jueves, 9 de abril de 2015

Como cristianos estamos llamados a ser instrumentos de Dios para derribar y destruir las fortalezas satánicas y abrir el ámbito espiritual, para poder penetrar las tinieblas con la luz del evangelio de Cristo, y de esta manera lograr el cumplimiento de la Gran Comisión.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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Cómo logra Satanás el control de territorios

Las ciudades son parte del plan de Dios para que el mandato de la Gran Comisión se cumpla y el Reino de Dios sea establecido en la tierra. Debido a esto, Satanás tiene un plan para pervertir los propósitos de Dios con tu ciudad, manteniendo a las almas en cautiverio y a la Iglesia en derrota.

Como Satanás es un ser creado y solo puede estar en un sitio al mismo tiempo, ha delegado la obra de corromper los sistemas de vida en cada ciudad. Esto lo hace por medio de jerarquías de espíritus malignos, fuerzas demoníacas a las que los propios habitantes de la ciudad, región o nación han dado apertura por medio del pecado y la idolatría.

En su libro El evangelio vence la opresión satánica, Noel Gibson, un australiano experto en el campo de la demonología, escribe: «Las actividades de espíritus malignos obviamente son coordinadas por demonios de alto rango, los cuales controlan las ciudades y comunidades». Asimismo el famoso autor cristiano C. S. Lewis escribe en su libro Cartas de un diablo novato: «Son las fuerzas detrás de las drogas, la violencia, la lujuria, los homicidios, el juego y otras huestes de males sociales». Estos demonios de alto rango a los que llamamos «espíritus territoriales», ejercen una gran influencia sobre las estructuras sociales de nuestras comunidades. Una ciudad entonces sufre porque las huestes del mal influyen en las acciones, pensamientos y emociones de sus gobernantes y habitantes para interferir con los propósitos de Dios y mantener a estos últimos en cautiverio. Existen cinco maneras primordiales por medio de las cuales el enemigo encuentra puertas abiertas para entronizarse sobre un territorio:

1. El pecado individual o corporativo. Estas dos clases de pecado son las principales vías por las que una comunidad es afectada. La primera es el pecado de un individuo en una posición de gobierno o influencia a nivel personal, como por ejemplo, en el aspecto sexual, o a nivel de la comunidad, como en los casos de tráfico de drogas, extorsión, corrupción política y violencia racial, social, política o criminal. Cuando el pecado ha entrado en una ciudad, región o nación por causa del pecado corporativo, es decir, cuando el pecado ha afectado a toda una comunidad por el pecado de un grupo contra otro, ya sea de raza a raza, de género a género, de clase social a clase social, de religión a religión, de nación a nación, etc., es necesario que la comunidad se arrepienta de lo que hoy en día se conoce como «arrepentimiento identificativo».

Pecados como la segregación racial, étnica y social; pecados como masacres, esclavitud y conflictos religiosos, abren brechas espirituales para que el enemigo se entronice sobre una zona determinada. Cuando este pecado continua, se convierte en un pecado generacional.

2. El pecado generacional. Las ciudades o naciones permanecen en cautiverio del demonio por causa del pecado generacional, es decir aquel que continua de generación en generación. Este es el pecado que mantiene a ciudades, regiones o naciones bajo el control de espíritus territoriales, que se entronizaron por causa de prácticas de nuestros antepasados, o por causa de las intensiones con que fueron fundadas las ciudades, o por la violencia y corrupción que se arraiga como un patrón o estilo de vida.

3. Victimización, rechazo o traumas. Ciudades, regiones y naciones pueden ser víctimas, particularmente en tiempos de guerra. El trauma nacional de Irlanda, donde católicos y protestantes se encuentran en guerra por generaciones. El trauma del pueblo judío durante el gobierno de Hitler. La violencia entre musulmanes y ortodoxos en Bosnia-Herzegovina. La persecución de la Iglesia Católica durante los tiempos de la Inquisición. El acoso a los cristianos en varias naciones de Latinoamérica. La muerte y la desaparición masiva de ciudadanos por cuenta del gobierno militar argentino. Las guerras civiles en naciones, como en Colombia. Todas estas cosas, ya sean de naturaleza racista, política, religiosa o civil, causan heridas nacionales de rechazo que establecen un trauma nacional.

Asimismo, desastres naturales como terremotos, huracanes, explosiones volcánicas, inundaciones, sequías, pestes y enfermedades, le producen una demonización a ciudades, regiones y naciones, que tienen que ser sanadas por medio del arrepentimiento identificativo por parte del único instrumento que Dios tiene: su Iglesia.

George Otis Jr., experto en cartografía espiritual, dice: «Cualesquiera que hayan sido los traumas nacionales, siempre tienen el efecto de enfrentar a seres humanos con desesperación y sufrimiento traumático. ¿Cómo entonces se pueden resolver estos conflictos? A través de las generaciones, el hombre ha escogido creer la mentira en vez de la palabra de Dios. Sometiéndose a los compromisos con demonios, ha escogido en su desesperación entrar en un trato o pacto con el mundo espiritual de las tinieblas, a cambio del compromiso de que sus problemas le sean resueltos por estas deidades regionales; ha ofrecido en intercambio ser aliado de ellas, es decir, ha vendido colectivamente su alma». Después que este trato inicial es hecho, casi siempre bajo circunstancias de necesidades, los demonios se manifiestan para proveer a individuos o comunidades una medida de alivio en tiempos de trauma. En algunos casos el alivio o ayuda, es verdadero; en otros es simplemente un engaño». A través de estos acuerdos o pactos, fuerzas demoníacas establecen fortalezas territoriales; estas transacciones aparentan ser totalmente morales. Los moradores de una comunidad toman la decisión consciente de suprimir la verdad a cambio de una mentira.

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con justicia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Romanos 1:18–25

4. Brujería, ocultismo y fraternidades. La gran mayoría, sino la totalidad de prácticas de brujería y ocultismo que se realizan de manera organizada, también causan la demonización en diferentes niveles. Brujos, chamanes, satanistas y practicantes de lo oculto, usan su arte para invocar la presencia de huestes de las tinieblas, no solamente en sus ritos y rituales, sino también sobre ciudades, regiones y naciones. Asimismo las órdenes fraternales como masonería, Rosacruz, mormonismo, Opus Dei, los Iluminados y otras más, con sus votos secretos, promesas juramentadas, ritos de iniciación y declaraciones blasfemas, influyen en la condición espiritual de una ciudad, región o nación. Todas estas cosas dan poder y permiso a actividades demoníacas. La idolatría es algo en lo que los demonios se deleitan. A lo largo de toda la cordillera de los Andes muchos picos montañosos han sido consagrados a los Tius. Los Incas estaban entregados a la noción de que toda huaca o sitio sagrado tenía que ser alimentado todos los años; si así lo hacían, estos dioses recompensarían a los que les ofrecían los sacrificios. El monte Kaata en la frontera entre Perú y Bolivia, por ejemplo, abunda en huacas. Aun en el presente los nativos le ofrecen chicha, sangre de animales y ocasionalmente sacrificios humanos o fetos de bebes abortados.

5. Las maldiciones. Las maldiciones pueden ser dirigidas a naciones, regiones y ciudades, e influyen sobre la vida de la comunidad. ¿Cómo entonces mantiene Satanás acceso legítimo? Existen dos maneras primordiales por las cuales los demonios obtienen un permiso para extender su morada en un lugar. La primera es por medio de ritos, ferias, festivales y peregrinaciones.

Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. Me dijo luego: Entra y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí.

Ezequiel 8:8–9

George Otis Jr. escribe en su libro El último de los gigantes: «En la mayoría de estas fortalezas, el alcance y la intensidad del control demoníaco parece existir en proporción directa con la bienvenida explícita que se le dio originalmente y en el cuidado de preservar esta alianza a través de festivales, ritos y peregrinaciones».

Baste decir que los medios principales de asegurar y mantener la buena voluntad de estas huestes de maldad en lugares altos, gobernadores de las tinieblas de este siglo, son los sacrificios que se les ofrecen de derramamiento de sangre; en algunos casos de bestias y animales, pero en otras de seres humanos. Asimismo la renovación de votos, oraciones shamanicas y celebración de festividades.

Le despertaron a celos con los dioses ajenos;

Lo provocaron a ira con abominaciones.

Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;

A dioses que no habían conocido,

A nuevos dioses venidos de cerca,

Que no habían temido vuestros padres.

Deuteronomio 32:16–17

¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?

Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.

No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.

1 Corintios 10:19–21

Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de Él. Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina.

1 Corintios 8:5–7

Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar son alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas. Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.

Isaías 46:1 y 7

Esos festivales, ceremonias, peregrinaciones, fiestas, ritos, etc., no son un espectáculo benigno e inocente de las culturas o la tradición. Bajo su disfraz festivo son explícitas transacciones espirituales que reafirman los tratados o pactos de antepasados. Es decir, son hechos en los cuales la nueva generación extiende el manto de bienvenida al demonio y a sus huestes del mal para que mantengan el control espiritual de un territorio.

Algunas de estas ceremonias celebradas por cientos de años invocan directamente a poderes espirituales y restablecen pactos con entidades espirituales. La otra variante es http://aklam.io/9LbY1bhttp://aklam.io/9LbY1b«marcando» el territorio con templos, altares y lugares altos. Algunos de estos puntos o concentraciones de poder son templos o altares de sacrificio, como las pirámides de México y Centroamérica, Machu Pichu, Chavín de Huancar o Samaipata. 

Como cristianos estamos llamados a ser instrumentos de Dios para derribar y destruir estas fortalezas y abrir el ámbito espiritual, para poder penetrar las tinieblas con la luz del evangelio de Cristo, y de esta manera lograr el cumplimiento de la Gran Comisión.

Segunda de Corintios 4:4 dice que «el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio». Como los discípulos de la iglesia primitiva, el Señor nos ha comisionado para que abramos sus ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios. Donde nuestro adversario ha llevado confusión, llevamos luz. Donde ha robado la dignidad del hombre, debemos llevar sanidad. Donde ha llevado violencia, llevamos paz. Donde ha llevado muerte y enfermedades, llevamos salud y vida.

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