lunes, 31 de agosto de 2015

Despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos el nuevo hombre, que fue creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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Preparemos nuestro sermón Expositivo

La Vida Vieja y la Vida Nueva
Efesios 4:17–32

17      Esto pues digo y requiero en el Señor: que ya no viváis como viven los gentiles, en la futilidad de su mente,
18      teniendo el entendimiento entenebrecido, totalmente ajenos a la vida de Dios a causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;
19      los cuales, después que llegaron a ser insensibles, se entregaron a sí mismos a la sensualidad, para practicar con avidez toda clase de impureza.
20      Pero vosotros no aprendisteis así a Cristo,
21      si en verdad lo oísteis y fuisteis enseñados en Él, conforme a la verdad que está en Jesús.
22      En cuanto a la antigua manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos,
23      y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
24      y vestíos el nuevo hombre, que fue creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
25      Por tanto, desechando la mentira, cada uno hable verdad con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.
26      Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27      ni deis lugar al diablo.
28      El que hurtaba no hurte más, sino trabaje, haciendo con las propias manos lo bueno, para que tenga qué compartir con el que tiene necesidad.
29      Ninguna palabra dañina salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, que comunique gracia a los que están oyendo.
30      Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
31      Sea quitado de vosotros toda amargura y enojo, e ira, y grito airado y maledicencia, junto con toda maldad.
32      Sed bondadosos los unos con los otros, compasivos, perdonándoos los unos a los otros como también Dios os perdonó en Cristo.



La palabra “andar” (en uno de sus derivados) aparece prominentemente en los capítulos 4 al 6, que contienen las instrucciones prácticas de Pablo a sus lectores en lo que toca a la vida cristiana. 

Nótese su uso en 4:1, 17; 5:2, 8, 15. En 4:1 el apóstol exhorta a los cristianos a que “anden como es digno” del llamado con que han sido llamados. En 4:17 Pablo introduce un nuevo aspecto del andar del cristiano. Expresada en términos negativos, su exhortación es a que no anden como los otros gentiles. En vez de eso deben abandonar la manera pagana de vivir en todo respecto, y entregarse a sí mismos a la manera de vivir de Cristo.

Los cristianos a quienes Pablo les escribió “habían estado respirando desde su infancia la atmósfera corrupta de una forma sumamente degenerada del paganismo; y todavía la estaban respirando”. Por lo tanto es imperativo que a través del poder de Cristo ellos rompan su relación con esta influencia que ha pesado sobre ellos toda su vida. Al tratar de hacerlos sensibles en cuanto a este asunto, Pablo describe la vieja vida sin Cristo y la nueva vida con El (4:17–24). 

Luego procede a ofrecer ciertas instrucciones específicas relacionadas a la nueva vida (4:25–32). En 4:17–20 el apóstol no sólo explora un poco más allá lo que ya había presentado en 2:1–10, sino que también lo aplica directamente a sus lectores gentiles. En la sección anterior él se había incluido a sí mismo en su descripción, pero en este segundo pasaje Pablo se dirige directa y consistentemente a la situación y experiencia específicas de sus lectores.

  A. VIDA SIN CRISTO, 4:17–19

El adverbio esto (17) debe tomarse como una forma de resumir el pensamiento iniciado en los versículos 1–3. La larga explicación de la unidad en los versículos 4–16 constituye una digresión de la exhortación en la que Pablo se lanza en los primeros 3 versículos. Esto… digo y requiero es un paralelo de “yo os ruego” del versículo 1. Si bien estos dos verbos digo (lego) y requiero (“testifico”, KJV; martyromai) son así fielmente traducidos (en la R-V.), el significado verdadero no sale a la superficie en esa forma. La apelación de Pablo es precipitada por una convicción fuerte, personal y solemne. 

El significado es capturado por las siguientes traducciones: “Os digo e insisto en ello” (NVI), “Esto pues lo digo y protesto” (VM.), y Bruce ofrece la siguiente paráfrasis: “Esto es lo que quiero decir; esto es lo que pido de vosotros en el nombre del Señor.” En el Señor ha sido interpretado en una variedad de maneras: “por el Señor”, o “basado en la autoridad del Señor”, con lo cual se significa “en comunión con el Señor”.4 Aparentemente el escritor quiere connotar la idea de que se está identificando con el Salvador, y que su exhortación es precisamente la misma que Cristo haría.

La exhortación toma una forma negativa: no andéis como los otros gentiles. Conducíos en tal manera que demuestre la verdadera diferencia que existe entre vosotros y vuestros vecinos paganos. Luego el apóstol se lanza en una descripción minúscula de la manera pagana de vivir, la vida sin Cristo (cf. Ro. 1:21–32).


    1. “La vanidad de su mente” (4:17d)

Mente (nous) en el pensamiento hebreo incluye más que las facultades cognoscitivas; también incluye la comprensión, la conciencia y los afectos. Por ende, mente aquí alude a todos los aspectos del ser de la persona que la capacitan para reconocer los valores morales y la verdad espiritual (cf. Ro. 1:28; 7:23; 1 Ti. 6:5). Vanidad (mataiotes) tiene el significado de “falta de propósito, la característica de ser inútil, o de estar vacío”. En este contexto, la palabra toma la connotación de futilidad, espejismo y completo fracaso moral. Sin la iluminación del Espíritu de Dios, la senda del hombre le conduce sólo hacia todo aquello que (le) frustra, porque esencialmente él “queda entregado a cosas carentes de valor o de realidad”. Ambas cosas, la experiencia personal y la historia de la humanidad confirman esta evaluación de la vida del hombre aparte del Salvador.


    2. “Teniendo el entendimiento entenebrecido” (4:18a)

En esta frase Pablo explica lo que la vanidad del versículo 17 involucra. Desde luego, incluye el oscurecimiento del entendimiento (dianoia). Esto es “la oscuridad interior causada por la incredulidad”, y debe ser contrastada con la iluminación interior por la cual Pablo oró en 1:18, “siendo iluminados los ojos de vuestro entendimiento” (VM.). Hablando de los gentiles, Pablo asevera en Romanos 1:21, que “entenebrecióse su fatuo corazón” (VM.).


    3. “Ajenos de la vida de Dios” (4:18b)

Vemos en esta cláusula una referencia a la caída del hombre. El presente estado del ser humano es “el resultado, no sencillamente de la separación de Dios, sino de una alienación activa”. La vida pagana representa una infinitamente trágica “desviación de la verdadera naturaleza del hombre”. El estar separados de Dios realmente significa la muerte espiritual porque Dios es la única Fuente de vida para la humanidad. La contestación cristiana a esta condición es “reconciliación con Dios” (2 Co. 5:17–21; Col. 1:20–21). Juan apoya a Pablo en esta declaración al escribir: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:12).

El estado de muerte y futilidad en el cual los gentiles se encuentran a sí mismos no es accidental, sino el resultado de la ignorancia y la ceguera de sus corazones. La ignorancia (agnoia) algunas veces significa o puede ser ignorancia perdonable, cuando es debida a circunstancias más allá del control de uno (cf. Hch. 17:30). La ignorancia de la que las personas son culpables generalmente es expresada con la palabra agnosia, como en 1 Pedro 2:15. 

Pero aquí agnoia parece expresar esta última connotación. Pablo no intenta sugerir que la condición espiritual de los gentiles no va acompañada de culpa. La siguiente frase, correctamente traducida como “la dureza o insensibilidad de sus corazones”, indica “un acercamiento deliberado de la voluntad en contra de cualquier impulso hasta el grado en que los humanos llegan a ser inmunes a los sentimientos”. Dureza (porosis) es usada para denotar el endurecimiento de la piel, o la creación de un callo por un contacto constante con una substancia extraña. El resultado es la insensibilidad al dolor. En igual forma, el pecar incesantemente produce un endurecimiento del corazón.


    4. Insensibles a los sentimientos (4:19)

La insensibilidad moral significa desvergüenza, arrogancia ante Dios y el hombre, y vivir sin el freno de la conciencia. El resultado final de ello es la irresponsabilidad moral, en la cual el pecado corre desbocado por todo el curso de la vida. Pablo dice aquí de los gentiles que se entregaron, o “se abandonaron a sí mismos” (NEB) al pecado. En Romanos 1:21–28, el apóstol declara que Dios los entregó a sus propios caminos pecaminosos, pero aquí Pablo muestra el otro lado del asunto. 

La tragedia es doble —el hombre que abandona a Dios para retener su pecado, y el acto final, que Dios toma muy a su pesar, cuando abandona al hombre a quien ya no puede ayudar. El resultado de este abandono a la vida pecaminosa es aquí descrito. Lascivia (aselgeia) es una sensualidad sin pudor, y sin vergüenza, o sencillamente el exceso. Bruce la traduce: “vida desenfrenada”. Esto parece incluir tanto la idea de la sensualidad como del exceso. Toda clase de impureza expresa la manera en la que esta lascivia es evidenciada. El nombre traducido cometer (ergasia) puede significar “negocios” o “las ganancias de los negocios”, de modo que la cláusula expresa la idea de hacer un trueque o negocio de impureza. 

Más razonable es la idea de que la frase para cometer signifique “indulgencia en”, más bien que “negociar en”. Salmond ofrece la siguiente paráfrasis del versículo: “Se dieron a sí mismos voluntariamente a una sensualidad desenfrenada, a fin de poder practicar toda clase de impureza y hacerlo con un deseo codicioso sin freno alguno.” El dominio de la inmoralidad en la sociedad pagana de la antigüedad era en muchos casos aprobada por su asociación a los rituales de los templos. En el mundo occidental del siglo veinte, la sensualidad “de la gente sofisticada” a veces es promulgada en el nombre de la libertad y la madurez cultural. Ambos tipos son anticristianos, y degradantes para la sociedad.


  B. VIDA CON CRISTO, 4:20–24

La conjunción mas (20) funciona para introducir la clase de vida opuesta a ésa que los lectores de Pablo habían un día conocido, y que todavía privaba entre los paganos. La conjunción sirve para distinguir agudamente la descripción que el apóstol hace de la vida vieja, y de la vida nueva.

La declaración: vosotros no habéis aprendido así a Cristo, es difícil tanto en estructura gramatical como en pensamiento. Este es el único caso en que el verbo manthano, “aprender”, es usado con un complemento personal. Aprender a Cristo suena como una expresión burda hasta que recordamos que las Escrituras nos hablan de “predicar a Cristo” (1 Co. 1:23). Hodge asevera que esto “no significa meramente predicar sus doctrinas, sino predicar al Cristo mismo, postularlo como el objeto de amor y confianza supremos”. En la misma vena, aprender a Cristo debe significar conocerlo experimentalmente como el Hijo de Dios y como el Salvador personal de uno. Involucra mucho más por lo tanto que un conocimiento académico con sus enseñanzas. Una frase paulina equivalente a este concepto es la que encontramos en Filipenses 3:9–10: “Y ser hallado en él… a fin de conocerle.” 

Esta experiencia de aprender a Cristo necesariamente incluye el aceptarle como Mesías y el adoptar su manera de vivir. Blaikie observa: “El que aprende de Cristo se lo apropia en la eficacia de su expiación, en el poder de su Espíritu, en la fuerza de sus lecciones, y en el espíritu de su influencia, y descubre que todo ello es diametralmente opuesto al mundo impío.”

El versículo 21 es un paréntesis, pero su propósito no es introducir una duda mediante el uso de si. Tal como Salmond sugiere, el versículo es “una suposición delicada” de que Cristo “era el tema y la suma de la predicación” que ellos habían oído. Lo que es más, ellos no solamente le habían oído, sino que también habían sido por él enseñados. Robinson hace un resumen del pensamiento: “Cristo era el mensaje que se les había presentado, El era la escuela en la que ellos habían sido enseñados, El era la lección que ellos habían aprendido.” 

La cláusula conforme a la verdad que está en Jesús presenta un problema sutil. ¿A qué se debe el cambio al nombre Jesús, que Pablo usa así solo muy raramente? Tal vez sea un recordatorio de que “la voz ‘del Cristo’ es escuchada y su enseñanza recibida en el ‘Jesús’ histórico.” Durante su ministerio terrenal nuestro Señor dijo: “Yo soy… la verdad” (Jn. 14:6). Tal vez se deba a que Pablo haya intentado una estocada teológica contra los gnósticos, cuando añadió esta cláusula, puesto que ellos separaban el “Cristo celestial” del hombre Jesús.


    1. Despojándose del hombre viejo (4:22)

Aquí Pablo continúa el pensamiento que principió en el versículo 20. La nueva plenitud de vida ha de realizarse mediante una experiencia de tres fases: 
(1) Despojarse del viejo hombre, 22; 
(2) Ser renovados en el espíritu de su mente, 23; 
(3) Vestirse del nuevo hombre, 24.

La estructura gramatical que liga el versículo 20 con 22–24 presenta ciertas incertidumbres de exégesis, particularmente en lo que toca a la interpretación de la frase el viejo hombre (ho palaios antropos), y el nuevo hombre (ho kainos anthropos). Cada uno de los versículos 22–24 es introducido con un infinitivo, la traducción de los cuales admite variación. Algunas versiones parecen traducir estos versículos en una manera afirmativa sencilla (como la KJV) mediante el uso de una conjunción (“that”). 

En cuanto a los infinitivos Salmond escribe: “Tiene algo de la fuerza del imperativo, pero no debe tomarse igual que si fuese imperativo”16 (que es lo que tenemos en R-V., los infinitivos son usados en NVI).

Una pregunta importante se suscita como resultado de este problema gramatical. ¿Está el apóstol sencillamente aseverando que cuando llegaron a conocer a Cristo en gracia salvadora, al mismo tiempo se habían despojado del viejo hombre y se habían vestido del nuevo hombre? ¿O los está exhortando a participar en una actividad espiritual que es subsecuente a esa experiencia inicial? 

La contestación a estas preguntas es decidida por la manera en la que uno interpreta el significado de los infinitivos. En este caso la construcción gramatical no es decisiva. Por lo tanto, el intérprete debe depender en el contexto y en las enseñanzas relacionadas de todo el Nuevo Testamento. Se han formulado tres contestaciones, y la diferencia básica entre ellas gira alrededor de las dos frases el viejo hombre y el nuevo hombre.

(a) La primera posición 
considera la declaración de Pablo como se relaciona sólo a la autodisciplina después de la conversión. R. W. Dale es un representante de esta posición. En su comentario acerca de despojarnos “del hombre viejo”, Dale escribe: “Pero en ellos (los lectores) hay un ‘hombre viejo’, una naturaleza más baja, una moralidad formada por opiniones contemporáneas y por las costumbres populares del mundo; y tienen que despojarse de él.” También declara: “Pero esta revolución moral completa no es lograda ni por un esfuerzo supremo de nuestra propia voluntad, ni por un golpe momentáneo de poder divino. Debe ser llevado a cabo mediante un proceso minucioso, largo, laborioso y algunas veces doloroso de autodisciplina.”

Esta misma posición es adoptada por Bruce, Foulkes, Robinson y Hodge, y otros más que aceptan la posición teológica de que el principio de pecado es removido gradualmente a través del ministerio del Espíritu. Para nosotros los de la interpretación wesleyana es significativo que esos eruditos reconocen y afirman la enseñanza bíblica de que en el hombre convertido queda un principio de pecado, y que necesita ser eliminado —y que puede ser eliminado por la obra del Espíritu. El argumento de más peso en contra del método gradual que ellos proponen es el hecho de que las acciones despojaos (apothesthai) y vestíos (endusasthai) están expresadas con verbos aoristos, que indican acciones instantáneas y terminadas.

(b) Una segunda posición
que en la opinión de este escritor tiene mucho en su favor, depende en aceptar los infinitivos como sencillas declaraciones positivas. Esta interpretación ve al viejo hombre como “el orden de cosas antiguo, el anterior, el que ya quedó atrás” y que es despojado en el momento de la conversión. Moule interpreta los infinitivos aoristos como que no sugieren “un deber sino un hecho. La acción de ‘vestirse’ tal como la de ‘despojarse’ son vistas… como un fait accompli.” 

En esta vena, el despojarse del viejo hombre es entonces “una expresión figurativa para expresar el abandono de su anterior… modo de vida, el cual era de acuerdo a su naturaleza corrupta.” Henry E. Brockett, en su exposición del viejo hombre y del nuevo hombre, compara al creyente a “un hombre que está tejiendo un diseño en la tela, en un telar. En sus días en que no había sido regenerado, tejía de acuerdo a la ‘vieja’ pauta o diseño, y ahora teje su tela (su vida diaria) de acuerdo a un diseño enteramente nuevo, el cual es, que ‘se ha vestido del nuevo hombre’ —de acuerdo a Cristo. El creyente es responsable de tejer la tela.” Aunque esta declaración aparece en un pasaje que tiene que ver con la vida santificada, parece identificar “al viejo hombre” con la vida antes de la regeneración.

Colosenses 3:9–10 sugiere una experiencia paralela: “No os mintáis unos a otros, habiéndoos despojado de vuestro viejo hombre, con sus prácticas y vestido del nuevo, que se renueva [‘que está siendo renovado’, NASV] en conocimiento a imagen de su Creador” (NVI). (Cf. la interpretación de Nielson, en sus comentarios sobre Colosenses 3:8–11, CBB). Además, la declaración de Pablo en Romanos 6:6 puede ser interpretada de esa manera. Reza: “Pues sabemos que nuestro antiguo ‘yo’ [margen, ‘hombre’] fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado fuese destituido de su señorío, de modo que no seamos por más tiempo esclavos del pecado” (NVI). 

La crucifixión del viejo hombre, la vieja manera de vivir, es con el fin de proveer la ocasión de que Dios destruya el cuerpo de pecado, la mente carnal.23 En adición a ello, el concepto de novedad en los escritos paulinos frecuentemente se refiere a la experiencia inicial con Cristo. CF. 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [lit., creación] es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Véase también Gálatas 6:15; Romanos 6:4; Efesios 2:10.

(c) Una tercera posición
que generalmente es sostenida por eruditos del movimiento de santidad, identifica el viejo hombre con la mente carnal, la cual es removida en la experiencia de la entera santificación. W. T. Purkiser clasifica esa frase dentro del grupo general de términos que sugieren la condición pecaminosa del corazón no santificado. Purkiser escribe: “El creyente ha sido ‘crucificado con él [Cristo]’, (Ro. 6:6) y ha de ser ‘quitado’, ‘sacado’ como quien se quita un traje o vestido viejo.” Aludiendo al carácter hereditario del mal, Harry E. Jessop llama la atención a Romanos 6:6; Efesios 4:22; Colosenses 3:9 y declara: “Aquí, evidentemente, está el intruso en nuestra naturaleza. Se ha declarado que es viejo, y hay razón para ello. 

Data de mucho tiempo atrás, dado que es una contaminación racial que principió con la caída y que consecuentemente pasó a todos los humanos como una vena corrupta con la que nacían todos los que vinieron después.” Wesley parece equiparar al viejo hombre con la naturaleza carnal, la cual es purgada en una segunda experiencia. Por ende habla del viejo hombre como “todo el cuerpo de pecado” y del nuevo hombre como “santidad universal”. 

William Greathouse, después de definir el viejo hombre como “el corrupto ser viejo, egocéntrico y que busca su propio beneficio”, declara que este viejo hombre es quitado en la muerte espiritual de la voluntad del yo. Esto es seguido por “el proceso” de ser renovados en el espíritu de vuestra mente (4:23). Como una parte de este proceso viene “un momento de crisis en el que ‘nos vestimos del hombre nuevo’. Este ‘nuevo hombre’ fue creado de una vez por todas en Cristo, quien es la Imagen de Dios restaurada a la raza. Pero en la crisis de la entera santificación nos ‘vestimos’ o ‘ponemos’ esa Imagen: Cristo es estampado en nosotros”.

Generalmente, los que se apegan a esta interpretación afirman que: 
(1) los infinitivos que tenemos aquí tienen la fuerza de imperativos. Por ejemplo, Adam Clarke comenta en esa vena que en 4:24 Pablo quiere decir: “Obtengan una nueva criatura.” La mayoría de las traducciones modernas le dan apoyo gramatical a esta interpretación al emplear el modo imperativo para traducir esos infinitivos. 

(2) Una distinción también es hecha entre las frases en cuanto a la pasada manera de vivir (conducta), lo que se interpreta como una alusión a la manera irregenerada de vida, y el viejo hombre o naturaleza adámica. (Cf. traducciones en RSV, NEB, NASB, Moffatt, Goodspeed, C. B. Williams, Berkeley). El efecto es que ahora, los lectores que ya le han dado la espalda a su antigua vida pecaminosa son exhortados a despojarse de su naturaleza carnal mediante una segunda experiencia de crisis.

Despojaos, al igual que vestíos son metáforas del acto de cambiarse de ropa, y sugieren aquí un cambio de carácter. Manera de vivir (NVI) es traducción atinada. La palabra traducida que está viciado (phtheiromenon) es un participio presente (lit., está siendo viciado) pero que puede ser traducido “corrupto” o “contaminado” (una condición existente) sin hacer violencia al pensamiento general del versículo. Esta corrupción incluye las ilusiones del deseo erróneo (cf. Phillips). 

El viejo hombre está sujeto al engaño, y constantemente desea guiándose por el egoísmo, pensando sólo en sí mismo. Pero esa “característica adquisitiva, en vez de darle fuerza, lo arruina: es ‘un engaño’, merced al cual se vuelve más y más dependiente, y deja de vivir su propia vida”. La vida vieja, dominada por el viejo yo, fue vivida en frustración. Aunque los deseos pecaminosos del ser irredento prometían gozo y felicidad, no pudieron cumplir su promesa.


    2. Renovando la mente (4:23)

Renovaos es un infinitivo presente (ananeousthai) derivado del adjetivo neos. Sugiere la idea de ser nuevo en el sentido de ser joven o “de aquello que no ha existido por largo tiempo”. Una renovación continua de la vida interior, o sea, del espíritu de vuestra mente es esperada cuando uno se pone o se viste de la naturaleza nueva (24). Esto denota el carácter dinámico de la nueva vida. Un versículo paulino paralelo es Romanos 12:2: “Y continuad siendo transformados por la renovación de vuestra mente” (lit.). Esta renovación no es el resultado del esfuerzo humano; es más bien la obra del Espíritu Santo sobre el espíritu humano. La transformación ocurre conforme el individuo se entrega o rinde a sí mismo a la dirección del Espíritu. Siguiendo a otros comentaristas, Harrisville advierte el hecho de que, puesto que el cambio ocurre en el espíritu de la mente, Pablo está indicando “la naturaleza radical y fundamental de la renovación, o sea, que afecta esa parte de la personalidad humana que dirige el razonamiento y la voluntad”.


    3. Vistiéndose del hombre nuevo (4:24)

Simultáneamente con la acción de despojarse del “viejo hombre” está la de ponerse el nuevo hombre (ho kainos anthropos), creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. La frase según Dios es explicada por el pasaje de Colosenses en el que Pablo habla del nuevo hombre y dice que “se renueva a imagen de su Creador” (Col. 3:10). La semejanza a Dios es revelada y mediada a través de Jesucristo. Cuando nos vestimos de Cristo (Ro. 13:14; Gá. 3:27), quien es “el hombre nuevo de todos los hombres nuevos” (cf. 1 Co. 15:45 ss.), la naturaleza divina se vuelve realidad en nosotros. Pedro habla de que los hombres se han vuelto “partícipes de la naturaleza divina” (1 P. 1:14). La nueva vida que es creada (tiempo aoristo) es caracterizada por la justicia (dikaiosyne) y santidad (hosiotes). 

Estas son cualidades acompañantes del espíritu y son el producto de la gracia de Dios operando en el corazón. Salmond hace una distinción entre ambas: “La primera expresa la conducta debida del hombre cristiano característicamente en la manera en que se relaciona con sus prójimos, y la segunda expresa la misma conducta distintivamente en su relación con Dios.” La palabra de la verdad se aplica a ambas cualidades de acuerdo al texto griego.


  C. AMONESTACIONES ESPECIALES PARA LA VIDA NUEVA, 4:25–32

En estos 8 versículos el apóstol nos da en rápida sucesión seis amonestaciones que se relacionan a la nueva naturaleza con la que los lectores de la epístola se han vestido, y a la nueva vida en Cristo. Estas son implicaciones y consecuencias de haberse “despojado del viejo hombre”. Por lo cual claramente indica la relación, y puede ser interpretado: “ahora que sois nuevos hombres”, o, como Westcott lo traduce: “puesto que Cristo es vuestra vida.” Pablo da cinco direcciones.


    1. La mentira (4:25)

La primera exhortación es a que desechen la mentira (cf. Col. 3:9). Una traducción mejor es “la falsedad” (NVI, NASB). La palabra griega es he pseudos, que es un nombre que denota más que lo que se habla; incluye toda forma de decepción. El verbo que se traduce desechando está en el tiempo aoristo, y denota una acción que es de una vez por todas (lit., habiendo desechado la falsedad, continuad hablando la verdad). Luego se ofrece la exhortación positiva: hable verdad cada uno con su prójimo (cf. Zac. 8:16). 

Hablad está en el tiempo presente, lo cual sugiere que hablar la verdad ha de ser algo continuo. Prójimo en este contexto puede interpretarse como que se refiere primordialmente a otros miembros de la comunidad cristiana, tal como es sugerido por la última cláusula del versículo. Uno de los móviles que Pablo creía que debía ser evidente en toda la conducta cristiana es la intención de conservar la unidad de la iglesia. Por ende él añade las palabras: porque somos miembros los unos de los otros. Desde luego que hay un sentido más general en el que los hombres se relacionan entre sí. Esta realidad de nuestra situación humana también demanda que hablemos la verdad.


    2. El enojo (4:26–27)

Airaos, pero no pequéis es un paralelo de una declaración en Salmos 4:4, que en la traducción de la Septuaginta reza: “Enojaos y no pequéis.” De acuerdo a Hodge, el significado de ese salmo es: “No pequéis al enojaros.” Pero no parece que ese sea el significado de las palabras de Pablo aquí. Lo que él está amonestando es, en efecto: “Si os enojáis, no pequéis.” 

La ira justa está en armonía con una vida como la de Cristo, tal como vemos cuando nuestro Señor limpió el templo (Mr. 3:5; Jn. 2:13–17). Foulkes comenta: “El cristiano debe estar seguro de que su enojo es el de la indignación justa, y no meramente una expresión de provocación personal o del orgullo herido. No debe tener móviles pecaminosos, ni debe permitirse que conduzca al pecado en forma alguna.” 

El enojo se convierte en pecado en cuanto desea, o está dispuesto a lastimar a alguien. El pecado es personal y divisivo en carácter, y por su misma naturaleza trastorna y rompe las relaciones personales. Cuando esta es la intención del enojo, o cuando resulta en dividir a los cristianos entre sí, es un pecado.

Aun la ira justa tiene peligros. Por lo tanto Pablo aconseja: No se ponga el sol sobre vuestro enojo (parorgismos, lit., paroxismo o excitación). Lo que el apóstol aconseja aquí es: “Póngale freno a su enojo.” La demora en efectuar una reducción de las emociones “dará lugar” (typos, proveerá la oportunidad) a Satanás para que siembre malas actitudes en el espíritu, y para que haya disensiones serias en el cuerpo de Cristo (cf. Stg. 4:7). ¡Y cuán diligente es Satanás en usar tales puertas!


    3. El hurto (4:28)

Pablo ahora exhorta a sus lectores, algunos de los cuales acostumbraban robar y saquear, a que estén seguros de que cualquier y toda forma de adquirir propiedad en forma deshonesta ha sido eliminada de sus vidas. Una lectura superficial nos daría la impresión de que estos lectores todavía practicaban el robo. Hodge insiste en que no era así. 

La exhortación es dirigida a aquellos que tenían la reputación de robar antes de haberse convertido. Ahora no se ocupan con tales actividades, pero son exhortados a que no sucumban a la tentación de apropiarse de lo que le pertenece a otros. El apóstol luego recomienda medidas positivas y que resuelvan tal situación. Sino trabaje (kopiato) incluye el énfasis de “trabajar con un móvil fuerte”. 

La cláusula con sus manos es interpretada por Moule como que significa: “logrando ganancias honestas mediante dolores honestos.” Los móviles para tal intensa clase de trabajo son, no sólo la recuperación y la preservación del carácter, sino también la adquisición de bienes que puedan ser distribuidos al que padece necesidad, lo que permitirá que esa persona se vuelva un miembro positivo y que contribuya a la sociedad. Phillips traduce así el versículo: “Si usted solía ser un ladrón ahora no sólo debe abandonar el robo, sino que también debe aprender a ganarse la vida honestamente, a fin de que pueda ayudar a los que están necesitados.”


    4. Palabras corrompidas (4:29)

Tal como se acostumbra en nuestro día, los lectores de Pablo habían usado un lenguaje obsceno, hábito que se había arraigado tanto en ellos que posiblemente todavía quedaban algunos restos de ello. Corrompida (sapros) es una palabra fuerte que significa “pútrido, vil, moralmente malsano”. Tal clase de lenguaje, aun si nada más era una sugestión de cómo hablaban antes, era enteramente indebido para un cristiano. Ahora es añadida una exhortación positiva. 

El cristiano debe cultivar la costumbre de hablar lo que sea bueno, lo que es definido como “lo que puede ser útil en esa ocasión” (NEB). A fin de dar gracia a los oyentes ha sido traducido por Phillips como “aquello que Dios puede usar para ayudar a otras personas”. Detrás de la exhortación de Pablo parecen estar las palabras de Proverbios 15:23: “¡Cuán buena es la palabra que se dice oportunamente!” (VM.). Pero la pureza y la verdad no son suficientes en las palabras del cristiano. Debe haber también esa clase de beatitud y de deseo de servir que caracterizaron a las palabras de Jesús (cf. Lc. 4:22; cf. también Col. 3:14; 4:6). La conversación sana puede ser un medio de gracia, al mismo tiempo que los otros sacramentos cristianos y actividades.


    5. Contristando al Espíritu (4:30)

No contristéis al Espíritu Santo no debe ser separada completamente de la exhortación previa. El lenguaje impuro, malicioso y sacrílego que daña a los demás “causa dolor o angustia” (lypeo) a la Tercera Persona de la Santa Trinidad. Hodges comenta que los hijos de Dios son el templo de Dios porque el Espíritu Santo mora en ellos (1 Co. 3:16–17). “Por lo tanto, el contaminar las almas de los creyentes al sugerirles pensamientos impuros o profanos, es una profanación del templo de Dios y una ofensa al Espíritu Santo.” 

El Espíritu Santo, que habita en los creyentes y quien se da a sí mismo generosamente en amor, es profundamente herido siempre que tal forma de hablar irreverente y destructiva es permitida. Sin embargo, el lenguaje impío no es la única conducta que hiere al Espíritu que mora. Uno también puede contristarlo por la falta de atención, y por todas las formas de desobediencia. Sellados para el día de la redención repite el pensamiento de 1:13; véanse los comentarios hechos allí.


    6. Mal genio (4:31–32)

El ramillete de características malas dadas en el versículo 31 es descriptivo de la vieja naturaleza, y las que aparecen en el 32 describen la nueva naturaleza. Una relación interior existe entre las cuatro características mencionadas en el 31. La amargura (pikria, un estado de alta irritación mental) conduce al enojo (thymos, furia, como el caso de una emoción que pasa). 

Esto a su vez produce la ira (orge, el sentimiento que ya se ha asentado y que tiene un deseo de vengarse), el cual provoca finalmente gritería y maledicencia (krauge y blasfemia). Los sentimientos malos se profundizan al grado que el individuo carnalmente cautivo tiene que explotar en discusiones y pláticas dañinas. La malicia (kakia) se refiere “al manantial de las faltas que han sido enumeradas”. Kakia es un término genérico que incluye a todos los demás que han sido mencionados (“malos sentimientos de toda clase”, NEB), y por ende sugiere la depravación.

En el versículo 32 el apóstol apela al ejemplo que Dios nos dio en Cristo Jesús para darle fuerza a su exhortación en cuanto al perdón. Pablo dice que deberíamos tratar a otros en la misma manera en la que Dios nos ha tratado con perdón, que incluye la bondad y la compasión.
Desde luego que no es posible para el hombre natural el perdonar fácil y generosamente a otros, ni mantener ecuanimidad de espíritu en medio de las experiencias arduas de la vida. Para hacerlo necesita llegar a conocer a Cristo íntimamente, para estar tan cabalmente unido a El que tenga una nueva naturaleza (24). Debe estar tan entregado a Dios que el Espíritu Santo, morando en él y sin ser contristado, tenga completo control de su vida (30). Se requiere el amor divino (agape) para vivir con gracia en este mundo, y para tener la actitud correcta hacia los demás.

Debe notarse que Pablo está hablando aquí primordialmente de las relaciones dentro de la comunidad cristiana. El amor y el perdón necesitan reinar en la familia de la fe si los hombres que están lejos del Señor han de ver las posibilidades de gracia para ellos.

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