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miércoles, 6 de mayo de 2015

Teatro para el Día de La Madre: Libretos para el Día de La madre ... Un Tesoro incomparable

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El rey busca un tesoro

15 Minutos y 9 Personajes. Un rey va en busca de un tesoro. En su camino pregunta a diversos personajes y un niño le muestra cuál es el mejor tesoro: su madre.


EL REY BUSCA UN TESORO


PERSONAJES

FEISEL
SÉQUITO DEL REY
ABDUL
SARA
RAMA
ABDIEL
DAHANA
ALOHA
NARRADOR


NARRADOR. Hoy nos trasladaremos por unos minutos al reinado de Feisel, en un país oriental muy distante. ¿Qué sucede en el palacio? Todo es excitación y se oyen comentarios por todas partes. El Rey está vestido con su traje de gala y sale con su corte de honor. Está buscando algo, parece muy preocupado y toda la corte está en acción. ¿Qué buscará el rey con tanto empeño? Veamos lo que está sucediendo en ese reinado imaginario.


ESCENA 1

(Aparece el rey hablando con los hombres que componen su séquito.)

REY. Os ruego que me ayudéis a encontrar el tesoro que vi anoche en un sueño. Una voz me dijo que es el tesoro más valioso que jamás se haya visto en esta tierra. Yo quiero encontrarlo, por eso os he llamado. Saldremos en busca de él y no regresaremos al palacio hasta que lo tenga en mis manos. Salgamos presto. (el séquito se inclina ante el rey en señal de aprobación y salen juntos con el rey.)

ALOHA. (Hablando sola.) El Señor tenga piedad de mi hijo y prospere su camino. Tal vez no encuentre nunca lo que busca. Es muy difícil… (con gran preocupación.) Le oí decir que no regresaría hasta tener en sus manos el tesoro que vio en su sueño… ¡Oh, qué terrible sería si no lo encontrara! Tal vez nunca más lo volvería a ver. ¡No, no puede ser! Tal vez despierte a la realidad y se dé cuenta de que los sueños no son más que suelos… Ten piedad de mi hijo, Señor, te lo ruego. (Se retira.)

ESCENA II

(Aparece el rey con su séquito de nuevo, anda en busca del tesoro y está hablando con un señor de alto rango.)

ABDUL. Su majestad, os ruego que se me diga en qué puedo serviros, vuestro siervo se sentirá complacido de ser vuestro esclavo.

REY. Tan sólo una merced reclamo de tu mano, noble Abdul.

ABDUL. Soy todo vuestro. Decime vuestro encargo y trataré de complacer a mi señor el rey.

REY. Anoche tuve un sueño. Me ofrecieron un gran tesoro de inapreciable valor. He salido a buscarlo por campos y ciudades, pero nadie me sabe dar razón de él, y no regresaré al palacio hasta que lo haya encontrado.

ABDUL. Difícil empresa la de mi señor el rey. No es fácil hallar un tesoro donde abunda la pobreza. Si en realidad existiera alguno, habrían tantos ojos sobre él que jamás mi señor el rey lo vería.

REY. ¿Tratas de desanimarme, Abdul? Veo que eres un hombre pesimista. Pero yo no dejaré de buscar ese tesoro, seguiremos adelante.

ABDUL. Que el éxito corone vuestra empresa, su majestad. Vuestro siervo se retira, tengo otras cosas que debo atender. (Se va.)

REY. Aquí estaremos algún tiempo hasta que preguntemos a los que transitan por este lugar. Tal vez tengamos suerte.

SÉQUITO. Mande y ordene, vuestra majestad. Cumpliremos vuestras órdenes. (Una mujer que va pasando se detiene al ver al rey. Con respeto se inclina y lo saluda.)

SARA. Salve, su majestad. Bendita la tierra que besa vuestros pies.

REY. Bendito seré cuando encuentre lo que con tanto afán busco por campos y ciudades.

SARA. Si está en las manos de vuestra humilde sierva el dar reposo a mi señor el rey de vuestra fatiga, me llamaré dichosa.

REY. Busco un tesoro de gran precio que anoche me fue mostrado en sueño y no lo encuentro. No volveré al palacio hasta que mi deseo sea cumplido.

SARA. ¡Miserable de mí! Jamás los ojos de vuestra sierva han visto siquiera una piedra de las que usan las doncellas en el palacio del rey.

REY. Vete en paz, hija mía, tal vez un día tengas en tu mano una joya de valor.

SARA. El cielo escuche vuestra voz. Vaya con Dios mi señor el rey. (Sigue su camino.)

(Pasa un campesino y saluda también al rey.)

RAMA. ¡Salve, mi señor el rey!

REY. Dios bendiga tus faenas, labrador.

RAMA. Para serviros, su majestad, vivo en vuestro reinado.

REY. Tan solo un favor demando de tu mano, labrador.

RAMA. (Se inclina.) Ordene, su majestad.

REY. Busco un tesoro, el más preciado que ojos humanos hayan visto. Anoche lo vi en un sueño, pero nadie me da razón de haberlo visto… de haberlo encontrado. Tal vez tú, labrando la tierra has descubierto lo que otros no han podido encontrar.

RAMA. El cielo corone de favores y de tesoros a mi señor el rey. Este humilde labrador no ha visto otra cosa en toda su vida que el rico tesoro que Dios da a todos en la espiga del trigo, en la mies ya madura que sacia el hambre de un pueblo, que alimenta al humilde labriego y que corona la mesa del rey.

REY. Dios bendiga tus manos, labrador.

RAMA. Vaya con Dios el rey. (Se retira y sigue su camino.)

NARRADOR. Durante varios días el rey ha buscado el tesoro y a todos, ricos y pobres, grandes y pequeños, mujeres y hombres, ha preguntado si lo han visto, pero parece que su sueño jamás se convertirá en realidad. El séquito que lo acompaña se ve cansado y algunos piensan que el rey está perdiendo la razón. Pero éste no se cansa de preguntar y está decidido a no regresar al palacio hasta que haya encontrado el tesoro de su sueño.

REY. Si alguno de los que forman este séquito está cansado y quiere volverse, pensando que mi labor es un fracaso, puede retirar. Yo no regresaré hasta que haya logrado mi objetivo.

SÉQUITO. ¡Viva el rey! No nos apartaremos de su majestad.

(Viene un muchacho cantando alegremente, con sus libros de la escuela.)

ABDIEL. ¡Que tenga muy buenos días, su majestad el rey!

REY. Así lo pases tú, hijo mío. ¿A dónde vas tan alegre?

ABDIEL. A la escuela, su majestad, pero si en algo puedo seros útil, estoy listo a serviros.

REY. Lo que busco es difícil para ti, hijo mío. Mujeres y hombres que han pasado por este lugar no han podido darme lo que por días he tratado de encontrar.

ABDIEL. A veces un muchacho puede lograr lo que hombre y mujeres no son capaces de alcanzar. Si vuestra majestad me favorece al decirme lo que busca, tal vez puedo ayudaros a encontrarlo.

REY. Busco un tesoro, un tesoro de gran valor. Lo vi en un sueño, pero nadie ha podido darme razón acerca de él.

ABDIEL. Para deciros dónde está el tesoro que con empeño buscáis, tenéis que hacerme una promesa.

REY. Si estás seguro de que puedes decirme dónde está, dime cuál es tu petición y te será concedida.

ABDIEL. Estoy más que seguro, su majestad. Pero quiero pediros que nunca me separéis de él. Es todo lo que poseo en esta vida.

REY. Tu petición te será concedida. Anda, ve rápido y trae ese tesoro. Tengo mucha prisa.

ABDIEL. En unos minutos regresaré, su majestad. (Sale de prisa.)

REY. Ojalá que este plebeyo no se aparezca con una sucia moneda, pensando que tiene un gran tesoro…

SÉQUITO. Tenga fe, su majestad el rey. Tal vez pueda ver su sueño convertido en realidad.

REY. El cielo me depare su ventura.

SÉQUITO. Salud para su majestad el rey.

REY. Salud para mi reino, mi corte, mis súbditos y mis vasallos.

SÉQUITO. Allá viene el muchacho, su majestad, pero no viene sólo.

REY. Mi curiosidad es grande…

ABDIEL. (Llega sonriente, lo acompaña Dahana, los dos se inclinan y saludan al rey.) Su majestad, aquí traigo el tesoro de vuestro sueño. No hay en el mundo tesoro de mayor valor. Ni piedras preciosas, ni oro, ni plata, ni las más relucientes perlas del mar pueden igualarse al tesoro que hoy os presento. Este tesoro es mi madre. Cuando estoy enfermo es mi enfermera que me ciudad y me cura. Cuando estoy triste me consuela, si estoy alegre ríe y se goza junto a mí, si me va mal en mis estudios es mi maestra que me ayuda a comprender las lecciones difíciles. Ella, su majestad, es todo para mí. ¿Puede haber un tesoro mayor en el mundo?

REY. Por cierto que no. Hijo mío, eres más sabio que todos los sabios de mi reino. Quien tiene una madre tiene todos los tesoros del mundo. Yo también tengo un tesoro, lo tenía cerca de mí salí a buscarlo lejos. Tal vez en esta hora esté triste pensando en su hijo ausente y rogando al cielo por su salud. Iré a su lado sin más demora. Gracias por haberme enseñado esta preciosa lección.

ABDIEL. Vaya en paz, su majestad el rey. El cielo bendiga a vuestra querida madre y a todas las madres del mundo… ¡Y bendiga a mi madre también!

REY. ¡Vivan todas las madres del mundo! Con razón el sabio Salomón dijo: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. (Prov. 31:10)

DAHANA. Gracias por desearnos la bendición de Dios. Yo pido al cielo que bendiga a nuestros hijos que son el tesoro que Dios nos ha dado. Que vaya en paz, su majestad el rey.

REY. Al cielo encomiendo mi reino y a todas las madres buenas del mundo. (Se retiran todos.)

CONCLUSIÓN. En la Santa Biblia podemos encontrar muchas historias de mujeres que supieron ser madres y que son una inspiración para todos, pero tenemos el ejemplo de una madre que fue la madre por excelencia, porque albergó en su seno al hijo de Dios. Su historia quedó registrada en las páginas sagradas para ayudarnos a comprender que la obra de una madre piadosa es la más importante en esta tierra. Cristo es el ejemplo del hijo perfecto, que siendo hombre no cometió pecado. Su vida debe ser un estímulo para cada hijo de Dios que trata de alcanzar la perfección por los méritos divinos de Aquel que dio su vida para darnos la redención. Que Dios bendiga a cada madre presente y con ellas a sus hijos, para que todos podamos alcanzar la perfección en Cristo Jesús. Recordemos que todo aquel que tiene una madre tiene un tesoro y que debemos honrar y respetar a nuestras madres en el temor de Dios.
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Libretos por el Dia de la Madre: Buscamos una Reina ... Escuela dominical

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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15 Minutos y 11 Personajes. Tributo a la labor de las madres.
BUSCANDO UNA REINA

NARRADOR
PRIMER PAJE
SEGUNDO PAJE
REINA
ARTE
MÚSICA
CORTESÍA
MODESTIA
SABIDURÍA
CANTO
MADRE

NARRADOR. En el trono regio de lejanas tierras hay una reina pensativa y triste. ¿Qué le sucede a su majestad? Siempre ha sido alegre, su bello rostro ha expresado la simpatía hacia sus súbditos. Algo repentino ha cambiado las cosas. Esto lo han notado sus allegados y en más de una ocasión han comentado preocupados... “¿Qué le pasará? Esto es extraño.” ¿Pudiéramos acaso nosotras aliviar en algo su pena? ¿Qué hacer?

PRIMER PAJE. Su majestad perdone si mis palabras no son oportunas pero estamos muy preocupados. Notamos algo que no es normal en usted: su simpatía y su alegre rostro se han transformado en tristes y pensativos. Por favor majestad, queremos ayudarla.

SEGUNDO PAJE. Sí majestad. ¿Qué le sucede? Si lo cree prudente díganos, por favor, confíe en nosotras que si es alguien que quiere hacerle daño nos opondremos y haremos lo que sea necesario para que esto no suceda. ¿No hemos sido siempre leales a su Majestad?

REINA. Me alegra que ustedes se interesen por mí, la verdad es que algo turba mi mente y me preocupa y quizás ustedes puedan ayudarme a solucionar el problema. Lo que me agobia es que no me encuentro en condiciones de continuar en el reino: las grandes preocupaciones han afectado un poco mi salud y necesito descanso… Pero lo que me preocupa y me tiene turbada es quién será capaz de hacerle frente a este reino con suficiente capacidad y experiencia para que pueda dirigirlo como es debido. Lo he pensado mucho y la tarea no es nada fácil, quisiera que ustedes me ayudaran a pensar quien podrá ser.

NARRADOR. Todos quedaron sorprendidos. ¿Una sustitución en el reino? ¿Quién sería capaz de hacer este trabajo? Nuestra reina ha sido excelente pero su salud está quebrantada, ¿dónde nos dirigiremos?

PRIMER PAJE. Majestad quizás una princesa de un reino amigo pueda ocupar su puesto.

REINA. Creo que su pensamiento no es el correcto.

SEGUNDO PAJE. Escuche majestad esto que se me ha ocurrido, tal vez pueda ser la solución.

REINA. Di por favor, estoy ansiosa de encontrar la solución a este problema.

SEGUNDO PAJE. Sería bueno reunir a las más destacadas virtudes que en nuestro reino poseemos. Las traeremos ante usted y de ella elegirá la que va a reemplazarla.

REINA. Creo que tu idea es magnífica. Sin más demora reúnan a todos y tráiganla a mi presencia para ver si podemos conseguir la que nos hace falta.

PRIMERO y SEGUNDO PAJE. Listas, majestad, cumpliremos sus deseos.

NARRADOR. Los pajes se retiran apresurados en busca de una buena representación, harán un esfuerzo por buscar a alguien digno de esa responsabilidad. Con afán se dieron al trabajo arduo y duro de conseguir lo mejor para el reino que tanto amaban.

PRIMER PAJE. Majestad creo que hemos hecho la mejor recopilación de virtudes que existen en el reino. Inmediatamente las traeremos ante usted.

REINA. Magnífico, háganlas pasar.

SEGUNDO PAJE. (Trae el arte.) Creo que aquí está una buena representación que puede ser digna de su reino.

ARTE. Yo soy el arte, virtud maravillosa que nos permite hacer todas las cosas con gusto y expresión, abarca todas las esferas de la actividad, el progreso de la cultura. Soy un genio creador de lo bello. Sin mí el mundo sería un desierto árido, sin vida ni expresión. Puedo ayudar en el progreso de la humanidad.

REINA. Veo en ti una bella cualidad. Siéntate a mi lado.

PRIMER PAJE. He buscado por todos los lugares de su reino y creo que he encontrado la heredera del trono. Le presento a la música.

MÚSICA. Vengo ante usted representado a la música que es la combinación de melodía y armonía. Soy capaz de extasiar y dirigir la mente a cosas elevadas y produzco deleites a quienes me escuchan, conmuevo la sensibilidad ya sea para alegría o tristeza. Entre mis mejores y conocidos intérpretes tenemos a Bach, Handel, Meldelson y muchos más. ¿No piensan que la música es un don elevado y sublime?

REINA. Es cierto que la música es una de las virtudes más bellas y como creo que eres necesaria quédate con nosotras.

SEGUNDO PAJE. Traigo una bella cualidad ante usted

REINA. Dime ¿a quién representas?

CORTESÍA. Soy la cortesía. Demuestro a todos la atención, respeto y afecto; en mí encierro la afabilidad, la gentileza y el trato correcto y sincero que necesitan mis semejantes; soy digna de ser llevada por todos los hombres.

REINA. Eres base y fundamento de nuestro reino, te invitamos a que permanezcas en nuestro medio.

PRIMER PAJE. Creo que he encontrado lo que hacía falta, he traído la modestia.

MODESTIA. Soy la virtud que modera, templa y regla las acciones externas conteniendo al hombre en los límites de su estado. Soy la honestidad y el recato en las acciones o palabras.

REINA: Creo que hasta ahora todos son dignos de mi reino: te concedemos un lugar con nosotras.

SEGUNDO PAJE. He venido desde muy lejos para traerte esta virtud que seguro ha de ser de su agrado: es la Sabiduría.

SABIDURÍA. Soy el conocimiento profundo en artes y letras, represento la sabiduría, la conducta prudente en la vida y en los negocios, ¿quién puede hacer algo correcto sin sabiduría?

REINA. Quédate con nosotros, serás muy importante.

PRIMER PAJE. Hemos tratado de buscar las mejores virtudes y esta es un derivado de la música y creo que le será muy útil: le traigo el Canto.

CANTO. Represento al Canto que es el arte de combinar los sonidos de la voz a los instrumentos. Yo poseo la virtud de traer paz y calma al alma que se encuentra desalentada y elevo el pensamiento hacia lo bello. Hasta los pajarillos nos deleitan con su suave trino.

REINA. Te considero útil; precisamente en estos días he estado muy preocupada y necesito de tu virtud para poder calmar mis angustias.

SEGUNDO PAJE. Iremos en busca de la que falta y estoy segura de que suplirá sus exigencias, y si es así creo que tendremos que reunirnos de nuevo. Nos hemos esforzado por buscar lo mejor.

(Salen las dos. Regresan los pajes mientras se toca una marcha. En ese momento entra la Madre con un niño en brazos y todos se ponen de pié.)

PRIMER PAJE. A usted le presento: La reina del hogar, La madre.

MADRE. Soy la madre, represento el amor más grande que existe en el mundo. El nombre que llevo significa dolores, sacrificios, desvelos, trabajos incansables, paciencia y perseverancia. Mi labor solo termina cuando muero. Llevo sobre mis hombros un gran deber y la más alta responsabilidad que existe.

REINA. Aquí ha concluido mi labor, no creo que otra persona sea capaz de dirigir como aquella que ha pasado por tantas pruebas y sacrificios y ha sabido mantenerse en el noble deber de educar a sus hijos. Tú eres la que mereces el trono. Siéntate aquí, éste es el lugar que te pertenece.

(Se sienta la madre en el trono y la reina le pone su corona.)

REINA. Ahora quiero que ustedes que serán las que ayudarán a triunfar les brinden sus dones desde este momento. ¿No querrás tú virtud del canto dedicar a la nueva reina, la madre, tus interpretaciones?

MUSICA. Para quien todo lo merece, claro que estoy dispuesta. (Canta un canto.)

REINA. Estoy segura de que el arte estará dispuesta a ofrecer su virtud lírica a la Madre.

ARTE. Con mucho gusto. (Recita una poesía.)

MADRE. Muchas gracias a todas por esta demostración de aprecio y por haberme elegido como reina. Pesa sobre mis hombros de madre y de todas las madres el más tierno cuidado por nuestros hijos, guiando sus vidas paso a paso a fin de dirigirlos por el amino correcto para que sean de utilidad y una bendición para los que le rodean. Un día tendremos que presentarnos ante el Rey de Reyes y decirle qué hemos hecho con nuestros hijos. Ojalá podamos responder: “He aquí yo y los hijos que me diste, y que podamos recibir de sus manos el más alto obsequio; la corona incorruptible de gloria”.



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Los obsequios para mamá se confunden como manifestación de amor: Para el Día de la Madre

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Amor y obsequios

10 Minutos y 6 Personajes. La madre de la familia Rabito piensa que sus hijos se han olvidado del día de la madre... El mejor regalo que podemos dar a nuestras madres no es el que podemos comprar en un negocio, sino el que le entregamos desde lo más profundo de nuestro corazón.


AMOR Y OBSEQUIOS




Introducción:
Una vez más ha llegado el día de la madre. Una vez más los negociantes esperan ver vacíos los escaparates de sus locales como consecuencia de las buenas ventas realizadas. Una vez más la publicidad nos hace creer que para ser buenos hijos tenemos que comprarle a nuestra madre el más caro electrodoméstico, o el más costoso objeto. No creemos que esté mal demostrar así nuestro cariño, pero sí que no debemos dejar de demostrar cuánto amamos a nuestra madre mediante otras cosas, que nacen de un corazón amante y agradecido.


PERSONAJES

DON PEDRO - el relator.
DON FRANCISCO RABITO - el padre
DOÑA EMILIA RABITO - la madre
ANTEOJOS - hijo
SALTARÍN - hijo
OREJAS – hijo


ESCENOGRAFÍA. Las escenas se desarrollan en una habitación decorada con muebles adaptados para el uso de los niños. Como telón de fondo se puede colocar un teatro de títeres, que a la vez provee de una ventana que se va a utilizar durante el transcurso de la obra. En caso de carecer de muebles pequeños, se pueden utilizar cubos o prismas hechos con madera de cajón y pintados de colores adecuados.


VESTUARIO. Para caracterizar a los niños se pueden usar gorros fabricados en cartulina blanca y decorados con algodón, guantes del mismo color y una cola de algodón con base de cartulina. Se puede completar con unas calzas o pantalones en colores adecuados. Además, si es factible, cada uno de los conejitos llevará algún detalle relacionado con su nombre. Por ejemplo, Anteojos podrá usar un par de anteojos grandes.


ACTO 1

(Aparece don Pedro caminando con paso apurado por uno de los costados del escenario. Mira su reloj con impaciencia, se detiene ante el público y luego de aclarase la voz, comienza a hablar.)

DON PEDRO ¡Buenos días!, o ¡buenas tardes! En realidad ya ni sé lo que digo. Yo soy don Pedro. Disculpen por la demora. Estuve entreteniendo a unos niños y me había olvidado de ustedes. Hoy vamos a ver la historia de la familia Rabito. Esta es la casa de los conejos del cuento que disfrutaremos juntos. Hoy es el día de la madre. Los tres hijos se han levantado temprano y ya van a venir a desayunar. Pero, mejor me escondo porque allí llegan los personajes.

(Sale por el mismo lado por el que entró. En ese momento, por el costado opuesto aparece doña Emilia trayendo una bandeja con el desayuno. La coloca sobre la mesa, distribuye las tazas y luego con voz fuerte y clara llama a sus hijos.)

DOÑA EMILIA. ¡Orejas! ¡Anteojos! ¡Saltarín! ¡El desayuno está servido! ¡Vengan pronto que se va a enfriar!

(Los tres conejitos entran corriendo por la misma puerta que la madre y le dan un beso.)

TODOS. ¡Buenos días, mamá!

DOÑA EMILIA. ¡Buenos días, hijos!

(Se ubican en las sillas correspondientes y mamá coneja comienza a servir el café con leche en las tacitas.)

DOÑA EMILIA. ¿Cómo han dormido, mis niños?

ANTEOJOS. ¡Muy bien, mamá! Yo tenía tanto sueño que casi no podía abrir los ojos.

OREJAS. Yo tuve un sueño muy lindo. ¿Quieres que te lo cuente?

SALTARÍN. ¡Ah... no! Yo tengo mucho apetito y sería mejor que diéramos gracias a Dios por los alimentos y luego tomáramos el desayuno, ¿no les parece?

OREJAS. Entonces yo voy a orar. "Señor Jesús: te damos gracias por este día y por estos alimentos, amén".

(La mamá se retira y los conejitos comienzan a tomar el desayuno mientras entablan una conversación interesante.)

ANTEOJOS. Yo estaba pensando en que hoy es el día de la madre y nosotros no preparamos nada especial para regalarle a mamá.

SALTARÍN. Las mamás no quieren regalos, Anteojos.

OREJAS. No quieren regalos que nos cuesten dinero, pero les agradan aquellas cosas que conseguimos con nuestro esfuerzo.

ANTEOJOS. ¡Claro! Por ejemplo: una buena calificación en la escuela, algún trabajo manual, una buena contestación, un beso...


SALTARÍN. ¡Eso sí! Y como buenos hijos, siempre tenemos que darle regalos a mamá.

OREJAS. Sí, y especialmente en un día como hoy.

ANTEOJOS. ¡Tengo una idea! ¡Vengan! (Los tres unen sus cabezas comentando algo que el público no llega a oír. Luego terminan de desayunar apurados.)

SALTARÍN. ¡No tenemos tiempo que perder!

(Se disponen a salir de la casa.)

ANTEOJOS. ¡Mamá! Vamos a salir a dar nuestro paseo acostumbrado. Volveremos a la hora de almorzar.

DOÑA EMILIA. (Desde fuera del escenario.) Bueno, hijitos. ¡Vuelvan temprano!

(Salen los tres caminando y cantando alguna canción. Entra la mamá y levanta la mesa. Suspira y se ve triste. Sale don Pedro).

DON PEDRO No se extrañen los niños presentes, que los conejitos vayan a pasear con tanta libertad y sin la compañía de sus padres. Lo que pasa es que en el bosque, donde ellos viven, no hay tantos peligros como en las ciudades. Además, los animales desde muy pequeños aprenden a andar solos. ¡Así son ellos! Se comportan de forma un poco diferente que los niños, quienes deben permanecer más cerca de papá y mamá. Bueno, pero no tengo que hablar tanto. Vuelvo a mi escondite.

(Mientras tanto se escucha una suave música de fondo.)



ACTO II

(Entra don Francisco con herramientas en sus manos que inmediatamente deja dentro de un cajón o caja colocada a un costado del escenario.)

DON FRANCISCO. ¡Qué rápido pasa la mañana! Ya es mediodía. ¡Qué cansado estoy! Así es la vida de los animales en el bosque. ¡Trabajar, trabajar y trabajar! Bueno... voy a saludar a Emilia porque hoy es el día de 1a madre, y tanto mis hijos como yo debemos agasajar. ¡Emilia! ¡Ya llegué!

DOÑA EMILIA. (Entra con paso suave.) Buenos días Francisco. ¡Qué alegría tenerte en casa! (Le da un beso.)

DON FRANCISCO. Hoy había un clima de alegría entre los animales del bosque. Todos los padres estaban trabajando en la construcción de la cabaña para esa ardilla anciana que no tiene familia. Nosotros, los animales, no somos como los humanos que tienen un templo adónde ir. Pero, igualmente, aunque nadie nos lo enseñe, sabemos que Jesús nos mira y se pone contento cuando hacemos algo por nuestros vecinos que nos necesitan. ¿No te parece, Emilia?

DOÑA EMILIA. Tienes mucha razón.

DON FRANCISCO. Mientras nosotros trabajábamos, los niños iban y venían llevando regalos a sus mamás, por ser hoy el día de la madre.

DOÑA EMILIA. Yo estoy muy triste. Mis hijos no se han acordado de darme un beso especial hoy. Además, se fueron temprano y todavía no han vuelto.

DON FRANCISCO. Bueno, bueno. Ya van a venir. Por ahora podemos comenzar a almorzar.

DOÑA EMILIA. Ya traigo la comida.

(Don Francisco se sienta a leer el diario y doña Emilia sale. Muy pronto vuelve a entrar trayendo una bandeja con comida.)

DON FRANCISCO. ¡Qué bien huele eso! Sentémonos pronto.

(Ambos se sientan, inclinan sus cabezas y oran en silencio. Don Francisco empieza a comer, pero doña Emilia se queda pensativa. De repente se oye un ruido, como el de una piedra golpeando contra la pared.)

DOÑA EMILIA. (Sobresaltada.) ¿Qué fue ese ruido?

(Los dos conejos padres se asoman por la ventana. En ese momento abre la puerta y entran sigilosamente los 3 conejos portando una enorme zanahoria. Se colocan al lado de la mesa. El papá y la mamá se vuelven a su posición anterior.)

DOÑA EMILIA. (Asustada.) ¡Eh! ¿Por dónde entraron?

ANTEOJOS. Por la puerta. (Risas.)
TODOS. ¡Feliz día, mamá! Nuestro regalo es muy humilde, pero nos costó bastante conseguirlo.

(Le entregan la zanahoria.)

DOÑA EMILIA. (Emocionada.) ¡Gracias, muchas gracias!

SALTARÍN. Tardamos más de lo debido porque como todos los conejos pensaron en el mismo obsequio, no encontramos ninguna zanahoria por aquí cerca.

ANTEOJOS. También tenemos otra cosa para ti. Orejas, es tu turno.

OREJAS. Mamá, te queremos mucho. Deseamos ser buenos y obedientes para que tú y papá estén siempre contentos.

DON FRANCISCO. ¿Viste, Emilia, que no se habían olvidado?

DOÑA EMILIA. (Abrazando a todos y dirigiéndose con ellos al centro del escenario y mirando al público.) ¡Qué linda familia tengo!

ANTEOJOS. ¡Viva la familia Rabito!

TODOS. ¡Viva!

(Todos los personajes se toman de la mano para salir, pero don Pedro los detiene.)

DON PEDRO. ¡Un momento! ¡No se vayan! Aquí, entre estas personas que los están mirando (señala al auditorio), puede haber mamás que no tengan a sus hijos cerca, y hoy ellas también quieren recibir un regalo. ¿No quieren ustedes ofrecérselo?

OREJAS. ¡Cómo no! ¿Que les parece si cantamos la canción que nosotros preparamos?

TODOS. ¡Buena idea!

(Cantan la siguiente canción con la música de "Cumpleaños feliz": “Feliz día, mamá; feliz día, mamá; que Jesús te bendiga, ¡feliz día, mamá!” Salen todos tomados de la mano. Don Pedro se une a ellos y salen saludando al público.)


Telón.

(A continuación pueden pasar algunos hijos, de cualquier edad, que hablen de las cualidades o actitudes que más admiran en sus madres, o cuenten algún incidente que permita destacar un hecho especial realizado por su madre. En el caso de las hijas pueden hablar acerca de las cualidades que admiran en sus madres y que ellas desean imitar como madres, esposas, amas de casa o mujeres profesionales. Pedir esto con suficiente anticipación y elegir las mejores expresiones. Si las madres están presentes pueden pasar al frente una vez concluida la exposición de sus hijos. Será la oportunidad de darles un beso).

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