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viernes, 20 de marzo de 2015

Si uno dice que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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La Obediencia y la Comunión
1 Juan 2:3–17
En esta sección, Juan cambia su fraseología. Hasta este punto, su tema había sido la comunión. Ahora comienza a hablar de conocer a Dios. No por eso abandona el asunto de la comunión, porque hay una relación entre la comunión con y el conocimiento de una persona. Al estrechar los lazos de la comunión, se profundiza nuestro conocimiento de la persona.
CUARTO REQUISITO PARA DISFRUTAR DE LA COMUNIÓN: OBEDECER LOS MANDAMIENTOS DEL SEÑOR 2:3–6
Todos los creyentes conocen a Cristo como su Salvador personal y debido a eso, conocen a Dios también. Cristo mismo dijo en Juan 14:7 que el conocerle a él equivale a conocer al Padre. En 1 Juan 2:3 Juan hace referencia a otro aspecto del conocimiento, y establece una prueba para saber si uno conoce a Dios.
Pablo expresó en una de sus cartas que anhelaba conocer a Cristo (Filipenses 3:10). No existe ninguna duda acerca de su conocimiento de Cristo como su Salvador porque había sido salvo unos treinta años antes y en esa ocasión estaba preso por él, posiblemente en Roma. Su meta al mencionar el deseo de conocerle era llegar “a ser semejante a él en sus padecimientos”.
“Y EN ESTO SABEMOS QUE NOSOTROS LE
CONOCEMOS, SI GUARDAMOS SUS
MANDAMIENTOS” (1 JUAN 2:3).
Si uno dice que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él (2:4). La conclusión es igual a la que aparece en 1:6, donde el apóstol afirma que quien dice que tiene comunión con Dios, pero anda en tinieblas, miente, y no practica la verdad. Así como una espiritualidad fingida no conduce a la comunión, una obediencia fingida tampoco puede proporcionarnos un conocimiento íntimo de Dios.
La obediencia a la palabra de Dios resulta en una experiencia plena del amor de Dios, y nos ayuda a saber con certidumbre que estamos en él (2:5). Se puede decir lo mismo en cuanto a nuestro amor hacia el Señor. Si guardamos su palabra, nuestro amor para con él también se perfecciona. Dicho de otra manera, el amor es producto de la obediencia a la palabra de Dios.
¡PENSEMOS!
¿Qué relación existe entre tener comunión con Dios y conocer a Dios? ¿En qué sentido conocen todos los creyentes a Dios? ¿Qué quería decir Pablo al expresar su deseo ardiente de conocer a Cristo? Según 2:3, ¿cómo podemos saber sin lugar a duda que conocemos a Dios? ¿Cuál es la clave para que el amor de Dios se perfeccione en nosotros?
“EL QUE DICE QUE PERMANECE EN ÉL,
DEBE ANDAR COMO ÉL ANDUVO” (2:6).
¡Qué meta para los discípulos de Cristo! ¡Andar como él anduvo! ¿Quién puede hacerlo? Sólo aquél que permanece en él (2:6). ¿Qué significa esto? La contestación se encuentra en 1 Juan 3:24 donde dice: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él”.
En Juan 15:10, Cristo dio la misma enseñanza. Asimismo, prometió mucho fruto al que permanece en él (Juan 15:5). El fruto del Espíritu Santo mencionado en Gálatas 5:22–23 es la reproducción de la vida de Cristo en el creyente. Únicamente la persona salva por su gracia y llena del Espíritu Santo puede andar como él anduvo.
¿QUÉ PASA AL QUE NO PERMANECE
EN CRISTO?
En Juan 15:6 Cristo también advirtió que el que no permaneciera en él sería echado fuera y quemado en el fuego. Muchas personas indoctas han tropezado con esta enseñanza. Concluyen diciendo que un creyente puede perder su salvación y ser echado para siempre en el infierno o el lago de fuego.
Es más probable que este pasaje sea semejante a lo que Pablo enseña en 1 Corintios 3:12–15, donde trata de ciertas obras del creyente, que al pasar por la prueba de fuego, no persevera en la fe y por lo tanto, sus obras serán quemadas. Aclara Pablo que: “él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:15).
UN NUEVO MANDAMIENTO 2:7–11
En 1 Juan 2:7–8 tenemos una aparente contradicción. El versículo 7 comienza así: “No os escribo mandamiento nuevo”. En cambio, el versículo 8 dice: “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo”. ¿Qué hemos de creer? Era nuevo, ¿o no? Y, ¿cuál era el mandamiento? En realidad el mandamiento es uno, y es el mismo mandamiento antiguo (2:7).
2 Juan 5 aclara que ese mandamiento antiguo es: “que nos amemos unos a otros”. Realmente no es nuevo. Se encuentra en Levítico 19:18 y fue repetido por nuestro Señor Jesucristo en Marcos 12:28–31 en respuesta a la pregunta que le hicieron: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” Cristo agregó algo nuevo a ese mandamiento antiguo en Juan 13, después de lavar los pies de sus apóstoles y anunciar quién era el traidor.
“UN NUEVO MANDAMIENTO OS DOY: QUE OS
AMÉIS UNOS A OTROS; COMO YO OS HE
AMADO” (JUAN 13:34).
La parte nueva del mandamiento es como yo os he amado. Entre los cristianos se ha hecho muy común usar la palabra griega ágape. Es la que se usa para definir el amor de Cristo. El nos amó sin que nosotros le amáramos primero. Lo hizo sin esperar una respuesta recíproca. Amó sin que fuéramos amables o atractivos. Así hemos de amarnos los unos a los otros.
Otro aspecto nuevo del mandamiento se menciona en 1 Juan 2:8.
“LAS TINIEBLAS VAN PASANDO,
Y LA LUZ VERDADERA YA ALUMBRA”.
Cuando Cristo dio el nuevo mandamiento a sus discípulos la noche en que fue aprehendido, todavía no había sufrido en la cruz. Las tinieblas prevalecían por la obra del diablo. Satanás recibió un golpe fatal en la cabeza con la muerte de Cristo y las tinieblas desaparecieron. En aquel entonces, tampoco había venido al mundo el Consolador. Después de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, el Espíritu Santo vino a los discípulos y la luz verdadera empezó a alumbrar en todo el mundo por obra del Espíritu. Ahora los creyentes podemos amar como él nos amó.
Pero no es algo automático. El pecado está presente (1 Juan 1:8) y la lucha interna es real y verdadera (Romanos 7:18–19). Pero podemos triunfar, “porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
El que aborrece a su hermano 2:9 y 11
Cada pasaje dificil tiene su clave. Esta sección no es la excepción. La clave es el uso que se da a la palabra hermano en cada uno de estos dos versículos. El pecado cometido se lleva a cabo por hermanos, y la acción es contra hermanos. El que aborrece a su hermano no se ha apropiado del poder del Espíritu Santo para vencer su propia carne. El resultado es que está todavía en tinieblas, anda en ellas, y no sabe a dónde va (9 y 11).
El odio no debe existir en el corazón de un creyente, pero la realidad de la historia cristiana es que cualquier hermano extraviado puede cometer cualquier pecado. Aunque tiene que sufrir las consecuencias de su pecado, sigue siendo creyente. Uno de los casos más tristes de la Biblia es el relato del pecado del gran rey David con Betsabé.
El monarca dio órdenes que provocaron la muerte de Urías, su rival. David era creyente en Dios, y la Biblia no indica que perdiera su salvación, pero tuvo que pagar un precio enorme por este pecado.
El amor a los hermanos 2:10
En este caso, el amor se manifiesta porque el hermano permanece en la luz. De acuerdo con lo que vimos en el v.6, el que permanece en Cristo es el que guarda sus mandamientos. Además de permanecer en la luz, no hay ningún tropiezo en él. Él esparce claridad sobre el camino de sus hermanos y su ejemplo es bueno.
LA LÓGICA ES EVIDENTE. EL QUE ABORRECE
A SU HERMANO ES UN TROPIEZO PARA LOS
OTROS. ¡QUÉ TRISTE!
¡PENSEMOS!
¿Cómo podemos andar como Cristo anduvo? ¿Cuál es el mandamiento antiguo que Cristo mencionó? Según Juan 13:34, ¿cuál era el aspecto nuevo del mandamiento? ¿Qué otro aspecto del mandamiento es nuevo después de la muerte de Cristo? Lea de nuevo 2:9–11. ¿Cuál es la clave para entender este pasaje? Describa el estado del que aborrece a su hermano. ¿Cuáles son las características del que ama a su hermano?
PALABRAS DE ESTÍMULO PARA TRES GRUPOS 2:12–14
Juan menciona tres grupos y explica la razón por la que escribe a cada uno.
A hijitos
A padres
A jóvenes
Porque vuestros pecados han sido perdonados por su nombre (2:12), y habéis conocido al Padre (2:13c)
Porque conocéis al que es desde el principio (2:13a y 14a)
Porque habéis vencido al maligno (2:13b), sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros (2:14b y c)
Sus palabras en 2:9 y 11 tienen la forma de regaño. Sus lectores podrían creer que estaba descontento con todos. Pero por el estímulo expresado en 2:12–14, es obvio que no era así, sino que les habla como a creyentes que van avanzando en su conocimiento de Dios y demostrando fuerza vencedora.
En la forma de referirse a sus lectores como hijitos, hay una evidente progresión de experiencias. Sus pecados habían sido perdonados por el Señor y habían llegado a conocerle en forma íntima.
Al dirigirse al otro grupo como padres, también hace hincapié en el hecho de que conocen al que es desde el principio. Vuelve a usar un término que indica madurez y una comunión íntima con el Señor.
Al llamar a los jóvenes, los alaba por la fuerza que han logrado y por la cual han vencido al maligno. Además, atribuye esa fuerza a la palabra de Dios que permanece en ellos.
INCOMPATIBILIDAD ENTRE EL MUNDO Y DIOS 2:15–17
La Biblia usa la palabra mundo de diferentes maneras. El mundo fue creado por Dios (Juan 1:10). El amó al mundo (Juan 3:16). En 1 Juan 2:15–17 se habla del mundo como un sistema totalmente opuesto a Dios. El mismo está encabezado por Satanás (1 Juan 5:19), quien lucha en forma sutil para frustrar los propósitos divinos.
La enseñanza bíblica es clara en cuanto a la actitud que los creyentes deben manifestar hacia ese sistema llamado mundo: No han de amar al mundo ni las cosas que están en el mundo (2:15).
Juan usa tres cosas bien conocidas para definir lo que está en el mundo: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria (2:16a). El gran peligro de participar en estas cosas es que no provienen del Padre, sino del mundo (2:16b).
El resultado final es que el mundo con sus deseos pasa, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (2:17).
¡PENSEMOS!
Lea cuidadosamente 2:12–14. ¿Qué dice Juan a cada uno de los tres grupos? Reflexione en Juan 3:16. ¿Le parece que nosotros debemos amar al mundo de la misma manera en que Dios lo amó? En 1 Juan 2:15–17, ¿cuál es el significado de la palabra mundo? ¿Por qué no debemos amar al mundo? ¿Cuáles son las tres cosas que Juan menciona para definir lo que está en el mundo?
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miércoles, 11 de marzo de 2015

¡Cuando no hay obediencia absoluta a Dios, existe el peligro de perderlo todo!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El ocaso del rey David
1 Reyes 1:1–2:9
Nunca es agradable recordar o hablar de las tragedias de nuestra vida. Esto se debe a que a veces son desesperantes, tristes, dolorosas o vergonzosas.
Los libros de 1 y 2 de Reyes no son la excepción, ya que narran la división y ruina de una gran nación, Israel. Estos libros forman parte del Antiguo Testamento y de la Biblia. Por lo tanto, aunque contienen dolorosos recuerdos para el pueblo de Dios, es necesario estudiarlos para aprender cuáles fueron los errores que ellos cometieron y para ayudarnos a evitarlos. Pero si no acatamos el mensaje claro y cristalino de Dios a Salomón: “…si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado…” (1 Reyes 9:4a), no es difícil que caigamos en la misma situación, pues compartimos la misma naturaleza que ellos y continuaremos bajo la sombra del pecado hasta que Cristo venga por su iglesia. Este es el mensaje de estos libros.
Dios desea que su pueblo madure espiritualmente, pero este relato, junto con el de 1 y 2 de Crónicas, nos declaran que sucedió precisamente lo contrario. ¡Cuando no hay obediencia absoluta a Dios, existe el peligro de perderlo todo!
Estos libros nos hablan a nosotros como individuos, familias o naciones y nos recuerdan la terrible tragedia que el pecado acarrea cuando nos olvidamos de nuestro rey y Señor. Aunque no lo creamos, una desgracia, ya sea que ocurra por voluntad divina o por culpa propia, nos da tremendas lecciones que pueden contribuir a solidificar nuestra madurez. Viene a la mente el pasaje: “…tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2–3).
Querido lector, prepárese para recibir consejo y sabiduría de la palabra de Dios y acate con todo su corazón lo que él dice para ponerlo por obra en su diario caminar con Jesús.
TRASFONDO HISTÓRICO
Para aprovechar mejor este estudio, es necesario conocer el trasfondo histórico del pueblo de Dios. Para ello, lo dividimos en cuatro períodos bien definidos:
ENTRENAMIENTO
ENTRADA
ESPLENDOR
ESCLAVITUD
La etapa de entrenamiento se extiende desde el llamamiento de Abraham hasta la entrada a Canaán y duró 660 años. El relato se encuentra en el Pentateuco.
El segundo período se extiende desde la entrada a Canaán bajo las órdenes del caudillo Josué hasta la coronación de Saúl como primer rey de Israel y duró 360 años. El relato está en Josué, Jueces y Rut.
El período del esplendor se extendió desde Saúl hasta la cautividad Babilónica y duró 460 años. El relato está en los 6 libros de Samuel, Reyes y Crónicas.
El período de la esclavitud se extendió desde el regreso después de la cautividad en Babilonia hasta fines del Antiguo Testamento y duró 160 años. El relato se encuentra en Esdras, Nehemías y Ester.
Composición y autor
El período que veremos en 1 y 2 de Reyes empezó en el año 970 a.C., y terminó en el 586 a.C., aproximadamente 384 años. Se notará que en medio del relato existe una “luz” que se ve al final del túnel: Entre más pecados cometía Israel, más resaltaban y brillaban los profetas que Dios puso para concientizar y restaurar a su pueblo. En este caso, veremos la prominencia que tuvieron Elías y Eliseo.
Todos estamos de acuerdo en que el título de Reyes es muy adecuado, ya que en la Septuaginta se consideraban un solo libro al que se llamaba “Los Reinos”, porque cubren la “carrera” de los reyes de Israel desde David hasta el último, Sedequías. Dada su continuidad, tenemos que admitir que los libros fueron escritos por un solo autor. Posiblemente por el profeta Jeremías en el año 562 a.C., aunque la mayoría de los eruditos prefieren el punto de vista de que lo hizo un desconocido que se encontraba cautivo en Babilonia.
INTRODUCCIÓN GENERAL
Contenido
David trató de conformar al pueblo escogido a la voluntad divina, pero debido a que no lo logró, la nación tuvo que pagar las terribles consecuencias de la desobediencia. Fue una nación que pasó de la riqueza y prosperidad a la pobreza y esclavitud, simplemente porque rechazó a Dios como rey. Más bien, pidió al profeta Samuel que intercediera para que Dios les permitiera elegir reyes que los gobernaran, porque deseaban imitar a los sistemas terrenales y no ser diferentes. Estos libros se caracterizan por el número 2.
DOS DIRECCIONES
DOS REINOS
DOS CLASES DE PROFETAS
Dos direcciones. La intención de Dios era crear y mantener un teocracia donde él dirigiera como rey eterno y no una monarquía dirigida por hombres.
Dos tipos de reino. En el estudio será muy visible el reino terrenal, pero al final veremos el control absoluto de Dios al poner y quitar a cada uno de los reyes y al enjuiciar y castigar el pecado.
Dos profetas. Veremos las dos clases de profetas tal como hoy en día existen dos clases de predicadores. Los profetas verdaderos eran hombres que Dios levantó para dirigir, corregir y enderezar los caminos de su pueblo amado. Los profetas falsos eran hombres mentirosos que decían serlo y tener el mensaje de Dios. Ellos sólo predicaban lo que los reyes querían oír y no hablaban contra el pecado. Por el contrario, clamaban: “paz, paz”.
Propósito
Sencillamente expresado, el propósito primordial de estos libros es revelar el control de Dios en los asuntos de la historia hebrea a pesar de las intenciones desenfrenadas y perversas de cada rey. La frase clave es: “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (14:22) y explica la tragedia que acarrea el pecado cuando quitamos a Cristo del trono de nuestro corazón.
FRASE CLAVE:
¡HIZO LO MALO ANTE LOS OJOS DE JEHOVÁ!
BOSQUEJO BREVE
El enfoque del autor es biográfico-histórico; narra la vida de varios personajes principales en detalle y a la vez sigue el linaje de los reyes de Israel:
BOSQUEJO
1. EL REINO EN PELIGRO
1:1–2:11
2. EL REINO RESTAURADO
2:12–46
3. EL REINO DE ORO
3:1–10:29
4. EL REINO EN CRISIS
11:1–43
5. EL REINO DIVIDIDO
12:12 Reyes 16:20
6. EL REINO ESCLAVIZADO
2 Reyes 17:1–25:30
DAVID: CRÓNICA FINAL 1:1–2:11
Vivimos en tiempos espiritualmente similares a los de los reyes, donde los líderes poderosos miden el éxito de sus actividades con base en la sabiduría humana, en las riquezas acumuladas y en el poder de su nación. Sin embargo, siempre ha existido una minoría que claramente puede ver el error de sus líderes porque tiene una perspectiva bíblica y espiritual. Entienden que es Dios quien sostiene a las naciones y el pecado el que las destruye. La gloria de una nación sólo se alcanza con la obediencia total a Dios.
Vejez del rey 1:1
Hace ya más de 3,000 años, antes que los imperios romano y babilónico existieran, vivió un hombre humilde llamado David. Desde su juventud, en las horas que pasaba en vela en el campo cuidando de las ovejas de su padre, comprendió con la misma claridad que observaba las noches estrelladas, que la existencia, el propósito, la prosperidad y el éxito de todo ser humano sólo vienen de Dios. Después de haber luchado denodadamente y alcanzado el trono de Israel, ahora se encontraba “avanzado en días”. El anciano monarca se confrontó a su última prueba expectante, sabiendo que sólo la mano de Dios podía salvar su dinastía.
Su debilidad 1:2–4
Vencido ya por el peso de sus casi 70 años (2 Samuel 5:4–5), agobiado por su debilidad física (tanto así que le ofrecieron el calor y cuidados de una joven virgen porque padecía de escalofríos), nunca dejó de buscar a Dios antes de tomar decisiones. Este pasaje expresa un detalle muy significativo: el viejo rey ya no tenía el vigor físico y mental necesarios para reinar y la impotencia sexual con la bella virgen era uno de los síntomas de esa debilidad.
Además, tenía muchos enemigos que deseaban destronarlo. En este caso, fue su hijo mayor, Adonías, quien trató de apoderarse del trono de su “débil” padre.
¡PENSEMOS!
Analizando la situación de David y Adonías, entendemos que aunque David era débil física y mentalmente y Adonías era joven y fuerte, es un hecho que no siempre la superioridad física o externa garantiza el éxito. El secreto de David era su dependencia de Dios, no de sí mismo. ¿En qué lugar está usted? ¿En el de David? ¿Se siente totalmente dependiente de su Creador? ¿O en el de Adonías, creyendo que tiene la facilidad de usar de la fuerza o privilegios que Dios le ha encomendado? Recuerde que el Señor también obra a través de nuestras debilidades. Lea y medite en Romanos 8:26–27; y en 2 Corintios 11:30 y 12:9–10.
UNA REVOLUCIÓN INTERNA 1:5–53
Rebelión de Adonías 1:5–10
El pasaje claramente nos dice que Adonías “se rebeló”. Esto implica que sabía que no le correspondía decidir quién sucedería a su padre al frente del reino, aunque él fuera el mayor. Lleno de avaricia, egoísmo y orgullo porque era de “buen parecer”, aprovechó la debilidad de su padre para autonombrarse rey de Israel. Su mala intención se pone de manifiesto en que hizo una fiesta para celebrar su amotinamiento, pero sin invitar a aquéllos a quienes sabía que no lo apoyarían. El hecho de no invitarlos tenía serias implicaciones, ya que en aquellos días el invitado a una celebración de un príncipe recibía la protección del mismo. Esta era una tradición oriental que señalaba la intención de asesinar a Betsabé y a Salomón tan pronto se apoderara del trono.
LOS PECADOS SECRETOS SALEN A LA LUZ
La intervención de Natán y Betsabé 1:11–27
Fue el profeta Natán quien entró en acción, proponiendo un plan cuidadoso y delicado. Estos pasajes son un excelente ejemplo del control que Dios tiene sobre la historia humana. El relato no dice si el Señor habló al profeta personalmente o si el profeta se dio cuenta por sí mismo de que necesitaba actuar. El plan de Natán incluía a Betsabé la madre de Salomón, porque sólo ella podía acercarse al rey y porque claramente él la favorecía sobre todas sus esposas. Hay un pasaje en 2 Samuel 12:24–25 que da la idea de que Salomón gozaba del favor de Dios por sobre los otros hijos de David.
La acción decisiva de David 1:28–31
David, movido por la intervención de Betsabé y Natán y porque la ceremonia de coronación de Adonías estaba en proceso, entró en acción. Aunque débil físicamente, el rey mostró que tenía fuerza mental y voluntad. Por su parte, Adonías, que era fuerte, mostró falta de sabiduría al cometer el grave error de presuponer la decisión de su padre sin primero consultar la autoridad máxima del reino. Esta acción canceló todos sus privilegios.
Todos los días tomamos decisiones; muchas veces nos encontramos en la encrucijada de tomar alguna decisión seria que puede afectar todo nuestró futuro. A veces confiamos más en nuestra inteligencia en vez de consultar primero a Dios y las Escrituras, arriesgando así nuestro futuro.
DEJE QUE DIOS SEA SU CONSEJERO
La claridad de pensamiento y sabiduría de David se mostraron en su determinación de cumplir una promesa previa que había hecho a Betsabé.
“Viva mi señor el rey David para siempre” fue la exclamación de Betsabé (no necesariamente deseando su salud eterna porque ella sabía que estaba muy débil y enfermo), sino que la fuerza política de la dinastía davídica continuara para siempre.
En la vida y cultura de cualquier persona existen varios “patrones” de pensamiento que son los que la motivan a tomar decisiones. El cristiano que conoce bien la palabra de Dios, tiene la libertad y el privilegio de usarla para tomar sus decisiones.
¿CUÁL ES EL PATRÓN DE SUS
PENSAMIENTOS?
¡PENSEMOS!
¿Se acuerda de algunas decisiones importantes que ha tomado? ¿Quién o qué fue el patrón que las motivó? ¿Fue la palabra de Dios o su propia astucia? Analice las tres decisiones más importantes y recuerde cuál fue la razón de ellas y los resultados que tuvo. ¿Recibió bendición en ellas o no? En nuestras iglesias hay un gran porcentaje de jóvenes que optan por elegir su “carrera” pensando que no han sido llamados a algún ministerio. ¿Piensa usted que la vocación de una carrera NO es un ministerio, o que Dios no puede usarlo en la profesión que ha elegido? ¿No ha pensado en entregar todo su futuro a Dios? ¿O será que él no se mete en esa área? Medite en los siguientes pasajes: Mateo 3:12; Lucas 14:11 y 18:14, y ¡abra su corazón a la voluntad de Dios!
La solución de David 1:32–40
Notamos que David tenía una relación especial con Dios al ver la destreza que mostró al dar instrucciones a tres personas claves de su reino: El levita principal, el general de su armada y al único profeta de su día que quedaba (vv. 32–37). Les instruyó para que pusieran a Salomón sobre la cabalgadura real para que todos lo vieran. El rey garantizó el éxito en la proclamación de Salomón como rey con la presencia del levita Sadoc como líder religioso, el general Benaía como jefe militar y al profeta Natán como representante de Dios.
¡EL PERDÓN ES MÁS NOBLE QUE LA
VENGANZA!
Humillación de Adonías 1:41–53
Aunque Adonías tramó el atentado en secreto, fue descubierto en público ante toda la nación. De esta forma, su humillación fue completa y se vio obligado a aferrarse a los cuernos del altar del templo para pedir misericordia por su vida. El nuevo rey Salomón tenía el poder de destruir a sus adversarios, algo que Adonías hubiera hecho si hubiera llegado al poder. Pero Salomón mostró su poder y control al perdonarlo. A veces el perdón requiere más fuerza que la venganza misma.
LOS CONSEJOS DE UN REY SALIENTE 2:1–9
El consejo espiritual 2:1–4
David tuvo consejeros sabios durante su reinado; y se preocupó de que Salomón también entendiera claramente el secreto de su éxito. ¡Qué mejor consejero que el padre de uno mismo! (v.4) “Para que prosperes…” decía David, “esfuérzate y sé hombre…” Todo esto implicaba la necesidad urgente de asegurar que las leyes de Dios fueran el centro del nuevo gobierno de Salomón, ya que era la única forma de garantizar el éxito y permanencia de su dinastía. ¡Dios no se hace del rogar! Salomón entendió con toda claridad que la única garantía que tenía de conservar el trono y de mantener un reino de paz y prosperidad dependía de la obediencia a Dios. Afortunadamente, Salomón recibió suficiente instrucción y guianza espiritual de su padre y tuvo interés en aplicar sus mandatos al inicio de su reino.
¡DIOS NO SE HACE DEL ROGAR!
El consejo político 2:5–9
David puso sobre su hijo una carga bastante difícil pero necesaria para defender su reino terrenal en contra de los enemigos que ya existían. En los vv. 5–6 hace mención de Joab, comandante de las fuerzas armadas de Israel que en muchas ocasiones había servido bien a David, pero que había asesinado a dos generales del ejército de Israel (2 Samuel 3:22–27; 20:4–10). También había matado a su hijo Absalón y había estado involucrado en la revolución de Adonías.
Asimismo mencionó a Simei, el que maldijo a David, (v.8). Ahora ellos debían recibir castigo por lo que habían hecho. Ellos representaban a los hombres violentos que no tenían escrúpulos con tal de alcanzar sus propias metas. David aclaró que la sangre de los inocentes clamaba justicia. El derramamiento de sangre debía ser neutralizado por el nuevo rey para que los juicios de aquellos pecados no cayeran sobre el pueblo de Israel. Salomón necesitaba sabiduría para saber lo que debía hacer para ajusticiarlos.
El consejo de justicia 2:7
David también mostró un corazón compasivo al pedir protección para los hijos de Barzilai que lo habían ayudado cuando huía de su hijo Absalón (2 Samuel 16:5–14). En fin, David pidió a su hijo que fuera un rey justo y equitativo, insistiendo en que era necesario obedecer las leyes de Dios para que sobreviviera su dinastía y el reino mismo. Con razón Salomón pidió sabiduría a Dios; esto lo veremos en los siguientes capítulos.
¡RAZONEMOS!
A través de este estudio usted podrá notar con qué regularidad y agresividad pecaba el pueblo de Dios. Lo asombroso es que a pesar de la capacidad que tenemos para hacer el mal y arruinar la belleza y simplicidad de la vida, Dios nunca pierde el control de las cosas.
¿Qué de su vida espiritual? Medite en sus luchas y tentaciones diarias, y pregúntese: ¿Vale la pena pagar tan alto precio por tan poco placer? ¿Está dispuesto a poner su vida, familia, ministerio, o negocio en peligro? Dios es aún más grande y soberano que todas las maldades juntas y dirige la historia. Aunque a veces pensemos que hemos arruinado algún área de nuestra vida, el Señor está presente para perdonarla y restaurarla. Le reto para que ponga todo lo que hace en manos de Dios. Ore también por su nación.

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