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sábado, 30 de julio de 2016

Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos... sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




FUERTES Y DÉBILES EN LA FE



  CONVIVIENDO CON DIFERENTES GRADOS DE MADUREZ ESPIRITUAL

Nos cuesta aceptar que en las iglesias locales tenemos que convivir con hermanos que tienen diferentes grados de madurez espiritual.

Nadie cree que Pablo, al escribir esta parte práctica de su carta, lo hiciera para ayudar a resolver algún grave problema de la iglesia de Roma que hubiera llegado a sus oídos. Más bien se piensa que lo escribió motivado en su experiencia con otras iglesias que conocía a fondo por haberlas fundado él mismo.

Cuando escribió su carta a los romanos estaba viviendo en la ciudad de Corinto. En su carta a Corinto había abordado un tema que tiene afinidad con las situaciones aludidas acá.

En 1 Co. 8 trata la solución de problemas surgidos porque algunos hermanos comían carne que, según algunos, había sido previamente sacrificada a los ídolos.

Los temas mencionados en Romanos se refieren a si los judíos convertidos debían o podían conservar la práctica de guardar ciertos días de fiesta como algo especial, o si podían comer ciertas carnes o debían abstenerse, haciendo un régimen puramente vegetariano.

En el contexto actual, algunos de estos distingos pueden parecernos triviales. A veces no entendemos que las situaciones mencionadas son sólo ejemplos de muchas otras que van surgiendo en las iglesias locales con el transcurso del tiempo y con la variación de distintos entornos culturales.

En nuestro tiempo los “grandes” temas de debate, a veces alcanzan a dividir iglesias individuales o causan separación de denominaciones que formaban parte de un mismo grupo. Y estos temas de debate son, por ejemplo, si se puede acompañar las canciones de adoración con una batería, o la cantidad de decibelios a que debe salir la música de los equipos de sonido, o si se puede subir al púlpito a predicar sin saco y sin corbata, o si una dama cristiana puede o no ir a los cultos con pantalones, o si se puede aplaudir durante las canciones de alabanza al Señor. Hasta es posible que algunos se sonrían de que publiquemos estas “tonteras”, mientras que otros se escandalicen por considerar que son más serias de lo que nosotros les atribuimos ser.

¿Qué conclusiones sacaremos si buscamos la orientación que Pablo da en su carta con referencia al tratamiento de casos de este tipo, que no son cuestiones de doctrina?

   1. Pablo no define las situaciones planteadas en un sentido o en otro (Romanos 14:1–12).

1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 
2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 
3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come;          porque Dios le ha recibido. 
4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio Señor está en pie, o cae; pero      estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. 
5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté                 plenamente convencido en su propia mente. 
6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el              Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no      come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 
8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea    que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 
9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos    como de los que viven. 
10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tú hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu                  hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. 
11 Porque escrito está: vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda              lengua confesará a Dios. 
12 De manera que cada una de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

En lugar de dar definiciones, Pablo ofrece ciertos principios.

  a.      Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones (Romanos 14:1, 2)

Debemos reconocer que existe la variedad. “Uno cree que se ha de comer de todo; otro que es débil, come legumbres” (Romanos 14:2).

Al decir esto, ha planteado una distinción dentro de la familia de la fe. Hay un cristiano al que considera “fuerte”, porque tiene tal libertad en Cristo, que no está atado a escrúpulos que eran propios de una cultura religiosa que la sola fe en Cristo había dejado completamente atrás. Hay otro cristiano, que es tan cristiano como el primero, pero que mantiene su conciencia atada a ciertas normas que había aprendido en su práctica religiosa anterior.

 Pablo llama a este cristiano “débil”. Su debilidad es que se priva de comer carne y como sólo legumbres no por problemas de salud, sino por problemas de conciencia. Digamos, de paso, que posiblemente todos somos “débiles” con respecto a algunas cuestiones y “fuertes” con respecto a otras, lo que hace que necesitemos comprender, pero al mismo tiempo ser comprendidos.

El que come, puede ahora sentirse superior al que no come. El ha sido llamado “fuerte” y el otro ha sido llamado “débil”. ¿Cuál sería nuestra reacción si estamos del lado del “fuerte”? Casi con seguridad pensaríamos: ‘Este otro hermano no sabe mucho de esto, es débil, y en consecuencia deberá adaptarse a lo que creemos los que somos fuertes, pues por algo lo somos.’

¿Pero qué pensaría el débil? Tal vez razonaría así: ‘Ese hermano fuerte no se da cuenta de que la conciencia existe para algo; tendrá más experiencia que yo, pero en esto de comer de todo está completamente equivocado.’

¿Cuál es la definición de Pablo? Ninguna; al menos en el sentido de que no le da la razón a ninguno. Al fuerte le dice que “no menosprecie al que no come” (al débil). Y al débil le dice “que no juzgue al que come” (al fuerte). ¿Cuál es el argumento de Pablo para cada uno de ellos? El mismo: “Dios le ha recibido” (Romanos 14:3). Ha recibido a los dos, tanto al débil como al fuerte. Si ambos están en pie de igualdad frente a Dios, el otro está en pie de igualdad frente a mí y yo estoy en pie de igualdad frente al otro. ¿A qué viene entonces la discusión? Cuando miramos el problema desde el punto de vista que está planteado, la discusión resulta innecesaria y dañina.

Cuando Pablo les señala a los fuertes “recibid al débil en la fe” (Romanos 14:1), enseguida hace la aclaración de que no deben recibido para “contender sobre opiniones”. No se trata de asuntos esenciales. Se trata de opiniones diferentes sobre asuntos opinables, aunque a cada uno le parezca que su opinión es la única valedera.

  b.      No menosprecie al otro; no lo juzgue; Dios lo ha recibido (a ambos) (Romanos 14:3)

i) No hay derecho sobre el criado o esclavo, pues ya tiene dueño (Romanos 14:4). Ahora Pablo se dirige a los dos, al fuerte y al débil, y efectúa una argumentación basada en la figura de la esclavitud existente cuando escribió: la del mercado de esclavos. El “criado ajeno” es un esclavo al servicio del dueño en las tareas de la casa. ¿Quién podía sentirse con derecho a juzgar a ese criado si ya tenía un dueño que no admitiría que nadie interfiriera con las órdenes que él le daba?

ii) Para su señor está en pie o cae (Romanos 14:4). El único que puede juzgar su conducta es su amo, su señor. Está en pie, es decir, resulta aprobado; o cae, es decir, no satisface a su dueño por lo que hace. En la aplicación se transfiere la acción del señor, dueño del esclavo, al Señor, dueño de la vida de los que ha redimido y dice de esta última relación: “poderoso es el Señor para hacerle estar firme”. La ilustración es del mercado de esclavos, pero la aplicación es para la iglesia de Cristo, en la cual El—y no otro—es el Señor, el que preservará a los suyos para que se desarrollen y permanezcan firmes en la fe.

iii) Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (Romanos 14:5). No se trata de adoptar diferentes puntos de vista basados en simpatías personales o adhesiones a mayorías o minorías, basadas en distintas razones. Lo que se está tratando acá no es de qué color deben pintarse las paredes del templo, en lo cual podemos tener opiniones cambiantes. Los temas referidos están relacionados con la conciencia espiritual de lo que es bueno o de lo que es malo. No se gana nada “convenciendo” a otro para tener una supuesta “uniformidad”. En alguna iglesia se podría convencer, presionar y hasta ayudar al vegetariano a comer un poco de carne, aunque sea para probarla, pero si su conciencia no ha sido tocada por Dios en ese punto, en lugar de ayudar a ese hermano, se lo estaría haciendo pecar.

iv) “Ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:6–8). Desde que somos esclavos de Jesucristo, nuestras conductas ya no pueden ser independientes. Lo que hacemos o no hacemos, en razón de la conciencia, está directamente ligado al Señor. Se hace para El o no se hace para El (Romanos 14:6).

La razón es siempre la misma. El Señor es nuestro amo, nuestro dueño. El nos compró con el precio de su sangre, y nos compró para que seamos suyos. Ni siquiera nuestra vida o nuestra muerte son independientes del Señor (Romanos 14:7). “Sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8). No se trata de resolver el problema del momento. No se refiere a un hecho meramente puntual. Pertenecemos a nuestro Amo, Dueño y Señor, para siempre.

v) Cristo es nuestro Amo por un acto deliberado de su voluntad (Romanos 14:9). “Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor …” Señor de los creyentes que vivimos en esta esfera terrenal, y Señor de los creyentes que ya han muerto y cuyos espíritus están en su presencia consoladora, mientras sus cuerpos aguardan que huyan las sombras en la resurrección previa al arrebatamiento.

vi) Entonces, ¿por qué el débil juzga, y el fuerte menosprecia? (Romanos 14:10). Ninguna de las dos actitudes tiene sentido a la luz del hecho de que tanto el uno como el otro, así como cada uno de nosotros, deberemos comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:1–10).

vii) Todos adoraremos y confesaremos al mismo Señor (Romanos 14:11,12). Si esto será inevitable y gloriosamente así en el futuro, debemos vivir ahora en armonía con nuestros hermaos con los cuales nos diferenciamos por distintos escrúpulos de conciencia. Si hacemos esto, estaremos agradando al Señor.

    2.      Si hemos entendido lo anterior, debemos tomar decisiones concretas (Romanos 14:13–23)

Romanos 14:
13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner              tropiezo a ocasión de caer al hermano. 
14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa      que algo es inmundo, para él lo es. 
15 Pero si por causes de la comida tu hermano es contristado, ye no andas conforme al amor.        No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 
16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17porque el reino de Dios no es comida ni bebida,          sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 
18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 
19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 
20 No destruyas la obra de Dios por causes de la comida. Todas las cosas a la verdad son              limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. 
21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o      se debilite. 
22¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí      mismo en lo que aprueba. 
23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que        no proviene de fe, es pecado.

  a.      No juzgar más los unos a los otros (Romanos 14:13)

Ahora se juntan las expresiones que antes eran distintivas. Antes se hablaba de juzgar, por parte de uno; y menospreciar, por parte de otro. El menosprecio es también una forma de juzgar, que tiene el sentido de “condenar” lo que el otro hace. Juzgar podría significar poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

  b.      Aplicar el amor cuando no es conveniente usar la libertad (Romanos 14:14–18).

Yo puedo tener la libertad de dormir con una ventana abierta, pero si mi esposa está enferma y puede perjudicarse, mi libertad, sin sufrir menoscabo, podrá dar lugar al amor y privarse momentáneamente del aire fresco. Al hacerlo así, yo mismo me beneficio pues, si presiono sobre mi libertad y mi esposa empeora, yo mismo sufriré por su falta de salud.

Reflexionemos en qué consiste el reino de Dios, el gobierno de Dios sobre nuestra vida. No se trata de que comamos o no ciertas cosas. En cambio sí tiene que ver con la justicia práctica en la vida, con la paz y con el gozo en el Espíritu Santo. Estas bendiciones las disfrutamos plenamente cuando agradamos a Dios y a la vez a nuestros hermanos. Servimos así a Cristo y somos aprobados por los hombres.

  c.      Sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14:19)

La iglesia no es para que nosotros nos edifiquemos en forma aislada. Es para la edificación conjunta. Es un edificio espiritual bien planeado y trabado, donde cada uno tiene su lugar. Es un cuerpo bien articulado, donde cada miembro cumple una función en bien de los demás miembros, y donde recibe bendición de los otros (Ef. 4; 1 Co. 12).

  d.      La comida y otros temas de divergencia tienen importancia relativa (Romanos 14:20)

No debemos permitir que asuntos personales destruyan la obra de Dios. Algo que es bueno para nosotros puede ser causa de tropiezo a otros. Nuestra actitud debe ser de abstención a fin de evitar ese mal mayor que el no uso de nuestra libertad.

  e.      No siempre lo bueno es hacer las cosas en que tenemos libertad (Romanos 14: 21)

Lo bueno es que nuestras actitudes no hagan tropezar, ofender o debilitar al hermano débil.

  f.      Entonces, ¿dónde queda la fe de los fuertes en su libertad? (Romanos 14:22)

En casos en que puede dañar a otros que no tienen esa fe, debe quedar en nosotros y delante de Dios. Evitaremos así ser juzgados en el tribunal de Cristo.

  g.      ¿Qué pasa si le débil que duda, finalmente come, o hace otra cosa? (Romanos 14:23)

Si lo hace movido por la presión de otros, peca al comer o hacer otra cosa, pues lo que no se hace en fe resulta ser pecado para el que lo hace (Romanos 14:15). Es la misma conclusión de que si el débil considera que algo limpio es inmundo, para él llega a ser inmundo (Romanos 14:14).
Aclaramos que este tema no termina en este capítulo, sino que se extiende hasta Romanos 15:1–7.

  BOSQUEJO ROMANOS 14:1–23

Débiles y fuertes

  A.      Aprendiendo a convivir con diferentes grados de madurez

    1.  Pablo no define las situaciones planteadas en un sentido o en otro (Romanos 14:1–12)
      a.      “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones” (Romanos 14:1,2)
      b.      No menosprecie al otro; no lo juzgue; Dios lo ha recibido (a ambos) (Romanos 14:3)
         i)      No hay derecho sobre el criado o esclavo, pues ya tiene dueño (Romanos 14:4)
         ii)      Para su señor está en pie o cae (Romanos 14:4)
         iii)      Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (Romanos 14:5)
         iv)      “Ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:6–8)
         v)      Cristo es nuestro Amo por un acto deliberado de su voluntad (Romanos 14:9)
         vi)      Entonces, ¿por qué el débil juzga, y el fuerte menosprecia? (Romanos 14:10)
         vii)      Todos adoraremos y confesaremos al mismo Señor (Romanos 14:11, 12)

    2.  Si entendimos lo anterior, tomemos decisiones concretas (Romanos 14:13–23)
      a.      No juzgar más los unos a los otros (Romanos 14:13)
      b.      Aplicar el amor cuando no es conveniente usar la libertad (Romanos 14:14–18)
      c.      Seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14:19)
      d.      La comida y otros temas de divergencia tienen importancia relativa (Romanos 14:20)
      e.      No siempre lo bueno es hacer las cosas en que tenemos libertad (Romanos 14:21)
      f.      Entonces, ¿dónde queda la fe de los fuertes en su libertad? (Romanos 14:22)
      g.      ¿Qué pasa si el débil que duda, finalmente come, o hace otra cosa? (Romanos 14:23)

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sábado, 23 de julio de 2016

¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?... Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra... De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La gloria de Dios y la honra del hombre
Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David.
     1     ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos;
     2     De la boca de los niños y de los que maman,a fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
     3     Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
     4     Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?b
     5     Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.
     6     Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:c
     7     Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
     8     Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
     9     ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

a a 8.2: Mt. 21.16.
b b 8.4: Job 7.17–18; Sal. 144.3; He. 2.6–8.
c c 8.6: 1 Co. 15.27; Ef. 1.22; He. 2.8.
SALMOS 8


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Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Llevemos a pastos frescos a la congregación del Señor

LA ZORRA, EL FUNERAL Y EL ARADO (Lucas 9:57-62)
57Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58Y le dijo Jesús: 
  • Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: 
  • Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.m 62Y Jesús le dijo: 
  • Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Una parábola viva

LA ZORRA, EL FUNERAL Y EL ARADO 
(Lucas 9:57-62)



Los tres breves diálogos que aparecen en este pasaje no se suelen incluir en la lista de parábolas. 

Es cierto que no encajan con el prototipo de parábola, pero aquí Jesús también transmite sus enseñanzas a través de unas comparaciones. En estos diálogos encontramos dos proverbios-parábolas. Según el uso palestino del siglo I, ambos merecen el título de mashal. 

Hemos decidido incluir esta trilogía bajo la categoría de las parábolas de Jesús. 

En un estudio reciente sobre la estructura literaria de este pasaje, Louw escribe: «La semántica del estilo proverbial debe basarse en el análisis de las expresiones y no en la exposición tradicional palabra por palabra» (Louw, 107). 

Quizá esta sea una afirmación demasiado contundente, pues ambos acercamientos son necesarios. La exposición de Louw es defectuosa, porque no se detiene a considerar la cultura que hay detrás del texto, pero su trabajo, al menos, nos habla de la presencia de una estructura literaria en el texto y en algunas ocasiones es muy útil. El análisis que hemos ofrecido arriba nos permite ver un número de elementos entrelazados que merece la pena mencionar.

Como ocurre a menudo en la literatura bíblica, estamos tratando con un pasaje que tiene tres partes (cf. Bailey, Poet, 69). Típico de este tipo de formato, la primera y la tercera estrofa están unidas de diferentes formas. En este caso son cuatro los elementos que se comparan y que sirven de unión entre estas dos estrofas. 

Al principio, en la primera y la tercera estrofa (A y A’), la persona que habla es un voluntario. Se ofrece como discípulo. Por el contrario, la persona del diálogo del medio no lo es. Jesús lo llama para que le siga. En segundo lugar, en A y A’, Jesús responde con parábolas que toman elementos que encontramos en la intemperie. El primero es de la naturaleza y el segundo de la agricultura que se practicaba en la Palestina rural. 

El diálogo (B) no contiene ninguna palabra; en su lugar, encontramos una orden directa. Las ilustraciones del diálogo están sacadas de las costumbres de la convivencia y las relaciones, no de la naturaleza. En tercer lugar, en el caso de A y A’, ambas partes solo cuentan con una intervención. El segundo diálogo contiene tres intervenciones. Por último, la forma literaria de la primera y la última conversación es idéntica. El orden de las ideas es 

SEGUIR + IR + una parábola. 

En cambio, en la estrofa central encontramos un paralelismo invertido:

SEGUIR – IR – COSTE + COSTE – IR – SEGUIR/PROCLAMAR. 

Esta estructura tiene tres estrofas con un paralelismo escalonado que une la primera y la última estrofa, mientras la estrofa central rompe con un paralelismo invertido. Es la estructura que también aparece en Lucas 15:4-7 (Bailey, Poet, 144s.).

Además de los elementos que unen el primer y el último diálogo, hay un grupo de enlaces semánticos que unen el segundo y el tercero. Ambos acaban con una referencia al reino de Dios. Las dos personas dejan claro que están dispuestas a seguirle, «pero primero …». Por último, hay algunos elementos que unen los tres diálogos. 

Obviamente, en todos los diálogos se repiten las tres ideas principales: 

seguir + ir + coste. 

El primero está dispuesto a seguir y a ir dondequiera que su maestro vaya, pero no ha tenido en cuenta el coste. Al segundo, Jesús le dice, «sígueme». Él quiere ir a casa primero (pero recibe la orden de ir y proclamar el reino). 

El coste del discipulado aparece en forma de mandato. El tercero quiere seguirle y, como el segundo, primero quiere ir a casa. (La antigua versión siríaca contiene el verbo «ir» en este texto, y sugerimos que es muy probable que apareciera en el original. Sea como sea, es implícito). 

Él, como el primero, oye a un Jesús que le reta a calcular el coste. A la vez, las estrofas A y A’ no son idénticas. Hay una progresión. En la primera, el hombre no pone condiciones y Jesús le anima a considerar cuál es el coste. El último parece haberlo hecho ya. Quiere seguir a Jesús, pero pone una condición. Teniendo en cuenta todos estos paralelismos, ahora examinaremos cada uno de los diálogos.

Esta parábola no contiene elementos culturales difíciles de entender. No obstante, podría tener dos niveles de significado. El primer nivel está claro. Este primer aspirante a discípulo representa la fuerza centrípeta de la misión. Se ve atraído a unirse a la comunidad de discípulos. Nadie lo llama. Sin embargo, no tiene una comprensión muy profunda de lo que implica seguir a Jesús. Sa’id dice: «No entiende que “seguir” quiere decir Getsemaní, Gólgota y sepulcro» (Sa’id, 258). 

La idea de seguir a un Hijo del hombre rechazado y sufriente era ajena para el judío del siglo I. En Daniel, el Hijo del hombre tiene dominios, gloria y reino y pueblos, naciones y lenguas le sirven (Dn 7:14). El lector ya ha oído que «El Hijo del hombre tiene que sufrir» (Lc 9:22). Aquí, al voluntario no se le dan detalles, sino una imagen gráfica de un rechazo total. La idea no es tan solo «Quizá tú también tengas que sufrir privaciones, ¿lo has pensado bien?», sino también «Sea cual sea tu motivación, ten en mente que te estás ofreciendo para seguir a un líder rechazado». 

Mejor que «nidos» (como aparece en algunas traducciones) es «lugar donde descansar». Los pájaros siempre tienen dónde descansar, pero solo construyen nidos en momentos concretos del año. La idea es (parcialmente) que incluso animales como los pájaros tienen un lugar para descansar, pero el Hijo del hombre no.

A parte de este obvio significado extraído de la naturaleza (las zorras y los pájaros), también podría haber aquí un simbolismo político. T.W. Manson dice que los «pájaros del aire» eran un símbolo apocalíptico en el periodo intertestamentario, que hacía referencia a las naciones gentiles. La «zorra» era un símbolo de los amonitas que, como Manson recuerda, «tenían la misma raíz que los israelitas, pero eran un pueblo enemigo» (Manson, Sayings, 72). De la misma forma, la familia de Herodes (debido al origen de Herodes Idumeo) era mixta, y la población judía de la Palestina del siglo I siempre lo vio como extranjero (Stern, JPFC, I, 261-277). Jesús llama a Herodes Antipas «aquella zorra» (Lc 13:32). Manson escribe:

Entonces, el sentido de esta expresión podría ser: todos están en casa en la tierra de Israel, menos el verdadero Israel. Los pájaros del aire, los jefes romanos, las zorras, los intrusos edomitas, han desheredado a Israel: y si te arriesgas a seguirme te unes a las filas de los desposeídos y tienes que estar dispuesto a servir a Dios bajo esas condiciones (Manson, Sayings, 72s.).

Creemos que suele pasarse por alto el tono político que hay en estas palabras de Jesús. Todo aquel que vive en Oriente Próximo (donde cualquier aliento religioso tiene un cariz político) está obligado a considerar algunas cuestiones de este texto que raramente se mencionan. El amplio uso de las parábolas, con sus símbolos un tanto velados; la expresión críptica «el que tiene oídos para oír, oiga»; la presión popular para hacerle rey; la necesidad de ir al norte en varias ocasiones, saliendo de Galilea y adentrándose en provincias no judías; estos y otros pasajes indican que la dimensión política era una parte constante del mundo en el que Jesús vivía (cf. Manson, Messiah). 

Aquí también. Por lo general, los oprimidos no pueden declarar públicamente que están oprimidos. Se ven obligados a hablar de la opresión a la que están sometidos a través de símbolos. La atrocidad de la era herodiana, con sus torturas y asesinatos, estaba aún en la mente de todos. Nadie se atrevía a criticar a Roma. Los romanos y sus seguidores herodianos eran los poderosos de la tierra, y sus espías estaban por todas partes. 

Como Manson sugiere, quizá Jesús estaba diciendo de forma un tanto velada: Mirad, si queréis poder e influencia, id a los «pájaros» que «construyen sus nidos» por todas partes. Seguid a «la zorra» que lidera con astucia. Porque, a pesar de vuestras expectativas, el Hijo del hombre no tiene poder y está solo. ¿Estás seguro de que quieres seguir a un Hijo del hombre rechazado?

La afirmación cristológica del pasaje es bien clara. Jesús es el Hijo del hombre, pero su ministerio no es un cumplimiento triunfante de ese título, sino un cumplimiento sufriente.
No se nos dice cuál fue el resultado. El voluntario no contesta. 

Y en muchas de las parábolas de Jesús (cf. Lc 7:47; 14:24; 15:32) hay un final abierto. No sabemos si el voluntario respiró hondo, dio un paso adelante y se unió a los demás discípulos, o si, sorprendido por el precio que tenía que pagar y ante la idea de un líder rechazado, dio media vuelta y se volvió por donde había venido. 

Está claro que este voluntario es un reflejo de aquellos que en todas las épocas se ofrecen rápidamente para seguir a Jesús, antes de pensar seriamente en el precio y las implicaciones que tiene seguir a un maestro rechazado y sufriente. Al lector se le obliga a completar esta conversación con su propia respuesta.

El segundo aspirante a discípulo no se ofrece como voluntario, sino que le llaman a filas. Estamos ahora ante la fuerza centrífuga de la misión. Jesús lanza tres órdenes a alguien que pasaba por allí. Son las siguientes:


Ya hemos comentado arriba el uso del paralelismo invertido. Además, la estructura verbal del griego es muy precisa. El tipo de imperativo que se usa aquí (aoristo) es una orden para iniciar una nueva acción. La persona a la que Jesús se dirige no le está siguiendo aún y recibe la orden de empezar a hacerlo. 

Se ha malinterpretado en muchas ocasiones su respuesta. Plummer cree que o bien el padre acababa de morir, o bien está a punto de hacerlo (Plummer, 266; Marshall, 410-12). 

Pero cualquier persona que conoce bien la cultura oriental sería incapaz de hacer esa interpretación. Ibn al-Salibi comenta: ««Déjame ir a enterrar» significa «Déjame ir y servir a mi padre mientras viva y, cuando muera, lo enterraré y te seguiré»» (Ibn al-Salibi, I, 223). Sa’id, comentarista árabe de nuestros días, dice algo similar: «El segundo (discípulo) está pensando en un futuro lejano, pues la idea de seguir a Jesús la posterga al día en que su padre haya muerto …» (Sa’id, 258). Al comentar la petición que este hombre hace, «déjame ir … a enterrar a mi padre», Sa’id escribe:

Si su padre acababa de morir, ¿por qué no estaba él en ese momento velando su cuerpo? En realidad, lo que él hace es dejar la cuestión de seguir a Jesús para un futuro lejano, cuando su padre muera de viejo, quién sabe cuándo. Él no sabe que, en breve, Jesús mismo entregará su espíritu (Sa’id, 259).

El comentario de Sa’id tiene sentido. Se nos dice que estas tres conversaciones tienen lugar «en el camino». Si el padre de este hombre acababa de morir, ¿qué hacía él pasando el rato junto al camino? De hecho, el argumento de Sa’id tiene más peso del que él dice. La expresión «enterrar al padre» es un modismo tradicional que hace referencia al deber de un hijo de quedarse en casa y cuidar de sus padres hasta después de haberles hecho un entierro digno. Yo mismo he oído esta expresión una y otra vez cuando he mantenido conversaciones sobre la emigración aquí en Oriente Próximo. 

En medio de una conversación sobre ese tema, alguien pregunta: «¿No vas a enterrar a tu padre primero?». Esta suele ser una pregunta dirigida al joven de unos treinta años que está pensando en emigrar a algún otro lugar. Por lo que estamos hablando de un padre al que le quedan aproximadamente unos veinte años más de vida. La idea es: «¿No vas a quedarte hasta que cumplas con el deber de cuidar de tus padres hasta que mueran? іYa emigrarás entonces!». 

Existen otras expresiones coloquiales que reflejan este trasfondo cultural. En el siríaco coloquial de las aisladas aldeas de Siria e Iraq, cuando un hijo rebelde intenta afirmar su independencia, las palabras del enfadado padre son kabit di qurtly («іQuieres enterrarme!»). Es decir: «Quieres que muera pronto para que ya no tenga autoridad sobre ti y para poder hacer lo que quieras». Aquí encontramos la misma idea cultural que la mencionada más arriba. 

Entre los libaneses, una persona anciana aun le hace un cumplido a una persona más joven cuando, como expresión de cariño, le dice en árabe: tuqburni ja ibni («Hijo mío, tú me vas a enterrar»). El sentido es: «Tengo un concepto tan algo de ti que te considero mi hijo y sinceramente espero que tú seas el que me cuides en mi vejez y con respeto me deposites en la tumba». De nuevo, la idea que hay detrás de este modismo es que el hijo tiene el deber de quedarse en casa hasta la muerte de los padres. Entonces, y solo entonces, podrá considerar otras opciones. 

Aquí estamos hablando del tema de las expectativas de la comunidad, que traducido a nuestra cultura occidental vendría a ser, también, la presión social. El hombre que está en el camino dice: «Mi comunidad me exige ciertas cosas, y esas expectativas tienen mucho peso. ¿No querrás que viole las convenciones sociales?». Eso es precisamente lo que Jesús espera. 

La proclamación del reino de Dios solo puede significar anunciar el reino de Dios como una realidad presente. Jesús dice que los que están muertos espiritualmente pueden cuidarse de las responsabilidades tradicionales de la comunidad local, pero tú ve y proclama la llegada del reino (en el texto griego, el pronombre tú es enfático). 

Como el primer hombre, este aspirante a discípulo se ofrece de forma impetuosa a seguir al maestro. Como el hombre del segundo diálogo, pone una condición. Esta condición normalmente se traduce de la siguiente forma: «Deja que primero vaya a despedirme de los que están en mi casa». Esta petición parece tan legítima como la del segundo voluntario. іClaro que le va a dejar ir a su casa para despedirse! 

Eliseo, cuando Elías le dijo que le siguiera, pidió que le diera tiempo para «besar a mi padre y a mi madre» (1R 19:20). Elías le concedió ese deseo, y Eliseo no solo hizo eso sino que también aprovechó para matar y cocinar dos bueyes. ¿No sería razonable que a este hombre se le concediera su petición? La respuesta solo la encontraremos si realizamos un análisis más detallado de la petición.

La palabra griega que tradicionalmente se ha traducido como «decir adiós» es apotasso. Puede significar «decir adiós» o «ausentarse». Casi todas las versiones castellanas traducen «despedir» en todas las ocasiones (también en Mr 6:46; Hch. 18:18; 18:21; 2Co 2:13) impidiéndonos apreciar que en Oriente Próximo existen los dos sentidos y que la diferencia entre ellos es importante. 

La persona que se marcha, para poder ausentarse, debe pedir permiso a los que se quedan. Los que se quedan son los que «dicen adiós» a los que se marchan. Esta es una formalidad que en Oriente Próximo se tiene que cumplir, ya sea en ocasiones formales o informales. El que se marcha pide permiso para ausentarse. Pregunta: «¿Con vuestro permiso?». Los que se quedan, responden: «Ve en paz» o «Dios contigo» (cf. Rice, 74s.). 

Esas respuestas dan a entender que el permiso ha sido concedido. Vemos, pues, que al traducir apotasso por «despedir» o «decir adiós» se ha perdido este pequeño pero importante matiz. La cuestión es que el hombre de nuestro texto está diciendo que le deje ir a casa a pedir permiso a «los que están en mi casa» (es decir, a sus padres). 

Todo el que estuviera escuchando aquella conversación sabía que era normal que el padre no le diera permiso para irse a formar parte de una empresa cuestionable. Por tanto, ese hombre ya tenía la excusa preparada. Por mucho que llore o insista, su padre no le va a dejar marchar. La antigua traducción siríaca refleja esta idea: «Deja que primero explique mi caso a los que están en mi casa». 

Estos traductores sabían perfectamente que este hombre no iba a casa a darle a su padre el último abrazo ni a oír las palabras de despedida y de buenos deseos de boca de su madre. Iba a casa para dejar que sus padres ejercieran su autoridad sobre él; es decir, a poner el llamamiento de Jesús bajo la autoridad de sus padres. Las traducciones siríacas más modernas no recogen este matiz.

En las versiones árabes aparecen otras dos alternativas, ambas traducciones legítimas del texto griego. El texto griego dice literalmente «saludar a aquellos en mi casa». El artículo definido griego (que aquí traducimos por «aquellos») puede ser masculino (con el significado de «la gente» o «las personas») o neutro (con el significado de «las cosas»). También, el verbo apotasso es el verbo tasso con una preposición como prefijo. El verbo tasso significa «reparar», «ordenar», «determinar» o «arreglar». 

Cuando en griego se antepone una preposición a una palabra, normalmente le cambia el significado. Pero a veces tan solo hace hincapié en el significado de la raíz original. Apotasso significa «ausentarse» o «decir adiós». Cabría la posibilidad de que en este texto apotasso significara «arreglar». Durante casi mil años, algunas versiones árabes han optado por esa traducción: «Primero permite que deje hechos los arreglos necesarios para los que están en mi casa» (cf. Vaticano Copto 9; Vaticano Árabigo 610; Políglota de París y Londres; Schawayr). Si interpretamos que el artículo definido mencionado arriba es neutro en lugar de masculino el texto se podría traducir así: «Primero permite que deje arregladas las cuestiones que tienen que ver con las posesiones de mi casa». La versión original del Vaticano Arábigo 610 contiene esta traducción. 

Un corrector ha cambiado «las cosas» por «las personas». El problema de esta interpretación del texto es la suposición de que la raíz tasso («arreglar») es el significado original de la palabra, en lugar de «ausentarse», que tiene un mayor respaldo. Sin embargo, las versiones arábigas mencionadas más arriba son evidencia de que algunos escritores árabes antiguos vieron esta problemática. El segundo voluntario no va a casa a «decir adiós». Como reconocían esto, lucharon por encontrar una traducción que tuviera sentido en su cultura. En lugar de estas soluciones árabes, preferimos regresar a la vieja versión siríaca.

La antigua versión siríaca que mencionamos más arriba parece llevarnos por una buena dirección. El término griego apotasso significa «ausentarse», y es así como se traduce en los demás textos del Nuevo Testamento. Solo hemos de aplicar esta traducción a nuestro texto teniendo en cuenta el matiz cultural que hemos mencionado: está pidiendo permiso para ausentarse. En ese contexto, claramente está diciendo: «Te seguiré, Señor, pero obviamente la autoridad de mi padre es mayor que tu autoridad y necesito tener su permiso antes de marchar». Ibn al-Tayyib simplemente comenta: «El corazón del que quiere saludar a su familia está ligado a su familia» (Ibn al-Tayyib, folio 97v). 

En Oriente Próximo, por tradición, la autoridad del padre es suprema. Así, no sorprende que el padre se convirtiera en un símbolo de Dios. Un ingeniero de cuarenta años irá desde la gran área metropolitana a la aldea para seguir las normas de la tradición y pedirle permiso para viajar al extranjero, para cambiar de trabajo o para iniciar un negocio importante. Aunque el viaje sea ceremonial y el hijo de hecho está tomando sus propias decisiones, hará el viaje como señal de respeto. Rice observa con acierto que, en las sociedades tradicionales de Oriente Próximo, cualquier persona sometía todos los detalles de su vida a sus padres.

Cada día, al levantarse, un hombre hace sus oraciones, y luego va a su padre y a su madre y les besa las manos y les pide su bendición. Cuando empieza una nueva empresa, pide el favor de Dios para su empresa y acaba la oración con el deseo de que sus padres le aprueben y le bendigan (Rice, 60).

Yo mismo nunca olvidaré una clase en el seminario, con estudiantes de Oriente Próximo. Tendrían ustedes que haber visto las caras de estupefacción cuando explicamos este texto y vimos que Jesús está diciendo que su autoridad es mayor que la del padre del segundo voluntario. Es difícil explicar la conmoción que le causan a un lector/oyente de Oriente Próximo las demandas que encontramos en este texto. Y la conmoción debió de ser mayor cuando quien hacía las demandas era un joven (Jesús) de treinta años. Las únicas respuestas eran o la aceptación y la sumisión o el rechazo y la hostilidad. Ahora examinaremos la forma que Jesús utiliza para hacer esta afirmación.

La respuesta de Jesús a este segundo voluntario es como la respuesta que le dio al primero. A ambos les cuenta una parábola que se estructura en tres versos. Esta segunda parábola tiene que ver con la agricultura.

El arado palestino, muy ligero, se maneja con una mano. Esa mano –la mayor parte de las veces es la izquierda– al mismo tiempo tiene que asegurar la posición vertical del arado, presionarlo para que se clave en la tierra, y levantarlo cuando pasa por piedras y rocas. La otra mano el labrador la necesita para estimular a los bueyes recalcitrantes con un palo de unos 2m. de largo, que lleva una punta de hierro. Al mismo tiempo el labrador, mirando entre los animales, tiene que conservar constantemente el surco a la vista. 

Esa manera primitiva de arar requiere habilidad y una gran concentración en lo que se está haciendo. Si el labrador vuelve la cabeza, el nuevo surco se tuerce. Del mismo modo, el que quiere seguir a Jesús debe estar dispuesto a romper todos los vínculos con el pasado y poner su mirada solo en el reino de Dios que va a venir (Jeremias, Parábolas, 237-238, p. 195 de la edición en inglés).

Esa herramienta no solo era difícil de manejar, sino que el proceso de arar un campo era una tarea más exigente de lo que generalmente se cree.

Arar era una tarea minuciosa; para la primera retirada del rastrojo que hay después de la cosecha, se colocan unas bandas anchas en el arado y se hacen surcos anchos para facilitar la absorción de las lluvias. 

La segunda vez que se ara, después de las lluvias, con un arado de cadenas se hacen unos surcos más próximos y más estrechos para desecar. Por fin, justo antes de la siembra, se ara por última vez juntando aún más los surcos. La tarea final consiste en cubrir la semilla … El arado era más grande y más pesado que el arado árabe moderno (Applebaum, JPFC, II, 651ss.).

Queda claro que arar era una operación muy delicada; al principio, se hacían franjas anchas para la absorción del agua. El siguiente paso era hacer surcos que sirvieran para la desecación. En tercer lugar, se araba de nuevo para preparar la tierra y, por último, después de la siega se cubría la semilla. Está claro que quien quisiera llevar a cabo esta responsabilidad tenía que estar dispuesto a concentrarse completamente en lo que estaba haciendo.

Por tanto, tenemos aquí una imagen fuerte y clara. Se pretende ilustrar una tensión entre, por un lado, la lealtad a Jesús como inaugurador del reino de Dios y sus demandas y, por el otro, la lealtad a la autoridad de la familia. Ambas lealtades son una prioridad para cualquier cristiano. Cuando entran en conflicto, se trata de un conflicto altamente doloroso. Este texto se puede incluir en la larga lista de «enseñanzas difíciles» que nos encontramos en los Evangelios.

Parte de la tensión del diálogo proviene de la siguiente suposición: entre el discípulo y su maestro había una relación muy cercana. En Oriente Próximo, una relación de ese tipo es extremadamente estrecha. El Talmud dice que «Un padre y su hijo o un maestro y su discípulo … son considerados como un solo individuo» (B.T. Erubin 73a, Sonc., 510). Convertirse en el alumno/discípulo de un sabio no es algo tan simple como «matricularte a un curso» con el propósito de adquirir conocimiento. Se trata de iniciar una relación de por vida con una persona. Entendiendo esto, vemos que Jesús está pidiendo que su autoridad (las demandas del reino) esté por encima de todas las otras relaciones.

La persona que no pueda resolver la tensión entre lealtades en conflicto y siga girándose para mirar atrás y ver lo que la familia le está exigiendo «no es útil» para el reino de Dios. En resumen, observamos que el símbolo del arado es realmente adecuado (contra Bultmann, Historia, 28 de la edición en inglés). 
  • El agricultor que se distrae puede topar con una roca y romper la madera del arado, o puede cansar innecesariamente a los bueyes haciéndoles tirar fuerte cada vez que el arado topa con una roca. 
  • O el arado se puede desviar hasta el surco que ya se ha arado (y por tanto, destruir el trabajo ya realizado), o hasta la parte no arada y dificultar así la tarea en esa zona. 
  • O puede arruinar el sistema de desecación, o dañar el sistema de absorción de agua, o dejar las semillas recientemente sembradas al descubierto a la vista de los pájaros, etc. 
Así, el agricultor trabaja en armonía con la labor ya realizada, con la que aún está por realizar y en equipo con su arado y los bueyes. Podemos decir que en esta tarea existe una delicada armonía entre el pasado, el presente y el futuro. Por tanto, un agricultor distraído por una lealtad dividida no será capaz de mantener esta armonía. No solo no será productivo, sino que en el contexto de su tarea será destructivo.

De nuevo, tenemos un diálogo con un final abierto. Al segundo voluntario se le han presentado de forma clara, aunque dolorosa, dos opciones; y tiene que tomar una decisión. Se ofreció voluntario con la aparente confianza de que Jesús aceptaría que para él la lealtad al reino fuera secundaria, después de la lealtad a su familia. La parábola del arado descarta esa posibilidad. ¿Qué hará? No se nos dice. Como antes, cada oyente/lector ha de dar su propia respuesta.

A modo de conclusión, es apropiado sacar a la luz qué respuesta se le pidió al oyente original y qué cuestiones teológicas encontramos en estos diálogos.

EL PRIMER DIÁLOGO
El oyente original de este diálogo se ve obligado a considerar lo siguiente:
«Este «Hijo del hombre» no es la figura victoriosa que tú tenías en mente. Él va por el camino del sufrimiento. ¿Estás dispuesto a ir por ese camino con él?».

El conjunto de temas teológicos incluye al menos los siguientes:
  1. Los aspirantes a discípulos de Jesús a veces no consideran seriamente el coste del discipulado.
  2. Jesús es el Hijo del hombre. Pero su ministerio no es un camino de victorias y ovaciones, sino de rechazo y humillación.
  3. Los aspirantes a discípulos no son aceptados hasta que deciden conscientemente pagar el precio de seguir a un líder rechazado.
  4. En la misión hay una fuerza centrípeta. Algunos discípulos deciden seguir a Jesús porque les atrae la compañía de los fieles.

EL SEGUNDO DIÁLOGO
El hombre del segundo diálogo se tiene que enfrentar a la siguiente afirmación:
«La lealtad a Jesús y el reino que él inaugura es más importante que la lealtad a las normas culturales de tu sociedad».

El conjunto teológico incluye al menos los siguientes temas:
  1. Jesús no acepta que haya otra autoridad mayor.
  2. Las demandas culturales de la comunidad no son excusas aceptables cuando uno se plantea el discipulado (independientemente de lo antiguas y sagradas que estas sean).
  3. El «sígueme» de Jesús queda definido por el mandamiento de «participar en y proclamar el reino de Dios». Así, Jesús es el único agente de Dios a través del cual podemos expresar nuestra obediencia al reino de Dios.
  4. En la misión hay una fuerza centrífuga. Esta persona recibe un llamamiento. No es un voluntario. Jesús se acerca a él para llamarlo.

EL TERCER DIÁLOGO
Jesús desafió a este voluntario con la siguiente intención:
«Mi autoridad es absoluta. La autoridad, aunque sea de tu familia (si entra en conflicto con mi autoridad), es una distracción que debes evitar si me quieres ser útil / si quieres ser útil para el reino».

El conjunto teológico del tercer diálogo recoge los siguientes temas:
  1. El llamamiento del reino de Dios debe ponerse por delante de todas las demás lealtades.
  2. El discípulo con lealtades divididas es perjudicial para la obra del reino y, por tanto, no es apto para formar parte de él.
  3. Seguir a Jesús no es sentir el brillo de una luz interior o hacer un descubrimiento intelectual, sino que se compara con una tarea creativa, pero dura y exigente, como poner la mano sobre el arado y unirse a un equipo de bueyes.
  4. El servicio en el reino de Dios es sinónimo de seguir a Jesús. Por tanto, Jesús es el único agente de Dios por el cual podemos expresar nuestra lealtad a Dios. Es decir, servir/seguir a Jesús es servir/seguir a Dios.
Vemos que un análisis de la estructura literaria y de la cultura que hay detrás de la parábola nos ayuda a descubrir al menos una parte del significado que estos diálogos cuidadosamente compuestos tuvo para los oyentes originales y para el lector/oyente de nuestros días.
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jueves, 7 de julio de 2016

cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí...hasta en las partes más lejanas de la tierra.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Espíritu Santo entra en acción para dar poder a los cristianos
CUESTIONES SALTANTES DE HECHOS 
Cuando Lucas escribió este libro, él no lo llamó Hechos. 
Alrededor del año 150 d.C., los creyentes comenzaron a llamar al libro de Lucas Los Hechos de los Apóstoles. La mayor parte de Hechos relata acontecimientos relacionados con los ministerios de los apóstoles Pedro y Pablo. 
  1. Hechos capítulos 1–12 se concentran en el ministerio de Pedro y 
  2. los capítulos 13–28 tratan del ministerio de Pablo
Aunque en Hechos 1:13 se mencionan los nombres de todos los apóstoles, la mayoría no se mencionan otra vez. Después del primer capítulo, solamente Pedro, Santiago, Juan y Pablo se nombran otra vez. En realidad, El Espíritu Santo es enfatizado más que cualquiera de los apóstoles. Lucas se refiere al Espíritu más de 50 veces en Hechos.
 
Lucas introduce al Espíritu Santo en el segundo versículo de Hechos:
 “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido” (Hechos 1:1–2). 
 
Lucas muestra que aun Jesús dependía del Espíritu Santo; luego él nos recuerda que los apóstoles continuaron el ministerio de Jesús con el poder del Espíritu Santo. Antes de que Jesús volviera al cielo Él mandó a los creyentes que permanecieran en Jerusalén. Ellos tenían que esperar para que el Espíritu Santo los llenara e invistiera con poder (Hechos 1:4–5). Este énfasis en el Espíritu Santo hace que muchas personas crean que el mejor título para este libro es: Los Hechos del Espíritu Santo.
 
A pesar de que Lucas escogió no escribir su nombre al principio de su Evangelio, o de Hechos, la mayoría de los profesores bíblicos concuerdan en que él fue el escritor de Hechos.
 
 Aunque a él no se le identificó como un apóstol, escribió más palabras en el Nuevo Testamento de las que Pablo escribió. Hasta donde se sabe, Lucas nunca predicó un sermón ni ejecutó un milagro. Lucas a menudo viajaba con Pablo, y fue cuidadoso al registrar con precisión el ministerio de los apóstoles.
 
Existen por lo menos cinco razones para creer que Lucas escribió Hechos.
          El escritor de Hechos fue uno de los que acompañó a Pablo en algunos viajes misioneros. En Hechos 16:10 dice: “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia.” La palabra nosotros prueba que el escritor estaba con Pablo (léase también Hechos 20:5; 21:18; 27:1; 28:1–2, 10–16). 
     Además, Pablo escribió que una persona que viajaba con él era Lucas, un doctor gentil (Colosenses 4:14). Los pasajes con la palabra nosotros no son suficientes para probar la autoría, pero es una razón por la que los expertos creen que Lucas escribió Hechos.
 
          Quien haya escrito Hechos también escribió otro libro acerca de Jesús. Hechos 1:1 dice: “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar.” Teófilo era un nombre común en los tiempos del Nuevo Testamento y era una combinación de dos palabras en griego, Theo “Dios”, y filo “amor”. Así que Teófilo significa “alguien que ama a Dios”. Ya que Hechos se escribió para aquel que ama a Dios, cada creyente puede sentirse incluido en este concepto.
 
     Tanto Lucas como Hechos fueron dirigidos a la misma persona, Teófilo. En Lucas 1:3 la palabra excelentísimo describe a Teófilo. Esto sugiere que él era un funcionario o una persona rica, de alta posición social. La iglesia siempre ha creído que el “primer tratado” mencionado en Hechos 1:1 es el Evangelio de Lucas. Lucas y Hechos funcionan juntos, como un escenario histórico, pues se entienden mejor juntos por las siguientes razones.
 
     Un apóstol es una persona enviada para cumplir una misión a través de la autoridad de quien la envía. En la Biblia, la palabra apóstol se usa especialmente para referirse a los doce que Jesús comisionó para que lo siguiesen. 
 
     Después de su comisión especial camino a Damasco, se contó también a Pablo como un apóstol. De entre los trece apóstoles, algunos escribieron varios libros del Nuevo Testamento. El autor del Evangelio de Lucas no era apóstol y sabemos esto por lo que dice en Lucas 1:1–3. Aquí nos damos cuenta de que Lucas no fue un testigo ocular del ministerio de Cristo en la tierra. 
 
    Así también, nada en Hechos sugiere que su escritor haya reclamado autoridad como apóstol. Lucas encaja con esta descripción, mientras que Pedro, Pablo y otros escritores no lo hacen.
 
          Los creyentes desde el tiempo de la iglesia primitiva hasta hoy día han aceptado que Lucas es el autor del tercer Evangelio y Hechos.
 
          Lucas y Hechos están organizados de manera semejante. Estudie el siguiente cuadro y observe el arreglo similar entre los libros Lucas y Hechos. Lucas hace un paralelo entre el ministerio de Cristo en su Evangelio, con el ministerio del cuerpo de Cristo, o sea, la iglesia en el libro de Hechos.

Muchos profesores de la Biblia creen que Lucas escribió Hechos aproximadamente en el año 63 d.C. Tres fechas históricas nos ayudan a establecer esta dirección. 
  • Primero, Hechos menciona la primera vez que Pablo estuvo encancelado en Roma, lo que tuvo lugar cerca de los años 60–63 d.C. Así que Hechos debe de haber sido escrito después. 
  • Segundo, Roma se incendió en el año 64 d.C. El César Nerón culpó a los cristianos y comenzó a perseguirlos. La buena relación que Pablo tenía con los líderes romanos sugiere que Hechos fue escrito antes de que este suceso clave aconteciera. 
  •  Finalmente, no se menciona en Hechos la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Parece indudable que Hechos fue escrito antes de ese tiempo.
 
Hechos está tan lleno de acción que podríamos pasar por alto el cuadro mayor. Sin embargo, Lucas escogió algunas historias por razones específicas. Ellas funcionan en conjunto para darnos un cuadro de la obra del Espíritu Santo.
 
Hechos nos relata la historia de los primeros treinta años de la iglesia. Lucas dibujó el cuadro mayor de la historia pero no cada detalle. 
 
Por ejemplo, en Hechos 20:7 él escribió que Pablo enseñó en Troas hasta la medianoche, pero Lucas no dice nada acerca de lo que Pablo enseñó allí. Un libro que registrara todas las enseñanzas de Pablo en Troas esa noche probablemente sería más extenso que el libro de Hechos. Imagínese cuántos libros hubiera tomado para contar todo lo que pasó en la iglesia durante sus primeros treinta años. 
 
Así que Hechos contiene sólo una fracción de lo que sucedió en la iglesia primitiva. (Véase Juan 20:30–31; 21:25.) ¿Por qué Lucas escogió las historias y eventos que él incluyó en Hechos? ¿Por qué el Espíritu Santo guió a Lucas para escribir acerca de ciertas cosas? Se pueden identificar por lo menos cinco cosas que Lucas logró en Hechos.
 
En el Nuevo Testamento, Hechos es un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. Al principio, el Nuevo Testamento solamente tenía dos partes, que incluían los cuatro Evangelios y las epístolas que Pablo escribió a varias iglesias y creyentes. Esto dejó un vacío en la historia escrita de la iglesia.
 
Lucas escribió Hechos después de que Pablo escribió Primera y Segunda de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Primera y Segunda de Tesalonicenses. Los capítulos 13–28 de Hechos hablan de los viajes de Pablo y suplementan muchos detalles. 
 
En Hechos se puede ver cómo Pablo comenzó las iglesias en Galacia, Tesalónica, Corinto, Éfeso y Filipos. Hechos también nos presenta a Timoteo y Tito, pastores a quienes Pablo les escribió tres o más epístolas. Así, Hechos nos da antecedentes importantes de las cartas de Pablo.
 
Lucas revela que la iglesia crecía por lo menos en cuatro aspectos.
1.     La iglesia crecía en número.
En el Día de Pentecostés, la iglesia cabía en una habitación. Luego, miles de judíos fueron salvos en Jerusalén (Hechos 2:41, 47; 4:4). Poco tiempo después hubo otro incremento en número para la iglesia. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). A través de Hechos el número de creyentes crecía.
 
2.     La iglesia se extendía geográficamente.
Hechos cuenta cómo la iglesia creció desde Jerusalén hasta Roma, el corazón del Imperio Romano. Hechos 8:1 muestra cómo la persecución esparció a los creyentes desde Jerusalén hasta nuevos lugares. Lo que algunos se propusieron para silenciar el mensaje de Cristo sirvió más bien para acelerar el evangelio a través del Imperio Romano. Posiblemente ésta es la razón del porqué la iglesia llegó a Roma aun antes de que Pablo, el gran misionero de la iglesia, llegara allá (Hechos 28:14–15). Hechos también muestra cómo los viajes de Pablo ayudaron a expandir el alcance de la iglesia. No es casualidad que Hechos 1 comienza con Jerusalén y Hechos 28 termina en Roma. Lucas ordenó sus historias para mostrar el crecimiento geográfico de la iglesia.
 
3.     La iglesia expande su misión.
La iglesia temprana (Hechos 1:1–7:60) era estrictamente judía. ¿Cómo fue que la iglesia abrió sus puertas a otros grupos étnicos y culturales? Observe tal progresión en Hechos.
 
  En Hechos 2, los viajeros de quince regiones oyeron el evangelio; sin embargo, ellos eran principalmente judíos y convertidos al judaísmo que habían llegado a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. 
 
En Hechos 6:1 la iglesia incluía dos grupos de judíos: uno hebreo y otro griego. 
 
En Hechos 8 se observa que Felipe alcanzó a otros que no eran judíos, les predicó a los samaritanos y luego a un etíope. Aun así, los samaritanos compartían un trasfondo étnico y religioso común con los judíos, y el etíope estaba estudiando las Escrituras de los judíos.
 
 Hechos 10 trae un cambio notable en este patrón; pues aquí Dios específicamente instruye a Pedro para compartir el evangelio con Cornelio, que era un oficial importante en el aborrecido ejército de Roma. Esto llevó a un cambio de actitud hacia los no judíos, pues cualquiera podía ser salvo, no solamente los judíos (Hechos 11:18). Dios había dicho esto y les había dado a estos Romanos el Espíritu Santo, lo cual fue sorprendente para los creyentes judíos.
 
Los muros de prejuicio estaban comenzando a caer. En Hechos 11:19–21, mientras la mayoría de los cristianos esparcidos compartían el evangelio sólo con judíos, unos pocos comenzaron a testificar a los griegos. Hechos 13 señala un desarrollo aun mayor. Vemos que Pablo se vuelve a los gentiles intencionalmente después de que los judíos en Antioquía de Pisidia rechazaron las buenas nuevas (Hechos 13:43–47). Esto fue un cumplimiento del plan original de Dios de que “serán benditas en ti [los judíos] todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3) y la dirección de Dios para que Pablo como el instrumento escogido llevara el nombre de Dios a los gentiles (Hechos 9:15). Sostenidamente la iglesia crecía a fin de incluir gente de cada tribu, nación, lengua y cultura.
 
4.     La iglesia crecía en teología.
En los primeros días los cristianos judíos seguían las leyes estrictas de Moisés. Les tomó tiempo entender la relación correcta entre la ley y la gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras” (Efesios 2:8–9). 
 
 Hechos 15 documenta la lucha de la iglesia con una pregunta crucial. ¿Deben los gentiles circuncidarse y seguir la ley de Moisés (Hechos 15:5)? La respuesta de Pedro fue no, porque la salvación no viene por volverse judío sino a través de la gracia de Jesucristo (Hechos 15:11).
 
Hechos ofrece una guía en cuanto a lo que la iglesia debiera creer y hacer. 
Algunas personas argumentan que Hechos es un documento histórico, y que por lo tanto no debería usarse como guía. Sin embargo, hay que recordar que Lucas escribió una historia selectiva de la iglesia y no una completa. 
 
Lucas usó la historia para enseñar ciertos temas (Stronstad 1995, 47). 
Uno de sus propósitos era enfatizar lo que la iglesia primitiva creía. ¿Cuál es la utilidad de saber lo que ellos creían? Es que los primeros creyentes estaban bajo el mismo pacto que tienen los de hoy. Hechos nos enseña lo siguiente:
     las Escrituras, oración, compartir y fraternidad
     la obra del Espíritu Santo de glorificar a Cristo
     conocer y alabar a Dios
     testimonio, señales y maravillas, y ser lleno del Espíritu
     hablar en lenguas, profetizar, y otros dones espirituales
     resolver problemas de crecimiento de la iglesia, evangelizar, y enseñar a nuevos creyentes
     el poder de Dios actuando durante la persecución
     el amor de Dios por la gente de todas las naciones
 
Tal entendimiento de fe sirve como un antecedente crucial a la apologética. Lucas probablemente escribió Hechos mientras Pablo estaba prisionero en Roma. Tal vez cuando Pablo fue al juicio, Hechos apoyó su defensa. Hechos también ayudaría a defender a otros creyentes en otros lugares.
 
     Lea Hechos 4:8–12. Nótese cómo defiende el cristianismo ante los judíos. Ahora lea Hechos 25:8–11. En este pasaje se presenta la defensa ante los gentiles. El Espíritu guió a Lucas para incluir en Hechos respuestas a conflictos que involucran tanto a judíos como a gentiles.
     Hechos también responde preguntas que los líderes del gobierno harían acerca del cristianismo. Lucas mostró que la iglesia es pacífica y que los creyentes respetan a los líderes del gobierno. Los desórdenes y problemas civiles que aparecen en Hechos eran causados por los enemigos de la iglesia y no por los cristianos.
 
Lucas no se imaginaba por cuanto tiempo la iglesia permanecería en la tierra, sin embargo uno de sus propósitos fue enseñar a futuros creyentes. El poder y los principios de Hechos son válidos para la iglesia hasta que Cristo regrese.
 
  Hechos muestra que el Espíritu usaba apóstoles, líderes y laicos (Hechos 2:17–18). 
Por cada apóstol en el aposento alto había nueve laicos. Lucas organizó Hechos en torno al ministerio de dos apóstoles, Pedro y Pablo. También, incluyó los ministerios de muchos creyentes comunes.
 
Tal vez el propósito más grande de Lucas en el libro de Hechos fue enfatizar el ministerio del Espíritu Santo a través de los creyentes.  
En su Evangelio Lucas estableció que Jesús dependía del Espíritu (Lucas 4:1, 14, 18). Él también registró la promesa de Jesús, que el Espíritu vendría sobre todos los creyentes (Lucas 11:13; 24:49). Sin embargo, en Hechos, ¡Lucas enfatizó al Espíritu cincuenta y cinco veces! 
 
Tome algunos minutos para estudiar las referencias del cuadro que está al final de esta sección (“Referencias al Espíritu Santo”). Allí se enfatiza que el Espíritu Santo debe ser la fuente de todo lo que hacemos para Cristo. Lea esta lista a menudo y pídale al Espíritu Santo que actúe a través de su vida.
 
Las iglesias de crecimiento más rápido hoy enfatizan el ministerio de los laicos. Algunas de estas iglesias en crecimiento tienen más de cien ministerios que los laicos llevan a cabo. 
  • Ellos visitan a los enfermos, 
  • alimentan a los pobres y le enseñan a la gente a leer. 
  • Ayudan a estudiantes que tienen problemas con sus estudios. 
  • Los laicos ayudan a las viudas y a los huérfanos, y aconsejan a jóvenes en problemas.
  • Pintan escuelas en las comunidades. 
  • Construyen edificios para iglesias nuevas. 
  • Cosen y cocinan para levantar fondos para la iglesia. 
  • Los laicos leen historias de la Biblia a los niños de su comunidad. 
  • Tienen estudios bíblicos en sus hogares. 
  • Hablan con la gente que anda buscando respuestas.
  •  Ellos arreglan bicicletas o vehículos descompuestos. 
  • Algunos médicos instalan clínicas en iglesias locales para ofrecer servicio médico o dental en forma gratuita. 
  • Otros oran por los que tienen necesidad. 
Estos son algunos ejemplos de lo que los laicos pueden hacer. Cuando nosotros somos llenos con el Espíritu, Él puede guiarnos hacia muchos ministerios. Cada miembro del cuerpo de Cristo debería tener un ministerio. Cada creyente debería preguntarse “¿Qué estoy haciendo para servir a Dios y a los demás?”
 
El Espíritu Santo quiere actuar a través de todos los creyentes hoy. 
Su plenitud nos da el valor para servir y testificar de Jesús. La iglesia primitiva tenía poco de las cosas que se valoran hoy día, pero la iglesia se esparció como un fuego a través del mundo. 
 
Una vez más, repase la lista de los ministerios mencionados en Hechos. Observe los eventos e historias que se pudieron haber perdido en Hechos sin el ministerio del Espíritu Santo. El Espíritu es la clave para ayudar a cada creyente a ser un obrero.
 
Hechos cumple por lo menos cuatro funciones primordiales en el Nuevo Testamento. 
  • Primero, Hechos sirve como un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. 
  • Segundo, Hechos explica cómo la iglesia creció en número, geográficamente, en la extensión cultural de su misión y en teología. 
  • Tercero, Hechos sirve como una guía para la fe y la apologética. 
  • Cuarto, Lucas enfatiza el poder del Espíritu Santo. Si pasamos por alto el énfasis que Lucas hace sobre el Espíritu Santo, nos perderíamos del propósito más grande que él tuvo para escribirlo.
Lucas entrelazó cuatro temas en una historia dinámica. Hechos dice cómo el Espíritu Santo invistió de poder a la iglesia para que testificara de Jesús desde Jerusalén hasta Roma.
 
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