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miércoles, 18 de mayo de 2016

Corríais bien. ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad?... ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Alimentamos a la congregación con pastos frescos
Estad firmes en la libertad de Cristo
Gálatas 5:1-12
5 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo de la esclavitud. 
2 He aquí yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez declaro a todo hombre que acepta ser circuncidado, que está obligado a cumplir toda la ley. 
4 Vosotros que pretendéis ser justificados en la ley, ¡habéis quedado desligados de Cristo y de la gracia habéis caído!  5 Porque nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia. 6 Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor. 

7 Corríais bien. ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Tal persuasión no proviene de aquel que os llama. 9 Un poquito de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío en el Señor con respecto a vosotros que no pensaréis de ninguna otra manera; y el que os inquieta llevará su castigo, sea quien sea. 11 Pero con respecto a mí, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué aún soy perseguido? En tal caso, se habría quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen  los que os perturban! 

Cuando el esclavo se vuelve amo y el amo esclavo

  El Esclavo—La libertad se pierde 
Gálatas 5:1

Pablo ha usado dos comparaciones para mostrar lo que la ley es en verdad:

  • un ayo (Gálatas 3:24; 4:2); 
  • una esclava (Gálatas 4:22–31); 
ahora la compara con un yugo de esclavitud. Recordarás que Pedro usó esta misma figura en la famosa conferencia en Jerusalén (ve Hechos 15:10).

El simbolismo del yugo no es difícil de entender.
Normalmente representa esclavitud, servicio, y el control de alguien sobre su vida; también puede representar servicio voluntario para alguien.

Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud de Egipto, rompió su yugo (Levítico 26:13). El campesino usa el yugo para controlar y guiar a los bueyes porque ellos no prestarían servicio si estuvieran sueltos.

Cuando los creyentes en Galacia confiaron en Cristo, perdieron el yugo de la esclavitud al pecado y se pusieron el de Cristo (Mateo 11:28–30).

El yugo de la religión es duro, y las cargas son pesadas, pero el de Cristo es “fácil” y su carga “ligera”.

Esa palabra “fácil” en el griego significa bondadoso, benigno. El yugo de Cristo nos libera para cumplir su voluntad, mientras que el yugo de la ley nos esclaviza.

  • El incrédulo lleva un yugo de pecado (Lamentaciones 1:14); 
  • el legalista religioso lleva el yugo de la esclavitud (Gálatas 5:1); pero 
  • el hijo de Dios que depende de la gracia de Dios lleva el yugo liberador de Cristo.

Es Cristo el que nos ha hecho libres de la esclavitud a la ley.
Nos liberó de la maldición de la ley muriendo por nosotros en la cruz (Gálatas 3:13). El creyente ya no está bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6:14). Esto no quiere decir que somos rebeldes o anarquistas, sino que ya no necesitamos la fuerza externa de la ley para que hagamos la voluntad de Dios, porque tenemos al Espíritu Santo como guía interno (Romanos 8:1–4).

Cristo murió para liberarnos, no para esclavizarnos. Regresar a la ley es enredarse en un laberinto de “haz esto” y “no hagas aquello”, y abandonar la madurez espiritual por una segunda infancia.

Lamentablemente, hay algunos creyentes que se sienten muy inseguros con la libertad y prefieren estar bajo la tiranía de algún líder en lugar de tomar sus propias decisiones. Están atemorizados a causa de la libertad que tienen en la gracia de Dios; así que, buscan una congregación legalista y dictatorial en donde puedan dejar que otros tomen las decisiones que les corresponden. Esto puede compararse a un adulto que regresa a la niñez.

La senda de la libertad cristiana es el camino a la realización en Cristo. Con razón Pablo amonesta: “No estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Luchad por la libertad. “Estad, pues, firmes en la libertad”.


  El Deudor—La riqueza se pierde 
(Gálatas 5:2–6)

Pablo usa tres frases para describir las pérdidas del creyente que cambia la gracia por la ley: 
  • “De nada os aprovechará Cristo” (v. 2); 
  • “obligado a guardar toda la ley” (v. 3); 
  • “De Cristo os desligasteis” (v. 4). 
Y concluye con palabras tristes del versículo 4: “de la gracia habéis caído”. Es lamentable que el legalismo no sólo roba al creyente su libertad, sino también su riqueza espiritual en Cristo. El creyente que vive bajo la ley llega a ser un esclavo en bancarrota.

La Palabra de Dios nos enseña que antes que fuéramos salvos, teníamos una deuda con Dios que no podíamos pagar. Cristo lo declara en la parábola de los dos deudores (Lucas 7:36–50).

Dos hombres le debían dinero a un prestamista, uno 10 veces más que el otro. Pero ninguno de los dos podía pagar, así que el acreedor “gratuitamente perdonó a ambos” (traducción literal).

No importa cuán moral sea un hombre, todavía está destituido de la gloria de Dios, y no puede pagar su deuda por el pecado, aun si ésta fuera solo una décima parte de la de los demás. Dios en su gracia, a causa de la obra de Cristo en la cruz, puede perdonar a los pecadores, sin importar qué tan grande sea la deuda que tengan.

Cuando recibimos a Cristo, llegamos a ser ricos espiritualmente, y ahora participamos de

  • las riquezas de la gracia de Dios (Efesios 1:7); 
  • las riquezas de su gloria (Efesios 1:18; Filipenses 4:19); 
  • las riquezas de su sabiduría (Romanos 11:33); y 
  • las “inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3:8). 
En Cristo tenemos “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3), y estamos “completos en él” (Colosenses 2:10). Cuando uno está “en Cristo”, tiene todo lo que necesita para vivir la vida cristiana que Dios quiere que viva.

Los judaizantes, sin embargo, quieren que creamos que estamos perdiendo algo, y que seríamos más espirituales si guardáramos la ley con sus demandas y reglas. Pero Pablo aclara que la ley no añade nada, porque ¡nada puede ser añadido! En lugar de eso, la ley entra como un ladrón y roba al creyente las riquezas espirituales que tiene en Cristo. Lo hace retroceder y quedar en bancarrota espiritual con una deuda que no puede pagar.

Vivir bajo la gracia implica depender de la provisión abundante de Dios para toda necesidad. Vivir bajo la ley implica depender de mi propia fuerza, la carne, y carecer de la provisión de Dios.

Pablo advierte a los gálatas que el someterse a la circuncisión les privaría de todos los beneficios que tienen en Cristo (aunque la circuncisión en sí misma no tiene importancia, Gálatas 5:6; 6:15). Además, al someterse estarían obligados a cumplir toda la ley.

En esto los legalistas muestran su hipocresía, ya que fallan en guardar toda la ley. Miran a la ley del Antiguo Testamento como un cliente examina la comida en una cafetería: para escoger lo que les guste y dejar el resto. Pero, esto no es correcto. Enseñar, por ejemplo, que un creyente en la actualidad debe guardar el día de reposo, pero no la pascua, es fraccionar la ley de Dios.

El mismo legislador que dio un mandamiento también dio el otro (Santiago 2:9–11). Anteriormente, Pablo había citado a Moisés para mostrar que la maldición de la ley está sobre todo aquel que falla en guardar toda la ley (Gálatas 3:10; ve Deuteronomio 27:26).

Imagínate a un automovilista conduciendo en una calle de la ciudad y, ya sea deliberada o inconscientemente, pasándose una luz roja. Un policía lo detiene y le pide su licencia de conducir. Inmediatamente el conductor empieza a defenderse. “Oficial, sé que me pasé la luz roja, pero nunca he robado a nadie; ni he cometido adulterio; y nunca he mentido en mi declaración de impuestos”.

El policía sonríe al llenar la boleta de infracción, pues sabe que ninguna cantidad de obediencia puede pagar por un acto de desobediencia. La misma ley que protege al obediente, castiga al ofensor. Cuando uno se jacta de guardar una parte de la ley mientras que quebranta otra, en efecto, confiesa que merece el castigo.

Ahora podemos entender mejor lo que Pablo quiere decir con: “de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4). Ciertamente no está sugiriendo que los gálatas habían perdido su salvación, ya que a través de toda esta epístola los trata como creyentes. Por lo menos 9 veces los llama hermanos, y también usa el pronombre nosotros (Gálatas 4:28).

Pablo no hubiera hecho esto si sus lectores no fueran creyentes. Además, con confianza declara: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6).

“De la gracia habéis caído” no quiere decir perder la salvación, sino dejar de vivir bajo la gracia de Dios. No se puede mezclar la gracia con la ley. El que decide vivir bajo la ley no puede vivir bajo la gracia.

Los creyentes en Galacia habían sido fascinados por los falsos maestros (Gálatas 3:1), así que, estaban desobedeciendo la verdad. Se habían cambiado a otro evangelio (Gálatas 1:6–9), y habían regresado a los pobres rudimentos de la religión (Gálatas 4:9).

Como resultado, se habían sujetado al yugo de la esclavitud, y esto les llevó a su situación presente: “de la gracia habéis caído”. Y la tragedia de esta caída es que se habían privado a sí mismos de todas las cosas buenas que Cristo Jesús podía hacer por ellos.

En seguida Pablo presenta la vida del creyente bajo la gracia (Gálatas 5:5–6). Podemos contrastar las dos maneras de vivir: Cuando uno vive por la gracia, depende del poder del Espíritu Santo; en cambio, el que vive bajo la ley depende de sus propios esfuerzos. La fe no es muerta, sino que obra (ve Santiago 2:14–26). Pero los esfuerzos de la carne nunca pueden lograr lo que la fe puede hacer por medio del Espíritu Santo. Y la fe obra por el amor—el amor hacia Dios y hacia los demás. Lamentablemente, la carne no produce amor, en cambio, produce egoísmo y rivalidad (ve Gálatas 5:15). ¡Con razón Pablo describe la vida legalista como una caída!

Cuando el creyente anda por fe, dependiendo del Espíritu de Dios, vive bajo la gracia de Dios, y todas sus necesidades son suplidas. Disfruta las riquezas de la gracia de Dios, y siempre aguarda una esperanza (Gálatas 5:5): el día que Cristo regrese y nos haga semejantes a Él en justicia perfecta.

La ley no nos da ninguna promesa de justicia perfecta en el futuro. Es verdad que preparó el camino para la primera venida de Cristo (Gálatas 3:23–4:7), pero no puede preparar el camino para su segunda venida.

Así que, el creyente que escoge el legalismo se priva de libertad y las riquezas espirituales. Deliberadamente se coloca bajo la esclavitud y el fracaso espiritual.


  El Corredor—El rumbo se pierde 
(Gálatas 5:7–12)

A Pablo le gustaban las ilustraciones acerca del atletismo y las usó a menudo en sus cartas. Sus lectores estaban familiarizados con los juegos olímpicos, así como con las competencias atléticas griegas que siempre incluían las carreras.

Es importante observar que Pablo nunca usa el simbolismo de las carreras para explicar cómo ser salvo, más bien, lo usa para ilustrar la vida cristiana. Para participar en los juegos olímpicos se exigía que los competidores fueran ciudadanos.

Llegamos a ser ciudadanos del cielo por medio de la fe en Cristo; entonces el Señor nos señala la meta y corremos para ganar el premio (ve Filipenses 3:12–21). No corremos para ser salvos, sino porque ya somos salvos y queremos hacer la voluntad de Dios (Hechos 20:24).

“Vosotros corríais bien”. Cuando Pablo llegó a ellos lo recibieron

  • “como a un ángel de Dios” (Gálatas 4:14). 
  • Aceptaron la Palabra, 
  • confiaron en el Señor Jesucristo y 
  • recibieron al Espíritu Santo. 
  • Tenían un gozo profundo que era notorio a todos, y 
  • estaban dispuestos a hacer cualquier sacrificio por Pablo (4:15). 
Pero ahora, Pablo era su enemigo. ¿Qué había pasado?
El versículo 7 nos da la respuesta: “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer la verdad?” En las carreras cada corredor debía permanecer dentro de su línea designada, pero algunos corredores se metían en la línea de sus competidores con el fin de sacarlos de la competencia.

Esto es lo que los judaizantes habían hecho con los creyentes en Galacia: se metieron en su línea y les obligaron a cambiar de rumbo y tomar una desviación espiritual. No fue Dios quien hizo esto, porque él los llamó a correr fielmente en la línea marcada Gracia.

En su explicación Pablo cambia el simbolismo y presenta la figura de la levadura. En el Antiguo Testamento, por lo general, la levadura se usa para simbolizar lo malo. Por ejemplo, era prohibido tener levadura en la casa durante la pascua (Éxodo 12:15–19; 13:7).

A los que adoraban no se les permitía que mezclaran la levadura con los sacrificios (Éxodo 34:25), aunque había algunas excepciones a esta regla. Cristo usó la levadura como símbolo del pecado cuando advirtió acerca de la “levadura de los fariseos” (Mateo 16:6–12); y Pablo la usó como figura del pecado en la iglesia de Corinto (1 Corintios 5).

La levadura realmente es una buena ilustración del pecado: es pequeña, pero si se deja, se extiende, aumenta y leuda todo.

La falsa doctrina de los judaizantes fue introducida a las iglesias de Galacia poco a poco, pero no tardó mucho en aumentar, y finalmente dominó todo.

El espíritu del legalismo no llega a dominar a la iglesia repentinamente. Como la levadura, se introduce secretamente, crece y no tarda mucho en envenenar a toda la congregación. En la mayoría de los casos, los motivos que impulsan al legalismo son buenos, por ejemplo, el deseo de tener una iglesia más espiritual, pero los métodos no son bíblicos.

No es malo tener normas de conducta en una iglesia, pero no debemos pensar que estas reglas nos harán más espirituales, o que el guardarlas sea evidencia de espiritualidad. La levadura se expanda rápidamente. Asimismo, algunos hermanos se vuelvan orgullosos de su espiritualidad (“envanecido” es la manera en que Pablo lo expresa, 1 Corintios 5:2), y entonces critican a todos los demás por su falta de espiritualidad.

Esto, por supuesto, solamente alimenta a la carne y contrista al Espíritu Santo, pero siguen su camino pensando que están glorificando a Dios.

Todo creyente tiene la responsabilidad de estar alerta para reconocer los primeros indicios del legalismo, esa primera pizca de levadura que afecta a la congregación, y que con el tiempo crece y llega a ser un serio problema.

Con razón Pablo denuncia con vehemencia a los falsos maestros: “Estoy sufriendo persecución porque predico la cruz de Cristo, mas estos maestros falsos son celebridades populares porque predican una religión que consiente a la carne y ensalza al ego. ¿Quieren circuncidaros? ¡Ojalá que se cortaran a sí mismos!” (Gálatas 5:11 y 12, traducción literal).

La circuncisión ya no tiene valor espiritual, desde la muerte y resurrección de Cristo; sólo es una operación física. Pablo deseaba que esos maestros falsos se operaran a sí mismos—“se castraran a sí mismos”—para que ya no produjeran más hijos de esclavitud.

El creyente que vive bajo la gracia de Dios es libre, rico y corre en la línea que lo lleva a la recompensa.

El creyente que deja la gracia por la ley es un esclavo, un deudor y un corredor que ha perdido el rumbo. En otras palabras, es un perdedor.

Y la única manera de llegar a ser un ganador es rendirse al Espíritu Santo y limpiarse de la levadura, la doctrina falsa que mezcla a la ley y a la gracia.

La gracia de Dios es suficiente para cada demanda de la vida. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8–10), y servimos por gracia (1 Corintios 15:9–10).

La gracia nos ayuda a soportar el sufrimiento (2 Corintios 12:9). Es la gracia la que nos fortalece (2 Timoteo 2:1), para que seamos soldados victoriosos.

Nuestro Dios es el Dios de toda gracia (1 Pedro 5:10). Podemos venir al trono de la gracia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16). Cuando leemos la Biblia, que es “la palabra de su gracia” (Hechos 20:32), el Espíritu de gracia (Hebreos 10:29) nos revela las riquezas que tenemos en Cristo.

“Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).
¡Cuán ricos somos!

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miércoles, 20 de abril de 2016

Si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo. En Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Nos Preparamos para enseñar en la Congregación
Estad firmes en la libertad de Cristo
Gálatas 5:1-12
5: 1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo de la esclavitud.
2 He aquí yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez declaro a todo hombre que acepta ser circuncidado, que está obligado a cumplir toda la ley.
4 Vosotros que pretendéis ser justificados en la ley, ¡habéis quedado desligados de Cristo y de la gracia habéis caído!  5 Porque nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia. 6 Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor.
7 Corríais bien. ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Tal persuasión no proviene de aquel que os llama. 9 Un poquito de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío en el Señor con respecto a vosotros que no pensaréis de ninguna otra manera; y el que os inquieta llevará su castigo, sea quien sea. 11 Pero con respecto a mí, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué aún soy perseguido? En tal caso, se habría quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen  los que os perturban!

La firmeza: Uso de una libertad Divina
La libertad en mantenerse firmes
Gálatas 5:1-12
Parte del v. 1 resume el cap. 4 donde se menciona el tema de la libertad. 

También el mismo pensamiento sirve para introducir esta porción de mantenerse firme en libertad. 
Cristo es el gran libertador de la esclavitud del pecado. 
Pablo pide a los gálatas que se mantengan firmes en el sentido de su fe en el evangelio que fue proclamado por el Apóstol. 
El mismo pensamiento está en 1 Corintios 16:13, donde Pablo recuerda a los corintios: Vigilidad, estad firmes en la fe; sed valientes y esforzaos (comp. Fil 1:27; 4:1; 1 Tes. 3:8; 2 Tes. 2:15). 

También el Apóstol les exhorta a no tomar de nuevo el yugo de la esclavitud con el cual los judaizantes querían atraparlos para esclavizarlos en el judaísmo. Los gálatas habían sido libres de una religión pagana o judía (si eran judíos); ¿para qué regresar al yugo de una esclavitud que una religión trae? 

Las cosas externas no tienen nada que ver con la libertad del Espíritu. Pedro recordó a los líderes de Jerusalén en el concilio de Hechos 15:10 acerca del yugo del judaísmo cuando dijo: Ahora, pues, ¿por qué ponéis a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?

El Apóstol toma la doctrina clave de los judaizantes que era la circuncisión para exhortar a los gálatas a no circuncidarse (v. 2). 
Pablo no quería decir aquí que si ellos hacían este acto automáticamente perdían la salvación. El Apóstol les dice que si se circuncidan para obtener favor con Dios, ellos están escogiendo un camino falso donde los ritos externos son practicados para agradar a Dios. 
Si este es el caso, de nada les sirve el sacrificio vicario de Cristo. Una cosa es hacer buenas obras en Cristo pero es otra cosa hacer obras como parte de la salvación.
Libertad o esclavitud
Gálatas 5:1–12
1.     Pablo apela a los gálatas a permanecer en la libertad y no volver a la esclavitud.
2.     El volver a observar la ley ceremonial implica que han abandonado el evangelio.
3.     El perdurar hasta terminar la carrera es la meta del atleta.
4.     Poca herejía (levadura) puede contaminar a toda la comunidad cristiana.

La obligación de la ley arruina la gracia y es más, la persona que se somete al yugo de la ley tiene que vivir en ella (v. 3). 

Pablo testifica que todo hombre que se circuncida tiene que guardar toda la ley. La palabra declaro es martúromai , que se puede traducir como juntarse como testigo. También se traduce “protestar contra algo.” El significado aquí es que Pablo protesta severamente a que todo hombre que toma el yugo de la circuncisión está obligado a seguir toda la ley. 

Santiago concuerda con Pablo cuando dice: Porque cualquiera que guarda toda la ley pero ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo (Stg. 2:10). Una persona que decide ser justificada por la ley tiene que seguirla perfectamente toda su vida y si en un caso quebrantare un punto de la ley es culpable de toda la ley. Alguien puede decir entonces: ¿Por qué Dios dio la ley que nadie puede seguir? 

Tenemos que tener en mente que el propósito de la ley no fue de salvar al hombre sino de mostrar lo pecador que él es. Esta es la razón por la que Pablo se opone rotundamente a las enseñanzas de los judaizantes.

Cuando una persona confía en la ley y piensa que su labor en ella trae salvación entonces es desligada de Cristo (v. 4). 

La palabra griega dkatargéo tiene el significado de eliminar o hacerlo inválido. Esta palabra aparece en Romanos 7:2 donde la mujer casada queda libre de la ley del marido (comp. Rom. 7:6). 

Lo que Pablo dice es que el hombre que busca la justificación por la ley no está viviendo en la esfera de Cristo. Así que el sacrificio perfecto de Cristo no es suficiente para la salvación. El hacer las obras de la ley basados en méritos de esfuerzos humanos, no deja cabida para la gracia (que es el regalo inmerecido de Dios por medio de Jesucristo). 

Pablo no está hablando de perder la salvación sino del método de salvación que los gálatas estaban escogiendo. Los que enseñan que hay que hacer algo más que el solamente aceptar a Cristo están en realidad diciendo que el sacrificio de Cristo no fue completo y así se divorcian del sacrificio completo y también de la gracia de Dios. El cristiano hace buenas obras pero no para salvación sino porque ama a Cristo y tiene el Espíritu Santo.

El contraste con las enseñanzas legalistas era el caminar por el Espíritu (v. 5). 
Los cristianos (Pablo usa nosotros para referirse a todos los que participan en la esfera de Cristo) esperan con gran anticipación, por fe, la esperanza de la justicia. 
Es importante ver que la fe está en contraste con la ley. 
La circuncisión está basada en la carne pero la fe está basada en la esfera del Espíritu. La fe espera en la esperanza de justicia. Pablo no quiere decir la justicia que fue imputada cuando una persona cree en Cristo sino cuando la justicia de Dios sea completamente realizada en su venida (comp. 1 Ped. 1:3, 4, 13). Es cuando, en la venida de Cristo, el creyente será totalmente conformado a la voluntad perfecta de Dios. Será entonces cuando la justicia interna que comenzó en la salvación se manifestará por completo en esa segunda venida de Cristo. 
Podemos decir que hay tres cosas que continúan en el cristiano cuando acepta a Cristo y son: La vida cristiana es vivida en el poder del Espíritu Santo; el cristiano ejercita su fe en Cristo y tiene la esperanza en la glorifiación futura de su vida en vez de la ansiedad que ocurre porque no hay seguridad de la salvación.
Joya bíblica
Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor (Gálatas 5:6).
Si el cristiano camina en el Espíritu y en la esfera de Cristo, entonces ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen ningún provecho porque son factores externos que no tienen nada que ver con la fe y la justificación (v. 6). 

Pero lo que sí tiene provecho es la fe que se expresa en el amor (comp. Gál. 5:13). 
Pablo expresa el mismo pensamiento cuando dice: Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef. 2:10). 

Las obras de la ley son como una mesera en un restaurante. Ella trata de agradar a su cliente por la propina que él dejará, su sonrisa y buen servicio es algo externo y con un propósito egoísta. A diferencia de la mesera de un restaurante está la dueña de casa. Ella prepara una comida para su esposo y lo recibe con alegría porque está enamorada. Sus obras son producto del amor que tiene para su marido y lo que hace es para agradarlo. Así también el cristiano, sus obras son por amor y por la relación íntima que tiene con Cristo.

Pablo usa la imagen de una carrera para describir la vida cristiana (v. 7). 
Esta imagen de una carrera era una de las ilustraciones más favoritas del apóstol Pablo. Para él es una carrera que demanda seguir las reglas y disciplina para poder terminar y así obtener un galardón (1 Cor. 9:24–27; Gál. 2:2; Fil. 3:13, 14; 2 Tim. 4:7). 

Los gálatas estaban corriendo la carrera espiritual muy bien. 
Cuando Pablo los dejó, ellos estaban siguiendo el evangelio que se les encomendó pero enseguida que el Apóstol se fue, vinieron los maestros falsos para estorbarlos. La palabra griega egkópto , que se traduce estorbó, era una palabra que se usaba en el ejército antiguo y tenía el significado de poner un estorbo o de destruir una carretera o camino. 

En el contexto que Pablo usa esta palabra es cuando un corredor ilegalmente se pone al frente del otro para causar un tropiezo. Por causa de este estorbo algunos de los gálatas habían caído a otra clase de evangelio y otros estaban a punto de ser tropezados. Pablo hace una pregunta retórica (¿Quién os estorbó...) para hacerlos pensar en el error en que habían caído.

Pablo se dirige a la autenticidad de los maestros falsos y menciona tres cosas muy importantes acerca de ellos. 

La primera cosa que los maestros falsos tienen es que su doctrina no proviene de Dios, quien llamó a los gálatas (v. 8). Fue Dios que los llamó por medio de Jesucristo (Gál. 1:6). La salvación es una obra totalmente hecha por Dios cuando mandó a su hijo a morir por los pecados del hombre (Rom. 8:28–30). 

El poner las obras u otras cosas en el regalo de Dios pone al hombre como parte con Dios en el hacer la salvación y el sacrificio de Cristo no es perfecto ni completo. 

La segunda característica de los maestros falsos fue mencionada en el versículo anterior (v. 7) y es que son piedra de tropiezo para los creyentes. Ellos son estorbo en la carrera cristiana con su falsa doctrina.

También los maestros falsos son como la levadura que tiene una influencia negativa en la congregación (v. 9). La levadura es una substancia que se usaba en la masa del pan para ser leudado. La levadura se usa en la Biblia como ilustración positiva. Jesús usó la ilustración de la levadura para ilustrar el reino de Dios (Mat. 13:33; Luc. 13:21). La levadura también se usaba para ilustrar las enseñanzas falsas que creaba y el efecto negativo que producía. Un poco de levadura puede contaminar toda la masa. 

Así también las enseñanzas falsas. Un poco de falsedad cambia el significado del mensaje y puede influenciar el modo de pensar de mucha gente. Jesús usó la ilustración de la levadura para referirse a las enseñanzas de los fariseos (Mat. 16:6, 12).

El Apóstol confía en Cristo en cuanto a los gálatas. 
Había esperanza en que los gálatas regresaran a su sentido espiritual y recapacitaran en el evangelio que fue predicado por el Apóstol (v. 10). 

En cuanto a el que os inquieta llevará su castigo (v. 10): Pablo usa el singular porque posiblemente había una persona que era la figura principal entre otros maestros falsos.

 Cualquiera que fuera esta persona, él llevaría la sentencia de Dios. Lo mismo dijo Pablo a los profetas falsos que infiltraron la iglesia de Corinto: ... cuyo fin será conforme a sus obras (2 Cor. 11:15).

Posiblemente los judaizantes ponían a Pablo como ejemplo de la circuncisión. 
El pidió a Timoteo que se circuncidara (Hech. 16:3). También pudieron interpretar mal el punto de vista de Pablo: ¿Fue llamado alguien ya circuncidado? No disimule su circuncisión... (1 Cor. 7:18). En cualquier caso, Pablo fue acusado de promover la circuncisión. Contra esta acusación, el Apóstol se defiende con una pregunta (v. 11). Si Pablo predicaba la circuncisión entonces, ¿por qué era perseguido por los judaizantes? Y si el Apóstol enseñaba que la circuncisión formaba parte de la salvación, entonces él ha quitado el tropiezo de la cruz (v. 11).

 La palabra tropiezo es skándalon y tiene que ver con una “piedra de tropiezo o tropezadero”. Para los judíos la muerte en una cruz era abominable. La cruz de Cristo era un tropezadero. 

Al predicar la circuncisión para la salvación entonces la cruz es removida y no tiene nada que ver en su ministerio. 

La crucifixión de Cristo es el regalo más grande que Dios pueda dar al hombre pero para el religioso es un tropezadero y para los filósofos locura. Pablo dijo: Nosotros predicamos a Cristo crucificado: para los judíos tropezadero, y para los gentiles locura. Pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1 Cor. 1:23, 24).

Pensando en el celo de los judaizantes por la circuncisión que obscurecía el evangelio de gracia, el Apóstol les habla rudamente (v. 12). 

Si ellos estaban tan entusiasmados acerca de la circuncisión entonces por qué no ir al extremo y castrarse. Para algunos esta expresión de Pablo no suena muy bonita. Pero el Apóstol estaba defendiendo a sus hijos en la fe, a la iglesia que le había costado mucho. 

Su celo por la obra de Cristo era grande. Aquí podemos ver un ejemplo muy bueno para nosotros y es que los líderes de la iglesia de Cristo no deben tolerar las herejías.
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