en este contexto Jesús habla de “lo más importante de la ley” (Mt. 23:23), la cual estaba todavía vigente hasta el establecimiento del nuevo pacto de Dios en Pentecostés, sobre todo para los líderes judíos que la estudiaban tan cuidadosamente. Mientras la era del Antiguo Testamento seguía en vigencia, el diezmo era obligatorio para el pueblo de Dios. Si se requiere todavía en la era del pacto nuevo, se debe establecer en base a otros pasajes. Parece significativo que ningún otro texto del Nuevo Testamento lo ordena, mientras los principios de generosidad y sacrificio que comentaremos más adelante sugieren que el porcentaje que los individuos deben dar variará según sus circunstancias particulares. Aquéllos que están por lo menos relativamente acomodados deben dar bastante más que la décima parte de sus ingresos brutos a la obra de Dios. “Debemos ir incluso un paso más allá: la exigencia de que el cristiano diezme puede hasta llegar a ser peligrosa, porque da cabida a la conclusión falsa que el problema de mamón ha sido confrontado y conquistado”.


El joven rico y Zaqueo (Marcos 10:17–31 y paralelos; Lucas 19:1–10)

Innumerables generaciones de lectores han quedado perplejos ante el mandato de Jesús al joven rico: “Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo” (Marcos 10:21b). ¿Fue quizás un mandato singular para un solo individuo? ¿Deben hacer lo mismo todos los cristianos? ¿O sería más adecuada alguna aplicación intermedia? Como en tantos otros casos, Jesús tiene un discernimiento especial de la situación de un individuo particular. Sabe que la riqueza de este hombre obstaculiza el discipulado. A la sección del Decálogo citada en el v. 19 hay un agregado: el “no defraudes”. Quizás sea un indicio que el hombre había pecado con su dinero.
Por eso, al llegar al v. 21b, debemos tener cuidado de leerlo todo. El mandato de vender todo y darlo a los pobres no se puede separar de la orden culminante que le acompaña: “Ven, sígueme”. La única caridad que cuenta es la que da como parte del costo del discipulado (cp. también 1 Co. 13:3). La aflicción del hombre (10:22) sugiere que aquí por lo menos se presupone el esquema pactal que concebía las riquezas como recompensa por la obediencia. Si este dirigente de la sinagoga era una persona respetable en su comunidad, se puede entender por qué él (y otros) pensarían que su riqueza era un premio por la obediencia y no algo de que se debe despojar. La reacción asustada de los discípulos frente a la respuesta de Jesús sobre lo difícil que es para los ricos entrar en el reino sigue lógicamente (10:23–24a). ¿Si las personas ricas y piadosas no se pueden salvar, ¿quién podrá ser salvo? Jesús sólo reitera su declaración (10:24b) y luego agrega: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (10:25). Las interpretaciones que aluden a una supuesta puerta en el muro de Jerusalén conocida como “el Ojo de la Aguja”, o a una variante textual que sustituye “camello” por “cuerda”, tropiezan en el diálogo subsecuente. Mientras el asombro de los discípulos crece (10:26), Jesús contesta: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (10:27). Jesús realmente ha descrito una imposibilidad literal al referirse al animal más grande generalmente conocido y a la apertura más pequeña de su mundo cotidiano. Pero con Dios, las imposibilidades humanas se vuelven posibles.
Sea por una curiosidad auténtica o por un velado egoísmo, Pedro trae a colación el radical ministerio itinerante de los discípulos (10:28). ¿Qué recompensa pueden esperar por su sacrificio? La respuesta de Jesús proporciona tanto una seguridad como un desafío. Cualquiera que ha abandonado familia o propiedad por causa del evangelio (10:29) seguramente recibirá “cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras …” (10:29–30a). Dado que Jesús indica que estas posesiones están disponibles “en este tiempo” en contraste con la vida eterna “en el siglo venidero” (10:30b), el texto se debe entender como una enseñanza que los discípulos de Jesús pueden esperar recompensa material por su sacrificio en esta vida. No obstante, ¿en qué consiste esta recompensa, y cómo la reciben? Los hermanos, hermanas, madres e hijos sin número que ganan son, sin duda, la parentela espiritual que adquieren cuando se unen a la gran familia del pueblo de Dios. No hay razón alguna por qué tomar las “casas” y “tierras” de manera diferente. Como en el Sermón del Monte, la familia nueva significa una comunidad nueva de personas que comparten el uno con el otro. Las casas y tierras nuevas son aquellas que el pueblo de Dios comparte con quienes están en necesidad.
La historia de la conversión de Zaqueo (Lc. 19:1–10) viene poco después del relato del joven rico, y marcadamente se contrasta con él. Zaqueo era un cobrador de impuestos de alto rango, quizás uno de los publicanos romanos que trabajaba directamente para el gobierno imperial, a diferencia de los intermediarios, como Leví/Mateo. Por consiguiente, era bastante probable que él era inmensamente rico, pero en parte a costas del pueblo judío común y, sin duda, mediante la extorsión. No es de sorprender, entonces, que la multitud murmurara cuando Jesús fue huésped de un hombre “pecador” (19:7). Llama la atención que Cristo no manda a Zaqueo que deje todo y lo siga. De hecho, no le manda hacer cosa alguna. Zaqueo, sin embargo, se pone en pie y ofrece dar la mitad de sus posesiones a los pobres y restituir cuadruplicado a todos los que él ha defraudado (19:8). De manera que la restitución resulta siendo la señal de un arrepentimiento verdadero, así como en el pensamiento rabínico, aun cuando la cantidad halla paralelo sólo en la pena por el robo de ganado (Ex. 22:1). Además, los rabinos normalmente prohibían obsequiar más del 20% del haber personal, no sea que uno se empobreciera y llegara a ser una carga para otros (b. Ketub. 50a).
Sin embargo, así como no debemos usar el 100% exigido del joven rico para crear un legalismo nuevo, tampoco lo debemos hacer con el 50% dado por Zaqueo. Pero el hecho de que éste dio más de lo que cualquier combinación de diezmos e impuestos judíos requería muestra que su ofrenda no fue meramente simbólica. Zaqueo no llega a ser salvo por su mayordomía, sino por su encuentro personal con el Hijo del Hombre. Notemos que es Jesús quien toma la iniciativa en el v. 5, aunque Zaqueo había estado ansioso de verlo en el v. 4. No obstante, una vez más lo que Zaqueo hace con su dinero ofrece un ejemplo de primera de las buenas obras que fluyen del arrepentimiento genuino.


El ungimiento de Jesús por María de Betania (Marcos 14:3–9 y paralelos)

Hemos llegado a las vísperas del “Domingo de Ramos”. La historia del ungimiento de Jesús por María de Betania ha proporcionado a muchos el texto clásico para justificar el gasto pródigo en el nombre de Cristo. Esta interpretación parece recibir aun más apoyo por el uso que Jesús hace de Deuteronomio 15:11, cuando declara: “Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis” (Mr. 14:7). Sin embargo, la oración “y cuando queráis les podréis hacer bien” seguramente significa que los discípulos deben tener un ministerio constante a los pobres. La segunda parte de Deuteronomio 15:11 resulta ser aun más explícito: “Por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Indudablemente hoy también habrá oportunidades únicas, no frecuentes, para hacer un gasto extraordinario en el servicio de Cristo—quizás la construcción de unos pocos edificios que particularmente glorifican a Dios por medio de la adoración que fomentan. Pero, como en el caso de Jesús, tales gastos deben ser las excepciones, no la norma.
La generosidad a los pobres es el mandato común en el Nuevo Testamento, así como lo fue en el Antiguo. Escobar tiene razón, por consiguiente, al insistir en una hermeneútica de sospecha cuando la exégesis de los occidentales ricos frecuentemente conduce a la implicación: ¡“A los ricos siempre los tendréis con vosotros”!


Purificación del templo (Marcos 11:15–17 y paralelos; cp. Juan 2:13–17)

Menos de una semana antes de su muerte, Jesús hace estragos entre los vendedores y cambistas en el templo de Jerusalén. Casi todos los estudiosos concuerdan que el punto principal, particularmente en los relatos sinópticos, no tiene que ver con una “purificación”, sino con una profecía de la destrucción inminente del templo y una mirada a la edad nueva que Jesús espera después. No cabe duda que le molesta la corrupción de los cambistas. Es bastante posible que Caifás y los saduceos recientemente han trasladado este negocio del Barranco de Cedrón al templo y que han aumentado enormemente sus riquezas mediante tasas de cambio vergonzosas. El relato de Juan, que puede o no describir un episodio distinto, más claramente señala el problema del comercio que ha desplazado el culto en el templo (Jn. 2:16). El hecho que esto ocurrió en el Patio de los Gentiles especialmente ilumina la reacción escandalizada de Jesús; al fin y al cabo, el profeta Isaías había subrayado que el templo debería ser una “casa de oración para todas las naciones” (Mr. 11:17a; Is. 56:7). Puede haber insinuaciones más amplias, sin embargo, en Marcos 11:17b, donde Jesús cita la frase “cueva de ladrones” de Jeremías 7:11 para describir una fortaleza nacionalista. El etnocentrismo del judaísmo del primer siglo ha convertido el templo en un santuario para el mismo espíritu exclusivista y nacionalista que este patio debería atenuar. En una época de tribalismo desenfrenado alrededor del mundo, además de la confusión manifiesta entre actividades espirituales y económicas, la indignación justa de Jesús puede tener numerosas aplicaciones contemporáneas. De hecho, la búsqueda de la seguridad económica muchas veces se encubre con el lenguaje del patriotismo o “interés nacional”.


Dad a César … (Marcos 12:13–17 y paralelos)

Un día después del “torbellino en el templo”, los herodianos y los fariseos unieron fuerzas para tenderle trampa a Jesús, aunque normalmente los dos grupos no cooperaban el uno con el otro. La pregunta que le plantean va al corazón de la tensión entre Israel y Roma. Pagar el tributo era la señal máxima de lealtad al gobierno imperial que les dominaba con su presencia militar. Si Jesús negaba la validez del impuesto romano, los herodianos sin duda le delatarían a las autoridades; si lo apoyaba, los fariseos se escandalizarían por su deslealtad a Dios. De cualquier modo, parece que no le queda a Jesús ninguna salida. Sin embargo, Él se libra de la trampa al proferir las palabras famosas: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mr. 12:17). Históricamente, el dicho de Jesús jugó un papel destacado en los debates de la Reforma sobre la separación de los reinos de la iglesia y el estado, e influyó aún más en la historia más reciente del establecimiento de la Constitución de los Estados Unidos de Norte América y la Declaración de Derechos plasmada en sus primeras diez enmiendas, documentos que levantaron un alto “muro de separación” entre el gobierno y la religión. Es casi imposible que Jesús específicamente tuviera en mente estos movimientos posteriores en una edad de totalitarismo y regímenes imperiales, los cuales muchas veces reclamaban para sí mismos autoridad divina, y dada la habilidad del pueblo de Dios de acatar estos mandatos bajo las monarquías de siglos subsiguientes. Eso no significa, sin embargo, que no se puede ver los movimientos históricos posteriores como congruentes con el espíritu de la enseñanza inicial de Jesús. De todos modos, en su contexto original el dicho de Jesús niega el derecho de los gobernantes de recibir adoración, y así deja abierta la puerta para los debates acerca de la desobediencia civil, incluso la resistencia a pagar impuestos, si se puede demostrar que tal pago obligaría al individuo a violar las normas morales o teológicas de Dios.


La ofrenda de la viuda (Marcos 12:41–44 y paralelos)

Justo antes de salir del templo por última vez, Jesús ve a la muchedumbre echando sus ofrendas en el arca. Así se despliega la historia famosa de la viuda y sus “blancas” (VRV; Versión Popular: “dos moneditas de cobre”, Mr. 12:42). El tesoro del templo constaba de los diezmos y ofrendas, pero la mayor parte provenía de los ricos (cp. 12:41). Sería muy raro encontrar a una mujer pobre dando lo último de sus escasas posesiones. Si esta mujer pudiera tener acceso a otros recursos, no lo sabemos; pero queda como un modelo que demuestra que es el porcentaje o cantidad de sacrificio, no la ofrenda neta, lo que cuenta ante los ojos de Dios.


CONCLUSIONES

Las buenas nuevas del evangelio son un mensaje uniformemente integral, según la enseñanza de Jesús. El sustento material sin la salvación espiritual es vano, pero la liberación que Dios en Cristo concede normalmente incluye una dimensión física o material también. La única manera en que el pueblo de Dios puede obedecer continuamente todos sus mandamientos es si toda la comunidad cristiana mundial, y cada expresión local de ella, más y más capta la visión de compartir sus recursos con sus hermanos necesitados. Cuando los creyentes se dan cuenta que otros se cuidarán de ellos si inesperadamente se hallan empobrecidos, entonces pueden ser librados a dar más generosamente en tiempos de abundancia. Toda una gama de condiciones socioeconómicas surge entre Jesús y sus discípulos y la gente con quien se relacionan. Sin embargo, hay un énfasis claro en el ministerio y enseñanza de Jesús que insta a suplir las necesidades de los marginados y menesterosos. Los enemigos de Jesús no son los ricos en sí, sino representantes importantes del liderazgo judío, de los cuales muchos resultan siendo un poco más acomodados que las masas. Jesús no es crucificado por su enseñanza acerca de las posesiones materiales, pero las controversias con los líderes judíos que se vuelven cada vez más agudas incluyen elementos de la mayordomía como una esfera principal en la cual no agradan a Dios.
Como Proverbios 30:8–9, Jesús se preocupa por moderar los extremos. Pero el enfoque principal de su ministerio, el camino a la cruz y su llamado a que sus discípulos lo imiten sacrificándose abnegadamente en vez de viviendo con comodidad y gloria, sugiere que el paradigma abarcador para aquel que quisiera seguir a Cristo fielmente no es un “materialismo piadoso”, sino el desprendimiento generoso.


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