Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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Fases de la consejería
Objetivos
1. Conocer diferentes partes que puede tener una sesión o un proceso de consejería.
2. Conocer diversas recomendaciones para abordar cada una de las partes que se sugieren.
Introducción
En este capítulo estaremos analizando una serie de fases sugeridas que puede tener una sesión o un proceso de consejería. Hago la diferencia entre una sesión y un proceso, porque hay asuntos en consejería que se podrán resolver en una sola sesión de consejería, pero va a ver otros casos donde nos damos cuenta que el problema necesita ser tratado en más de una sesión y que incluso debe ser dividido en problemas más pequeños que deben ser tratados por separado, a este último es que llamó proceso de consejería. El autor resume una sesión en estás fases para propósitos prácticos, pero en ningún momento sugiere que está es la única manera de hacerlo, sino busca solamente ofrecer una guía para la acción en la consejería.
Preparación previa
Con preparación previa me refiero a lo que sucede antes de la sesión de consejería. Lo primero que debería hacer un consejero cristiano en preparación previa es orar a favor de sí mismo y de sus aconsejados. Por otro lado, si es una sesión informal como ocurre muchas veces entre hermanos en Cristo, esto se va a referir además a preparar el ambiente; y si más bien, el tipo de consejería es un poco más estructurada y formal como la que realizan los pastores y otro tipo de consejeros bíblicos en instituciones cristianas va a consistir además de mantener un ambiente adecuado, el revisar expedientes.
Con respecto al ambiente, se debe tratar que sea propicio para el momento de la consejería. Si es consejería entre hermanos en la fe puede realizarse en la iglesia, un aula de escuela dominical, un hogar, etc. Si es un poco formal como en el caso de un pastor o un consejero de una institución cristiana o iglesia lo mejor es que se haga en una oficina.
Si es necesario que el ambiente sea cómodo para el aconsejado, que tenga confidencialidad, que no tenga muchos detalles que funcionen como distractores pero tampoco tan vacío que se vea frío.
Por otro lado, el ambiente debe promover el buen testimonio, lo ideal es que sea cerrado para que haya confidencialidad pero que haya grandes ventanas para que lo que sucede adentro pueda ser visto por todos. Recuerdo que cuando trabaje en un colegio cristiano como consejero, hubo un gran esfuerzo de la institución, ya que me proveyeron una oficina que tenía absoluta confidencialidad debido a que sus paredes tenían por dentro estereofón y al mismo tiempo había una gran ventana que daba hacia fuera, donde se podía ver lo que sucedía en la oficina. Cualquiera que trabaja con adolescentes sabe lo delicado que son estás cosas, y que fácilmente se pueden malinterpretar los hechos de que un consejero este sólo en su oficina con una estudiante, por lo que este tipo de previsiones son adecuadas para preservar el testimonio cristiano.
Por otro lado, si se maneja consejería formal, es bueno antes de recibir una persona en consejería revisar el expediente del mismo, para conocer sus antecedentes personales y familiares, y familiarizarse con problemáticas previas que se han presentado.
Inicio de la sesión
En está parte se saluda a la persona, puede haber una presentación personal de ambas partes (en caso de no conocerse), y en caso de ser necesario muchas veces hay que romper el hielo con algunas preguntas no tan relacionadas con la problemática. Aunque la mayoría de las veces sencillamente la persona va a introducir su problema y pedirnos el consejo directamente. Igualmente podemos ayudar con la frase “en que puedo servirle” o algo similar. El inicio también es un buen momento para orar pidiéndole dirección y sabiduría a Dios para tratar el problema.
Si es una primera sesión hay que reconocer que es de suma importancia, ya que la primera establece la norma, y en muchos casos sólo se cuenta con una sola reunión para trabajar un problema. Puede ser bueno analizar cuales son las circunstancias en que vino la persona, ya que si la persona vino en forma voluntaria va a actuar de una manera muy diferente a si vino remitido por otra, o en el peor de los casos si vino obligado por otra persona. Es importante que el consejero determine en este momento si el aconsejado es cristiano o no, ya que si no lo es, es mejor, iniciar con lo que llamaremos “preconsejo”, es decir, presentar el evangelio.
Por otro lado, si usted se da cuenta que el caso amerita consejería múltiple, es decir, que este presente otra u otras personas, es mejor detener la sesión y solicitar que la próxima vez venga con las personas implicadas en el problema. Por ejemplo, esto puede suceder cuando una persona tiene problemas con su conyugue, o cuando un matrimonio tiene un problema con su hijo adolescente. Lo mejor es que la persona venga con su esposo o esposa para resolver el problema, o que la pareja traiga al hijo adolescente.
Por otra parte, hay que reconocer no siempre es posible conseguir que los diferentes afectados se presenten al aconsejamiento. Así, que un caso de este tipo hay que hablar de la persona que está presente y no sobre la otra (el hablar sobre la otra es pecado de murmuración, y además, no sirve de nada). Hay que concentrar el caso en hablar de cómo la relación de la persona presente con la ausente es la correcta delante de Dios.
En caso de ser una segunda sesión, se puede pedir la tarea dejada en la sesión anterior. Jay Adams, se refiere a esto: “al principio de cada sesión el consejero pide el trabajo de casa dado en la sesión previa. Algunas veces hay que dedicar la mitad de la sesión a este asunto, incluso toda la sesión”.
Es importante siempre iniciar puntualmente las sesiones ya que esto le refleja a la otra persona que hay un verdadero interés en ayudarle en su situación.
Desarrollo de la sesión
Recolección de datos
En esta parte la persona va a contar al consejero su problema. Puede que en muchos casos el consejero deba hacer preguntas al aconsejado para poder tener una mejor visión del problema. En el caso de ser una situación de crisis las preguntas que realice el consejero van a ser claves. Aquí es de suma importancia que se maneje bien la toma de apuntes para que pueda recoger los datos de una manera precisa.
Hay que tener los suficientes datos, si no podemos tener una mala interpretación tal como lo hizo Elí cuando vio a Ana; o como los amigos de Job; por ello es de suma importancia darse el tiempo para escuchar al aconsejado y reunir información sobre la situación que enfrenta (Stgo 1:19).
Se necesita muchas veces tomar datos de asuntos físicos, como patrones de sueño, dieta, ejercicios, medicación y otros. Considere la situación espiritual de la persona, las emociones del aconsejado, y otros aspectos que considere importantes.
Identificar el problema
En está etapa el consejero debe identificar bíblicamente el problema, basado en los datos que conoce. La Biblia le pone nombre a los diferentes problemas humanos, por lo tanto, debemos identificar los términos que utiliza para describir los problemas que enfrentamos en la consejería. Esto nos ayuda a identificar sus causas y su solución.
En muchas situaciones el consejero va a notar que lo que relata el aconsejado no es un solo problema, sino que son varios, o que el problema es lo suficientemente amplio para abarcar más de una sesión. Por lo que deberá informarle al aconsejado que el problema va a abarcar más de una reunión y estructurar el proceso en varias sesiones. Así, aconsejado y consejero deben ponerse de acuerdo sobre los objetivos, especialmente si es la primera sesión. Además, es importante que el aconsejado se comprometa a llevar a cabo el proceso de consejería en caso de necesitar más de una sesión.
El primer problema que presenta el aconsejado no necesariamente es aquel que tiene mayor importancia, sino que “es posible que haya sido ofrecido como un globo sonda para ver como manejas los problemas”. Incluso pudo haber sido mencionado sencillamente para ver la reacción inicial del consejero ante este problema, para medir si le menciona uno que a su consideración es “más grave” o “más pecaminoso”.
Cuando hemos identificado el problema, debemos comunicarlo al aconsejado. Aquí ya habremos determinado que tipo de consejería debemos de utilizar, si es de consuelo, de amonestación o de guía. De cualquier manera hay que explicarle el problema de manera bíblica, y hacer que el aconsejado entienda el problema de la forma en que lo ve Dios.
Solucionar el Problema
Luego de identificar desde el punto de vista de la Escritura, cuál es el problema del aconsejado ello debe buscar la solución bíblica del problema, y buscar como llevar esa solución bíblica a la práctica.
Por supuesto, en muchos casos hay que primeramente motivar a la persona para que tome las decisiones que demanda la Escritura para poder resolver el problema. Ya sea que consolemos, amonestemos o guiemos las personas tienen que tomar la decisión de hacer el cambio en sus vidas y comprometerse en ello.
La mejor manera de llevar a la práctica la solución de un problema es con un plan. Un plan debe incluir el objetivo u objetivos bíblicos a ser alcanzados, tanto a corto, como a largo plazo, y por supuesto, las estrategias para alcanzar dichos objetivos e incluso la forma de evaluar que se han cumplido los objetivos y las estrategias. En entre estás estrategias deben incluirse cuestiones de horarios, métodos, técnicas, procedimientos, etc. Adams nos dice “el comprometerse a un plan bíblico es totalmente esencial porque a menos que el aconsejado haga lo que Dios requiere, todo lo demás es inútil”.
Desde la primera sesión el consejero debe dar una respuesta bíblica, eso incluye dar esperanza de que el problema tiene solución en Cristo, pedir que deben cambiarse las conductas pecaminosas, y dar bases bíblicas sobre los diferentes problemas que se enfrentan.
Cierre de la sesión
Cada sesión debe tener su propio objetivo y agenda, aunque siempre se debe estar abierto a la flexibilidad de alterar, agregar o posponer algo de la agenda. Como cierre de la sesión podemos resumir lo que se ha logrado y decidido en la sesión. Podemos asignar trabajo para la casa (en caso de ser necesario), esto, nos ayuda a que la persona vaya poniendo en práctica lo aprendido y además, a que sea más rápido el proceso. Si notamos que se ocupan próximas sesiones, podemos estructurarle al aconsejado que vamos a tratar en estás y debemos fijar la próxima sesión. La oración final debe enfocarse sobre el contenido vital de la hora previa.
Inmediatamente después de la sesión
Luego de la sesión el consejero deberá hacer un resumen escrito de lo tratado en la reunión y colocarlo en el expediente en caso de ser consejería formal. Además, si el consejero se comprometió en la sesión hacer alguna diligencia debe prepararla para la siguiente sesión, o para entregarla al aconsejado.
Seguimiento
El seguimiento debe darse siempre, independientemente de que se trate de un proceso de varias sesiones o de una sola. Siempre es recomendable preguntar a la persona, ¿Cómo fue con el plan diseñado? ¿Qué sucedió con la decisión bíblica tomada? ¿Se logró lo propuesto? ¿Cuáles obstáculos se han presentado?. Y por supuesto, también podemos seguir orando por el aconsejado y sus problemas.
Conclusión
Hemos visto una serie de fases que debe tener una sesión de consejería y la relación que ésta tiene con un proceso de consejería. No todas las sesiones van a corresponder a todo lo que se ha mencionado, pero espero sea una guía para su ministerio.
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Fases de la consejería
Objetivos
1. Conocer diferentes partes que puede tener una sesión o un proceso de consejería.
2. Conocer diversas recomendaciones para abordar cada una de las partes que se sugieren.
Introducción
En este capítulo estaremos analizando una serie de fases sugeridas que puede tener una sesión o un proceso de consejería. Hago la diferencia entre una sesión y un proceso, porque hay asuntos en consejería que se podrán resolver en una sola sesión de consejería, pero va a ver otros casos donde nos damos cuenta que el problema necesita ser tratado en más de una sesión y que incluso debe ser dividido en problemas más pequeños que deben ser tratados por separado, a este último es que llamó proceso de consejería. El autor resume una sesión en estás fases para propósitos prácticos, pero en ningún momento sugiere que está es la única manera de hacerlo, sino busca solamente ofrecer una guía para la acción en la consejería.
Preparación previa
Con preparación previa me refiero a lo que sucede antes de la sesión de consejería. Lo primero que debería hacer un consejero cristiano en preparación previa es orar a favor de sí mismo y de sus aconsejados. Por otro lado, si es una sesión informal como ocurre muchas veces entre hermanos en Cristo, esto se va a referir además a preparar el ambiente; y si más bien, el tipo de consejería es un poco más estructurada y formal como la que realizan los pastores y otro tipo de consejeros bíblicos en instituciones cristianas va a consistir además de mantener un ambiente adecuado, el revisar expedientes.
Con respecto al ambiente, se debe tratar que sea propicio para el momento de la consejería. Si es consejería entre hermanos en la fe puede realizarse en la iglesia, un aula de escuela dominical, un hogar, etc. Si es un poco formal como en el caso de un pastor o un consejero de una institución cristiana o iglesia lo mejor es que se haga en una oficina.
Si es necesario que el ambiente sea cómodo para el aconsejado, que tenga confidencialidad, que no tenga muchos detalles que funcionen como distractores pero tampoco tan vacío que se vea frío.
Por otro lado, el ambiente debe promover el buen testimonio, lo ideal es que sea cerrado para que haya confidencialidad pero que haya grandes ventanas para que lo que sucede adentro pueda ser visto por todos. Recuerdo que cuando trabaje en un colegio cristiano como consejero, hubo un gran esfuerzo de la institución, ya que me proveyeron una oficina que tenía absoluta confidencialidad debido a que sus paredes tenían por dentro estereofón y al mismo tiempo había una gran ventana que daba hacia fuera, donde se podía ver lo que sucedía en la oficina. Cualquiera que trabaja con adolescentes sabe lo delicado que son estás cosas, y que fácilmente se pueden malinterpretar los hechos de que un consejero este sólo en su oficina con una estudiante, por lo que este tipo de previsiones son adecuadas para preservar el testimonio cristiano.
Por otro lado, si se maneja consejería formal, es bueno antes de recibir una persona en consejería revisar el expediente del mismo, para conocer sus antecedentes personales y familiares, y familiarizarse con problemáticas previas que se han presentado.
Inicio de la sesión
En está parte se saluda a la persona, puede haber una presentación personal de ambas partes (en caso de no conocerse), y en caso de ser necesario muchas veces hay que romper el hielo con algunas preguntas no tan relacionadas con la problemática. Aunque la mayoría de las veces sencillamente la persona va a introducir su problema y pedirnos el consejo directamente. Igualmente podemos ayudar con la frase “en que puedo servirle” o algo similar. El inicio también es un buen momento para orar pidiéndole dirección y sabiduría a Dios para tratar el problema.
Si es una primera sesión hay que reconocer que es de suma importancia, ya que la primera establece la norma, y en muchos casos sólo se cuenta con una sola reunión para trabajar un problema. Puede ser bueno analizar cuales son las circunstancias en que vino la persona, ya que si la persona vino en forma voluntaria va a actuar de una manera muy diferente a si vino remitido por otra, o en el peor de los casos si vino obligado por otra persona. Es importante que el consejero determine en este momento si el aconsejado es cristiano o no, ya que si no lo es, es mejor, iniciar con lo que llamaremos “preconsejo”, es decir, presentar el evangelio.
Por otro lado, si usted se da cuenta que el caso amerita consejería múltiple, es decir, que este presente otra u otras personas, es mejor detener la sesión y solicitar que la próxima vez venga con las personas implicadas en el problema. Por ejemplo, esto puede suceder cuando una persona tiene problemas con su conyugue, o cuando un matrimonio tiene un problema con su hijo adolescente. Lo mejor es que la persona venga con su esposo o esposa para resolver el problema, o que la pareja traiga al hijo adolescente.
Por otra parte, hay que reconocer no siempre es posible conseguir que los diferentes afectados se presenten al aconsejamiento. Así, que un caso de este tipo hay que hablar de la persona que está presente y no sobre la otra (el hablar sobre la otra es pecado de murmuración, y además, no sirve de nada). Hay que concentrar el caso en hablar de cómo la relación de la persona presente con la ausente es la correcta delante de Dios.
En caso de ser una segunda sesión, se puede pedir la tarea dejada en la sesión anterior. Jay Adams, se refiere a esto: “al principio de cada sesión el consejero pide el trabajo de casa dado en la sesión previa. Algunas veces hay que dedicar la mitad de la sesión a este asunto, incluso toda la sesión”.
Es importante siempre iniciar puntualmente las sesiones ya que esto le refleja a la otra persona que hay un verdadero interés en ayudarle en su situación.
Desarrollo de la sesión
Recolección de datos
En esta parte la persona va a contar al consejero su problema. Puede que en muchos casos el consejero deba hacer preguntas al aconsejado para poder tener una mejor visión del problema. En el caso de ser una situación de crisis las preguntas que realice el consejero van a ser claves. Aquí es de suma importancia que se maneje bien la toma de apuntes para que pueda recoger los datos de una manera precisa.
Hay que tener los suficientes datos, si no podemos tener una mala interpretación tal como lo hizo Elí cuando vio a Ana; o como los amigos de Job; por ello es de suma importancia darse el tiempo para escuchar al aconsejado y reunir información sobre la situación que enfrenta (Stgo 1:19).
Se necesita muchas veces tomar datos de asuntos físicos, como patrones de sueño, dieta, ejercicios, medicación y otros. Considere la situación espiritual de la persona, las emociones del aconsejado, y otros aspectos que considere importantes.
Identificar el problema
En está etapa el consejero debe identificar bíblicamente el problema, basado en los datos que conoce. La Biblia le pone nombre a los diferentes problemas humanos, por lo tanto, debemos identificar los términos que utiliza para describir los problemas que enfrentamos en la consejería. Esto nos ayuda a identificar sus causas y su solución.
En muchas situaciones el consejero va a notar que lo que relata el aconsejado no es un solo problema, sino que son varios, o que el problema es lo suficientemente amplio para abarcar más de una sesión. Por lo que deberá informarle al aconsejado que el problema va a abarcar más de una reunión y estructurar el proceso en varias sesiones. Así, aconsejado y consejero deben ponerse de acuerdo sobre los objetivos, especialmente si es la primera sesión. Además, es importante que el aconsejado se comprometa a llevar a cabo el proceso de consejería en caso de necesitar más de una sesión.
El primer problema que presenta el aconsejado no necesariamente es aquel que tiene mayor importancia, sino que “es posible que haya sido ofrecido como un globo sonda para ver como manejas los problemas”. Incluso pudo haber sido mencionado sencillamente para ver la reacción inicial del consejero ante este problema, para medir si le menciona uno que a su consideración es “más grave” o “más pecaminoso”.
Cuando hemos identificado el problema, debemos comunicarlo al aconsejado. Aquí ya habremos determinado que tipo de consejería debemos de utilizar, si es de consuelo, de amonestación o de guía. De cualquier manera hay que explicarle el problema de manera bíblica, y hacer que el aconsejado entienda el problema de la forma en que lo ve Dios.
Solucionar el Problema
Luego de identificar desde el punto de vista de la Escritura, cuál es el problema del aconsejado ello debe buscar la solución bíblica del problema, y buscar como llevar esa solución bíblica a la práctica.
Por supuesto, en muchos casos hay que primeramente motivar a la persona para que tome las decisiones que demanda la Escritura para poder resolver el problema. Ya sea que consolemos, amonestemos o guiemos las personas tienen que tomar la decisión de hacer el cambio en sus vidas y comprometerse en ello.
La mejor manera de llevar a la práctica la solución de un problema es con un plan. Un plan debe incluir el objetivo u objetivos bíblicos a ser alcanzados, tanto a corto, como a largo plazo, y por supuesto, las estrategias para alcanzar dichos objetivos e incluso la forma de evaluar que se han cumplido los objetivos y las estrategias. En entre estás estrategias deben incluirse cuestiones de horarios, métodos, técnicas, procedimientos, etc. Adams nos dice “el comprometerse a un plan bíblico es totalmente esencial porque a menos que el aconsejado haga lo que Dios requiere, todo lo demás es inútil”.
Desde la primera sesión el consejero debe dar una respuesta bíblica, eso incluye dar esperanza de que el problema tiene solución en Cristo, pedir que deben cambiarse las conductas pecaminosas, y dar bases bíblicas sobre los diferentes problemas que se enfrentan.
Cierre de la sesión
Cada sesión debe tener su propio objetivo y agenda, aunque siempre se debe estar abierto a la flexibilidad de alterar, agregar o posponer algo de la agenda. Como cierre de la sesión podemos resumir lo que se ha logrado y decidido en la sesión. Podemos asignar trabajo para la casa (en caso de ser necesario), esto, nos ayuda a que la persona vaya poniendo en práctica lo aprendido y además, a que sea más rápido el proceso. Si notamos que se ocupan próximas sesiones, podemos estructurarle al aconsejado que vamos a tratar en estás y debemos fijar la próxima sesión. La oración final debe enfocarse sobre el contenido vital de la hora previa.
Inmediatamente después de la sesión
Luego de la sesión el consejero deberá hacer un resumen escrito de lo tratado en la reunión y colocarlo en el expediente en caso de ser consejería formal. Además, si el consejero se comprometió en la sesión hacer alguna diligencia debe prepararla para la siguiente sesión, o para entregarla al aconsejado.
Seguimiento
El seguimiento debe darse siempre, independientemente de que se trate de un proceso de varias sesiones o de una sola. Siempre es recomendable preguntar a la persona, ¿Cómo fue con el plan diseñado? ¿Qué sucedió con la decisión bíblica tomada? ¿Se logró lo propuesto? ¿Cuáles obstáculos se han presentado?. Y por supuesto, también podemos seguir orando por el aconsejado y sus problemas.
Conclusión
Hemos visto una serie de fases que debe tener una sesión de consejería y la relación que ésta tiene con un proceso de consejería. No todas las sesiones van a corresponder a todo lo que se ha mencionado, pero espero sea una guía para su ministerio.
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